Discontinuidades en Soldadura
Discontinuidades en Soldadura
Discontinuidades en Soldadura
UNION DE
MATERIALES
DISCONTINUIDADES EN SOLDADURA
INTRODUCCIÓN
Las tareas de inspección en soldadura, para la determinación de discontinuidades, es una
parte importante del trabajo de un inspector. Este apunte pretende ayudar a identificar
varios tipos de discontinuidades en soldadura, a reconocer sus causas básicas y a evaluar
sus efectos potenciales sobre las piezas soldadas.
DEFINICIÓN DE DISCONTINUIDAD
Las discontinuidades son variaciones en las propiedades normales de un metal (en
general todos los metales poseen alguna discontinuidad). Frecuentemente algunas de
ellas no tienen efecto sobre la soldabilidad del material debido a su pequeñez o a la
escasa implicancia de su naturaleza. Aquellas discontinuidades que a través de la
experiencia son consideradas como nocivas para una soldadura y que probablemente
acarrearán fallas en condiciones de servicio, son denominadas defectos. Por ejemplo: una
pequeña porosidad en general no es una discontinuidad crítica, no es una discontinuidad
aguda que actúe como un importante concentrador de tensiones. La presencia de
porosidad es un signo de que el proceso de soldadura no estuvo adecuadamente
controlado, que el material base está contaminado o existe una variación en la
composición de los materiales empleados. Por otra parte, dado que la porosidad es
causada por atrape de gases, su presencia puede indicar la existencia de hidrógeno en la
soldadura y en la zona afectada por el calor (ZAC) creándose condiciones propicias para
la aparición de fisuras. En una situación diferente se encuentran los denominados solapes,
los cuales son discontinuidades que forman severos concentradores de tensiones.
Definiremos entonces como discontinuidad a una interrupción de una estructura típica de
una soldadura tal como una falta de homogeneidad en las características químicas,
mecánicas, metalúrgicas o físicas de un material o soldadura. Una discontinuidad no es
necesariamente un defecto.
Fisura de borde: nacen y crecen desde el borde de la soldadura donde las tensiones
debidas a la restricción de la junta son mayores. Son en general fisuras en frío y
vinculadas a problemas de fragilización por hidrógeno.
Fisuras bajo pasada y en la ZAC: son generalmente fisuras en frío que se forman en la
ZAC. Tiene una importante incidencia cuando se reúnen las siguientes condiciones:
1- Presencia de hidrógeno
2- Microestructura frágil
3- Tensiones residuales elevadas
Figura 3
Figura 7
Salpicado: Consiste en la producción de glóbulos de metal de soldadura que son
depositados fuera del cordón, sobre la superficie del metal base. Cuando se presentan en
pequeñas cantidades son normalmente aceptados; sin embargo la producción de glóbulos
de gran tamaño pueden promover localizados cambios estructurales en el metal base
(estructuras duras y frágiles), generando una elevación de la temperatura de transición
dúctil-frágil del metal base. El metal base, relativamente frío que rodea el punto caliente
produce un rápido enfriamiento (templado) dando origen a microestructuras duras y
frágiles a través de un verdadero tratamiento térmico localizado. Se deben realizar END
apropiados para determinar la presencia de microfisuras cuando el salpicado es
considerado excesivo.
Punteados accidentales: Suelen ocurrir por el contacto del electrodo con el material base
en zonas ajenas a la soldadura produciendo la fusión localizada del metal y dando un
efecto similar al del salpicado pero mucho más acentuado. Son detectados en forma
relativamente sencilla por medio de ensayos visuales y pueden ser prevenidos mediante el
entrenamiento y capacitación adecuada del soldador.
EVALUACIÓN DE DISCONTINUIDADES
Dentro de la funciones del inspector de soldadura están las de detectar discontinuidades y
la de decir si dichas discontinuidades son o no un defecto; para ello, el inspector debe
poseer los suficientes elementos de juicio e información, como lo son los resultados de
END, tamaño, forma y localización de las discontinuidades y los códigos o
especificaciones de referencia donde están establecidos los límites de aceptación de
dichas discontinuidades, bajo los cuales se realiza el trabajo. Siempre se deberá tener
presente que en general se encontrarán discontinuidades, pero no todas tendrán la
categoría de defecto. En la tabla I se sintetizan las discontinuidades que son más
probables de encontrar en función del proceso de soldadura utilizado.
A fin de brindar un esquema indicativo sobre la utilización apropiada de los END para la
detección de las distintas discontinuidades y su uso en diferentes tipos de junta, se
presentan las Tablas II y III. Las discontinuidades más frecuentes y sus posibles causas se
sintetizan en la tabla IV. En la figura 8 se ha esquematizado la presencia de distintas
discontinuidades en los diferentes tipos de juntas.
Referencias
1) Fundaments of Welding Inspection AWS-Module 10: Discontinuities in welds.
2) Guide for Non destructive Inspection of welds-ANSI/AWS B. 0-77. American National
Standard 14/4/1980.
FISURACIÓN EN LAS SOLDADURAS
Los diferentes tipos de fisuración que se presentan en las juntas soldadas son la principal
causa de rechazo y la fuente de la mayor parte de los inconvenientes que imponen su
reparación. Dado que, la inseguridad que existe sobre el comportamiento mecánico de
una unión soldada fisurada, hace que sea necesario prevenirlas.
Existen dos tipos de fisuración: fisuración en caliente y fisuración en frío.
Fisuración en caliente
Aunque de origen similar, distinguiremos la fisuración en caliente del metal fundido y la del
metal base.
Por definición, son aquellas fisuras que se producen en el transcurso del enfriamiento del
metal fundido a la temperatura en la cual el metal alcanza un límite elástico suficiente y a
la cual las tensiones de contracción impedidas adquieren un valor apreciable. Algunas
fisuras se forman en el período de solidificación del metal y siguen, usualmente, el
contorno de las dendritas. Otras se crean en estado sólido, en razón de las propiedades
mecánicas insuficientes en caliente.
Las fisuras en caliente son, en general intergranulares. Su localización y orientación
dependen de la forma de la junta, de la abertura de la junta, del espesor de las chapas, del
tipo de soldadura, etc.
La formación de fisuras en caliente, observables a simple vista, resulta de la presencia,
bajo el efecto de la contracción térmica impedida a una ductilidad en caliente insuficiente y
la presencia de microfisuras las que a su vez, están asociadas a factores metalúrgicos,
geométricos y tensiones actuantes.
Entre los factores metalúrgicos mencionaremos:
Soldadura manual:
Velocidades de avance excesivas que conducen a una mayor severidad del
gradiente térmico.
Longitud y espesor de cordones de soldadura muy débiles frente a las dimensiones
de la pieza a soldar.
Secuencia de pasadas de soldadura que produzca una acumulación de las
tensiones de contracción.
Dilución muy elevada en el caso de los aceros de alto fósforo y azufre.
En soldadura automática:
Una reacción Mn/Si superior a 3,5 en metal fundido favorece la formación de
silicatos de ferro-manganeso, en forma de películas, en las fronteras de las
dendritas.
Dilución muy elevada en el caso de aceros de alto fósforo y azufre.
Embridamiento y volumen del baño líquido importantes.
Para reducir el riesgo de la fisuración en caliente del metal fundido, es posible actuar
sobre ciertos factores metalúrgicos. Por ejemplo, en la soldadura de los aceros al carbono
el tenor de carbono debe limitarse a 0,13% en la zona de dilución, para evitar la formación
de estructuras de pobre ductilidad (los electrodos revestidos para soldadura manual así lo
prevén). Una relación Mn/S superior a 20 anula el efecto desfavorable del S formando
sulfuros de manganeso de alto punto de fusión (eutéctico MnS + FeO tiene un punto de
fusión de 1600ºC, mientras que el eutéctico FeS + FeO funde a 1000ºC); ello previene la
formación de películas de sulfuros de hierro, de bajo punto de fusión en los bordes de
grano, las cuales en razón de sus muy pobres propiedades mecánicas significan
soluciones de continuidad y favorecen la fisuración. En presencia de un contenido más
elevado en el metal base, el tenor de fósforo debe limitarse a 0,04%. La relación Mn/Si
debe ser menor de 3,5. La adición de Ni favorece la austenización en el caso de los
aceros al Mn.
La soldadura manual con electrodos básicos es en general favorable en razón de la mejor
calidad metalúrgica del depósito; esto es especialmente válido para la soldadura de los
aceros de alto límite elástico.
Este tipo de fisuración se encuentra principalmente en los aceros de baja y alta aleación y
más difícilmente en los aceros al carbono.
Las circunstancias que pueden dar origen a la fisuración están ligadas a la presencia de
constituyentes de bajo punto de fusión en los bordes de grano, a la presencia de
inclusiones no metálicas de dimensiones suficientes en las zonas sujetas a deformaciones
o a las propiedades mecánicas poco satisfactorias de la ZAC, donde se produce un
crecimiento de grano. El mecanismo de fisuración puede esquematizarse como sigue: el
calor proveniente del cordón de soldadura provoca la formación de delgadas películas de
bajo punto de fusión en los bordes de grano austenítico. La deformación plástica que
sufren los granos austeníticos durante el enfriamiento no puede ser absorbida por dichas
películas, que son de dimensiones reducidas y de débil ductilidad. Se produce entonces
una fractura que, en presencia de contracciones térmicas crecientes durante el
enfriamiento, dan como resultado microfisuras a lo largo de los bordes de grano por efecto
de entalla.
Fisuración en frío
Figura 1
Figura 2
Pero si se hace saltar un arco eléctrico en la cámara cargada con hidrógeno, este se
disocia, y así, el hidrógeno atómico, por sus dimensiones, es capaz de atravesar la chapa
y después de un cierto tiempo, se constata la presencia de hidrógeno molecular en la
cámara de vacío, figura 4.
Figura 4
La figura permite apreciar el beneficio que en este sentido puede aportar un tratamiento
térmico post soldadura.
Durante el transcurso del enfriamiento del metal fundido y de la zona vecina del metal
base, se efectúan las transformaciones alotrópicas.
En la mayoría de los casos, la transformación austenítica del metal depositado se efectúa
con un cierto avance con respecto al metal base, en razón de que el tenor de C del metal
depositado es en general, menor que el de la chapa. El hidrógeno no es soluble, o lo es
muy poco, en la ferrita, y en cambio si lo es en la austenita: por ello difunde desde el metal
de aporte hacia el metal base.
En el momento de la formación de la martensita, una parte del hidrógeno se encuentra
encerrado en una microestructura sujeta a microcontracciones importantes y que posee
numerosas imperfecciones. Este hecho es más considerable cuanto menor sea la
capacidad de difusión del hidrógeno. En estas condiciones, el hidrógeno no puede difundir
sino con dificultad y trata de concentrarse en los alrededores donde se crea la
acumulación de dislocaciones, recombinándose en estado molecular, en las
microcavidades de la red, lo que origina fuertes presiones. Asimismo, si las condiciones
son tales que favorece la difusión del hidrógeno, gracias a la agitación térmica (que es el
rol que juega el mantenimiento a una temperatura suficiente en la zona de soldadura o
mediante un TTPS), dicho estado desaparecerá; de lo contrario, las fuertes presiones
localizadas en la microestructura con pobre tenacidad pueden generar microfisuras.
La medida de la cantidad de hidrógeno que difunde realmente del metal fundido hacia el
metal base es muy dificultosa. Lo que se mide, por ensayos normalizados, es el hidrógeno
difusible (Hd) del metal fundido. Un método es el de sumergir una probeta en un baño de
mercurio colocado en una campana de vacío y calentado a 45ºC; sobre la probeta se ha
efectuado un depósito de soldadura y se mide la cantidad de hidrógeno que escapa de ella
y se expresa en cm3/100 g de metal depositado.
Se obtienen así las cantidades de hidrógeno difusible según sea el proceso de soldadura.
Mayor aporte de calor (soldadura con alta energía o velocidad de avance reducida)
favorece la difusión.
La temperatura y el tiempo de secado de los electrodos.
Las posibilidades de que los electrodos o el flux no tomen humedad antes de su
empleo.
El tercer factor, que favorece la fisuración en frío, es la presencia de tensiones de tracción,
que resultan de las causas siguientes:
Figura 6
PMC = C+Si/30+(Mn+Cu+Cr)/20+Ni/60+Mo/15+V/10+5B
Este parámetro parece valorar bastante bien las condiciones límites de fisuración de los
aceros de alta resistencia en soldadura manual y conduce a un correcto cálculo de la
temperatura de precalentamiento, mediante la relación:
Para prevenir los riesgos de fisuración en frío se puede adoptar una serie de
precauciones:
Desgarramiento laminar
Figura 7
Tres parámetros pueden emplearse para demostrar la influencia del sentido en que se
toma la probeta, (1) la energía absorbida en el ensayo Charpa-V, (2) el alargamiento
porcentual del ensayo de tracción y (3) la estricción porcentual del ensayo de tracción.
Si se considera como “superficie de descohesión” el área de contacto entre la inclusión y
la matriz del acero se puede deducir que, en un esfuerzo de tracción en la dirección
longitudinal X sólo una pequeña sección transversal de la inclusión no metálica es la que
afectará la sección transversal de la probeta y ella acusará los mayores valores de
ductilidad.
En la dirección transversal Y la influencia es mayor y se registrarán valores menores
(aproximadamente 1/3 en valores de impacto y 1/2 y 1/3 en alargamiento y estricción). En
la dirección del espesor Z, la influencia es máxima y conduce a un mayor deterioro de los
valores indicados. Gladman ha relacionado el volumen de inclusiones, en porcentaje, de
varias de ellas y en particular el sulfuro de manganeso, con los valores de impacto,
alargamiento y estricción de las probetas tomadas en las tres direcciones. En la figura 8 se
observan las variaciones halladas. Se hace notar que la influencia de la limpieza del acero
es particularmente importante en las probetas tomadas en el sentido del espesor.
En experiencias realizadas en nuestro país se pudo constatar que chapas gruesas de
acero St52-3, que tenían inclusiones de grado 5 de la serie ASTM (silicatos,
principalmente), acusaban una fuerte tendencia al desgarramiento laminar. Ese mismo tipo
de acero, conteniendo como máximo 50% en serie gruesa en grado 3 y resto serie fina en
grado 3 o menor, acusó un buen comportamiento, dando valores de estricción en la
dirección Z superiores al 25%.
Figura 8
Al poner en obra por soldadura los productos laminados ellos pueden presentar, bajo
ciertas disposiciones constructivas, una rigidez a la flexión considerable frente a esfuerzos
en el sentido del espesor.
La proximidad de cordones soldados aumenta la rigidez y contribuye a la aparición del
fenómeno por las tensiones residuales, creadas por la fragilización de la ZAC o por
formación de microfisuras en caliente o en frío.
El fenómeno es distinto a la fisuración bajo el cordón en la medida que ésta es factible de
controlar (por ejemplo, electrodos de bajo hidrógeno, precalentamiento), mientras que el
desgarramiento laminar no se impide con tales precauciones.
Según encuestas del Instituto Internacional de Soldadura, el desgarramiento laminar se
produce enseguida después de la soldadura y no después de la puesta en servicio.
En el croquis de la figura 9 se ilustran casos típicos de desgarramiento laminar y se señala
el papel que juega la rigidez flexional de las chapas soldadas.
Los principales factores que favorecen el desgarramiento laminar son los siguientes:
El tipo de junta juega un rol manifiesto. Los empalmes en cruz o las soldaduras de
ángulo ofrecen una mayor sensibilidad que las juntas a tope. Las contracciones,
después de la soldadura y el embridamiento, pueden inducir tensiones importantes
en la dirección del espesor. Por otra parte, las tensiones asociadas al servicio de la
construcción pueden agravar la situación y propagar las fisuras inicialmente
pequeñas.
La orientación de los esfuerzos con respecto a la junta soldada favorecen la
propagación de microfisuras, figura 10. La orientación de a línea de fusión con
respecto a la dirección del laminado de la chapa, no juega la parecer, un rol
importante. Por el contrario, la mayor o menor inclinación de la línea de fusión sobre
el plano de la superficie de la chapa, posee un efecto inhibidor.
El espesor de la chapa interviene por la rigidez que provoca a las solicitaciones en
el sentido del espesor. Se cualquier manera, la forma y la agudeza de los extremos
de las inclusiones pueden provocar el fenómeno en chapas de espesores
relativamente pequeños (12 mm y menos).
Las inclusiones juegan un rol primordial, ya sea que se presentan en forma de
plaquetas (sulfuros y silicatos) o bajo la forma de colonias densas.
Cuanto mayor es el tenor de azufre y mayor la reducción por laminación, más
extendidas son las zonas de inclusiones paralelas al plano de laminación, que
reducen la cohesión de las diferentes capas de metal según el espesor. El
desgarramiento laminar sobreviene en forma preferencial en los aceros al carbono
calmados al silicio.
La clase de acero base interviene por tenacidad de su matriz en las diferentes
capas entre inclusiones y por tensiones de contracción que puede soportar, en
forma más relevante cuanto más elevado es su límite elástico. Si la resistencia del
metal depositado es superior a la base del metal base, las deformaciones
resultantes de las contracciones impedidas se concentran preferentemente en este
último.
Figura 9
Figura 10
La Nippon Steel Corporation ha relacionado los ensayos de figuras 12a y 12b con la
estricción en el sentido del espesor y ha publicado los resultados que se ven en la gráfica
de la figura 13, que coinciden suficientemente bien con el criterio de Ψ > 25%.
Según este trabajo, se observa que para chapas gruesas un valor de Ψ (Z) entre 20 y 25%
es suficiente para prevenir el desgarramiento laminar; en chapa de 12,7 mm el valor de
Ψ(Z) debe ser de 30 a 40% para evitarlo.
Figura 13
Figura 14
Figura 15
Figura 16
INSPECCIONES DE SOLDADURAS