25 08 98 Nij001 Responsabilidad Legislador

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RESPONSABILIDAD POR EL ACTO DEL LEGISLADOR - Antijuridicidad del

daño

No es acertado el criterio según el cual la responsabilidad por el acto legislativo,


demande la vulneración de mandatos superiores por cuanto la responsabilidad
estatal se deriva independientemente de la licitud o ilicitud de la conducta de la
administración, pues la reparación deviene de la antijuridicidad del daño.

PRINCIPIO DE IGUALDAD FRENTE A LAS CARGAS PUBLICAS - derecho de


acceso a la Administración de Justicia

En estricto sentido y con la orientación que esta Sala otorga a este Proceso, debe
entenderse que lo afirmado por el Tribunal no obsta para que en este proceso
administrativo los damnificados con un fundamento fáctico distinto, (el
desequilibrio de las cargas públicas ante la ley), acudan ante la jurisdicción
contencioso administrativa en demanda contra el Estado colombiano, con lo cual
se asegura precisamente el acceso a la justicia nacional y al derecho que tiene
todo ciudadano a demandar en reparación en igualdad de condiciones en su
territorio y ante jueces nacionales.

INMUNIDAD JURISDICCIONAL DE LOS AGENTES DIPLOMÁTICOS - Régimen


jurídico aplicable / TRATADO INTERNACIONAL - Validez

De acuerdo con la Constitución Política, en su artículo 224, para la validez de los


tratados, éstos deberán ser aprobados por el Congreso de la República, aunque a
renglón seguido faculta al Presidente de la República para darles aplicación
provisional, cuando sean de naturaleza económica y comercial, con cargo de
enviarlos inmediatamente al Congreso para su aprobación. Señálase pues una
regla general y una excepción. La Convención de Viena, aparte de su claridad
normativa sobre la inmunidad jurisdiccional de los agentes diplomáticos, fue
incorporada a la legislación nacional y por tanto no hay duda sobre su aplicación
al caso sub - análisis, para que por contera, se abra camino la causa de
responsabilidad patrimonial que contra el Estado nos ocupa.

CONVENCIÓN INTERNACIONAL - Naturaleza / CONVENCIÓN


INTERNACIONAL - Competencia de la jurisdicción contencioso
administrativa por las consecuencias de su adopción

La Convención obedece a un acto complejo del Estado Colombiano integrado por


la intervención de las voluntades de dos autoridades estatales, a saber, el
Congreso y el Presidente de la República en ejercicio de sus funciones de
conformidad con los artículos 189 y 150 de la C.P. Conforme al artículo 82 del
C.C.A., es competente la jurisdicción contencioso administrativa para conocer de
las consecuencias de su adopción como ley y de su aplicación en cumplimiento
de compromisos internacionales. Si bien el Estado Colombiano es soberano para
el manejo de sus relaciones internacionales, ello no obsta para que ante la
jurisdicción contencioso administrativa colombiana pueda ser convocado a
responder por las consecuencias de sus actos que como en el caso presente se
trata de un acto complejo. Los privilegios que conceda a Estados o a sus
diplomáticos acreditados, corren a cargo de la Nación, y no sería equitativo que
revertieran a cargo de una persona en particular.
RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO POR CUMPLIMIENTO DE
TRATADO INTERNACIONAL - Titularidad Exclusiva

Si del cumplimiento del Tratado, que como en el caso particular que nos ocupa
deviene para los actores un perjuicio cuya autoría material radica en cabeza de un
agente diplomático, la Nación Colombiana debe asumir las consecuencias
patrimoniales derivadas del cumplimiento de sus obligaciones y respecto de las
relaciones diplomáticas entre los Estados. Entonces, se encuentra claramente
establecido el factor de imputación de la responsabilidad impetrada respecto del
ente demandado por su titularidad jurídica exclusiva y excluyente para el manejo
de las relaciones internacionales que constitucionalmente implican una operación
compleja con participación de las tres ramas del poder público, a saber, el
ejecutivo encabezado por el Presidente de la República a quien corresponde la
dirección de las relaciones internacionales y por ende la negociación de los
tratados; el legislativo que incorpora los tratados internacionales como texto de
derecho interno mediante leyes y el judicial representado en el caso por la Corte
Constitucional mediante el control automático que ejerce sobre dichas leyes. El
ejercicio de la titularidad de las relaciones internacionales por parte del Estado
implica una actuación suya cuyas consecuencias conforme al artículo 90 de la
C.P., deben ser por él asumidas y en el caso los afectados perdieron la
oportunidad de demandar al autor material del daño y al propietario del vehículo
automotor, todo lo cual justifica fehacientemente la responsabilidad patrimonial del
Estado colombiano en la especie.

DERECHO DE ACCESO A LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA -


Cumplimiento de tratados internacionales

En todo caso, la garantía de acceder a la administración de justicia (art. 229 de la


C.P.), no puede sufrir excepción y para que se haga efectiva en el caso sub judice
se abre paso la demanda contra el Estado Colombiano quien legítimamente
conduce sus relaciones internacionales, asume obligaciones de la misma estirpe
mediante tratados, promulga, cumple y hace cumplir sus propias leyes.

RESPONSABILIDAD POR DAÑO ESPECIAL - Incorporación a la legislación


nacional de la Convención de Viena / RESPONSABILIDAD POR DAÑO
ESPECIAL - Desequilibrio frente a las cargas públicas

En el sub judice, estima la Sala, que es pertinente aplicar el régimen de la


responsabilidad por daño especial, que es el que corresponde aplicar cuando por
la actividad legitima del estado se causa un daño. En el caso presente la
incorporación a la legislación nacional del texto de la Convención de Viena de
fecha del 18 de abril de 1961, en desarrollo de una operación compleja de
naturaleza pública consistente en la negociación y firma de dicho tratado, su
incorporación como ley nacional y la sujeción a los controles jurisdiccionales de
conformidad con la Constitución y su aplicación produjo un daño consistente en el
desequilibrio de las cargas públicas que los actores no deben soportar. En
síntesis, puede afirmarse que el título de importación jurídica sobre el cual se
edifica el juicio de responsabilidad para el Estado, lo constituye el rompimiento del
equilibrio de las cargas públicas, ocasionado por la actividad legítima de
autoridades estatales (Congreso y Presidente de la República), que causa daño
antijurídico, respecto del cual, el administrado no está en el deber de soportar,
pues la carga pública que debe ser colectiva, no debe correr a cargo de una
persona en particular. De ahí que sea equitativo, imponer al Estado en
representación de la sociedad, la obligación de reparar el perjuicio irrogado a los
actores. Esta solución no es cosa distinta que el cabal desarrollo y ejecución
lógica del principio de la igualdad ante la ley, previsto en el artículo 13 de la
Constitución Política.

TRATADOS INTERNACIONALES - Régimen aplicable a su incorporación /


TRATADOS INTERNACIONALES - Etapas de perfeccionamiento / CONTROL
INTERNO DE TRATADOS INTERNACIONALES - Clases

La incorporación en el ordenamiento jurídico interno, de los tratados


internacionales, está regulada por la constitución política de 1991 y por las
Convenciones de Viena de 1969 y 1986, que son el derecho de los tratados en el
orden internacional. Para que dichos tratados se perfeccionen y produzcan
efectos en el orden nacional colombiano se pueden citar cuatro etapas que son
comunes para la aprobación de los tratados en el seno de la comunidad
internacional, a saber: la negociación, la suscripción o firma, los controles internos
por las otras ramas del poder público y finalmente la ratificación. En Colombia el
control interno es de dos tipos: el control político (art. 150 numeral 16 de la
Constitución Política) y el control jurídico (art. 241 de la Constitución Política
numeral 10).

RESPONSABILIDAD POR DAÑO ESPECIAL COMO FUNDAMENTO DE


RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL - Antecedentes jurisprudenciales

Esta Corporación ha construido una base jurisprudencial sólida respecto del daño
especial como fundamento de la responsabilidad patrimonial del Estado, como
cuando afirma que "el tribunal acertadamente manejó este caso con base en el
régimen de responsabilidad por daño especial, caracterizado por presentarse en
aquellas situaciones en las que los derechos de una persona por el rompimiento
de la igualdad frente a la ley y a las cargas públicas, a cuya consecuencia se
causa daño especial al administrado, cuya situación particular no puede
enmarcarse dentro de un régimen distinto de responsabilidad" (sentencia de julio
16 de 1994, expediente Nº 8965 C.P. Daniel Suárez Hernández). En otro caso se
dijo que con apoyo en la teoría del daño especial, el Estado debe indemnizar el
daño siempre que resulte anormal y excepcional en relación con los que deben
soportar los demás integrantes de la comunidad. (sentencia de abril 19 de 1994.
Expediente Nº 7096, C.P. Juan de Dios Montes).

RESPONSABILIDAD PATRIMONIAL DEL ESTADO POR INMUNIDAD


JURISDICCIONAL - Fundamentos

Teniendo los nacionales derecho a que se respete su integridad personal y


patrimonial y a ejercer las acciones de ley para el restablecimiento de sus
derechos conculcados, en igualdad de condiciones, en el caso presente los
demandantes experimentan una doble limitación por virtud del privilegio de
inmunidad jurisdiccional conferido por el Estado Colombiano. De un lado porque
quedan privados de la posibilidad de demandar en Colombia la reparación a que
tienen derecho, en acción contra el ejecutor material del daño y de otra parte
porque consecuencialmente se desequilibraron las cargas públicas que deben
soportar todos los ciudadanos en igualdad de condiciones, al imponérseles la
necesidad de demandar ante la justicia del estado acreditante, lo cual sí está
permitido por la Convención de Viena, salvo renuncia a la inmunidad en los
términos allí establecidos, hecho que no ocurrió en este caso.
CONSEJO DE ESTADO

SALA PLENA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

Consejero ponente: JESUS MARIA CARRILLO BALLESTEROS

Santa fe de Bogotá, D.C. Agosto veinticinco (25) de mil novecientos


noventa y ocho (1998)

Radicación número: IJ-001

Actor: VITELVINA ROJAS ROBLES

Demandando: MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES Y EL CONGRESO


DE LA REPÚBLICA - REPRESENTADO POR EL MINISTERIO DEL INTERIOR

Decide la Sala el recurso de apelación interpuesto por los


apoderados de las partes contra la sentencia de 9 de febrero de 1.995 proferida
por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, en cuya parte resolutiva se
dispuso:

“Primero. Declárase que la Nación Colombiana Ministerio de


Gobierno y Relaciones Exteriores debe responder
administrativamente por los perjuicios ocasionados a Vitelvina Rojas
Robles, Grace Kelly Cuervo Rojas y Cesar Augusto Cuervo Rojas,
con la muerte del señor CESAR JULIO CUERVO PINEDA, ocurrida
en esta ciudad el 10 de octubre de 1991.

“Segundo. Como consecuencia de la anterior declaración,


condénase a la Nación Colombiana Ministerios de Gobierno y
Relaciones Exteriores, a pagar por concepto de indemnización de
perjuicios las siguientes sumas:

“I. Por perjuicios morales subjetivos a VITELVINA ROJAS ROBLES,


GRACE KELLY CUERVO ROJAS y CESAR AUGUSTO CUERVO
ROJAS, el equivalente a un mil (1.000) gramos oro para cada uno
de ellos.

“El precio del oro se determinará conforme a certificación que al


efecto expida el Banco de la República para la fecha de ejecutoria
de esta providencia.

“II. Por perjuicios materiales, a VITELVINA ROJAS ROBLES, la


suma de SESENTA Y OCHO MILLONES DOSCIENTOS SIETE MIL
QUINIENTOS VEINTISEIS PESOS CON OCHENTA Y UN
CENTAVOS ($68’207.526.82); A GRACE KELLY CUERVO ROJAS
LA SUMA DE TRES MILLONES QUINIENTOS CUARENTA Y DOS
MIL DOSCIENTOS OCHENTA Y TRES PESOS CON SESENTA Y
UN CENTAVOS ($3’542.283.61) y CESAR AUGUSTO CUERVO
ROJAS la suma de DIECIOCHO MILLONES OCHOCIENTOS
SETENTA Y UN MIL NOVECIENTOS SETENTA Y SEIS PESOS
CON SESENTA Y SIETE CENTAVOS ($18’871.976.67).
“Las anteriores sumas serán actualizadas hasta la fecha de
ejecutoria de esta providencia como se indicó en la parte motiva.

“Tercero. Para el cumplimiento de esta sentencia se dará aplicación


a los artículos 176 y 177 del C.C.A

“Cuarto. Deniéganse las demás pretensiones de la demanda.

“Quinto. Sin condena en costas. (235-236, C.1)

I. ANTECEDENTES

A. La Demanda

En ejercicio de la acción de reparación directa consagrada en el


artículo 86 del C.C.A, la señora Vitelvina Rojas Robles y sus hijos menores Grace
Kelly y Cesar Augusto Cuervo demandaron a la Nación, Ministerio de Relaciones
Exteriores - Congreso de la República representado en el caso por el Ministerio
del Interior, por las consecuencias deducidas de la aplicación de la inmunidad
jurisdiccional que confiere la ley 6ª de 1972.

En efecto, solicitan declarar al Estado Colombiano patrimonialmente


responsable “como consecuencia del acto legislativo consistente en haber
expedido, sancionado y promulgado la ley 6ª. de 1.972, la cual aprobó la
Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, ley que estableció la
inmunidad de jurisdicción diplomática.” , por cuya aplicación se les impide
accionar para obtener la reparación consecuencial por la muerte de su esposo y
padre, contra la Embajada de USA.

Los interesados reclaman indemnización equivalente de 4.000


gramos de oro para cada uno de los actores y como compensación por perjuicios
materiales la cantidad de Un Mil Seiscientos Millones de Pesos.

Se afirma que a las 21.30 horas del día 10 de octubre de 1.991, en


la calle 114 A con Autopista Norte fue arrollado el ciudadano Cesar Julio Cuervo
Pineda por el automotor de placa diplomática CD-0744 de propiedad de la
Embajada de los Estados Unidos, vehículo que iba conducido por el Coronel del
Ejército de ese país, Edmundo Scott Cowan.

Los demandantes habían presentado reclamación directa ante la


Embajada correspondiente, querella que fue denegada el 14 de octubre de 1.992.
Acudieron luego ante la Corte Suprema de Justicia pero su demanda fue
rechazada por falta de jurisdicción. Para su decisión adujo la Corte que la
Embajada de los Estados Unidos se encuentra protegida por la inmunidad que
consagra la Convención de Viena, incorporada a nuestra legislación por la ley 6
de 1.972.

Agregan los demandantes que el día de los hechos, el fallecido


Cuervo Pineda contaba con 46 años, se encontraba vinculado laboralmente con el
Icel y la Secretaría de Educación del Distrito, y que los fines de semana
desarrollaba labores agrícolas en el municipio de Ciénaga (Boy). Finalmente que
su cónyuge e hijos menores dependían económicamente de su desaparecido
esposo y padre.

En el caso, el Tribunal halló responsable al Estado Colombiano de


conformidad con las consideraciones transcritas en esta providencia, pero dicha
decisión fue objeto de impugnación por las partes.

B. Las apelaciones

Inconformes las partes con la providencia de primera instancia


recurrieron en apelación con los siguientes argumentos y propósitos.

Los demandantes para que se tengan en cuenta los perjuicios


materiales representados en la privación de las utilidades derivadas de la
explotación del predio rural ubicado en Ciénaga (Boyacá), que era asistido por el
causante. Alegan que la providencia recurrida se contradice cuando afirma que
nada impide a los sucesores la explotación y obtención de utilidades, de lo cual
infieren que entonces, sí había utilidad. Pretenden que el cálculo de la
indemnización para los hijos se proyecte para hasta cuando cumplan 25 años.

Las entidades demandadas en sustentación conjunta aducen como


razón para que se desestime la demanda que la institución de las inmunidades
diplomáticas es consubstancial a las relaciones interestatales, asunto éste que
no admite acuerdo en contrario y que afectaría de nulidad absoluta cualquier
pacto que pretenda desconocer tal institución.

Luego de transcribir el texto correspondiente al preámbulo de la


Convención de Viena, los apoderados de las entidades demandadas afirman que
el reconocimiento de la institución de los privilegios y prerrogativas diplomáticas
no es discrecional ni está sujeto a limitaciones sino que constituye requisito “sine
qua non” para las relaciones entre Estados, aún para aquellos que no sean
partes de este pacto universal pues para ellos rige como norma consuetudinaria
del derecho de gentes.

Evocaron el sistema interamericano existente desde antes de la


Convención de Viena, cuando en el año de 1928 se suscribió la Convención de la
Habana, cuyo art. 19 establece que los funcionarios diplomáticos están exentos
de toda jurisdicción civil o criminal del Estado ante el cual se encuentran
acreditados. Aportan a su recurso aspectos doctrinarios para reafirmarse en torno
a los privilegios que en este caso existen sin necesidad de tratados aunque
algunas naciones hayan creído necesario confirmarlos por vía contractual.

Textualmente anotan que “de hacer carrera la tesis que sustenta el


fallo impugnado el Estado Colombiano será responsable ante los particulares por
la sola existencia de normas de derecho internacional general, y aún mas, por el
simple hecho de existir como estado en una sociedad de naciones jurídicamente
organizada...” . Sostienen también que si como consecuencia de la aceptación
de principios y normas del derecho de gentes de la nación tiene que responder
por cualquier perjuicio que se considere derivación de aquellas, se le estaría
obligando a retirarse de la comunidad de las naciones y a renunciar en últimas a
su personería internacional”.
Finalmente agregan por vía general, que el respeto de las
inmunidades diplomáticas es imperativo del Derecho Internacional, que dichas
inmunidades no implican impunidad; y en el caso concreto, que no existe en el
expediente mención alguna o demostración de la culpabilidad del agente
diplomático y que está comprobado que la Embajada de los Estados Unidos toma
una póliza de cobertura para amparar la responsabilidad civil de sus agentes. Que
no obstante lo anterior el Estado colombiano resulta condenado, siendo
totalmente ajeno a los hechos y que las consecuencias de tal concepción son de
magnitud impredecible y que en consecuencia sería necesario expulsar a todos
los funcionarios internacionales, que no se podrían recibir delegaciones
extranjeras.

En concreto, se muestran inconformes con la decisión del tribunal,


pues habría que admitir la responsabilidad del Estado colombiano “por la sola
existencia de normas de Derecho Internacional general, y aún más, por el simple
hecho de existir como Estado…”; denuncian la falta de responsabilidad del agente
diplomático, de quien dicen no se demostró su culpabilidad; señalan inexistencia
de la relación de causalidad, en tanto que no se practicó el dictamen de
alcoholemia ni de las condiciones físicas en que se encontraron el diplomático y la
víctima; insisten en que la inmunidad de jurisdicción conduce a una nulidad por
falta de jurisdicción y que no es aplicable en el sub lite el principio iura novit curia
porque el fallador debe someterse al imperio de la ley y en el caso lo es la Ley 6
de 1972.

C. El concepto del ministerio publico

En un denso y bien documentado estudio, con antecedentes


legislativos y citas doctrinarias el delegado del Ministerio Público manifestó su
aquiescencia con lo resuelto por el tribunal pero formuló reparos en cuanto aquel
afirmó que la responsabilidad del Estado legislador sólo se compromete en la
hipótesis de textos legales, declarados inconstitucionales.

Al punto dijo:

“Es claro que para estos casos la declaratoria de responsabilidad


del Estado puede proceder, quedando por determinar si igual ocurre
en la hipótesis en la cual la ley se ajusta a la constitución, que es
precisamente lo que la sentencia de primera instancia no analiza.
La solución al problema ha girado en torno de una lucha entre los
poderes del soberano y la protección efectiva del patrimonio del
particular, en donde la postura clásica se inclinó por la ausencia de
responsabilidad y sólo hasta 1938 se reconoció su existencia, con el
famoso fallo francés en el proceso de la sociedad La Fleurette.

A continuación, la Procuraduría consignó una síntesis histórica de los


argumentos esbozados para negar la indemnización por daños ocasionados en
razón de la aplicación de leyes constitucionales, en Francia se dijo que “ El Estado
no debe ser responsable de las consecuencias de las leyes que, en atención al
interés general prohiban el ejercicio de una industria: que del Estado no pueden
reclamarse otros créditos que los nacidos de contratos formalizados por el Estado
o de disposiciones formales de las leyes”.

En Alemania se establecía que los perjuicios patrimoniales causados


por el soberano a los particulares, en razón de la expedición de leyes, sólo serían
resarcibles si así lo mandaba la ley.

La irresponsabilidad del Estado legislador se edificaba sobre el


concepto de soberanía en cuanto ella se impone a todos sin que pueda
reclamarse compensación alguna; o bien sobre la naturaleza misma de la ley que
por ser de carácter general no puede ocasionar perjuicios a un particular.

Luego, la posición reseñada cedió ante el auge de nuevas doctrinas,


terreno en el cual se destaca León Duguit, quien en 1911 expuso:

“Ahora bien, suponiendo el caso de una ley cuya aplicación entrañe


un perjuicio para uno o muchos individuos ¿puede el Estado ser
declarado responsable frente a ellos? No, con seguridad, si el
Estado legislador es soberano. Pero si, como creo haberlo
demostrado, la noción de soberanía es irreal y caduca, y si, por otra
parte, en las concepciones jurídicas actuales, el Estado se configura
por los administrados como un asegurador de todos riesgo que
deriva de su actividad general, ¿no debe concluirse que este seguro
cubre igualmente el riesgo resultante de la aplicación de una ley, ya
que, en definitiva, toda ley tiene por finalidad crear un servicio
público o regular su funcionamiento?”

Y para Garrido Falla, también citado en el concepto del Ministerio


Público, en apoyo de un cambio de actitud frente a la irresponsabilidad del Estado
legislador:

“Las condiciones para que se dé la responsabilidad del Estado


legislador han sido estrictamente exigidas por la jurisprudencia del
Consejo de Estado; a) En primer lugar, es necesario que la ley no
haya querido excluir la reparación, bien expresamente (por ejemplo,
la Ley de 13 de abril de 1946 que ordenó el cierre de las “casas de
tolerancia” precisando que <<no da lugar a ninguna indemnización”),
bien implícitamente porque así lo deduzca el Juez Administrativo de
la intención y circunstancias de los trabajos preparatorios (C. d’ E., 7
de junio de 1940, Syndicat du Commerce des Bles). B) Es necesario
además que el perjuicio sea especial y de una “gravedad suficiente”.
En cuanto a la primera exigencia, dado el carácter general de la ley,
habría que descubrir un perjuicio especial del reclamante o de un
pequeño grupo de individuos… c) En fin, es necesario tener en
cuenta también la finalidad perseguida por la ley; por tanto, “la
naturaleza de las actividades a las que afecta”. A tal respecto, es
evidente que la responsabilidad del Estado se descarta cuando la
ley tiende a suprimir actividades represivas o fraudulentas… en el
arret Compagnie Générale de la Grande Peche (14 de enero de
1938) se rechazó el recurso de dicha sociedad, que introducía
alcohol de contrabando en los Estados Unidos y que solicitaba
reparación por los daños resultantes de un Decreto destinado a
poner fin a tal fraude. Además la jurisprudencia parece excluir la
responsabilidad cuando la ley actúa en “interés general
preeminente”, como puede serlo la protección de la salud pública o
la lucha contra el alza de los precios (C. d’ E., 15 de julio de 1949,
Ville d’Elheuf, y C. d’ E., 23 de enero de 1952, Transways de
Limoges)”.

Hoy, puede afirmarse que la responsabilidad del Estado legislador, es


aceptada con fundamento en el principio de igualdad ante las cargas públicas,
que la indemnización es un deber cuando quiera que se produzca un
desequilibrio, salvo expresa exclusión del Legislador. Sobre el particular
convergen la jurisprudencia francesa y la española cuyo tribunal supremo en
sentencia del 25 de septiembre de 1987 manifestó que si a nadie le es lícito dañar
a otro menos puede serlo para el Estado en razón de regulaciones generales de
cualquier rango, incluidas las leyes y que así lo imponen los principios
constitucionales y los implícitos en las leyes.

II. CONSIDERACIONES

El caso sub-judice se contrae a una demanda de reparación directa


contra la Nación, Ministerio de Relaciones Exteriores y el Congreso de la
República para que indemnicen los perjuicios morales y materiales que por
aplicación de la ley 6ª de 1972 aprobatoria de la convención de Viena sobre
relaciones diplomáticas, no pueden reclamar directamente, mediante acción
ordinaria contra el agente productor del daño ante la jurisdicción nacional. Lo
anterior porque la precitada ley estableció la inmunidad jurisdiccional en favor de
los agentes diplomáticos y en el caso presente el señor Julio Cesar Cuervo
Pineda pereció en accidente de tránsito a manos de un agente diplomático
miembro de la Delegación de USA.

Previamente a esta demanda de responsabilidad patrimonial contra


el Estado colombiano, los actores intentaron similares pretensiones ante la
jurisdicción ordinaria, accionando contra la embajada de USA, en cuyo caso la
Corte Suprema de Justicia rechazó su demanda, aduciendo falta de jurisdicción,
con invocación expresa de la ley 6ª de 1972 por la cual se aprobó la convención
de Viena sobre relaciones diplomáticas, fechada el 18 de abril de 1961.

A. El fallo de primera instancia

El a-quo, retuvo la responsabilidad patrimonial del Estado, según


consignó en su providencia de primera instancia, objeto de esta apelación, en los
siguientes términos:

“La demanda, tal como está concebida la pretensión primera, se


funda en la responsabilidad de la administración, mas propiamente
del Estado en su concepto total, como resultado de un acto
legislativo, concretamente de la expedición y sanción de la ley 6ª de
1972, por medio de la cual se aprobó la Convención de Viena sobre
relaciones diplomáticas, ya que ella dio lugar a la aplicación en
nuestro medio de la inmunidad jurisdiccional de los agentes
diplomáticos y, en el caso concreto tuvo como consecuencia que la
conducta de EDMUNDO SCOTT COWAN, agente diplomático de la
misión norteamericana, no pudiera ser juzgada por los jueces
colombianos para determinar su responsabilidad en el accidente de
tránsito que causó la muerte de Cesar Julio Cuervo Pineda,
impidiendo también que la embajada propietaria del vehículo
respondiera extracontractualmente por los daños que ocasionó tal
hecho.

“A juicio de la Sala, en principio, el planteamiento de la demanda


no se puede acoger porque es claro que el hecho mismo de la
expedición de la ley 6ª de 1972 no ocasionó perjuicios a los actores
ni lesionó ninguno de sus derechos puesto que su contenido
normativo se limita a ratificar la Convención de Viena que regula las
relaciones diplomáticas entre los Estados que la suscribieron, entre
ellos Colombia y los Estado Unidos de América, estableciendo la
inmunidad de jurisdicción para los miembros de las misiones
diplomáticas acreditadas ante el respectivo Estado receptor y, por
otra parte, para que se presente la responsabilidad por el acto
legislativo es necesario que éste sea violatorio de mandatos
constitucionales que otorguen específicos derechos a las personas
que se sienten lesionadas por su expedición, todo ello dentro de la
organización jerárquica del sistema jurídico, o que la misma ley dada
la naturaleza de la materia regulada ordena la indemnización de
aquellos que, como resultado de su aplicación, vean disminuido su
patrimonio en forma mas gravosa que la que corresponde al común
de quienes integran el conglomerado social sometido al imperio de
la norma.

“A lo anterior se agrega que, en el caso concreto, no es posible


aducir una relación de causa a efecto entre el hecho dañino (la
muerte de Cesar Julio Cuervo Pineda en un accidente de tránsito
ocasionado por un agente diplomático) y la expedición o aplicación
de la ley que contiene la inmunidad de jurisdicción puesto que ésta
solo impide que la conducta del agente sea sometida a la decisión
de nuestros jueces. Es evidente también que en la ejecución del
hecho no participó ningún agente del Estado, ni se produjo como
consecuencia del desarrollo de la función estatal en alguno de los
campos propios de la misma.

“Pero todo lo anterior no es óbice para el fallador, en aplicación del


principio iura novit curia que le permite buscar sin limitaciones el
ámbito jurídico aplicable a cada caso, y en aras de la justicia como
valor supremo o como fin último del derecho, encontrar solución al
conflicto, imputándole al Estado la obligación de resarcir los
perjuicios ocasionados a los actores porque si bien no es
responsable del hecho, si colocó a nacionales colombianos en la
imposibilidad de obtener justicia a través de sus jueces naturales
que lo son los que la Nación de la cual hacen parte y cuya estructura
normativa debe cobijarse en su totalidad.

“En efecto, el acceso a la administración de justicia es un derecho


fundamental que corresponde a todos los habitantes del territorio
nacional (artículo 229 de la Constitución Nacional) que
correlativamente implica la obligación del Estado de ejercer tal
función pública con desarrollo de la soberanía misma y, si en
especiales casos, renuncia a su potestad en razón de intereses
superiores como pueden serlo las relaciones internacionales, debe
asumir ante el perjudicado por omisión, el resarcimiento del daño
que la persona no puede obtener por medio de los procedimientos
normales aplicables al común de los residentes en el territorio. Lo
anterior es así en razón de la igualdad de las personas ante la ley,
principio consagrado sin limitaciones en el artículo 13 de la
Constitución Nacional según el cual, “Todas las personas son libres
e iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las
autoridades y gozarán de los mismos derechos, libertades y
oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo,
raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o
filosófica”. Y, si se hacen excepciones en virtud de tratados
internaciones, el Estado debe asumir las consecuencias nocivas.

“Trasladado lo expuesto al caso sub-examine, se encuentra que el


10 de octubre de 1991 el nacional colombiano César Julio Cuervo
Pineda encontró la muerte al ser atropellado por un vehículo de
propiedad d ella Embajada de los Estados Unidos de América,
conducido por un agente diplomático al servicio de dicha embajada,
ocasionando evidentes perjuicios de orden moral y material a los
familiares de la víctima. Así mismo, está demostrado que, dada la
condición del actor del hecho y la propiedad del vehículo, nuestra
Corte Suprema de Justicia en sus salas de Casación Civil y Penal,
se abstuvo de conocer tanto lo relativo a la responsabilidad penal
del agente, como la extracontractual del propietario del vehículo, en
aplicación de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas
aprobadas por la ley 6ª de 1972 que concede inmunidad de
jurisdicción en ambos casos, dando lugar a que los actores se
vieran en la imposibilidad de obtener acceso a la administración de
justicia por un hecho ocurrido en el territorio nacional, además que
se es menoscabó su derecho a ser iguales ante la ley, impidiéndose
así que aquellos a quienes se podía imputar el hecho respondieran
de los perjuicios que se les ocasionaron.

Aunque en últimas, la Sala prohíja la decisión del a-quo, es


necesario hacer algunas precisiones conceptuales sobre lo expuesto en la parte
considerativa que acaba de transcribirse, a fin de sentar claridad y doctrina sobre
el tema sub-análisis.

En primer lugar no es acertado el criterio según el cual la


responsabilidad por el acto legislativo, demande la vulneración de mandatos
superiores por cuanto la responsabilidad estatal se deriva independientemente de
la licitud o ilicitud de la conducta de la administración, pues la reparación deviene
de la antijuridicidad del daño.

En cuanto a la afirmación relativa a la “imposibilidad de obtener


justicia a través de sus jueces naturales” en que habría colocado el legislador a
los damnificados, es expresión que debe referirse a la imposibilidad de demandar
directamente ante la justicia ordinaria, al agente productor del daño, entendido
éste como la muerte del señor Cesar Julio Cuervo Pineda. En estricto sentido y
con la orientación que esta Sala otorga a este proceso, debe entenderse que lo
afirmado por el tribunal no obsta para que en este proceso administrativo los
damnificados con un fundamento fáctico distinto, (el desequilibrio de las cargas
públicas ante la ley), acudan ante la jurisdicción contencioso administrativa en
demanda contra el Estado Colombiano, con lo cual se asegura precisamente el
acceso a la justicia nacional y al derecho que tiene todo ciudadano a demandar
en reparación en igualdad de condiciones en su territorio y ante jueces
nacionales.

En síntesis debe tenerse presente que mientras en el fallido proceso


ordinario el demandado era Edmund Scott y el daño, la muerte de Cesar Julio
Cuervo, en este proceso, el demandando es el Estado Colombiano y el
fundamento es el desequilibrio de las cargas públicas ante la ley. Aquí, la muerte
de Cuervo solo se tendrá en cuenta como factor objetivo para el cálculo de la
indemnización a que haya lugar y no es materia de juicio la conducta de Scott.

B. La causa petendi y su prueba

En el caso sub-examine fueron aportados los siguientes medios de


convicción que interesan en la definición de la controversia:

1. Copia auténtica del croquis del accidente de tránsito fechada el


día 10 de 0ctubre de 1991 mediante la cual se registró que en la autopista norte a
la altura de la calle 114ª No. 33 fue arrollado el señor Cesar Julio Cuervo Pineda
con un vehículo de propiedad de la Embajada Norte Americana conducido por el
señor Edmund Scott Cowar.

2. El informe del accidente de tránsito fechado el 11 de octubre de


1991 suscrito por el agente Norbeiro Caicedo Parra y dirigido al Juez Quinto de
Instrucción Criminal Permanente de esta ciudad. De dicho informe se destaca lo
siguiente:

“Comedidamente me dirijo a usted para dejar constancia de lo


sucedido el día 10 del mes corriente en la autopista norte con calle
114ª-32, en sitio (sic) hubo un homicidio en accidente de tránsito
producido por un vehículo de la Embajada Americana.

“Se procedió con el procedimiento (sic) en cual obstaculizado por la


inmunidad que cubre a los Diplomáticos, cuya situación motivó a
que fuera imposible que se practicara cualquier examen de Beodez
o alcoholemia al conductor de dicho vehículo y cuyas placas son
CDO 744 y conducido por Tte Coronel Edmund Scott Cowan de la
Embajada Americana, y los señores de dicha embajada no quisieron
prestar ningún tipo de colaboración”. (fl. 36, C.p.)

3. Constancia del Ministerio de Relaciones Exteriores de la


República de Colombia, suscrita por el Director General de Protocolo, doctor
Jaime Acevedo Sánchez en la cual se indica que el propietario del automotor
distinguido con las placas CD 0744 es la Embajada Norte Americana, así mismo
se describe en dicho documento las características del automotor, en efecto se
anota:

“Que el vehículo tiene las siguientes características:

Marca: chevrolet Tipo: Astro Cargo Van


Modelo: 1989 Color: Beige y dorado
Serie: 1GCDM1528KB1 Placas: CD 0744
Manifiesto: 37315 fecha: agosto 3 de 1989
Aduana: Bogotá

“Se encuentra registrada ante la Dirección del Protocolo desde el día


24 de agosto de 1989 y figura como propietario la Embajada de los
Estados Unidos de Norte América.

“El vehículo fue importado con autorización de este Ministerio No. P-


085/89 del 18 de abril de 1989”. (folio 40, C.1)

4. La providencia dictada por la Corte Suprema de Justicia, Sala de


Casación Penal de abril 8 de 1992 en cuyo pronunciamiento se abstuvo la alta
Corporación de avocar el conocimiento y trámite de la investigación penal seguida
contra el teniente Edmund Scott Cowan por considerar que:

“El teniente Coronel Edmund Scott Cowan tiene rango diplomático y


como tal gozan de los privilegios e inmunidades concedidos a esta
clase de personal, es de rigor referir que el instrumento
internacional aludido prevé que la persona del agente diplomático es
inviolable, sin que pueda ser objeto de ninguna forma de detención
o arresto (art. XXIX)”. No estará de mas recordar que dentro de esta
misma preceptiva se advierte que “ … la inmunidad de jurisdicción
de un agente diplomático en el estado receptor, no le exime de la
jurisdicción del estado acreditante…” (art. XXXI, num 4º de la
Convención), lo cual significa que la conducta del funcionario queda
sometida a la autoridades judiciales de su propio país”. (fl. 45-46,
C.1)

5. El pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia, Sala de


Casación Civil, en auto de 8 de marzo de 1993 mediante la cual confirmó en
súplica ordinaria el auto de 16 de febrero de 1992 en virtud de la cual se rechazó
la demanda por falta de jurisdicción, presentada por los señores Vitelvina Rojas
Robles y otros contra la Embajada de los Estados Unidos de Norte América.

De dicha providencia se retiene el siguiente aparte:

“Por lo tanto, mediante los procedimiento diplomáticos pertinente,


El Estado, por conducto del Ministerio de Relaciones Exteriores (art.
XLI, num. 2 de la Convención) se encuentra en la obligación, en
primer lugar, de prevenir, evitar o impedir la violación de normas
colombianas … Y en segundo término, le corresponde al mismo
Estado en caso de violación, hacer que se respeten las leyes
colombianas, que en materia extracontractual prescribe que “el que
ha cometido un delito o culpa, que ha inferido daño a otro es
obligado a la indemnización …” (art. 2341 del C.C.), lo que se
traduce en el deber de procurar u obtener si fuere el caso, las
reparaciones o resarcimientos de los perjuicios correspondientes,
mediante seguridades previas (Vgr pólizas u otras garantías) o
cancelaciones posteriores. b) La tendiente a verificar u obtener de
acuerdo con los procedimientos y la fuerza ordinaria o especial de la
diplomacia, según fuere el caso, la renuncia expresa o tácita a la
inmunidad de jurisdicción (artículo XXXII), a fin de restablecer para
dichos efectos el imperio del poder jurisdiccional colombiano dentro
del territorio nacional. c) La de procurar, en defecto de la
efectividad de las acciones anteriores, que opere en consecuencia
el deber jurisdiccional a cargo del estado acreditante con relación a
los eventuales casos no sometidos a jurisdicción ni a solución
conforme al Estado Colombiano (artículo XXXI numeral 4º
Convención de Viena Citada) d) en últimas el Estado Colombiano
otorga la garantía de responder patrimonialmente por los daños
antijurídicos que sufran los habitantes de Colombia cuando resulta
causados por el hecho imputable de haber concedido la inmunidad
jurisdiccional correspondiente (artículo 90, inciso 1º de la Carta),
aun cuando resulte justificable en el campo de las relaciones
internacionales” (Página 62-64, C.P)

6. El escrito dirigido por el señor John B Craig Ministro Consejero de


la Embajada de los Estados Unidos de América al señor Rudesindo Rojas Robles
calendado el 12 de octubre de 1992, en virtud del cual le comunica la decisión
adoptada por la Embajada con respecto a la reclamación de perjuicios que el
citado ciudadano elevó por la muerte del señor Cesar Julio Cuervo Pineda, en el
accidente de tránsito con el teniente Coronel Edmund Scott Cowan. Al respecto
se retiene lo siguiente:

“La Embajada ha estudiado con cuidado el documento de solicitud


de perjuicios y todos los demás documentos adjuntos que ilustran
los hechos del accidente, el valor de los perjuicios estimados, y los
pronunciamientos de las autoridades judiciales colombianas sobre el
reconocimiento de la condición diplomática del Coronel Cowan y del
consiguiente fuero especial a que tiene derecho ante las autoridades
judiciales colombianas.

“Consideramos oportuno dejar constancia que el Coronel Cowan en


ninguna de sus actuaciones relacionadas con este deplorable
accidente quiso eludir ninguna responsabilidad al respecto, ni le
restó atención ni cooperación con las autoridades de tránsito, salvo
el ejercicio de los derechos de inmunidad diplomática contra la
detención de él y de su vehículo, que le garantizan la ley y las
autoridades colombianas por su condición de diplomático. Prueba
de esta cooperación del coronel con las autoridades judiciales es,
entre otras, el sometimiento voluntario al examen de alcoholismo
que le fue practicado por el médico de la unidad judicial en el lugar
del accidente, el cual dio resultado negativo, tal como aparece en la
anotación que hace el juzgado permanente en el acta de
levantamiento del cadáver.

“Además, el coronel portaba en regla sus documentos de identidad


y de tránsito, conforme a lo exigido por la ley Colombiana a los
diplomáticos. Así mismo, tiene los seguros de tránsito obligatorios
exigidos para él y su vehículo.

“La Embajada ha revisado con cuidado su solicitud y la


documentación proporcionada por las autoridades judiciales.
Desafortunadamente, lamenta no poder tomar ninguna acción
respecto a la familia del extinto, por considerar que la conducta del
Coronel Cowan en accidente estuvo ajustadas a las leyes
colombianas.” (fl. 49-50, C.1)

Conforme al texto del libelo esta demanda tiene como fundamento


de hecho tanto la muerte del esposo y padre de los demandantes, como la
aplicación de la ley 6ª de 1972. Una sana interpretación de la demanda impone
entender, como ya se dijo, que se acciona por las consecuencias derivadas de la
aplicación del precitado texto legislativo y que el deceso de Cuervo constituye
apenas una referencia obligada para el cálculo de la indemnización si a ella hay
lugar, atendiendo a su naturaleza del hecho dañino y la relación existente entre
el fallecido y los demandantes.

C. El régimen jurídico aplicable

La Convención de Viena es un tratado internacional suscrito por el


Estado Colombiano, regularmente incorporado a la legislación interna, con la
observancia de los procedimientos constitucionalmente establecidos y convertida
en le y 6ª de 1972.

De acuerdo con la constitución política, en su artículo 224, para la


validez de los tratados, éstos deberán ser aprobados por el Congreso de la
República, aunque a renglón seguido faculta al Presidente de la República para
darles aplicación provisional, cuando sean de naturaleza económica y comercial,
con cargo de enviarlos inmediatamente al Congreso para su aprobación.
Señálase pues un regla general y una excepción.

La Convención de Viena, aparte de su claridad normativa sobre la


inmunidad jurisdiccional de los agentes diplomáticos, fue incorporada a la
legislación nacional y por tanto no hay duda sobre su aplicación al caso sub-
análisis, para que por contera, se abra camino la causa de responsabilidad
patrimonial que contra el Estado nos ocupa.

La norma cuya aplicación se invoca es del siguiente tenor:


“Artículo XXXI
“1. El agente diplomático gozará de inmunidad de la jurisdicción
penal del Estado receptor. Gozará también de inmunidad su
jurisdicción civil y administrativa excepto si se trata:

“a. de una acción real sobre bienes inmuebles particulares radicados


en el territorio del estado receptor, a menos que el agente
diplomático lo posea por cuenta del estado acreditante para los fines
de la misión;

“b. De una acción sucesoria en la que el agente diplomático figure,


a título privado y no en nombre del estado acreditante, como
ejecutor testamentario, administrador, heredero o legatario;

“c. De una acción referente a cualquier actividad profesional o


comercial ejercida por el agente diplomático en el estado receptor,
fuera de sus funciones oficiales.

“2. El agente diplomático no está obligado a testificar.

“3. El agente diplomático no podrá ser objeto de ninguna medida de


ejecución, salvo en los casos previstos en los incisos a, b y c del
parágrafo 1 de este artículo y con tal de que no sufra menoscabo la
inviolabilidad de su persona o de su residencia.

“4. La inmunidad de jurisdicción de un agente diplomático en el


Estado receptor no le exime de la jurisdicción del Estado
acreditante”.

La Convención obedece a un acto complejo del Estado Colombiano


integrado por la intervención de las voluntades de dos autoridades estatales, a
saber, el Congreso y el Presidente de la República en ejercicio de sus funciones
de conformidad con los artículos 189 y 150 de la C.P. Conforme al artículo 82 del
C.C.A es competente la jurisdicción contencioso administrativa para conocer de
las consecuencias de su adopción como ley y de su aplicación en cumplimiento
de compromisos internacionales. Si bien el Estado colombiano es soberano para
el manejo de sus relaciones internacionales, ello no obsta para que ante la
jurisdicción contencioso administrativa colombiana pueda ser convocado a
responder por las consecuencias de sus actos que como en el caso presente se
trata de un acto complejo. Los privilegios que conceda a Estados o a sus
diplomáticos acreditados, corren a cargo de la Nación, y no sería equitativo que
revertieran a cargo de una persona en particular.

Si del cumplimiento del Tratado, que como en el caso particular que nos
ocupa deviene para los actores un perjuicio cuya autoría material radica en
cabeza de un agente diplomático, la Nación Colombiana debe asumir las
consecuencias patrimoniales derivadas del cumplimiento de sus obligaciones y
respecto de las relaciones diplomáticas entre los Estados. Entonces, se
encuentra claramente establecido el factor de imputación de la responsabilidad
impetrada respecto del ente demandado por su titularidad jurídica exclusiva y
excluyente para el manejo de las relaciones internacionales que
constitucionalmente implican una operación compleja con participación de las tres
ramas del poder público, a saber, el ejecutivo encabezado por el Presidente de
la República a quien corresponde la dirección de las relaciones internacionales y
por ende la negociación de los tratados; el legislativo que incorpora los tratados
internacionales como texto de derecho interno mediante leyes y el judicial
representado en el caso por la Corte Constitucional mediante el control
automático que ejerce sobre dichas leyes.

El ejercicio de la titularidad de las relaciones internacionales por parte del


Estado implica una actuación suya cuyas consecuencias conforme al art. 90 de la
C.P. deben ser por él asumidas y en el caso los afectados perdieron la
oportunidad de demandar al autor material del daño y al propietario del vehículo
automotor, todo lo cual justifica fehacientemente la responsabilidad patrimonial del
Estado Colombiano en la especie.

En todo caso, la garantía de acceder a la administración de justicia


(art. 229 de la C.P) no puede sufrir excepción y para que se haga efectiva en el
caso sub-judice se abre paso la demanda contra el Estado Colombiano quien
legítimamente conduce sus relaciones internacionales, asume obligaciones de la
misma estirpe mediante tratados, promulga, cumple y hace cumplir sus propias
leyes.

En el sub-judice, estima la Sala, que es pertinente aplicar el régimen


de la responsabilidad por daño especial, que es el que corresponde aplicar
cuando por la actividad legítima del Estado se causa un daño. En el caso
presente la incorporación a la legislación nacional del texto de la convención de
Viena de fecha del 18 de abril de 1961, en desarrollo de una operación compleja
de naturaleza pública consistente en la negociación y firma del dicho tratado, su
incorporación como ley nacional y la sujeción a los controles jurisdiccionales de
conformidad con la constitución y su aplicación produjo un daño consistente en el
desequilibrio de las cargas públicas que los actores no deben soportar.

La incorporación en el ordenamiento jurídico interno, de los tratados


internacionales, está regulada por la constitución política de 1991 y por las
Convenciones de Viena de 1969 y 1986, que son el derecho de los tratados en el
orden internacional. Para que dichos tratados se perfeccionen y produzcan
efectos en el orden nacional colombiano se pueden citar cuatro etapas que son
comunes para la aprobación de los tratados en el seno de la comunidad
internacional, a saber: la negociación, la suscripción o firma, los controles
internos por las otras ramas del poder público y finalmente la ratificación. En
Colombia el control interno es de dos tipos: el control político (art. 150 num. 16 de
la C.P) y el control jurídico (art. 241 de la C.P, num. 10).

La aplicación del texto normativo en el sentido de conferir la


inmunidad conduce a un enfrentamiento de derechos reconocidos por el
ordenamiento colombiano; de un lado la condición del diplomático que goza de la
inmunidad para ante los jueces colombianos y de otro lado el derecho que tienen
todos los residentes en Colombia para accionar ante sus jueces naturales para
que se respeten sus derechos, se les proteja o se les garantice conforme al
derecho positivo vigente, y demandar y ser demandados. Si excepcionalmente
como en este caso y por un tratamiento de privilegio conferido por el Estado a una
persona, atendidas sus calidades, se produce un desequilibrio en su favor y en
contra de otro que resulta damnificado y sin la posibilidad de demandar con
fundamento en el hecho dañino ante su juez natural, es claro que hay un
desequilibrio de las cargas públicas y que por ello el particular está habilitado para
demandar al Estado en reparación con fundamento en su actuar complejo como
ya se dijo.

En síntesis, puede afirmarse que el título de imputación jurídica


sobre el cual se edifica el juicio de responsabilidad para el Estado, lo constituye el
rompimiento del equilibrio de las cargas públicas, ocasionado por la actividad
legítima de autoridades estatales (Congreso y Presidente de la República), que
causa daño antijurídico, respecto del cual, el administrado no está en el deber de
soportar, pues la carga pública que debe ser colectiva, no debe correr a cargo de
una persona en particular. De ahí que sea equitativo, imponer al Estado en
representación de la sociedad, la obligación de reparar el perjuicio irrogado a los
actores. Esta solución no es cosa distinta que el cabal desarrollo y ejecución
lógica del principio de la igualdad ante la ley, previsto en el artículo 13 de la C.P.

D. Antecedentes Jurisprudenciales

a) En Francia.

Avalan el criterio expuesto, serios antecedentes jurisprudenciales


conocidos por la doctrina francesa sobre la materia que se estudia, relacionados
con la denominada responsabilidad del Estado “du fait des lois”, y la llamada
responsabilidad del Estado “du fait des traites ou accords internacionaux”
regularmente incorporados en el orden jurídico interno.

En efecto, la responsabilidad nacida por la entrada en vigor de una


ley se estudió con ocasión del fallo del Consejo de Estado Francés del 14 de
febrero de 1938, respecto de la Sociedad Anónima de productos lácteos “La
fleurette”, allí el juez administrativo condenó al Estado a pagar a un particular una
indemnización en reparación de un daño causado por la entrada en vigor de un
texto legislativo con fundamento en la ruptura de la igualdad de los ciudadanos
ante las cargas públicas, engendrada precisamente por la aplicación de la ley 29
de 1934. Esta jurisprudencia, que fue la culminación de un proceso iniciado con
el rechazo sistemático de toda posibilidad de responsabilidad del Estado por los
perjuicios directamente causados por la adopción de una ley comenzó con
sentencia del 11 de febrero de 1838 (Duchaletet), cuando el texto legislativo,
prohibía la fabricación del tabaco hechizo para proteger el monopolio del Estado
en la materia, pasando por la sentencia Couiteas a propósito de la ley 16 de
marzo de 1915 que prohibía la fabricación de abshinte así se llegó a la sentencia
del 4 de julio de 1989 (50 años después de la sentencia La fleurette), por la cual
el Consejo Constitucional tuvo la ocasión de afirmar la existencia de la
responsabilidad del estado legislador en el caso en que una ley crea un daño
especial y anormal en eventos relacionados con la modalidad de aplicación de las
privatizaciones, dejando sentado que tal responsabilidad se justifica por el
principio constitucional de la igualdad de todos ante las cargas públicas.

De otro lado la responsabilidad del Estado, comprometida en razón


de los tratados o acuerdos internacionales regularmente incorporados en el orden
jurídico interno, quedó expresada por el Consejo de Estado Francés en sentencia
de 30 de marzo de 1966 en el caso denominado Compañía General de Energía
Radio Eléctrica, fallo que mereció las siguientes consideraciones de esa
Corporación “que la responsabilidad del Estado es susceptible de comprometerse
con fundamento de la igualdad de los ciudadanos ante las cargas públicas, para
asegurar la reparación del perjuicio nacido de las convenciones suscritas por
Francia con otros Estados e incorporada regularmente en el orden jurídico
interno, a condición de una parte, que ni la convención misma ni la ley que ha
eventualmente autorizado la ratificación puedan interpretarse como habiendo
entendido excluir toda indemnización y de otra parte que el perjuicio por el cual se
demanda la reparación sea de una gravedad suficiente y presente un carácter
especial ….” (Droit Administratif, Jean Francois Lachaume, Les Grandes
Decisions de la jurisprudence. Themis. Puf, París 1993.

La extensión de la jurisprudencia citada en primer lugar, llamada “du


fait de lois” a los tratados internacionales, tuvo como reparo el hecho de que el
tratado continua siendo un acto internacional cuyo contencioso escapa a la
tradicional competencia de la jurisdicción administrativa. Sin embargo se optó por
mantener la competencia de la jurisdicción especializada atendiendo a que el
tratado regularmente incorporado en el orden jurídico interno produce efectos de
derecho y consecuencias que el juez administrativo puede apreciar en materia de
responsabilidad sin efectuar un juicio sobre la manera como el ejecutivo conduce
las relaciones internacionales del Estado.

b) En Portugal

En caso semejante el Consejo de Estado de Portugal, al resolver el


recurso No. 33534, con fecha 10 de mayo de 1994 acordó, con ocasión del
ejercicio del derecho indemnizatorio propuesto ante los tribunales portugueses
según las reglas generales de competencia, la responsabilidad civil
extracontractual del Estado Portugués, por acto efectuado materialmente por las
fuerzas armadas americanas estacionadas en las islas Azores. Dijo el alto
tribunal que por imperativo del numeral 5º del artículo 8º de la Convención Otan
los tribunales portugueses son internacionalmente incompetente para conocer de
las demandas indemnizatorias contra los Estado Unidos de América por daños
originados en los actos ilícitos culposos de sus fuerzas armadas estacionadas en
las Islas Azores, y “que para obviar el sacrificio que para los ciudadanos
nacionales, consistiría en la necesidad de, en tales casos, recurrir a los
tribunales americanos, el Estado portugués asume por la misma cláusula de la
convención referida la responsabilidad objetiva por el resarcimiento de tales
daños obligándose al pago de la indemnización respectiva”. (Recurso 33534 Rel.
C.E. José Da Cruz Rodríguez). Esta responsabilidad objetiva a cargo de Estado
Portugués fue retenida como una solución para compensar la renuncia que
aquella nación hizo a la jurisdicción de sus tribunales, y también para obviar la
onerosidad y dificultades que para sus nacionales constituía la exigencia de
recurrir a los tribunales americanos.

c) En Colombia

Esta Corporación ha construido una base jurisprudencial sólida


respecto del daño especial como fundamento de la responsabilidad patrimonial
del Estado, como cuando afirma que “el tribunal acertadamente manejó este
caso con base en el régimen de responsabilidad por daño especial, caracterizado
por presentarse en aquellas situaciones en las que la administración en desarrollo
de una actividad legítima afecta los derechos de una persona por el rompimiento
de la igualdad frente a la ley y a las cargas públicas, a cuya consecuencia se
causa daño especial al administrado, cuya situación particular no puede
enmarcarse dentro de un régimen distinto de responsabilidad” (sentencia de julio
16 de 1994, expediente No. 8965 C.P. Daniel Suárez Hernández).

En otro caso se dijo que con apoyo en la teoría del daño especial,
el Estado debe indemnizar el daño siempre que resulte anormal y excepcional en
relación con los que deben soportar los demás integrantes de la comunidad.
(sentencia de abril 19 de 1994. Expediente No. 7096, C.P. Juan de Dios Montes)

Igualmente esta Corporación con ponencia de quien elabora este


proyecto, en sentencia del 25 de septiembre de 1997 en el expediente No 10392,
actor Carmen Haydee González se precisó:

“El caso planteado en la demanda encuadra dentro del régimen de


responsabilidad que gobierna el daño especial. Para que dicha
figura jurídica tenga plena aplicación debe reunir los siguientes
elementos:

“1. Que el hecho administrativo que causa el daño provenga de una


actuación legítima de la administración amparada por la
normatividad legal vigente o la misma Constitución, que rompe la
igualdad frente a las cargas públicas que deben soportar
determinados administrados.

“Significa lo anterior que el quebrantamiento de la igualdad frente a


las cargas públicas imponga a ciertos administrados un mayor
sacrificio al que normalmente debe soportar los asociados en
general.

“2. Que se concrete un daño que lesiona un derecho jurídicamente


tutelado el cual debe revestir las condiciones de cierto, concreto y
particular.

“3. Y que haya un nexo de causalidad entre el hecho administrativo


legal y el perjuicio ocasionado.

“Lo dicho permite establecer que este régimen de responsabilidad


excluye la ilegalidad del acto administrativo, los casos de
responsabilidad por falta o falla del servicio de la administración y
también la derivada de las vías o actuaciones de hecho.

“En tales condiciones se exige que para hablar del daño especial
como presupuesto de responsabilidad de la administración este
debe ser anormal, excepcional y superior al que normalmente
deben sufrir los ciudadanos en razón de la especial naturaleza de
los poderes y actuaciones del Estado, es decir, que solo unos
pocos ciudadanos resultan sacrificados en su patrimonio como
contrapartida de que la comunidad obtenga beneficios que le
representa un mejoramiento en la calidad y prestación de los
servicios.

Por todo lo anterior es claro que, teniendo los nacionales derecho a


que se respete su integridad personal y patrimonial y a ejercer las acciones de ley
para el restablecimiento de sus derechos conculcados , en igualdad de
condiciones, en el caso presente los demandantes experimentan una doble
limitación por virtud del privilegio de inmunidad jurisdiccional conferido por el
Estado Colombiano. De un lado porque quedan privados de la posibilidad de
demandar en Colombia la reparación a que tienen derecho, en acción contra el
ejecutor material del daño y de otra parte porque consecuencialmente se
desequilibraron las cargas públicas que deben soportar todos los ciudadanos en
igualdad de condiciones, al imponérseles la necesidad de demandar ante la
justicia del estado acreditante, lo cual sí está permitido por la Convención de
Viena, salvo renuncia a la inmunidad en los términos allí establecidos, hecho que
no ocurrió en este caso.

Al aceptar la responsabilidad del Estado en el caso concreto que se


falla, no se prohíja sin beneficio de inventario la expresión optimista de León
Duguit según la cual el Estado debe ser un asegurador por vía general, pues se
trata de una situación excepcional; tampoco se comparte la apreciación del
Ministerio Público según la cual el Estado habría abdicado su soberanía al
conceder una inmunidad jurisdiccional al Cuerpo Diplomático, pues precisamente
en ejercicio de ella desarrolló la actividad compleja que dio origen a este proceso.

Al respecto vale recordar el pensamiento del maestro Hauriou


cuando afirma:

“Hay dos correctivos de la prerrogativa de la administración


reclamados por el instinto popular, cuyo sometimiento respecto del
poder público puede formularse en estos dos brocardos: QUE
HAGA, PERO QUE OBEDEZCA LA LEY; que HAGA, PERO QUE
PAGUE EL PERJUICIO”.

E. La Legitimación.

Por activa, los documentos allegados dan certeza del matrimonio


que el 1º de julio de 1945 contrajo la demandante Vitelvina Rojas Robles con el
hoy occiso Cesar Julio Cuervo Pineda en el estado de Táchira, República de
Venezuela (f. 19), y registrado el 17 de marzo de 1993 en la Notaria 1ª del circulo
de Bogotá. Y con los registros civiles de nacimiento de los actores Grace Kelly y
Cesar Augusto Cuervo Rojas se probó que son hijos del finado Cesar Julio
Cuervo Pineda, fallecido el 10 de octubre de 1991. Que Grace Kelly nació el 24
de junio de 1975 y por tanto contaba con 15 años de edad al producirse la muerte
de su padre, mientras que Cesar Augusto, quien nació el 18 de abril de 1984
tenía 7 años de nacido.

Por pasiva, la Nación estuvo representada en este caso por los


Ministros del Interior y Relaciones Exteriores respectivamente. Para los fines que
interesan al proceso, se sabe que por expresa disposición del art. 149 del C.C.A
el Congreso de la República es representado por el Ministro del Interior, mientras
que en todo aquello que se relaciona con la suscripción de Tratados
Internacionales su esfera compete al Ministerio de Relaciones Exteriores, entidad
administrativa que para el caso particular, y en atención al postulado del art. 115
de la Constitución, junto con el Presiente de la República constituye gobierno.
Sobre la calidad del agente dañino, la Sala aprecia el informe de
accidentes de la Secretaría de Tránsito (f. 33) según el cual el automotor que
arrolló al occiso Cesar Julio Cuervo se distingue con las placas CD-0744 y era
conducido por el Teniente Coronel Edmund Scott Cowman, quien por información
del Ministro Consejero de la Embajada de Estados Unidos de América “era
miembro diplomático acreditado de la misión militar de los Estados Unidos en
Colombia”.

La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia tiene establecido que


“no solo los agentes diplomáticos tienen inmunidad de jurisdicción, con las
salvedades referidas, sino que también la tienen los Estados, según principios y
costumbres de Derecho Internacional, sobre todo porque no resultaría lógico que
la tuviese el agente diplomático y no la tuviese el Estado acreditante. Y, por lo
demás, se ha sostenido por la doctrina internacional, que los Estados deben
gozar de inmunidad de jurisdicción, en razón de principios como los de
soberanía, independencia e igualdad jurídica”. (auto de 12 de junio y 12 de
agosto de 1992 proferidos por la Sala de Casación Civil).

Apelando al contenido del literal e) del art. 1º de la Convención de


Viena sobre Relaciones Diplomáticas, se tiene que “por agente diplomático se
entiende el jefe de la misión o un miembro del personal diplomático de la misión”.

Antes de cerrar este capítulo conviene destacar que el Director


General de Protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores certificó (fl. 40) que
el vehículo chevrolet modelo 1989, color beige y dorado, distinguido con las
placas CD-0744 “se encuentra registrado ante la dirección de protocolo desde el
día 24 de agosto de 1989 y figura como propiedad de la Embajada de los Estados
Unidos de América”.

F. El daño

Aunque consistente el daño, como ya se dijo, en el rompimiento del


equilibrio de las cargas públicas, es preciso referirlo materialmente a todos los
hechos de la causa petendi para el cálculo de la indemnización.

Con el acta de levantamiento fechada el 11 de octubre de 1991,


distinguida con el No. 1297, (fl. 35) se probó el hecho de la trágica muerte de
Cesar Julio Cuervo Pineda. Y para compensar los perjuicios que reclama la parte
actora, aquí se ha visto que el Tribunal de Cundinamarca reconoció perjuicios
materiales para cada uno de los actores del proceso con sujeción a los ingresos
permanentes del occiso Cesar Julio Cuervo Pineda. Así, el fallador a-quo
reconoció que para la época de su fallecimiento, Cuervo Pineda se encontraba
laboralmente vinculado con dos entidades oficiales, razón por la cual consideró
que:

“En consecuencia la indemnización se liquidará tomando los


ingresos de 1991 provenientes del ICEL ($253.662.90 mensuales)
sumándolos a lo percibido como docente ($192.595.oo mensuales),
para un total mensual de $446.258.oo
“De la suma total mensual se descontará un 25% que se considera
destinado a los gastos personales de la víctima, obteniéndose la
suma de $334.693.50 que se dividirá en tres partes: el 50% para la
esposa y el 25% para cada uno de los hijos de donde la base para la
indemnización de la cónyuge es de $167.346.75 y la de cada uno
de los hijos $83.673.37

“La indemnización de la esposa corresponderá desde la fecha de la


muerte, 10 de octubre de 1991, hasta la vida probable de la víctima
por ser ésta última la de mayor edad según los documentos
allegados. La de los hijos corresponderá hasta que cada uno de
ellos llegue a la edad de 18 años, tal como lo ha venido señalando
la jurisprudencia. Para la liquidación se aplicarán las fórmulas de
matemáticas financieras de común uso en estos casos y las
indemnizaciones se dividirán en histórica o consolidada y futura.

Alega el impugnante que con las declaraciones vertidas a folio 26 y ss


del C.2 se probaron otras fuentes de subsistencia que el occiso derivaba de la
actividad agrícola, lo cual en principio podría ser cierto. Sucede sin embargo que
los testimonios de Vicente y Cecilio Caro Cruz tan solo dan a entender que el
occiso utilizaba una franja aproximada de 3 hectáreas de terreno que heredó de
su padre, ubicada en jurisdicción de Ciénaga (Boyacá), para cultivar en
compañía de aquéllos ciertas variedades como papa, fríjol y alverja. Y que los
ingresos netos para Cesar Julio Cuervo oscilaban entre $600.000 y $700.000
por cosecha.

En tales circunstancias no puede afirmarse que desde el punto de


vista probatorio los ingresos que así se registraron con carácter ocasional deban
ser tenidos como permanentes, pues el aspecto contingente de las actividades
agrícolas hace necesario acreditar contable y tributariamente el ingreso real. Al
parecer olvidó el apelante que a folio 30 del cuaderno principal aparecen dos
declaraciones extrajuicio según las cuales Martha Leonor Pardo y Alfonso de
Jesús Díaz reconocen que “Cesar Julio no tenía ingreso diferente al de su
profesión como docente, lo cual le servía para su congrua subsistencia”.

Perjuicios materiales para la señora Vitelvina Rojas R

En lo que se refiere a la estimación de estos perjuicios en favor de la


señora Vitelvina Rojas Robles se aprecia que el a-quo al desarrollar las
operaciones de liquidación del lucro cesante trabajó con estricta sujeción a las
pautas trazadas por la jurisprudencia de la Corporación. Y si tanto las
operaciones desarrolladas por el tribunal como el resultado obtenido no ameritan
objeción, la Sala simplemente actualizará los montos reconocidos en favor de la
demandante, precisando que lo hará con apoyo en el I. P.C suministrado por el
DANE teniendo en cuenta para ello el último índice referido en la sentencia
(405,60, enero/95) y el que corresponde al mes de julio de 1998 (780.20), para lo
cual se tendrá presente la siguiente fórmula:
Vp = Vh Indice final (julio/98) 780.91
índice inicial (enero/95) 405.60

Vp = 68’207.526.81 x 1.92

VP = 131’321.350.50

En los anteriores términos se reconocerá en favor de la señora


Vitelvina Rojas Robles por concepto de perjuicios materiales la cantidad de
$131’321.350.50.

Perjuicios materiales para los menores Grace Kelly y Cesar Augusto


Cuervo Rojas

La Sala estima razonable, en este caso en particular, conforme lo


solicita el apelante, reconocer perjuicios materiales en la modalidad de lucro
cesante en favor de los menores Grace Kelly y Cesar Augusto Cuervo Rojas
hasta que estos cumplan los 25 años de edad. Aparece acreditado testimonial y
documentalmente que los actores dependían económicamente de la víctima. Se
trataba de una familia que gozaba de especiales condiciones sociales y culturales,
con aspiraciones académicas y profesionales, tanto que el padre desempeñaba
la docencia en el Colegio Distrital Antonio Nariño, había culminado estudios en
pedagogía matemática e ingeniería de sistemas. Los hijos cursaban el
bachillerato y la primaria con perspectivas de llegar a ingresar a la educación
profesional con apoyo cierto del padre. Tan es así que luego de la muerte de su
progenitor la menor Grace Kelly ingresó a la Universidad Jorge Tadeo Lozano a
cursar la carrera de Biología Marina, según constancia visible a folio 126,
matrícula cuyo costo a abril de 1993 fue de $452.201. Y el menor Cesar
Augusto continuó sus estudios en el colegio Louis de Broglie de esta ciudad,
según constancia que obra a folio 127 del C.1.

Ese entorno familiar trasmite a la Corporación la convicción de que


los menores sin duda alguna hubieran recibido ayuda económica por parte de su
progenitor hasta cumplir los 25 años, edad en la que los hijos suelen concluir los
estudios suficientes para permitirles atender su manutención. La liquidación se
efectuara con base en los siguientes criterios.

1. Se tendrá en cuenta que la víctima percibía como ingresos


mensuales la suma de $446.258, del que se descuenta el 25% ya que se
presume que dedicaba este monto para su sostenimiento. El valor resultante, es
decir, la cantidad de $334.693.50 se distribuye la mitad para la cónyuge, es decir
$167.346.75, y la otra mitad para los dos hijos menores, esto es, el monto de
$83.673.37.

2. La indemnización de perjuicios según el criterio atrás establecido


favorece a cada uno de los menores Grace Kelly y Cesar Augusto Cuervo Rojas
hasta la edad de 25 años.

3. Se actualiza la suma que beneficia a cada uno de los menores


de conformidad con el índice de precios al consumidor suministrados por el DANE
el cual para la época de los hechos marcó 205.59 y por otra parte el que rige
para el mes de julio de 1998 (780.91).

Siguiendo las pautas atrás señaladas se procede de conformidad


con las siguientes operaciones aritméticas y teniendo en cuenta las fórmulas
aceptadas por esta Corporación:

Vp = Vh índice final (julio/98) 780.91


índice inicial (octu/91) 205.59

Donde,

Vp = valor presente que se busca

Vh = valor histórico

If = índice final

Ii = Indice inicial

Reemplazando se tiene:

Vp = $83.673.37 x 780.91
205.59

Vp = $83.673.37 x 3.79

Vp = $317.823.68

4º. Se calculan dos períodos a) vencido, causado o consolidado


que transcurre desde el 10 de octubre de 1991, fecha de los hechos, hasta el 31
de julio de 1998 (81.7 meses) y b) el futuro o anticipado que corre desde el 1º
de agosto de 1998 hasta la fecha en que cada uno de los menores cumplirían los
25 años de edad.

PERIODO CAUSADO O VENCIDO

Acorde con lo anterior para calcular la liquidación correspondiente al


período vencido, causado o consolidado para cada de los menores, se aplica la
fórmula:

S = Ra (1 + i)n
i

Donde,

S = indemnización vencida

i = interés técnico legal del 6% anual, ó 0.004867 mensual.


n = tiempo para liquidar - Número de meses -

Ra = renta actualizada

Sustituyendo tenemos:
81.7 -
S = $317.823.68 ( 1 + 0.004867) 1
0.004867

S = $317.823.68 x 0.48686427
0.004867

S = $317.823.68 x 100.03 = $31’793.095.18

Según la liquidación precedente a cada uno de los menores Grace


Kelly y Cesar Augusto Cuervo Rojas por el período causado les corresponde la
cantidad de $31’793.095.18.

PERIODO FUTURO O ANTICIPADO

A) El menor Cesar Augusto Cuervo Rojas nació en abril 18 de


1984. Este período se calcula desde el 1º de agosto de 1998 hasta el día en el
cual se espera el menor cumpla los 25 años de edad. Es decir, un total de 128.6
meses, para liquidar los perjuicios se aplica la formula tradicionalmente aceptada
por esta Corporación a saber:

S = Ra (1 + i)n
i (1 + i)n

Donde,

S = suma que se deduce


Ra = Renta acuatizada
i = interés técnico legal del 6% anual o 0.004867 mensual
n = número de meses

Sustituyendo tenemos:

S = $317.823.68 x (1 + 0.004867)128.6 - 1
0.4867 (1 + 0.004867) 128.6

S = $317.823.68 x 0.86708428
0.009087099

S = 317.823.68 x 95,419

S = 30’326.500.98

La menor Grace Kelly Cuervo Rojas nació el 24 de junio de 1975.


Este período se calcula desde el 1º de agosto de 1998 hasta el día en el cual se
espera la menor cumpla los 25 años de edad, junio 24 del año 2000. Es decir,
un total de 22.8 meses. Para liquidar los perjuicios se aplica la formula
tradicionalmente aceptada por esta Corporación a saber:

S = Ra (1 + i)n
i (1 + i)n

Sustituyendo tenemos:

S = 317.823.68 x (1 + 0.004867)22.8 -1
0.004867 (1 + 0.004867) 22.8
S = 317.823.68 x 0.117057988
0.005436321

S = 317.823.68 x 21.53

S = $6’843.058.62

Resumen perjuicios materiales:

1. Para Cesar Augusto Cuervo Rojas

a) Indemnización debida $31’793.095.18

b) Indemnización futura $30’326.500.98

TOTAL $62’119.596.16

2) Para Grace Kelly Cuervo Rojas

a) Indemnización debida $31’793.095.18

b) Indemnización futura $ 6’843.058.62

TOTAL $38’636.153.80

En fin, la Sala confirmará, pero haciendo hincapié en la precisión


doctrinaria y fundamentos aquí consignados.

En mérito de lo expuesto, el Consejo de Estado, Sala Plena de lo


contencioso Administrativo administrando justicia en nombre de la República y
por autoridad de la ley,

F A L L A:
1. Confírmanse los numerales 1º, 3º, 4º y 5º. de la sentencia
proferida por el Tribunal Administrativo de Cundinamarca el 9 de febrero de 1995
por las razones dadas en los considerandos de este proveído.

2. Modificase el numeral 2º de la sentencia del rubro el cual quedará


así:

Como consecuencia de la anterior declaración condénase a la


Nación Ministerios de Gobierno y Relaciones Exteriores a pagar por concepto de
perjuicios morales, el equivalente el pesos de un mil (1000) gramos de oro fino
en favor de cada uno de los demandantes, Vitelvina Rojas Robles, Grace Kelly
Cuervo Rojas y Cesar Augusto Cuervo Rojas.

El precio del gramo oro será el que certifique el Banco de la


República para la fecha de ejecutoria de esta providencia.

Condénase igualmente a los Ministerios de Gobierno y Relaciones


Exteriores a pagar por concepto de perjuicios materiales en la modalidad de lucro
cesante en favor de la señora Vitelvina Rojas Robles la suma de CIENTO
TREINTA Y UN MILLONES TRESCIENTOS VEINTIUN MIL TRESCIENTOS
CINCUENTA PESOS CON CINCUENTA CENTAVOS ($123’321.350.59).

En favor del Menor CESAR AUGUSTO CUERVO ROJAS la suma de


SESENTA Y DOS MILLONES CIENTO DIECINUEVE MIL QUINIENTOS
NOVENTA Y SEIS PESOS CON 16/100 ($62’119.596.16).

Igualmente en favor de la menor GRACE KELLY CUERVO ROJAS la


suma de TREINTA Y OCHO MILLONES SEISCEINTOS TREINTA Y SEIS MIL
CIENTO CINCUENTA Y TRES PESOS CON 80/100 ($38’636.153.80)

3º. Para el cumplimiento de esta sentencia expídanse copias con


destino a las partes con precisiones del art. 115 del código de procedimiento civil
y con observancia de lo preceptuado en el art. 37 del decreto 359 de 22 de
febrero de 1995. Las copias destinadas a la parte actora serán entregadas a su
apoderado judicial que ha venido actuando en el proceso.

4º Ejecutoriada esta providencia, devuélvase el expediente al


tribunal de origen.

COPIESE, COMUNIQUESE, NOTIFIQUESE Y CUMPLASE

Dolly Pedraza de Arenas


Presidente

Mario Alario Méndez Ernesto Rafael Ariza Muñoz


Germán Ayala Mantilla Germán Rodríguez Villamizar

Jesús María Carrillo Ballesteros Julio Enrique Correa Restrepo

Miren de la Lombana de Magyaroff Javier Díaz Bueno

Silvio Escudero Castro Clara Forero de Castro

Delio Gómez Leyva Roberto Medina López

Ricardo Hoyos Duque Luis Eduardo Jaramillo

Carlos Arturo Orjuela Nicolás Pájaro Peñaranda

Libardo Rodríguez Rodríguez Daniel Manrique Guzmán

Daniel Suárez Hernández Manuel Santiago Urueta

Juan Alberto Polo Figueroa Juan De Dios Montes Hernández

Mercedes Tovar de Herrán


Secretaria General

RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR EL HECHO DEL LEGISLADOR -


Inexistencia / TRATADO INTERNACIONAL - Acatamiento / DAÑO
ANTIJURÍDICO - Privación de demandar por daño material

En el presente caso no existe responsabilidad patrimonial del Estado colombiano


por el hecho del legislador, o por una falla del servicio legislativo, por cuanto la
conducta legislativa se ajustó a la Constitución y a la ley. En efecto, la actividad
del Estado en el presente caso fue legítima, desarrolló lo normado en un tratado
de derecho internacional, fundado en propósitos nobles y loables, cuales son el
necesario respeto de las relaciones diplomáticas entre los Estados; que han
existido siempre como un principio del derecho de gentes, incluso
independientemente de las previsiones que las legislaciones nacionales o
internacionales hubieren realizado sobre el punto. Este propósito que se refleja
en la Conversación de Viena, lo acogió el Estado colombiano en ejercicio de una
actividad legítima, que no lo exime del deber de reparar los daños antijurídicos
que causen con ellos, pues el artículo 90 de la Constitución Política consagró la
responsabilidad patrimonial del Estado, por los daños antijurídicos que le sean
imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades públicas. En
el caso sub lite está presente el daño antijurídico que se materializa en la
imposibilidad en que se encontraron los demandantes, para perseguir ante el juez
natural competente la declaratoria de responsabilidad y su correspondiente
indemnización, del directo causante del daño. No obstante, se precisa que el
papel del legislador formó parte del proceso de adopción de los principios y
normas internacionales contenidos en el tratado, pero su actividad no fue la que
produjo el daño. Por virtud de la participación del ejecutivo, legislativo y del poder
judicial colombiano, se privó a la víctima de la posibilidad de demandar
directamente al dañador material para pretender la indemnización del daño y por
ello debe responder patrimonialmente el Estado colombiano. NOTA DE
RELATORIA Reitera lo expuesto en sentencia de 8 de septiembre de 1198
expediente IJ - 002

CONSEJO DE ESTADO

SALA PLENA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

ACLARACION DE VOTO DEL DOCTOR DANIEL SUAREZ HERNANDEZ

Radicación número: IJ 001

Consejero Ponente: JESUS MARIA CARRILLO BALLESTEROS

Actor: VITELVINA ROJAS ROBLES

Referencia: Providencia aprobada en la sesión del 25 de agosto de 1.998.

Aunque compartí la decisión de la Sala y la mayor parte de los


fundamentos de la providencia, considero necesario hacer la siguiente precisión:

En el presente caso no existe responsabilidad patrimonial del estado


colombiano por el hecho del legislador, o por una falla del servicio legislativo, por
cuanto la conducta legislativa se ajustó a la Constitución y a la ley. En efecto, la
actividad del estado en el presente caso fue legítima, desarrolló lo normado en un
tratado de derecho internacional, fundado en propósitos nobles y loables, cuales
son el necesario respeto de las relaciones diplomáticas entre los Estados; que
han existido siempre como un principio del derecho de gentes, incluso
independientemente de las previsiones que las legislaciones nacionales o
internacionales hubieren realizado sobre el punto.

Este propósito que se refleja en la Convención de Viena, lo acogió el


estado colombiano en ejercicio de una actividad legítima, que no lo exime del
deber de reparar los daños antijurídicos que se causen con ello, pues el artículo
90 de la Constitución Política consagró la responsabilidad patrimonial del estado,
por los daños antijurídicos que le sean imputables, causados por la acción o la
omisión de las autoridades públicas.

En el caso sublite, está presente el daño antijurídico que se materializa en


la imposibilidad en que se encontraron los demandantes, para perseguir ante el
juez natural competente la declaratoria de responsabilidad y su correspondiente
indemnización, del directo causante del daño. No obstante, se precisa que el
papel del legislador formó parte del proceso de adopción de los principios y
normas internacionales contenidos en el tratado, pero su actividad no fue la que
produjo el daño. Así quedó expuesto en el fundamento jurídico de la
responsabilidad patrimonial del estado colombiano, declarada en sentencia de
septiembre 8 de 1998, proceso IJ 002, actor Leonor Judith Fandiño de Tarazona,
del cual fui ponente.

Entonces se afirmó:

“..desde el punto de vista de la aprobación de la convención, no es


predicable la existencia de un error legislativo en la ley 6° de 1972, que dicho sea
de paso se limitó a aprobar el texto íntegro de la Convención de Viena, sobre
inmunidad de jurisdicción , elaborada y fruto de la conferencia realizada en Viena
el 18 de abril de 1961, a más de que no podría endilgarse omisión en la labor
legislativa, bajo el entendido de que las leyes internas no podrían modificar,
derogar o suspender un tratado internacional, lo cual no significa, desde luego,
que la necesidad de cumplir con los convenios internacionales impida que a nivel
interno, en caso de conflicto entre los intereses nacionales con respecto a las
obligaciones internacionales, no pueda ser objeto de revisión observando los
procedimientos adecuados para ello que tiendan a una eventual modificación o
enmienda del tratado o convenio.” (fl 30).

En síntesis, por virtud de la participación del ejecutivo, del legislativo y del


poder judicial colombiano, se privó a la víctima de la posibilidad de demandar
directamente al dañador material para pretender la indemnización del daño y por
ello debe responder patrimonialmente el estado colombiano.

DANIEL SUAREZ HERNANDEZ

Fecha: ut supra

RESPONSABILIDAD POR DAÑO ESPECIAL - Inmunidad jurisdiccional de


agente diplomático / DAÑO ANTIJURÍDICO - Cumplimiento de tratado
internacional

Considero que ha debido reafirmarse que en el presente caso el fundamento de la


responsabilidad estatal no puede ser otro que el daño antijurídico causado por las
autoridades públicas (art. 90 constitución Política), que han privado del derecho
de acceso a la justicia a quienes han padecido la lesión de uno de sus derechos.
El título de imputación aquí sería el daño especial que la actividad legítima del
Estado de acatar las reglas y pactos del derecho internacional puede causarle a
los asociados al imponerles la carga de demandar en el territorio del estado
causante del daño y consecuencialmente, impedirles el acceso al aparato judicial
nacional.

DERECHO DE ACCESO A LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA - Aplicación de


la excepción de inconstitucionalidad
Afirmar que el derecho de acceso a la administración de justicia "no puede sufrir
excepción alguna" equivale a decir que la ley que lo contenga es inconstitucional y
por lo tanto, cualquier juez en un caso particular estaría llamado a inaplicarla ( art.
4º Constitución Política) y a abrirle paso a la acción que se intentase en contra de
un estado extranjero por los actos o hechos producidos en nuestro país. Tal
privilegio no es inconstitucional no sólo porque está fundamentado en el artículo 9
de la Carta Política en cuanto constituye un principio general de derecho
internacional, sino porque en las diferentes oportunidades en las que la Corte
Constitucional se ha pronunciado en relación con el mismo lo ha encontrado
ajustado a la Constitución.

RESPONSABILIDAD POR EL HECHO DE LA LEY - Antecedentes

Si bien es cierto que en la jurisprudencia francesa la responsabilidad por el hecho


de las leyes arranca con el célebre caso la fleurette del 14 de febrero de 1938, ya
en Colombia desde al año de 1910, en el acto legislativo Nº3, art.4º, norma que
hoy recoge el art. 336 de la actual Constitución se había señalado que "ninguna
ley que establezca el monopolio podrá aplicarse antes de que hayan sido
plenamente indemnizados los individuos que en virtud de ella deban quedarse
privados del ejercicio de una industria lícita"

CONSEJO DE ESTADO
SALA PLENA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

Radicación número: IJ-001

Actor: VITELVINA ROJAS ROBLES

ACLARACION DE VOTO

No obstante compartir la decisión de la Sala, estimo que frente a un asunto


de tanta trascendencia en el cual se involucran diferentes aspectos concernientes
a la responsabilidad del Estado derivada de la aplicación de tratados
internacionales aprobados por el Congreso Nacional, el título de imputación
jurídica ha debido quedar definido con toda claridad a fin de darle certeza y
seguridad a la evolución jurisprudencial en la materia.

1. Se afirma en la motivación del fallo que “en todo caso, la garantía de


acceder a la administración de justicia (art. 229 de la C.P.) no puede sufrir
excepción y para que se haga efectiva en el caso sub-judice se abre paso la
demanda contra el Estado Colombiano quien legítimamente conduce sus
relaciones internacionales, asume obligaciones de la misma estirpe mediante
tratados, promulga, cumple y hace cumplir sus propias leyes.”

Esta aseveración desconoce que la inmunidad de jurisdicción es un


principio general de derecho internacional que tiene respaldo en el art. 9 de la
Carta Política, que se funda en los principios de soberanía e independencia
expresado en el aforismo par in parem non habet imperium.
Así mismo, afirmar que el derecho de acceso a la administración de justicia
“no puede sufrir excepción alguna” equivale a decir que la ley que lo contenga es
inconstitucional y por lo tanto, cualquier juez en un caso particular estaría llamado
a inaplicarla (art. 4º Constitución Política) y a abrirle paso a la acción que se
intentase en contra de un estado extranjero por los actos o hechos producidos en
nuestro país.

Tal privilegio no es inconstitucional no sólo porque está fundamentado en el


artículo 9 de la Carta Política en cuanto constituye un principio general de derecho
internacional, sino porque en las diferentes oportunidades en las que la Corte
Constitucional se ha pronunciado en relación con el mismo lo ha encontrado
ajustado a la Constitución. (Véanse entre otras sentencias C-203 de 1995, C-137
y 442 de 1996)

2. Si bien es cierto que en la jurisprudencia francesa la responsabilidad por


el hecho de las leyes arranca con el célebre caso la fleurette del 14 de febrero de
1938, ya en Colombia desde el año de 1910, en el acto legislativo No. 3, art. 4º,
norma que hoy recoge el art. 336 de la actual Constitución se había señalado que

“ninguna ley que establezca el monopolio podrá aplicarse antes de


que hayan sido plenamente indemnizados los individuos que en virtud
de ella deban quedarse privados del ejercicio de una industria lícita”

3. Considero que ha debido reafirmarse que en el presente caso el


fundamento de la responsabilidad estatal no puede ser otro que el daño
antijurídico causado por las autoridades públicas (art. 90 Constitución Política),
que han privado del derecho de acceso a la justicia a quienes han padecido la
lesión de uno de sus derechos. El título de imputación aquí sería el daño especial
que la actividad legítima del Estado de acatar las reglas y pactos del derecho
internacional puede causarle a los asociados al imponerles la carga de demandar
en el territorio del estado causante del daño y consecuencialmente, impedirles el
acceso al aparato judicial nacional.

RICARDO HOYOS DUQUE


INMUNIDAD JURISDICCIONAL DE LOS AGENTES DIPLOMÁTICOS -
Implicaciones / RESPONSABILIDAD POR DAÑO ANTIJURÍDICO - Inmunidad
Diplomática / DERECHO DE ACCESO A LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA -
Instancia de restricción por inmunidad jurisdiccional

La ley 6ª de 1972 aprobó la Convención de Viena de 1969 sobre inmunidad


jurisdiccional de los Agentes Diplomáticos. Este concepto, el de inmunidad,
implica un privilegio que el Estado le reconoce a quienes representan a otras
naciones ante nuestro país; y en mi sentir, lo que acontece es que aquél asume la
responsabilidad que se deriva de los hechos antijurídicos a través de los cuales
esas personas causen daño a otras, como si se tratara de un agente suyo. En
efecto, considero que esa responsabilidad emana del artículo 90 de la
Constitución Política, en concordancia con el 9º, 224 y 229 del mismo estatuto.
Por eso no comulgo con la teoría de que exista una restricción del derecho de
acceso a la administración de justicia, no obstante que deba recurrirse a la
jurisdicción contencioso administrativa y no a la civil, que podría señalarse como
la natural en los casos en que no existe esa inmunidad.
ACLARACION DE VOTO DEL CONSEJERO CARLOS ARTURO ORJUELA
GONGORA A LA SENTENCIA DICTADA EL 25 DE AGOSTO DE 1.998 EN EL
EXPEDIENTE Nº IJ-001.- POR IMPORTANCIA JURIDICA.- ACTORA:
VITELVINA ROJAS ROBLES.-

Santafé de Bogotá, D. C., septiembre dieciocho (18) de mil novecientos


noventa y ocho (1.998).

Aunque compartí lo resuelto en este asunto, considero conveniente aclarar mi


voto en relación con los siguientes aspectos:

· La ley 6ª de 1972 aprobó la Convención de Viena de 1969 sobre inmunidad


jurisdiccional de los agentes diplomáticos. Este concepto, el de inmunidad,
implica un privilegio que el Estado le reconoce a quienes representan a otras
naciones ante nuestro país; y en mi sentir, lo que acontece es que aquél
asume la responsabilidad que se deriva de los hechos antijurídicos a través
de los cuales esas personas causen daño a otras, como si se tratara de un
agente suyo.

· En efecto, considero que esa responsabilidad emana del artículo 90 de la


Constitución Política, en concordancia con el 9º, 224 y 229 del mismo
estatuto.

· Por eso no comulgo con la teoría de que exista una restricción del derecho de
acceso a la administración de justicia, no obstante que deba recurrirse a la
jurisdicción contencioso administrativa y no a la civil, que podría señalarse
como la natural en los casos en que no existe esa inmunidad.

· De otro lado, pienso que el criterio de que en el caso de los hijos la


indemnización debe comprender su derecho a ser protegidos en lo que se
refiere a su educación y los aspectos concomitantes hasta los 25 años, no
debe adoptarse como insular, sino como derrotero para todos los eventos
similares.

Con todo comedimiento,

CARLOS ARTURO ORJUELA GONGORA

RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR INMUNIDAD DIPLOMÁTICA -


Inexistencia / PRIVACIÓN DEL DERECHO DE ACCESO A LA
ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA - Daño antijurídico

Para el caso, el daño que debe indemnizarse es el que ha causado la Nación en


cuanto a través de sus órganos, obrando conforme a derecho y en ejercicio de
sus potestades, otorgó al agente diplomático inmunidad de jurisdicción y con ello
privó injustamente al particular de su derecho a acceder a la administración de
justicia, que garantiza el artículo 229 de la Constitución, para obtener la
reparación del daño que le causó el agente diplomático. El daño que así causa la
Nación es un daño antijurídico, en los términos del artículo 90, porque el particular
no está jurídicamente obligado a padecerlo. La Nación no es responsable de los
daños causados por los agentes diplomáticos, sino del que infiere en cuanto priva
al damnificado del derecho de acceder a la justicia para obtener el resarcimiento
del daño causado por el agente diplomático. El daño causado por el agente
diplomático desde luego, ha de tenerse en cuenta, pero solo porque determina la
medida del daño que se causa con la privación del acceso a la justicia. La Nación
debe indemnizar al particular por el daño antijurídico que le causa por la acción de
las autoridades y que resulta de la privación de su derecho a acceder a la
administración de justicia, que le impide obtener la reparación del daño primigenio
de que es autor el agente diplomático. La responsabilidad de la Nación, entonces,
deriva del daño antijurídico causado por las autoridades.

CONSEJO DE ESTADO
SALA PLENA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

Santa Fe de Bogotá, cuatro (4) de noviembre de mil novecientos noventa y


ocho (1.998).

Consejero Ponente: JESÚS MARÍA CARRILLO BALLESTEROS

Radicación número: IJ-001

Actor: VITELVINA ROJAS ROBLES

Demandado: La NACIÓN

ACLARACIÓN DE VOTO

Compartí la decisión adoptada mediante la sentencia de 25 de agosto pasado,


pero creo del caso algunas precisiones.

I.

Los particulares son responsables directa o indirectamente, esto es, por el hecho
propio o por el hecho ajeno, según los casos, de los daños causados con culpa a
terceros, en conformidad con lo establecido en el título XXXIV del libro cuarto del
Código Civil, principalmente.

También el Estado es responsable de los daños que cause en desarrollo de sus


actividades, pero su responsabilidad no tiene fundamento en la ley civil ni resulta
de la culpa, sino de sus deberes de proteger y garantizar los derechos de los
administrados, como es consecuencia de lo establecido, entre otras disposiciones,
en los artículos 1º, 2º, 6º, 58 y, particularmente, en el artículo 90 de la
Constitución, según el cual el Estado es responsable de los daños antijurídicos
que le sean imputables, causados por la acción o la omisión de las autoridades
públicas.

Para determinar esa responsabilidad, entonces, debe establecerse la actividad


productora del daño, la imputación de esa actividad al Estado, el daño producido y
la relación causal entre la actividad y el daño.
El Estado es responsable y debe resarcir daños tanto cuando cumple
regularmente su actividad como cuando sea defectuosa, esto es, que la cumpla
mal o tardíamente o no la cumpla.

La actividad dañosa se imputa al Estado, a quien por ende se atribuye la


obligación de reparar el daño, bien si se trata de la conducta personal de un
agente suyo o, también se ha dicho, integrado a la organización administrativa,
bajo su autoridad o dependencia, cumplida en ejercicio de funciones referidas a
los servicios a su cargo; bien si se trata del comportamiento impersonal de sus
órganos. No son imputables, entonces, al Estado, las actividades puramente
personales de sus agentes, distintas de las propias del servicio y sin vinculación al
servicio.

El daño producido ha de ser antijurídico, que lo es cuando no se tiene el deber


jurídico de padecerlo, cualquiera sea la causa que lo produzca, es decir, aun
cuando derive de la actividad regular del Estado, y no sólo cuando esa actividad
sea defectuosa; la antijuridicidad se dice del daño, no de la causa que lo origina.

Finalmente, la actividad imputable al Estado debe ser la causa del daño


producido, pero deja de serlo, es decir, desaparece la relación causal, en la
medida en que el daño resulte de la fuerza mayor, la conducta de la víctima o el
hecho de un tercero.

II.

Para el caso, el daño que debe indemnizarse es el que ha causado la Nación en


cuanto a través de sus órganos, obrando conforme a derecho y en ejercicio de
sus potestades, otorgó al agente diplomático inmunidad de jurisdicción y con ello
privó injustamente al particular de su derecho a acceder a la administración de
justicia, que garantiza el artículo 229 de la Constitución, para obtener la
reparación del daño que le causó el agente diplomático. El daño que así causa la
Nación es un daño antijurídico, en los términos del artículo 90, porque el particular
no está jurídicamente obligado a padecerlo.

La Nación no es responsable de los daños causados por agentes diplomáticos,


sino del que infiere en cuanto priva al damnificado del derecho de acceder a la
justicia para obtener el resarcimiento del daño causado por el agente diplomático.
El daño causado por el agente diplomático, desde luego, ha de tenerse en cuenta,
pero sólo porque determina la medida del daño que se causa con la privación del
acceso a la justicia.

III.

Se dijo en la sentencia que “el título de imputación jurídica sobre el cual se edifica
el juicio de responsabilidad para el Estado, lo constituye el rompimiento del
equilibrio de las cargas públicas, ocasionado por la actividad legítima de
autoridades estatales (Congreso y Presidente de la República), que causa daño
antijurídico, respecto del cual, el administrado no está en el deber de soportar,
pues la carga pública debe ser colectiva, no debe correr a cargo de una persona
en particular. De ahí que sea equitativo, imponer al Estado en representación de
la sociedad, la obligación de reparar el perjuicio irrogado a los actores. Esta
solución no es cosa distinta que el cabal desarrollo y ejecución lógica del principio
de la igualdad ante la ley, previsto en el artículo 13 de la C. P.”
Según lo establecido en el artículo 13 de la Constitución, todas las personas son
iguales ante la ley, recibirán la misma protección y trato de las autoridades y
gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades, sin ninguna
discriminación. Pero la inmunidad establecida en la Convención de Viena es
carga que, por igual, han de padecer todas las personas, sin distingos, y no solo
algunas.

De manera que el título de imputación jurídica no es el rompimiento del equilibrio


de las cargas públicas, expresión del derecho a la igualdad de que trata el artículo
13 constitucional.

La Nación debe indemnizar al particular por el daño antijurídico que le


causa por la acción de las autoridades y que resulta de la privación de su derecho
a acceder a la administración de justicia, que le impide obtener la reparación del
daño primigenio de que es autor el agente diplomático. La responsabilidad de la
Nación, entonces, deriva del daño antijurídico causado por las autoridades.

MARIO ALARIO MÉNDEZ

APLICACIÓN DE NORMAS DE TRATADO - Acto complejo /


RESPONSABILIDAD DEL ESTADO POR EL HECHO DEL LEGISLADOR -
Inexistencia

No se puede hablar de responsabilidad del Estado legislador por que se trata en


el asunto sub judice de la aplicación de normas de un tratado público, que por
esencia, constituye un acto complejo, pues intervienen, de una parte, los demás
Estados, y de otra parte, en lo que concierne a nuestro país, intervienen las
distintas ramas del poder público, cuyas voluntades se funden en una sola, que es
la voluntad del Estado colombiano. De manera que no puede de ese acto
complejo de naturaleza bilateral o multilateral, extraerse la ley que aprueba el
tratado, para deducir de allí responsabilidad alguna.

TRATADO INTERNACIONAL - Aplicación / INMUNIDAD DIPLOMÁTICA -


Resarcimiento de daños / DENEGACIÓN DE JUSTICIA - Inexistencia

El suscrito considera que la aplicación de un tratado internacional en el punto


relativo a la inmunidad de los agentes diplomáticos frente al Estado en donde
cumplen su misión, que se traduce en la imposibilidad de perseguirlos en ciertos
casos ante los jueces nacionales, no constituye una denegación de justicia, como
lo da a entender la sentencia cuando afirma que "... la garantía de acceder a la
administración de justicia (art. 229 C.P.) no puede sufrir excepción..., por cuanto
el derecho internacional prevé procedimientos que le permiten al interesado
buscar el resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados por dichos agentes.
No puede invocarse entonces unas pretendida denegación de justicia como
fundamento de la responsabilidad patrimonial del Estado. El acceso a la justicia
existe en el caso sub examine, aun cuando sea por un camino distinto del previsto
por el derecho nacional para los asuntos en los que se encuentren involucrados
servidores públicos, por lo cual mal puede hablarse de denegación de justicia en
el caso analizado

PRINCIPIO DE IGUALDAD FRENTE A LAS CARGAS PUBLICAS - Inmunidad


Diplomática
Para el desarrollo armonioso de las relaciones internacionales entre los Estados,
se ha considerado como uno de los instrumentos jurídico políticos de mayor
relieve el reconocimiento de la inmunidad diplomática a los agentes del Estado
extranjero, lo cual puede implicar eventualmente, como en el caso sub examine,
que nacionales del estado receptor, por causa de ese reconocimiento, se
encuentren implicados en situaciones particulares que conlleven el deber de
soportar cargas especiales en beneficio de un interés general superior, como es el
que busca satisfacer la inmunidad diplomática, pero en dichos eventos, por
razones de equidad, esa carga especial debe ser generalizada mediante el
reconocimiento de la indemnización sufragada por el tesoro público. En
conclusión, estimo que el fundamento teórico de la responsabilidad en este caso
es el principio de igualdad ante las cargas públicas y su fundamento jurídico, el
artículo 90 de la Constitución política

CONSEJO DE ESTADO

SALA PLENA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO

ACLARACION DE VOTO DEL DOCTOR MANUEL S. URUETA

Radicación número: IJ 001

Consejero Ponente: JESUS MARIA CARRILLO BALLESTEROS

Actor: VITELVINA ROJAS ROBLES

Referencia: Sentencia de 25 de agosto de 1998

A pesar de haber compartido la decisión de la sentencia de la referencia, así


como parte de sus consideraciones, he estimado oportuno en asunto de tanta
importancia hacer algunas precisiones en cuanto al fundamento jurídico de la
responsabilidad , en los términos siguientes :

1ª. No se puede hablar de responsabilidad del estado legislador porque se trata


en el asunto sub judice de la aplicación de normas de un tratado público, que, por
esencia, constituye un acto complejo, pues intervienen, de una parte, dos o más
estados, y de otra parte, en lo que concierne a nuestro país, intervienen las
distintas ramas del poder público, cuyas voluntades se funden en una sola, que es
la voluntad del estado colombiano. De manera que no puede de ese acto
complejo, de naturaleza bilateral o multilateral, extraerse la ley que aprueba el
tratado, para deducir de allí responsabilidad alguna.

Dentro de ese mismo orden de ideas, el caso “La Fleurette” a que se hace alusión
en los considerandos sirve ciertamente de ilustración en cuanto a los
antecedentes que de la responsabilidad del estado legislador da cuenta el
derecho francés, pero las circunstancias de dicho caso son diferentes a las
planteadas en el asunto examinado, pues allá se trataba de la aplicación de una
ley, mientras que aquí se está en presencia de la aplicación de un tratado
multilateral.

2ª. El suscrito considera que la aplicación de un tratado internacional en el punto


relativo a la inmunidad de los agentes diplomáticos frente al estado en donde
cumplen su misión, que se traduce en la imposibilidad de perseguirlos en ciertos
casos ante los jueces nacionales, no constituye una denegación de justicia, como
lo da a entender la sentencia cuando afirma que “ … la garantía de acceder a la
administración de justicia ( art. 229 C.P. ) no puede sufrir excepción…”, por
cuanto el derecho internacional prevé procedimientos que le permiten al
interesado buscar el resarcimiento de los daños y perjuicios ocasionados por
dichos agentes. No puede invocarse entonces una pretendida denegación de
justicia como fundamento de la responsabilidad patrimonial del estado. El acceso
a la justicia existe en el caso sub examine, aun cuando sea por un camino distinto
del previsto por el derecho nacional para los asuntos en los que se encuentren
involucrados servidores públicos, por lo cual mal puede hablarse de denegación
de justicia en el caso analizado.

3ª. No es entonces acertado acudir al artículo 229 de la C.P. para fundamentar


jurídicamente la declaratoria de responsabilidad patrimonial del estado de carácter
extracontractual en el asunto del accidente que ha motivado este proceso; lo
correcto hubiese sido la invocación del artículo 90 ibídem, lo que también se hace
en la sentencia pero en concordancia con el artículo 229, pues el concepto de
daño antijurídico que allí se consagra, se fundamenta precisamente en el principio
de la igualdad ante las cargas públicas, lo que permite deducir responsabilidad del
estado cuando a algunos de los administrados se les imponen cargas especiales,
en beneficio de toda la comunidad, las cuales no están obligados a soportar.
4ª. Para el desarrollo armonioso de las relaciones internacionales entre los
estados, se ha considerado como uno de los instrumentos jurídico políticos de
mayor relieve el reconocimiento de la inmunidad diplomática a los agentes del
estado extranjero, lo cual puede implicar eventualmente, como en el caso sub
examine, que nacionales del estado receptor, por causa de ese reconocimiento,
se encuentren implicados en situaciones particulares que conlleven el deber de
soportar cargas especiales en beneficio de un interés general superior, como es el
que busca satisfacer la inmunidad diplomática, pero en dichos eventos, por
razones de equidad, esa carga especial debe ser generalizada mediante el
reconocimiento de una indemnización sufragada por el tesoro público.

En conclusión, estimo que el fundamento teórico de la responsabilidad en este


caso es el principio de igualdad ante las cargas públicas y su fundamento jurídico,
el artículo 90 de la Constitución Política.

Atentamente,

MANUEL S. URUETA

Fecha : Ut supra.

TRATADOS INTERNACIONALES - Consecuencias de su acatamiento

Por ser el Estado sujeto de derecho Internacional, esto es con plena capacidad
jurídica para pactar, firmar y ratificar instrumentos internacionales, está obligado a
cumplir sus compromisos. El Estado asumió la responsabilidad por los perjuicios
de orden patrimonial que se produzcan por la acción u omisión de los agentes
diplomáticos con inmunidad dentro del territorio donde el Estado ejerce
jurisdicción.

TRATADO INTERNACIONAL - Efectos / DESIGUALDAD FRENTE A LAS


CARGAS PUBLICAS - Inexistencia / RESPONSABILIDAD ESTATAL POR
ACTUACIONES DE LOS AGENTES DIPLOMÁTICOS - Fuentes

La fuente de la responsabilidad estatal por las actuaciones de los agentes


diplomáticos extranjeros que gozan de inmunidad, no se encuentra en la
existencia de la ley aprobatoria del tratado ni en las actuaciones de las
autoridades públicas que la hacen posible. Mal puede invocarse, entonces, que
estas actuaciones originan una desigualdad en las personas ante las cargas
públicas. Es principio general que tanto el tratado como la ley que lo aprueba
producen efectos erga omnes, es decir, sus efectos son de carácter general,
impersonal y abstracto, en otros términos, vincula a todos los habitantes del
territorio nacional. El fundamento de la responsabilidad reside en la condición de
garante o aval que adquiere el Estado al conferir status privilegiado a unos
ciudadanos extranjeros, lo cual hace por razones de Estado, en virtud del principio
de reciprocidad.

ACLARACION DE VOTO

DR. JUAN DE DIOS MONTES HERNANDEZ

Radicación número: IJ-001

Actor: VITELVINA ROJAS ROBLES

Si bien comparto la decisión adoptada en la presente providencia, en el

sentido de confirmar la declaratoria de responsabilidad patrimonial del Estado,

quiero formular las siguientes aclaraciones a la parte motiva de la misma:

El Estado sí debe ser condenado a reparar pero por razones diferentes a

las expuestas, así:

1º RAZONES DE ESTADO:
El Estado colombiano, al suscribir la Convención de Viena a través del

Presidente de la República como su representante en materia de relaciones

internacionales, actuó en ejercicio de¡ poder soberano y lo hizo por razones de

Estado.

En consecuencia, en pos de la consolidación y fortalecimiento de las

relaciones internacionales, el Estado aceptó conceder inmunidad a los agentes

diplomáticos acreditados en Colombia, lo cual significa que no se encuentran

sometidos a la ley nacional como garantía de protección y salvaguarda a su

esfera jurídica cuando actúan en ejercicio de sus funciones. Por vía de

excepción, entre los límites al ejercicio del poder del Estado, se encuentra la

función jurisdiccional.

Lo anterior conlleva dos consecuencias esenciales:

1ª. Por ser el Estado sujeto de derecho internacional, esto es, con plena

capacidad jurídica para pactar, firmar y ratificar instrumentos internacionales, está

obligado a cumplir sus compromisos.

2ª . El Estado asumió la responsabilidad por los perjuicios de orden

patrimonial que se produzcan por la acción u omisión de los agentes diplomáticos

con inmunidad dentro del territorio donde el Estado ejerce jurisdicción.

2º NO EXISTE UNA RELACION DE DISCRIMINACION 0 DESIGUALDAD

Desde el punto de vista filosófico, el principio de igualdad se encuentra

construido sobre un concepto de relación, esto es, que surge de un juicio

valorativo de confrontación entre una situación, un hecho o circunstancia frente a


otra de igual o similar naturaleza. De tal manera, se requiere un par a ser

confrontado. Esto significa que si todos los residentes en Colombia soportamos

un perjuicio causado por una diplomático extranjero, enfrentaríamos una situación

absurda por cuanto no existiría con quien levantar un juicio de confrontación para

establecer una relación de desigualdad o discriminación.

Lo anterior, implicaría admitir que todos los residentes en el país estamos

eventualmente expuestos a ser objeto de un perjuicio producido por un agente

diplomático extranjero e igualmente, todos estaríamos legitimados para reclamar

una indemnización.

3º NO HAY RESPONSABILIDAD POR LA LEY DEL TRATADO

La fuente de la responsabilidad estatal por las actuaciones de los agentes

diplomáticos extranjeros que gozan de inmunidad, no se encuentra en la

existencia de la ley aprobatorio del tratado ni en las actuaciones de las

autoridades públicas que la hacen posible. Mal puede invocarse, entonces, que

estas actuaciones originan una desigualdad en las personas ante las cargas

públicas. Es principio general que tanto el tratado como la ley que lo aprueba

producen efectos erga omnes, es decir, sus efectos son de carácter general,

impersonal y abstracto, en otros términos, vincula a todos los habitantes del

territorio nacional.

4º LA CONDICION DE GARANTE DEL ESTADO COLOMBIANO

El fundamento de la responsabilidad reside en la condición de garante o aval

que adquiere el Estado al conferir status privilegiado a unos ciudadanos


extranjeros, lo cual hace por razones de Estado, en virtud del principio de

reciprocidad.

Fecha ut supra,

JUAN DE DIOS MONTES HERNANDEZ

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