Retiro Espiritual - María Modelo de Servicio
Retiro Espiritual - María Modelo de Servicio
Retiro Espiritual - María Modelo de Servicio
Segundo Encuentro:
“EL SERVICIO EN LA VIDA DE MARÍA”
2) ORACIÓN:
María, mujer de la escucha, haz que se abran nuestros oídos; que sepamos escuchar
la Palabra de tu Hijo Jesús entre las miles de palabras de este mundo; haz que
sepamos escuchar la realidad en la que vivimos, a cada persona que encontramos,
especialmente a quien es pobre, necesitado y tiene dificultades.
María, mujer de la decisión, ilumina nuestra mente y nuestro corazón, para que
sepamos obedecer a la Palabra de tu Hijo Jesús sin vacilaciones; danos la valentía
de la decisión, de no dejarnos arrastrar para que otros orienten nuestra vida. Amén.
“Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, el llamado
Cristo”.
El servicio es una vocación del hombre, de todo hombre. Todo hombre está
llamado a servir. Cuando Dios quiso en su designio amoroso y salvador, entrar
en comunión con el hombre, es decir, hacerse hombre: se valió de una joven
Virgen llamada María. María es Madre de Dios, Madre del Mesías, Madre del
Salvador. La Maternidad Divina fue un servicio que María aceptó con mucho
agrado.
La genealogía de Cristo nos muestra que cuando Dios quiso irrumpir en la
historia humana, esa historia que se fue labrando poco a poco; en la cual, cada
nombre que aparece, desarrolló y contribuyó en algo a ese plan salvífico, unos
buenos, otros malos, en fin, todos, como instrumentos de Dios llamados a servir.
María en esa lista de nombres de la genealogía es modelo de un servicio que se
acepta y contribuye en el bien de todos.
“María respondió: Aquí está la servidora del Señor. Que se haga en mí lo que tú
dices”.
El fiat o SÍ de María es: “Aquí está la servidora del Señor. Hágase en mí lo que
tú dices”.
¿Qué servicio ofrenda María? Hay una diferencia entre “el prestar un servicio” y
“el ofrendar, donar, dar un servicio”. En María no es un servicio que se presta,
porque cuando algo se presta es porque se espera se devuelva algo o haya
alguna retribución. En cambio en María, hay un servicio que no antepone nada,
dona todo de sí. Un servicio en el cual ella reconoce quien es su Señor (esclava).
Un servicio que dice “aquí está”, no un servicio que dice: “yo no” o “espéreme
un momento y lo pienso”.
Un servicio que no vacila, un servicio inmediato, que se da en el ahora, en el ya
de la vida.
Un servicio que es aceptado sin poner condiciones, no es un “que se haga en mí
según lo tú dices, pero yo creo que mejor sería de tal manera” o “yo te sirvo
Señor, pero espero me cumplas con estas condiciones”.
Un servicio que es obediente a la Palabra de Dios. Nosotros, somos servidores
del Señor, será que ¿entendemos el servicio como lo aceptó y vivió María? O
¿qué entendemos cuando decimos: quiero servir al Señor y a la Iglesia?
¿Cumplimos fielmente aquello que según mi condición, Dios me pide? Soy
diácono, seminarista… ¿soy obediente a la voluntad de Dios, al querer de Dios,
al servicio que a diario él me llama?
Contemplemos a María que ante el anuncio del Ángel, ante el llamado que Dios
le hacía y el servicio que le pedía, no dudó en decir: “Señor que se cumpla en mí
lo que dices”.
Que estas palabras de María se conviertan en una oración muy nuestra y
digamos: “Aquí está tu servidor Señor. Hágase en mí lo que tú quieras”.
“En esos días, María partió y se fue rápidamente a la región montañosa, a una
ciudad de Judá, entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Cuando Isabel oyó
el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno”.
Vemos a María que se levanta, que parte, que camina a servir. En el servicio es
necesario la disponibilidad, la prontitud.
María corre “fue rápidamente”, y la causa de su apresuramiento, es porque se
encuentra en una misión, ella está evangelizando, es portadora de Cristo, quiere
que otros conozcan su experiencia, quiere comunicar lo que Dios ha hecho, ese
es su servicio, es lo que en Palabras de san Pablo se dice: “Ay de mí si no
anuncio el evangelio”.
María nos enseña que el servicio debe ser presuroso, especialmente el de
anunciar al Señor y el de obrar con caridad.
¿Qué pasa cuando se sirve con gusto, con entusiasmo, con ánimo? Eso se nota,
eso se irradia y los otros lo perciben.
María con su presencia contagia de alegría a Isabel. El servicio que María
ofrece, es un servicio alegre que es capaz de llenar, de colmar de gozo y
entusiasmo a los otros.
Pensemos en nuestra pastoral, en nuestra vida de seminario: ¿todo lo que hago
lo realizo con alegría, me siento gozoso o soy feliz con aquello que realizo?
Estamos invitados a servir con alegría y con diligencia como lo hizo María
Santísima.
“Y ocurrió que, mientras estaban allí, a ella le llegó el tiempo del parto y dio a luz
a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no
había lugar para ellos en la habitación. Los pastores fueron deprisa y encontraron
a María, a José y al niño recién nacido acostado en el pesebre. Cuando vieron
esto, les contaron lo que les habían dicho sobre el niño. Y todos los que oyeron lo
que decían los pastores quedaron asombrados. María, por su parte, conservaba
todas estas cosas y las meditaba en su corazón”.
“El padre y la madre estaban sorprendidos por lo que se decía del niño. Después
de bendecirlos, Simeón dijo a María, la madre: Mira, este niño está puesto para
que muchos caigan y se eleven en Israel, y como un signo que provocará
enfrentamientos, para que queden de manifiesto las intenciones de muchos. Y a ti,
una espada te traspasará el alma”.
“Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: Ya no tienen vino. Pero Jesús
le contestó: Mujer, ¿qué tiene que ver esto con nosotros? Todavía no ha llegado mi
hora. Pero su madre dijo a los que servían: ¡Hagan lo que él les diga!
Aquí María nos enseña un servicio que intercede ante las necesidades de otros,
un servicio que no es ajeno a las carencias de los demás.
En nuestro servicio cotidiano, hemos de velar por el otro, ¿qué vino falta en
nuestra comunidad, en nuestro seminario, en nuestras familias? María, nos
enseña a sentir con el otro, a interceder por el otro. Todo esto es movido
únicamente por la caridad.
María en la Anunciación dijo: “hágase en mí según tu palabra” y en este texto,
ella quiere compartir esta experiencia, este abandono al querer de Dios, por eso
dice: ¡Hagan lo que él les diga! Debemos servir también de esta manera, es
decir, anunciando y comunicando al Señor, es lo que “él les diga”, es escuchar y
hacer lo que la palabra del Señor invita.
María nos enseña un servicio que no abandona, aún en las condiciones más
precarias, difíciles y duras de la vida. Ella dijo sí, y quiere mantenerse firme en
esa respuesta. ¡Cuánto dolor para una madre! Pero con ello nos demuestra que
toda su vida fue y es ofrenda de servicio, desde la Anunciación hasta la
crucifixión, María, aquella joven que dijo SÍ, entregó todo por ser fiel a aquel
pedido que le hizo su Señor.
Video
Siempre me ha impactado esta escena que deja ver mucho, en ella vemos un
modelo de servicio que no abandona, que no huye, sino que afronta toda
realidad y corre en ayuda del necesitado, que sufre con el que sufre, que llora
con el que llora, que consuela al afligido, que anima y reconforta. Este es el
servicio de María, ella sirve y acompaña a su Hijo amado toda su vida. El Señor
que se entrega totalmente también nos entrega a María, en herencia hemos
recibido a María como madre nuestra.
Ayúdanos Madre Santísima a estar dispuestos en todo momento al servicio,
enséñanos a ser buenos servidores toda nuestra vida.
9. Después de la Resurrección (Hechos de los Apóstoles 1, 12-14).
María, mujer de la acción, haz que nuestras manos y nuestros pies se muevan «deprisa»
hacia los demás, para llevar la caridad y el amor de tu Hijo Jesús, para llevar, como tú,
la luz del Evangelio al mundo. Amén.
Oración del Papa Francisco.
4) MEDITACIÓN PERSONAL:
5) SANTO ROSARIO: en comunidad (12:00 m. Capilla)