Editores Españoles en La Argentina
Editores Españoles en La Argentina
Editores Españoles en La Argentina
PATRIA
IMAGINARIA
Editores españoles en Argentina
LA PATRIA IMAGINARIA
LA
PATRIA
IMAGINARIA
Editores españoles en Argentina
ISBN 978-987-728-114-9
1. Ediciones. I. Larraz, Fernando, colaborador. II. Diego, José Luis de, colaborador. III.
Espósito, Fabián , colaborador.
CDD 002.0982
SUMARIO
Exilio republicano y redes intelectuales en Argentina 9
Fernando Larraz
ISBN 978-987-728-114-9
Impreso en Argentina
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Hecho el depósito que marca la ley 11.723
LA PATRIA IMAGINARIA
Prólogo
La historia del libro y de la edición en Argentina, como otras tantas ta extraordinaria de autores, agrupados en las más variadas colecciones
historias, no se puede concebir como objeto de conocimiento sin con- de temas. Marcaron, también, toda una época de la literatura argentina
siderar la dimensión internacional de las cosas. Esta cualidad no solo se y latinoamericana durante los años del boom. Editores todos de viejo
explica por la lógica capitalista que progresivamente adquirió el merca- cuño, preocupados al mismo tiempo por la trascendencia cultural y la
do nacional del libro durante el siglo XIX hasta consolidarse de forma supervivencia comercial de sus empresas.
plena en el XX; sino que se comprende, además, por la circulación global
de las ideas y los movimientos migratorios que proveyeron, a su tiempo, Con La Patria imaginaria. Editores españoles en Argentina, la Biblioteca
los oficios y los saberes necesarios para la industria editorial de nuestro Nacional Mariano Moreno procura recrear toda una época para la edi-
país. La diáspora producida por la Guerra Civil española en el segundo ción en Argentina e Hispanoamérica mediante la exhibición de una va-
lustro de la década de 1930 es un testimonio tangible del efecto de com- riada gama de libros y documentos de Losada, Emecé y Sudamericana,
plementariedad producido por los desplazamientos de personas, ideas y tres sellos que permanecen indelebles en la cultura contemporánea.
mercados en el mundo de la edición. Losada, Emecé y Sudamericana
son el producto de esta coyuntura. Ezequiel Martínez
Apenas un puñado de meses separan la instalación en Buenos Aires Director de Cultura de la Biblioteca Nacional
de cada una de estas casas: Gonzalo Losada, tras abandonar la gerencia
de Espasa-Calpe Argentina —seguramente por razones políticas—, or-
ganizó su propia empresa en agosto de 1938. Ese mismo año, pero en
diciembre, el vasco Julián Urgoiti formó Sudamericana, con el apoyo de
algunos intelectuales e importantes empresarios argentinos. Por último,
en el inicio de 1939, recién arribado de España, José Medina del Río,
junto a Luis Seoane y Arturo Cuadrado, conformaron Emecé. Los tres
sellos marcaron el devenir de la edición durante las siguientes cuatro
décadas en Hispanoamérica, al poner al alcance del público una ofer-
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* Profesor de la Universidad de Alcalá. Miembro del Grupo de Estudios del Exilio
Un miliciano del Ejército de la República leyendo ABC, 10 de septiembre de 1936. Fotografía de José Díaz Casariego. Literario de la Universitat Autònoma de Barcelona.
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España Republicana, año XXV, nro. 666, 7 de noviembre de 1942.
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No obstante, en muchos casos la opinión pública sí discriminaba las posfranquista. A este interrogante, en mi opinión, la respuesta ha de
tendencias ideológicas de los editores. La coexistencia de los intelec- ser pesimista. También podemos preguntarnos si el conjunto de esos
tuales pretendidamente neutrales y otros decididamente franquistas libros, que el público argentino leyó y con los que formó en gran medi-
con el contingente de republicanos que irían llegando posteriormen- da su gusto literario y su manera de entender la nación moderna, supo
te creó un espacio intelectual del destierro más conflictivo que el de atender a las necesidades del país de acogida de los exiliados o si, por el
otros países. Esta pugnacidad se trasladó al campo editorial, en el que contrario, las editoriales fueron una nueva manera de perpetuar formas
toda fundación que implicara a españoles estuvo impregnada inevi- de colonialismo cultural por editores extranjeros que, inevitablemente,
tablemente de simpatías partidistas. Quizás el caso más claro fue la seguían mirando preferentemente hacia la patria perdida.
alineación de Espasa-Calpe y Losada con las causas franquista y repu- Pero si abandonamos los excesos críticos y atendemos a los proce-
blicana respectivamente, que a partir de 1938, y con la participación de sos y no solo a los resultados, descubrimos el encomiable esfuerzo de
medios de comunicación, derivó en conflicto público. Las ediciones de unos sujetos desvalidos cuya acción editorial no fue un mero ejercicio de
las Obras completas de Lorca por Losada o las dos versiones divergentes nostalgia por aquello que no habían podido ser. En los libros editados
de las Poesías completas de Machado, que casi simultáneamente sacaron también cabe discernir la búsqueda de una nueva identidad enriqueci-
Espasa-Calpe y Losada en sus colecciones Austral y Contemporánea, da por la experiencia directa con la nueva realidad nacional. A lo largo
tuvieron connotaciones tan manifiestas como las ediciones de Poeta en de los años cuarenta, Buenos Aires, convertida en capital editorial en
Nueva York o de las Obras completas de Machado por la editorial Séneca lengua española, centro de traducciones al español y en estrecho diá-
en México. Por ello, ante la comunidad exiliada en Buenos Aires, los logo con las formas de la modernidad literaria, artística y filosófica del
libros servían para articular a la diáspora republicana y la ayudaban a mundo, fue asimismo uno de los núcleos de cohesión del exilio republi-
identificarse; “Lea libros leales”, decía, en cada número, un anuncio de cano. Aquel plan exclusivista de fundar una editorial que simbolizara la
España Republicana, el órgano cultura errante pero no agotada de la República española se había ma-
oficial del Centro Republicano terializado en la editorial Séneca, con sede en Ciudad de México. Pero
Español de Buenos Aires, en su existencia fue efímera. En cambio, en Losada, Sudamericana, Emecé
el que se publicitaban las em- y, secundariamente, en otras nuevas editoriales porteñas en cuyos ini-
presas —sobre todo, las edito- cios intervinieron los exiliados republicanos, germinaron los catálogos
riales— dirigidas por españoles de una patria transnacional cargada de futuro, que puso en diálogo voces
que hacían profesión pública de distintas cuyo contrapunto recogió y difundió, más allá de la península
republicanismo y se reseñaba ibérica, los amenazados valores republicanos y democráticos del huma-
con detalle cada nuevo libro. nismo, el progreso y la justicia.
Cualquier valoración que de-
mos a este despliegue editorial
estará inevitablemente sujeto a
España Republicana, año XXII, nro. 567, 15 de marzo
múltiples matices y dependerá de 1941.
de la pregunta que formulemos
a los catálogos que se produjeron. Podemos plantear, por ejemplo, si esos
libros han constituido, en alguna medida, la base de la cultura española
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* Profesor de la Universidad Nacional de La Plata. Investigador del Instituto de
Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-Conicet).
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Federico García Lorca, Obras completas, Buenos Aires, Losada, Roberto J. Payró, El mar dulce, Buenos Aires, Losada, 1957. Colección Biblioteca
1945. | Rafael Alberti, Retornos de lo vivo lejano, Buenos Aires, Contemporánea. | Horacio Quiroga, Cuentos de amor, de locura y de muerte, Buenos Aires,
Losada, 1952. Colección Poetas de España y América. Losada, 1954. Colección Biblioteca Contemporánea. | Roberto Arlt, Aguafuertes porteñas,
Buenos Aires, Losada, 1958. Colección Biblioteca Contemporánea.
Cuando estalló la Guerra Civil los propietarios de Espasa-Calpe, que
habían perdido el control de la empresa, decidieron incrementar las ope- la década de 1930 la producción de libros experimentó un crecimiento
raciones de su filial en Buenos Aires a espaldas del Comité de Interven- inusitado, como parece confirmarlo el registro anual del depósito le-
ción y reiniciaron la actividad editorial interrumpida en Madrid bajo el gal: mientras que los títulos publicados en 1935 fueron 977, en 1941
sello Espasa-Calpe Argentina, creado el 22 de abril de 1937. Losada ascendieron a 6088. Una buena parte de esa creciente producción es-
pasó a desempeñarse como gerente del nuevo sello. Entre las noveda- taba destinada a los mercados hispanoamericanos, circunstancialmente
des de la flamante editorial se destacó la colección Austral, lanzada a disponibles a causa de la debacle de la industria editorial española. Ese
comienzos de 1938. Losada, junto con Guillermo de Torre, fue uno de despegue, además, estuvo muy relacionado con el trasvase de españoles
sus principales artífices. El consejo de administración de Espasa-Calpe, hacia América ocasionado por la Guerra Civil española (1936-1939) y
que simpatizaba con el bando sublevado, no vio con buenos ojos algunas la derrota republicana.
de las decisiones editoriales de la gerencia en Buenos Aires y envió a Desde sus inicios, Losada fue identificada como la editorial de los
Manuel Olarra para hacerse cargo de la empresa en octubre de 1937. exiliados republicanos. La Biblioteca Contemporánea, más tarde rebau-
Con Olarra, el rumbo ideológico de la empresa cambió drásticamente, tizada como Biblioteca Clásica y Contemporánea, fue su colección más
y Losada, un declarado republicano, se alejó al poco tiempo de la firma conocida y de mayor éxito. Con un formato idéntico y un carácter ecléc-
para fundar su propio sello el 18 agosto de 1938. Entre quienes acom- tico similar a la colección Austral, fue creada para competir con ella en
pañaron a Losada en la nueva empresa estuvieron Guillermo de Torre el segmento de los libros baratos. Entre 1938 y 1982 aparecieron 478
como director editorial, Attilio Rossi como director artístico, Amado volúmenes. En ella se incluye buena parte de los autores españoles más
Alonso, Pedro Henríquez Ureña, Francisco Romero, entre otros. relevantes para la tradición republicana: Federico García Lorca, Rafael
El surgimiento de Losada, junto con el de Sudamericana, Emecé y Alberti, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Pedro Salinas, Ama-
Espasa-Calpe Argentina, dio lugar a lo que comúnmente se ha deno- do Alonso, María Teresa León, Jacinto Grau, entre otros. En cuanto a la
minado el despegue de la industria editorial en nuestro país. A fines de literatura argentina, contaron con una fuerte presencia Roberto J. Payró,
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Colección Austral.Obras
completas en cada uno de los
500 volúmenes publicados,
Buenos Aires, Espasa-
Calpe Argentina, 1945.
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De izquierda a derecha:
Rafael Alberti, La amante, Losada, Buenos Aires, 1946.
Thomas Mann, Carlota en Weimar, Buenos Aires, Losada, 1941.
Rafael Alberti, Retornos de lo vivo lejano, Buenos Aires, Losada, 1952.
Norah Lange, Antes que mueran, Buenos Aires, Losada, 1945.
Pablo Neruda, Aún, Santiago de Chile, Nascimiento, 1969.
Adolfo Bioy Casares, La invención de Morel, Buenos Aires,
Losada, 1940.
Rafael Alberti, Poesías Completas, Buenos Aires, Losada, 1961.
Rafael Alberti, Imagen primera de Federico García Lorca, Buenos Aires,
Losada, 1945.
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Colección BNMM, donación de Gonzalo Losada y familia.
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“Cartas del lector”, La Nación, 29 de agosto de 1946. Colección BNMM, Departamento de Archivos, Fondo
Centro de Estudios Nacionales, Archivo de Redacción Qué Sucedió en 7 Días.
Anuncio publicitario. Revista Negro sobre Blanco. Boletín Literario Bibliográfico, de editorial Losada, número
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extraordinario, noviembre de 1958.
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César Vallejo, Poesías completas, Buenos Aires, Losada, 1949. Colección Poetas de
España y América. | Jorge Asís, Flores robadas en los jardines de Quilmes, Buenos Aires,
Losada, 1980. Colección Novelistas de Nuestra Época.
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* Profesor de la Universidad Nacional de La Plata. Investigador del Instituto de
Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-Conicet).
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Sudamericana
J. L. Borges, S. Ocampo, A. Bioy Casares (comps.), Antología poética argentina, Buenos Aires, Sudamericana,
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1941. Colección Laberinto.
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Víctor H. Lindlahr, Cómo adelgazar Julio Cortázar, Bestiario, Buenos Aires, Sudamericana, 1951. | Manuel Mujica Lainez,
comiendo, Buenos Aires, Cosmos, 1943. Misteriosa Buenos Aires, Buenos Aires, Sudamericana, 1951.
tornó casi inmediata, como ocurrió, por ejemplo, con El túnel, de Saba- res, y cuantitativo, por la notable cantidad de ejemplares vendidos. Lo
to, editado en 1948 por Sur e ingresado rápidamente a los catálogos de que pondría de manifiesto una paradoja: los llamativos índices de venta
Sudamericana. Como curiosidad, sobre el final del catálogo aparecen de novelas emblemáticas del período —como Sobre héroes y tumbas, de
títulos de Ediciones Cosmos, serie dedicada a lo que hoy llamaríamos Ernesto Sabato (1962); Rayuela, de Julio Cortázar (1963); Cien años de
libros de “autoayuda”: el famoso y muy vendido Cómo ganar amigos e soledad, de Gabriel García Márquez (1967); Boquitas pintadas, de Ma-
influir sobre las personas, de Dale Carnegie (para ese año iba por la 11ª nuel Puig (1969)— coinciden con una curva declinante en el desarrollo
edición), Cómo hacer un hogar feliz, Cómo adelgazar comiendo y otros. de la industria editorial argentina. La paradoja puede explicarse de este
Hacia fines de los cuarenta puede advertirse un progresivo interés en modo: a medida que nuestro país iba perdiendo mercados externos de-
publicar autores argentinos; la editorial fue consolidando una suerte de bido a la recuperación de la industria española y el ascenso de la mexica-
“Parnaso” de clásicos modernos de nuestra literatura: Adán Buenosayres, na, encontraba en el mercado interno los recursos para su sostenimiento
de Leopoldo Marechal (1948); El túnel, de Ernesto Sabato (1948); Bes- y consolidación.
tiario, de Julio Cortázar (1951); Misteriosa Buenos Aires, de Manuel Mu- A diferencia del Fondo de Cultura Económica de México o de Er-
jica Lainez (1951). Sin embargo, la venta de estos títulos por aquellos cilla de Santiago de Chile, Sudamericana no fue una editorial a la que
años no superaba un puñado de ejemplares. Hoy parece un lugar común podamos atribuir el mote de “americanista”. Y a diferencia de Losa-
afirmar que la literatura latinoamericana encontró, en la década de los da y Espasa-Calpe, tampoco tuvo en su catálogo una presencia fuer-
sesenta, un público propio, un mercado ávido de novedades, y por tanto te de autores españoles para abastecer al mercado peninsular. En los
se generó un doble boom: cualitativo, por la valoración de sus escrito- años cuarenta, lo moderno en cultura se identifica con lo anglosajón, y
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Ernesto Sabato, Sobre héroes y tumbas, Buenos Aires, Sudamericana, 1965. Colección Piragua. | Julio
Cortázar, Rayuela, Buenos Aires, Sudamericana, 1963. Colección Novelistas Latinoamericanos. | Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, Buenos Aires, Sudamericana, 1967. Colección Grandes Novelas.
Manuel Puig, Boquitas pintadas, Buenos Aires, Sudamericana, 1969. Colección El Espejo.
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Izquierda: Catálogo general de precios, Buenos Aires,
Sudamericana, 1959. Colección BNMM, Depar-
tamento de Archivos, Fondo Centro de Estudios
Nacionales, Subfondo Silvio Frondizi.
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que se dan a conocer en los inicios del catálogo: Hórreo, Dorna y Biblio-
teca Gallega. No obstante, a los pocos años, en 1942, Cuadrado y Seoa-
ne dejaron el sello, probablemente porque las escasas ventas del catálogo
que estaban diseñando no se condecían con las exigencias de una mayor
rentabilidad. A partir de entonces, se va consolidando una estrategia de
captación de títulos extranjeros de carácter más taquillero. En un aviso
publicitario de 1943 aparecen mencionadas, además de la colecciones
citadas: Buen Aire (“imágenes y espíritu de América”), Los Románticos
(“panorama del romanticismo universal”), Grandes Ensayistas (“las más
significativas obras del género en el orden clásico y contemporáneo”),
La Quimera (“grandes obras universales”), Cuadernos de la Quimera
(“selección de cuentos magistrales”), Clásicos Emecé (“las obras más
ilustres de la cultura del pasado”).
En 1947 se incorporó a la empresa Bonifacio del Carril, quien se va
a convertir en su presidente y en el referente más visible durante lar-
gos años. Un año después, la editorial adquirió la Compañía Impresora
Argentina. Se han destacado algunos aspectos novedosos en la estra-
Stand de la editorial Emecé en la Primera Feria del Libro Argentino. Revista Emecé, año 1, nro. 1, noviembre
de 1943. tegia comercial de Emecé; entre ellos, sus estrechas relaciones con las
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Aviso informando la incorporación de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares como asesores literarios
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de la casa editorial, revista Emecé, año 1, nro. 1, noviembre de 1943.
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Jorge Luis Borges, La muerte y la brújula, Buenos Aires, Emecé, 1951. Colección Novelistas Ricardo E. Molinari, El huésped y la melancolía, Buenos Aires, Emecé, 1946. | María
Argentinos Contemporáneos. | Ernest Hemingway, La quinta columna, Buenos Aires, Emecé, Angélica Bosco, La muerte baja en el ascensor, Buenos Aires, Emecé, 1955. Colección El Séptimo
1972. Colección Grandes Novelistas. Círculo.
así, la venta de la novela se potenciaba con el éxito de la película, tal del odio, de Alexander Rice Guinness (seudónimo de Alejandro Ruiz
como ocurrió con Aeropuerto, de Hailey; Love Story, de Segal, y Papillon, Guiñazú, 1953); La muerte baja en el ascensor, de María Angélica Bosco
de Charrière. (1954), y Sanatorio de altura, de Max Duplan (seudónimo de Eduar-
En relación con la literatura argentina, la publicación en 1951 de La do Morera, 1963). Para mediados de los cincuenta, la colección había
muerte y la brújula de Jorge Luis Borges dio inicio a la publicación siste- pasado de tímidas tiradas de cuatro mil ejemplares a un promedio de
mática del autor argentino, que el sello solía exhibir con orgullo. Pero la dieciocho mil por título. Y la publicación de la obra borgeana alcanzó un
relación con Borges había empezado antes, ya que en febrero de 1945 se momento significativo en 1974, con el emblemático tomo verde de las
había lanzado El Séptimo Círculo, una colección de novelas policiales Obras completas. Adolfo Bioy Casares, Federico Peltzer, Inés Malinow,
que dirigieron Borges y Bioy Casares hasta 1955; en once años seleccio- Amalia Jamilis, Marco Denevi, Ricardo Molinari son algunos de los
naron ciento diez títulos, la mayoría de ellos de origen anglosajón. La escritores argentinos editados por Emecé.
serie se inicia con La bestia debe morir, de Nicholas Blake —en traduc-
ción de J. R. Wilcock—, e incorpora obras de autores del siglo XIX que En el marco de la concentración creciente de las empresas editoriales,
podían considerarse desconocidos en tanto novelistas “policiales”, como Sudamericana se vendió al consorcio Bertelsmann en 1998 y Emecé al
Wilkie Collins y Charles Dickens; incluye, además, a algunos pocos au- grupo Planeta en 2000.
tores argentinos: Los que aman, odian, de Bioy Casares y Silvina Ocampo
(1946); El estruendo de las rosas, de Manuel Peyrou (1948); Bajo el signo
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Manuscrito del poema “A una Manuscrito del poema
prostituta”, de J. R. Wilckok. “Iremos a ver los Rembrandt”,
Colección BNMM, de Eduardo Mallea. Colección
Sala del Tesoro. BNMM, Sala del Tesoro.
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Agradecimientos Presidente de la Nación
Mauricio Macri
Embajada de España en Argentina,
Centro Cultural de España en Buenos Aires y Ministro de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología
Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo Alejandro Oscar Finocchiaro
Javier Sandomingo Núñez (Embajador de España)
Pilar Ruiz Carnicero (Consejera Cultural y Directora del CCEBA) Secretario de Cultura
Pablo Avelluto
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