DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESPAÑOL. Oralidad, Lectura y Escritura en Las Transformaciones de La Lengua, La Cultura y Los Sujetos.
DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESPAÑOL. Oralidad, Lectura y Escritura en Las Transformaciones de La Lengua, La Cultura y Los Sujetos.
DESARROLLO HISTÓRICO DEL ESPAÑOL. Oralidad, Lectura y Escritura en Las Transformaciones de La Lengua, La Cultura y Los Sujetos.
Lingua
Nostra
Conocimiento y
Desarrollo histórico
posibilidades
del español
2
del español
Oralidad, lectura y escritura en las
transformaciones de la lengua,
la cultura y los sujetos
Juan Eliseo Montoya Marín
ollo histórico
español
tura y escritura en las
ciones de la lengua,
ura y los sujetos
eo Montoya Marín Juan Eliseo Montoya Marín, Ph.D.
El Doctor Juan Eliseo Montoya Marín es
Licenciado en Filosofía y Letras y Psicólogo,
con formación en maestría y doctorado en
Teología. Actualmente se desempeña como
profesor de Español y Literatura en la Institu-
ción Educativa José Miguel de Restrepo y
Puerta del municipio de Copacabana, Antio-
quia; docente investigador y coordinador de
la línea “Oralidad, lectura y escritura” del
grupo de Investigación Lengua y Cultura de
la Escuela de Educación y Pedagogía de la
Universidad Pontificia Bolivariana de Mede-
llín, y profesor en programas profesionales,
de maestría y de doctorado en varias univer-
sidades. Es autor y coautor de diversos
artículos y libros publicados en revistas y
editoriales nacionales y extranjeras.
Con la colaboración de
Lic. Manuela Echeverri González
Prólogo
Guillermo de Jesús Echeverri Jiménez
370.14
M798
Dirección Editorial:
Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, 2021
Correo electrónico: [email protected]
www.upb.edu.co
Telefax: (57)(4) 354 4565
A.A. 56006 - Medellín - Colombia
Radicado: 2034-21-10-20
Prohibida la reproducción total o parcial, en cualquier medio o para cualquier propósito, sin la autorización escrita de
la Editorial Universidad Pontificia Bolivariana.
A María Trinidad, mi madre,
quien me trajo al mundo y me enseñó a hablar y a rezar.
A María Stella, mi hermana,
quien me enseñó a leer y a escribir.
Este texto forma un manojo con el capítulo de libro del Congreso de Intercultu-
ralidad, evento internacional realizado en la UPB Medellín en octubre de 2019. El
capítulo “Oralidad, lectura y escritura: la interacción y la intención comunicativas
en el contexto de la multiculturalidad”, realizado en coautoría entre los profe-
sores Juan Eliseo Montoya Marín (Grupo L y C) y Juan Fernando García Castro
(Grupo Epimeleia), ambos integrantes del proyecto MOLE, deja entrever otra
arista importante y potente de los estudios de la oralidad. (Montoya & García,
2019. https://repository.upb.edu.co/bitstream/handle/20.500.11912/5747/III%20
congreso%20interculturalidad.pdf?sequence=1&isAllowed=y). Asimismo,
componen este ramillete el artículo “Oralidad: fundamento de la didáctica y la
evaluación del lenguaje”, que vio la luz en el volumen 22, número 3, de la revista
Educación y Educadores (http://bit.ly/MC-Educ-22-3) en el último trimestre de
2019, el cual fue realizado en coautoría por los profesores Juan E. Montoya M.,
Juan F. García C. y Richard Alonso Uribe Hincapié, este último también miembro
del Grupo de Investigación Lengua y Cultura.
El tema de este volumen, es decir, tanto el desarrollo histórico del español como
la tríada oralidad, lectura y escritura, aparentemente manido y ampliamente
estudiado, se asume en esta publicación desde una perspectiva sociolingüística
y crítica, lo cual le otorga a la publicación un valor adicional. Además, por ser
resultado de investigación, se puede notar allí el rigor y la sistematicidad de un
estudio serio y con un propósito formativo claro. Para la Escuela de Educación
y Pedagogía representa un aporte importante en su propósito formativo y un
recurso que viene a fortalecer la perspectiva teórica, tanto del grupo L y C como
de la Licenciatura en Español e Inglés.
9
Contenido
Introducción: El español: una lengua histórica....................................................... 13
Referencias............................................................................................................................... 16
11
3.5. Los niveles de lengua y el desarrollo del español:
relaciones y tensiones entre oralidad, lectura y escritura....................... 180
Referencias.............................................................................................................................189
3.6. El papel de la literatura en la configuración y el desarrollo del español..... 190
Referencias.............................................................................................................................196
TALLERES................................................................................................................. 201
12
Introducción
El español: una lengua histórica
No obstante, como estamos frente a una lengua que es común a varias co-
munidades humanas, estas pueden tener diversos referentes culturales cuya
expresión es necesaria, lo cual hace que de una comunidad a otra haya sufi-
cientes variables para distinguir cada tradición cultural, literaria y lingüística,
pero no tantas como para que cada una constituya una lengua diferente. Esta
es la razón por la cual el mismo Coseriu dice que una lengua no es un sistema
homogéneo sino un diasistema, un sistema más o menos complejo de dia-
lectos, niveles y estilos, es decir, con diferencias internas de tipo diastrático,
diafásico y diatópico.
De acuerdo con ello, y dado que el presente volumen tiene un interés adicional
14 tanto en la oralidad como en la escritura de la lengua, la asunción de la lengua
Introducción
Todas las lenguas nacen siendo orales. Una lengua sin hablantes es una lengua
“muerta” porque no se transforma, y esa transformación, que implica el creci-
miento del léxico y la adaptación permanente al tiempo, a las circunstancias y a
los sujetos, es la que constituye su vitalidad. Podría decirse que la oralidad es la
infancia de una lengua escrita, ámbito en el que recoge y se alimenta del sentido
cultural más profundo y la base para la construcción social y la generación de
identidad; luego, cuando viene el período de la escritura, es cuando se inscribe
la comunidad en unas tareas distintas: el registro de la ciencia; el interés por la
transmisión de conocimiento más allá de la historia presente; la generación de
memoria colectiva para futuras generaciones; el afianzamiento como civilización;
el reconocimiento de la necesidad de una plataforma material y una impronta
para almacenar un cúmulo de información que ha superado lo regularmente
susceptible de ser almacenado en el cerebro, y las reflexiones intelectuales filo-
sóficas, matemáticas y teológicas que van más allá de lo tangible y cotidiano y
se pierden en elucubraciones con las que se intenta responder a las preguntas
más fundamentales de la vida, que sólo aparecen en el marco del ocio y de la
intuición creativa. Pero, las lenguas que permanecen solo en la oralidad o cuyos
hablantes encuentran otras formas de registro no son menos importantes que
las de registro escrito, sino que, como lenguas vivas, encuentran en la oralidad su
forma más plena de realización y ofrecen a los sujetos todo cuanto requieren para
la construcción de su identidad y su vida social y les exige unas competencias
diferentes a las que debe adquirir el sujeto que "lee" textos "escritos".
Oralidad, lectura y escritura, son, pues, una trilogía que estará presente en el
corazón de este volumen, producto de una investigación al respecto y que,
aunque ante un ojo desprevenido podría parecer simplemente un bosquejo
histórico, es también un ejercicio crítico de reconocimiento de aspectos sociales
y culturales de la lengua como componentes ineludibles en su configuración
15
Desarrollo histórico del español
Referencias
Corominas y Pascual (1984). Diccionario crítico etimológico castellano e hispá-
nico. Vol. 3. Madrid, Gredos.
16
1. Antecedentes
lingüísticos
y literarios
Este primer capítulo de la obra contiene referentes históricamente reconocidos
como aportadores a la lengua española. Se muestran, además, otros influjos
menos recurrentes, todos ellos, los más y los menos reconocidos, como
productos culturales de migraciones humanas por tierra, por mar y por ríos; y
productos emocionales y cognitivos de sujetos que dejaron su lugar de naci-
miento para ir a otros lugares con costumbres, conocimientos y modos de vida
diferentes, con la disposición para aprender y para dejar también allí su huella.
Aunque actualmente el desplazamiento de la lengua puede acontecer sin los
viajeros humanos, a través de las redes sociales y de la interconectividad sobre
plataformas de escritura, antiguamente, en la configuración de las lenguas, no
podía separarse la lengua del hablante, por lo que las costumbres, modos de
vida y cosmovisión siempre iban incluidas en el discurso. De hecho, una lengua
no podía ser aprendida o mezclada con otra o puesta en uso más que por la
oralidad, donde se acendraba su potencia, su volumen, su entonación, su ritmo
y, en general, su poder, que representaba también la carta de presentación
del hablante. Es decir, no se construía un imaginario sobre la lengua a partir
del hablante, sino que se construía también –y primera y principalmente– un
imaginario del hablante por la lengua que habitaba y lo habitaba. La lengua era,
pues, la envoltura, la forma y la enjundia del hablante.
El viaje nos lleva también a los romanos, de la mano del derecho y del arte de
la guerra que, así como para los chinos, los persas, los asirios y los babilonios,
fue motor de su progreso. Los latinos agregaron su interés por el derecho y
la política a esta ecuación, creando, mediante la lengua oficial de la República
y el Imperio, luego de haberse constituido el latín como lengua común por
encima de las muchas lenguas nativas de la península itálica, y, posteriormen-
te, por encima de las innumerables lenguas autóctonas de todos los lugares
conquistados, una civilización que marcó definitivamente la historia del mundo,
tanto así que nace la noción de oriente y occidente como una división aparen-
temente imposible en un mundo finito pero ilimitado, aunque hoy es aceptada
y utilizada sin reflexión alguna, inclusive para determinar, solo con su mención,
características culturales y encarnando valoraciones sociales de exclusión o
prestigio, de servilismo o poder (con la excepción de la República Oriental del
Uruguay que en su propio nombre toma como punto de referencia el Río de la
Plata y no el criterio europeo).
permita construir la identidad, echar raíces y crear una realidad mejor, por lo
menos para los intereses propios. La lengua española es heredera y testigo
de estas travesías que, en el caso de estos dos pueblos, sigue siendo hoy una
travesía por el desierto en pos de una tierra que mana leche y miel, pero que
pareciera no derramar más que sangre y petróleo. Las reflexiones sociales,
culturales, económicas y políticas que permiten hacer la relación entre estas
lenguas y las demás, y entre ellas mismas, nos ponen en consonancia con la
realidad actual de los pueblos americanos dentro del continente y sus relacio-
nes internacionales.
Son abundantes las palabras en español provenientes del sánscrito. Entre ellas
están las siguientes:
Dharma धरम, ् chacra चकर, ् gurú ग)ु, karma कारम, ् mantra म+,, esvástica -वि-तक,
relacionadas directamente con la religión. Pero también encontramos: Industán,
indio, hinduismo, Irán, naranja, ario, Brahmán, Cebú-brahmán, Mahatma, marajá,
yoga, prana/purana, rajá, avatar, raga, devanagari, ajedrez, sánscrito, nirvana,
alcanfor, alfeñique, añil, jengibre, apsara, lapislázuli, atutía, lila, azándar, azul,
22 camelar, cande, nardo, carmesí, cate, cauri, pagoda, chacal, corindón, laca,
Antecedentes lingüísticos y literarios
limón, mandarín, mandarina, naja, narguile, nenúfar, ópalo, rubia, toronja, yambo,
asana, mandala, indoiranio, China, entre otras. Sol Arguello (2012), además de
resaltar la correlación lengua-cultura indias, hace notar que el nombre mismo
de la India llegó a nosotros a través del griego indoi, voz proveniente del sáns-
crito sapta sindhu, siete ríos, utilizada por primera vez por Hecateo de Mileto
alrededor de 500 a. C. (Arguello, 2012, p.40).
Referencias
Arguello, Sol (2012). Del sánscrito al español. Préstamos remotos y adecua-
ciones. En: Revista Káñina, vol. XXXVI, págs. 39-44, Universidad de Costa
Rica, San José, Costa Rica.
La lengua griega hunde sus raíces en tradiciones muy antiguas y remotas. Las
civilizaciones minoica y micénica plantaron las bases para la lengua que ha
llegado hasta nosotros hoy. Lineal A y Lineal B; griego ático, jónico, dórico y
eólico; griego koiné… Homero y Hesíodo, helenización, filosofía, democracia,
retórica, teatro, contacto con el latín… Música, arquitectura, milicia, pedagogía,
escultura, medicina… Imperio romano occidental, juegos olímpicos, piedra
roseta, nuevos poetas griegos… Todo ello constituye un pequeño atisbo de
esa historia que es cercana, aunque parece ajena. Es extensa, es cierto, pero
se puede acceder a ella mediante el estudio de la propia lengua, el español.
La filología permite identificar la época y condiciones de la procedencia de al-
gunas palabras, inclusive, saber si ha pasado por otras lenguas antes de llegar
a la nuestra, pues las palabras de origen griego que hay en el español no han
llegado todas en una misma época ni de la misma manera ni de un mismo
dialecto antiguo; inclusive la pronunciación actual podría no corresponder con
la pronunciación de antaño.
Así, pues, la lengua griega no sólo no ha muerto, sino que se considera una
lengua moderna, de carácter flexivo, con los cambios propios de muchos años
de desarrollo, lo cual la enriquece profundamente. Además, por haber sido la
lengua, hija del indoeuropeo, propia de un territorio diverso en el cual convivió
con muchas otras lenguas nativas y, posteriormente, con otras lenguas también
colonizadoras, alguna de ellas hermanas suyas hijas del indoeuropeo, está
presente en voces y estructura de las lenguas romances y, en general, en pala-
bras técnicas de las diversas ciencias, las artes, las profesiones, la topografía,
la religión, etc., áreas en las cuales los aportes griegos son innegables, aun
cuando algunos de ellos hayan estado presentes también en algunos países de
Asia, de los cuales no tuvimos la fortuna de recibirlos directamente. En este
sentido, estudiar la influencia del griego en el español exige revisar la transición
por la lengua latina y, por consiguiente, el contacto entre griego y latín, pues el
griego ya no era tan común en Europa durante la Edad Media cuando nace el
24 español, lo que hace que la influencia directa sea mucho menor que la vicaria,
Antecedentes lingüísticos y literarios
La familiarización entre los romanos y los griegos fue, en algunos aspectos, una
relación desigual. Lapesa (1981, p. 59) considera que la civilización griega era
considerablemente superior a la romana. Esto nos lleva a pensar que quizás la
estructura de la lengua, uno de los elementos más arraigados de la cultura y al
cual los griegos le dedicaron sendos estudios, no podía simplemente desapa-
recer en el intercambio cultural con los latinos.
La lengua griega está compuesta por 24 letras, como sigue (Goñi, 1970, p. 15):
25
Desarrollo histórico del español
Los nombres de las letras en griego serían así (Díaz, 2014, p. 15):
Los sonidos vocálicos son cinco, como en español, pero existen dos grafías
para la “e”, dos para la “i” y dos para la “o”. La “u” del español constituye un
26 diptongo en griego (ou).
Antecedentes lingüísticos y literarios
Además del sistema de letras, cuenta con tres acentos y dos espíritus, que mar-
can definitivamente la morfología y la fonética de la lengua (Díaz, 2014, p. 19):
27
Desarrollo histórico del español
• Sustantivo (del latín sub-stare) expresa el nombre de todo aquello que existe,
proviene del griego o,noma: nombre (en griego moderno ousiastiko,);
• Adjetivo (del latín: adjectivus: ad [raíz del indoeuropeo: cerca de] + iacere [verbo:
lanzar, asociado a la raíz ye/ve que significa hacer, lanzar, arrojar o llevar] + ivus
[sufijo para indicar algo que es relativo a lo que le procede]) expresa una cualidad o
calidad del nombre, literalmente, “que se añade/hacer que una cosa vaya a cierta parte”,
poner algo junto a cierta cosa, proviene del griego kalh,, que significa bello/a,
ligado a la poihtέj, que significa linaje, condición o estado de una cosa, así
como aditamento o vestuario (en griego moderno: epi,qeto en español [epíteto]);
• Verbo (del latín verbum) es un vocablo que reúne ciertas condiciones y posi-
bilidades de acción; la estructura que tiene el verbo en español refleja la del
latín y ésta la del griego (en griego clásico rh,twr: orador, y en moderno rh,ma:
rhema); si se rastrea más atrás, nos encontramos con otras raíces: del hitita
weriga (llamar, convocar); del sánscrito vrata- (orden); del indoeuropeo wer;
• Adverbio (ad-verbum: junto al verbo), en griego επίρρηµα;
• Preposición (pre-positionis: puesto antes de… [un sustantivo o pronombre, salvo
rarísimas excepciones]; en griego moderno moderno πρόθεση, de donde
viene también la voz española prótesis en cuanto pegado a: pro: antes +
qe,sij, de ti,qhmi, poner);
• Conjunción, del latín conjunctio,-onis: unión, vínculo, derivado de junctus: junto
a, (en griego moderno σε συνδυασµό o σύνδεση: en combinación con).
De acuerdo con Crisóstomo Eseverri (1945), hay tres maneras como se presenta
la morfología griega en el español: la desinencial, la sufijal y la compuesta, cada
28 una con sus respectivas subdivisiones y precisiones.
Antecedentes lingüísticos y literarios
Los sufijos acompañan a los verbos o a los sustantivos y, algunas veces, son
partículas que no tienen significado propio, sino que otorgan a la palabra resul-
tante el carácter de sustantivo, adjetivo o verbo. Así, por ejemplo, filantropía
(filanqrwpi,a) proviene de fi,loj avntrwpo y el sufijo –ia. Algunas veces los sufijos
son españoles y la raíz es griega; por ejemplo: poliantea, de polu,j a,nqoj y el
sufijo –ea. Los siguientes sufijos (grecolatinos) pueden ayudar a comprender
mejor estos dos casos:
1 Los casos son: nominativo, genitivo, dativo, ablativo, acusativo y vocativo. Cada uno
de ellos tiene una correspondencia en español, definida, básicamente, por el uso de
preposiciones. Por ejemplo: el nominativo correspoonde al la palabra sola (camino,
ternero, niño, alegría); el genitivo indica pertenencia o posesión (gato de… cuaderno
de…); el acusativo indica un complemento directo (que en algunos casos se forma con la
preposición “a”, como en miro a Julia, pero en la mayoría de los casos no lleva preposición
alguna, como en bebo agua o leo un libro); el vocativo se utiliza para indicar que se nombra
directamente a quien se habla (ven, hijo mío; óyeme, Petronila); el ablativo se utiliza para
los complementos circunstanciales (Para mi novio, en la calle, por mi cabeza…); el dativo
corresponde al complemento indirecto. 29
Desarrollo histórico del español
Con precomponente verbal, ante consonante, toma una vocal (e, i, o). Por
ejemplo: clept-o-manía (kle,y [kle,ptw]-mani,a); ante vocal, se conserva, como
en clepsidra (kle,y-u`,dra).
30
Antecedentes lingüísticos y literarios
• Si lleva acento agudo en la última sílaba, oxítona (avrch,). (Solo estas palabras
pueden llevar acento grave cuando la frase continúa, es decir, cuando no
es la última palabra de la frase).
• Si lleva acento agudo en la penúltima sílaba, paroxítona (selh,nh).
• Si lleva acento agudo en la antepenúltima sílaba, proparoxítona (te,reina).
• Si lleva acento circunflejo en la última sílaba, perispómena (kalw/j).
• Si lleva acento circunflejo en la penúltima sílaba, properispómena (sw/fron).
31
Desarrollo histórico del español
Todas las palabras griegas tienen acento ortográfico, mientras que en español
sólo algunas lo llevan. Esta diferencia se da porque el español también ha reci-
bido alguna influencia del latín en este sentido y, en dicha lengua no se marcan
los acentos y difícilmente se encuentra una palabra aguda. La combinación de
la prosodia de ambas lenguas ha dado como resultado la prosodia española.
Además, la acentuación en español obedece a unos criterios ligeramente más
complejos que los del griego, pues en español la etimología otorga el acento
y las características formales de la palabra determinan si se marca o no, mien-
tras en griego es la estructura formal de la palabra la que determina el lugar
que ocupa el acento y el tipo de acento que lleva. Por ejemplo, en español la
palabra “hora” lleva acento en la penúltima sílaba dado que proviene del griego
o`,ra pero no se le marca el acento (tilde) porque es grave (o llana) y termina en
vocal; y se escribe con hache porque el espíritu fuerte sobre la “o”, que se pro-
nuncia como {j}, en español no existe, entonces se encuentra su equivalente
más cercano en la hache.
Conviene aclarar que los derivados griegos regulan la acentuación en español por
la cantidad o extensión de la penúltima sílaba del mismo, lo cual es determinado
por el tipo de vocal (o diptongo) que la componga, así: si la penúltima sílaba de
la palabra griega es larga, en español será una palabra grave; si la penúltima
sílaba de la palabra griega es breve, en español será una palabra esdrújula; todo
esto con independencia de la acentuación griega. La prosodia clásica latina tiene
abundantes recurrencias importantes a este respecto, pues la herencia griega
no siempre llegó directamente al español, sino, como se ratifica a lo largo de
esta obra, algunas veces lo hizo a través del latín, teniendo en cuenta que el
32
Antecedentes lingüísticos y literarios
latín no utiliza acentos gráficos. El español, dado que heredó algunas de estas
normas, sólo marca el acento ortográfico en algunos casos y en otros no, a
diferencia del griego, lengua en la cual todas las palabras llevan acento gráfico.
En los párrafos siguientes se explica con mayor claridad y detalle este asunto.
Así, pues, como lo sintetiza Eseverri (1945, p. 12) de manera clara, “Si la penúl-
tima sílaba del vocablo griego del que procede el derivado está constituida por
vocal larga o diptongo, el derivado castellano es vocablo grave; v. gr., problema,
de pro,blhma; disnea, de du,spnoia; y si la penúltima sílaba está constituida por
vocal breve, el acento no recaerá sobre esa sílaba breve, sino sobre la anterior;
v. gr., evpigrafh,, epígrafe; evkklhsi,a, iglesia.”
El fonema oclusivo velar aspirado griego /c/ fue representado en latín con el
dígrafo {ch}, pues esta lengua no tenía (ni tuvo) aquel sonido, cercano a la jota
{j} del español. Así las cosas, voces como monarci,a fue transliterada monar-
chia, con pronunciación oclusiva velar aspirada, procedimiento asumido por el
latín literario a partir del s. II a. C.. El común del pueblo no conocía el intríngulis
lingüístico (tampoco hoy), por lo que, al pasar al español (Bergua Cavero, 2004,
p. 24), las palabras latinas de origen griego que tenían esta {ch} perdieron la
{h} y el sonido de la {c} fue el de su correspondiente {k}. Así, por ejemplo, del
griego mo,nacoj provino la voz latina monachalis, y pasó al español como “monje”,
siendo la jota del español apropiada para representar el sonido original griego
/ji/, pero se conserva también “monacal”, forma latina resultante de perder la
{h} y conservar la “c” con sonido /k/. A pesar de que la jota {j} llega al español
34 en el siglo XVI, se siguió utilizando el dígrafo {ch} hasta comienzos del siglo
Antecedentes lingüísticos y literarios
Ahora bien, aunque es claro que el griego fue una lengua ampliamente difun-
dida, tanto en su escritura como en la oralidad, pues, principalmente a partir
del siglo IV a. C. hubo un interés político porque todos aprendieran a escribir y
leer, tanto los nacionales como los extranjeros o conquistados, no ocurrió así
con el latín, que era principalmente oral y su interés expansionista estaba más
ligado a la economía que a la cultura; inclusive el desarrollo del Derecho tuvo
su afincamiento en la lengua oral más que en la escrita, y su ejercicio se dio a
través de la oratoria en la plaza pública, a diferencia de la retórica griega que
aplicaba para la lengua oral y escrita. Esto conllevó a que algunas –muy pocas-
de las voces que llegaron a las lenguas románicas, y, concretamente, al espa-
ñol, provinieran de hablantes cultos (que sabían también leer), principalmente
habitantes de los círculos del poder en Roma, y otras –la mayoría- de hablantes
iletrados o vulgares (que no sabían leer; de vulgo: pueblo), que constituían la
mayor parte de los habitantes del territorio (principalmente durante el Imperio).
No es extraño, pues, que, a pesar de haber sido subsumidos por Roma, los
griegos mantuvieran una historia paralela y distinta. En algunos casos llegó al
español una palabra vulgar y también su correspondiente culta (llegada del griego
al latín) para nombrar una misma porción de realidad: dentista y odontólogo;
retórica y oratoria; personificación y prosopografía. En estos casos emerge la
pronunciación de la forma oral del vulgo romano simultáneamente con una
pronunciación literal de la forma escrita proveniente del griego. Esto afectó
directamente el léxico y la ortografía.
• Las palabras provenientes del griego que se escriben con {b} tienen origi-
nalmente {b} en griego. V. gr., bárbaro (ba,rbaroj). Las que se escriben con
{v} provienen de otras lenguas, se escribían originalmente en griego con
{f} o asumieron esta letra de la /v/ latina en algún momento de la historia,
cuya pronunciación era /u/. 35
Desarrollo histórico del español
• La o-mega {w} puede pasar al español como /o/ o como /e/ (v. gr., w,dh:
oodee: oda; komwdi,a: komoodía: comedia). Esto ocurre casi exclusivamente
cuando en griego la {w} lleva iota subscrita.
• Aunque hay dos ees en griego (e y h), en español siempre equivalen a una
“e”. No obstante, debido a un fenómeno antiguo popular, que persiste en
el griego moderno, llamado itacismo, iotacismo o yotacismo, muchas de
las locuciones en las cuales aparecían la {h} y la {e} en la escritura, se
pronunciaban indistintamente como /i/, igual que la {i} y la {u}, de lo cual
devienen voces como paraklh,toj: paráclito.
• La {o} se convierte a veces en el diptongo /ue/ después de pasar por el latín,
o permanece en /o/ en algunas variantes (scolh,: skolée/sjolée: escuela/
escolar; cordh,: kordée/jordée: cuerda/cordura/encordar). Un fenómeno
este de doble formación vocálica en una misma raíz es común en español,
cuya explicación lingüística es a veces huidiza o ausente.
• La dseta {z} puede tomar forma de {z} o de {c} en español, según le sigan las
vocales {a}, {o}, {u}, en el primer caso, y {e}, {i}, en el segundo; así: zwo,n:
dsooón: zoología, para el primero; ze,firoj: dséfiros: céfiro, para el segundo.
• La kappa {k} pasa por el latín y a veces se convierte en {g} en ciertas
combinaciones, conservando las dos posibilidades: como {k} y como {g}.
Ejemplo de ello son kru,pth: kryptee: gruta/cripta; y ekklhsi,a: ekkleesía:
iglesia/eclesia.
• La consonante xi {x}, con doble sonido en español (ks, como en taxi, o gs,
como en léxico), puede pasar al español como {x} o como {j}. Como {x}
en voces como xenofobia (pronunciado /ksenofobia/, del gr. Xe,noj fo,boj);
como {j} en voces como paradoja (del gr. Para, do,xon).
• La ji {c} asumió en latín la forma de {ch} pronunciada como un sonido
aspirado intermedio entre la {j} y la {k}. Ante /a/, /o/, /u/ y consonante
pasa al español como {c} con valor de /k/ (v. gr., ca,oj: cháos: caos; crw/ma:
chroma: cromo). Ante {e} e {i}, como {q(u)}, con igual valor de /k/ o como
{c} con valor de /s/ (v. gr., kathce,w: kateekéo: catecheo, catequesis, pero
también puede dar catecismo, de kathcismo,j katechismós: de donde viene
también sci,sma: skisma: cisma, pero también quedó de esta misma raíz
la palabra chisme, (división) producto de la transliteración latina medieval
{ch}, pero hubo quienes la pronunciaron en español tal como aparecía
en la escritura latina, es decir, con el sonido ch /∫/ y no con el sonido /k/).
• La psi {y} pasa al español como el dígrafo {ps} y se conserva así en la
escritura. Poco a poco se ha ido modificando la norma para permitir la
pronunciación y la escritura de las voces que la contienen sin la {p}, de tal
suerte que quedan: (p)sicología, (p)siquiatría, metem(p)sicosis, (p)seudó-
37
nimo, gam(p)sodactilia, etc.
Desarrollo histórico del español
Por ejemplo, las palabras que se escriben en griego con {υ}, pasan por el latín
culto y llegan al español, se escriben con {y}; pero las palabras que original-
mente se escriben con {υ} en griego y llegan al español luego de pasar por el
latín vulgar, se escriben con {i}, salvo raras excepciones. Cosa similar ocurrió
con los fonemas {f}, {c} y {q} que se representaron como ph, ch, th en latín
medieval; aunque los letrados pronunciaban /f/, /c/, /q/, los iletrados conservaron
el sonido más áspero. Otro es el caso de la {u}, que cumple funciones vocálicas
(semivocal /i/) y consonánticas (fricativa o africada) en español, y se reconocen
con los nombres populares de “i-griega” {y} e “i-latina” {i}, precisamente por
el paso por el latín, donde se transformó principalmente en su escritura, pues
la pronunciación pasó de ser la griega (pronunciación simultánea de /i/ y /u/,
que actualmente se conoce como la “y francesa”, pues esta lengua conservó
la pronunciación clásica del griego) por la /i/ latina. Según Bergua Cavero (2004,
p. 27), la pronunciación como semivocal se restringió a la cópula “y” y a las
terminaciones en diptongo, como rey, buey, hay, hoy, muy. Se entiende que en
los otros casos corresponde al sonido consonántico.
Son dos los segmentos en los cuales se dividen los helenismos compuestos:
por su significado y por la relación de sus partes. Los primeros se conocen
como paratácticos o de yuxtaposición, los otros, hipotácticos o de subordina-
ción. En el primer caso, por ejemplo, la palabra pitecántropo o pitecantropo,
junta o yuxtapone dos voces: hombre y mono. En el segundo caso, donde un
elemento modifica el significado del otro, se conocen tres tipos: calificativo,
de régimen y atributivo. Los calificativos, como en el caso de eu-tanasia (buena
muerte o muerte dulce), uno de los componentes modifica el significado del
otro calificándolo o adjetivándolo; los de régimen, como en el caso de cardio-
patía (afección o padecimiento del corazón), están compuestos por una palabra
sustantiva que complementa otra, juntando los significados de ambas en un
solo elemento; los atributivos (Eseverri, 1945, p.12), regularmente adjetivos
que expresan una relación con un poseedor extrínseco, es decir, no explícito
en la palabra misma, como en los casos anteriores, v. gr., alsófilo (amante del
39
Desarrollo histórico del español
bosque), palabra que hace referencia a alguna forma de vida animal o vegetal
que tiene el bosque como hábitat.
Los conceptos generales sobre las actividades del espíritu, como idea, fantasía,
filosofía, música, poesía, matemáticas, provienen de voces griegas, en las cuales
se refleja, además, el profundo sentido de lo espiritual y de lo trascendental
que tenía aquella cultura extraordinaria. La mayoría de estas voces pasan tal
cual al latín y luego a las lenguas románicas, salvo pequeñas modificaciones.
40
Antecedentes lingüísticos y literarios
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Antecedentes lingüísticos y literarios
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Desarrollo histórico del español
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Desarrollo histórico del español
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Antecedentes lingüísticos y literarios
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Antecedentes lingüísticos y literarios
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Antecedentes lingüísticos y literarios
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Desarrollo histórico del español
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Desarrollo histórico del español
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Desarrollo histórico del español
Referencias
Bergua Cavero, Jorge (2004). Los helenismos del español. Madrid, Gredos.
376 p.
61
Desarrollo histórico del español
La primera guerra púnica, entre Roma y Cartago, alrededor del siglo IV a. C., fue
el primer acercamiento conquistador del Imperio sobre la ribera occidental de la
península ibérica. Esto se consolidó en 218 a. C. cuando se dio el desembarco
de los Escipiones en la costa de Ampurias (Emporion para ese tiempo), en el
marco de la segunda guerra púnica. A partir de este momento fue cerca de
dos siglos lo que duró el proceso de anexión de la Hispania al Imperio, lo cual
finalizó en época de Augusto, cerca del año 19 a. C., con el sometimiento de
los astures y los cántabros. Aunque la península fue considerada una provincia
romana desde 218 a. C., fue en 197 a. C. cuando se dividió en Citerior (primera/
superior/cercana) y Ulterior (lejana/posterior/adicional), como provincias diferen-
ciadas, y continuó un permanente enfrentamiento contra los pueblos aborígenes
que se resistían a la invasión romana, similar a lo que ocurrió en América con
las comunidades indígenas, que se resistieron ante la invasión cruenta de los
españoles, quienes reprodujeron en este territorio, con mayor vehemencia y
violencia, lo acontecido en Europa durante las mencionadas guerras púnicas.
Muchos de los invasores que colonizaron la península ibérica, por estar muy dis-
tante de Roma, fueron individuos de baja estima social: delincuentes, ladrones,
comerciantes sin estudios, militares y administradores públicos o designados
imperiales, quizás para alejarlos de Roma. Esto tuvo diversos efectos, por una
parte, se perfiló la idiosincrasia del territorio de una manera diferente a como
ocurrió en territorios más cercanos a la península itálica; por otra, la lengua que
llegó a estos confines era un habla popular y vulgar, sin referencia alguna con
la lengua escrita de los principales romanos; adicionalmente, hubo una afición 63
Desarrollo histórico del español
Como se ha señalado antes, las lenguas propias del territorio ibérico fueron
desapareciendo bajo la influencia de la latina (excepto el vasco) desde el 218
a. C. El latín comenzó por ser la lengua del comercio, la milicia y la política, y
luego se fue incorporando a las dinámicas familiares e íntimas. No obstante,
algunas trazas de aquellas otras quedan en el español actual: Ampurias y
Segovia; las palabras terminadas en –iego/a, como palaciego y veraniego; las
terminadas en –asco/a, como borrasca y chubasco; y palabras como charco,
páramo, arroyo, entre otras (García, p. 488). Estas palabras determinan el sus-
trato de las lenguas prerrománicas de la península ibérica, es decir, la huella
que dejaron aquellas lenguas desaparecidas en una lengua que pervive, pero
que, por ser pocas las palabras que sobreviven, no se puede trazar una idea
fehaciente acerca de cómo eran su estructura y su fonética.
Pero el latín sufrió otras transformaciones lingüísticas a pesar de las cuales so-
brevivió. En el siglo V llegan los suevos, alanos y vándalos, todos ellos germanos,
que colman la península ibérica ostentando poderío militar, pero no imponen
su lengua, sino que, tal vez como una estrategia de colonización, adoptan las
lenguas ya existentes, en este caso, el latín, aunque tal cosa genera cambios
en esta lengua, fragmentando así la unidad lingüística del latín. Esto es, sin
lugar a dudas, una de las razones por las cuales el latín se divide en clásico y
vulgar, y, además, el latín vulgar toma matices distintos en cada territorio. Los
visigodos, por su parte, ya romanizados en otros lugares, llegan a la Hispania
alrededor del siglo VI, se instalan principalmente en Toledo y, desde allí, aportan
algunas palabras o expresiones al latín vulgar que van tomando mayor fuerza:
guerra, tregua, espía, ganar, bandido, escatimar, palabras todas ellas alusivas a
aquello que los caracterizaba, su tradición bélica; y algunos nombres propios,
como Rodrigo, Ricardo, Fernando, Alfonso, Gondomar. Al aporte que hace una
lengua invasora sobre la de los invadidos se le conoce como superestrato, aun
cuando muchas veces la lengua invasora desaparezca al adoptar sus miembros
la lengua del pueblo vencido, lo cual, en términos culturales, es realmente una
victoria.
A finales del siglo XI, el rey Alfonso VI (1072-1109) toma Toledo y expande allí la
naciente lengua castellana, que había comenzado a tomar fuerza y consolidarse
desde la muerte del rey de Navarra Sancho el Mayor, en 1035, quien legó a su hijo
Fernando el gobierno con la categoría de Reino de Castilla, el cual se expandió
rápidamente hacia el sur, coyuntura política que ayudó a que el castellano se
convirtiera posteriormente en lengua oficial del territorio español. 67
Desarrollo histórico del español
La llegada del castellano a América provocó que siguiera una ruta de evolución
completamente diferente a la ibérica, quizás con mayor rapidez, dado que los
“conquistadores” en su mayoría no era gente docta ni letrada, por lo que la
influencia posterior del latín disminuyó radicalmente, aunque se conservó como
lengua religiosa solo para ser escuchada, y no se hizo esperar la influencia de
otras lenguas como las nativas y la hebrea, pues muchos judíos viajaron tam-
bién a América en los barcos españoles. Según lo anterior, la lengua estuvo
antaño ligada a la religión como base de la cultura, y la religión a la lengua como
forma de dominación. Durante la Edad Media el control religioso se ejercía
mediante el uso de la palabra hablada, dado el "analfabetismo" general, por lo
que era necesario contar con una lengua universal (católica) que sirviera para
tal propósito: el latín. Tener el control sobre la lengua posibilitó la expansión y
consolidación del Imperio Romano Cristiano, tanto así que aprender una lengua
constituía inextricablemente la asunción de una creencia religiosa, y, cuando
se imponía una religión, la vía más expedita para ello era la imposición de la
lengua. No es gratuito, pues, que al llegar el castellano a América se impusiera
como lengua de comunicación y dominación política y económica, y el latín
de los clérigos y los evangelizadores como lengua para la unificación religiosa.
Aa Bb Cc Dd Ee Ff Gg Hh Ii Kk
Ll Mm Nn Oo Pp Qq Rr Ss Tt Vv
Xx Zz
2 Lenguas monosilábicas: son aquellas cuyas palabras están formadas por una sola sílaba y
cada palabra puede desempeñar una función gramatical dependiendo del lugar que ocupe
en la expresión; un ejemplo de ello es el chino. Lenguas aglutinantes: estas yuxtaponen
sus palabras o raíces para formar palabras nuevas. La fusión o aglutinación de dos o más
elementos para la construcción de palabras es su característica fundamental. El náhuatl,
por ejemplo, pertenece a esta categoría. 71
Desarrollo histórico del español
Las preposiciones latinas pasaron al español como prefijos. Algunas de ellas son:
Ab abducción
a/ad adjudicar
ante antedicho
circun circunlocución
cum concubina, comparecer
ex/extra extraer, extracción
in inferior, incidir, indicar
inter interdicto, internacional
per permanecer, perdurar, perjudicar
post posconflicto, posterior
prope propedéutico, propiedad
sub subterráneo, subalterno
super superestructura, superdotado
trans transitado, translúcido
pre predecir, preestablecer
En latín, las preposiciones se corresponden con los casos en los cuales están
los sustantivos y los adjetivos. No obstante, en este volumen no es ese nuestro
interés, así que se dejará simplemente la enunciación. Se puede consultar el
primer número de esta colección (Montoya, 2018), dedicado exclusivamente
a las preposiciones.
imposible que de todo ese panorama histórico solo emerja una clasificación
bífida sin mayores matices
.
No obstante, dejando sobre el ambiente esta arista de trabajo académico, se
hará a continuación una revisión de las diferencias más generales entre el latín
culto, también conocido como latín clásico (una lengua literaria codificada,
con un número considerable de hablantes que sabían escribir y leer, aunque
se incluyen también ejercicios de la lengua hablada como la oratoria propia
de este segmento de la lengua) y el vulgar (que excluye todo el cariz literario,
salvo algunas composiciones populares orales espontáneas, restringiendo su
uso a la comunicación oral), según el acopio que los lingüistas han hecho hasta
ahora. Se dejan de lado en esta consideración las alusiones a la diversidad
que constituyen los distintos períodos de la lengua: latín arcaico (desde los
orígenes hasta el siglo II a. C.), el latín preclásico (en los siglos II y I a. C), el
clásico (entre finales del siglo I y la muerte de Augusto en 14 d. C.), el post-
clásico (desde la muerte de Augusto hasta el año 200 d. C.), el latín tardío o
bajo (desde 200 hasta el surgimiento de las lenguas romances), contando con
que estos períodos tampoco fueron homogéneos durante su vigencia, lo que
recuerda la vitalidad y dinámica de una lengua y sus hablantes. No obstante,
hay algunos puntos de encuentro entre los especialistas al respecto de las
características básicas de la lengua latina hablada en sus múltiples facetas.
Se entiende, pues, por latín clásico, según Javier Medina López (2003, p. 29-30),
el modelo lingüístico que sancionó la lengua literaria de los grandes escritores
latinos de la época clásica (Horacio, César, Tácito, Virgilio…) y que se transmitió
durante siglos –aunque fueron admitidas variaciones que provenían de la lengua
hablada– como una de las fuentes más importantes de la cultura occidental a
través de la escritura, llegando hasta nuestros días; y, por latín vulgar (Medina,
2003, p. 30), “la expresión oral de la lengua latina; es decir, del latín hablado en
la conversación tanto por gentes cultas como por las clases medias y populares
a lo largo de su historia”. Esto no obsta para reconocer que, en cada período y
mientras más amplio se hacía el territorio de dominio romano, más se distan-
ciaba la lengua hablada de la literaria, incluso en Roma (por ello aparece allí el
italiano en lugar de permanecer el latín). Esto hace pensar que no resulta preciso
y apropiado el nombre genérico “lenguas románicas” o “romances” dado a las
lenguas derivadas del latín, porque el latín vulgar, del cual derivan, era muy dife-
rente del latín hablado, escrito y leído en Roma. Quizás por ello algunos críticos
han denominado a estas lenguas “neolatinas”, más que romances o románicas,
aunque no constituían propiamente una forma de latín. El reconocimiento de
73
Desarrollo histórico del español
Plauto, Terencio, Ennio, Petronio, entre otros, que quisieron reflejar algunas
maneras propias del habla cotidiana; las obras de algunos críticos latinos que
mencionaban las formas populares o incultas para criticarlas y deslegitimar-
las; algunos glosarios que incluían la manera como no debía pronunciarse la
lengua, formas incorrectas o de mal gusto; algunas inscripciones pintadas o
grabadas, públicas y privadas; textos anónimos; cartas de soldados o viajeros
en las provincias; notas especializadas, sin pretensiones literarias, como las de
Catón (De Agricultura, siglo II a. C.), Vitruvio (De Architectura, siglo I), Apicius
(De re coquinaria, siglo IV), Chiro Centaurus (Mulomedicine, siglo IV), Empiricus
(De medicamentis liber, siglo V), Anthimus (De observatione ciborum, siglo
VI), entre otros; los primeros escritos latinos cristianos donde se incluyen los
sermones; textos jurídicos, como la Lex Lucitana o la Lex Salica; testamentos,
diplomas o pizarras de la época visigoda (Medina, 2003, p. 31-32). Resalta
en esta lista de fuentes el Appendix Probi, una lista de palabras atribuidas al
gramático Probus, alrededor del año 568 d. C., donde comparaba la expresión
clásica con la forma vulgar. Medina (2003, p. 33, citando a Vänäänen, 1968, p.
301-305) ofrece algunos ejemplos:
Además de estos rasgos, existen otros que constituyeron una diferencia más
marcada entre latín vulgar y latín culto.
• Período visigótico, entre el año 414 y el 711. La lengua común era el ro-
mance primitivo sin caracteres propios ni fijos. Al parecer se conservaban el
dígrafo [-mb-] y los diptongos del latín vulgar [ai] y [au] y otras características
de la comunicación oral popular.
• Período asturiano-mozárabe, entre el año 711 y 920. Se producen los pri-
meros glosarios conocidos en los que ya aparecían los arabismos del habla
popular cotidiana, como acitara, alcor, alfoz, almafalla, almexía, cármez,
76 metcale, xafarice (Medina, 2003, p. 40), etc.
Antecedentes lingüísticos y literarios
A través del latín también tomaron forma en el castellano algunas voces germá-
nicas, principalmente relacionadas con la guerra, la agricultura, los animales,
el vestuario y las leyes. Se ha hecho el rastreo de algunas voces que aparecen
debidamente etimologizadas en el diccionario, desde Corominas (1987) hasta
ahora. Lapesa (1981, ápud Medina, 2003, p. 24) ofrece una limitada lista de
estas voces con su respectiva evolución fonética:
Existen algunas claves que pueden ser útiles a la hora de identificar la transi-
ción fonética entre el latín y el español. A continuación, se enuncian en siete
segmentos:
Segmento 1:
• La /o/ breve tónica (ŏ), diptonga en /ue/: pŏrtam>puerta.
• La /e/ breve tónica (ĕ) diptonga en /ie/: tĕrram>tierra.
• El diptongo /ae/ se transforma en /e/. Si en latín es tónico, se convierte en
/ie/: paeninsulam>península; caelum>cielo.
• El diptongo /oe/ se transforma en /e/: poenam>pena.
• El diptongo /au/ se transforma en /o/: causam>cosa.
Segmento 2:
• La /u/ final de los acusativos se transforma en /o/. V. gr., sĕrvum>siervo;
bŏnum>bueno.
• La vocal breve postónica desaparece: asĭnum>asno; diabŏlum>diablo.
• La vocal /i/ breve tónica (ĭ) se transforma en /e/: cĭbum>cebo; lĭngua>lengua.
• La vocal /u/ breve tónica (ǔ) se transforma en /o/: iǔvenem>joven.
78
Antecedentes lingüísticos y literarios
Segmento 3:
• Las consonantes en sílaba final desaparecen, salvo la /l/ y la /s/: amas>amas;
mel>miel.
• La /r/ final sufre metátesis: inter>entre; semper>siempre.
• Las consonantes, en sílaba inicial, prácticamente se conservan todas:
ventum>viento; patrem>padre.
• La /f/ se transforma en /h/: farinam>harina; facere>hacer.
• La /f/ se mantiene cuando en castellano le sigue una /ue/ y a veces /ie/:
fontem>fuente; festam>fiesta.
• La /i/ consonántica, seguida de /o/, /u/, se transforma en /j/, y seguida de
/a/ se transforma en /y/: iurare>jurar; iam>ya.
Segmento 4:
• Las consonantes sordas p, t, c, en posición intervocálica o entre vocal y
/r/ se sonorizan: scopam>escoba; aquilam>águila; monetam>moneda;
focum>fuego; capram>cabra; lacrimam>lagrima; patrem>padre.
• Las consonantes b (v), d, g, intervocálicas o entre vocal y /r/ tienden
a desaparecer: audivi>oí; audire>oír; frigidus>frío; tenebam>tenía;
laudare>loar; legere>leer.
• Los grupos pl-, cl- y fl- en sílaba inicial, generalmente se transforman en ll-:
plenum>lleno; clavem>llave; flammam>llama.
Segmento 5:
• La /x/ intervocálica se transforma en /j/: fixum>fijo.
• El grupo /ct/ pasa a /ch/: factum>hecho; noctem>noche.
Segmento 6:
• Los grupos /gn/, /mn/, /nn/ han dado /ñ/ en castellano: signa>seña;
somnum>sueño; anniculum/annexum >añejo.
Segmento 7:
• En el grupo -c(u)l-, la /u/ desaparece cuando es postónica y las consonantes
del grupo /cl/ se transforman en /j/: graculus>grajo; ovicula>oveja.
• Los grupos formados por consonante más /i/ ante vocal, evolucionan
así: /li/ se transforma en /j/: meliorem>mejor; /ti/ da como resultado /ci/:
prudentia>prudencia, laetitia>Leticia; /di/ se transforma por regla general
en /y/: hodie>hoy; /ni/ se convierte en /ñ/: senior>señor. 79
Desarrollo histórico del español
• La combinación de consonante más /ĕ/ breve ante vocal dio los si-
guientes resultados: /ce/ y /te/ se transformaron en /z/: calceas>calzas;
linteum>lienzo; /ne/ se transformó en /ñ/: castanea>castaña.
Referencias
Corominas, Joan de (1987). Breve diccionario etimológico de la lengua caste-
llana. Madrid, Gredos.
Menéndez Pidal, Ramón (1950). Orígenes del español. Estado lingüístico de la Pe-
nínsula Ibérica hasta el siglo XI, anejo 1, Revista de Filología Española, Madrid.
80
Antecedentes lingüísticos y literarios
Esta historia maravillosa tiene sus puntos de encuentro con los ancestros de la
historia del español, convirtiéndose también el árabe en ancestro de esta lengua
románica. Cuando llegan a Europa en una de sus travesías de lucha por la vida,
se encuentran con una tradición romana en cuanto a lo político, latina en cuanto a
la lengua y cristiana en cuanto a la religión, que había tomado posesión absoluta
del territorio europeo y que se erigía como la única capaz de determinar la historia
81
Desarrollo histórico del español
de sus habitantes. Allí, poco a poco, tal vez sin pretenderlo, van poniendo en
evidencia siglos de tradición y profundas habilidades para la supervivencia y para
la comprensión del mundo tangible y el intangible. Su lengua se encuentra, al
comienzo sin violencia, con las lenguas autóctonas, con el latín común o vulgar,
con el hebreo culto, con las tradiciones visigodas y con las tradiciones griegas,
también cultas, que sobrevivían en las bibliotecas y los círculos académicos y
de desarrollo de la ciencia, con su dosis de restricción religiosa cristiana, que
la misma tradición musulmana tenía, pero ligada a la vida social y a los roles de
género. Aparece el mozárabe, quizás no como una realidad completamente
nueva, pero sí como una realidad recién nombrada, que, aplicada a la persona y
modos de vida de cualquier proveniente del “Medio Oriente” llegado a Europa
occidental, lo determinaban como hispano-románico-germánico-cristiano-árabe-
musulmán; una mezcla por demás llamativa y que los recién llegados encarnaron
maravillosamente y la convirtieron en una identidad, propia y de los locales.
No pasó mucho tiempo antes de que se transformara en un estorbo para los in-
tereses cristianos de expansión religiosa, cultural, política, militar y geográfica,
que había comenzado desde la caída de Roma, en el siglo V. A pesar de que
hubo una solicitud oficial por parte de los nobles españoles a Tarik (el invasor
árabe o simplemente extranjero) para que colaborara con la expulsión de los
pueblos germánicos de la península (orden oficial expedida como respuesta
por el califato de Damasco), ahora comenzaba a estigmatizarse el color de la
piel (moro), las prácticas religiosas (infiel), su lengua (bárbaro), su tenacidad
para defender lo propio (indomable), su habilidad para el negocio y la super-
vivencia (ladrón), su persistencia para luchar por lo que creían (violento), su
amor por la tierra y lo que producía (extranjero), su conocimiento del cuerpo
y de los mares (hechicero), en fin, todo aquello en lo que se afincaba su iden-
tidad comenzó a ser objeto de sospecha, de ridiculización, de rechazo y de
persecución, imaginario que fue tejido con intenciones políticas y depositado
cuidadosamente en la mente del pueblo. Allí pusieron los gamonales de la
época posmedieval todo el estigma que las sociedades buscan descargar en
un objeto, persona o comunidad que se convierte en receptor magnético de
odio, discriminación, persecución y repulsión, procedimiento que se ha repe-
tido, sobre el mismo pueblo musulmán y sobre otros, en diversos momentos
de la historia lejana y reciente.
3 Concepto que está siendo construido desde 2018, en el cual se integra la conciencia
cultural, las habilidades sociales, el intercambio lingüístico como posibilidad de crear
identidad y crecer, y la razonabilidad y la lengua como mecanismos de construcción de
territorio y ciudadanía. 83
Desarrollo histórico del español
Siendo esto así, los árabes que llegaron a la península tenían un árabe para la
comunicación con otras comunidades y unas variantes propias que también
introdujeron en España. Quizás cuestiones de acentos, de pronunciación de
una o varias letras, de organización sintáctica o de preferencia léxica marcaron
diferencias que hoy no son notables y que nos lleva a afirmar, simple y llana-
mente, que hubo (y sigue habiendo) influencia árabe en la configuración del
español. Estos detalles siguen siendo objeto de estudio e investigación por
lingüistas e historiadores. Es indudable que durante una porción importante
de la Edad Media en España, el árabe (mozárabe) fue la lengua de comunica-
ción técnica y especializada para la medicina, la matemática, la astronomía,
la anatomía, la filosofía, la teología, la cosmología, la alquimia, la ingeniería,
la mecánica, la guerra y todos los conocimientos que pudieran imaginarse
posibles en la época, no sólo por su apertura, sino porque se trataba de cono-
cimientos que circulaban hacía tiempo ya en su lengua, y fueron concebidos
en ella o a ella fueron traducidos, de tal suerte que, quien deseara aprender
algún concepto sobre estos tópicos, debía hacerlo en árabe, la lengua científica
de la época en el territorio de la península, y, como lengua del conocimiento
en un ambiente cristiano, también la lengua del esoterismo, el ocultismo, el
misterio y la brujería.
El sistema del alifato, como se llama el conjunto de sus letras (Asín y Palacios,
1945, p. 14-15), es el siguiente:
86
Antecedentes lingüísticos y literarios
Hay cuatro formas de escribir cada letra. La mayoría de ellas responde a este
criterio, aunque hay algunas (seis), como se ve en el cuadro, que solo tienen dos
formas de escribirse. La grafía cambia según esté ubicada la letra de manera
independiente, al comienzo, al final o en la mitad de una palabra. Las vocales,
como en hebreo, no hacen parte del sistema alifático, y son tres: a, u, i.
Los traductores árabes tienen renombre histórico por su habilidad para la com-
prensión de la lengua y la cultura de pueblos diversos con un interés intelectual;
los ulemas, doctores musulmanes en los ámbitos del Derecho y la Teología, es-
tuvieron presentes en todo este proceso, haciendo también su aporte lingüístico
y literario al respecto; los arquitectos, gobernantes y militares dejaron vestigios
materiales, como la catedral-mezquita de Córdoba, el acueducto de Segovia y
algunas vías toledanas, mientras los escritores dejan creaciones literarias como
las moaxajas ( )موشحy las jarchas ( )خرجةy la riqueza lexical como huellas vivas
de esta época particular y de una forma de ver la vida y de vivirla. La lengua
da cuenta de ello: mezquita, barrio, alféizar, alcantarilla, aldea, kiosco, arrecife,
algodón, almohada, rambla y zaguán son algunas palabras que permitieron
nombrar lo ya existente, pero también crear nuevos ambientes vitales y nue-
vos imaginarios sociales y políticos. Palabras como alcalde, alférez, zalmedina,
alcatifa, diván, alambique, jarabe, azúcar, maravedí, arancel, almacén y ataúd
son también muestra de ello.
Ababol, aceite, aceituna, aceña, acequia, acicate, adarga, adive, aduana, ajedrez,
ajonjolí, ajuar, alacena, alacrán, alambor, alazán, alambique, albahaca, albañal,
albañil, albarán, albatros, alberca, albóndiga, albornoz, alboroto, alborozo, al-
bricias, albur, alcachofa, alcalde, alcancía, alcanfor, alcaucil, alcazaba, alcázar,
alcoba, alcohol, aldea, alfalfa, alfanje, alfarda, alfarero, alfeñique, alférez, alfil,
alfiler, alfombra, alforja, algarabía, algarada, algarroba, álgebra, algodón, algo-
ritmo, alguacil, alhaja, alheña, alhóndiga, aliaga, alicate, aljaba, aljibe, aljófar,
almacén, almadraba, almanaque, almazara, almez, almíbar, almizcle, almocadén,
almozárabe, alcayata, almatriche, almohada, almohade, almojarife, almoneda,
almoraduj, almorávide, alquiler, alquimia, alquitrán, altabaca, andalucí, añil,
arancel, argel, arrabal, arrayán, arroz, atabal, atalaya, atún, aulaga, azahar, aza-
frán, azogue, azote, azúcar, azucena, azud, azufre, azul, azulejo. Estas palabras
comenzadas por a- o al- son las más abundantes en español, lo cual se debe,
principalmente, al artículo definido del árabe “al”, que, aunque en español va
separado de la palabra a la que determina (el, la, los, las, lo), en árabe es una
partícula inseparable, por lo que pasa al español como parte constituyente
de la raíz.
Algunas palabras que pasaron al español sin el artículo definido del árabe son
las siguientes: babucha, badana, badén, baladí, balda, balde, baharí, baldío,
barbacana, barrio, batea, bellota, bengalí, berenjena, bórax; cabila, zaire, ca-
lafate, cande, carmesí, celosía, cenefa, cenit, ceutí; cifra, chacina, gazpacho,
chícharo; dado, daga, diván, dante, dinar; emir, escabeche, elche, engarzar,
escaque, espinaca; faca, faquir, farda, fideo, fulano; gálibo, gandul, granadí,
guisante, guitarra; habichuela, hachís, halagar, halal, hazaña, harén, hasta,
hiyab, horchata; jarabe, jurel, pargo, jibia, búcaro, capacho, cenacho, coracha,
dornacho, hornacho, cambija, ripio, campiña, corcho, chiquero, marisma; imán,
intifada, islam, imela, iraní, iraquí; jabalí, jarabe, jinete, jarra, joroba; laúd, lima,
limón, laca, leila, latón; maravedí, marfil, meca, mazmorra, mejorana, mezquino,
mezquita, mozárabe, mudéjar, muyahidín, marroquí; nácara, nácar, nadir, noria,
naranja, nazarí; ojalá, omeya; paquistaní; quintal, quilate; rehén, rabal, rasmia,
retama, roque, rubia, rincón; sandía, serafín, sufí, suní; tabaco, tabaque, tabique,
taza, tambor, talco, taifa, tarifa, tarima, toronja, turco; valí, visir, wahabí, yihad,
yemení; zanahoria, zenit, zafar, zafio.
88
Antecedentes lingüísticos y literarios
Algunas palabras del mozárabe (nombre, como ya se dijo, que aplicaban los
árabes musulmanes para nombrar tanto al territorio de la península como a la
lengua romance que allí se hablaba) pasaron intactas o con alguna varianza, y
muchas de ellas se siguieron transformando. Es el caso de fulano y mengano
(fulan ibn man kan), pronombres indefinidos, de donde se generaron algunas
variantes como zutano, citano, sistrano, sicrano y perengano. Conviene tener
presente que toda esta influencia se dio durante un segmento de la Edad Media,
concretamente entre 711 y 1492.
Puede verse cómo los números dos, tres y siete giraron a la izquierda 90 grados,
el seis y el ocho, 180, mientras cero, uno, cuatro y nueve quedaron tal cual. Se
90 puede y se debe resaltar la presencia del “cero” que no está en los números
Antecedentes lingüísticos y literarios
romanos ni en los números hebreos. Esta noción, que supuso una actitud filo-
sófica, reflexiva y espiritual profunda, tanto para nombrar lo opuesto al uno y al
todo en una “cifra” (en árabe “cero” se dice “cifrun: )صفرنque fuera también
representada gráficamente, es hoy la base de todos los sistemas que funcionan
con una base binaria (0-1). Con el uno se puede hablar de la divinidad, porque
es una, única e indivisible; pero con el cero se puede hablar de lo opuesto, de la
nada, la ausencia del ser, el vacío. En este pequeño detalle, que se convertiría
en una herramienta fundamental del desarrollo y el progreso, se puede notar
la profundidad filosófica de la tradición árabe y de los aportes múltiples que
hizo al mundo ibérico.
Lapesa (2012, p. 135) afirma que más de 4000 palabras del español son de
origen árabe. Es así como cada vez que en el habla cotidiana o en el lenguaje
técnico se utiliza una palabra proveniente del árabe, aun sin saberlo, se están
trayendo a la memoria y a la vida trozos de la historia de la civilización, de la
historia de la lengua y de la historia de la humanidad.
Referencias
Alatorre, Antonio (1989). Los 1001 años de la lengua española. México,
Colegio de México. P. 342.
Lapesa (2012, p. 135) afirma que más de 4000 palabras del español son de
origen árabe.
de los judíos en España, inclusive desde antes de 711, es decir, desde antes de
la llegada de las comunidades musulmanas al territorio, y desde mucho antes
de la configuración definitiva inicial del español como lengua independiente. Así
las cosas, la permanencia judía en España incorporó voces que luego se amal-
gamaron o mimetizaron con otras mozárabes y latinas para formar la naciente
lengua. No es gratuito que las huellas del hebreo se refieran principalmente a
antropónimos y voces del mundo religioso, pues el judaísmo es la madre del
cristianismo primitivo, o, dicho de otra manera, el cristianismo nace como secta
protestante judía a finales del primer siglo d. C. Pero la transformación no fue
solamente en el español. En la península ibérica nació la rama sefaradí ספרדיםdel
judaísmo (Pérez, J., 2005, p. 11), desde donde se extendió al resto de Europa. De
hecho, su lengua se conoce como judeoespañol. La otra facción del judaísmo
es de origen germano ashkenazí (ש ְכנָזְּ ) ַאcuya lengua es el yíddish (-o yidis- alemán
medieval+hebreo). Sin entrar en detalles, vale la pena mencionar que el adjetivo
sefardí o sefaradí se hace más propio para hacer referencia a los judíos de la
España medieval cristiana a partir de 1492 como distinción de los procedentes
de la España de al-Ándalus, formas de llamarlos antes de dicha fecha, cuando
fueron expulsados; razón ésta para creer que algunos de ellos aprovecharon la
coyuntura y se embarcaron hacia tierra americana donde, además de hacerse una
nueva vida, incidieron aún más en el desarrollo del español americano, ayudando,
sin saberlo, a generar una variante del español peninsular que, con los años, se
distinguiría de este en diferentes aspectos tanto formales como estructurales.
93
Desarrollo histórico del español
Asimismo, cabe anotar que a cada letra del alefato le corresponde un valor nu-
mérico, según se especifica también en las imágenes anteriores. Esto significa
que los números arábigos no son utilizados por la tradición hebrea, sino que
recurren a las letras del alefato para construir los valores, de derecha a izquierda,
tal como se escribe el texto de lectura. Así, por ejemplo, si se quiere escribir el
número 485, se utilizan las letras correspondientes: h pt; regularmente se utiliza
unas comillas entre las unidades y las decenas para indicar que se trata de un
número y no de una palabra. Si son números inferiores a 1000, se pueden utilizar
94
Antecedentes lingüísticos y literarios
las letras en orden indiferente, pues cada una tiene un valor, y simplemente se
suman. Cuando se trata de fechas, conviene recordar que el calendario hebreo
es diferente al gregoriano que se utiliza en la mayoría de los países, así que
mientras se celebraba el año 1976, al calendario hebreo hay que sumarle 3760
años, tiempo transcurrido entre la creación del mundo, según su tradición, y el
nacimiento de Jesús, con lo cual esta fecha corresponde al año 5736. Se escribe,
igualmente, de derecha a izquierda: w lct h (5 mil+400+300+30+6=5736), y
algunas veces se omite la cifra de miles, la primera de la serie (de derecha a
izquierda). En los billetes y monedas se utiliza el mismo sistema, así como en
los libros de geografía, historia y economía para cifras y fechas. En algunos
casos se accede a utilizar el sistema numérico arábigo.
Abdón, Abel, Abraham, aceituna, Ada, Adonai, Adán, álef, aleluya, aliá, amidá,
amén, Ana, aravá, Arca de la Alianza, Asera, ashkenazi, ashkenazí, askenazí,
asquenazí; bato, Benjamín, Bethel, Betsaida, brit; Cafarnaúm, caraísmo, Caín,
chutzpah, Cristo; dagesh, Daniel, David; edén, efa, efetá, Efraín, Elías, Eliseo,
Emanuel, Enoc, Esdras, Ester, Esther, Ezequiel; fariseo; Galilea, Gehena, gema-
tría, Gersón, golem, gólem; hadas, halajá, halleluia, hitbodedut, homer, hossana;
Isaac, Isabel, Isaías, Ismael, Israel; Jacob, jalá, Janucá, jaredí, jebuseo, Jehová,
Jeremías, Jerusalén, Jesus, Jesús, Joel, Jonás, Josué, Juan, jubileo, Judas;
kadish, kipá, Knesset, kosher, Kotel, krav maga; Leví, Lázaro; malsín, Manuel,
maranata, María, Matusalén, mazel tov, Melquisedec, menorá, Mesías, Metatrón,
mezuzá, midrash, Miguel, Miqueas, Miriam, Mishná, mitzvá, mohel, Moisés;
najash, Natanael, Neftalí, Nehemías, Noé; Oseas; parashá, Pésaj; rabí, Rafael,
Raquel, Rebeca, Rosh Hashaná, Rut, Ruth; sadoc, Salomón, Samuel, Sara,
Satanás, Satán, selah, Set, shabat, Shaddai, shalom, Shavuot, Shekhiná, Sheol,
Shoah, shofar, Shémita, siclo, Simón, Sion, sofit, Sucot, Séfora; talit, Tamar, Tanaj,
tefilín, Tel Aviv, torre de Babel, Torá; Yahvé, yeshivá, yod, Yom Kipur; Zacarías.
Referencias
Goñi y Labayen (1958). Gramática hebrea, teórico práctica. Pamplona, Aramburu.
Pérez, Joseph (2005). Los judíos en España. Madrid, Marcial Pons Historia.
Wiccionario (2011). ES: palabras de origen hebreo. Acceso julio de 2020. https://
es.wiktionary.org/wiki/Categor%C3%ADa:ES:Palabras_de_origen_hebreo
Pero el portugués, así como el español, no es uno solo; las tradiciones portu-
guesas de Europa y América difieren también entre sí. En el español brasilero
existe también la variante del portuñol en algunas de las zonas de frontera, pues
la mayoría de sus vecinos son hispanoparlantes, aunque este fenómeno es más
marcado en la frontera sur con Uruguay: Rivera con Santana do livramento y en
la frontera noroccidental con Colombia en un punto del Amazonas: Tabatinga
con Leticia, aunque su mayor fuerza la tiene en la frontera con la República
Oriental del Uruguay. Se trata de un dialecto del portugués o del español, según
se quiera ver, con riqueza extrema en fonética y en sinonimia, por influencia,
inclusive, de lenguas indígenas (caracú: hueso de vaca; gurí: niño).
Quizás el fútbol tenga que ser reconocido como un fuerte influenciador lingüís-
tico del portugués en el español, dado, por una parte, la notable excelencia
de los futbolistas brasileños y, por otra, el creciente interés popular de toda
América (excepto Estados Unidos) por este deporte. Adicionalmente, medios
de comunicación e industrias multinacionales tienen un interés focalizado en el
potencial económico que esta práctica genera. Todo ello es motivo de impulso
98
Antecedentes lingüísticos y literarios
Referencias
Aunque el inglés no hace parte de las lenguas neolatinas, sí hace parte del con-
cierto lingüístico americano (y mundial), con lo que es necesario hacer mención
de la influencia mutua permanente entre este y el español. Estos efectos se
hacen más abundantes y significativos dado que durante el siglo XX ha sido el
inglés la lengua de comunicación internacional, principalmente de forma oral,
y de intercambio académico y comercial de mayor uso, quizás por la influencia
económica, militar y política que tiene Estados Unidos de Norteamérica en el
mundo entero, y por el volumen de colonias que tiene Reino Unido en todo
el mundo (Cfr. Burnley, 1992). Además, siendo la lengua privilegiada para la
comunicación científica, muchas de las investigaciones y adelantos tecnoló-
gicos y científicos son fuente de nuevas voces que se asimilan en el español,
principalmente tecnolectos que, por la popularización de la tecnología, termi-
nan siendo de uso generalizado. La influencia del español en el inglés, aunque
menor, también se da frecuentemente por las mismas razones.
Una muestra de palabras provenientes del inglés que se van haciendo cada día
más populares en español es la siguiente: blues (blue), eslogan (slogan), drenaje
(drainage), vagón (wagon), bistec (beef steak), chimichurri (Jimmy Curry), tanque
(tank), panfleto (pamphlet), cóctel (cocktail), suéter (sweater), Güisqui (whiskey;
del gaélico uisge beata: el agua de la vida), club (club), comité (comitee), cham-
pú (shampoo; del hindi champna: amasar los músculos o masajear), sándwich
(sándwich), túnel (tunnel), mitin (meeting), clóset (closet), estándar (standard),
picnic (picnic), líder (leader), córner (corner), básquetbol (basketball), béisbol
(baseball), fútbol (football), gol (goal), tenis (tennis), golf (golf), penalti (penal-
ty), boxeo (boxing), hamburguesa (hamburger), supermercado (supermarket),
campus (campus: del latín campus), chequear (to check), turista (tourist), pudín
(pudding), desodorante (deodorant), estatus (status), detective (detective). Mu-
chas de estas palabras llegaron al inglés del latín o de otras lenguas autóctonas
de Irlanda, Escocia o Inglaterra.
Puede creerse que solo el español ha recibido palabras del inglés. No obstante,
a lo largo de la historia el inglés también ha recibido palabras del español y las
ha convertido, a la manera de la lengua, en palabras inglesas. Es el caso de
ranch (rancho, 1831), silo (silo), potato (batata, 1565), tomato (tomate), barbecue
100 (s. XVIII; barbacoa, llegó al español del taíno), caffeteria (cafetería), marijuana
Antecedentes lingüísticos y literarios
(marihuana, 1894), tuna (tuna, el pez, s. XVI, del taíno), anchovy (anchoa), key
(cayo), stampede (estampida, de origen germano), tornado (tronada; esta palabra
migró al español del inglés, habiendo llegado al inglés del español tronada, así
que en español existen las dos: tronada y tornado), breeze (brisa, 1626), cannibal
(caníbal, palabra antillana de caríbal, alusiva a caribe, donde vivían comunidades
que, al parecer, tenían tendencias antropófagas), latino (latino, 1946).
Existen también los falsos amigos o falsos cognados, que, si bien no son exclu-
sivos del inglés, sí es de la lengua que más se registran (cfr. Rissanen, 1992).
Se trata de una palabra fonética u ortográficamente parecida a otra de la lengua
propia, pero que, en realidad, significa algo diferente. Su importancia no es
exclusiva de los procesos de aprendizaje de otra lengua, sino, principalmen-
te, del aprendizaje de la propia. Algunos ejemplos son estos: sensible (no es
sensible, es sensato), carpet (no es carpeta, es alfombra [roja]), actual (no es
actual, es real/en realidad), exit (no es éxito, es salida), molest (no es molesto,
es abusar sexualmente), grocery (no es grosería, es alimentos), fabric (no es
fábrica, es tela), library (no es librería, es biblioteca), casualty (no es casualidad,
es víctima), billion (no es billón, es mil millones), embarassed (no es embaraza-
da, es avergonzado), dinner (no es dinero, es comida/cena), fuck (no es foco,
es mierda), invite (no es pagar por el otro, es pedir compañía), career (no es
careo, es trayectoria), degree (no es degradar, es carrera universitaria), excited
(es emocionado, no excitado sexualmente), discuss (no es discutir/pelear, es
hablar seriamente de un tema, es decir, discusión intelectual o académica),
argument (no es argumento, es discusión), direction (no es dirección o nomen-
clatura de un lugar, es lateralidad [derecha-izquierda]), eventually (no es fortuito,
es finalmente), introduce (no es introducir/penetrar, es presentar), record (no
es recordar, es grabar), abet (es instigar, no abeto), abstract (es resumen, no
abstracto), acommodate (es hospedarse, no ponerse cómodo).
La lista es realmente mucho más extensa: lame (cojo, no lamer), large (grande,
no largo), lecture (conferencia, no lectura), lentil (lenteja, no lentilla ni lento), letter
(carta o letra del abc, no letra de una canción ni caligrafía), lime (lima [fruta],
no lima [de uñas]), lobe (lóbulo, no lobo), lore (tradición, no loro), luxury (lujo,
no lujuria), macaroon (galleta, no macarrón), man (hombre, no mano), mascot
(amuleto/persona, animal o cosa que da buena suerte, no mascota), mayor
(alcalde, no mayor en edad), media (medios y no media [de vestir]), memoirs
(memorias/biografía, no memoria [de recordar]), misery (tristeza, no miseria),
mocha (café moca, no mocha/manca), momentum (impulso, no momento),
parade (desfile, no parada; en el ámbito militar se suele caer en el falso amigo
al referirse al “campo de paradas”, por la traducción directa del inglés parade
camp), pare (pelar o cortar las uñas, no parar), parents (padres, no parientes),
pendant (colgante de un collar, no pendiente ni pedante), petrol (gasolina, no
petróleo), petulant (irascible, no petulante), pie (pastel, no pie), place (lugar, no
placer ni plaza), plain (sencillo/liso, no plan ni plano [arquitectura]), plate (plato,
no plata), policy (política, no policía), politic (diplomático, no político), preservative
(conservante, no preservativo/condón), presume (suponer, no presumir), pretend
(aparentar, no pretender), prize (premio, no precio), probe (investigar, no probar),
prodigious (vasto/enorme, no prodigio), prospect (posibilidad, no prospecto).
Referencias
Burnley, J. D. (1992). The history of the Englis Language. A Source Book. London,
Longman.
Rissanen, M. et al., edts. (1992). History of Englishes. New Methods and Inter-
pretations in Historical Linguistics. Berlín, Mouton de Gruyter.
Parte del desarrollo de los pueblos de América Latina, hasta épocas muy re-
cientes, se dio en el marco de una sociedad cuyos individuos no sabían escribir
y solo algunos sabían leer, ya porque se tratase de comunidades rurales que
no requerían de estas prácticas especializadas, o porque se trataba de zonas
descuidadas por los gobiernos. Esto significa que el español de América se 103
Desarrollo histórico del español
Estas formas autóctonas conversan con esas otras palabras y expresiones que
van surgiendo en ambientes académicos, de la ciencia y de la informática, y
104 van marcando nuevas tendencias y alimentan el diccionario de la lengua con
Antecedentes lingüísticos y literarios
Así las cosas, cada una de las regiones y países de América Latina, nombre que
recibe precisamente por las lenguas que configuran este bloque continental,
lenguas románicas en su mayoría, tiene sus propias características, tanto en la
tradición lingüística compartida del español, como en las dinámicas comuni-
cativas adicionales y en la relación entre el español y las lenguas autóctonas,
presentes de manera abundante en la mayoría de países mencionados, princi-
palmente en México, Guatemala, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, y en menor
abundancia en Chile, Argentina, Venezuela, las Antillas, las Guyanas y Suriname;
el caso de Brasil es especial dado que, si bien en todo el territorio amazónico
hay abundancia de comunidades indígenas ancestrales, estas no han entrado
en mayor medida en contacto con el portugués en el territorio o con el español
en las fronteras, lo que significa que el aislamiento ha sido mayor que en los
demás territorios, quizás por las condiciones geográficas. A pesar de ello, hay
cierta influencia recíproca que se deja notar en la filigrana de la lengua, princi-
palmente en la fonética y en algunas palabras que transitan de un código a otro.
5 Miembros del grupo de investigación Lengua y Cultura de la UPB, Medellín, han hecho
indagaciones importantes acerca de este tema, como lo expuesto en el libro “Teatro
Crítico Americano, publicado por el Fondo Editorial UPB (2017). 105
Desarrollo histórico del español
indígenas, a olvidar sus propias lenguas para no morir ellos o sus familias. Los
negros descendientes de africanos que todavía pueblan el territorio americano
se han unido en comunidades claramente diferenciables por sus costumbres, su
música, sus tradiciones, su cosmovisión, su medicina tradicional, su mitología
y espiritualidad, su forma de vestir y su alegría permanente. Aunque siguen
siendo discriminados, lograron afianzarse también en el terreno de la literatura
y el deporte, como dos tablas de salvación para sus tradiciones y su memoria.
En este mismo sentido, los gramáticos han tenido mucha incidencia en el de-
sarrollo y afianzamiento del español en América. Andrés Bello (Caracas, 29 de
noviembre de 1781-Santiago, 15 de octubre de 1865), quien también fue político
y se destacó en distintos ámbitos del conocimiento, es quizás el más reconocido,
principalmente por sus aportes a la Gramática Castellana Latinoamericana (1832)
que, desde el siglo XIX hasta hoy, ha tenido una influencia determinante en los
estudios lingüísticos y gramaticales. Algunas de sus obras a este respecto son
las siguientes: Indicaciones sobre la conveniencia de simplificar i uniformar la
ortografía en América (1844); Ortografía castellana (1827); Reglas de acentuación
(1845), y Reformas ortográficas (1849); en 1832 publica un breve artículo sobre
Gramática castellana, donde fija su posición respecto de cómo debe ser una
gramática de la lengua materna o nativa; Principios de la Ortolojía i Métrica de la
lengua castellana (1835); Lecciones de Ortología y Métrica (1836). En Colombia,
el humanista, filólogo, escritor, político y periodista Miguel Antonio Caro (Miguel
Antonio José Zolio Cayetano Andrés Avelino de las Mercedes Caro Tobar, Bogotá,
10 de noviembre de 1843-Bogotá, 5 de agosto de 1909) y el filólogo, lexicógrafo
y humanista Rufino José Cuervo (Bogotá, 19 de septiembre de 1844-París, 17
de julio de 1911) hicieron también un aporte importante a este respecto; así
como a Andrés Bello, su posición social, el ejercicio de cargos públicos y la
fuerza política que ejercían, les permitió tener mayor eco en la sociedad inte-
lectual de la época y marcar pautas en la construcción de identidad intelectual
y lingüística de Colombia y América. En 1942 se funda el Instituto Caro y Cuer-
vo como un reconocimiento a estas dos personalidades, dedicado al estudio
serio de filología, lingüística y literatura del español, principalmente la variedad
colombiana y sus variantes internas, y de las lenguas nativas del territorio. En
Uruguay, Gámez Marín, Francisco (Cádiz, 2 de mayo de 1868 – Montevideo, 8
de sept. de 1932), publica su Gramática razonada del idioma castellano (1910),
con especial énfasis en el acto lingüístico y la didáctica de la gramática. Estos
son solo algunos de muchos aportes al desarrollo historiográfico de la gramática
del español en América.
no fueron traídas desde Europa, sino que emergieron en este territorio, como
consecuencia de la historia particular de sus habitantes y como parte de la
vertiente, ahora reconocida y claramente identificada, del español americano.
Algunas de estas obras son las siguientes:
111
Desarrollo histórico del español
otras, estas: ñojo, kita y achira; del quechua, tal vez una de las lenguas que,
junto con el náhuatl, aportó al español: yanacona, yapa, yachac, umanana, ulla,
tullcu, tala, sanco, sacha, quena, paco, pacae, ñusta, ñapa, musca, marcar (lle-
var en brazos), máchica, llicta, llucho, laica, kuti, kamili, iño y huato; del maya
provienen voces como ilonel, pacanil y ucle.
construyen y nos cuentan nuestra propia historia a su manera, siendo ellos los
héroes y los indios americanos, con sus lenguas endemoniadas, los rebeldes
y salvajes. Una muestra de ello es que, aun en la actualidad, se ve en algunos
libros guía para la enseñanza del español la conjugación en la segunda persona
del plural con la forma: “vosotros” (estáis, cantáis, percibíais, estuvisteis…), y hay
quienes utilizan esta forma en actos protocolarios como una especie de desen-
canto por la forma “ustedes” y con el ánimo de engolar su discurso, otorgando
mayor elegancia y pureza a las formas peninsulares. Así mismo ocurrió con las
biblias; si hubo alguna editada en territorio americano era una versión de España
impresa en o para América que, por intereses económicos dijera “Biblia para
América” o “Biblia de América” o “versión americana”, pero no una versión que
recogiera la lengua y la cultura de América; así ocurrió y ocurre con todos los
textos litúrgicos del catolicismo: misales, oracionales, bendicionales, rituales, etc.
baste con pensar en los significados asociados a cada uno de los nombres de
los párrafos que siguen.
El territorio Upar, hoy Cesar, conserva los siguientes nombres: Ariguaní, Bu-
turama, Casacará, Chimichagua, Chimila, Chiriguaná, Coroponaimó, Guarupal,
Guatapurí, Marguriaimó, Saloa, Sesare, Simaña, Sopatín, Tamalameque, Torco-
roma, Tupés, Upar; en el territorio Chocó perviven los siguientes: Arusí, Atrató,
Baudó, Bojayá, Coquí, Cupica, Darién, Docampadó, Nabugá, Napipí, Noanamá,
Nuquí, Panguí, Pató, Quildó, Salaquí, Sipí, Tamaná, Tolo, Torrá, Tribugá, Truandó,
Urabá, Yoró; el territorio Sinú, correspondiente a Córdoba, tiene aún los siguien-
tes topónimos que ahora hacen parte del español americano:
Abibe, Ayapel, Betansí, Chimá, Entasal, Maurí, Momil, Sagún, Sereté, Uruté;
el territorio Cundinamarca, por su parte, los siguientes: Anapoima, Anolaima,
Aticó, Bituima, Bojacá, Rosa, Rosachío,Cachipái, Cajicá, Caparrapí, Cáquesa,
Carupa, Chaguaní, Chía, Chinauta, Chingá, Chipaque, Chirripai, Chiscal, Choachí,
Chocontá, Cogua, Cocunubá, Cuja, Engativá, Facatativá, Fómeque, Fontibón,
Fosca, Funsa, Fúquene, Fusagasugá, Gachalá, Gachensipá, Gácheta, Gasaunta,
Guabio, Guachetá, Guaguachí, Guasca, Guatabita, Guataquí, Ibamá, Itoca, Jagua,
Machetá, Mámbita, Minipí, Muchipai, Murca, Nemecón, Némesa, Nimaima,
Nocaima, Paime, Pandi, Pulí, Quetame, Sasaima, Sesquilé, Sibaté, Simijaca,
Sipacón, Sipaquirá, Síquima, Soacha, Sopó, Suba, Subachoque, Suesca, Supatá,
Susa, Suta, Sutagá, Tabio, Tausa, Tena, Tenjo, Teremá, Teusacá, Tibacui, Tibirita,
Tibitó, Tibsaquillo, Tinansucá, Tocaima, Tocansipá, Topaipí, Torca, Ubalá, Ubaque, 119
Desarrollo histórico del español
Ubaté, Une, Usaquén, Usme, Yacopí. Este territorio, como el Unsauna, conserva
muchos nombres ancestrales que se entienden incorporados al español.
Coyaima, Cucuana, Cundai, Doima, Erbé, Gualí, Guarinó, Ibagué, Icononso, Ma-
riquitá, Natagaima, Ondama, Patá, Toche, Totaré, Tuamo; del territorio Lile, hoy
Valle, están los siguientes nombres: Anaime, Anchicayá, Bolo, Buga, Cajambre,
Calí, Calima, Dagua, Dobitó, Guacarí, Ilama, Jamundí, Naya, Timbá, Tuluá, Yoto-
co, Yumbo, Yurumanguí; del territorio Uaupés, hoy Vaupés, tenemos: Apapuris
y Mitú, y del territorio Bichada, hoy Vichada: Amanebén, Caribay, Cumaribo,
Matabén, Muco, Ocuné, Tomo y Tuparro.
Todos estos nombres propios, con los cuales se designan lugares geográficos,
tienen un significado en lengua ancestral. No es este el momento para profun-
dizar en ello, pero vale la pena tomar en consideración que las comunidades
ancestrales de cualquier parte del mundo, al asignar un nombre propio, ya fuera
a persona, animal, territorio, fenómeno natural u objeto cotidiano, ponían allí
el sentido de lo que se quería nombrar, por lo que sus nombres no eran al azar
sino una manera de nombrar la realidad que se reconocía y a la cual se le daba
existencia con la palabra.
Referencias
123
Desarrollo histórico del español
124
2. Componentes del
español desde una
perspectiva histórica
Quizás la ortografía, la gramática y el diccionario son las tres obras de mayor
importancia en la reconstrucción sistemática de la historia de la lengua. En estas
tres fuentes se centra este acápite, con información adicional a la contenida en
el resto del libro de manera dispersa.
2.1. La gramática
otra cosa sino que florezcan las artes dela paz. Entre las primeras es
aquella que nos enseña la lengua, la cual nos aparta de todos los otros
animales i es propia del ombre i, en orden, la primera después dela con-
templación, que es oficio proprio del entendimiento. Ésta, hasta nuestra
edad, anduvo suelta i fuera de regla i a esta causa a recebido en pocos
siblos muchas mudanças por que, si la queremos cotejar con la de oi a
quinientos años, hallaremos tanta diferencia i diversidad cuanta puede
ser maior entre dos lenguas.
126
Componentes del español desde una perspectiva histórica
La misma reina Isabel parecía no entender cuál era su utilidad, pero él insistió
en su empeño que, durante mucho tiempo, quizás ensombrecida por la llega-
da a las Indias Occidentales, no tuvo lector ni trascendencia alguna. En sus
palabras (Nebrissensis, 1492:f.3v):
acordé ante todas las otras cosas reducir en artificio este nuestro lenguaje
castellano, para que lo que agora i de aquí adelante enél se escribiere
pueda quedar en un tenor i estender se en toda la duración delos tiempos
que están por venir, como vemos que se a hecho enla lengua griega i
latina, las cuales, por aver estado debaxo de arte, aunque sobre ellas an
pasado muchos siglos, toda vía quedan en una uniformidad.
No era común para la época, como quizás es hoy en los países de habla hispana,
tener una gramática, es decir, un conjunto de normas para aprender la lengua 127
Desarrollo histórico del español
Bien cierto es, que para saber la lengua vulgar no es menester arte, ni
escuela para aprenderla en la tierra donde se vsa. En Castilla oi para
hablar Romance no es menester acudir a maestros, que lo enseñen, que
con el hablar mismo se sabe. Assi fue la Latina en Roma siendo vulgar,
i niños i mugeres sin saber leer la hablauan i sabian, como consta de
Ciceron. (Aldrete, 2002)
Esto quiere decir que Nebrija era un visionario, aunque quizás él mismo no
calculó el alcance, la importancia y la trascendencia de su obra, como ya se
dijo. Solo en 1626, 134 años después de la Gramática de Nebrija, Gonzalo
Correas publicaba su voluminosa Gramática, a la que llamó “Arte grande de la
lengua española castellana”, en la Universidad de Salamanca. En 1614 se había
dedicado un estudio de la lengua castellana al recién fallecido Sebastián de
Cobarruvias (1539-1613), autor del primer diccionario monolingüe del español,
escrito por Bartolomé Jiménez Patón, titulado “Instituciones de la gramática
española”. El sacerdote jesuita Ivan Villar publica, en 1651, su obra “El arte de
la lengva española redvcida a reglas y preceptos de rigurosa gramática”, en
la cual intentaba trasladar las reglas del latín al español, siguiendo la línea ya
trazada por Antonio de Nebrija. Habían pasado ya 160 años desde aquello, y
aun no estaba instaurada y reconocida la utilidad y valía de una gramática para
hablantes nativos.
128
Componentes del español desde una perspectiva histórica
130
Componentes del español desde una perspectiva histórica
• Torre y Ocón, Francisco de la: Nuevo método breve, útil y necesario para
aprender a escribir, entender y pronunciar las dos principales lenguas es-
pañola y francesa: dividido en dos gramáticas... Madrid, Imprenta de Juan
de Ariztia, 1728.
• Martínez Gómez Gayoso, Benito: Gramática de la lengua castellana: redu-
cida a breves reglas y fácil método..., Madrid: en la Imprenta de Juan de
Zúñiga, 1743
• Heredia, Sebastián de: Arte novísimo Gramático-Latino que contiene toda
la Gramática dividida en sus cuatro partes..., Córdoba, Francisco Villalón,
1767.
131
Desarrollo histórico del español
Existen, además, las sucesivas ediciones de la gramática, cada una de las cua-
les tuvo un coordinador de la obra. En el siglo XVIII se publicaron gramáticas
en 1772, 1781, (1788 y 1793, reimpresión editada en Manila, consideradas por
algunos como ediciones fantasma) y 1796.
En el siglo XIX, si bien todas las ediciones no pueden ser consideradas oficiales,
dado que algunas no fueron publicadas con el auspicio o la aprobación de la
RAE, sí se hallan bastantes producciones de este tipo, en total, dieciséis: 1854,
1858, 1862, 1864, 1865, 1866, 1867, 1870, 1874, 1878, 1880, 1883, 1885, 1888,
1890, (1891) y 1895. A pesar de ser la de 1854 la primera Nueva Edición oficial
de la RAE, antes de ello, entre 1796 y este año, la RAE publicó varias veces
132
Componentes del español desde una perspectiva histórica
Si se reconoce que la industria editorial aporta una parte importante del PIB de
España, no puede parecer extraño que, sobre todo últimamente, promocione
las ediciones de textos de estudio lingüístico, como las gramáticas y los diccio-
narios, que son, básicamente, reimpresiones, resúmenes, manuales o ediciones
orientadas a diferentes públicos, como la ortografía integrada con la gramática,
que se presentó en la Asamblea General de la ASALE en 2019.
Quizás sea hora de que las Academicas de la lengua de América latina piensen
en descentralizar el comercio editorial y producir de forma independiente una
gramática que refleje los desarrollos propios de este territorio, no con el fin de
promover una emancipación editorial sino de pensamiento crítico que permita a
los académicos de América establecer diálogos igualitarios con los peninsulares,
entre otras razones, porque es en América donde más cambia la lengua, donde
hay un mayor número de hablantes y donde hay un intercambio lingüístico y
cultural vigente con lenguas y culturas ancestrales indígenas, palenqueras y rai-
zales, y un volumen de migraciones internas que ponen en diálogo los distintos
registros del español. Esto traería, como es de suponerse, por una parte, una
mayor posibilidad de reconocer la existencia real de las lenguas ancestrales,
por otra parte, un volumen importante de dinero asociado al comercio editorial
y un reconocimiento mayor, por propios y extraños, de la valía de la lengua en
un territorio diverso y de profunda riqueza. España, por su parte, tiene una
arista fundamental para ampliar la perspectiva de la lengua: el español como
lengua extranjera o segunda lengua, el cual toma cada vez más fuerza dados
los crecientes fenómenos de migración de poblaciones asiáticas y africanas a
la península, asunto que marca una ruta diferente en la evolución y el desarrollo
de la lengua, asumida hasta ahora por el Instituto Cervantes. Para que esto se
haga posible se requiere un cambio profundo en la política cultural y lingüística
de los países latinoamericanos que promueva la autonomía, la soberanía y el
autogobierno, sin cerrarse a los diálogos y la diferencia.
Referencias
Aldrete, Bernardo (2002). Del origen y principio de la lengua castellana o romance
que se vsa en España. Roma. Edición facsimilar, Valladolid, Maxtor. 402 p.
(original publicado en 1606)
134
Componentes del español desde una perspectiva histórica
2.2. El diccionario
Durante el resto del siglo XVIII aparecen otras tres ediciones oficiales del dic-
cionario: 1780, Diccionario de la lengua castellana en un solo volumen, para
“su más fácil uso” (esta tendencia de diccionarios de uso pervive hasta la ac-
tualidad); en 1783 la segunda edición del Diccionario de la lengua castellana,
y, en 1791, la tercera.
135
Desarrollo histórico del español
A lo largo del siglo XIX se publican diez ediciones del Diccionario de la lengua
castellana, en su orden, de la cuarta a la decimotercera, respectivamente: 1803,
1817, 1822, 1832, 1837, 1843, 1852, 1869, 1884 y 1899. Durante el siglo XX se
publican ocho nuevas ediciones de la obra: en 1914 la decimocuarta edición;
en 1925 se publica la decimoquinta, pero cambia su nombre a Diccionario de la
lengua española, y su carácter es principalmente académico; 1936, 1947, 1956,
1970, 1984 y 1992. Adicionalmente, en 1927 se publica la primera edición del
Diccionario manual e ilustrado de la lengua española; En 1933, el primer tomo
del Diccionario histórico de la lengua española, cuyo segundo tomo aparece
finalizada la Guerra Civil, en 1939; y, en 1996, se publica la primera edición del
Diccionario escolar.
Durante las primeras dos décadas del siglo XXI se han publicado las siguientes
obras lexicográficas: el Diccionario panhispánico de dudas, en 2005; el Diccio-
nario esencial de la lengua española, en 2006, mismo año cuando se comienza
a preparar el Nuevo diccionario histórico del español; el Diccionario práctico
del estudiante, en 2007, dirigido a hispanohablantes de América; en 2010 el
Diccionario de americanismos; en 2019 vio la luz el Nuevo diccionario histórico
del español, y cierran la lista la vigesimosegunda y la vigesimotercera edición
del Diccionario de la lengua española, en 2001 y 2014 respectivamente.
La vigesimotercera edición (2014), presenta 93 111 entradas con 195 439 acep-
ciones. En esta obra se incluyen 49 650 etimologías; 21 466 voces técnicas; 18
712 acepciones con marcas de diversos países de América; 435 acepciones con
marca de España; 102 acepciones propias de Filipinas; 30 acepciones de Guinea
Ecuatorial; 1296 artículos y 118 formas complejas con información de variantes;
333 extranjerismos en proceso de incorporación al español; 222 locuciones latinas;
176 artículos y 11 formas complejas con información ortográfica; 1637 verbos con
su conjugación respectiva, y 133 artículos con información morfológica diversa.
Tal como se dijo en relación con la gramática y las obras para estudios lin-
güísticos, la RAE y la ASALE emiten algunas publicaciones como parte de la
promoción de su industria editorial, como el Diccionario básico y el Diccionario
del estudiante. Todavía hoy tienen el monopolio de las publicaciones de diccio-
narios dirigidos a las poblaciones hispanoparlantes de América, donde habita el
mayor número de usuarios de la lengua, lo cual representa para ellas un ingreso
económico considerable. No obstante, también existen otros esfuerzos, a veces
deslindados de estas organizaciones rectoras, pero con su respectivo aval, que
ofrecen productos realmente interesantes, como Diccionario de sinónimos, Dic-
cionario de Antónimos, Diccionario etimológico, Diccionario de crucigramistas,
136
Componentes del español desde una perspectiva histórica
Recientemente ve la luz una obra que recoge las voces primitivas del íbero-
rrománico entre los siglos VIII y XII, es decir, las palabras que precedieron y
estuvieron en la base de la lengua española. Ramón Menéndez Pidal es el
encargado del dirigir el proyecto, redactado por Rafael Lapesa y revisado por
Manuel Seco (Menéndez, 2008). Esta obra tiene como fundamento principal
la producción literaria escrita que pervivió hasta hoy. Aunque es un léxico de
factura moderna, su contenido es claramente antiguo y, por demás, valioso
para los estudios lingüísticos e historiográficos.
Referencias
2.3. Fonética
La fuente principal para el desarrollo de este acápite es el texto de fonética y
fonología (RAE, 2011), publicado con una breve posterioridad a la Nueva Gramá-
tica (2009), y los textos de fonética de latín y griego, pues es de allí de donde
proceden la mayoría de voces españolas. Además, el apoyo en diccionarios de
lingüística y un aporte de la pragmática. Ciertamente, desde una perspectiva
histórica, los cambios en la lengua desde su consolidación hace diez siglos 137
Desarrollo histórico del español
Existe una diferencia radical entre el sistema de escritura de una lengua (si la
tiene), a la cual se liga la gramática, y el sistema fonológico en un momento
dado. La escritura tiene eminentemente un carácter conservador, mientras
la fonología está más ligada al uso de la lengua, razón principal por la cual la
fonética no hace parte del corpus gramatical8.
8 En el caso de la Nueva gramática española, en la versión de 2009, son dos los tomos que
la componen, mientras se editó un volumen adicional e independiente sobre fonética y
138 fonología (RAE, 2011).
Componentes del español desde una perspectiva histórica
En este panorama cabe decir que las lenguas romances le adeudan al griego
la economía de contar con un sonido para cada grafema y un grafema referido
a cada sonido. No obstante, el español tiene algunas inconsecuencias a este
respecto que bien vale la pena mencionar, como una manera de hacer evidentes
los posibles conflictos que para un hablante de español no nativo esto puede
representar, y como una manera, también, de conocer un poco más a fondo la
propia lengua, aun cuando es comúnmente aceptado que la escritura no forma
parte del aprendizaje básico funcional del sistema de una lengua para su uso
oral ni la fonología lo es de la gramática de la lengua.
Hasta hace poco tiempo se clasificaban las vocales del español simplemen-
te en abiertas (a, e, o) y cerradas (i, u). Recientemente, de acuerdo con las
investigaciones al respecto de la fonética, se ha establecido una clasificación
más compleja teniendo en cuenta la abertura de la comisura labial, la posición
de la lengua y el punto de articulación, para determinar altura y fondo en la
pronunciación. La imagen en la que se representan las vocales es la siguiente
(RAE, 2011, p. 92):
139
Desarrollo histórico del español
En español las vocales sólo son cerradas (i, u), abierta (a), semicerradas (e, o);
anteriores (i, a, e) y posteriores (u, o); redondeadas (u, o) y no redondeadas (a, e, i).
• Cerrada (i, u): sonido vocal cuya pronunciación requiere una abertura mínima
entre la lengua y el paladar, sin llegar a crear fricación.
• Abierta (a): sonido vocal cuya pronunciación exige que la lengua esté en
la parte inferior de la boca, en su posición más baja.
• Semicerrada (e, o): la lengua está a dos tercios de la altura disponible entre
una vocal cerrada y una intermedia.
• Posterior (u, o): también llamada velar, es un sonido vocálico que se articula
con la lengua retraída, acercando el dorso hacia el velo. Acústicamente
son orales, graves y bemolizadas. Su segundo formante es inferior a 1200
Hz, tal como muestra la imagen (RAE, 2011, p. 87).
140
Componentes del español desde una perspectiva histórica
A finales del siglo XIX la RAE definió que el fonema /k/ delante de timbre /e/ e /i/
se escribe qu, y delante de las otras tres /a/, /o/, /u/ se escribe c. Así quedan:
141
Desarrollo histórico del español
En el caso de palabras provenientes del latín con doble ele pasan al español
como l simple o como ll con sonido consonántico de y (palatal central), como
en pollo, del latín pullus. Inicialmente en español tenía sonido palatal lateral /ʎ/
(AFI, 1999)9, como sigue siendo actualmente en muchas de las lenguas que la
tienen como fonema, aunque con grafía diferente (lh, gl, etc.). Actualmente,
por el fenómeno ampliamente difundido del yeísmo (convergencia fonética
de ll y y, deslateralizando el sonido de la primera), este grafema representa
un fonema palatal o postalveolar central /ʝ ̞ / (AFI, 1999), según la forma dialec-
tal. La distinción fonética de estos dos grafemas está presente en América
142 9 Aragonés, asturiano, aimara, español medieval, catalán, euskera, gallego y quechua.
Componentes del español desde una perspectiva histórica
La “x”. En este caso hay un solo grafema para dos fonemas, uno velar y otro
silbante (k+s). Se reconoce en la equis el sonido de la letra griega X-x (xi);
tiene valor de ks, como en taxi, y valor de gs, como en lexema. Si bien la
grafía corresponde más a la c (ji), pudo también ser una escritura rápida de
la k (kappa), pues en algunos alfabetos griegos occidentales se escribía este
sonido con ambos grafemas “ks” (Bergua, 2004, 26). Su grafía “x”, entonces
no siempre corresponde a la pronunciación /ks/, puede estar representando
un sonido de una lengua diferente, como ocurre en el topónimo México (hay
quienes decidieron escribir con “j”) y sus derivados, allegados del náhuatl e
incorporados al español con la representación gráfica asociada a la “c” (ji)
griega y no a la “x” (ksi). Tal vez fue así porque el grafema c se sabía asociado
al sonido /j/, como en Quixote, fixo, texer, y luego, con la popularización de
la j y la anexión de este sonido suave a la gutural “g”, desapareció o asumió
como referente fonético ks, o dio lugar a kappa manuscrita para representar
este sonido doble, presente en voces latinas cultas como máximo, inconexo,
explicar, entre otras, y algunas griegas como galaxia y ortodoxo. etc.
Como dato curioso, es la única letra del abecedario que no contiene la grafía
de ella misma ni el sonido en su propio nombre.
La “k” es una consonante oclusiva velar /k/; tiene el mismo valor que tiene c
antes de a, u y o: kilo, kiosco; y siempre tiene el mismo valor de qu: quilate,
quitar. Su importancia se circunscribe al ámbito ortográfico/etimológico, pues
la mayoría de voces provenientes del griego que pasaron por el latín antes de
llegar al español asumieron c. También se recurre a ella para nombres propios.
La discusión sobre la necesidad de su presencia en el sistema lingüístico
español sigue vigente. Este fonema /k/, entonces, tiene hoy, en español, tres
formas de representación gráfica: k, c (-a, -o, -u) y qu (-e, -i).
Las Letras y caracteres de que se usa para hablar esta lengua son las
de nuestra A, B, C Castellano, por no auer letras propias para hablar,
ni escribir: porque los Indios, y naturales deste Reyno no tenían vso de
escriptura, ni jamas entre ellos vuo tal memoria della" (Lugo, 2013, A3).
Aclara luego que los indios carecían de las letras D y L. Declara, además:
"para pronunciar la Z. del A. B. C. Castellano, no se pronuncia aguda, como
se pronuncia en nuestra lengua, sino pronunciarse ha como la S. y por ser
necessaria para la escriptura no se escluye de nuestro A. B. C." (Lugo, 2013,
3r). O sea que, pasados 130 años de la llegada de los españoles a América,
en la península ya se utilizaba la Z con sonido fricativo sordo, pero evolucionó
al margen de dicha pronunciación y asumió el de /s/.
yuge, etc., y como vocal con el mismo valor de /i/ lo cual la hace, a la vista de
algunos, inútil. De hecho, durante algún tiempo hasta finales del siglo XIX,
y, en algunos casos, hasta comienzos del XX, se utilizó la “i” para voces que
hoy exigen por norma la “y”, como mui o la conjunción i.
sonora, “r”, y conserva sus rasgos de alveolar y fricativa, lo que produce una
“r” asibilada y una “s” sonora), a distancia (cuando el asimilador y el asimilado
no son contiguos. V.gr., en el paso de maxilla a mejilla se nota la influencia de
la vocal /i/ [asimilador] sobre la /a/ [asimilado] palatalizándola y cerrando en un
grado su abertura, convirtiéndola en /e/) o por contacto (cuando asimilador
y asimilado están contiguos. V.gr., en la secuencia fónica “espasmo” la “s”
[asimilado] se sonoriza ante la consonante sonora “m” [asimilador]: /espásmo/
queda /espázmo/). (Luna, Vigueras y Báez, 2005, pp. 38-40).
pa, Yuliana por Yuly, parcero por parce. Algunas veces la apócope se reviste
de un halo de cariño.
Referencias
148 Bergua C., Jorge (2004). Helenismos del español. Madrid, Gredos.
Componentes del español desde una perspectiva histórica
Lugo, Fray Bernardo de (2013). Gramática en la lengua general del Nvevo Rey-
no llamada Mosca (edición especial Universidad del Rosario). Universidad
del Rosario, Santafé de Bogotá (Original publicado en Madrid en 1619 por
Bernardino de Guzmán).
2.4. Ortografía
La mayor parte de la información de este apartado es tomada de la “Ortografía
de la lengua española”, publicada por Espasa y editada por la RAE (2011), de la
primera Orthographia de la lengua española, publicada en 1741, y de algunos
otros textos de ortografía que han publicado académicos especializados y la
RAE desde sus inicios.
No se puede evitar (si hubiera por qué querer hacerlo) remitirse a las lenguas
griega, latina, árabe y sánscrita para comprender los sonidos del español desde
sus comienzos, tal como se aclaró antes y su representación gráfica. Aunque
la lengua ha evolucionado oficialmente a partir del siglo XII, sus raíces fonéticas
(y sintácticas, morfológicas y semánticas) se hunden en una historia luenga,
ligada a las guerras, la religión, la alfabetización, la demografía y otros muchos
aspectos que sólo pueden ser comprendidos a través de los registros históricos
y la lingüística histórica.
149
Desarrollo histórico del español
151
Desarrollo histórico del español
Tal vez la mayor relevancia de la obra de 1741 es precisamente que logra recoger
criterios dispares y abundantes sobre la escritura de una lengua cuya regulación
era nula y cuyo uso estaba en boca de hablantes ágrafos, lo cual constituye
la “modernización” de la lengua, gracias, además, a la profusión literaria de
escritores de habla hispana y al interés de ortógrafos que, con posterioridad a
la iniciativa del siglo XVIII, intentaron simplificar aún más el sistema para lograr
unidad; de ello hablan estudios como el de Bello, “Indicaciones sobre la con-
veniencia de simplificar y unificar la ortografía en América”, publicado en 1823
(Cfr. Martínez, 1992, p. 129).
Queda claro también en la más reciente ortografía (AALE, 2011) que la letra
q solo tiene uso como elemento integrante del dígrafo qu para representar el
fonema /k/ ante las vocales "e" e "i" (queso /késo/, quién /kién/). Este mismo
fonema se representa, en el resto de las posiciones, con la letra c (canguro
/kangúro/, corto /kórto/, cuenta /kuénta/, acné /akné/, tictac /tikták/), aunque en
préstamos de otras lenguas también puede aparecer representado por la letra
k en cualquier posición (karaoke /karaóke/, kilo /kílo/, koala /koála/, kurdo /kúrdo/,
búnker /búnker/, anorak /anorák/).
Cabe decir, además, que, a pesar del recurso útil que de diccionario y "corrector"
ortográfico que tienen los procesadores de texto actuales, el conocimiento
de la norma es ineludible si se quiere tener un gusto particular por las formas
elegantes, delicadas y precisas de la lengua. La confianza excesiva en la tecno-
logía para que supla la ignorancia de la ortografía conduce a un debilitamiento
cultural y social y a un olvido de lo que otrora representaba "escribir a mano" y
a su concomitante declive neuronal.
Referencias
156
3. Prospectiva
de una lengua
y muchas culturas
El español, como todas las lenguas vivas, es un sistema que se revitaliza per-
manentemente, lo cual supone, como en todo ser vivo, el nacimiento, la trans-
formación y la entrada en desuso de palabras y expresiones. Inclusive, puede
darse el caso, con frecuencias, que un mismo fenómeno o realidad se puede
nombrar de maneras diferentes según el lugar, como ocurre con los animales;
por ejemplo, el gallinazo, al que también se le llama chulo, buitre negro, jote,
jote de cabeza negra, zamuro, curumo, zopilote, nopo, gallote o zope. Esto
supone una extraordinaria vitalidad de la lengua española por su presencia
como lengua materna en diversos lugares con tradiciones culturales diferentes,
tal como se sugiere en el nombre del presente volumen y, concretamente, del
presente capítulo.
Cada vez que se publica una nueva edición del diccionario aparecen varios miles
de palabras nuevas. Palabras como las siguientes no existían en la edición 22ª
de 2001, algunas ya aparecen en la edición 23ª de 2014, pero otras son solo al-
gunos ejemplos: guasap/wasap, guasapear/wasapear, cine (por cinema), micro
(por micrófono), depre (por depresión), frigo (por frigorífico), insti (por instituto),
story, escape room, táblet; batamanta, perroflauta, feminazi, follamigo, arreman-
gar, lideresa, óscares (la estatuilla, no los premios), Jose (hipocorístico de José),
hubiera (por habría); amusia, antagonizar, aporofobia, asana, ataché, audiolibro,
audiología, audiólogo -a, autólogo -a, bicatenario –a, biocida, bioenergía, bocas,
buenísimo, buenista, calefactable, calefactar, chakra; chusmear, clicar, cliquear,
cliqueo, compostador –a, compostar, compostero –a, contáiner, contaje, conti-
157
Desarrollo histórico del español
las que imitan sonidos, no sensaciones, se repite la voz o parte de ella para
intentar reproducir el sonido de la naturaleza o el producido espontáneamente
por el elemento que representa la voz, como zig-zag (el sonido de la aguja
pasando por la tela), tic-tac (el sonido que produce la maquinaria del reloj),
frufrú (el sonido que produce una tela de seda rozando con otra tela del mismo
material), pingpong (el sonido de la pelota que pega sucesivamente sobre una
superficie), runrún (el sonido de un motor cuando es acelerado), entre otras.
Todas las palabras tienen una estructura básica: un lexema o raíz; el otro com-
ponente es el morfema, casi siempre un afijo o una desinencia. Las palabras,
de acuerdo con su formación, pueden ser simples, derivadas o compuestas.
Las simples son aquellas constituidas por un solo lexema (tierra, lengua); las
derivadas son aquellas en las que se unen prefijos o sufijos al lexema (ante-
ced-ente; locu-torio; en-terrar); las palabras compuestas, por su parte, son las
conformadas por dos o más lexemas (mortí-fero; agri-cultura; dentí-frico). A
esta última categoría pertenecen las palabras técnicas o especializadas y las
neocomposiciones, es decir, la construcción de palabras nuevas con raíces
antiguas, principalmente del griego, del latín o de ambos. Algunos ejemplos
de ello pueden ser: arborícola, vermífugo, fratricida, farmacología, mitología,
taquicardia, antropófago, odontólogo, oftalmólogo, filosofía, multicolor, telé-
fono, omnipotente. 159
Desarrollo histórico del español
Cabe distinguir entre afijos y raíces. Los afijos son partículas que, añadidas a
palabras ya existentes, cambian su significado. Los afijos son de tres tipos:
si van al comienzo de la palabra, se llaman prefijos (Pre-fabricado, in-corporar,
desmentir); si van al final, sufijos (dese-able, dia-rio, cocin-ero); si van en la mi-
tad, infijos (anti-de-presión, alt-an-ero, fort-aleza). La raíz o radical, por su parte,
es una palabra que tiene significado en sí misma y que constituye el corazón
del significado al momento de agregarle afijos (resaltados en negrilla en los
ejemplos anteriores).
Además de las generalidades expresadas arriba, son seis las formas más
comunes de composición (Alvar, 1995, p. 21): sinapsia, disyunción, contrapo-
sición, yuxtaposición, prefijación vulgar y acortamiento. Adicionalmente, otras
formas de construir palabras nuevas son: conversión sintáctica, sintagmación,
siglación, acronimia, abreviación y variación. Todos estos recursos configuran
lo que podría ser el mecanismo más expedito para conservar la vitalidad de una
lengua que se transforma permanentemente y que se adapta con sorprendente
flexibilidad a las nuevas realidades del mundo.
Referencias
Alvar E., Manuel (1995). La formación de palabras en español. Madrid, Arco/Libros.
10 Con este término hago referencia a las condiciones sociales en relación con una
lengua, común o no, más allá del uso mismo de dicha lengua, es decir, no se trata de lo
sociolingüístico, sino de integrar a los distintos hablantes de una misma lengua, inclusive
por fuera de un territorio común, o todo lo contrario, una comunidad de hablantes de la
misma lengua restringida por cuestiones geográficas, políticas, locativas o económicas.
(Nota del autor). 161
Desarrollo histórico del español
últimos quince años. En los dieciocho Estados donde hay mayor número de
hispanoparlantes se ha registrado un aumento mínimo del 3% entre 2007 y
2017, y, en algunos, un aumento de hasta el 10%. California, Texas, Florida,
Illinois, New Jersey, Arizona y Colorado son los Estados que albergan el mayor
número de hablantes de español, para el año 2017, datos que tienden a man-
tenerse, dada la migración cada vez más moderada de latinoamericanos. Una
vez se establece una colonia de hispanohablantes americanos en algún lugar,
dado que regularmente hay entre ellos mayor tendencia a procrear que entre
los nativos norteamericanos, el aumento gradual y sostenido de esta población
está naturalmente garantizado.
Referencias
Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico de 1952, art. III Sección 5.
Background Note: Paraguay (en inglés). U.S. State Department. Archivado des-
de el original el 1 de junio de 2011. Consultado el 27 de febrero de 2018.
165
Desarrollo histórico del español
En este panorama, son diez las lenguas más populares que concentran más del
40% de la población, aunque muchas personas pueden contar como hablantes
de varias lenguas. El chino-mandarín es la lengua más hablada con más de
1300 millones de hablantes, el español está en segundo lugar con cerca de
500 millones, mientras el inglés ocupa el tercer lugar con casi 400 millones
167
Desarrollo histórico del español
Existen nueve razones por las cuales el autor (Etxebarría. 1995, p. 100) habla
de bilingüismo social: la ocupación o colonización, el comercio, la superioridad
demográfica, el poder y el prestigio, la expansión y la ascendencia, la educa-
ción, la influencia económica, la religión y los medios de difusión. No sobra,
pues, reiterar la complejidad del bilingüismo y la variadísima textura que se teje
por sus múltiples formas, lo que da pie para incluir en este apartado algunas
consideraciones acerca del multilingüismo.
Referencias
Desde una perspectiva psicolingüística, está claro que las mujeres acceden
más rápido, con mayor propiedad y adecuación al lenguaje hablado. Esto es
así, porque en el desarrollo neurobiológico la madurez que alcanza el cerebro
173
Desarrollo histórico del español
de las mujeres es mayor y más rápida en contraste con la de los varones, princi-
palmente en la segunda etapa (anal), caracterizada por el desplazamiento de las
pulsiones primarias, ajenas al lenguaje, por el lenguaje como mecanismo para
hacer emerger la realidad y para evocar lo tangible aunque no esté presente;
es decir, en lugar de señalar una pelota, se nombra; en lugar de llorar por que
se tiene hambre, se pide comida; en lugar de gritar por el dolor, se enuncia
con palabras… Este mecanismo de uso de la lengua para nombrar la realidad
y ubicarse en ella, es más rápido en las mujeres que en los hombres, quienes
permanecen durante más tiempo en la etapa oral y quienes retardan conside-
rablemente el desplazamiento de la satisfacción real y tangible del deseo por
una satisfacción subsidiaria asociada al lenguaje. La otra fuente del imaginario
o prejuicio sobre las mujeres, como seres habladores y parlanchines, puede
estar asociado a la tradición judeocristiana, cuyo mito de los orígenes presenta
a la mujer con una curiosidad despierta principalmente por la palabra punzante
de la serpiente, y con una tendencia a conducir al hombre, mediante la mani-
pulación por la palabra, a la falta y al error. Entonces, no solo se le atribuyen
dotes parlantes notables, sino la responsabilidad de los males del mundo por
su curiosidad y tendencia a ceder frente a las palabras más que frente a la rea-
lidad tangible. En ello contrario a lo que el varón puede privilegiar: el disfrute
tangible de la realidad material frente a la poca o nula atención que le presta a
los detalles de la comunicación oral. En otras palabras, la fijación oral de las
mujeres da lugar al uso del lenguaje, mientras la fijación oral de los hombres los
sigue conduciendo a los distintos sustitutos materiales del pecho de la madre.
La voz de las mujeres, pues, se ha limitado tanto que apenas hace algunos años
ha logrado comenzar a salir de su encerramiento social y familiar y ha logrado
174
Prospectiva de una lengua y muchas culturas
Las mujeres, los campesinos, los indígenas y los negros han sido asociados,
cada vez con mayor fuerza, con la pobreza y con la hipersexualidad, con lo cual
casi se identifican sin más. Que alguno de ellos ostente una posición social
adinerada genera mayor discriminación por sospecha o, como ocurre frecuente-
mente en la costa norte colombiana, el campesino con dinero se conoce como
“ganadero” o “hacendado”, pero no como campesino, pues su dinero hace
que no quepa ya en esta categoría, es decir, son mutuamente excluyentes, así
como los demás ejemplos dados.
177
Desarrollo histórico del español
Aún más, con el ánimo aparente de reivindicar el valor de las mujeres esfor-
zándose en usar el masculino y el femenino de algunas palabras cuya única
diferencia es una letra (casi siempre la final), diferente a lo recomendado por
la norma consistente en utilizar los dos vocablos solo cuando difieren uno del
otro (como toro y vaca, hombre y mujer, etc.), se termina incurriendo en un
procedimiento de exclusión disimulada llamada por la Antropología “exclusión
positiva”, la cual se da cuando, con el ánimo aparente de evitar la discriminación
termina generándose una mayor al resaltar indirectamente la inferioridad de uno
frente al otro. Las palabras sustantivas, casi siempre designan a las personas
por sus acciones no por su sexo. Por ejemplo, la palabra juez, sustantivo co-
mún, designa a toda “persona investida de autoridad para juzgar y sentenciar”,
con independencia del sexo de la misma. Insistir en la proliferación de formas
masculinas y femeninas, de modo desmedido, puede hacer incurrir en errores
que, posteriormente, habrá que estudiar como objetos de restitución del senti-
do gramatical, pues las formas de exclusión están en el ámbito social, familiar,
psicológico, político, cultural, por lo que su superación y supresión están, más
que en el cambio de la forma de hablar (que bastante ha costado enseñar a las
nuevas generaciones) en la asunción responsable de una actitud crítica frente a
todas las formas de dominio patriarcal, comenzando, de hecho, por reconocer
que los valores, los derechos y la dignidad no se restablecen incorporando un
mayor número de palabras en las enunciaciones, con independencia de su
género o su número. La doctora Pilar García Mounton, en su Cómo hablan las
mujeres (2000, p. 31) incluye una caricatura que bien precisa los límites y los
riesgos de estas iniciativas:
Referencias
180
Prospectiva de una lengua y muchas culturas
Aparece, entonces, el imaginario, casi como prejuicio, que solo quienes tie-
nen la escritura convencional están “alfabetizados”, lo cual es completamente
impreciso; que quienes no tienen escritura alfabética no pueden producir
conocimiento, más falso aún; y que quienes no tienen escritura no pueden
tener acceso a la ciencia o no pueden ser tomados en serio como sujetos de
conocimiento, sencillamente absurdo. Estos mismos prejuicios discriminatorios
(como la mayoría de los prejuicios) se aplica también para algunas lenguas en
relación con otras, tradicionalmente asociadas a ciertas prácticas culturales o
científicas. El caso del inglés, por ejemplo, una lengua ampliamente reconocida
y aceptada para la comunicación científica, puesta en relación con el español,
una lengua asociada con la pobreza, el narcotráfico, la minusvalía intelectual
y cultural y la poca circulación de capital dinero, reproduce la misma lógica.
Aparentemente las comunicaciones científicas en español no pueden alcanzar
los puestos de prestigio mundial (Q1-A1) porque carecen de interés intelectual,
como si en español no pudiera decirse algo trascendental; aún más, si alguien
desea decir algo importante, pareciera que no es el español la lengua para ello,
a pesar de ser la lengua de cuna o de contar con amplio y abundante número de
hablantes, interesados en el tema de la conversación. Tales juicios y prejuicios
se trasladan y aplican también a los sujetos cuya lengua es una u otra.
las corrientes teóricas que planteaban una gran diferencia entre las sociedades
letradas y las no letradas en función del uso de la escritura (cf. Goody, 1996;
Havelot, 1963; Ong, 1987, y Olson, 1998, los precursores de la “Gran división”)
y nos acerca más a modelos integradores sustentados en el concepto de li-
teracidad. Ames (2002, citado en Soler Castillo, 2013) plantea los siguientes
presupuestos asociados a esta perspectiva:
hablar de una sola literacidad” (Moreno Mosquera & Mateus, 2018, p. 17). La
escuela, como institución formadora de sujetos dispuestos a la sociabilidad y
la ciudadanía, debe tener este aspecto como un interés cardinal.
Los autores, a partir de Hamilton y Barton (1998) y Street (1997) los explican
así: la literacidad vernácula se refiere a aquella que no está regida por reglas
formales y procedimientos de instituciones dominantes; estas prácticas ver-
náculas tienen su origen en la vida cotidiana, donde la oralidad es más fuerte y
predominante. Por su parte, la literacidad oficial se asocia con organizaciones
formales como la educación, la religión, la ley, la burocracia y el trabajo (Vich &
Zavala, 2004, p. 42). En estos ámbitos, la lectura y la escritura tienen un valor
más alto que la oralidad, tanto legal como culturalmente, que la misma sociedad
le asigna. Afirma Mosquera (2014) que “las prácticas de literacidad son histó-
ricas, organizadas por instituciones sociales y relaciones de poder” (p. 294).
Este diálogo permanente que se da en cada uno de los sujetos que están en la
escuela y sus historias, como estudiantes, como docentes y como directivos,
abre un nuevo marco de referencia contextual que no puede ser ajeno si se
pretende formar con sentido y para la vida.
Más allá de todo esto, como una consecuencia natural, está el desempeño de
los sujetos tanto en la comunicación espontánea como en el rendimiento escolar
medido en pruebas estandarizadas, el alcance de competencias mínimas para
pasar de un grado de escolaridad a otro, y la proyección profesional a la que se
enfrenta toda persona escolarizada al finalizar la Educación Media. Ello no puede
ocultar el trasfondo que realmente interesa enfrentar en la escuela, no para un
estudiante en particular o durante un lapso específico, sino como tarea propia
de quienes conforman la comunidad educativa, más allá de las instalaciones
materiales, lo cual no se restringe al diseño curricular, plan de estudios, gestión
de la calidad, planes de área, proyectos institucionales, dispositivo pedagógico
o cualquier otro documento considerado de manera aislada.
Referencias
Para el siglo XII, cuando se tienen registros fehacientes del romance castellano,
ya se habían escrito algunas glosas en un castellano primitivísimo que, aunque
no constituyen obra literaria alguna en sentido estricto, sí son referentes al mo-
mento de intentar datar los primeros escritos en esta lengua naciente. Se creía
que habían sido las glosas aemilianensis, escritas sobre un códex latinum en
el siglo X, las que le habrían dado origen al castellano y que, gracias a ello, era
San Milán de la Cogolla, de donde viene la nominación de las glosas, la cuna
del castellano. No obstante, se descubrió recientemente que están escritas en
navarro-aragonés riojano, una lengua romance primitiva parecida al castellano,
y tal vez sólo algunas en un castellano con elementos riojanos, muy tardías,
cosa que se infiere debido a que corresponde a una región donde se habló
castellano sólo siglos después.
Pero los Cartularios de Valpuesta, por su parte, escritos desde el siglo IX hasta el
siglo XII, sí parecen tener elementos protorromances más cercanos al castellano,
tal vez porque, como afirma Emiliana Ramos (2000), los escribanos intentaban
conservar en la escritura las voces del latín, pero era difícil dado que escribir
era una tarea exótica y, además, la lengua común ya era suficientemente dife-
rente de aquél; a pesar de ello, no se ha podido datar ninguna de estas glosas
con anterioridad a las aemilianensis. Hay quienes piensan (Cano, R. y Bru, E.,
2005) que las glosas silensis, provenientes del códice latino del monasterio de
santo Domingo de Silos, manuscritas allí alrededor de comienzos del siglo XI,
pudieron ser copia de glosas anteriores, tal vez de las aemilianensis. Nodicia de
190
Prospectiva de una lengua y muchas culturas
Puede decirse que todas las obras escritas antes de la aparición de los primeros
diccionarios (El tesoro de la lengua, de Covarrubias, en 1611, y el Diccionario
de Autoridades, en 1726) aportaron el léxico que posteriormente se registró
en los lexicones y vocabularios. Entre las obras específicas se encuentran El
Cantar de Mío Cid (finales del siglo XII y comienzos del XIII) que cuenta haza-
ñas de un héroe local; Lazarillo de Tormes (siglo XVI), muestra de la literatura
picaresca; El Quijote (comienzos del siglo XVII), considerada la primera de las
novelas modernas y obra cumbre de la literatura española, y Las Cántigas de
Santa María (siglo XIII), un conocido aporte del rey Alfonso X, basado en los
pasajes bíblicos y en las tradiciones populares. No obstante, las tradiciones
literarias populares hicieron también un aporte fundamental en el desarrollo y
consolidación del español.
Aún hoy, después de cinco siglos de haber recibido, sin invitación, a aquellos
visitantes, levantamos nuevas formas de creación literaria, siendo la mayoría
herederos de aquellos que llegaron, mezclados con los que estaban y con los
194
Prospectiva de una lengua y muchas culturas
La literatura hoy recoge las voces de las minorías, de los separados, de los adve-
nedizos, de los desadaptados; las voces de los populares, de los intelectuales,
los investigadores, los escritores noveles y los tradicionales; recoge las voces
claras y autoritarias de los políticos y las cansadas voces de los campesinos.
La lengua sigue creciendo, cambiando, incluyendo nuevas palabras en el dic-
cionario, previo reconocimiento de su uso, su sentido y su significado. Cada
uno de los países donde el español es lengua oficial ofrece periódicamente al
mundo un puñado de palabras nuevas, evidentes en la literatura local, producto
de transformaciones diversas de la lengua, que denota la fuerza que tiene ésta
en los hablantes y los hablantes en ella, ejerciendo mutuamente una tensión
que oscila entre la norma y lo cotidiano, entre lo formal y lo dinámico, entre
lo local y lo universal, entre la corrección y el uso, entre el comercio y el arte.
Referencias
Abad N., Francisco (2008). Historia de la lengua española. Valencia, Tirant lo Blanch.
Menéndez P., Ramón (1926). Orígenes del español. Madrid, Espasa Calpe.
196
Palabras finales
El español: una lengua para
el desarrollo y la investigación
lingüística y literaria
Enseñar a leer a un niño, pero también escucharlo y hablarle, así como hablar-
le a cualquier persona de la manera que convenga según las condiciones y
circunstancias, configura un escenario privilegiado para la humanización. La
escritura es una forma de expresar el mundo interior y, al mismo tiempo, una
forma de exponerse ante otros en la desnudez de la lengua y en la claridad del
mundo simbólico que habitamos. La belleza del lenguaje hablado se combina
con la tecnología de la escritura para emerger como un mecanismo sine qua
non puede darse cualquier otro proceso de culturización, razonabilidad, apre-
ciación estética, crítica teórica, reflexión espiritual, acceso a las tecnologías
emergentes y a la producción académica.
200
Talleres
Desarrollo histórico del español:
oralidad, lectura y escritura en las
transformaciones de la lengua,
la cultura y los sujetos
Juan Eliseo Montoya Marín, Ph.D.
Lic. Manuela Echeverri González
Se trata, pues, de una serie de conjuntos de preguntas sobre temas del libro,
que pueden suscitar también la conversación en clase, la creación de tertulias
temáticas, la realización de centros literarios, la construcción de vídeos didácti-
cos, la construcción de blogs escolares o, simplemente, el interés y la curiosidad
por saber hasta qué punto se captó o comprendió la información contenida en
cada apartado. Están identificados con el mismo nombre del capítulo o subtítulo
del texto al que corresponden. 201
Desarrollo histórico del español
Las claves para el aprendizaje y la enseñanza del español que surgen de las
conversaciones al respecto de este libro son ya hallazgos, avances y frutos de
la investigación en mención. El aprendizaje mutuo, la profundidad con la cual
se tratan los temas y el cariño con el cual se redactan estas preguntas están
puestos para que los lectores juzguen por sí mismos y aprovechen, según su
criterio y su gusto, este esfuerzo revestido de bondad y de generosidad fundado
en la ética y en la profesión docente.
202
Talleres
204
Talleres
205
Desarrollo histórico del español
206
Talleres
208
Talleres
209
Desarrollo histórico del español
H. Ortografía
212
Talleres
Nivel de Lengua de
Palabra Raíz Afijo Significado
lengua procedencia
Escala
Doblaje
Accionista
Filarmónico
Inflación
Diagnóstico
Válvula
Rima
Crédito
Tono
Radiador
Novela
Compás
Largometraje
Guionista
Cotización
Melodía 213
Desarrollo histórico del español
Presupuesto
Carburador
Estrofa
Plano
Fotograma
Embrague
Odontólogo
Ortopedia
Amigdalitis
Batería
Dermatólogo
Poema
Trovador
7. Reconozca (lea y repase) la siguiente lista de palabras griegas que ofrece al-
gunos ejemplos de elementos iniciales para composiciones eruditas. Escriba
al frente de cada una el significado en español. Para ello se puede apoyar en
la lista posterior que se presenta en un orden diferente al de la primera.
10. De los siguientes significados elija el que corresponda con cada uno de los
anteriores y escríbalo al frente. Consulte el diccionario (RAE, ed. 23, 2014):
Cara/base
Temor/miedo/aversión a
Carrera
Ver/examinar
Comer/devorar/consumir
Jefe
Dolor
Afición a/amor a
Doctrina/opinión/creencia Sabiduría
Fuerza/poder/dominio
Caja/armario
Que siente aversión a
Combate/lucha
Ciudad
Corte/extirpación
Discurso/palabra/tratado/ciencia Costumbre/ley
Amigo de/amante de Curación/cuidado
Curación/atención a Medida/norma
Inflamación
Pie
Lengua Cabeza/cráneo
Matrimonio Escribir/describir
11. Elija una palabra del español que contenga cada uno de los elementos de
la lista anterior. Escriba su significado.
219
Desarrollo histórico del español
12. Al frente de cada voz latina de la lista siguiente escriba una palabra en es-
pañol que la contenga y, frente a ella, el significado de la palabra señalando
(subrayando) el significado del segmento inicial:
Como apoyo para la realización del punto anterior, tenga en cuenta el cuadro si-
guiente donde están, en cualquier orden, el significado de los prefijos de la lista.
Repetición, intensifica-
Anterioridad en Posición interior,
ción, movimiento hacia
espacio y tiempo cara adentro
atrás, acción en contra
Movimiento de más a
A través de, al otro
menos, de arriba Negación
lado, cambio
a abajo
Negación u oposi-
Posición debajo de,
ción, privación, fuera
Intensidad inferioridad,
de, exceso, afirma-
a continuación
ción con intensidad
1. ¿Por qué se reconoce la lengua española como una de las más ampliamente
difundidas actualmente? Esta pregunta permite enfatizar en los elementos
expuestos en el texto.
2. ¿Con cuántos hablantes aproximados cuenta el español? ¿Es posible ubi-
carlos únicamente en contextos donde esta es la primera lengua? Justifica
tu respuesta. Esta cuestión amplía la comprensión del texto, localizando
el aprendizaje en puntos específicos.
3. ¿Consideras que la influencia del español en países de lenguas diversas se
engloba a partir de la comunicación neta del idioma o incluye elementos
culturales que trascienden a otros contextos? Provee la inferencia a partir
de la conceptualización del escrito.
4. ¿Qué razones podrían explicar el aumento de hispanohablantes en Estados
Unidos de América? Cuestión que trasciende los planteamientos a una
reflexión personal.
5. Explica la siguiente afirmación, la cual brinda un cierre al acápite: “La
lengua encarna la cultura, pero no la homogeniza”. Según tu experiencia
en el ámbito educativo, justifica a qué se refiere. Esta pregunta ubica el
conocimiento en un contexto real del estudiante.
222
Talleres
223
SU OPINIÓN
Lingua Nostra
Conocimiento y posibilidades
del español
L a lengua es uno de los elementos culturales con mayor peso e importancia,
profundidad y proyección. Es la que permite la creación de metarrelatos, configurar
un sistema de creencias y generar intercambios de todo tipo. Conocer la historia de una
lengua es conocer también la historia de las comunidades donde se gestó y se desarrolló y
la de los sujetos que han hecho parte de su devenir. El español ha sido una lengua que
emergió en el corazón de luchas encarnizadas
por el poder, el control y la supremacía, ha
atestiguado tiempos de tranquilidad y de
conflicto y encuentros y destrucción de
mundos, y ha creado palabras para ello. El
español guarda en su ADN la huella de lenguas
ancestrales asiáticas, europeas, americanas y,
muy seguramente, africanas a través de las
forzadas migraciones humanas a América y en
el habla cotidiana de quienes han constituido
colonias en Guinea Ecuatorial o Marruecos, de
diversas formas y con variados intereses.
La historia de la lengua es una historia sangrienta y espiritual, comercial y académica,
arquitectónica y musical, bélica y de navegación, peregrina y rústica, erótica y romántica,
literaria y filosófica, política y mítica. Estudiar el desarrollo histórico del español es una
forma de arañar poco a poco la propia historia personal y social, geopolítica y misteriosa
que se encierra detrás de cada hombre y cada mujer que han pronunciado una palabra en
lo íntimo, lo privado o lo público; es una responsabilidad para tener un elemento más de
juicio para convivir y proyectarse críticamente, sobre todo en el tiempo de profundas y
dolorosas migraciones humanas, el lapso de crecimiento desmesurado de los medios de
comunicación, el momento de mayor riesgo de desaparición por la destrucción de todas
las formas de vida, la era digital que llega con sus propias palabras, retos y condiciones.
Nunca antes se requirió tanto de la palabra (y la acción) para que germinen bondad,
compasión, respeto, generosidad, paz y diálogo, en general, humanidad.