Sacramento Original, Primordial y Septenario

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Seminario San José de Lurín

Curso: Taller Ecclesia de Eucharistía


Seminarista: Rogel Morales López

SACRAMENTO ORIGINAL, SACRAMENTO PRIMORDIAL


Y SEPTINARIO SACRAMENTAL

SACRAMENTO ORIGINAL - PROTOSACRAMENTO


Cristo es el sacramento del Padre y sacramento de nuestro encuentro con Dios en cuanto que Él es el signo
eficaz de la presencia salvífica de Dios entre los hombres.
Jesús es el signo por antonomasia del Padre, ya que quién lo ve, ve en el al Padre 1. Él es imagen de Dios
invisible2. Por ser verdadero Dios es la imagen perfecta del Padre y, por ser verdadero hombre, esa imagen
se ha hecho visible. Nos revela al Padre revelando el misterio trinitario y manifestándonos el plan divino de
la salvación3 ya que Él es su última y definitiva palabra por ello es la plenitud de la revelación.
Nadie conoce al Padre si no lo conoce a Él4, por ello su conocimiento es absolutamente necesario por ser
signo cuyo previo conocimiento nos lleva al conocimiento de Dios.
Jesús es el Salvador porque su venida a este mundo significa no solo la revelación del Padre sino que nos
da la posibilidad de ser realmente hijos suyos con todas sus consecuencias, restaurando la amistad con
Dios. De esta manera causa eficazmente el culto al Padre mediante la salvación de los hombres. Es por ello
que Jesucristo es el “sacramento original”.
El sacramento, entendido como signo eficaz de la gracia, conviene a Cristo análogamente, ya que así como
en el sacramento se añaden las palabras a la cosas sensibles, en Cristo se da de manera absolutamente
perfecta la significación y la eficacia, puesto que en el misterio de la Encarnación se unió la Palabra de Dios
a la carne sensible. Por este motivo, Cristo, no es un sacramento más, sino, es el protosacramento o
sacramento radical. Es radical por que a pesar de ser sacramento del Padre hay diferencias substanciales
entre la analogía Cristo y sacramento, en cuanto la humanidad y la divinidad de Cristo están unidas
hipostáticamente en Él, mientras que en los sacramentos la humanidad y la divinidad están separadas y
solo son instrumento de salvación mientras se celebran. La humanidad de Cristo es instrumento de
salvación permanente por ello de el brota la eficiencia de los sacramentos. La virtud salvífiva deriva de la
Divinidad de Cristo a los sacramentos por medio de su humanidad.
Hay que tener presente que la Humanidad de Cristo no agota la eficacia infinita de la Persona Divina por la
que ha sido asumida, así, los sacramentos, no agotan los causes de la gracia divina que puede darse
independientemente de los sacramentos aunque actúa en los ellos como causes privilegiados.

SACRAMENTO PRIMORDIAL
La Iglesia es el cuerpo de Cristo constituido como universal sacramento de la salvación 5. Se utiliza este
termino de sacramento de salvación en la Iglesia, de manera análoga como se usa en Cristo, signo eficaz de
la salvación. Cuando se utiliza el termino sacramento a la Iglesia también puede usarse como misterio, en
cuanto que ella es el cuerpo místico de Cristo, manifestado en la historia a través de su visibilidad, de su
aspecto externo. Cristo la instituyó como sociedad visible para comunicar mediante ella una realidad

1 Jn 14, 9
2 Col 1, 15
3 Cf. Hebr 1,1-2
4 Mt 11, 27

5 LG, 48
invisible: la verdad y la gracia. La Iglesia es por tanto al mismo tiempo asamblea visible y comunidad
espiritual de modo que ambos aspectos no deben considerase como cosas distintas, sino que debe
considerarse como una realidad compleja integrada por un elemento humano y otro divino. Este aspecto
visible, gracias a la acción del Espíritu Santo, es signo eficaz de la salvación sobrenatural aportada por
Cristo, quién la envía al mundo como instrumento permanente de Cristo Salvador; por ello es sacramento
de redención universal por su presencia en el mundo donde da testimonio de Cristo resucitado, de la
esperanza de la resurrección y de una caridad eficaz. Logra esto por la predicación de la verdad confiada
por Cristo, por medio del ministerio pastoral que tiende a reunir y conservar a los hombres en la unidad de
la verdad, la esperanza y la caridad; lo hace por medio del culto y de los sacramentos y sobre todo por
medio de la Eucaristía. Todos los hombres se salvan a través de ella, por ello, la Iglesia es sacramento
primordial, es decir, principal y esencial para la salvación.

SEPTENARIO SACRAMENTAL
Cristo habría determinado el rito esencial de cada sacramento de manera inmutable, determinando la
materia y la forma de los sacramentos, ya que Cristo es su autor inmediato, debido a que los sacramentos
son frutos inmediatos de la Redención llevada a cabo por Cristo y brotan de Cristo como realidades vivas,
continuación de su propia vida. Cristo instituyó el rito esencial y se la entregó a la Iglesia, por ello, esta,
podría añadir a los sacramentos condiciones para que sea válido. La Iglesia ha recibido la potestad sobre
los sacramentos, como afirman muchos teólogos, manteniendo fiel la significación de las diversas gracias
sacramentales y con la conciencia clara de no tener potestad para instituir nuevos sacramentos, porque
solo Cristo puede instituir sacramentos.
El Concilio de Trento definió como dogma de fe que los sacramentos del Nuevo Testamento eran siete:
Bautismo, confirmación, eucaristía, penitencia, unción de los enfermos, orden y matrimonio. Esta es una
definición cuya finalidad era salir al paso de las afirmaciones protestantes que reducían a dos o tres los
sacramentos y falseaban la naturaleza de los mismos. Trento se refiere a los sacramentos instituidos por
Cristo, lo cual equivale a hablar de todos los sacramentos y a decir que es un número definitivo, puesto que
la Iglesia no puede instituir sacramentos. Esta definición de Trento ya tenía antecedentes magisteriales en
los que ya se mencionaban los siete sacramentos, aunque no se digan expresamente el número de los
mismos. Estas menciones de los sacramentos se incluyeron en las profesiones de fe a través de los
tiempos.
El número siete de los sacramentos se mantuvo como doctrina de fe apelando a la infabilibilidad de la
Iglesia Universal en materia de fe.

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