Introducción Arbitraje

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Introducción

    Indiscutiblemente el arbitraje deportivo es la base de sustentación del desarrollo


deportivo lo que se manifiesta evidentemente desde los primeros pasos de formación del
deportista, recordemos que la ejecución de habilidades motoras que exige la práctica de
cada una de las disciplinas deportivas está sujeta a reglas y regularidades propias de la
competición, relación dialéctica que consideramos de vital importancia por su influencia
y repercusión directa en los resultados esperados como consecuencia de dicho proceso
de formación, lo que a su vez se traduce en una prueba irrebatible que atesta todo un
ciclo de trabajo precedente que se evalúa por la reglamentación dada, en un tiempo
relativamente corto con relación a la duración de todo el proceso de preparación para la
competencia.

    El arbitraje deportivo mediante la aplicación de sus reglas y por los resultados que
propicia tiene una función pedagógica y reguladora dentro del sistema de preparación
del deportista que se manifiesta en la utilización de sus resultados como vía de
retroalimentación para el reinicio de un nuevo proceso de preparación del deportista y
su perfeccionamiento. Lo que exige la calidad del trabajo de los árbitros y jueces en la
aplicación consecuente de la reglamentación con la realidad dada pues el resultado del
arbitraje va más allá del espectáculo competitivo, por ello cuando no es eficiente, puede
provocar una decepción masiva que deja huellas imborrables en los espectadores, y para
el deportista y su entrenador que se preparan durante largo tiempo bajo los principios
del entrenamiento deportivos, confiando en ellos en y la ciencia las consecuencias
alcanzan una desilusión mayor.

    Es imprescindible reconocer que el arbitraje deportivo se identifica con la


valoración que realizan los árbitros y jueces de la actividad competitiva para tomar
decisiones y hacer cumplir las reglas vigentes en un deporte dado. Arbitrar es la acción
realizada por los árbitros encargados de hacer respetar el reglamento y tomar decisiones
entre los deportistas en los deportes con oposición, en correspondencia con lo permitido
por el reglamento; mientras que juzgar es la acción que realizan los jueces expresando
un juicio de valor, calificando en unos casos (como en el Boxeo, Judo, Lucha, Gimnasia
Artística ) y en otros indicando o señalando, con o sin decisión, el comportamiento de
algunas acciones que permite el reglamento (Voleibol, Fútbol, Béisbol).

    Entre las funciones de juzgar y arbitrar existen evidentemente muchos puntos de


contactos. El juicio deportivo implica valorar y decidir, si unas posiciones o situaciones
competitivas están permitidas por el reglamento. La calificación de las acciones del
deportista define el rol del juez, mientras que evaluar la conducta del atleta es más
propio de los árbitros, en ambos casos los reglamentos deportivos establecen las bases
de qué y cómo deben evaluar los árbitros y jueces. Los reglamentos deportivos aportan
informaciones relevantes sobre el propio deporte y sobre el comportamiento de los
árbitros, de los jueces, de los deportistas, entrenadores y del personal oficial que forme
parte de las competiciones de una u otra forma.

    Las estructuras de los reglamentos, por el cual se evalúan a los deportistas, difieren en
correspondencia con el tipo de deporte; en algunos suele aparecer una descripción
detallada de los gestos deportivos y de su criterio de evaluación y en otros se hace
mayor énfasis en la definición de las posibles transgresiones y sus correspondientes
sanciones. En ambos casos se establece la relación entre la ejecución del deportista y la
acción del árbitro o juez, a través de la penalización o la calificación, respectivamente.
Por ello, una de las funciones más características y peculiares del deporte es juzgar la
ejecución de los atletas y arbitrar entre los deportistas, en el lugar de la competencia.
Sin árbitros, jueces, cronometristas y anotadores, el desarrollo del deporte sería
imposible.

    La decisión sobre la legalidad a veces no resulta fácil, debido a dificultades del
reglamento o avances técnicos no contemplados en él. Donde se presentan mayores
dificultades es en la valoración de las acciones del deportista. La valoración es sencilla
cuando puede reducirse a unidades de tiempo, longitud o fuerza, ya que el juez puede
valerse de instrumentos de gran precisión para medir y evaluar el rendimiento del
deportista. Por el contrario, cuando la evaluación ha de hacerse sobre las interacciones
del deportista, es decir, sobre sus movimientos en relación a los objetos y las
condiciones de la competición, las discrepancias entre los jueces aumentan.

    Al respecto J. Riera planteó "... - las preguntas que interesan a la psicología del
deporte son: ¿Por qué, ante un mismo ejercicio, difieren las evaluaciones de los jueces?,
¿Cómo puede aumentar la objetividad de sus calificaciones?..." (1)

    "... Evidentemente para cumplir con eficiencia las funciones de decidir y valorar
deben ocurrir determinados requisitos que garanticen lo que debe ser un
comportamiento esencial del juicio y arbitraje deportivo; la objetividad..." (2)

    Esta según Caracuel, J., Andreu, R., y Pérez E., será, a su vez, una de las condiciones
necesarias para lograr una actuación justa e imparcial, características fundamentales de
un buen juez y arbitro. En este sentido es evidente que la condición de la objetividad es
un aspecto cualitativo determinante en el desarrollo del proceso de arbitraje e
indispensable para la calidad de las calificaciones, por lo que ha de ser siempre una
constante en la actividad de todo tipo de arbitraje deportivo, donde según Caracuel, J. se
identifican las siguientes tareas:

1. La percepción de la situación a enjuiciar, o sea, ver la acción.


2. Interpretar lo que ocurre y comparar con las exigencias de reglamento
3. Aplicar el reglamento para sancionar o no el acto deportivo con la decisión o
valoración adecuada, es decir, evaluar la percepción interpretada según las reglas
existentes.

    La percepción es un punto clave para la evaluación y está lejos de ser algo simple;
puede resultar excesivamente compleja por la influencia de aspectos personales y la
experiencia de quienes evalúan. Su resultado, la evaluación puede tener connotaciones
sociales y consecuencias para muchos aficionados, para la formación de los futuros
jueces, para los propios atletas y sus preparadores..." (3)

    En este sentido la objetividad como cualidad integradora del arbitraje deportivo, debe
distinguir toda una serie de factores que se pueden calificar como internos (propios del
sujeto que evalúa) y externos (propios de la interrelación sujeto - medio).

    En la primera situación se ubica la imparcialidad como un valor de la personalidad de


los jueces y árbitros que refleja el sentido de la justicia; en la segunda, las condiciones
en que se realiza la actividad e influyen en la calidad de la percepción como premisa del
acto valorativo. Indudablemente pueden distinguirse otros factores influyentes, sin
embargo cualquier vía de perfeccionamiento del arbitraje en el deporte debe contemplar
dos aspectos básicos: minimizar las posibilidades de parcialidad por parte de los jueces
y árbitros y mejorar las condiciones en que estos realizan su actividad, para aumentar la
calidad de sus percepciones.

    En la actualidad y hacia una proyección futura del Arbitraje Deportivo estos
elementos conceptuales constituyen y han de continuar formando parte de la base que lo
sustenta.

    Varios son los problemas actuales por los que transita el Arbitraje Deportivo en su
generalidad, particularizar en ellos no es nuestro objetivo por el momento, sin embargo
desde nuestro punto de vista y con el ánimo de enmendar, estos pueden ser agrupados
en cinco necesidades fundamentales a solucionar y que han de estar dirigidas a :

 La formación de valores de árbitros y jueces.


 Desarrollo de habilidades de los árbitros y jueces.
 Definir una Estrategia deportiva determinada. (figura ·1)
 Creación de una Teoría del Arbitraje Deportivo.
 Perfeccionamiento en los deportes que correspondan de las metodologías de
arbitraje existentes en correspondencia con cada reglamentación y los elementos
conceptuales abordados anteriormente.

Figura 1.Elementos para decidir una estrategia deportiva determinada

    Morejón, J. con la intención de analizar la estrategia motriz deportiva, plantea como


base para dicho estudio las siguientes condiciones, que han sido descuidadas en los
últimos años por los especialistas del deporte (Fig. 1) Todos estos elementos -" la
técnica, espacio, tiempo, reglas y comunicación - deben ser relacionados entre sí para
decidir una estrategia deportiva determinada ", (4) en este sentido promover una teoría
del arbitraje en el deporte no solo se ve reforzada, sino que se hace más clara y evidente
como una necesidad para lograr la integración más acabada de los elementos señalados.

Puntos de partidas hacia una teoría del arbitraje deportivo


    Numerosas son las clasificaciones creadas por diferentes autores en el campo de la
Cultura Física y cada uno presenta su propia tipología, como cita Parlebas, P. Michael
Bonet consagra 171 páginas al censo de las clasificaciones más importantes y a la
identificación de las grandes especialidades deportivas, por lo que es un tema
verdaderamente inagotable. "... el problema básico de las clasificaciones es la elección
de los criterios…" (5) véase a continuación los más comunes, según Parlebas, P. (6)

 las cualidades y aptitudes que se consideran más solicitadas por los


participantes: deportes de fuerza, de destreza, de resistencia, de velocidad, de
coordinación.
 el material y los instrumentos utilizados: juegos de balón, raqueta, mecánicos,
aparatos.
 el lugar de la práctica: al aire libre, juegos de patio, de sala o terrenos pequeños.
 la naturaleza del sustrato: deporte de nieve o hielo, aéreos o náuticos, patinaje.
 el número de participantes: deportes individuales, colectivo, juego de equipo.
 otros criterios adoptados ocasionalmente: motivaciones suscitadas, posibilidad o
imposibilidad de alimentarse en el curso de la prueba.

    También existen otros criterios de orientación psicológica dados por Riera, J. (7) y la
más reciente desde el punto de vista de la praxiología deportiva es tratada por el Dr. C.
Morejón J. (8) en su análisis praxiológico de la estrategia motriz deportiva, quien desde
el ángulo de la praxiología define para el reconocimiento de la existencia del deporte
cinco aspectos o condiciones obligatorias: - Situación Motriz, - Competencia, -
Reglamento, - El carácter lúdicro, - Institucionalizado. Puntualiza al respecto, que sí uno
solo de estos rasgos faltan, entonces no puede considerarse una actividad como
"deporte", podrá ser otra cosa o un tipo de juego pero no deporte. Por tanto, reconoce la
presencia obligatoria de la competencia y el reglamento; sin embargo defiende la
posición de Parlebas, P. (9) acerca de una clasificación de los deportes a partir de como
se desarrolla la acción motriz, que de forma gráfica (Fig. 3 ) se pueden representar los
términos que se toman en cuenta de la siguiente forma:

Figura 2. Términos empleados por Parlebas, P., para clasificar el deporte a partir de las
acciones motrices.
    Al realizar un análisis crítico del cúmulo de clasificaciones deportivas existentes, es
evidente, que en sentido general en ningún caso se tienen en cuenta los aspectos
relacionados con el arbitraje y el juicio deportivo, a pesar de ser este es un factor
complementario de gran influencia para lograr un resultado más acabado, desde el punto
de vista de la praxiología deportiva.

    Reconociendo las características estructurales de cada deporte olímpico así como los
sistemas oficiales vigentes del arbitraje en los mismos, se ha logrado establecer una
clasificación de los deportes tomando, como línea de partida, la estructura que los
conforman y las diferentes funciones de juzgar y arbitrar que se ponen de manifiesto,
de una u otra forma, en las disciplinas deportivas.

Clasificación de los Deportes según las funciones de Juzgar y Arbitrar

Grupo 1. Deportes de calificación y votación

    En este grupo se incluyen aquellos deportes en los que el juicio deportivo implica
básicamente dos cosas: decidir si una posición, un movimiento, un instrumento o una
situación competitiva está permitida por el reglamento y valorar, según el mismo la
ejecución del deportista para otorgarle una calificación. La función de los árbitros en
estos casos está dirigida fundamentalmente, a velar por el cumplimiento del reglamento
y arbitrar entre las opiniones discrepantes de los jueces, predominando la función de
juzgar sobre la de arbitrar.

Figura 3. Clasificación de los deportes olímpicos definida, desde el punto de vista del
arbitraje deportivo. (Guardo M. Tesis doctoral 1998)

Grupo 2. Deportes de anotación


    Aquí aparecen los deportes que presentan, en su sistema de arbitraje, decisiones por
el número de tantos, carreras, goles, canastas donde, como es obvio, está implícito la
acción de juzgar de los jueces y árbitros, pero su función principal está en decidir quién
de los contrincantes tiene la razón, así como valorar y penalizar las trasgresión de las
normas, mediante la apreciación de las diferentes acciones que dan valor efectivo o no a
las anotaciones y, por tanto, se da un predominio de la acción de arbitrar sobre la de
juzgar.

Grupo 3. Deportes de medición

    Este grupo lo integran los deportes que en su sistema de arbitraje exigen la valoración
de los resultados a partir de medidas en unidades de tiempo, espacios y pesos. La
función de los jueces y árbitros se hace más sencilla en estos deportes ya que pueden
valerse para realizar su trabajo de instrumentos de precisión para medir y evaluar los
resultados competitivos. Los deportes que conforman este grupo, excepto las pesas
incluyen otras pruebas que no siempre son individuales.

    En los tres casos pueden incluir también subgrupos, ya que existen deportes que por
sus características contemplan la competencia tanto individual como colectiva, este es el
caso de la Gimnasia Rítmica y el Nado Sincronizado en el primer grupo; el Tenis de
Campo y de Mesa en el segundo grupo y las competencias de relevo en los deportes del
grupo tres, incluyendo también algunas de las pruebas de Vela, Remo y Canotaje que no
son individuales.

La esencia del arbitraje deportivo

    Varios rasgos diferenciales externos e internos del arbitraje deportivo expresan su


definición. Se trata de una actividad que tiene por forma específica la participación de
árbitros, jueces, cronometristas y anotadores quienes entre sus funciones realizar
acciones tales como, organizar, calificar, votar, anotar y medir durante la competición
dada aplicando consecuentemente estatutos, códigos, reglas determinadas es decir que
su actuación está sujeta a una estricta reglamentación y en dependencia de la dinámica
de la actividad a arbitrar actuar en consecuencia. Hoy, el arbitraje deportivo en si, tiene
varias particularidades específicas. Entre las principales podemos citar las siguientes:

a. Organización de la competición sobre la base del sistema dado.


b. La fijación de reglas oficiales como normas generales de competencia.
c. La reglamentación de la conducta de los competidores conforme a los principios
de una justa emulación no antagónica que posee una base humanitaria dirigida a
la formación de valores.

    Todos estos rasgos caracterizan el arbitraje deportivo. De aquí que en el sentido


estricto de la palabra el arbitraje puede definirse como la vía organizacional y
reguladora del deporte de competición propiamente dicho, cuya forma específica es un
sistema de reglamentación conformado de tal modo que se puedan comparar
objetivamente determinadas aptitudes del ser humano y definir la revelación máximas
de estas.
    El arbitraje deportivo en el sentido amplio de la palabra jamás se reduce al alcance
de objetivos puramente relacionados con el resultado competitivo, sino que es mucho
más rico como actividad que influye en la formación especializada del deporte dado, en
la formación valores educativos con incidencia directa en los deportistas y grades
masas de hombres a las que llamamos con frecuencia espectadores y a los que el
arbitraje deportivo en su accionar tiene la posibilidad y responsabilidad de trasmitir
valores éticos profesionales, honestidad y justeza.

    La creciente significación del arbitraje deportivo en la sociedad, se manifiesta en la


interrelación dialéctica existente entre deporte-reglamento-competición, en este sentido
no se puede hablar de una teoría del arbitraje sin antes reconocer con claridad la
presencia de sus funciones sociales.

    En este sentido es necesario reflexionar que los reglamentos que conforman las leyes
del arbitraje deportivo poseen una función orientadora de carácter metodológico para
el proceso de enseñanza y perfeccionamiento de las habilidades motoras, sin su
aplicación el proceso de preparación del deportista carecería de objetividad, de ahí, que
los deportistas esperen concientemente que las valoraciones o evaluación de sus
acciones motrices sean reconocidas consecuentemente con la realidad de su actuación
competitiva.

    De igual forma los entrenadores encargados de trasmitir la reglamentación también


esperan con ansia los resultados de sus esfuerzos. Los "menos implicados" en el
proceso, los espectadores aunque en su mayoría esté la presencia de una simpatía
definida por un equipo o deportista en especial pueden llegar a convertirse en grandes
masas de hombres decepcionados cuando el resultado de la competición no es
consecuente con el sistema de reglamentación dado.

    Al respecto se hace evidente que el arbitraje deportivo es el centro medular de la


interrelación deporte-reglamento-competición. Motivo por el cual podemos afirmar que
la primera función social del mismo es precisamente hacer cumplir en lo que le
corresponde con su eficacia en todas y cada una de las funciones específicas del
deporte como fenómeno social, recordemos que entre ellas están: su influencia en la
autoafirmación del individuo, muestra que el deporte puede ser comprendido como
actividad auténticamente humana solo en su condicionalidad social; tanto la actividad
deportiva individual como el movimiento deportivo en general siempre son orientados
por las fuerzas sociales para obtener objetivos, importante para la sociedad o para
determinados grupos o clases sociales; además el deporte cumple funciones planteadas
socialmente.

    Razonemos que los éxitos registrados en el deporte se convierten en una especie de


patrones de valoración de las posibilidades del hombre y, al mismo tiempo se convierten
en un punto de referencia ilustrativo en el camino del futuro perfeccionamiento.

    En lo particular el arbitraje, tiene una función social educativa rica en la formación de
valores éticos estéticos y morales con incidencia en una población infinita que abarca
prácticamente el mundo y que propicia como componente del deporte el vínculo entre
los pueblos.
La autoeficacia en el arbitraje de baloncesto Natalia Morín Ramírez (España)
Licenciada en Educación Física - Arbitro de Baloncesto
Actualmente realiza la tesis titulada "Psicología del Árbitro", por la Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria
Colabora con el Centro de Estudios del Arbitraje Deportivo de la Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria.
En el terreno deportivo no es suficiente que el deportista tenga capacidad para conseguir
un buen rendimiento en su deporte sino que además debe querer también conseguirlo y
creer en su capacidad para ello.

La utilización intuitiva y espontánea de frases de autoconfianza como "me dije a mí


mismo que podía conseguirlo", "tengo que lograrlo", y otras semejantes han sido
identificadas en multitud de deportistas y entrenadores.

En el caso de los árbitros también se plantean frases de autoconfianza como "sé que
haré una buena actuación", "estoy seguro que mi decisión es correcta", "puedo controlar
la situación", etc.

La autoconfianza es una de las características psicológicas necesarias de todo buen


árbitro para desarrollar una profesión exigente y estresante, en la que se reciben pocas
alabanzas y reconocimiento social por parte de jugadores, entrenadores, aficionados,
periodistas, etc. La autoconfianza es la creencia de que uno mismo puede realizar
satisfactoriamente una conducta determinada. Esta creencia debe ser razonada para
poder evitar problemas de exceso y de falta de confianza.

Ventajas de la autoconfianza en el arbitraje de baloncesto


La confianza se caracteriza por unas elevadas expectativas de éxito. Puede ayudar a los
árbitros en las siguientes áreas:

 Concentración
 Objetivos
 Emociones positivas
 Esfuerzo
 Impetu
 Estrategias del juego

Analicemos cada una de las áreas:

 La confianza ayuda a concentrarse. Cuando un árbitro siente


confianza, su mente se halla libre para concentrarse en la tarea en
cuestión, mientras que, cuando no la tienen, tiende a preocuparse sobre lo
bien o lo mal que lo está haciendo o por la aprobación o desaprobación
de los demás. La obsesión por evitar los errores debilita la concentración,
y hace que el árbitro distraiga más fácilmente su atención.
 La confianza influye en el establecimiento de objetivos. Los árbitros
seguros de sí mismos tienden a establecer objetivos estimulantes y a
esforzarse intensamente por alcanzarlos, disfrutando durante el camino.
Los árbitros que carecen de confianza tienen la inclinación a fijar
objetivos fáciles y a no emplearse a fondo hasta el límite.
 La confianza activa emociones positivas. Cuando un árbitro se siente
seguro de sí mismo, es más probable que se mantenga tranquilo y
relajado en condiciones de presión, estado mental y corporal que le
permite ser más enérgico y asertivo cuando el resultado de la
competición está todavía en juego.
 La confianza aumenta el esfuerzo. La cantidad y la duración del
esfuerzo en la búsqueda de un objetivo dependen en gran parte de la
confianza (Weinberg, Yukelson, Jackson, 1980). Los árbitros de
categorías superiores son los que normalmente creen en sí mismos y en
sus aptitudes, lo cual es especialmente cierto dado que la persistencia es
esencial.
 La confianza afecta al ímpetu psicológico. Los árbitros se refieren a los
cambios de ímpetu como determinantes decisivos de su actuación. La
capacidad de producir ímpetus positivos o de intervenir los negativos
supone una ventaja importante. Los árbitros con un nivel elevado de
destreza arbitral (intuición del juego, determinación de una infracción,
correcta posición en la cancha en función del juego, etc.) son más
capaces de remontar la adversidad que sus homólogos menos
cualificados. Y parece que la confianza es un ingrediente fundamental de
este proceso. Los árbitros que tienen confianza en sí mismos y en sus
capacidades adoptan la actitud de "nunca ceder", ya que abordan las
situaciones difíciles como si fueran desafíos y reaccionan ante ellas con
una resolución mucho mayor.
 La confianza afecta a las estrategias del juego. En ocasiones, los
árbitros hablan de "arbitrar para acertar", o de "arbitrar para no fallar".
Estas frases resultan familiares, pero dan lugar a estilos de arbitraje muy
diferentes. Los árbitros seguros de sí mismos tienden a arbitrar para
acertar; normalmente, no tienen miedo de correr riesgos y asumen el
control de la competición. Cuando los árbitros no tienen confianza,
arbitran para no fallar: son indecisos y tratan de no cometer errores. Por
ejemplo cuando un árbitro de baloncesto con confianza en sí mismo
salga a la pista, intentará hacer cosas positivas, como controlar el juego,
pitar con decisión o comunicarse con su compañero. Un árbitro menos
seguro de sí mismo tratará de evitar errores, como dudar en jugadas
comprometidas, fallar en la decisión tomada o tener una incorrecta
posición en la cancha en función del juego; se sentirá satisfecho con no
complicar las cosas y menos implicado que el primero en lograr que el
equipo arbitral lleve a cabo una actuación positiva.

Desventajas de la autoconfianza en el arbitraje de baloncesto


No todos los árbitros tienen un nivel óptimo de confianza, lo que equivale a estar
convencidos de que pueden alcanzar los objetivos marcados. En muchas ocasiones nos
encontraremos con árbitros que estén faltos de confianza en sí mismos o que, por el
contrario, posean un exceso de confianza. Cuando los árbitros tienen generalmente
exceso de confianza, de forma que creen que pueden hacer más de lo que realmente
pueden, viven en un mundo de fantasía y confunden lo que es con lo que a ellos les
gustaría que fuese. Evitan las situaciones en las que tienen que poner a prueba su propia
capacidad y si necesariamente se enfrentan a las mismas y sus resultados son negativos
tienen dificultades en admitir sus errores. Son árbitros que suelen tener problemas con
jugadores y entrenadores porque no aceptan sus propios errores, y además,
generalmente, no muestran interés por mejorar. Por otra parte, cuando la autoconfianza
es baja es difícil que el árbitro se esfuerce todo lo que puede y ello influirá notablemente
en su rendimiento.

 Exceso de confianza En realidad, los árbitros excesivamente confiados


tienen seguridad falsa en sí mismos. Su rendimiento disminuye porque
creen que no tienen por qué prepararse o realizar el esfuerzo preciso para
llevar a cabo su tarea.

El exceso de confianza se produce cuando el árbitro se cree mejor de los


que es, o considera el partido más sencillo de lo que es en realidad. En
ambos casos, el árbitro no se prepara adecuadamente para la competición
y su excesiva confianza no suple, por ejemplo, las limitaciones de su
conocimiento del reglamento o de su falta de análisis de las situaciones
difíciles de un partido. Como regla general, el exceso de confianza es
mucho menos problemático que la falta de la misma, aunque cuando
existe, los resultados pueden ser desastrosos.

 Falta de confianza Muchos árbitros tienen las destrezas necesarias para


lograr una buena actuación, pero les falta confianza en su capacidad para
ejecutarlas en condiciones de presión, es decir, cuando el partido está en
un momento delicado o durante una jugada comprometida. Por ejemplo,
un árbitro de baloncesto pita con decisión la primera falta de un jugador
clave para un equipo, pero si es en un partido relevante y este mismo
árbitro le pita su tercera falta, a lo que el público responde con quejas e
insultos, empezará a dudar, y en las jugadas posteriores se mostrará
vacilante y conservador, y perderá, por consiguiente, eficacia.

La falta de confianza se da cuando el árbitro duda de sus propios


recursos para actuar ante un público hostil o en una competición
importante o en un partido normal, pero en el que debe actuar con un
colega de reconocido prestigio. En estos casos, disminuye el autocontrol
emocional y la concentración del árbitro y, consecuentemente, se
deteriora su rendimiento.

Orientaciones para entrenar la autoconfianza en el arbitraje de baloncesto


Para iniciar un entrenamiento sobre la adquisición y mejora de la autoconfianza es
importante que los árbitros analicen y tomen conciencia de las situaciones en las que
han experimentado mucha o poca autoconfianza, así como aquellas en las que el nivel
de autoconfianza fue óptimo. Para orientar su análisis se les puede realizar preguntas
como las siguientes: ¿Cuándo tienes dudas sobre tí mismo?, ¿Cómo te recuperas a partir
de los errores?, ¿En qué momentos tienes miedo o te sientes inseguro?, ¿Cómo
reaccionas ante un público hostil?, ¿Cuándo te sientes con exceso de confianza?, etc.
Estas cuestiones nos sirven para averiguar en qué momentos confía en él mismo, en qué
momentos está con exceso de confianza y en qué momentos está con falta de confianza.

En este análisis es importante que se analice la confianza que el árbitro tiene en sí


mismo en situaciones específicas de su deporte. Por ejemplo, en el baloncesto se le
puede preguntar cuestiones tales como la confianza en tomar decisiones críticas durante
un partido, pitar con un compañero de mayor prestigio, controlar sus emociones a lo
largo del partido, concentrarse nuevamente en el juego después de cometer un error, etc.
Para ver el nivel de confianza en cada una de estas cuestiones se le puede pedir que
conteste a las mismas indicando si tiene la confianza necesaria, si no tiene suficiente
confianza o si tiene demasiada confianza. A partir de los resultados de este análisis
podemos conocer cuáles son las áreas en las que habría que intervenir para que el
árbitro consiga su mejor nivel de autoconfianza.

La visualización o práctica imaginada es una de las técnicas más útiles para entrenar el
nivel óptimo de confianza. Dado que muchas veces no es posible entrenar las
situaciones que necesitamos entrenar, como, por ejemplo, entrenar en una pista
determinada rodeada de gente, o arbitrar con un compañero al que se le tiene poca
confianza, lo mejor para ello es realizar el entrenamiento por medio de la visualización.
Así, por ejemplo, en baloncesto podemos imaginarnos pitando unos pasos cuando el
jugador que los realiza está entrando sólo a canasta y tiene posibilidad de empatar el
partido y conseguir una prórroga para su equipo.

La siguiente tabla señala una serie de pasos que permitirán a los árbitros trazar los
objetivos para conseguir mejorar su imagen de confianza (adaptado de Loerh, 1991;
Weinberg, 1988).

Variables a considerar en el entrenamiento de la autoconfianza

 Establecer metas realistas.


 Evitar cuantificar el éxito atendiendo a metas de resultados
(ascender o descender) y aprender a establecerlo en relación
con la ejecución.
 Tener autodisciplina en el entrenamiento físico y psicológico.
 Actitud positiva: tú mismo puedes ser tu aliado.
 Pensar con confianza: mantener una actitud mental positiva
y controlar los pensamientos a través de la "autocharla".
 Estar en buena forma física: sentir que se está bien
preparado físicamente.
 Tener un plan de actuación: trazar una estrategia general de
cómo arbitrar en función de los equipos que se enfrentan.
 Establecer una rutina anterior al partido: es importante
establecer los pasos que se van a dar en cada momento
previo a arbitrar cada partido, puesto que ello ayuda a
reducir la ansiedad.

Transposas y excluidas Gran parte de las organizaciones deportivas, siguiendo a la


más señera, el Comité Olímpico Internacional (COI), consideran que hay solo dos
categorías de seres humanos, hombre-mujer y que se compite en la rama masculina o
femenina. Por su parte el informe sobre la protección contra la violencia y
discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género de la ONU
reconoce que como mínimo hay cinco tipos de identidad de género: lesbianas, gays,
bisexuales, transgénero e intersexuales. El género en una persona puede ser distinto a
aquel con el que nació.
A pocos días del inicio de los Juegos de la XXXII Olimpíada moderna, el COI niega el
derecho de las personas trans a competir con su genuino capital corporal. Entiende que
la ambigüedad sexual debe ser corregida para perpetuar el sistema binario en el
escenario deportivo. Unos nanomoles de la hormona testosterona en sangre determinan
el acceso o la exclusión y por lo tanto aquella atleta que quiera competir dentro de los
límites del fair play, debe someterse a una purga de su contenido hormonal si no quiere
ser tildada de tramposa o desleal Estas ideas se pasan por alto las leyes que reconocen la
diversidad, que se han promulgado en los últimos años en muchos países. Y así, el
deporte, supuesto defensor de la salud y la inclusión, con sus prácticas y valores
decimonónicos, entre ellos el binarismo de género, está cerrando el derecho de una parte
del colectivo LGBTI+ a desarrollarse, expresarse y elegir libremente conforme a su
identidad de género. Es un indicador de que el deporte del futuro deberá pensar nuevas
formas de exposición, que reflejen de manera más justa la pluralidad de la corporalidad
humana. Quizás la más razonable sea abolir las competiciones segregadas.

caracteristicas

Establecida la premisa básica de que la jurisdicción del Estado no es el mejor medio o al


menos el mas apropiado para dilucidar las controversias deportivas, procede insistir en
que el arbitraje se erige como coadyuvante de la justicia ofreciendo indudables ventajas
en la solución de los litigios deportivos.
A continuación, destacaremos los rasgos mas específicos del arbitraje deportivo.
1. El arbitraje deportivo no es un sistema arbitral diferente o separado del
tronco común del arbitraje. Es simplemente un arbitraje especializado pero
que se nutre en su contenido y finalidad del arbitraje común.
2. Situado así el arbitraje deportivo, se ha de manifestar que este se asienta
sobre una actividad fuertemente reglamentada, tanto en cuanto a las reglas
del juego o competición deportiva en si mismas consideradas, como en lo
referente a las normas objetivas que regulan el universo institucional que
rodea al deporte y al deportista.
3. El arbitraje deportivo como hemos dicho es simplemente una
especialización del arbitraje común o troncal, y lo mismo puede decirse del
derecho deportivo que es al que ha de atenerse el árbitro o el tribunal al
dictar su laudo. Como ha señalado CAZORLA PRIETO el derecho
deportivo es una especialidad del ordenamiento jurídico general3.

Referencias bibliográficas
 RIERA, J.  Introducción a la Psicología del Deporte. Barcelona: Editorial
Martínez, 1985. p. 133.
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 CARACUEL, J. C. Análisis Psicológico del Arbitraje y juicio deportivo.  En
Motricidad (US). Vol. I - Nº 1 Mayo 1995.
 MOREJÓN, J. Análisis Praxiológico de la estrategia motriz deportiva. La
Habana: ACCAFIDE, Julio 1995.
 PARLEBAS, P. Elementos de Sociología del Deporte. Editorial LIPER s.a.,
1988. p. 23.
 Ibid, 239 p.
 RIERA, J. Introducción a la Psicología del Deporte. Barcelona: Editorial
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 MOREJÓN, J. Análisis Praxiológico de la estrategia motriz deportiva. La
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1988. p. 239.

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