Dfa957 Voces Sec Espantos Aparecidos
Dfa957 Voces Sec Espantos Aparecidos
Dfa957 Voces Sec Espantos Aparecidos
aparecidos
Antología de cuentos
populares argentinos
VOCES
DE AYER
Y DE HOY
De espantos
y aparecidos
Antología de cuentos
populares argentinos
VOCES
DE AYER
Y DE HOY
Jefe de Gobierno
Horacio Rodríguez Larreta
Índice
Equipo de Contenidos Digitales (DGPLEDU).
Relatos
La Pericana .......................................................................................... 15
El Gritón ................................................................................................ 31
Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización de los titulares del copyright, bajo las Bibliografía .......................................................................................... 66
sanciones establecidas por las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier
medio o procedimiento, comprendidos la fotocopia y el tratamiento informático.
DE ESPANTOS Y APARECIDOS
Los relatos con fantasmas son universales. Esto quiere decir Los y las invitamos a leer estos textos tomados de la obra de
que todas las culturas los han creado y los han transmitido, porque Berta Vidal de Battini, con el deseo de que la pasen bien y puedan
reflejan una cuestión central para la gente: qué hay más allá de la descubrir los fantasmas de nuestra tierra.
vida, qué pasa con nosotros después de morir.
En la cultura occidental, los fantasmas han existido desde
siempre. Los primeros relatos escritos donde aparecen se remontan Algunas aclaraciones sobre
a la antigua Grecia y al Imperio romano. En esas culturas, no solo el material presentado
había obras dedicadas a esta temática, sino que también se realiza- Para redactar esta obra que refleja las voces de los narrado-
8 ban fiestas y conmemoraciones en su honor. res orales de nuestro país, hemos llevado adelante distintas técnicas 9
Esta larguísima tradición literaria construyó sus propios tó- de escritura. En general, se ha adoptado por el relato enmarcado
picos, que inicialmente son frases breves que se repiten en muchas (un relato que se presenta dentro de otro mayor), con autonomía
obras durante mucho tiempo, y los autores recurren a ellos para es- de cada uno de los cuentos entre sí. En esta obra, el relato que fun-
cribir sus textos, conscientes de que responden a esa tradición. En el ciona como marco está escrito en redondas, y la versión original de
caso de los fantasmas, podemos nombrar los siguientes tópicos: Vidal de Battini se encuentra en cursivas.
• La venganza del fantasma. En el texto “El toro astas de oro”, se utilizó otra técnica, que
• La deuda pendiente. no incluye el relato enmarcado: se tomó una versión de la obra de
• El marido celoso que vuelve desde el más allá. Vidal de Battini y se expandió para realizar una adaptación, que es
• El fantasma de un amor prohibido. otra posibilidad a la hora de reescribir los textos folclóricos.
• Regreso para reparar un daño. El límite en la reescritura es el respeto al sentido original del
• Los “mal muertos” (aquellos que mueren fuera de tiempo). texto, que no puede ser tergiversado porque es lo que permite que
• Los muertos que no fueron sepultados. el relato siga teniendo vigencia y refleje las creencias de quienes
• Los que no fueron llorados. narran y de quienes escuchan. Por eso, hemos seguido las versiones
• Regreso para enloquecer al asesino. originales y al final se ofrece un apartado donde se nombra a todos
• El fantasma protector. los narradores orales que aportaron estas historias.
• El fantasma que repite infinitas veces una misma acción.
Los escenarios donde transcurren las historias de fantasmas
también suelen repetirse: casas encantadas, castillos o monaste- Biografía de Berta Vidal de Battini
rios en ruinas, túneles o pasajes subterráneos, cuevas y bosques son Berta Vidal de Battini (1900-1984) fue una investigadora
lugares clásicos en los que se encuentran estos personajes. En los argentina que recorrió buena parte del país en busca de cuentos y
relatos que estamos presentando, los vamos a ver en paisajes natu- leyendas. Anduvo por valles y montañas, por la jungla, por la pampa
rales, a plena luz del día o durante la noche; por lo general, nuestros y el desierto; entró en casas, visitó fiestas y se arrimó a los fogones
espantos y aparecidos prefieren los espacios abiertos y les da igual a escuchar de primera mano las historias que hombres y mujeres
si hay sol o no. contaban cuando hacían un alto en el trabajo.
24
M e enteré de que usted anda preguntando por el caserón del
Saco del Ánima. Si tiene tiempo, le cuento. Soy de la zona
tenían… Finalmente arrancó el baile con el padre y la niña, y al rato
ella estaba bailando con un muchacho lindazo, hijo de un estanciero, 23
y siempre me interesó la historia del lugar. y el padre con una viuda, dueña del almacén de ramos generales del
Ahora lo ve así, venido abajo, despintado, con el techo des- pueblo, rica, y decían que de mal carácter, pero vio cómo es la gente.
vencijado, las ventanas sin vidrios, pero hace mucho era una belleza, A partir de esa noche, se hicieron inseparables: el capitán
hasta mármoles en el frente tenía. y la viuda, la niña y el joven, pero por separado, ¿vio? Los jóvenes
Lo mandó hacer un capitán de la marina mercante, el capitán paseaban por la orilla del río y los grandes estaban en la terraza
Zanabria se llamaba. Vino a vivir a la zona hará más de sesenta años, tomando una limonada. Todos sabían que la viuda y la niña se caían
por ahí más o menos; vino con la hijita, hermosa era, Amalita se lla- mal; sería envidia, celos, vaya uno a saber, y el asunto iba cada vez
maba, y siempre iba vestida de blanco, como si nunca se ensuciara, peor… Hasta que una noche el capitán y la niña tuvieron una pelea,
y eso que le gustaba andar por la orilla del río y por los caminos, pero gritos, llantos, portazos, la gente que trabajaba en la casa no lo
siempre limpita. Igual que el capitán, que salía a la terraza, esa que podía creer; antes eran inseparables y ahora el aire en la mansión
da al río, siempre de punta en blanco; salía al atardecer a mirar a la era irrespirable.
Amalita jugando hasta la hora de la cena. A la mañana siguiente, cuando la chica que hacía la limpieza
Parece que era viudo y que decidió, al retirarse, venir a vivir abrió la puerta principal, vio el caballo del joven atado al palenque,
acá con la niña, lejos del pueblo y cerca del agua, para alejarse del pero ni rastro del jinete. Avisó adentro y fueron a golpear la puerta
recuerdo de la finadita; se los veía felices y la casa era una belleza. A del dormitorio de Amalita, como le decían todos, y va que no la en-
la noche, brillaban todas las ventanas con las luces de los salones y cuentran, y tampoco al padre. Salieron a la terraza a mirar si estaban
cada tanto hacían fiestas y venía gente de todos lados. en el río y fíjese que faltaba el barco… Raro, ¿no le parece?
El capitán trajo un barco chico y se hizo hacer un amarre, Fueron a buscarlos por todas partes, por el agua y por el
ahí en la ensenadita. Acá le decimos “saco”, porque es una entrada campo, fue como si se los hubiera tragado la tierra o el río, que suele
bien cerrada en el río. Muchas tardes salían a pasear por el río para ser peligroso cuando sopla fuerte el viento.
disfrutar, ¿vio? Pasaron algunas semanas y el padre del chico, el estanciero,
Pero me olvidé de preguntarle si quiere un mate; es amargo, la fue a encarar a la viuda al almacén:
pero está bueno, ¿no quiere? —¡Vos sabés algo! ¡ ¿Qué le hicieron a mi hijo?! ¡Hablá!
46
S e cuenta que, en años anteriores a este, en un lugar llamado
El Codo, vivía un matrimonio muy rico y poderoso, que te-
Cuando su madre lo vio entrar de esa manera, le preguntó qué
le había pasado. El joven ni siquiera la miró; entró en su dormitorio 45
nía una hacienda que iba desde Alijilán hasta la Cuesta del Portezue- para cambiarse y salir a pedir un nuevo caballo para continuar la
lo; toda esa extensión, miles de hectáreas, comprendía la estancia. búsqueda del toro.
El casco* principal, donde vivían durante el año, era en El Cuenta la gente antigua que este joven siguió días y días
Coco; allí se hacían las yerras y los rodeos, bajo la dirección del due- campeando por encontrar al toro de astas de oro y que hacía corri-
ño y de un hijo único que tenía un solo defecto: le gustaba apostar a das* en cuanto oía que bramaba un toro en la estancia. Sus padres,
cualquier cosa, y en esas apuestas siempre perdía. desesperados, trataban de detenerlo, pero el hijo no les contestaba,
Participaba de todos los juegos de cartas y dados de la zona, ni siquiera los miraba y nadie se ocupaba de la estancia.
además de tirar plata a las patas de los caballos que participaban en Dicen que la propiedad fue perdiéndose poco a poco, que la
las cuadreras* y en las riñas de gallo. Sin dudas, ya estaba enviciado. gente que trabajaba en el lugar empezó a irse, nadie les decía qué
Las peleas entre padre e hijo eran frecuentes, los gritos e in- hacer ni les pagaba los jornales, y dicen que el toro de astas de oro se
sultos terminaban siempre con el portazo del hijo que se encerraba llevó los animales a los cerros de Tucumán, que se fueron poblando
en su dormitorio murmurando: “Pronto sabrán lo que valgo, les voy a de mucha hacienda con el correr del tiempo. El hijo de esta gente tan
demostrar a mi papá y a todos que soy el mejor hijo”. rica quedó pobre y sus padres murieron en la más absoluta tristeza y
Una noche de luna, mientras este hijo regresaba desde la ciu- decepción por ese hijo que enloqueció tras las huellas de un toro que
dad a su casa, por los campos y quebradas solitarias que le tocaba ni ellos ni nadie pudieron ver.
pasar, sin una moneda en el bolsillo, pensando en cómo explicarle a Desde aquellos tiempos, en los cerros de Tucumán se hacen
su padre la pérdida cuantiosa del dinero de la venta de unos anima- todos los años grandes corridas de hacienda. Este toro de astas de
les, imaginando una nueva pelea, sintió el bramido de un toro que le oro es el dueño* de la hacienda y a veces se aparece para castigar
llamó sobremanera la atención por su fuerza y su tono. La fiera se a los que no saben cuidar sus animales y ocuparse de sus estancias
acercaba cada vez más, hasta que se puso a la vista y a tiro de lazo. como deben.
Sorprendido, miró al toro, que era un hermoso animal, de pe-
laje castaño y de astas brillantes, que se veía que eran de oro, en el
resplandor de la luna. Se le ocurrió que era una excelente oportu-
nidad para quedar bien con su padre; si llevaba el toro a su casa,
50
E l profesor Agapito Saldívar, ya jubilado, se dirigió como to-
dos los viernes a la casa de su madre a cenar. Llevaba en
—Bueno, no puedo negarte que me desilusiona un poco que
sea producto de un capricho; pero seguís sin explicar de dónde sale 49
su mano el libro de Edgar Allan Poe, el escritor favorito de los dos. el nombre Agapito y por qué querés escuchar “El cuervo” de Edgar
Al hombre siempre le llamó la atención el fanatismo ma- Allan Poe.
terno por la obra del escritor estadounidense, ya que ella se había —Está bien, te cuento. Cuando era chica, vivíamos a la en-
criado en el monte jujeño y a gatas había terminado la primaria; su trada de un pueblo medio perdido, allá en Jujuy, y a la mañana tem-
conocimiento literario se reducía a las historias y anécdotas de su prano veíamos pasar a muchachos con hondas rumbo al monte.
tierra. Sabíamos que había muchos animales y que a algunos los cazaban,
Así y todo, su madre tenía una extraña obsesión por el poe- pero en mi casa nadie lo hacía. A mis hermanos y a mí nos encanta-
ma “El cuervo”. Siempre le pedía que se lo leyera antes de irse. Esa ban los animales, sobre todo los pájaros; mi preferido era el cuervo,
noche le iba a preguntar por qué lo hacía, por qué siempre el mismo, me gustaba su negrura y el brillo de los ojos.
por qué siempre “El cuervo”. ”Muchas mañanas, bien temprano, salíamos corriendo al
Al terminar la cena, mientras su madre preparaba el café, monte a espantar a los animales, gritando y tirando piedras, para que
Agapito se la quedó mirando y le preguntó: cuando llegaran los cazadores no encontraran nada. Otras veces,
—Mamá, hace muchos años que vengo los viernes a cenar y nos metíamos entre las plantas y hacíamos ruiditos para despistarlos
a leerte distintos autores y sus obras. Hemos leído a Borges, Cor- y llevarlos lejos de los nidos o de las cuevas donde vivían los pespi-
tázar, Zola, Faulkner, hemos leído novelas, cuentos y poemas, y vos res* o las mulitas… pero siempre parecía que nuestros esfuerzos por
siempre terminás pidiéndome que traiga el libro de Poe y te lea “El ahuyentarlos o confundirlos eran poco eficientes.
cuervo”; me encantaría saber: ¿por qué? ”Una tarde le pregunté a mi maestro de la escuela si nadie
Jacinta Pérez de Saldívar, madre de Agapito, miró a su hijo y castigaba a los cazadores y él me contestó con una historia, que
comenzó a reírse bajito. Al rato le contestó: decía así:
—Ese poema me hace acordar a cuando era chiquita, allá en Un viejito les decía siempre a los cazadores:
el monte… Pero antes de contestar, yo quiero preguntarte si alguna —No cacen muchos animales. Los animales tienen siempre due-
vez pensaste por qué te llamás Agapito. ño que los defiende, como Coquena defiende las vicuñas. Y se cuentan
El profesor Agapito Saldívar no supo bien qué contestar a la muchos casos de cazadores que han sido castigados y que se han per-
pregunta de su madre: dido. Y eso es cierto y todos cuentan casos que conocen.
LA PERICANA: 61
• Jacinto Monteros, 72 años. Esquina del Sauce, Desamparados (San
Juan), 1953.
• Jesús María Sosa, 18 años. La Carolina, Pringles (San Luis), 1944. El
narrador es peón campesino.
EL GRITÓN:
• Emilio Leguiza, 88 años. El Chusco, General Belgrano (La Rioja), 1950.
• Antonio Gómez, 93 años. Santa Ana, Candelaria (Misiones), 1970.
Campesino rústico, bilingüe guaraní-español, analfabeto.
EL CAZADOR DE CUERVOS:
• Abdón Castro Tolay, 68 años. Humahuaca (Jujuy), 1968. Gran conoce-
dor de las costumbres y las tradiciones de la Puna jujeña.
LOS NARRADORES
Glosario
LOS NEGRITOS DEL AGUA:
• Elidio Schweizer, 70 años. Esquina (Corrientes), s. f. Lugareño de cierta
cultura.
• Juan Herrera, 47 años. Cataratas del Iguazú, Iguazú (Misiones), 1951.
• Elvira Quiroz, 40 años. Villa Libertad, Resistencia (Chaco), 1952. Áhi: regionalismo por ahí.
• Luisa Gómez, 45 años. Curtiembre, Goya (Corrientes), 1948. Aporrear: dar golpes a una persona.
• Juana López, 30 años. Colonia 3 de Abril, Bella Vista (Corrientes), 1948. Azotiadura: paliza, andanada de golpes.
• Rosa Rojas de Neumann. Zona rural de la ciudad de Corrientes (Co- Cambacitos: negritos.
64 rrientes), 1962. La narradora es maestra de escuela. Casco: en un establecimiento agrario, casa principal e instalaciones asocia- 65
das (galpón, corrales, mangas, etc.).
Caté: patrón, amo; persona de las clases instruidas.
Cha: aféresis (pérdida de sonidos al comienzo de una palabra) de “pucha”;
interjección para expresar enfado, contrariedad o sorpresa.
Contau: dícese por contado, participio del verbo contar.
Corridas: movimientos de hacienda baguala, salvaje, que se realizan para
encerrarla y luego venderla.
Cuadreras: carreras de caballos que se realizan a campo traviesa y donde
se apuesta.
Dentrando: regionalismo por entrando, gerundio del verbo entrar.
Dueño: esta palabra aparece con el sentido de protector, no de propietario
de un bien.
Ladiaron: ladearon, del verbo ladear, hacerse a un lado.
Pericana: pelicana, canosa.
Pespir: lechuza pequeña, típica del noroeste de Argentina.
Pora: fantasma que tiene un gran poder y toma formas muy diversas.
Quedita: regionalismo por quietita.
Recular: andar para atrás.
Refucilo: relámpago, rayo.
Sol de noche: farol de kerosene, muy usado en lugares sin electricidad.
Tientos: arreos para ajustar la montura a un caballo; suelen engancharse en
ellos el lazo y el rebenque, al alcance de la mano del jinete.
BERTA
ANTOLOGÍA
VIDALDE
DECUENTOS
BATTINI ARGENTINOS
POPULARES ARGENTINOS GLOSARIO
Bibliografía
Berti, Eduardo (comp.) (2009). Fantasmas. Buenos Aires: Adriana Hidalgo. De espantos y
Guzmán Almagro, Alejandra (2017). Fantasmas, apariciones y regresados del
más allá. Buenos Aires: Sans Soleil Ediciones.
aparecidos
66
Vidal de Battini, Berta (1976). Cuentos y leyendas populares de la Argentina,
t. VIII. Buenos Aires: Ediciones Culturales Argentinas. Antología de cuentos
populares argentinos
VOCES
ANTOLOGÍA DE CUENTOS POPULARES ARGENTINOS DE AYER
Y DE HOY