La Sensibilidad en El Niño
La Sensibilidad en El Niño
La Sensibilidad en El Niño
El niño debe ser sensible a las cosas de su entorno, pues este es el primer paso para poder
sentir hacia aspectos más complejos de la actividad humana. Si al niño se le enseña desde
muy pequeñito a querer a una mascota, como puede ser un perro o un gatito, se están
sentando las bases para el desarrollo de una actitud de cuidado y protección de los
animales; si se le enseña a cultivar una rosa, se le está inculcando el amor a la naturaleza;
si se le asoma a la ayuda a un ser desvalido, se sientan las bases de la compasión y la
cooperación humanas.
Asimismo el amor a la música, a una creación plástica, a un cuento literario, entre otras
muchas manifestaciones de la conducta humana, tienen en su base la posibilidad de
sentir, de emocionarse ante el hecho visto, es una prueba de la sensibilidad del niño hacia
las cosas del mundo que le rodea.
La sensibilidad, como valor o cualidad humana, por lo tanto, no puede trabajarse de forma
pedagógica directamente, sino mediante actividades que en su base promuevan el
afloramiento de sentimientos y no solo de conocimientos, actividades que han de ser muy
diversas pero en las que siempre prime lo afectivo.
Al niño ha de enseñársele a emocionarse por las cosas bellas desde la más temprana edad,
ello constituye la base sobre la que la sensibilidad, en su sentido más general, se forma. Y
lo que distingue una actividad pedagógica enfocada a formar la sensibilidad de cualquier
otra cognoscitiva, es que se desarrollen vivencias positivas y el niño se emocione
vivamente ante lo que se le enseña.
Señales para reconocer a los niños sensibles