Curso de Derecho Constitucional - Mario de La Cueva
Curso de Derecho Constitucional - Mario de La Cueva
Curso de Derecho Constitucional - Mario de La Cueva
ISBN 978-607-630-090-9
Prohibida su reproducción parcial o total por cualquier medio, sin autorización escrita de los titulares
de los derechos.
Impreso en México
Printed in Mexico
Primera Sala
Ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea
Presidente
Segunda Sala
Ministro Sergio Salvador Aguirre Anguiano
Presidente
Comité Editorial
Lic. Arturo Pueblita Pelisio
Secretario de la Presidencia
Mtra. Cielito Bolívar Galindo
Coordinadora de Compilación
y Sistematización de Tesis
Lic. Diana Castañeda Ponce
Titular del Centro de Documentación y Análisis,
Archivos y Compilación de Leyes
Lic. Jorge Camargo Zurita
Director General de Comunicación y Vinculación Social
Dr. Francisco Tortolero Cervantes
Director General de Casas de la Cultura Jurídica
BENEMÉRITA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE PUEBLA
IX
X Mario de la Cueva y de la Rosa
XIII
XIV Guillermo I. Ortiz Mayagoitia
R asgos biográficos
1
Don Félix Romero fue Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación desde 1907 y concluyó
alternativamente la Presidencia hasta 1911.
XV
XVI Mario de la Cueva y de la Rosa
2
Su nombramiento fue extendido el diez de enero de 1913 por el propio Presidente Madero, suscribiéndolo
también Julio García como Secretario de Relaciones Exteriores.
Prólogo XVII
3
Según se reporta por Lucio Mendieta y Núñez, Apuntes para la historia de la Facultad de Derecho.
Manuales Jurídicos, 1, UNAM, 2002, p. 27.
4
Ana Luisa Izquierdo y de la Cueva, El humanismo jurídico de Mario de la Cueva (Antología),
UNAM-Fondo de Cultura Económica, 1994.
Prólogo XIX
5
Blas Osés, Oración inaugural en la apertura de la cátedra de Constitución de la Universidad
Literaria de Méjico pronunciada el 28 de diciembre de 1820, por el C. Don Blas Osés, abogado
de la Audiencia territorial de esta N.E., rector del colegio i. v. y m. de esta Santa María de todos
los Santos, secretario de la Junta Provincial de censura establecida en esta capital, socio voluntario
de la academia pública de jurisprudencia teórico-práctica de la misma, y corresponsal de la de
buena educación de Puebla, y catedrático regente de la cátedra de Constitución. Méjico, Oficina
de Alejandro Valdés, 1821, 20 pp.
6
Precedieron a la cátedra de Constitución de la Universidad de México, las cátedras impartidas en la
Universidad de Valencia (1813) y de Estudios de San Isidro de Madrid (1814). Luis Sánchez Agesta. “Las
primeras cátedras españolas de Derecho Constitucional”, Revista de Estudios Políticos, Núm. 126, Madrid,
1962, p. 157.
XX Mario de la Cueva y de la Rosa
7
OEI. “Historia del sistema educativo español”. 2.1. La educación desde finales del Antiguo Régimen
hasta la promulgación de la Ley Moyano en 1857. www.oei.es/quipu/espana/ESPA02.PDF.
8
El nombre formal de la cátedra sería de “Constitución y Derecho Público”. Rosario Navarro Hinojosa,
“La Universidad de Sevilla durante el Trienio Constitucional: Innovaciones en las cátedras de segunda
enseñanza”, Campus.usal.es/-revistas_trabajo/index.php/0212-0267/article/…/6467.
9
Merece especial mención, la obra que editara Juan Wenceslao Sánchez de la Barquera en 1822 con el
título Lecciones de Política y Derecho Público para instrucción del pueblo mexicano, Imprenta de
Da. Herculana del Villar. Además de ser una obra pionera en esta materia, el libro de Sánchez de la
Barquera es quizá el primer libro que sugiere que lo primero que debe establecer una Constitución es una
declaración formal de derechos humanos, “reservados” por los ciudadanos al tiempo de celebrar la asociación
política. Se define en su libro igualmente lo que debe entenderse por derecho público como el conjunto de
leyes fundamentales del Estado cuyo objeto es la felicidad de la Nación a través de las reglas generales del
gobierno interior.
10
A diferencia de la Constitución de Cádiz, la Constitución de 1824 no se ocupó de la ilustración del pueblo
en los preceptos de la Constitución. El título de “Catecismo” se refiere a un texto ordenado por preguntas y
respuestas, y no corresponde al contenido, que generalmente se asocia a la religión. El Catecismo político
puede consultarse en Derechos del Pueblo Mexicano. México a través de sus Constituciones. Tomo I.
Cámara de Diputados. Congreso de la Unión. 7ª. Edición. 2006, p.287-336.
Prólogo XXI
11
Lucio Mendieta y Núñez. op. cit. p. 12. Desde 1760 se había creado el Ilustre y Real Colegio de
Abogados en el cual, desde 1785, era obligatorio para quienes aspirasen a ejercer en el foro, que cursaran
sus prácticas forenses. Posteriormente, a partir de 1794, los aspirantes a ser acreditados ante la Real
Audiencia de México acudían ante la Academia Teórico-Práctica de Jurisprudencia. El 1º. de diciembre de
1824 comenzó la decertificación de los abogados, quienes podían litigar sin necesidad de los cursos ante el
Colegio y la Academia. Esta situación perduró hasta 1830, cuando el Colegio y la Academia volvieron a
servir como crisoles de la formación forense. Alejandro Mayagoitia, “Juárez y el Ilustre y Nacional Colegio
de Abogados de México. Libertades en jaque en el México liberal”, Anuario Mexicano de Historia del
Derecho, vol. XX, 2008.
12
Mendieta. op. cit., p. 14.
13
Ibidem, p. 15.
XXII Mario de la Cueva y de la Rosa
El último libro que publicó en vida fue La idea del Estado (1975)
que dedicó a “los estudiantes y al pueblo en la lucha por la libertad
14
Editorial Porrúa, 1982. (Prólogo de Jorge Carpizo).
Prólogo XXIII
15
“Jefferson y la interpretación de la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789”. Derechos y
Libertades, Revista del Instituto Bartolomé de las Casas, Universidad Carlos III, año 5, núm. 8, 2000,
pp. 560 y 561.
Prólogo XXV
16
Ya que hasta antes de la aprobación de la Constitución de 1787, correspondía a los Estados la protección
de los derechos humanos, como lo habían hecho en su etapa colonial, donde se destaca la Declaración de
Derechos de Virginia. Robert Allen Rutland, The Birth of the Bill of Rights 1776-1791, Northeastern
University Press, Boston, 1983, p. 110.
XXVI Mario de la Cueva y de la Rosa
17
Introducción a la Filosofía del Derecho, Fondo de Cultura Económica, Trad. de Wenceslao Roces,
1a. ed. en español, 1951, pp. 153-165.
Prólogo XXVII
18
Ibidem, pp. 688 y 689.
19
Tamayo y Salmorán, Rolando, Introducción al estudio de la Constitución, 3a. ed., México, UNAM,
1989, pp. 283-284.
XXVIII Mario de la Cueva y de la Rosa
20
Excepto la historia de Palavicini sobre el Congreso Constituyente, las demás, especialmente las escritas
por jacobinos, reconocen la sugerencia de Manjarrez, Cfr., Bórquez, Djed, Crónica del Constituyente,
México, Botas, 1983; Rouaix, op. cit. supra; Melgarejo, Randolf L. y J. Fernández Rojas, El Congreso
Constituyente de 1916-1917, México, Secretaría de Fomento, 1917, pp. 534 y 535; Ulloa, op. cit., p. 327;
González Ramírez, Manuel, La Revolución Social de México, 2a. ed., México, t. II, pp. 327-328.
Prólogo XXIX
los oradores del pro como los del contra, están anuentes en que el
Congreso haga una labor todo lo suficiente posible en pro de las
clases trabajadoras.
21
Cfr., Diario de los debates del Congreso Constituyente, México, 1920, t. I, sesión del 28 de diciembre
de 1916, pp. 739 y 740.
22
Charles C. Cumberland, La Revolución mexicana. Los años constitucionales, México, 1975.
Prólogo XXXI
23
Cfr., Diario de los debates, op. cit., sesión del 12 de diciembre de 1916.
XXXII Mario de la Cueva y de la Rosa
Reformabilidad de la Constitución
24
“Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aún cuando por alguna rebelión se interrumpa su
observancia. En caso de que por cualquier trastorno público se establezca un gobierno contrario a los principios
que ella sanciona, tan luego como el pueblo recobre su libertad, se reestablecerá su observancia, y con arreglo
a ella y a las leyes que en su virtud se hubieren expedido, serán juzgados, así los que hubieren figurado en el
gobierno emanado de la rebelión, como los que hubieren cooperado a ésta”. Esta disposición fue utilizada
por Venustiano Carranza para justificar su Revolución Constitucionalista contra Victoriano Huerta.
Prólogo XXXIII
445. Esta reforma puede ser más o menos extensa; puede tener por
objeto, bien revisar la Constitución en algunos puntos limitados,
bien derogarla y reemplazarla totalmente. Pero cualquiera que sea la
importancia de este cambio constitucional, sea total o parcial, habrá
de operarse según las reglas fijadas por la misma Constitución que se
trata de modificar. Y en efecto, desde el momento en que se hace
abstracción de la revolución y de los golpes de Estado, que son proce-
dimientos constituyentes de orden extrajurídico, hay que reconocer
que el principio de derecho que se impone en una nación organizada
es que la creación de la nueva Constitución sólo puede ser regida por
la Constitución antigua, la cual, en espera de su derogación, perma-
nece aún vigente; de tal modo que la Constitución nueva nace en
cierto modo de la antigua y la sucede, encadenándose con ella sin
solución de continuidad. 25
25
Carré de Malberg, Teoría General del Estado, capítulo IV, Fondo de Cultura Económica, México,
1948, p. 1173.
26
Constitutional Theory, Duke University Press, trad. y edición de Jeffrey Seitzer. Prólogo de Ellen Kennedy,
2008, pp. 150-153.
XXXIV Mario de la Cueva y de la Rosa
27
Cuya frase final dice textualmente: “No State shall be deprived of its equal suffrage in the Senate”. Lo cual
es una limitación a la reforma constitucional, puesto que este artículo trata sobre los procedimientos
reformatorios de la Constitución.
28
Que establece el principio de que la forma republicana de gobierno no puede ser objeto de revisión constitucional.
29
Que establece que la reforma constitucional nunca puede contradecir los principios de la presente Cons-
titución, sólo puede modificar dictados individuales en lo particular, sin cambiar el espíritu de la Constitución.
30
William L. Marbury, “The limitation upon the amending Power”, 33 Harvard Law Review, 223 y ss.
(1919/20).
Prólogo XXXV
31
Quien en su obra, publicada en el exilio, Al Margen de la Constitución (1920), después de la Revolución
impugnó la constitucionalidad de la nueva Constitución aprobada en Querétaro, ya que no fue producto de
un Congreso Constituyente y que, además, no había seguido el procedimiento ordinario de reforma, que aun en
la actualidad se determina en el artículo 135 constitucional. La traducción al inglés de la obra de Vera Estañol
popularizó el epíteto de Constitución Bolchevique a nuestra Carta Fundamental, por parte de los políticos
y abogados de los Estados Unidos, poniendo a nuestro país dentro de la fobia y el prejuicio del capitalismo
de ese país.
Prólogo XXXVII
32
Letter to Samuel Kercheval by Thomas Jefferson. http//teachingamericanhistory.org/library/
index.asp%3Fdoc
Prólogo XXXIX
33
“TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE
LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO DE LA CONSTITUCIÓN”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, X, noviembre de 1999, p. 46. Tesis aislada P.
LXXVII/99.
Prólogo XLI
El sistema federal
34
McCulloch vs. Maryland 17 US 316 (1819)
35
Gibbons vs. Ogden 22 US 1 (1824)
Prólogo XLIII
Un legado
XLV
XLVI Guillermo I. Ortiz Mayagoitia
3
4 Mario de la Cueva y de la Rosa
Estructura
fundamental
Absoluto de una
organización
Sentido natural política
Constitución Norma
Ideal
Fundamental
Relativa Absoluta
Concepto jurídico
Positiva Relativa
Reuniendo todas las ideas que han sido expuestas con anterio-
ridad, Kelsen llega a las siguientes conclusiones: el derecho tal vez
no sea el deber ser, como dicen la mayoría de los autores, sino un
“tener ser”, porque por lo menos hay que admitir que un orden
jurídico es necesario. Ahora, que puede variar el contenido del
orden jurídico, sí, pero no puede dejar de existir. Por eso pertene-
cen a la esencia jurídica la normalidad y la normatividad. El orden
jurídico se funda en la previsión, admite que lo que hacemos hoy
lo haremos mañana; esto constituye la normalidad y si no la admitié-
ramos el orden jurídico no existiría. La Constitución es, entonces, un
ser político que tiene una normalidad traducida en normas.
Las Constituciones del pasado son las que provienen de las revo-
luciones francesa y americana, y que se prolongan hasta la Primera
Guerra Mundial. Constituciones nuevas son las que parten de la
Constitución mexicana de 1917, hasta las que se vienen elaborando
en nuestros días. Se llama parte orgánica de la Constitución aquella
que contiene la estructura del Estado, y parte dogmática a los dere-
chos fundamentales del hombre. Las Constituciones antiguas única-
mente constaban de estas dos partes. Atendiendo a este principio
de explicación podríamos agregar que la parte dogmática de la
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Estas expresiones han hecho surgir una nueva polémica: ¿Los princi-
pios sociales existentes en las Constituciones modernas, pertenecen
al concepto absoluto o al relativo de las mismas? y ¿cuándo el Estado
dejó de ser el espectador que contemplaba el drama y la come-
dia del mundo y se convirtió en el personaje central de ese drama
y de esa comedia? ¿cómo se regularon las actividades del Estado?
El nuevo contenido de las Constituciones se propone expresar la
síntesis de dos principios: la idea de libertad, y la actividad del
Estado; esta última debe ser una condición para que se realice mejor
la libertad humana.
21
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ESPAÑA
Constitución de Aragón
1. Monarquía
2. Las Cortes
3. Los derechos individuales
4. Las instituciones del Justicia de Aragón
INGLATERRA
en cambio, para Inglaterra los derechos son los que han adquirido
los ingleses.
1
Magna Carta Libertatum, documento destinado a limitar el poder real.
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FRANCIA
3o. Una Constitución para que tenga valor pleno debe ser aprobada
por el pueblo. Un régimen democrático en el pasado era aquel en el
que el pueblo se gobernaba así mismo; la democracia de Estados
Unidos no puede entenderse en cada sentido, aquí, el gobierno
es organizado por el pueblo, pero después es el mismo gobierno el
representante del pueblo.
41
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Vicente Riva Palacio, José María del Castillo Velasco, jurista que
daba la nota jurídica perfecta. Luego a don Ignacio L. Vallarta, a
quien debe el Congreso una de las más grandes confusiones merced
al brillante discurso que impidió a la Constitución de 1857 ser de
las más avanzadas del mundo: algunos legisladores pedían una
protección para el campesino y para el obrero, y Vallarta afirmó
que la protección era indispensable, pero que los principios
liberales y las formas, como constitucionales, no permitían que
esas protecciones estuvieran incluídas en la Constitución, sino
que eran asunto de la legislación ordinaria. De la misma manera
que Elizalde, en el año de 1917, no quería que los artículos 123
y 127 figuraran en la Constitución.
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67
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Son dos las tesis que juegan alrededor de este artículo y las
cuales nos ayudarán a resolver el problema:
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Por otra parte, ¿es posible, por el camino que nos señala el
artículo 135, reformar cualquier precepto de la Constitución, aún
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93
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L
1.
a doctrina de la soberanía ha tenido tres posiciones
fundamentales diferentes:
95
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Por lo anterior Bodin escribe, por una parte, que el rey de Francia
sólo adquiere su poder del pueblo y que por encima de ese poder
no existe ningún otro, ni interno ni externo. Nos dice igualmente
que la idea de soberanía tiene un doble sentido: positivo y negativo.
100 Mario de la Cueva y de la Rosa
Vienen después las cartas que les fueron otorgadas a los colonos
que partían a lo que hoy es Norteamérica y en las cuales se encuentra
la primera declaración de los derechos del hombre. Escribe Jellinek
que por primera vez una declaración de los derechos del hombre
aparece formando parte de una Constitución: en las constituciones
de las entidades federativas norteamericanas. La Norma Fundamen-
tal americana es llevada más tarde a Europa. En suma, se desprende
de todo lo anterior, que el título primero de nuestra Carta Magna
tiene como antecedentes históricos los siguientes:
ción de Virginia. Los derechos del hombre, como los llamó la Revo-
lución francesa, son inmutables, no pueden ser tocados por nadie,
ni por el Estado mismo; constituyen una esfera de libertad que
sólo corresponde a los hombres y en donde no puede penetrar el
Estado; es, como dice el viejo proverbio, la casa del rey en donde
nadie puede penetrar.
Por otra parte, nuestra Constitución (de 1857), tiene como ante-
cedente también las cartas de los colonos ingleses, la Constitución
del Estado de Virginia y la Declaración de los Derechos del Hombre
emanados de la Revolución francesa. Esta misma Constitución,
marcadamente individualista, habló de los derechos del hombre
tal y como lo había hecho la Constitución francesa (Declaración,
no Constitución) también individualista por excelencia.
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CARACTERÍSTICAS
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DEFENSA DE LA REPRESENTACIÓN
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C
¿ uál es el territorio nacional? ¿Cuál es su posición? ¿Cómo
se encuentra dividido? ¿Qué principios lo originan? ¿Cuál
es su relación con el Estado? ¿Cuál es la población nacional? Su posi-
ción en el Estado ¿cómo se encuentra dividida y que principios la
rigen? Estas son algunas preguntas que contestaremos al estudiar
los problemas referentes al territorio y su población.
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Bula del Papa Alejandro VI; por medio de ésta se otorga al monarca
todos los derechos sobre tierras y aguas de América, se da a los
particulares la propiedad y se conserva el dominio inminente sobre
los minerales.
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Art. 46.- Las entidades federativas pueden arreglar entre sí, por
convenios amistosos, sus respectivos límites; pero no se llevarán a efecto
esos arreglos sin la aprobación de la Cámara de Senadores.
Vienen después los artículos 116 y 73, fracc. IV, ¿Qué signifi-
can estos artículos? ¿Cómo se relacionan entre sí? ¿No hay oposición
entre ellos? ¿Cuáles son los Poderes del Congreso de la Unión?
172 Mario de la Cueva y de la Rosa
El texto original del artículo 116 nos señalaba que los Estados
podían celebrar convenios de carácter amistoso, que les permitiera
sanear sus dificultades en cuestiones de límites; es decir, estos conve-
nios debían someterse necesariamente a la aprobación del Congreso
Federal, ¿por qué? Hay dos opiniones al respecto:
¿Qué significa el artículo 73, fracción IV? ¿Es una simple repro-
ducción del artículo 116? ¿Tiene algún sentido distinto? Existen dos
interpretaciones sobre este artículo constitucional y su fracción IV:
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Son mexicanos:
I. Todos los nacidos dentro ó fuera del territorio de la República, de
padres mexicanos.
II. Los estrangeros que se naturalicen conforme á las leyes de la
federación.
III. Los estrangeros que adquieran bienes raíces en la República ó
tengan hijos mexicanos, siempre que no manifiesten la resolución
de conservar su nacionalidad.
Artículo 33. Son extranjeros los que no posean las calidades deter-
minadas en el artículo 30. Tienen derecho a las garantías que otorga
el Capítulo I, Titulo Primero, de la presente Constitución; pero el
Ejecutivo de la Unión tendrá la facultad exclusiva de hacer abando-
nar el territorio nacional, inmediatamente y sin necesidad de juicio
previo, a todo extranjero cuya permanencia juzgue inconveniente.
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SEGUNDO GRUPO
Artículo 117. “Los Estados no pueden, en ningún caso: […] VI. Gravar
la circulación, ni el consumo de efectos nacionales o extranjeros, con
impuesto o derechos cuya exención se efectué por aduanas locales,
requiera inspección o registro de bultos, o exija documentación que
acompañe la mercancía; VII. Expedir ni mantener en vigor leyes o
disposiciones fiscales que importen diferencias de impuestos
o requisitos por razón de la procedencia de mercancías nacionales o
extranjeras, ya sea que esta diferencia se establezca respecto de la
producción similar de la localidad, o ya entre producciones seme-
jantes de distinta procedencia”;
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214 Mario de la Cueva y de la Rosa
I. ARISTÓTELES
III. MONTESQUIEU
Esta división debe ser total —nos dice—, plena, por ello es que
el Poder Judicial debe ser doble, así en Francia, donde coexisten
tribunales administrativos y plenamente judiciales, o mejor civiles.
Montesquieu afirma igualmente que la libertad nunca estaría garan-
tizada si los tribunales administrativos dependieran del Ejecutivo; y,
para concretar esto, plantea que la jerarquía entre los poderes debe
ser de la siguiente forma: Legislativo, Judicial y Ejecutivo; es decir,
primero quien dicta el derecho; segundo, quien lo interpreta y
tercero, el que lo ejecuta. Sólo mediante esta división —afirma
Montesquieu— se asegura la libertad.
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¿Lo anterior quiere decir que el rey está en manos del Parlamento?
Indiscutiblemente que no. El monarca está en manos del pueblo y
la prueba de ello está en que, cuando existe divergencia de criterio
entre el rey y el Parlamento puede aquél disolver a éste y convocar
a nuevas elecciones, siendo, por tanto, el pueblo quien deberá deci-
dir que criterio político es el que acepta; si es el del órgano legisla-
tivo, entonces reelige a sus miembros; pero si el criterio del rey es
el aceptado, entonces el partido político que paso a integrar el par-
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lamento llevara las ideas del monarca, que se realizarán a través del
gabinete formado por el rey. Una tercera posibilidad es que el pueblo
no acepte las ideas del rey ni las del Parlamento, entonces los nuevos
integrantes de este último llevarán el criterio del pueblo, serán
quienes impriman la nueva política del Imperio a través de un nuevo
gabinete. El Parlamento está sobre el rey, su refrendo, empero, la
posición del rey es más fuerte porque puede disolver al Parlamento.
El Poder Ejecutivo no puede hacer nada que esté más allá del
derecho; hay subordinación del Presidente al Poder Legislativo,
subordinación de carácter jurídico. La segunda consecuencia del
régimen congresional es la supremacía del Poder Judicial, que es
quien en última instancia resuelve las controversias que entre los
otros dos poderes se presentan.
229
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un acto para cada función. Sin embargo, puede suceder que una
misma función realice varios actos distintos; el poder Ejecutivo
puede ejecutar dos o tres actos jurídicos distintos. Duguit, dice que
todo acto jurídico es un acto de voluntad que modifica en mayor o
menor medida el orden jurídico, es un acto realizado con la
intención de que se produzca una modificación en el orden jurídico.
Una ley que exactamente reprodujera a otra, sería una norma jurí-
dica, no sería acto jurídico porque no modifica el orden jurídico, en
cambio, un contrato sí aumenta el orden jurídico, lo enriquece y,
por tanto, si es un acto jurídico. Los actos jurídicos se clasifican
en: actos regla, actos condición y actos subjetivos.
Actos regla. Son aquellos por virtud de los cuales se crea una
situación general, abstracta e impersonal; son actos esencialmente
objetivos, por esto en la interpretación de aquellos no debe entrar
para nada la intención subjetiva del legislador. La función del acto
regla es crear normas que descansen en una hipótesis y que sólo
obliguen a quienes se coloquen dentro de la misma. Todos los actos
jurídicos que tienen las características del acto regla son actos legis-
lativos, independientemente de que sean realizados por poderes
distintos.
247
248 Mario de la Cueva y de la Rosa
hombre son derechos civiles o derechos políticos: esto es, los prime-
ros expresan o traducen particularmente el principio de libertad
(de prensa, pensamiento, penal, etcétera) son todas las disposiciones
que tienden a asegurar la libertad humana ante el Estado. Los segun-
dos o sea los políticos, tratan de asegurar o realizar de manera
primordial la igualdad entre gobernadores y gobernantes. Con lo
anterior queremos decir que los derechos civiles tratan de alcanzar
la libertad y utilizan como punto intermedio para llegar a ella la
igualdad, y que los derechos políticos tienen como fin realizar la igual-
dad y que para llegar a ella, en su camino está la libertad. Todo esto
quiere decir que los derechos civiles o políticos no se excluyen
sino que uno conduce al otro. Significa que el sufragio universal es
uno de los derechos del hombre, uno de los derechos fundamen-
tales del hombre que vive en sociedad. Pero la democracia moderna
supone una posición particular de la nación y el Estado que se
traduce en:
por medios diferentes, por medios muy variados; por tanto, el Con-
greso de la Unión para el mejor desarrollo de las facultades que
constitucionalmente se le han concedido, puede y está facultado
para utilizar cualquiera de los medios y procedimientos necesarios para
que realice sus fines. Si al Congreso le han dado determinadas
atribuciones es indispensable permitirle que utilice los medios y proce-
dimientos necesarios para que realice sus fines. Si el fin contem-
plado es la regulación al comercio, todo procedimiento que tienda
a realizar está permitido por la Constitución. Facultades implícitas
son, en consecuencia, todos los medios, caminos, métodos necesa-
rios y convenientes para que se realicen las facultades expresas; pero
naturalmente que las facultades implícitas no son ilimitadas, irrestric-
tas, sino que estén sujetas a dos condiciones:
a) Debe existir una facultad expresa, por eso las leyes o decre-
tos del Congreso de la Unión en que sólo se cite la fracción
XXX del artículo 73, notoriamente son sospechosas; si esta
condición se admitiera para el ejercicio de las facultades
implícitas, el principio del Estado de derecho y el de las
facultades expresas para la federación se rompería.
b) Las facultades implícitas han de relacionarse con las expresas
en el doble sentido de necesidad y conveniencia.
en materia federal ordinaria, que son todas las leyes que dicta el
Congreso en función de las facultades que la Constitución le otorga.
4. La declaración de guerra.