Resumen Leccion 5
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DE EDUCACIÓN SUPERIOR
Instituto de Educación Superior Nº 6039
Los Cedros S/N° – Barrio Destilería – 4566 Aguaray
LECCION N° 5 La Formación de una trama: Las Ideas Pedagógicas durante la consolidación del
Estado.
RESUMEN.
Existen períodos en la historia en los que el tiempo parece acelerarse. Si efectuamos una
mirada retrospectiva, podemos considerar a las décadas que van desde el crepúsculo del
orden rosista hasta la llegada de Roca a la presidencia —
Después de Rosas
La mayoría de los maestros no contaba con una formación adecuada para enseñar. Esa
tendencia se mantendría incluso luego de que se crearan las escuelas normales, a partir de la
presidencia de Sarmiento (1868-1874).
Los maestros titulados eran muy pocos respecto de las necesidades educativas, por ello se
permitía que impartieran enseñanza quienes no poseían título a pesar de la prohibición legal
para incorporarlos (tal era el caso de la Ley de Educación de la Provincia de Buenos Aires de
1875). Ante la falta de maestros, la enseñanza se daba en contextos y a través de sujetos de los
más variopintos.
La educación moderna argentina se emplazó sobre un escenario constituido por imágenes muy
potentes. Domingo F. Sarmiento, Polemista y polémico, un personaje central en la historia de
la educación y en la trama político-cultural nacional, incluso después de su muerte. Sus ideas
algunas claramente progresistas y otras francamente revulsivas
El Facundo es una obra capital para la cultura argentina, no sólo por la extraordinaria potencia
de sus representaciones, sino porque, desde la aparición de la obra, las tradiciones políticas y
educativas se vieron interpeladas por las ideas del sanjuanino.
Podríamos hablar de un proceso en el que cada parte constituyó a la otra: si Sarmiento creyó
encontrar en el Facundo una clave para analizar a la Argentina, ésta, a lo largo de su historia,
se espejó en esa clave, que fue emergiendo posteriormente una y otra vez en los debates
políticos y culturales.
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En el análisis sociológico que propone Sarmiento, las formas culturales se expresaban a través
de antinomias que interactuaban, incluso dentro de las ciudades argentinas.
El otro elemento que estructura su relato es el desierto. "El mal que sufre la Argentina es la
extensión", escribió Sarmiento en el Facundo. La extensión, ese horizonte sin límites —como si
se tratase de un "mar en la tierra", diría Borges—, se conceptualiza como desierto, como un
vacío que requiere ser llenado. Para que la nación fuera posible era necesario conjurar al
desierto.
Para Sarmiento, la educación tenía una finalidad política, debía preparar a las masas
trabajadoras para ejercer los derechos que les pertenecen en tanto hombres.
Educar al soberano era dirigirse a los niños, ciudadanos del mañana. Pero también a los
adultos, hombres y mujeres. La educación era sinónimo de civilización y. por lo tanto, debía
regenerar las costumbres para que el pueblo internalizara un ethos, es decir, un
comportamiento, un "modo de ser" republicano: "es función de la educación pública
"disciplinar el personal de la nación" para que produzca en orden, industria y riqueza".
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La sociedad moderna necesitaba entonces fortalecer la cultura letrada para garantizar una
masa de consumidores. La difusión del alfabeto era la condición previa para la difusión del
bienestar. Alberdi. en cambio, privilegiaba la educación por imitación.
En ella, se ordenaba dictar una ley para organizar la Educación Común, garantizando su
gratuidad y obligatoriedad; además, se establecía la creación de un Consejo General de
Educación y el nombramiento de un Director General para dirigir y administrar las escuelas.
En la enseñanza primaria se debía comenzar con palabras sencillas, que fueran familiares para
los niños, de modo tal que facilitaran la comprensión de la lectura. Proponía no empezar con el
abecedario, no deletrear ni nombrar consonantes, ni tampoco pasar de una lección a otra
mientras no estuviera bien sabida.
Sastre era católico y desde esa matriz consideraba que era tan importante enseñar las ciencias
positivas, como desplegar la instrucción moral y religiosa.
Disciplina y orden fueron centrales en la concepción educativa de Sastre, quien condenó los
castigos corporales. Los preceptores debían desplegar estrategias que promovieran, en los
alumnos, la internalización de las normas y los valores que se les impartían.
Sastre no estaba solo, otro educador hizo su aporte a la trama del pensamiento pedagógico
con hilos semejantes. José Manuel Estrada sintonizó con el sujeto de la educación que Sastre
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imaginaba: pero se alzó con voz propia, instalando algunos debates que iban a tener
repercusión directa en las discusiones de la década del '80.
La vida de José Manuel Estrada se desarrolló en la segunda mitad del siglo XIX. Nació en el
seno de una familia "acomodada" de Buenos Aires y desde muy joven participó intensamente
en la vida política e intelectual de Buenos Aires. A los 24 años fue designado presidente del
Consejo de Instrucción Pública y, por un período breve, fue jefe del Departamento de Escuelas
de la Provincia de Buenos Aires, en 1869.
Dos años más tarde, participó en la Convención Constituyente encargada de discutir y redactar
la Constitución de esa provincia. Además de diputado, fue también docente y rector del
Colegio Nacional de Buenos Aires. A sus cargos de gestión, deben sumársele su labor como
periodista en distintos periódicos y revistas y la autoría de diversas publicaciones.
Estrada sostenía que los agentes naturales de la educación eran los padres, pero como
consecuencia de las sucesivas transformaciones históricas y de la complejizarían de la vida
social, los estados requieren de la educación intencional y metódica para la formación de sus
ciudadanos. Consideraba que el hombre es una fuerza asociada que. en tanto ser doméstico y
ciudadano, debe ser educado física y espiritualmente en la vinculación con sus semejantes.
En 1870, luego de su paso por la Dirección de Escuelas, escribió la Memoria sobre la educación
común en la provincia de Buenos Aires. Allí se pronunció en contra de la coeducación de los
sexos. Sin embargo, en su propuesta presentó una Escuela Infantil, mixta de dos años. Los
niños y las niñas aprenderían instrucción intuitiva, numeración y cálculo, nociones de
caligrafía, lectura gradual, denominaciones geográficas, cantos, instrucción moral y religiosa.
También se pronunció en contra de los castigos corporales y a favor de introducir en la escuela
los juegos y los recreos. Así se mejoraría la administración del tiempo escolar y, en
consecuencia, la calidad de los aprendizajes.
Estrada afirmaba que los maestros debían ser formados en las Escuelas Normales, que no sólo
enseñan conocimientos científicos, sino que también pone a "prueba la vocación del maestro,
forma su carácter en una disciplina escolar, y le enseña teórica y prácticamente su dificilísimo
arte"
Estrada consideraba que, en su camino hacia Dios, el hombre buscaba emanciparse y era como
consecuencia de ese proceso que se civilizaba.
Estrada formó parte de las filas del catolicismo liberal. Los intelectuales enrolados en esa línea
intentaron conciliar los principios religiosos con los cambios políticos que se abrieron en las
décadas posrevolucionarias.
Estrada afirma que la libertad parte de la base de la igualdad. Por eso concluye que la
democracia es el mejor sistema político. En éste, todos los hombres son iguales como en el
cristianismo y sus derechos individuales están protegidos en un marco de libertad.
Mujeres
Juana Manso fue un espíritu inquieto, atravesado por las ideas y las utopías de su tiempo. Fue
maestra, escritora, periodista y traductora. Rompía con las representaciones patriarcales sobre
la mujer de la época: "Conozco que la época en que vivo soy en mi país un alma huérfana o
una planta exótica que no se puede aclimatar", le escribió a Mary Mann.
Juana comprendió que una sociedad sería efectivamente moderna y liberal cuando revirtiera
su carácter patriarcal, desarmando el determinismo que planteaba al círculo doméstico como
único y obligado espacio de "realización" para las mujeres.
Para Manso, la educación era un imperativo, la condición de posibilidad para romper ese
cerco. Fue una librepensadora que rechazó con decisión la educación católica dogmática y el
lugar que ésta le tenía reservado a la mujer. Para Juana, educar era un modo de emancipar. El
discurso ilustrado y republicano proclamaba la libertad y la igualdad, pero ella comprendió
tempranamente que allí la mujer no "contaba". Juana leyó esa ausencia y su gesto político fue
combatirla a través del pensamiento y del debate. Detectó las grietas, generó espacios y buscó
dar visibilidad a su género, con voz femenina..
Las mujeres fueron parte activa de los momentos significativos del diseño y la implementación
del proyecto pedagógico emprendido por Sarmiento.
En el seno de una sociedad patriarcal, las mujeres encontrarían en la educación un lugar desde
donde hacerse visibles y batallar para dejar de "ser habladas" por otros, para que se escuchara
su propia voz y así aportar en la tarea colectiva de la transmisión de la cultura, más allá de la
esfera doméstica.
A pesar de que el lugar que parecía asignárseles a las mujeres en la educación moderna se
justificó muchas veces desde representaciones ligadas a la maternidad y a la suavidad de
costumbres, supieron encontrar en la profesión de maestras una brecha que les permitiría
luchar por su reconocimiento. Juana Manso fue, como otras mujeres, una figura contundente
que dejó su marca en ese recorrido.
¿Qué educación requería una sociedad a la que se pretendía modernizar? La trama que se iba
tejiendo en estas tierras se mostró muy porosa a los desarrollos pedagógicos que tenían lugar
en las sociedades más "avanzadas". El caso de Amadeo Jacques es un indicio de la presencia,
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El acento francés
Amadeo Jacques había llegado al Río de la Plata en 1852 desde Francia, escapando de la
represión que se ejerció contra los revolucionarios de 1848.
Jacques era francés y eso en términos de jerarquía cultural, le otorgaba un plus. Para los países
periféricos. Francia —con sus valores republicanos y su cultura, independientemente de su
devenir político real- representaba un faro que iluminaba los senderos de las naciones
civilizadas. La mirada de los intelectuales argentinos, que habían visto de cerca las
convulsiones políticas recurrentes de Francia, desaconsejaba seguirla como modelo. Sin
embargo, la cultura gala siguió siendo un "imán" para los grupos de la élite, que estetizaron lo
francés, despojándolo de sus aristas más conflictivas.
En 1865, Jacques presentó una Memoria a la comisión que se encargaría de elaborar un plan
de instrucción pública general y universitaria. Su propuesta curricular combinaba materias
literarias —basadas en las lenguas extranjeras, sobre todo francés, alemán y latín— con las
disciplinas científicas, como historia natural, matemática y química.
De esta forma, se integraban los estudios literarios y científicos en una concepción articulada
del humanismo que permitía una formación cultural amplia (para quienes siguieran estudios
universitarios) y carreras prácticas (para quienes se insertaran en el mundo del trabajo).
Leer bien, comprender aquello que se lee, formaba parte del itinerario que los alumnos debían
recorrer en el camino hacia la ciudadanía. Una preocupación en la que se enlazaba con
Sarmiento. Sastre, Estrada y Manso, más allá de las diferencias que los distinguían.
La formación de una Argentina moderna requería una educación acorde con la sociedad que se
buscaba construir: en consecuencia, de una pedagogía que contribuyera a constituir sujetos
capaces de habitar y a su vez expandir esa modernidad. La tarea por delante se vislumbraba
enorme y fue directamente proporcional a la potencia del deseo de realizarla.
Las intervenciones, propuestas y debates de estas décadas operaron como piso, tradición y
referencia para la configuración en pocos años de una sociedad y cultura letradas.
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