Fabula en Prosa y en Verso de Samaniego
Fabula en Prosa y en Verso de Samaniego
Fabula en Prosa y en Verso de Samaniego
Caminaba un anciano por un bosque con una pesada carga de leña. Tropezaba una y otra vez,
y el camino era largo. Aún le quedaba un largo trecho para llegar a su destino, y estaba muy
cansado. El anciano volvió a tropezar, y al caer al suelo, maldijo diciendo:
– ¡Ojalá me llevara la muerte y así pudiera descansar de una vez por todas!
Entonces, la muerte, en esqueleto y cubierta por una harapienta tela negra, se acercó con su
guadaña al viejo. Él, sorprendido, la miró con temor.
La Muerte le miró con picardía, y decidió perdonarlo. Al fin y al cabo, aún veía en su mirada
muchas ganas de seguir viviendo.
Moraleja: «Ten paciencia, no te desesperes. los dolores pasan, y la vida siempre nos
reserva un lugar para la sonrisa»
– Menos quejarse y más agradecer: al fin y al cabo, lo único que tenemos es esto, la vida. Y
ésta llega con sus días y sus noches, con su sol y su tormenta, son sus penurias y alegrías.
Recordemos en todo momento que todo pasa, lo bueno y lo malo. Así, cuando nos
encontremos en un momento de angustia, desesperación o tristeza, podremos pensar que
al final también pasará. Se llama pensamiento positivo, y es muy útil para valorar lo que
tenemos y afrontar la vida con más fuerza. Lo que necesitas siempre, tenlo muy presente es
paciencia.
– Lo que la muerte le enseñó al viejo: todos pasamos por un momento de debilidad, todos
nos dejamos llevar en algún momento por las emociones. En realidad, el viejo llamó a la
muerte sin querer llamarla. Luego se arrepintió, en cuanto la vio delante. No es lo que quería.
Y la muerte, lo sabía. A pesar de haber escuchado perfectamente que le llamaban, prefirió
hacer como si no supiera nada y perdonar al anciano. La muerte enseñó al viejo la
importancia del perdón. Perdonar es olvidar para dejar que el otro pueda curar sus heridas
y seguir adelante. Perdonar es dar otra oportunidad, ofrecer tu confianza a alguien que
seguramente ya no vuelva a fallarte, porque habrá aprendido la lección.
– Esas emociones traicioneras: el anciano se dejó llevar por las emociones en un momento
en el que se sentía desfallecer. Es totalmente humano, y a todos nos ha pasado. De estos
momentos se aprende. La próxima vez tal vez se lo piense antes de maldecir tanto y clamar
por que venga la muerte a buscarlo. A gestionar las emociones aprendemos siempre, a lo
largo de toda nuestra vida.
– El valor de la paciencia.
– La gratitud.
Nos anima a pensar en todas las veces que ‘metemos la pata’ dejándonos llevar por las
emociones y por la falta de paciencia.
¿Quiénes son los personajes, en la fábula “El viejo y la muerte”?
El cardumen de peces
Fábulas con moralejas de refranes
Érase una vez, un cardumen de peces que se encontraba constantemente en el mar, en búsqueda
de buenas comidas que les saciaran a todos, el hambre. Por supuesto que éste selecto grupo
estaba liderado por un pez estrella, el cual era conocido por ser el mejor cazador entre los más de
20 peces que conformaban su equipo.
Pero cierto día, el pez líder decidió salir por su cuenta a navegar en las profundidades del mar hasta
encontrar la mejor presa que hubiese podido conseguir en su vida, su idea inicial era conservarla
para sí mismo, pero tenía una pequeña discusión con su conciencia, por si lo correcto era
compartirlo con el resto de sus compañeros de caza.
Llegó el momento que el pez tanto esperaba, encontró una presa gigante y suculenta, la mejor que
podría encontrar. Luego de pensar qué habría de hacer con ella, decidió avisarle al resto de los
peces del cardumen que había encontrado alimento para todos, aviso al cual respondieron con
bastante rapidez, pues se llegaron al lugar en menos tiempo del imaginado.
El desespero de los peces, solo dejó un resultado bastante inesperado y negativo para el pez
cazador líder del cardumen, que además había sido el responsable de haber conseguido alimento
hasta la saciedad para todos: dejaron sin nada al pobre pez líder, a pesar de que les logró quitar el
hambre a todos por su hazaña de haber conseguido a la mejor presa.
Moraleja: Lo que nada nos cuesta, hagámoslo fiesta.