Resumen Primer Parcial Constitucional

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 31

RESUMEN CONSTITUCIONAL.

Tema I.

1.1 Clasificación de las constituciones.


a) Formales, codificadas o escritas: Hacen referencia a un conjunto de presupuestos o
normas relacionados entre sí que forman un cuerpo único sistematizado.
b) Dispersas o no escritas: Se trata de aquel conjunto de normas que, teniendo contenido
constitucional, no están reunidas en un cuerpo único y, por lo tanto, se encuentran
dispersas en el ordenamiento normativo, o simplemente no están escritas.
c) Rígidas: La rigidez de la ley fundamental se manifiesta cuando establece un mecanismo
propio, particular para su reforma, diferente al procedimiento de la legislación común.
Entre estos requisitos podemos enunciar, a título de ejemplo, un procedimiento
especial para declarar la necesidad de reforma, un quórum agravado para legitimar tal
decisión, sea por ley o por acto político, o un órgano especial para llevarla a cabo.
Según Bidart Campos estamos frente a una rigidez orgánica cuando la ley fundamental
exige un procedimiento y un órgano especial para llevarla a cabo, y frente a una rigidez
formal cuando la exigencia es sólo de procedimiento.
d) Flexibles: Calificaremos de tal a aquella Constitución que no prevea un mecanismo
específico de reforma y le sea aplicable el trámite ordinario o normal de las demás
normas del sistema. En este caso, se dice que no hay distinción entre poder
constituyente y poder constituido.
e) Formales: Son aquellas constituciones a las que, para calificarlas de tales, se tiene en
cuenta sólo su carácter normativo. Es decir, constituyen un instrumento, una ley con
jerarquía superior por ser originada en el ejercicio del poder constituyente, escrita y
codificada.
f) Materiales: Prescindiendo del carácter normativo formal se considera Constitución
Material a aquel conjunto de normas que tiene vigencia sociológica, actualidad y
positividad.
g) Otorgadas: Hacen referencia a que son concedidas de forma unilateral por un órgano
que detenta el poder. Las pactadas surgen de un acuerdo entre la comunidad y los
órganos del Estado, y las impuestas cuando habiendo surgido un procedimiento formal,
emanan del poder constituyente radicado en el pueblo.

Anexo:

1) Normativas: Estamos frente a ellas cuando el proceso del poder se adapta a las normas
de la Constitución y se somete a ella. Es un modelo donde la ley fundamental tiene una
vigencia real y efectiva y todos los miembros del sistema y los órganos del Estado se
atienen a lo que ella prescribe.

2) Nominales: Pueden calificarse de tales aquellas normas que poseen una vigencia
relativa y, por lo tanto, la realidad concuerda parcialmente con lo que prescriben las
normas. No hay una integración completa entre lo que establece el texto constitucional y
el estado de cosas producto de la dinámica o ejercicio del poder.

3) Semánticas: Son aquellas normas que constituyen un simple pedazo de papel sin
vigencia alguna. Hay un divorcio absoluto entre el estado de cosas de la realidad y lo que
prescribe la norma fundamental a tal punto que, de no existir la Constitución, el desarrollo
fáctico del proceso del poder sería el mismo.
1.2 Tipología de las Constituciones:

1. Racional normativo: Concibe a la constitución como un sistema de normas, como un


complejo normativo dictado de una sola vez en el que se reconocen derechos y establecen
las funciones fundamentales del Estado. Se regulan sus órganos, las relaciones entre ellos y
el ámbito de sus competencias. Se despersonaliza la soberanía y se afirma que la
Constitución es soberana porque todos los poderes de mando lo son en virtud de ella.
2. Histórico-tradicional: La constitución no es el resultado de la razón, sino el resultado de
una lenta transformación histórica que produce ese resultado. Para la creación de esta
norma se combinan múltiples elementos, como los usos y costumbres formados
lentamente, y los actos parciales reflejos de situaciones concretas cuyos orígenes son
imprecisos.
3. Sociológico: Afirma que la Constitución no es una forma de deber ser, ni tampoco es un
producto del pasado, sino que es una forma de ser. Lo relevante para una Constitución es
la realidad social subyacente y si ésta norma quiere ser vigente deberá ser la expresión y
sistematización de ella. Sismondi: “La manera de existir de una sociedad, de un pueblo, de
una nación.”

2. Constitución y reforma: Referencias sobre sistemas constitucionales.

Todas las constituciones modernas prevén su procedimiento de reforma. En efecto, la


necesidad puede aparecer porque han surgido cambios muy importantes en la realidad social
o económica del sistema, porque se haya trazado un diseño institucional equivocado o
simplemente por preferencias populares. En realidad, puede haber múltiples razones que
justifiquen una reforma. Sin embargo, sólo tendrán entidad suficiente estas razones cuando se
cumpla la previsión constitucional del mecanismo que habilite a la misma.

En cuanto a quien debe llevar a cabo la reforma, las constituciones en general encomiendan la
función a órganos especiales Esto significa que le está vedada tal facultad al órgano legislativo
(y lógicamente a los demás poderes) cuestión que es razonable porque, como ya lo hemos
visto, han sido creados por la propia ley fundamental.

Entre los requisitos o exigencias que pueden presentar los sistemas constitucionales, podemos
señalar un mayor consenso o un consenso agravado para declarar la necesidad de reforma en
el cuerpo legislativo, o el establecimiento de un referéndum o elecciones especiales. Debe
buscarse siempre que tal reforma surja de un acuerdo de voluntades, además de que garantice
la participación de las minorías.

La CN en su artículo 30, contempla el procedimiento de reforma y lo hace estableciendo un


mecanismo exigente. Requiere por parte del Congreso la declaración de necesidad de reforma
con un consenso agravado de las dos terceras partes de sus miembros y que no se llevará a
cabo si no por una convención convocada al efecto.

4. Estructura de la Constitución. Preámbulo. El Estado y la Constitución.

4.1 Preámbulo:
Es el pórtico o introducción al texto constitucional, donde de alguna manera se enuncian los
grandes principios. La doctrina de derecho constitucional argentino dice que el preámbulo NO
integra el cuadro normativo de la Constitución, aun cuando en algunos casos la Corte Suprema
ha admitido que sus principios u objetivos sirviesen como pauta de interpretación para
resolver casos concretos sometidos a su conocimiento y decisión.

El Preámbulo revela la intención del legislador, hace conocer los males que ha querido
remediar y el fin que quiere alcanzar.

El preámbulo no puede ser jamás invocado para aumentar los poderes confiados al poder
general o a alguno de sus departamentos. Por sí mismo no puede conferir ningún poder ni aun
puede por inducción servir para dar más amplitud a aquellos que han sido acordados de una
manera expresa.

La redacción del Preámbulo actual obedeció a la intención de los constituyentes por encabezar
el texto constitucional con una declaración similar a la que lleva en su inicio la Constitución de
los Estados Unidos. A pesar de ello, nuestro Preámbulo tampoco es igual al norteamericano en
tanto no fue aquella Constitución la única fuente de la nuestra y existen particularidades que
surgen de nuestra propia historia e idiosincrasia como Nación.

4.2 Objetivos del Preámbulo:

Los objetivos del Preámbulo, conforme lo enunciaran los constituyentes de 1853 son seis:

1. Constituir la unión nacional.


2. Afianzar la justicia.
3. Consolidar la paz interior.
4. Proveer a la defensa común.
5. Promover el bienestar general; y
6. Asegurar los beneficios de la libertad.

La invocación final a Dios como “fuente de toda razón y justicia” no solo refleja la confesión
religiosa del pueblo argentino al momento de sanción de la Constitución, sino también la
concepción iusnaturalista que sustentaba la declaración de derechos como propios del hombre
y anteriores del Estado.

FALTA: EL ESTADO

TEMA II.

Poder Constituyente y la reforma de la constitución.

2.1 La Constitución puede reformarse en el todo o en cualquiera de sus partes. El texto es


suficientemente claro en cuanto a que no existen en nuestra Constitución cláusulas
pétreas o irreformables. La reforma de la Constitución puede ser total o parcial. En la
reforma parcial de la constitución, se estará ante un caso de ejercicio de poder
constituyente derivado o reformador. Si se tratara de una reforma total que cambiará
su régimen político, estaríamos ante un caso de poder constituyente originario, ya sea
de carácter fundacional (creación de un nuevo régimen) o revolucionario (cambio de
régimen). Cuando un país cambia su régimen político, como ocurrió con España al
finalizar el régimen franquista y sancionar la Constitución democrática de 1978, ejerce
el poder constituyente originario.

Tanto más se da el ejercicio del poder constituyente originario cuando el mismo es


fundacional, como fue el caso de la Constitución de 1853 que buscaba la organización
definitiva y originaria de un país a través de un pacto común, como expresión de la
voluntad general, esa vez a través de los representantes de las provincias.

Así, el poder constituyente es la manifestación más genuina de la soberanía popular, razón


por la cual en un sistema democrático el pueblo es el titular del poder constituyente.

El poder constituyente derivado en cambio, es poder de segundo grado y no deriva del


ejercicio del poder político en sentido puro, sino de su acatamiento al mecanismo previsto
por la propia Constitución. Algunas constituciones pueden reformarse por el mismo
sistema en que se reforman las leyes comunes u ordinarias. Son las llamadas
“constituciones flexibles”, otras, en cambio, requieren de un sistema especial para
reformar la Constitución, como, por ejemplo, una convención especial convocada al
efecto. Son llamadas “constituciones rígidas.”

Las Constituciones rígidas son poco comunes y un ejemplo es la Constitución de la Nación


argentina, merced al mecanismo especial que establece el art. 30, es decir, que debe haber
una mayoría especial en cada una de las Cámaras del Congreso para sancionar la ley
declarativa de necesidad de la reforma y a posteriori debe convocarse una convención
especial que deberá reformar la Constitución.

El poder constituyente derivado es siempre de segundo orden, como ocurre con los
poderes constituyentes provinciales que deben seguir el principio de la lógica de los
antecedentes sin contravenir los límites del art. 5º, CN y es también poder constituyente
derivado el poder constituyente reformador cuando se trata de la Constitución Nacional,
que debe en todos los casos respetar el mecanismo del art. 30.

2.2 La reforma de 1994.

La reforma constitucional de 1994 originó un intenso debate en lo referido a la etapa


preconstituyente para designar al procedimiento de declaración de “necesidad de la reforma”
por parte del Congreso de la Nación, conforme lo señalado por el art. 30, CN. La reforma de
1994 se trató de un caso de ejercicio del poder constituyente reformador o derivado.

La reforma constitucional de 1994 ha sido muy rica en la incorporación de principios


ideológicos. El constituyente ha afirmado también un concepto más social y material de la
igualdad, que viene a completar el de igualdad formal del art. 16 con un nuevo criterio
interpretativo, cual es el de la “igualdad de oportunidades” que aparece repetido en distintas
partes del texto y en la consagración de “acciones positivas” que tendrá a su cargo el Estado
para combatir toda forma de discriminación.

El ingreso de una cantidad de principios que no estaban expresamente consagrados en el texto


se da por la cantidad de tratados internacionales que pasan a tener “jerarquía constitucional”
(art 75, inc. 22) No hay, en cambio, en la reforma reciente ningún artículo que proclame la
libertad económica ni la economía de mercado.
La reforma se basó en antecedentes diferentes a los que tuvo por vista la “constitución
histórica”. Estuvo muy influida por el constitucionalismo europeo en el diseño de las nuevas
instituciones propuestas (ej.: defensor del pueblo, nuevas garantías, etc.)

A partir de la reforma constitucional de 1994 el catálogo de derechos se ha ampliado con la


incorporación al art 75, inc. 22 de los tratados de derechos humanos con jerarquía
constitucional. Ha incluido también distintas disposiciones que afirman el rol de los partidos
políticos, asignando las bancas por partido en caso de elecciones para el Senado. También se
ha establecido la prohibición expresa de realizar modificaciones al sistema electoral y de los
partidos políticos por vía de decretos de necesidad y de urgencia (art 99, inc. 3º, CN)

2.3 Revisión Judicial de la Reforma:

Diversos cuestionamientos se han realizado a la reforma constitucional de 1994. El de mayor


trascendencia institucional es la declaración de nulidad parcial de la Constitución, dispuesta en
los casos de los miembros de la Corte Suprema Carlos Fayt (1999) y Elena Highton de Nolasco
(2017), resueltos por la Corte Suprema en el primer caso, y en el segundo caso por un juez de
primera instancia en sentencia definitiva, por falta de apelación del Estado. En ambos casos el
Poder Judicial resolvió que la reforma constitucional que estableció el límite de edad para los
jueces en 75 años (art. 99, inciso 4) era inconstitucional y nula de nulidad absoluta, debido a
que la Ley 24.309, que declaró la necesidad de la reforma, no habilitó la reforma del carácter
vitalicio del mandato de los jueces.

Los casos «Fayt» y «Highton de Nolasco» abrieron la posibilidad de que otras normas de la
Constitución pudieran ser declaradas inconstitucionales por los jueces.

Otra línea de cuestionamientos a la reforma constitucional, estuvo dirigida a señalar la


inconstitucionalidad del artículo 2 de la Ley Nº 24.309, que declaró la necesidad de la reforma,
donde se establece el Núcleo de Coincidencias Básicas, debido a la exigencia de que debía
aprobarse o rechazarse en bloque, sin que los convencionales constituyentes pudieran
modificar su contenido.

TEMA III.

3.1 El principio de supremacía.

El art. 27 expresa de qué modo los compromisos internacionales del Estado no pueden afectar
la supremacía de la Constitución y el art. 28 señala lo propio con relación a las leyes que
reglamentan el ejercicio de los derechos y que en ningún caso puede contrariar la
Constitución. El art. 29 prohíbe la concesión de poderes o facultades extraordinarias que
afecten la división entre los poderes constituidos y vulneren la soberanía del pueblo. Por su
parte, el art. 30 coloca el ejercicio del poder constituyente, ya sea originario o derivado, en
cabeza del pueblo.

La supremacía de la Constitución es un concepto clave en la interpretación constitucional y es


también una condición o cualidad que hace a la definición de la Constitución en sí misma,
sobre todo para los sistemas que adscribimos a una concepción racional-normativa de
Constitución. Hans Kelsen identifica al Estado con la totalidad del ordenamiento normativo y
esquematiza al orden jurídico con una pirámide jerarquizada y escalonada por niveles de
validez normativa, coloca a la Constitución en la cima o vértice de esa pirámide, de manera
que la Constitución es la norma fundamental al ser fundamento de validez del resto del
ordenamiento jurídico que debe adecuarse a ella conforme al principio de la lógica de los
antecedentes.

Una consecuencia directa del principio de supremacía es el denominado control de


constitucionalidad de las leyes y demás actos jurídicos infraconstitucionales. El juicio de
constitucionalidad consiste, en definitiva, en el contraste entre la norma a aplicar en un caso
concreto y la constitución como norma fundamental, de manera que, si la ley o norma de
rango inferior contraría o contraviene abiertamente lo dispuesto en el texto constitucional,
debe ser declarada inconstitucional por los jueces o los órganos encargados de ejercer tal
control. En nuestro sistema, el control de constitucionalidad lo ejercen los jueces, siguiendo el
modelo norteamericano.

El derecho federal no sólo se integra con la Constitución, sino también con las leyes que en su
consecuencia dicte el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras. La reforma
constitucional de 1994 ha superado una vieja discusión entre “monistas” y “dualistas” y ha
determinado en el art. 75 inc 22, que los tratados internacionales están por encima de las
leyes.

Siguiendo la doctrina francesa y española en la materia, se ha dado en denominar “bloque de


constitucionalidad federal” a la normativa comprendida por la constitución, los tratados y las
leyes, aun cuando entre nosotros no existan las “leyes orgánicas” o leyes especiales de nivel
constitucional.

3.2 La jerarquía constitucional de los tratados internacionales sobre derechos humanos: art
75 inc. 22 CN.

Existen los tratados de derechos humanos con jerarquía constitucional, aun cuando éstos no
pueden derogar los artículos de la primera parte de la Constitución y sólo son
complementarios de ella. En nuestra opinión, la existencia de ese bloque en nada disminuye la
supremacía de la Constitución, que continúa siendo la norma superior del ordenamiento por
imperio del art. 31 Algunos autores, como Bidart Campos, piensan en cambio que el vértice de
la pirámide jurídica se ha achatado y que después de la reforma hay una “meseta” conformada
por la Constitución y los tratados como “bloque de constitucionalidad.”

TEMA IV.

4.1 El Control de Constitucionalidad: caracteres.

La regulación constitucional sería inútil si los poderes del Estado no estuvieran sometidos a ella
Y lo están porque la ley fundamental institucionaliza y ordena los poderes estableciendo sus
competencias y su funcionamiento. La existencia de los poderes y sus atribuciones derivan de
la ley fundamental.

La supremacía surge, entonces, como una cuestión lógica. No obstante ello, los ordenamientos
constitucionales prevén expresamente el principio de la supremacía de la Constitución. Ella, en
el art. 31 enuncia “Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten
por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras son ley suprema de la Nación…”.
Una de las significaciones de supremacía es que la Constitución es una norma de jerarquía
superior frente a las demás normas surgidas de los procedimientos ordinarios de creación de
normas que el sistema jurídico establece. Este rango superior implica que estas normas no
podrán contradecir a la ley fundamental. Si cualquier poder se excediera en sus facultades tal
actuación podrá declararse inconstitucional a través de la jurisdicción constitucional, remedio
propio para corregir tal disfuncionalidad.

El art. 27 en cuanto determina los requisitos y condiciones que deben cumplir los tratados
internacionales para poder ser incorporados al derecho interno, siendo el primero de ellos el
de no ser contrarios a la Constitución, pauta que ha reafirmado el constituyente cuando en el
art 75 inc. 22, dijo que los tratados de derechos humanos allí enumerados y a los que asigna
“jerarquía constitucional” no pueden contrariar a ninguno de los artículos de la primea parte,
debiendo considerarse “complementarios” de la norma constitucional.

El art. 31 en cuanto determina la jerarquía del derecho federal sobre el derecho público
provincial en el ámbito interno tampoco ha sufrido modificaciones y se mantiene inalterado,
aunque ha recibido una importante aclaración complementaria en la primera parte del art. 75
inc 22, al establecer que los tratados y concordatos tienen jerarquía superior a las leyes.

Una consecuencia directa del principio de supremacía es el denominado control de


constitucionalidad de las leyes y demás actos jurídicos infraconstitucionales. El juicio de
constitucionalidad consiste, en definitiva, en el contraste entre la norma a aplicar en un caso
concreto y la constitución como norma fundamental, de manera que, si la ley o norma de
rango inferior contraría o contraviene abiertamente lo dispuesto en el texto constitucional,
debe ser declarada inconstitucional por los jueces o los órganos encargados de ejercer tal
control. En nuestro sistema, el control de constitucionalidad lo ejercen los jueces, siguiendo el
modelo norteamericano.

El derecho federal no sólo se integra con la Constitución, sino también con las leyes que en su
consecuencia dicte el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras. La reforma
constitucional de 1994 ha superado una vieja discusión entre “monistas” y “dualistas” y ha
determinado en el art. 75 inc 22, que los tratados internacionales están por encima de las
leyes.

En nuestro sistema, el control de constitucionalidad lo ejercen los jueces siguiendo al modelo


norteamericano, nacido en el leading case ‘Marbury vs Madison’ donde el chief of justice John
Marshall fundó el control de constitucionalidad para preservar la supremacía constitucional de
eventuales abusos de poder ejercido por mayorías ocasionales que ocupasen los parlamentos
o congresos. Al control de constitucionalidad ejercido por los jueces se lo conoce como
“control difuso” y tiene efectos para el caso concreto, ello sin perjuicio de la fuerza moral o
ejemplaridad de la jurisprudencia de la Corte.

El control de constitucionalidad “concentrado”, en cambio, es característico de los países


europeos y recién apareció a impulsos de Kelsen después de la primera posguerra. Lo ejerce
un órgano especializado, normalmente llamado tribunal constitucional que no integra el Poder
Judicial y el efecto de su decisión excede del caso concreto para tener alcance general o erga
omnes.
TEMA V

PARTE ORGÁNICA.

La división de poderes como mecanismo de control del poder.

La segunda gran parte en que se divide la Constitución se llama “parte orgánica” ya que en ella
se trata sobre los órganos que ejercen el poder en nombre del pueblo en el sistema
republicano, representativo y federal. Esta segunda parte a su vez se subdivide en dos títulos.
El título I, que trata sobre el gobierno federal (arts. 44 a 120) y el título II que trata sobre los
gobiernos de provincias (arts. 121 a 129).

La norma clave o “norma de clausura” en esa división del poder (federal-provincial) es el art.
121 en tanto afirma que “Las provincias conservan todo el poder no delegado por esta
Constitución al gobierno federal y el que expresamente se hayan reservado por pactos
especiales al tiempo de su incorporación”. Nos limitamos a enunciar que el gobierno federal
tiene poderes expresos o limitados en tanto que las potestades residuales u originarias son de
los pueblos de las provincias, por mandato expreso de la Constitución.

En definitiva, de lo que en la parte orgánica se trata es de la limitación del poder, toda vez que
la misma fundamentación racionalista que justifica la sanción de una Constitución escrita, es la
que también justifica la limitación del poder.

Para enmarcar el poder y dar concreción al principio constitucional de limitación, nuestra


Constitución adoptó el sistema presidencialista y, acorde con su modelo estadounidense,
adoptó la “tríada” o división de poderes atribuida a Montesquieu al diseñar para el gobierno
federal la separación entre el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial como
sistema a de “frenos y contrapesos”, de modo que tales poderes se contrapongan y controlen
entre sí.

La Constitución argentina, al igual que la Constitución de los Estados Unidos, ha creado un


gobierno de poderes especificados o determinados expresamente. El Congreso no puede
legislar sino sobre las materias que taxativamente le han sido encomendadas en el art. 75. Los
tribunales federales no conocen sino de los juicios o conflictos que especifica la Constitución
(arts. 116 y 117) o la ley. Los poderes del presidente, en época normal, son limitados. (Art 99,
CN)

Sin embargo, esa independencia no es absoluta; de manera que el ejecutivo es también un


poder colegislador armado del veto suspensivo y concurre a la formación del Poder Judicial.
Las cámaras que forman el Poder Legislativo tienen que hacer con el ejecutivo, por las
funciones fiscalizadoras que ejercen; por el juicio político, o por el lado del consejo ejecutivo.
El mismo Poder Judicial concurre indirectamente a moderar o dirigir la acción de los otros
poderes. Existe entre esos departamentos una coordinación o coherencia necesaria.

Controles interórganos, intraórganos y extraórganos

Llamamos: a) relaciones interórganos, a las que se dan "entre" dos o más órganos; b)
relaciones intraórganos a las que se dan "dentro" de un órgano colegiado o complejo (si el
órgano es complejo, o sea, formado por más de un órgano, las relaciones intraórgano pueden
ser simultáneamente relaciones "entre" los órganos que componen al órgano complejo); por
fin, c) relaciones extraórganos son las que vinculan a los llamados sujetos auxiliares del estado
con órganos del poder o con órganos extrapoderes.
Algunos ejemplos pueden ser los siguientes:

a) En las relaciones interórganos, las que se dan:

1. entre el poder ejecutivo y los ministros;

2. entre el poder ejecutivo y el congreso;

3. entre los ministros y el congreso;

4. entre el poder judicial y otros órganos del poder.

b) En las relaciones intraórganos, las que se dan:

1. entre las dos cámaras del congreso;

2. entre órganos del poder judicial;

3. para quienes consideran que nuestro poder ejecutivo no es unipersonal (porque incluyen
dentro de él al ministerio), entre el presidente de la república y sus ministros.

c) En las relaciones extraórganos, las que se dan:

1. entre un órgano de poder (por ej., congreso o poder ejecutivo) y un sujeto auxiliar de poder
(que no es órgano de poder, por ej., los partidos, el cuerpo electoral, los sindicatos, etc.);

2. entre un órgano extrapoderes (que es órgano, por ej., el ministerio) y un sujeto auxiliar del
poder.

TEMA VI

EL PODER JUDICIAL.

La CSJN y los tribunales inferiores de la Nación.

En primer lugar, conviene advertir que el poder judicial se compone de varios órganos. Jueces y
tribunales de múltiples instancias, más el Consejo de la Magistratura y el jurado de
enjuiciamiento, integran una estructura vertical, que se corona en el órgano máximo y supremo,
que es cabeza del poder judicial: la Corte Suprema. A estos órganos, bien que componen el
gobierno y tienen a su cargo una función del poder, se los considera “no políticos”, por la
diferencia que acusan en relación con el órgano ejecutivo y con el congreso. Se habla también,
por eso, de independencia del poder judicial.
La Constitución organiza la justicia federal a partir de su cabeza, la Corte Suprema, y los demás
tribunales inferiores. Las provincias también tienen sus propios poderes judiciales en orden a
los dispuesto en el art 5º, CN. De modo que, al igual que existe el gobierno federal y los
gobiernos de provincias, de modo concurrente es la organización del Poder Judicial Federal.

Composición de la CSJN y requisitos.

La constitución ha establecido una Corte Suprema de Justicia, cuya composición no fija


directamente. Ello es competencia legal. Pero sí fija las condiciones para ser miembro de ella: a)
ser abogado de la nación con ocho años de ejercicio; b) tener las calidades requeridas para ser
senador. Estos requisitos del art. 111 no pueden, a nuestro criterio, ser ampliados —pero
tampoco restringidos— por ley.
La Corte Suprema de Justicia, según ley 26.183, estará integrada por cinco jueces.

Para ser miembro de la Corte Suprema se requiere:

• Ser abogado de la Nación con un mínimo de ocho (8) años de ejercicio de la profesión
de abogado.
• Cumplir los requisitos para ser senador nacional (artículo 55 de la Constitución
Nacional —CN—): tener la edad de treinta (30) años, haber sido seis años ciudadano
de la Nación. (artículo 55 CN).
• Cumplir con el requisito del Decreto № 222 del 19 de junio de 2003.

El nombramiento de los jueces de la Corte Suprema es una facultad compartida entre el


Poder Ejecutivo y el Congreso Nacional. El proceso para hacerlo está establecido
expresamente en la Constitución Nacional, en el inciso 4 del artículo 99, referido a las
atribuciones del Poder Ejecutivo. Allí se establece que el presidente designa al candidato y el
Senado, con una mayoría especial de dos tercios de los miembros presentes, debe
convalidarlo en una sesión pública. Cumplido los dos requisitos y antes de asumir sus cargos,
deben jurar cumplir con la Constitución, ante el presidente de la Corte (art. 112).

Los jueces de la Corte Suprema duran en su cargo hasta los 75 años (art. 99, inc. 4, párrafo 3º),
mientras tengan buena conducta. Llegados a esa edad, el Presidente y el Senado, pueden
mantener a los jueces por un plazo adicional de cinco años, siguiendo el mismo proceso
establecido para el nombramiento. La extensión quinquenal puede repetirse indefinidamente
(art. 110 C.N.).

Los magistrados pueden ser removidos de sus cargos por juicio político, por mal desempeño,
delito en el ejercicio de sus funciones, crímenes comunes (art. 53 C.N.), o mala conducta (art.
110). Para ello la Cámara de Diputados debe aprobar el inicio del juicio y acusarlos ante el
Senado que es el cuerpo que finalmente toma la decisión de declararlo culpable y removerlo,
o considerarlo inocente y mantenerlo en el cargo.

INDEPENDENCIA DEL PODER JUDICIAL.

A estos órganos judiciales, bien que componen el gobierno y tienen a su cargo una función del
poder, se los considera “no políticos”, por la diferencia que acusan en relación con el órgano
ejecutivo y con el congreso. Se habla también, por eso, de independencia del poder judicial.
Con ello se apunta a remarcar la índole especial de la función judicial y de los jueces en orden
a la independencia e imparcialidad, respecto de todo partidismo político. Pero el poder judicial,
que integra el gobierno federal, también es un “poder político” porque ejerce una función del
estado; las sentencias —todas y cualquiera, con independencia de cuál sea la materia que
resuelven— son actos políticos porque emanan de órganos del estado; también las decisiones
del Consejo de la Magistratura y del jurado de enjuiciamiento.
2. — Sería difícil agotar en una enumeración todos los mecanismos de organización que,
sustrayendo a los órganos judiciales de ataduras a otros órganos y sujetos de la acción política,
asientan la independencia del poder judicial.
a) En primer lugar, el derecho constitucional del poder ha ordenado los órganos judiciales
en forma permanente mediante el establecimiento de los tribunales de justicia y la eliminación
de los tribunales de excepción, especiales o ad-hoc. A esos tribunales preestablecidos se los
denomina “jueces naturales”.
b) En segundo lugar, el estado reivindica para sí en forma privativa la función de
administrar justicia. Está abolida la justicia privada, porque hay interés público y legítimo en
que los individuos resuelvan sus conflictos y pretensiones dentro de la esfera del poder estatal.

Por justicia “privada” hay que entender la justicia por mano propia que cada uno se hace a
sí mismo en sus conflictos con otro, pero no las soluciones alternativas al proceso judicial que,
de no estar comprometido el orden público, son válidas cuando las partes en conflicto resuelven,
de común acuerdo y con pleno consentimiento, pactar en pie de igualdad un mecanismo
sustitutivo del proceso judicial, como puede ser el sometimiento a arbitraje; la ley puede
también, razonablemente, implantar la etapa de mediación como previa al proceso judicial. (Ver
nos. 4 a 6).

c) En tercer lugar, la función de administrar justicia en forma privativa, que se asigna a los
órganos judiciales, excluye también totalmente su arrogación y ejercicio por el órgano
ejecutivo y por el órgano legislativo. Es una severa y tajante división de poderes, que encasilla
a la administración de justicia en el poder judicial, sin participación, delegación o avocación de
ninguna índole o hacia los otros dos poderes.
d) En cuarto lugar, no se admiten ni son constitucionales las influencias o presiones externas,
ni las instrucciones acerca del modo de ejercer la función. Sólo la constitución y las leyes
imponen obligaciones a los jueces. Ni siquiera los órganos judiciales de instancia superior
pueden intervenir en las sentencias o resoluciones de los de instancia inferior, como no sea
cuando la ley les da oportunidad mediante recursos revisores.
e) En quinto lugar, el juez —tanto de jurisdicción federal como local— tiene estabilidad en
su cargo; ello quiere decir que es inamovible —si no siempre vitaliciamente, sí durante el
período para el cual ha sido designado—. De este modo, la destitución sólo procede a título de
excepción y de acuerdo a un procedimiento también especial —por ej.: enjuiciamiento—.
f) En sexto lugar, el ejercicio de la función judicial apareja incompatibilidades casi totales con
toda otra actividad.
Garantía de intangibilidad de haberes e inamovilidad en los cargos

a) Inamovilidad.

La constitución histórica de 1853-60 consagró para todos los jueces del poder judicial federal la
inamovilidad vitalicia mientras dure su buena conducta en el art. 96, que se mantiene como art.
110. A veces se interpreta que la inamovilidad ampara únicamente contra la “remoción”, que es
la violación máxima. Sin embargo, la inamovilidad resguarda también la “sede” y el “grado”. Un
juez inamovible no puede ser trasladado sin su consentimiento (ni siquiera dentro de la misma
circunscripción territorial), ni cambiado de instancia sin su consentimiento (aunque significara
ascenso). Y ello porque su nombramiento lo es para un cargo judicial determinado, y ese status
no puede ser alterado sin su voluntad.
De este modo, la inamovilidad vitalicia se integra y complementa con la inamovilidad en el
cargo ocupado y en el lugar donde se desempeña.
Actualmente, el art. 99 inc. 4º ha establecido en su párrafo tercero un término al desempeño de
los jueces inferiores a la Corte en razón de su edad: al cumplir setenta y cinco años cesan, salvo
que recaiga un nombramiento nuevo precedido del acuerdo del senado; la nueva designación
de magistrados cuya edad sea la indicada u otra mayor se puede hacer por cinco años,
susceptibles de repetirse indefinidamente mediante el mismo trámite.
b) Intangibilidad de haberes.

El art. 110 dispone que la remuneración de los jueces es determinada por la ley, y que no puede
ser disminuida “en manera alguna” mientras permanezcan en sus funciones. La Corte Suprema
ha establecido que la intangibilidad de los sueldos de los jueces es garantía de independencia
del poder judicial, y que no ha sido establecida por razón de la persona de los magistrados, sino
en mira a la institución de dicho poder.
TEMA VII

ORGANIZACIÓN DE LA JUSTICIA FEDERAL

La Constitución organiza la justicia federal a partir de su cabeza, la Corte Suprema, y los demás
tribunales inferiores. Las provincias también tienen sus propios poderes judiciales en orden a
los dispuesto en el art 5º, CN. De modo que, al igual que existe el gobierno federal y los
gobiernos de provincias, de modo concurrente es la organización del Poder Judicial Federal.

Las Cámaras de Apelación, que son la instancia intermedia entre los jueces federales de
primera instancia y la Corte Suprema de Justicia de la Nación en el orden federal, no están
previstas en la Constitución, sino que fueron creadas posteriormente para dar respuesta a
crecimiento de la población y de los conflictos jurídicos. La justicia federal está organizada en
instancias para permitir la posibilidad de apelación de las sentencias desde la instancia inferior.
La apelación a una instancia superior no es un requisito constitucional, excepto en el caso de la
materia penal; toda vez que así lo establece de manera obligatoria el art. 8º de la Convención
Americana de Derechos Humanos. Por ese motivo debió realizarse una reforma del fuero
penal en nuestro país de manera de incorporar la Cámara de Casación Penal como una
instancia intermedia entre los tribunales penales de juicio y la Corte Suprema de Justicia de la
Nación. De ese modo, quedó asegurado el cumplimiento del requisito constitucional de la
doble instancia en materia penal.

Mecanismos de selección, designación y remoción de los integrantes del Poder Judicial

El Presidente de la Nación, de acuerdo a las facultades que le otorga el artículo 99, inciso 4) de
la Constitución Nacional, nombra a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación con acuerdo del Senado por dos tercios de sus miembros presentes, en sesión pública
convocada al efecto. Asimismo, por las facultades que le otorgan las leyes 27.148 y 27.149 del
Ministerio Público Fiscal y Ministerio Público de la Defensa, respectivamente; nombra,
mediante el mismo procedimiento, al Procurador General de la Nación y al Defensor General
de la Nación.

Por su parte, los jueces de los tribunales federales inferiores son nombrados en base a una
propuesta vinculante en terna remitida por el Consejo de la Magistratura, con acuerdo del
Senado, en sesión pública, en la que se tendrá en cuenta la idoneidad de los candidatos. En
idéntico sentido, nombra a los magistrados de los Ministerios Públicos Fiscal y de la Defensa.

Finalmente, en relación a los magistrados que superen la edad de 75 años, la Constitución


Nacional establece que un nuevo nombramiento, precedido de igual acuerdo, será necesario
para ser mantenidos en sus cargos. Todos los nombramientos de magistrados cuya edad sea la
indicada o mayor se harán por cinco años, y podrán ser repetidos indefinidamente, por el
mismo trámite

Los magistrados pueden ser removidos de sus cargos por juicio político, por mal desempeño,
delito en el ejercicio de sus funciones, crímenes comunes (art. 53 C.N.), o mala conducta (art.
110). Para ello la Cámara de Diputados debe aprobar el inicio del juicio y acusarlos ante el
Senado que es el cuerpo que finalmente toma la decisión de declararlo culpable y removerlo, o
considerarlo inocente y mantenerlo en el cargo.

En caso de que existan causas graves que pudieran justificar la remoción de un juez, el Consejo
es el organismo encargado de dar inicio al juicio político, disponiendo la apertura del mismo y
convocando al Jurado de Enjuiciamiento que decidirá la situación del juez. En el juicio político,
el Consejo actúa como parte acusadora.

TEMA VIII

EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA.

La aparición del Consejo de la Magistratura en el núcleo de coincidencias básicas de la ley


24.309 como consecuencia del Pacto de Olivos, parece tener su principal fundamento en la
necesidad de “despolitizar” los nombramientos de los jueces, centrando la atención en la
idoneidad del candidato más que en la fidelidad hacia quien realizó el nombramiento. El hecho
de que el Consejo de la Magistratura se integra con miembros que provienen, en cuanto a su
designación, del Poder Judicial y, también, de los otros poderes del Estado, no le quita su
integrante de la rama judicial. Su ubicación constitucional es el Poder Judicial. Toda decisión
del Consejo es revisable por la Corte suprema. La aprobación del presupuesto, finalmente,
deberá seguir el curso general de aprobación por el Congreso de la Nación.

El Consejo de la Magistratura fue introducido por la reforma constitucional realizada en el año


1994, a través del art. 114 de la CN el cual se encuentra ubicado en su segunda parte, dentro
del Título I (Autoridades de la Nación), sección 3º.

El Consejo de la Magistratura, regulado por una ley especial sancionada por la mayoría
absoluta de la totalidad de los miembros de cada Cámara, tendrá a su cargo la selección de los
magistrados y la administración del Poder Judicial.

El Consejo será integrado periódicamente de modo que se procure el equilibrio entre la


representación de los órganos políticos resultante de la elección popular, de los jueces de
todas las instancias y de los abogados de la matrícula federal. Será integrado, asimismo, por
otras personas del ámbito académico y científico, en el número y la forma que indique la ley.

Serán sus atribuciones:

1. Seleccionar mediante concursos públicos los postulantes a las magistraturas inferiores.

2. Emitir propuestas en ternas vinculantes, para el nombramiento de los magistrados de los


tribunales inferiores.

3. Administrar los recursos y ejecutar el presupuesto que la ley asigne a la administración de


justicia.
4. Ejercer facultades disciplinarias sobre magistrados.

5. Decidir la apertura del procedimiento de remoción de magistrados, en su caso ordenar la


suspensión, y formular la acusación correspondiente.

6. Dictar los reglamentos relacionados con la organización judicial y todos aquellos que sean
necesarios para asegurar la independencia de los jueces y la eficaz prestación de los servicios
de justicia.

FUNCIONES DEL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA.

Intervención del Consejo de la Magistratura en el proceso de designación de magistrados.

La reforma constitucional de 1994 mantuvo el sistema de designación política para los


ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en tanto que para el resto de los
magistrados inferiores estableció el requisito de un concurso público ante el Consejo de la
Magistratura, creado, como vimos, por la propia reforma (art. 114, inc. 1º, CN). Dichos
concursos consisten en una evaluación de antecedentes y una oposición que generalmente
trata acerca de la resolución de casos judiciales hipotéticos vinculados con el fuero al que se
intenta acceder.

Una vez realizada la evaluación de antecedentes, de producida la prueba de oposición, que


tuviera lugar el procedimiento de impugnaciones y que interviniera la Comisión de Selección
con su dictamen, el pleno del Consejo eleva una terna al Poder Ejecutivo, quien puede elegir a
cualquiera de los allí incluidos, de manera discrecional, sin estar obligado a respetar el orden
de mérito resultante del concurso.

Intervención del Consejo en el proceso de remoción de magistrados.

Si bien el consejo de la Magistratura no tiene facultades de remoción de magistrados, cumple


un rol fundamental, toda vez que según lo prescribe el art. 114, inc. 5º, Ley Fundamental, es el
órgano competente para decidir la apertura del procedimiento de remoción mediante la
formulación de la acusación correspondiente ante el Jurado de Enjuiciamiento. Además, puede
ordenar la suspensión del magistrado objeto de la acusación.

Facultades disciplinarias

El art 114, inc. 4º, CN, dispone que es atribución del Consejo de la Magistratura ejercer
facultades disciplinarias sobre los magistrados inferiores de los tribunales federales. La ley
reglamentaria 24.937 establece las causales que constituyen faltas disciplinarias, para las
cuales prevé sanciones de advertencia, apercibimiento y multa de hasta 30% de los haberes
judiciales. En ese sentido, son detalladas como faltas, entre otras, conductas tales como:
cometer infracciones a las normas legales y reglamentarias vigentes en materia de
incompatibilidades y prohibiciones a la magistratura judicial; falta a la consideración y el
respeto debidos a otros magistrados; incumplimiento reiterado de las normas procesales y
reglamentarias y falta o negligencia en el cumplimiento de sus deberes y obligaciones
establecidas en el Reglamento para la Justicia Nacional.
Facultades de la Administración.

Se faculta al Consejo de la Magistratura para administrar los recursos y ejecutar el presupuesto


que la ley le asigne a la administración de justicia. En la reglamentación legislativa de dicho
precepto constitucional se ha establecido que es competencia de la Comisión de
Administración y Financiera del Consejo fiscalizar la Oficina de Administración y Financiera del
Poder Judicial; realizar auditorías, efectuar el control de legalidad e informar periódicamente
de ello al Pleno del Consejo. También dispone que la Comisión de Administración y Financiera
se integra con dos diputados, un senador, dos jueces, un representante de los abogados de la
matrícula federal, y el representante del Poder Ejecutivo.

Facultades reglamentarias.

El Pleno del Consejo debe dictar el reglamento general del Consejo de la Magistratura y los
reglamentos que sean necesarios para ejercer las facultades que le atribuye la Constitución
Nacional y la ley reglamentaria, a fin de garantizar una eficaz prestación de la administración
de justicia. A más de ello, este organismo dicta las reglas de funcionamiento de la Secretaría
General, de la Oficina de Administración y Financiera, del Cuerpo de Auditores del Poder
Judicial y de los demás organismos auxiliares cuya creación disponga el propio Consejo.

Organiza también el funcionamiento de la Escuela Judicial, dicta su reglamento y planifica los


cursos de capacitación para magistrados, funcionarios y empleados del Poder Judicial, todo en
coordinación con la Comisión de Selección y Escuela Judicial.

JURADO DE ENJUICIAMIENTO.

La remoción de los jueces de la Corte Suprema de Justicia de la Nación sólo puede producirse
por el procedimiento del juicio político. Para los demás magistrados, el art. 115 CN, introduce
el jurado o jury de enjuiciamiento de magistrados. Consiste en un tribunal especialmente
constituido para juzgar la conducta de los jueces y, en su caso, destituirlos. La norma remite su
regulación a una ley especial que determina que estará integrado por legisladores, jueces y
abogados de la matrícula federal. Así como el presidente del Consejo de la Magistratura del
Poder Judicial de la Nación es el presidente de la Corte Suprema, el presidente del jurado de
enjuiciamiento es el vicepresidente del Alto Tribunal.

Para que un magistrado pueda ser sometido a proceso en el mencionado órgano


constitucional, debe ser previamente acusado por la comisión de acusación del Consejo de la
Magistratura. Las causales de acusación son las mismas que se requieren para el juicio político
de donde también cobra especial relevancia la causal de “mal desempeño”.

La destitución de un magistrado implica el apartamiento de su cargo, sin perjuicio de las


responsabilidades que pudieren corresponderle en materia penal en los casos en que la
destitución por delitos o crímenes en el ejercicio de sus funciones.

TEMA IX

RECURSO EXTRAORDINARIO.

El recurso extraordinario federal es un remedio procesal a través del cual la Corte Suprema, en
función revisora de las sentencias pronunciadas por los jueces y tribunales inferiores
(nacionales o provinciales) asegura la primacía de la C.N. sobre normas o actos emanados de
autoridades nacionales o locales". Sobre la finalidad de dicha vía recursiva el Alto Tribunal ha
dicho:"...es asignar a la Corte Suprema dentro del sistema vigente del control constitucional, la
potestad de determinar, en definitiva, frente a los conflictos que puede suscitar…normas o
actos, el alcance de los principios y cláusulas constitucionales comprometidas en el caso
concreto...". (2) El recurso extraordinario federal sólo procede respecto de la sentencia
definitiva emanada del superior tribunal de la causa, luego de haberse agotado todas las
instancias existentes en la jurisdicción local.

SUPUESTOS.

Los medios extraordinarios se dan solamente para ciertos cuestionamientos o vicios de la


sentencia. No se refieren jamás a cuestiones de hecho, salvo el supuesto de arbitrariedad: sólo
se refieren a cuestiones de derecho o jurídicas, actuando la Corte o Tribunal Superior con
jurisdicción, como vamos a ver en el recurso extraordinario federal, preponderantemente
negativa.

Este es uno de los motivos por los cuales se rechazan la mayoría de los recursos
extraordinarios, es decir, la confusión de este medio de gravamen con una apelación, o sea,
pretender que este medio sea en realidad una tercera instancia. Ninguna Corte Superior es
una tercera instancia ordinaria y su competencia se limita a una porción de las cuestiones
jurídicas, ya sea que trate de uniformar las soluciones jurídicas (casación), o que trate de
sentar la doctrina constitucional o federal relativa a cuestiones de derecho federal.

a. CUESTIÓN FEDERAL.

Desde un punto de vista teórico, las cuestiones federales son tres y únicamente tres, son las
que surgen del artículo 14 de la Ley 48.

En el primer supuesto, el del inciso primero, se trata del desconocimiento de un tratado, de


una ley del Congreso o de una autoridad ejercida en nombre de la Nación. El caso
constitucional es muy claro y está enmarcado en la Supremacía de la Constitución establecida
por el artículo 31 de la Constitución Nacional. Aquí se desconoce un tratado, una ley o una
autoridad.

El segundo supuesto trata de una colisión que se verifica entre una ley provincial, por ejemplo,
y una ley nacional. En tal caso, la cuestión federal existirá únicamente si la sentencia definitiva
da preeminencia a la ley provincial o local sobre la ley nacional.

En el supuesto contrario, es decir, que dé preeminencia a la ley nacional, no existe cuestión


federal alguna.

En el tercer supuesto, que es el más lato o amplio, se trata del desconocimiento de las
cláusulas de la Constitución, tratados, leyes o comisiones ejercidas en nombre de la autoridad
nacional. En tal caso, cuando la decisión sea contra la validez del título, derecho, privilegio o
exención que surja de dicha cláusula, habrá cuestión federal.

Estas son las únicas cuestiones federales por las que se puede hacer reserva del caso federal.
Es obvio señalar que muy difícilmente se presenten supuestos de esta naturaleza, lo que lleva
a destacar el criterio de la excepcionalidad de este recurso.
Por vía de creación pretoriana, la Corte Suprema ha ampliado su competencia, incorporando la
doctrina de la arbitrariedad y del exceso de ritual manifiesto, lo que veremos en puntos
siguiente.

REQUISITOS DE ADMISIBILIDAD.

Requisitos comunes:

1. Que la sentencia apelada provenga de un tribunal de justicia.


2. Que exista una causa concreta (un juicio en trámite)
3. Que la cuestión sea justiciable (no política, ej: Cullen c/ Llerena, Interv. Fed.)
4. Que el recurrente tenga agravios actuales, importante y de trascendencia.

Requisitos procesales o formales:

1. Que hubiera reserva oportuna de la cuestión federal


2. Que tenga legitimación procesal
3. Que se interponga en forma y plazo (Acordada 4/2007)

Requisitos propios:

1. Que haya cuestión federal


2. Que esa cuestión tenga una relación directa e inmediata con la causa del juicio.
(Relación directa e inmediata entre lo resuelto y el derecho federal y lo resuelto)
3. Que la sentencia apelada hubiera resuelto la cuestión federal en forma contraria al
derecho federal invocado.
4. Que se trate de sentencia definitiva (o equiparable)
5. Que la sentencia provenga de un Superior Tribunal

EFECTOS

No encontrado

ARBITRARIEDAD Y GRAVEDAD INSTITUCIONAL

La Gravedad Institucional, creación pretoriana, es otra excepción a los requisitos de caso


federal para acceder a la Corte por esta vía (recurso extraordinario). Es una especie de
“casación federal” donde en principio sólo se revisan cuestiones de derecho y no de hecho. Por
lo que la cuestión de gravedad es algo excepcional, que según cuáles sean esas cuestiones,
tienen relevancia suficiente como para que el máximo tribunal entienda en la causa. Del otro
lado, como cuestión intrascendente, tenemos el rechazo que puede invocar la CSJN a través
del 280 CPCCN (writ of certiorari negativo). Con la expresión "gravedad institucional" se
comprende aquellas cuestiones que exceden el mero interés individual de las partes y
afectan al de la comunidad.

Arbirtrariedad

La doctrina de la arbitrariedad reviste carácter excepcional y su procedencia requiere un


apartamiento inequívoco de la solución normativa prevista para el caso o una decisiva carencia
de fundamentación. No es una tercera instancia que tenga por objeto corregir
pronunciamientos equivocados o que el recurrente estime tales.
“el concepto de arbitrariedad es amplio y comprende lo injusto, irrazonable e ilegal, fundado
en la sola voluntad del funcionario, siendo uno de los límites sustantivos de la discrecionalidad.
(…) la irrazonabilidad integra el contenido de la arbitrariedad y tal es el sentido que se
desprende de algunos fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación ya que, en otros, el
Alto Tribunal utiliza ambos términos como sinónimos”.

Causales de arbitrariedad
Los distintos supuestos de procedencia del recurso en estudio son los siguientes:
1. Por omisión de contenidos esenciales, que pueden consistir en:
- Cuestiones planteadas oportunamente por las partes, que sean conducentes para la
causa
- Omitir pruebas ofrecidas o producidas consideradas relevantes para la parte interesada.
- Omitir hechos alegados y probados.
- Omitir normas aplicables al caso, sin dar fundamento
- Omitir la cosa juzgada
- En materia penal, puede ser considerada arbitraria la sentencia que incurre en reformatio in
peius, es decir, se da cuando el tribunal de alzada reforma una sentencia inferior, agravando la
situación procesal del imputado.
2. Sustitución de contenidos esenciales, puede referirse a:
-Incluir cuestiones no planteadas, pueden ser hechos argumentos o pruebas – sentencia
extra petita-
- Incluir pruebas inexistentes.
- Sustitución de normas aplicables sin dar un fundamento.
3. Fundamento aparente, que tiene lugar cuando el fundamento suministrado por el juez no es
aplicable al caso concreto:
-Una sentencia que decide contra la ley –contra legem-
- Una sentencia que se basa en afirmaciones dogmáticas, es decir, se fundamente en la
voluntad del juez o en pautas demasiado genéricas.
- Una sentencia que se basa en argumentos contradictorios o incomprensibles.
- Una sentencia que se basa en una interpretación irrazonable de la norma que se aplica al
caso.
-Una sentencia que aplica normas derogadas o inexistentes.
- Una sentencia que aplica una norma incorrecta para el hecho de la causa.
4. Exceso de los contenidos esenciales, es decir en la sentencia se distingue una
interpretación extensiva de las cuestiones esenciales, pudiendo consistir en:
-Un exceso de jurisdicción, es decir una sentencia que excede las pretensiones de las
partes, concediendo más de lo reclamado por ellas –sentencia ultra patita-.
- Exceso de un rigor formal, es decir, una sentencia que le da prioridad absurda a las formas en
perjuicio de la administración de justicia.
- Un exceso dogmático o hermenéutico, es decir, una sentencia que se basa en normas
derogadas o inexistentes.
- Convertirse el juez en legislador, es decir, una sentencia que crea normas para el caso
concreto.
- Una violación del debido proceso.

PER SALTUM

El recurso extraordinario por salto de instancia o per saltum es un recurso que habilita a la
Corte Suprema a intervenir en determinadas causas aunque no se hayan agotado las instancias
ordinarias previas que debe atravesar cualquier expediente antes de ser abordado por el
máximo tribunal. Se interpone directamente ante la Corte Suprema de Justicia, mediante
escrito fundado dentro de los diez días de notificada la resolución impugnada,
El per saltum procede en las causas que se acrediten "cuestiones de notoria gravedad
institucional, cuya solución definitiva y expedita sea necesaria, y que el recurso constituye el
único remedio eficaz para la protección del derecho federal comprometido, a los fines de
evitar perjuicios de imposible o insuficiente reparación ulterior".

Gravedad institucional: "Existirá gravedad institucional en aquellas cuestiones sometidas a


juicio que excedan el interés de las partes en la causa, proyectándose sobre el general o
público, de modo tal que por su trascendencia queden comprometidas las instituciones básicas
del sistema republicano de gobierno o los principios y garantías consagrados por la
Constitución Nacional y los Tratados Internacionales por ella incorporados", dice la ley.

Writ of certiorari

Lo que en el derecho inglés y de los Estados Unidos se llama "certiorari", consiste en un


procedimiento de revisión de acotaciones tramitadas y de resoluciones tomadas en instancias
inferiores, comparable a lo que entre nosotros se llama "avocación". En Inglaterra, el tribunal
llamado queen\'s bench división ejerce control sobre los jueces inferiores, y si alguno de éstos
excede sus facultades, puede solicitarse al tribunal superior nombrado que mediante una
orden for certiorari examine no solamente la jurisdicción del inferior, sino también las razones
que tuvo para su decisión; asimismo combinada con un writ o mandamus puede obligar al
tribunal inferior a resolver nuevamente el caso conforme a derecho.

El volumen 17 de digesto de los fallos de la Corte Suprema de los Estados Unidos (U. S.
Supreme court digest), nos trae las normas de procedimiento ante el alto tribunal, adoptadas
por la misma Corte. Las reglas 19 y siguiente se refieren a la jurisdicción en materia de "writs o
certiorari" dice la real 19: 1) la revisión por writ of certiorari no es obligación legal, sino
materia de sano arbitrio judicial, y solamente será otorgada cuando existan para ello razones
especiales e importantes. Las siguientes, si bien no controlan ni determina totalmente la
discrecionalidad de la Corte, indican la naturaleza de las razones que habrán de ser
consideradas: a) cuando un tribunal estadual ha resuelto una cuestión Federal sustancial que
hasta el momento no haya sido decidida por esta Corte, o la ha resuelto de una manera que
probablemente no esté de acuerdo con decisiones de esta Corte, aplicables al caso; b) cuando
una cámara Federal de apelaciones ha dictado una sentencia contradictoria con la dictada por
otra cámara Federal de apelaciones sobre el mismo tema; o ha decidido una importante
cuestión estadual o territorial de manera contraria al derecho estadual o territorial aplicable; o
ha resuelto una importante cuestión de derecho Federal que no ha sido decidida por esta
Corte, pero que la Corte debiera resolverla; o ha decidido una cuestión Federal de manera
contraria a decisiones de esta Corte, aplicable al caso; o se ha apartado del curso normal y
usual de los procedimientos judiciales, o ha ratificado tal apartamiento por parte de un
tribunal inferior, de modo de hacer posible el ejercicio por esta Corte de sus poderes de
supervisión. 2) las mismas consideraciones generales referidas precedentemente
determinaran las peticiones de writs of certiorari para proceder a la revisión de sentencias del
tribunal de reclamaciones, del tribunal de apelaciones en asuntos de patentes y de aduana, o
de cualquier otro tribunal cuyas resoluciones puedan, de acuerdo con la ley, ser revisadas
mediante un writ of certiorari" ("United states supreme court digest", volumen 17, pags.
17/18, edición 1959).

MINISTERIO PÚBLICO

La naturaleza del Ministerio Público ha sido un tema de frecuente debate en nuestro país en
los últimos tempos previos a la reforma constitucional de 1994.
La ley 24.309, declarativa de la necesidad de reforma constitucional, dio un mandato al
constituyente para considerar al Ministerio Público como un órgano “extrapoder”. Y así resultó
su inclusión en una sec. 4° dentro del gobierno federal, que afirma ese rol institucional de
nuevo poder del Estado, que ya no son tres, sino cuatro. En ese mismo sentido, la Constitución
no solamente le da autonomía funcional si no financiera.

El Ministerio Público en la Nación argentina es bicéfalo, ya que está encabezado por el


procurador general de la Nación y por el defensor general de la Nación, ambos con igual
jerarquía –cabeza de poder- quienes son propuestos por el presidente con acuerdo del
Senado.

La función esencial del Ministerio Público es la de representar los intereses de la sociedad y


ejercer la acción pública. Los intereses generales de la sociedad son una especie de interés
público, donde prima el interés común por sobre los intereses particulares. Como ejemplo de
tales casos caben citar las acciones contra el lavado de dinero, el tráfico ilícito de drogas y la
corrupción en la Administración Pública.

También debe relacionarse este tema con la defensa de los derechos de incidencia colectiva
que prescribe el art. 43, CN y es por eso que el consumidor también cuenta con la posibilidad
de que los fiscales también puedan interponer amparos ante los tribunales.

La ley 24.946 reglamenta este artículo dividiendo en dos ramas separadas el Ministerio Público
Fiscal y el Ministerio Público de la defensa. El primero actúa en los procesos penales,
interponiendo las acciones por delitos de acción pública, y también en los procesos civiles,
comerciales y laborales, en los casos en que se encuentre comprometido el bien público.

Por su parte, al Ministerio Público de la defensa le corresponde velar por la persona y bienes
de los menores e incapaces, interviniendo o asesorando judicialmente a éstos. En tal sentido,
patrocina o asesora a las personas de escasos recursos en los procesos civiles, o en penales si
no tienen defensor privado, y representa a los que se encuentran ausentes en ocasión de
requerirles la defensa de sus derechos.

Está integrado por el defensor general de la Nación, los defensores oficiales ante la Corte, los
defensores públicos de menores e incapaces, los tutores y curadores públicos, los defensores
públicos oficiales, los defensores públicos adjuntos de menores e incapaces y los defensores
públicos oficiales adjuntos ante los tribunales colegiados de casación, de segunda instancia y
de instancia única.

La consideración del Ministerio Público como órgano extra poder ha sido uno de los grandes
logros de la reforma constitucional de 1994, y la ley reglamentaria 24.946 ha interpretado
cabalmente el mandato del constituyente.

TEMA X

PODER EJECUTIVO

Jefe de Estado y Jefe de Gobierno

Las funciones del Jefe de Estado y del Jefe de Gobierno dependen básicamente del tipo de
régimen del país.
Generalmente, el Jefe de Gobierno es aquel que ocupa la presidencia del poder ejecutivo y se
responsabiliza del Gobierno de un Estado. El proceso de elección y el título que ostenta un Jefe
de Estado varía según la forma de gobierno instaurada en el país. Así, en un sistema
parlamentario el título que adopta la persona que ejerce de Jefe de Gobierno puede ser entre
otros: primer ministro, como es el caso del Reino Unido, premier, canciller en Alemania,
presidente del Consejo de Ministros o como es en España, Presidente del Gobierno. En los
países con sistemas presidenciales, esta figura adopta el título de presidente (en este sistema
el Jefe de Gobierno también es Jefe del Estado); y en los sistemas semipresidenciales las
funciones que ejerce el Jefe de Gobierno son compartidas por el presidente y un primer
ministro.

El Jefe de Estado por su lado, es el representante y responsable del país de cara al resto del
mundo y el pueblo. Las personas que ostentan el título de Jefe de Estado, así como las
funciones específicas que desempeñan varían de acuerdo al sistema político de cada Estado.
Pongamos algunos ejemplos: en monarquías como España o Gran Bretaña, el Jefe de Estado
es el Rey o la Reina del país, mientras que, en repúblicas como Francia o Italia, el Presidente
de la República es el Jefe de Estado y el Primer Ministro ejerce como Jefe de Gobierno. Por
otro lado, en países como Estados Unidos que poseen un sistema presidencialista, el
Presidente de la República es el Jefe tanto del Estado como del Gobierno.

ELECCIÓN. MANDATO Y REELECCIÓN.

Para ser elegido presidente o vicepresidente de la Nación, se requiere haber nacido en el


territorio argentino, o ser hijo de ciudadano nativo, habiendo nacido en país extranjero, y las
demás calidades exigidas para ser elegido senador, conforme lo establece el art. 89, CN.

La reforma constitucional de 1994 eliminó el requisito anterior de pertenecer a la religión


católica apostólica romana.

El actual art. 94 de la Constitución establece que el presidente y vicepresidente serán elegidos


directamente por el pueblo, a cuyo fin todo el territorio nacional conforma un distrito único. El
mismo artículo señala que la elección se hará por sistema de “doble vuelta” pero a esa
segunda vuelta se recurre cuando ninguna de las fórmulas obtenga el 45% de los votos válidos
afirmativos, conforme lo establece el art. 97. Si alguna de las fórmulas supera tal porcentaje,
siempre que sea la más votada, sus integrantes serán proclamados como presidente y
vicepresidente de la Nación.

Conforme lo establece el art. 98, tampoco se recurrirá a la segunda vuelta si la fórmula más
votada obtiene el 40% de los votos, pero tiene una diferencia de 10% sobre el total de los
votos emitidos afirmativamente, respecto de la fórmula que le siga en número de votos. En los
demás casos, debe acudirse a una segunda vuelta electoral entre las dos fórmulas de
candidatos que hubieran obtenido más votos en el primer acto electoral, conforme lo
establece el art. 96. La segunda vuelta debe tener lugar dentro de los treinta días de realizada
la anterior.

Respecto del momento de elección presidencial, el art. 95 establece que ella se hará efectiva
dentro de los dos meses anteriores a la conclusión del mandato del presidente en ejercicio.

De acuerdo con la reforma aprobada en 1994, la duración del mandato del presidente es de
cuatro años con posibilidad de reelección inmediata por otros cuatro años. Una persona que
cumplió dos mandatos consecutivos queda habilitada para otra reelección una vez
transcurrido al menos un período presidencial desde que dejó el cargo. Estas restricciones se
aplican en la misma forma para quienes hayan desempeñado como vicepresidentes en uno o
en los dos períodos.

Según la Constitución de 1853 y hasta 1994, el presidente tenía mandato por seis años, sin
posibilidad de reelección consecutiva. La reforma de 1949 permitía la reelección sin limitación
alguna, pero fue dejada sin efecto por resolución del gobierno militar surgido en 1955, que
ratificó la convención constituyente de 1957, con lo cual se retornó al régimen de 1853. El
gobierno surgido del golpe militar de 1966 limitó la duración del mandato a cuatro años con
una reelección consecutiva mediante un estatuto transitorio en 1972 que solo se aplicó para
una elección y luego no fue ratificado.

ACEFALIA.

En la Argentina, en caso de acefalía presidencial, la Constitución Nacional en su Artículo 88 y la


Ley Nacional 25 716 (modificatoria de la Ley 20 972) señalan al funcionario que ejerce
temporariamente el poder ejecutivo, cuando el titular del cargo resulte impedido de hacerlo.

La Constitución de la Nación Argentina prevé, en caso de enfermedad, ausencia de la Capital,


muerte, renuncia o destitución del Presidente, que el cargo de Presidente de la Nación sea
ejercido por el vicepresidente de la Nación, hasta que haya cesado la causa de inhabilidad o un
nuevo Presidente sea electo. De estar impedido también el vicepresidente (doble acefalía), la
línea de sucesión temporaria está compuesta en este orden: Presidente provisional del
Senado, Presidente de la Cámara de Diputados y Presidente de la Corte Suprema de Justicia.

ATRIBUCIONES DEL EJECUTIVO

El art. 99, CN es el que establece las competencias expresas que la Nación hecha ley concede a
su presidente o titular unipersonal del Poder Ejecutivo. El presidente tiene la facultad de
designar ministros secretarios de Estado que refrendan sus actos y en quienes puede delegar
parte de su tarea. El ejercicio de las competencias dentro de la órbita del Poder Ejecutivo ha
sido objeto de algunas modificaciones con la introducción de la figura del jefe de Gabinete de
Ministros en el art 100, CN.

La atribución constitucional al presidente de la Nación de nombrar a los jueces, con acuerdo


del Senado, subsiste solamente respecto de los integrantes de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación. Para el resto de los jueces federales e integrantes de Cámara de Apelación en el
orden federal se ha previsto un mecanismo previo de selección consistente en la conformación
de una terna por parte del Consejo de la Magistratura.

El inc. 7°, al tratar del nombramiento y remoción de embajadores, ministros plenipotenciarios


y encargados de negocios con acuerdo del Senado, a los ministros de su despacho, oficiales de
su secretaría, agentes consulares y empleados; incorpora una de las grandes novedades de la
reforma constitucional de 1994, la designación del jefe de Gabinete de Ministros, que estará a
cargo del presidente de la Nación como facultad propia.

El art. 10 encomienda al presidente la “supervisión” de la recaudación de rentas de la Nación,


toda vez que la facultad recaudatoria corresponde ahora por imperio constitucional al Jefe de
Gabinete de Ministros. Por su parte, en el inc. 11 del mismo art. 99 se actualizó la terminología
en cuanto a las facultades que tiene el presidente de conducir la política exterior de la Nación,
firmando tratados, concordatos y otras negociaciones, no solamente con otras naciones sino
también con organizaciones internacionales que aparecen como nuevos sujetos del derecho
internacional (ONU, OEA, Unión Europea, etc.) En ese marco es que se derivan las
competencias constitucionales del presidente para actuar en la negociación de la deuda
externa.

EL VICEPRESIDENTE.

El vicepresidente de la Nación reemplaza al presidente en caso de vacancia, ésa es su función


institucional principal. Sin embargo, no integra el Poder Ejecutivo que en nuestra Constitución
tiene carácter unipersonal. Por lo tanto, y mientras tal vacancia no se produzca, la función
institucional del vicepresidente de la Nación es la de ser presidente nato del Senado de la
Nación, cuyas sesiones preside, aunque sin voto, excepto en caso de empate.

TEMA XI

REGLAMENTOS DEL PODER EJECUTIVO.

Delegación legislativa y sus límites.

A pesar de que el sistema de separación de poderes ideado por Montesquieu asignó la


potestad de dictar normas de alcance general, abstractas, destinadas a todos los ciudadanos al
Poder Legislativo, como más genuino representante de la soberanía popular y como el órgano
donde se conforma la voluntad general (en términos rusonianos), lo cierto es que hay una
cantidad de factores que han contribuido a expandir los reglamentos que dicta el Poder
Ejecutivo.

Cuando el art. 99, inc. 2º permite la facultad reglamentaria del presidente para aclarar el
sentido y alcance de las leyes, es decir, para fijar las cuestiones de talle en la aplicación de la
ley, se pone el acento en la parte final del inciso sobre que, tal actividad reglamentaria no
puede “alterar el espíritu de la ley” , es decir que no puede contradecir la norma superior
como lógica derivación del principio de supremacía del art. 31, CN y como aplicación de la
regla de la razonabilidad que manda una adecuada proporción entre los hechos, las normas y
la Constitución.

Cabe dejar sentado que las normas que dicta el Poder Ejecutivo se denominan decretos,
siendo que los mismos son decretos reglamentarios o reglamentos, cuando tienen alcance
general. Esa materia se encuentra regulada en la Ley de Procedimientos Administrativos.

Sin perjuicio de los reglamentos de ejecución, la doctrina nacional ha reconocido otras tres
categorías de reglamentos administrativos, de manera que, en total, suman cuatro, a saber:

a) Reglamentos de ejecución (art. 99, inc 2º).


b) Reglamentos autónomos (art. 99, inc. 1º)
c) Reglamentos delegados (art. 76)
d) Reglamentos de necesidad y urgencia (art. 99, inc. 3º)

La reforma constitucional de 1994 incorporó los reglamentos delegados y los reglamentos de


necesidad y de urgencia.
1º. Los reglamentos autónomos son aquellos que se dictan en el área interna de la
Administración Pública nacional y que no alcanzan ni al resto de la población ni a los otros
poderes del Estado. Como ejemplo puede citarse al estatuto de la función pública. La Ley de
Ministerios, en cambio, debe ser dictada por el Congreso porque los ministros están previstos
en el texto constitucional y la Constitución se reglamenta conforme a las leyes (art. 14, CN). El
fundamento de los reglamentos autónomos en el inc. 1º del art. 99 cuando dice que el
presidente de la Nación “Es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable
político de la administración general del país”. De ahí la doctrina ha establecido que existe una
“zona de reserva” propia del Poder Ejecutivo, así como hay una de reserva propia del
Legislativo (art. 75, inc. 32) y en el Poder Judicial (arts. 116 y 117)

2º. Los reglamentos delegados fueron adquiridos progresivamente por la jurisprudencia con
carácter restrictivo ya que se requería la existencia de un estándar inteligible que determinara
en qué marco y con qué condiciones el Poder Ejecutivo podía ejercitar la facultad delegada,
entendiéndose que no se delegaba el poder de legislar sino la facultad de determinar las
cuestiones de detalle. En el caso “Delfino” se distinguió entre la delegación para hacer la ley y
la potestad para reglamentarla, con lo que se asimiló tal competencia con la ya establecida en
el art. 99, inc. 2º. En el caso “Mouviel” se fijó un límite respecto de algunas materias que no
pueden delegarse, como la materia penal. En el caso “Cocchia” la facultad reglamentaria se
extendió de manera notable, lo que motivó la sanción del art. 76, CN como búsqueda de un
límite. La inclusión en la Constitución lo fue para casos excepcionales de administración y de
emergencia, de donde su interpretación debe ser restrictiva.

3º. Los reglamentos de necesidad y de urgencia son otro ejemplo de una práctica muy
extendida que se incluyó expresamente en la Constitución Nacional en el art. 99, inc. 2º a los
efectos de limitar su ejercicio. Al igual que la categoría anterior, son institutos de emergencia
que se complementan, de manera que el principio es la prohibición de las facultades
legislativas por parte del Poder Ejecutivo bajo pena de nulidad insanable, pero se los habilita
por razones de verdadera necesidad y urgencia mediante un procedimiento especial que no ha
sido implementado y de manera restrictiva. Debe relacionarse esta categoría con la anterior,
de manera que en ambos casos quedan prohibidos en materia penal, tributaria, electoral y de
partidos políticos.

La inclusión de estas últimas dos categorías por parte del constituyente respondió a su gran
utilización sobre todo a partir de la denominada reforma del Estado en los años 90 donde
comenzó a verificarse un verdadero traspaso de competencias legislativas al Poder Ejecutivo,
desdibujándose a veces los límites de la división de poderes cuando no es el Congreso quien
hace la ley, sino que se invierte el procedimiento y la ley la hace el Ejecutivo, quedando
sancionada si el Congreso no se opone.

En diciembre de 1990, la Corte Suprema avaló el dictado de decretos de necesidad y urgencia


en el llamado Caso Peralta, en el que se solicitó la inconstitucionalidad del decreto 36/90,
dictado por Carlos Menem. Los jueces del máximo tribunal argentino fallaron en contra de Luis
Peralta y la validez norma quedó ratificada. Su emisión fue convalidada por la Corte Suprema
de Justicia quien le reconoció la facultad al Poder Ejecutivo para establecer las circunstancias
urgentes que justificaran su emisión, pero también limitó el poder presidencial exigiendo la
remisión de los DNU al Congreso para habilitar su control parlamentario.
Puntos importantes del Fallo Peralta:

- Considerando 17. División de poderes: Que el estudio de facultades como las aquí
ejercidas por parte del Poder Ejecutivo, guarda estrecha relación con el principio de la
llamada "división de poderes, que se vincula con el proceso de constitucionalismo de
los Estados y el desarrollo de la forma representativa de gobierno. Es una categoría
histórica; fue un instrumento de lucha política contra el absolutismo y de
consolidación de un tipo histórico de forma política. Se presenta como un sistema de
restricciones a la actividad del poder para garantía de la libertad individual. Por él se
reparten las atribuciones de la autoridad y se regula su acción en función de la
preservación de la libertad, atribuyendo a los distintos órganos facultades
determinadas, necesarias para la efectividad de las funciones que les asigna, y se
asegura una relación de equilibrio, fijando órbitas de actividad y límites de autonomía,
que, al margen de su separación externa, no dejan de estar vinculadas por su natural
interrelación funcional. Es un procedimiento de ordenación del poder de la autoridad;
que busca el equilibrio y armonía de las fuerzas mediante una serie de frenos y
contrapesos, sin que por ello deje de existir entre ellas una necesaria coordinación. En
rigor, se trata de una teoría sobre la actividad del poder en el Estado, que atribuye a
los órganos ejecutivos, legislativos y judiciales el nombre de poderes y formula una
división funcional del poder político con miras a garantir la libertad individual.
- Considerando 18. Concepto de frenos y contrapesos: Que nuestra Constitución
establece un reparto de competencias y establece medios de control y fiscalización,
por los que se busca afianzar el sistema republicano de gobierno y no concentrar en
cada uno un ámbito cerrado de potestades, librado a su plena discreción. Así el Poder
Ejecutivo no puede alterar el espíritu de las leyes dictadas por el Congreso, pero sí
ejerce facultades reglamentarias sobre ellas, participa junto a los miembros de aquél
de la facultad de presentar proyectos de ley y puede vetar los que el Congreso
apruebe. Los jueces deben aplicar las leyes que el legislador establece, pero es función
esencial suya el control de su constitucionalidad en orden al respeto de los derechos
contenidos en la Constitución Nacional y la jerarquía y extensión de los diversos
campos normativos que ella establece (así la supremacía contemplada en el art. 31, la
unidad del derecho común del art. 67, inc. 11, etc.). A una y otra de las Cámaras del
Congreso están confiadas, por otra parte, las diferentes etapas del juicio político, por
el cual controla a los titulares de los otros poderes y a los ministros del Poder
Ejecutivo. Las facultades administrativas del Poder Ejecutivo no escapan al control
legislativo de la cuenta de inversión.
- Considerando 24. Motivos de la validez: Que, en tales condiciones, puede reconocerse
la validez constitucional de una norma como la contenida en el dec. 36/90, dictada por
el Poder Ejecutivo. Esto, bien entendido, condicionado por dos razones
fundamentales: 1) que en definitiva el Congreso Nacional, en ejercicio de poderes
constitucionales propios, no adopte decisiones diferentes en los puntos de política
económica involucrados; y 2) porque --y esto es de público y notorio-- ha mediado una
situación de grave riesgo social, frente a la cual existió la necesidad de medidas súbitas
del tipo de las instrumentadas en aquel decreto, cuya eficacia no parece concebible
por medios distintos a los arbitrados.
- Considerando 40. Requisitos del DNU: "Es necesario para ello: 1) que exista una
situación de emergencia que imponga al Estado el deber de amparar los intereses
vitales de la comunidad; 2) que la ley tenga como finalidad legítima, la de proteger los
intereses generales de la sociedad y no a determinados individuos; 3) que la moratoria
sea razonable, acordando un alivio justificado por las circunstancias; 4) que su
duración sea temporal y limitada al plazo indispensable para que desaparezcan las
causas que hicieron necesaria la moratoria.”
PROCEDIMIENTO:

Una vez dictado el decreto de necesidad y urgencia, el jefe de Gabinete debe dirigirse a la
Comisión Bicameral Permanente del Congreso (integrado por 8 diputados y 8 senadores) en
un plazo no mayor de 10 días. Esta comisión tiene que elevar un dictamen y enviarlo a cada
Cámara legislativa para su tratamiento, también en no más de 10 días. Cabe destacar que, en
este tiempo, el DNU tiene plena vigencia.

Cada cámara del Congreso deberá emitir una resolución expresando su apoyo o rechazo al
DNU. Si ambas cámaras rechazan el decreto, éste pierde validez de forma permanente. No
obstante, quedan a salvo los derechos adquiridos mientras la norma estaba en vigencia.

FALLO VIDEOCLUB DREAMS.

A tener en cuenta:

- Considerando 14. Que no obsta a la conclusión precedente el hecho de que el decreto


sea de los llamados "de necesidad y urgencia". En efecto, aun cuando en el caso
"Peralta" esta Corte reconoció la validez de una norma de ese tipo, ponderando la
imposibilidad del Congreso para remediar una situación de grave riesgo social, ya en esa
oportunidad se señaló que "en materia económica, las inquietudes de los constituyentes
se asentaron en temas como la obligada participación del Poder Legislativo en la
imposición de contribuciones (art. 67, inc. 2°), "consustanciada con la forma republicana
de 'gobierno' (consid. 22). Se adelantó de tal modo una conclusión que se deriva
directamente del principio de legalidad en materia impositiva, cual es la limitación
constitucional infranqueable que supone esa materia para los decretos referidos, aun
cuando se reconozca su validez respecto de otras materias y en las especialísimas
circunstancias que precedieron el dictado del dec. 36/90.
- Considerando 16. Que, en tales condiciones, la ulterior remisión de los decretos
impugnados al Congreso, dispuesta en el art. 6 del 2736/91 y en el 32 del 949/92, no
satisface el claro requerimiento constitucional de que sea ese órgano, y no otro, quien
decida qué impuestos se crearán y quiénes deberán pagarlos. Tampoco lo satisfacería,
por similares razones, la alegada consideración que el Congreso habría realizado de la
incidencia del impuesto creado por los decretos en el cálculo de los recursos y gastos
del Instituto Nacional de Cinematografía al aprobar el presupuesto para el año 1993. En
efecto, no puede razonablemente atribuirse a dicho cálculo un sentido convalidatorio,
ajeno a las finalidades de una ley presupuestaria, lo cual no importa abrir juicio sobre
los efectos que una verdadera ratificación congresional hubiera podido tener respecto
de la validez de esas normas.

FALLO VERROCHI.

La Corte Suprema confirmó la inconstitucionalidad de los decretos impugnados,


disponiendo que el Poder Ejecutivo no estaba facultado para dictar disposiciones de carácter
legislativo. Agregó que para que fuera procedente la emisión de los decretos de necesidad
y urgencia debían concurrir algunas de las circunstancias excepcionales a saber: que el
Congreso no puediera reunirse por razones de fuerza mayor o que la situación que requiriera
solución legislativa fuera de tal urgencia que no permitiera aguardar el dictado de una ley
por el Congreso, causales que no se encontraban en el presente caso.
Además alegó que el Poder Judicial estaba facultado para controlar que en el caso concreto
existieran las circunstancias excepcionales alegadas por el Poder Ejecutivo.

TEMA XII

PODER LEGISLATIVO.

Organización. Bicameralismo.

En primer término, es conveniente aclarar la terminología y referirse al “Congreso” que es la


expresión utilizada por la Constitución Nacional y no al “Parlamento” que es un término que
corresponde a los sistemas parlamentarios y no a los sistemas presidencialistas como el
nuestro. También es conveniente aclarar en ese mismo sentido terminológico que el Congreso
es un “órgano” y en él recae el Poder Legislativo, siendo necesaria para la sanción de las leyes,
la intervención de ambas. El Congreso puede también reunirse en Asamblea Legislativa en
circunstancias especiales (acefalía o aceptación de la renuncia del presidente y vicepresidente,
apertura de las sesiones ordinarias, etc.) pero en tales circunstancias no ejerce funciones
legislativas.

Al iniciar la secc. 1ª, referida al Poder Legislativo, la Constitución adopta un sistema bicameral,
de forma tal que la sanción de las leyes requiere la intervención de las dos Cámaras: a) la de
“diputados de la Nación”, que representan al pueblo considerado como un todo, y b) la de
senadores de las provincias, representantes de las autonomías provinciales que dieron origen
a la Nación Argentina cuando en 1853 se reunieron en Congreso General Constituyente.

La reforma constitucional de 1994 introdujo la novedad de otorgar representación en el


Senado a la Ciudad de Buenos Aires, que, de este modo, pasa a tener representación en el
Estado federal, por sí, independientemente de su condición o status de Capital Federal.

El sistema bicameralista está universalmente adoptado en las constituciones políticas, sea cual
fuere el sistema político que las mismas establezcan. Con ello se busca la prudencia de una
legislación más razonada y sopesada.

La Cámara de Diputados.

Al tratarse de la elección de los representantes más directos del pueblo, el constituyente


estableció la elección directa, sin segundas vueltas para esta categoría de cargos ni colegios
electorales. La ciudad de Buenos Aires y las provincias son consideradas como distritos
electorales de un solo Estado.

Requisitos para ser diputado.

El art. 47 determina los requisitos “para ser diputado”, de manera que los extremos allí
contemplados deben cumplirse al momento de asumir y no al momento de la elección o de la
campaña electoral. Se exige como requisitos para ser diputado una edad mínima de 25 años,
tener cuatro años de ciudadanía en ejercicio y ser natural de la provincia que lo elija, o con dos
años de residencia inmediata en ella. Debe relacionarse con el art. 16 CN, cuando requiere
idoneidad para los empleos públicos.

Renovación de la Cámara de Diputados.


El período de cuatro años con renovación por mitades que establece nuestra Constitución
Nacional parece razonable al otorgarle tiempo a los representantes del pueblo a adaptarse a
las funciones políticas que les tocará desempeñar en ejercicio del mandato popular. El cargo
de diputado nacional es reelegible.

Art. 50 Los diputados durarán en su representación por cuatro años, y son reelegibles; pero la
Sala se renovará por mitad cada bienio; a cuyo efecto los nombrados para la primera
Legislatura, luego que se reúnan, sortearán los que deberán salir en el primer período.

Elección en caso de vacante. Ley 19.945

El Senado.

Composición.

La reforma constitucional de 1994 modificó la composición del senado elevando la cantidad de


senadores por cada provincia y por la Ciudad de Buenos Aires de dos a tres, con la
característica de establecer que, de los tres senadores que cada provincia elija en forma
directa, dos representarán al partido político mayoritario y el restante al partido político que
haya obtenido el segundo lugar, es decir, la primera minoría.

La reforma ha reservado al Senado el rol de cámara iniciadora en algunos temas de estricto


contenido federativo como es la propuesta de la ley coparticipación federal y de normas que
tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de provincias y regiones.

Requisitos para ser “elegido” senador.

Los requisitos que la Constitución demanda para ser senador nacional lo son al momento de la
elección, a diferencia del caso de los diputados, que los deben acreditar al momento de
incorporarse a la Cámara.

Si bien el senador no es tal hasta su incorporación a la Cámara, goza de los privilegios


correspondientes al cargo desde el momento de incorporarse a la Cámara.

Los requisitos que debe reunir al momento de la elección son a) tener treinta años de edad, b)
haber sido seis años ciudadano de la Nación, c) el requisito de una renta anual de dos mil
pesos fuertes, que hoy se encuentra desactualizado y desvalorizado y que respondía
históricamente a una conformación aristocratizante de la Cámara alta; d) ser natural de la
provincia que lo elige, tema en el que nos remitimos al comentario del art. 48.

Duración del mandato de los senadores.

La reforma constitucional de 1994 modificó el mandato de los senadores nacionales de nueve


a seis años, manteniéndose la posibilidad de la reelección indefinida y la renovación de la
Cámara por tercios, cada dos años.

Al tratarse en el Senado la ley 24.309, se elevó el plazo del mandato de los senadores de
cuatro a seis años, como quedó finalmente sancionado en la Constitución reformada a pesar
de los planteos judiciales que se efectuaron y que fuesen desestimados por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación durante la etapa preconstituyente debido a las diferencias entre los
textos aprobados por una y otra cámara del Congreso.
Atribuciones de cada cámara.

Cámara de Diputados.

Conforme a lo dispuesto en la Constitución Nacional, son competencias específicas de


la Cámara de Diputados:

• Recibir los proyectos de Ley presentados por iniciativa popular (CN Art.39)
• Iniciar el proceso de consulta popular para un proyecto de ley (CN Art. 40)
• Iniciar las leyes sobre contribuciones y reclutamiento de tropas (CN Art. 52)
• Acusar ante el Senado, en juicio político, al presidente y vicepresidente de la Nación, al
jefe de Gabinete de ministros, a ministros del Poder Ejecutivo y a miembros de la
Corte Suprema (CN Art. 53)

Cámara de Senadores.

Por su parte, la cámara alta tiene las siguientes atribuciones específicas:

• Juzgar en juicio político a los acusados por la Cámara de Diputados (CN Art. 59)
• Autorizar al presidente de la Nación para que declare el estado de sitio en caso de
ataque exterior (CN Art. 61)
• Ser cámara de origen en la Ley Convenio, sobre coparticipación federal de impuestos
(CN Art. 75 Inc. 2)
• Ser cámara de origen de leyes que promuevan políticas tendientes al crecimiento
armónico de la Nación y el poblamiento de su territorio (CN Art. 75 Inc. 19)
• Prestar acuerdo al Poder Ejecutivo para la designación de magistrados judiciales,
embajadores, ministros plenipotenciarios, encargados de negocios y de oficiales
superiores de las Fuerzas Armadas (CN Art. 99 Inc. 4, 7 y 13)

Atribuciones comunes.

Art 75.

1.- Legislar en materia aduanera. Establecer los derechos de importación y exportación, los
cuales, así como las avaluaciones sobre las que recaigan, serán uniformes en toda la Nación.

2. Reglar el comercio con las naciones extranjeras, y de las provincias entre sí.

3. Establecer tribunales inferiores a la Corte Suprema de Justicia; crear y suprimir empleos,


fijar sus atribuciones, dar pensiones, decretar honores, y conceder amnistías generales.

4. Disponer la intervención federal a una provincia o a la ciudad de Buenos Aires.

5. Aprobar o desechar tratados concluidos con las demás naciones y con las organizaciones
internacionales y los concordatos con la Santa Sede. Los tratados y concordatos tienen
jerarquía superior a las leyes.
6. Fijar anualmente, conforme a las pautas establecidas en el tercer párrafo del inciso 2 de este
artículo, el presupuesto general de gastos y cálculo de recursos de la administración nacional,
en base al programa general de gobierno y al plan de

7. Arreglar el pago de la deuda interior y exterior de la Nación.

REGLAMENTO INTERNO DE CADA CÁMARA.

El reglamento interno de la cámara de diputados de la Argentina tiene 229 artículos en 26


capítulos y en su contenido se regulan: las sesiones –preparatorias, ordinarias, extraordinarias-
los diputados, las autoridades del cuerpo –presidente, vicepresidente primero, segundo y
tercero, secretarios y prosecretarios-, los bloques, las comisiones, la presentación y trámite de
los proyectos, etc.

El reglamento del Senado tiene 226 artículos divididos en 23 títulos en alguna manera
semejante a los del reglamento de diputados; las cuestiones principales son: sesiones
preparatorias, sesiones en general, de las autoridades, -presidencia, secretarios y
prosecretarios-, de los bloques parlamentarios, del plenario de labor parlamentaria, de las
comisiones, de la presentación y redacción de los proyectos, sesiones, etc.

Las cámaras tienen la facultad de dictarse su propio reglamento y pueden establecerse


reglamentos específicos para algún procedimiento especial, como el reglamento del juicio
político del Senado o los reglamentos de comisiones internas que autoriza el art. 90 del
reglamento de la Cámara de Diputados.

El art. 66, CN, otorga poder disciplinario a las Cámaras para corregir, remover y expulsar a sus
miembros. Dispone así que cada Cámara podrá, con dos tercios de votos, corregir a cualquiera
de sus miembros por desorden de conducta en el ejercicio de sus funciones, o removerlo por
inhabilidad física o moral sobreviniente a su incorporación, y hasta excluirlo de su seno.

En todos los casos debe cumplirse con la garantía del debido proceso.

Inmunidades y prerrogativas.

Se trata de inmunidades o privilegios que se conceden en función de los cargos y no de las


personas que los ocupan, por lo tanto, no son garantías individuales como las establecidas en
la parte dogmática de la Constitución. Tampoco vulneran la garantía de igualdad ante la ley
que consagra el art. 16, CN, porque están destinadas a asegurar el funcionamiento del Poder
Legislativo.

Inmunidades.

La inmunidad que analizamos se refiere a las opiniones o discursos vertidos en el ejercicio de


sus funciones parlamentarias, aunque no sean pronunciados en el recinto de sesiones. La
inmunidad de opinión que establece el art. 68, CN, no alcanza a su art. 29, el cual prohíbe
conceder al Poder Ejecutivo facultades extraordinarias, la suma del poder público, sumisiones
y supremacías por las cuales la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced
de gobierno o persona alguna.
Inmunidad de arresto.

La regla es que los miembros del Congreso no pueden ser arrestados, excepto en el caso de ser
sorprendidos in fraganti en la ejecución de algún crimen que merezca pena de muerte,
infamante (art. 29 o 119 CN), u otra aflictiva (hechos graves) de la cual se dará cuenta a la
Cámara respectiva con la información sumaria del hecho.

El privilegio comienza “desde el día de su elección” de modo que no es necesario que el mismo
se haya incorporado a la Cámara, hasta el día en que cese el cargo.

También podría gustarte