Drama Sanidad de Naaman El Leproso
Drama Sanidad de Naaman El Leproso
Drama Sanidad de Naaman El Leproso
Personajes:
Narrador
Naamán y la esposa de Naamán
Criada y varios siervos de Naamán
Rey de Siria y siervo del rey de Siria
Rey de Israel y siervo del rey de Israel
Eliseo y Giezi, siervo de Eliseo
PRIMERA ESCENA
En casa de Naamán. Su esposa está triste, sentada en una silla. La criada también está triste.
Narrador: Estamos en casa de Naamán, el general del ejército del rey de Siria. Él no está en
casa, solamente su esposa y la criada.
Esposa de Naamán: Ay, qué triste es mi vida desde que Naamán se enfermó de lepra. Él ha
consultado a todos los médicos, pero ninguno lo ha podido sanar. El rey lo estima mucho, pero
no nada vale en esta situación. La lepra es la enfermedad más fea del mundo. ¿Por qué tenía
que enfermarse así mi esposo?
Criada: Señora, yo conozco a un hombre de Dios que vive en Samaria. Es el profeta Eliseo, y si
mi amo fuera a verlo, estoy segura de que sanaría de su lepra.
Pasa un rato y Naamán entra por la puerta. Se nota que está triste y preocupado. Su esposa se
levanta para abrazarlo.
Naamán: Buenas noches mi querida esposa. ¿Qué te ha pasado? Te veo feliz. ¿Por qué?
Esposa de Naamán: Sí, estoy muy feliz. Tengo buenas noticias para ti. Nuestra empleada, la
cautiva que trajiste de Israel, me dijo que hay un profeta en Samaria que te puede sanar.
Naamán: Oh, ¡qué lindo! Voy a ir a decírselo inmediatamente a mi amigo, el rey. ¡Hasta luego!
Naamán: Estoy mal como siempre, pero le traigo buenas noticias. Nuestra empleada, la cautiva
de Israel, le dijo a mi esposa que en Samaria hay un profeta que me puede sanar.
Rey de Siria: ¡Qué bien! Ve inmediatamente allá. Mandaré una carta para el rey de Israel.
Rey de Siria: Hasta pronto, Naamán. Te deseo buen viaje y que vuelvas sano.
TERCERA ESCENA
En casa de Naamán. Él, su esposa y los siervos están alistando todo para el viaje, sacando y
poniendo cosas en bolsas.
Narrador: Todos en casa de Naamán tienen prisa, alistando las cosas para el viaje. La Biblia nos
dice que Naamán llevó 30 mil monedas de plata, 6 mil monedas de oro y 10 mudas de ropa
fina. Cuando todo está listo, Naamán y sus siervos emprenden el viaje.
CUARTA ESCENA
En el castillo del rey de Israel. Él está sentado en su trono y su siervo está parado a su lado.
Naamán toca la puerta; el siervo abre y le hace pasar.
Naamán: Yo soy Naamán, jefe del ejército del rey de Siria. Mi rey me ha enviado aquí, y traigo
una carta de él.
Rey de Israel: Gracias. Voy a ver lo que dice. (Lee la carta.) Pero, ¿qué es esto? Acaso soy Dios
que da la vida y la quita. (Se pone de pie muy enojado.) ¿Cómo es posible que me manden a un
hombre para que lo cure de lepra. (Sigue enojado y rompe la carta.)
Narrador: El rey no sólo rompió la carta. La Biblia dice que también rasgó su ropa. Cuando
Eliseo escuchó lo que el rey había hecho, le mandó a decir algo con su siervo.
Giezi: Buenos días, rey. Le traigo este mensaje del profeta Eliseo: «¿Por qué has rasgado tu
ropa? Que venga a verme ese hombre y sabrá que hay profeta en Israel.»
QUINTA ESCENA
Naamán y sus siervos afuera de la casa de Eliseo. Naamán toca la puerta y Giezi les abre.
Naamán: Buenas tardes, soy Naamán, jefe del ejército del rey de Siria. He venido para que
Eliseo me sane de la lepra.
Giezi: Este es el mensaje de Eliseo: «Ve y lávate siete veces en el río Jordán, y tu cuerpo
quedará limpio de la lepra.»
Naamán: (Muy enojado) Yo pensé que Eliseo iba a salir a recibirme, que iba a invocar a su Dios,
y que iba a mover su mano sobre la parte enferma, y así, me quitaría la lepra. ¿No son los ríos
de mi país mejores que todos los ríos de Israel? ¿No podría yo haber ido a lavarme en ellos para
quedar limpio?
Narrador: Muy enojado se fue de allí, pero sus siervos le hicieron entrar en razón.
Uno de los siervos: Señor, si el profeta le hubiera mandado a hacer algo difícil, ¿no lo habría
hecho? Pues, con mayor razón, haga lo que le ha dicho, que se lave y quedará limpio.
Naamán se sumerge lentamente seis veces, mirando su cuerpo cada vez que se levanta. La
séptima vez, sube saltando y gritando de gozo.
Naamán: ¡Miren mi cuerpo! No queda nada de la lepra. Dios realmente ha hecho un milagro.
Soy el hombre más feliz del mundo. ¡Vamos a la casa de Eliseo!
SÉPTIMA ESCENA
Afuera de la casa de Eliseo. Naamán toca la puerta y Giezi la abre.
Naamán: Aquí estoy de nuevo. Quisiera hablar con el profeta Eliseo, por favor.
Naamán: Gracias, Eliseo, por haberme sanado. Ahora estoy convencido de que no hay Dios en
toda la tierra sino en Israel; por lo tanto, le ruego que acepte un regalo.
Naamán: (Insistiendo) Por favor, quiero que reciba por lo menos algo. Es solamente para
mostrarle mi agradecimiento.
Eliseo: No gracias.
Naamán: De aquí en adelante yo no volveré a ofrecer sacrificios a otros dioses, sino al Señor.
Narrador: Naamán y sus siervos vuelven a Siria. Ahora, él cree en el Dios de Israel que lo ha
sanado de su lepra. También está muy agradecido a su criada que le avisó acerca del profeta
Eliseo. Muy feliz, Naamán llega de regreso a su tierra.