Szir, Sandra. Innovaciones Gráficas y Cambios Culturales. Aldo Manuzio y La Edición Humanista
Szir, Sandra. Innovaciones Gráficas y Cambios Culturales. Aldo Manuzio y La Edición Humanista
Szir, Sandra. Innovaciones Gráficas y Cambios Culturales. Aldo Manuzio y La Edición Humanista
y cambios culturales.
Aldo Manuzio y la
edición humanista
Sandra Szir
1
1
Chartier, Roger- Martin, Henri-Jean, “L’apparition de l’imprimerie”, en Histoire de l’édition française.
Le livre conquérant. Tomo I. Paris, Fayard, Promodis, 1989.
2
Gran parte de esta renovación en los modelos gráficos sucedida a fines del siglo
XV y principios del XVI que llevó al libro impreso a adquirir una naturaleza propia
trascendiendo las formas que eran propias del libro manuscrito, fueron atribuidas a un
editor, impresor y tipógrafo nacido cerca de Roma, que tuvo su imprenta en Venecia
entre los años 1495 y 1515, llamado Aldo Manuzio.
Si bien Manuzio produjo una serie de innovaciones tanto en el aspecto gráfico
como en el editorial, corrió una suerte histórica que precisa a menudo idealizar y
personalizar adjudicándole la autoría de otros elementos que él sólo tuvo la habilidad de
darles una conveniente aplicación y difusión. Pero, aún los elementos nuevos que
Manuzio crea o utiliza, deben entenderse como expresión intelectual de un entorno
cultural humanista que se relaciona de manera diferente con los textos y con los libros
como objetos. La colección de libros de bolsillo, manipulables y portátiles, por ejemplo,
refleja la transición hacia maneras modernas de leer, en las cuales el libro se inserta en
la vida cotidiana y se aleja de los lugares medievales especialmente equipados para la
lectura. Evidencia, por otra parte, una sociedad culta pero no profesionalmente literaria2.
Por lo tanto, la decisión deliberada de Manuzio de romper con una tradición gráfica
precedente expresa cambios sociales y culturales producidos en algunas ciudades
europeas en la época del Renacimiento.
2
Petrucci, Armando, Writers and Readers in Medieval Italy. Studies in the History of Written Culture,
New Haven- Londres, Yale University Press, 1995.
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3
Grafton, Anthony, “El lector humanista” en Cavallo, Guglielmo y Chartier, Roger (DIR), Historia de la
lectura en el mundo occidental. Madrid, Taurus, 2001.
4
Ídem.
5
Satué, Enric, El diseño de libros del pasado, del presente, y tal vez del futuro. La huella de Aldo
Manuzio. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1998.
4
6
La Academia estaba integrada por estudiosos humanistas. Una tercera parte de los integrantes de la
Academia eran venecianos, Aldo y el príncipe Alberto Pío de Carpi, también estaba Pietro Bembo, futuro
cardenal que llegó a ser secretario del papa León X, y el profesor Egnazio Battista Cipelli, y Andrea
Navagero, Angelo Gabrielli, Paolo Canal, Daniele Renier, Pietro Alcionio, Alessandro Bondini, Marco
Molin y Nicola Giudeco. De otros estados italianos procedía el helenista Girolamo Aleandro da Motta,
Giovanni Giocondo (fra Giocondo) , Scipione Fortiguerra, Girolamo Aranzi, Francesco Roseto, Urbano
Bolzanio, Gabriello Braccio, Benedetto Tirreno, Giovannida Lucca y el médico Girolamo Menochio. Otra
tercera parte eran griegos, el cretense Marco Musuro, Giovanni Gregoropoulo y Demetrio Ducas, y los
griegos Aristóbulo Apostolio, el calígrafo Giovanni Rosso, Giustino Decaído y Constantino Lascaris. A
esta lista hay que añadir algunos colaboradores como el erudito Marino Sanudo, el impresor Andrea
Torresani –socio capitalista de Aldo y quien fuera luego su suegro- y sus dos hijos mayores, Francesco y
Federico. Además, de Erasmo de Rotterdam, y el inglés Tomás Linacre.
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7
Se considera edición príncipe (princeps) a la primera, y en su mayoría la más correcta versión impresa
de un autor clásico, griego o latino.
8
Satué, op. cit.
9
Citado en Grafton, op. cit. pp. 340-341.
10
Los Adagios de Erasmo era una colección de proverbios y comentarios publicados por Aldo en 1508.
En este libro Erasmo compiló proverbios y aforismos griegos y latinos, de lo que resultaban lecciones
sobre moralidad y latinidad, extraídos de la literatura grecolatina. Pero la labor de Erasmo no fue sólo
reunir los proverbios en un volumen, también localizó sus fuentes, determinando las alteraciones que
habían sufrido en sucesivas copias. Grafton, op. cit. pp. 352-353.
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cortesanos de lujo asumir un formato más pequeño. Eran por lo general libros de
pergamino, ejecutados manualmente y hábilmente escritos en una letra humanística o
cursiva, y ricamente iluminados. La mayoría eran textos de autores clásicos sin
comentarios o notas, producidos en los más grandes centros de producción de libros de
Italia. Eran ejemplares de lujo, para uso privado, a menudo conteniendo escritos en
lenguas vernáculas, como las Rimas o los Triunfos de Petrarca. Detrás de este fenómeno
hay diversos factores de distinto origen, como la difusión medieval de los libros de
horas entre los laicos, pero también encontramos la emergencia de un nuevo modo de
lectura, favorecido por la difusión del libro impreso que “transfirió la operación de
lectura de los pocos lugares, solemnes y especialmente equipados (el estudio, la
biblioteca o la celda monacal) a lugares y sentidos más comúnmente centrados en la
vida cotidiana”11. Este libro de mano o de bolsillo era nuevo en formato y uso de texto,
pero estaba limitado a una circulación elitista confinada al manuscrito. Pero en 1501
Aldo Manuzio transformó este modelo en un producto de amplia difusión en términos
de la época, manteniendo incluso las características externas de un libro cuidadosamente
diseñado.
Algunos autores que estudian el diseño de los libros afirman que la naturaleza
física del libro impreso, en su estructura general morfológica poco ha cambiado en
cinco siglos de existencia. La descripción de esta forma comenzaría por la tapa o
cubierta, que puede ser dura o blanda y que puede tener sobrecubiertas. El lomo
contiene impreso por lo general el título del libro, el autor y la editorial, le sigue un
interior con páginas de cortesía en blanco, una portadilla (primera página impresa con
el título en cuerpo pequeño), una portada (la siguiente página impar) que es la tarjeta
de identidad del libro, en la que figuran, el título completo, el subtítulo o las partes, el
nombre y apellido del autor, y el pie editorial (símbolo gráfico, denominación, ciudad y
año en que ha sido impreso). A continuación, encontramos una página llamada
contraportada, en la cual aparecen todos los créditos editoriales, los requisitos
11
Petrucci, Armando, Writers and Readers in Medieval Italy. Studies in the History of Written Culture,
New Haven- Londres, Yale University Press, 1995. pp. 202-203.
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contenido y sobre el público a que iba dirigido. Es claro que los humanistas, como
sucede por lo general con los lectores de cualquier época, también veían a los libros
como objetos físicos concretos que se ajustaban a convenciones específicas de formato
y tipografía, y así como demandaban un nuevo canon de textos, también un nuevo tipo
de libros. Rechazaban los grandes folios escritos a dos columnas de tradicional y
angulosa letra gótica. El grueso cerco de comentarios escritos en letra pequeña y, para
ellos poco atractiva, era una distorsión intelectual y visual.12
Paulatinamente los editores humanistas, abandonan los viejos modelos y
alcanzan variantes innovadoras, formales y conceptuales. Con respecto al diseño
tipográfico, hasta entonces, los tipos de imprenta se tallaban sobre alfabetos de tipología
gótica, que era una deformación progresiva de la letra original carolingia, en unas
variantes pesadas y angulosas. La imprenta había nacido en Alemania, en Maguncia, y
los primeros impresores difundieron por Europa la novedad tecnológica en la misma
forma que había sido producida por Gutenberg, a través de los tipos góticos. Aunque
parece que fue el impresor alemán Amerbach el primero en grabar un tipo móvil no
gótico, fue el francés Nicolás Jenson, que había aprendido la tipografía en Alemania e
instalado su taller en Venecia, quien talló en 1470 los caracteres romanos conocidos hoy
todavía con su nombre: Jenson. Basada en la letra redonda carolingia para las
minúsculas y en la lapidaria romana para las mayúsculas, esta forma fue la primera en
cuestionar “la espesa y eclesiástica tipografía gótica imperante”13.
Manuzio no llegó a conocer personalmente a Jenson, pero el taller de éste fue
adquirido por Andrea Torresani, que fue luego socio y suegro de Manuzio, por lo cual
puede suponerse que Manuzio tuvo acceso a los tipos que habían sido grabados y
utilizados por Nicolás Jonson.
Los primeros tipos que Aldo Manuzio mandó grabar fueron alfabetos griegos
que no existían en el mercado, las dos primeras fuentes fueron talladas por calígrafos y
artesanos griegos, de los establecidos en Venecia tras la caída de Bizancio. El tercer tipo
fue grabado por Francesco Griffo14, un joyero de Bologna, creador de la cursiva aldina,
y cuyas letras fueron inmediatamente imitadas en toda Europa. Aún con la desventaja
12
Grafton, op. cit. pp. 324-325.
13
Satué, op. cit.
14
Otros grabadores de letras que trabajaron para Manuzio fueron Giacomo, el “húngaro”, que acabó por
imprimir partituras musicales. El tercero fue Giulio Campagnola quien además de grabador de tipos era
pintor, escultor, poeta, cantante y calígrafo.
9
económica que suponía la fundición de nuevos tipos, Aldo no dejó de hacerlo, lo cual
demuestra el deseo constante de introducir mejoras estéticas en sus libros15.
Fue en 1495 cuando el joyero- grabador Griffo grabó una romana diferente de la
Jenson, para Sobre el Etna, de Pietro Bembo (1495) que fue conocida justamente como
bembo. A pesar de los elogios de proporcionalidad y legibilidad de la bembo por los
engrosamientos visibles del palo de la letra, Aldo se empeña en mejorarla, encargando
dos nuevas versiones: una para las Cornucopias de Perotti y otra para el
Hypnerotomaquia de Colonna, ambos de 1499, justamente ensalzadas como las tres
mejores de entre la producción aldina de fuentes redondas.
Cuando Manuzio comenzó a editar la colección de bolsillo creó un tipo nuevo,
diseñado específicamente para su adaptación al pequeño formato del libro (alrededor de
10 x 15 cm.) que se ha designado desde entonces itálica, aldina o cursiva. El origen de
este nuevo tipo fue largamente discutido, pero los historiadores parecen acordar,
finalmente, que la cursiva humanística utilizada en cartas y otros documentos
manuscritos era suficientemente corriente en la época para que Griffo no necesitara
ningún modelo, como sí lo había necesitado para tallar los tipos griegos16. Un elemento
que parece ser evidente es la relación entre el nuevo tipo y el formato. “Era un tipo de
cuerpo pequeño levemente inclinado, ligero y fácilmente legible, un poco estrecho para
permitir encajar en las líneas de esos libritos (líneas cortas de aproximadamente 6,5
cm.) el mayor número posible de caracteres, casi alcanzaban los 50.
La innovación de la itálica conduce a retomar la otra innovación, la del libro de
bolsillo. Introducir la tipografía cursiva, aprovechando la familiaridad de los lectores
con la misma, para ganar espacios en la línea y en la página estrecha, le permitió poner
al alcance de un público mucho más amplio los escritos de los clásicos grecolatinos.
Utilizando el formato in-octavo17, conocido popularmente para libros de horas,
15
Satué, op. cit.
16
Barker, Nicolas, “The Aldine Italic” en Myers, Robin- Harris, Michael (ed), A Millennium of the Book,
Production, Design & Illustration in Manuscript & Print 900-1900. Winchester- Delaware, St. Paul´s
Bibliographies- Oak Knoll Press, 1994. p. 45
17
Según E. Satué, las pautas que Aldo Manuzio estableció para los libros de bolsillo no cambiaron. La
colección Penguin Books inglesa, rediseñada por el diseñador gráfico alemán Jan Tschichold, presenta,
respecto de la Biblioteca Aldina, diferencias irrelevantes. Las medidas ideales del formato se ha pasado
de los 10 x 15 cm que miden por término medio los de Aldo (con una altura máxima de 17 cm) a los 11 x
18 cm. que Penguin fijó para su libro de bolsillo en 1935. Los cambios para la mancha impresa también
son insignificantes. La Biblioteca Aldina dispone una caja que oscila entre los 14,5 y los 17 cíceros a
causa de la diversidad de formatos, con una media de 48 a 50 espacios tipográficos, del cuerpo 10/11 por
línea, y 30 líneas de texto por página. La Penguin Books pasó a los 19,5 cíceros de caja, a los 50-56
espacios tipográficos por línea – esta vez del cuerpo 8/10,5 – y a una media de 37-38 líneas por página.
10
Hypnerotomachia Poliphili
18
Pastoureau, Michel, “Le songe de Poliphile”, en Chartier, Roger y Martin, Henri-Jean (dir.) Histoire de
l’édition française. Le livre conquérant. Tomo I. Paris, Fayard, Promodis, 1989.
11
parte por una mujer y en parte como un ideal abstracto y espiritual que nunca puede ser
poseído19. Polia fue también leída como una alegoría de la Antigüedad.
El texto está acompañado por cerca de 200 ilustraciones grabadas en madera
cuya paternidad se ignora, de las cuales 171 ilustran el texto, incluidas 11 a toda página.
Los trabajos no tienen firma, pero en algunos puede verse una minúscula “b” que se
asoció con el nombre de Giovanni o Gentile Bellini. También con los de Mantenga,
Carpaccio, Benozzo Gozzoli.
Este libro es considerado como el primer ejemplo entre los libros impresos en
los cuales la imagen se independiza del texto y traza su propio camino. Sin embargo, las
ilustraciones, que representan ruinas, procesiones simbólicas, y antiguas alegorías,
comparten con el texto el sentido misterioso y admiten numerosas interpretaciones.
La variedad de soluciones compositivas denotan el entendimiento de Manuzio
con sus colaboradores. Desde el punto de vista de los caracteres la versión de tipo
romano que Francesco Griffo talló para este libro fue utilizada como modelo para
Garamond, Van Dyk y Caslon.
Quizás todos estos cambios propuestos por Manuzio desde el punto de vista
editorial y tipográfico se hubiesen limitado a un intento marginal si no hubiese contado
con una organización racional de la producción relacionada con el comercio que le
permitió establecer una metodología que denota una situación en la cual el libro impreso
comenzaba a ser una empresa rentable.
Manuzio concibió y ejecutó procesos de promoción y distribución eficaces, capaces
de hacer del producto un objeto codiciado y prestigioso. Publicó catálogos temáticos de
sus obras, con listas de precios. Recomendado por el príncipe Alberto Pío de Carpi,
quien había sido su alumno, ya que éste era sobrino de Pico della Mirándola, tuvo
socios capitalistas de importancia como Pierfrancesco Barbarigo, propietario de la
fábrica de papel Fabriano, y Andrea Torresani. El hecho de que el principal socio de la
empresa fuera el papelero implicó una facilidad económica y financiera en relación con
uno de los insumos más caros del negocio tipográfico de la época. Quizás esas
19
Barolini, Helen, Aldus and his Dream Book, Nueva York, Italica Press, 1992. p. 93.
12
Conclusiones
20
Grafton, op cit. p. 330.
13
lo que permaneció estable en el mundo del libro no es tarea fácil, pero fue esta
evolución la que produjo que el libro impreso supere los tiempos de los incunables y
construya un recorrido propio y singular.
Barker, Nicolas, “The Aldine Italic” en Myers, Robin- Harris, Michael (Ed), A
Millennium of the Book, Production, Design & Illustration in Manuscript & Print 900-
1900. Winchester- Delaware, St. Paul´s Bibliographies- Oak Knoll Press, 1994.
Barolini, Helen, Aldus and his Dream Book, Nueva York, Italica Press, 1992.
Martin, Henri-Jean, The History and Power of Writing, Chicago- Londres, The
University of Chicago Press, 1994.
Petrucci, Armando, Writers and Readers in Medieval Italy. Studies in the History of
Written Culture, New Haven- Londres, Yale University Press, 1995.
Satué, Enric, El diseño de libros del pasado, del presente, y tal vez del futuro. La huella
de Aldo Manuzio. Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruiperez, 1998.
Steinberg, S. H., Five Hundred Years of Printing, The British Library- Oak Knoll Press,
1996.