La Caída Del Imperio Romano de Occidente
La Caída Del Imperio Romano de Occidente
La Caída Del Imperio Romano de Occidente
En el año 382, Teodosio venció a los visigodos, pueblo de agricultores que avanzaron
sobre Roma presionados por los hunos, buscando un lugar seguro donde radicarse.
Luego de derrotarlos, Teodosio, llegó a un acuerdo con el rey Atanarico, por el cual se
les permitió instalarse en Mecia, siendo considerados federados del imperio. Se
convirtieron así en un pueblo aliado de Roma, y custodio de la frontera.
Es importante señalar en este período, la influencia de Estilicón, que era hijo de un
vándalo (pueblo bárbaro, denominación dada por los romanos a los extranjeros) y de
una romana. Fue miembro destacado del ejército romano y muy reconocido por
Teodosio I. Contrajo enlace con la hija adoptiva y sobrina de Teodosio, de nombre
Flavia Serena. En la batalla de Frígido (año 394) contra Flavius Eugenius, un usurpador
que se levantó contra Teodosio, a efectos de reinstalar el paganismo, Estlicón demostró
su valor, ayudado por Alarico, rey visigodo.
Cuando Teodosio falleció, en el año 395, en Milán, nuevamente se produjo la división
del imperio entre sus hijos. Arcadio, de sólo 18 años, tomó el mando en Oriente, con
capital en Constantinopla y Honorio, aún más pequeño que su hermano, en Occidente,
con capital en Milán, siendo su regente, Estilicón. Éste último sector del imperio será el
primero en sucumbir, tal vez (según algunas teorías)por estar el poder en manos de
regentes que gobernaban en nombre de soberanos demasiado jóvenes.
Muerto Teodosio, Alarico desconfió de que los sucesores del emperador siguieran
respetando el acuerdo.
En el año 395, Estilicón se enfrentó a las fuerzas del rey visigodo Alarico que
presionado por los hunos pretendía penetrar en el imperio, por Tracia, al sureste
europeo. En el año 397, Estilicón derrotó a Alarico en Macedonia, triunfos que se
repitieron en Pollentia (402) y Verona al año siguiente. También luchó contra los
vándalos, a pesar de ser él mismo descendiente de ese pueblo, y contra otras
poblaciones extranjeras. En el 405 derrotó a los suevos.
En el año 406, el jefe godo Radagaiso atacó Roma, pero Estilicón logró derrotarlo,
muriendo Radagaiso decapitado. Sin embargo, ese año la Galia fue invadida por los
alanos, suevos y vándalos que lograron atravesar el Rhin.
Sin embargo, en varias oportunidades, Estilicón requirió la ayuda del rey Alarico, que
presentó exigencias al Senado para cobrarse sus favores. Al ser rechazadas sus
pretensiones, invadió Italia en el año 408, lo que motivó que Estlicón fuera visto con
desconfianza. Finalmente Estlicón fue ejecutado en agosto del año 408.
Los alanos, suevos y vándalos que habían logrado atravesar el Rhin en el año 406, hacia
el 409, se dirigieron a Hispania a través de los Pirineos. En poco tiempo, los invasores,
formaron reinos que ocuparon las mejores tierras. Mientras tanto, los sajones invadían
Britania.
La muerte de Estlicón fue seguida por tres asaltos a la ciudad de Roma, que no resistió y
finalmente en agosto del año 410, fue tomada y saqueada por Alarico.
Luego del saqueo de Roma, Alarico tomó rumbo al sur para conseguir un paso hacia
África, hallando la muerte al sur de Italia. Ataúlfo, su sucesor, marchó con sus hombres
de Italia hacia la Galia. Allí, colocando a un emperador romano, como figura
meramente simbólica, los godos se instalaron en el año 414, con capital en Narbona.
Ataúlfo tomó por esposa a la hija de Teodosio, Gala Placidia, que permanecía prisionera
desde el saqueo de Roma. Trasladado a Hispania, Ataúlfo fue asesinado.
En el año 418, se llegó un acuerdo con Roma, por el cual se les concedió un territorio
ubicado entre los ríos Loira y Garona, en el suroeste de la Galia.
En el año 420, los hunos se instalaron en las llanuras de Hungría, amenazando la
comunicación entre oriente y occidente, llegándose a acuerdos que incluyeron el pago
de subsidios.
Por su parte, Honorio, falleció en el año 423 luego de un gobierno nefasto e
intrascendente, donde sufrió la ocupación de Italia por parte de Alarico, siendo sucedido
por Valentiniano III, que contaba con cuatro años de edad, y era nieto Teodosio, e hijo
de Gala Placidia, que a su vez era fruto de la unión entre Teodosio y Gala, hija de
Valentiniano I. O sea, que ante la existencia de tan jóvenes soberanos el poder estaba a
cargo de ministros. Mientras tanto, los visigodos se incorporaban como fuerza miliar
poniéndose al servicio del imperio.
Esta circunstancia fue aprovechada por los pueblos bárbaros para tratar de apoderarse
del imperio.
En el año 429, los vándalos se trasladaron de Hispania hacia África, llegando hasta el
este de Cartago. Las campañas militares de Hispania contra los suevos y vándalos
incluyeron a los visigodos. Éstos se establecieron en el suroeste de la Galia para
contener a los bacaudos.
En el año 435, los vándalos siguieron avanzando por África, apoderándose del oriente
de Mauritania y luego de Numidia. Finalmente, Genserico tomó posesión de Cartago.
En el año 441, estalló la guerra contra los hunos, que como dijimos, se habían ubicado
al norte del Danubio. Los hunos resultaron victoriosos, apoderándose de Margus,
Naissus, Sirmium y Filipópolis. Por suerte la organización política de los hunos era muy
débil. En el año 451, el rey de los hunos, Atila, llegó a un acuerdo con Constantinopla y
tomó rumbo hacia el oeste.
Ese año se produjo la invasión de Atila jefe de los hunos, pero las fuerzas de
Valentiniano III, al mando del general Aecio, ayudado por visigodos y burgundios, los
derrotaron en los campos Cataláunicos. Con esto se logró retirar a Atila de la Galia pero
se dirigió a Aquileya, Ticinum y Milán ciudades que tomó y saqueó. Fue recién con la
muerte de Atila, en el año 453, que los hunos perdieron su poder.
En el año 455 los vándalos saquearon Roma, dirigidos por Genserico, quien estaba al
mando de una flota poderosa, que pronto aumentó su influencia y poderío.
En el año 455 fue asesinado Valentiniano III, último sucesor de Teodosio. Le
sucedieron Libio Severo, Antemio, que murió asesinado, y Olibrio, un senador
occidental exiliado en Constantinopla, que falleció pocos meses más tarde. Le continuó
Glicerio, luego Nepote, que fue desposeído por el general Orestes, que puso en el poder
a su hijo Rómulo.
Pero la suerte del Imperio occidental ya estaba sellada. Durante el mandato de Rómulo
Augústulo, último emperador de occidente, las fuerzas bárbaras, al mando de Odoacro
lograron deponerlo. Italia pasó a ser controlada por reyes bárbaros cuya corte se
estabeció en Rávena.
CAUSAS Y CONSECUENCIAS
Voltaire fue uno de los tantos que trató de explicar el fenómeno de la caída de Roma,
pero encontró una solución simple, considerándolo como un ciclo evolutivo donde todo
debe terminar, al igual que lo que ocurre con cualquier organismo vivo.
Otros sostienen que fue la decadencia moral lo que llevó a Roma a su extinción, pero
los que opinan lo contrario, sostienen que de ser así, el imperio ni siquiera debió existir
ya que durante fines de la República se produjeron los mayores colapsos éticos.
Según Gibbon el derrumbe se produjo por la mano férrea con que se gobernó, necesaria
para un extenso territorio, pero que quitó libertades a los habitantes, que ya no sentían
como patria a su tierra romana. Además los militares se habían acostumbrado a largos
períodos de paz, durante el siglo II, durante los cuales fueron perdiendo su valor y
espíritu combativo.
Otros culpan al cristianismo de derivar el pensamiento hacia las cuestiones espirituales
y alejar a los ciudadanos de la conciencia cívica.
Sin embargo, ninguna de estas explicaciones sirven para sostener cómo el imperio de
Oriente siguió su existencia.
La explicación que parece ser la más acertada es la necesidad en que se vio la Roma
Occidental de reforzar sus ejércitos con fuerzas extranjeras., o sea, aceptar a los godos
como federados, desdibujándose la identificación de fuerzas aliadas y enemigas. Los
miembros de las clases senatoriales, se negaron a entregar para el servicio del ejército a
los hombres que trabajaban para ellos, prefiriendo compensar con dinero su aporte al
ejército. Con ese dinero se reclutaron soldados bárbaros y se pagaron los subsidios por
la ayuda de Alarico, que acrecentaba su poder. Esto diferenció a Oriente de Occidente
ya que el primero nunca dependió de los godos, para luchar contra sus enemigos
externos.
En el período de las invasiones, se destruyeron puentes, se abandonaron y devastaron
poblados y reinó la inseguridad. Pero una vez establecidos los reinos bárbaros, cada uno
tomó características peculiares en muchos casos respetando las costumbres y leyes
romanas(Ver los distintos pueblos bárbaros en la Categoría Edad media). La
trascendencia de este hecho fue de tanta significación que fue tomado en cuenta para el
nacimiento de una nueva etapa histórica: La Edad Media.
El imperio que restauraron Diocleciano y Constantino (imagen) se tambaleó por más de
un siglo. Después de Constantino, el imperio continuó dividido en oriente y occidente,
una división que se completó en 395 cuando las partes oriental y occidental del imperio
se convirtieron en dos estados independientes.
El occidente estuvo bajo una creciente presión por parte de las fuerzas invasoras
bárbaras. La mayor ruptura hacia el interior del Imperio Romano aconteció en la
segunda mitad del siglo cuarto. Guerreros feroces procedentes de Asia, conocidos como
los hunos, penetraron en Europa oriental y ejercieron presión sobre los visigodos
germánicos quienes, a su vez, se dirigieron hacia el sur y el oeste> cruzando el Danubio
hacia territorio romano, donde se establecieron como aliados romanos. Pero pronto los
visigodos se rebelaron, y el intento romano por detenerlos en Adrianópolis, en el 378
provocó una derrota aplastante y la muerte del emperador Valente(364-378).
A partir de entonces> un creciente número de bárbaros cruzó las fronteras. En el año
410, los visigodos, bajo el mando de Alarico, saquearon Roma. Los vándalos inundaron
el sur de España y África, y los visigodos invadieron España y la Galia. Los vándalos
cruzaron hacia Italia desde el norte de África y saquearon Roma en el año 455. Veintiún
años más tarde el emperador de occidente, Rómulo Augústulo (475-476) fue depuesto y,
en la parte occidental, una serie de reinos germánicos remplazaron al Imperio Romano;
en tanto que el Imperio Romano de Oriente continuó existiendo el cual tenía su centro
en Constantinopla.
El fin del Imperio Romano ha dado margen a numerosas teorías que intentan dar una
sola razón globalizadora para explicar “la decadencia y caída del Imperio Romano”.
estas incluyen las siguientes: el énfasis del cristianismo en un reino espiritual debilitó
las virtudes militares y el patriotismo romanos; los valores tradicionales romanos
declinaron a medida que los no italianos ganaron más prominencia en el imperio; el
envenenamiento por plomo, debido a que las tuberías de plomo para el agua y las copas
causaron decadencia mental; la peste causó la muerte de una de cada diez personas de la
población; Roma no logró un avance tecnológico debido al sistema de esclavitud; más
aun, ni siquiera pudo lograr un sistema político que funcionara. Podría haber un punto
de verdad en cada una de estas teorías> pero también todas han sido cuestionadas. La
historia es una red de intrincadas relaciones, causas y efectos. Nunca bastará una sola
explicación para los eventos históricos. Una cosa resulta clara: debilitado por la escasez
de hombres, el ejército romano del oeste no fue capaz de repeler las hordas de pueblos
que invadieron la Galia e Italia. En cambio, el Imperio Romano de Oriente, que
sobreviviría otros mil años, pudo librarse en gran medida de las invasiones.
Legado Romano
Los romanos no fueron los primeros cristianos. Por el contrario, alimentaban a los
leones con ellos por pura diversión. Sin embargo, una vez convertido oficialmente al
cristianismo, el Imperio Romano promovió, reforzó y difundió esa religión en Europa,
el oeste asiático, el norte de África, hasta donde se extendían sus dominios.
Sí el lector cree que la historia de Roma está plagada de contradicciones, tiene razón.
Roma perduró cambiando, desarrollándose y reaccionando. Los reyes gobernaron la
ciudad-estado hasta que el pueblo se rebeló y los derrocó. Llegó luego la República, que
duró largo tiempo, y después el gobierno de los emperadores, que prevaleció durante
varios siglos. Mientras era una república, Roma fue creciendo hasta convertirse en un
imperio. En sus postreros años el imperio era cada vez menos romano, hasta que lo que
quedó era ya algo muy distinto.
¿Contradicciones? Por supuesto. Cuando una civilización vigorosa dura más de 1.100
años — más de dos milenios si se considera el Imperio de Oriente como la parte
bizantina del Imperio Romano — está por fuerza sometida a contradicciones. En la
cúspide de su poderío, Roma era demasiado grande como para no constituir un cúmulo
de contradicciones, tanto en el estilo administrativo, como en la política militar y en las
tendencias culturales. Roma se disgregó una y otra vez, pero siempre permanecía unida.
Antes de 387 a.C. no dejó historia escrita, ya que, según se presume, los registros se
perdieron cuando los merodeadores celtas saquearon la ciudad ese año. Sin embargo
reaccionó, controlando la región occidental del centro de Italia, el Lacio, hacia 338, para
extender su dominio a la mayor parte de la península italiana, hacia 268
a.C., y progresar sin pausa durante los 200 años siguientes.
Si durante los primeros siglos de nuestra era lo único que el imperio hizo fue promover
la nueva religión, mantuvo de todas maneras una enorme influencia en todo el mundo.
La difusión del cristianismo fue sólo una manifestación tardía de esta asombrosa
civilización.
Roma absorbió libremente ciertos rasgos de otras culturas: el panteón de los dioses
griegos, la democracia al estilo ateniense y la tecnología del trabajo de los metales de
una cultura italiana anterior, la de los etruscos. Más aún, la civilización romana hizo
tanto con todo lo que se apropió, que no se puede sobreestimar su impacto, en su tiempo
y para siempre. ¿Cómo se detecta hoy la influencia de Roma? De muchas maneras.
En primer lugar, la lengua romana, el latín, es la base no sólo del italiano sino también
del francés, el castellano, el portugués y el rumano. También dejó fuertes huellas en
idiomas no latinos como el inglés. Aun después de que el latín se convirtiera en lengua
muerta, permaneció siendo el idioma de la erudición, la medicina y la ciencia.
También fue el lenguaje unificador de la Iglesia católica romana, que para Roma y otros
países europeos, antes del siglo dieciséis d.C., era simplemente la Iglesia: la única que.
Después de la Reforma protestante, y hasta mediados del siglo veinte, la misa católica
en todo el mundo se celebraba en latín.
Del Imperio Romano de Occidente no quedaba más que el nombre mucho antes de su
desaparición oficial, en 476 d.C. (su parte oriental, el Imperio Bizantino, sobrevivió
hasta 1453). Aunque Roma no era más una capital imperial, su nombre permaneció en
la mente de los pueblos en forma tan amplia y duradera que evocaba el poder y una
cierta aura de legitimidad. Por supuesto, la razón residía en parte en que la Iglesia
seguía teniendo allí su sede, pero estaba allí justamente por lo que Roma había sido en
su apogeo político: el centro del mundo occidental.