Introducción Salud Pública

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1.

Objetivo de la salud pública

Introducción a la Salud Pública.


Materia: Salud Pública
Profesor: Cuscueta Ignacio A.

La mayoría de las definiciones modernas de salud pública se remontan a Charles-Edward


Amory Winslow, quien en 1920 afirmó que “la salud pública es la ciencia y el arte de
prevenir las enfermedades, prolongar la vida, fomentar la salud y la eficiencia física
mediante el esfuerzo organizado de la comunidad para el saneamiento del
medioambiente, el control de las infecciones de la comunidad, la educación del
individuo en la higiene personal, la organización del servicio médico y de enfermería
para el diagnóstico temprano y el tratamiento preventivo de enfermedades, y el
desarrollo de la maquinaria social que garantizará a cada individuo en la comunidad un
nivel de vida adecuado para el mantenimiento de la salud”.
En la iniciativa del 2002 La salud pública en las Américas, el concepto de salud pública
en el que se basó la definición de las funciones esenciales de la salud pública fue el de
“la intervención colectiva, tanto del Estado como de la sociedad civil, orientada a
proteger y mejorar la salud de las personas”. En tanto, el campo de acción de la salud
pública se articuló a través del listado de Funciones Esenciales de la Salud Pública,
entendidas como “las condiciones estructurales y los elementos de desarrollo
institucional que permiten un mejor desempeño del ejercicio de la salud pública”.
Esta concepción de la salud pública trataba de superar dicotomías fragmentarias, tales
como servicios personales frente a ambientales, preventivos frente a curativos o
públicos frente a privados. En ese sentido, ofreció una visión más integral al vincular la
responsabilidad de las autoridades de salud de garantizar el derecho al acceso a
programas y servicios poblacionales de prevención de la enfermedad y promoción de la
salud, así como a los servicios de atención individual de salude. También amplió la
noción limitada a bienes públicos con externalidades positivas para la salud, al
incorporar bienes semiprivados o privados con repercusión sobre la salud colectiva.

Situación de la función

La Región de las Américas ha tenido avances importantes en relación con el desarrollo


de políticas y planes sobre recursos humanos para la salud, con mejoras en cuanto a su
disponibilidad y distribución en los servicios de salud, especialmente con la constitución
de equipos multidisciplinarios en el primer nivel de atención. Varios países de la Región
cuentan con la dotación mínima recomendada por la OMS en el 2006 (23 profesionales
médicos, de enfermería y de partería por 10 000 habitantes) y están haciendo avances
hacia los niveles establecidos en el 2015 (44,5 profesionales médicos, de enfermería y
de partería por 10 000 habitantes).
Se debe consolidar la gobernanza de los recursos humanos para la salud, la regulación y
la fiscalización del proceso de formación, la regulación del mercado de trabajo y la
regulación profesional. El fortalecimiento de la función rectora de las autoridades de
salud para conducir procesos intersectoriales (incluso con los sectores de educación,
trabajo y finanzas) es esencial para el desarrollo del personal de salud, de acuerdo con
las necesidades de salud de la población y en consonancia con un sistema de salud
basado en la atención primaria de salud.
Es fundamental garantizar que durante su proceso formativo todo el personal de salud
desarrolle competencias actualizadas y apropiadas para el desempeño de sus funciones
y responsabilidades, en virtud de un modelo de atención basado en las personas, las
familias y las comunidades. Para ello es necesario fortalecer la regulación de la
formación del personal de salud, incluyendo la definición de los estándares y criterios
requeridos en la educación de pregrado, residencias y posgrados, la educación continua
y la educación técnica y vocacional. Asimismo, debe avanzarse en la definición de
perfiles de competencias de las profesiones y sus especialidades, y en la acreditación y
la fiscalización de los profesionales para el ejercicio de su práctica profesional en función
de la definición de estándares y de instrumentos e instancias de evaluación de su
desempeño.
Para cumplir con estos objetivos se requiere la rectoría del Estado y la articulación
permanente de las autoridades nacionales de salud y de educación con las instituciones
académicas y las comunidades, así como el establecimiento de acuerdos de alto nivel
entre estos sectores. Estos mecanismos de regulación abarcan un continuo de
intervenciones rectoras que incluye la reorientación de la educación de pregrado hacia
la apropiación de la salud pública por parte del sector académico y un modelo de
atención centrado en las personas y las comunidades, la adquisición de habilidades para
el trabajo colaborativo e interprofesional, la producción de perfiles profesionales
diversos y la estandarización nacional de las evaluaciones.
En relación con lo anterior, es necesario que los profesionales de la salud pública
adquieran nuevas habilidades para el trabajo intersectorial y las políticas públicas,
incluidas aquellas relacionadas con el análisis de la situación de salud, la vigilancia y el
control de riesgos, la promoción de la salud y la participación social, el desarrollo de
políticas y la legislación relacionada con la salud, el concepto de salud global y el
abordaje de los determinantes sociales de la salud. Además de las competencias
tradicionales, como la enfermería, la epidemiología, el laboratorio, el trabajo
comunitario, la educación en salud, se requieren nuevas competencias y habilidades,
como el análisis de políticas, la comunicación, el monitoreo y la evaluación y mejora de
la calidad, y un entendimiento más profundo de la determinación social y la asociación
con otros sectores diferentes al de la salud para abordar los determinantes de la salud.
Las escuelas de salud pública requieren de formadores con extensa experiencia
profesional en estas disciplinas, para dar salida a profesionales con capacidad para
acceder, analizar y aplicar conocimientos técnicos y científicos en la formulación de
políticas de salud efectivas e informadas por la evidencia. La epidemiología, como
especialidad, necesita incorporar nuevas competencias, como la vigilancia y el
modelamiento de sistemas complejos y métodos sólidos de evaluación de
intervenciones con múltiples componentes, además de abrirse a la colaboración con
distintas disciplinas, como el derecho, la educación y el transporte.
Las escuelas de salud pública también deben asegurar que los profesionales graduados
tengan habilidades en exposición oral, escritura y comunicación persuasiva, así como un
entendimiento sólido de conceptos básicos sobre el establecimiento de prioridades, la
evidencia, la formulación de políticas, la implementación de programas, la evaluación,
la mejora de la calidad y la planificación.
Estas características en la formación de profesionales deben incorporarse en el currículo
desde el pregrado hasta los programas de residencia, posgrado y educación continua,
para así poder facilitar la recertificación periódica. De igual manera, este proceso debe
acompañarse de un proceso de acreditación institucional en el que estén contemplados
los principios de la atención primaria de salud, el compromiso social, la educación
interprofesional, las perspectivas en salud pública y los determinantes sociales de la
salud.
Estas definiciones deben garantizar una distribución geográfica adecuada a las
necesidades de salud de la población, incentivos de formación y desarrollo profesional
y motivación para el ejercicio del trabajo. De forma similar, se debe abogar por la
inclusión de nuevos perfiles y formas de organización del trabajo (delegación y
redistribución de tareas).

Bibliografía

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https://apps.who.int/gb/ebwha/pdf_files/WHA72/A72_17-sp.pdf.

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