2.3. El Epistolario Martiano
2.3. El Epistolario Martiano
2.3. El Epistolario Martiano
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“Esta labor de que te hablo, única que creo aquí fácil de hallar, y libre de susto
y miserias, es labor casi mecánica (…) y más de escribiente que de escritor, -exige salir
de casa por las mañanitas de frío con el calor de las sábanas, y entrar en casa
arropado en los velos de la noche.3
La valoración de esta forma de vida aparece también en carta del 19 de diciembre
de 1882 a Bartolomé Mitre y Vedia, director del periódico, “La Nación” de Buenos Aires,
donde a través de una bella metáfora ofrece el afán materialista que consume al país
norteño en esa época:
“…no me parece que sea buena raíz de pueblo, este amor exclusivo, vehemente y
desazogado de la fortuna material que malogra aquí o pule sólo de un lado, las gentes
y les da a la par aires de colosos y de niños.” 4
Le escribe a su amigo mexicano en 1886 cuando su espíritu está marcado por
cinco años de noblezas estériles, a lo que él llama “este horror de espíritu”, que le
provoca, al hombre de exquisita sensibilidad la añoranza por “trabajar sin tener en todo
instante una pezuña sobre la frente y la dignidad en un potro y el alma entera en
náuseas(…) a salirme un poco de este contacto demasiado íntimo con los hombres de
esta tierra, que no son, no, como los hombres en todos los demás”. 5 Diferencia así,
sociedades y de hecho, realiza un análisis sustancial entre el hombre norteamericano y
el del resto de la América.
Aflora también su visión de la discriminación y falta de solidaridad humana
existente en ese mundo en vías de industrialización, al valorar el destino que espera, a
las oleadas de emigrantes, que persiguiendo un sueño, llegan al país. En carta al
Ministro de Relaciones de Uruguay del 22 de febrero de 1888 le escribe:
“Atraída por la facilidad de trabajo, los salarios mayores (…) acudió año tras año
a los Estados Unidos y continúa acudiendo, una emigración tan crecida como enérgica,
que en vez de hallar la labor segura y la vejez tranquila que se prometía al cambiar de
hogar, se ve hoy en gran parte sin empleo, o con salarios mermados en virtud del
mismo sistema de derechos prohibitivos que hace cara la vida”. 6
Los años de soledad personal en constante trajín político y revolucionario vivido en
una sociedad que comienza a deteriorarse y deshumanizarse, auguran las angustias de
entonces, como dijera el gran escritor checo Franz Kafka (1883-1924), quien en inicios
del siglo XX reflejó en sus novelas y narraciones la caracterización de la situación
individual del hombre en la sociedad capitalista con una genial metáfora; la muerte
espiritual del hombre. Martí plasma esa tragedia que se iniciaba entonces, cuando le
escribe el 12 de octubre de 1889 al amigo Serafín Bello:
“(…) acá, ya Ud. lo sabe, o se muere o se endurece“ 7
Es difícil sustraerse al comentario que provoca esta bellísima carta, desbordada
de pasiones y sentimientos repletos de incondicionalidad revolucionaria, generados por
la fe en una revolución nueva que provoca en él la verdadera felicidad, porque se
3
Ibídem. Tomo I, página 254.
4
Ibídem. Tomo I, página 257.
5
Ibídem. Tomo I, página 330.
6
Ibídem. Tomo II, página 11.
7
Ibídem. Tomo II, página 129.
2
acercaba a la concreción del deber autoimpuesto. Ante la multitud de emigrados
congregados para la celebración del 10 de octubre, estos ratifican el compromiso de la
lucha, desde la emigración, de organizar y dar continuidad a la misión histórica legada
por Carlos Manuel de Céspedes.
Se ratifica entonces que la temática referida a la política externa de los Estados
Unidos se presenta desde el año 1882, cuando las condiciones del desarrollo capitalista
imponen una política de expansión territorial sobre las tierras americanas. Su
preocupación aparece en carta a Mercado el 11 de agosto de ese mismo año donde le
habla de la amenaza que se cierne sobre el amado y añorado México:
“Y en todas esas cartas iban filiales iras mías por la avaricia sórdida, artera,
temible y visible con que este pueblo mira a México”. 8
La preocupación martiana por el sentido expansionista y de poderío del país del
norte se reitera a lo largo del período 1882-1889 en su correspondencia. Así le expone
al director del periódico “La Nación” de Buenos Aires, el 19 de diciembre de 1882:
“ (…) Cierto que en un cúmulo de pensadores avariciosos – hierven ansias que
no son para agradar, ni tranquilizar a las tierras más jóvenes y más generosamente
inquietas de nuestra América (…) me parecería cosa dolorosísima ver morir una tórtola
a manos de un ogro”.9
La prosa poética le sirve una vez más de vehículo expresivo, en este caso a través
de dos símbolos: uno natural y otro mítico, de innegable belleza. La tórtola con su
candidez, modestia y sencillez propias, personifica a los pueblos americanos, y el ogro,
detestable por su condición malvada, a los Estados Unidos. Así ofrece artísticamente la
diferencia de intenciones políticas.
En el año 1886, la preocupación reaparece cuando teme una posible guerra entre
México y los Estados Unidos, a partir de los sucesos en la frontera entre estos dos
países. En carta del 2 de agosto a Mercado escribe:
“Pero hoy, el peligro es tan cierto como U. sabe y yo repito, (…) La actitud del
Congreso es, sin embargo, temible”. 10
En 1888, en carta a Ricardo Rodríguez Otero, reitera preocupación por la política
expansionista del gobierno norteamericano. Hace referencia a Cuba, donde los Estados
Unidos pueden poner “sus manos hostiles, sus manos egoístas e irrespetuosas”. 11
Al mismo tiempo que madura en el pensamiento martiano la vigilia hacia la
expansión norteña, crece en él el amor por las amenazadas tierras americanas. El
sentimiento latinoamericanista surge en principio, en el amor por México y Guatemala,
declarado en su epistolario. Así aparece en carta a Mercado desde Guatemala el 19 de
abril de 1877:
“Estos son mis aires y mis pueblos. Si no hay muchas inteligencias
desarrolladas, a animarlas vengo (…)”. 12
8
Ibídem. Tomo I, pág. 247.
9
Ibídem. Tomo I, pág. 257.
10
Ibídem. Tomo I, pág. 345.
11
Ibídem. Tomo II, pág. 32.
12
Ibídem. Tomo I, pág. 76.
3
Su latinoamericanismo sustentado en el orgullo de ser americano, lo evidencia en
el sentimiento de identidad el cual define como vasto, continental y como una rosa de
ternura. Admira a Guatemala y a México y generaliza la conceptualización de lo
americano al llamar a estas tierras “Nuestra América” en esa propia misiva.
El estudio y compromiso ineludible con la historia y el pensamiento americano que
lo antecedió: las ideas humanistas e independentistas de Félix Varela, Simón Bolívar,
Benito Juárez, entre otros, le sirvieron de base a sus ideas relacionadas con nuestras
tierras americanas. Por ello resalta reiteradamente la inteligencia ignorada de los
americanos y asume el compromiso de animarlos. Por esta razón escribe al director del
periódico “El Progreso” desde Guatemala el 27 de noviembre de 1877:
(…) “canté una estrofa del canto americano; que es preciso que se entone,
como gran canto patriótico, desde el brillante México hasta el altivo Chile. Esta estrofa
pugna por ser himno (…) Les hablo de lo que hablo siempre: de este gigante
desconocido, de estas tierras que balbucean, de nuestra América fabulosa (…) El alma
de Bolívar nos alienta; el pensamiento americano me transporta”. 13
Por otra parte, la madurez de su pensamiento y la cultura le permite avizorar el
mundo mágico escondido dentro de las tierras vírgenes de América. En ese canto
americano está la gloria que Alejo Carpentier en su novelística a través de “lo real
maravilloso” resaltaría años después junto a otro escritor también comprometido con su
tiempo como lo es Gabriel García Márquez, quien transita por las esencias de ese
mundo mágico. En la carta citada anteriormente dice:
“¿qué falta podrá echarme en cara mi gran madre América? Para ella trabajo.-
De ella espero el aplauso o la censura.(…) Para ellas trabajo, y les hablaré siempre con
el entusiasmo y la rudeza (…) de un hijo amantísimo (…) Vivir humilde, trabajar mucho,
engrandecer a América, estudiar sus fuerzas y revelárselas, pagar a los pueblos el bien
que me hacen: este es mi oficio”. 14
Clara está la misión que él mismo se ha encomendado de ayudar a desarrollar las
inteligencias, con el fin de engrandecer la América; ningún agravio recibido
obstaculizará su determinación. En carta del 27 de julio de 1881 dirigida a Fausto
Teodoro de Aldrey, a modo de despedida de la tierra venezolana, le dice:
“(…) los ideales enérgicos y las consagraciones fervientes no se merman con
un ánimo sincero por las contrariedades de la vida. De América soy hijo; a ella me
debo. Y de la América, a cuya revelación, sacudimiento y fundación urgente me
consagro, esta es la cuna; (…) “15
Esta temática se reitera en las cartas del 29 de octubre y el 16 de noviembre del
año 1889, dirigidas a Gonzalo de Quesada muestran sus sentimientos y desvelos
respectivamente:
“(…) por más que ni U. ni yo podamos tener duda de la pureza de mis intenciones,
ni del fervor de mi cariño, y el desinterés de mi vigilancia, por mi tierra, y por toda
nuestra América.” 16
13
Ibídem. Tomo I, págs. 97- 98.
14
Ibídem. Tomo I, págs. 98- 99.
15
Ibídem. Tomo I, pág. 212.
16
Ibídem. Tomo II, pág. 142.
4
En la otra le explica: “(…) Cuba y nuestra América que son unas en mi previsión y en mi
cariño (…)17
Las tres vertientes referidas del pensamiento martiano: visión de la sociedad
norteamericana, rechazo al expansionismo estadounidense y el latinoamericanismo, se
funden orgánicamente en su ideología y práctica revolucionaria con las ideas
antianexionistas. Estas se remontan al año 1882 expresadas en la antológica carta al
general Máximo Gómez del 20 de julio:
“Y aún hay otro peligro mayor, mayor tal vez que todos los demás peligros.
En Cuba ha habido siempre un grupo importante de hombres cautelosos,
bastante soberbios para abominar la dominación española, pero bastante
tímido para exponer su bienestar personal en combatirla. Esta clase de
hombres, (…) favorecen vehemente la anexión de Cuba a los Estados
Unidos. Todos los apegados a la riqueza, tienen tentaciones marcadas de
apoyar esta solución, que creen poco costosa y fácil “18
En la misma carta, de aquí en adelante, puntualiza la necesidad vital de la
creación de un partido revolucionario (…) Pero si no está en pie, elocuente, erguido,
moderado, profundo, un partido revolucionario que inspire, por la cohesión y modestia
de sus hombres; y la sensatez de sus proyectos, una confianza suficiente para acallar
el anhelo del país - ¿a quién ha de volverse, sino a los hombres del partido anexionista
que surgirán entonces? (…) Ese es riesgo grave. Por eso es llegada la hora de
ponernos en pie “19
En febrero 15 de 1889, en víspera de la Conferencia Internacional Americana a
desarrollarse en Washington, se reafirman sus preocupaciones ante las intenciones
expansionistas de los Estados Unidos y su política anexionista. Así le dice a Enrique
Estrázulas:
“(…) porque lo que desde años vengo temiendo y anunciando se viene encima,
que es la política conquistadora de los Estados Unidos, que ya anuncian
oficialmente por boca de Blaine y Harrison su deseo de tratar de mano alta a
todos nuestros países, como dependencias naturales de este, y de comprar a
Cuba” 20
Tres días después, con profundo dolor, le escribe a su confesor y amigo, Manuel
Mercado sobre el mismo tema:
“(…) ya salen a luz sobre el modo peligroso y altanero con que este país se
propone tratar a los nuestros, por los planes que tienden, en lo privado y en lo
público, para adelantar injustamente su poder en los pueblos españoles de
América, y por la declaración, ya casi oficial de que intentan proponer a España
la compra de Cuba (…) Ni sé yo, si sucediera, cómo podría quedar con vida
(…) De otras penas, me he levantado. Pero de esta no sé cómo”. 21
17
Ibídem. Tomo II, pág.157.
18
Ibídem. Tomo I, pág.a 238.
19
Ibídem. Tomo I, pág. 239.
20
Ibídem. Tomo II, págs 71-72.
21
Ibídem. Tomo II, página 73.
5
La carta conocida históricamente como “Vindicación de Cuba” apareció publicada
en el periódico “The Evening Post”, el 23 de marzo de 1889 como digna respuesta a
dos artículos ofensivos contra la dignidad del pueblo cubano. Martí, enérgicamente
responde al director de dicho órgano de prensa:
“Ningún cubano honrado se humillará hasta verse recibido como un apestado
moral, por el mero valor de su tierra, en un pueblo que niega su capacidad, insulta su
virtud y desprecia su carácter. Hay cubanos que (…) por el desdichado
desconocimiento de la historia y tendencias de la anexión, desearían ver la Isla ligada a
los Estados Unidos” 22
Martí defiende desde aquella época la dignidad nacional y el orgullo de ser
cubano, frente a la ofensa y el desprecio característico de las relaciones de Estados
Unidos hacia la isla. Su amigo Néstor Ponce lo felicita por este acto de impugnación y
en contestación Martí le envía respuesta el 28 de de marzo de ese año:
”No fui yo, sino mi tierra, que llevamos todos en el corazón, quien escribió la
respuesta a la injuria” 23
Sus temores en relación con el cónclave americano a celebrarse bajo la égida
norteamericana continúan presentes en la carta que dirige a Mercado el 26 de agosto
de 1889:
“Y otro molino me está dando vueltas en la cabeza, y la lanza temblándome en
las manos: - y es el Congreso de octubre. Por fortuna, no soy yo solo quien tiene ojos.
Otros tendrán ojos, discreción y lengua” 24
Sabe perfectamente lo que saldrá de esa reunión, teniendo en cuenta la política
mantenida por Estados Unidos para la América Latina y sus objetivos económicos.
Padece calladamente ante la ambición desmedida de los intereses norteamericanos
anunciados de forma velada en la voz de Blaine.
No podía quedar invulnerable la figura de Martí de la sucia política norteamericana.
Decía mucho y bien, ese cubano egregio y, lógicamente fue un blanco perfecto para
bajezas y artimañas, a las que hoy llamamos diversionismo ideológico, en torno a sus
ideas. Podemos ejemplificar una de ella aludiendo al incidente ocurrido con el periódico
habanero “La Discusión” al publicar el 7 de octubre una carta apócrifa de José Martí
precedida de estas líneas:
“La interesante carta que hoy ofrecemos a nuestros lectores es la de un
distinguido cubano que lleva algunos años de residencia en E.U y tiene motivos para
conocer perfectamente los asuntos políticos de ese país” 25
En el texto de ella, se plantea lo relacionado con una supuesta visita que Martí le
había hecho a Blaine para abogar por la anexión. Entre los destinatarios, a lo cuales
Martí escribió para darles a conocer la indignación provocada por la tremenda calumnia
de la que acababa de ser objeto, estaba Gonzalo de Quesada, a quien dirige una
misiva fechada el 29 de octubre de 1889, diciéndole:
22
Ibídem. Tomo II, página 89.
23
Ibídem. Tomo II, página 96.
24
Ibídem. Tomo II, página 122.
25
Ibídem. Tomo II, página 140. Ver nota número 3, al pie de página.
6
“(…) y en Cuba creen los náufragos que se asen de todo, que es mía la carta,
a pesar de que es una especie de anti vindicación, y que yo estoy en tratos con
Blaine (…)” 26
La manipulación hecha demuestra que las personalidades mañosas del imperio
nunca ignoraron la altura moral de este hombre, su inteligencia, su preclara visión del
mundo y su amor por Cuba, era lógico, pues, tal intento. Martí le repite a Quesada sus
preocupaciones:
“De quien necesitamos saber es de los Estados Unidos, que está a nuestra
puerta como un enigma, por los menos. Y un pueblo en la angustia del nuestro
necesita despejar el enigma; (…) - saber cuál es la posición de este vecino
codicioso, que confesamente nos desea” 27
La epístola del 29 de octubre es clave dentro del epistolario martiano, a nuestro
juicio, se nos muestra en ella un exégeta del conocimiento profundo de la política
norteamericana y su real intención de anexarse a nuestra isla.
Con la sabiduría que lo caracterizaba pregunta al amigo Quesada: “Y una vez en
Cuba los Estados Unidos ¿quién los saca de ella?“ 28
En estos meses de angustia, de soledad, de espera impaciente y de análisis
objetivo de los sucesos que sobre el destino de Cuba se evalúan, le envía a Serafín
Bello, el 16 de noviembre de1889, una carta explicándole:
“Es preciso que Cuba sepa quienes y para qué, quieren aquí la anexión (…)
Para mí, sería morir. Y para nuestra patria”29
Es tal su convicción que habla no solo por él, sino en nombre de la patria. Sale a
convocar a aquellos hombres a los que considera leales a la fe del amor verdadero que
no tiene otro nombre que patrio, para impedirlo, va a convocar, va al llamado, va hacia
la esperanza, a tocar fibras humanas, resueltas y valerosas. Esa es su misión y no
alcanzará la felicidad ética hasta que lo logre. Antes debe continuar el sacrificio
impuesto, la inteligencia estratégica, sin detener la labor.
Anteriormente en el mismo texto transmite el sentimiento ético que lo acompañó:
“En la soledad en que me veo, lo he de impedir, he de implorar (…) pongo al
servicio de mi patria en el silencio, todo el crédito que he podido irle dando en esas
tierras hermanas a mi nombre. Con dos o tres leales haré cuanto pueda” 30
Por los mismos días de noviembre, el 21, en carta a Mercado le confiesa:
“Vivo para mi tierra, la veo en peligro de lo que más abominable me es, me veo
solo para defenderla, no he oído ni visto desde hace un mes largo más que lo que
aumentaba mi pesar, y he callado sobre lo que no podía decir, y pesaba en mí
tanto que para nada más me dejaba sin fuerzas.” 31
26
Ibídem. Tomo II, página 142.
27
Ibídem. Tomo II, páginas 143-144.
28
Ibídem. Tomo II, página 145.
29
Ibídem. Tomo II, página 160.
30
Ibídem.
31
Ibídem. Tomo II, página 161.
7
El 14 de diciembre reitera nuevamente el tema a Gonzalo de Quesada. La profunda
madurez política y el desvelo sostenido, por la defensa de la patria le hace presentir
nuevas formas y maniobras de los Estados Unidos para la anexión:
“Sobre nuestra tierra, Gonzalo, hay otro plan más tenebroso que lo que
hasta ahora conocemos, y es el inicuo de forzar a la Isla, de precipitarla, a la
guerra,- para tener pretexto de intervenir en ella, y con el crédito de mediador y
de garantizador, quedarse con ella. Cosa más soberbia no la hay en los anales
de los pueblos libres:- ni maldad más fría. ¿Morir, para dar pie en qué
levantarse a estas gentes que nos empujan a la muerte para su beneficio?
Valen más nuestras vidas, y es necesario que la Isla sepa a tiempo esto” 32
Indiscutiblemente deja expresado un compromiso de sangre, de vida o muerte con
su tierra. Ratificado en esta parte sensible e íntima de su obra literaria, pero dicho y
manifiesto, como acto de fe a lo largo de su vida, desde los tempranos días de
Hanábana y del Presidio Político.
Obligada referencia hay que hacer a la última carta, escrita el 18 de mayo de 1895,
dirigida al amigo mexicano, Manuel Mercado, al que llamó: “nobilísimo amigo”,”
hermano del alma”, “mi hermano queridísimo”; deferencias que indican el máximo grado
de cariño existente entre estos hombres unidos por el sentido histórico de sus vidas.
La trascendental epístola es testimonio de la extraordinaria relación de afectos y
de confianza política demostrada por Mercado, a través de los años de amistad, lo cual
permite a Martí revelar el sentido final de su vida y con ella deje el cierre trazado, de un
pensamiento conscientemente revolucionario, que conformó el hilo conductor de su
código ético: el deber con la Patria, dimensionada en su carácter continental.
“(…) ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi
deber – puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo - de impedir
a tiempo con la independencia de Cuba que se extienda por las Antillas los
Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de
América”. 33
El epistolario martiano constituye una síntesis expresiva de los grandes temas de su
obra en prosa y verso, en él se revela el ideario independentista, las preocupaciones
americanas, la cubanía como conquista de las últimas décadas del siglo en que vivió.
Su correspondencia manifiesta la necesidad de prepararse para la guerra de
pensamiento, tan cubano y universal, la sostenida preocupación ética, y permite
comprender el aporte de José Martí a la coherencia del desarrollo literario cubano del
siglo XIX.
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33
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