CASTORIADIS, Cornelius. Poder, Politica, Autonomia
CASTORIADIS, Cornelius. Poder, Politica, Autonomia
CASTORIADIS, Cornelius. Poder, Politica, Autonomia
alfabeto- estas leyes sólo conciernen a los límites del ser de la so-
ciedad, que se despliega como sentido y significación. En el momento
en que se trata de las “universales”, “gramaticales” o “sintácticas”, se
encuentran preguntas mucho más temibles. Por ejemplo, la empresa
de Chomsky debe enfrentarse a este dilema imposible: o bien las
formas gramaticales (sintácticas) son totalmente indiferentes en
cuanto al sentido enunciado del que todo traductor conoce lo absurdo
del mismo; o bien estos contienen desde el primer lenguaje humano,
y no se sabe cómo, todas las significaciones que aparecerán para
siempre en la historia -lo cual comporta una pesada e ingenua
metafísica de la historia. Decir que, en todo lenguaje debe ser posible
expresar la idea “John ha dado una manzana a Mary” es correcto,
pero tristemente insuficiente.
Uno de los universales que podemos “deducir” de la idea de
sociedad, una vez que sabemos qué es una sociedad y qué es la
psique, concierne a la validez efectiva (Geltung), positiva (en el
sentido del “derecho positivo”) del inmenso edificio instituido. ¿Qué
sucede para que la institución y las instituciones (lenguajes,
definición de la “realidad” y de la “verdad”, maneras de hacer,
trabajo, regulación sexual, permisión / prohibición, llamadas a dar la
vida por la tribu o por la nación, casi siempre acogida con
entusiasmo) se impongan a la psique, por esencia radicalmente
rebelde a todo este pesado fárrago, que cuanto más lo perciba más
repugnante le resultará? Dos vertientes se nos muestran para
abordar la cuestión: la psíquica y la social.
Desde el punto de vista psíquico la fabricación social del
individuo es un proceso histórico a través del cual la psiquis es
constreñida (sea de una manera brutal o suave, es siempre por un
acto que violenta su propia naturaleza) a abandonar (nunca
totalmente, pero lo suficiente en cuanto necesidad / uso social) sus
objetos y su mundo inicial y a investir unos objetos, un mundo, unas
reglas que están socialmente instituidas. En esto consiste el
verdadero sentido del proceso de sublimación. El requisito
mínimo para que el proceso pueda desarrollarse es que la institución
ofrezca a la psique un sentido -otro tipo de sentido que el
protosentido de la mónada psíquica-. El individuo social que constitu-
ye así interiorizando el mundo y las significaciones creadas por la
sociedad -interiorizando de este modo explícitamente fragmentos
importantes e implícitamente su totalidad virtual por los “re-envíos”