Informe de Cultura Kevin

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Nombre: Kevin Ríos Ospina

Fecha: 19 de agosto de 2021

INFORME DE LECTURA

Referencia: “El compromiso con la teoría” pp. 39-60 en Bhabha, K. Homi. (2002). El lugar de la
cultura. Manantial.

El pensador indio Homi K. Bhabha, uno de los grandes referentes de los Postcolonial Studies, es
conocido porque en sus obras, haciendo uso de las filosofías de Derrida, Lacan y Foucault, consigue
superar los binarismos con los que tradicionalmente los teóricos han venido trabajando sobre los
conflictos culturales.

En El compromiso con la teoría, Bhabha (2002) desprende una serie de críticas acerca del sentido
con el que se ha pensado la teoría: si se reduce a la inversión de categorías binarias como
opresor/oprimido, centro/periferia; si es acaso un mero ejercicio de élites privilegiadas cuyo archivo
de estudio es el mero Occidente imperialista y neocolonial, en otros términos, “¿el lenguaje de la
teoría es sólo otra treta de la élite occidental culturalmente privilegiada para producir un discurso del
Otro que refuerce su propia ecuación poder-conocimiento?” (Bhabha, 2002, p. 41).

La discusión gira en torno a la relación teoría/política. En primer lugar, Bhabha parte del
reconocimiento de que son como el anverso y reverso de una hoja de papel, ambas son formas de
discurso, ambas son una forma de relación, antes que de una división. La escritura y la textualidad,
su metaforicidad y retórica producen, ponen a disposición objetivos para la acción, pero no al modo
de expresión verbal, sintomática o mimética, de segundo orden. De este modo, la acción política, la
historia en términos de acontecimientos políticos no está escindida de la historia de sus formas de
escritura (Bhabha 43). Una consecuencia de lo anterior es que el proceso textual se configura como
el espacio de escritura de la ambivalencia y la emergencia de diferentes y nuevas proposiciones. No
es el lugar de la verdad de uno de los polos de ningún antagonismo, sino de los sentidos producidos y
negociados, emergentes y traducidos en un acto de enfrentamiento. No es expresión de una facticidad
de la contradicción leída dialécticamente que encarna una concepción teleológica de la historia como
escenario de fondo, sino es aquella que supera, desarticula los campos de la oposición (entre sujeto y
objeto, entre teoría y razón práctico-política, por ej.) y abre un espacio de traducción e hibridez que
puede “regular la estructura diferencial del momento de la intervención” (Bhabha 45). Las nociones
de “negociación” y “traducción” muestran una iteración y diferenciación de apertura en las que no
hay algo dado (un referente –nación, pueblo, comunidad, clase, sexualidad– o sentido primordial)
que indique el camino correcto o de la verdad, bajo una representación unitaria de la praxis (Bhabha
47). Entonces, cada posición es un proceso de vigilancia conceptual, de traducción y negociación con
efectos heterogéneos y desplazamiento de fronteras en las representaciones de grupos y lugares de
enunciación, y esto en relaciones agonales de poder. Para Bhabha, en esta emergencia se produce el
“momento híbrido” del cambio político como posibilidad. Se aleja cualquier discusión que vincule la
producción de la teoría con metanarrativas, o generalidades o discursos disyuntivos que sostengan
alguna relación binaria o secuencial con la política (Bhabha 51). Es interesante cómo Bhabha señala
la dificultad de pensar de modo abstracto, binario o dialéctico la relación teoría-práctica. En esta
línea, la operación del conocimiento teórico podría, aun considerándose abierto a la diferencia
cultural, forcluir al Otro (ubicándolo, citándolo, despojándolo de la posibilidad de significar, de
desear, de intervenir, volviéndolo “cuerpo dócil de la diferencia” (Foucault 2002). Este es un rasgo
“occidental” del modo de hacer teoría crítica. Ahora bien, ¿cómo serían posibles otras formas, otros
territorios de traducción? Bhabha propone una distinción importante: la de diversidad cultural y
diferencia cultural. La primera supone una perspectiva comparativa y relativista elaborada en el
desarrollo disciplinar de etnologías y antropologías estructuralistas que, por ejemplo, objetivan la
cultura y dejan incólume “la retórica radical de la separación de culturas totalizadas” (Bhabha 55) y
los sistemas estables de referencia. Por su parte, la diferencia cultural se hace cargo del límite de la
cultura como un “problema de enunciación”, de la cuestión de la autoridad para nombrar. Entonces
propone un proceso de traducción que abre un tiempo móvil (en contraposición al tiempo
teleológico, progresivo o místico fundacional) y un espacio heterogéneo (otro lugar político y
cultural que discute, desplaza, hiere, disloca, autoriza otras significaciones). Es el cronotopo de la
negociación

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