Jurisprudencia Receptación

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Santiago, veintinueve de enero de dos mil quince.

           VISTOS:

           En este proceso penal en juicio oral simplificado, cuyo RIT es el N° O-

245-2014 y RUC N° 1400465294-1 de la ciudad de Curacautín, el Juez

Subrogante del Juzgado de Garantía de dicha ciudad dictó, el veintinueve de

octubre de dos mil catorce, sentencia definitiva por la cual condenó a los

imputados SERGIO HUMBERTO GODOY VALENZUELA  a sufrir la pena de

41 días de prisión en su grado mínimo, accesorias y una multa de 2 UTM,

como autor, en grado consumado, del delito de receptación, previsto y

sancionado en el artículo 456 bis del Código Penal; CAROLINA ANDREA

BRITO JIMÉNEZ, ROCIO ALEJANDRA BRITO JIMÉNEZ y ANGÉLICA

ALEJANDRA FUENTES JIMÉNEZ a las penas de 41 días de prisión en su

grado mínimo, accesorias y una multa de 2 UTM, como autoras, en grado de

consumado, del delito de hurto simple contemplado en el artículo 432 y

sancionado en el artículo 446 N° 1 del Código Penal, por los hechos

perpetrados en el periodo comprendido entre el 1 y el 12 de mayo de 2014, en

diversas oportunidades y fechas no precisadas, en la comuna de Curacautín.

           En contra de dicha sentencia, la defensa de los referidos imputados

dedujo recurso de nulidad fundado en la causal prevista en la letra a) del

artículo 373 del Código Procesal Penal, en relación con lo preceptuado en los

artículos 8.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos, 14.1 del

Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, 10 de la Declaración

Universal de los Derechos Humanos y 19 N° 3 inciso 6º de la Constitución

Política de la República, en tanto reconocen el derecho al juez imparcial, que


constituye una garantía del debido proceso que se consagra en la Carta

Fundamental.

           Concedido el expresado recurso y recibidos los antecedentes en esta

Corte Suprema, se dispuso la vista de dicho arbitrio para el día 12 de enero

último y desarrollada la misma, se citó a los abogados de los intervinientes

presentes en dicha audiencia para la lectura del respectivo fallo para el 29 del

mes de enero del presente año.

           CONSIDERANDO:

PRIMERO: Que en el aludido libelo se señala, en afirmación de la causal

invocada y del precepto constitucional que se denuncia quebrantado,  que los

sentenciadores establecieron que en el período comprendido entre el 01 y 12

de mayo de 2014, las requeridas procedieron a sustraer en diversas ocasiones

y en fechas no precisadas con ánimo de lucro y sin la voluntad de su dueño

desde el interior de una bodega de propiedad de don Anfión Podlech Michaud,

ubicada en el interior del fundo La Isla, en el kilómetro 53 de la ruta Lautaro,

comuna de Curacautín, la totalidad de 130 sacos de fertilizante marca

MicroEssencials Mosaic, formula S1-MicroEssencials 454 ZN, avaluados en la

suma de $2.503.046 aproximadamente, agregando, además, que dentro del

período indicado, las requeridas, tras mantener las especies sustraídas en su

poder y en claro conocimiento de su origen ilícito, en diversas oportunidades y

fechas no precisadas procedieron a vender los sacos sustraídos de fertilizante

al requerido Sergio Humberto Godoy Valenzuela, los que trasladaron en

vehículo hasta el domicilio de Godoy Valenzuela ubicado en la parcela 17, lote

N° 1 del Sector Santa Julia de la comuna de Curacautín, quien también en


conocimiento de su origen ilícito los adquirió, almacenándolos en una bodega

ubicada al interior de su propiedad, lugar en el que con posterioridad fueron

habidos y recuperados por personal de Carabineros.

           Se sostiene por el recurrente que el vicio denunciado se produce en los

inicios del procedimiento, toda vez que se infringió sustancialmente la garantía

del debido proceso, contemplada en los artículos 8.1 de la Convención

Americana de Derechos Humanos, 14.1 del Pacto Internacional de Derechos

Civiles y Políticos, 10 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y

19 N° 3 inciso 6º de la Constitución Política de la República, en tanto en ellos

se materializa dicho concepto en el derecho de ser juzgado por un juez

imparcial.

           Agrega que el derecho al juez imparcial ha sido recogido tanto por la

jurisprudencia nacional como internacional, citando al efecto fallos de esta

Corte Suprema y de la Corte Europea de Derechos Humanos, sentencias de

las cuales, explica, se derivan dos esferas en el concepto de juez imparcial, a

saber, una subjetiva vinculada a la carencia de prejuicios personales, y una

objetiva que viene dada por la exigencia hecha al tribunal respecto del deber de

otorgar garantías suficientes para que no exista duda legítima acerca de su

imparcialidad, pues lo que está en juego, en este aspecto, es la confianza que

debe inspirar el tribunal a la sociedad.

Refiere que la sentencia que se impugna fue dictada con vulneración del

derecho al juez imparcial, cuya titularidad recae en sus representados, en

razón de haberse violentado la fase objetiva del derecho en cuestión.


Explica que con fecha 12 de mayo de 2014 la víctima, Anfión Podlech

Michaud, se presentó en la 5ª Comisaría de Curacautín a fin de formular una

denuncia por el supuesto robo de 104 sacos de abono desde su fundo ubicado

en camino a Lautaro, víctima que es amigo de la Juez de Letras y Garantía de

Curacautín, doña María de la Luz Fernández Aguila y suegro de la Secretaria

de dicho tribunal, doña Marcel Bley Valenzuela.

Agrega que el 19 de mayo de 2014 la asistente de fiscal, doña Johana

Iribarra, solicita verbalmente a la juez titular una orden de detención en contra

de sus representados, la cual fue concedida, autorizándose, además, la

entrada y registro del domicilio de Sergio Godoy Valenzuela.

Al día siguiente se realiza la audiencia de control de detención,

planteando su parte la recusación amistosa de la Juez y Secretaria referidas,

de conformidad con lo establecido en los artículos 124  del Código de

Procedimiento Civil y 196 N° 15 del Código Orgánico de Tribunales, petición

que fue acogida, desarrollándose la audiencia con juez no inhabilitado.

Al reiniciarse la  referida audiencia, su parte solicitó se declarara ilegal la

detención, planteando que a consecuencia de ello la prueba había sido

obtenida con inobservancia de garantías constitucionales, en razón de haberse

despachado una orden de detención y autorización de entrada, registro e

incautación, por un Juez parcial, petición que fue acogida.

Señala que en la audiencia de preparación del juicio oral se excluyó,

temáticamente, la prueba obtenida en forma ilícita, lo que se tradujo en el

descarte de 5 fotografías y las declaraciones de tres testigos en lo que decían


relación con las circunstancias acaecidas el 19 de mayo de 2014, resolución

que fue revocada por la Corte de Apelaciones de Temuco, en base a sostener

que “al momento de decretarse las órdenes de detención el Juez tenía plena

competencia para conocer de las solicitudes de los intervinientes, sin afectarle

ninguna causal de inhabilidad, la que recién se configura una vez que se

declarara ésta, comenzando a producir efectos desde ese momento”.

Expone que pese a haber instado por la valoración negativa de la prueba

obtenida con infracción de garantías constitucionales, el tribunal de la instancia

la valoró positivamente y con ella dar por acreditada la existencia del delito

como la participación.

Expone el arbitrio que la trascendencia de la infracción queda de

manifiesto en tanto la convicción del sentenciador se conforma en base a

prueba ilícita.

SEGUNDO: Que como se infiere de lo dicho anteriormente, el agravio

que denuncia el recurso se basa, para impetrar la nulidad demandada, en la

circunstancia de haberse aceptado como prueba elementos que fueron

obtenidos ilícitamente en razón de haber sido producto de diligencias

decretadas por una juez que se encontraba en situación de inhabilidad para

actuar.

           TERCERO: Que como primera cuestión, es relevante señalar que los

vicios denunciados, atentatorios de una garantía constitucional, en el decir del

recurso, tuvieron su origen precisamente en una diligencia decretada por la

Titular del Juzgado de Letras y Garantía de la ciudad de Curacautín y que


derivó en la obtención de elementos probatorios que finalmente en la audiencia

de preparación del juicio oral, como en la sentencia definitiva, se aceptaron

como prueba válida.

           CUARTO: Que, tal como ya ha tenido oportunidad de señalar este

máximo tribunal en los ingresos Nº 4954-08, N° 1414-09 y Nº 4181-09,

constituye un derecho asegurado por la Constitución Política de la República, el

que toda decisión de un órgano que ejerza jurisdicción debe fundarse en un

proceso previo legalmente tramitado y el artículo 19, N° 3°, inciso quinto, de

esa Carta Fundamental, le confiere al legislador la misión de definir siempre las

garantías de un procedimiento racional y justo.

En torno a los tópicos que contempla el derecho al debido proceso, no

hay discrepancias en aceptar que a lo menos lo constituye un conjunto de

garantías que la Constitución Política de la República, los tratados

internacionales ratificados por Chile, en vigor, y las leyes le entregan a las

partes de la relación procesal, por medio de las cuales se procura que todos

puedan hacer valer sus pretensiones en los tribunales, que sean escuchados,

que puedan reclamar cuando no están conformes, que se respeten los

procedimientos fijados en la ley, que se dicten veredictos motivados o

fundados, etc.; en tanto que, por la imparcialidad del tribunal, se comprenden

tres garantías individuales de que gozan las personas de cara a la organización

judicial del Estado, a saber: el derecho al juez independiente, imparcial y

natural, referido principalmente a que los asuntos criminales deben ser

conocidos por los tribunales señalados por la ley con anterioridad a la

perpetración del hecho delictivo, sin que otro poder del mismo Estado pueda
avocarse a esa función, y a la forma de posicionarse el juez frente al conflicto,

de modo que no medie compromiso con los litigantes o el asunto, desde que en

todo proceso penal aparece comprometido el interés público de la comunidad

en el esclarecimiento de los sucesos y el castigo de los delitos, como también

la absolución del inocente.

QUINTO: Que en este mismo orden de lineamientos, acorde a lo

propuesto por el compareciente, conviene destacar lo sostenido por el autor

Eduardo M. Jauchen, quien entiende por imparcialidad del juzgador “el modo

de posicionarse frente al conflicto objeto del proceso y a la pretensión de las

partes, de manera que sea equidistante de las mismas y distante del conflicto,

a fin de poder analizar y concluir con prudente objetividad cuál es la más

ecuánime y justa manera de dictar la sentencia. Juez es sinónimo de

imparcialidad, es la esencia misma inherente a la justicia. Si el proceso es la

forma civilizada como presupuesto para la realización del Derecho Penal, es

indispensable que el encargado de decidir sólo podrá hacerlo con justicia si es

imparcial, esto es, si no tiene inclinación favorable o negativa respecto a alguna

de las partes o interés personal alguno respecto al objeto del proceso”

(Jauchen, E. “Derechos del Imputado”, Rubinzal - Culzoni Editores, primera

edición, 2007, página 210).

El mismo autor añade que “esta garantía también involucra

necesariamente un sistema procesal en el que la acción penal no puede ser

promovida de oficio. No se puede ser juez y parte al mismo tiempo, lo que

conspira frontalmente con la esencia de la justicia. De ahí que el añejo ne

procedat iudex ex officio, pilar fundamental en todos los Estados de Derecho,


sea el primer presupuesto insoslayable del respeto a la garantía constitucional

del juez imparcial. El principio acusatorio formal dispone disociar las funciones

requirente y decisoria, lo que apareja la necesidad del acto de instancia por

parte de otro órgano totalmente distinto del juez. Acción y jurisdicción son

esencialmente inconciliables, por ello un mismo órgano judicial no puede tener

ambos poderes; no se puede ser juez y parte al mismo tiempo, pues ello afecta

su imparcialidad objetiva” (ob. cit., página 212). Por su parte, Julio Maier señala

que la palabra “juez”  no se comprende, al menos en el sentido moderno de la

expresión, sin el calificativo de “imparcial”. De otro modo: el adjetivo “imparcial”

integra hoy, desde un punto de vista material, el concepto “juez”,  cuando se lo

refiere a la descripción de la actividad concreta que le es encomendada a quien

juzga y no tan sólo a las condiciones formales que, para cumplir esa función

pública, el cargo-permanente o accidental – requiere”. (“Derecho Procesal

Penal”. Tomo I. Fundamentos, Ediciones del Puerto s.r.l., 2002, 2ª edición, pág.

739).

Coherente con lo anterior, el artículo 1° del Código Procesal Penal

desarrolla la garantía en análisis y en su inciso primero dispone que: “Ninguna

persona podrá ser condenada o penada, ni sometida a una de las medidas de

seguridad establecidas en este Código, sino en virtud de una sentencia

fundada, dictada por un tribunal imparcial” En consecuencia, la vulneración de

esta garantía puede ser reclamada –en cuanto concierne a un Tribunal Oral- 

por el interviniente perjudicado, especialmente a través del recurso de nulidad,

sea mediante la causal específica de la letra a) del artículo 374 del Código

Procesal Penal o bien por intermedio de la causal genérica de la letra a) del

artículo 373 del mismo texto legal, según corresponda.


De este modo, no cabe duda que la ausencia de imparcialidad, en

cuanto ésta es una garantía fundamental reconocida a toda persona, le resta

legitimidad a la decisión adoptada por el ente jurisdiccional, pues lo aleja de su

rol de tercero ajeno al pleito y genera una lógica desconfianza por parte de los

ciudadanos sobre la labor encomendada de hacer justicia.

En Derecho Internacional, a partir de casos emblemáticos conocidos y

resueltos por la Corte Europea de Derechos Humanos, ha desarrollado criterios

también adoptados por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, como

aparece de las sentencias pronunciadas en los casos Herrera Ulloa vs. Costa

Rica, de dos de julio de 2004, Serie C No. 107, párrafo 170 y Palamara Iribarne

vs. Chile, de 22 de noviembre de 2005, serie C No. 135, párrafo 146, que, en

síntesis, requieren la separación de un juez de la causa sometida a su

conocimiento, no sólo cuando en el plano subjetivo tiene algún prejuicio

personal, sino también- en el plano objetivo-cuando existan incluso apariencias

que puedan suscitar dudas sobre su imparcialidad. “Lo que está en juego es la

confianza que deben inspirar los tribunales a los ciudadanos en una sociedad

democrática, y sobre todo, en las partes del caso”

A partir de tales pronunciamientos de la Corte Interamericana y tal como

lo comenta Jauchen, se consagra el principio conceptual de que los motivos de

parcialidad y en consecuencia de apartamiento del juez no se limitan a las

taxativas causales de recusación enumeradas en los digestos procesales sino

que también existe una variada gama de situaciones imposibles de enumerar

pero que, genéricamente, aun cuando no estén expresamente previstas,


configuran objetivamente motivos de apartamiento por colocar al juez o tribunal

en duda sobre su imparcialidad ( cit., p. 215).

SEXTO: Que lo anterior permite afirmar, como ya lo hiciera esta Corte

en el Ingreso 4181-09, que todo acusado, en resguardo de su derecho a ser

juzgado por un tribunal imparcial, se encuentra en condiciones de reclamar la

falta de dicha garantía cuando existen circunstancias externas, objetivas, que

sugieren sospechas legítimas sobre la existencia de prejuicios del juzgador en

la solución del caso que debe resolver, sin que pese sobre el imputado la carga

de demostrar que el juez, efectivamente, albergaba en su fuero interno la

aspiración de una sentencia perjudicial a sus intereses. De este modo, en

consonancia con las exigencias que postula la imparcialidad objetiva, todo juez

respecto de quien puedan existir motivos plausibles para desconfiar de su

imparcialidad debe inhibirse de conocer el caso.

SÉPTIMO: Que en el caso de autos la duda sobre la imparcialidad de la

Juez Titular del Juzgado de Letras y Garantía de Curacautín fue manifestada,

por la defensa de los imputados, en forma previa al inicio de la audiencia de

control de detención, cuestionamiento que fue aceptado de plano por dicha

juez y que importó desde ese momento su exclusión en el proceso.

Así, cuestionada la confianza necesaria, el tribunal cesó su

funcionamiento hasta que se constituyó un juez que efectivamente otorgaba la

misma a todos los intervinientes.

En este contexto cabe afirmar que las situaciones de inhabilidades o

implicancias, que son las manifestaciones legales del principio y garantía que
hasta aquí se ha venido analizado, en tanto constituyen circunstancias

excepcionales, pues importan la pérdida del ejercicio de la jurisdicción,

producen sus efectos desde que han sido manifestadas por el propio tribunal,

sea acogiendo algún planteamiento vía recusación amistosa o presentación

realizada en dicho sentido; o desde que así lo declare el tribunal llamado a

conocer de una alegación de ese tipo, pues es desde aquel instante en que se

tiene por configurada la situación de parcialidad que afecta al juez, lo que se

traduce, en el caso en concreto, que lo actuado con anterioridad se encuentra

amparado en la confianza de imparcialidad, a menos que se probara, previa

alegación específica, que el juez actuó en conocimiento de hacerlo bajo causal

de inhabilidad, cuestión que no fue planteado por la parte recurrente.

 OCTAVO: Que de lo que se viene señalando es posible concluir que las

diligencias anteriores al inicio del juicio autorizadas por la señora Juez Titular

del Juzgado de Garantía de Curacautín no adolecen de vicio que justifique su

anulación, tal como lo resolvió el tribunal de la instancia en la sentencia que ha

sido objeto del recurso que actualmente se conoce.

NOVENO: Que a lo anterior ha de adicionarse la circunstancia relativa a

que la policía contaba, al tiempo de recibir la autorización otorgada por la Juez

de Garantía, con antecedentes concretos y suficientes que daban cuenta que

las especies hurtadas se encontraban en una bodega de propiedad del

acusado Godoy,  pues fue justamente él quien autorizó, voluntariamente, el

ingreso de la policía y de la víctima, en un primer momento, a dichas

instalaciones, pudiendo constatar la existencia de sacos de fertilizantes, los

cuales resultaron ser de las mismas características de los que habían sido
hurtados desde la instalaciones de la víctima, antecedentes que ponen de

manifiesto que la obtención de la prueba que se quiere excluir, vía alegación de

prueba obtenida con infracción de garantías constitucionales, no tiene como

único origen la diligencia de entrada y registro autorizada por la juez a quien

posteriormente se le cuestiona la imparcialidad, lo que se traduce en una

pérdida de trascendencia de dicha diligencia, elemento esencial al tiempo de

analizar un recurso como el que se analiza.

DÉCIMO: Que, en consecuencia y como fluye de estas consideraciones,

resulta inconcuso que las alegaciones de invalidación apoyadas en la causal

impetrada carece de fundamento, lo que conduce inequívocamente al rechazo

del recurso, por todos sus capítulos.

Por estas consideraciones y de acuerdo también a lo establecido en los

artículos 297, 342, 373, 374, 386 y 387 del Código Procesal Penal, SE

RECHAZA el recurso de nulidad promovido por el abogado don José Luis

Correa Barraza, por los imputados Sergio Humberto Godoy Valenzuela,

Carolina Andrea Brito Jiménez, Rocio Alejandra Brito Jiménez Y Angélica

Alejandra Fuentes Jiménez, en contra de la sentencia dictada por el Juzgado

de Garantía de Curacautín, el veintinueve de octubre de dos mil catorce, en la

causa RIT N°245-2014, declarándose que ella no es nula, como tampoco lo es

el juicio oral que le sirvió de antecedente.

Regístrese y devuélvase.

Redacción a cargo del Ministro Sr. Dolmestch.

Rol N° 29.359-14.
Pronunciado por la Segunda Sala integrada por los Ministros Sres. Hugo
Dolmestch U., Carlos Künsemüller L., Lamberto Cisternas R. y los abogados
integrantes Sres. Jorge Lagos G. y Ricardo Peralta V. No firman el Ministro Sr.
Cisternas y el abogado integrante Sr. Peralta, no obstante haber estado en la
vista de la causa y acuerdo del fallo, por estar con permiso y ausente,
respectivamente.

Autorizada por la Ministro de Fe de esta Corte Suprema.

En Santiago, a veintinueve de enero de dos mil quince, notifiqué en Secretaría


por el Estado Diario la resolución precedente.

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