El Ornamento en Los Mosaicos de Justiniano y Teodora en San Vital de Rávena
El Ornamento en Los Mosaicos de Justiniano y Teodora en San Vital de Rávena
El Ornamento en Los Mosaicos de Justiniano y Teodora en San Vital de Rávena
"esús SANZ
Universidad de Sevilla
manera general en los historiadores que los han utilizado como documento
histórico insustituible. Así pues, los estudios han versado sobre aspectos
históricos, iconográficos, puramente pictóricos, o sobre técnicas del mosaico.
La bibliografía es por ello muy amplia e incluso existen publicaciones
especializadas como Felix Kavenna que recoge exclusivamente problemas del
arte bizantino en esta ciudad. El interés por esta faceta del arte medieval hizo
que se realizase un congreso específico del arte bizantino en Estados Unidos
en 1986,que anteriormente hemos mencionado.
Por otra parte, museos como el Dumbarton Oalcs en Washington, la Walters
Art Gallery de Baltimore, y los de Atenas y Estambul poseen, además de sus
importantes colecciones, bibliotecas altamente especializadas en el tema.
Los mosaicos de Justiniano y Teodora, además de su indudable interés
artístico e histórico, presentan para nosotros un magnífico campo para el
estudio de las artes ornamentales bizantinas, puesto todo el ajuar, tanto
litúrgico como profano, que se nos presenta en sus imágenes contiene no sólo
la forma y el color primitivos sino también la utilización de los objetos en el
espacio y en el tiempo.
El trabajo que más se ha dedicado al estudio de las arquitecturas, tejidos y
objetos en general ha sido el de Toesca,l que muy acertadamente ha tratado de
identificar no sólo sus personajes sino también su atención a los mosaicos y
su contenido,2 pero el estudio minucioso de cada uno de los objetos que allí
aparecen, su función, su semejanza con los objetos reales coetáneos así como
algunas notas sobre su origen y evolución no nos parece que hasta ahora haya
sido abordado, y eso es en realidad lo que nosotros, en la medida de nuestros
conocimientos, pretendemos.
Los mosaicos de Justiniano y Teodora colocados a los lados del ábside de
San Vital representan la presencia real de los emperadores, la presencia, que al
decir de Runciman, pretendía impresionar y estar con los súbditos de esta
colonia que ellos nunca habían pisado.3 Así, la riqueza, el colorido y la
senciación de majestad y omnipotencia son los principales aspectos quc se
aprecian en una primera visión de las obras, pero indudablemente las
relaciones del poder temporal con la Iglesia y las fuerzas armadas están
también presentes en la escena.
osaico de Justiniano
rojas y blancas con piedras azules, que destacan sobre medias púrpura como
la capa.
En lo que se refiere a las joyas que adornan a los personajes es
indudablemente Justiniano el que aparece más ricamente adornado, pero
también los otros miembros del cortejo muestran adornos de interés. Los
jóvenes guerreros que aparecen a su derecha (fig. 2) llevan rígidos collares
con amplio medallón central de tipo ovalado sin representación alguna en su
interior. Estos collares de origen romano eran llevados por los jóvenes, y
naturalmente la cercanía en el tiempo del mundo romano no había permitido
olvidar la costumbre. Collares muy parecidos a estos hallamos enel Museo
Metropolitano de Nueva York con medallón formado por 15 monedas de
emperadores, aro rígido y anilla para colgante inferior, realizados en oro y
fechados en el siglo VI (fig. 3). Tipología semejante tiene un brazalete de oro,
de aro rígido y retorcido con adorno de un medallón formado por cinco
monedas, estante también en el mismo museo y con la misma fecha. La
relación de estos collares v brazalete del Mueso de Nueva York con los
collares del mosaico nos los identifican claramente las joyas masculinas.
Las joyas de Justiniano son solamente dos, el broche que sujeta el manto y
la corona (fig. 4). El broche de forma circular es de grandes dimensiones y
lleva un núcleo rojo rodeado de piedras blancas -perlas-- del que cuelgan
tres cadenillas con tres perlas piriformes. Tras el óvalo rojo, enmarcado en
oro y perlas, se levanta otro verde y dorado rematado en tres gotas azules,
seguramente zafiros, que queda solamente entrevisto y que seguramente
correspondería a la parte posterior de la fíbula, y que se presenta en
perspectiva.
Los broches o flbulas que sujetan las clámides de los nobles son de
tipología diferente pues presentan el. disefio alargado tan extendido por el
mundo occidental. Según Dalton la fíbula alargada o de "cola" dejó de usarse
poco después del siglo VI, cediendo su lugar a las fibulas circulares.7 Vemos
pues cómo en la primera mitad del VI ambos modelos eran usados.
La otra joya que luce el emperador es la corona, primitivamente sólo un
gorro rico y distintivo para la realeza, pero que ya en este momento del siglo
VI se ha convertido en un símbolo totalmente reconocible dc la dignidad
imperial. La que aquí observamos no es muy alta, un simple gorro ajustado a
la cabeza adornado con tres registros de perlas y piedras, de cuyas partes
posterior y laterales cuelgan cuatro cadenillas rematadas en perlas piriformes.
Algunos investigadores como Anderson Black interpretan estas cadenillas
como pendientes,X pero con esta opinión no nos hallamos de acuerdo porque
pensamos que son colgantes de la corona. Observando el mosaico
detenidamente parece ser que una de las cadenillas pende de la parte inferior
del lóbulo de la oreja, pero las otras tres salen del cabello o de detrás de las
orejas. En apoyo de la tesis que nosotros presentamos hay que considerar los
numerosos retratos de hasileus en los que aparecen con una corona-gorro de la
que cuelgan cadenillas, tanto en las figuras del propio hasileus como en las de
las emperatrices. Pero sobre todo la pieza que más claramente corrobora este
aserto es la corono de San Esteban de Hungría, hoy en el Museo de Budapest.
Esta corona, que ha sido ampliamente estudiada por distintos investigadores,
se identifica como la de Miguel VI1 Ducas, realizada entre 1074 y 10779 y
parece ser que ha sufrido algunas alteraciones desde su creación. Los
colgantes laterales son aquí cadenillas rematadas en trilóbulos de piedras en
lugar de perlas.
El aspecto pues que presenta Justiniano es el de una emperador del Bajo
Imperio Romo enriquecido por bordados y joyas orientalizantes. No obstante
a su posición central y dominante, a su mirada altiva y a la suntuosa riqueza
que lo adorna, que caracterizan el poder material, hay que añadir otro símbolo
de carácter divino que aparece sobre su cabeza, el halo dorado. Tendríamos
que pensar si este halo aparecía ya en los emperadores desde la divinización de
Augusto, es decir, durante todo el Imperio, pero no parece ser así al menos en
la grna escultura romana. En el Bajo Imperio sí aparece, al menos en algunos
casos como en el de la bandeja de la Academia de la Historia en la que
Teodosio aparece claramente con el halo. Podría pues pensarse que la
divinización de los emperadores romanos paganos se trasmitió a los
emperadores cristianos, si no ya como dioses, sí como representantes de la
divinidad en la tierra, y quizá por ello el halo o aureola se les puso como a las
personas divinas y a los santos. Esta costumbre estuvo totalmente arraigada en
los basileos bizantinos que aparecieron siempre retratados con halo tras su
cabeza coronada.
En cuanto a los objetos que aparecen en las manos de los personajes están
relacionados con el carácter sacro de la escena en cuyo significado están de
acuerdo casi todos los investigadores, aunque algunos disientan como Toesca.
A la escena se le pueden dar dos interpretaciones correspondientes a dos
momentos de la celebración de la misa. Una puede ser el momento en que
Justiniano y Teodora acompañados de los principales personajes de la corte se
dirigen hacia el altar para celebrar el Santo Sacrificio y por ello portan entre
todos los elementos fundamentales para ello. Otra interpretación, que ha sido
la más común, es que los reyes se hallan en el momento del ofertorio en el que
se acercan al altar con el pan y el vino sin consagrar. Nosotros personalmente
pensamos que la primera interpretación es la más adecuada.
Los objetos que aparecen en manos de los sacerdotes y de Justiniano no
solamente son el testimonio de la escena que se representa sino que a su vez
nos muestran la tipología de estos objetos sacros en esta primera mitad del
siglo VI, y hasta qué punto han perdurado hasta nuestros días. La cruz que
lleva el arzobispo es una cruz de altar indispensable para la celebración de la
Misa, y su forma se corresponde con los modelos latinos y no griegos, ya que
su brazo vertical es bastante más largo que el horizontal. No lleva crucificado
y es evidentemente un objeto precioso de oro y esmeraldas.
El libro, llevado también por un clérigo, muestra unas pastas decoradas con
piedras preciosas y perlas y naturalmente es el misal, cuyos textos se leían
durante las misas. El enriquecimiento de sus cubiertas responde a la
importancia que los libros sagrados tuvieron durante el Medievo, tanto en
Oriente como en Occidente pero quizá más en Oriente, pues todavía hoy día en
las celebraciones religiosas de la iglesia ortodoxa el misal o libro empleado
durante el culto juega un importante papel en el ceremonial, especialmente en
la primera parte de la misa. Durante ella el libro es paseado, ensalzado y
mostrado a los fieles con toda la pompa ceremonial en su traslado desde el
altar al púlpito donde se realiza la lectura. A este concepto debe corresponder
la multitud de evangeliarios ricamente decorados con marfiles, esmaltes y
piedras, y realizados en plata u oro que se consevan de la Alta Edad Media
europea. Muy probablemente estos siguieron modelos bizantinos como este
representado en Ravena.
El incensario es un modelo sencillo pues consta de un recipiente cilíndrico
sin tapa apoyado en tres patas y suspendido por tres cadenas, y por su color
grisáceo parece ser de plata. El rojo vivo del interior mezclado con el gris
representa el color de las brasas y las cenizas. Algún ejemplar parecido se
conserva en el Museo de Estambul (fig. 5 ) aunque más complejo pues lleva
relieves de la infancia de Cristo e inscripciones alusivas a ella. La fecha es
también el siglo VI.
Muy interesante y sugerente es el gran recipiente que sostiene Justiniano,
muy abierto, sin pie y seguramente de oro por su color amarillo que, a nuestro
entender, hace las funciones de lo que hoy día llamamos copón, es decir el
recipiente dedicado a contener y repartir la comunión del pan. No obstante lo
que en realidad representa es unapatena que era lo que entonces se utilizaba
para dar la comunión. Las patenas bizantinas conservadas son numerosas y se
hallan realizadas en plata o plata dorada y nielada con oro, y las poseen los
museos especializados mencionados anteriormente, siendo el de Dumbarton
Oaks, cl de Nueva York y el de Baltimore los que poseen los ejemplares más
interesantes. Todas ellas son de gran diámetro entre unos 30 y 60 cm.
aproximadamente y llevan en su interior símbolos, escenas o inscripciones
alusivas a la Eucaristía, su diferencia con la de Justiniano estriba en la
profundidad de esta última. Hoy dia en la Iglesia Ortodoxa sigue todavía
repartiéndose el pan es este tipo de recipiente.
Evidentemente estas patenas hacían el oficio del copón actual y no eran un
pequeño plato como el objeto que conocemos hoy con ese nombre en el culto
M" J Sranz Erytheia 11-12 (1990-91)
cristiano, y que sirve para tapar el cáliz. El copón como tal tipología no
aparecerá en el culto cristiano hasta bien entrada la Baja Edad Media.
osaico de Teodora
La emperatriz se nos muestra en un espacio más real, en una escena en la
que además de los personajes que la acompañan aparecen multitud de objetos,
ubicándose todo en unos interiores arquitectónicos y decorativos. Todos estos
elementos tienen entre sí mayor conexión que la escena de Justiniano, y por
eso y por otras apreciaciones estilíticas se ha pensado que, aun siendo ambas
obras de artistas bizantinos, sus autores no serían la misma persona.10
Teodora está rodeada de siete mujeres y dos hombres (fig. 6), y todos se
hallan en un interior muy rico en objetos y colores. Entres estos últimos
predomina el verde que es el color del suelo y de parte de las paredes. El
fondo arquitectónico que aparece tras las figuras es muy variado, coincidiendo
con la figura de la emperatriz una especie de exedra cubierta con una venera,
que se apoya en gruesas columnas dóricas y adorna sus impostas con
medallones circulares. A ambos lados de la escena aparecen aberturas, la del
lado izquierdo del espectador es una autentica puerta con su bastidor que se
cubre por una historiada cortina recogida, sostenida por un ostiario, que deja
ver en su interior un oscuro espacio. El lado derecho muestra una abertura
convencional de fondo dorado y sin ninguna produndidad, donde sólo una
cortina listada recogida marca la separación con el espacio principal. Del
interior van saliendo las damas que se acercan a la reina.
A la izquierda de la escena y delante de la puerta de fondo oscuro hay una
fuente en forma de copa, sostenida por un pilar corintio, de la que mana un
surtidor probablemente símbolo de Cristo, fuente de la vida. Como vemos,
un ambiente reconocible se nos presenta, seguramente una iglesia en la parte
del ábside con dos puertas laterales por las que salían y entraban los
celebrantes. En el lugar en el que se coloca el espectador, es decir, frente a la
escena, estaria seguramente el altar, separado de la cabecera como era habitual
en las antiguas iglesias cristianas, recordemos Santa Irene de Constantinopla,
entre otras muchas, con su graderío en el ábside para la ubicación del clero.
Del grupo que acompaña a la emperatriz, los jóvenes van vestidos como los
cortesanos del rey, aunque en estos es perfectamente visible la túnica corta
bajo el manto, sujeta con cinturón y con bordados en el hombro. Uno de
ellos, el ostiario, lleva solo bordado en el hombro, en los colores rojo y azul,
mientras que el otro más cercano a Teodora, quizá su hijo, lleva bordados en
el hombro y en el borde de la túnica, con los mismo colores -blanco y
negro- y los mismos dibujos geométricos que supuesto Belisario. Ambos
llevan clámide, uno dorada y otro blanca, sujetas con fíbula alargada, y pieza
rectangular oscura en el lado derecho, como el emperador y sus cortesanos.
Su postura es también la misma de la de los acompañantes del emperador,
10 TOESCA,
P. Op. cit., p. 27.
M". Sanz Erytheia 11-12 (1990-91)
l1Ibldem
l2Ibzdem
l1Handbook of the Byzantzne Collectzon of the Dubarton O a k ~Museum, Washington
1967, p. 48, nV67.
M". Sanz Erytheia 11-12 (1990-91)
l 4 Zbidem., n" 211, 231 y 259, y HIGGINS,R. Greek and Rornan Jewellery, Los
Angeles 1980, fig.s 21E, 24 D y E, 25 C.
M", Sunz Erytheia 11-12 (1990-91)
Según Runciman los paneles debieron ser hechos por artistas bizantinos y
su intencionalidad fundamental era la presencia del emperador con todo su
boato, de manera que impresionara profundamente a los súbditos de la lejana
provincia de Ravena,20 ya que ellos -Justiano y Teodora- nunca pisaron la
ciudad italiana. Gracias a este colonialismo de Bizancio en Italia nos ha
quedado una de las mejores muestras de mosaico de todos los tiempos, no
sólo por la crónica social que hacen, sino también y principalmente por el
testimonio artísitico y documental que de las artes en general y de las artes
suntuarias, en particular de la primera mitad del siglo VI, presentan.
20 RIJNCIMAN,
S. Ob. cit., p. cit.
190
Fig. 2. Detalle de la figura anterior. Los jóvenes guerreros.
Fig. 3. Collar masculino de izancio. oro v nielo,, s i d o VI
u
Fig. 8. Collar helenístico de oro, del sur de Italia, ca. 380 a.c. Museo
Británico.
M". Sanz Erytheia 11-12 (1990-91)
Fig. 14. Revés de la cruz de Justino 11, 570. Tesoro de San Pedro del
Vaticano.
204
M". Sanz Erytheia 11-12 (1990-91)
M". Sanz Erytheia 11-12 (1990-91)
Fig. 17. Cáliz de Antioquía, plata dorada, primera mitad del s. VI. Museo
Metroplitano de Nueva York.