Bio Federico Garcia Lorca
Bio Federico Garcia Lorca
Bio Federico Garcia Lorca
Su estancia triunfal en Buenos Aires y Montevideo constituyó una revelación: el joven dramaturgo
se dio cuenta de que su obra podía interesar a un vasto público fuera de España; de que podía hacer
carrera en el teatro, y de que, como dramaturgo, no se quedaría nunca a merced de los empresarios
madrileños. Bodas de sangre alcanzó más de ciento cincuenta representaciones en Buenos Aires.
Gracias a ello, Federico García Lorca logró, por fin, su independencia económica. Como el viaje a
Cuba en 1930, el viaje a Argentina le deparó una serie de amistades nuevas, entre ellas: los
poetas Pablo Neruda, Juana de Ibarbourou y Ricardo Molinari; el escritor mexicano Salvador Novo,
y el crítico Pablo Suero.
Últimos años
Cuando Federico García Lorca volvió de Buenos Aires, en abril de 1934, contaba 36 años y le
quedaban poco más de dos de vida. Vivió ese tiempo de manera intensísima: terminó nuevas obras
(Yerma, Doña Rosita la Soltera, La casa de Bernarda Alba y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías);
revisó libros ya escritos (Poeta en Nueva York, Diván del Tamarit y Suites); hizo una larga visita a
Barcelona para dirigir sus obras, leer sus poemas y dar alguna conferencia, y meditó con ilusión
sobre proyectos futuros, que iban desde una versión musicalizada de sus Títeres de Cachiporra a
dramas sobre temas sexuales, sociales y religiosos.
Entre 1934 y 1936 dirigió sus esfuerzos, en gran medida, a la renovación del teatro español, con su
propia obra y a través de La Barraca y de la organización de clubes teatrales -como el Anfistora,
fundado por Pura Maortua de Ucelay- y agrupaciones que debían estrenar obras, clásicas o
modernas, que hubieran sido ignoradas por el teatro comercial. Con gran vehemencia reclamó una
«vuelta a la tragedia» y al teatro de contenidos sociales candentes.
En sus entrevistas y declaraciones de 1934 a 1936, insistió Lorca, más
que nunca, en la responsabilidad social del artista, especialmente en la
del dramaturgo, pues éste podía poner en evidencia morales viejas o equivocadas. Se entregó, como
siempre, a la creación poética, pero su poesía «se levanta de la página» y, desde el escenario, llega a
un público más amplio. En una velada en el Teatro Español, en que Margarita Xirgu ofreció a los
actores de Madrid una representación especial de Yerma, salió al escenario Federico para
defender su visión del teatro de «acción social»: Yo no hablo esta noche como autor ni como poeta,
ni como estudiante sencillo del rico panorama de la vida del hombre, sino como ardiente apasionado
del teatro y de su acción social. El teatro es uno de los más expresivos y útiles instrumentos para la
educación de un país y el barómetro que marca su grandeza o su descenso. Un teatro sensible y bien
orientado en todas sus ramas, desde la tragedia al vodevil, puede cambiar en pocos años la
sensibilidad de un pueblo; y un teatro destrozado, donde las pezuñas sustituyen a las alas, puede
achabacanar a una nación entera. El teatro es una escuela de llanto y de risa y una tribuna libre
donde los hombres pueden poner en evidencia morales viejas o equivocadas y explicar con
ejemplos vivos normas eternas del corazón y el sentimiento del hombre.
Mientras pronunciaba Federico estas palabras, Yerma era atacada por la prensa de derechas como
obra «inmoral» y «pornográfica». No se apocó Lorca. Insistió en la autoridad oral y estética que
debían compartir el dramaturgo y los actores y esperaba luchar para seguir conservando la
independencia que me salva... Para calumnias, horrores y sambenitos que empiecen a colgar sobre
mi cuerpo, tengo una lluvia de risas de campesino para mi uso particular.
El ambiente de Madrid, en estos dos años, se había vuelto cada vez más intolerante y violento:
España parecía irremediablemente abocada a una guerra civil.
La muerte
En mayo de 1936 un periódico madrileño publicaba una brevísima nota sobre los proyectos de
Federico García Lorca. El poeta estaba a punto de cumplir 38 años. Casi había terminado su drama
de la sexualidad andaluza, La casa de Bernarda Alba. Llevaba «muy adelantada» una comedia
sobre temas políticos -la llamada Comedia sin título o El sueño de la vida- y estaba trabajando en
una obra nueva titulada Los sueños de mi prima Aurelia, elegía de su niñez en la vega de Granada.
Planeaba otro viaje a América, esta vez a México, donde esperaba reunirse con Margarita Xirgu.
Estaba, pues, rebosante de proyectos, con la sensación de que en el teatro no era más que un
«novel»: Yo no he alcanzado un plano de madurez aún... Me considero todavía un auténtico novel.
Estoy aprendiendo a manejarme en mi oficio... Hay que ascender por peldaños... Lo contrario es
pedir a mi naturaleza y a mi desarrollo espiritual y mental lo que ningún autor da hasta mucho más
tarde... Mi obra apenas está comenzada.
La situación política en Madrid, y en toda España, se había vuelto insostenible. Se hablaba de la
posibilidad de un golpe militar y en las calles de la capital se vivieron numerosos actos de violencia,
desde la quema de iglesias hasta los asesinatos políticos.
Aunque Federico García Lorca detestaba la política partidaria y resistió la presión de sus amigos
para que se hiciera miembro del Partido Comunista, era conocido como liberal y sufrió con
frecuencia las arremetidas de los conservadores por su amistad con Margarita Xirgu o con el
ministro socialista Fernando de los Ríos. La popularidad de Lorca y sus numerosas declaraciones a
la prensa sobre la injusticia social, le convirtieron en un personaje antipático e incómodo para la
derecha: El mundo está detenido ante el hambre que asola a los pueblos. Mientras haya
desequilibrio económico, el mundo no piensa. Yo lo tengo visto. Van dos hombres por la orilla de
un río. Uno es rico, otro es pobre. Uno lleva la barriga llena, y el otro pone sucio el aire con sus
bostezos. Y el rico dice: "¡Oh, qué barca más linda se ve por el agua! Mire, mire usted el lirio que
florece en la orilla". Y el pobre reza: "Tengo hambre, no veo nada. Tengo hambre, mucha hambre".
Natural. El día que el hambre desaparezca, va a producirse en el mundo la explosión espiritual más
grande que jamás conoció la humanidad. Nunca jamás se podrán figurar los hombres la alegría que
estallará el día de la gran revolución. ¿Verdad que te estoy hablando en socialista puro? [Entrevista
en La Voz, Madrid, 7 de abril de 1936].
Intuyendo que el país estaba al borde de la guerra, Lorca decidió marcharse a Granada para reunirse
con su familia. El día 14 de julio llegó a la Huerta de San Vicente y cuatro días más tarde celebró
con ellos la festividad de San Federico.
El 17 de julio estalló en Marruecos la sublevación militar contra la República, y desde Canarias,
Francisco Franco proclamó el Alzamiento Nacional. Para el día 20, el centro de Granada estaba en
manos de las fuerzas falangistas. Durante la revuelta, el cuñado de Federico, Manuel Fernández-
Montesinos, marido de su hermana Concha y alcalde de la ciudad, fue arrestado en su despacho del
Ayuntamiento; al cabo de un mes fue fusilado a mano de los rebeldes.
Dándose cuenta de que sería peligroso quedarse en la Huerta de San Vicente, Federico sopesó, con
su familia, varias alternativas: intentar llegar a la zona republicana; instalarse en casa de su amigo
Manuel de Falla, cuyo renombre internacional parecía ofrecerle protección, o alojarse en casa de la
familia Rosales, en el centro de la ciudad. Esta última opción fue la que escogió Lorca, pues tenía
una relación de confianza con dos de los hermanos del poeta Luis Rosales, que eran destacados
falangistas.
La tarde del 16 de agosto de 1936, Lorca fue detenido en casa de los Rosales por Ramón Ruiz
Alonso, un ex diputado de la CEDA, derechista fanático, que sentía un profundo odio por Fernando
de los Ríos y por el poeta mismo. Según Ian Gibson, biógrafo de Federico, se sabe que esta
detención fue una operación de envergadura. Se rodeó de guardias y policías la manzana donde
estaba ubicada la casa de los Rosales, y hasta se apostaron hombres armados en los tejados
colindantes para impedir que por aquella vía tan inverosímil pudiera escaparse la víctima [Federico
García Lorca, vol. II, p. 469].
Lorca fue trasladado al Gobierno Civil de Granada, donde quedó bajo la custodia del gobernador, el
comandante José Valdés Guzmán. Entre los cargos contra el poeta -según una supuesta denuncia,
hoy perdida y firmada por Ruiz Alonso- figuraban el ser espía de los rusos, estar en contacto con
éstos por radio, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y ser homosexual [Federico García
Lorca, vol. II, p. 476]. Fueron infructuosos los varios intentos de salvar al poeta por parte de los
Rosales y, más tarde, por Manuel de Falla. Según Gibson, hay indicios de que, antes de dar la orden
de matar a Lorca, Valdés se puso en contacto con el general Queipo de Llano, jefe supremo de los
sublevados de Andalucía.
Sea como fuere, el poeta fue llevado al pueblo de Víznar junto con otros detenidos. Después de
pasar la noche en una cárcel improvisada, lo trasladaron en un camión hasta un lugar en la carretera
entre Víznar y Alfacar, donde lo fusilaron antes del amanecer.
Aunque no se ha podido fijar con certeza la fecha de su muerte, Gibson supone que ocurrió en la
madrugada del 18 de agosto de 1936. En documentos oficiales expedidos en Granada puede leerse
que Federico García Lorca falleció en el mes de agosto de 1936 a consecuencia de heridas
producidas por hecho de guerra