Cuento para Hacer Amigos

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Cuento

Fip, el dragón sin fuego y sin


llamas

Fip era un dragón

diferente. No

tenía el aspecto tan

feo de sus primos y hermanos. Siempre estaba alegre y de

buen humor. Y no tiraba fuego. Y es que Fip, al contrario

que todos los demás dragones, tenía corazón. Era tan

chiquitito que nadie sabía que lo tenía, y lo reservó para

poder querer a un amigo.

Por miedo a que se le llenara su corazón tan pequeño, eligió

hacerse amigo de una hormiga. Se sintió feliz teniendo

una amiga, y resultó que aún le quedaba libre un pedacito

de corazón. Lo usó para hacerse amigo de un ratoncillo, que

tampoco lleno el corazón del todo, y detrás le siguieron un


pájaro, una liebre, una oveja, un oso y otros animales. Fip

empezó a sospechar que el cariño por sus amigos

nunca llenaría su corazón, y dejó de preocuparse por su

tamaño. Hizo tantos amigos como pudo y se convirtió en un

dragón feliz.Lo que no sabía Fip era que, igual que el odio

coloca chiquitico los corazones, el amor lo pone muy

grandote. Su corazón creció tanto que los demás

dragones terminaron por descubrirlo. Llenos de rabia y

envidia lo encadenaron para que no se les escapara. Mientras

las cadenas lo sujetaban para que no volara más, muchos

dragones lo rodearon listos para lanzar sus llamas. Fip pensó

en sus amigos y la pena que sentirían por él, y decidió

luchar. Cerró los ojos y con todas sus fuerzas trató de

lanzar fuego…

No lo consiguió. Él no tiraba fuego. Pero un ruido como de

agua le hizo abrir los ojos. A su alrededor los dragones

miraban asombrados y muy mojados. De la boca de Fip había

salido un río más poderoso que el fuego de mil dragones.

Sorprendido, volvió a intentar tirar agua, pero esta vez


salieron rayos que rompieron sus cadenas. Al tercer intento

sopló un viento envuelto en aromas de flores que secó a los

dragones y arregló el desastre causado por el agua que les

había tirado. Ante el asombro general, Fip siguió soltando por

su boca todo tipo de regalos y bendiciones, tan poderosos que

lo convirtieron en el rey de las montañas.

Así fue como los dragones descubrieron que tenían un

corazón tan pequeñito y lleno de ira que solo tiraba

fuego. Pero ahora, gracias a Fip, sabían que podía tirar

cualquier cosa. Solo había que vaciarlo de odio y de rabia

para poder llenarlo de muchos amigos.

Y colorin colorado este cuento se ha acabado.

Zapatico roto mañana te cuento otro.

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