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Cap 8 Corregido

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Una semana.

Una puta semana sin saber nada de Connor.

Todos los días me preguntan por él y cada vez me quedo sin menos respuestas. Lo que más me
molesta de todo es que ni siquiera se tomó el tiempo de decirme que se iba o cuánto tiempo
se demoraría en regresar.

Estoy muy desconcentrada en el trabajo pensando en las mil y una cosas que debe estar
haciendo el muy imbécil. No me doy cuenta de que hay un chico delante de mí hasta que
ondea una mano en frente de mi rostro intentando llamar mi atención.

—Tierra llamando a Leah —Al mirar hacia arriba veo el pecoso y atractivo rostro de Nick. Me
sorprendo, pero a la vez me alegra verlo, tal vez él sepa algo de Connor.

—Hola Nick. Lo siento mucho, tenía la cabeza en las nubes.

—No hay problema —Me ofrece una sonrisa ladeada—. Ponme un café fuerte. ¿Falta mucho
para el fin de tu turno?

—Alrededor de diez minutos —respondo mirando el reloj—. ¿Por qué?

—Pensé en acompañarte hasta la residencia. Claro, si no es molestia —dice rascándose la


cabeza en señal de inseguridad.

—No hay problema. Siéntate en una mesa y te llevo tu pedido —Hallo un poco raro su
petición, pero acepto de todas maneras. Si alguien sabe qué está haciendo Connor, ese es
Nick.

Apenas había personas en el lugar, pero finalicé mi turno a tiempo. Me cambio el uniforme y
salgo por la puerta de empleados caminando hasta donde Nick me espera y salimos hacia la
calle.

—Gracias por acompañarme —Comienzo a hacer conversación.


—No es molestia, me apetecía. En realidad quiero disculparme contigo —Sus palabras me
sorprenden.

—¿Por qué te disculparías? —pregunto.

—Porque fue mi culpa que Connor te chantajeara —No entiendo nada, pero él continúa
hablando—. No sé si él te ha hablado de Clint, su padre, pero esta era la única forma de que
ese bastardo no se saliera con la suya.

Puedo ver que Nick le tiene bastante odio al padre de Connor.

—Él me habló de su padre —En cuanto digo esas palabras, Nick se gira y me observa
sorprendido—. No mucho, sólo lo mal que lo trataba por algún tipo de chantaje. Hasta que
llegaste tú.

—Connor era demasiado sumiso a su padre. Siempre estaba de mal humor y ni siquiera
hablaba.

Eso me trae recuerdos, pienso con una sonrisa mientras Nick sigue hablando.

—Pasé mucho trabajo para lograr que se abriera a mí, pero cuando me dijo todo por lo que
había pasado, su comportamiento anterior cobró mucho sentido. Así que lo enseñé a desafiar
a Clint y hoy en día ya no le tiene miedo. Eso sí, lo odia con todo su ser.

¿Qué cosa tan mala pudo haber hecho su padre para que se ganara tanto odio?

—Es su historia para contar, no mía —Debe haber leído la pregunta en mi expresión.

—Nick, ¿puedo hacerte una pregunta? —Asiente con la cabeza—. ¿Qué te dijo Connor de mí?

Sonríe con una mirada un poco extraña, casi nostálgica.

—Se refería a ti como la chica rara. Nunca entendió el por qué te comportabas de la forma que
lo hacías con él. Debes entender que no estaba acostumbrado a ese tipo de tratos. Intenté
explicarle muchas veces que era porque te gustaba, pero no me creía.
—Espera, ¿qué? Yo no–

—Era demasiado obvio. Aun cuando él te trataba como mierda tú seguías detrás de él. Y por
más que intentaba explicárselo, me decía que no podía ser porque tú tenías novio. Como si eso
importara.

Me sonrojo ante sus palabras. Por suerte ya llegamos a la residencia y la conversación llega a
su fin. Me deja en la puerta y despidiéndose con la mano sale caminando. De pronto recuerdo
algo.

—¡Nick! —Lo llamo antes de que se alejara mucho. Se gira hacia mí—. ¿Connor alguna vez
mencionó lo que le dije antes de irme?

—Sí. Deberías preguntarle acerca de eso —responde enigmáticamente y se va.

Entro a la residencia y tomo el elevador hasta el pasillo en el que se encuentra mi cuarto. Dejo
las cosas encima de mi cama y busco mi ropa de dormir para darme una ducha. Debajo del
agua pienso en todas las interrogantes que me dejó la conversación con Nick. El padre de
Connor debe ser lo suficientemente malo como para ganarse el odio de su hijo. Ni siquiera
odio a mi padre por lo que hizo y fue muy grave. Decepcionada sí estoy, pero el odio es un
sentimiento extremadamente fuerte. A pesar de todo lo que pasó, aún recuerdo los buenos
momentos que pasé con mis padres antes de que todo se fuera a la mierda, y lo recuerdo con
cariño. Claro, que después la cagó en grande y decidió huir de sus problemas como un
cobarde, de ahí mi decepción.

Viendo que los malos recuerdos quieren comenzar a salir a la superficie, decido salir de la
ducha y llamar a Nana. Ella siempre me alegra cuando me siento decaída.

Sentada delante del portátil, presiono el botón de llamada y después de dos timbres, Nana
contesta.

—¡Buenas noticias! —dice alegremente—. Jacinto José recuperó la memoria. Y les dijo a todos
quién fue quien causó el accidente.

—Nana, ¿no era Antonio Ignacio el que perdió la memoria?


—Esta es otra telenovela. En Amor Fiel, Antonio Ignacio tuvo un accidente automovilístico. En
esta, que se llama Deseos Contenidos, José Jacinto fue empujado por las escaleras,
golpeándose la cabeza.

No puedo aguantarme y suelto una carcajada escandalosa que dura alrededor de dos minutos.
Me duele el estómago de tanto reírme.

—No entiendo cómo puedes seguir todas las tramas de tus telenovelas. Todas son
prácticamente lo mismo —digo riéndome todavía y limpiándome una lágrima.

—Años de experiencia —responde con suficiencia—. Pero basta ya de dramas ficticios.


Cuéntame de ti y tu novio.

—Nana, ya te he dicho como cinco veces que no es mi novio —Mi abuela no se puede resistir
al chisme.

—Y mientras que me sigas explicando que es complicado, voy a seguir creyéndolo.

—Si fuera mi novio, sabría dónde demonios ha estado metido en los últimos siete días —digo
un poco a la defensiva.

—Y si no fuera tu novio, no te importara —rebate. Se me queda mirando por varios segundos


—. Luces diferente.

—Nana, ¿cómo que diferente? Soy la misma que se fue de tu casa hace casi un mes. Un poco
más cansada por la carga de trabajo de la universidad, pero es normal.

—No es eso. Me recuerdas a la antigua Leah.

—¿Antigua? —No sé qué quiere decir.

—Sí, más feliz.

✧══════•❁❀❁•══════✧
—Leah, ¿no sabes cuando regresa Connor? —Lana, la morena secuaz de Morgan me pregunta
lo mismo como todos los días.

—No me ha querido decir, quiere darme la sorpresa —respondo con la sonrisa más falsa que
pude poner. Espero que esa respuesta sea suficiente y me deje almorzar en paz.

Bajo la cabeza y sigo comiendo tranquila, pero en un momento toda la cafetería se queda en
silencio. Al levantar la mirada, veo a Connor pavoneándose en la entrada, caminando despacio
hacia nosotros, como si tuviera todo el tiempo del mundo.

Lo miro detenidamente y se me hace un poco la boca agua. O sea, mejor no puede lucir con
sus jeans azules y ese suéter rojo ajustado, que abraza todos sus músculos como si fuera una
segunda piel. ¿Es idea mía o está más fuerte? La forma en que me detalla con sus hermosos
ojos azules hace que me estremezca y salga de mi estado de mirona pervertida.

Hora del espectáculo.

Me levanto de un tirón, lanzando la silla lejos y rodeo la mesa, caminando al mismo paso lento
y rítmico de él, como si fuéramos depredadores analizando a nuestra presa para decidir en qué
momento preciso atacar.

Faltando poco para llegar a donde está él, apuro el paso y, apoyando las manos en sus
hombros, salto y entrelazo mis piernas en su cintura y él me sujeta por los muslos para evitar
que me caiga. Cuerpo a cuerpo, mirándonos fijamente y sintiendo la electricidad entre
nosotros, susurro:

—En cuanto salgamos de aquí, te mato.

Acorto la distancia entre nuestros rostros y planto mi boca en la suya. Suavemente comienzo a
besarlo, acariciándole la nuca con mis dedos. Él me corresponde con la misma delicadeza,
entrelazando nuestras lenguas en un lento movimiento. Este beso se siente muy diferente a
cualquier otro que nos hayamos dado. Es como si tuviera más sentimiento, más necesidad.
Hace que mi corazón lata desbocado y algo caliente se expanda por mi pecho.

Es porque extrañaste sus besos. Me dice una voz en mi conciencia, pero la ignoro.
Poco a poco el beso se va tornando desesperado a tal punto que sus manos ya no están en mis
muslos, sino en mis nalgas masajeándolas y yo acariciando su cabello restregandome contra él
como si se me fuera la vida en ello. Nuestros labios se unen rítmicamente, y ese sabor que
tanto he extrañado inunda mis sentidos.

—¿Connor? ¿Leah?¿Holaaaaa? ¿Pueden, por favor dejar de succionarse el uno al otro


públicamente? —La voz de Morgan resuena por todo el lugar.

Dándome cuenta de dónde estamos y en frente de quién, o sea, la escuela completa, me


separo de Connor. Creo que él me hizo algún tipo de brujería, es la única explicación de que
pierda los papeles tan rápido. Connor me baja y me toma de la mano.

—Me encantaría ponerme al día contigo, Morgan, pero Leah y yo tenemos cosas importantes
que hacer —Sin esperármelo me arrastra hacia la salida y por todo el pasillo. Yo sigo
demasiado aturdida como para reaccionar. Pero al sentir el sol en la cara, noto que estamos en
uno de los pasillos interiores de la universidad.

Paro en seco y le doy un tirón a mi mano zafándola de la de Connor. Él se gira hacia mí


sorprendido.

—¿Qué mierda está mal contigo? —Prácticamente le grito. Lo bueno es que no hay nadie que
vea mi arrebato.

Él se me queda mirando como si estuviera chiflada.

—Eso mismo te pregunto yo. Hace un momento literalmente me saltaste encima y ahora
quieres arrancarme la cabeza por algún motivo.

—Estuve más de una semana sin saber de ti, Connor. Tuve que aguantar a prácticamente toda
la universidad preguntándome dónde mierda estabas, por qué te habías ido, cuándo
regresabas. Y yo, como una imbécil sin saber absolutamente nada porque ni siquiera te
dignaste a decírmelo. ¡Incluso Morgan sabía antes que yo! Menos mal que soy una buena
observadora, si no, ella me hubiera comido viva delante de todos —Siento las mejillas
acaloradas por la rabia que tengo acumulada—. ¿Cuántas veces tengo que repetírtelo? Odio
ser el centro de atención, bastante he sufrido ya por eso. Solo estoy haciendo esto por ti y así
es como me pagas.
Se queda en silencio interiorizando mis palabras un poco confundido.

—En primer lugar, yo en ningún momento le dije a Morgan dónde estaba ni por qué me fui.
Tenía asuntos familiares privados y dudo mucho que mi padre se lo haya comentado a ella. Y
en segundo lugar, te escribí un mensaje antes de irme, explicándote mi ausencia y que no iba a
tener el celular encendido en todo este tiempo.

Me pellizco con el dedo índice y el pulgar el puente de la nariz intentando calmarme. Respiro
hondo varias veces.

—Connor, no tengo ni idea de qué mensaje estás hablando. ¿Crees que me gusta montar
dramas por gusto? —pregunto en un tono un poco más relajado que el psicótico de antes.

Connor saca su teléfono del bolsillo trasero de sus jeans y busca entre los mensajes,
frunciendo el ceño.

—¡Mierda! Ahora todo tiene sentido —dice pasándose las manos por el rostro con frustración.

—¿Qué quieres decir?

—Ese día estaba distraído por la noticia que mi padre me dio y envié el mensaje apurado. No
me di cuenta y en vez de enviártelo a ti, se lo mandé a Lana, la mejor amiga de Morgan —
Extiende el celular hacia mí para que lo lea.

Efectivamente, puedo ver el rostro de la chica en el chat y el mensaje que iba dirigido a mí.

—Me debes helado todos los días por un mes —reclamo señalándolo con el dedo.

Justo cuando le voy a devolver el celular, le entra una llamada. Cuando veo la pantalla, se
encuentra el nombre de Jess con una foto de ella y Connor sentados juntos y sonriendo.

—Tienes que estarme jodiendo —digo sin creérmelo, y de pronto la llamada que ella me hizo
tiene mucho más sentido—. ¡Tú le diste mi número!
Va a responderme, pero antes de que pueda hacerlo levanto una mano en el aire
deteniéndolo.

—¿Sabes qué? No quiero saber nada.

Sin que pueda detenerme salgo disparada por el pasillo, observando a varias personas que
vieron toda la discusión, pero en este momento no puede importarme menos. Corro hasta mi
taquilla, saco mis cosas y me dirijo hacia la salida. Me pongo los audífonos a todo volumen y
Dua Lipa casi me revienta los tímpanos, pero no me importa, cualquier cosa que me evite
recordar.

Camino concentrándome en la letra de No Goodbyes hasta que entro al Rylaxt. Llegué con dos
horas de antelación, pero Liam, el encargado, me deja comenzar a trabajar. El lugar está más
abarrotado que días anteriores, así que mi ayuda por lo visto es necesaria, y no me molesta la
distracción.

A las nueve en punto ayudo a Liam y a Kelly a cerrar el lugar. En diez minutos llego a la
residencia y, entrando a mi habitación, veo una nota en mi escritorio.

Leah, hoy me quedo con Kai. Para que no pienses que te cambié por él, te dejé dos tubos
largos de Pringles de queso extra picante debajo de tu almohada. Besos y no me extrañes
mucho.

-La loca de Danielle.

Corro hasta mi cama y ahí están los dos gloriosos tubos. Se me hace la boca agua, pero
necesito ducharme antes de comerlos. Estoy demasiado cansada y los Pringles se comen con
calma y relajada, para disfrutarlos como se merece. Guardo uno y dejo el otro encima de la
mesita de noche, no creo que sobreviva hasta mañana.

Después de mi ducha y con mi pijama puesto, me siento en la cama y le quito la tapa al envase.
Al remover el papel aluminio que lo sella, un olor picante inunda mi nariz y mis glandulas
salivares enloquecen. Soy adicta a estas papas, no me avergüenza admitirlo.

Me toma tres capítulos de Friends comerme los Pringles y termino con los dedos y la boca
hechos un asco. Señal de que los disfruté. Apago mi laptop y voy al baño a limpiarme las
manos y lavarme los dientes para acostarme ya.
Estando todavía dentro, siento cómo tocan la puerta, algo se le debe haber quedado a
Danielle. Escupiendo el enjuague bucal, salgo y al abrir me encuentro nada más y nada menos
que a Connor con un ramo de margaritas en su mano derecha y una mochila negra colgada en
el hombro.

—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto con asombro. Él entra y deja las flores en mi
escritorio.

—Tenía que venir —explica sentándose en la cama de Danielle—. Dos chicas nos vieron
discutiendo y cuando me di cuenta, ya todo el mundo lo sabía. Así que para guardar las
apariencias hoy me quedo aquí, y ya sé que Danielle no se va a quedar esta noche, así que
ahórrate las excusas.

Suelto una risa entre sarcástica y nerviosa.

—Es broma, ¿no?

—Nop —Resalta la p con un pop.

Estoy que me quiero morir. No sé cómo voy a pasar la noche con él a mi lado.

Lo escucho soltar un suspiro y le presto atención.

—L, necesito pedirte disculpas, por lo del mensaje y mucho más por darle tu número a Jess —
De solo oír su nombre me tenso—. Sé que las cosas entre ustedes no quedaron en las mejores
condiciones, pero ella está arrepentida de haberte ignorado en vez de haber estado a tu lado.

La rabia me comienza a invadir los sentidos, pero algo en esa última oración me detuvo.

—Ese no es el motivo por el cual estoy molesta... Un momento. Ella no te lo dijo, ¿eh? —Es la
única explicación.

—¿De qué estás hablando? —pregunta claramente confundido.

Respiro hondo por la millonésima vez en el día.


—Vamos a hacer un trato. Yo te perdono por todo, y tú no sigues presionándome con el
asunto de Jess. Si de verdad quieres saber lo que pasó entre nosotras, se lo preguntas a ella, a
ver si tiene el valor de contarte. Eso sí, lo del helado se mantiene —Extiendo mi mano para
sellar el acuerdo. Él me la estrecha y una corriente placentera me recorre el brazo. Rompo
rápido el contacto.

Aclarándome la garganta, le señalo el baño para que se cambie y camino hasta mi cama.
Arropándome con la colcha, veo que Connor abre la mochila, coloca un par de shorts cortos de
dormir encima de la cama y comienza a desvestirse ahí mismo.

La vergüenza hace que me tape la cabeza, pero viendo que está de espaldas a mí, me destapo
un poco para admirar el show. Lentamente se quita el pullover y veo los músculos de su
espalda flexionarse con el movimiento. Nunca en la vida había visto algo tan sexy como a
Connor desvistiéndose. Me fijo que en el lado izquierdo de la cintura tiene un tatuaje que
consiste en dos letras C entrelazadas en una hermosa caligrafía. No me paro a pensar en el
significado, ya que se desabrocha el pantalón y lo deja caer, mostrando sus perfectas nalgas
por debajo del boxer y sus muslos tonificados. En cualquier momento me da un infarto.

—Espero que lo hayas disfrutado —dice Connor y rápidamente me tapo la cabeza. Murmuro
un suave "¿qué?" y él se burla de mi burdo intento por aparentar estar dormida. Pero
definitivamente valió la pena.

Escucho el agua de la ducha correr y minutos después a Connor acostándose en la cama de


Danielle. Estoy casi segura de que ella va a quemar esas sábanas cuando regrese.

Aunque yo definitivamente me las quedaría...

✧══════•❁❀❁•══════✧

Estoy sentada en el piso rodeada de personas sin rostro, vestidas de rojo y con una soga
alrededor de sus cuellos mientras me gritan.

"Eres una ladrona igual que tu padre."

"No se puede esperar más de ella."


"Deberías estar muerta como lo está él."

Sus voces me retumban en la cabeza e intento acallarlas poniendo ambas manos sobre mis
oídos, logrando absolutamente nada. Grito "váyanse" una y otra vez, pero mis palabras no son
tan fuertes en comparación con las suyas.

Una luz aparece rodeándome y unos brazos fuertes pero suaves al tacto, me abrazan. Detrás
de mí oigo susurros que se alzan por encima de las voces caóticas.

—Todo va a estar bien, estoy aquí contigo y no voy a dejar que nada te pase.

—Nunca me sueltes —Es lo último que digo antes de que todo se vuelva negro.

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