3 Tarea de Introducion A La Filosofia Miguelina
3 Tarea de Introducion A La Filosofia Miguelina
3 Tarea de Introducion A La Filosofia Miguelina
(UTESA)
ASIGNATURA:
INTROD. A LA FILOSOFIA
TEMA:
TAREA 3
NOMBRE:
MATRICULA:
1-21-9664
PROFESOR/A:
Benito Toribio
Fecha
28/6/2021
Dajabón RD
TAREA 3
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II. Selecciona la repuesta correcta
3. Es el estudio del origen, la naturaleza y los límites del conocimiento humano:
5. Es el estudio acerca de cómo debería ser la relación entre los individuos y la
sociedad:
Sócrates
(Atenas, 470 a.C. - id., 399 a.C) Filósofo griego. Pese a que no dejó ninguna obra
escrita y son escasas las ideas que pueden atribuírsele con seguridad, Sócrates
es una figura capital del pensamiento antiguo, hasta el punto de ser
llamados presocráticos los filósofos anteriores a él. Rompiendo con las
orientaciones predominantes anteriores, su reflexión se centró en el ser humano,
particularmente en la ética, y sus ideas pasaron a los dos grandes pilares sobre
los que se asienta la historia de la filosofía occidental: Platón, que fue discípulo
directo suyo, y Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón. Pocas cosas se conocen
con certeza de la biografía de Sócrates. Fue hijo de una comadrona, Faenarete, y
de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el Justo. En su juventud
siguió el oficio de su padre y recibió una buena instrucción; es posible que fuese
discípulo de Anaxágoras, y también que conociera las doctrinas de los filósofos
eleáticos (Jenófanes, Parménides, Zenón) y de la escuela de Pitágoras.
Aunque no participó directamente en la política, cumplió ejemplarmente con sus
deberes ciudadanos. Sirvió como soldado de infantería en las batallas de Samos
(440), Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422), episodios de las guerras del
Peloponeso en que dio muestras de resistencia, valentía y serenidad
extraordinarias. Fue maestro y amigo de Alcibíades, militar y político que cobraría
protagonismo en la vida pública ateniense tras la muerte de Pericles; en la batalla
de Potidea, Sócrates salvó la vida a Alcibíades, quien saldó su deuda salvando a
Sócrates en la batalla de Delio.
Con los bienes que le dejó su padre al morir pudo vivir modesta y austeramente,
sin preocupaciones económicas que le impidiesen dedicarse al filosofar. Se tiene
por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le
dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa
despectiva ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera
brutal y soez. En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un
hombre rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del
mismo modo que se le atribuye también un aspecto desaliñado.
La mayor parte de cuanto se sabe sobre Sócrates procede de tres
contemporáneos suyos: el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el
filósofo Platón. Jenofonte retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea
de identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no
faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras
en una comedia, Las nubes (423), donde es caricaturizado como engañoso artista
del discurso y se le identifica con los demás representantes de la sofística, surgida
al calor de la consolidación de la democracia en el siglo de Pericles. Estos dos
testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en
los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en
ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente
sea la más justa.
La mayéutica
Al parecer, y durante buena parte de su vida, Sócrates se habría dedicado a
deambular por las plazas, mercados, palestras y gimnasios de Atenas, donde
tomaba a jóvenes aristócratas o a gentes del común (mercaderes, campesinos o
artesanos) como interlocutores para sostener largas conversaciones, con
frecuencia parecidas a largos interrogatorios. Este comportamiento correspondía,
sin embargo, a la esencia de su sistema de enseñanza, la mayéutica.
El propio Sócrates comparaba tal método con el oficio de comadrona que ejerció
su madre: se trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla
por sí mismo como alojada ya en su alma, por medio de un diálogo en el que el
filósofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las respuestas
recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones iniciales de
su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento.
El ser humano aspira a la felicidad, y hacia ello encamina sus acciones. Sólo una
conducta virtuosa, por otra parte, proporciona la felicidad. Y de entre todas las
virtudes, la más importante es la sabiduría, que incluye a las restantes. El que
posee la sabiduría posee todas las virtudes porque, según Sócrates, nadie obra
mal a sabiendas: si, por ejemplo, alguien engaña al prójimo es porque, en su
ignorancia, no se da cuenta de que el engaño es un mal. El sabio conoce que la
honestidad es un bien, porque los beneficios que le reporta (confianza, reputación,
estima, honorabilidad) son muy superiores a los que puede reportarle el engaño
(riquezas, poder, un matrimonio conveniente).