3 Tarea de Introducion A La Filosofia Miguelina

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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE SANTIAGO

(UTESA)

ASIGNATURA:

INTROD. A LA FILOSOFIA

TEMA:

TAREA 3
NOMBRE:

Miguelina Ulloa Cordero

MATRICULA:

1-21-9664

PROFESOR/A:

Benito Toribio

Fecha

28/6/2021
Dajabón RD
TAREA 3
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 1.- ¿Qué es la Filosofía?

 Filosofía es una doctrina que usa un conjunto de razonamientos lógicos y


metódicos sobre conceptos abstractos como la existencia, la verdad y la ética
basados en la ciencia, las características y las causas y efectos de las cosas
naturales como el ser humanos y el universo.

2.- ¿Qué es la lógica?

La lógica es la ciencia de las formas del pensamiento estudiadas desde el punto


de vista de su estructura, la ciencia de las leyes que deben de observarse para
obtener un conocimiento inferido. La lógica estudia también los procedimientos
lógicos generales utilizados para el conocimiento de la realidad.

3.- ¿Qué es la semántica?

 El término semántica se refiere al estudio de diversos aspectos del significado,


sentido o interpretación de signos lingüísticos como símbolos, palabras,
expresiones o representaciones formales. 

4.- ¿A qué se refiere el término  mitología?

 Como mitología se denomina el conjunto de mitos propio de un pueblo o cultura.


Los mitos, por su parte, son narraciones protagonizadas por dioses, héroes o
seres fantásticos, que explican o dan sentido a determinados hechos o
fenómenos. La palabra, como tal, proviene del latín mythologĭa, y esta a su vez del
griego μυθολογία (mythología).

5.- ¿Cómo se define la filosofía de la mente?

 La filosofía de la mente es un ámbito de reflexión filosófica que se ocupa de


cuestiones relativas a los procesos mentales y su relación con el cuerpo humano
(en especial el cerebro).

 
II. Selecciona la repuesta correcta

1.     Es la parte de la metafísica que se ocupa de investigar que entidades existen


y cuáles no, más allá de las apariencias

a)    La lógica                  b) La ontología                 c) La filosofía              d) La ética 

2.     Abarca el estudio de la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen vivir.

a)    La ética                   b) La estética                    c) La lógica           d) La semántica

3.     Es el estudio del origen, la naturaleza y los límites del conocimiento humano:

a)    La ontología            b) Mitología c) La gnoseología             c) La ética

4.     Se ocupa de investigar la naturaleza, estructura y principios fundamentales


de la realidad:

a)    La metafísica b) La semántica      c) La Logia                  c) Ningunas 

5.     Es el estudio acerca de cómo debería ser la relación entre los individuos y la
sociedad:

a) Filosofía de lenguaje b) Filosofía política c) Filosofía de la mente.

III. Escribe V (verdadero) y F (falso) según corresponda:

1.     Cosmogonía, se define como el conjunto de teorías que tratan de la


formación primordial del universo ___V__

2.     La filosofía del lenguaje es la rama de la filosofía que estudia el desarrollo y


las formas en las cuales los seres humanos crean historia ___V___
3.     Panteísmo, corriente filosófica que sostiene que Dios se identifica con la
totalidad del universo___V____

4.     Hilozoísmo, se denomina al conjunto de todo lo que existe, conocido o no


por nosotros, y que también llamamos mundo o universo __F____

5.     Se define la estética como el estudio de la belleza ___V____

IV. Escriba la biografía de Sócrates

     

Sócrates
(Atenas, 470 a.C. - id., 399 a.C) Filósofo griego. Pese a que no dejó ninguna obra
escrita y son escasas las ideas que pueden atribuírsele con seguridad, Sócrates
es una figura capital del pensamiento antiguo, hasta el punto de ser
llamados presocráticos los filósofos anteriores a él. Rompiendo con las
orientaciones predominantes anteriores, su reflexión se centró en el ser humano,
particularmente en la ética, y sus ideas pasaron a los dos grandes pilares sobre
los que se asienta la historia de la filosofía occidental: Platón, que fue discípulo
directo suyo, y Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón. Pocas cosas se conocen
con certeza de la biografía de Sócrates. Fue hijo de una comadrona, Faenarete, y
de un escultor, Sofronisco, emparentado con Arístides el Justo. En su juventud
siguió el oficio de su padre y recibió una buena instrucción; es posible que fuese
discípulo de Anaxágoras, y también que conociera las doctrinas de los filósofos
eleáticos (Jenófanes, Parménides, Zenón) y de la escuela de Pitágoras.
Aunque no participó directamente en la política, cumplió ejemplarmente con sus
deberes ciudadanos. Sirvió como soldado de infantería en las batallas de Samos
(440), Potidea (432), Delio (424) y Anfípolis (422), episodios de las guerras del
Peloponeso en que dio muestras de resistencia, valentía y serenidad
extraordinarias. Fue maestro y amigo de Alcibíades, militar y político que cobraría
protagonismo en la vida pública ateniense tras la muerte de Pericles; en la batalla
de Potidea, Sócrates salvó la vida a Alcibíades, quien saldó su deuda salvando a
Sócrates en la batalla de Delio.
Con los bienes que le dejó su padre al morir pudo vivir modesta y austeramente,
sin preocupaciones económicas que le impidiesen dedicarse al filosofar. Se tiene
por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le
dio dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa
despectiva ante la actividad del marido y propensa a comportarse de una manera
brutal y soez. En cuanto a su apariencia, siempre se describe a Sócrates como un
hombre rechoncho, con un vientre prominente, ojos saltones y labios gruesos, del
mismo modo que se le atribuye también un aspecto desaliñado.
La mayor parte de cuanto se sabe sobre Sócrates procede de tres
contemporáneos suyos: el historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el
filósofo Platón. Jenofonte retrató a Sócrates como un sabio absorbido por la idea
de identificar el conocimiento y la virtud, pero con una personalidad en la que no
faltaban algunos rasgos un tanto vulgares. Aristófanes lo hizo objeto de sus sátiras
en una comedia, Las nubes (423), donde es caricaturizado como engañoso artista
del discurso y se le identifica con los demás representantes de la sofística, surgida
al calor de la consolidación de la democracia en el siglo de Pericles. Estos dos
testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en
los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en
ocasiones excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente
sea la más justa.
La mayéutica
Al parecer, y durante buena parte de su vida, Sócrates se habría dedicado a
deambular por las plazas, mercados, palestras y gimnasios de Atenas, donde
tomaba a jóvenes aristócratas o a gentes del común (mercaderes, campesinos o
artesanos) como interlocutores para sostener largas conversaciones, con
frecuencia parecidas a largos interrogatorios. Este comportamiento correspondía,
sin embargo, a la esencia de su sistema de enseñanza, la mayéutica.

El propio Sócrates comparaba tal método con el oficio de comadrona que ejerció
su madre: se trataba de llevar a un interlocutor a alumbrar la verdad, a descubrirla
por sí mismo como alojada ya en su alma, por medio de un diálogo en el que el
filósofo proponía una serie de preguntas y oponía sus reparos a las respuestas
recibidas, de modo que al final fuera posible reconocer si las opiniones iniciales de
su interlocutor eran una apariencia engañosa o un verdadero conocimiento.

En sus conversaciones filosóficas, al menos tal y como quedaron reflejadas en


los Diálogos de Platón, Sócrates sigue, en efecto, una serie de pautas precisas
que configuran el llamado diálogo socrático. A menudo comienza la conversación
alabando la sabiduría de su interlocutor y presentándose a sí mismo como un
ignorante: tal fingimiento es la llamada ironía socrática, que preside la primera
parte del diálogo. En ella, Sócrates proponía una cuestión (por ejemplo, ¿qué es la
virtud?) y elogiaba la respuesta del interlocutor, pero luego oponía con sucesivas
preguntas o contraejemplos sus reparos a las respuestas recibidas, sumiendo en
la confusión a su interlocutor, que acababa reconociendo que no sabía nada sobre
la cuestión.
Tal logro era un punto esencial: no puede enseñarse algo a quien ya cree saberlo.
El primer paso para llegar a la sabiduría es saber que no se sabe nada, o, dicho
de otro modo, tomar conciencia de nuestro desconocimiento. Una vez admitida la
propia ignorancia, comenzaba la mayéutica propiamente dicha: por medio del
diálogo, con nuevas preguntas y razonamientos, Sócrates iba conduciendo a sus
interlocutores al descubrimiento (o alumbramiento) de una respuesta precisa a la
cuestión planteada, de modo tan sutil que la verdad parecía surgir de su mismo
interior, como un descubrimiento propio.
La filosofía de Sócrates
Al prescindir de las preocupaciones cosmológicas que habían ocupado a sus
predecesores desde los tiempos de Tales de Mileto, Sócrates imprimió un giro
fundamental en la historia de la filosofía griega, inaugurando el llamado periodo
antropológico. La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de
las enseñanzas de Sócrates. Como se ha visto, el primer paso para alcanzar el
conocimiento consistía en la aceptación de la propia ignorancia, y en el terreno de
sus reflexiones éticas, el conocimiento juega un papel fundamental. Sócrates
piensa que el hombre no puede hacer el bien si no lo conoce, es decir, si no posee
el concepto del mismo y los criterios que permiten discernirlo.

El ser humano aspira a la felicidad, y hacia ello encamina sus acciones. Sólo una
conducta virtuosa, por otra parte, proporciona la felicidad. Y de entre todas las
virtudes, la más importante es la sabiduría, que incluye a las restantes. El que
posee la sabiduría posee todas las virtudes porque, según Sócrates, nadie obra
mal a sabiendas: si, por ejemplo, alguien engaña al prójimo es porque, en su
ignorancia, no se da cuenta de que el engaño es un mal. El sabio conoce que la
honestidad es un bien, porque los beneficios que le reporta (confianza, reputación,
estima, honorabilidad) son muy superiores a los que puede reportarle el engaño
(riquezas, poder, un matrimonio conveniente).

El ignorante no se da cuenta de ello: si lo supiese, cultivaría la honestidad y no el


engaño. En consecuencia, el hombre sabio es necesariamente virtuoso (pues
conocer el bien y practicarlo es, para Sócrates, una misma cosa), y el hombre
ignorante es necesariamente vicioso. De esta concepción es preciso destacar que
la virtud no es algo innato que surge espontáneamente en ciertos hombres,
mientras que otros carecen de ella. Todo lo contrario: puesto que la sabiduría
contiene las demás virtudes, la virtud puede aprenderse; mediante el
entendimiento podemos alcanzar la sabiduría, y con ella la virtud.

De este modo, la sabiduría, la virtud y la felicidad son inseparables. Conocer el


bien nos lleva a observar una conducta virtuosa, y la conducta virtuosa conduce a
la dicha. La felicidad no radica en el placer (la ética socrática no es hedonista), a
no ser que se considere como placer algo mucho más elevado: la íntima paz y
satisfacción que produce la vida virtuosa. En palabras de Sócrates citadas por
Jenofonte, ningún placer supera al de «sentirse transformado en mejor y contribuir
al mejoramiento de los amigos». La vida virtuosa lleva al equilibrio y a la
perfección humana, a la libertad interior y a la autonomía respecto a lo que nos
esclaviza, y mediante ella se consigue la paz del alma, el gozo íntimo
imperturbable, la satisfacción interior que nos acerca a lo divino.

Sin embargo, en los Diálogos de Platón resulta difícil distinguir cuál es la parte de


lo expuesto que corresponde al Sócrates histórico y cuál pertenece ya a la filosofía
de su discípulo. Sócrates no dejó doctrina escrita, ni tampoco se ausentó de
Atenas (salvo para servir como soldado), contra la costumbre de no pocos
filósofos de la época, y en especial de los sofistas. Si, como parece, las ideas
éticas antes expuestas son del propio Sócrates, su filosofía se sitúa en la
antípodas del escepticismo y del relativismo moral de los sofistas
(Protágoras, Gorgias), pese a lo cual, y a causa de su pericia dialéctica, pudo ser
considerado en su tiempo como uno de ellos, tal y como refleja la citada comedia
de Aristófanes.
Con su conducta, Sócrates se granjeó enemigos que, en el contexto de
inestabilidad en que se hallaba Atenas tras las guerras del Peloponeso, acabaron
por considerar que su amistad era peligrosa para aristócratas como sus discípulos
Alcibíades o Critias; oficialmente acusado de impiedad y de corromper a la
juventud, fue condenado a beber cicuta después de que, en su defensa, hubiera
demostrado la inconsistencia de los cargos que se le imputaban. Según relata
Platón en la Apología que dejó de su maestro, Sócrates pudo haber eludido la
condena, gracias a los amigos que aún conservaba, pero prefirió acatarla y morir,
pues como ciudadano se sentía obligado a cumplir la ley de la ciudad, aunque en
algún caso, como el suyo, fuera injusta; peor habría sido la ausencia de ley. La
serenidad y la grandeza de espíritu que demostró en sus últimos instantes están
vivamente narradas en las últimas páginas del Fedón.

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