Cresimiento y Desarrollo Pediatrico

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Cresimiento y desarrollo pediátrico

Pediatría (Universidad Autónoma de Chihuahua)

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Crecimiento y desarrollo

Introducción.

La maduración de un huevo humano fertilizado, a través de las etapas de la vida


embrionaria y fetal, lactancia, niñez y adolescencia, ofrece aspectos físicos,
intelectuales, emocionales, sociales, culturales y de la conducta. Cada uno de
estos aspectos es objeto de un estudio intensivo por su propio interés y constituye
el punto focal de un acervo creciente de conocimientos. El crecimiento y
desarrollo no se realizan, sin embargo, independientemente en distintas áreas
o sistemas, sino que representan una continuidad de interacciones entre el
potencial genético innato por una parte, y el medio ambiente, por otra. Las
potencialidades de cada individuo están escritas en la sustancia genética del
huevo fertilizado.

El término crecimiento ha sido empleado en general para determinar los aspectos


de la maduración que pueden quedar reducidos a la medida de la talla; el término
desarrollo se refiere a los cambios en la función del organismo. Debido a que
estos dos aspectos no pueden ser diferenciados de manera tajante, se emplea la
expresión crecimiento y desarrollo en un sentido unitario que abarca tanto la
magnitud como la calidad de los cambios de la maduración.

El crecimiento y desarrollo físicos incluyen las modificaciones en el tamaño y


función del organismo. Cambios de tipo funcional, desde los que tienen una
significación molecular en la vida fetal y una activación de sistemas enzimáticos en
el periodo de recién nacido, hasta las complejas modificaciones metabólicas que
acompañan la pubertad y adolescencia.

El crecimiento y desarrollo intelectuales son difíciles de diferenciar en la primera


infancia de la maduración de la conducta y del sistema nervioso. En la segunda
infancia y en la edad escolar, la función intelectual viene determinada de modo
creciente por la capacidad comunicativa y por la facilidad del niño en manejar
cosas abstractas y simbólicas.

El crecimiento y desarrollo emocionales dependen de la capacidad del niño en


establecer unos eficaces lazos afectivos con las personas que para él tienen el
mayor significado. La capacidad para el cariño y el afecto, la habilidad para
dominar los estados de ansiedad originados por frustraciones y la facilidad para
reprimir los impulsos agresivos son aspectos de la vida emocional con los que
cada niño tiene que aprender a enfrentarse.

Estrechamente emparentados con el crecimiento y desarrollo emocionales están


los tipos de maduración social y cultural que, a fin de cuentas, resultan ser los

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determinantes más importantes de la maduración emocional. Los factores más


precoces y de mayor importancia básica son las relaciones con los padres. Estas
se extienden durante la infancia a los contactos familiares y extra-familiares.
Cuando el niño tiene solo de 4 a 6 meses de edad, podemos ya esperar que imite
de modo rudimentario; a los 8 o 9 meses inicia los juegos imitativos, y de los 3 a
los 5 años los de creación, entre los que se incluyen los de imitación de los
papeles del adulto.

El reforzamiento de la conducta puede ser positivo o negativo, según radique en


una experiencia agradable o gratificante o bien en el término de una situación
desagradable, no confortable o incluso aversiva. En contraste el reforzamiento tipo
negativo, el castigo implica la creación de una situación desagradable buscada por
el niño al mostrar una conducta indeseable.

En la socialización y adquisición de una cultura adecuada, debe tenerse en cuenta


el importante papel que desempeña el ejemplo en el niño, incluso en el primer año
de su vida, al querer imitar la conducta de todos los seres que le rodean. La
importancia de la imitación en el niño como medio de aprendizaje es extrema. No
existe ninguna duda acerca de que todo lo que éste ve en torno suyo o lo que
experimenta a través de medios de comunicación de masas como la televisión, los
periódicos, la literatura y semejantes, afecta profundamente su sistema de valores
y su conocimiento de lo que se espera que haga en respuesta a tales estímulos.

Por tanto, el extenso cuadro del crecimiento y desarrollo, constituye un intrincado


patrón de fuerzas genéticas, nutritivas, traumáticas, sociales y culturales que
afectan dinámicamente al niño desde el momento de la concepción hasta la vida
adulta. Aunque el patrón es único para cada niño, presenta profundas diferencias
individuales en cada caso dentro de los amplios límites que señalan la
“normalidad”. Las diferencias más claras son las que distinguen al varón de la
hembra.

CRECIMIENTO Y DESARROLLO INTRAUTERINO

La vida intrauterina puede ser dividida en dos principales fases, la embrionaria


(primeras 8 semanas) y la fetal.

El desarrollo humano es un proceso continuo que comienza cuando un ovocito


(óvulo) es fertilizado por un espermatozoide. Los procesos celulares de división,
migración, la muerte programada, diferenciación, crecimiento, y reordenamiento
transforman el ovocito fecundado, en una célula altamente especializada,
totipotencial, el cigoto (o huevo), en un ser humano multicelular. La mayor parte de
los cambios se producen durante los períodos embrionario y fetal; Sin embargo,
también se producen cambios importantes durante los períodos tardíos del

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desarrollo: infancia, niñez y adolescencia. El desarrollo no se detiene en el


nacimiento. Tras el nacimiento otros cambios se producen, (por ejemplo, el
desarrollo de los dientes y las mamas femeninas).

PERÍODOS DEL DESARROLLO

Se acostumbra a dividir el desarrollo humano en períodos prenatal (antes del


nacimiento) y postnatal (después del nacimiento). Los principales cambios que se
producen antes del nacimiento se ilustran en el calendario del desarrollo prenatal
humano (Anexo 1). El estudio de esta tabla revela que los avances más visibles
ocurren durante la tercera a la octava semanas del período embrionario. A lo largo
del período fetal, los tejidos y los órganos se diferencian y crecen, al tiempo que
aumenta la tasa de crecimiento del cuerpo (Anexo 2).

FASES DEL DESARROLLO EMBRIONARIO

El desarrollo temprano se describe en fases debido a que los periodos que


necesita el embrión para desarrollar ciertas características morfológicas son
variables, la fase 1 se inicia con la fecundación y el desarrollo embrionario finaliza
en la fase 23, que tiene lugar el día 56.

Trimestres. Los obstetras dividen el periodo de 9 meses de la gestación en tres


trimestres. Las fases más importantes del desarrollo tienen lugar durante el primer
trimestre (trece semanas), cuando se produce el desarrollo embrionario y fetal
temprano.

Período postnatal. El período que ocurre después del nacimiento.

Lactancia. El primer periodo de la vida extrauterina, más o menos el primer año


después del nacimiento. Un bebé y niñas de 1 mes o más joven se llama un recién
nacido o neonato. La transición de la existencia intrauterina a extrauterina requiere
muchos cambios críticos, sobre todo en los sistemas cardiovascular y respiratorio.
Si los recién nacidos sobreviven las primeras horas cruciales después de su
nacimiento, sus posibilidades de vida son generalmente buenos. El cuerpo crece
rápidamente durante la lactancia; la longitud total aumenta en aproximadamente el
50% y el peso por lo general se triplica, (por ej., si el bebe mide 50 cm y pesa 3 kg
al nacimiento: lo más factible y normas es que al año de edad mida 75 cm y tenga
un peso de 9 kg). Hacia el primer año de vida, la mayoría de los niños tienen entre
seis y ocho dientes.

Niñez o infancia. El período entre la lactancia y la pubertad. Los dientes


primarios siguen apareciendo y más tarde son reemplazados por los dientes
secundarios (permanentes). Durante la primera infancia, hay osificación activa
(formación de hueso), pero a medida que el niño se hace mayor, la tasa de

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crecimiento del cuerpo se ralentiza. Justo antes de la pubertad, sin embargo, el


crecimiento se acelera-el estirón prepuberal.

Pubertad. (Según su etimología proviene de la palabra latina “pubere” cuya


traducción sería “pubis con vello” y es una etapa de la vida, entre la niñez y el
desarrollo sexual pleno). Es el periodo en el que el ser humano adquiere la
capacidad funcional de la procreación a través del desarrollo y crecimiento de los
órganos de la reproducción. En las mujeres los primeros signos de la pubertad
pueden aparecer después de los 8 años; en los hombres, la pubertad se inicia
habitualmente a los 9 años.

Adolescencia.

Edad adulta. El crecimiento y la madurez completos se alcanzan en general entre


los 18 y 21 años de edad. La osificación y el crecimiento se completan
prácticamente durante la primera etapa de la edad adulta (21 a 25 años de edad).

CRECIMIENTO DURANTE EL PRIMER AÑO

La mayor parte de los niños nacidos a término recuperan su peso de nacimiento


hacia los 10 días después del parto. A continuación aumentan un promedio de 20
g/día durante los primeros 5 meses de vida y 15 g/día durante el resto del primer
año. El niño nacido a término doblara en general su peso de nacimiento a los 5
meses y lo triplicara al año. La talla del niño normal aumenta durante el primer año
de 25 a 30 cm (la talla media al nacimiento es de 50 cm) Durante los primeros
meses de vida se produce aun claro aumento del tejido subcutáneo que alcanza
su máximo alrededor del 9º mes.

La fontanela anterior (mollera) del recién nacido puede aumentar de tamaño


durante varios meses después del nacimiento, pero por lo general disminuye a
partir del 6º mes, y puede cerrarse totalmente desde el 9º al 18º meses.

El perímetro cefálico, que es de 34 a 35 cm en el momento del nacimiento,


aumenta aproximadamente a los 44 cm alrededor del 6º mes y a los 47 cm al año
(Anexo 3). En el momento del nacimiento el perímetro cefálico es algo mayor que
el torácico, pero al año los dos suelen ser aproximadamente iguales.

Los dientes caducos aparecen en la mayoría de los niños entre el 5º y 9º mes, los
primeros en aparecer son los incisivos medios inferiores, seguidos de los medios
superiores y de los laterales superiores. Siguen los incisivos laterales superiores.
Luego los incisivos laterales superiores. Los incisivos laterales inferiores, los
primeros premolares, los caninos y los segundos premolares, por este orden. Al
cumplir el primer año de edad la mayor parte de los niños ya tienen de 6 a 8

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dientes. En algunos casos algunos niños pueden tener solo 2 dientes al llegar el
año de edad, sin que exista ningún signo de alteración del crecimiento. (Anexo 4).

LOS PRIMEROS 3 MESES DE VIDA

Con una nutrición y cuidados maternos adecuados el recién nacido hará unos
rápidos progresos durante los primeros meses de vida en cuanto a la apreciación
y relación con las personas y objetos que lo rodean. Durante las primeras
semanas el repertorio de lo que se capaz de hacer es relativamente escaso y
principalmente de tipo reflejo, aunque con respecto al nivel de actividad y cuantía
de la reactividad muchos niños revelaran durante la primera semana de vida cierta
individualidad. Cuando se coloca al recién nacido en decúbito prono sobre una
superficie firme (boca abajo), es capaz de evitar la sofocación volviendo la cabeza
a un lado y otro, y a las 4 semanas de edad puede realizarlo con la cabeza
levantada sobre la superficie encima de la que ha sido colocado.

Desarrollo Físico en Niños de 0 a 3 años

Aunque parezca repetitivo, a continuación los principales logros en crecimiento del


niño en la etapa antes mencionada.

Al igual que antes del nacimiento, el crecimiento y el desarrollo físico siguen el


principio céfalo-caudal (el crecimiento ocurre de arriba hacia abajo) y el principio
próximo-distal (del interior al exterior).
Siguiendo el principio céfalo-caudal, la cabeza de un bebé recién nacido es
desproporcionadamente grande con respecto al resto del cuerpo, debido a que el
cerebro crece con mucha más rapidez antes del nacimiento. La cabeza adquiere
proporciones más normales a medida que aumenta la estatura del niño y que se
desarrollan las partes inferiores del cuerpo. El desarrollo sensorial y motor procede
de acuerdo al mismo principio; los bebés aprenden a usar primero las partes
superiores del cuerpo que las inferiores. Ven objetos antes de poder controlar el
tronco y aprenden a hacer muchas cosas con las manos antes de poder gatear.
De acuerdo al principio próximo-distal, en el útero, la cabeza y el tronco se
desarrollan antes que los brazos y las piernas, luego las manos y los pies y
posteriormente los dedos. Durante la infancia y la niñez temprana, las
extremidades siguen creciendo más rápido que las manos y los pies. De manera
similar, los niños desarrollan primero la habilidad para usar la parte superior de los
brazos y las piernas, después las manos y los pies, y por último los dedos de las
manos y de los pies.

Crecimiento físico

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Los niños crecen más rápido durante los tres primero años, en especial durante
los primeros meses, que en cualquier otro momento. El peso de un niño varón a
los cinco meses ha duplicado el peso de nacimiento y para el año casi lo triplica.
Esta tasa de crecimiento disminuye durante el segundo y tercer año.
La estatura de un niño por lo general se incrementa en 25 cm durante el primer
año casi 12.5 cm durante el segundo y un poco más de 7.5 cm en el tercer año.

La dentición por lo general comienza alrededor de los tres o cuatro meses, cuando
los bebés empiezan a agarrar casi todo para llevarlo a la boca, pero el primer
diente puede no aparecer sino hasta algún momento entre los cinco y los nueve
meses.

Talla

La altura y el peso de un niño experimentan cambios dramáticos durante los


primeros cinco años de vida. Los recién nacidos típicamente miden entre 47 y 55
cm de altura y pesan entre 2,7 y 4,1 kg al nacer. En el caso de un bebe prematuro
podría tener menos de 5,5 2,5 kg.
Para su primer año, la mayoría de los niños tienen tres veces su peso original,
unos 10 kilos aproximadamente, y su altura es de unos 75 cm.
En su segundo año la tasa de crecimiento es más lenta. Puede medir unos 87 cm
y pueden ganar unos tres kilos, al igual que durante el tercer año en el cual crecen
entre 7 a 10 cm.

Desarrollo de los cinco sentidos

Lo primero que los niños desarrollan para son sus cinco sentidos, los cuales se
citan a continuación.
Tacto: Se reconoce que es uno de los sentidos desarrollados desde el vientre y se
puede ver en el reflejo de orientación que está presente en el niño cuando se le
toca su mejilla, principalmente al ser amamantado.
Olfato y gusto: Estos sentidos están desarrollados también desde el útero, donde
los sabores y olores que percibe la madre son percibidos a través del líquido
amniótico y luego por la leche materna.
Es importante destacar que los primeros contactos con el mundo exterior los
tendrá por medio de su boca cuando mame y luego lleve objetos hacia ella para
conocerlos.
Audición: Existen estudios que indican que a partir de los 5 meses de gestación, el
feto es sensible a los sonidos y que al tercer día de su nacimiento se les puede
observar reaccionar a sonidos que fueron familiares durante el embarazo.

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Visión: Este es el menos desarrollado ya que alcanza la capacidad de visión 20/20


hasta casi el año. Antes de esta edad, su visión está en desarrollo, tanto para
seguir objetos, como para enfocarlos.

Movimientos reflejos.

A nivel motor lo primero que se puede observan en los niños durante sus primeros
meses de vida son los reflejos involuntarios, los cuales irán desapareciendo para
dar paso a movimientos de forma voluntaria.

El niño de 3 a 6 años: desarrollo físico

Durante los años de juego, los niños adelgazan y crecen y la grasa del bebé se
convierte en músculo. Se modifican muchas de las características diferenciales del
niño pequeño, desaparece el vientre prominente, la cara ya no es tan redondeada,
las extremidades se alargan y las dimensiones de la cabeza se hacen más
proporcionadas con respecto al resto del cuerpo. El centro de gravedad se
desplaza desde el esternón hacia el ombligo, lo que permite desarrollar
numerosas habilidades motoras que le van a ser de gran utilidad, ya que tienen un
papel importante en los juegos, y estos a su vez son los que permiten al pequeño
una correcta socialización.

Desarrollo de los niños en edad escolar 6 a 12 años.

DESARROLLO FÍSICO

Los niños en edad escolar generalmente tienen habilidades motrices fuertes y muy
parejas. Sin embargo, su coordinación (en especial ojo-mano), resistencia,
equilibrio y capacidades físicas varían. Las destrezas de motricidad fina también
varían ampliamente. Estas destrezas pueden afectar la capacidad del niño para
escribir en forma pulcra, vestirse de forma adecuada y realizar ciertas tareas
domésticas, como tender la cama o lavar los platos.

Habrá diferencias considerables en estatura, peso y contextura entre los niños de


este rango de edad. Es importante recordar que los antecedentes genéticos, al
igual que la nutrición y el ejercicio pueden afectar el crecimiento de un niño.

El sentido de la imagen corporal comienza a desarrollarse alrededor de los 6 años.


Los hábitos sedentarios de niños en edad escolar están ligados a un riesgo de

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obesidad y cardiopatía en adultos. Los niños en este grupo de edad deben tener
una hora de actividad física por día.

También puede haber una gran diferencia en la edad a la que los niños comienzan
a desarrollar las características sexuales secundarias. Para las niñas, las
características sexuales secundarias abarcan:

El desarrollo de las mamas


El crecimiento de vello en el pubis y las axilas
Para los niños, estas características abarcan:

Crecimiento de vello en el pubis, las axilas y el pecho


Crecimiento del pene y los testículos
(anexo 5). Escala de maduración sexual de Tanner

A continuación hago una relatoría del desarrollo, desde el nacimiento a la


adolescencia y sus principales características sociales y psicológicas,
principalmente.

DESARROLLO DEL NACIMIENTO A LOS 5 AÑOS

Periodo neonatal (primeras 4 semanas)

Prono: Yace en flexión; vuelve la cabeza de un lado a otro; al suspenderlo


ventralmente cede la cabeza.

Supino: Generalmente flexionado y un poco rígido.

Visual: Puede fijar la mirada en un rostro o en una luz situados en su línea de


mirada, movimiento visual “en ojos de muñeca” al darle la vuelta al cuerpo.

Reflejos: Reflejo de Moro positivo; reflejo de prehensión activo, respuesta de


Landau ausente.

A LAS 4 SEMANAS

Prono: Piernas más extendidas; levanta la barbilla; vuelve la cabeza; al


suspenderlo ventralmente mantiene momentáneamente la cabeza en el plano del
cuerpo.

Supino: Predomina la actitud tónica del cuello; flexible y relajado; al sentarlo, cede
la cabeza.

Visual: Observa a las personas; sigue durante un breve trayecto un objeto móvil.

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A LAS 8 SEMANAS

Prono: Levanta la cabeza un poco más; observa un objeto en movimiento; al


suspenderlo ventralmente la cabeza en el plano del cuerpo.

Supino: Predomina la actitud tónica del cuello; al sentarlo cede la cabeza.

Visual: Sigue durante 180° un objeto móvil.

Social: Sonríe a las personas; oye las voces y arrullos.

A LAS 12 SEMANAS

Prono: Levanta la cabeza y el tórax, brazos extendidos; al suspenderlo


ventralmente mantiene la cabeza en un plano por encima del cuerpo.

Supino: Predomina la actitud tónica del cuello; se inclina hacia adelante sin poder
coger los objetos; se interesa por los juguetes.

Sentado: Al sentarlo, la cabeza queda ligeramente hacia atrás; pronto domina la


cabeza y la mueve a sacudidas; espalda encorvada.

Reflejos: No ha persistido el reflejo de Moro típico; hace movimientos de defensa


o reflejos selectivos por reacciones de retirada.

Social: Le gusta el contacto con las personas; escucha la música; dice “aah”,
“guee”.

A LAS 16 SEMANAS

Prono: Levanta la cabeza y el tórax, situando la cabeza casi en un eje vertical;


extiende las piernas.

Supino: Predomina la postura simétrica, manos en la línea media; se apodera de


objetos y se los lleva a la boca.

Sentado: Al sentarlo no retrasa la cabeza; mantiene ésta firme, la hecha hacia


delante; le gusta estar apoyado todo el tronco.

Derecho: Al mantenerlo de pie empuja con la pierna.

Adaptativo: Ve una píldora, pero no hace ningún movimiento hacia ella.

Social: Ríe ruidosamente; puede mostrar disgusto cuando se van las personas
que estaban con él; se excita al ver la comida.

A LAS 28 SEMANAS

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Prono: Se retuerce; puede girar sobre un eje.

Supino: Levanta la cabeza; se retuerce; movimientos de trepar.

Sentado: Se mantiene sentado brevemente con apoyo de la pelvis; se inclina


hacia adelante sobre las manos; espalda encorvada.

Derecho: Puede sostener la mayor parte del peso; brinca activamente.

Adaptativo: Extiende los brazos en busca de objetos grandes y puede prenderlos;


los desplaza de sitio; para la prensión se vale de la parte radial de la palma;
“explora” la píldora con los dedos.

Lenguaje: Emite sonidos vocales polisílabos.

Social: Prefiere a la madre; balbucea, le gusta el espejo; responde a los cambios


en el contenido emocional de las personas que están con él.

A LAS 40 SEMANAS

Sentado: Se incorpora solo e indefinidamente sin apoyo, espalda erguida.

Derecho: Tiende a ponerse de pie.

Motor: Se arrastra o anda a gatas.

Adaptativo: Prende los objetos con el pulgar y el índice; empuja las cosas con el
índice; coge la píldora ayudándose del movimiento en pinzas; descubre un juguete
escondido; intenta recuperar un objeto cuando lo coge otra persona.

Lenguaje: Repite sonidos consonantes (ma-ma, da-da).

Social: Conoce su nombre; mueve la mano diciendo adiós.

A LAS 52 SEMANAS (1 AÑO)

Motor: Camina con una mano apoyada; va de un lado a otro apoyándose en los
muebles.

Adaptativo: Coge la píldora con un movimiento de pinzas del índice y del pulgar,
sin ayudarse; cede un objeto a otra persona que se lo pide o le hace un gesto.

Lenguaje: Pronuncia dos palabras además de ma-ma y da-da.

Social: Juega con la pelota; efectúa movimientos de adaptación postural al


vestirlo.

15 MESES

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Motor: Camina solo; trepa por las escaleras.

Adaptativo: Hace una torre de dos cubos; traza una línea con una tiza; introduce
la píldora en un frasco.

Lenguaje: Jerga; obedece ordenes encillas; sabe nombrar un objeto familiar


(pelota).

Social: Indica algunos deseos o necesidades con señales.

18 MESES

Motor: Corre torpemente, se sienta en una silla bajita; sube escaleras apoyándose
en una mano; busca por cajones y cubos de basura.

Adaptativo: Apila tres cubos; imita los garabatos; imita las rayas verticales; saca
la píldora del frasco.

Lenguaje: 10 palabras (por término medio).

Social: Come solo; pide ayuda cuando está en un apuro.

24 MESES

Motor: Corre bien; sube y baja escaleras de una en una; abre puertas; trepa por
los muebles.

Adaptativo: Hace una torre de 6 cubos; garabatea círculos; imita las rayas
horizontales; dobla el papel una vez imitativamente.

Lenguaje: Pone tres palabras juntas (pronombre, verbo y complemento).

Social: Coge la cuchara con destreza; con frecuencia refiere lo que acaba de
suceder; ayuda a desnudarse; escucha las historietas ilustradas.

30 MESES

Motor: Salta.

Adaptativo: Torre de 8 cubos; traza rayas horizontales y verticales, pero


generalmente no llega a juntarlas en cruz; imita trazos circulares, que formen una
figura cerrada.

Lenguaje: Se refiere a sí mismo con el pronombre yo; conoce su nombre entero.

Social: Ayuda a recoger cosas.

36 MESES

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Motor: Sube escaleras alternando los pies: va en bicicleta; se mantiene


momentáneamente sobre un solo pie.

Adaptativo: Torre de 9 cubos; imita la construcción de un “puente” de 3 cubos;


copia un circulo; imita una cruz.

Lenguaje: Conoce su edad y sexo; cuenta tres objetos correctamente; repite tres
números o una frase de 6 silabas.

Social: Se entretiene con juegos sencillos (con otros niños); ayuda a vestirse (se
desabrocha los vestidos y se pone los zapatos); se lava las manos.

48 MESES

Motor: Brinca sobre un pie; lanza la pelota por encima de sus manos; se vale de
una tijera para cortar grabados; salta bien.

Adaptativo: Copia un puente de un modelo; imita la construcción de una “puerta”


de 5 cubos; copia una cruz y un cuadrado; dibuja un hombre con 2 o 4 partes
además de la cabeza; señala la línea más larga entre 2.

Lenguaje: Cuenta 4 monedas con exactitud; repite una historieta.

Social: Juega con varios niños con comienzo de la interacción social y de la


imitación de los mayores; va al retrete solo.

60 MESES

Motor: Brinca.

Adaptativo: Copia un triangulo; señala el mayor de dos pesos.

Lenguaje: Nombra 4 colores; repite frases de 10 silabas; cuenta 10 monedas


correctamente.

Social: Se viste y se desnuda; hace preguntas sobre el significado de las


palabras; imita en sus juegos los trabajos domésticos.

ESTADIOS DEL DESARROLLO PSICOLÓGICO

1. Estadio. Para designar las sucesivas etapas del desarrollo psicológico se hace
uso de las terminologías pediátrica y psicoanalítica.

2. Edad. Los años del crecimiento y desarrollo están divididos en periodos


basados en las características físicas y psicológicas. Estos periodos no están bien
delimitados, sino que cada uno de ellos se adentra imperceptiblemente en el que

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le sigue. Además existen distintas variaciones, dentro de la normalidad, en el


modo de transición.

3. Maduración biológica. Cada estadio se caracteriza por la aparición de algunas


facultades físicas o mentales, congénitamente predeterminadas.

4.- Libido. A medida que maduran las facultades predeterminadas, su adecuado


funcionamiento requiere que se invistan de energía psíquica (libido).

5.- Retos biológicos y culturales. Cada nueva capacidad surgida de la


maduración biológica ofrece al niño un reto que tiene que superar. En
concordancia con esto, se presentan algunas actitudes insistencias culturales y
familiares a las que ceden a las primeras formas de satisfacción, que asumen una
responsabilidad que va aumentando gradualmente. A medida que responde a
estos retos y asume su dominio, va produciéndose su desarrollo físico y
psicológicos, y se convierte en un ser social capaz de desenvolverse en su
particular cultura o subcultura.

6. Agresión. En circunstancias normales surge la agresión, que se expresa en


respuesta a los retos e insistencias sobre la renuncia a la satisfacción y como una
ayuda para hacer frente y superar las dificultades.

7. Relación de objetos. En psicoanálisis el término “objeto” se refiere a los


objetos animados e inanimados, humanos y no humanos, pero en general se
refiere a las personas. El establecimiento y mantenimiento de alguna relación
requiere que el objeto sea investido de libido.

8. Yo e identidad. El yo es aquella parte de la estructura de la personalidad que


desempeña una función integrante en relación a sí mismo y una función
mediatizadora entre sí mismo y el medio ambiente. Un importante aspecto del Yo
es el concepto de sí mismo o de la propia identidad de sí mismo que se desarrolla
gradualmente a lo largo de toda la infancia. Se prestará la debida atención a las
cualidades del Yo y al desarrollo del sentido de la realidad.

9. Superyó (conciencia e ideales). El superyó se forma a partir del Yo al


incorporar el código social o, más específicamente, los conceptos de justicia e
injusticia y los ideales y aspiraciones individuales.

10. Comportamiento normal típico. La combinación de todos los aspectos del


desarrollo en cualquiera de sus fases daría como resultado el comportamiento
característico y normal para dicho período de edad.

Período neonatal y primeros meses de la lactancia.

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1. Estadio. Fase oral: fase autista normal.

2.- Edad. Desde el nacimiento a los 3 o 4 meses.

3. Maduración biológica. Después del nacimiento, el niño debe adaptarse


enseguida a la vida extrauterina. Normalmente, las funciones básicas
homeostáticas subcorticales y autónomas ya funcionan en el momento del
nacimiento al igual que los reflejos sensorio-motores, menos automáticos, que
tienen a su cargo la succión y el llanto. En un principio el llanto es como una
llamada de atención, poco refinada, a la madre. El niño recién nacido está mal
dotado para soportar el estado de tensión y tiene un umbral para el estimulo que
funciona para evitar el stress excesivo.

4. Libido. Ya que el niño en el momento del nacimiento carece del estado de


conciencia y del concepto de sí mismo, se ha supuesto que la toma de posesión,
por parte la libido, de sus funciones bilógicas se produce de un modo automático e
inconsciente a medida que resulta activado cada uno de los sistemas. En cuanto
aumenta el estado consciente, la libidinización se hace cada vez más volitiva.
Durante los primeros meses de la vida la investidura de la libido se produce de
modo progresivo y desde los sistemas viscerales internos a la función respiratoria,
a la zona oral relacionada con la succión y la ingestión y, posteriormente, a la
superficie corporal a medida que maduran los distintos órganos terminales
sensoriales y reciben estímulos del medio ambiente físico general y a través de los
cuidados que le prodiga la madre.

5. Retos biológicos y culturales. Las primeras contrariedades que se presentan


al niño son los requerimientos biológicos del cambio de la vida intrauterina a la
extrauterina. Generalmente la cultura no plantea nuevas demandas al niño. Sin
embargo, influye en su transición por medio de las costumbres y prácticas, tanto si
el niño está con la madre desde el nacimiento como si se le cuida en la guardería,
si la lactancia es natural o artificial, si el niño alimentado con biberón es sostenido
por la madre mientras lo toma y por el grado y clase de exposición a la luz, el
sonido, el tacto, y a otros estímulos.

6. Agresión. El recién nacido carece de la suficiente coordinación y destreza para


los actos agresivos efectivos. Pero con la frustración de sus necesidades y con
cualquier trastorno indebido en su homeostasis, se hace patente la agresión
mediante gritos y una actividad motora carente de finalidad. Al estado más grave
de malestar se le ha denominado ira infantil. Poco a poco, como resultado de la
interacción madre-hijo, las respuestas agresivas van adquiriendo finalidad; por
ejemplo, el llanto provocado por el hambre es de diferente calidad al producido por
el dolor.

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7. Relación de objeto. El niño, del mismo modo que inconsciente y


automáticamente libidiniza sus sistemas orgánicos, hace objeto de su libido a la
madre. Durante estos primeros meses, mientras está aun desarrollándose el
sistema sensorial consciente, no distingue a su madre como algo separado de sí
mismo, por lo que su experiencia es verdaderamente autista, como si todo
surgiera y ocurriera dentro de él. También es necesario que la madre invista, de
modo apropiado, a su hijo con su libido.

8. Yo e identidad. Funciones tales como la succión y el llanto pueden ser


consideradas como rudimentos del Yo, ya que hacen de mediadoras de las
necesidades del niño en relación con el medio ambiente. Aquellas funciones del Yo
que aún no se han desarrollado son llevadas a cabo por la madre (Yo auxiliar
materno). La misión del Yo madre-hijo combinado es la de satisfacer las
necesidades del niño y mantener sus tensiones dentro de unos límites tolerables.
No existe concepto de sí mismo y, por tanto, no hay identidad, pero probablemente
las experiencias de los primeros meses son registradas a un nivel inconsciente,
pudiendo proporcionar una sensación de bienestar o contribuir al desarrollo de los
sentimientos de seguridad, confianza e integración o unidad.

9. Superyó (conciencia e ideales). El superyó como tal no existe, el principio de


placer-dolor es la base para el posterior desarrollo de los conceptos de bondad o
maldad y de justicia e injusticia.

10. Comportamiento normal típico. Las funciones del niño en intimidad con las
de la madre (en la doble unidad) manifiestan una alternancia de tensión,
satisfacción y mitigación de la tensión. En los comienzos de esta fase, el
comportamiento más característico es el de una breve vigilia e inquietud seguidas
de sueño después de las tomas de alimento, Gradualmente a medida que
aumentan los períodos de vigilia la personalidad empieza a desarrollarse.

Período de la lactancia

1. Estadio. Fase oral: Estadio simbiótico.

2. Edad. De los 3 a 4 meses a los 12 a 18 meses. La fase separación-


individualización del desarrollo del Yo empieza en la parte más tardía de la fase
oral y continua a lo largo de la fase fálica, mientras el niño empieza a separarse de
su madre y adquiere un grado creciente de autonomía.

3. Maduración biológica. Continúa la maduración de los órganos terminales del


gusto, olfato, tacto, vista y oído y de las vías nerviosas, lo que permite el desarrollo
de los primeros movimientos coordinados, tales como la visión binocular y la
integración mano-boca. Y comienza la deambulación.

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4. Libido. La madre contribuye a la libidinización de los diferentes sistemas


orgánicos al prodigarle cuidados, acariciarlo, cogerlo en brazos y mecerlo, al
mismo tiempo que el niño observa sus expresiones faciales y escucha su voz.

5. Retos biológicos y culturales. La maduración biológica presenta el desafío del


movimiento coordinado y el uso con fines concretos del sistema sensorial
consciente y también el malestar asociado con la erupción de los dientes y
posteriormente el uso de los dientes y mandíbulas en la masticación. En parte
guardando relación con la aparición de los dientes, pero también debido a una
actitud cultural, el niño es destetado, del pecho o de la tetina, aproximadamente a
fines del primer año de la vida. La madre permite que el niño soporte estados de
tensión cada vez más prolongados; cuando se encuentra hambriento, no le dará la
comida tan pronto como durante las primeras semanas de vida.

6. Agresión. La agresión es manifiesta en proporción a experiencias


desagradables o de frustraciones, tales como los obstáculos de la comida, la
estimulación excesiva, la dentición dolorosa, el destete demasiado precoz o
brusco o la separación de la madre.

7. Relación de objeto. El niño gradualmente va adquiriendo conocimiento de su


estrecha relación con su madre. A medida que se desarrollan sus facultades para
percibir y recordar, empieza a distinguirse de su madre. El momento en que se
aprecia por primera vez de un modo real la separación de su madre, aparece
alrededor de los 8 meses de edad; cuando está separado de ella demuestra una
evidente ansiedad. La inversión de la libido en los parientes se hace cada vez más
volitiva y bajo el dominio del Yo.

8. Yo e identidad. El comportamiento del niño se ha ido haciendo cada vez más


intencionado. Sus señales vocales son cada vez más intencionadas y su madre
responde más específicamente. Sus primeros movimientos coordinados le
permiten hacer por primera vez algo por sí mismo, por ejemplo, llevarse comida a
la boca. Las experiencias sensoriales repetidas le han capacitado para empezar a
definir los límites de su cuerpo, con lo que pone los cimientos al concepto de su
imagen corpórea y al sentimiento de identidad. A medida que se desarrolla su Yo,
su madre es capaz de dejar algunas de las funciones del YO que ella tenía que
proporcionarle. Como resultado de experiencias optimas en la fase oral,
incluyendo una satisfactoria experiencia del destete, el niño adquirirá la calidad del
Yo de una sensación de confianza en su madre y una buena impresión sobre la
vida.
El sentido de la realidad del niño está empezando a desarrollarse. Ferenczi
postuló que el niño (si tiene algún concepto de sí mismo) tendría un sentimiento de
omnipotencia incondicional, con la sensación de que todo estaría contenido en sí

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mismo y bajo su vigilancia. A fines del primer año de la vida, el niño empieza a
darse cuenta que las cosas no son así, por lo que intenta manejar a su madre y
mantener su sentimiento de omnipotencia con gestos mágicos, por ejemplo, una
sonrisa, un lloriqueo o gestos con la manos.

9. Superyó (conciencia e ideales). De muchas e insignificantes maneras, tanto


verbales como no verbales, la madre transmite al niño actitudes de aprobación y
desaprobación. La primera renuncia es el destete, que requiere que el niño se
desprenda del placer de succionar el pecho o el biberón y beba, en cambio,
directamente de un vaso y coma alimento sólido. Esto sería un precursor del
superyó, ya que implica un juicio sobre valores e introduce la idea de que los
propios impulsos o tendencias deben ser dominados.

10. Comportamiento normal típico. Durante el primer año de vida el niño en su


orientación es dependiente, suplicante y sobre todo oral. Responde positivamente
a las experiencias de placer o a las manifestaciones de afecto. Normalmente sufre
poco daño o frustración durante el primer año de la vida, y, por tanto, aún no ha
reaccionado con hostilidad y otras defensas que desempeñan una función
protectora. Al mismo tiempo que se prolongan sus períodos de vigilia y aumentan
gradualmente la coordinación y la movilidad, explora su propio cuerpo, algunas
partes del de su madre y el medio ambiente, haciendo uso de sus órganos
sensoriales, pero sobre todo de su boca.

Primera infancia

1. Estadio. Fase anal.

2. Edad. De los 12 a los 36 meses.

3. Maduración biológica. La maduración de las vías nerviosas de la corteza


cerebral a los esfínteres externos de la vejiga y del intestino tienen efecto
alrededor de los 18 meses de edad y hace posible el dominio voluntario de estos
órganos. Existe percibilidad aumentada de sensaciones placenteras procedentes
de la mucosa, piel, y musculatura de la zona anal, y continúa la maduración de los
sistemas neuromusculares, siendo los más importantes el locomotor y el órgano
de la fonación.

4. Libido. La principal localización por parte de la libido de una calidad sensual o


erótica se produce en la zona anal (perianal). Además, y cosa muy importante, el
órgano de la fonación con su incipiente formación del habla, y las funciones de
locomoción y otras de tipo neuromuscular están libidinizadas.

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5. Retos biológicos y culturales. La maduración biológica ofrece el reto del


dominio de los esfínteres al grado de coordinación neuromuscular necesarios para
andar, correr, hablar y manipular objetos. La cultura requiere del niño que adquiera
el dominio de la evacuación de su vejiga e intestinos, y el dominio de sí mismo el
placer de movilidad no inhibida y la exploración física del medio ambiente. Está
última demanda es transmitida de un modo típico de los repetidos “¡No, no!” de la
madre.

6. Agresión. La agresión aumenta considerablemente en respuesta a las primeras


experiencias disciplinarias. El pequeño se opone a los intentos educadores de la
madre con la resistencia vocal y física. Puede enfrentarse contra su madre o
contra cualquier otro objeto motivo de su frustración o puede desahogar sus
sentimientos con una rabieta.

7. Relación de objeto. La relación hijo-padre sufre un cambio decisivo. La


sensación de poder y el sentido de omnipotencia del niño son corregidos por las
crecientes demandas de los padres y por su capacidad para reconocer su
dependencia y su relativa impotencia. Sus impulsos agresivos y su necesidad de
afecto y aprobación entran en conflicto entre sí. Es ambivalente: agresivo,
independiente, negativista y desvalido, y pegadizo. Desde el punto de vista de los
padres, el niño que había sido fácil de contener durante la fase oral, ahora se está
volviendo difícil; el concepto que en sus fantasías se habían forjado de él y lo
deseaban que fuera se ha perturbado. Con un concepto de sí mismo cada vez
mejor formado, con el que se considera un ser aparte, va conociendo mejor a la
gente y empieza a demostrar sus preferencias en cuanto a relaciones y su
intensidad.

8. Yo e identidad. El crecimiento del Yo es rápido. Se ha conseguido el dominio


de la vejiga y del intestino, de los diversos tipos de movilidad y el aprendizaje de
las técnicas defensivas para el dominio de los sentimientos e impulsos. La
locomoción permite la separación activa en vez de la pasiva. El pequeño domina
la ansiedad que experimenta con la separación. Su movilidad aumenta su radio de
acción y aprende sobre las realidades físicas y sociales.
Su inteligencia ya está lo suficiente desarrollada para permitirle aprender su
lenguaje. Juega y fantasea con mucho ensayo-representación y mucho hacer-
creer, los cuales son los precursores del pensamiento. Adquiere la calidad del Yo
de un sentimiento de autonomía, más bien que un sentimiento excesivo de
vergüenza o duda. El concepto de su imagen corpórea se define con más claridad.
Su identidad adquiere más identidad en los términos de su nombre y su familia.
Las actitudes de los padres le permiten saber, si él es bueno o malo, limpio o

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sucio, se identifica a sí mismo como niño o niña. Aunque las base anatómicas para
esta diferenciación no resultan totalmente claras para él.
Esta fase se caracteriza por una tendencia a considerar los objetos como vivos y
animados. En sus juegos de fantasía, loa animales, las plantas, los camiones y los
tacos de madera están dotados de la validad de vida de las personas.

9. Superyó (conciencia e ideales). Las enseñanzas sobre higiene corporal y los


“¡No, no!” de advertencia contribuyen a la formación del superyó: Empieza a
desarrollarse el concepto de los valores y los rasgos característicos de dar y
aceptar, la responsabilidad, el dominio de sí mismo, la limpieza, el orden, la
puntualidad, los derechos de propiedad y la justicia e injusticia.

10. Comportamiento normal típico. El comportamiento normal se caracteriza por


una gran energía y el deseo de estar continuamente activo. Se hace frente a los
obstáculos hasta la obstinación, el negativismo y las rabietas. En sus relaciones
con los demás muestra una amplia ambivalencia con sentimientos que oscilan
rápidamente del afecto al enojo. En el juego muestra la preocupación del poder y
del dominio de “quién manda a quién”.

Años preescolares

1. Estadio. Fase fálica.

2.- Edad. De los 3 a los 4 años a los 5 a 7 años.

3. Maduración biológica. La continúa maduración permite el incremento de la


sensación placentera del pene y clítoris. Continúa la maduración general
intelectual y física, pero la marcha se ha detenido.

4. Libido. La intervención predominante de la libido, desde el punto de vista


psicológico, se sitúa en la zona fálica, por ejemplo en el pene o clítoris.

5. Retos biológicos y culturales. El nuevo reto biológico es el dominio y


moderación de la premura por el goce a la estimulación del pene o del clítoris.
Continúa el reto más extenso del dominio de la maduración de los sistemas
neuromuscular e intelectual.
Las actividades culturales confluyen en el placer fálico y en el juego sexualizado o
erótico. La prohibición a los juegos incestuosos es principalmente implícita, pero
puede ser explicita, por ejemplo, las prohibiciones de los padres que hermano y
hermana no continúan bañándose juntos o sigan practicando juegos que
supongan contacto corporal. Esta misma cualidad sensual entre a formar parte de

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la relación hijo-padre. Un padre se siente incomodo ante un estrecho contacto


corporal: Esta misma cualidad sensual entra a formar parte de la relación hijo-
padre. Un padre se siente incomodo ante un estrecho contacto físico con el hijo y
las primeras costumbres de los abrazos, besos, y de tener al niño sentado en el
regazo suelen ser restringidas o modificadas. Generalmente los padres reaccionan
con malestar y desaprobación ante la actividad masturbadora. Incluso aunque el
padre, desde el punto de vista intelectual, considere la masturbación como un
fenómeno normal del desarrollo, aún es probable que sienta desaprobación, y el
niño, consciente e inconscientemente, percibe esta desaprobación. El miedo de
dañar el pene o el clítoris, o la fantasía de que estos órganos pueden ya haber
sido dañados (particularmente en la hembra), es una preocupación universal a
esta edad y se conoce con el nombre de complejo de castración.
6. Agresión. A medida que la relación, previamente confortable y afectuosa, con el
progenitor del sexo opuesto resulta interferida por los sentimientos sexuales
genitales, el nuño se enfrenta con la necesidad de renunciar a la estrecha
proximidad física. Esto moviliza los sentimientos de resentimiento y agresión, que
normalmente van dirigidos con más intensidad hacia el progenitor del mismo sexo.
A menudo la agresión resulta desplazada hacia los hermanos, profesores u otros
objetos donde sea menos importante el medio a la pérdida del afecto.

7. Relación de objeto. Los sentimientos sexuales amenazan romper la relación


padre-hijo. A medida que el hijo siente o imagina desaprobación por parte del
padre, sus impulsos y temores rivalizan entre sí. El niño siente que su padre es un
competidor al amor de su madre, por lo que sus fantasías e impulsos agresivos
van dirigidos contra él. En consecuencia, teme castigo o represalia por parte del
padre, por lo general bajo la forma de lesión al pene. Pero por otra parte, el niño
quiere a su padre y tiene necesidad de él y de su aprobación. El conflicto queda
resuelto cuando el muchacho renuncia a las apetencias sexuales hacia su madre
(las dirigirá más tarde hacia otras mujeres ajenas a su propia familia) y se contenta
con hacerle objeto de sus sentimientos de ternura, pero asexuales. Al mismo
tiempo se identifica más vigorosamente con su padre, afirmando de este modo su
identidad como varón. De este modo cede una parte de su primitiva dependencia,
particularmente con su madre. Normalmente el niño es apto para la escuela
alrededor de los 5 o 6 años de edad.
La niña también ve amenazada por los sentimientos sexuales su relación de
dependencia con su madre. Además puede resentirse de haber sido de algún
modo despojada por su madre del órgano genital masculino, al parecer más
deseable. Su reacción inicial de apetencia del pene es debida en parte al hecho de
que la niña a esta edad solo compara los genitales externos. Tanto la niña como el
niño tienen poco o ningún conocimiento de la vagina y su significación en relación
con los órganos sexuales internos y su potencialidad de gestación. La niña

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pequeña desvía sus sentimientos sexuales de la madre al padre y, por tanto, se


encuentra en una posición comparable a la del niño en relación con su madre.
Finalmente renuncia a sus sentimientos sexualizados hacia su padre, y entonces
conserva los de ternura y se identifica con su madre.
Estos conflictos, que can contra la relación triangular del niño y los padres, se
conoce con el nombre de complejo de Edipo.

8. Yo e identidad. El Yo resulta fortalecido por consolidación de las habilidades


físicas y facultades intelectuales que han ido desarrollándose en las fases
precedentes. El dominio de los impulsos sexuales y la represión de los
sentimientos y fantasías incestuosas añaden también incremento a la fuerza del
Yo, con tal que sea conseguido con verdadero dominio en vez de obtener una
apresurada solución cuya única preocupación sea de evitar el conflicto. En este
último caso una represión excesivamente defensiva puede dar origen a los
cimientos para el desarrollo posterior de una neurosis.
La cualidad de la iniciativa, propia del Yo, deriva de la resolución del complejo de
Edipo; la culpabilidad e inercia derivan de su persistencia. La identidad como
varón o hembra resulta fortalecida por la identificación con el progenitor del mismo
sexo. Mediante esta identificación, el niño toma posesión de los rasgos de la
personalidad del progenitor del mismo sexo: el niño también identifica y adquiere
alguna de las cualidades y rasgos del progenitor del sexo opuesto.
Debido a la situación, rápidamente cambiante del niño y a su ansiedad
acompañante, el desarrollo del sentido de la realidad se caracteriza por un recurso
a lo mágico para obtener la tranquilidad. Esto puede tomar la forma de palabras,
fantasías y pensamientos mágicos, por ejemplo la compulsión, con caracteres de
juego, a tocar todas las estacas de una cerca con el fin de prevenir un desastre
posible.

9. Superyó (conciencia e ideales). Con la resolución del complejo de Edipo, el


superyó en la psique cristaliza en un componente estructural definido. El impulso
para esta cristalización proviene de la urgente necesidad de dominar los
sentimientos incestuosos y de los juicios sobre valores y actitudes derivados de
las precedentes fases del desarrollo.

10. Comportamiento normal típico. La ambivalencia hacia ambos padres es


común mientras el niño cambia atrás y adelante y va de un lado de sus conflictos
al otro. De modo característico existe una alternancia en la presentación del
comportamiento agresivo y regresivo. Gran parte del tiempo el niño parece
confiado y seguro de sí mismo y la niña se muestra tímida y coqueta. Sin
embargo, esta intrepidez se derrumba repentina y frecuentemente y el niño queda

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“aplastado”. El varón, en particular, es físicamente activo, con mucho juego y la


fantasía agresiva, aunque está última es de contenido cruel y violento.

Años escolares

1. Estadio. Fase de latencia.

2. Edad. De los 5-7 años a los 8-10.

3. Maduracion biológica. Existe una maduración continua y gradual de las vías


nerviosas del sistema nervioso central que permiten la realización de nos
movimientos físicos cada vez mas diestros y coordinados, que proporcionan
mayor capacidad intelectual.

4. Libido. En la zona fálica continua invertida cierta cantidad de energía


libidinosa. A lo largo de la fase de latencia persiste en mayor o menor grado la
actividad masturbadora, con su correspondiente conflicto, al igual que el interés
sobre materias sexuales. Sin embargo, una gran parte de la energía de la libido
resulta canalizada en curiosidad intelectual y en el desarrollo de las facultades
mentales y de las habilidades físicas.

5. Retos biológicos y culturales. El niño es desafiado a desarrollar sus


facultades físicas e intelectuales aun en mayor intensidad que en la fase fálica. La
cultura pide ante todo al niño que renuncie a su interés y placer por actividad
sexual directa. En segundo lugar, es introducido a los requerimientos del trabajo.
Este se presenta en casa al darle pequeñas responsabilidades, tales como
ordenar su ropa y prestar ayuda en lo referente a la vajilla, y en la escuela al
esperar que de prueba de su aprendizaje.

6. Agresión. La agresión es movilizada y (confiadamente) usada


constructivamente para hacer competencia en actividades físicas y escolares.

7. Relación de objeto. Continúa el tipo de identificación con el progenitor del


mismo sexo y el sentimiento de ternura por el sexo opuesto, alcanzado al final de
la fase fálica. Además, el niño se vuelve cada vez más hacia las demás personas,
particularmente hacia el profesor, aceptándolas como modelo para identificarse
con ellas.
Los niños de esta edad tienden a formar grupos y clubs, lo que resulta su primera
experiencia en una especie de sociedad de su propia composición. Estos grupos
quedan limitados de modo característico a los miembros del mismo sexo.

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8. Yo e identidad. El Yo consolida la técnica de sublimación, que tan importante


resulta en el aprendizaje y desarrollo de la capacidad reflexiva.
Se adquiere la importante cualidad del Yo de laboriosidad, en vez del rasgo
indeseable de la sensación de insuficiencia. Las facultades físicas e intelectuales
siguen refinándose más.
Aunque persiste cierto grado de pensamiento mágico y lleno de avidez, que
probablemente persistirá en el adulto, el niño de esta edad es capaz de realizar la
adaptación a la realidad. Sus crecientes facultades de percepción y de valoración
de lo que percibe le permiten atestiguar la realidad. A medida que disminuye su
estado de dependencia de sus padres, empieza a verlos más realísticamente. Y
no son considerados por más tiempo como deidades, omnipotentes y
omniscientes. Sin embargo la desilusión que el niño sufre de sus padres es
compensada con la satisfacción que adquiere al señalarles sus contradicciones e
ineptitudes.

9. Superyó (conciencia e ideales). El Superyó resulta más firmemente


establecido y sirve de ayuda a la adaptación al mundo externo y para dominar y
redirigir los impulsos instintivos. El Superyó puede resultar modificado si el niño
distingue que los valores culturales de la sociedad difieren grandemente de los
que le fueron enseñados por sus padres.

10. Comportamiento normal típico. La continua preocupación sobre el dominio


de los impulsos sexual y agresivo produce perturbaciones del sueño durante este
periodo de latencia. Es probable que las pesadillas de la fase fálica sean
remplazadas por insomnio, frecuentemente asociadas con un miedo consciente a
la muerte.
Los clubs de muchachos pueden adquirir el aspecto de bandas si los impulsos
agresivos y las fantasías destructoras se van de la mano.
Esta actividad forma parte del intento de regir y dominar los impulsos sexual y
agresivo. La muchacha que este en esta fase de latencia es probable que vaya un
año o dos por delante del muchacho en lo referente a madurez emocional y social,
y tal vez en la capacidad para hacer uso de las facultades intelectuales.

Adolescencia

1. Estadio. Pubertad y adolescencia.

2. Edad. De los 10-12 años a los 16-18.

3. Maduración biológica. Durante la edad prepuberal y los primeros años de la


adolescencia se produce un brusco aumento en el crecimiento somático general;

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un incremento en el tamaño de los órganos genitales; cambios en la configuración


corporal, con el desarrollo de los caracteres sexuales secundarios; y la aparición
de la menstruación en la hembra y de la eyaculación en el varón, y la presentación
de la capacidad para las formas más elevadas del pensamiento y razonamiento
abstractos.

4. Libido. La libido permanece concentrada en los diversos cambios que ocurren


en el cuerpo, particularmente en las partes sexuales. Al mismo tiempo existe un
aumento efectivo en el total de la energía disponible, que trae como consecuencia
el fortalecimiento del los impulsos sexual y agresivo. La capacidad mental, mayor,
está igualmente libidinizadas en alto grado.

5. Retos biológicos y culturales. Los considerables cambios físicos y biológicos


de la pubertad tienden a perturbar al niño. Los instintos sexual y agresivo
presentan la amenaza de un adecuado dominio sobre los impulsos. Los cambios
en el tamaño de la configuración corporal alteran el concepto de imagen corpórea
y hacen necesaria su revisión. Los cambios sexuales dan a entender al niño que
en breve será apto para la función sexual del adulto. Los cambios biológicos le
incitan a aceptarse en su nueva forma y a adquirir el dominio de si mismo.
Los cambios rápidos y el aumento de energía y actividad del adolescente son
motivo de que la sociedad le considere con diversidad de sentimientos.
Normalmente se le ha conferido mayor responsabilidad, pero también se espera
de él domine sus instintos sexuales y agresivos y que continúe en el papel de niño
sometido a la autoridad de los adultos.

6. Agresión. La agresión es movilizada por las frustraciones experimentadas por


el adolescente mientras intenta llevar a cabo su destino en la fase adulta bajo la
vigilancia ejercida por sus padres y la sociedad. Cierto grado de rebelión es
inevitable, pero afortunadamente la agresión resulta canalizada en intentos
constructivos para obtener la independencia, así como en una sana actividad y
productividad competitivas.

7. Relación de objeto. La creciente fuerza de los instintos sexuales es motivo de


que el adolescente se aparte aun mas de relacionarse con sus padres de lo que
hizo durante la fase fálica del desarrollo. De modo característico y temporal, el
adolescente procura relacionarse con otros adolescentes. El y su grupo de
compañeros se mantienen alejados de la sociedad adulta y hasta cierto punto
están en conflicto con ella. Con frecuencia, el adolescente encuentra satisfactoria
la relación con adultos más jóvenes que sus padres. Su interés por estas personas
es con frecuencia intenso y puede llegar hasta venerarlos como héroes. Si el
héroe es un buen guía y socialmente responsable, el adolescente va por un buen

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camino. Por otra parte, la identificación con el falso tipo de héroe puede traer
como consecuencia un comportamiento antisocial que acarree serias
consecuencias, porque el adolescente está dotado de fuerza física y capacidad
sexual que le pueden permitir llevar a la práctica sus pensamientos y fantasías.
Igualmente es característico de la adolescencia, en particular en la segunda mitad,
la experiencia de sentirse enamorado, como cosa preliminar a la eventual elección
de una pareja para el matrimonio.
A medida que el adolescente supera los retos biológicos y culturales, de nuevo
vuelve a acercarse más a sus padres. Finalmente, en condiciones normales,
ocupa su sitio en la sociedad como un joven adulto cooperador y constructivo.

8. Yo e identidad. El incremento de los impulsos sexual y agresivo despierta de


nuevo los conflictos de las primeras fases y presenta otros nuevos. Resulta
alterado el equilibrio Ello-Yo-Superyó, que había alcanzado un claro grado de
estabilidad en la fase de latencia. Se reanuda la lucha por la parte del Yo para
obtener el dominio sobre las fuerzas perturbadoras. En esta lucha el Yo puede
actuar con toda la gama de sus técnicas defensivas. A veces el Yo se alía con el
Superyó y sus necesidades e impulsos internos son denegados e inhibidos hasta
llegar al ascetismo. Otras veces el Superyó es ignorado, permitiéndose la
inmediata satisfacción de los instintos. Son frecuentes las regresiones temporales
al comportamiento relacionado con las primeras fases del desarrollo.
A medida que vuelve a hacerse frente a los conflictos revividos, resolviéndolos de
nuevo, y cuando el adolescente se acerca a los límites de sus nuevas facultades
sexuales y agresivas, se reinstaura el equilibrio. El resultado total de esta fase de
la adolescencia es la consecución de una identidad, razonablemente clara y
estable, que permita el logro de los objetivos educacionales, ocupacionales y
matrimoniales.
La capacidad para la autovaloración e introspección aumenta y de un modo ideal
culmina en la capacidad para el discernimiento profundo o conocimiento de sí
mismo.

9. Superyó. (Conciencia e ideales). El hecho de dejar de depender de los padres


trae como consecuencia la debilitación del Superyó, ya que en gran manera éste
deriva de los padres. En consecuencia el adolescente, más o menos
conscientemente, es capaz de examinar y decidir por sí mismo sobre muchos de
los juicios de valores propuestos por sus padres. Se comporta durante buena
parte del tiempo como si hubiera rechazado completamente todo aquello que los
padres apoyan. En realidad, esto forma parte del proceso de valoración y
normalmente el adolescente retorna al sistema de valores de los padres.

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10. Comportamiento normal típico. Particularmente en la primera mitad de la


adolescencia el adolescente es un torbellino con estados de ánimo y de
comportamiento rápidamente variables. Los sentimientos de desorganización e
insuficiencia internos son negados por la mayoría disimulados por fanfarronería,
bullicio y expansividad. El problema del dominio de los impulsos y sentimientos es
evidenciado por la imposibilidad de su predicción y por la impulsividad. El intenso
interés por su grupo de compañeros se pone de manifiesto en sus caprichosos
vestidos, en sus ídolos juveniles y en afición a un tipo de música que
generalmente es aborrecible para sus padres. Existe la tendencia a enamorarse y
desengañarse con mucha facilidad y se establecen muchas relaciones extra
familiares, la mayoría de las cuales cumplen el propósito de ayudar a definirse a sí
mismo. A medida que se va recuperando el equilibrio, se produce el retorno a unos
intereses más intelectuales y filosóficos. Su relación con el grupo de compañeros
se va aflojando y el adolescente dirige sus miras a ocupar un sitio en la sociedad
de los mayores.

Complicaciones

1. Retardo del crecimiento intrauterino. El retardo de crecimiento fetal


intrauterino (RCIU) tiene alta incidencia en países como el nuestro, en el que
alcanza entre el 1 y el 7% de los recién nacidos, debido a factores como la
malnutrición, la hipertensión inducida por el embarazo, la pobreza, el peso bajo
pre-gestacional, los intervalos inter-genésicos cortos, las complicaciones
maternas. El parto pre-término y la morbi-mortalidad perinatal son mayores.
2. Retraso del desarrollo. Retraso en el desarrollo o insuficiencia en el
crecimiento es una descripción que se aplica a los niños cuyo peso o tasa de
aumento de peso corriente está significativamente por debajo de las tasas
correspondientes a otros niños de su misma edad y sexo.
3. Anomalías cromosómicas como el síndrome de Down y el síndrome de Turner
4. Problemas con el sistema endocrino, como deficiencia de la hormona
tiroidea, deficiencia de la hormona del crecimiento u otras deficiencias hormonales
5. Problemas con el corazón y los pulmones que pueden afectar la forma como
el oxígeno y los nutrientes se movilizan a través del cuerpo
6. Anemia u otros trastornos sanguíneos
7. Gastroenteritis y reflujo gastro-esofágico prolongado (por lo general
temporal)
8. Parálisis cerebral
9. Infecciones prolongadas (crónicas)
10. Trastornos metabólicos

SÍNTOMAS DEL RETRASO DEL DESARROLLO

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Los bebés y niños que presentan retraso del desarrollo tienen estatura, peso y
perímetro cefálico que no encaja dentro de las curvas de crecimiento estándar. El
peso de la persona es inferior a la curva de crecimiento estándar, o del 20% por
debajo del peso ideal para su estatura. El crecimiento puede haber disminuido o
haberse detenido después de una curva de crecimiento previamente establecida.
Los siguientes aspectos presentan retraso o lentitud en su desarrollo:
Destrezas físicas como voltearse, sentarse, pararse y caminar
Destrezas mentales y sociales
Características sexuales secundarias (con retraso en los adolescentes), etc., etc.

Bibliografía

 Moore K., Persaud T.V.N, Torchia M. G.: (2012): Embriología clínica,


Madrid, Elseiver.
 Nelson, Vaughan, Mc Kay: (1981): Tratado de Pediatría, México, Salvat.
 Illingworth R. S.: (1989): El niño normal, México, Manual moderno.

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