Justificacion Etica de Una Norma

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Universidad Católica del Uruguay

Carrera: Licenciatura en Enfermería

Modalidad: Semipresencial

Asignatura: Bioética Fundamental

Docente: Thomas Roche

Justificación ética de una norma

Pineda,Gladys

Agosto 2021
1)
a) Fundamentación consecuencialista:

El consecuencialismo es una teoría ética que juzga si algo es bueno tomando en


cuenta sus consecuencias. Por ejemplo, la mayoría de las personas creen que
mentir está mal, pero si decir una mentira ayudaría a salvar una vida, el
consecuencialismo dice que es lo correcto.

Dos ejemplos del consecuencialismo son el utilitarismo y el hedonismo. Bajo el


utilitarismo se juzgan las consecuencias de las acciones tomando en cuenta el
estándar de “hacer el mayor bien para el mayor número de personas.” Bajo el
hedonismo, por lo contrario, se sostiene que algo es “bueno” si las
consecuencias producen placer o previenen el dolor.

El consecuencialismo se critica en ocasiones porque puede llegar a ser difícil si


no imposible saber el resultado de una acción de manera anticipada o prevista.
Claro, nadie puede predecir el futuro, y en algunas situaciones el
consecuencialismo puede llevarnos a tomar decisiones cuestionables, aunque
las consecuencias sean “buenas.”1

El consecuencialismo constituye una teoría (o familia de teorías) relacionada con


la corrección y obligatoriedad de las acciones. Es una teoría, pues, ética o moral.
La idea intuitiva es que la corrección de una acción está determinada por la
‘cantidad de bondad’ asociada con sus consecuencias. Una conocida teoría
consecuencialista es el utilitarismo. El filósofo Jeremy Bentham (1748-1832)
consideraba que toda obligación moral se deriva en última instancia del principio
de utilidad. Es decir, entre las posibles acciones que podemos llevar a cabo hay
que elegir aquella que genere una mayor felicidad para un mayor número de
personas. Estamos obligados a optar por dicha acción. En este caso la utilidad
se ha traducido en mayor felicidad para un mayor número de personas.2

La fundamentación consecuencialista considera que lo realmente significativo


de las decisiones morales, es la búsqueda de la mayor cantidad de
consecuencias favorables que satisfagan los deseos del que toma la decisión.
Conciben a la ética como una reflexión sobre la satisfacción de los deseos del
hombre. De forma un poco simplificada, podríamos decir que todas las teorías
consecuencialistas coinciden en afirmar que es bueno aquel objeto del deseo,
permanente y sin coacción que causa bienestar para el individuo o para el grupo
en el cual se encuentra el individuo que decide.3

b) Fundamentación deontológica:

En la fundamentación deontológica se da por supuesto que hay un ideal


específicamente humano para el hombre, que éste puede llegar a conocer por
medio de la razón. Ejerciendo esta capacidad, el hombre puede llegar a justificar
por qué se deben defender determinados valores o normas como
universalmente válidos. En ella
la valoración de las conductas concretas se hace a partir de la validez universal
de ciertos valores; el carácter universal del valor que juzga qué consecuencias
se debe buscar con las conductas; no al revés, como sucedía con las teorías de
la satisfacción como el consecuencialismo.

Entre las teorías deontológicas puramente formales destacamos a Kant que


considera que la moralidad está en hacer lo que establece autónomamente la
razón humana que averigua lo que está bien siguiendo toda aquella norma que
sea universalmente aceptada. Una acción es éticamente “buena” cuando está
de acuerdo con el imperativo categórico. El imperativo categórico es también
llamado el Principio de la universalización.

Para Kant y sus seguidores, la única manera que tiene la mente humana para
saber cómo debe actuar es preguntarse si una determinada ley puede ser
aceptable universalmente; y cada persona tiene un valor en sí mismo por el
hecho de ser racional, y por tanto posee una voluntad autónoma autolegislante
que es inalienable.

Para Kant la racionalidad confiere a cada uno un valor intrínseco y en la misma


reside la fuente última de la moralidad. El imperativo categórico es un mandato
que debe ser seguido por todo ser humano racional. No es el motivo de nuestras
acciones, lo que determina el carácter moralmente bueno de un acto, ni los
resultados, ni nuestros sentimientos, sino la universalidad de la norma aceptada
por la razón.3

Para Kant la moral ha de basarse más en la raz6n que en la fe. La moralidad es


un hecho, pero no de los sentidos sino de la raz6n, cuando pensamos 10 que
hacemos por medio de los juicios, por eso la ética Kantiana formal, es decir,
parte de la razón, de los juicios que son formas del pensamiento y no de la
experiencia.

También se considera una ética a priori porque toma Kant deber-mandato, como
absoluto, universal y necesario (imperativo categórico), este juicio no va a
depender de nuestra experiencia personal o particular, es una verdad aceptada
o aceptable por cualquier conciencia racional. EI juicio a priori es un género de
juicio universal y necesario, universal porque es válido para cualquier
conciencia, necesario porque no puede ser de otro modo para ninguna
conciencia; y es autónoma porque no depende de nuestra experiencia, sino que
la acci6n está dada por la voluntad. La moral es un imperativo categórico para
Kant, "de ahí que solamente sea válida moralmente el imperativo categórico,
en el cual se enuncia la moral autónoma fundada en la libertad de voluntad y
en la ley del deber moral puro".6

c) Similitudes y diferencias:

La deontología y el consecuencialismo son dos tipos característicos de teoría


ética. En el primer caso, el acento recae en los principios de acción, en las
obligaciones que pesan sobre el agente moral (por ejemplo, decir la verdad),
mientras que en el segundo lo importante es que algún objetivo valioso se
cumpla en el mundo (por ejemplo, que la gente viva más feliz). Estas dos clases
de “estructuras éticas”, conllevan concepciones diferentes de lo correcto y del
valor moral.

En el consecuencialismo, lo correcto se define como la maximización de lo


bueno, y a su vez esto último es definido independientemente de lo correcto
(como utilidad, felicidad, placer o de alguna otra forma). En esta clase de
estructura ética actuar correctamente es hacer algo por nuestro bien o por el
bien de los demás (si es que esto último es más importante que mi ventaja
particular). Se nos manda, por lo tanto, promocionar lo bueno, conseguir que
haya más y no menos de aquello que hace al mundo más valioso. Por el
contrario, la deontología defiende que debemos actuar de cierta manera porque
hacerlo así está bien (y no porque hacerlo así cause más bien). Bajo esta otra
perspectiva lo correcto se define independientemente de lo bueno: un acto
puede ser correcto, y por tanto exigible, aunque no haya buenos motivos para
realizarlo. De la convicción de que existen acciones buenas (o malas) en sí
mismas, se sigue el deber de realizarlas (o de evitarlas), un deber
cuya corrección no descansa en las consecuencias de la acción.

En el consecuencialismo, el valor de las acciones depende del de las


consecuencias producidas. Desde esta perspectiva, correcto es lo que produce
el mayor bien posible, así que no hay nada por sí mismo valioso en el acto
correcto, y la noción de “corrección” (entiéndase moral), que es lo distintivo de
la deontología, queda aquí disuelta en la de maximización o promoción de lo
bueno. Dicho de otra manera, el placer, la felicidad o el bienestar son
buenos aparte del mandato moral que nos exige aumentar su presencia real.
Por el contrario, las teorías con estructura deontológica se basan en que las
acciones tienen cierto valor específicamente moral, un valor peculiar, que no
está causado por sus consecuencias ni puede explicarse totalmente mediante
ellas.

La deontología exige que el mundo sea justo, que ciertas consecuencias sucedan
en el mundo, y que éste sea de cierta manera debido a ello, defiende que las
acciones tienen un valor propio, y esto no impide aceptar que la ontología de
las acciones incluye tanto el agente que las realiza, como los propósitos que
persigue. Se trata, por lo tanto, de que el mundo sea de cierta manera debido
a que nosotros hemos actuado en él apropiadamente. Por esto podemos decir
que la deontología es una ética de la responsabilidad.

De manera similar, el consecuencialismo no siempre se despreocupa de las


acciones que causan los estados de cosas.

Dentro de la deontología y el consecuencialismo, se deberían poder distinguir


dos aspectos: por un lado, la explicación de la acción moral que estas presentan
y, por otro lado, el establecimiento de criterios de decisión/acción y corrección
moral derivados del primer aspecto. Dentro de la explicación de la acción moral
encontramos lo que cada corriente ha entendido como las motivaciones de un
ser humano al actuar moralmente. El criterio de corrección derivado de la
explicación de la acción moral permite al agente decidir, en una circunstancia
particular, una vía de acción coherente con lo que considera "lo mejor" en
términos de acción moral. En el caso de la deontología, por ejemplo, la
explicación de la acción moral en el mundo como debería ser se basa en que la
máxima del agente en una acción particular se analiza con los lentes de la
universalidad y, de esta manera, la acción se decide correcta (universal
racionalmente), coherente con la concepción de los seres humanos como fines
en sí mismos, etc. De tal manera que el criterio de corrección que podemos
extraer de allí es esa universalidad que debe tener la acción, es decir, el
imperativo categórico.

La conexión entre explicación de la acción moral y criterio de corrección me


parece directa: si se modifica la primera, el segundo se actualiza según esta
modificación, dado que, si se busca explicar la acción moral, sin duda se quiere
saber la respuesta a cuál es la mejor manera de actuar (para actuar en virtud
de ella, se espera). Desde este punto de vista, se podría decir que el autor
propone una modificación de la explicación de la acción moral del
consecuencialismo, al incluir la explicación del agente dentro de la acción. Sin
embargo, el criterio de corrección continúa siendo el beneficio reportado por las
consecuencias (rasgo que permite que el consecuencialismo se conserve a pesar
de la ampliación).6

2)
a) Fundamento ético consecuencialista-utilitarista en contra de la pena de muerte:

La ética consecuencialista-utilitarista podría justificar la pena de muerte en el


hecho de que con ella se podrían prevenir futuros delitos, como por ejemplo:
aplicar pena de muerte a un asesino en serie cuya recuperación por el sistema
carcelario sea improbable, (lo que tendría como consecuencia salvar vidas a
futuro, lo que desde el utilitarismo sería una acción correcta, ya que se verían
beneficiadas un mayor número de personas en perjuicio de una sola), sin
embargo, creo que no es posible hacerlo, ya que ante todo se anteponen los
derechos naturales de las personas (en este caso el derecho al la vida), los
cuales son inherentes a la condición humana, son inalienables e intransferibles,
por lo que se anteponen a los sistemas jurídicos, ya que no son concedidos por
ningún estado, sino que van sujetos a la condición humana, por lo tanto el
estado no los puede revocar.
La pérdida de un derecho fundamental, como el derecho a la vida podría resultar
en la pérdida de los demás derechos, como la libertad, lo que daría como
resultado consecuencias negativas para la sociedad, por lo que respetar ese
derecho sería más beneficioso y reforzaría la idea de universalidad de estos.

b) Fundamento ético deontológico-kantiano en contra del lucro en la consulta


privada profesional:

El Respeto por la Autonomía, el principio de Beneficencia y el de Justicia indican


los deberes primarios de todo ser humano y los derechos inalienables de cada
persona y de los pueblos. Son las columnas fundamentales de toda ética
personalista, cuyo precursor fue Kant.3

Estos principios no involucran sólo a la relación individual sino a cualquier grupo


humano dentro de la sociedad y aún a la relación entre los estados. Son el
fundamento de toda ética, aún la internacional. De ahí que se apliquen también
a cualquier ética profesional o especial.

Desde el punto de vista de la ética personalista no puede decirse que exista un


único principio ético a partir del cual los dilemas de la práctica profesional
puedan resolverse o superarse. Es la trinidad de los tres principios
simultáneamente tenidos en cuenta los que deben articularse para que se pueda
entablar una adecuada relación ética entre el profesional, la persona y la
sociedad; y, además, para que pueda vehicularse en la práctica concreta, el
sostén, la protección y el acrecentamiento del valor ético supremo que es la
dignidad de la persona humana en sus tres dinamismos esenciales: incremento
de la conciencia, la autonomía y la comunitariedad.

Por el contrario, si se diera prioridad o sólo se tuviera en cuenta a un único


principio como el de Autonomía, terminaríamos obrando, por ejemplo, con una
ética individualista. Si sólo tuviéramos en cuenta el Principio de justicia
podríamos caer en una ética colectivista o totalitarista. Si sólo aplicáramos el
deber de hacer el bien podríamos caer, por ejemplo, en una sociedad
paternalista. 3

En la práctica concreta las dificultades provienen en la mayoría de las ocasiones


porque entran en conflicto entre sí, diversos valores, principios o normas.
Cuando ese conflicto es entre un principio y una norma, parece relativamente
sencilla la decisión de darle prioridad al principio sobre la norma. Pero cuando
existen conflictos entre dos principios, la resolución es más compleja.3

Citado el texto anterior, podría decir que un fundamento deontológico-kantiano


en contra del lucro en la consulta privada profesional podría ser que se atenta
contra el principio de beneficencia, que en su tercer nivel de obligatoriedad bebe
hacer el bien a la totalidad de la persona y la sociedad 3, lo cual se vería limitado
por ciertos intereses personales y económicos.

3) Análisis de casos:

-Si hiciéramos un análisis desde un punto de vista deontológico-kantiano, la


acción de mentir sería éticamente incorrecto, ya que va en contra de imperativo
categórico de “No debemos mentir”, el cual está universalmente aceptado, por
lo que la mentira desde este punto de vista no estaría justificada en ninguno de
los dos casos.

Si hiciéramos un análisis consecuencialista, nos encontraríamos con que en el


caso 2 sería posible justificar la mentira, ya que podría considerarse una acción
buena, con las consecuencias más positivas, el preservar la integridad y salud
de una persona (en este caso el padre) por sobre la de otra ( en este caso la
hija), que tiene un mal pronostico de sobrevida; además, el decir la verdad pone
en riesgo la estructura de la familia, por lo que en este caso la consecuencia
más beneficiosa se conseguiría mediante la mentira.

Sin embargo, no podríamos justificar de manera consecuencialista la mentira


en el caso 1, porque decir la verdad en este caso traería mayores beneficios que
mentir, ya que de esa manera se evitaría que otra persona enferme, mientras
que mentir provocaría un mal mayor.

-Confidencialidad deriva etimológicamente de "fidelidad" en el sentido del deber


que se debe hacia otro. Como palabra es la cualidad de confianza, y ésta define
aquella característica por la que esperamos que el otro no nos traicione en
nuestras expectativas o proyectos. De ahí la expresión de quebrantar la
confianza utilizada cuando alguien hace mal uso de la información que, en un
sentido amplio, tiene con referencia a nosotros o respecto a nosotros.

En las ciencias de la salud, la confidencialidad hace referencia al uso limitado de


la información clínica y social que tiene el personal sanitario del paciente. El de
privacidad hace referencia a la protección de la autoimagen, fundamentalmente
pública, a la que tiene derecho todo individuo y que constituye, después de la
propia vida y la salud, el valor más preciado de la persona, al que ha dedicado
gran parte de sus esfuerzos. Estas ideas están profundamente relacionadas con
la idea de confidencialidad.

La fundamentación ética de la confidencialidad y del secreto profesional se basa


en una relación supuesta de confianza ante la que se espera la respuesta de
fidelidad. Es sobre este supuesto que se estructura el deber del secreto
profesional como expresión máxima de la confidencialidad que el profesional
debe a cuanta información el paciente le proporcione, de una u otra clase, y sin
más límite que el posible daño a otras personas o el bien de la comunidad.

Las confidencias recibidas están aseguradas por un secreto inviolable, necesario


para defender un bien fundamental de la persona, como es el derecho al respeto
de la intimidad.

El secreto profesional viene exigido por el bien común o de la sociedad y esta


dimensión social se sustenta en el principio de justicia, que es la responsable de
las circunstancias éticas que limitan la confidencialidad.7

Dos situaciones limitan el secreto profesional: la preocupación por la seguridad


de otras personas y la preocupación por el bienestar público, por lo que el
servicio de salud podría verse obligado a romper la confidencialidad en el caso
1, para así poder garantizar el bienestar de las otras personas implicadas y
hacer cumplir el principio de beneficencia por el cual los profesionales se ven
obligados a hacer el bien a la persona y la sociedad.

-Para la resolución de los casos me inclinaría por una postura consecuencialista,


buscando hacer el mayor bien posible o menor daño posible, por lo que en el
primer caso me vería obligada a romper la confidencialidad para evitar así
peores consecuencias, y en el segundo caso estoy de acuerdo con el padre y su
postura, ya que de saberse la verdad las consecuencias serian menos deseables
que de no saberse.
Referencias bibliográficas:

1) https://ethicsunwrapped.utexas.edu/glossary/consequentialism?lang=es
2) http://www.ehu.eus/aarrieta/apunteak/consecuencialismo.pdf
3) Franca, O. Introducción a la Bioética. Montevideo: UCUDAL; 2002.
4) http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0011-
15032010000300003
5) Varela Fregoso, G. (2010). Ética. México, México: Instituto Politécnico Nacional.
Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/ucu/74754?page=176.
6) http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-
00622012000100015
7) https://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S0210-
56912009000800005&script=sci_arttext&tlng=en

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