Jaspers Karl - Filosofia - Tomo II
Jaspers Karl - Filosofia - Tomo II
Jaspers Karl - Filosofia - Tomo II
F I L O S O F I A
I I
EDICIONES DE LA
EDICIONES
UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO
DE LA
Revista de Occidente
UNIVERSIDAD DE PUERTO RICO MADRID
Págs.
S e g u n d a s e c c i ó n : S e r - s í - m i s m o c o m o l i b e r t a d . . . ........................................... l
La mala v o lu n ta d .................................................................................... 27
1. C o n stru cción d e lo m a lo (27).— 2. R ea lid a d d e lo m a lo (29).
Capítulo séptimo: S itu a c io n e s lím it e s ... .................................................. 63 1. La estructura antinómica de la existencia empírica (125).
2. Comportamiento respecto a la estructura antinómica (126).-—
1. S itu ación (65).— 2. S itu ación y situación lím ite (66).— 3. La historicidad de la existencia empírica en general (128).
3. S ituación lím ite y «e x is te n c ia » (67).— 4. G rados del salto de
la «ex isten cia» qu e se desarrolla en las situaciones lím ites (68).
5. D u p licid a d d el ser en e l m u n d o (72).— 6. S istem ática d e las Capítulo o cta v j: C o n c i e n c i a abso lu ta ........................................................... 131
situaciones lím ites (73).
Conciencia como vivencia; conciencia en general; concien
1.
cia absoluta (133).—2. Conciencia absoluta y «existencia» (135).
Parte primera: Las s itu a c io n e s lím it e s en la d e te r m in a 3. La certidumbre del ser en la conciencia absoluta y en el filo
sofar (137).
c ió n « h is tó r ic a » de la «e x is te n c ia » ........................................... 75-
1. Determinación (77). — 2. Determinación como angostu
ra (78).— 3. La determinación como profundidad del existir (81). Movimiento en el o r i g e n ..................................................................... 139
i. Lo determinado como situación límite del comienzo (82).— 1. No-saber (139). —2. Vértigo y espanto (142). — 3. Angus
5. Lo determinado como situación límite del azar (84). —6. Es
tia (143). — 4. Conciencia moral (146).
clarecimiento mitificador de la situación límite de la determina
ción «histórica» (85).
La plenitud de la conciencia absoluta ........................................... 15o
Parte segunda: S itu a c io n e s lím ite s y p a r tic u la r e s ............ 89 1. Amor (156). —2. Creencia (15S).—3. Fantasía (161).
Págs.
1. Ley y determinación «histórica» (221).—2. La dispersión B) Tensión entre el individuo y la objetividad del Estado (285).
y lo uno (224).
1. Caridad y amor (285).—2. Opinión pública y «existen
cia» (289).—3. La institución objetiva y el individuo como he
C u a rta s e c c ió n : La « e x is te n c ia » en l a s u b je t iv id a d y en l a ob reje (292). ;
je t iv id a d ................................................................................................................................ 229
Pretensión de la cognoscibilidad del hombre en su historia y su
Capítulo d é c im o : La p o l a r i d a d d e s u b je t iv id a d y o b je tiv id a d . 231 grandeza personal...................................................................
Articulación en la escisión de sujeto y o b je to ........................... 235 A) O rigen y jorm a de la validez de lo histórico (296).
1. Objetividad (235).—2. Subjetividad (236).—3. Indisolubili 1. La «historicidad» universal (296).—2. Tradición (298).—
dad de subjetividad y objetividad (237).—4. Unificación de sub- 3. Documentos de la tradición (299).— i. Cultura (300).
XIV Indice del tomo segundo
In d ic e del lo m o se g u n d o xv
Págs.
Págs.
Pág3.
Págs.
1. Tiempo (4X8). — 2. Espacio (417). — 3. Sustancia, rida. mundo (482).—8. La unidad en lo lógico Í48<?> — i T *
alma (419). ^ y ‘ h ~ á~ í,ustancla- «da.
censión a lo Uno k ® í t : '*—*• La trans-
« t i , l*®v* 5. Politeísmo v Dios úním (¿ls ¡ ,7 \
6. La trascendencia del Dios único (489) >' ~
La transcensión en las categorías dela libertad ..................... 422
1. El origen existencial de lo Uno (480).—2. Unidad en el 1. Universalidad de las cifras (543).—2 Ordenación HpI
mundo de las cifras (544). uraenac.on del
xvm In d ico d el to m o segu ndo Indice del tomo segundo xix
P ágs. P ágs.
Parte tercera: La l e c t u r a e s p e c u l a t i v a d e l e s c r i t o c i
fr a d o ............................................................................................................. 577
El hecho de que existe la trascendencia (pruebas de Dios) ... 579
S E R -S I-M IS M O C O M O L IB E R T A D
CAPITULO QjU I N T O
L À V O L U N T A D
La libertad tiene existencia empírica colmo voluntad. L a volun-
tád no es una actividad únicamente progresivo-impulsiva, sino que
su libertad^copsiste, al propio tiempo, en que se quiere a sí 'misma.
Se puede decir muy bien : yo quiero y yo no quiero al propio
tiempo.' Con esto, la libertad se ha bifurcado en la voluntad, en
una dualidad 'problem ática: yo actúo contra mí mismo y vacilo
sobrp q lli¿n ¡f?Y en última instancia.: ; aquél que actuaba así, por
que parece quererse así, o el que no quería, puesto que se calló en
un momento ?
Se puede decir también, perplejo: puedo no querer. Entonces
yo mismo no estoy presente, quedo prendido en las posibilidades
de la reflexión sin término, y no llegó a la decisión como aquél
que realmente soy cuando quiero mi querer.
La voluntad tiene su fund amento en la libertad, la cual a ella
misma la deja en suspenso y desde tal estado de suspensión y por
virtud de la misma libertad llega a la decisión. La voluntad que
se quiere a sí (misma no es la voluntad que quiera «Tp-o. I,a vnTíiñ-
tad que quiere 'algo se puede describir como fenómeno psicológico.
La voluntad que se quiere a sí misma es la certidumbre activa
del ser_ (emergiendo del fundamento de la libertad) en el querei
de algo.
v“ Z L ^ l ? “ ^ C° mpli“ d° “ VÍrt“ d d' toU bW one, y te en mi situación y tengo en cuenta todos las fuerzas que actúan
j ■ , reflejos y por su coordinación en totalidades
e/a de ser un mecanismo. Cierto es aue las n*Mn • ca mi. Es cierto que hay el proceso de lucha de las fuerzas m o
m p u lm * . ya van acompaiSadas í L d e n l“ r í * , ' tivantes que, sin verdadera elección, termina por el predominio
de un impulso a la realización, !a c u a ^ l o T h! . !ie u° aj Per» s¿lo_gg__puede hablar de voluntad donde evist^ la
Claridad del «yo elijo». Por tanto, el momento decisivo es aquél
en que, suspendida todavía la realización de la aspiración, se exa
“ L ,r ° ¿ ? tt S V ^ v minan sus direcciones: en él, el hombre no sólo está movido por
motivos sino que está frente a ellos como el «yo lo quiero así-..
conciencia en el sentido ñP r u? f f a j era Este querer, com o perteneciente a j a ^esencia de la voluntariT
•>e sustrae en absoluto a la descripción fenomenológica y al cono
« S J ^ - ^ n n r ero sentinSentcTdef la rea ^ ^ f e & l , L> T
so aspirante ni tampoco tan sólo tener in d ¡ferén t™ ,„f . ‘" ‘ P cimiento psicológico, aún consciente en la realidad de la ejecución
ojos un contenido objetivo, sino más bien la un“ ad S L S Í ' T Va yoluntad existe como relación a sí misma. Es una consciencia
clara conciencia de la meta, hacia la cual ™ T ír •• , de si mismo en la que no me veo contemplándome, sino en la que
miento acpirante. dirijo en el movi- n*e comporto activamente respecto a mí mismo. Este yo no existe
La existencia empírica de la voluntar!
de «nodo absoluto, sino sólo como esta autocreación. La frase de
supuesto los movimientos reflein« ri^i • Por condicion y Kierkegaard: «cuanto más personalidad, tanto más mismidad»,
de la aspiración impulsiva. A í S mA* • f r? anismo >' el movimiento expresa acertadaimente este origen. Para esta voluntad que actúa
el pensam iento diferenciador T « únicamente existe junta con en la elección originaria que ya no es elección entre algo, sino
que hace manifestarse al sí-mismo en la existencia empírica, no
ci6n la impulsa a T « ^ - dt d : T Z v d T rna V *
•es posible ninguna motivación suficiente.
hecho consciente como meta, a los medios VLálidAH a , se ha
convierten en obietn -finalidad y medios se 2. E fecto d e la vo l u n t a d .— La vida instintiva no diferencia
dito si son adecuados nara^a fiC r i T P“ * ° ‘ los medi<*. todavía la ilusión de la realidad. Ambas la satisfacen igualmente.
finalidad, si es la verdadera • ? propuesta ; respecto a la El hombre tiene una tendencia originaria y permanente a dejarse
te y con Utos ^ ^ n ¿ 1 dT í ? -“ V contentar con ilusiones. Unicamente la voluntad, como conciencia
pensante, hace importante la diferenciación entre sueño y realidad.
Entre el impulso y su satisfacción se interpone la voluntad como
el camino por el cual se intenta realizarla como ella misma. En
tonces, la unidad inmediata y la pérdida de la existencia empírica
ei6n sin .a c o n c ie n c ié » “ ^ d Z l^ se abandonan de igual modo. P ensando y proyectando a largo
Piazo-> la v olu n ta d jn ífiodm e en ja existencia empírica hasta en
que W ^ S ‘ ao r i ? * la « responde acaso tonces abandonada a sí misma v entra en la. hi»t*rin JRebasa la
mis t e ™ S or ! a e tó 6 n T ^ 5Í *
ción falsa. Si se produiera e<rf-o l ^ embarg0> esto es una descrip-
*
esfera de la propia existencia empírica no sóln Hp
iü£H-Sabiéndolo. &cción se dilata en el tiempo ilimitado como
ces la acción s e r í f S Pero 1» ^ •” *’ qUC 1& Sufro’ ent°* - acción específica en el sentido de su hacer fundan/entándose se
instintiva P a r í ' l 7 T ^ ~ a.f C1QD C16ga D° es ^ W lfJ^nr gún su posibilidad. La voluntad, que ya no se abandona a 1r> na.
turaLsino_que rompe esta realidad empírica. dP 1« vida q„ »
* ¡3 5 5 - 5 4 !™ ^ - «Tección n o ^ s ü p r e p o n d ^ S r ^ u ñ a mente, se,transforma, se convierte en destmn. í£o_fluiere alcaQsar
mente sea más débil en rf °y P° r eI motlvo que psicológica- solamente- SU satisfacción momentánea sino el f ^ d ^ H t 7 w ¡ 7 la
cisión sobre í b a s e de u n í ,d^ 6 ÍmPuls° - > **<> que es su de realidad duradera.
de una oscilación reflexiva, en cuanto me orien
Esta voluntad, referida resueltamente a lo real, se distancia y
8
Aclaración de la €existencia»
La voluntad 9
disciplina, queda animada por un pathos. El orden, como tal, se rión cuando se compromete la «existencia». Todas las formas pre
convierte en el último sentido. Al desvanecerse el contenido, el cedentes de la fuerza de la voluntad se convierten en formas de
placer en la forana se hace independiente y aún sin idea ya es su esta manifestación existencial. Pues de la incondicionalidad fluye
ficiente. también la fuerza del momento, la tenacidad y la violencia, pres
d) La voluntad se hace costumbre. Queda entonces el residuo tándoles sentido y vida en cuanto que las priva de rigidez. La
vacío del hombre diligente, ordenado, maquinal. La costumbre de «existencia» se realiza com o la incondicionalidad del querer en la
la voluntad es efectiva sólo com o infraestructura de la vida exis- elección absoluta.
tencial. 6. S it u a c i ó n y e s f e r a d e p o d e r d e l a v o l u n t a d . —Frente a*")
Así, pues, la volutad sólo existe originariamente por virtud de la totalidad del mundo, la voluntad es impotente. No puede sacar /
la « existencia-», tiene la grandeza de su contenido por virtud de la al mundo de sus quicios y ponerle sobre un nuevo fundamento ; I
idea, s© mueve al servicio de la pasión y de finalidades vitales, es es la voluntad del ser finito en el imundo.
maquinal como forma final de una larga disciplina. En cada caso, la voluntád racional tléne el horizonte de su vi
Se habla de la fuerza de la voluntad. Este sentido toma, a su sión*; no tiene la absoluta intelección de la realidad v del sentido^:
vez, direcciones heterogéneas: no ve la totalidad sino que ve perspectivas en la totali^ tir1, y t M -
11 a) Hablamos de una intensidad de la voluntad que como pro- poco en la eternidad sino en el tiempo.
11 piedad psíquica caracteriológica podría compararse a la fuerza Dentro del mundo visto, por otra parte; la voluntad tiene una
{■^muscular. Es la fuerza del momento que está condicionada por los esfera de poder todavía estrecha. El conocimiento intelectual es,
efectos ; el hombre se crece y potencia en ellos y después todo en principio, ilim itado; la voluntad, como tal, siempre es limi
marcha perfectamente. tada. Por tanto, sólo puede aprehender su círculo, que varía ex
La intensidad de la voluntad sorprende las imás de las veces al traordinariamente de individuo a individuo y aún en el mismo in
contorno, y engaña al actuante cuando le parece que es la medida dividuo cambia en el curso del tiempo. En este perímetro de su
de su ser. Con ella no necesita estar enlazada ninguna persisten posible campo de acción encuentra el hombre sus fines.
cia ; puede faltarle por completo el arraigamiento en el ser y el La voluntad no lo puede todo al tiempo. Muchas cosas quedan
destino. Pero ninguna voluntad puede hacer algo sin desarrollar también excluidas en el transcurso del tiempo. La situación fuerza,
también una energía efectiva en el momento. según el espacio y el tiempo,_ a la elección. L^, necesidad de elegir
b) ~L& tenacidad de la voluntad es su persistencia en la suce limita y acentúa el querer de suerte que en ello la voluntad se hace
sión del tiempo, j e manifiesta en que p ersevera y sigue adelante. v oluntad verdadera como origen de la «existencia». El auténtico
Entre una terquedad maquinal y una obstinación henchida hay no-volente quisiera «hacer lo uno y no dejar lo otro» ; el volente
■una analogía exterior en sus manifestaciones. Sin tenacidad no se está seguro de querer sólo lo que elige.
realiza ninguna «existencia», pero la tenacidad resbala fácilmente Donde, movidos por ideas, somos capaces de ver una imagen
hacia el vacío y hacia la testarudez en la cual la obstinación en lo objetiva y cerrada del mundo suprimiendo en ella todos los con
finito procura una conciencia formal de sí mismo. trarios, no tendríamos ya que elegir, sino que podríannos pensar
l c) Llamamos violencia de la voluntad a un proceder que no que todo está en su debido lugar y gozarlo y apropiárnoslo con
atiende y no utiliza las condiciones que encuentra en sí y fuera de templativamente. Pensando tenemos ese inmenso trasfondo, con
sí. Un proceder emanado de los principios de conocimientos gene^ el cual, confrontada la voluntad, que sólo puede ser todavía una,
rales supuestos o de una ocurrencia cualquiera destruye, porque, parece estrecha y limitada. Frente a la infinita contemplación la
sin coherencia con la situación, sin tener su origen en la «existen voluntad como limitación~pierde valor.
cia», trata de atravesar el imuro con la cabeza. Pero la violencia es I Pero la actitud contemplativa puede tentarnos a que nos olvi-
también el signo distintivo de las decisiones y del alto riesgo. {. deanos de nosotros mismos. En el peligro señalado de volatizarse
- inc°ndictonalidad de la voluntad se patentiza en la ac- como «existencia» se pone todo el acento precisamente en elegir
A u S o\ w <u l a
A claración de la *existencia »
L a voluntad jj
Windelband sobre la libertad de la voluntad). En el elegir y obrar como seguridad jurídica (por ejemplo, en la Alemania del tiempo
tiene que haber ya motivos y finalidades entre los cuales se elige. de los «kaisers»), y la libertad política, en la cual cada ciudadano
Entonces surgen las siguientes cuestiones: ¿ Soy libre en la clase del Estado decide, con los demás, por quien ha de ser gobernado
y el contenido de mis motivos ? ¿ Soy, además, libre para elegir el (por ejemplo, en los Estados Unidos). La pregunta por la existen
criterio por el cual decido entre ellos? Además: ¿Puedo yo algo cia empírica de esta libertad suscita inmediatamente, en el caso de
a causa de mi carácter ? ¿ Puedo querer también de otro modo ? que se la niegue, la voluntad de conquistarla. Estas libertades
¿Depende, por tanto, en general, de una libre voluntad lo que.yo son situaciones sociológicas; para el individuo son oportunidades.
quiero ? ¿ H ay en la elección un ultimo origen ? Con tales pregun No cabe duda de que las hay. Pero su existencia empírica tampo
tas penetro en la aclaración de la «existencia del m í-m ism o./ co es una respuesta a la pregunta por la libertad que la «existen
Pero en cuanto las planteo objetivamente y presento alternativas cia» misma es. Pues ésta, a pesar de aquéllas, puede ser puesta en
para responder a ellas me coloco, con éstas, inmediatamente en el cuestión. Por el contrario, habría que decir que el individuo,
ámbito de las cosas. En este ámbito, estas preguntas pueden no ciertamente que sin la amplitud para su realización, pudiera ser
tener sentido : si objetivo la voluntad no puedo ni siquiera perse «existencia» aun cuando no fuera libre en las tres direcciones ob
guir la voluntad ; objetivamente, toda reduplicación de la voluntad jetivas señaladas.
com o «yo quiero porque quiero» es una tautología; por tanto, no En las libertades objetivas existe, por tanto-, aquello de lo que
tiene sentido preguntar si yo soy libre en la volición de mi voli «e demuestra la posibilidad o existencia empírica, no aquello de
ción. O bien las preguntas son reconocidas como alternativas y en que se trata cuando la cuestión de la libertad de la voluntad se
tonces se contesta que, objetivamente, no hay esta libertad. Hay, plantea con el apasionamiento en el cual lo que importa es el ser
como existiendo empíricamente, sí, libertad de elegir y obrar, pero mismo. Si la libertad ha sido puesta en duda y después hubo que
del querer en sí ¡mismo conforme a su sustancia y fundamento. buscarla por la vía del pensamiento objetivante, entonces no se
Sin embargo, estas preguntas ni carecen de sentido ni condu adelanta nada con la exposición de aquellas formas de libertad que
cen necesariamente a la negación de la libertad. Cierto es que en la han sido explicadas.
consideración psicológica no tienen cabida. Esta consideración no Las libertades psicológica y sociológica que nunca son la liber
puede concebir de qué se trata aquí realmente. La libertad no se tad misma, no son, sin embargo, indiferentes. Y o quiero su reali
puede presentar como conocida científicamente, aunque algunos dad. Y o tengo que quererla cuando me sé libre originariamente;
motivos de la voluntad y finalidades puedan llegar a ser objetivos. pues son condiciones para que se manifieste la libertad en la exis
Donde soy yo mismo, en el sentido originario, que no puede ser tencia empírica si quiero realizarme en el mundo y no ser mera
objeto, allí está el lugar de la libertad que la psicología jamás al mente posibilidad e interioridad. Las libertades objetivas tienen
canza. Aquellas no son preguntas objetivas ni alternativa para el sentido y contenido por la libertad originaria; pero son ilusorias
saber, sino que son, en el ámbito de la objetividad, la expresión cuando no están henchidas por ésta. Cuando quiero libertad obje
indirecta del ser de algo inobjetivo. La pregunta que investiga ob tiva y en tanto que yo la he producido y ya creo haber alcanzado
jetivamente, cambia de dirección en ellas. en ella mi libertad, entonces precisamente me he perdido. ‘Esto se
c) Se afirma una tercera libertad objetiva de la voluntad en evidencia en la equivocidad de todo nombre que indique libertad.
conexión con las relaciones de poder entre los hombres en la so- 2. La ilusión de la independencia .— Un ejemplo es la multi
cie a y el Estado. Sociológicamente pueden diferenciarse las li- tud de sentidos de la palabra «independencia».
er a es personal, civil y política; la libertad personal en la con- La independencia es la finalidad de mi voluntad de libertad en
a privada de la vida que, bajo el supuesto de la posesión de el mundo. Y o quisiera una existencia empírica en la cual mi volun
medios economicos, también puede existir cuando falta la libertad tad se pudiera lograr decisivamente. De aquí que y o trate de ase
crvii y política (por ejemplo, en la Rusia zarista); la libertad d - gurar y ensanchar mi existencia empírica mediante el cálculo, la
que, aun cuando falte la libertad política, puede desarrollarse previsión y la perspicacia. Y o soy independiente en la medida en
24 Aclaración de la *existenciai>
Lm voluntad 25
# WlXn U jüJUÁ Ib :a *
28 Aclaración de la «texistencia »
L a voluntad
Í
al querer algo quiere o aniquila el verdadero ser.
j lo malo es que lo bueno es querido, pero a concl'ición de que* sirva
«i i,“ ? * ’- 001110 existencia empírica que se quiere a sí misma, I a l a egoísta existencia em pírica; o bien, puesto que é sta , pn sn
L l ^ S0lutlz^rse ^ revuelve contra la propia posibilidad existen-
J empírica impulsividad com o voluntad incondicionada no es incon
n n ^ r e -°. ' ° d° 10 .qUC deja VCr la verdad emanada de la dicionada, la posibilidad de lo malo ya está incluida en la falta
como L w ™ eneia». la incondicionalidad en la «historicidad»
de incondicionalidad. Pues el encubrimiento, el odio contra lo bue
Al ®za del, ser- Lo ,mal° se encierra en la incomunicabilidad. no, la desesperación de la nada, están en puertas tan pronto como
lunfa^H* 7 eg° lstaexistencia empírica en su inanidad, es la vo- la egoísta existencia empírica se siente amenazada, sin estar en la
traH;™-'6 a' Se P uede esclarecer más que como una con- mano de un ser-sí-mismo. La falta de incondicionalidad no es to
a sí mitm ’ qU?rer la. ,nada con. P lena claridad; querer anonadarse davía mala sino indecisa. La buena voluntad es incondicionada;
finalidad a en a pasión del aniquilamiento de o tro ; perseguir una
la mala tiene una incondicionalidad distinta: contra el ser. Si lo
que una vez alcanzada se pierde inmediatamente.
malo llega a ser real, entonces ya es oscuro, turbio, y no absoluta
com o IjwI,.3 V0^un^ad es inconcebible; conscientemente se concibe m ente malo.
‘ S d o to d e m á T p PaSÍÓ? ^ ° dÍarSe 3 Sí mÍSm° n° men0S que a Este malo es, en los pensamientos constructivos, el fantasma
retorna ^¡n^mbare™ ^ ' .conocirn' ento claro la buena voluntad d e aquello que está por detrás de la buena voluntad. Una vez que
nuestra esperTnzY-L T ™ * ' CUand° todo está claro ~ tal «* el hombre ha visto ese fantasma suyo ya no se sosiega ante su po
, cuando nada queda velado, la buena volun-
sibilidad. Mientras la construcción del mal demoníaco, lo misma
Aclaración de la «existencia»
L a voluntad SI
L I B E R T A D
Aj l l fy y S
^ W Caá
OÍa^ K ^ c
4 '*
■*S***í
^7*V? ' i
■"' ■.-, . **t'-V? :1:. : ■'■'■
El hecho de que yo pregunte por Ja libertad no proviene de que
ésta se me presente como un concepto cuyo olajeto pudiera conp
eer ; por el contrario, la cuestión de si h a y en general libertad con-
duciría directamente a negarla si se tratase de resolverla por los
medios de la investigación objetiva; el hecho de que yo mismo no
sea objeto se me conví^rt*» lñ pnsihilidad de la libertad. La, cues-
tión de si la libertad existe tiene su origen en mí mismo que quie
ro que ella sea. .
En toda pregunta ei suieto es, en algún sentido, condición de j
la manera de preguntar y de la forma de la respuesta objetiva 1
pero en la pregunta por la libertad es el verdadero ser-sí-mismo en
su posibilidad el que pregunta y el que responde a la vez. Así, pues,
si pregunto si la libertad existe, la pregunta se convierte al tiem
po en acción mía de si y cómo me aprehendo o me abandono de
jándome i r ; no busco en torno mío para ver si se me presenta la
libertad en alguna parte del mundo. Por tanto, la pregunta de si
existe la libertad no es nada en tanto que es pregunta de la «con
ciencia en general» ; la pregunta no tiene su importancia a una al
tura siempre igual sino sólo creciendo a la par de la presencia del
verdadero ser-sí-mismo ; y o no pregunto en abstracto, sino en la
medida en que yo mismo estoy implícito en la pregunta.
Quien a la pregunta por la libertad ya cree tener la verdad en
un simple concepto, llama a la libertad sencillamente el concepto
fundamental de la filosofía. Pero para el que no sabe y por tanto
no espera en absoluto un resultado, sino darse clara cuenta de por
qué él quiere llegar a ser él mismo en su camino «histórico», la
libértád se coriviérte en el verdadero signum de la aclaración d«fTa~"
«existencia».
Cuando mirando en torno mío paso revista a todo lo que se
llama libertad, me encuentro con una multiplicidad de hechos y
definiciones sin qúe una conciencia objetiva de su sentido me per-
86 Aclaración de la rexistenciai
Libertad
I mita elegir que es y qué no es la libertad, dónde está y dónde no.
Solo cuando me guía mi auténtico interés por la libertad, descubro quiere anularse en la trascendencia. La libertad es siempre el ser
en esta multiplicidad lo que me habla como libertad porque yo mis de la «existencia», no de una trascendencia; es la palanca gracias
mo ya soy libre en potencia. Sólo desde esta posibilidad del pro a la cual capta la trascendencia a la «existencia», pero solamente
pio^ ser libre puedo preguntar acerca de ella. Q J a libertad no es porque esta «existencia» es ella misma, en su independencia.
nada o ya está en la p re c inta que formulo sobre ella. i?ero que
ella pregunte como voluntad originaria de ser h7>re~~anticipa ya
este ser libre en el hecho mismo de preguntar. La libertad se quie ACLARACION DE LA LIBERTAD EXISTENCIAL
re porque ya le es presente un sentimiento de su posibilidad.
El filosofar, partiendo de la posibilidad de ser libre, trata de 1. L a lib e rta d como saber, como albed río, como l e y . — Lo
cerciorarse de la libertad argumentando; k saber: que la hay. Es que sólo está ahí o acontece es existencia empírica falta de liber
tas argumentaciones — nacidas, por así decir, con el ser de la li- tad. Y o m e encuentro en .medio de ello por virtud de un salto. Pero
er a indispensables al filósofo para separar de ellas a la no soy solamente un curso de acontecimientos sino que sé que soy
verdadera libertad. Esclarecerlas, por tanto, significa, negativa yp- Y o hago y sé que lo hago. Y o tengo que morir como todo lo
mente, no querer demostrar la libertad como algo que existe em viviente, pero sé que tengo que morir. El conocimiento de lo que
píricamente. La libertad no se prueba por mi inteligencia, sino por acontece pasiva y necesariamente, no me sustrae a la necesidad
iS* accion- En la preocupación por el ser de la libertad ya estáiñ- pero realza sobre lo que sólo es necesario al yo que sa be; incluso
ciuida la actividad por virtud de la cual la libertad se realiza. estar en ello, comprender com o cosa lo que debo hacer, es un com
hbertad es posibilidad es, al mismo tiempo, la po- ponente de la libertad. En el saber. todavía no soy libre, pero sin
sibihdad de. no ser libre, el sufrir bajo ella el impulso negativo de conocimiento no hay libertad. 1 "— — -------------- --------
a hbertad. Como ser-si-mismo, no soporto la posibilidad de no ser Mediante el conocimiento veo él ámbito de lo que me es posi
libre. Al no poder soportarla ane percato de mí m ism o; por el he- ble. Puedo elegir entre las diversas posibilidades que conozco. Don
í ° ^ . ' i qUe 7a ’ •°0m0 s°y acluel a q«ien algo que depen- de me son posibles varias, mi albedrío es la causa de lo que acon
Khí P ? «»portarle incondicionalmente, tengo que poder ser tece. Cierto es que también puedo tratar de concebir, en una con
bre. Pero esto no es una deducción extraída de un hecho acerca sideración objetiva, este albedrío como un acontecer inevitable:
de su condicion sino la expresión del ser-sí-mismo que se da cuen Mi elección depende de la forma de mi conocimiento, cuya génesis
ta de su posibilidad como un ser que decide acerca de sí. El se exi puedo investigar. Y o elijo lo que supongo sabido tal como yo lo
ge exigiendo de sí. Tiene que poder satisfacer exigencias si quie s é ; pero colmo quiera que mi saber, comparado con la realidad de
re ser. ^
lo que existe empíricamente — que yo todavía no conozco— , siem
i La libertad como lo primero y lo último de la aclaración de la pre es erróneo, veo que acontece como cosa distinta de lo que yo
¡ f “ ls,tencia*> sól° en ^ ta llega a expresarse, no en la orientación esperaba. Además, m i elección depende de impulsos psicológicos
L ! ^ U^ ana ,m tamPoc° en Ia trascendencia. En la orientación que puedo observar (el m otivo psicológicamente fuerte es el que de
I hay el ser como cosa existente, constituida como ob- cide). Pero, a pesar de ambas dependencias, el albedrío es una ac
l\í;hPrt ^ Vv ’ f Sta donde Ue£a el conocimiento no hay todavía tividad que no puede ser concebida por ningún conocimiento, sino
m í r l í r t f f ° en p e n d e n c i a ya no hay libertad; la libertad tan sólo supuesta; ni su ser puede ser deducido ni su decisión pue
í Ynr\ 'i a samente absolutizada en un ser trascendente; la liber- de ser demostrada o supuesta, en el caso particular, como forzosa,
[ ■~j t t ° exi^te como «existencia» en la realidad empírica tempo- bon el rigor de un conocimiento causal. Aún cuando yo, como el
amente> en Ia libertad un movimiento que tiene por fjue elige, convierta para mí la decisión en mero azar, por ejem
^ T T d a d hacersesuperfina a sí misma; por ser lo último y defini plo, al echar a suertes o jugar a los dados, persiste el componente
tivo en la manifestación de la vida temporal de la « e x p e n d a , del albedrío por el hecho de haberme sometido libremente a la pa
sividad de un azar objetivo. En el último caso se ane muestra de
L ib erta d 39
Aclaración d.Q la ccexúifencüz»
modo acusado lo que es propio del albedrío en general. Por el he- Tíñanlo «en general», mi conciencia concreta de la libertad no que
c o de que en sentido objetivo procede arbitrariamente, parece no da esclarecida adecuadamente. La fórmula racionalmente clara tie
e egvr, es decir, parece también subjetivamente arbitrario; pero ne que petrificarse necesariamente, y entraña rectilineidad y me
esto no se puede pensar; por el contrario, en toda decisión arbitra canización. El contenido de las leyes en su especificación al acer
ria hay algo que coincide coano espontaneidad con mi ser-yo. Pues carse al sí-mismo «¿histórico» en una determinada situación tem
sm contenido, el albedrío no es todavía libertad, pero sin albedrío poral no queda afectado por la ley de la libertad trascendental.
no hay libertad. Esta surge en la polaridad entre la totalidad de la idea directora
y la irrepetibilidad «histórica» del ser-sí-mismo en su elección.
Pero cuando y o no decido con el saber del albedrío, no capri
chosamente, sino conforme a una ley, que reconozco como obliga- 2. L a lib e rta d como idea.— Y o me hago libre ampliando sin
I oria, entonces soy libre, pues -me someto al imperativo que encuen- cesar mi orientación intramundana, cuando me doy cuenta ilimi
/ ro en mi mismo, al cual también podría no someterme. La ley no tadamente de las condiciones y posibilidades de acción y en tanto
/ es la necesidad inexorable de la naturaleza, a la que estoy sometido, que dejo que me reclamen todos los motivos y todos tengan valor
I sino la necesidad de normas en la acción y (motivación, que yo pue- para mí. Pero de esta acumulación compleja únicamente surge la
| do seguir o no. Al reconocer y obedecer tales normas que se me pa libertad en la medida en que se realiza la relación interna del mun
tentizan com o obligatorias, soy consciente de m í mismo como un do en que actúo, conexionando todo con todo, no sólo tácticamen
te, sino también para mi conciencia en tanto'que ésta es los ojos
si-mismo libre y realizo una necesidad que, en sí, sólo vale pero
que no existe. Cuáles son las normas válidas es algo que no sé por de la posible «existencia». Una conexión de tal clase no se cierra
formando una figura rotunda y compacta, sino que se queda en
virtud de ninguna autoridad ; pues entonces yo me sometería ar
aquella totalidad infinita que no existe sino que es como idea. Par
bitrariamente a un extraño (al cual, o bien me entrego confiada
tiendo de la ilimitada multiplicidad, la idea que me es presente or
mente siguiéndole sin comprensión o en el cual yo, renunciando a
dena toda la orientación acumulada y los motivos, sin llegar a ser
rni mismo, me convierto paulatinamente, por así decir). Yn expe
rimento las _appmas CQimn evidentemente válidas por el henhTTlp objeto, más que suplementariamente en meros esquemas. El mover
j er idénticas conmigo mismo. Aunque la forma de estos valores es me en un ámbito de infinitas relaciones objetivas de las cosas y en
la reflexión sin término en mí mismo, para actualizar como libertad
general, sin embargo el contenido de las valoraciones particulares
al llegar a ser todo, tiene su contraposición en la angostura de la
se especifica hasta lo más concreto y tienen que ser encontradas,
situación, de la determinación unilateral de una ley, en el aisla
en cada caso, mediante la plena presencia del sí-mismo. Esta li-
miento del conocimiento particular. Y o me sé tanto más libre cuan
ertad, la libertad, trascendental, en la que, por virtud de la obe
to más extraigo de la totalidad, sin olvidar nada de las condicio
diencia a normas válidas, me encuentro libre por mí mismo, es li
nes de m i acto, la determinación de mi visión y de m i decisión, de
bertad activa frente al mero saber pasivo y es impulsada por una
mi sentimiento y de mi acción.
necesidad en oposición a la relativa caprichosidad del albedrío. En
ella están contenidas la libertad del saber y la libertad del albedrío. 3. L a lib e rta d como elección (resolu ción ). — Siempre que
Así como sm ambas no hay auténtica libertad, tampoco hay liber ‘‘ decido y actúo, no soy, sin embargo, totalidad, sino un yo con sus
tad sin ley. determinadas condiciones dadas en su particular situación objeti
va. Mi acción no se produce todavía como un resultado de la ilimi
Aunque de este modo, en la libertad trascendental, me cercio
tada orientación en el mundo y de la ampliación del posible ser-sí-
ro e mi mismo al obedecer una ley, que reconozco por propia evi-
mismo en una infinita reflexión. Y o no soy escenario de las ideas
cía com o la mía, sin embargo, no puedo quedarme en ella como
generales, de las cuales se desarrolla como consecuencia necesaria
3 er explicación de la libertad. La .ley se degrada
el curso temporal de mi existencia empírica, sino que, aunque la
formulable definitivamente como imperativo
totalidad nunca queda completa y ultimada y la ampliación del
si-mismo queda entonces rebajado a un caso de su
posible ser-sí-mismo no llega a sus límites, el tiempo, sin embargo,
esta generalización de la ley y del sí-mismo en sU
40
/V -
Aclaración de la «existencia*
Libertad
d L T T ^ i P° dría ° brar Si ^uisiera aperar, actualizán- que se da la voluntad a sí misma como el regalo de que yo, qut-
Por virtud Z S S" pu“ tos/ P fibüidades, el desarrollo de la idea, riendo, puedo ser verdaderamente; partiendo de ello yo puedo
con la ^ J 100101? del cai-ácter incompleto de la totalidad querer, pero a ello ya no puedo quererlo. En la resolución apre
nunca *?ece. . ’ determinada temporalmente, de vivir ahora o hendo la libertad por la esperanza de que, en definitiva, me en
cia de’ fllta dgpirí-h e^ T ’/ Urge PT'm e i° una esPecífica concien- contrare a mi mismo por el hecho de que puedo querer. Pero la re
em t v ,, l í 6n f0mia de conciencia de sujeción a un solución se patentiza pn la elección con creta:! "
n rob a L r, lugar\ de f l e t a m i e n t o de las seguridades y cora- Esta elección es por completo mediata. A la vista de todas las
experiencia d e^ H p11 f Pero desPués rea^ ° ^ objetividades en el dominio de lo posible y examinada por la re
«dioTs lo e eCC1° n dete™ inada temporalmente, no flexión sin fin del sujeto, se pronuncia la absoluta decisión de la
que ser mCnte ne? atÍV0 y falto de libertad que tiene «existencia». Pero no es el resultado de las reflexiones, aunque ha
que sólo en A f?rz° f mente Sm haberse completado la idea, sino pasado a través de éstas y, por tanto, no podría existir sin ellas.
cual e-e- Ct6n S° y consciente de la libertad para mí la Xa resolución, como tal, estriba sólo en el/Saífo} Sobre la base de
d a d e r a m e n í P° rqU6 Y° SÓ1° en eUa me reconozco ver- las reflexiones no llegaría nunca más que a proháhilidar^p«; Pprri
bertad vistos desd™ mi,Sm° ‘ Todos ío» demás momentos de la li- si mi acción estuviera determinada sólo por. la probabilidad, yo no
su rí í-í. , !, aqU1’ n° Parecen más supuesto para que tomaría existenciaknente ninguna resolución, pues ésta es incon-
trae a toda í v ? exf tencia1’ profundísima. Esta libertad se sus- cidionada. Si además, lo que decide la acción sólo es el resultado
í i ° bjetlVaC1Ón 5^ toda generalización. Después de que re- de un cálculo de probabilidades, entonces la resolución en general
S e T hora í ^ ^ de l0S ant<* ÍOres Te se ha disipado ; pues en ella el criterio supremo de la verdad no es
damente m / d o ’ " “ T T d ^ d° nde Y° ’ ° bien desespera, el éxito, sino que lo escogido sigue siendo verdad aún en el fraca-
ser originario Quien“ « í ^ 861 6 v absoIuto ° P acato de un so. Por último, con mayor razón, no es la resolución, en contra
bilidad 3 , 5 ' ' a r 61 “ 1Sm0j ell^e en su histórica» irrepeti- posición con la intuición, el mero capricho inmediato, sino que es
tencia»! reVdand° Se de ese m od° a * « i« m o y a la otra «exis- d ónde yo sé lo que quiero en la concreción «histórica» de mi exis
tencia eanjjiiicaj. £>i no lo he considerado todo, si no hp enpr>ntraHr>
m o t i v o f j ^ n ^ SÍeUCÍaZ no es 61 resultad° de una lucha entre los en la evaluación de las posibilidades, si no me he perdido en la re
ramente i Z r T ? Un Pr° ceso objetivo), ni sólo la decisión pu- flexión sin fin, no tomo una resolución, sino que obedezco a una
radón arifm ! , PUé¡> de hacer’ Por así decir> una ope- inspiración ciega.
serL^im n o s T tÍ r ^ Ui \ resu!tado com° d único exacto (esto No obstante, la resolución es también inmediata por completo.
V guiarme ñor é lí ° ^ P° f na m&S que reconocerlo como evidente Pero no es la inmediatez de la existencia empírica, sino la del au-4
L ® ,!™ P °r el)> no es tampoco la obediencia a un imperativo
téntico ser-sí-mismo. Resolución y ser-sí-mismo son la misma cosa. I
to d e t S b S a T T (t,“ eVÍdenCk “ ° f° ™ “ P ^ o Z t : La irresolución «n fTPnpraTpg ffpficiencia en ser-sí^mismo ; la in d e -’
q»e # . e K ií f í ? C“ tr" io' lo * la elección es cisión en ese instante np hace más que patentizar que todavía no
se abre m m i d doP mi° de lo determinado y particular, me he encontrado. Pero elección y resolución, claridad y origen,
naW abTe empMca d contenido «histórico, coinciden a la vez. Si la resolución parece capricho, objetivamente
no conenla laconciencia no hay en verdad criterio para la diferenciación, pero subjetiva
ornaría del verdadero « mismo existenciadeempírica.
la necesidad
mente la resolución es precisamente el polo más radicalmente
empírta.* I T r e J 1&, resolución d* * * yo mismo en la existencia opuesto a la arbitrariedad; lo que parece capricho es la libertad
cional la cual n Ucl0n’ com° tal> no es todavía la voluntad ra- de aquél que tiene que obrar así por el hecho de ser él mismo.
n i S k í i t r í b a \ r i de t° d1
° ’ f mpre pUede “res0lver“ al* ° fi- Considerada en el tiempo, la elección de la resolución es de tal
existencia empírica esforzada & ' espr^?cuPada ejecución de una importancia que lo elegido queda establecido incondicionadamen-
forzada y ciega. Sino que la resolución es lo
te. No puedo anularlo, pues yo no estoy otra vez como un Otro-
A cla ra ció n de la ^ existen cia »
Libertad
cluso sin darme cuenta, y voy madurando para ser yo mismo cuan
sis v
sis k d™
y la mdel S" ’ -Se mas
comunicación h“ “ n p0siblespn
profunda la la
c° mPlet» soledad
t* i en
, la cri
cri- do llega la hora de las decisiones verdaderas. 351 hecho de abrazar
que la decisión es la clara f r e f l e x i v ^ n t l ' 10n‘ ^ d ^ de l a libertad o de huirla es la manifestación desplegada en el tiempo
que conquisto mi ser c u a n d o S Z V v i A ^ .cl mund° en Ia ae lo que yo s o y ~ ' — “
el violento tambaleo en el cual sin v ad °r>gmana resulta 5. E l pen sar l a lib e r tad « e x is t e n c ia l » . —La libertad formal
el vacío. Y o renuncio a 1 ' 1 * Saber y sm. elección> decid° en era saber y albedrío; la libertad trascendental era la certidumbre
ciencia condicionada exteriorm^nte^Tólo^soc?? C° n ^ .autocon‘ de sí mismo en la obediencia a una ley evidente; la libertad como
idea era la vida en una totalidad; la libertad existencial era la
y % s: r ™ z p ,p e U n d ™ ai ya - ^ z & z r * * - autocertidumbre del origen «histórico» de la decisión. Sólo en la
j libertad existencial, que es absolutamente inconcebible — es decir,
t n t s l r r 3 ? “ :: í Lno existe para ningún concepto— , se cumple y satisface la concien
cia de la libertad. Esta libertad no se realiza sin conocimiento, ni
sin darse cuenta de que es posible un capricho que, por de pronto,
en la manifestación del orden legal, se profundiza haciéndose li
•5 » = 5 s * ¿ bre elección del deber y obediencia a la idea, para ser, por último,
cación de «existencia» a 6 .0 n° en 1X3as profundo la comuni- rebasado por el origen absolutamente único e irrepetible que se es
« - « - t í s í s s . v r s f s r ' Qu¡en d “ iM* d e « - d° clarece en estos supuestos. Lo que entonces, por la lejanía de la
ley, ya no se hace claro como lo verdadero — sin que tenga por eso
lidad'tomporlrés t u ^ t í n ” * 81“ “ 0“ í ‘ *existend" <™la rea- que faltar a una ley pero sí elevándolo con ello a ley— está cierto
( « e x M e X ', „ bieH e S d , q dt S ° “ “ d tód° de si en la cercanía del ser-sí-mismo con el otro ser-sí-imismo. Por
material de otro estov «in •1■ ? qUe y o’ convertido
virtud ende su origen, la libertad existencial se opone a la superficia
decidir. Sólo hay’ un l i m i t » d „ ' enc'“ >• Nada P“ ede quedar sin lidad del azar; por virtud del deber existencial, a la arbitrariedad
allá del cual ya no se^uéde S S f e .p“ lbi.lidad temporal, más de la volición momentánea; por la fidelidad y la continuidad al
sobre mí en lugar de ser yo q Jen decida ° q“ e “ dedda olvido y la dispersión.
Pero el principio y el fin del esclarecimiento de la libertad si
V l a ^ d c t d 'i a l ^ L v i a ^ f - l “ d “ ber- « ' alb? * fo. >a ^ gue siendo que la libertad no puede ser conocida, pensada objeti
gunta acerca de la «lib e rté ¿ 1 e'Clr> Un espac*° vacío. Si la pre- vamente en ninguna forma. Estoy cierto de ella para mÁ, no pen
trucción de todas las oh?pH 86 COntesta me<üante la des- sándola, sino al existir; no considerándola y preguntando por ella,
problema de la «libertad pira3 q u é ^ S i ^ ^ l“ ^ &PiemÍante d sino al realizarla ; todas las proposiciones sobre la libertad son, por
quedo peroleio antp lo * ^ ** '• se ^ue 9ulero, ane «1 contrario, medios de comunicación siempre mal entendidos que
no fuera nada v í e n i inf ltas/ « « E d a d e s , me siento como « sólo indirectamente aluden a ella.
tia ante la libertad. ’ ^ USaP anSustla en la libertad, angus- jt L a libertad no es absoluta sino que, a la vez, siempre está vin-
I cu la da p no es posesión, sino conquista. Lo mismo que ella, el
Ue, pero deternÜMndn*8 EC? 0nes. ~~sin darme cuenta en el detar- ’ pensarla no~existe m a s q u e en movimiento. La conciencia de la
pasos en los cuales me ^ 6 COnjunto 1111 ser mismo— realizo los libertad no se puede expresar con una única expresión caracterís
cid ir; me c i e l T l Z gf n° ° , me P¡erdo. O bien me resisto a de- tica. Sólo en el movimiento de una expresión hacia otra se paten
la cual me ligo, me H enaje ho qUerer : la libertad, P°r virtud de tiza un sentido que no es visible por sí solo en ninguna expresión
siem pre; yo quisiera anart ? rr° r a causa de que decido algo para aislada. Cuando en el «yo elijo», la conciencia de decidir capta la
fas acontezcan a su gu£a o í i reSponsabilidad y dejar que las co auténtica libertad, esta libertad no está, sin embargo, en el albe
internas y externas mi en yo sigo en las pequeñas acciones,
y xtemas, nu camino tranquilamente, violencia, in^ drío de la elección, sino en aquella necesidad que se expresa como
Aclaración de la «existencia»
L iberta d
sidad o en unidad con ella. Una libertad que haya superado todas
La diferenrifl^ión entre natural y no natural se hace posible por
las oposiciones es un fantasma? “ --------- --------- --------------
virtud ríe una dnblp signuticación : kTnatural'Vs, ~aT~vTO;^rpW'qiie
' 1. E a r e s is t e n c ia de l o n e c e s a r io . —Lo que no hace más que no es más que real, y otras, lo normativo. Lo natural real y lo na
acontecer no es libre. Lo que concibo como naturaleza está deter tural normativo no pueden ser separados en concreto de un modo
minado en su acontecer por la necesidad. Como dependiente de decisivo. En cada caso lo natural es, al tiempo, algo real, que como
una causa, como causado, está sustraído a la arbitrariedad. La tal me liga (dígale sí o no), y en cada caso lo real com o tal tiene
determinación de su existencia empírica es necesaria tal como es además cierto carácter de exigencia. Y o no soy por completo miem
a causa de otra cosa. bro del proceso natural ni tampoco opuesto a la Naturaleza como
Si llamo a todo lo real Naturaleza y, por tanto, identifico todo absolutamente autónomo. Toda diferenciación entre actitud natu
ser con esta forma de existencia empírica necesaria, entonces yo ral y actitud heroica no se refiere más que a los extremos men
mismo soy Naturaleza. Si, a causa de la exclusividad y unicidad cionadas : en el primer caso, el límite en que lo dado por la Na
de esta necesidad, afirmo el ser como Naturaleza, entonces ella, turaleza todavía no ha llegado a serio conflicto con la conciencia
tal como es, es buena, y yo soy bueno tal como soy. Me abando de la libertad ; en el segundo caso, el límite en que una concien
no apasionadamente a mis instintos, impulsos, inclinaciones, hu cia aisladora de libertad ha llegado hasta el desprecio de todo J,o
mores y confío en el buen momento que siempre se repite. Pero, existente, dado naturalmente en mí y fuera de m í. Estos extremos
si argumento, entonces disculpo, justifico. En lugar de justificar esclarecen la situación que yo experimento entre ellos. La liber
me como libertad, partiendo de mí mismo, al haberme sustraído tad, fundamentada en un absoluto, es relativa en el mundo ; siem
a toda conexión natural, me justifico partiendo de lo otro como pre tiene enfrente algo dado por la Naturaleza, que, para ella,
Jo dado, en lo cual yo mismo soy dado. Porque algo es real, es es dependencia, resistencia, impulso, materia. Pero ella tampoco
_bueno (ética naturalista). es nada, sino en contraposición a la mera Naturaleza, y única
Pero no me puedo quedar detenido en esta concepción. Y o afir mente lo es al diferenciarse mediante el saber.
mo la independencia de juzgar y querer contra la realidad natu Frente a lo naturalmente dado actúa la voluntad, emanada de
ral. La realidad es en sí problemática ; o bien la considero indi la libertad trascendental, con la conciencia de otra necesidad dis
ferente, ni buena ni mala, o bien por esencia como corrompida tinta ; no sujeta a leyes naturales, sino a las leyes del deber. Esta
de raíz. Me importa no seguirla, sino realizar algo que no sólo necesidad se formula con proposiciones en toruna de mandatos y
este ahí porque resulte de ella coma tal. Lo que es hnerm nn pnp- prohibiciones. Después, en lo sucesivo, estas vigencias, que han
de ser demostrado o fundamentado partiendo dp almina re^idar^ surgido de la libertad al reconocer su evidencia, se convierten en
smo que se muestra mediante su realización. La voluntad juzga- la carga obligatoria de la legalidad. Contra ellas se producen con
dora se asienta sobre su propio fundamento contra la realidad, flictos emanados de la libertad existencial originaria. Surge una
aun cuando en la realidad fracase. El hecho de que algo sea na nueva libertad que se ve frente a una necesidad que anteriormen
tural no es para ella una norma, ni tampoco el que algo no sea te procedió de la libertad. Tiene forzosamente que imponerse con
natural o real o posible es una razón en contra. Es, a pesar de tra las exigencias petrificadas para crear nuevas formas de validez.
todo. Lo que no es natural es apresado si, emanado de la aexis- A sí, pues, la libertad existencial se ve entre dos necesidades:
tencia» originaria, puede ser puesto como verdadero. Este senti la ne'cesidad de la Naturaleza, como resistencia irreductible de lo
miento ético no es a menudo más que negatorio, y su contenido, real, y la legalidad del deber, como forma fija de la reprla . Está
aun en el caso de realizaciones objetivas, absolutamente trascen en peligro de desvanecerse entre ambas. Pero, si quiere sustraerse
dente. La rigidez y la violencia, que enajenan el mundo y la exis en absoluto a ellas, en lugar de moverse en la más íntima proximi
tencia empírica (que sólo en el mundo puede llegar a sí misjiia* dad de ellas entonces se pierde forzosamente .en lo fantástico.
determinan la conciencia de una independencia completa (ética
heroica). \ ---- -------- La conciencia de libertad que quiera fundamentarse por entero
sobre sí no podría sostenerse en esta radical independencia. Sólo
54 A c la ra c ió n de la le .n is tc n c in n
L ib erta d 55
definitivo, que una vez realizado no se puede deshacer retrospec modo que y o conozca el punto inicial a partir del cual m e hago
tivamente. Libre en la elección, y o me obligo por ella, yo realizo culpable.
el acto y sufro las consecuencias. Sólo la clara conciencia de esta En la culpa, en la cual ya estoy cuando me doy cuenta de
decisión hace de la elección una elección existencial. De este modo ella, quiero, en tanto que depende de mí, no ser más culpable;
cada decisión es una base nueva en la formación de -mi realidad \ pero, no obstante, estoy dispuesto a tomar de nuevo sobre mí la
«histórica». Desde entonces no quedo ligado por lo real empírico, culpa inevitable.
que ha llegado a ser tal en virtud de mi acción, sino por el pasó En ello experimento, a pesar de la claridad de mi libre deci
que yo, como creación de aní mismo, he dado en mí en el momen sión y por su virtud, la limitación de mi libertad, la cual yo, sin
to de elegir. Y o he llegado a ser tal como he querido. Aun cuando embargo, como mi propio hacer, juntamente con la limitación,
P
en el tiempo quedan siempre posibilidades, sin embargo mi ser reconozco nomo cü4pa!^ Y o tomo sobre mi lo que, según todo mi
esta entonces ligado por sí mismo y al mismo tiempo todavía saber, no habría podido evitar. Así, yo tomo sobre mí el origen , ^
de mi ser, que está antes de cada una de mis acciones determina-^) U1
^ Esta necesidad, que está presente en toda nueva elección como das, como el fundamento desde el cual yo quise y tuve que querer V¡ J
vinculo y atadura en virtud del fundamentó «histórico» propio, no así también tomo sobre m í en la realidad lo que yo tengo que '
hace mas que manifestar la necesidad más profunda que está hacer, sin poder hacer otra cosa en la situación presente. Es como
presente en la conciencia del «estoy ahí, y no puedo remediar- si yo me hubiera escogido anteriormente al tiempo tal como soy,
10 » es decir, en la conciencia de «tener que» que está ligada y esta elección, de hecho nunca realizada, por la acción de tomar
con la decisión mas originaria de libertad de la «existencia». Aquí la sobre mí la reconociese como mía, y como si las realidades, en.
punJ°, donide ^enen pleno sentido aquellas locuciones tan las cuales me encuentro a pesar de esto, las sintiera en mi con
v, vjS " j hombre elige aquello que es necesario, pero que no ciencia de culpa como producidas por mí.
se hable de «libre» elección; la libertad absoluta es la absoluta Si yo conociese dónde comienza mi culpa ésta sería, circuns^
necesidad ; la decisión suma en favor de lo justo se hace sin elec CTita y evitable j mi libertad sería la posibilidad de evitarla. Y o
ción. Esta necesidad no ha sido nunca reconocida ni probada * no necesharíaTtomar nada sobre mí, ni a mí mismo, en el sentido
la necesidad natural y la ley del deber se pueden aprehender de haberme elegido en lo que no me doy cuenta de haberlo he
objetiva y validamente, pero esta necesidad existencial, no • de cho ; ni tampoco a la existencia empírica, en la cual ingreso y de
aquí el riesgo de comprometerse por entero en el punto culminan la que me hago responsable al obrar.
te de la decisión ; de aquí la imposibilidad de poder producir des En mi libertad tropiezo con otra cosa distinta de la necesidad
de fuera y por razones la decisión. Pero de aquí también la prc^ de la culpa que parece suprimir la libertad, pero que, sin embargo,
fundidad y certidumbre de la conciencia originaria de la «exis sólo existe para mí a causa de que, al asumir la responsabilidad,
tencia» en esta realización. conservo mi libertad por el reconocimiento de mi culpa.
Mi culpa es, en el seno de mi libertad, una culpa determinada*
en cada caso y, por tanto, algo que yo intento que no caiga sobre
LIBERTAD Y TRASCENDENCIA mí. Pero mi culpa es, por virtud de mi estado de libertad, la cul
pa indefinible y, p o r tanto, inmensurable, fundamento de toda
culpa particular en tanto ésta es irremediable. Mientras que yo,
, Libertad y culpa. Por el hecho de que me sé libre me
Í
por ser libre, lucho contra la culpabilidad, ya soy culpable a
r e c ozco culpable ( r e s p o n s ^ T ^ o respondo de aquello que causa de mi libertad. Pero a esta culpa no me puedo sustraer sin
hago. Puesto que sé lo que hago, yo lo tomo sobre mí!
contraer la culpa de negar mi libertad misma.
Pues, o bien existimos en una actividad que es su propio fun
damento, o bien no existimos porque la pasividad anula. Y o ten-
descubrir en ninguna parte el origen en el cual co-
nu responsabilidad. No puedo delimitar mi culpa de tal
3S
Aclaración de la «existencia»
Libertad 59
|o que querer, pues cnerer tiene que ser mi ultimidad si es q.le en
es impotente para que la «existencia» se refiera a la trascenden
aennitiva quiero ser. Pero, según la manera de querer libremente
se me puede revelar la trascendencia. ! cia, juntamente con la experiencia de la libertad de la voluntad,
en la ilimitada responsabilidad de imi hacer y mi ser.
„ J ' ^ D ep end en cia e INDEPENDENCXA.-Tal como soy, soy respon-
3. T rascend en cia en la lib e r t a d . — Si no hubiera trascenden
^sabJe de *m m ism o, y , sin em bargo, sólo en el estado de libertad
cia se plantearía la cuestión de por qué debo querer ; no habría
fí descubro quien soy. Si parecía estar asentado completamente so-
más que caprichos sin culpa, sin responsabilidad. De hecho sólo
I ^ S t i m a s “ 0’ a prCgUnt0 P° r mi dependencia o independen- puedo querer, si existe la trascendencia.___________________________
J 4 l'ero si hubiera simplemente trascendencia, mi voluntad des-
• bie.n SOy. com pletam ente dependiente. Un Dios me ha arro
jado en la existencia empírica. Y o mismo ya no soy ni mucho aparecería convertida en obediencia automática. Inversamente, si
no hubiera en absoluto trascendencia mi simple voluntad no po-
iÍ T r E S Ía jiom e serviría para nada si l’a divinidad dría producirla._____________________ _________________
Así como la libertad ya existe en cuanto que pregunto por ella,
así también la posibilidad de la trascendencia sólo puede exis
c o n L ^ lí T' ^ SC Pronuncia calladamente tir en el seno de la libertad misma. En cuanto que soy libre, expe
ciertamente m ir * V° luntad V° me Creo a ™ ™ s™>> rimento en la libertad, pero sólo m¡erced a ella, la trascendencia.
v da T n V * Una VeZ) Sino en la continuidad de una La libertad nunca es perfecta en su realización ; por el con
nnn ’ ° ! r amente de ánodo arbitrario partiendo del vacío sino
trario, en la realización más decisiva para sí misma se encuentra
">■> y a ¿ n u j s M a h L ^ s ^ o , d . m i ser-as). el cual ofrece iñde
ante la insuficiencia más abismática de que y o soy real, pero ni
r m in a g s posibilidades para r u m ia r m e libremente. Me s T m -
perfecto ni tampoco por aproximación a una posible perfección. <
dependieote en plm t° central. Sólo desde él «stoy referido
En la realización estoy y a , por mi fracaso — que, com o libertad, I
S b r o ^ ™ ír ? ° Uil h‘ qUerid0 ■"« contraponga a elU es culpa— , referido a mi trascendencia. f
1 ;" ” port|UC J f ° tr° *I>o d ° yo no puedo ser m i mismo. Y o Como libre, estoy frente a ella, pero, sin embargo, no desligado
mismo soy respon sable.de aquello que quiero y hago y de lo que
de ella. Pues, como quiera que frente a ella no puedo señalarme
soy originariamente. Incluso' he de responder de m i existenck
como una perfección, aunque sólo sea transitoria, y o soy real para
s ^ P m i a\ í ° m£ 81 realizase la le cció n de mi ser, de la cual mí en mi libertad com o imperfectibilidad, y o soy libre en el «te-,
de
de eíU
el O TÍ v
cual e f Ue*
veo, si W * “con^ culpa,
bien T ° rÍgen’ qUC S° y yo mismo>
mi manifestación des
como reali- ner que», el cual se hace consciente como culpa, pero este ser-real
mismo ya está en su trascendencia. La trascendencia no es mi li
Ivertir
r t i r Stodo
T lo’ que
" ^ soy
^ en^ mi libertad
daX f° rma-
y mi La libertad exige con
culpa. bertad, aunque está presente en ella.
Esta libertad trascendiente, juntamente con la conciencia de la
la S cieaStr , ad° ; ^ °SÍ1CÍ0n! SjmetafíSÍcas, la de la absolutización de necesidad que yo mismo soy en cuanto que la creo, es para mí el
ne<Tnp ■ C &■ ad independiente, reconocemos expresio- origen existencial más allá del cual no hay libertad.
ca rectiHn inadecuadas en su precisión racional y unívo- Precisamente en el origen de mi ser-mí-mismo. en que creo so- t
,a " f ; . ln“ dad Para el ,^ lsterio del fundamento trascendente. En brepasar las necesTdádeS ae las leyes dp la natnralp^a y r M I
ca volnntn!ía e a ? rac|a se n^e^a Ia libertad en favor de la úni- me doy cuenta de que yo no me he creado a m í mismo. Cuando l,
pudiera a^m ^ la voluntad divina, como si en esta forma me vuelvo hacia mí, en el sentido de auténtico mí-mismo, se me *
diente Ha i ex lr culpa sin libertad; en la conciencia indepen- hace patente, en la oscuridad de mí querer originario, que sólo
ponsabilidarí Pa SC a maría Ia libertad en favor de la propia res- pueda aclararse pero nunca por entero, que donde soy yor entero
m la libertar! C°TmY * s? ^ascendencia pudiera aún haber culpa y o mismo, i/a no sóu sólo mí mismo. Pues este auténtico «yo mis
«e i ó n t ^ tenS,-,in dE lra b ° s » « o es la ex- mo», en el cual digo «yo» con plena presencia «histórica», me pa
xwesión para la conciencia que experimentamos de que la voluntad
rece serlo por mi virtud, pero yo me sorprendo a mí mismo con
60
Aclaración de la « existencia»
Z d t i 0ISQuien
cendencia. • :° daK
estaUt0rÍdad’ n° sobre
por entero SÍgnÍñca deCÍSÍÓn con*aa la
sí experimenta ^ vista
tras
S I T U A C I O N E S L I M I T E S
S i (Xgta a A - - (^A yvs~
picas, generales, o sólo conozca algunos aspectos de la situación referidas a nuestra existencia empírica, presentan el carácter de ser
obrando se¿ún ese conocimiento, mientras que un observador qv.e definitivas, últimas. Son opacas a la mirada: en nuestra exis
las mira de más lejos, y yo mismo posteriormente, abarca y ve la tencia empírica ya no vemos nada más tras ellas. Son a manera de
situación en mayor extensión aún cuando no enteramente con to- uñ ¡muro con el que" tropezamos y ante el que fracasamos. No po
clsis s u s posibilidades, y se da cuenta de ese modo de las consecuer. d emos cambiarlas, sino tan sólo esclarecerlas, sin poder explicar
cías, a menudo imprevistas, de mi acción. s_
las ni deducirlas partiendo de otra cosa. Elias se dan con la exis-
Las situaciones subsisten jen "tanto se modiiican\ llega un mo
tencia empírica misma, t
mento en que no existen ya. Y o tengo cierfaméBte que sufrir las
______[expresa lo siguiente ; hay otra cosa, pero, al mismo tiem
situaciones como dadas, pero, sin embargo, no de mo'do absoluto ;
po. esta otra cosa no existe para la conciencia en la existencia em-
siempre queda en ellas todavía una posibilidad para modificarlas
pírica. La situación límite no es ya situación para la «conciencia
en el sentido de que yo puedo, mediante el cálculo, producir situa
en general», porque la conciencia, en tanto que conoce y actúa en
ciones, para actuar en ellas, desde entonces, como si fueran dadas.
vista de fines, no la considera más que objetivamente o bien la
Este es el carácter de las organizaciones prácticas; nosotros crea
elude, ignora y olvida ; pewnanece dentro de los límites y es inca
mos situaciones mediante acciones técnicas, jurídicas, políticas.
paz de acercarse a su origen ni siquiera preguntando. Pues la
No acometemos directamente una finalidad, sino que crearnos la.
existencia empírica, como conciencia, no concibe la diferencia; o
situación de la cual resulta esa finalidad.
bien no es afectada por las situaciones límites o bien como exis
Las situaciones están conexionadas cuando nacen unas de otras.
tencia empírica, al no esclarecerlas, se abate para nn spr más nue
^ ° estoy sometido a conexiones de situaciones, cuyas leyes sólo se *“ “ 71
oscura cavilación en la impotencia v el desamparoj\ La situación ion H
conocen por la investigación científica; pero estas leyes nunca son
límite pertenece a la «existencia» como jas situaciones a la con / on-
conocidas y seguras por completo, porque la conciencia de ellas mo
ciencia siempre mjaaiiente^
difica a su vez la situación y, con ella, a esas leyes, en cuanto que
entra en la situación como un nuevo factor. Si yo conozco por n>í 3. [^ S it u a c ió n l ím i i e . y « e x is t e n c v».-j-¿n tanto que existencia
sólo un aspecto determinado de una situación que todos los de¡más empírica no podemos hacer mas que^ eludirllas __ situaciones límites
ignoran, puedo actuar; mediante el cálculo, con alguna seguridad ; cerrando los ojos ante ellas. Queremos conservar nuestra existen
pero si todos conocen la situación, cambia también el imodo de ac cia empírica en el mundo dilatándola; nos referimos a ella sin pre
tuar de todos y la situación ya no es la misma; lo que el otro, los guntar, dominándola y gozándola o bien sufriéndola y sucumbien
demás, la mayoría, todos, piensan, pertenece también, y de modo do en ella, pero no queda al fin nada más-Que resignarnos. Ante
decisivo, a la situación. . las situaciones límites no reaccionamos, por ta n to,in teligen te
mente, mediante planes y cálculos para superarlas, sino por una
Por el hecho de que la existencia, empírica es un ser en situación. 1 I
actividad completamente distinta, llegando a ser la n>osible «exis
yo no puedo nunca salir de una situación sin entrar inmediatamente 1 v
tencia» que han en nosotros ; llegamos a ser nosotros mismos en-
en otra. Todos los conceptos de situación significan que yo me creo
fi-an dn en k ssituaciones Kiriítes con los o]QS bien abiertos. Es-
ocasiones de cambiar las situaciones, pero sin poder suprimir en
tSs solo sóiTcognoscibles externamente para el saber; como rea
general el estar en situación. Mi acción se me presenta en sus con
lidades sólo pueden ser sentidas por la «existencia».^ Experimen-1
secuencias, a su vez, corno una situación creada por mí que enton
ces ya es dada. tar las situaciones límites y «existir» son una misma cosa. J&n el
desamparo de la existencia empírica hay el impulso ascendente del
2. Situación y situación lím ite. — Situaciones tales como las ser en mí. Mientras que para la existencia empírica la pregunta
de que estoy siempre en situación, que no pueda vivir sin lucha y por el ser en las situaciones límites es extrañaren ellas puede per
sin sufrimiento, que yo asumo inevitablemente la culpa, que ten- catarse el ser-sí-mismo del ser por virtud ritm n salto : la conciencia
=.° que morir, son las que llamo situaciones límites. Estas situa- que de otro m odo no hace más que saber de las situaciones límites,
cioneg no cambian] salvo solamente en su modo de manifestarse ; se dá a sí misma una plenitud única, «histórica», insustituible. El
j W l t •>, rMj j ^ y kA U
*2/ C'AA ,
Aclaración de la cexiatencta» Situaciones límites 69
lígñte entra en su auténtica función que es sañalar ya a la trascen en situaciones, en tanto que es posible «existencia» a la cual le im
dencia, no dejando aún de ser inmanente. " ------------- ‘ porta aquello que es realmente. El ser-sí-mismo solitario se con
4. G rados d e l sa lto de la «existencia» que se d e sa rro lla vierte en saber que la existencia empírica me deja verdaderamen
en la s situaciones lím ites. —Aunque estoy en el mundo, pue te abierto y en franquía para las situaciones lím ites; pura y sim
do oponerme a todo. Disgustado, descontento de participar en su ple visión sólo puede serlo en momentos transitorios. Como posible
tráfago, tengo la posibilidad de poder estar en el' mundo, no obs «existencia», que en esta soledad puntiforme del estar-fuer a-del-
tante, fuera del mundo, cuando yo, no ciertamente como ser empí mundo se alberga como en un germen, hace la existencia empíri
rico, sino en consideración intelectual, me coloco en el punto ar- ca el segundo salto hacia la aclaración. En él se esclarecen, mediante
quknédico desde el cual veo y conozco lo que es. En una indepen el filosofar, las situaciones límites como posibilidades que la afec
dencia sorprendente, aunque vacía, me opongo yo mismo también tan en la esencia misma de su ser y que en el saber imperturbable
a mi propia existencia empírica como a una existencia empírica dejaba a un lado como extrañas. El mundo no es para mí solamen-
ajena. Y a estoy, com o yo mismo, fuera de mi vida empírica y en te objeto del saber, que yo puedo d ejar que subsista indiferente
tro desde ella en el mundo, para orientarme en mis situaciones, no mente para mí, sino que en él está mi propio ser, en el cual me
ya como simple viviente para mis fines particulares, sino como yo siento estremecido. La intrepidez en la superación del ciego des
giismo para_mi saber de todo y de la totalidad que, como saber, amparo de la existencia empírica, se convierte en origen del temor
se basta y satisface. ------------- --- ~ por aquello que importa en la existencia empírica y que en las si
De esta suerte conquisto mi propio ser en la soledad absoluta tuaciones límites queda puesto en cuestión.
|donffe,“ apesar del problematismo de lo que ocurre y se presenta Después del intento del saber, exento de situación, convierto
en el mundo, en el hundimiento de todo e incluso de mi propia de nuevo mi situación en objeto para experimentar que hay situa
existencia empírica, estoy fuera del mundo, aún ante mí, como si ciones de las cuales no puedo salir de hecho y que no me llegan a
yo fuese una isla segura en el océano, desde la cual mirase sin fina ser totalmente transparentes. Sólo cuando las situaciones me son
lidad al mundo como a una atmósfera fluctuante que se pierde en absolutamente transparentes puedo salir de ellas mediante el co
lo ilimitado. Nada me, concierne auténticamente, pero contemplo nocimiento. Pero donde, sabiendo de ellas, no las domino, única
todas las cosas en la conciencia de mi saber que es el punto de apo mente puedo aprehenderlas existencialmente. Ahora el ser del mun
yo seguro. En esta conclusión de mi mismidad sov vo la universali do, que yo, conociendo, puedo abandonar como una dimensión me
dad de la, voluntad de conocer. Seguro de mi ser en este saber con ramente específica del ser, se me separa de la «existencia», de la
temploImperturbable lo positivo que conozco como válido. La sole cual no puedo desprenderme considerándola, sino que yo sólo pue
dad sustancial del que conoce universalmente fuera de toda situa do ser o no ser. Así como en la orientación intramundana el mun
ción es como la pura mirada que lo mira todo, pero no se mira a sí do no se cierra, lo «histórico», de lo cual yo procedo, no se hace
y a la cual ninguna mirada encuentra. Contento íntimamente en la totalidad, ni es posible pensar un reino de las «existencias» ima
soledad de su mismidad, es como un ser que se desvanece reducién ginativa y constructivamente ni la multiplicidad de lo verdader©
dose a un punto sin más contenido que la impavidez de su mirada. es conocida como pluralidad, sino que el ser-sí-mismo sólo puede
«Sí fractus illabatur orbis, impavidum jerient ruinae.v hacerse sensible con la verdad, así también el ser-en-situaciones no
Pero esta soledad no es definitiva, sino que encierra otra po es abarcable con la mirada. El salto desde la soledad del ser-sí-mis- J
sibilidad : ser la mirada de un ser empírico que en esta soledad se mo cognoscente a la conciencia de su posible «existencia,», en lu-1
trasciende y se sobrepasa en un primer salto. No es realmente ex gar de tender a conocimiento válido, tiende a la aclaración de las\
terior al punto, sino que sólo busca el camino hacia él y, por el situaciones que no son transparentes.
contrario, pensando en terminar ese camino, prepara el nuevo Pero la aclaración intelectual de las situaciones límites no es,
ingreso en el mundo. Pues después dp p<:tp p rim e r salto fuera como consideración esclarecedora, todavía realización existencial.
Cuando explicamos las situaciones límites no lo hacemos como
* t V ( U > v c S U ' (5
M
Aclaración de Ja « existencia» Situaciones límites fi
«existencia» — la cual sólo es ella misma en su realidad «históri mediante el salto, en la realidad en la cual yo me hago consciente
ca» y no reflexiona en una impasibilidad distanciadora— , sino de la mía como engendrado para mí mismo por mí.
como posible «existencia», sólo en disposición para el salto,’ pero Los tres saltos van, de la realidad empírica del mundo, en vista
no en el salto. A la consideración le falta la situación finita y real ¿el problematismo de todo, a la sustancial soledad del cognoscen
que es como el cuerpo físico en que se manifiesta y encarna la te universal, de la consideración de las cosas, en vista de mi for
«existencia». Esa consideración mantiene en suspenso la realidad zosa participación en el mundo del fracaso, a la aclaración de la
del sujeto contemplador y sólo es posibilidad. Tiene carácter de posible «existencia», de la existencia empírica como posible «exis
importancia para la «existencia» sin ser ya «existencia», porque va tencia», a la «existencia» real en las situaciones límites. El prime
es mas que tan sólo actualización objetiva de las situaciones. Pues ro conduce al filosofar en imágenes del mundo, el segundo al filo
lo que y o se prepara lo que puedo ser, y yo sólo sé cuando lle^o a sofar como aclaración de la «existencia», el tercero a la vida filosó
conquistar la «existencia» puntiforme, pero entonces no sov toda fica de la «existencia».
vía lo que ya se como filósofo. No obstante estar enlazados mutuamente, no son una serie as
Cuando las situaciones límites son concebidas también objeti-/! cendente en una sola dirección, sino que se suscitan alternativa
vamente com o situaciones que existen para los hombres, se con- mente. La soledad del puntiforme ser-sí-mismo en el saber no es
1 / mbarg0- en_verdaderaS situaciones límites solamrn^ sólo refugium para .mantenerse en la abstención como posibilidad,
ll yiTtudA ejmñJS^ liS rd p ^ F a cion tr^ W ó rm ^ rg en la n-nñ™ sino que también es positiva. Aun cuando al mirar la realidad de
« e x i s t i d ! , ¡ 7 cerciS a la «existencia», el ser-sí-mismo anhela salir de tal soledad, ésta es,
q lle¿a _ unpresa en su manifestación. Frente a la realiza-' sin embargo, valiosa en sí misma, pues, de otro modo, no podría
« ó n en una situación finita,, que es particular, transparente y caso subsistir ni aun como preparación. Aún cuando se desvanece en la
e a go general, la realización en las situaciones límites afecta a «existencia» es, sin embargo, su condición. Sólo el que conoció la
la totalidad de la existencia, de un modo inconcebible e insustitui soledad absoluta puede llegar a ser «existencia». Su desaparición
ble. Y o no estoy ya en situaciones especiales finitamente interesado es como un sacrificio del afán de independencia de no mezclarse en
com o un ser vivo individual, sino que aprehendo las situacio el mundo, que cuando este afán deja de ser realidad, subsiste
com o posibilidad.
nes limites de la existencia empírica, interesado finitamente como
La aclaración de la « existencia» como pensar filosofante crea
«existencia». Este es el tercero y auténtico salto, en el cual, la po
sible « existencia» se hace real, __ el espacio en el cual la «existencia» puede articular su decisión
Sin ella, la «existencia» queda oscura e incierta. De ella extraea
. Todas las formas de este salto conducen, en las situaciones'íT” la «existencia» su conciencia en su propia cercioración. En ella
mites, desde la existencia empírica a la «existencia», a la que es vive una posibilidad, que prepara aún aquello que nunca es real,
taba encerrada gamonalmente, a lo que se esclarece a sí mismo la amplitud de la humanidad, como en la soledad puntiforme la
corno posibilidad, a lo real. Después del salto, mi vida es, para mí, amplitud del saber.
distinta de mi ser, en cuanto que solamente existo empíricamente. T slancia real es la realidad «'histórica» que cesa de hablar. ^
y o digo «yo mismo» en un sentido nuevo. El salto a la «existen Su callar está por encima de todo saber sobre el mundo y de todo
cia» no es semejante al desarrollo y crecimiento de una vida, que filosofar sobre lo posible ; llevándolos a ambos en sí y dejándolos
da los correspondientes pasos, cada uno en su sazón, de un modo tras sí, esté la «existencia» allí donde todo pensar tiene abierto su
reflejo según leyes investigables. Es la acción constante interior flanco. Sin esta realidad de la «existencia» no hay tampoco su po
por acual, partiendo de un «antes», entro en un «después», de tal sibilidad, la cual en el cognoscente y en el filosofante es el mínimo
suer eque el origen soy yo mismo como mi comienzo, pero de tal — convertido en punto— d« su realidad.
^UC’ al. comienzo> me s® ya cómo hesido : desde la posibi- Todas las formas del salto se tornan en desviación cuando pier-
e ser-mí-mismo, como la cual yo no me he creado, entro, ■éen su relación mutua. El ser-sí-mismo cognoscente puede conver
72 Aclaración de Ja ^existencia» Sít-uacione* límites jy
tirse en hermético egocentrismo de lo desinteresado, en la indife mo tiempo, lo aparentemente contradictorio ; la fuerza de est a con
rencia del «así es», el cual, insensible, sólo es todavía saber sin ser. tradición, cuando no debilita ninguno de los dos términos, es lti
El filosofar esclarecedor de las situaciones límites puede, saborean verdad de la «existencia» : Todo en el mundo es completamente in
do voluptuosamente lo posible, cerrarse a toda realidad, y sin hacer diferente y todo en el mundo, puede tener una importancia decisi
más que imaginarse lo existencial, puede convertirse sin prepara v a ; existencialmente estoy por encima del tiempo a causa <Ie que
ción, descaradamente, en «existencia». Una realidad inmediata de en la manifestación soy enteramente tem poral; la inesenciiUidad
la «existencia» puede degradarse en confuso apasionamiento, como del tiempo es, en la manifestación de la «existencia», el peso abso
radical conmoción, cuando falta la claridad de la trascendencia. luto que tiene por virtud de la decisión ; el apasionamiento en la
5. D uplicidad del ser en el mundo .—Como existencia empí acción se enlaza con la conciencia de que todo esto no es nada, de
rica estoy en situaciones: como posible «existencia» en la exis tal suerte, sin embargo, que la gravedad del acto se profundiza y
tencia empírica, estoy en situaciones límites. Después de efec no queda paralizada.
tuado el salto, me encuentro frente a una duplicidad irreductible: 6- Sistemática de las situaciones lím ites .— La primera si-
no estar ya meramente en él mundo, y, sin embargo, no «exis tuación límite surpe cuando y n , como ser empírico, estov siempre
tir» más que en tanto me manifiesto en él. Esta dualidad puede en una determinada situación y como tal no "soy, en general, el
cesar en favor de uno de los lados y, de ese modo haber perdido la conjunto de todas las posibilidades. Estoy en este tiempo histó
situación límite, o bien porque salgo completamente del mundo rico, en esta posición social; soy hombre o mujer, joven o viejo,
para entrar en un misticismo incomunicable y sin mundo, o bien soy llevado por la ocasión y las oportunidades. L a situación límite
porque me hallo sumido por completo en él en un positivismo de estar vinculado a la situación única en la angostura de lo que
fáctico. me es dado se agudiza por el contraste con la idea del hombre en
Pero el místico sigue viviendo de hecho en este mundo. Su mís general y de los atributos n p erfecciones que le caracterizan. *La <
tico extrañamiento del mundo y su vida cotidiana, o bien transcu angostura deja, siiTembargo, margen para que en toda situación
rren sin relación entre sf y entonces su misticismo se le convierte subsista aún la posibilidad a modo de fuero indeterminado. En
en un vivencia como la embriaguez o el éxtasis, pero desciende, esta situación limite existe la inquietud de que aún tengo que de
en lo demás, al mero-estar-en-el-jmundo, y entonces el encubrimien cidir por mí mismo pero también poseo la libertad de aceptar lo
to de la situación límite es la causa de la contradicción inconscien dado porque yo me lo apropio como si lo hubiera querido.
te, o bien su vida cotidiana está en íntima relación con su expe Mientras que la primera situación límite crea la consistencia de
riencia mística, como la manifestación de ese extrañamiento del los aspectos «historíeos» que comporta todo el ser empírico de la
mundo, y entonces se mueve en la dualidad, que en la situación «existencia», las situaciones límites particulares afectan, en tanto
límite es la esencia del estar empíricamente en el mundo para que generales. 5 Ludos"én su «historicidad», específica en cada casot
la «existencia». la muerte, el sufrimiento, la lucha, la culpa, j ' -----
Inversamente, tampoco el positivista puede encontrar reposo f De estas situaciones límites resulta, en tercer lugar, una pers- "\
en el mundo. Huyendo sin cesar de la amenazadora situación lí [pectiva en la existencia empírica, en la cual ésta, como conjunto, I
mite, se afana tras lo nuevo hasta que se detiene y se halla en es puesta en cuestión y pensada como posible o no posible o, tal I
la crisis de la cual emerge como posible «existencia» y entonces ve vez, posible de otro m odo. La existencia empírica en general es
el mundo como límite. concebida entonces como límife~y~ experimenta este ser en la situa
La existencia empírica, en tanto que posible «existencia», pasa ción límite, la cual patentiza el nrohlematismo del ser del mundo
por los 'momentos del misticismo y del positivismo desde los cua y de mi ser en él. Lo general, cualquiera que sea, se refunde en una
les, rechazándolosi_£etoimi_2js_áliflfíás!áij^sta se exPresa tan sólo conciencia de la «existencia», que ve toda existencia empírica del
indirectamente en las manifestaciones en cuanto éstas tienen un mundo como lo hecho, lo que se hace y lo futuro, en una «histori
carácter inconcebible inmanente. Por virtud de ellas existe, al mis- cidad» absoluta. En esta situación límite; la conciencia de ser se
. 1ci'ííi’ííC iJii d e la « c . c U t c n c i a »
P arte P rimera
L A S S IT U A C IO N E S L IM IT E S
EN L A D E T E R M IN A C IO N «H IS T O R IC A »
D E L A «E X IS T E N C IA »
El Hecho rd e que no sólo me encuentre en un mundo en gene-
Tal, sino que esté en relación con él, como una existencia empíri
ca particular, en cada determinada situación, se olvida cuando se
abrigan pretensiones, partiendo de las cuales uno lo exige todo
para sí, com o si se pudiera reclamar realmente la existencia em
pírica con todas sus posibilidades. En relación con las oportuni
dades objetivas, comparándose con los demás, se quisiera al me
nos, como igual con todos, ser y querer lo ¡mismo.
En cambio, por virtud de la conciencia «histórica» de la origi
nalidad incomparable, la situación determinada puede ser apre
hendida activamente como la mía con clara conciencia, cuando la
angostura de lo determinado, como situación límite, ha desperta
do la posible «existencia» en la •manifestación de su existencia em
pírica.
1. D eterm in ac ión .— La situación es una situación determina
da a diferencia de una situación pensada como general en un mun
do en general, el cual como existencia empírica integral es la suma
de. todas las detemuñaclones jero7~ar~su v^ ^4n 3eTerminado7~En
tanto que determinada, la situación ncTse puede derivar, sin em
bargo, de tal modo que fuera concebida totalmente como caso de
momentos generales en su combinación.’ En esta determinada si-
tuación yo soy hasta tal punto y al mismo tiempo a causa de ella,
que es más bien partiendo de ella como cobro una imagen general
del mundo en la perspectiva de las imágenes del mundo, en lugar
de poder, partiendo de la imagen general del mundo, deducir mi
situación de modo satisfactorio para mi conciencia «histórica». La
existencia empírica en una situación determinada es la limitación
de algo general sólo imaginario ; la deducción partiendo de lo ge
neral hasta donde se consiga, no es más que un camino concep
tual por el cual yo me coloco en la situación sobre mi situación,
como si yo no estuviera en ella. Pues en cuanto que la concibo, no
como algo positivo en la posibilidad del propio fundamento, sino
A c?aractón d e la <cex isten cia » *S¿£tíactoneá lím ites 79
como posibilidad que también hubiera podido ser de otro modo, algo distinto que es este material. Lo vivo es consumido como me
estoy, por así decir, fuera de ella. Este camino, por el cual pienso dio de alimentación; los hombres se convierten, como material, en
lo determinado, limitándolo a un caso de algo general, no conduce funciones de máquinas. Lo opuesto es, en segundo lugar, la vid
al ser, sino que es una forma de la orientación. Más allá queda la sometida a cuidado y cultivo. Se crean para la vida deseada las con-
piena realidad, la cual, sólo desde el punto de vista de lo general, diciones y se la deja desarrollarse. El cultivo y cuidado son violen
significa lo determinado ; sin embargo, pone de hecho un límite cia qu etiene por finalidad el ser de lo cultivado. Pero aunque esto
al salir de la situación para pasar a lo general. Sólo este residuo se pTSñse~én sí, no como material para otra cosa, lo cultivado está,
—irreductible desde lo general— es, como el infinito abismo de sin embargo, en dependencia, sin otra autonomía que aquélla por la
lo real, la plena presencia del ser. El hecho de que ésta, para mies- cual el cultivador le crea o le deja margen. En esta relación no hay
tro pensamiento, tenga la angosta forma de la respectiva determi comunicación. Lo resistente es, en tercer lugar, el alma, a la c¡ue sa.
nación, es situación límite para la «existencia». La inteligencia, educa. La comunicación que existe en la relación de autoridad y
que sólo concibe lo general y supone que, en indefinido progreso, obediencia tiene analogía con el cultivo en la dependencia de lo edu
podrá concebir lo que existe empíricamente mediante generalida cado, a lo que sólo se le reconoce aparentemente en su libertad, no
des, no puede percibir esta situación límite sino, por el contrario, ilimitada, sino condicionada. En la dependencia, proporcionan el
encubrirla.
ejercicio, la costumbre y la enseñanza una base'para que sea po
Lo que para la consideración intelectual es, comparado con lo sible un futuro estado de libertad. Como ésta, se presenta, en cuar
general, lo determinado, en sentido de peculiar, se convierte e» to lugar, lo resistente como espíritu, con el cual se realiza la comu
desíinojpara la posible «existencia» en la existencia empírica. Cuan nicación. Aún reconociendo incondicionalmente la autonomía del
do, no obstante, se quiere deducir este destino de la generalidad de ser-sí-mismo, se busca en reciprocidad el propio ser en el otro^in
un conjunto, por virtud del cual tiene su ser en su lugar, entonces la limitación de una finalidad secreta, conocida unilateralmente.
la situación limite, relativizando toda totalidad, rechaza la «exis Lo decisivo no son la persuasión y la sugestión ni la autoridad,
tencia» hacia su oscuro origen. Pues ni lo que «históricamente» está sino la convicción, la unanimidad y la comprensión realizadas por
determinado, en tanto que existencia empírica de la «existencia», sí mismo. Se busca lo racional mediante un ilimitado proceso de
ni una totalidad, en la cual tuviera su ser, son cognoscibles como dialéctica intelectual.
ser. En lugar de encontrar ya el sosiego en la objetividad de ua
Todos estos contrarios constituyen en la respectiva determi
todo, su conciencia del ser sólo puede hallar quietud a través de
nación, la situación por virtud de su resistencia. Lo material se obs
las formas de las objetividades, en la profundidad de su propio
fundamento. tina en oponerse, la vida se desarrolla de manera distinta de cómo
se esperaba, el alma opone su propio origen, el espíritu, en lugar
2. D eterm inación como an g o stu r a .— En cada instante yo soy de ser solamente lo general en sentido de racional, está henchido
por virtud de lo dado y tengo ante mí cosas dadas en relación con por el ser-sí-mismo de la «existencia». Si la libertad significa la
las cuales quiero y actúo. Como ser empírico soy para mí mismo, superación de la resistencia, la supresión de la angostúra en la' am
y mi mundo, el que me es accesible, en su determinación está ahí plitud de la existencia empírica exenta de resistencia, se pueden
para mí como cosa dada a la que he de dar forma. La situación real pensar dos casos límites. Uno, la libertad como dominio completo
eg angostnna^a causa de su resistencia ; limita la libertad, vincu del objeto que, por virtud del conocimiento, vence lo contrario
la a posibilidades restringidas. ~~— --------- . como si fuera algo extraño ; la resistencia que, como Naturaleza
Las^resistencias, contra las cuales, en su respectiva determina opaca, consiste en arbitrariedad y azar, se adapta a mi pensamien
ción, nos dirigimos activamente, son, en general, de las siguientes to, mi imaginación y mi acción. Otro, la libertad como absoluta
formas:
comprensión efectiva de los espíritus se realiza en la claridad de
Lo opuesto es, en primer lugar.1material que, se utiliza, ¡idóneo la conciencia en medio de independencias absolutas que no se re
para mi uso, inadecuado acaso para m ím ism o porque para sí es pugnan mutuamente porque al reconocerse se hacen acordes y so
Aclaración de la « existencia»
Situaciones limitet
84
lidarias; el querer de las propias finalidades en su resistencia se
anula mutuamente. En el primer caso queda la fuerza frente a un '. ^ determinación como p r o fu n d id a d del e x is t i r .— La de
material v en cid o; como dominio es una identidad extrínseca mía terminación, que parecía no ser más que resistencia y estrechez,
con el otro en mi libertad. En el segundo, existe la comunidad de
los espíritus que se penetran mutuamente ; hay una unidad inte rj 6’ ,6n tant° qUe situación límite, en la insondable pro
fundidad de la manifestación del existir mismo.
rior en la libertad como conformidad. Ambos son casos límites bm embargo, esta profundidad de la existencia empírica de la
ideales.
S !? r * , no está dada sencillamente en la determinación «his-
El espíritu es real, no obstante, tan sólo en una forma vinculada a» e la situación y con la conciencia «histórica» como tal,
a la Naturaleza. En él, como real que es, persiste la resistencia de
“ o qU, e sol° *e cofsigue mediante la aclaración existencial de la
lo incomprensible y del no comprender en mí y en el otro. Con abs situación considerada como situación límite. Esta aclaración no se
tracción de los islotes de plena comprensión en la unanimidad, la p ede transferir, sino que en su insustituible origen es cada uno
acción tiene que contar con esta resistencia y se refiere a ella. La lo que es, culpable de sí mismo.
resistencia, en tanto que no lleva la unanimidad en la comunica
r> »rfT St° qite noJ actúo en « o ™undo en general, y aunque éste,
ción comprensiva desde el interior, sólo se deja influir en cuanto
que las fuerzas que entraña son referidas, mediante el estableci Són ° ¡ qUe C genf al Cn mi d a c i ó n , sigue siendo orienta-
CX1StencIa « f P 1™ * significa, en la situación siempre de-
miento de las apropiadas condiciones, unas a otras, unidas mutua
t/ ü ! * P?ra m! ’ que yo eexist°» tanto más decisiva,men-¡
mente, ordenadas en un todo circunstancial. Lo que es espíritu en te cuanto mas actúo en la situación única, que es la mía como tal.l
si se trata, como resistencia, en el cuidado y la educación a modo
de naturaleza. fe s iX n aCC/ f n° so7 , hbre’ ni en el sentido de haber anulado la
¡T in ? ? * a matenal Por un completo dominio sobre él, ni en
Esta misma es dominada por su parte, como lo absolutarmen el sentido de un no-comprender anulado en la completa comuni
te otro, únicamente en casos límites ideales de libertad. Inabar cación espiritual y en la unanimidad que en eüa surge. Pero soy
cables, y por tanto incalculables, son sólo los sistemas cerrados hbre en el sentido trascendente de la «historicidad» originaria de
de la realidad finita. Pero, puesto que en la realidad todo se co mí «existencia» en la existencia empírica: como ser-mí-mismo es-
nexiona con todo, existe siempre la posibilidad de perturbación y e n la inquietud del poder elegir respecto a la posible certidum-
de un sistema finito dominado en cada caso. La ilimitada contin bre de una verdad que, más allá de toda claridad y fundamenta
gencia de todo acontecer sigue siendo, sin embargo, la resisten b a n , solo existe en esta situación.
cia, aun cuando los elementos fueran completamente conocidos y La acción determinada - q u e es fundamentable y, por tanto,
dominados. Lo real sigue siendo un infinito ; la existencia empí e puede justificar, dice lo que hace y de ahí deduce exigencias
rica, irrepetible, única, sigue siendo lo otro impenetrable en que, ^ ° Í r° S- CS lndicada Para algunos aspectos aprehen
al ser empíricamente, estamos implicados. d e s del mundo que pueden ser pensados bajo reglas generales
Mi dependencia inevitable de lo dado naturalmente y de las Hay que enfrentarse con lo particular; se es remitido a L o s con
posiciones de la voluntad de los otros es el semblante con que se indomable SC 60 algÚn modo, aunque sea como algo
me presenta la situación límite en tanto que me oprime. Así
vistos, los límites de la libertad sólo son obstáculo y resistencia. Si, por virtud de tal obrar racional conforme a fines, la resis
Pero sólo en la determinación originada de tal modo se hace vi tencia es superada en parte, entonces, cuando esta posibilidad de
sible en toda situación que aquellos conceptos de la libertad, como obrar se abraza con todas las fuerzas y sólo entonces, el insupera
poder dominador y como comprensión absoluta en una libertad ble fundamento de la resistencia patentiza la situación límite Por
virtud de la idea de libertad, cuando se la concibe como falta de
ideal abstracta, anulan la «existencia». Para estos conceptos toda
resistencia o como unanimidad perfecta, sin abandonarlas pero
'determinación es solamente límite y restricción.
í«existencia»
x i Z r i i “ en
* Y ‘mp T dic!6n
el momento ic
en que lo camino' se de™contingente,
determinado, la p i '
82 S it u a c io n e s lím it e s S3
A c la ra c ió n de la « e x is t e n c ia »
ultima instancia, todo hombre ha vivido alguna vez de buen gra S ituaciones lím ites 85
fio, incluso aunque llegue a quitarse la vida.
sico de aquello que yo puedo ser. Trascendiendo sobre todo pen
5. L o DETERMINADO COMO SITUACIÓN LÍMITE DEL AZAR.— Las
samiento aprehensible me siento estremecido en la situación lími
condiciones determinadas de mi situación se me presentan en la
sucesión del tiempo como contingencias. Lo que llego a ser —las
te y entonces uno con el azar que he aprehendido como mió.
tareas que abrazo— está enlazado a las ocasiones; la marcha de 6. E sclarecimiento mittficador d e la situ ac ió n lím ite dk
la d eterm inación « h istó r ica » . —La conciencia de la situación lí
na evolucion, a una situación inicial social y económica fortuita •
el amor a los compañeros de Ja vida al encuentro casual en la mite actualizada se expresa en forma mítica. Esta es esencial para
existencia empírica. la propia aclaración. Cierto es que ha dicho Kant que «hay todavía
conceptos usurpados, como, por ejemplo, suerte, destino, que co
n„rfo* V° T 6 ° POng0 ° l azar> como si fuera alS° contra lo que rren ciertamente con indulgencia casi general, pero que... no pue
™ ¡ r ’ ' en‘ : nr ; r doy clara d« í « p « * den alegar ninguna razón legítima extraída de la experiencia o
]o n: r cantldad de azares y que yo soy el que los ve o no de la razón», y, en efecto, estos conceptos no existen para ninguna
la realidad t ^ a " apf Vecha 0 los deÍa Pas« 5 “ i camino en intelección objetiva metódicamente consciente de sí misma. Pero
la realidad parece depender esencialmente de mí. Pero, sin em-
son función de la aclaración metafísica de la «existencia» en las
contrar'“ 0 depj nde solannente de mí todo lo que adviene; por el situaciones límites. Como tales no se pueden demostrar fundamen
contrario, puedo sentirme como juguete de estos azares. Esta si-
tándolos, sino sólo aceptar o rechazar.
uacion limite, apenas soportable, se elude con el consuelo de que
c ^ z ^ c ie g o _ £ ueda anulado si se consicLfira como n e c e sidad que rige a) Suerte.—El azar es considerado, en cada caso, como suer
te o infortunio. Oponiéndose a las circunstancias exteriores, yo
que no~se~Eraía—dé la
sublimidad de una neceslHacT pensada metafísicamente, sino de la mantengo la separación entre ellas y yo mismo. La conexión de las
necgsidadc[ue determina lo particular cuifLjpe interesa, ^ q u e ^ circunstancias se presenta en forma mítica dirigida por la fortu
busca m c & como certidumbre a s tr o í^ a T c íia n d o sé, sin em na como poder rector. En esta separación hay tres posibilidades:
bargo, cuál es la necesidad que existe para mí, la segunda inten- La suerte es el azar favorable, el buen éxito que acompaña con
tinuamente al hombre que « tiene suerte». El es un <nfortunatusT>,
nPn % 1" medlata“ énte Poder escoger entre aceptar o engañar esta
cesidad , es decir, trato de suprimir la necesidad. Si la necesidad al cual, por así decir, le es inherente la suerte. El azar se convier
te en el elemento de un conjunto en el que se pude confiar. La
n w uS mS0p0rtable como el azar: el hombre trata de fortuna está en él. Tiene «estrella» y se llama felúc a sí mismo.
libertarse alternativamente de lo uno por virtud de lo otro: del
zar arbitrario, por la idea de la necesidad ; de la necesidad inexo La suerte es lo equívoco, girando ciegamente hacia uno y
rable, mediante el pensamiento de la posibilidad y los albures del otro lado, aparentemente sin elección. En ella no se puede con
aZEr« fiar en modo alguno. No hay manera de escapar a ella más que
mediante la impasibilidad que excluye del mundo, la que sustrae
«pvfcíl0 en la 1evi? enc¡a de la situación límite puede la posible interiormente a los instintos y asegura la «existencia» en imper
existencia» salir de este círculo del finito cuidado de su existen-
turbable calma más allá de la dicha y la desdicha.
í ó r i f ” 151™ ? para pasar a otra conciencia. La determinación «his- Pero la suerte ni está decidida ni tampoco es tan sólo un po
t Z ? £ Xa la, sltuacion líimite> en vez de ser sólo azar, es manifes- der extraño. A la suerte hay que asirla. En la actividad del poder
Hpcto e es e ser que mi inteligencia no concibe, aunque puede
y del arriesgarse, la suerte es algo que no se concede al pasivo,
a U Cle/ t0 c° m oeterriidad en el tiempo. El amante dice
sino que ha de conquistarse. La suerte, como dice Maquiavelo, es
mi mniot |a t?* rá fuiste en tiempos pasados mi hermana o
una mujer que, para quien la abraza y oprime, está a su favor y
rrente distlnf ° tant,° qu.e actuante, yo no soy para mí sencilla
servicio.
mente hiih¡pr° situaciones en las cuales sólo extrínseca- b) Amor fati.—Las tres representaciones de la suerte quedan
a caí o ; yo mismo estoy en ellas como el cuerpo fí
limitadas en la situación límite a las finalidades finitas de la exis
tencia empírica en la separación del yo y las circunstancias. Fren-
Situaciones límites 87
LA MUERTE
aue suscitan la angustia vital, pero ninguno puede suprimir el es- cia de su vida, mientras que en otro caso únicamente podrían ser
panto_ante el pensamiento del no ser. Parecen mirar de frente a nuevamente eficaces en los estados de completa inestabilidad cuan
la muerte, pero no hacen más que procurar un olvido tanto más do el hombre desciende al nivel en el cual, en relación con la tras
profundo de lo esencial. Se hace caso omiso de que yo, sin embar cendencia, angustiado, puede ser tratado conforme al «para todos
go, he de terminar, que no estoy terminado, de que todavía he los casos». La valentía en presencia de la muerte como final de
e reparar, pero, ante todo, que se me impone constantemente todo lo que para mí es visible y recordable, queda reducida a un
una conciencia del ser como mera existencia empírica, la cual se mínimo cuando la muerte como límite es suprimida por la idea
me hace absurda por la idea del fin absoluto, y que, por tanto, de una ultravida sensible y convertida en un simple tránsito en
como mera fugacidad, todo es indiferente. Y si este pensamiento tre las formas de la existencia empírica. De ese modo la muerte
se abre paso, entonces otra vez el cambio de sentido permite un ha perdido el horror del no ser. Queda suprimido el verdadero mo
olvido mediante la idea de la inmortalidad temporal, sensible: yo rir. La_ dulzura de la existencia empírica, cuya desanarifión es
conquisto otra forma de existencia empírica en la que continúo tan terrible para la voluntad natural de vivir, vuelve a ser visi
la que había comenzado, mi alma recorre estas formas de existen ble en otra figura, y la esperanza, rx^.ced a garantías dogmáticas,
cia empírica de las cuales la presente no es más que una. Y o ad se convierte casi en un saber. La muerte queda superada a costa \
mito pruebas de esa inmortalidad y me satisfago con su probabi de la pérdida de la situación límite. Por el contrario, la valentía i
lidad. Sin embargo, todas las pruebas de la inmortalidad no sólo consiste verdaderamente en morir sin ilusiones engañosas. _ ^
son deficientes y desesperadas, y una probabilidad en este asun
4. Las nos A-N-airs-rrAs.— La angustia en el espanto „ante e l ..
to, absolutamente importante, es absurda, sino que lo que se
—no-ser es insuprimible para la voluntad de vivir y es lo último
puede demostrar es precisamente la mortalidad. Empíricamen
1 cuando la existencia empírica es todo en absoluto, no sólo en el
te la vida de nuestra alma está ligada a órganos corporales; la
sentido determinado de la realidad fenoménica, como realidad de la
experiencia del sueño sin sueños muestra, en experiencia nega
vida en el mundo con memoria y conciencia. Contra el encubri
tiva retrospectiva, el no s e r ; la experiencia de la dependencia de
miento de esta angustia mediante las ideas de una inmortalidad
los recuerdos respecto al cerebro, en las enfermedades, muestra in
sensible, ha de aprehenderse radicalmente la nada que hay en la
cluso la posibilidad de una vida corporal en el alma muriente. Lo
muerte, en tanto que se piensa en la existencia sensible. Sólo par
que para nosotros es existencia empírica está determinado, a cau
tiendo de esta nada puede surgir la certidumbre de la verdadera
sa del mundo sensible del recuerdo, por la voluntad y la con
«existencia» ^ que se manifiesta en el tiempo pero que no es tem
ciencia. Si, en todo caso, el hombre pensante, que con tanta fre
poral. ¿sta «existencia» conoce otra desesperación del no-ser que,
cuencia se ha visto con sorpresa en el error, allí dónele antes creía
a pesar de su vital realidad empírica, puede sobrevenir en con
saber indubitablemente, no renuncia a su esceptismo respecto a
traste con su simultáneo vigor y plenitud. La anSustia del no-ser
sí .mismo, aún en el caso de esta certidumbre de su mortalidad,
existencial es tan distinta de la angustia ante la no-existencia,
entonces dice con valentía crítica: es muy improbable que haya
empírica vital que, a pesar de la igualdad~deT5s~palabras — no-ser
una inmortalidad, si se entiende por tal una perduración tempo
y mnPTtp— } sólo una de las dos angustias puede predominar ver
ral bajo cualquier forma sensible de existencia empírica en con
daderamente. Unicamente la certidumbre que hinche la angustia
tinuidad de recuerdo con nuestra vida presente.
existencial puede relativizár la angustia cHHa existencia empíri
L ka valentía es,)en la situación límite, la acción respecto a la ca. Por la" certidumbre de ser de la «existencia» es posible domi-
muerte considerada como posibilidad indeterminada del ser-sí- ^nar’él afán de vida y encontrar el sosiego ante la muerte como se
mismo. La valentía, frente al riesgo de tener por falsas las ideas
renidad en el conocimiento del fin. Pero la muerte existencial,
del infierno y purgatorio y del poder de los sacramentos de la
cuando no se ha realizado en la conciencia «histórica» una certi
Iglesia es, en verdad, necesaria solamente allí donde el hombre las
dumbre del ser mediante la comunicación, hace que la perspecti
había aceptado muy tempranamente como realidad en la sustan
va de la muerte biológica se convierta en completa desesperación ::
( L u U m I col V üo
94,
Aclaración de la «existencia»
S i t u a c i o n e s lí m i t e s
entonces, lo único que parece posible todavía es vivir en „1 •
ao y disimulo y el vacuo no-saber c; ^1 t °^V1~ do la desesperación por la pérdida del ser más querido, pierde su
te empíricamente se hace absoluto v l í 6™anera lo que exis «existencia» lo mismo que quien se sume en la desesperación,
tía descartada, entonces tiene que a c t u a d Y ” 816“ “ 81 qUC' quien olvida el espanto ante el no-ser tanto como quien sucumbe I
a la angustia de este espanto.fSólo desde la desesperación se con- |
cede graciosamente la certidumbre del ser.J .Nuestra concienciar^
*— I' 1j r 1UI<lll^fii ftntfi la iauéfle del ser tiene el carácter de que sólo es quien arrostra la muerte.
Verdaderamente sólo es él «mismo quien, como (manifestación, se
arriesga.
la voluntad de v f X T c ú a l " f T ' " " C° nSUel° al* ™ ° P " “ i
5. L a s d o s muertes .— L a dualidad de la angustia de la exis
l ea, depende de la existenni* ’ - i que es existencia empíri-
anulada por un saber sino a h ^ v ! ^ ’ angustia no puede ser tencia empírica y de la a n g u stia de la «existencia», hace aparecer
el horror de la muerte en dos form as: como existencia empírica
prienda por la mamen- que no existe propiamente y como no-ser r a d i c a l . ------------- I
te del hombre H r o L ó ra,sto“ “ ! ; en =1 valor ante la nrner-
go de vivir donde a m l . m h . T ’ * ? ? ' *‘ br™ m t e ; en el ries- La existencia empírica, que, sin embargo, existe en el no-ser
ra conciencia que se identifica & eS r y <3uerer con ela- de la « existencia», es el horror de un vivir interminable sin posi
bilidad, sin acción ni participación. Y o estoy muerto y tengo que
3 « , puede d e d r s J r i “ rtov ™ "v “ “ y q M ' Seg” ° de ™
vivir así eternamente; yo no vivo y sufro como posible «existen
la realidad existencia! ¿ i r , de fr e n ,e T ',“ “ " 0 ' dond^ “ i“ » H
cía de un ser oue *. “ uert' “ >■ la concien-1 cia» el tormento de no poder morir. La tranquilidad del no-ser
radical sería la salvación de este espanto de la muerte permanente.
Si en la existencia empírica este no-ser se convierte así en la
muerte seductora, hacia la cual vivo, entonces me he sustraído a
todo, ya no me puede interesar ningún hom bre; por así decir, ya
me he quitado interiormente la vida.
a Í u T t í: Í T ™ « , 1 y i El no-ser, que no es absoluto, se convierte en espanto para la
la certidumbre del ucr ^ . vlvir» Por un lado ;
el otro. El estar preparado rwr ^ conquistada de nuevo, por ( «existencia» en la mediría, qnp ésta ha traicionado la posibiliáad
la cual todavía hablan ambn muerte es la serena actitud en gn la existencia empírica. Pero la posibilidad realizada llena la
la muerte sin despreciarla • S,™OI? en ° s> eHa queda superada vida, la cual, al envejecer, puede llegar a un punto en que puede
estar harta de vivir. Sin más futuro, el vivir goza el sosiego como
experimentado siempre la certid ° °h ^ muerte tiene que ser J
tarse siempre de nuevo r a f exLstencial puede conquis- / ser^ en la existencia empírica, sin conocer existencia empírica des
pués de la muerte ni como problema o no-ser empírico ni como ho-
tenda» r 4 „ : r . ¿ r » v ¡ x r , más protunda’ ■* » * “ - / rror• El horror existe en la medida en que no he vivido, es decir, i íf
queda en el peligro dP mUerte 5 Pero la vida /
no lie decidido y por tanto, no he conquistado el ser de mi-mis- jj^
eclipsarse, en la «existencia» " d q^ T efa ^ e n t e ' ^ ^ \ ! la tranquilidad existe en la medida en que he realizado la
cuerdo de sí rm«m« ; i q , era valiente se da, por el re-f
posibilidad. Cuanto más decisivamente me he realizado, no por
el límite de su libertad. ^ S° ** decislV0» Pero experimenta^
ningún saber en el mundo, sino en la certidumbre de ser-sí-mis-
mo, tanto más se ha agotado la posibilidad, no porque se pierda,
estoica, pues” en eUsMa6 dU-Par Pf^anentem ente como serenidad
sino por que se realiza, tanto más obvia es para la «existencia»
f voca existencia emofric <'eX1S1tenciaj> se quedaría vacía. La equí-
la actitud de morir gustosamente como existencia empírica y reu
I te como cosa constituida • CUaI ^ auténtica verdad no exis- l nirse con sus muertos.
( de án¡mo partiendo del d o l o r ^ 0'0* 11113*” SÍemPre la serenidad Pero si la amenaza de no-ser, en lugar de llevar al cumplimien
V— dolor. Quien no conserva en algún senti- I
to de la «existencia» en la existencia empírica," invita, por el con-
A clara ción d e la d esisten cia »
Situaciones límites
101
trario, a gozar todavía lo más posible entono«
alta quiera la muerte, en lugar de temerla. Al quedar arrancado
existencia empírica conforme al d ich o: comamn K°vf^ mera
el velo de la apariencia se patentiza, como una verdad, míe
que mañana estaremos muertos. Esta actitud sp ^ P° r~
la muerte no es límite, sino cumplimiento. La muerte no es ló ca
eion en la sinfinitud del goce de la existencia ' ? a Sln solu‘
bal y cumplido en que se hunde y naufraga todo lo que aparecía
más que agotarse y repetirse No J t f * j PI,nCa qUe n° hace
como ser en la existencia empírica. Pero tales aserciones son pro
Pírica se arrastre L g J m e S e 's h * * qU\ 1# eXÍStenda em'
blemáticas, y por fuerza mal entendidas. No se piense en la co
petirse como tal existencia empírica sin od e n° ^ " r 8 qU6 T&~
, mente mediante la decisión en i d e n t W -a ^ reallce PIena- bardía de no poder soportar el peso de la vida, ni en el odio de
tórica». La repetícioñ~sólo~én la f j a ^ a lída¿_«]ais- sí mismo, ni en la sabrosa confusión de voluptuosidad, dolor y
l tud, sino cumplimiento! muerte, ni en la cansada necesidad de reposo. La muerte única-
' mente puede tener profundidad cuando no se Aspira- con ella á
una evasión ; Unicamente puede ser querida de modo inmediato
profundidad del se/cuamiiTes^eDo"-L & ’ muerte no alcanza sólo la
La necesidad de la rn P S°,’ slnocuando es cumplimiento. y no extrínsecamente. La profundidad significa que su carácter
G e re n te a Ia vida, no es extraño se borra, que yo puedo ir hacia ella como hacia mi prin
•te, la conciencia rlp pg»q ppnrrL ^Je^lva'm entei pero, ~n0 oüstan- cipio y que en ella encuentro incomprensiblemente mi cumplimien
to. La muerte era menos que la vida y exigía valor. La muerte
t g a o l q 5 a i5 q Ue se h a a S P ^ ^ ^
es más que la vida y proporciona un seguro asilo.
to; gada^ acabado pued e v l M F f t n° S° tr° S COmo muer-
plimiento7~aspiram^ a estar j qUe asPiram°s al cúra 7. L a muerte se transforma con la « existencia ». —No hay
te. Por tanto! para nosotros w S J S ” Y para la muer- una actitud persistente respecto a la muerte que se pueda enun
cular, estadio y punto de partidario*1 ° e n *a v*da e, s a^ ° parti- ciar como la exacta. Por el contrario, mi actitud respecto a la
muerte cambia con las nuevas experiencias de tal suerte que puedo
vierte en instrumento de la vida - L ^ v i d ! ? * 3h***0** SG ° ° n" decir que la muerte se trarutformji ron.mi.en. P n r tanto, no hay con
varia a la conclusión es un • * desborda; incluso lle-
pectáculo para otros puedePensamiento contradictorio. Como es- tradicción del hombre consigo mismo cuando se adhiere a la vida'
vida cumplida, p e r ^ o lo tienP ^ 7 1? ? d caráct« de una con todas las fibras de su ser, prefiriendo toda realidad de la exis
hay siempre tensión y fin inadp~°m^ VIV1~ ? Leai- En la vida tencia empírica al sombrío no-ser; cuando desprecia la vida, sin
to la vida más actfva7 t Í e n d e a t T ™ 6 En tan- dejar de vivir sus contradicciones y extravagancias; cuando pa
rece desesperar por la muerte y, sin embargo, a la vista de la
a su propia muerte. La muerte real ° P1° í111111? 1111116^*0* se dirige
no es cumplimiento, sino término P * encia’ es mterrupción: muerte se da cuenta conscientemente de su verdadero ser ; cuan
«existencia» está s n P P° rCSpecto a Ia ™ erte, la do no concibe y, no obstante, confía; cuando descubre la nada
y, sin embargo, está seguro de un ser; cuando mira la muerte
de su posible cumplimiento. g° ’ ° 0m° frente &l necesario límite í
como amiga y enemiga, la evita y la espera. La muerte, como he
cho, no es más que un hecho siempre igual, en el cual no deja de
Yid f ^ t S y j ^ d irtid a arai eSClareCer eI hech° de que la ser situación límite pero, sí se puede transformar en su forma,
pT¿a sea angustí ante la m f e r t * T qu~ la vida insí-^
taxis de la juventud ™ tp ? j mu.erte por amor, es el éx- siendo como yo soy, en cada caso, en tanto que «existencia».
muerte no es definitivamente lo que es, sino que es asumida en la
genuo y sin probleml en e l ^ ^ í * antíclPar’ como heroísmo in-
historicidad de mi «existencia» que se manifiesta.
el estadio de conciencia v r f 5 r ] ° Inconsciente, lo que en
y ^ a r e c e más ciar. v mZ respoi¡sabllldad,
^ T p o e n la muer-' SU F R IM IE N TO
cientemente aventurad^ ^ GD CSte heroísm° activo, cons-
muerte corno el v S d ’ ^ ” ° , mt" ''¡ e n e : la profundidad de 1. 1. E l sufrimiento fáctico.— Los muchos sufrimientos que, en
verdadero ser, la posibilidad de que la vida m ¿ ciertas situaciones, se adelantan al primer plano, y que otras ve-
102
Aclaración de Je cexistencia*
S ituaciones lím ites
ces son dominados con energía, pero que j amás pueden ser igno
rados, son inabarcables.|Los dolores físicoá aue t.ien«»n , ” nr tarse de ilusiones engañosas. Y o eludo el sufrimiento en mf A& t a
tarse una y otra vez ^ J ^ ^ mo porque no comprendo los hechos y, por tanto, no soy ^ 7 i ¿ c f c l
en cuestión la vida, s iM -q ^ e ^ a fiS a S m id e r al hombre vi do existenciaknente por ellos, no los transformo en actividad,
por b a j o d e .su propio s e r T ^ ^ t e n t e que no hago más que sufrir; yo limito instintivamente mi
el afán dT7encer y en l u g a T d d ^ d f j ^ ¡ ^ ¿ e mi ser hace de visión, por ejemplo, no quiero saber del médico la verda^
aparecer irremediablemente un rostro^esfigurado ; € T ^ Í v S t ¿ ^ quiero reconocer mi enfermedad ni ver mi deficiencia física y
•emendo c n c . n c a de ello y e n ^ S d ^ T . piritual, ni claramente cuál es mi situación social en la reali^¿ ¡
se despues, monr sin morir — en lugar de estar en claro, en todos mis esfuerzos para anul^ el
de atrofiamiento sufrimiento, respecto a la medida en que son insuprimibles, ít>-
las consecuencias de l T d^endencia en to d L Tt4. mmeiar a la claridad renuncio taJmbién a combatir racional y efi
clavitud; el hambre— . kTsufrimient^Ts reducción de la existen” cazmente imi sufrimiento, en tanto que yo, ciego de rabia, atri
buyo la culpa solamente a la malevolencia y tontería de ot*0 y
tos esta ]a mufírt^ E n la clase cíe sufrimiento y en ¡ T i S S me consuelo con el pensamiento pasivo de que terminará ej su
diferencias. Sin e m b a lo , ¿ S K í frimiento con la simple aniquilación del culpable. O bien me fus-
traigo al sufrimiento del otro manteniéndome alejado y retirán
y tod os te n e m ° s « - -» « * “ dome oportunamente de un hombre cuando su desdicha es irre
mediable. Así se ensancha la sima abierta entre los felices y los*“}
m Jvo^S^¿í “ EXM™ NC“ RESPECTO AL SUFRI- Óasg£aciados„ por virtud del embotamiento y el silencio“ s e 'h a c e /
uno indiferente y desconsiderado, al cabo incluso se llega a menos-1
preciar y odiar al que sufre, lo mismo que muchos animales ator-í
Dientan hasta la muerte a los compañeros enfermos. ^
f e c ^ ¡ r . ° r J ~ 3. D espertar d e l a « e x is t e n c ia » p o r v ir t u d d e l s u f r i m i e n
la totalidad d ^ l a existencia 1empfrica.^artiCU*areS * ~ ‘ f“ ‘ “ * t o . —En cambio, en la situación límite, el sufrimiento sólo p u e d e
presentarse como inevitable. Ahora yo aprehendo mi sufrimiento
de J s T ñ S s S * !? « * » '1 supuesto de que pne- corno la parte que me ha correspondido, me lamento y sufro v e r -
ae ser suprimido. Este combate tiene éxito de hecho y se convier-
daderamente, no trato de disimulármelo, vivo en tensión entre l a
cual p S i c i n T en1^ 1 \ eXÍStencÍa emPírica del hombre. Cada / voluntad de decir «sí» a mi sufrimiento y de no poder decir n u n -
U ¿tí . Cha y se exi^e’ en tanto es sincero y ve J ea «snT~dgfinitivairne.n te, lucho contra el sufrimiento para, limitar-
la situación, el mas cabal esfuerzo en este combate con t o d o í los
medios convenientes racionales y empíricos. El éxito es en ver para diferirlo; pero, teniéndolo como algo que me es extraño,
sin embargo, lo tengo como perteneciéndome y no alcanzo ni l a
£ ; < r r n „“ t “ 0' Sin e m b atío ’ - Z Z : serenidad de la armonía soportándolo pasivamente n i me enfurez
pírica forTándoÍo?3 neCe*anamente G eren te a la existencia eon- co en la oscura incomprensión. Cada cual tiene que soportar y
v la med[¿na h a v - 1 ^ ^ la ° Ua1’ CUando la bÍ£>lo^ a cumplir el dolor que le toca. Nadie puede sustraerse a él.
tic a « y k f lcanzado su o im a ^ J ^ a rte político la jus-
Si no hubiera más aue la ielicidad de la existencia empírica,
d ^ S c S A ,eVltar todo d o l S í T l S d ^ S f ^ d a d y toda
entonces la posible «existencia» quedaría como dormida. E s cosa
ni temida ni d S ™ d /iC S Ü ^ C° m° *“ eXtbdÓn “ dol° r ’ singular que la pura felicidad parezca v ^cía. Así como el sufri
miento anula la existencia empírica fácticajTa felicidad tiárec'e t /í
vadores pero n o ^ u e d ^ M ^ W f1*1 extmci(?n del dolor parecen sal- fciazar el verdadero ser.» En el estado de felicidad Hay una obje- * \
arrostre de frente la nPo La- f * lstencia empírica, que no cion interior por virtud de un saber que no la permite subsistir.
----------------- ^ e j a n e c e sidad a el slIEIm^nto, tiene que alimelT-
La felicidad tiene que ser puesta en cuestión para después de res-
Aclaración de la «existencia»
Situaciones límites
8
114
A cla ra ción d e la «existencia-»
Stítiacione^ lím ites 115
P arte T ercera
L A S IT U A C IO N L IM IT E D E L P R O B L E M A T IS M O
D E T O D A E X IS T E N C IA E M P IR IC A Y D E L A
«H IS T O R IC ID A D » D E L O R E A L E N G E N E R A L
En todas las situaciones límites se me ha sustraído, por así de
cir, el suelo debajo de los pies. Y o no puedo aprehender el ser
como existencia empírica como si fuera una cosa firme y cons
tituida. En el ¿mundo no hay nada perfecto y concluido puesto
que incluso la comunicación amorosa se nos presenta como una
lucha. Cualquiera que sea la realidad empírica que quisiera pre
sentarse como el auténtico ser, se desvanece ante' la pregunta que
busca lo absoluto. El problematismo de toda existencia empírica
significa la imposibilidad de encontrar en ella, como tal, el sosie
go. El modo en que la realidad empírica aparece siempre en
as~situaciones límites como quebradiza en sí es su estructura an-
tinómica.____________ _— --- --------- ------------------ — ----------- - '
1. La estructura a n t in ó m ic a de la e x is t e n c ia e m p ír ic a .—
"Unicamente se puede pensar mediante diferenciaciones, articular el
pensamiento sólo en contradicciones que son eliminadas; la reali
dad aparece como un juego de fuerzas contrapuestas que en cada
caso dan un resultado por exclusión, compensación o síntesis ; los
motivos tienden hacia opuestas posibilidades, partiendo de las
cuales se toma, al elegir, una determinada dirección del querer.
En todos estos casos la contraposición y la contradicción no son
más que un paso en un lam in o que las suprime a ambas. Se co
noce lo que, por la síntesis de las contradicciones se conoce como
una conexión exenta de contradicciones. Se conoce lo que se quiere
cuando se quiere lo determinado con ex'clusión de toao ir> demás.
que va no es importante. El esfuerzo por la objetividad y la inte
lección lucha contra las- contradicciones y las oposiciones para do-
minarlas sirviéndose de ellas.______________ ______ _________ _— -----
En cambio, llamamos antinomias a las incompatibilidades que
no_ son superables, las contradicciones que no se resuelven, sino
que""no háceñ ftiás que agudizarse cuando las pienso claramente,
las contraposiciones que no pueden conjuntarse, sino que están
-en el límite como fisuras inobturables. La estructura antinómica
K jJ O l ^ T 1 U x d Á Á A c L u A JL ^
¿A * y
180 \\JA cla ra ció n de
A,
la « existencia»
*■ - e ,,
CAPITULO OCTAVO
<a « i ^ c i a ^
Sin 1» C O N C I E N C I A A B S O L U T A
I
do..cosas ; no se puede a l c a n á m en 68 DÍnguna de esta*
ni «posición intelectual». Una forma de vida es la norma o b j e t i v a ,
111 ^ ^ P“ ad d* lo i n c ^ c t r . P a r a la c o t l t de comportamiento como costumbre.''''*disciplina consciente corno
sentido asignable~La actitucT es Ta~~posibIe conducta del suje-
{ j i \
136
Aclaración de la «existencia» \i f ------------------
Conciencia absoluta 157-
to respecto al objeto y en función de sí mismo ripf-pr™;™ 1,1
un análisis objetivo desde puntos de vista precisables T & €- 3. L a c e r tid u m b r e d e l s e r e n l a c o n c ie n c ia a b s o lu t a y en
intelectual es 1, captación activad, por e l f i l o s o f a r . — Si dondequiera en el filosofar se busca la certi
se puede representar aunque no se la puede definir En eamíh ^ dumbre del ser, a pesar de la imposibilidad de conocerlo y de la
Ja actitud existencial o la conciencia absoluta es la causa efiden’ consiguiente inexactitud en la forma de enunciarlo, así intenta
te de estos comportamientos objetivables, que son el reñeio dT L " también extraerla del fondo de la imperfección de toda «existen
«existencia» en su incondicionalidad. Es el límite donde en cada cia». L g «existencia» realizada plena v claramente no filosofaría;
caso, desembocan la forma de vida la aptitud i ’■° el impulso a filosofar prnrpAp. Hp la tppsión entrpi la ponpipnnia. ah-^
intelectual, en la, cuales, c o mo d e r i v a c i ó n s “ u / . s , deI soluta y la conciencia com o mera existencia empírica, entre la ver
absoluta actúa dándoles contenido * ’ conol“ c“ d ad que debe'ser, pero no es, y la exactitud impositiva consistente.
La certidumbre originaria del ser de la «existencia» pretende
c i e ^ t « ser d «” la c o n - cerciorarse por el hecho de que en la existencia empírica, apre
hendiéndola, concibiéndola y, por tanto, separándose ya de ella,
queda vacilante y equívoca. Sin pensarse no tiene ninguna segu
soy inauieto sosiego • p-n *■ S°^ Cn ^ satisfacción; en cuanto ridad en sí misma. La certidumbre parece apartarse de ella.
En el filosofar la conciencia del ser se convierte en clara cons
■¡t - cmcí- trucción intelectual. O bien se piensa el ser como el ser absoluto
de la trascendencia y partiendo de él se desarrolla todo lo que es,
to, cognoscibles y , a diferenciarla11comü’ a! SeMrales y ‘ por al mismo tiempo que en él queda anulado y absorbido ; el ser
creencia, etc. Pero comn conciencia .moral, amor, mismo parece entonces el objeto del pensamiento. O bien se cons
diante ellas se busca en 1 mas’ no son aquello que, ¡me- truye. el ser como realidad empírica por medio de la «conciencia
objeto a m odo de categorías .arae » . son adecuadas a su en general», en la cual tiene que representársenos como objeto
signos que señalan hacia oí ’ ■ ^ü" umcaniente sirven com o todo lo que para nosotros debe tener ser ; en las formas de su
que existe com o Ubertad a lo ó ? “ T ' P° r Con:i’ let° >>res“ te' manifestación empírica se hace entonces accesible a la orientación
el ser en su propia accfón 5 ' “ *' °>™ ser que intramundana mediante la investigación. En estas dos direcciones,
recíprocamente impulsadas, del pensar, filosófico se llega a saber
c i . ^ r f siSgS “ ad‘ dsud¿ °veio q “ “ i mU7 ' « del ser, del que soy espectador. Y o existo entonces en la forma del
ongen, pero n o puedo hacer ’pie en él° i ! ' ! ’ ' v ° Ivern>e; tengo mi ser-sujeto, pero no estoy, como esta determinada realidad «históri
nocer su ser ni su no-s*r que tamPOco puedo co ca» que yo mismo soy, en ese conocimiento, el cual, como con
que se relaciona consigo m* * T^ °’ como Posible «existencia», ciencia ontològica, no es el término de la filosofía sino la fuerte
«sentirlo. Su no-ser ío p e r c ib o ^ ^ C° n- ° tra <<ex*stencia»> puedo articulación de su comienzo, del que se desprende.
a la libertad aferr-W! ^ T i0’ “ cl CUal trato de « « - El filosofar retrocede desde la conciencia ontològica a la cer-
lo percibo c u a n d o L it a S Z t Z n * •“ ° ^ etividade^ en el otro cioración del ser que se comprueba como la realidad del presente
decir, como si incluso no existiera ^cuánd ^ eSCapa’ por ^ esclarecido de este ¿histórico» ser-sí-mismo. La conciencia ontolò
busco relacionarme con él Y° COm° yo imismo gica perdura cuando, como la posibilidad de leer el escrito cifra
transformarlo en obieta 1 siemPre. me veo forzado a do, cree hallar el ser absoluto, cuando como limitada voluntad
presente en el otro como rnn ^ ^ if comunicación lograda está de saber de todo ser mundano se dirige a la realidad empírica en
sible como un contraHn absoluta> Pero nunca aprehen- su siempre peculiar determinación. Pero la verdadera conciencia
bién cuando se habla sobre^ll \ lnmediatamente encubierto tam- filosófica las convierte en su medio, de suerte que pierden la fir
Sin embargo / ^ W eI1°-H.atando d^ lare c e r l o ^ _ _ meza de un saber definitivo del ser. Pues la cercioración de la
^ o ^ a l ^ W w n o m e contento con ¡ í l i k S T ^
certidumbre originaria del ser de la «existencia» no encuentra sa-
138
Aclaración de la <rexistencia»
Conciencia absoluta 139
t
originariamente una acción filosófica un
según las cuales pudieran realizarse. Pues en su verdadero con
pensar que en el filosofar se medita y premedita para tL ler e x is S
mas decisivamente en la realidad. tenido, «histórico» en cada caso, no son transferibles, ni pueden
ser dirigidos técnicamente ni tampoco repetirse de modo idénti
^r^C° nV+ertir-la f onciencia absoluta, esta certidumbre del ser míe co. Pero al ser pensados, el individuo puede, transformando lo
pensado, asentir a su propio origen.
ella aparece como un volverse hacia donde ya no h?v ñ a d í Es El movimiento hace surgir por sí mismo, como posibilidad,
3o positivo partiendo de lo negativo : en el no-saber, en el vértigo,
en la angustia; el movimiento impulsa desde el hundirse, y pre
cisamente cuando se experimenta, a remontarse. Frente a lo que en
él surge, el movimiento permite que en la conciencia moral suene
representar como vivencia, es igual que nada. el criterio diferenciador y la exigencia de decisión.
Sin embargo, del mismo modo que la «conciencia en general» 1. No-saber.— a) El no-saber como punto de inflexión en el
! l l “ ? Tnflde ° bj etividad en el mundo, la conciencia ah- origen.— El no-saber como expresión puramente negativa no se
i i - r ~ - j deI oripen_ P.ara l a_£aEi prensión d ~ n >P^ T i ría nada. Es movimiento de la conciencia absoluta, no como un
a^§all¿a ¿_e¿ E¿ica_del mundo en su inobjetiva profundldld^ím saber general de mi no-saber, aún antes de que yo sepa, sino como
an no-saber conquistado, que en cada caso se sabe a sí mismo al
á T / e i a S d”'! ,“ 1 ° ™ i° condidoni“ l*s »e la « » S d . * J t
revelación de la trascendencia. Es la conciencia de mi esencia anularse un saber objetivo. No existe como negación vacía del sa
• ^ a c la r a c ió n de la ^existencia es, para nosnt™« «i ^r, * ber antes de haber intentado saber, ni como abstención para sus
traerse a toda realidad detenminada, sino que está lleno de con
tenido, en cada caso, por virtud de la medida del saber en el cual
Investigarla es encontrar los signos indicadores que señalan se encuentra como no saber. Puesto que el no saber, dicho senci
llamente, es nada, las frases siempre repetidas, tales como «esto
pírrnl°ngeT a parado;¡a del filosofar en el decir y no decir en d
no se puede conocer, no se puede concebir, no se puede expre
esta tarea es ¡ S r t l t ^ ^ d° ’ “ '* eiP' eS!6n L i sar», son vacías, en tanto que con ellas el no-saber se da por sa
tisfecho. Puesto que estas frases sólo cobran peso e importancia
>u Prf e5 S S n a conciencia .b solu ta T 'm t * enlazadas al saber, que en ellas queda superado en el no-saber, el»
gustia conciencia ^ i°. onS^i como no-saber, vértigo, an- I no-saber únicamente tiene contenido como no-saber específico,
cia, fantasía • pn Iíl° ra ’ . j n ,SU cumP^rniento como amor, creen- / que se produce en cuanto al contenido por el camino del saber.
^ u ^ !'V e r S r r r e l l d " ^ » ““ >w Sólo el no-saber conquistado sobre la base del saber más amplio"
es el verdadero no-saber.
l ) ^ a V x -
no . ,
Aclaración de la « existencia »
H2
Aclaración de la «existencia»
Conciencia absoluta CV\>©U'XQ_
C \/V>©C<XC X_ fts
fig
^r- Solamente superando ]a angustia c» Tpropio ser. La desesperación vital en la situación de tener que
sion y firmeza de la conciencia absoluta* 3 Canzar la deci- morir no es más que una comparación para la desesperación exis
jüSÍS^desde la existencia em.nirírn íl tencia! en la falta de certidumbre del ser-sí-mismo. No sé lo que
^ ig ifflstm jro ce d e ¿ . j . debo querer, porque yo aprehendo todas las posibilidades, no qui
de la muerte, dM ^arecéríaTaSni-' de; f Pareciese la an- siera renunciar a ninguna, y, sin embargo, no sé de ninguna si
A la existencia empírica le es i n h e r j j í “ ^ 0tra an" ustia- es la que importa. Y o no puedo elegir ya, sino que me abandono
y a angustia vidente del hombre n S? SUa cieSa ani- pasivamente a la simple marcha de los acontecimientos. Con la
que quiere conservar su existencTí pensante P°r el hecho de conciencia de mi no-ser existencial huyo de esta conciencia al ha
zas, la existencia empírica se preocuna™ ^?3' •C° ntra h s a™ena- cer ciegamente cualquier cosa coano mera actividad.
H y. prf medita el modo de L i n o S ^ T ^ ™ ° previso^m en- La angustia por el verdadero ser como «existencia» no conoce
objeto de angustia, en tanto que revela °> ]° pequsño es previsión y cálculo ni tampoco amenaza externa. Aquí tiene que
í ° aza ™ a posible realidad futura o Z caracter Que ame- ser percibida la posibilidad del no-ser, sin que pueda haber nin
I d.a i Y la angustia existe aún sin’ oKií- slmPlemente lo alu- guna técnica previsora para mitigarla. Sólo al llegar al ser-sí-anis-
L C1C° Cia’ que ]o Penetra todo, de la finituT tSnt° qUC es la cor‘ - mo por virtud de la comunicación «histórica» de «existencia» a
Cuanto más sano estov t » „ 7 fimtud P é s c e n t e . «existencia» se esclarece una conciencia absoluta, por la cual aún
^ fu s tia , pero dependiend^ por en T erol"0 T h ita de aquel estado de suspensión en la finita existencia empírica es po
entonces superación de la 9„ 1 f de esta vialidad. No hav sible como posición de quietud.
« « se hace Se „ ,ir C j * i Nunca un proceso automático conduce de nuevo fuera de la
o se multiplican Jas posibilidades d T 5 !? ° Ml° y en' e™ ° , c ü m H angustia.
e «rabajo cuando »a me han s Ú s t í ¡ d „ ' ° “ ando ,alt» La angustia de la existencia, empírica no podía ser superada
Sin angustia falta la actividad L • 'miS costu™bres vitales por una seguridad objetiva. Nunca se puede vencer un cuidado de
eond.ció de !a d' >* P ™ » « » „
un modo racional convincente; todo mal es siempre posible y, lo
dad queda perturbada cuando l* ’ & su vez’ esa activi- más temible para la existencia empírica es, en definitiva, cierto.
In t ' CUj dad° de la vida mediante*^?!Stja ** demasiado violen- La desesperada melancolía con la atención fija en las posibilida
angustia de la existencia empírica • J uIos P e s o r e s mitiga la des de la angustia tiene siempre una justificación racional. Uni
Jva. Pero lo mismo que tiene si ’ t'd qU^ era Una seguridad ob- camente llega a ser superada ¡mediante la relativización cuando
resulta imposible conseguirla Tr ? aSpirar a esta seguridad se dominan las formas del saber por virtud de la certidumbre del
conocimiento de ] . inseS a(í Un' Camente> .cuando va unida aí
ser, que puede desarrollarse partiendo de la angustia existencial.
íiertraZ ^ preocuPac‘ón de s e g u r i d ^ P ^ T límÍte’ Cs sincera Entonces es posible la serenidad que no suprime la angustia, pero
lerte en pasividad sincera, cníndo nó contrario, se con- que la domina.
posibles seguridades. Pero é s t o ™ i ? T ra acti™ n en te a las
Aún menos puede ser superada la angustia existencial median
la previsión y el saber de la incértirf v! de susPensi°n entre
te una seguridad objetiva. Se busca ésta, ciertamente, en las ga
dio de una superación de la a n SÓI° 63 posi^ por me-
rantías objetivas de las autoridades terrenales. Pero éstas no pue
í La angustia de la existenrin - emana de °tra raíz.
den dar más que una certidumbre dolorosa a quien una vez se sintió
/ estoy alat a7T SÍZa existenc™l u n t T C distin- consigo mismo en la libertad. La conciencia absoluta tiene que
/ estoy ante eJ abismo, no sólo posiblhdad de la nada. Y o
repetirse, por el contrario, constantemente de un modo origina
S o v í ° ; 6Q aUt¿ntico sentido a no ' ? & T CXÍStÍr emPWcamen- rio y aún en su cercioración, queda vinculada a la angustia fác-
. f 'T existencia empírica v T “ absoluto- Y ° no me cui- tica. De aquí que la superación no signifique supresión. Es posi
ble querer la angustia desde el fondo de la indiferencia vacía pre
cisamente para volver de nuevo a sí mismo. La valentía para la an-
r " ------------ -
O A /O r t V A w
_ A clarado n de la « e x i s t e n ^
Conciencia absoluta
Conciencia abíolvta
A d 'r k p ld T s " a n u L L r /o r m a L ^ U . C‘>” ,° ¡" Sl“ C¡a d ¡t e “ -
-L/O que yo hago debe ser de tal suerte , su conciencia moral. En cambio, la resolución existencial, como
que el mundo en general sea de tal m o r í u pue a Querer auténtica respuesta de la conciencia moral, elige incondicional
tecer dondequiera En la concienc a ^ íenga 9Ue acoQ- mente a cualquier precio ; el resultado, como efecto de las con
al cual yo puedo decir «sí» como existiend^en ^ SCr secuencias, lo mismo si prospera o fracasa en el mundo, no es prue
siempre. xxstienao en general para ba alguna ni en pro ni en contra. Sin embargo, la resolución exis
tencial tampoco es inmediata, como lo son el sentimiento y el im p u l
do f n 'g t e S ! Z Z Í l , 7 7 e Z ia ^ “ v!s,a “ « « < - - so, sino que es sólo la inmediatez confirmada en una reflexión in
poniéndolo por un momento en'^uesíión’ n t ° ’ h,st6r,? u” ent“ . definida pero en definitiva infundamentada, la cual utiliza ilimi
cir un mundo en general sinn «ai • ’ P 0 no puedo Pr°du- tadamente para su realización todo saber, experiencia y pensa
co», la pregunta que la mi Ser en Un mundo «históri- miento.
í H a s t a ^ u f punto a u t r r r Cia ,m° ral S6. dirige a sí La resolución es la madurez, como realidad conforme a lo
sin comienzo y hasta qué punto*231 ° por ^irtud de una libertad posible, pero la madurez, que no es perfección y conclusión sino
tóricamente» ? El criterio de la ^ , eríad %ue se % « «his- comienzo del movimiento, aparece como tal en el tiempo. El re
2 - - * - . en sultado que sirve de prueba ya no es la consecuencia de las cir
cunstancias felices, sino la fidelidad, que como vinculación a la
resolución, al origen y a la decisión, se confirma y acrisola en
todas las situaciones. Este movimiento es el entusiasmo, que aun
encuentra y es la juventud perenne de la resolución, la pasión
que quiere realizar todavía lo que es posible.
en un eterno retorno, sea que vo posiclon a repetir Y o y mi resolución no somos dos cosas distintas. Como ser ,
ponsabilidad de todas las ¡ L íMp dlsPuesto a asumir la res irresoluto yo estoy escindido en mi conciencia absoluta. Pero si
en el hacer como-manifesta^iéí £ “ n8ec“ “ “ “ . « a que yo vea y o estoy resuelto, entonces así y sólo así, sov integro, completo. El
que en él se patentiza. expresión de un verdadero ser instante de la resolución es, como decisión, el germen que, cuan
do se despliega la vida íntegra, repite el ser-sí-mismo confirmán
q n e t m n ^ a T n S t S d“e T ™ ? ^ “ > » - • dose, tanto en total como en la sucesión de sus formas.
pulsos. Si la concienck m0rat ^ V eX1l f nC‘a empírica * 'm i* En la resolución hay una indestructibilidad que es como una
entonces me exige también decidir* no e5st° * ^ dlf erenciaci6n> solidez en todos los cambios de su manifestación. Pero esta fuer
como yo soy ahora sino c o n c e b i d com n „ 6mpincarnente ^1 za de resolución no es ya fuerza vital y temple sereno como cuan
la resolución yo emerjo de la nno¡KTj ™° lo que quiero ser. Por do, por ejemplo, se habla de hombres decididos; sino que es por
mismo. J de Ia P0SIbilidad de lo múltiple como yo virtud de la decisión, la resolución del ser-sí-mismo ¡más interior,
I¿a. resolución es la tcstyup-<t'hn n i™ * • que se atreve a todo y que persiste, a pesar de toda la suavidad
ridad del pensamiento d ifa e n d a d j í f " c,e" f ° «> 1« ola- con que escucha y reaccionad ' '
de un problema particular prácticamente i „ £ • ucl.on coírc'-'ta d) Grados de la conciencia moral.—Las formas cultas de la
cía en general» sino la decisión • + ■^deciso Para la «concien- verdad ética que la conciencia moral ha adoptado en la historia
luta. La m o í„ c S r s o L m e n 1 f i 'v r C!a‘ C° m° M " “ ™ a abso- y que la permiten decidir según reglas generales, sólo tienen su
fuente y su probación, en cada caso, en la conciencia moral ori
ginaria, que en vista de los límites decide «históricamente», sin
- resolución « S í * ^ reconocer ninguna máxima sobre sí, aunque exprese la verdad.
La conciencia moral es inaprehensible, pero donde se conserva
pura, sin disimularla, es infalible.
1 »
Aclaración de la «existencia>
Conciencia absoluta 151
La conciencia moral se ¡manifiesta en erado< a
solo es mcondicionada y originaria cnand^ os‘ Aunqne haber hecho lo que en cada caso es debido para la inteligencia;
» ■ ¡t e , en la e x is te n c ia “ d *
en ello se ignora todo lo que es oscuro pero real. La buena con
te en tanto no la contradicen en su ori p a cio n e s que adrni- ciencia moral en la totalidad es imposible, puesto que la totali
reglas de lo debido. Pero no me miedo convertirse en dad nunca se presenta pura. La acción emanada de la buena con
tas formas. La conciencia moral no s° segar en ninguna de es- ciencia moral no supera la culpa ; por el contrario, ésta, como una
mandato absoluto exterior ni ñor qU? satlsfecha ni Por un permanente desafinación en la manifestación del ser, es el agui
para la «conciencia en general» • ní general comprensible
jón incesante de la conciencia moral.
to para el momento ni por el c a p r ic h o ^ n ^ ’ S6ntlmif nto “ imedia- . f) Voz de la conciencia y voz de Dios.—Aunque, en la con
ni por la conciencia de una totalidad d ■ ' y° quiero a sí; ciencia moral, estoy frente a la trascendencia, sin embargo puedo
exigencia de una situación objetiva a t l emPínco ni P°r 1* estar sin oiría y sin poder obedecerla como la voz de otro mun
nalidad de la existencia empírica Toda eC!ama alcanzar una fi- do. La voz de la conciencia moral no es la voz de Dios. En la voz
vas en las cuales la conciencia o J í t S° n formas relati- de la conciencia precisamente calla la divinidad. Estaqueda ocul
existencia empírica. moral se traduce en tanto que es
ta en ella como dondequiera. E ñ la conciencia moral me veo re
mitido a la trascendencia pero quedo asentado en mí mismo. La
ie t iv ^ p o f s 1: ? d° r ce p - * * * de t0das ias ob. divinidad no me ha quitado la libertad y, por tanto, la responsa
organiZacionePs y la 7 m0rales’ la* bilidad a causa de que ella misma se me revela.
rechazada de todo orden obietivn ™ dm¿tlda Por las masas y es La identificación de la «voz de la conciencia» con la «voz de
soluto. La conciencia moral asentad* 86 í*aga ,lncondici°nado, ab- Dios» me confunde respecto a mí mismo y la divinidad cuando me
percibida p ot Jos otros, proVoca T * ™ * ’ CUando es lleva a una actitud como si en ella Dios, contraponiéndose como
la reconoce como mancomunada a .n odl°* La masa sólo un «tú», me hablase. Entonces aquella comunicación conmigo mis
.soluto. De aquí que la verdadera^nn6^ -n° la reconoce en ab- mo que es la conciencia moral se transforma objetivamente en
f s e ha de mostrar en el mundo? lc!encia “ oral originaria no una supuesta comunicación directa con Dios.
I varse, mediante él silencio de fahaT t C01? rano’ ha de preser- La consecuencia sería, desde luego, suprimir la comunicación
/ de inducir. Pues el o b r a r en el m ,pr nsiones a que se la pue- táctica de «existencia» a «existencia». Para quien trata directa
*ra?ones vigentes ' un o_se ha de justificar por las
mente con Dios ¿cóm o puede serle todavía el simple otro de ab
a p e ía c ir ? ^ - la ^ en¿ a « soluta importancia ? Dios, como tú, con el que estoy en trato, se
ción no es más que la ruptura de la C° ™ ¿ustifica- convierte en medio de cerrazón de la intolerancia hermética fren
gar a un acuerdo. Apelar en este o ^ociacion que trata de lie- te a la conciencia moral ajena. Toda relación con Dios que no se
sentido para expresar el anuncio iñ®0 a * COnciencia moral tiene realice al mismo tiempo como comunicación existencia!, por vir
una instancia abierta y, p0r "nto no P° r SCT tud de Ja cual solamente puede ser verdadera, no sólo es preca
conciencia moral sólo existe en la i J ? obJetlva™ente, la ria y discutible en sí, sino que también es úna traición a la «exis
dividuo a individuo, en la cual la Comunicacion existencial de in- tencia».
alcanzar juntamente con el otro su verdad.P° ne “ CUe8tÍón Pues, entonces, al identificar la voz de la conciencia con la voz
de Dios, yo perdería la conciencia imorál misma y la divinidad. La
posible como o c a s k ^ o r i g ^ ^ m ^ M ^ ” 1* C° nCÍ.encÍa moral divinidad estaría en la conciencia imoral como confinada en una
lo es como cosa constituídf v J ^ ’ Pero> S1n engaños, no angostura y , por su parte, la conciencia moral ya no séria la li
ral, comoquiera que sólo se insistente. Pues la conciencia mo-
bre originariedad que se encuentra en él movimiento.
de ser engañada sobre la c u l p T Í a ^ “ •* IímÍte’ D° pue- La conciencia moral es, por último, en forma «histórica», en
particular, es u n . ¡,M¡ón r ' “ dencU m” »>. “ 1°
a! que se da por contenta con cada caso, la de un hombre. La conciencia moral está frente a la
-conciencia m oral; no hay una conciencia moral universal. ¿Es
W3
Aclaración de ¡a «existencia*
Conciencia absoluta 153
d
? r fa t > r * i ,de ™ que así habla de aquél cuya conciencia absoluta arraiga en su
ma aniquiladora, reclamar a la divinidad J ? ncia/ por sí «ús- conciencia moral.
tir que valga para el otro. para S1 y no peumi-
Un hombre que habla como Jesús, ya no es, si expresara la
verdad, hombre, sino que, infinitamente alejado de los hombres»
no sAeur e:.“ °ys “ i r t “ areaiidad »• »*» es Dios. Su voz sería la voz directa de la divinidad; seguirle se
ral, pudiera sin embargo m anifestar^-18? 0 “ * U
conciencia mo- ría ineludible. Pero se habla a nuestra conciencia moral porque
en verdad, del modo más d e c i s i v o * indirectamente en ella y, Jesús exige diferenciación y decisión . Cuando d ice : no he venido
conciencia moral está en lucha U aUí donde Ia a traer la paz sino la espada, y cuando realiza en el mundo una
conciencia moral como yo 2 m 0 e n ^ : Y ° soy en la forma de verdad que se pone a sí miama en absoluto, ya no cabe
condicionada que se pone “ ow tan T J^ T***
de mi VoIuntad más que seguirle resueltamente (lo que significa está palpablemen
vuelvo a mí en la oscuridad de la existen^ “ T.SÜÓn>
ella te a la vista en los hombres que, a través de los milenios, han
«ones limites; en ella p r e g u n t o ^ ™ " T P ’ Ca en las situa' tomado en serio la imitación de Cristo; podemos conocer su pa
sm recibir respuesta y me doblego « f* f a Ia divinidad radoja y su consecuencia por Kierkegaard) o no seguirle resuel
conocerla, o bien, d e ja d o en nie la *** C° nfiand° en ella> s¡n tamente. Toda mediación y compromiso estaría verdaderamente
mdad, no me avengo a lo r S n pT
,egUQta di^ da a la divi- contra él aun más que la hostilidad resuelta. Quien vive filosó
^1, el ser para D i « ^ue e» ^ conciencia m ¿ ficamente, sin el recurso de una seguridad religiosa, se ve obliga
se contra Dios por virtud de la ton •* p °sibilidad de rebelar do a combatir interiormente contra esta posibilidad durante toda
en la conciencia moral es BuSCar a Dio* su vida.
en el sumo reto de rechazar a Dios P° Slblhdad <lUe se expresa La conciencia moral cede a otra potencia cuando aquella su
cumbe a una vida de oración, desde la cual la divinidad habla
>* - P « . c . directamente. Cromwell rezaba durante la noche en vísperas de
se le ha escuchado como ST fuera S í ® “ 0“ de defender lo <3” e resoluciones, que le eran imposibles según su conciencia moral.
obediencia a lo dicho por Dios. En r f l í ^ ^ d° S) ? de exi£ir En la oración encontraba el asentimiento y con ella la certidum
de Dios, nadie podría resistirse a ella p° ’ S1 pudiera 01rse la voz bre que le permitía hacer lo que políticamente era necesario. Quien
levanta en el mundo de los hom bre ’ • pretensión que se de este modo experimenta en la oración una indicación objetiva
voz de Dios que ellas afirman Esta Y ^ “ stltuciones no es la tiene que sernos sospechoso. Para quien la conciencia moral y la
chazada por todo hombre T r¿'id o ! \ Pr >nS1.Ón tiene <3ue ser re oración son idénticos, con la consecuencia de deducir de ello pre
valido, libre y resuelto a aventurare ^ ' d T r e T 7 ’ a? nque des" tensiones, está separado por un abismo del hombre que se paten
a Dios mismo, en virtud de su lib e r té de.rf cho consiste en oír tiza a sí mismo y que intenta, en ilimitada comunicación, en el
indirectamente por el hecho dp u exi^ da Por la divinidad, mundo, llegar al origen de la conciencia moral y estar en la so
1» vos directa, L e e ,v a l e í J « * > de que Jal* ledad más profunda, en su límite, sin pretensión objetiva, ante
cía de la «existencia», el movimif>nt9m° T €* mundo presen- su trascendencia, a la que llama Dios.
realidad ética, la cual nunca n,?Pd “ * comunicación, y la
Así, pues, la conciencia o es a su vez origen y no tiene ningún
modo de un modelo imitable Z PerfeCta Cn el mu* d° * juez sobre sí o no es más que una palabra engañosa. Si a alguien,
eos hayan rechazado frecu en tem en t^ 1 qUe ?-°S hombres auténti que reconoce una autoridad y para decidirse pregunta a ésta, jun
c a y, por el contrario q u is W n i k ♦ proselltlsmo> la dependen- tamente con su conciencia moral, se le hace notar que no puede
tar la libertad para la DosihU ^r <? en su torno y conquis-
hombre que nos habla comr> camunjcaeión. La pretensión d? un reconocer en sí una conciencia moral libre cuando da a la autoridad
preeminencia, acaso responda: en esto no hay elección, también
mmo> la Verdad y ia V id ™ t e n d T de JeSÚS : Y o soy «I ca- para él prevalece la conciencia m oral; pues si la voz de Dios habla
tendría que alejar definitivamente al
en el alma la seguiría y no a la palabra de la Iglesia. Esta aserción*
154
Aclaración de ,
la e x is t e n c i a s
Conctencta absoíufa 155
(
cientaa Vm o r a ? ^ n r l CrT CÍa. e n -3U obÍetí™ ^ P ^eba mi con-
cional Dor el onntr* ' a & u Uaci° n «histórica». Toda prueba ra- amor que se torna aclaración de la certidumbre del ser en la con-
infunda^entlble ’ n° qU£ evidenciar V * es origen
templación de las cosas, en imágenes y pensam ientos._______ ____
ble En ella^l» ^ C0. n^ anZj en tanto que esperanza indestructi ~~ Jtpartado de los intereses que, como individuo empírico, me
ble. En ella, la conciencia de la incertidumbre de todo en la ma-
ligan a las cosas o me rechazan de ellas, vivo yo real y empírica
mente en la realidad del ser. La realidad empírica se hace como
translúcida. Por virtud de la fantasía aprehendo el ser en el escri-
íi
'X áAAMÁ/yL(\^ -
162
Aclaración de la «existencia»
Conciencia absoluta 163
VO aunque está inmediatJamInte0prese!fte ^ ^ ^ ° bjeti' mentar las figuras del arte ; yo tengo que transformarme, estar en
la intuición trascendiendo al mismo tiempo sobre ella, pero de
para ía ^ *■ tal suerte que nada hay sin la intuición que trae las cosas al pre
«existencia» queda a b e r r a d a a la ^ ^ sente. Por virtud del pensamiento únicamente no me apodero de*>
empírica, le falta la realidad del ser que en h Í h . ,me™ realidad ninguna filosofía sino sólo por medio de una apropiación en la cual
to sólo es perceptible por el carácter r?e r.;í escislon,suJet°-obje- el pensamiento es medio para participar lo que es impensable, pero
cosas. Por la fantasía mierla i;v> i - que advier>e a las que en cada uno de sus aspectos está, por así decir, representado
Si» ella, la . x i“ e „ “ a Z Pt i c í ¡ e 1 j í ‘Z ^ Ve el s' r ~ por algo pensado. La fantasía imaginativa es una vida en figuras
vido reino de los ¡muertos Pern la f r.eal,ldades infinitas es un lí- tomadas como símbolos del ser, la fantasía especulativa es una
v e rd a d fr e n te a t o d o „e r o saber Te vida en pensamientos que son cercioraciones del ser.
Por virtud del peligro de aislarse sin comprometerse, la fanta
“ *• » < * . c'o » una sía, como conciencia absoluta, es equívoca: puede ser la revelación
ahí ninguna » ¿ p r o b a d ? » J S ! ” “ m,Sm* su No hay más profunda y puede ser el engaño anonador.
se la transforma^n medio 1 r » '/ T “ ° Cuando L a fantasía no ve más que en el sentido de algo que es vosible
ella está el ser por e fc u a U e iu ttfiT ” “ í ‘ la f,ntasIa' E " y aun general en tanto no se capta el presente «histórico» de la
rica y no al revés. j para mí la existencia empí- «existencia». Cuando falta esta vinculación, la fantasía únicamen
te percibe el espacio posible de la «existencia» ; entonces no es más
m i e x is t e n e i^ e m p ír ic a e n ^ c 'u a n t o 6 ’ ’ P r ° Ce<i' D C ¡a *> que el juego, por el cual barrunta el ser en la realidad empírica
para mí al e l ^ ' co »T n . l l , « >-“ en rea- objetiva sin inculcar su propio ser en la realidad de lo que existe
terminados «históricamente» T a ^ 0 ^ar en el mundo de empíricamente. De aquí que la fantasía, en concepto de satisfac
tanto que fantasíaa concienc™ absoluta penetra, en ción contemplativa en lo posible, constituya el peligro de desviar
r e í en d “ to d e l f S S ^ í“ ’ ^ Y° se y correr un velo sobre la dura realidad de la existencia empíri
« 6n, en la c o n d u c c ió n de la v id a e ñ ’ l'«” e r * “ ' 1* d e * « - ca. La fantasía seduce a vivir en el mundo de las imágenes y de
mundo; la fantasía existe -n i f existencia empírica del los pensamientos, como ser que se basta a sí mismo.
mamiento. * en d reCUerdo Y se<*eto del ensimis-
Pues siempre subsiste la diferencia entre el mundo discrecional
de la posibilidad y la inmersión en la realidad existencial. La vi
c a n í e l T m L m o ! E n't l ‘ '° >»«*«- bración entusiasta con las formas de la fantasía en la poesía, el
Barrado, imposible o impuro E n "}? 3! 'T ’ 1? ,0d° me parece des- arte y la filosofía, en la historia de los grandes hombres, es cosa
fección del ser como m L o ' fantasía experimento la per-
distinta que realizar por sí mismo el trascender en una «existen
mente temerario, incluso la b c l W ^ V ' T ' í ’ rIesg° Pr°l»t>le- se cia» decisiva y presente. Allí puedo olvidarme de m í; aquí, en cam
eierto que esta w Í L h ? “ ?
dad empírica ñero i sentido de que no es reali- bio, está la realidad del sí-mismo. Si sucumbo a la tentación, se
la conciencia absoluta no e ^ 'l a .c, emP*a partiendo del amor de me puede fijar la yuxtaposición de dos m undos: un mundo apa
«existencia» y t r a s c e n d e d ,lus,on1m S»»osa. Lo que como idea, rente en el cual yo ¡me exalto, y un mundo real en el que yo me
menosprecio. Entonces mido las cosas según un módulo absoluto
belleza, perceptible para la fantasía! “ PM dedr’ C° m°
abstracto y me destruyo lo real en favor de algo imaginariamente
m °Jo m íe T ^ ^ ^ ^ r - n J TTT ^ 0 ln- UÍtivo (i maginativamente^ o de posible, en lugar de llenarlo y verlo tal como es en su actualidad.
^ objetivo n o ^ s e T m ñ tp va™££te)^ E n am oos casos, el produc- " Entre la creencia y la fantasía no hay que elegir. La creencia ?
sólo su lenguaje MerHnn+m i ° comPlet:o de la fantasía, sino tan sin la fantasía no se despliega; la fantasía sin la creencia es irreal,
e !*■ Mediante la mera intuición, y 0 no puedo experi
pero ambas son falsas sin el amor. La conciencia absoluta sólo se
154
Aclaración de la ^existencia>
188 \J «
Aclaración de fe 'existencia,
Conciencia absoluta
169
«»* » - de
filosofar formulado. Si la filosofía, como tal, debe satisfacer en lu
com; «■ ”- » p « T „cs t t 2 ^ 7 / “* " “
gar de ser función en la «existencia» por la cual y para la cual
piensa, entonces queda privada de su verdadera sustancia. En lu
: : t kr L S « - gar de ser claridad, se convertiría en un objeto de exaltación vi
sionaria cuyo^ brillo estafaría la verdadera «existencia». El quedar-
r jó „ ° oie: r d, ^ se aferrado al pensamiento del origen hace precisamente perder el
ta l ^ tOTlad» P” Ja « S t e n r i . *«<* í>ls“ ° “ “ *> «« o b fc! origen, pues..éste sólo se nos esclarece en aquello que de él proce
tacion aún disciitihu ttexistencia» ¡misma v no nn, „„ •, l
de. Asi, pues, los caminos de la aclaración de la «existencia» no
son caminos hacia un conocimiento, en el que se vaya a permane
cer, sino caminos hacia un punto, que invita a la vuelta, para re
q u ié r ? con s'derar ¿ S S T “ “ " " ¡ Com° ™ l ™ f d troceder entonces ¡más segura y clarividentemente a la existencia
Quiera que exprese y aunque «¡rWn ncia» como una meta. Bonde- empírica.
erpretación se avergüenza de la posibil¡dad de tal in-
Contra el peligro de ser mal entendido, del entenderse mal a
znte sí m°erSe obj‘etiva- De aquí que'eí S f ' .SÓÍ° “ R ectam ente sí mismo y de detenerse equivocadamente actúa en el filosofar una
vergüenza que tiene que atreverse a vencer, en cada caso, para
dejarse rechazar por ella hacia las formas más decisivas de la obje
tividad sólo como la dirección de lo posible. Esta vergüenza va
elevándose en la serie de los métodos de expresión desde lo lógico'
a lo psicológico y a lo metafísico. Se aferra a la debilidad de lo
pensado que al ser malentendido sólo para sí queda al descubierto.
En las expresiones lógicas, usadas en la aclaración de la existen
‘“ S ; “ a te S "! cia, es motivo para la vergüenza la futilidad intelectual que se des
oot>o tal nUenZa e!I¡s*®e¡al P r o d S 6 V
A S S 0-qUe ' " ‘ W ™ ™ - arrolla en círculos, paradojas y meras negaciones. En los desarro
llos de la psicología comprensiva, la pegajosa cercanía a lo empí
^ « e s : * - * ^ s r r 2 s , t ~ ricamente real, que como tal no es pensado, despierta la vergüen
com° seguridad contra el ™ r za. En los pensamientos y las imágenes metafísicas, la posibilidad
de tomarlos por contenidos evidentes de creencia dogmática o de
ver degradada su profundidad en meras comparaciones y metáfo
ras, es lo que suscita la vergüenza. La vergüenza pudiera cesar
dondequiera en el caso ideal en que quien habla está seguro de la
comprensión que excluye aquella confusión y hace imposible el ape
P -o este e s d a r e c i S t o í r , ‘r , 'Pata “ cI“ ' “ rse a s“ 0
garse a negaciones lógicas, a concreciones psicológicas, al objeto
w j ? ' “ ,? “ “ ^ ° ™ “ o ' Za ya “ t ^ ^ P - metafísico. Pero aún entonces la vergüenza únicamente cesaría en
tanto que los pensamientos y la expresión son de aquella pureza
- o “ X ^ L o , que,
para la cual sólo la conciencia ¡moral filosofante tiene un criterio.
e’K'i-j6^eimiento o bien ]e adelanta D S1^ue «existir» como
Todo el que filosofa se descarría constantemente, se hace culpable
dad rM N° f a « ««1 y 7 " m ° d0 de aPel» * I « T de formas impuras de expresión, manifestaciones directas super-
dad del «existir», en el cual r, if Ser COnfandido con la reali
ta a c id t, y 0 l ^ e " “ ' t" Í ? * " *“ ^ fluas y esquematismos racionales. Tiene constantemente, guiado
ámente, tomar ya por «existencia» ei por su vergüenza, que esforzarse en alcanzar lo más extremo sin
temor a preguntar y formular, rebasando todo límite y conservan-
170
Aclaración de la «existencia»
Conciencia absoluta 171
te es posibíe píp ^ r t u d ^ ^ e s ^ d o d ^ 11 PerS° “ ah Esto s° W n - afianzarse contra el origen como contra la exigencia de libertad,
y del pensamiento, que a nada se aHh' SUSpension de la expresión a la cual no se quiere recordar como posibilidad ; esta negación
»ó n y , Sin ^ lnducf a adh*- pudiera hacerse más fácilmente rechazando incluso la palabra;
citador. Así como en las in v e X A * •° comPletamente sus- cuando no se habla nada de ella, la posibilidad misma puede des
Jogica regula el ímpetu que brota del cITí C!®ntl.ficas la conciencia vanecerse. Esta falsa resistencia de la existencia empírica a la
m odo en la acfaración de k ex * Mea' del mis- «existencia» es el peligro de no filosofar.
wnagenes y los pensamientos tme / í® Terguenza regula las Si esa resistencia es vergüenza auténtica, entonces es callada y
«encía existencial, llegan a ser ¿rm uíados PaSÍÓn ** ** C° U' mueve a callar; es una falta de reacción en el sentido de ser posi
bilidad de reaccionar, sin embargo, todavía. Es un sosegado en
güenzamásg p^ u n ^ f r c ^ r e f s n e n f f e” 2í destr^ t o r a . ~ L & ver- cubrimiento allí donde se abre paso un palabreo inauténtico.
tencia» que está cierta de eía ° nadd° de la «exis- Pero cuando es defensa contra la posibilidad incluso de llegar
puede atraer sobre sí porque ¿ u i e r p ^ 110 86 PU6de con°cer. No a ser, suele hacerse sospechosa por virtud de su furia y su ruidosa
polémica. Precisamente esta resistencia en la vergüenza acentuada
ante sí misma en el indefinido torbellinoSd e l ¿ ! gUra ^ n° perderse
debe quedar como evidente j- comprender. Todo es compatible con la pérdida de toda vergüenza.
qü& áai^s¿sfeohos sencillamente ^ , v ? ° J en eI mundo d«ben 4. Se r e n id a d .— La serenidad existe como tranquilidad de los
« existencla^calIagaTnó~nnrr.M.» Io s.Pr^ 4 ^ ^ sin apelar a la i nervios, como imperturbabilidad infantil de un ánimo ingenuo aun
< i * ^ I a r e r a momen?oP c o n l r í T ? ^ ^ e^ ^ m T p á r a invidente, como una vida en situaciones dichosas. Pero la serenidad
se haga verdaderamente ’visible la realldad evanescente y como aspecto de la conciencia absoluta se presenta en las situacio
do en el mundo se esfuerza“ n ‘ eslnt‘texuít* la » del P^jim o. Cuan- nes límites. E s la tranquilidad de la certidumbre del ser como tras-
de, porque sólo entonces cobra “ “ e,í*e en penetrar lo que pue- fondo conquistado y como posibilidad futura. No es satisfacción,
exigencia formulada, pues ésU c o n v í? ° ^ eUa' lo hace sin como cima del ser en la existencia empírica, sino la tranquilidad de
sámente perdería si lo quisiera como meta “ 10 qU6 preci' la certidumbre sin una decisión actual. Esta conciencia de seguri
dad es una actitud posible en la vida cotidiana ; no criterio, sino
¿Para ¿ r f afianzamiento. Si se quebranta no es por el choque de lo finito que
esa conciencia sufre, sino por el apasionamiento de la «existencia»
en sus decisiones. La tranquilidad callada cesa al patentizarse el
rían necesarios c u a n d o le ’ h u b ie ^ -I“ *08 y k s palabras se- ser en las situaciones límites, que, por fin, vuelven a encontrar su
el origen segura y fidedignamente actuado y hecho desde sosiego en la serenidad.
Y no sólo en momentos que sH ív id a “ P C° ntinuidad de una vida La serenidad no es la indiferencia afectiva del estoicismo disci
inteligencia de las palabras sino z!, f 6™’ C° m ° no só]o la 7™ la plinado, de la cómoda abstención que evita las situaciones, sino
concierta y embrolla, la posible / f emPírica » des que es seguridad en la lejanía de la altura. Me puede acoger cuan
tos rememorantes. P 6 aexistencia» necesita pensamien- do el ser no resplandece y yo fracaso. Pero es insuficiente para y
en sí misma, y, por tanto, está en disponibilidad e impulsa fuera
es equívoca, 'co m ^ v e rg ü e n za 6 auténtf^611^ C° n*tra ** Pensamiento de ella al movimiento y cumplimiento.
defensiva cuando en una falsa ™ ' •, ,esa resistencia actúa a la
en falso sentido; cuando el hahl S1C1° n hablarse a destiempo
trata com o c o n o c iS S t o • L V ° 63 auténti« > ; cuando se le
de ™ filosofar descarriado. TeS'Stmcia Prote^ contra el peligro
Inversamente, la resistencia, que se las da de vergüenza, puede
A C C IO N E S IN C O N D IC IO N A D A S
1. A cciones con dicion ad as e in c o n d ic io n a d a s . — En todo,
desde las mudanzas de los astros hasta los cambios en la super
ficie terrestre, no hay más que un acontecer. Las plantas y los
animales viven su oclusa existencia empírica referidos inconscien
temente a fines. Sólo el hombre actúa. Al actuar sabe lo que quie-
re.^Actuar es la actividad que, sabiéndosej se determina a sí misma.,
La acción impulsiva en que todavía no hay verdadera reflexión
brota de la seguridad de un instinto y de la ingenua incuístiona-
bilidad de la voluntad que entonces no es más que prensil. De esa
acción instintiva nace la acción práctica conforme a fines cuando
el impulso no sólo cobra la conciencia de su finalidad, sino que en
tre el impulso y su satisfacción se interponen dispositivos calcu
lados, constituyendo una serie de relaciones de medios a fines.
Cuando la satisfacción del impulso no sólo queda dificultada y di
ferida sino, al fin, olvidada, entonces se abre la sinfinitud de los
fines. Pues toda finalidad queda sometida a la pregunta: ¿para
qué ? De este modo queda relativizada y otra vez se vuelve a pre
guntar lo misimo. No hay modo de encontrar un último fin median
te la reflexión, como cálculo ; ese fin último tiene que ser dado.
Si la finalidad persiste, por virtud de la impulsividad, sin aquella
pregunta, como satisfacción ingenua, entonces el conjunto dp im
pulso y reflexión es la acción vital, nacida de intereses y fines, que
IRna y mueve nuestra existencia empírica consciente. ^
Sea la acción una acción inmediata de los impulsos o una ac
ción práctica inteligente que acaba en sí misma o la acción vital
cumplida por el instinto mediante la reflexión, siempre se trata,
por su esencia, de una acción condicionada de la existencia empíri
ca. El impulso a dilatar esta existencia empírica, al placer sensi
ble, al prestigio y la influencia, todo lo que los filósofos desde la
antigüedad han comprendido como placer, riqueza y poder, con
diciona la acción, por virtud de la cual intenta satisfacerse. El
176
Aclaración de Ja 'existencia*
impulso y la reflexión con una certidumbre del ser que, como tal,
no estriba en el impulso y su satisfacción ni en la finalidad calcu
lada, sino que persiste, cuando éstas fracasan, porque la acción
p o r un momento. La’ h a r t M ^ e f c ^ s a n ^ 0“ ^ 8parente sosieS°
de algo nuevo impulsan hacia ade ante ’ Insipidez y el afán procede de la «existencia», la cual ha relativizado aquella voluntad.
«m fin definitivo. E ste ser impulsado sin T a Ma P° SÍble alcanza* 2. E x is te n c ia empírica e in c o n d ic io n a l id a d .— La acción está
es como un espejismo para el hombre en e? V ^ U" fin Último’ vinculada a las situaciones en el mundo. Como acción incondicio
presenta engañosamente lo que iamás el cuaI su 1Ir-Pulso vital le nada se realiza a la vez en la situación límite. La incondiciona
mentó del afán de vivir, el c2al se remJ?U * encontrar 5 es el tor lidad como «existencia» en la situación límite no es visible objeti
a m e n te , hasta que la vid* se e ^ ™ a SÍ de- vamente. Por la investigación psicológica no se la puede diferen
ciar de la vitalidad despreocupada que no pregunta lo que quiere
realmente.
r f z s í i n í o ^ ^ o r ' f o ' c u a ^ e s ^ o b r a r se^ r° t r a ^ r f C S ta r p r ? S e n t e
replegandose en un ser-sí-mismo que *1 t Slnfinitud temporal, Así, pues, no se pueden definir suficientemente las acciones in
Eso otro está presente positivamente ™ ” -eStá CÍerto de «*• condicionadas. No se pueden pensar más que com o «signum■» de
s? en el fracaso; negativamente n Z "10, COnciencia del ser, in- llamada, que sólo se comprende transfiriéndolo-al propio ser.
se, incluso en la existencia empírica * inquietud de perder- El pensamiento las capta como posibilidad en contraste con las
llamamos acción incondicionada Si 1a - nCa y exuberante. Lo acciones en que se absolutiza la existencia empírica. Las acciones
el placer de satisfacer los impulsos D orT°Ü “ r í condicionada por emanadas de la mera existencia empírica son como extraviados sin
de la existencia empírica, una acción 5 - d y Ios intereses hogar en el mundo, como si más allá de lo particular no tuvieran
^ ^ - ^ 2 - ^ t H _ ^ n c a n ia d £ /d ím í^ f^ ~ ^ ^ Í S ^ !^ d a _ iw puede se* finalidad ni sentido; pues si por un lado, ya no son mero aconte
cer natural, por otro se han salido también ya del finalismo incons
«■ « n « , s ¡„0, „ 4 * ^ 4 ^ ^ ciente de la existencia biológica.
La acción impulsiva está »d>, -a trascendiéndolas. Ahora bien, el signum de las acciones incondicionadas capta en
la identificación con la acción nacida de la «historicidad» de la
nuestra naturaleza animal; co m o ln te d ? l* T f ncia hu™ana a
P -rica, carece de trascendencia T?n d,atez de la existencia em- «existencia» la mutua penetración de «existencia» e incondiciona-
bilidad ; si bien vinculada con toda existencia empírica, la incondi-
nada es la expresión de ?a °'- la acci™ incondic,“
en la m an ifestación de la existencia con,s?iente de sí misma, que cionabilidad se diferencia de ella de tal suerte que en su «histo
trascendencia, lo que par" £ l“ a empmca hace, referida a la ricidad» se la apropia de nuevo hasta llegar a la unidad completa
con ella. De aquí que la acción incondicionada esté consagrada por
p ra ctica está condicionada por la finalid^ et,e.rnamente- La acción
es mas que medio. P or el contrario « 0^ eü^ señalable y no entero a la realización o, por el contrario, en radical negación res
/querida como tal por ella misma - « V aCei0n lncondicionada es pecto a la existencia empírica. Al realizar, inserta toda su fuerza
en el incesante movimiento de planear y calcular y arraiga en la
| tlene finalidad, sin embargo no ^ T T aCCÍÓn en el niun-
concreción de sus situaciones en el tiempo.
II por esta finalidad. Mientras que la a re * n<?ada eficientemente
cer un fin último, que, sin em baJo S ? * * * “ * quisiera cono La acción deja de ser incondicionada cuando el hombre se sume
c e n incondicionada no necesita í i w “ « 8 PU.ede encontrar> la ac- en el mundo. Puesto que las finalidades en el mundo pertenecen
si misma lo es como expresión de r" lmo Porque ella en para la reflexión a una sinfinitud de finalidades posteriores, sin
junto de impulso y de utilidad acci6n vital como con- la evidencia de un fin último, el poner de modo absoluto fines como
egoísta -de su e x is L c ia e m b ic a a ' " ^ en la V° luntad tales en el mundo significa la pérdida de la incondicionalidad. Por
dad. Por el contrario, ]a acción ’ Pf Sar de su P a u l a r dari- virtud de la absolutización intramundana caigo en la nada por
» acción incondicionada penetra de luz el el hecho de que las finalidades no se acaban, por el término segu
ro de toda realidad empírica y la pérdida final de la propia vida.
■'VUktyJvrA ’ . M ( U . V OJ^Ms^n
Aclaración de la «existencia »
Acciones incondxcxonadas 179
entonces ia sinfinitud de ja- ca, no tendría sentido morir por algo, puesto que entonces la vida
igual que lo otro, nada pUesto t ^ tiene PaUSa’ Lo ^ « no sería tan sólo condkjón^ re v ia de toda existencia p,mpfri?s: ~o£^r
hay una incondicionalidad aparente c o m ^ T J “ d mUnd° SÓI° que tampoco podría haber nada superior a ella.
a toda costa. Cerramiento a la vida
Por último, únicamente esta incondicionalidad es el origen para
Así, pues, la incondicionalidad ri» la posibilidad de renunciar radicalmente a las diversas posibilida
es posible cuando, por así decir vo h t h aC,C10n. en el mundo sólo
des de la vida en el mundo. La absolutización de la existencia em
después de abandonarlo vuelvo a él í , ™ el m unio Y sól° pírica, como tal, trata de aprehender todas las posibilidades, no
cobrado entonces, juntamente t i a-°C1° n en eI mundo ha desaprovechar nada, querer la diversidad como tal. La incondicio
d . sím ho ú ! que ¡r S t T ¿ «*- nalidad, en cambio, tiende al ser que es lo Uno.
transido de su profundidad. Entonces se hace n ^ ^
3. La acción incoxdicionada como brecha abierta en la e x is
solo es real quede relativizado y , ° t a " m b , „ ' e f " ? 1' que lo <¡™
tencia empírica .— L a acción carece de base si no es pnsihU la in
promiso total, que la rela tiví,.«?' se abrace con com-
condicionalidad. Por virtud de la posibilidad de ser incondiciona-
- qnp 1n considere imBortante^T T ^ l i d n 1° dlferi P te> sino
de <iue yo actúe c o m r s n a 4 . » L « ? ,? CAIslencia empírica / da, la acción pone en cuestión el carácter absoluto del acontecer
mismo tiempo, tenga la cor».;, ■d emPiriCa fuera absoluta y, al según leyes naturales, en cuyo conocimiento sólo la «conciencia en
general» se ratifica suficientemente en su sentido inmanente; en
—
todo es nada, ’esta fensión^es
da en el a n u n d o._______________ ^ accion incondiciona- j verdad, la acción incondicionada no quebranta en el momento de
realizarse la inexorabilidad de las leyes naturales que rigen el acon
tecer empírico — esto es imposible— , pero no sólo hace traslucir
su opacidad sino que muestra, al ser rotas por el acto, que no era
entendimiento que deriva de l ! ! comprender en esa forma de
ley lo que parecía no ser más que le y ; mediante la realidad paten
lidad sería interpretada metafísica ntonces |a incondicióna-
tiza lo que es posible. La incondicionalidad no está en una rela
lidad trascendente en el sentido & P° r ™ed*° de Una fina-
ción estática con la existencia em pírica; por el contrario, al abrir
acondicionada, se conquista un +p. ^Ue’ P°r Vlrtud de Ia acción
brecha en la existencia empírica no hace más que moverse hacia
n o ; la acción en este mundo « esoro en Un reino transmunda-
su realización.
el otro. O bien k t c o n d i d o L l dad ” ^ ° Para gEnar la vida en
lidad de glorificar a Dios en el m u n H ^ ir\ expresada P°r la fina- El hombre, el único ser actuante, rompe de hecho con su exis
físicas, en tanto que representación mulaciones meta- tencia empírica. Mientras que las finalidades inconscientes de lo bio
trascendencia, son la desvalida * seP, _f y objetivación de la lógico quedan absorbidas en la totalidad de una vida autosuficien-
una relación con ella que únir xPJesion de la inteligencia para- te y sin problemas, todos los fines empíricos del hombre prescin
den de la totalidad en la cual se habrían cobijado finalmente. El
tonalidad pero f e\ Z l T * “ ® la “ condi-
hombre jamás queda absorbido, juntamente con sus acciones, en
una totalidad; ésta no tiene realidad empírica más que en frag
riesÍo y aventura d T l a v f f a e Í c s U ” ^ h&Ce concebible el
daña se torna absolutampnt' • aventura, una finalidad ¡mun- mentos ; el hombre no es un todo ; tiene que buscar incesantemen
tradicción con £ a b S ™ * ,mportante Y. * ° obstante, sin con- te. Puede transformarse para capacidades especiales. Puede edu
car su cuerpo como deportista; puede, intensificando una posibi
ca del mundo! la v o w S “ de Una realidad « M * -
lidad intelectual y consecuente de su vida, aislar ésta ; el hombre
aquello que tiene que desan*3*11616 * mente sacrificar su vida p or
™»e<Jiablem ente. Las dos í o - nunca es total. Puede también cultivar el cuerpo y el alma en una
vierte en una realidad relpH ^ ^que esta reall<*ad empírica se con - ponderada armonía y entonces no existe naturalmente como un
animal, sino a m odo de una segunda naturaleza que se ha creado
SUUlifestación d " l „ 1 ! * T adS’ * 2 2 2 á i P o r '1 « n t id o de ser
o n a c l s g . Si , o d „ f u e r a n a g S g q a é eU s E ñ c lS e S p fe - a sí mismo como una de sus posibilidades, en la cual, a su vez, no
es total tampoco.
VU
O jU u \ü X ,
A c c io n e s {acondicionadas 181
/ 1p n n i rUptUra d h0mbre COn su «ísten cia empírica no de las posibilidades. Su incomprensibilidad para nosotros no es sólo
/ aX ! naC6r V P~ r pUra:neate ia existencia empírica ni de- la propia del acontecer natural, sino que es como la posibilidad de
l sdsiraerse a eua. b! actúa sólo por impulses y fines se pierde
un otro. Mientras que el animal loco no hace más que conducirse
no Se f 4 COT ° P° Slb!e ser-sl%misn-° Y sufre en la conciencia del contra lo que de él se esperaba y se destruye, el enfermo mental
o-ser, si se lanza a lo incondicionado, entonces permanece sin
puede aún crear su propio mundo, que se yergue como una inmen
c T c ^ r Í u e 8 inU. r iStí'nCÍa enipíriCa SenSÍble> la cual es el’ úni- sa interrogación ante la existencia empírica del hombre cuerdo ;
>■—__ incluso lo incondicional se puede realizar. ¡ incluso en la enfermedad el hombre puede ser importante para sí
Comparada con la firme y compacta existencia’ del animal la y para otros por lo que esta enfermedad misma produce.
del hombre puede parecer en algunas ocasiones como defectuosa
La perdida de la unidad cerrada de la existencia animal, el
d id b i o i r ™ a 7 alma> C° m0 natu^ leza, forman una u n t crimen, la enfermedad mental, el carácter inextricable de la reali
dad biologica que, sin tensión interior, descansa sobre sí misma
zación esencial de una poderosa formación unilateral no son, como
eso ya no ocun.e en el hombre. El animal puede repetir a l^ w ó
tales, manifestación de la incondicionalidad. Pero caracterizan la
tienl , , f eneraC1° neS i ’mÍSma VÍda’ pero el hombre no. El animal existencia empírica del hombre en su fragilidad, por la cual es po
el cual m a W ^ tal.Predf stinado> que llena adecuadamente o por sible la incondicionalidad, a causa de que la existencia empírica no
cual, malogrado, inmediatamente perece * el hnm^ra t» *
se desarrolla ya con una necesidad segura y unívoca, por la cual
m ensas posibilidades. L o que por su S puede Z L ? Z e £
también es exigida la incondicionalidad, porque de la pérdida de la
encerrado en su ley natural de vida. Aunque .1 hombre « “ al en
unidad cerrada, por virtud de la incondicionalidad, solamente pue
e fa °oteble En‘ la « t 1 PSi C° logt*' - historia, no por eso de resultar interrupción del ser en la problemática realidad em
es atootable. En la esfera de esos conocimientos objetivantes se nue
pírica.
do “ S ¡ n psicológicamente, como conocimiento resín a - Cuando se considera en estas esferas (como naturaleza, vida,
p pl!n ^Q-quien-p^etende lo imposible puede alcanzar lo posible alma, como sociedad y Estado) lo incondicionado, por virtud de su
ley más alta, puede ser desmesurado, absurdo, ruinoso, para crear
derosas represiones, que se ha creado para sí mismo, no automáS
desde su origen una nueva realización. Pero ninguna hazaña de la
cas sino en evolución histórica, el hombre entra en él escenarfo de vida, ni la fidelidad inquebrantable que pueda demostrarse obje
u existencia empírica. Rompe con la naturaleza, ya sea para vol-
tivamente, ni el suicidio, patentizan ya como hechos externos la
Jn la í¡nitSr^ ' i ? 01 Vlrtud de la libertad o bien para caer en ella incondicionalidad.
n la brutalidad, lo que no es un retorno a la naturaleza sino ter
En la ruptura con la existencia empírica, el hombre ya no es
^ v e r s a c i ó n del hombre que no puede dejar de ser hombre. J
nunca, conforme a su manifestación, una realidad natural; sólo la
no W PU6S’ laS f°1rmaS d d hombre <Jue contradicen una norma nostalgia le hechiza con esta forma poniéndole una imagen enga
no le tornan animal; m lo es el criminal estigmatizado, que por ñosa ante los ojos. El hombre está en su conciencia escindido en sj
p opia resolución se hace lo que es, ni el enfermo mental domi- mismn pnrqiis ha perTido la seguridad de. la Naturaleza. Si el cri-
terio de la naturalidad fuera el más alto, entonces el hombre ten
k s a r de
lugar de sser
e ífirme
T e y umvoca es, por
^ el 16 65 CXtrafia-
contrario, La nor’ma’
incluso en
discutible. dría que ser considerado como la enfermedad de la realidad empíri
ca. Lo que le separa y diferencia de la fuerza incuesticnada de toda
ca d e u n T 1' N ^ ^ ° ClUSÍÓn de la existencia empíri- existencia natural, por así decir, su herida originaria, es precisa
aue tT i presa’ a la CUal SÓ1° IsÍanamente recuerda. Aun-
mente el origen de su más alta posibilidad. El hecho de que pue-’"
jna +° f P ’ d CrÍinÍnal es’ al «em po, da ser incondicionado supone que se ha libertado del ciclo de lo
- ^ g l P ^ t a formulada al orden de la existencia empírica hurna-
—5 una__verdacTera posibilidad humana. ----- -------- ----- meramente viviente. Así puede percatarse de un ser y de la posi
bilidad de un no ser, los cuales en la vida, como tal, no se pre
El enfermo mental no se torna animal, sino que es un desajuste
sentan. Su existencia empírica le encadena y, sin embargo, sólo
182
Aclaración de la texittencia*
A c c io n e s incondicionadas 183
¡ a ¿ r S a £ = ? “ = ‘ - =
^ f f m° f ' CCl6n trascendente, la incondicionalidad se refiere inme-
>¡ón de la N V h ” (N.^de” ™ 6)“ 16 UD“ contraPos‘ CÍón entre U ley del Día y la p*- /
P arte P rimera
L A S A C C IO N E S IN C O N D IC IO N A D A S
Q U E R E B A S A N L A E X IS T E N C IA * E M P IR IC A -
Y o puedo ocultarme las situaciones límites dándolas por cance
ladas y relegándolas al olvido. Puedo sufrirlas cuando en su vista
hago incondicionalmente en el mundo lo que es posible. Puedo
|superarlas, bien porque dando un paso absoluto, el suicidio, aban
dono la existencia empírica o bien porque la abandono poniéndome
en una relación inmediata con la divinidad.
La religión hace posible permanecer en el mundo en vez de qui
tarse la vida, pero obliga, si se ha de ser consecuente, es decir,
cuando no se usa mal de ella para encubrir las situaciones límites,
a abandonar el mundo en el mundo, a la «askesis»’, la huida del
mundo, la vida fuera del mundo, sufriendo la existencia empírica o
en la acción sin el placer de la existencia empírica.
S U I C I D I O *
e“ ^ 6 ^ nÚmer° eXtr! ° rdÍnarÍO de hombres anormales. Pero el suicidio sea un objeto de juicio ético y religioso y sea rechaza
esto no significa que se pudiera explicar directamente el suicidio do, permitido o incluso exigido.
por la anormalidad. Por el contrario, las anormalidades nerviosas
T T origen incondicionado del suicidio es el secreto incomunicad
L PT 1CaS S° n f CUent6S que no hay ton tera entre ellas y
las alteraciones normales de los individuos. Aún menos aue Dor
as enfermedades mentales llega a impedirse por ellas el análisis de
los motivos comprensibles. S1S de
'j (u u d jjÁ V
A ccion es incondidonadas 393
192 Aclaración de la « existencia»
yunta por sí m ism o , parees desv an ecerse. Entonces trata de asir
nalidad no puede, ciertamente, retroceder ; tendría entonces que se a algo, mediante una incesante mutación, en nuevas vivencias,
decir: porque estoy resuelto me detengo : pues la resolución es fascinantes de momento, pero es incapaz de retener cualquiera de
entonces e l' seritidó~'clel vivir. Pero el hecho He que yo experimen- ellas, puesto que todo se le desvanece como auténtico sentido de sí
té el limíte de esta resolución como posibilidad y no dudé de te mismo o bien mediante una serie de actos negativos en los cuales se
ner sobre uní el poder de quitarme la vida, me cerciora de la sus quiere conquistar por virtud de la renuncia, en la «askesis», en la
tancia ; puesto que para nosotros el mundo no es más que el lu observancia formal de leyes dadas o que él mismo se ha forjado, sin
gar de la «existencia» en su realidad, la sustancia tiene que que otra participación que la de esta conciencia de ser-sí-mismo en la
rer desplegarse en el mundo en el momento en que ha vuelto a negación. Como último acto y cima de esta negación concibe el
sí. La construcción, llevada hasta el fin, no permite, por tanto, suicidio, en el cual piensa llegar a estar definitivamente seguro de
que el suicidio se realice. Si no obstante se realiza, entonces ya no su sustancia. En este momento parece a punto el cambio repen
podemos comprender meaiante esta construcción. Si yo persisto en tino. Así, pues, nuevamente el suicidio realizado habría de tener
ella, entonces, para concebir el suicidio íáctico tendría que acep su incondicionalidad nacida de otra ra íz: si acaso la muerte es afín
tar la falta de claridad en una complicación que conduciría al sui hace tiempo a la pasión de la Noche y se ha vuelto incluso positiva,
cidio sin que sea todavía una acción incondicionada. O bien yo entonces el volver a plegarse a la vida queda dificultado por virtud
tendría que abandonar esa construcción y, si no comprender, al de la entrega a una trascendencia incomunicable.
menos reconocer como origen de la incondicionalidad en el suici Tal vez en otra construcción intelectual sea posible el suicidio
dio, un movimiento para aproximarse positivamente a la nada en cuando en la vida cotidiana la carga de las obligaciones normales
su plenitud trascendente. Con la fatalidad de aquella complica no está soportada por la conciencia constante del reconocimiento
ción me liga la compasión y el dolor de haber omitido acaso una íntimo que, sin considerarlas como inanes ni com o esenciales,
solución posible. Pero a la vista de este trascendente cumplimien-1 transforma y moldea las preocupaciones de la esfera cotidiana.
to en la nada me sobrecoge el espanto ; la pregunta ¿ hay real-1 Entonces, a esta existencia empírica se contrapone el pensamien
mente ese cumplimiento? no permite ningún sosiego en el orde-J to confuso de una verdadera vida y se originan dificultades esté
nado mundo. í
riles. En lugar de desarrollarse la conciencia de sí mismo en la
Nadie puede citar un caso que pruebe esta construcción. Pues «historialdar!« de la arción continuada, e¿a conciencia no hace más
empíricamente real nunca es nada más que lo exterior que, a su que quedar anulada. El hombre se siente como superfluo; no hace
vez, tiene que tener una causa fuera de sí. Puesto que la «exis nunca más que perturbar a los demás, sufre sin sentido. Acaso le
tencia» solo puede ser percibida desde la posible «existencia», arrebata apasionadamente una exaltación, sobre cuya cima re
tamoién aquella construcción de la libertad, en sentido de nega- chaza la vida viendo ya venir la caída en el yermo que antes exis
tividad, y esta posibilidad de un cumplimiento trascendente en tía. No quiere renunciar en la desgracia sino en la alegría; la vida
la nada solo mal entendiéndolas pueden ser tomadas como un co debe ser exuberante, original o no ser en absoluto. Después de los
nocimiento. Como tal sería peligroso para las complicaciones fác- días de preparación, transcurridos en la alegría, deja en plena di
ticas, en las cuales, por motivos completamente distintos, esa filo cha, sin una palabra, la existencia empírica — hablando al final
sofía pudiera servir al confuso suicida ante sí mismo como facha sólo del notable sosiego que le ha invadido— , fingiendo un ac
da engañosa de su conciencia. cidente desgraciado. Este sería un suicidio en una clara embria
La libertad de la negación toma como posibilidad en esa cons guez,, en la cual no deja huella alguna la reflexión que está de
trucción muchas formas: A pesar de la pobre sustancia del ser- acuerdo consigo y con su trascendencia de la nada, pero que en
si-mismo y por sus extraordinarias dotes, puede el hombre vivir, el mundo interrumpe toda comunicación. Así como es en la pri
comprender, experimentar tal riqueza que, como él mismo, se mavera cuando ocurren la mayoría de los suicidios, así como la
sienta entre la abundancia en su equivocidad como nada. Para naturaleza crea y destruye constantemente, en este caso habría
él todo es cáscara sobre cáscara de un núcleo incierto. Si se pre-'
13
194
Aclaración de la texistencia»
A ccion es incondicionadcs 195
t ^ dCStrUCCÍÓn de tod°> - i d0 de la a f i r m é
en los fines de la vida, que nos llenan, la presencia de la trascen-
dencia. Esta voluntad de vivir esta concentrada en lo real dp <-.qrfa
/m e n ta (loeq ? e ^ a¿ “ t e ^ ^ 0^ e Sm ei argu' caso. La sinfinitud de lo posible y el criterio absoluto de carác
K cPj ^ Cerlla « c e s i ó n de una incredulidad o rig in a ™ ter general impulsarían a la negación de la existencia empírica,
i cierto de su ser en la conciencia absoluta t i qUG n° esté
si hubieran anulado la conciencia de la «historicidad». Si, pues,
nes limites considere inane tnd* « • 1 • qUe en sus situacio-
en vista de la posibilidad del suicidio en la gravedad de la situa
perímente la pura n e g S n d e t ^ 6mpírÍCa’ sea ex-
/ca libertad, sea que en la alegría n.Cla emPirica como su úni- ción, por virtud de una crisis se abraza la vida no sólo vitalmente
U» verdad de la vida. ¿ 0 ^ " V ^ 7 m r conciba la muerte como sino «existiendo», esta elección de la vida es, al tiempo, limita
ción en sí misma. En cuanto que esta limitación significa exclu
base de hechos insoslayables acaso h ! T a d Sí d d a ’ Sobre I a
sión de posibilidades, la negación, en lugar de extenderse a toda
lizado, no se puede refutar ^ esu ir t , pen 0 ^ después ha rea-
la existencia empírica, queda admitida en la existencia empírica.
e contrario, convertir al suicidií en Í f i * P6nsf mientos sen'a, por
Privarse de algo, conformarse con la pérdida de posibilidades, so
to más que aquel volver a plegara l concebible, cuan-
portar el fracaso, sostener la mirada en las situaciones límites que
estar dispuesto al acto, emanado de * ^ m0mento de
lo anulan todo, hace distinta a la existencia empírica. Entonces
como tal que en él surge no t t e n V t COnciencia de sustancia
ha perdido el carácter absoluto que posee para la vitalidad. Si el
como pensamiento, sólo es e x p r e s i L ^ ^ 1101* 16gÍCa’ SÍno que> mundo fuera todo y absoluto, entonces no quedaría exist^ciaF"
pregunta ¿ p ara qué P] suicidio ? « t , creencia Posible. La
¿P °r qué Cn Ia preg u° t a de
cialmente más que el suicidio. Sólo el carácter simbólico de la rea-
lidad empírica permite, sin ser engañado por la armonía del mun
do, decir en la relatividad: «sea como sea, la vida es buena». En
cuestionable dp v i d , b íe i^ ™ c u T l ^ h t0d° J^0T ~ placer in 1 verdad esta frase sólo puede ser verdad propiamente en mirada
grata, desaparece para nosotros Cuando hemos formuladTTTpre-
l retrospectiva, pero basta su posibilidad para abrazar la vida.
hace objetivamente absurdo sin em barAscendencia, y todo se
A lla
A o pregunta
n TPrrnrífo ¿? npara
o ro qué
n i i A seguir viviendo
e e m n r v m tioti/Ía ?
a
se puede
r> r* t m a responder
virtud de nuestra vitalidad’ 1 í g0) “ guffioosviviendo en
a nosotros rñismoTun día tras ot™ pSprecia? donos oscuramente por últim o: Ja resolución de vivir es esencialmente distinta de la
períodos de nuestra vida sólo ^ T ra que en grandes resolución de quitarse la vida. Mientras que el suicidio es una ac
cía puramente vital, sentimos tp *a™os de hecho, esta existen- ción activa que afecta a la totalidad del vivir, toda actividad en
libertad, se defiende contTa k 1° f SUÍdda que> p <* la la vida es particular, y el quedar en la vida en vista de la posibi
tal. Por virtud de n u e s í r a T r ¿ í U eXÍStencÍa b i lidad de suicidio tan sólo un omitir. Puesto que yo no me he dado
elda, y decimos: es peligroso obedecer ¿ 1 «°* • eI SUÍ_ la vida a mí mismo, no hago más que dejar que siga existiendo
vimientos anímicos; es preciso mant* pensamientos y ¡mo- lo que ya existe. No hay ninguna acción total en la que yo me dé la
Pero esto no es que unT o c í l t ^ ' ^ J° n0I1mal 7 sa™- vida correspondiente a la acción total en que me la quito. Por esta
pedimos que nuestra vitalidad cípct* ° D CUando de ese modo im- razón, existe un singular temor ante el suicidio que sobrepasa un
siéramos evitar las situaciones^ i S t T ! * * límite sobre el cual no penetra ningún saber.
porque la vida queda a .m a<3uletarnos por eso,
4. I n s o p o r t a b il id a d d e l a v i d a .— La proposición de que la
abandona. q mCrced de la vitalidad que un día nos
vida es buena no es absolutamente válida o tendría que incluir el
suicidio como bueno. Por virtud de las situaciones y los propios
j La existenciT ^pfrfca Ü e n e ^ f ^ ^ í Sb° también «existiendo*. cambios vitales la vida puede hacerse insoportable para la «exis
| autocertidumbre^de^ nuestros en ™ tud d* Ja tencia». Un suicidio podría ser una acción incondicionada bajo
sostiene un sentido conocido e n d E| la^ r - - " — s- estas condiciones, no dirigida con absoluta intención contra la
el mundo como fin último, sino.
existencia empírica en general, sino como destino personal que se
19*
Aclaración de la ^existencia*
A c c io n e s in c o n d ic io n a d a f
E” consecuencia, es ^ 19?
Glotter: Yo quiero en adelante
sufrir mi miseria hasta que ella misma grite:
de u ” ad“ - ■ * < - 1
g!2i Apesadumbrado enH>Tl mmï ï ô— S1 mis" / Basta, basta y muere...
combate consigo mismo v con el ™P ent^ P aî^ P ?5^ m r el H Y vosotros, dioses siempre buenos, tomad mi vida,
para que mi espíritu malo no me impulse otra vea
la pobreza por la e n t a e d a d o ’ CXpUest° a hundi* * en
a morir antes de que os plazca...
debajo del nivel del propio ser el amf nazado de caer por j
Edgar: El hombre debe sufrir
pensamiento consolador porque entoïces” ]** *“ VÍda CS Un / su partida del mundo lo mismo que su llegada;
una salvación. Cuando coinciden ün» # 6 aparece c°m o / todo consiste en estar en sazón.
la falta total de medios y el eon!S t • Ca incurable,
puede negarse, con suma d l r Z / 0 aisIamient° el mundo, 5. C o m p l i c a c i ó n . —Por último se puede construir mentalmen
te la posibilidad del suicidio que no es acción incondicionada ema
P u g a^ ^
nada de la situación límite sino que se realiza en los apuros de
una situación complicada. Por ¡motivos finitos, sin conciencia exis-
tencial, se lanza la vida por pasiones como el despecho, la angus
do son tan aniquiladoras que no p u e d o - eX-lge“ cias del mun' 1 tia, la cólera a una fuga indeterminada, que no llega a ser clara.
cuando, aunque subsista el valor para v F X de d qUe S° y : En la quiebra económica, en la divulgación de un delito cometi
fuerza la posibilidad física • v « « « 5 J desaparece con la do, en el bochorno del impotente a causa de un ultraje, en sen
que por amor sujete mi vida A? i “ 0¿ 60 el <rr:Undo tirse herido por pequeñeces. El suicidio se hace psicológicamente
Poner fin, aunque y poíque la d in ™ S r ° fUnd° se le Pu^ comprensible sobre el supuesto de complicaciones que no se acla
nicación es la m á s ^ J “ pletl! dlSp° S1Clon a la ^ a y a 1. c0mu. ran ni se resuelven para la conciencia de sí m ism o; el hombre no
sabe realmente lo que hace. La comprensión psicológica significa
empírica aún le h Íc e ^ v e ^ q u T elloT v T ^ PTÓXÍmos en Ia realidad en este caso, un juicio, también, porque contempla el curso de
quien toda realización le está imoedid* ei\ ° tro mundo> aquel a la complicación.
puede ya alcanzar la pureza de la con ’ en SÍ 1111531110 no Un ejem plo: Para la desesperación de la conciencia de la nu
resbalar cuando, ya sin consuelo Z T ^ *¡ que se ve lidad, en el odio contra sí mismo y contra los demás, el suicidio
después de haber ordenado sus a s - t o * Serenamente la vida es una tentación. Así como hay una furia elemental en la lesión
si se ofreciera al sacrificio • el suicirT ^ P 6 acaso hacerlo como corporal, existe una elemental obcecación en recusar las exigen
tad de la vida. En fl h a v *ro„fl , " ent° nCeS la Úlí™ a liber- cias de otro lado. Entonces, el orgullo que, en otro caso, tendería
dan salvadas, no l a s t i m é a 1 . T ^ Y Ia Creencia q ^ - a recriminar al otro, puede buscar enseguida exageradamente to
guna comunicación, no se traiciona ° m J C ^ V0’ no ro™pe nin- das las culpas en sí mismo, y en la complicación seguir, por de
pronto, el recurso de romper la comunicación. Pero entonces ame
la impotencia de realización y nadie p ? « d e ’n S í f “ d límÍte ** naza el peligro de dilapidarse inútilmente en un suicidio inexis-
tencial y decidir definitivamente y de una vez por él lo que aún
situación insoportaW rÍignlfica ^ SUÍCÍdio en una hubiera sido posible decidir en la existencia empírica. O bien : se
tante, sobre su fundamento n1 7 ? ° COn° ?Ímie^ o . No obs-
habla del suicidio ; el pensamiento acostumbra a la posibilidad.
ía vida en la miseria más profunda d heCh° ¿e S0p0rUr Se le juega com o una carta en la lucha a modo de amenaza y fren
trascendencia que exitre 1«. 1 lnescrutabilidad de la
te a sí mismo com o consuelo en el sentimiento de nulidad. Si se
cada caso. 1 a ^ sus experiencias posibles en
hacen preparativos, éstos no comprometen todavía. Las situacio
nes se desarrollan de suerte que, por fin, parece que ya no se pue
de retroceder. Aunque la voluntad de suicidarse ya no es real, se
298
Aclaración de la texistencia »
d ic c io n e s ¡n c o n d ic io nad a»
199
i o r ¿ m d a d “ ¡CÍdi0 ie s ts p ‘ ™á ,m tn i' P” v ergü eñ a y o STOIa fae. proyecta el suicidio ya es un intento de conseguirla cuando es ex
presión del amor a quien tiene títulos sobre él. Es la oportunidad
por el hecho de haber renunciado al secreto. Así, pues, es decisi
vo que al que está en la situación límite le responda una «exis
tencia». La respuesta tiene que afectar tan profundamente al alma
como antes le afectaba la conciencia de que yo y la existencia
empírica no merecemos la pena. Pero no es. decisivo lo que se adu
H w S s s ^ s c S i S S ce argumentando por razones, ni la afabilidad ni la exhortación,
mostración convincente de l e W amei?azas- la de sino en ésta tan sólo aquel amor cuvo proceder nn es reflexivo ni
es un medio de aplazamiento T V « posiblhdades más favorables se guía por un plan, aunque dondequiera impulsa incondicional-
dio considerándole como una a ¿ni' S j™ * S6 re^eren *1 suici- mente a la claridad racional. Este amor en su máximo esponja
siblp p Prn i •* acción condicionada causal o compren miento y clarividencia parece permitirlo todo y exigirlo todo. Pero
“ í o1 r r“ S ” at e e el amor entusiasta no es posible respecto a todo el mundo, ni res
tal ya ha rebasado - m&y° r qUe todo afecto y como pecto a todos los más próximos. No puede ser querido de intento.
Pleto silencTo es resolu^ n de com- No es la benevolencia humana del confesor y del médico de los
nervios, no es la sabiduría del filósofo, sino el amor, en cada caso
único, en el cual el hombre compromete su «existencia» misma,
de despertar a la verdadera^ - w ^ Umhe CS el modo sin ninguna reserva ni ninguna segunda intención lejana. Sola
de que despierta a Ta vid« TK ^ ^ pehgroso- Por el hecho mente este amor entra, junto con el amado en peligro, en la situa
por peligroso pu^de m-ecisamente lfar7 mp!icación fin* a> P ^ o ción límite. Para el amado, el auxilio consiste, en definitiva, tan
de la nada en la v o l C a T S , , la incond^onalidad sólo en que es am ado; este auxilio es irrepetible, no se puede imi
nalidad incomprensible se entonces la incondicio- tar ni reducir a reglas. u
absoluta, no W ev i d l t * ” aI C° m° posibiIidad de negación Si el que está en peligro habla de suicidio, entonces pudiera ser
lo es po 4 t u d de SalVadÓn- E1 suicida sencillamente que busca auxilio. Esto, sin embargo, no ha de con
die y corre ™ lt “ c° n* “ " « M a d , no habla antes con na- fundirse con su análogo, objetivamente indiferenciable, de hablar
ledad absoluta en í “ ^ 7 * “ ™ Vel° sobre s” &». Es la so- del propósito suicida para conseguir ciertos efectos sobre los de
soiuta en la que nadie puede servir de socorro.
más y procurarse prestigio. Hablar ^de las acciones incondiciona-
M o tan directam ente P» ™ ■»- ■das como deliberadas les priva de su incondicionalidad. Entonces/
en la decisión, a no ser míe /i * ningun otro puede colaborar se convierten en objeto del pro y el contra, en medio para otra
límite se encuentren imnukad que.estan en la ™isma situación cosa. En el sentimiento incondicionado yo no puedo decir: me
cación, aunque ésta n u n l &1 miSirj° movimie» t ° en comuni- quitaré la vida. Esta frase es insincera como en general la exten
en el doble suicidio de los a r ^ * 3 e* presarse suficientemente como sión del juicio a «todo», por ejem plo: «todo es embuste», «yo me
persuadir respecto a l o l o ^ L ^ T n U V X ? aC° nSejtar ° lo he imaginado todo», «todo me es igual». De ese modo yo me
engaño a mí mismo al engañar al otro. Por los afectos condicio-
el á m b í f t t t S r da’ PregUnt:; ^ ^ hacerla En nados se expresa en ellos lo incondicionado ; la aserción es vacía
para la «concien^in raciones y sopesamientos comprensibles porque no puede llenarse. .Entonces el propio engaño no hace más
La aSoíuta - 1 ™ gene™U > cesa toda incondicionalidad. que acentuarse en tales conexiones por el hecho del suicidio, en
nada en t i n t o ^ remedio 5 la negación incondi.io- tonces no es una acción incondicionada, sino condicionada por la
~taníb hav cal ^ °?{g6a 1 suicidio, significa''aislamiento ; por oscura complicación. La acción ejecutada realmente, como real,
tanto hay salvación « logra comunicación. La declaración deí que
no es todavía existencial. Los movimientos del ánimo, como la
200
Aclaración de la «rexistencia»
A c c io n e s incondicíonadas 201
fidelidad 1a 1 a n°
su fidelidad “ 3 " miSma
perseverancia en su 1 rK ° , t ó 4 " no tiene cum-
negatividad, P»
14
l VV£aAA^¡L( < \ y \ A W C t /\ '■ ,
cV U Á o-/vd 'A v
sus maneras de reaccionar. Pueden citarse como ejemplo la sn- externo como juguete de los influjos en su actividad, en la cual,
mersión mística, las prácticas ascéticas, el examen cotidiano me en lugar de participar por virtud de ser-sí-mismo, lo hace como
diante la redacción de un diario, y en la historia encontramos la función de fuerzas extrañas por el impulso de los sentimientos de
práctica del Y oga, los Ejercicios de San Ignacio, los normas es su realidad empírica. Del mismo modo que la acción interior, como
toicas de la vida, las prescripciones de los modernos médicos de ensayo en el ámbito de lo posible, es preparación del camino que
los nervios.
conduce a la acción exterior, la acción interior incondicionada es
^ Estas técnicas y sus efectos son objeto de la investigación em la raíz de toda decisión auténtica en la acción exterior.
pírica. En algunas se advierte la extraordinaria influencia en la
Mientras que el cultivo de los estados de conciencia se convier
formación de hombres estereotipados, en otras la ineficacia como
te en una psicagogia confusa en sus fuentes y sus finalidades, a
si solamente una parte de la existencia empírica se trasformase
costa de la pérdida del ser-sínmismo, la incondicionalidad de la
y en su esencia quedase inalterada. La diferencia decisiva es si el
acción interior puede apoderarse de una técnica pero no entregar
tratamiento propio no es más que una acción en el mundo res
se a ella. Sólo cuando pierde la incondicionalidad puede la acción
pecto al objeto de la propia realidad de la existencia empírica o
quedar presa, como en la finitud de la existencia empírica en el
si se produce una acción interior como incondicionalidad del ser-
mundo, en la finitud del cultivo de sí mismo. La. técnica es, como
si-mismo creyente, una acción interior, que al mismo tiempo que es
acuñada, imprime también su troquel. medio, movible, pero no ella misma la verdad. No crea un ser-sí-
mismo sino que puede ser utilizada por el ser-sí-mismo en opuestas
Cuando se puede realizar voluntariamente una acción interior posibilidades. De aquí que no sean desdeñables las habilidades en
conforme a preceptos y, por tanto, la voluntad puede hacer algo la conducta de la vida, en el trato consigo mismo, en las esferas de
determinable, sin quererlo corno ser-sínmismo, entonces la acción la vida cotidiana; el ser-sí-mismo las domina sin someterse a ellas.
puede no ser más que externa y mecánica. Como la acción en el Así, pues, aunque no pueda haber ningún dispositivo que produz
mundo sólo es ^ con d icion ad a cuando se cumple por el ser-sí-mis
ca la incondicionalidad de la acción interior sino que, por el con
mo, así también lo .es en relación con la propia existencia empí
trario, está determinado por la incondicionalidad de esta acción
rica en tanto que parte del mundo. La acción es condicionada en
interior, esos dispositivos obedientes a reglas pueden significar
la técnica de la acción interior que no sea, por ejemplo, más que
un acto de higiene mental o un cultivo de la aptitud. ocasiones para la decisión de lo incondicionado, estar alerta y re
Cuando la voluntad se quiere a sí misma en su incondicionali cordar. Ciertamente que las reglas del propio control en la refle
dad y es idéntica con su acción, no es posible separar la opera xión de la vida cotidiana (en sus formas desde los pitagóricos) y los
ción técnica y el ser sí mismo en ella. La acción interior como ori ejercicios del comportamiento interior pueden llegar a las lindes
gen es esta inseparabilidad. Es la autocreación de la cual dimana peligrosas de una pedantería vaciadora en la autosatisfaceión y
la verdadera pregunta por mí mismo, ante la cual la incondicio- la auto-tortura egocentristas. Pero la ordenación disciplinada del
nalidad queda confirmada, pero sin ser por esto accesible a la día y las reglas del trabajo son dispositivos que, aún cuando no
pregunta; es la resolución que, desde la relatividad encuentra el son incondicionados, se orientan hacia lo incondicionado cuando
camino de regreso hacia la raíz, el esclarecimiento de la conciencio brotan de él. La lectura regular de los textos filosóficos que fun-^
absoluta, la «existencia», que alcanzo comprometiéndome por en damentan nuestra conciencia del ser, su profundización al reite
tero al enfrentarme conmigo mismo. ------------ — ----- --------- —— rarla, la contemplación en el arte y la poesía son, como recuer
~La Incondicionalidad existe como en círculo por virtud de dos, medios que en la vida cotidiana me 'mantienen en lo esencial
misma. Su círculo puede desaparecer o ensancharse, y garantiza por el cual el yo, cualquier cosa que haga, puede ser sostenido.
su propia realización una vez que ha producido el primer impulso. La reflexión diaria en los momentos de sosiego es, en la existen
Unicamente quien ya ha actuado incondicionalmente tiene la cia 'fempírica, el fenómeno sin el cual el ser-sí-mismo se disipa y
predisposición y la posibilidad de no decidir casualmente en lo ^la dirección queda vacilante.
Aclaración de Ja «existencia»
A ccion e» incondicionadas 211-’
de Sl " OS° ' “ ’ “ lant° ^ “ “ » C a lid a d El filosofar es como un diario examen de sí mismo. El pensa
J • FlLOSOFAR-— La filosofía de la « existencia» sobre la base miento es el acicate; al patentizarse actúa como requerimiento,
llam ada; al fluir se convierte en apoyo y hace presente la tras
de Z aP^ e s la ideación actual, en cada caso
cendencia evocada. Pero todo estriba únicamente en la realidad
cia Per^ el úlHmrfS df . , Se* á e l * ° mh™ referido a la trascended del ser-sí-mismo, que tiene que ser para que el pensamiento sea:
^ ;^ n! ,U t-^ ° - Sentld° dBJBdo ¿n s^ r fíl^ ó fíco es la vida a i^
sinceramente pensado: este pensaminto no se cumple por la per
cepción y porque sea dado, sino porque yo soy así tal coarto aho
ra llego a ser pensando.
Más fácil que la confirmación en la continuidad de la existen-
cia empírica, parece ser experimentar alguna vez grandes dolores, el
destino, lo decisivo; todo esto eleva, porque destruye, a causa d e
que nos arranca de lo cotidiano. Pero sólo en lo cotidiano hay una
continuada confirmación del ser. Las conmociones únicas crean
lo extremadamente posible, poniendo el fundamento para todo lo
futuro. Lo que entonces se produce sólo es verdaderamente real
cuando a lo largo de los años, en la repetición del recuerdo, en las
inevitables consecuencias, se aprehende lo mismo.
El filosofar se aplica, por tanto, lo mismo a las grandes con
mociones que a lo cotidiano. La incondicionalidad de lo uno es eco
de lo otro, y lo uno es problemático sin lo otro.
Al cabo, el filosofar encalla en lo que no se puede vencer en la
existencia empírica, cuando como doctrina estoica enseña a so
portar los rozamientos con hombres con los que no tenemos una
verdadera y continua relación y de los que, sin embargo, depende
mos ; el espanto ante la realidad fisiognómica de las masas ; las
» » ¿ » ^ í p r s . 1* m is m a — * » - > - molestias de la vida cotidiana, la prisa que roba la (meditación;
Pensar sobre mí, en el sentido de la mirv>ln<ría i • el estado físico de malhumor, del dolor y de la decadencia, el fra
cuanto ordenación de la conducta de L v da ^ m e d S c T T caso de sí mismo. Conservar siempre la impasibilidad, sin incurrir
pensamientos filosóficos va ’ ., medltacl°n de en indiferencia, y la diferenciación de lo esencial, únicamente se
cia del filosofar auténtico Í > íe «Al» ^ prepaf a.ción y consecuen- consiguen sobre el trasfondo de un filosofar integral, y nunca por
completo.
La resignación de soportar se conoce como deficiencia. Cuan
sino cumplimiento de la c ^ L i c E d e .T r ° *“ ^ do la acción interior del filosofar no puede ser origen de una ac
ción en el mundo, ni un producir en la reciprocidad de la comu
nicación, se retira aislándose en la propia existencia empírica y
tea-aí-uaadi la nnfnrTS;— 3— ^— pía aclaraciónse enciende la nue¿-
en ese aislamiento tiene que reducirse a un punto vacío, en el caso
de que abrace definitivamente tal forma, y no sólo con el fin de
Jnon ^íto ° n que se id e n tffic ^ v tiene^arácter concreto en el conservarse en las situaciones excesivas como disposición para
to con un ser <¡í m; i reune en sentido del pensamien-
con un ser-swmsmo o se traduce a la realidad presente. una nueva positividad.
En el filosofar es posible, como un cumplimiento específico, la
■
21? Aclaración de la « existencia»
Acciones incondicionadas 219
contemplación activa en tanto que acción interior por virtud del
pensamiento de la trascendencia. Es análoga a la acción religo lidad empírica. Así, pues, la incondicionalidad ética también co
sa, sm acción finalista en el mundo. Como incondicionado ha°de noce una acción exenta de fines, por la cual se acerca al secreto
diferenciársele de la investigación objetiva, de la meditación y de de la trascendencia en la lectura del escrito cifrado, sin que por
la contemplación que no compromete: en la contemplación eso sepa o descubra algo. En el sentido de mi hacer, lo mismo que (
se produce la aclaración y purificación del ser-sí-mismo mediante eo lo absurdo v sin sentido, habla la realidad trascendente, sin \
la conciencia de la trascendencia. Aunque en ella no hay una re hablar, no obstante, propiamente, puesto que ella, en su perma- \
lación real con Dios y Dios no deja oír de un modo inmediato y ¿ ente secreto, siempre lo carga todo sobre el existente respectivo
sensible su palabra, sin embargo, en esta contemplación se en aunque éste crea momentáneamente estar guiado por ella, sin sa- »
herfc de un modo expresable. (
cuentra, por la libertad, un camino hacia la oculta trascendencia.
3. I ncondíc Iü'TTXieibad en el no - querer.— El querer incon
eXperT nta’ indirectamente, la divinidad en la
misma medida que se hace real para ella la propia libertad. La dicionado está vinculado en la existencia temporal a un no-querer.
ntemplacion se realiza en pensamientos trascendentes formales Solamente mediante la^represión v la exclusión es existen talm en
en la aprehensión de la referencia existencial a la trascendencia te posible la m anifestación de la existencia empírica. Es la bre
y en la indeterminable lectura del escrito cifrado de la realidad cha abierta en la existencia empírica que, en conclusión, hace po
sible un no querer como voluntad de negación.
S £ Ca'-' ? ? níempIaCÍÓn’ en cuant0 cima del filosofar, es la
Objetivamente es posible en lo biológico la organización de los
en la t r l Z A abS° luta &1 encontrarse a sí misma reflejos tan sólo por virtud de represiones conexionadas como reac
S h l l A n® ndenc} &- La fuerza’ que proporciona la presencia sen-
ciones de una totalidad ajustadas entre sí. Psicológicamente cada
dkar e n ^ 0 ! ^ 6? 1? ^ i ° bi etividad religiosa> aquí tiene que ra- impulso está limitado por otro impulso : el temor hace renunciar ;
denc a de ,llbertad de la «existencia» personal. En esta depen-
va •? n, 81 la manifestación de la «existencia» es más la represión es una función del juego inmanente de las fuerzas psí
quicas que se condicionan mùtuamente. En la existencia empíri
Iex Í t e n X m débÜ qUC la manifestación de la ca del hombre son esenciales, desde el principio, prohibiciones cu
xistencia» afirmada y asegurada en vinculaciones objetivas-
pues, dada la debilidad de nuestro ser, el mayor peligro está en yos orígenes se investigan biológica, psicológica y sociológicamen
a libertad por virtud de la duda y la desesperación; la libertad te, puesto que en estas conexiones empíricas tienen efectos e in
tervenciones observables. Los tabús, el espanto ante lo absurdo
riaUntaraaVeT a - Pue1e tener Una Visi6n C0n' usa’ pe™ Ia e n t r ía que se piensa o experimenta, la evitación, la «askesis», son acti
Í íi d í r nCia realmente presente puede admitir la visión va-
vidades contra la propia existencia empírica, son un sacrificio que,
v non I?1 ? UC Ta " ° CS en absoluto- La libertad del ser originario
con ella la relación a la trascendencia, tiene que ser conciuista- en parte, se entiende como condicionado en tanto que medio má
■--¿nuev^mente^ cada día con otra decisión L^ T ^ S óT indivi- gico para coaccionar a los dioses, método para eliminar el mal,
función sociológica ; pero no son concebibles suficientemente por
desde ella asirme a ninguna objetividad consistente, sino tan sólo tales condiciones.
n modo relativo a una realidad que sólo es suscitadora. La incondicionalidad en el no-querer no se puede fundamen
i,conj° \a incondicionalidad, inaccesible filosóficamente, de tar en definitiva. Como voluntad formal de libertad es la posible
activa^0 re 1^1osa es la relación real con Dios, la contemplación negación de toda existencia empírica como medio de ganar el pun
v j. S . contenido de la incondicionalidad de la acción interior to de apoyo fuera —y como tal es vacía— . Como voluntad de or
denación es la voluntad de mesura y limitación, no para eliminar
ridnd ■< SCC1° n e. mundo. La realidad del ser está en la interio-
*. *n a alidad, presente para la conciencia de sí propio, la existencia empírica, sino para edificarla en la unidad de un
todo, por tanto disciplina y formación —como tal deja rápida^
* att.r.i Cn ^an,':0 que ^a accion, mediante el cumplimiento con-
mente de ser incondicionada en favor de las relaciones omnilate-
ívo, se a cuenta del carácter de escrito cifrado de la rea-
rales de dependencia en una totalidad que se supone universal— .
Va # v ¿a a a ,
Como exclusión, al vincularse a lo uno, es manifestación de la una ley general y , sin embargo, siguiéndola, sólo es verdad en
«existencia» en su «historicidad». Cpnujjuoluntad de negación es concreción «histórica».
orientacion_hacia la trascendencia : em pglca-del Aprehende la dispersión de lo múltiple en el mundo y, salván
mundo, considerada como^caída irremediable, hay un defecto un dola, lo que « históricamente» es uno.
e rror; algo no debe ser absoluto; la «askesis» incondicional, la ne 1. L e y y d e t e r m i n a c i ó n « h i s t ó r i c a » . — En todo lo que s e
gación universal se convierten en un modo de abrirse a la trascen puede hacer en el mundo hay siempre el albedrío de la finalidad.
dencia exenta de mundo. __________________
Con los medios técnicos yo puedo lo mismo destruir que construir.
mcoi™lcloiial;dad~aei too» se dirige, contradiciendo la exis- Pero yo pregunto — pues mi ser se resiste al mero azar— lo que
rica L m T l o únioa traSCendenci> f i a n t e la existencia empí- es debido hacer. Mi hacer es para mí un ser que es debido. L o es
? ° \° umco, ?,ue corresponde a la trascendencia — con ex en cuanto que se le concibe como debido por la reflexión.
p l o i t I e r , posibJ,lldades- o « '» existencia empírica - e n ne- Pero así como el ser en general no es concebido como realidad
f )n , absoluta . En el no-querer incondicionado hay una pro- empírica sometida a leyes naturales que actúan ciegamente, tam
da negación sobre cuyo fundamento inasequible aún el hecho poco se concibe el ser como un poder actuar sometido a un deber-
taciónr d ? L Y * f enCla ei? Pírj Ca PUCde convertirse en manifes ser de validez general. Por el contrario, el ser del deber-ser es el
ta n t «existencia» referida a su trascendencia, un ser fluc ser que se encuentra a si mismo en el deber-ser. "Un deber-ser de-
tuante que encuentra su sostén allí donde nunca lo que realmen- ducible racionalmente — a modo de exigencias de validez gene
ral que reclaman sumisión porque son evidentes, como lo debido
X “ " s“ sibie »
en cada caso, para el pensamiento racional de la «conciencia en
general»— no tiene nunca más que una significación relativa como
LA ACCION EN EL MUNDO medio técnico para lograr una finalidad que se supone indiscuti
ble. El ser, que es su propio deber-ser, es, en cambio, «existen
E l m undo, en cuanto producido por el hom bre, es tanto un cia», la cual lo que hace incondicionadamente lo comprende como
debido. El hecho de que me encuentre en situaciones en las cua
com oT a Z i Z Y confusamente los individuos
com o la articulación del orden humano. Una realidad empírica del les no puedo seguir un deber-ser fijado por leyes, porque no quiero
m undo en com pleta desorganización, en la cual sólo un héroe pu^ en mi auténtica voluntad que está en la certidumbre de la verdad,
diera crear enteramente por sí y para sí y los suyos un orden au- no se puede hacer en modo alguno objetivo ; desde el punto de
vista objetivo no es más que mala voluntad egoísta. Pero cuando
u t r ^ r SU rKPT entaCÍÓn límite> E1 hombre sinSular n° posee el sí-mismo en la comunidad de la historicidad presente es algo
el m fT dn S° brehum1ana ; reducido a sí solo no podría existir en
el m undo más que en el germen. más que caso de algo general o función sustituíble en un todo, es
h n r f 1 m und° ,com o realidad empírica ordenada, en la que él cola- posible que un deber-ser más profundo se rebele contra un deber-
J ? .a’ n ° , satlsface, sin embargo, al hombre. Su acción en la con- ser fijado en una fórmula general. Sólo de esta fuente brota la
incondicionaIidad que está en la base del deber-ser comprensible
s l s T e Í Í w 7 reÍatlVÍdad dl t0daS las C alid a d es y todas las co racionalmente y que, como tal, no es más que relativo.
da P 6ra TOUy bl6n conservar y a p i l a r su existen-
El deber-ser es la forma de la certidumbre de lo incondiciona
la e x h S n c í Per° ' n° Prc 1 ar r0alÍdad a la P° sible «existencia» en
L w r f? T P1I17 Solamente P °r virtud de su acción incon, do. En la acción que emana de ella estriba la verdadera ascensión
cu X T t el ™u " do se dirige a las finalidades mundanas en las ~de la «existencia». Es como la salvación del caos y del fútil azar,
uales, trascendiéndolas, se percata del sentido. ¡ cuando yo me supero en la conciencia del deber-ser que se reco
gracia, «Claracif n í incondicionaIidad lleva a antinom ia* noce a-sí mismo. En él me aseguro verdaderamentede mi mi ser-mí-
gracias a cuya tensión ella se p ro d u ce : unismo, al cual experimento sin contradicción como servicio a un
La incondicionaIidad se comprende como acción conforme s orden trascendente. La obediencia hacia mí mismo es idéntica a
222 Aclaración de la «existencia» Acciones incondicionadas 223'
la obediencia a un trascendiente que, sin embargo, no puedo ex a ser; pero en la mayor parte de los casos procede de haberse
perimentar de otra manera que por virtud de mi ser-mí-mismo perdido en la negatividad y entonces significa tanto la falta de
com o fuente de la acción incondicionada en el mundo. libertad que se somete como lo contrario, sobre el mismo plano.
L a verdad de lo incondicionado se realiza en la tensión de to Solamente contra ambos estímulos de la ley cobro la decisiva cer
mar com o obligatorias en el presente las leyes ya dadas, compren tidumbre de lo incondicionado en el ser-mí-mismo. Este ya no se
sibles, de la acción determinada en su contenido y, sin embargo,, confunde entonces ni con el placer del capricho ni con la violen
considerarlas conscientemente como relativizables, si bien con la cia de las acciones morales, que pretenden producir sensación.
voluntad de reconocer como válido lo nuevo incondicionado una En la tensión en que se encuentran la ley y la determinación
vez que ha sido comprendido en forma de una ley. Pero enton «histórica», yo no puedo argumentar más que partiendo de lo ge
ces se tiene que haber actuado antes de que la comprensión ra neral, es decir, de la ley. Contra la ley no puedo argumentar más
cional objetivante pueda llegar a su posible término. En la incon- que con nuevas leyes; contra las que se han maleado, con leyes-
diciónalidad persiste la profundidad de lo oscuro, aunque ésta sólo verdaderamente obtenidas desde el presente histórico. En sí mis
es verdad como fundamento de la claridad de la ley obtenida ; no es mas, estas argumentaciones, mediante la generalidad de las leyes,
general más que la ley de la legalidad en general, es decir, la exi son arbitrarias. Unicamente por virtud de la «existeiícia» presen
gencia de comprender su incondicionalidad bajo una ley. te cobran dirección y contenido. Pero es imposible qué esta in
La posibilidad existencial, cuando se hace real, es más que el condicionalidad afirmada por virtud de la «historicidad» en ge
cumplimiento del deber. El capricho m enos; ambos son Lndiie- neral argumente contra la legalidad en general. Sólo en el ámbito
renciables objetivamente. La «existencia», para la cual el cumpli de la legalidad puede lo verdadero luchar contra lo superadd, y
miento del deber conforme a las leyes dadas es un aspecto de su entonces lo hace desarrollando existencialmente las argumentacio
existencia empírica, si bien relativizable, y la vitalidad despreo nes que de otro modo no tienen término. Tienen que fracasar cuan
cupada, la cual rechaza originariamente como obligación el cum do una «conciencia en general» exija un conocimiento impositivo
plimiento de un deber y sólo obedece coactivamente, vistas desde de lo que es debido. En el ámbito de la legalidad sólo una «exis
fuera son igualmente negativas respecto a la ley fijada racional tencia histórica» puede volverse hacia otra con sentido, compren
mente. Para la vitalidad la ley es la resistencia a la que destru derse, interesarse, conmoverse, esclarecerse en su origen. Pero en-
ye para caer bajo ella. Para la «existencia», la ley es la resisten la acción incondicionada nunca puede cesar la tensión por el he
cia a la que supera para encontrarse como incondicionalidad en cho de que se relaje la historicidad y se haga comprensible impo
la esfera trascendente que la rebasa. Pues sólo por virtud de esta. sitivamente un saber objetivo de la ley válida para siempre de
resistencia la «existencia» penetra en la profundidad de su mo la acción.
mento «■histórico». La acción incondicionada no es posible en el De un m odo »histórico únicamente son evidentes las consecuen
vacío, como si la ley intemporal sólo se realizase accidentalmen cias lógicas derivadas de principios a los cuales les es necesaria
te en este instante en una materia uniforme admisible para todos para su aplicación el supuesto de una apreciación más precisa, es
en cualquier tiem po; como acción evidentemente incondicionada decir, ahistóricamente simplificadora de la situación y de las cir
está determinada temporalmente y, por tanto, de un modo «históri cunstancias de una acción. Partiendo de principios cualesquiera,
co» concreto en una manera que sólo insuficientemente se puede que siempre tienen apariencia de evidentes, se puede, en la ma
determinar desde principios generales. yoría de los casos, justificar o juzgar toda acción, en cuanto que
La ley es como el estímulo por el que yo me confirmo. Es es en ella se percibe algún aspecto favorable y con habilidad se le pre
tímulo en cuanto que me~tienta a ”contravenirla sólo porque es senta a la atención como lo esencial. Esta sofística sólo se puede
ley ; y es estímulo también parque tienta a privarme de mi liber superar siempre que no se olvide que toda justificación sólo es po
tad en ciega sumisión a ella. El quebrantamiento de la ley puede sible en lo particular partiendo de principios reconocidos1, pero
proceder de la positividad de una «existencia» que quiere llegar que en toda acción incondicionada hay algo más, a saber, su ori
-22* Aclaración de la «existencia» Acciones incondicionadas 225
gen en la profundidad del presente; y que en esta incondiciona- «scenario de objetividades. Hay una pseudoidentidad con el asunto
lidad «históricas, en el límite de todo lo general ha de entrar la de cada caso que se disuelve por sí misma.
conciencia moral junta con la voluntad, teniendo clara conciencia Desde esta dispersión yo me hago incondicionado en la acción
de que obedezco totalmente para la eternidad algo trascendente tan sólo por virtud de lo Uno. A prehender lo Uno significa estar
que he escuchado dentro de mí. Quien al quebrantar la ley válida enteramente uno mismo en ello, sin reserva alguna ; llegar a ser
quiere, no obstante, justificarse sin poder formular la ley de su en la existencia empírica idéntico, como sí-mismo, con una mani
incondicionalidad como nueva validez, no sabe lo que hace. A festación. Lo Uno es la realidad circunstancial en cuya patenti-
la justificación ha de sustituir la comunicación, en la cual la in zación se encuentra la «existencia» a sí misma porque se identi
condicionalidad queda bien clara porque, por encima de toda mera fica con el sí-mismo lo que de otro m odo, en la manifestación de
comunidad de intereses y de una ilusoria afinidad de carácter, los la existencia empírica, no hace más que dispersar en cuanto que
hombres encuentran en su «historicidad» la ley de cada caso como sólo es la unidad de lo múltiple. Este sí-mismo queda entonces,
manifestación de la ley en general, siempre oscura, en una since por así decir, enraizado en la realidad. Entonces, como vinculado
ridad sin reservas. y limitado, sólo en la existencia empírica está seguro de la suya.
En la posible «existencia» está por anticipado seguro lo que La dicha específica de encontrarse a sí mismo en lo Uno pro
pensado por ella objetivamente, en tanto que «conciencia en ge cede de la incanjeabilidad de la acción en el mundo y de la exis
neral», no puede ser fijado sin menoscabo. Puesto que no hay lo tencia empírica que así se hace posible. L o que en la dispersión no
que para todos es lo único debido, tengo que tomar sobre mí la era más que posible «existencia» se hace ser-sí-tmismo real. Así,
responsabilidad de aventurarme a la acción para llegar a ser mí pues, a toda posible «existencia» se le plantea la cuestión de pre
mismo en la consecuencia; aún en el hecho terrible de quebrantar guntar por su propio ser en donde se le revela lo Uno. Esta es su
la ley del Día como la ley de la legalidad en general puede ser po pregunta, que no se resuelve (mediante la meditación ni por las
sible el poder de lo incondicionado. Nunca se puede conocer una palabras de otros, ni por el dictado de una autoridad. Unicamen
ley de tal suerte que yo sin riesgo, por el hecho de que hubiera te encuentra su respuesta, desde el origen incondicionado de la
hecho lo absolutamente debido, pudiera, conforme a ello, juzgar libertad, en la realidad de la manifestación concreta de la exis
me o que se hubiera de juzgar al otro como «existencia», confor tencia empírica, cuando este origen, despertado por la pregunta,
me a ello. La decisión absoluta sólo puede ser incondicionada por ensancha el margen de su posible desenvolvimiento mediante el
virtud de la comunicación existencial consigo mismo. conocimiento orientador y se esclarece filosóficamente la conciencia.
2. La d is p e r s ió n y lo u n o .—En la existencia empírica exis Lo Uno en que y o llego a mí mismo desde la dispersión, es a
su vez lo Uno múltiple, en cuanto que cada Uno, heterogéneo res-
te la sinfinitud de lo posible. Lo que se me presenta me lleva con
pecto de lo otro, es lo incondicionado en la «existencia». La idea
su variedad día tras día a aprehender esto y aquello: la acción en
única en la vocación, la mujer única, la patria única, el amigo
lo múltiple es condición de la existencia empírica, pues sólo por
único, en cada uno de estos casos lo Uno tiene un sentido distin
su virtud me procuro espacio y poder de disposición sobre las to y una relatividad correspondiente en la manifestación. En toda
cosas. situación esencial se puede hablar de lo Uno, el cual nos es pre
Esta multiplicidad no es en nada idéntica conmigo mismo. Nin ciso, pero no como algo cognoscible con validez general, del cual
guna acción en ella es incondicionada para mí. Y o estoy a distan lo presente es caso particular, sino como aquello en que esa «exis
cia, sólo como herramientas toco las cosas en el mundo, pero yo tencia» se realiza.
mismo ^stoy en otro lugar. Cierto es que mi individualidad está Desde luego, en la participación del pensamiento no podemos
vitalmente comprometida. Pero si yo me comprometo por entero prescindir de las formas en que se puede pensar y hablamos de
-en esta realidad mundana de lo múltiple y lo múltiplemente posible, monogamia, de «no poder servir más que a un señor». Pero en
■entonces me disperso. Inconsciente de mí mismo no soy más que un' cuanto que nombro lo Uno en la manifestación, ya es lo uno
15
72$ Aclaración de la «existencia*
Acciones incondicionadas 227
meramente numérico, que está ahí empíricamente como un ser
entre muchos. Lo Uno es, sí, excluyente, pero no conforme a una angostura de la situación. Pero en ella se hace real lo Uno, que
ley formulable. Si lo Uno en su exteriorización queda fijado como cuando se expresa, ya no deja existir como absolutamente váli
válido sin la historicidad existencial de su manifestación, ya no das las esferas en su multiplicidad, sino que las relativiza todas y
es más que el concepto de un uno numérico. El exclusivismo fa ni siquiera existe como validez de una esfera. Este Uno no es
nático es la consecuencia, y la igualación abstracta bajo el yugo como lo Uno lo primero, sino que es lo que desde la dispersión
de un Uno simplemente pensado es la consecuencia aniquiladora ha llegado a sí, lo que se ha conquistado~en la manifestación~de
para todos. Se olvida que procede de lo múltiple, se pierde el ám la existencia empírica como el verdadero ser. La vida, como ma-
bito de lo múltiple como horizonte, y se anula la manifestación nif estación de la «existencia», es el camino por el cual es posible
de lo múltiple como posibilidad. Cierto es que en cada caso lo Uno llegar a la realidad incondicionada; para la vida existe lo múlti
también aparece en la objetividad como visible exteriormente y, ple como posibilidad, juego, experimento, pero la realidad como
por tanto, corno uno numérico. Pero lo externo no es el criterio decisión, limitación existe como lo Uno.
para la verdad de lo Uno en la «existencia». El uno existencial
no se conoce mediante el concepto sino que se realiza en la incon-
dicionalidad y se esclarece en el filosofar. En todo concepto o bien
se sustituiría el Uno existencial por una rigidez objetiva (por
ejemplo, la monogamia como principio moral en vez de lo Uno,
como sustancia del ser-sí-mismo referida a la trascendencia en el
amor de los sexos). O bien pudiera fundamentarlo todo arbitra
riamente, por ejemplo, se busca la idea de la única belleza de la
infinitud de lo crótido en la cual se pasa de un amor a o tr o ; Don
Juan recorrería el verdadero camino hacia la unidad a través de
infinitas formas.- O bien de una monogamia fáctica se deduciría
la unidad existencial de los participantes mientras que el matrimo
nio no es más que una posible exteriorización objetiva de un «exis
tir», la cual, com o objetiva, no demuestra nada.
Lo Uno es el origen como lo incondicionado que no excluye
en general lo múltiple, sino en cada caso a un Otro. La «existen
cia» misma percibe la verdad ¿Le lo múltiple y concibe en el esta
dio de su posibilidad, al meditar y crearse espacio, la idea de que
en nuestra existencia empírica, tal como es, es destino y exigen
cia servir a muchos y en cada situación, hasta donde sea posible,
conceder su derecho a éste y a aquél. La meditación consecuente
de esta idea en la orientación del mundo — en la teoría de las es
feras espirituales y sus conflictos— ilumina tanto más claramen
te el carácter inaprehensible, por el conocimiento, de lo Uno de
cada caso en la «existencia». Esto se advierte, cuando en el caso
de conflicto, se ofende «al Otro Dios», tomando sobre sí la culpa
de la exclusión como condición para realizar la «existencia». La
lucha entre las esferas de las posibilidades del espíritu indica una
SECCIONTCUARTA
L A «E X IS T E N C IA » E N L A S U B J E T IV ID A D
Y E N L A O B J E T IV ID A D
CAPITULO DECIMO
L A P O L A R ID A D D E S U B J E T IV ID A D
Y O B J E T IV ID A D
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interminablemente y que, aunque tenga sentido existencial sin rectamente y, por tanto, aislado, lo subjetivo se convierte, a su
embargo sólo se hace distinto y claro en lo objetivo. La existen vez, en la multiplicidad de lo arbitrario y del azar ; com o senti
cia empírica de la «existencia» quiere reconocerse activamente en miento, en la ciega existencia empírica sin punto de apoyo ; como
la obra, quiere contemplar la riqueza del mundo y su reflejo como querer, en capricho ; como alma, en vivencia caótica. Es como si
pensamiento y belleza en Ja creación de los espíritus existencia- la «existencia» siempre que se convierte en objeto iniciase laráT-
les. En la angostura de la subjetividad, inactiva y sin cumplimien da, que es meviláble, pero la cual sólo puede terminar en la de
to, acabaría forzosamente por axfisiarse. solación 3e-habcrse hecho -gEíeto fijado, i ~~---------- ;-------------- '
Pero de la misma manera la «existencia» tiende hacia lo sub ^ T*Sro asimismo comienza la caída al hacerse sujeto, cosa que
jetivo. L o objetivo, como tal, es, para ella, vacuo, un Otro extra es inevitable para realizarse a sí mismo, pero que sólo terminaría
ía;! sejia_ce presente en la subjetivi- en la arbitraria voluntad egoísta del caprichoso ser individual cual
Personal de cada quiera. Al existir tengo necesariamente que volver a ganarme una
S^ ^ ^ l r “ exis te n c i^ como y otra, vez desde la caída. Es inexcusable vivir en el tiempo como
dad de objetividad y subjetividad. posible «existencia» en el límite desde donde se puede caer en la
La «existencia» que se manifiesta en la existencia empírica objetividad o en la subjetividad, y sólo en ese límite es donde se
com o posibilidad,cuyo ser todavía ha de decidirse se sabe ex- puede precisamente conquistar el propio ser. Cuando en la relación
de lo objetivo y lo subjetivo se produce una momentánea unidad
~ d ñ hgr° dS deslÍZarSC .en la mera objetividad’ o en la mera
eW nT Pero n° se constituye por ambas como si fueran sus de ella resulta para mí un cumplimiento como presente feliz, éste
elementos que no tendrían más que reunirse. En ningún caso exis- no tiene consistencia. Con el tiempo esa unidad tiene que ceder
^ J g ^ g a stw u ^ g B ja ra si como una totalidad e x is t e n t e . D* ^Tii inevitablemente a una nueva tensión.
^ í é ^ l a m anifestolón de la «existencia» se de una tensión cons-
antemente renovada. La posible «existencia» busca, librándose
aue se fi S
anS S° luT nes’ altemando el camino en las objetividades ARTICULACION EN LA ESCISION DE SUJETO Y OBJETO
lo objetivo tiene validez general, tanto en el sentido d_e lo exac capricho, voluntad propia) y el de la conciencia de la validez (ente
to^ del conocimiento válido de lo que existe~empíricamente como racional, persona) supone, a su vez, el anterior. Para cada uno de
en e lse n tid o de lo justo de un deber-ser, el cual, con sus exigen ellos Jo objetivo reviste una forma específic a : para la «conciencia
cias, determina la acción del sujeto. Son objetivas las leyes na en~geñéra1jv’Ia fo rm a "^ e la objetividad en general: para el ser
turales, p or las cuales concebimos la necesidad causal del acon empírico individual, la de la ¡multiplicidad infinita ; para el ente
tecer, y conforme a las que ocurre de hecho lo que de esa mane racional, la de la validez ; para la persona, la de la idea.
ra se co n cib e ; y Jo son las leyes del deber-ser, las cuales formu 8. I n d i s o l u b i l i d a d d e s u b j e t i v i d a d y o b j e t i v i d a d . —En la
lan de un m odo general lo que se ha de hacer, aunque no se haga. orientación intramundana ha de reconocerse l a condicionalidad de
Pero lo válido, com o consistente, vuelve a ser ln otro que no exis- toda objetividad por virtud del sujeto. Las cualidades perceptibles
te_£ o r_ síjm smo ¿I^~para eTsújeto. El sujeto^ consuTéracío como SéTmundo de los sentidos están condicionadas por las propiedades
lo que se relaciona consigo mismo, como lo que existe para sí mis psicofisiológicas del organismo, los objetos del conocimiento por
mo en su autoconciencia, se contrapone a la validez general. una «conciencia en general» para la cual existen. Si yo pienso de
Lo válido, en tanto que general, es infinito y abierto. El su acuerdo con Kant la subjetividad como principio formativo, en
jeto consciente de sí mismo se resiste en absoluto a ver en ello lo tonces toda forma tiene los límites de su materia. El mundo no
verdadero aún cuando tropiece con la insuperable validez como se puede concebir puramente, es decir, lógicamente partiendo de
en una roca. Lo objetivo, como lo verdadero, es, en tercer lu- la forma y de la forma de las formas, sino que es originariamente
gar, el todo, en el cual lo exacto y justo no es más que un com dual, la objetividad es la totalidad constituida por la forma pro
ponente. La cosa, como objeto y como validez de éste, es consis cedente del sujeto y la materia impenetrable. Pero este sujeto no
tencia muerta ; la cosa, com o un todo viviente, es idea. El n» es el sujeto individual, sino la «conciencia en general».
?sta _ ^ n Í£ :^ u^bjetos_Mno que vive en un mundo. Para él. este Y a aquí es posible una degradación del pensamiento en un mal
mundo está ciertamente escindído~y_ sús objetos se le presentan subjetivismo. Cuando éste afirma, por ejemplo, que toda objeti
en su infinita multiplicidad. Pero el mundo en relación con su vidad está creada por el sujeto, que lo seguro es solamente la pro
existencia empírica es una totalidad, y lo objetivo la sustanr-i* pia existencia empírica y que todo el mundo exterior, e incluso los
la realidad penetrada por la idear-i—-------- ~ otros hombres en su real ser empírico son problemáticos para mí,
¡ I Cada uño de los tres grados ¡ob jetivid a d (exterioridad), vali- debe hacerse notar que aquel yo, que no vuelve a encontrar el
I dez (generalidad) e idea (totalidad) supone el anterior. Lo que camino de salida al mundo real exterior, es una falsa abstracción;
en cada uno de estos grados es objetivo, existe para un sujeto no hay tal y o, porque siempre donde hay un «yo» hay también
\como correlato. objetos para él y no sólo deducidos, sino tan inmediatamente cier
Subjetividad.— E l sujeto es, en primer lugar, com o «con- tos como él cree ser para sí. El yo, que se sabe existiendo empíri
ciencia en general» el se r-y o pensado en abstracto, no individual, camente, y los objetos reales existen a la v e z ; lo uno no existe sin
..d e lp e n samiento dirigido a lo exterior, a lo objetivo, el cual, c o m o lo otro y no es más real que lo otro. Cierto es que la percepción
ámbito envolvente, incluye todo lo que se 'Hos“ pfSsé5E5:------------- de las objetividades está ligada a las condiciones subjetivas
. suJe^ e s , en segundo lugar, como conciencia individual, la cosas no son en sí tal como son para el sujeto. Jr'ero su formacion
existencia individual determinada empíricamente, la cual tiene su por el sujeto y su manifestación para el sujeto tiene como funda
mento algo que ha sido dado, algo a lo que se puede dar forma,
™ tad pr0pia com ollbedrío^y su impulso vital impenetrable,
sujeto es, en tercer lugar, la conciencia de lo válido como algo que se manifiesta en el objeto y en el sujeto empírico.
en e racional, que se som ete al conocimiento impositivo, y como Cosa completamente distinta que la construcción trascenden
a<^ en cual la idea cobra realidad, tal kantiana de la subjetividad coimo condicion de la objetividad
i uno de los tres g r a d o s : ei estado de «conciencia en ge es el análisis de la subjetividad cuando se considera histórica y
nera » (mterioridad), el del ser empírico individual (casualidad. psicológicamente al hombre como creador de productos espiritua
238 Aclaración de la « existencia» Z/a polaridad de subjetividad y objetividad 23^
les. L o que emerge históricamente en las obras del espíritu, en por el contrario, en esta objetividad es donde se asegura de lo
mitos y contenidos 'metafísicos, se investiga averiguando su pro absoluto.
cedencia y se deduce partiendo de fuerzas, condiciones, situacio Si, pues, el sujeto como «conciencia en general-a es condición
nes. La cuestión de la génesis, objetivamente determinable, tiene de que, en general, haya ámbito objetivo, com o personalidad es
su sentido dentro de la orientación intramundana en la medida en creador de sus productos, y como « existencia», el origen para la
que se han producido resultados empíricos determinados. Sin esta percepción de la trascendencia en un medio objetivo y en los pro
subjetividad creadora, ninguna objetividad ingresa en la existen ductos que, vistos desde fuera, a causa de su carácter enigmático
cia empírica. parecen creaciones, pero existencialiqente son comunicaciones del
■ser percibido por el propio ser ; sin embargo, la subjetividad no
Pero si se afirma que esta subjetividad creadora se reduce por
existe nunca más que juntamente con su objetividad, de la cual se
completo a estas conexiones, se incurre en error. Aun en el caso
adueña por virtud de su propio ser. Como no hay «conciencia en
de hechos bien establecidos, siempre queda un aspecto como objeto
general» sin contenido, por el contrario el análisis de esta con
de la investigación; lo que hay de verdad y sentido en el pro
ciencia lleva a la interpretación de la objetividad misma, y com o,
ducto, lo que se ha aprehendido objetivamente en él no se puede
además, una personalidad creadora no existe sin ideas objetivas,
conocer porque se haya conocido de donde procede. Tanto la afir
las cuales son transmisibles para ella y por ella, así tampoco hay
mación del acontecer que conduce necesariamente a estos resulta
«existencia» sin trascendencia a cuya patentización conduce su
dos espirituales, como la de su creación por la subjetividad no se
propia aclaración.
pueden sostener con esa generalidad. Por el contrario, en toda crea
Cada uno de los tres grados de la relación de la subjetividad
ción se percibe a un Otro que en ella se anuncia. El hecho de que
con la objetividad — «conciencia en general», personalidad, «exis
esta percepción no tenga lugar con la evidencia de una percepción
tencia»— supone el anterior para que él mismo sea posible. La rela
sensible, inmediata, sino que, como condición y supuesto, exija
ción de los dos polos va en ellos desde la enajenación del ser-otro
que la persona sea poseída por la idea, la eleva a otro plano in
hasta la unanimidad de la identificación.
accesible a toda percepción de la «conciencia en general».
4. U n if ic a c ió n d e s u b j e t iv id a d y o b j e t iv id a d . —La unifica
L o que para- la investigación de la orientación intramundana
ción no se logra más que convirtiéndose en la rotundidad de un
es una existencia empírica que como individuo empírico rinde por
todo cerrado, com o objetividad en idea, como subjetividad en per
causas psicológicas y de otra clase ciertos productos, lo que en
sonalidad. El todo no es objetivamente objetivo por sí, sino que
tonces aparece como creación de la personalidad, poseída por la
está ahí, en el sujeto, el cual com o el todo de una personalidad
idea, está en el origen vinculado a la « existencia», la cual se apa
ya no es más que lugar como mero correlato del sujeto. La idea
rece en este conjunto de subjetividad y objetividad. Si posterior
individual de esta totalidad subjetiva sostiene la objetividad de
mente la «existencia» es pensada como el sujeto, para el cual exis
las ideas generales, en la cual, como en un mundo, viven la mul
ten los productos metafísicos, entonces también aquí la «existen
tiplicidad de las personalidades, cada miembro del todo y la mis
cia» es origen y condición para que se aparezcan en el ámbito de
ma totalidad. La personalidad se sabe presente precisamente allí
la «conciencia en general» tales productos. Pero la «existencia» no
donde realiza lo general de la idea sustancial como asunto propio
ha creado en absoluto, no ha sacado algo de la nada, sino que en
en la existencia mundana del todo.
lo que aparece como creación aprehende algo objetivo para ella
por virtud de lo cual se percata de sí misma. Esta objetividad me Tal unidad no se puede concebir en modo alguno com o pose
tafísica no es ni realidad empírica, finita (lo es tan sólo como es sión sin engaño. Sólo es verdad el impulso de lo subjetivo hacia lo
crito cifrado), ni es la realidad impositiva del conocimiento, pero, objetivo y viceversa: la interioridad oculta sólo se hace real para
aun cuando históricamente cambia y se desvanece, para la «exis- sí misma cuando se objetiva en lo exterior; la voluntad como al
encia» existe sólo objetivamente. En ella percibe la « existencia» bedrío sólo se decide por la norma del deber-ser de validez gene
Jfu trascendencia. La existencia está tan lejos de crear ésta que, ral ; el sujeto únicamente penetra intelectivamente en la realidad
•340
Aclaración de la «existencia»
La polaridad de subjetividad y objetividad
241
empírica de los objetos por virtud de la exactitud de su ju icio; la
existencia empírica es real en su mundo, en el trabajo que ejecuta, tm d a d , la cual — por su parte ni mucho menos unívoca— existe a
en la obra que crea. Inversamente, el sujeto sólo reconoce todo lo su vez en el modo de su relación con la objetividad.
que es meramente objetivo al apropiárselo traduciéndolo en reali La objetividad sufre una transformación cuando se hace im
dad subjetiva: la verdad existe para mí sólo en cuanto que la portante existencialmente:
concibo, el mundo sólo es aquel en que soy activo o me comporto Como lo o b je tiv o , la objetividad es posibilidad eccistencial: lo
contemplativamente, idea sólo es lo que dentro de m í se me con que en el mundo se hace objeto como realidad empírica, como va
vierte en fuerza motriz. lidez racional, como Naturaleza y como historia, como escrito ci
Sin embargo, la personalidad n o es la identificación de subje frado transmitido, es posibilidad de apropiación. Sólo sobre la
tividad y objetividad alcanzada en el mundo como conclusión de base de la «existencia», la objetividad se convierte en realidad
finitiva, sino la forma que se hace objetiva a sí misma, a través de presente cuando deja de ser mera posibilidad al identificarse con
el ser-si-mismo existencial.
cuya riqueza en mundo subjetivo y objetivo se deja oir el ser de
., cuyo movimiento vivifica y anima la identifica Entendida como lo válid o, la objetividad es d eb er-ser. El de
ción, sin dejar que concluya. Así, pues, yo vivo como personalidad ber-ser, como un deber-ser relativo, todavía tiene el carácter de
con esta smgular conciencia de ser un in stru m en to tanto de la idea lo meramente objetivo. Como deber-ser in con d icion a d o, la objeti
que en mi cobra realidad, como de la «existencia», cuyo origen vidad es manifestación de la «existencia» para sí misma en el co
la comporta. nocimiento de su acción. Como validez que ya no es sólo posible
sino excluyente y absoluta, es la forma objetivada de lo que para
• j “f xisten.ci^®t está siempre en la com p leta polaridad de sub
la «existencia» es su incondicionado.
jetividad y objetividad, no sólo en uno de los lados. La polaridad
de lo subjetivo y objetivo culmina para la orientación ultramun Como la totalidad , la objetividad es la existencia empírica de
dana, trascendiendo ya en su límite, en la objetividad de la idea •un mundo que se redondea y cierra como idea sustancial. Como
de la realidad empírica del .mundo y en la subjetividad de la idea existencia empírica históricamente vinculada a este lugar, recibe
de cada personalidad singular. La «existencia» ingresa en la obje “ u -r j existencialmente el carácter de una realidad que incluye
tividad participando en las ideas, las cuales tienen su realidad posibilidad e mcondicionalidad: en el riesgo y la responsabilidad
como espíritu. Ingresa en la subjetividad al manifestarse en el es posibilidad en tanto que no está todavía decidida, y es incon-
individuo como idea de su personalidad, sin llegar por eso a iden ¿ícionahdad como comprometimiento del hombre que actúa y se
inserta en este mundo como en su mundo.
tificarse con ella. Y o no soy mi idea, pero yo me realizo en ella.
La aclaración de la «existencia» en la realización activa no se con
sigue en la comunicación sin objeto de los meros individuos, tam
L A «EXISTENCIA» COMO MOVIMIENTO DE LA DISOLUCION DE LA
poco en la objetividad de la realidad empírica del mundo como
SUBJETIVIDAD EN LA OBJETIVIDAD Y DE LA OBJETIVIDAD
todo contemplado y producido, sino participando en ambas : en la EN L A SUBJETIVIDAD
absoluta singularidad individual de mai existencia empírica en co
municación con otros individuos y en las objetividades del mundo, Lo que no es más que objetivo es tan carente de «existencia»
en el que encuentro a los otros individuos. , como lo que sólo es subjetivo.
- 5\ I mportancia existencial de la objetividad .— Si bien la / Para el sujeto lo que sólo es o b je tiv o es lo rigurosamente in-
objetividad y la subjetividad se pueden articular desde distintos / evitable O tro: lo que no es conforme a la realidad perece, lo que
puntos de vista, no por eso se pueden reducir a un principio único I n o se ajusta a la exactitud queda anulado en la contradicción.
ni orinar una totalidad cerrada. Se ha visto que únicamente se Este objetivo se hace subjetivo al ser reconocido ; el reconoci
a an en relación: la objetividad existe en función de la subje- miento de lo existente es la primera y más vacía subjetivización
en la «conciencia en general». La segunda y verdadera subjetiva-
15
24-2 A c laración de la « existencia» La polaridad de subjetividad y objetividad
ción sólo se produce sobre esta b ase: lo exacto es importante para pírica en sus escisiones y en tanto que plenificación mediante con
mí, lo real me afecta y concierne. La objetividad de lo verdadero tenidos, liberta de la oscuridad del mero sentimiento. La satis
es la esencialidad de lo exacto, no ya meramente su validez. La facción en lo válido, como lo que para la conciencia moral objetiva
objetividad de lo real y a no es lo que existe empíricamente; por es en absoluto independiente de mí, libera de la caótica inestabi
el contrario, la mirada clarividente puede experimentar la des lidad como si se patentizase el armazón de la existencia empíri
aparición como el verdadero ser, mientras que la realidad empírica ca. La satisfacción en la sustancialidad de una idea de sumirse
tiene todavía primero que confirmarse para aparecer en la exis en el aislamiento de una existencia empírica atom izada: la exis
tencia empírica como ser. tencia empírica se me hace entonces consciente como un todo, del
Lo que sólo es subjetivo es lo absolutamente incomunicable, el cual yo, como individuo, soy miembro y colaborador. Así, pues,
sentimiento y la vivencia como tal sin contenido ni objeto. Es la la cosa objetiva como objeto, como validez y com o idea me pro
individualidad fortuita en lo arbitrario indefinido, la oscuridad de porciona conciencia, firmeza y contenido.
la conciencia y la confusion, lo que nunca se hace lenguaje y no Asimismo, partiendo de esta objetividad se busca la subjetivi
es más que posible. Lo subjetivo sólo es él mismo cuando se hace dad. La satisfacción en la presencia real de md conciencia liberta
objetivo. ‘ " ----- --------— ----------------- de la irrealidad del ser que sólo está representado. La satisfacción
La orientación intramundana busca lo objetivo como tal y lo en reconocer la exactitud y el deber-ser salva; de la vacuidad del
subjetivo al convertirlo en un objeto. La orientación intramun mero existir por la libertad de la actividad. La satisfacción en el
dana teórica, como tarea científica, es, en el fondo, posible «exis contenido de la idea realizada con otros libra de dispersarse en las
tencia» ; el sentido de la ciencia, en tanto que incondicionado, es totalidades contemplables objetivamente como imágenes, llevando
existencial. El hecho de que las tareas de la existencia empírica a una existencia empírica sustancial en un mundo.
en el ¡mundo estén sometidas a fines, se advierte visiblemente en I El peligro de la aexistencia» en la existencia empírica es aislar-
la orientación intramundana práctica; pero el asumir tareas res I se en la mera subjetividad o sumirse por completo en la mera* cosa
pecto al ser-sí-mismo es existencial. Para la orientación intramun objetiva.
dana, la conexión de lo personal y lo general sólo es investigable 1. L a tr a ic ió n d e l a e x is te n c ia en l a su b je tiv id a d (la v o lu n
relativamente; como existencialmente incondicionada, esa cone ta d e g o ísta d e a is la r s e ). — El sujeto como existencia empírica indi
xión no es solución de un problema, sino una acción real, cuyo vidual, descontento de las objetividades del mundo real, de los hom
resultado, en tanto que realidad empírica temporal queda, a su bres que encuentra y 'd e los fines en que tiene que participar cuan
vez, puesto en cuestión. En todas sus formas objetivas el mundo do quiere ingresar en el (mundo, siente el impulso de volverle la
puede hacerse existencial cuando en ellas se aparece la «existen espalda. Intenta entonces encerrarse en sí misimo como subjetivi
cia» por virtud de su propia realización. dad. Pero un ser-para-sí ilimitado es imposible. En su aislamiento
Sin embargo, la orientación intramundana, como tal, no choca se sentiría inseguro. Todo le saldría mal. No podría ser eficaz con
con la «existencia» .• Hay un salto entre los (métodos del pensa las cosas, ni sincero consigo mismo. La voluntad egoísta de la
miento de las objetividades en la orientación intramundana y el existencia sensible tendría de hecho que volverse contra sí misma
pensamiento existencial de la objetividad. La orientación intra y quedarse sin consistencia y sin libertad en el torbellino de las
mundana puede prescindir del sujeto del pensador y lo hace tanto ' futilidades. La angustia, como conciencia de la falta de «existen
más decisivamente cuanto más pura es. Pero la aclaración de la cia», sería el último resto negativo de la «existencia» ante el hecho
existencia en la objetividad está al mismo tiempo en lo subjetivo. de convertirse por la falta de tensión en mera existencia empí
Subjetividad y objetividad se trasforman una en otra de tal suerte rica vital. ,
que no se pueda obtener ningún resultado fijo. La voluntad egoísta de la existencia empírica como la mala
Partiendo de la subjetividad se busca la objetividad. La satis voluntad puede hacerse consciente en su negatividad. Entonces
facción en lo objetivo, en tanto que claridad de la existencia em las cosas son vistas exactamente de nuevo en relación con la fina-
UÁ Aclaración de la tezistencim
v a polaridad de rubjetividad y objetividad 243
lidad, no obstante, vacía de hacer prevalecer la propia existencia
empírica. Esta negatividad de todo querer en un egocentrismo que vidad reduce & la ciega obediencia, la «existencia» se espanta
se sustrae a la idea y a la propia posible «existencia», puede, en cuando el hombre, movido por la obediencia, como tal, casi me
su seguridad, llegar a ser positiva y eficaz, pero sólo externamenr- cánicamente, renuncia a sí mismo. La solidificación de la objeti
t e ; la proximidad a las cosas y personas no se puede restable vidad es la anulación de la «existencia».
La traición a la «existencia» en las objetividades se realiza en
cer ; la voluntad egoísta consciente se precipita en principio en
la impotencia inevitable en el punto decisivo a consecuencia de formas por las cuales pone lo general como absoluto. Lo que es
la ceguera que le corresponde desde el origen de la existencia objetivo, en cuanto válido generalmente, es tal para la universal
«conciencia en general». Pero ya la idea tiene en los diversos mo
egoísta encerrada en sí misma. Tal posibilidad ha sido puesta en
dos personales en que se cumple un principio de su existencia em
claro en el Ricardo I I I de Shakespeare, cuya seguridad <ryo soy
pírica ; reclama la «existencia» que la soporta. Pero si la objti-
yo mismo solo» no puede ser sobrepujada.
vidad histórica, vaciada de la idea, se degrada convirtiéndose en
De esa voluntad egoísta de la subjetividad que sólo existe em el «interés de la generalidad», entonces también la exigencia de
píricamente y se desliga de la objetividad es esencialmente dis la igualdad de los hombres se hace evidencia incuestionable. En
tinta la voluntad egoísta de la «posible existencia», la cual, con tonces tiene razón el dicho de que un grande hombre es una cala
altiva dignidad, se aparta de lo objetivo considerándolo como lo
midad pública.
que siempre es imperfecto, incompleto. Por el hecho de ver la de
La traición al ser-sí-mismo en las objetividades tergiversa a
ficiencia de toda objetividad real, se arriesga a combatir por la
las objetividades mismas. En la ciencia, por ejemplo, lo válido
realización de lo que para ella es lo único verdadero ; en su incon-
generalmente tiende a servir como medio a las pretensiones de las
dicionalidad se aferra inflexiblemente a criterios absolutos, los
masas, en su generalidad. La ciencia muestra entonces lo válido
cuales ni siquiera para sí misma, por muoho que el propio ser pa
en que la masa cree, sin que ésta, en lo particular, pudiera conce
rezca desarrollarse en lo sobrehumano, puede realizar. En este
birlo por propia intelección. La ciencia se convierte entonces en
caso la separación de la objetividad se realiza por virtud de la
pasión existencial de la idea subjetiva con peligro de que la po fachada de intereses. Siempre que éstos entran en cuenta se- ad
vierte la ambigüedad de la ciencia en su utilización para la gene
sible sustancia de la «existencia» quede traicionada convirtién
ralidad : la ciencia conoce y sabe lo que se desea y cómo se desea.
dose en una subjetividad inmóvil que se va desvaneciendo hasta
Debe responder a la forma propia de su validez general impositiva
no ser más que un punto. Es la grandeza heroica del individuo
sirviendo a to d o s ; la ciencia parece demostrarlo todo cuando no
que se anula a sí mismo en una absoluteidad sin objetividad y que
conserva, mediante una disciplina aristocrática propia, sus corres
se expresa con clara conciencia en la frase de Coriolano.: aYo estoy
pondientes métodos en el sentido del saber. Así, pues, como fe
como si el hombre se hubiera creado a sí mismo.»
nómeno de masas no puede seguir siendo lo que es verdadera
2. T raición d e la « e x is t e n c ia » en la o bjetividad (la c osa qtjb
mente cuando la veracidad existencial la limita. Cuando la «exis
se aísla ) . — La
«existencia» se ve en su existencia empírica, erí tencia» se ha traicionado al dar carácter absoluto a lo que se su
tanto que subjetividad, frente a objetividades independientes (la pone objetivamente válido, ni siquiera puede ya ser concebido
Naturaleza existente, la verdad valedera impositivamente, las ins de un modo puro lo que científicamente es realmente valido. Pues
tituciones del Estado y de la Iglesia que ya encuentra creadas). entonces se confunde todo aquello cuya neta separación es la con
Está abierta para esas objetividades y referida a la trascenden dición del claro saber: lo que para la «conciencia en general» es
cia. La satisfacción específica que la «existencia» experimenta en verdaderamente impositivo, las convicciones emanadas de la idea,
tregándose a las objetividades, tiene, sin embargo, su límite en la la creencia, y todo esto con las dependencias sociales de la opinión.
«existencia» misma. Pues el origen, desde el cual se aprehende la
En la persona individual se p u e d e comprender psicológicamen
objetividad y con ello se mantiene en movimiento y cambio, es
te de qué manera la fijación de la validez general objetiva se con
la «existencia». Mientras el deslizamiento hacia la potente objeti
vierte en traición a la «existencia». La acentuación de Xa objeti-
.Aclaración de la «existencia» La polaridad de subjetividad y objetividad 24T
iñdad está en correlación con una voluntad egoísta solipsista. Y o mundo ni por la definitiva persistencia de lo conquistado, sino
apárezco como representante de la «cosa» y hago entrar a la fuer tan sólo en relación con su trascendencia.
za a mi contorno en ella; de ese modo quedo intacto como yo mis Si, por tanto, la «existencia» tiene que intentar realizarse en la
mo, pero como existencia empírica tengo valor y prestigio. El subjetividad y la objetividad, penetrándolas a ambas, aprehende
solipsismo no se supera por este violento salto atrás a la objetivi en la totalidad, dialécticamente inacabable, la ocasional unifica
dad, sino por la comunicación de «existencia» con «existencia». ción de las dos y se encuentra en ella a sí m ism a; imperfecta, in-
La motivación por virtud de la objetividad aisladora no se puede completable como existencia empírica temporal, sólo encuentra su
mantener permanentemente, sino que ya desde el comienzo se hace pierfección como plenificación del momento. O bien oscila indialéc-
sofística cuando ninguna voluntad de comunicación la mueve. La ticamente de una a otra sin dejar que su mutua copertenencia se
falsa objetividad no es más que defensa propia de la existencia convierta en la fuerza que mueve la existencia empírica —y en
empírica egoísta, su aparente objetividad se convierte en radical tonces se pierde a sí misma.
subjetividad., Una explicación que se propone aclarar la existencia tiene que
examinar primero las formas de la objetividad. Estas determinan,
estimulan, proporcionan a la «existencia» lo que puede producir
LA EXISTENCIA EMPIRICA DE LA «EXISTENCIA» desde sí misma. La subjetividad, por su parte, toma siempre la
NO PUEDE COMPLETARSE forma de objetividad, en la que ya deja de ser sólo subjetividad
que, como tal, no puede participarse.
Pero ninguna f orto a de objetividad se convierte en el Ser en
La «existencia», aunque cierta de sí ¡misma, se encuentra como
absoluto. No hay más que el movimiento por el cual se transfor
existencia empírica temporal en una fragmentación, como si antes
ma la objetividad en subjetividad y viceversa. La posibilidad de
hubiera existido y se hubiera perdido algo perfecto y consumado
solución se realiza, entonces, positivamente para el filosofar supe-
que hay que buscar de nuevo y , sin embargo, nunca se puede
perando la cuestión de subjetividad y objetividad, mediante la
alcanzar.
aclaración del ser originario de la « existencia» para la « existencia»,
'•Por el hecho de que la «existencia», en tanto que existencia
del cual ya nadie puede salirse y mirarlo objetivamente.
empírica, permanece en la escisión de subjetividad y objetividad,
y en ésta la inadecuación entre su subjetividad y objetividad es
insuperable a pesar de la parcial coincidencia, no puede la «exis
tencia» cumplirse cabalmente en ninguna forma. Por esta razón a
toda «existencia» le es inherente, de modo inseparable, su imposi
bilidad de existir empíricamente: el origen autónomo de la «exis
tencia» se encuentra en una situación «histórica» objetiva que al
mismo tiempo es y no es la suya.Los dos extremos, la titánica fuer
za autónoma y el perderse dejándose ir en la marcha del .mundo,
incluyen como posibilidades últimas las manifestaciones realmen
te existenciales, todas las cuales —vistas en conjunto en el tiem
po— fracasan. En la existencia empírica no se puede hacer más
que elegir entre el hundimiento sin tensión de la «existencia» o la
realización, pródiga en tensiones y jamás definitiva, de la «exis
tencia» en la subjetividad y la objetividad.
'Así, pues, Ja realidad existencial nunca se comprende suficien
temente en su último contenido por su acción y resultado en el
CAPITULO UNDECIMO
F O R M A S D E L A O B J E T IV ID A D
Las foranas de la objetividad son, com o tales, el objeto inago
table de la orientación intramundana en las ciencias particulares.
La cuestión filosófica se refiere a la importancia existencia! de es
tas formas.
En cuanto que la existencia empírica sólo existe para el suje- / ,
to como objetividad claramente conocida y en totalidades, se llama / /
espíritu. Espíritu es la unidad de subjetividad y objetividad pero
en forma de objetividad. No es la unidad perfecta o imperfecti
ble, por tanto está en quiebra.
Mientras que el espíritu para la orientación intramundana es
accesible al conocimiento en las esferas de su realidad empírica
por virtud de la conciencia de sí mismo, la pregunta por su im
portancia existencial se dirige a los orígenes donde para la «exis
tencia» están las decisiones en esta objetividad. Desde este punto
de vista, hay en lugar de las múltiples esferas del espíritu, tres
fuerzas (Jakob Burckhardt) : Estado, Religión y Cultura.
La objetividad es, en primer lugar, la de la organización de la
existencia empírica en el tiempo (E stado); en segundo lugar, la
de la participación temporal en el auténtico ser en la eternidad
(Religión), y en tercero, la del lenguaje para comprenderse en el
mundo y la eternidad (Cultura):
a) La existencia empírica en el tiempo (Estado) existe como
producto de la sociedad humana. La voluntad de existir y de per
durar, nacida de la preocupación por la existencia empírica en el
tiempo, busca ordenaciones por las cuales la existencia empírica
quede asegurada y se ensanchen su espacio vital y sus posibilida
des vitales. Cualquiera que sea la forma que tengan las segurida
des y las posibilidades, las trabas y las libertades, en todos los cui
dados de la existencia empírica es el Estado una última y sijjaera-
na instancia ; a saber, la fuerza concentrada de la sociedad que
hace posible una acción decisiva sobre la totalidad. Mediante el
252 Formas de la objetividad 253
Aclaración de la «rexistencia»
poder pretende realizar el hombre en el Estado lo que considera la- La cultura es tan múltiple como el hacer comprensivo y crea
organización duradera y justa para fundar en ella el futuro del ser dor, que va desde la organización práctica de las cosas hasta
del hombre. las creaciones, desde las obras del individuo hasta las institucio
nes y mecanismos de la sociedad. Su significación existencial es
El Estado es la objetividad mediante la cual yo participo en
triba, por ejemplo, en la ciencia, y frente a la pura objetividad
el destino real de la sociedad. Su significación existencial estriba:
de la orientación intramundana, en si la ciencia debe ser concebi
en sí, al reconocer la realidad, me hago responsable de ella, por
da en general (el problema del sentido de la ciencia), si lo imposi
que quiero actuar eficazmente en la configuración de aquello de lo
tivo y efectivo, como tal, tiene que ser reconocido sin condiciones
cual, en definitiva, toda existencia empírica humana depende di
o si taimbién se le puede dar de lado (la cuestión del sacrificiwm
recta o indirectamente, o si, por el contrario, me aparto y vivo en
intellectus). Al valor impositivo de la ciencia, que sólo es una par
el margen ocasional que me dejan los poderes reales, considerando
a éstos y a todo el futuro como algo que no me concierne. te de la objetividad como ámbito de lo que se puede com.pren~
der en común, se añade lo válido en el sentido de lo que sólo es re
b) El hombre en relación con la trascendencia aprehende, su
conocido por todos, lo objetivo en el sentido de las representacio
perando los cuidados de la existencia empírica y la voluntad de
nes comunes, el todo como sustancia común, aunque indetermina
perdurar, la posibilidad de estar seguro en la fugacidad del ser en
da, de la vida. El ámbito de lo que es común e todos tiene signi
el tiempo. En la inseguridad y la impotencia la «existencia» per
ficación existencial, sea que por participar en ello ingreso en el
dura en la existencia empírica, sin embargo, en sí misma en su
mundo al que puedo pertener o, por el contrario, abandono el
trascendencia. Desasido de ]o finito, también lo futuro como fi
mundo y me retiro a una soledad sin mundo y sin contenido; sea
nito queda relativizado para el hombre. El camino hacia la eter
que acepto ese ámbito de lo común como condición de mi existen
nidad que, sesgando el camino de la existencia empírica, conduce
cia empírica en la sociedad y estoy dispuesto a relativizarlo en toda
a la profundidad del fundamento, se recorre en las acciones inte
particularidad o, por el contrario, me someto de hecho a él y sólo
riores y exteriores que determinan radicalmente todo el ser de!
tengo mi ser en la medida en que soy idéntico con lo común a to
hombre. A fuer de realidades inconcebibles para la orientación in
dos, en vez de ser yo mismo.
tramundana, tratadas por ella únicamente como ilusiones eficaces,
constituyen, en su objetividad, que se transmite a lo largo de los ,-Estado, religión y cultura no existen más que juntos. Para la
milenios, la religión. orientación intramundana como sociología, son visibles ciertamen
te sus determinaciones objetivas en infinitas relaciones y combina
La religión es esta objetividad de la relación con la trascen
ciones. Pero su verdadera conjunción sólo se aprehende desde la
dencia en el culto y el saber transmitido, vinculada a la institución
«existencia» del individuo que se vincula a ella de tal suerte que
y autoridad eclesiásticas. Su significación existencial consiste en
significan, por así decir, irradiaciones de un único e inaccesible
que puede traducirse a la «existencia» del individuo o puede ser
fundamento. La «existencia» se realiza plenamente en la objeti
la regulación de una existencia empírica tranquilizada, aunque fal
vidad. Pero las objetividades de Estado, religión y cultura se des
ta de «existencia», o puede combatirse y afirmarse frente a ella,
integran cuando se separan unas de otras. El Estado se converti
reconociéndola como realidad originaria aunque extraña.
ría en el mecanismo sin alma de una mera duración ; la religión,
c) En el mundo y la eternidad, la existencia empírica y kt
en superstición para la existencia empírica angustiada; la cultura,
«existencia» quieren comprender lo que existe y lo que hacen. Des
en puro goce intelectual que, impotente, se olvida de la «existen
de la fabricación y utilización adecuadas de las herramientas para
cia». No hay ninEfuna o b je t iv id a d qiig pueda descansar en sí jnis-
la satisfacción de las necesidades vitales hasta la expresión de la
ma como un ser suficiente. El Estado se vuelve imp’otente si le
realidad trascendente en mitos y dogmas, en el arte, la teología
falta la creencia,” es decir, si le falta la identificación del hombre,
y la filosofía, se crea un segundo mundo : la cultura es creación de
esta comprensión en actos, conocimientos, obras y en el lenguaje como posible «existencia», con él. La religión, aunque dirigida al
como el modo universal de hacerse entender. ser en el desaparecer de la existencia empírica, y aunque sólo es
254 Aclaración de la aexistencia» Formas de la objetividad 25S
real en evolución, se convierte en su objetividad en herencia his 1.° La pretensión ideal de la objetividad en la forma del deber-
tórica ; pero, juntamente con el lenguaje y la institución que se ser ético.
han hecho objetivas, está enlazada al mundo del Estado y de la 2.° Su pretensión real com o realidad empírica en la forma de
cultura. La cultura no vive de sí misma y como formación aca Estado y sociedad.
ba por ser nada ; soportada por la «existencia», vive de la san 3.° La pretensión que exige, y por esto es formativa, la recep
gre de la realidad del Estado y de la sustancia religiosa. Las tres ción del contenido transmitido en la forma de cognoscibilidad: la
objetividades han perdido su origen cuando no cobran de nuevo objetividad del hombre se amplía en la historia, en la cual la to
vida propia por virtud de nuevas apropiaciones y, por el contra talidad de la existencia empírica humana, desde el principio al
rio se aislan y fijan. El Estado, la religión y la cultura pueden per fin, es investigada en la medida que es accesible, e imaginada en
durar como objetividades sin que esta perduración sea signo de un la medida que no lo es ; y se condensa haciéndose imagen: la
auténtico ser. grandeza personal, como figura humana, permite ver lo que el Es
Así, pues, el Estado, la religión y la cultura se tienen que re- tado, la cultura y la religión son en su fundamento, de otro modo
lativizar en su pura objetividad respectiva. Lo incondicionado es inaccesible. En ambos casos, el contenido conocido del ser del
triba en la «existencia», la cual en la realidad histórica se identi hombre se convierte en la posibilidad para la «existencia» que lo
fica con una manifestación concreta de la existencia empírica. L o conoce.
que tiene la preeminencia, n o se puede conocer de un modo gene
ral sino sólo «históricamente» en la posibilidad presente ; pues no
se conoce por la intelección sino mediante la decisión en el origen. PRETENSION DEL DEBER-SER
Pero lo que tiene objetividad no es más que algo general. El
ser-sí-mismo, como tal sin objetividad, sólo existe ingresando,;en Y o no actúo racionalmente cuando actúo de un modo ciego y
lo general y se conquista a sí mismo por virtud de la tensión- en casual. En cuanto que me doy clara cuenta de lo que quiero y de
que está respecto a él. Su propio devenir consiste en desarrollarse qué camino elijo para llegar al fin, pongo a mi acción en conexio
en objetividades. La fuerza del ser-sí-mismo no existe más que en nes por la elección de los medios apropiados para conseguir la fi
la medida en qúe está en situación de articularse en una objeti nalidad todavía incuestionada y por la pregunta por la finalidad
vidad sin ser destruido, de poder someterse hasta la obediencia misma. Para mi acción busco la objetividad orientadora como un
consciente en relación con las finalidades finitas sin renunciar, por deber-ser. Pero al preguntar entro en lo que no tiene término, pues
eso, a la libertad de la decisión autónoma en lo absoluto. ninguna finalidad es fin último para un saber en el m undo; toda
No hay ser-sí-mismo que se aislé y cierre. Puesto que la «exis finalidad queda sometida de nuevo a la misma pregunta: ¿ para
tencia» vive siempre en la rigidez de lo general, guiada por lo le qué? t
gal, y Se la sustancia de la idea que puede quebrantar y superar,
Al actuar tengo conciencia de hacerlo debidamente dentro de
pero no dejar de lado, se hace problemática para sí misma en la las previsiones calculables en general de mi existencia empírica y
medida en que prescinde de tales supuestos y armazones que se sé cuando mi acción está determinada, como debida, por una ley
podía esperar fuesen para ella objetividades válidas en su situa general. Cuando se presupone una finalidad estos medios son los
ción fáctica. debidos, los demás falsos: el deber-ser es relativo a la finalidad.
En lugar de recorrer el m undo inmenso de la religión 1, del Pero cuando se pone en cuestión la finalidad misma, la cual ya no
Estado y de la cultura, veamos la significación que tienen para la es medio, entonces puede reducirse a nada o bien tiene que ser
«existencia» : absoluta: con esta finalidad está vinculado para mí un deber-ser
incondicionado, al cual yo me sé ligado en el tiempo y para la
1 Para la objetividad de la religión véase el capítulo «Filosofía y religión» en eternidad. Y o actúo entonces como verdaderamente yo mismo, no
la primera parte de este libro. porque esa acción me complazca, sino porque tengo la conciencia
Formas de la objetividad 257
'356 Aclaración de la »existencia»
fijada, capricho y obediencia reacia son, como tales, desviaciones
de hacer para siempre lo que es debido. Actuar caprichosamente de la «existencia».
perturba mi conciencia moral y corrompe la fuerza de mi ser: La ley, como pura objetividad, se convierte en un mecanismo
me hago violento o vacilante e indeterminado. En cambio, actuar, muerto. Como coacción exterior de un mandato exige ciega sumi
porque así es lo debido, proporciona una conciencia de que tengo sión. Lo que era forzosidad que la posible «existencia» escuchaba
que actuar así porque así debo hacerlo. El «tener-que», surgido com o su verdadero ser-sí-mismo y se objetivó en el deber-ser, se con
de la «existencia», habla en la conciencia moral como deber-ser, vierte en exterioridad rígida. La ascensión al ser-sí-mismo se con
cuando su contenido cobra expresión objetiva. vierte en la voluntad imperiosa de una vacía necesidad de orden y
1. E l d e ber - ser objetivo y el e x is t e n c ia l .— Si el deber-ser de forma.
es un mundo ya existente de leyes del obrar valederas éticamente, El capricho es la voluntad egoísta, que no brota de la necesi
conforme a las cuales tengo que conducirme, entonces es pura ob dad de un «existir» que impulsa hacia la objetividad, sino de la
jetividad. En cambio, el deber-ser existencial existe en la forma vitalidad de una mera existencia empírica. Se sirve de las objeti
de la apropiación por una subjetividad que se contrapone como vidades del deber-ser y las rechaza del mismo modo, fundamen
objetiva, gracias a lo cual podemos conocerla. Si el deber-ser ob tando siempre en forma sofística sus arbitrarias finalidades.
jetivo encuentra apropiación, entonces ya es decisión de la «exis La obediencia reacia sigue al deber-ser como a un extraño. La
tencia», desde la cual la ley del deber-ser en esta situación «his existencia empírica, en la que la posible «existencia» no se oye y
tórica» es concebida como expresión de su querer, de tal suerte no encuentra ningún camino y, sin embargo, se da cuenta de no
que la subjetividad se sabe determinada por un deber-ser emana estar determinada, busca como salvación la sumisión.
do del origen del «tener-que». Como posible «existencia», el deber- Contra la ley ¡muerta se alza la «existencia» con sus posibili
ser me proporciona claridad y decisión en mi subjetividad, por dades rebeldes a toda determinación rígida; contra el peligro del
que me siento afectado por lo esencial cuando oigo que el deber- capricho caótico, el sentimiento de la le y ; contra la obediencia,
ser me requiere. Como sujeto, estoy tranquilo cuando obedezco, el despertar del ser-sí-mismo.
inquieto cuando resisto, lleno de entusiasmo cuando estoy de he Pero el capricho y la obediencia son afines en su contrapo
cho en consonancia con el deber-ser. Pero, como posible «exis sición. No conocen la objetividad del deber-ser como la suya sino
tencia», también tengo fuerza para defenderme contra todo de como extraña. No sólo el capricho se hace sofístico; también la
ber-ser fijado objetivamente, formulado como ley, cuando no se obediencia trata de doblegar y arreglar a su grado en el ámbito
me presenta como aquel deber-ser que yo mismo soy para mí. de la objetividad lo objetivo a que obedece. Pues en lo que es me
«Existir» significa desear la objetividad y recofiTfceilampero siñ^dfr-^/í ramente objetivo es posible la reflexión sin término que lo pone
jar subsistir la objetividad ¡más que en la medida en que es la ver- I todo en cuestión, porque ninguna objetividad, en tanto que fija
_dadera expresión del camino existencial para esta subjetividad. 1 da, es absoluta y valedera para todos los tiempos, sino que cada una
es singular y ocasional. Por el contrario, en la objetividad aislada
Si hay verdad existencial en la acción libre, que no es coa ccióñ ^
los mandatos éticos, que en su mayoría son prohibiciones, son
por parte de un extraño sino unidad de la voluntad propia con la
equívocos.
inflexibilidad de un deber-ser atendido, lo que como tal verdad
2. Un ejemplo : no m e n t ir á s . —No sólo asiente todo el mun
ya no puede ser concebido en general tiene que quedar, desde lue
do al precepto: no debes mentir, sino que se siente requerido in
go, inaccesible para el pensamiento. Si la inteligencia disociadora
teriormente por una verdad. Pero inmediatamente comienza a li
ataca esta unidad, su verdad tiene que disolverse como si no exis
mitar su alcance por medio de argumentaciones objetivas: Son
tiera en absoluto. Entonces el deber-ser, según la ley de validez permitidas las mentiras necesarias cuando son indispensables en
general, se separa de la voluntad, en tanto que capricho, y la uni interés de otro, por ejemplo, para salvarle la vida. Las mentiras
dad ya no es anás que la obediencia reacia de lo uno respecto a lo en favor de la patria no sólo son permitidas sino que, en ciertos
otro. Estos tres modos separados de la existencia empírica: ley
17
258 Aclaración de la «existencia»
Formas de la objetividad 259
casos concretos, se las exige. Decir siempre la verdad francamente cuentra en posición materialmente segura, será indefectiblemente
es inmoral. N o sólo se puede callar sino que, cuando el callar sea arruinado por los otros. No puede contar con que le aborden de
un decir, se debe decir precisa y directamente lo falso si así lo exi la misma ananera. Por tanto, hay una diferencia esencial en si el
ge un alto interés. otro al que yo me dirijo sinceramente, me responde en comunica
Respecto a estas limitaciones objetivas de la prohibición y es ción al mismo nivel y con idéntica intención o si, como la «Natu
tas justificaciones de la mentira, hay que decir que tales razona raleza», se me contrapone como extraño. Aun el más veraz no re
mientos nunca convencen de veras. Quien ha sido una vez poseído para en emplear engaños y ardides, por ejemplo, contra los ani
por la posibilidad de decir exclusivamente la verdad, siempre re males peligrosos. Cuando el hombre se me acerca en la actitud tá
celará de tales razonamientos que se amoldan a las realidades y cita y semi-inconsciente del homo homini lupus, estoy perdido tam
engañan acerca del origen del deber-ser. Pues ¿quién decide si el bién frente a él como frente a los animales si no soy precavido y
bien de la patria o la vida de otro exigen la mentira, quién decide acepto el combate. Pero si el hombre se me acerca como posible
si la patria y la vida de otro están entre los modos de «existencia» «existencia», que se dirige como él mismo a mí mismo, entonces,
respecto de los cuales puede ser exigida la renuncia a la veracidad ? aun en el caso de la máxima deficiencia y constante desviación, la
Cuando yo digo que hay casos en que puedo mentir, nadie sabe situación es, en principio, distinta: yo me puedo confiar a la ra
ya con seguridad si yo considero que tal caso se produce respecto a zón y la posible «existencia» del otro en la medida en que yo las
é l ; la confianza con que se espera la verdad cesa entonces. Cuando aporte, es decir, sin condiciones, no en el sentido de cálculo refle
miento, en el mismo instante pierdo, ante mí mismo, la dignidad que xivo sino en el sentido de la mutua posibilidad de corregirnos por
poseo cuando yo sólo digo en absoluto lo que tengo por verdad. virtud de nuestra disposición sincera.
Y o me he doblegado a un poder que pudo imponerme la mentira. Hay la posibilidad de una existencia empírica de absoluta ve
Por esta razón los filósofos han prohibido con un radicalismo ab racidad con el peligro o la certidumbre de perecer, como hay tam
soluto la mentira: la mentira es, en tanto que acción, una contra bién una existencia empírica de posible santidad, la cual, cuando
dicción en sí misma y anula toda moralidad. no cede a ningún compromiso, siempre puede naufragar. Con la
Si miento, no lo puedo justificar. El intento de traer a la ob existencia empírica está ligada una insuprimible conciencia de cul
jetividad lo que he hecho con la mentira, puede muy bien diluci pa. Es en esta solamente donde se funda el miedo de expresar
dar y profundizar lo que era realmente, pero no deducir de ello como exigencia absoluta tan justo precepto colmo el de «no debes
ninguna ley. Por el contrario, la ley «no debes mentir» subsiste mentir». Precisamente quien ie formula a la ligera, quien proba
como ley ineludiblemente general. La cuestión es sólo la de si pue blemente con cargante alarde actúa conforme a él, suele incurrir
de haber una acción verdadera, existencial, que no sea concebida de la manera más grave en la inveracidad y tanto más ostensible
como verdad partiendo de una ley general y que, por tanto, no mente cuando la actitud de exhibir solemnemente la veracidad y
puede ser formulada en su autenticidad y, en consecuencia, no es el énfasis redundante parecen decir lo contrario.
ejemplo. Esta cuestión tiene que quedar en suspenso. Objetiva La absoluta veracidad de la «existencia» no puede caracteri
mente habría que negarla. P ero esa pregunta no pretende saber zarse objetivamente, es decir, tan sólo por virtud de las acciones
objetivamente sino penetrar con su mirada en un «existir» que en exteriores. El que no quiere mentir nunca objetivamente, se vale
su subjetividad y objetividad — y moviéndose-en ambas— no pue de infinitos sofismas y justificaciones, de explicaciones y olvidos y
de manifestarse adecuadamente por ninguna de ellas y, sin embar de una reserva que extiende como una niebla sobre toda su vida.
go, para sí se realiza en la certidumbre del deber-ser de tal modo En cambio, quien de veras no quiere mentir evita la niebla.
que no es accesible a una generalización. Sólo se puede dilucidar El se sume en su existencia empírica con radical implacabilidad,
sin definir: con 1»- conciencia del primero y último d eb er: no mentirse ja
Un hombre absolutamente franco, siempre veraz, salvo cuan más a sí mismo, ni al amigo. Aquí está la raíz y el fundamento
do en ciertas condiciones favorables y transitorias de vida se e&- de toda veracidad, su cumplimiento está exigido absolutamente.
260 Aclaración de la « existencia»
Pero esta exigencia de veracidad, precisamente se afloja en su pro Formas de la objetividad 261
pio criterio cuando no se realiza la comunicación: contra la exis
tencia empírica enemiga absoluta empleo ardides ; contra los sim que es propia de los preceptos jurídicos cuando son derecho posi
plemente conocidos, contra, los que me abordan superficialmen tivo. Así, pues, los preceptos éticos no son en absoluto unívocos;
te empleo el silencio; contra muchos, las semi-mentiras conven no es posible subsumir bajo ellos racionalmente de un modo direc
cionales en reciprocidad. L a veracidad exige reconocer como un to y sencillo. Necesitan interpretación, no sólo como los precep
hecho que se miente dondequiera. La veracidad exige tener como tos del derecho mediante consideraciones objetivas, sino por la re
posible que la mentira puede ser en ciertas situaciones una acción sonancia de la subjetividad que se transforma por virtud de la li
veraz, pero sin que por eso sea verdad en el sentido de ley válida bertad. Así, ni válidos ni inválidos, antes bien imprevisibles, son,
objetivamente. sin embargo, ciertos en su contenido suscitado por la exigencia.
No hay más que auxilios pasajeros para separar a los que me Si, no obstante, en el análisis de los preceptos éticos se llega
pertenecen y las imasas en su debilidad, impulsividad y deslealtad. a una doble moral que destaca a un pequeño grupo de hombres
Separar una moral interior de una moral exterior es una factici- sobre el resto, esta apariencia engaña. Los preceptos éticos no se
dad empírica-sociológica : es un recurso cuando no se desea la rui pueden limitar ni someter a condiciones como los preceptos del
na de un grupo vinculado entre sí existencialmente, cuando, por derecho — entonces serían manajados a su vez como preceptos ju
tanto, la veracidad a todo precio como negatividad acósmica pa rídicos— , sino que pueden moverse en su diaíéctica objetiva para
rece insincera. Siempre subsiste la pretensión de que toda existen hacer sentir existencialmente la incondicionalidad que en ellos se
cia empírica humana, como ente racional y como posible «exis expresa.
tencia», puede transformarse, entrar conmigo en otra relación, y Objetivamente no hay más que un único obrar verdaderamen
acaso llegar a ser amigo. El hombre está frente al hombre en una te moral, que en sus reglas generales es reconocido por todos los
pretensión insupriimible de reciprocidad. Incluso cuando alguien, hombres del mismo modo : no matarás, no mentirás, no robarás,
abordándome amistosamente, >me dice cosas lisonjeras pero al mis no cometarás adulterio, etc. Son preceptos comprensibles externa
mo tiempo frente a otros me niega y dondequiera aprovecha la oca mente, que no se presentan en la historia cambiando de modo arbi
sión para, de paso, actuar contra m í; cuando mediante preguntas trario, sino que, limitados en sus modificaciones, expresan como
aparentemente fortuitas me extrae lo que quiere saber, dejándo válido algo humano de carácter general. A menudo han sido nega
me, sin embargo, completamente a oscuras acerca de lo que hace dos, pero vuelven a emerger de nuevo espontáneamente y como
y quiere, nunca puedo, sin embargo, poner el punto final dicien evidentes. Sin embargo, en primer lugar, no son absolutos, porque
do : no hay que darle vueltas, se ha acabado; sino que siempre, entonces el único camino del «existir» sería vivir según ese deber-
donde el hombre existe, todo es posible, sólo en la situación pue ser general y objetivo y, en segundo lugar, son demasiado poco ;
de ser necesaria una acción concreta que se convierta en culpa y, necesitan de la libertad para apropiárselos «históricamente». Ob
sm embargo, sea verdacrpara una existencia empírica temporal en jetivamente no hay más que una moral válida de preceptos gene
el «mundo. rales. Pero la validez objetiva no agota lo que es la verdad de ia
3. P receptos éticos y preceptos jurídicos .— Las leyes del acción existencial en la conciencia de su deber-ser. La objetividad
deber-ser, que como el precepto «no mentirás», rigen como objeti procura una falsa incondicionalidad de consecuencias externas ra
vas, formulables en general, en su aislamiento objetivo ya no son cionales, suministra lo debido que en apariencia está ahí como una
puramente éticas : como tales reciben el carácter de preceptos de cosa constituida. Pero lo justo sólo existe en la tensión de la lu
derecho. En tal calidad son, por así decir, mecánicas, muertas, cha, no sólo en la lucha de lo válido con lo instintivo, sino esen
dicen siempre lo mismo y significan, cuando son obedecidas, la po cialmente en la lucha de lo objetivo contra lo subjetivo y de lo
sibilidad de calcular las acciones. Parecen entonces absolutamente objetivo consigo mismo. Lo que solamente es objetivo reclama
válidas. Unicamente les falta para su vigencia la fuerza coactiva validez general; la «existencia» quiere la verdad en la subjetivi
dad y objetividad. Aunque sólo hay una moral, sin embargo, fren
te a lo que es general objetivamente, hay la excepción. La excep
263 Aclaraci&n de la * existencia» Formas de la objetividad 263
ción es, conforme a su esencia, lo que no se puede fundamentar ; ser exigencia mía a mí mismo, y se extiende solaJmente a aquel con
por tanto objetivamente no sólo es incierta, insegura, sino, por el el cual, como posible «existencia», entro en comunicación. Y o
hecho de estar contra la objetividad, absolutamente problemáti exijo, desde la posible «existencia», cuando experimento o espe
ca. La excepción tiene que arriesgarse, y experimenta dos cosas: ro del otro lo mismo y al mismo nivel. No se exige en su objeti
el auténtico ser-sí-mismo como verdad y, en tanto que no puede vidad lo que está formulado en general, sino siguiendo ese camino,
justificarse objetivamente, la culpa. No se manifiesta voluntaria mediante ello, una apropiación y un ser-sí-misuno ; no la exterio
mente a cualquiera ; le repugna la imitación. No se puede objeti ridad de la obediencia sino la interioridad del «existir». No es un
var en un precepto general como el de que «en tal caso lo debido exigir a distancia, no es saber mejor, no es tampoco un conducir,
es esto o lo otro», pues no se la puede trazar ningún límite. La ac sino que es, por así decirlo, a modo del soliloquio de la conciencia
ción excepcional se dirige a la propia responsabilidad y al propio consigo m ism a; no es un exigir como anticipación de lo determi
peligro sin ejemplo ni generalidad. En el caso de darse a conocer nado sino que en la comunicación una conciencia absoluta entra
exteriormente, su acción, si estuviera en contradicción con el sen en contacto con la conciencia absoluta aunque esta misma sea
tido común, con las reglas sociales o las leyes penales, quedaría incomunicable.
castigada mediante la burla, la exclusión o la pena, a causa de la Las condiciones para que sea posible tal exigencia no se pue
arbitrariedad de sus decisiones absolutamente prohibida a los hom den formular objetivamente ; sólo son expresables en la apelación.
bres en la sociedad. Podría ser que las acciones más veraces au S on : la sinceridad, la reserva mental de que todo decir puede ser
ténticamente existenciales sean aquellas que tienen un rasgo de esta corregido, el hablar con la responsabilidad de lo dicho, que se ha
inobjetividad, el cual si no se Jiace visible es porque no entra en pensado seria y no fortuitamente; la liberación de la voluntad
conflicto directo con una ley objetiva. egoísta que, como pretensión de prestigio y querer tener razón a
4. D eber - ser y tr asc en d en c ia .—El deber-ser en su objetivi toda costa, distanciaría inmediatamente; la ausencia de toda me
dad es, como existencial, la fuerza irresistible de la exigencia de dida defensiva, como por ejemplo, que se exija falsamente que no
la presencia de mi ser-sí-mismo en mí. Dondequiera que soy pro se deba entrar en mayor intim idad; la imposibilidad de traicionar
piamente yo mismo, sin embargo, no soy sólo yo solo. De aquí por el silencio, por conversaciones desviantes con un tercero, un
que yo sienta dentro de mí en la incondicionalidad del deber- arreglo inteligente de la relación ; la conciencia de no ser en abso
ser, la trascendencia. Es la incondicionalidad en el auténtico de luto sin el otro lo que se es ; y aún más : el sentido de la situación,
ber-ser la que, en lugar de tomarlo como escrito cifrado, el cual de la sazón, de las formas, y de las inevitabilidades anímicas de
es incomparable, hizo aparecer el deber-ser como mandato de la nuestra existencia empírica ; no exigirlo todo como presente en
divinidad. El imperativo del deber-ser ya no es la palabra de Dios ; todo tiempo, pero no olvidar nunca lo propio y lo auténtico como
Dios queda, como tal, oculto. Sólo la fe ingenua y la petulancia supuesto simple, y , sin embargo, despertarlo siempre de nuevo en
lo usurpan para sí. El deber-ser incondicionado es el deber-ser au sí (mismo y en el otro.
tónomo de la libertad de la «existencia», que se escucha a sí mis 6. P o sibilid ad d e u n a ética filosófica .—Cuando los rígidos
ma, y en él está en relación con su trascendencia. Lo que ella es mandatos y prohibiciones, que se pueden pensar racionalmente y
cucha com o lo justo es su ser-sí-mismo. Que Dios lo quiere es la aplicar como preceptos del derecho, han perdido su carácter ab
expresión peligrosa y discutible de la seguridad metafísica de la soluto, no queda a la posible «existencia», por virtud del filosofar,
«existencia» cuando ésta se mantiene fiel a su fundamento más una ética posible que declare lo verdadero, sino una ética que sus
íntimo. cité,- tanto más decisivamente en el ser-sí-mismo, el contenido me
5. E l se ntid o d e la e x ig e n c ia .—Con el deber-ser está enlaza diante la dilucidación dialéctica. Esta ética no se podría bosquejar
da una exigencia. Lo que tiene validez general, que reviste la for abstractamente sino que tendría que concebir el deber-ser en la
ma de un precepto del derecho, es algo impersonal que se espera realidad empírica de la comunidad de la familia, de la sociedad, del
de todos los hombres. La auténtica exigencia tiene el carácter -de Estado, de la religión, por último, en el ámbito de lo producido y
264 A c la r a c ió n de la «existencia» Formas de la objetividad 265
comprendido en la cultura que comunica y liga a los hombres. En ía La objetividad de la sociedad es la realidad empírica envolven
concreción del contenido real esta ética se dirigiría a los orígenes del te, en cuanto que es el mundo de los hombres. Si quiero hacérmela
hombre en su ser-sí-mismo, en cuanto que ellos penetran en todos los objeto e investigarla, puesto que yo también tengo la posibilidad
sentidos la posibilidad de actuar en el mundo histórico. Como su de salir de ella, entonces no es nada más que objetividad. Pero
puestos de su pensamiento, esa ética estaría dispuesta a reconocer y es algo más que esto — a saber, objetiva y subjetiva a la vez— ,
admitir lo que es real sin poner absolutamente la realidad de la cuando vivo en ella. Pues es el escenario de la posible «existencia»
existencia empírica como criterio y fuente; además, en la refle y manifestación de una trascendencia cuando de modo auténtico
xión infinita, cuyo preguntar e imaginar no conoce límites, la estoy realmente en ella.
concienzuda separación de la violencia demoledora y de la incon-
dicionalidad creadora; finalmente en el hablar y el escuchar el
encuentro del fundamento de un ser-sí-mismo que existe y respon A) La importancia existencial del Estado y la Sociedad.
de de sí mi^mo. Esta ética no podría, por tanto, moverse en un
único plano de lo general. Su dilucidación de toda realidad activa 1. Elem entos d e l cuidado de la existencia empírica (do
tendría que abarcar tanto a los hombres selectos que se destacan minio, propiedad, orden).-—Si no hubiera más que «existencias»
sobre la posibilidad media como al germen mas primitivo del ser- perfectas en la infinita transparencia de su comunidad, no habría
sí-mismo en su despertar, la clara ascensión y la irresolución que existencia empírica. Pero en ésta hay, juntamente con la resisten
se embrolla en sí misma; en suma, todas las variaciones, grados cia de lo que no tiene «existencia», la imperfección de toda «exis
y matices que no se pueden fijar objetivamente pero que penetran tencia» : Es preciso crear primero el espacio para la « existencia» :
toda la vida humana. yo quiero dominar cuando no puedo amar en comunicación exis-
tencial, porque el dominio es necesario para ampliar la existen-
cia empírica en que la «existencia» debe realizarse.
LA PRETENSION DE LA REALIDAD DE LA EXISTENCIA EMPIRICA EN Esta voluntad de dominio se sitúa despreocupadamente frente
EL ESTADO Y LA SOCIEDAD a la Naturaleza ; con ésta no es posible más que esta relación,
pues aun la relación contemplativa es una forma de dominio. Pero
No hay existencia empírica humana más que en la sociedad. frente al hombre la voluntad de dominio es consecuencia del fra
Esta ha sido para todo individuo la condición material de su des caso propio y del fracaso de los demás ; es inevitable; sin ella la
arrollo. Ella le proporcionó las condiciones de vida y la tradición existencia empírica humana no es posible de heoho, porque se di
por virtud de la cual despertó espiritualmente y llegó a ser lo que solvería en la anarquía de la lucha por la existencia de todos con
es. Y sigue siendo la condición de su existencia empírica: la lle tra to d o s: el dominio, el mando, es quien dirige la creación obje
varía consigo aun en el caso de que se pudiera encerrar solitario tiva en la cual sólo una ordenación del conjunto proporciona a
en un isla. cada individuo su espacio real.
La sociedad existe objetivamente en las instituciones dadas en El ser-sí-mismo necesita y quiere un margen de existencia em
cada caso, en las profesiones y funciones, en el Estado, en las exi pírica en el cual le corresponda el poder de disvosir.iAn sohrp lac
gencias que rigen como evidentes para el modo de comportarse. cosas como sobre lo que no es el hombre. Este poder de disposi
Pero estas objetividades sólo son reales en el querer y actuar de ción es la propiedad, cuando está limitado por el poder de dispo
hecho de los individuos que viven en ellas, mediante su realiza sición de otro. Es el sentimiento de la propiedad que hace posible
ción sobre la base de las subjetividades. La sociedad es una tota- la r e a lid a d . am^íripa riel ser-sí-mismo: el trato con las cosas que
lidad( 4e realidad empírica que está frente al individuo, el cual están en mi poder, la objetividad de mi hacer en lo producido con
puede elegir entre anularse excluyéndose en su subjetividad o , la materia de las cosas., el desarrollo de mi propio mundo, tal
ingresando en la objetividad, desarrollarse en ella. romo está penetrado «históricamente» en la continuidad de mi
36* Aclaración de la « existencia» Formas de la objetividad 26T
,vxda. Por su virtud es posible el plan y el sentido de la vida para vinculada a la forma de la propiedad, una santidad desasida del
una duración limitada; el heredero recibe con estos supuestos y mundo puede basarse en la id e a : la abandono para escaparme del
sobre la base del trabajo y a hecho por el padre, la obligación’ de mundo. O bien el hombre sin fortuna puede decir: la suprimo para
concebir su posibilidad, y la responsabilidad para con sus descen que nadie la tenga y ninguno pueda ser más que otro. La justicia
dientes de que les da también una base. Por esta razón hay en la que pretende un reparto «equitativo» se hace inmediatamente in
■satisfacción de la propiedad, que al principio no es más que el justa cuando cree instituir de hecho ese reparto. Pues comoquiera
goce del poder de disposición, un noble orgullo por la pretensión y que la injusticia, aunque sea combatida, siempre rebrota en la or
la oportunidad que existe en la propiedad. El que hereda y el que denación del conjunto, se pregunta solamente en qué forma hay
adquiere no viven al día sino en la perspectiva histórica, partien- que soportarla. De aquí también que a la propiedad esté vincula
dode lo recibido, hacia la posibilidad futura. De aquí también, de da la culpa que es inevitable cuando se ha aclarado la situación
hecho, un respeto ante el propietario, incluso en la lucha sistemá límite de la «existencia» en la realidad empírica.
tica contra la propiedad privada, y de aquí, dondequiera, el des Pero la pretensión de la objetividad de la propiedad es, no sólo
precio hacia aquel que ¡malbarata frívolamente su posibilidad y comportarse respecto a ella con la conciencia originaria de la pro
la de sus descendientes.
pia existencia empírica, sino hacerla servir en ersentido que es el
Puesto que la existencia empírica del hombre en el mundo está único para la «existencia» : promover la posibilidad más alta del
vinculada a la propiedad, la única cuestión es cómo se adquiere, hombre. ' " ’
imita y reparte esta propiedad, y cuál pertenece al individuo, a La propiedad está siempre ligada a la totalidad del orden de
la familia, a los grupos mayores, al Estado. La abolición de la
la sociedad.
propiedad significa su restablecimiento en una nueva forma. Exis
El hecho de que yo quiera orden expresa la voluntad de la
te allí donde el poder de disposición no corresponde a todos sino
«existencia» a realizarse en el mundo. El dominio es condición de
a ciertos y limitados individuos. Lo que pertenece al Estado está
un orden; dentro de él, la propiedad es la condición para que el
sometido, bajo ciertas condiciones, al poder de disposición de sus
individuo disponga de un margen de existencia empírica en que
funcionarios. Por mucho que sea lo que se convierte en propiedad
vivir. Así, pues, el valor de la forma y la ley en la institución no
de amplias colectividades, siempre queda un espacio privado de
es cosa externa para quien vive en el origen de su sentido: su
existencia pnpírica, aun cuando sea estrecho, o en otro caso, el
obediencia no es formalismo sino la cosa misma, cuya firmeza
hombre deja de poder ser él mismo y se convierte en esclavo’ de
exige que no pueda ser trasgredido aquello cuya seguridad invio
aquellos que, en nombre de la colectividad, disponen de la propie
dad común. lable significa la conservación y conexión del conjunto para la rea
lización dél hombre en él.
7""~Por el hecho de que Ir. propiedad aumenta, en parte, por la suer
te y el azar, en parte p e l a astucia y la violencia, en parte por los La forma en que quiero la ordenación, en la cual es posible la
beneficios del trabajo n etódico y, en cada caso, crea diferencias pretensión de propiedad como libre dominio del respectivo espa
jerárquicas que, juntamente con el espacio empírico, también ha cio empírico para que se despliegue la propia «existencia», signi
cen posible a toda «existencia» su realización sustancial en formas fica no sólo la forma cómo deseo la institución y el gobierno de
dnerentes, por ese hecho están vinculados a la propiedad el odio las cosas humanas en conjunto, sino también la forma cómo de
y la envidia, la angustia por su seguridad, la altanería de unos y seo a los hombres en tanto que individuos: yo deseo las normas
la^ impotencia de otros; nadie está enteramente asentado sobre sí de ordenación en las cuales la dignidad del hombre, que se me ha
mismo sino en la conexión de las generaciones o en el caos de re hecho visible, sea posible del modo más ilimitado. Pero esto no lo
cibir sólo momentáneamente y disipar una propiedad, de lo cual conozco conforme a un plan general para siempre y para todos,
.nada justo puede provenir. ( sino, sobre la base del respectivo saber intramundano, tan sólo en
En esta situación de la existencia entera del hombre que está la situación «histórica», y con resultado decisivo, tan solo en el
Forman de la objetividad
269
268
Aclaración de la ^existencia»
lugar. La regulación de los nacimientos cuida de que el número de
■momento, para aquello que ahora se ha de hacer, se ha de eximr los descendientes sea suficiente, ni demasiado grande ni demasiado
se ha de desear. escaso.
La pretensión de la objetividad de la realidad empírica se pue Pero por mucho que este ideal sea imaginado y realizado a tro
de aclarar filosóficamente en su aspecto general, pero sin que de zos, nunca llega a ser una realidad consistente, sino que constan
eI1° a deducirse un actuar concreto. temente vuelve a derrumbarse. Las condiciones permanentes nece
sarias para su existencia están sometidas a cambios imprevisi
— En C U SI1-
bles. El desigual crecimiento de los grupos de población, la pérdida
? j® / °^3 vi^ ad 'a existencia empgfca én ftl miando como
de grandes masas humanas a causa de acontecimientos naturales y
¡ 2 * “ u e d í ' f da<1 ^ l0S CvMad0S y seguridades de esa eanls- enfermedades, una multiplicación de la población que rebasa el
v S £ ede-i eSrUIla C° nstrucción cuy° objeto sea conservar límite del abastecimiento posible, el descenso de la población por
y ampliar la existencia empírica, en el sentido de salud y dicha
la disminución de los nacimientos, crean situaciones que ya no se
L” ‘ w . d ¿ v I,ndiVÍdUOS,-'” edi“ le '* - - e i í ¿ t : pueden dominar racionalmente. Se agotan las fuentes de primeras
con seS S T * medlosJsean Jugados según su utilidad para materias. Nuevos inventos técnicos arruinan la realidad existente.
Dable V a eSta, dete™ ada C a lidad de un modo continuo y pal-
p ble. La perduración, la amplitud y extensión de la vid? y d - 1* Los trabajos siempre permanentes y que resurgen siempre en formas
visión Son fines últim os; el poder y la disposición sobre nuevas, inevitables para la existencia empírica de todos, los cua
les ponen en peligro la vida del trabajador, y más o menos empo
ria universal.0 medÍOS' ^ 63 d ideal de Un Estado-beneficen- brecen su existencia empírica, tienen que ser realizados forzosa
mente. La racionalización tropieza con los límites de las cualida
n erdStLSn !íiaÍ Íd?ideS ^ “ SU totalidad> significan una vida ge- des personales de los hombres, las condiciones de la mayoría y las
varnpnt donde<i™era, que sólo se puede aumentar cuantitati-
capacidades de los que se presentan como directores. La ocasio
DÍ-Sa T o í« n’ Cn+ ° ’ U“ a condición Para toda existencia em- nal organización del conjunto, sea gobernada desde un centro o
puxca. Toda existencia empírica tiene que quererlos. Si pretendie
ra negarlos en- absoluto, tendría que perecer. Pero, no obstante producida de hecho por una vaga cooperación, pone a la luz im
no pueden ser los fines últim os; un mundo en que se realicen por previstas perturbaciones : falsas distribuciones, paro en el traba
jo y las miserias consiguientes. La situación cambia con distintos
T -qUe finalidades generales se patentiza como y nuevos conocimientos y con la conciencia de las generaciones
insostenible por sí mismo.
recien llegadas. Se modifican los hambres en sus cualidades ra
«n f i n « r í ™Undo 110 se 'Puede P aginar concretamente. Cierto que ciales y, juntamente con el contenido de la tradición trasmitida,
dos F n PareCf ^ d S6gUr0 ^°Ce de la vida Para to- de una generación a otra. Cambia incluso aquello en que sienten
aue iS .» HP° ne satisfacción de las necesidades. Los productos alegría. Por mucho que consigan las ordenaciones, para todo indi
aauí n T t T i 606, ! " 103 n° 56 pU6den obtener sin trabajo. De viduo la enfermedad y la muerte son el límite de su bienestar, para
Jm oT t i ! ° ? teüer Un máccim° de g u e t o s con L mí- todos la inevitable selección de los hambres, el aplastamiento por
n rtlo L T f ? í 3°- Paia conseSuirlo> los medios son: tec- "una coacción siempre necesaria y, por último, la violencia de las
lizarfn T i traba3 °.mediante inventos que sirvan para raciona- guerras. Por mucho que se quiera representar un estado durade
minai r V a/ r a iSlmplíflCaCÍÓn del Proceso de fabricación, eli- ro, incluso sobre el supuesto de un conocimiento perfecto, siempre
ciór PTi 6 ° °S i ^ o n e s intermedios superfluos, produc hay algo que desafina a causa de la sinfinitud de todas las condi
iría ^ “ asa,con arregj° a tipos. Además ha de cuidarse de la ale- ciones que cambian incesantemente.
\ «1 trabaio ^ r ’ CS . lr’ P rocurar un estado psíquico en el .cual b) Si se pudiera imaginar cabalmente que se realiza la satis
l una conripn . reaice sl° Pen a con un mínimo de resistencia y con facción universal de las necesidades en una situación estable de la
S S ” 1 ~ POr .ejemPl0 de s™ en su p u e s t o - que al me- existencia empírica de la humanidad en el mundo, el hombre segui-
sentido " E l ? 06 ^ j 1^ 0 sentimiento de que se realiza algo con
l ’ ^ ^ aptitudes pone a cada uno en su debido
270
A. claración de la « existencia:»
Formas de la objetividad
na sin satisfacción. Y a desde el punto de vista psicológico es imposi cerrar de hecho en sí mismo, ni, desde el punto de vista existeu-
ble la satisfacción por el mero goce de la vida. A la saciedad y la re cial, es un posible fin último, sino que en él se m an ifiesta lo cu e
gularidad sigue el hastío; la necesidad de cambio es elemental como fin no puede ser querido. Es cierto que para vivir tenemos que
Es cierto que puede seducir por un momento al hombre en su mi aspirar a nuestro estado ideal eudemonístico, pero esta aspiración y
seria la idea de una situación estable. Pero en la dicha de la per su realización relativa no son más que un «existir», el cual, fracasan
fección, su existencia empírica le resultaría aburrida. Si la idea do como existencia empírica temporal, puede llegar a estar cierto de
fuera creída en serio o se la concibiera como inevitablemente ver sí mismo precisamente en el fracaso, y presupone la realización in-
dadera, acabaría por ser insoportable la conciencia de que las co condicionada e ilimitada en la objetividad de la realidad empírica.
sas seguirán existiendo siempre como ahora. Ya en medio de la
Todas las utopías inmanentes de una realidad mundial definitiva
regularidad de nuestro mundo de miseria, el placer de la aven mente justa son una traición a la «existencia», pero como lo son
tura, de la vida peligrosa, de lo inesperado e imprevisible, que
también todas las disipaciones subjetivistas de la propia existencia
branta el orden que trata de consolidarse. La seguridad de la exis empírica en un juego aventurero.
tencia empírica del término medio se desprecia y, en cambio se
Al representar la objetividad de la sociedad como la seguridad
ama lo extravagante como tal. Lo que de este modo el individuo
común de la existencia empírica se nos presenta inmediatamente
movido por su subjetividad ciega para el conjunto, saliéndose de
a la vista la economía. Esta procura los medios materiales y con
su aburrimiento, realiza sólo en el vacío contra las ordenaciones
ello la satisfacción de todas las necesidades vitales. Dada la limi
del mundo, se convierte de hecho en cabal y henchido presente,
tación de lo económico y el hecho de que en la sociedad también
incluso para una subjetividad que tiene a la vista el conjunto de
se trata de algo diferente de la existencia empírica y el deleite,
la objetividad y vive en él. Este conjunto, opaco en su origen y
la finalidad se am plia: en el aparato también tienen su puesto
su futuro, está en constante agitación; parece algo así como una
las « tareas de la culturar). La educación, como mediadora»-de la
única e inmensa aventura de la hutaanidad, la cual, empero, se ha
tradición y copio adiestramiento de la capacidad de rendimiento
emprendido precisamente porque el camino en la objetividad y
eñ servicio de la totalidad, el cuidado de los goces espirituales por
la ordenación se ensaya de hecho hasta el límite posible. Preten
medio de los museos, bibliotecas, teatros, exposiciones; por últi
der la duración y la consistencia significa sufrir el verdadero y ne
mo, la orientación y el entretenimiento gracias a los periódicos se
cesario fracaso. La aventura de la subjetividad aislada es, de cier
convierte en un hacer guiado por un plan. Además, no sólo se ase
to, un fracaso anticipado y , por tanto, falso, sin necesidad, pero
gura, dentro de ciertos límites, la existencia empírica por virtud
la conciencia del destino del hombre en la marcha de las cosas es
de una forma de la propiedad sino también la forma de conviven
la verdad que sobrepasa toda la racionalidad del Estado-benefi
cia en el matrimonio y la familia y en las múltiples relaciones de los
cencia, y que se realiza en el hombre que es sí-mismo entrando sin
reservas en la objetividad íntegra. hom bres; incluso el culto religioso queda protegido como todo lo
que fomenta la sociedad o no la perturba. La lucha y la guerra
c) Si la existencia empírica inmanente en el mundo fuera per son consideradas como algo que debe ser eliminado porque no tu
fecta, el hombre estaría en ella sin dignidad. La finitud en tanto vieron por qué existir.
q u efelicidadjnmanente, es envilecedora cuando se convierte, en el
Si de este modo, en conclusión, todo lo que se presenta en la
jm jt it im o : el hombre pierde entonces siTtrascendencia. EstaTefi-
existencia empírica del hombre en el mundo queda incluido en
ad inmanente le pertenece tan sólo como reflejo del auténtico ser,
esta representación de la objetividad, sin embargo, sólo es como
como una realización de su presencia en el mundo bajo condiciones
lo que se presenta, por tanto exterior, y se articula en ella sólo
limitadoras, como serenidad fundada en la conciencia de que la exis
como medio y como un fin relativo, concebido sólo como satisfac
tencia empírica temporal es, en absoluto, fugaz, y fracasa. ^
ción de las necesidades. La sociedad es el mundo de los muchos,
3- LOS LTMITES DE LA BENEFICENCIA MUNDIAL EN LA «EXISTEN- como mundo unido y acorde en una «conciencia en general», en los
cía». sí, pues, el mundo de la sociedad humana no se puede" papeles generales que, concebidos como necesidades especiales, son,
273 Aclaración de la <cexistencia»
18
274 Aclaración de la «existencia* Formas de la objetividad
375
cia empírica en el mundo se aisle y cierre y el descubrimiento del los Hombres': lo que importa es la clase de hombres que vivirá en
fracaso hacen volver a la situación de que la existencia empírica el futuro. Cierto es que mientras que se conserve un marco común
sólo cobra realidad en la lucha y en la posibilidad de la lucha. de «conciencia en general», una solidaridad del hombre como tal con
Ninguna sociedad subsiste por sí. Existe como Estado y como una organización de la existencia empírica en reciprocidad, no se
tal está en lucha: como Estado, con otros Estados y como Estado, manifiesta lo que únicamente en la colisión de las condiciones ma
consigo mismo para formar la voluntad que en él decide. teriales de la vida se hace visible para todos. Entonces la profun
Una sociedad que realizase permanentemente la completa sa da solidaridad de los hombres, que en el origen de su conciencia
tisfacción de las necesidades, ya no sería Estado porque cesaría la del ser se dan cuenta de copertenecerse históricamente, admitirá la
lucha; la sociedad así imaginada sería una realidad empírica es lucha por el ser y no ser contra lo extraño. Entonces la elección
table que funcionaría dentro de sí, trabajando sin lucha, automá ya no es entre la guerra y la paz, sino sobre la clase de hombres
ticamente, conforme a reglas. El Estado surge necesariamente de que debe vivir. Las inmanentes finalidades eudemonísticas única-
la situación de que la humanidad no es un todo, aún como imperio men vinculan la «conciencia en general» en la comprensibilidad
mundial sólo podría llegar a ser un todo violento, fragmentario, general, a lo más en la ciencia impositiva. Así, pues, para la orien
a condición de anular innumerables posibilidades. El Estado es la tación intramundana aquella elección del verdadero hombre es ab
creación que, situada com o instancia sobre todos los mecanismos solutamente inconcebible o bien, brutalmente vitalizada, se con
que pueden planearse, decide, en la situación histórica, desde su vierte en un elección entre clases dadas de hombres en las teorías
puesto, por virtud de la «existencia» de la voluntad política, lo que de las razas, las cuales suprimen precisamente la verdad del ver
acontece y , mediante los .medios que posee, hace prevalecer me dadero ser del hoanbre en su dignidad fundada «históricamente».
diante la fuerza su decisión. El Estado es la objetividad de la vo En cambio, para la subjetividad, en la cual la posible «existen
luntad eficiente de una comunidad histórica en constante movi cia» se cerciora de sí misma, recibe sentido y esencia lo que en la
miento y peligro como fuerza en lucha con otros Estados y consi orientación intramundana no era más que perturbación: la lucha
go mismo. y la guerra, él fracaso y el triunfo. Sin embargo, ni el fracaso ob-
Es posible que nuestro sueño, nacido de la necesidad, se ima jertivo ni el triunfo de hecho es prueba de la verdad de estk exis
gine un imperio universal de la sociedad humana en general que tencia empírica. Sólo la inmanencia incuestionada juzga mirando
no tenga ningún otro poder fuera de sí y signifique una paz per el éxito, y desde ese punto de vista suprime, a su vez, toda «exis
petua, así como es posible imaginar una organización de este im tencia» y trascendencia. Sólo la huida del mundo pudiera tener
perio en la cual todo hombre participe en la función del conjun por bueno el fracaso como tal. Pero hay en la gran aventura de
to desde el preciso puesto adecuado a sus cualidades, su poder y la humanidad una cuestión que no está decidida: si y en qué sen
sus necesidades. Tales representaciones pueden muy bien ser el tido y medida lo verdadero puede también perdurar: pues que lo
criterio que nos oriente cuando tratamos de buscar una organiza verdadero tenga una duración absoluta como algo que subsiste
ción cada vez (mejor del mundo. Pero la tarea no sólo es intermina sin término es imposible para la «existencia» en la existencia em
ble sino que en la realidad empírica del hombre hay realidades pírica.
que excluyen por principio la perfección ; ésta no es posible sin Lo que es la guerra entre los Estados, lo es la lucha entre los
anular el ser mismo del hombre. Sobre todo, el carácter original hombres dentro del Estado por hacer prevalecer su voluntad y su
con que los hombres aparecen en la existencia empírica es tan esen- valer y prestigio en el Estado. Si cada cual encontrase la reali
cialixente distinto que no sólo les separa la desigualdad en sus sp- zación de su verdadera vida, si cada cual estuviera en un puesto
t¡tuJes sino también las inconciliables diferencias en la voluntad donde la sustancia de su ser se encontrase en la objetividad que
y la conciencia del ser. Toda existencia empírica tiene que mante colabora a producir, entonces no habría lucha alguna. Una selec
ner su voluntad de existir en la lucha y ensanchar su espacio vital.- ción y distribuición de todos, que sea absolutamente justa, cono
La conciencia del propio valer hace importante la diferencia de cedora de las últimas raíces del hombre, en la cual todos estuvie
276 Aclaración de la «existencia»
Format de la objetividad
ran en el adecuado lugar, es una idea utópica. Aun el conocimien
to psicológico más completo no podría realizar la justa distribu La importancia del Estado estriba en ser el centro en que cris
ción de los trabajos y satisfacciones, no sólo porque el hombre taliza el auténtico quer&r en el mundo inestable y en el cual se de
siempre es más de lo que se conoce acerca de él, sino también por cide qué clase de hombres se realizan ahora y cuáles vivirán más
que la situación del conjunto siempre sería de tal suerte que nun tarde. La urgencia .y la conciencia «histórica» fuerzan a portarse
ca se daría una coincidencia entre el número y la clase de los hom como un valiente y salir airoso. Y o advierto que el mundo, inob-
bres disponibles y de los medios y trabajos disponibles. Pero aún turable, no sólo es lo que quiero al planearlo, sino que también
se trata de otra cosa : En estas representaciones imaginarias siem es la situación ocasional en que yo, sin poder conocer el resulta
pre se piensa como si hubiera una clase innata y definitiva de hom do y aun sin saber lo que resultará al fin en el caso de victoria o
bres y la posibilidad de construir un todo justo con sus lugares dis de derrota, tengo que luchar por la existencia empírica, pero no
ponibles para ser ocupados por hombres que hagan moverse el todo. puedo buscar la lucha como tal, porque no quiero producir el mal
Puesto que no puede haber ambas cosas, sino que, por el contra que pudiera surgir de lo deseado y porque, además, ningún cono
rio, ambas se modifican y en el tiempo se ve que constantemente cimiento puede decir de antemano cuándo la lucha no es más que
se derrumban y surgen otras nuevas, en este agitado proceso la mal y cuándo es la fuente de la realización de la «existencia». Fal
lucha es un factor que colabora, que produce y acuña los hom tan para ello el criterio y la posibilidad de valoración, puesto que
bres. Como tal puede ser investigada en la orientación ultramunda lo existencial no tiene objetivamente un carácter de validez gene
na aun cuando la voluntad y el plan, como saber inmanente, tien ral, sino que está fuera de los planes. Unicamente en la lucha pue
da con derecho a considerarla de tal modo que tendría que excluír do planear la lucha. Lo que sea del hombre, nadie puede tenerlo
sela en lo posible. a la vista por razón del conocimiento de una acción reflexionada
La lucha y la guerra, en cualquier forma, son igualmente te técnicamente, sino tan sólo una conciencia del destino, referido a
mibles por sus resultados, tanto si la destrucción es una destruc la trascendencia, en el ámbito de todas las cosas cognoscibles^
ción visible y producida por una violencia momentánea o es una 5 .. Servir , organizar , actuar.—Ingresar en la objetividad de
destrucción silenciosa por la presión de una situación producida la sociedad es condición para el ser-sí-imismo. Salirse de ella por
y consolidada. Estos sucesos, que en el mundo inmanente tienen que completo es como caer en la nada. Presentarse luchando contra
ser considerados como una perturbación, como transitorios y, en ella o apartarse de ella, pero con la mirada puesta en ella, es un
definitiva, eliminables, son manifestaciones posibles del ser para tormento insoslayable de la existencia empírica y significa la vo
la «existencia» que se patentiza en el peligro y en el fracaso. Sin luntad de transformar la actual objetividad de la sociedad.
embargo, como tales no pueden ser requeridos y producidos de La entrada en la sociedad se realiza como servicio ; se parti
propósito en el mundo. Precisamente por esto se verían privados cipa por el trabajo en la subsistencia del conjunto, que lo continúa,
de su esencia como manifestación posible de la trascendencia para y mediante la propia prestación se hacen posibles, a su vez, otras
la «existencias. Todo plan y toda voluntad tienen que tender a su prestaciones que yo necesito. Se realiza también como organizair
eliminación. Sólo entonces pueden ser también realmente, cuando ción ; se organiza y reorganiza lo que después, como organizado,
se presentan, no sólo la amenaza constante, aparentemente evi hace posible su mejor funcionamiento por virtud del servicio pro
table, sino que cuando, sin embargo, no son evitados, se convier pio y ajeno. Se realiza como acción; se lucha por las propias po
ten en lo que hay que aceptar, cuya necesidad histórica nunca sibilidades contra las ajenas, se decide y se aventura. Servir, orga
puede ser objetivamente conocida por completo. Todo trabajo tien nizar y actuar están enlazados entre sí. El servicio trata un estado
de a la paz, a la organización, al arreglo, al compromiso, al esta social como relativamente definitivo, al organizarse le trata como
blecimiento de la sociedad eudemonística universal. En el inma planeado claramente pero que todavía ha de ser perfeccionado ;
nente qonjunto proyectado de la sociedad humana, las perturba la acción le considera como base de múltiples posibilidades.,. En
ciones carecen de sentido positivo. todas estas funciones actúo en la objetividad, tengo mi mundo y en
él una satisfacción cuando la objetividad no está ahí como extra-
278 Aclaración de la «existencia»
Formas de la objetividad tn
fia, sino que, sobre la base de mi subjetividad, es asunto mío pro
experiencia de la impotencia y de la oportunidad. La profundi
pio. En el servicio, el trabajo se hace insoportable cuando lo expe
dad de la acción pública reside en su sobriedad y moderación.
rimento como mera imposición. Y o le inserto y encajo en lo posi
ble en mi mundo, por monótono y subalterno que sea. Si esto es El trabajo de los negocios, por el cual se hace posible y se de
absolutamente imposible, entonces existe aquí un punto de cons fiende la existencia empírica cotidiana no tiene ciertamente la
tante inquietud que exige la transformación del todo. En la or dignidad de la dirección política, pero posee otra dignidad del
ganización, el trabajo se convierte en mera afanosidad, cuando no auténtico hacer: por su virtud el hombre vive en una objetividad
es pensado y comprobado, sino que resulta una organización me que, siempre presente, exige la determinación particular de un
cánica en tanto que sólo es transposición conforme a un modelo hacer positivo e inteligente para ese día. Lo mismo que en la
rígido. Tiene que existir en ella un elemento de producción de un orientación intramundana, en el hacer determinante en el mundo
m undo; por tanto, intimidad con la cosa, continuidad y larga vis la propia obra está en el linde de lo que no tiene importancia
ta para realizar la organización como propia. En la acción se pa (todo parece seguir su marcha aun sin mí, cada uno parece ser
raliza el impulso, cuando el resultado parece en todo caso sin sen sustituíble) y, sin embargo, encuentra su exaltación por virtud de
tido, y el todo, desconsolador. Entonces se pretende sortear las de la participación activa en la realidad de un todo, con cuyo desti
no se identifica el mío.
cisiones, se quisiera no actuar y dejarse llevar u obrar fortuita
mente, porque no se está absolutamente en el asunto. ’ 6. O rigen de la filosofía del estado y del derecho. —El
Hay en el hombre una dignidad específica, no sólo de realizar ingreso en la objetividad de la sociedad significa que debo hacer
su mundo en la profesión y en una acción más próxima a los hom alg°> Y que yo puedo exigir. Lo que es debido y lo que tiene sen
tido exigir sería univoco en una concepción cerrada del mundo,
bres, sino colaborando o al menos consabiendo en la vida del Es
que no sólo se conozca como verdadera para sí, sino que también
tado. Sólo de esta manera el hombre se pone en contacto con
con validez general sepa cómo debe ser la totalidad y crea cono
aquel poder del cual depende en algún ¡modo toda existencia em
cer el camino para ello. Donde una Iglesia se considerase el ór
pírica, sea en su ser mismo, sea en relación con el espacio de que
gano de la única verdadera religión y, como vicaría de la divini
dispone para su realización. Todo en su existencia empírica de dad, configurase teocráticamente la vida empírica de la sociedad,
pende, sépalo o no, de los procesos políticos y económicos como todo estaría determinado. Allí donde una filosofía autónoma, en
de fuerzas naturales, por así decir. Pero puesto que en política y tanto que sistema, se extendiera con validez general, también en
economía los hombres están determinados por su voluntad o bien este caso penetraría las esferas de la existencia empírica en un
provocan de heciho lo que acontece y por tanto este acontecer único sentido, estaría en contra de la Iglesia y de todas las demás
siempre es más que la mera necesidad de la naturaleza, el indivi filosofías, tendiendo a conformar exclusivamente por sí sola el
duo puede salir de su actitud pasiva y colaborar mediante su in mundo por el hecho de ser verdadera y válida. Pues tanto la Igle
flujo sobre la voluntad de los otros y mediante la lucha por un sia como esta filosofía consideran cerrada la objetividad de la
puesto en el gobernalle, donde las cosas se deciden. Nada puede aquí existencia empírica, sea en concepto de institución pasajera de un
conseguir el individuo por la simple imaginación de su inteligen proceso histórico suprasensible que encontrará su fin ya conocido,
cia ni por su .arbitrio ni por un dominio imperioso. Aquí sólo se sea como un indefinido acercamiento por un camino que conduce a
puede actuar juntannente con los otros y sólo en la medida en que una idea del todo. Pero cuando la filosofía se presenta como un tras
la propia* voluntad es también la voluntad de los más. La cerca cender en la orientación intramundana, la aclaración de la exis
tencia y la metafísica, entonces la exigencia unívoca se hace pro
nía a las cosas proporciona una conciencia de las propias fuerzas
blemática. Puesto que esta filosofía no puede someter el todo bajo
y de sus límites por virtud del rozamiento con las resistencias, por
una única validez, le parece que debe dejarlo valer todo tal como
el trato con los hombres de todas clases, por el contacto con su
es. Parece inevitable que se aislé en su circunstancial desasimiento
realidad y posibilidad, por el trabajo tenaz a largo plazo, por la
y no quiera ya nada.
280 Aclaración de la « existencia* Formas de la objetividad 281
Para encontrar la respuesta respecto a este problematismo es posición ; escucha, asimila, y modifica su plan por virtud de pro
preciso ante todo distinguir las formas de la exigencia: puestas mejores. Aquí ya existe desde el principio la posibilidad
El reconocimiento de lo que es impositivamente debido y lo de la lucha, que se manifiesta por la resistencia del contrario y
real empírico es cosa que no se puede exigir. Quien lo comprende sólo se advierte al actuar. Entonces se exige del contrario que re
no puede sustraerse a ese reconocimiento. Sin embargo, a pesar conozca el propio derecho o se preste al compromiso o se arries
de comprender lo debido, comportarse contra ello, negarlo o su gue a la lucha real, cualquiera que sea su form a: por tanto, rom
plantarlo, significa inveracidad por la cual rompo la comunica^ piendo la comunicación hasta la decisión. Pero en la objetividad
ción como ente racional. Exigir significa en este c a s o : poder to de la sociedad las oposiciones cambian de sitio según de lo que se
mar en serio al otro en la discusión y en la acción común sólo a trate. Muchos están por costumbre, para todos los casos, en un
condicion de que lo debido y lo láctico impositivos sean recono partido, un nombre, un lema. Son pocos los que realmente saben
cidos tanto en su consistencia com o en sus límites. Y o no puedo de qué se trata. Convertirlo en concepción propia y decisión real,
librar una batalla para hacer prevalecer esta exigencia. Pues su exige en todo lo esencial hacerse cargo de toda la cultura y mundo,
realización no se puede obtener a la fuerza por la (misma natura espiritual de los otros, en el cual y desde el cual se ven las cosas..
leza de la cosa, puesto que sólo es realizable por virtud de la Pero nadie puede abarcar nunca todas las consecuencias.
libertad de la «conciencia en general». Reconocer lo que no se Puesto que no se exigen el reconocimiento de lo que es debido'
comprende fundándose en la autoridad de los entendidos es pre impositivamente ni de lo incondicionado, sino que sólo se le pue
cisamente lo que no se puede exigir.
de suponer, es posible, en la comunicación, sobre la base de am
:Tampoco puedo exigir lo incondicionado o el reconocimiento bos supuestos, una exigencia que pueda ser comprendida en co
de algo absoluto. La posible «existencia» se hace más real en la mún o bien, cuando no se dan estos supuestos, una exigencia im
incondicionalidad. Sólo donde hay incondicionalidad, soy yo ver ponible en la incomunicabilidad fáctica por los medios de la su
daderamente. Pero cuando actúo en relatividades y no hay nada gestión, la persuasión y la violencia.
absoluto para mí, yo me disperso. La comunicación de las «exis A la pregunta de si, partiendo de un filosofar, que no se conoce
tencias» se realiza únicamente desde la incondicionalidad a la in a sí mismo como la expresión de la única verdad pero no obstante,
condicionalidad y en la armonía de la incondicionalidad consigo como se sabe incondicionadamente verdadero, es posible deducir
¡misma, de tal manera, sin embargo, que tampoco ésta puede expre una exigencia en la objetividad de la sociedad, hay que responder
sarse adecuadamente o someterse a un criterio objetivo. Exigir la conforme a las diferenciaciones halladas:
incondicionalidad en la comunicación existencial es cosa que va de Respecto a la totalidad de la sociedad, lo decisivo no solamen
suyo, pero innecesaria, puesto que sin incondicionalidad no habría te es el conocimiento del todo y, partiendo de éste, la técnica de
comunicación. Tal incondicionalidad no se puede imponer median hacer y lograr, sino que éstos únicamente lo son cuando al servi
te la lucha, sino solo requiriendola, apelando a ella combativamen cio de la respectiva incondicionalidad aclaran un camino «históri
te, suscitar de nuevo la comunicación existencial cuando amena camente» presente.
za desvanecerse.
Lo incondicionado de la mera existencia empírica en el inte
Cosa distinta es la exigencia en el seno de la objetividad de la rés vital de poder es visible externamente y se puede formular ob
sociedad. En el servicio se exige el cumplimiento mutuo de las ta jetivamente, aun cuando se esfuerza en encubrirse en absoluto.
reas determinadas en cada caso, conforme a reglas; quien no cum En cambio, la incondicionalidad existencial, que se hace conscien
ple su deber, sufre perjuicios, desventajas, o bien queda excluido. te en las ideas, no puede formularse adecuadamente de una ma
En la organización constructiva, el organizador exige asenso y nera objetiva. Pero mientras que lo incondicionado de la mera
participación; trata de convencer, de planear apoyándose en ra existencia empírica se convierte en origen de la sofística, si es qua
zones, de garantizar el éxito p osib le; está concertado con otros no se queda en positivismo cínico, la incondicionalidad existen
que le acompañan en la obra común o que se han puesto a su .dis cial se convierte en origen filosofía del Estado y del derecho~
282 Aclaración de la ^existencia* Formas de la objetividad 283
Sin embargo, no puede evidentemente, partiendo de una totali servicial un fin absoluto com o la totalidad de una existencia em
dad unívocamente intuida, desarrollar sistemáticamente la exigen pírica, pues sus realizaciones no pueden ser evaluadas y obteni
cia en la sociedad en una conexión que lo abarque todo. La filoso das por la demanda de trabajo, sino que resultan del impulso res
fía sigue siendo también aquí aclaración de una existencia empírica ponsable para sí mismo del individuo al que anima la idea de
fiiinn manifestación «histórica» de la « e x i s t e n c i a » . __________ su profesión (así también en el maestro, el juez, el funcionario
Prim ero: Para este filosofar no es accesible una totalidad de de la administración, el párroco, el empresario, etc.). Sólo tales
la sociedad tal como debe ser. Este filosofar se encuentra en una profesiones, por el hecho de abrazar al hombre entero, son tam
sociedad determinada y , hasta donde alcanza el conocimiento his bién las verdaderamente dignas del hombre ; las demás, que sólo
tórico y sociológico en la orientación intramundana, perduran po reclaman una actividad particular hasta la fatiga, com o un traba
sibilidades inabarcables. De aquí que este filosofar espera a lo jo puramente cuantitativo, son la inevitable culpa de la existen
Otro por virtud del cual puede ser completado y corregido en su cia empírica del hombre respecto a sí misma. Las ideas son la
manifestación, y también a lo otro que es su absoluto contrario : y sustancia y la dirección que inspira todo cálculo inteligente en
este contrario es siempre el que tiene un todo por lo único verdadero instituciones tales colmo la Universidad, la escuela, las empresas
y válido universalmente, sea una Iglesia que no conoce salvación creadoras; sin ideas todo ello se convierte en actividad de una
fuera de sí porque se tiene exfclusivaínente a sí sola por la verdad, monotonía desesperante y de un riesgo sin sentido. La idea es la
sea un marxismo que, disfrazándose de ciencia sociológica, conoce sustancia histórica de un Estado por virtud de la cual posee la con-
cuál es el único camino debido, hacia donde quiere forzar violen tinüidad de una voluntad y un destino.
tamente a todos los hombres, o sean otras pretensiones autorita Sin embargo, las ideas no son puramente objetivas, sino que son,
rias cualesquiera. srubjetivamente, las fuerzas de la existencia empírica real, o bien
En segundo lugar: formular como exigencia lo que en la situa se hacen objetivas al aclararse mediante los proyectos de acción
ción «histórica» debe ser querido, es condición para poder obrar y en el requerimiento por virtud de la participación indirecta. Par
en general con sentido. Desarrollar entonces sistemáticamente esta ticipar en las ideas es la existencia empírica plena en la objetivi
exigencia, aun cuando sin llevarla a cabo nunca, puesto que en dad social. Sólo de las ideas proceden exigencias inteligentes, opor
ella misma hay dificultades y rupturas, es un deber en todo tiem tunas, que en este lugar histórico y en esta profesión son incondi-
po para el filosofar. cionadas y, por tanto, verdaderas. Pero comoquiera que la idea
En tercer lu ga r: este filosofar no consiste en el esbozo de pía-' nunca es objeto al que se posea definitivamente, y puesto que, ade
nes y técnicas, las cuales, por el contrario, son tareas de una pe más, muchas ideas son reales en la sociedad, así la exigencia misma
ricia especial, sino en el esclarecimiento de las ideas, partiendo de es un movimiento, en sí y por virtud del conflicto con otras ideas
las cuales se hace consciente el contenido sustancial en la objeti que las condiciones de su existencia empírica material se tropie
vidad de la sociedad y su realización en la subjetividad, y sin las zan en el espacio y el tiempo.
cuales ninguna técnica tiene sentido. Toda exigencia tiene una fuerza unificadora que vincula téc
Las ideas son las de las profesiones concretas, las de las insti nicamente al plan común, idealmente en la sustancia de la idea,
tuciones, las de este determinado Estado con la posición mundial existencialmente en la comunicación de los individuos. L a vincu
dada por la Naturaleza y la historia. Toda idea es el esclarecimien lación técnica se hace visible en el supuesto de un querer colectivo
to de la realización de un mundo por sí mismo. en virtud de la comprensión positiva nacida de la aconciencia en
\
Donde, por ejemplo, se ha perdido la idea del médico, las con general». La vinculación ideal es ya la comunidad de un todo
diciones de esta profesión, que entonces se ha convertido en mera que se mueve en el tiempo. La vinculación existencial tiene que
técnica, están determinadas fortuitamente por intereses heteroge- ser veraz y real en el origen, puesto que todo lo demás ha de ser
neos que arruinan por completo su sustancia. Lo mismo acontece soportado por ella.
en todas las profesiones a las cuales les es propio en su función Toda exigencia lucha con otra exigencia, puesto que la lucha
Formas de Ja objetividad
2S4 Aclaración de Ja inexistencia» 2S5
su ser y en su posibilidad como a este individuo insustituible para arriesga, de modo oscuro para él mismo, a la ascensión común en
mí. Y o le veo en la jeraxquía de los seres, sin objetivar esta je el amor. Por esta razón es posible que una amplia caridad coinci
rarquía y determinar un lugar para él. Y o me dirijo íntimamente da con la dureza de corazón y la voluntad egocéntrica de poder
al auténtico sí-mismo que hay en é l ; no le ayudo conforme a pre y que falle donde se trata, por el amor, de no traicionar a la no
ceptos éticos generales por un deber deducido de una teoría, sino bleza en la jerarquía de la existencia empírica por la mera fuerza
porque yo estoy .abierto para ese alma. El carácter material del productiva y moralidad del bien común que se pueden justifi
auxilio no es ¡más que la consecuencia de la situación ocasional. car racionalmente sin término.
Y o me pongo a su mismo nivel; no le trato como superior a él,
La caridad brota también de una sentimentalidad, la cual bus
sino partiendo de la propia evidencia del amor, desde la cual
ca movimientos del propio corazón pero sin conmociones. Los vi
sólo en (momentos decaídos one opongo a mí mismo como de
vos movimientos del ánimo que, sin embargo, no pueden rozar la
ber-ser. médula del ser propio y del ajeno, vienen a ser como un sucedá
El caso es distinto cuando, sin tener en cuenta la persona, se neo de la vida real. Un impulso caritativo hacia la desdicha hace
auxilia a todo hombre como prójimo, al cual se encuentra casual que aquellos a quienes se auxilia se conviertan en estímulo que
mente en las situaciones. Este auxilio sólo es incondicionado en atrae y repele, pero, en realidad es irreal. El papel del mendigo ha
el santo, el cual, regalándolo todo, renuncia a sí mismo como sido por esta razón muy equívoco en la historia. El mendigo es
existencia empírica en el mundo, y sólo vive tanto como el azar rechazado, tanto porque se reconoce en sus posibles raíces la incli
y el auxilio de los demás le permiten. Pero la existencia empí nación a dar, com o tattnbien en interés de los necesitados de auxi
rica fáctica exige que se 'mantenga la voluntad egoísta de vivir y, lio, a los cuales conforme a derecho y regla, no según el azar y
por tanto, necesariamente se limite el espacio libre para los de- el humor, debe proporcionárseles lo que les corresponde. Pero el
más. El auxilio al perjudicado es entonces relativo.yLá caridad mendigo también ha sido cuidado en interés del término medio
significa, a diferencia del amor, la actitud de socorrer, sin acerca de los hombres, que quieren gozar de su propia compasión sin una
miento del propio ser-sí-mismo al ser-sí-mismo éel otro, a desigual prestación que les agobie.
nivpT__y sin inno n d icio n a lid a ri. -— ' 1 1 ------ ---------- El amor no se demuestra en los afectos de la compasión, de l^t
- Los motivos de la caridad son múltiples: lástima y consuelo, en estas funciones del mero sufrimiento o fal
La conciencia de la culpa de la existencia empírica de todos, ta de amor, sino en la profundización existencial de toda situación
sin excepción, impulsa a acciones compensadoras; el auxilio es especial que se presente, desde la interioridad a la cual la razón no
como una continua cancelación de la culpa sin que por eso la cul hace mas que servir y después en la verdadera acción auxiliadora
pa se aminore. j amás fundamentable en absoluto, en la cual, con el alma fría, se
Quien presta ayuda es que se da cuenta de que también él mis produce de modo seguro y en continuada lealtad lo que para el
mo hubiera podido llegar a tal situación o aún puede llegar. auténtico ser ciel otro es materialmente posible. Esto sólo lo pue
El motivo del auxilio es, además, el goce del bien obrar en la de hacer quien está, posible"o realmente, en situaciones límites.
propia superioridad, el goce de los propios sentimientos de com- Slj a caridad es una acción auxiliadora conforme a categorías
pasión y de piedad y el placer en la alegría que ha provocado en generales, ciega para la peculiaridad del ser, y mide o pesa y juz
el otro, en las pequefías complacencias en el propio encontrarse ga según generalidades morales, entonces está exenta de amor. En
bien siguiendo su inclinación, y en la sorpresa y la gratitud del la caridad hay posibilidad de un amor distinto al hombre en ge
otro. neral ; un amor que en su auténtica fuerza también prescinde por
La caridad puede abrirse paso del modo más intenso en si completo de comparaciones, sopesamientos y mediciones y como el
tuaciones en que el auxiliador quiere precisamente eludir el amor Sol brilla sobre todo, sobre las flores y sobre la basura'. Todo
activo, el cual le procuró una verdadera amistad por la suspen prójimo, los más posibles, todos deben recibir auxilio. Esta ca
sión real de la voluntad egoísta en la sinceridad absoluta; no se ridad puede convertirse en un impulso eficaz en la objetividad't
Aclaración de Jet viexistencia» Fortnat de la objetividad 289
288
social. Lo que en la vida de la sociedad con su creciente compli de al mecanismo, en cuanto que el individuo no procura, por vir
cación es cada vez más necesario para la simple conservación del tud de su creencia, que sólo se aclara en el libre filosofar, lo que
orden de las masas, tiene aquí un origen del querer sobre base esta atmósfera colectiva no da por sí misma.
subjetiva. Las posibilidades de vida de las masas necesitan una Ninguna organización objetiva puede procurar como tal al amor
organización que las asegure contra el paro, la enfermedad, la auxiliador y a la necesidad de apoyo del ser-sí-mismo lo que ver
invalidez, y proporcione auxilios y cuidados a los locos y a los daderamente quieren. L o que el individuo da al individuo y de él
abandonados. La sociedad únicamente puede subsistir cuando los recibe tiene primero que hacerse hueco en la objetividad y a me
hombres, que en su desesperación pudieran derribarlo todo, están nudo incluso contra ella. La obligación jurídica de prestación pro
en una minoría tal que el poder público, como función del termi voca cálculos particulares y la misericordia de una ayuda que al
no medio, pueda dominarlos siempre. La sociedad no persiste mas mismo tiempo humilla ; ni la exigencia legal ni la perspectiva de
que gracias a una relativa satisfacción de la mayoría que no pue compasión pueden producir lo que pretende el amor que actúa en
de desesperarse sino que, por lo menos, ha de contar con esperan el ámbito del hacer m aterial: el margen para la humana nobleza,
zas y oportunidades y un mínimo de alegría inmediata en la exis que sólo se desarrolla en la solidaridad, la cual no sólo mide ex
tencia empírica. De aquí que la caridad social tienda a que la mise ternamente, sino que unifica interiormente en la pretensión común
ria que afecta a grandes grupos sea, por esta razón, atendida de del nivel, sinceridad, claridad, disposición a limitación y servicio.
modo impersonal. Lo raro y peculiar en la desdicha de los indivi 2. O pinión pública y «existencia ». — La objetividad de la so
duos no interesa a esta asistencia social. Se puede odiar al individuo ciedad se manifiesta como objetividad general en opiniones que no
desgraciado y, sin embargo, auxiliarle cuando se presenta incor están en discusión. Son las evidencias en forma de reglas, normas
porado en una masa. y juicios, que permanecen inconscientes, porque no se las pone,
La objetividad social de la caridad sigue dos caminos. Como en absoluto, en cuestión. Cuando se las formula, y por este hecho
realidad eclesiástica es, en su sentido, caridad como resultado de se hacen cuestionables, quedan, todavía, en parte, formando un
una solidaridad de todos los hombres. Como realidad estatal se conjunto vagamente delimitado de actitudes, que cuando surgen
convierte en una organización de derechos y deberes. son las esperadas por todo el mundo e inmediatamente admitidas
La objetividad del auxilio en la asistencia social y las organi dondequiera. Si son conocidas, no merecen confianza en el senti
zaciones de seguro se queda sin alma como función que es de la do de que no se pueden hacer cálculos contando con ellas, pues tam
burocracia y su mecanismo. Como tal ha perdido su relación con bién alguna vez son negadas de golpe. Admitidas sin excepción
el origen del amor a los hombres. El mecanismo de la organiza sólo son eficaces en medida indeterminada, pues son el velo de la
ción mundana cumple las exigencias jurídicas establecidas por la objetividad de la sociedad tras el cual cada individuo hace, ocul
ley y garantiza además, en la medida de su fuerza financiera, lo tándose, lo suyo propio.
que parece objetivamente necesario. Con ello espera que el deshe Estas evidencias se transforman. Se modifican en formas pe
redado consienta en ser rechazado de la solidaridad social, aun culiares ; como generales para toda la humanidad no existen más
que la justificación positiva de su pretensión siga existiendo. que en una rarefacción abstracta. Involuntariamente se realiza, en
Es comprensible que las iniciativas de caridad de caracter .su lugar, la pretenciosa transformación que eleva a ser general del
eclesiástico parezcan hoy más auténticas que.las estatales y muni hombre el ser específicamente propio de un grupo de hambres uni
cipales. Puesto que dondequiera está en manos de hombres que, do duraderamente. En este grupo, las acciones y concepciones se
por su profesión, escuchan las reclamaciones de los individuos, realizan aparentemente sobre el plano de lo colectivo cuando se
conceder y negar los medios de auxilio, es concebible que, entre los manifiestan públicamente. Así, pues, quien vacilando ante estas
fieles de la Iglesia, pueda ser más incondicionado el sentido para normas, se aparta por su hacer y su ser, tiene que sufrir como con
lo peculiar, más sensible la conciencia moral, mas natural y orl_ secuencia verse convertido en un miembro extraño e indeseable,
ginaria la compasión, mientras que la burocracia mundana tien abandonado y, en definitiva, excluido. Pero el contacto en esta
290 Acldración de la « existencias F orm a í d e la objetivida d 291
objetividad, cuya infracción es tan peligrosa, es, sin embargo, to Pues entonces la objetividad ya no es un velo sino que se convier
talmente superficial para el ser-sí-mismo. Mientras que existencial- te en la piel orgánica, exterioridad del auténtico ser. Pero cuando
mente el individuo entra en contacto desde su fondo con el indi la idea está «muerta, las objetividades se tornan simples reglas de
viduo y el individuo con la idea, lo común no es mas que lo con juego de la sociedad. Entonces la «existencia» en la existencia em
forme y unánime, que necesariamente se refiere a lo que, por tér pírica, si quiere realizarse, está obligada a operar con estas reglas
mino medio, puede esperarse, determinado por las propiedades de de juego. Entonces la existencia empírica en la sociedad ya no
esa masa. Desde el punto de vista del observador es la pulida ur es un conjunto constituido por unas cuantas «existencias» en su
banidad de una determinada sociedad humana, resultado de los comunicación, sino un régimen de masas, intereses, organizacio
roces de la vida real en la cual sólo se ha conservado lo que para nes, en cuyo seno cada individuo es posibilidad de comunicación
todos es accesible y cómodo a fin de lograr -una convivencia sin como simple miembro de la sociedad, pero no su realidad. La
fricciones. Este término medio y este pulimento son para los parti «existencia» asimila, por tanto, si bien resistiéndose y negándo
cipantes la objetividad de su existencia empírica social y válida se, estas reglas, que en la existencia empírica así constituida re
para ellos. conoce como condiciones indispensables. No tienen más que se
La objetividad de esta oponión pública es necesaria para la riedad técnica y no sustancial. La única cuestión es entonces sa
existencia de la sociedad. Las formas del disimulo son condición ber dónde han de observarse las reglas del juego y dónde, por el
para establecer una apacibilidad, aun cuando sólo sea limitada contrario, se las ha de quebrantar y cómo. Pues para la «existen
y por cierto tiempo. cia» siempre hay el peligro de transformar la existencia empírica en
Así, por ejemplo, las form,as de trato son la expresión de una existencia empírica en la sociedad como una vida estática en el
actitud como si cada cual estuviera dispuesto a ayudar a cada orden externo ; pero así los hombres se tornan granos de arena y
cual, como si no se hiciera más que servir y condescender, como pierden su ser-sí-mismo.
si siempre se estuviera satisfecho y alegre, Así se está en mútua La rotura del velo social procede de dos orígenes: de la volun
convivencia sin rozamientos, pero sin verdadera satisfacción. Esta tad egoísta de la existencia empírica vital del individuo y de la
afabilidad y auxilio no tienen densidad. Pero crean la atmósfera en posible « existencia».
la cual la rudeza queda domada, la voluntad egoísta se oculta y La voluntad egoísta sólo se siente constreñida y, en el fondo,
el ser-sí^mismo se recoge en sí. no obligada a nada. Obedece las reglas en tanto que, por razón
Además, la regla es siempre que la generalidad tenga pre de su impotencia, no tiene oportunidad de quebrantarlas siñ peli
ferencia sobre el individuo. L o general es el ídolo al que nadie se gro de perecer. Se sirve Se las reglas e incluso las acentúa desde
adhiere con verdadero éhtusiasmo, pero que nivela toda singula sí mismo para asir toda ocasión de promover a su espalda lo pro
ridad reduciéndola a la uniformidad necesaria para la existencia pio sin miramientos. Limita la violación de las reglas a los mo
objetiva de la sociedad. Por esta razón todo sacrificio, toda entre mentos decisivos, los cuales no deben ser en lo posible visibles
ga, todo acto en que alguien renuncia a su ser-sí-mismo, es glori públicamente. Sólo los más próximos advierten acaso cómo que
ficado, y tanto más cuanto .más radicalmente visible sea. Ade branta toda ley mientras que, por lo demás, se refugia por com
más rigen todas las formas de compromiso porque procura la paz. pleto en la sociabilidad. El hecho de que la realidad de las rela
Tales evidencias del instinto, siempre demasiado determinadas ciones humanas sólo sea una luciha pacífica de todos contra to
cuando se las formula, son un poder anónimo. dos y que, en definitiva, decide brutalmente la voluntad egoísta
Está objetividad es, como tal, el simple ámbito de la existen del individuo, se observa siempre desde tales aspectos. Que en la
cia empírica eñ el cual todos se mueven e igualan. En tanto que masa esta realidad es la preponderante, apenas puede ponerse en
estas evidencias son toda/vía vástagos objetivos de una idea sus d u d a ; sin embargo, tampoco puede ponerse en duda que es ex
tancial, en la cual los hombres se encuentran, lá identificación del traordinaria la medida de sacrificio real, de respeto y renuncia, de
individuo con Ja objetividad puede realizarse con toda pureza.. auténtica sociabilidad, de entrega y gratitud, de silenciosa soli-
292
Aclaración de Ja ocexistencia»
La « existencia» en la subjetividad y en la objetividad
298
Pítud y de busca del propio adversario espiritual, sólo que todo
esto no basta nunca para determinar el régimen de una sociedad, para la consecución de sus finalidades. Cuando es más que eso,
puesto que no es lo que normalmente se puede esperar. está animada en las personas que la sustentan por el espíritu dé
La ruptura tiene su otro origen en la posible «.existencia-». Vi una totalidad, que no queda absorbido por ninguna finalidad de-
vir tras el velo de la objetividad es tanto como no ser. Siempre signable. Los organismos estatales y eclesiásticos y las múltiples
que una «existencia» llega a sí misma, en toda comunicación, en corporaciones menores, que con éstas y por éstas viven, surgen de
toda acción incondicionada, el velo social queda roto. Pero i»ual las ideas originarias en la lucha con las necesidades de la existen
cia empírica.
que la voluntad egoísta, así también la «existencia» trata de disi
mular la rotura. La «existencia» sólo quisiera ser visible para la Sin embargo, en toda creación social subsiste la tensión. Ni la
«existencia», pues únicamente en el ámbito de lo general puede voluntad de la idea ni la racionalidad de las organizaciones ade
oponerse a la publicidad de lo general. Lo que la «existencia» cuadas permiten con toda seguridad su ser al individuo.
quiere, ^tomaE.ciertamente, cuando se le objetiva, la forma de una Históricamente se advierte la tensión en que la historia de las
exigencia de validez general, accesible para tod os; pues la «exis Iglesias se acompaña de una historia de los herejes, y la historia
tencia» da a su servicio el sentido de cuidado por la existencia de los Estados de la historia de los renegados y traidores. Si al
empírica de todos. Pero no lo quiere engañosamente, sino a causa guien pretendiera pensar que este hecho no significa más sino que
de que queda indeterminado para ella donde cesa la posible «exis siempre existen hombres inferiores, egoístas y criminales, se po
tencia» ; pues, en definitiva, la «existencia» sirve al todo precisa, dría contestar que esta estigmatización no es nunca más que la
mente para eso, para dar la mano a las «existencias» o hacerlas concepción de los poderes dominantes en aquel tiempo o una ar
posibles. Asi, en constante tensión con las objetividades dé Ja so gumentación para fundamentar la legitimidad del propio pasado.
ciedad, en tanto que evidencias generales reconocidas instintiva Desde hace siglos se tiene la conciencia dé que la historia de
mente, la posible «existencia» las convierte en los polos más ex los herejes es, en buena parte, una historia de la verdad, de hotair-
tremos, de una parte en simples reglas de juego, en las cuales todo bres que, por virtud de una «existencia» original, sufrieron heroi
engano es posible y, de otra parte, en su propia objetividad con camente todo por su verdad. El hecho de que, al lado de la his
la cual se identifica en su subjetividad. toria de las Iglesias también se desarrolla la historia apacible de
Pero sea que la generalidad de la masa se convierta en la exis los místicos, de algunas hermandades pasajeras que se no reunie
tencia empírica egoísta, en tanto que voluntad egoísta, sea que se ron para actuar de un modo sociológico e histórico, es un signo
deje sentir como posible «existencia», ambas son sus enemigas más de la insatisfacción respecto a las instituciones existentes que
que tratan de anularla, pero, de las dos, sobre todo la «existen se manifiesta constantemente en nuevas formas. Los delincuentes
cia». La masa soporta mucho más la voluntad egoísta, porque contra el Estado no es raro que hayan querido el Estado verda
cada uno la siente presente en sí en la tácita solidaridad agluti dero para ellos, la verdadera patria o los altos intereses del hom
nante, que sólo le pone límites cuando se muestra demasiado atre bre, en tanto que «existencia», contra los intereses momentáneos
vida. Pero la «existencia» autónoma, independiente, es combatida de aquellos que estaban en la mera posesión del poder. Estos ad
versarios llegaron a ser los conductores constructivos de la tota
como el enemigo mortal de la propia existencia empírica por la
lidad, tuvieron éxito y fundaron nuevas instituciones, cuyos co
masa, la cual se justifica aparentemente valiéndose de una niebla
mienzos entonces ni siquiera en principio podían concebirse; o
de objetividad ; ante la «existencia» parecen amedrentarse los que
sospechan esta posibilidad en sí mismo y no la quieren. bien, por el contrario, desaparecieron y vivieron en el recuerdo
como herejes y renegados, cuando no se vieron en ellos figuras
3. La institución objetiva y el individuo como hereje.—Lo heroicas, a cuya vista la «existencia» posteriormente cobró coraje
que constituye la opinión j jistmtiva. de todos es Jo que cobra fuer-" para ser sí misma.
za en las instituciones publicas de la/sociedad.
La doble tendencia de la tensión es insuperable; la amenaza
La institución objetiva implica un aparato racional necesario
4e dominio exclusivo de una de ellas despierta a la otra tanto
Aclaración de Ja inexistencia»
Formas de la objetividad
295
más apasionadamente: por un lado, la tendencia, dimanada de
faílta de idea y se resolvería inquisitorialmente lo primero de todo
la idea del ser objetivo de una totalidad, a consagrarse a las ins
contra la «existencia» ; en la provisión de cátedras y las profesio
tituciones y su ordenación, su aparato y su contenido espiritual y,
nes se haría la selección, en vez de por la solidaridad de la «exis
entregado a esta totalidad, quedar absorbido y anulado en ella
tencia», aun espiritualmente más lejana, por la gris mediocridad,
como miembro suyo y, por otro, la tendencia contraria, no sólo a
que se recluta a sí misma, teniendo en cuenta la objetividad de la
defender la libertad del individuo, sino a buscar como individuo
especialidad y la barata concepción científica, con exclusión de los
en la «existencia» el último cumplimiento de la existencia empí
espíritus independientes, produciéndose entonces la silenciosa de
rica en este mundo en relación con la trascendencia.
cadencia. En todo tiempo, la cuestión es dónde están las víctimas
Que el cuidado de las ideas objetivas y sus instituciones es ca sobre las cuales descarga el odio de la objetividad de la masa que
mino y asunto para todos ofrece tan poca duda a la filosofía de se siente herida en su raíz.
la «existencia» como que en el caso de conflicto la «existencia»
Las objeciones del tipo siguiente': si se admite que en el alma
como tal tiene la preeminencia. La imagen que sintetizase la adap
del hereje resuena la voz de Dios, no es posible ningún orden en
tación objetiva en el mundo y la posibilidad de una vida de la
el m undo, bien porque entonces cualquier individuo podría alegar
«existencia» en ella no sería nunca más que provisional; puede rea
la voz de Dios, o bien porque resulta imposible, sin una autoridad
lizarse en un individuo pero en la totalidad es utopía. De la sínte
asesora distinguir entre la voz de Dios y la voz del diablo, y una
sis brotaría la lucha en cuanto, en caso de conflicto, se plantease
correspondiente transformación de tales objeciones en épocas ra
la cuestión de la preeminencia. Pues la masa siempre se coloca del
cionalistas, pretenden demostrar lo que es indemostrable. La orde
lado de las ideas que quebrantan la «existencia» o de la genera
nación del mundo es un pensamiento utilitario, que sólo tiene senti
lidad-desprovista de ideas, pero sólo muy pocas veces del Jado
do por virtud del contenido que tenga el orden. Pero alegar la voz
de la «existencia». Esta lucha es inherente necesariamente a la
de Dios como argumento no tiene sentido incluso para el hereje.
existencia empírica del individuo en la sociedad humana. Sin este
Para el se trata de responder de estas voces con su existencia empí
peligro no hay seriedad en la vida. Esta lucha puede ser callada
rica. Y la mirada histórica tiene que reconocer que los hombres cre
y permanecer en el alma del individuo; puede acabar en escisión;
yentes que comprometieron toda su existencia empíripa también han
puede llevar a resolver vivamente la situación actual; puede pa
combatido entre sí. El individuo que, como individuo, quisiera
ralizar de m odo que una existencia empírica, adecuada externa
ser la verdad en general, tropieza con otra verdad, sea esta la ver
mente, pero sin «existencia», posiblemente se transforme en ex
dad individual de otra «existencia» o la forma de una poderosa
travagante voluntad cínica y vacua frivolidad mundana; por úl
institución, soportada por la masa, como posibles «existencias»
timo se puede librar una lucha vacua, exenta de existencia, na
que se han encontrado identificadas con esta objetividad.
cida de la obstinación desafiadora del individuo o del fanatismo
doctrinario del hombre que en tanto que miembro de un todo se La_filosofía de la existencia tiene que sentir una inclinación
ha perdido. hacia aquellos hombres para los que la elección de la propia «exis
tencia» y su verdad se convirtió en incondicional seriedad, hacia
Qué es un hereje es cosa que cambia históricamente. Cada épo los herejes y los solitarios, hacia aquellos que, fieles a sí mismos y
ca tiene su intolerancia especial, a la vez que puede glorificar como
a sus amqigos, en el entusiasmo del amor, mirando a su trascen
antecesores a los que antes fueron herejes. Si el hereje religioso
dencia, cumplieron su existencia empírica desapareciendo históri
del pasado se caracterizase por decir que cuando Dios habla en camente, ineficaces en cuanto concierne al orden total de la socie
el a.lma —y sólo él mismo puede decidir si Dios habla— esta voz
dad. Partiendo de esta filosofía tiene que resultar ciertamente ab
está para él por encima de todos los mandatos de la Iglesia, en
surda la pretensión de oponer a las instituciones, cuya necesidad
tonces también hay herejes en las épocas que se envanecen de más bien afirma de un m odo relativo, otras instituciones que no
su completa tolerancia y libertad. Así, por ejemplo, una falsa
haiten más que repetir los mismos defectos y que no podrían apor
conciencia de la ciencia, no original ya, dejaría a la Universidad
tar ningún contenido nuevo. Pero la filosofía de la «existencia»
.296 Aclaración de la <rexistencia» F orm as de la o b jetiv id a d ._ g97
tiene la conciencia de estar en franquía para sus posibilidades, ha. esperadamente a conseguir un fin nunca dado y nunca alcanzable,
de exigir espacio y cuidar de que la tensión no desaparezca. sino el ser actualmente adecuado y válido de su ordenación que
La «existencia» afimua. desde sí misma la existencia empírica .se desarrolla históricamente.
de las instituciones poique para ella son incluso indispensables Sin firmeza en él sentido de duración, hay también la objetivi
también. Como existencia temporal no puede llegar a sí misma dad del ethos, por ejemplo, como el ethos expreso de la «humani-
sin ellas. En verdad, la «existencia» lucha por su independen tas». Tiene rostro distinto en el tiempo de los Escipiones, en la épo
cia en la historia objetiva, a la que ha sido transmitida como la ca del Renacimiento italiano y en el idealismo alemán. Desde luego,
sociedad actual en cada caso y en la que sólo colabora como miem lo que se piensa y hace como ético es objetivo y absolutamente vá
bro ; pues la libertad nunca le corresponde en la sociedad como lido en su ocasional manifestación. La inestabilidad dél «ethos»
si pudiera estar garantizada para siempre. Pero la «existencia», no estriba en que pudiera ser más justo sino que, por el contra
a, *a ,cua^ es extrañ ° d individualismo absolutizador, se limita a rio, se da juntamente con la idea de la posible perfección, encar
si misma porque su independencia en la sociedad no es para ella nada en figuras, pero sólo en este tiempo. Parece, en verdad, que
la existencia empírica en general. Ella está en función de lo otro, a toda peculiaridad histórica tuviera que contraponerse lo gene
que necesita a la vez como resistencia, como posibilidad de co ral humano como un «ethos», el cual, exento dq toda historicidad,
rroborarse y como peligro tentador para sí misma y para las ge pudiera surgir dondequiera como lo verdadero; pero lo general
neraciones futuras. La libertad como existencia empírica y la li humano, sólo es representable com o una generalidad formal, de
bertad como ser-sí-mismo dejan de existir cuando no tienen pe tal suerte que en lo concreto todo depende de con qué se llena esa
ligro alguno. Cada nueva «existencia» tiene que conquistar la li forma. Si hablamos de lo humano, que se encuentra dondequiera,
bertad desde el propio origen, mirando a las otras «existencias» de la proximidad a lo humano en la historia, de la repugnancia
y en comunicación con ellas. Sólo coano conquistada a sí misma hacia lo osificado y anquilosado, hacia lo estático y a lo fanático,
existe la libertad. ----------- ----- —------------------------------- eso no es otra cosa que proximidad a la «existencia» misma que
vive «históricataente», la cual si tiene contenido siempre es sola
mente un contenido peculiar.
PRETENSION DE L A COGNOSCIBTT ,TDAD DEL HOMBRE
EN SU HISTORIA Y SU GRANDEZA PERSONAL Incluso el saber de lo ahistórico considerado como la existen
cia empírica de la Naturaleza y como consistencia válida intem
A) Origen y forma de la validez de lo histórico. poralmente, es «histórico». Cierto que la objetividad pura de las co
sas es el sentido de este saber ; en él esFriba la decisiva comum-
1. La «h is t o r ic id a d » u n iv e r s a l .—L a historicidad existe obje cación de la «conciencia en general» a través de los m ilenios; algo
t i v a ^ subjetivamente coano la absoluta inestabilidad de lo pere parece conocido com o idéntico en absoluto ; lo más extraño que
cedero en el tiempo. N o es el mero pasar como nos parece el acon da comprendido en este concepto común ; la objetividad de este
tecer natural, sino que, en ella, el presente se relaciona con el pa conocimiento no necesita para su validez una realización existen
sado y el futuro para penetrar lo que sólo es temporal en la con tial ; así, pues, el contenido del saber de la orientación intramun-
tinuidad de la comunicación. dana es una objetividad en sí. Pero la actualidad ocasional de
«Histórica» es la objetividad de la sociedad; pues la ordenación este conocimiento tiene forma histórica; históricos son la forma en
presente de la existencia empírica humana es válida como objetiva la cual se le posee, el interés por el cual se le ha seleccionado, la
sólo en este tiempo, pero no como objetivamente debida con vali elección por virtud de la cual interesa, la posibilidad (le descu
dez intemporal. No es tampoco histórica de modo transitorio a cau brir esto o aquello. Además, el investigador que llegá al funda
sa de no haber encontrado todavía la justa forma en que pudiera mento filosófico de sus problemas entra también necesariamente
perdurar, sino que es esencialmente histórica porque jamás puede en la historia de su ciencia. La historia de las ciencias es un miem
alcanzar esa forma. Pero, como ¡histórica, es no sólo el lanzarse desv bro en la objetividad de la existencia empírica del hombre en el
29S ■Adlaractón de ¡a « existencia»
Formas de la objetividad 299
sentido de posesión fáctica del saber y saber consciente de su his tiva, atomizada y funcionalizada, sin el contenido de una concien
toria.
cia que se sepa sobre un fundamento.
Todos estos ejemplos muestran que, para una «conciencia en La tradición forma primeramente y llena indeliberadamente la
general» contemplativa, lo histórico parece como si en ella todo nueva generación en su niñez ; después se hace consciente por vir
se hiciera relativo. D e hecho puede confundirse externamente el tud de la relación interior con la historia, con lo recibido, y con las
relativismo, en su radical incompromisión, con la interpretación de figuras de los grandes hombres. En tanto que pasado sabido y, de
la objetividad en la historicidad existencial. La validez absoluta ese modo, apropiado, la historia es el contenido fáctico del pre
aparece como una ilusión de los que viven en cada caso. La con sente, el cual sólo en continuidad con el pasado crea futuro y, con
templación, concibiendo la relatividad universal, reconoce que to ello, la objetividad de la existencia empírica humana, sin la cual
das las objetividades están justificadas para su tiempo y se ima yo no llego a ser yo mismo.
gina esa justificación para su propio presente como si también éste 3. D ocumentos de la tradición .—Todo «existir» tiene, por
fuera ya pasado, diciendo, sin legitimidad, «es lo que el tiempo así decir, su trascendencia sesgando oblicuamente la dirección de
exige». Sin embargo, sólo la «existencia» ve para sí su existencia la existencia empírica que se manifiesta en la objetividad histó
empírica «histórica» en esa objetividad, que externamente es ob rica ; vista desde la eternidad, pudiera ser indiferente que la «exis
jeto histórico. Sin la <chistnrirMrla.rU fio la «rp-fj-ict encia» no hay his tencia» se refugie con absoluta seguridad en su Dios, o que, por
toricidad de la objetividad de su existencia empírica en la socie virtud de hechos y obras, se haga visible en una existencia empí
dad, la ley7~eí deber-ser, sino sólo historia de las sinfinitas relati rica histórica en el mundo, en este lugar para este tiempo, y de
vidades. La «existencia», en tanto es esta existencia empírica que esa suerte quede, no sólo referida interiormente a la objetividad
históricamente sólo es singular y determinada, está en la «histori sino también absorbida para un posible saber histórico en una ob
cidad» universal como en su fundamento que la abraza y envuelve jetividad. Pero aun cuando aquel absoluto refugio como fuente y
y que ella acoge en sí. Este se contrapone a ella en las formas de límite queda intacto en su posibilidad, sin embargo la «existen
la objetividad, que ha aprehendido y animado con su subjetividad. cia» en la existencia empírica y, con ello, para nosotros en gene
La profundidad de este fundamento es la historia en general, que ral sólo es real por virtud de su ingreso en la objetividad.
desde él sale al encuentro de la «existencia».
Las «existencias» que no me encuentran en lo exterior, para
La inmediata inestabilidad de lo que, como existencia empíri- mí no son nada en absoluto. Por tanto yo tengo que dar por su
rica en el tiempo, pasa y perece indiferentemente, se resuelve, por puesta e implícita a toda otra posible existencia en su objetividad
tanto, primero en la conciencia de la objetividad, pero después y tengo yo mismo que estar en el mundo hablando por otros. La
esta como relatividad en la sustancialidad del «existir» que, sien idea del reino del espíritu, en lugar de ser imaginación de una rea
do presente, sin embargo, vence en ella al tiempo. lidad existente, se convierte en la voluntad de una comunicación
2. T radición .—Puesto que la sociedad es una convivencia ilimitada, decisiva, que avanza hacia todos los lados. Cierto que
cuya forma y contenido están determinados por un pasado y cam el pensamiento de una terminación es tan irrealizable como el
bian constantemente, ya imperceptiblemente en el transcurso del pensamiento de que esta realización en su limitación inevitable
tiempo, ya por crisis súbitas, no existe como si hubiera salido de como manifestación pudiera bastarse a sí misma. Esa idea nunca
la nada en el añero presente, sino por virtud de una tradición. La es posible más que en función de la ilimitada oscuridad desde la
sustancialidad «histórica» de la existencia empírica social se ac cual pueden lucir interminablemente las posibles «existencias» si
tualiza, por tanto, en las relaciones de la piedad, el respeto, la in yo pudiera ver, y en función del otro presente absolutamente
violabilidad. En la medida en que se desligue de la dimensión ,his- objetivo, que no se me abre como «existencia» o al que yo estoy
torica de profundidad, la existencia empírica se convierte en sólo cerrado como posible «existencia». Pues toda objetividad como tal
presente que dura un día, angosta de horizonte y corta de perspec no se abre hasta que se descubre en ella el ser. Pero lo que exis
te como objetivo puede una y otra vez ser escuchado como len
800 'Aclaración de la cexistencia» Formas de la objetividad
$01
guaje. Así, pues, para nosotros la objetividad todavía ininterpre Esta cultura puede, en aparente comprensión general, quedar
table y sólo fáctica es insustituible. La desaparición de los docu se en mero saber en lugar de llegar a ser realidad del hombre me
mentos de la pretérita existencia empírica del hombre es, para la diante la apropiación. Tal cultura florece como flores desprendidas
visión empírica, cosa natural, pero es inconcebible para el cono de su ra íz; entonces ya no es la luz de las propias posibilidades.
cimiento del auténtico existir. El desmoronamiento en la ruina y - P or el contrario, el contenido de algo general, con toda su pleni
el polvo es como una ruptura de la comunicación. De aquí que tud objetiva, sigue siendo verdadero aun separado de una reali
sea un dolor para la apropiación histórica el enorme volumen de dad empírica que, como tal, ya no está en él y sigue siéndolo en
lo indiferente que no habla propiamente, el carácter fragmentaria cuanto momento de un existir que, mediante la contemplación ha
de tanta existencia empírica singular que sólo deja palpar lo que conquistado su ser-sí-mismo y que se percata de la amplitud de
fué, la completa pérdida de tantos de cuya existencia- empírica la historicidad posible para otros al penetrar en la realidad pre
ya no quedan testimonios, sino acaso un reflejo en otros terceros térita.
en donde el origen queda borrado hasta hacerse incognoscible. Así,
pues, cuando se piensa en la posible comunicación histórica de las
generaciones posteriores es una traición existencial falsear este B) Validez de la historia.
lenguaje, destruir documentos a causa de que puedan ser malen
tendidos, formar una imagen de la existencia empírica conforme a Para que la «existencia» se entienda con otras «existencias»
los actuales puntos de vista sobre qué es lo esencial, eliminar 1» en el fundamento histórico común necesita el conocimiento del
que desde esos puntos de vista se considera como no pertinente y pasado. Este saber, en el sentido de saber comprobado metódica
como privado, y , por tanto, hacer hablar para el futuro un ser y críticamente, es la Historia como ciencia; transformado en com
originario, tal como se le quisiera, en lugar de conservar :su ob prensión existencial de sí propio es filosofía de la historia. Am
jetividad en todas las direcciones, puesto que acaso el hombre no bas son, como pretensión, objeto de una lucha que, por último,
nace hasta que la interioridad de la objetividad le aborda autén puede acabar en la voluntad de ahistoricidad.
ticamente. El velo de la inveracidad se corre incansablemente so 1. H istoria . —Cuando la investigación histórica tiende a des
bre todo y oculta el pasado. La temeraria aplicación de la frase, ligarse de la conciencia «histórica» de la «existencia» para ser sólo
según la cual «para un ayuda de cámara no hay hombre grande, conocimiento como conciencia histórica, esta transformación im
pero esto estriba en el ayuda de cámara», abandona injustificada plica dos peligros: la verdadera historicidad puede perderse para
mente la tarea de llegar a conocer realidades, y no da derecho a mí hasta reducirse a la manifestación residual de un saber histó
destruir su objetividad documental. La tendencia a la armonía y rico sin término, o bien quiero desasirme de ella en una verdad
a las formas cerradas origina un falso miedo a abordar existen- general humana para todos, que yo conozco en la objetividad his
cialmente la realidad y permite a la brutalidad inexistencial et tórica como autoridad:
triunfo barato de parecer veraz y sincero mediante el mero encu En tanto que la investigación histórica se pone al servicio de
brimiento asimismo inveraz. la conciencia «histórica» se aferra apasionadamente, con radical
Cultura .— Un elemento de la cultura del hombre es su forma veracidad, a lo que se puede investigar críticamente, pero a tra
ción entendida como la form a de su saber histórico. Vive como el vés de esto penetra y llega a lo que fué «existencia». En la visión
lenguaje en cada caso único de uña realidad 'histórica en el mundo del ser de toda forma histórica como «inmediata a Dios» está el
y la religión para las cuales es el ámbito de la comunicación, del origen del sentido de la investigación. En el conocimiento y la vi
despertar y del cumplimiento. La pretensión del conocimiento del sión históricos está presente, bajo el manto que hace invisible, por
pasado de llegar a ser apropiado es pretender del hombre que, par así decir, la «existencia», lo mismo en el que mira que en lo mirado.
tiendo de las ya conquistadas posibilidades, llegue a ser auténti EJ amor a lo que fué, aun respecto a lo más ínfimo, en tanto que
camente él mismo. -en ello se deja sentir la «existencia» ; el respeto ante lo insonda-
302 Aclaración de la «existencia» Formas de la objetividad 303-
b le ; la presencia de las propias raíces domésticas y nacionales; la de el punto de vista lógico y lo que es «histórico» existencialmente.
sensibilidad para todo lo pasado, que, por el hecho de haber sido En tanto que el saber histórico está al servicio de la conciencia
grande para nosotros, también pertenece a nuestro m undo; la «histórica», se hace importante en la apropiación. La confusión
exploración de lo <más remoto, desde lo que todavía el hombre comienza cuando la contemplación de las grandezas del mundo
nos habla, vivifican todo lo cognoscible, que tiene la pretensión histórico como tal se convierte en cumplimiento de la vida. Enton
de ser concebido y apropiado con esa disposición. La confusión ces parece que sea posible anular la soledad del hombre sin co
de la investigabilidad y la pretensión de la historia comienza en municación inmediata y presente. El espanto ante el abismo de la
el momento en que para una conciencia histórica la cosa sólo nada dentro de uno mismo impulsa a entregarse a las formas ob
es objetiva. Pues entonces lo que se puede conocer históricamen jetivas, y, seducido por ellas, a la contemplación de la grandeza hu
te se convierte en una escombrera enorme, que aumenta de modo mana y sus obras; el hecho de que haya habido esta grandeza es
interminable por virtud de los acontecimientos, cuyo conocimien suficiente. Este afán de admiración aparta de todo lo presente, cu
to y compilación ya no significa nada. yas fealdades y lástimas están a plena luz y desazonan a todo el
En tanto el conocimiento histórico está al servicio de la con que no vive en él y colabora a su mejoramiento. De aquí que abra
ciencia «histórica», el pasado es, en todas las objetividades, el ce al mundo histórico, el cual está en su tranquilidad ante los
fondo inobjetivable desde el cual el presente llega al propio origen ojos com o una plenitud inagotable. Pero para mí está, por así de
de su «historicidad». Entonces ya no existe la validez de una de cir, como tras un enrejado y, por tanto, no entra en mi vida real.
terminada verdad alcanzada para siempre, sino el indeterminado A pesar de la concepción realista con que me acerco a él, ese mun
contorno del movimiento en el cual todo 'presente tiene que llegar do histórico está dotado de una incomparable belleza por virtud
a ser el mismo insoslayablemente. La confusión de la grandeza de su lejanía. En lugar de «existir» yo mismo, me contento con la
histórica con el valor aparentemente consistente para nosotros co «existencia» com o alma histórica, para la que también el presén
mienza cuando la conciencia de la relatividad de todo lleva, por te ya es historia y visto en la lejanía ficticia puede convertirse en
la falta del ser-sí-mismo autónomo, a una exaltación artística del objeto de admiración com o pasado contemplado. De esta ma
pasado. El romántico pretende ante todo complementar sentimen nera, vivo siempre en lo otro y extraño, que sólo me acerco ac
talmente la propia existencia empírica falta de «existencia». Des tualizándolo, y permanezco solitario en lo ya formado, arrastra
pués, por último, la relativización de todo lo objetivo, que resul do por su grandeza.
ta de la auténtica «historicidad», se convierte violentamente en Cuando he eludido estos tres peligros : del saber histórico indife
su contrario: lo que se conoce históricamente se convierte, fijado rente, de la facticidad histórica determinada convertida en verdad
y objetivado unilateralmente, en validez autoritaria. exclusiva, y del extravío entusiasta en la multiplicidad de las gran
Pero, aunque soy consciente «históricamente» de poder entrar dezas históricas, entonces estoy como conciencia «histórica» en mi
en comunicación con una conciencia «histórica» extraña, sin em fundamento, relativizándole para el saber sólo en su manifesta
bargo no puedo transferir a otro lo que yo soy ni aceptar lo ex ción, pero no en la «existencia». Y o no me puedo desasir de él,
traño desde su fundamento. L a verdad de la «existencia» «históri- sino superar la forma ocasional de la objetividad avanzando «his
cay> no es nunca una verdad única para todos, sino que como pre tóricamente».
tensión no es más que requerimiento, llamada. La absolu tización Así, pues, lo que en el conocimiento histórico es, en definiti
de tal verdad más allá de la esfera en que se manifiesta, la su^ va, simple mudanza de lo que dondequiera no es más que fugaz
puesta vinculación de esta verdad generalizada a un hecho histo — cambio que está en relaciones de causa y efecto— una incesante
ric« como a su fundamento, anula el «existir» «histórico», porque ascensión y caída, una multiplicidad arbitraria sin principio ni fin,
en Ttfgar 3 el fundamento «histórico» siempre oscuro pone la va esto mismo es para la «existencia» la existencia empírica como «his
lidez objetiva, como si ésta pudiera jamás fundarse sobre la his toricidad», pero no simplemente desapareciendo, sino, como escu
toria ; pues para ningún saber pueden ser idénticos lo general des chando al pasado y siendo también lenguaje para el posible futuro,.
V
■304 Aclamcián de la ¿existencía» Formas de la objetividad 305
presente como fusión del T>asado v futuro en ftl ahora sustancial: 8 . L a existencia en lu ch a con la to ta lid a d de la historia
pasado, en tanto que Apropiado comunicativamente, ya no es ■y con l a voluntad de ahistoricism o. —Pensar la historia como
sólo condición causal de mi existencia empírica, de la que no nece una totalidad, sea como escrito cifrado, o sea como forma inma
sito saber nada para que actúe, sino realidad presente como fun nente de unidad, la convierte en un objetividad cerrada: en un
damento que me llega en la voz del pasado. Es decir, que la in único e inmenso proceso en el cual todo tiene su puesto y su mi
consistencia de la existencia empírica histórica se anula en la con sión. Su conocimiento me muestra las posibilidades determina
ciencia «histórica» de la «existencia», cuando se satisface la pre das y limitadas del presente. Lo pasado y la imagen de la totali
tensión de este lenguaje del pasado. Sólo para esta «existencia», dad derivada de él se convierten en autoridad decisiva a la que es
la historicidad de la objetividad que la envuelve es visible como preciso obedecer. La existencia empírica es lo que es así con dere
contenido, en el cual, juntamente con el existir temporal y ex cho porque así se ha constituido ; pues de la historia resulta lo
ternamente disperso, en tanto que éste la encuentra en esa exterio que puede ser. Sin embargo, reconocer lo nuevo conservadoramen
ridad por virtud de documentos y signos, es un ser eterno en la te, cuando se ha corroborado, es entonces la actitud fundamental
manifestación temporal en que la «existencia» cobra ser. que quiere hacer lo que el tiempo exige, es decir, lo que en este
2. F ilosofía de la historia .—Del origen de la conciencia lugar del todo es lo pertinente.
«histórica» surge, al apropiarse la historia, la propia aclaración Contra esta totalidad se revuelve, en primer lugar, nuestro sa
de la «existencia» como filosofía de la historia. Esta se realiza en ber : sabemos que no podemos conocer esta totalidad, sino que sólo
tres grados: se anticipa, sea haciéndose inmanente y , entonces, como saber del
a) En la orientación intramundana hace conscientes los límites mundo, escrito cifrado anal entendido, sea como una imagen que
de la historia como Historia. Muestra las condiciones y formas del justifica la propia existencia empírica que quiere seguir siendo tal
saber histórico, percibe los límites de la comprensión, después el como es, sea como imagen de una totalidad, de la cual el insatis
carácter indemostrable del sentido de la Historia como ciencia; fecho deduce su derecho para luchar por otra forma de existencia
por último, su extravío en un saber de interminables naderías. empírica. Pero, además, el ser-sí-mismo de la «existencia» se re
b ) Se convierte en aclaración presente, sustancial, de la «exis vuelve contra la subordinación a una ley ya conocida anterior
tencia» en cuanto que concibe la objetividad de la historia como mente de su existencia empírica. Negando los nexos históricos,
la totalidad en la que yo existo con los demás. En la conciencia declara que todo es posible: depende de lo que el individuo hace
del presente todo pasado queda referido al hoy, se desarrollan de las situaciones. No hay ninguna totalidad de la historia, sino
constructivamente posibilidades del futuro para ahondar la con la ocasional creación por la acción. La historia puede despertar el
ciencia del ser del momento. La conciencia de la especiñdad de entusiasmo del ser-sí-mismo por la grandeza, pero no es la carga
este histórico momento es, por virtud de la trasposición del sa que se impone unívocamente y que, com o tal, determina el cami
ber como mera consideración en un saber como «existir», incluso no del presente.
co-origen del futuro. Por el hecho de que las objetividades de la ordenación huma
c ) La historicidad del todo se convierte, por último, en escrito na y sus ideas tienen que cambiar con las situaciones históricas, no
hay ninguna imagen objetivamente exacta de las organizaciones
cifrado. Se origina una imagen de la totalidad de la historia desde
humanas. Esta imagen pudiera representarse acaso como un aparato
el comienzo hasta el fin como escrito cifrado del ente trascendente.
que, en verdad, ahora funciona mal, pero que puede ser ajustado
Los medios objetivos de expresión se toman a la ciencia objetiva
debidamente. Sin embargo, esto no es más que un posible punto
de la Historia y en una comunicación realizada de hecho con de de vista dentro de la totalidad de las ordenaciones humanas, en
terminados orígenes «*históricos» se funda un mito que para el mo cada caso para éstas, no para el todo. Pero si se considera el ca
mento «histórico» representa en la fantasía trascendiente la pre rácter relativo e inconcluso de las ordenaciones humanas, se ori
sencia de la trascendencia a través de la historia. gina la opuesta equivocación: p o r la negación de toda objetividad
806 A.clcir(ición de la ¿existencias Formas de la objetividad 807
(excepto de las causalidades) dar paso libre al poder elemental eerse valer porque, o dan muerte a los indómitos y salvajes con los
del individuo y de la masa, a su afan de amplificarse y dominar. cuales ya no es posible ningún acuerdo honesto ni mucho menos
La voluntad de ser sin historia, de ahistoricidad, que asi se ori comunicación, o perecen.
gina, queda ciega para la totalidad posible. Esta voluntad se apo Pero la verdad existencial conoce en el presente concreto, sin
ya solamente en la voluntad vital de la existencia empírica de necesidad de ningún saber, dónde está la muerta vinculación his
una masa que, como dominable, se deja vincular a una voluntad tórica de la obediencia que sólo hace repetir y dónde la ahistori
unitaria y se sostiene por la solidaridad de intereses, prestando a cidad subversiva de la mera existencia empírica. Como quiera que
su propia y mera existencia empírica una dorada aureola como ella no conoce el todo y sólo lo puede barruntar como lo uno, para
nación, cuyo egoísmo es santo o como humanidad en general que ella a su vez «histórico», en la trascendencia, abraza su misión «his
se realizaría para todos. tórica» en el riesgo y aventura de la autoidentificación creyente.
La verdad existencial no está, sin embargo, en el punto medio Como tal, la verdad existencial escucha a lo otro y al adver
entre los extremos de la creencia en la totalidad «histórica» y la sario inconcebido y escucha a lo que ha fracasado en la historia.
ahistoricidad, aun cuando los niegue a los d o s ; es polaridad, no La totalidad única de la historia de la humanidad se le hace proble
descarga de la tensión : mática en favor de una trascendencia, la cual,incluye en sí lo que
La verdad existencial no conoce la totalidad pero escucha por en el mundo se ha perdido. Escucha el grito de protesta que sube
si acaso un todo le pudiera mostrar el camino. Sabe ciertamente de los siglos contra el curso de la historia. Ve lo que ha sido aplas
que hay decisiones históricas que quebrantan el camino que se creía tado en la historia que, a menudo, no es para ella lo inane sino
definitivo; pero quiere el máximo de sentido; es decir, evita las- lo mejor.
luchas indiferentes, no decisivas. Contempla lo presente como el La objetividad de la historia no se consolida. Incluye lo que
todo fáctico en el cual sólo se presentan discrepancias según nues no ha llegado a ser, lo que pereció en la lucha. Como este espacio
tra opinión secundarias que no determinan el curso de la histo total de la existencia empírica, dicha objetividad no muestra un
ria en una medida considerable, puesto que no parecen decidir en la camino unívoco, ni siquiera uno cuyas posibilidades puedan limi
historia del mundo más que carnicerías y pendencias de pueblos tarse definidamente. Su totalidad, cuanto más clara se hace, más
primitivos atrasados. Pregunta por las ordenaciones que prevale agudiza la conciencia de lo posible y eleva al nivel en que puede
cen en la configuración del mundo, por los hombres futuros, y se hacerse visible lo que propiamente se decide. Estamos siempre in
inserta allí donde cree identificarse con fuerzas que procuran lo curriendo en luchas en las cuales nadie sabe de qué se trata en de
que para ella es verdad. Relativiza la existencia empírica vital, y finitiva. Cuanto más claramente estamos en la objetividad de la
con la decisión más extrema, incluso la de la nación : así, por ejem historia, tanto más sus decisiones pretéritas sobre el ser del hom
plo, cuando el griego Polibio reconoció la significación histórica bre son puestas de nuevo en cuestión. Lo que fué vencido puede
universal del Imperio romano y el judío Pablo la universalidad ser otra vez aliado. L o que fracasó puede despertar nuevamente
del cristianismo. a la vida.
Asimismo la verdad existencial no se entrega a la ahistoricidad,
pero percibe el valor sin trascendencia de la mera vida. Sin ettt-
bargo, allí donde sólo se pregunta por la oportunidad que yo oais- C) Valor de las formas 'de la grandeza humana.
mo tengo como existencia empírica, cuando yo existo sólo para
mí como mi propio señor, entonces lo que se rebela no es la «exis En una variedad inmensa el hombre como sujeto se convierte
tencia», sino la existencia empírica individual. Esta, cuando no se en forma objetiva, la cual como modelo o contrafigura, como po
identifica con la idea y con la posibilidad «¡histórica» en un todo des sibilidad propia o realidad ajena, como lo que atrae exigiendo o
conocido, ño es más que la pasión de lo oscuro y parece no *e° er degrada seductoramente, llena el espacio en el cual el individuo
más sentido que hacer ver a las fuerzas históricas la misión de a* llega a ser sí mismo por la manera coano sigue y rechaza.
Formas dt la objetividad
sos A cla ra ció n de Ja ^existencia*
risible, porque carece de la exterioridad que le sería adecuada, r.o busteciéndose al organizar su conexión, tendrían que perecer en
■Js grandeza histórica, pues en este caso el motivo de su acción este aparente robustecimiento porque entonces lucharían con los
'en la existencia empírica objetiva se desvanece, 'i'e r o los raros- medios que sólo parecen naturales a la existencia empírica en su
hombres que soportan verazmente las situaciones lunTEesT'de las brutalidad ciega. Unicamente pueden actuar sobre toda la reali
Tuales les viene el impulso de incondicionalidad de su hacer y la dad empírica de un modo indirecto, pero no directamente median
plena claridad de su conciencia absoluta, cuya poderosa accit'x» te una pretendida unión de sus mejores. Hay, además, la creencia
entre el día y la noche penetra con la más absoluta seguridad la de que lo que importa es la personalidad, y dondequiera se la debe
modestia de su existencia empírica, son las grandezas anónimas, atender y preferir; los que hablan de este modo suelen hacer, sin
cuya existencia empírica determina lo que en cada caso pueden embargo, al mismo tiempo, todo lo posible para minar a toda
llegar a ser los hambres al ser unos para otros, gllos parecen tan verdadera personalidad su existencia empírica presentándole con
grandes como el destino m ism o; en su proximidad nuestra vicia" diciones que admite cualquiera pero no precisamente una perso
no puede seguir siendo lo que es, sino que tiene que exaltarse o nalidad. Además, hay la opinión de que el espíritu cambia históri
menospreciarse en su p erdición. camente su punto de vista de pueblo a pueblo, de clase a clase, de
L o que cada hombre es como posibilidad y que eTTtrTjtfe institución a institución, pero quien piensa de esa suerte, para di
porta decisivamente cuando me siento conmovido por la grandeza rigirse en cada caso a donde está el espíritu, seguramente no le en
de las figuras históricas, puede perderse cuando lo absolutizo. contrará.
'.La primera consecuencia de esta absolutización, es la valora Una tercera consecuencia de la absolutización es la falsa \jli-
ción absoluta — en vez de relativa— de la realización como reali - ilinación del hombre individual. Cuando se prescinde del carácter"
zación, cualquiera que ella sea. Ella hace posible — aunque sólo finito y terrenal de toda existencia empírica, aunque sea la del
engañosamente— la conciencia propia por virtud de la repercu grande hombre, desaparece la distancia a la trascendencia como
sión objetiva de las propias realizaciones, mientras que la «exis al único Dios oculto. La absolutización es posible también o pre
tencia» puede quedar absolutamente incierta de ellas como objeti cisamente por la invisibilidad fáctica de la realidad del hombre
vidad. Cierto es'que la «existencia» se conquista a sí misma, se que ha sido elevado a lo absoluto; los creyentes colaboran a encu
gún las posibilidades de su situación histórica y sus dotes, tan brir míticamente esta realidad. Si la absolutización no es una con
sólo participando en las ideas, abrazando tareas concretas; sin sagración religiosa —y entonces inconcebible filosóficamente como
embargo, nunca se anula por completo, aun cuando se identifique lo otro— sus motivos son múltiples: Es un medio para la exalta
con la manifestación hasta comprometer la vida. Nunca conquis ción pretenciosa de un hombre y del círculo de sus creyentes. Para
ta tan sólo por virtud del mundo y las objetividades su ser, que los poderes dominantes es un medio de legitimar lo existente; y ,
por su parte no se hace objetivamente visible en la orientación a la inversa, sirve para negar a aquellos que, según ese criterio,
intramundana. no existen. Es característico que se divinice a .muertos que ya no
La segunda consecuencia de la absolutización es que conduce a pueden oponerse o que, cuando se trata de vivos, sean escogidos
la actitud de planear y hacer incluso lo esencial. De ella brota, por com o representantes del ser de los que les eligen, por tanto escogién
ejemplo, la idea de que los hombres aristocráticos debían coali doles instintivamente bajo ciertas condiciones, para dejarles caer
garse ; pero mientras que las masas sólo se enlazan eficazmente de nuevo cuando no las satisfacen o que por necesidades de ser
por virtud de los intereses y finalidades de la vida empírica, las vidumbre comprensibles psicológicamente se exija una sumisión y
solidaridades existen cíales sólo son posibles en el origen, sin de se encuentren los hombres que la admiten.
signios y sin intereses empíricos instintivos : T>or tant??. s ó l o e n 8. G randeza objetiva y « e x iste n c ia » . —Pero, aunque la ab
p&qüehos grupos; ías capillitas y las Ordenes, com o tales, son solutización de las grandes figuras humanas anula la «existencia»,
contrarias a la veracidad de la «existencia» ; en lugar de desple 'ésta no es, sin embargo, opuesta a la grandeza.
gar su fuerza en la forzosa debilidad de su situación empírica, ro Sólo lo que aparece exteriormente, es real para nosotros. Xa
Aclaración de Ja «existencia»
Formas de la objetividad 5 15
«existencia® es tanto más real y más clara en la comunicación, Ja veneración y del amor, como existencialmente verdadera, co
cuanto más claramente hable en el ámbito de lo que objetivamen rresponde al culto de la personalidad. Puede, en efecto, ver a los
te es la grandeza del hombre. En los grandes hombres es donde grandes hombre desde su raíz ; puede también reconocer en la ac
es posible la «existencia! más decisiva. La absoluta interioridad tualidad la jerarquía, dondequiera al mismo tiempo fiel e inesta
cuando no puede patentizarse en la comunicación, sólo existe para ble con la realidad de la vida fáctica. Venerar sinceramente es ex-
su trascendencia. En el mundo no significa nada, ni siquiera está presiórt^d.el ser-sí-mismo. El vigor de la veneración es la verdade
en él. Nadie puede afirmarla en absoluto para sí frente a los de ra modestiáNie quien también es algo. El conserva la independen
más o de los demás. Pero la interioridad se. manifiesta, en la ob
cia yTaTTBeHaalTeTirdecisión^nterior aun frente a lo más gran
jetivación, la cual cobra en la humana grandeza una incompara- de ; lo sigue en tanto que no se quebrante el ser-sí-mismo, pues
ble posibilidad de lenguaje para despertar otras «existencias». no se pliega en absoluto a ningún hombre, muerto o vivo. *-■
La objetividad de la figura existencial, como su expresión crea Mientras la grandeza se hace visible como tal a la conciencia
dora, se convierte en tentación, a gozar de su contemplación por culta, su fundamento existencial está oculto objetivamente. Así,
parte de una comprensión falta de «existencia». Así resulta falsa pues, diferenciar de la «existencia» la grandeza humana es con
una clasificación de las personalidades históricas en esferas espiri dición de la veracidad existencial, pero se convierte en pensamien
tuales realizada a fin de comprender su ser existencial. Lo que cons to erróneo en la tergiversación posible típicamente para toda filo
tituye su esencia, su creencia como libertad en la realización, su sofía de la existencia cuando se hecha mano de la «existencia»
amor como aprehensión de la realidad en toda su profundidad, contra la grandeza y, por tanto, se reclaman falsas pretensiones
su fantasía como presencia de la trascendencia, no se puede con para la «existencia».
cebir como su auténtico ser subsumiéndolo en una esfera espiri 'La «existencia», por el contrario, no tiene pretensiones en el
tual. El santo, el héroe, el poeta, el sabio, como figuras ideales en m undo; no puede querer valer como ella misma, sino tan sólo me
las esferas de la religión, de la política, del arte, de la filosofía se diante realizaciones en el mundo. En torno de ella se cierne un
convierten inmediatamente también en tipos humanos a los que velo impenetrable para la orientación ultramundana, que sólo se
sólo se contempla estéticamente. Bajo sus nombres ya no queda puede apartar en una comunicación siempre individual. Es el apa-
afectada la «existencia» cuando con ellas se erige una figura es rente~Ií!r existir empírico del individuo en las objetividades del
cultórica para que sea admirada por todos a distancia; con ellas mundo.
no es posible la comunicación, el hombre real queda oculto bajo
4. La po sib le « e x is t e n c ia » y el ser d el fil ó s o f o .—Pertene
una careta con que el impulso de culto de las masas le ha recu
ce al sentido de la aclaración de la «existencia» el hecho de que no
bierto. Las tendencias del ser del hombre, que en estos ideales se
se puede diferenciar el camino recto del equivocado por la erec
representan como perfectas, están tan enlazadas entre sí que su
ción de una figura objetiva del hombre que se pudiera lograr como
separación impide llegar a la raíz misma del ser del hombre. El
la verdadera o de un criterio aplicable. La «existencia» no puede
hombre no es un ser disperso que ha «realizado» algo o «signifi
cerrarse como imagen ni para otros ni para sí misma, pues el hom
que» algo para varias de las esferas y por virtud de ellas pueda ser
bre tiene forzosamente que fracasar en el mundo. La «existencia»,
caracterizado suficientemente.
a la vista de la inestabilidad de todo lo que llega a ser figura en el
La heroicización del hombre como culto de la personalidad mundo, no aspira ya a ser figura para sí misma en cualquier obje
establece entre los hombres una distancia absoluta mediante di tividad que ingrese.
ferencias esenciales, en lugar de conservar en la diferencia jerárquica El hombre c omo posible «existencia» es filósofo. Pero lo que
módulos y exigencias que nos afecten colectivamente. Si todo sea un filósofo no cobra nunca como «existencia» una objetivación
hombre es posibilidad de «existencia», si por tanto ninguna gran definitiva. Ser filósofo no es una profesión específica; el filósofo
deza como tal tiene, en este aspecto, primacía (aun cuando este no es tampoco un ideal configurado conforme al cual el hombre
.por su jerarquía a inmensa distancia), sin embargo, la fuerza de pudiera formarse para llegar a serlo ^ el ser del filósofo es la vo
81* Aclaración de la €existencia»
Formas de la objetividad 81T
luntad de llegar a sí mismo, la cual se crea en el ámbito del filoso
far espacio, posibilidad y expresión. Al filósofo no se le puede in Pero_e1 filósofo, pnj_pl hecho de estar en la exíst.pnpia teropo-
tuir en una imagen. Las figuras históricas del hombre filosófico tie Tal, no alcanza tampoco la meta del trascender. Del mismo modo
nen entre sí parentesco: viven en una comunidad de espíritus que -que él, tampoco nada que se deje generalizar puede ser definitivo
existen por sí mismos, libres de las ataduras que sujetan a las auto ni sólo contemplativo, ni sólo activo, ni de cualquier otro tipo,
ridades objetivas o al mundo como ciego impulso de dicha, como así tampoco hay un resultado que sea el último. Su incesante
afanes y cuidados de la existencia empírica, e independientes des impulso de querer llegar a ser por completo, apremia hacia de
de el propio fundamento en requerimiento mutuo. lante, no encuentra sosiego duradero en ninguna parte, no quie
Unicamente el rrmndo del filósofo en su existencia empírica y re fracasar, pero tiene que sufrirlo y puede concebir su necesidad.
las condiciones previas en su subjetividad: La voluntad de llegar a ser por completo mantiene su ser abierto
Puesto que el filósofo no escucha lo que es por una revelación para las realidades y las posibilidades mientras viva.
directa, tiene que ingresar forzosamente en el mundo para expe Pero como quiera que el hombre como filósofo no encuentra ni
rimentar. Por virtud de la originaria voluntad de saber se aplica divisa una forma definitiva de su existencia empírica, y comprende
en la orientación ultramundana a todo lo que se presenta o le en .que como existencia temporal no puede encontrarla, necesita para
cuentra. Entregarse metódicamente a las ciencias lo considera con su salvaguardia una actitud a fin de no perderse en la confusión
dición previa para la probidad del pensar. Al investigar se da cuen de sus emociones, se conquista como realidad de su alma una «7m-
ta de lo que se conoce, cómo se conoce y en qué límites. Posee ■manitas* que le deja propicio y abierto para los demás, ve que
conocimientos, que reconoce como válidos generalmente, e imáge su peligro está en una pasión, que le señala límites por virtud de
nes y 'formas de toda realidad — de la Naturaleza, del hombre y la posibilidad de caer en la profundidad oscura. •^
de su historia— que le muestran la existencia empírica en intuición La actitud como salvaguardia ante sí mismo está como tal, en
inmediata. No únicamente en la consideración objetiva, sino, pri ,el ademán contenido, en la limitación de la expresión a la situa
mero, en la acción, el hombre se acerca a las cosas y las objetivi ción ; la actitud no permite prodigarse en la publicidad arbitraria
dades : en la acción experimental a los objetos de la Naturaleza, y en la vida vulgar y cotidiana. Mantiene las distancias y diferen
en la acción fáctica a los hombres y la sociedad. La objetividad cia las cosas por su esencialidad y a los hombres según su je-
de la acción, la cual es lo único que proporciona una clara con Tarquía. Puede dar una medida para todo. Es el freno permanen
ciencia de aquello que hago, provoca la confonmidad o los conflic te de la existencia empírica que pretende dignidad, es el dique de
tos que patentizan lo que existe realmente. los ciegos movimientos del ánimo, a los que transforma en energía
Si bién todos los modos de la objetividad son accesibles al canalizada. Es intrepidez y serenidad. Puede, sin fanatismo, de
hombre filosófico en la orientación intramundana, siempre que dicarse con energía a los quehaceres concretos y estar tranquila a
dan todavía atrás él mismo y el otro con el que está eñ~TTOmunica- la vista del fracaso. _ _ _ _______________________
cion y que no se reducen por compleo a una objetividad. Se da <tJIumanitasT> equivale a estar abierto, a ponerse en el punto
cuenta del ser de sí mismo en la incondicionalidad de su acción, de v ista de cualquier otro, a escuchar razones, ingresar en la ra-
en la fidelidad y en lo Uno. Un pensamiento diferente del pensa JEón del asunto y ampliarse ilimitadamente en las idgas. R esiste^
miento investigador le procura como aclaración de la existencia los sofismas, a la presión de la voluntad interesada egoístamente
la conciencia para lo auténtico. La veracidad, que trasciende de y a las impresiones fortuitas. Es la abierta franquía, la compren
lo que no es más que debido impositivamente, pero permite tam sión, la asequibilidad y la posibilidad. Le es inherente un recono
bién comprenderlo sin sofismas, es su guía. Su sentido de la probi- cimiento originario del otro, la caballerosidad en la lucha, la volun
dad y autenticidad, fallando y después restablecido, le lleva a las tad de no avergonzar, la dignidad del amor en el trata. Su esen
antinomias de esta veracidad misma. En la lectura del escrito cifra cia es la transparencia ;"de su claridad y nitidez irradia serenidad
do roza después el fundamento más profundo en forma histórica. alegre.
La pasión es el peligro de irrumpir con ciega impetuosidad en
818 A. cforación de la * existencia»
cias» que no han de considerarse como 'objetividades ni como subje contradicen, pero quien las conoce todas no participa en ellas,
tividades y, por tanto, ni se las puede afirmar como existentes ni sino quien es idéntico con una. Mi verdad, aquella que yo soy ab
contar como múltiples ; existen, por el contrario, a diferencia de la solutamente como libertad en la medida que «existo», tropieza
realidad empírica de lo múltiple en el mundo, como ser de la aeccis- con otra verdad en tanto que «existente» ; por ella y con ella llego
tenciaT> para las «exis1ienc-iasj>. Así, pues, no se las puede conocer, a ser yo mismo ; pero no es única y sola, sino única e insustituible
pero sí aclarar como posibilidad. Es la vinculación del ser al ser, en tanto que está en relación con otras. '
que somos nosotros mismos, cuando creemos ser auténticamente ; N o puedo salirme de esta verdad ; no puedo contemplarla des
y es para nosotros en la medida en que penetramos existencial- de fuera ni conocerla. Si me saliera de ella, caería en el vacío. Pue
■mente en su círculo. do, desde luego, convertir en tema de una reflexión sin término
Así, pues, en vez de que el ser pudiera ser encontrado como su comprensión de sí misma que la objetiva, como su manifesta
una objetividad y como la única verdad válida para todos, es en ción ocasional. Puedo considerarla absoluta como manifestación en
el origen de la conciencia de ser posible en el mundo, sesgando la el momento «histórico» para relativizarla inmediatamente de nue
escisión en objetividad y subjetividad, «existencia» para otras vo ; pero esto sólo puede hacerse partiendo de la verdad de la
«existencias». Su origen es la trascendente posibilidad de ser> tpor «existencia» que existe siempre tpimpnrglmpr^p, pero no intelec
el cual llega a s e r lo que verdaderamente es. sin cerrarse en la tualmente y prescindiendo del origen. Sólo al servicio de la «exis
existencia empírica temporal, en una unidad objetiva o producir tencia» puede la inteligencia relativizadora tener contenido merced
la nivelación de los sujetos en la uniformidad. De aquí que una a la negación de toda objetividad, por el hecho de que el pensa
representación de la verdad de la . p-gist.p.nnin t.jpnq que considerar miento en tanto que «existente», superándola, produce al mismo
com o imposible por sí mismo un conocimiento del ser (ontología) tiempo una nueva objetividad. En tanto que existente no estoy
y, poL-gl contrario, esclarecer el ser en la existencia empírica mun en parte alguna a gusto, como en mi casa (a no ser en la trascen
d ana como creencia contra creencia v no ¿orno camino de la úni dencia que se patentiza para esta «existencia»), sino en identidad
ca verdadera creencia. existencial conmigo mismo. Esta se encuentra tras toda aparente
solución, pero no la encuentro porque sólo sus manifestaciones oca
sionales —no ella misma— son accesibles a la investigación. Sólo
LA VERDAD EN EL SER DE LOS UNOS PARA LOS OTROS en la comunicación percibo la verdad de otra «existencia» ; apar
tándome del engañoso espejo de aquellos que no hacen más que
1. La verd a d como una y m ú ltip le . — El hecho de que la aceptarme o rechazarme, sólo vivo seguro en este contacto de ver
«existencia» diferencie la verdad —la verdad como lo que conoz- dad con verdad.
c o vmpbsitívamenbe^la verdad en la que participo (idea) y la ver La verdad objetiva como la única para todos y como particu
dad que yo mismto soy — hace posible que llegue a ser real. Sólo lar en cada caso está en relación con su fundamentacion para un
la verdad que se impone por la racionalidad y la prueba empírica determinado punto de vista ; pero de la verdad existencial puede de
es válida en general para todos, porque lo es para la «conciencia cirse : por el hecho de que no puedo salirme de la verdad como de
en general». Pero cuando la verdad de la idea y del ser-yo «exis la posibilidad de mi «existencia», para contemplarla, no puedo afir
tente» se expresa objetiva y directamente, advierto, al contem mar : hay muchas verdades, pues no hay multiplicidad más que
plarla, que los hombres han tom ado cosas distintas y opuestas en la manifestación externa de las formas visibles, de los pensa
com o verdades por sí mismas. Sin embargo, de este modo no com mientos enunciables y de los dogm as; pero la verdad de la «exis-
prendo ninguna de estas verdades en su origen, porque en la for tencia» no es sencilla, puesto que no puede verse como múltiple
ma qbjetiva, en la forma de una multiplicidad de verdades* creí desde fuera y no se la puede fijar como cosa consistente, Tampoco
das, sólo su manifestación existe para mí, en tanto que soy «con puedo decir: «yo mismo soy la única verdad-a, pues yo no soy sin
ciencia en general» que se orienta en el mundo. Las verdades se los otros respecto a los cuales soy ; la incondicionalidad en mi «exis
324 Aclaración de la «existencian
La « e x is t e n c ia » e n tre la s « e x is t e n c ia s » S2Í
tencia» no tiene la validez de lo general; es la incondicionalidad cuencia racional, las cuales parecen conducir a últimas posibilida
que nunca se puede transferir idénticamente. des fundamentales, entre las cuales, como los supuestos de las con
2. E le c c ió n d e l a v eed a d .—La verdad es impositiva y en cepciones del mundo formadas racionalmente, se ha de elegir. Sin
tonces no se la escoge o bien se hace incondicionada por virtud embargo, este método de investigar las consecuencias y los su
de la elección. puestos últimos, que ya no son a su vez fundamentales y, sin em
Si hubiera muchas verdades incondicionadas con una realidad bargo, no son pensados como inobjetivos, siempre conduce por sí
empírica de tal suerte que yo pudiera colocarme frente a ellas y mismo a un término relativo, puesto que no quedo satisfecho y per
escoger una para fní, se anularía todo el sentido de la verdad. En manezco escéptico cuando las últimas alternativas de la concep
tonces yo podría conocer verdades que — en su incondicionalidad— ción del mundo son afirmadas como necesarias. El método de com
se excluyen, como muchas verdades, lo que es imposible. Sea que prenderse a sí mismo por virtud de los últimos principios —par
yo conozca la verdad, sea que participe en ella o que yo la soy, tiendo de los actos concretos de elección— , tiene, por el contrario,
no puede haber en cada caso más que una verdad, que excluyólo I como fundamento y término irreductible la «existencia» misma,
tío verdadero romo otra cosa. *— ' ( que trascendiendo persiste como posibilidad aún para todo cono
Frente a la tesis de que la concepción del mundo que se elige,’ cimiento de los principios que se suponen últimos y se excluyen.
patentiza qué clase de hombre se es, está la cuestión de entre qué 1 Por el camino de una interpretación solamente teórica, por tanto,
se ha de elegir. Todas las alternativas de índole objetiva valen i por una interpretación que no tiene por finalidad la elección de
cuando se trata de determinar algo particular y esto en una cierta sí misma como «existencia», la «existencia» sólo se comprende re
situación. Pero no valen para una serie de concepciones del mun lativamente en sus objetivaciones ocasionales, no en la mcon5icio-
do, entre las cuales pudiera elegirse, porque ninguna determina nnlidad del origen de ella misma.
ción, en tanto que particular, puede decidir cuando se trate de la ^La elección de la verdad de la «existencia» se comprende des
totalidad. Asignar un lugar en la idea de una totalidad a todas pués de la indefinida reflexión de su manifestación por el salto a
las posibilidades pensables tiene sentido para la orientación en lo verdaderamente originario, que, al mismo tiempo, se sabe opues
el mundo respecto á los pensamientos que se transmiten mediante to a otro origen.
el lenguaje. TjVhg gloppjón del origen lleva al filosofar en la realidad de_la
Pero considerar las concepciones del mundo a modo de pro «existencia» individual a la certidumbre más decisiva. Por el hecho
ductos intelectuales las anula como concepciones del mundo y por de que se le tiene por lo verdadero y T o uno no puede concebir
el contrario hace, al que examina la posibilidad de pensarlas, ca ninguna otra verdad como verdadera en el mismo sentido que ella,
paz para una elección en un sentido radicalmente distinto : La sino tan sólo entrar con ella en la comunicación de preguntar y lu
elección de la que parto como origen de la verdad es la elección de char. Pues aunque se comprende como la única verdadera, sin em
la « existencia» en que ella se elige a sí misma. En lugar de elegir bargo no es todo a sus propios ojos sino que se comprende como
una verdad entre una multiplicidad de tipos propuestos, alcanzo « existiendo» en relación con lo otro. No puede nunca conseguir una
la verdad partiendo de la elección de la libertad, por virtud de la visión de conjunto sobre una serie de verdades yuxtapuestas, sino
cual la «existencia» se esclarece a sí misma en la concepción del tan sólo sobre sus manifestaciones en las doctrinas formuladas co
mundo que para ella es la única verdadera. mo capita mortua, para, a través de éstas, entrar en contacto con
;La comprensión de sí mismo se produce en los distintos actos el origen de la otra verdad.
concretos de elección, que en sus consecuencias indeterminables Esta actitud de la conciencia de verdad de una filosofía que se
constituyen la vida ; entonces se puede preguntar: ¿ por qué se sabe aclaración de la «existencia» no significa que considere invá
ha elegido así ? ¿ Qué sentido y qué consecuencias tuvo la elección ? lido lo que tiene validez general; por el contrario, se atiene con
; Qué supuestos y principios no sabidos están en su fondo ? implacable crítica a lo impositivo y rechaza su confusion con cual
la respuesta a estas preguntas se desarrollan conexiones de conse quiera otra verdad. ’Tampoco puede significar que se renuncia a la
Aclaración de la cexistencia» L a texistencia» entre las «existencias»
83T
«existencia» por el hecho de que ésta pudiera no querer su ver cias», en el sentido de una totalidad, de la cual yo sería miembro
dad y preferir convertirse en un caso de lo general. Mucho me no tiene fundamento como pensamiento preciso.
nos significa que se absolutice. Nuestra inevitable tendencia a pensar la «existencia» como una,
Para el entendimiento subsiste la paradoja original de la ver como muchas, como un reino de «existencias», descansa en el im
dad existencial, a saber, que la verdad existe como única y sin pulso de objetivarlas como a todo, también a la «existencia». Y o
embargo está en relación con otras verdades; que parece haber tengo la posibilidad de salirme, mediante la consideración obje
muchas verdades y , sin embargo, sólo hay la verdad única. Y la tiva del mundo, de la realidad objetiva y, por tanto, del mundo
paradoja de que la validez absoluta y la relatividad no se excluyen de la existencia empírica de los sujetos; de este modo consigo,
mutuamente, puesto que la validez en cada caso absoluta sólo está como «conciencia en general», un punto, si bien imaginario, fue
en la «existencia» y la relatividad, en cambio, siempre se refiere tan ra del m undo; estoy, por así decir, en el mundo y sin embargo, al
sólo a la manifestación objetiva de lo pensado y enunciado. mismo tiempo, fuera del mundo. Pero no puedo salirme de la «exis
3. E n qu é s e n tid o la s e x is t e n c i a s no son n u m e r a b le s .— tencia», no puedo contemplarla como espectador, no la puedo
.En el mundo todo lo que es objetivo constituye en cada caso una comparar con otra «existencia», colocar objetivamente varias unas
unidad; por tanto, hay multiplicidades numerables, que se pueden al lado de otras. El que yo mismo sea éste único, que siempre
contar. Y o pienso el sujeto psíquico como uno y le cuento como soy «yo», aunque intente ser de otro modo,es, en verdad, por de
perteneciendo a un conjunto en que hay otros muchos objetos se pronto, tan sólo la identidad de un sujeto lógico y un sujeto empí
mejantes ; o yo pienso el mundo del orden humano en el cual cada rico. Pero que yo, como la realidad del «yo mismo», no pueda ya
uno no es simplemente una parte cualquiera sino miembro de un oponerme a éste más que aparentemente en un modo formal de
todo. De este modo yo no puedo pensar la «existencia» entre las hablar, ’'en el que yo no lo puedo hacer realmente, es el arraiga-
«existencias». La «existencia» no esta allí como ta l; yo puedo co miento de la «existencia» en sí misma. Pero hablar de él como tal
locarla como manifestación en el campo visual de mi consideración se convierte en un malentendido, pues no es un estar arraigado en
objetiva, en donde no tengo ningún criterio objetivo para distin el sentido de preso o vinculado a un fundamento del que quisie
guir lo que es manifestación existencial y lo que no lo es. ra libertarme, sin poder hacerlo; sino que precisamente en esta
imposibilidad de libertarme de ello quiero ser yo mismo, porque
. -Así, pues, a no ser los signa de la libertad que no aprehenden
de otro modo ni siquiera puedo querer. Aquí reside únicamente la
ningún objeto, incluso las categorías sólo inadecuadamente se pue
verdad del «yo soy», que hace imposible ser yo mismo otra vez,
den aplicar a la «existencia». Si se pudiera observar como espec
de otro modo o múltiple. Este ser, como lo que yo soy y en que yo
tador las «existencias», cada una sería una unidad, y por tanto
soy solamente, pero no soy junto o tras ello, es mi ser como li
varias, y como tales susceptibles de ser contadas aplicándoles la
b ertad única, insustituible que no es un caso de una libertad for-
categoría de la cantidad. Pero tanto la unidad como la multipli
mal general, sino que se sabe como lo más próximo y, sin embargo,
cidad son formas objetivas de la realidad empírica, no del ser de
siempre también lejano, que nunca es como tal objetivo y sin em
la «existencia», de la cual sin embargo se habla en esas formas,
bargo. es lo único cierto y seguro que me importa. El hecho de
irremediable pero inadecuadamente, y por tanto en el modo de vol
que haya algo que se dice a sí mismo «yo soy» y no es en absoluto
ver a deshacerlas. Las «existencias» son, pues, muchas, pero esto
objeto de la consideración objetiva, es el punto fijo en la relativi-
no quiere decir que constituyan número. Cada «existencia» no
zación universal de lo objetivo y válido.
existe para mí más que como «existencia» en la comunicación, de
una manera cada vez única, insustituible, moviéndose la una ha
cia la otra pero sin concurrir juntas. Rodeado de una indefinible
oscuridad yo, como esta posible «existencia», sólo existo con es
tas otras «existencias». Ni siquiera este círculo de experiencia exis
tencial constituye un t o d o ; la idea de un reino de las «existen
328 Aclaración de la «existencia» La « e x is t e n c ia » e n tre las « e x is t e n c ia s * 329
están expuestos al azar, etc. Pero la comunidad de la situación es, en tanto que incondicionalidad que se realiza a sí misma, la
no es más q ue la comunidad del marco en que se desarrolla la comunidad, la cual, establecida, sigue siendo «histórica» y nunca
f acticidad, por lo demás «históricamente» distinta. Pues las supues es duradera. Pero, como establecida, no es universal:
tas situaciones generales son situaciones de un ser-sí-mismo sólo Como amistad es la comunidad de los que son sí mismos unos
en la manera como éste las aprehende y cumple. La muerte nunca para otros, y no la comunidad de todos, que no se son ni pue
es igual. Desde una indiferencia casi completa hasta un final que den ser unos para otros co¡mo «existencias».
determina la vida porque está siempre presente, cambia el sen Como secuacidad es la vinculación del ser-sí-mismo a un ser-sí-
tido y la importancia de la muerte en la manera cómo el hombre mismo que le gxiía, ciertamente bajo ciertas condiciones, pero si
la experimenta y expresa. Si yo pretendiera explicarme esta o la. guiéndole con fidelidad y confianza. La secuacidad es diferente
otra situación fundamental del hombre con la conciencia de su de la mera obediencia, porque es comunidad insustituible en la
importancia, yo no me dirigiría a lo general o intemporal, que per- j cual el que obedece al mismo tiempo comprende que va llegando
tenece a todos los hombres, sino que aclararía mi ser-sí-mismo, tal I a ser sí mismo en la comunicación ; ciertamente en comunicación
como está con otros en comunicación, preguntando cómo es paraj que se recibe, pero que puede ser en todo momento comunicación
ellos. ^ que se da. La secuacidad no se produce, por tanto, limitándose
Por último, respecto a la pregunta de qué es lo que como co a los intereses de la existencia empírica como algo objetivamente
mún hace posible que los hombres se puedan comprender a tra general, sino en la raíz del auténtico ser de las «existencias» que
vés de todos los tiempos y lugares, primero hay que limitar el se vinculan.
supuesto: esta comprensión no está dada en manera alguna, su: Existe como la comunidad sustancial de la vida que se 'ha
perfección es problemática en principio, y su camino, una tarea formado en inconsciente continuidad por virtud de la sustancia de
permanente. Dentro de estos límites la respuesta, desde el punto una idea. Cierto es que íntima y originariamente la «existencia»
de vista lógico, es: la «conciencia en general», cuya estructura es para la «existencia» como ser del individuo para el individuo ;
une a todo lo que la existencia empírica tiene como conciencia exteriormente es antes la idea, aun cuando arraiga en la «existen
dirigida a objetos; en la cual la posibilidad rebasa los límites del cia». La idea es la «existencia» inconsciente de una comunidad,
h om bre; desde el psicológico, la respuesta e s : la índole siempre por virtud de la cual el individuo es él mismo sin que le sea trans
idéntica del hombre colmo carácter de esta especie de existencia mitida ya la inquietud del ser-sí-mismo. Las ideas históricas son
em pírica; desde el idealista, la respuesta e s : el espíritu único las fuerzas en las cuales la «existencia» se encuentra, en tanto
que somos to d o s; desde el religioso, Dios como lo Uno del cual y que participa en ellas como objetividades de la tradición que su
para el cual vivimos. pera a los individuos y en las tareas de la esfera de la existencia
Ninguna de estas unidades de lo común se encuentra completa empírica que se orientan por ellas.
y perfecta en la existencia empírica temporal. Cada una es una La comunidad, como comunidad de acción, es la realización
anticipación, donde es afirmada como consistencia presente o al- que decide sobre la existencia em pírica; del modo más visible, en
canzable. El conocimiento p erfecto; el hombre como hombre in las acciones del Estado.
tegral firme e inquebrantable; la cerrada totalidad del mundo del Como comunidad de la actividad es la realización de tareas,
espíritu, en la que todo tiene su ser en el conjunto — como miem que en la existencia empírica consiguen conocimientos, invencio
bro s u y o ; la divinidad dogmática— , nada de esto tiene su definiti nes, productos técnicos, obras, y los productos del trabajo nece
va realidad empírica. Sino que : el ser de lo que es general para to sarios cotidianamente.
dos o la unidad, en la que, com o una perfecta comunidad, el ser de Todas estas comunidades necesitan como medio Ijt diáfana trans
la «existencia» deja de ser, no existe más que en relatividades obje parencia de algo pensado y adecuado a fines ; si se separan de la
tivas. Pero el ser de la «existencia», hendhido por el cual todo otro raíz de la comunidad existencial se enrarecen, convirtiéndose en
ser en la existencia empírica sólo tiene importancia para nosotros, mera comunidad y mecanismo. La comunidad de las «existencias»
\J r\AX) A \o C
bargo existe la idea de su unidad, en la que ellas surgen, en el objetivo; no patentiza, por tanto, la unidad universal que lo anu
sentido de que, lógicamente, se condicionan mutuamente. la. Es cierto que la manifestación de la «existencia» en caracteres,
Las esferas del espíritu, que, por de pronto, están una al lado ideas, imágenes del mundo se hace visible en la orientación intra
de otra, entran en contacto luchando entre si, y se constituyen mundana (sin que en ello se pueda diferenciar objetivamente la
,en unidades en torno de un contenido en cada caso originario en «existencia» de la inexistencialidad), y de este m odo, vista desde
el cual ya no son fuerzas que se combaten, sino que se convierten fuera, se convierte en multiplicidad y de nuevo en unidad espiri
en un todo que se ha completado en la reunión y acuerdo de lo tual. P ero esta unidad y imnftip1ir.iria.fl. por ejemplo en las creen
múltiple. cias formuladas, en las formas del Estado y formas religiosas de
Pero todo ello está a su vez reunido en el microcosmos del vida, en primer lugar, no es nunca la verdad y el origen, y, en
hom bre: las cosas, como su mundo ; las categorías, como las es segundo lugar, hay en la orientación intramundana la tendencia
tructuras de su orientación intramundana; las esferas del espíri — sólo para ella necesaria y con sentido— de ordenar, con pér
tu, com o presentes y conciliadas en su existencia empírica. Sin dida de las raíces existenciales, la multiplicidad vista desde fuera
embargo, tam poco hay entonces un todo, sino que todo está a su en un cosmos del espíritu. Así, pues, la «existencia» real y la for
vez reunido en el puño de la «existencia», la cual se manifiesta por mación objetivamente conocida de la unidad del mundo existen-
virtud del todo. cial están entre sí en radical antagonismo.
En verdadera pluralidad, por el hecho de ser pluralidad ori El pluralismo de las mónadas imaginado por Leibniz las per
ginaria, no hay más que la «existencia». Al estar la «existencia» mite estar en su originariedad y , sin perjuicio de su absoluta auto
en comunicación con la «existencia», incapaz ciertamente para nomía, en una armonía preestablecida. El mundo estaría formado
que se presente a la vista en la consideración objetiva un mundo por incontables «existencias» distintas, las cuales, aunque sin in
de las «existencias», se hace consciente la oscuridad de una po tercambio de sus acciones y reacciones, se desarrollan y extinguen
sibilidad, la cual — como si se tratase de una multiplicidad ob como mundos aislados, cada uno de los cuales es la totalidad. En
jetiva— se expresa erróneamente en las proposiciones: tiene que las mónadas, el ser se ha convertido en una multiplicidad de su
haber muchas «existencias» que nunca se encuentran, y tales que jetos que son pensados como objetos.
entran en contacto en su manifestación, sin entrar por eso en co Una doctrina de las mónadas que se adueñara de la filosofía
municación ; es decir, sin aprehenderse mutuamente como «exis de la «existencia», convirtiéndola en un conocimiento del ser de
tencia». múltiples «existencias», confundiría la «conciencia en general», la
H ay el monismo como verdadera idea de la unidad en la orien cual, pensando desde el punto de vista fuera de ellas, puede con
tación científica en el mundo (aun cuando la última unidad no se quistar lo que piensa, y la «existencia», que en principio no está
conquista en ella, sino que, a causa de la inestabilidad e inconsis siempre más que en sí misana. En la «conciencia en general» sólo
tencia del mundo, siempre vuelve a quebrarse) y como lo Uno en puedo comprender a los otros ;~como «existencia», entro en verda
la Trascendencia, en cuyo pensamiento metafísico conserva su lu dera comunicación.
gar primigenio. Pero hay un permanente pluralismo de las «exis
Pero, si se toma la doctrina de los mónadas com o deformación
tencias», puesto que éstas son indóciles para nosotros en absoluto
de la filosofía de la «existencia», se haría visible como contradic
a la idea de un reino cerrado de los espíritus. Con el reino de los
espíritus que se erige en nuestro conocimiento cerraríamos el úni ción lo que es concebible en la monadología metafísica, a saber,
co camino que la «existencia» tiene abierto hacia é l: partiendo que las mónadas «no tienen ventanas». Para la «existencia» ni
de la1 oscuridad de la posibilidad en su amplitud inobjetiva e, siquiera bastaría con que las mónadas tengan ventanas para con
realizar, mediante la acción de la libertad en la comunicad n, o siderarlas com o una comparación para un ser de las «existencias»
que vincula al ser-sí-mismo con el ser-sí-mismo. —las ventanas no conducirían más que a la comprensión— ; tiene
El pluralismo de las «existencias», expresado como tal, no es que existir la posibilidad de una vinculación más intima, de tal
310 A clarcpcíó» de la «existencia» La €existencia» entre la$ « existencias» 841
manera que no sólo se vean mutuamente, sino que, despertando Si en dirección inversa afirmo de manera objetivante la pro
en el ser y contenido, las haga vivir. posición : la existencia empírica de las «existencias» estriba en la
La mónada aislada es conciencia e inconsciencia en general, el comunicación y tiene su verdad en el proceso de la comunidad ha
mundo entero en su singularidad, la cual depende del grado de cia la unidad, entonces puedo pgnsar que tengo en algo exterior lo
claridad de esta mónada. Las mónadas son la multiplicación de que sólo existenciaknente es posible; de este m odo afirmo dog
la totalidad del mundo. Cada una, aunque en distinto grado de máticamente la necesidad de una sociabilidad y fraternización con
conciencia, lo es todo. Pero la «existencia» no existe por sí, no es todo el mundo, de la organización a toda costa ; me pronuncio por
todo para sí, sino que en su ser está en relación con otra «exis- i un estatismo cada vez mayor, por la unidad del orbis terrarum,, por
tencia» y referida a la trascendencia. lo imperial en todas sus formas. Pero lo Uno y Todo exterior no
La mónada no es «existencia», no es determinación «históri puede ser para la posible «existencia» más que medio ; correría
ca», no es manifestación evanescente de la «existencia» en el tiem a su ruina si, por virtud de la absolutización de las unidades ex
po, sino la unidad metafísica estable por todo el tiempo. Es, por ternas, se pierde la verdadera unidad en la Trascendencia.
tanto, un producto de la 'metafísica hipotética, no «existencia» y
El mismo mal uso existe en toda la amplitud del discurso hu
su aclaración. El pensarla no hace ningún requerimiento a la «exis
mano en tanto que justificación, argumento, sostenerse, asegurar.
tencia».
P or virtud de un decir que objetiva lo existencial se degrada cons
2. L a tentación en la voluntad d e saber .— L a aclaración t antemente en la vida cotidiana lo mcondicionado, convirtiéndolo
de la «existencia» se vale ciertamente de objetividades y subje en objeto. Se le exige~y echa de menos, se le afirma y corrobora.
tividades, pero no procura ninguna orientación sobre su ser.. Las ¡Se habla de amor, se lamentan las situaciones límites y se deja
objetividades y subjetividades no son pensadas en ella como cons que se convierta en nada toda posibilidad y realidad para el incon-
tataciones efectivas, sino que son tomadas como jacta de la orien dicionado afirmado, que por su parte es irreal. En esto estriba la
tación intramundana. En lugar de volver a hacer lo, que la cien falsedad: lo que en la culminación de ciertos momentos tiene sen
cia ha hecho, evoca la posible «existencia» sobre el supuesto de su tido e importancia como expresión y requerimiento queda vacío
conocimiento. Profundizar en la manera particular de ser de los como contenido cotidiano del hablar. Contra este mal uso el si
hechos no hace conocerlos mejor, pero lleva a hablar de su impor lencio es la expresión normal de la incondicionalidad fáctica. Un
tancia para el ser-sí-mismo. lenguaje duro y frío ; la positividad y la expresión indirecta anu
Si la aclaración de la «existencia», por virtud de formulacio dan una comunicación auténtica más fácilmente que la afectivi
nes ontológicas sobre la «existencia», llevase a una nueva objeti dad anticipada, hecha cotidiana, del lenguaje en los modos de
vidad de lo subjetivo, tal petrificación del pensamiento apelante decir propios de la filosofía de la «existencia». Si se soporta lo co
en su significación cognoscitiva sería inane, un instrumento del tidiano es por la certidumbre de lo que es posible en el instante
mal uso. decisivo ; no por lo que en cuanto dicho es sabido, sino por la
Si, por ejemplo, yo fijo un pensamiento provisional de la acla fidelidad muda.
ración de la «existencia» en la proposición : hay «tantas verdades ■
------Todo enunciado de la aclaración de la «existencia» que no sea
como individuos», esta proposición sirve en las consecuencias fal t omado como apelación y requerimiento, sino com o enunciación
samente para que cualquiera existencia empírica egoísta se rati del"ser, que sólo es tal por su forma inmediata, es una tentación,
fique en su capricho apelando a la validez de tal tesis ; toda exis , para este mal u s q . Despojado de esta apelación que hay en la
tencia empírica puede pretender encontrarse valiosa por virtud de exigencia a la traslación, es posible hacer con los signa de la acla
su mera existencia empírica. Un atomismo de lo múltiple se su ración de la «existencia» un discurso utilizable com o si algo es o
bleva con brutal vitalidad contra la posibilidad del ser-sí-mismo, no es. El mismo sentido tendría una doctrina desarrollada, inclu
que sólo llega a ser en la comunicación. El sentido de la aclara so ya el ensayo de una ontología de la «existencia». De ello se ori
ción de la «existencia» se patentiza transformado en su contrario. gina la sofística especial que acompaña a toda filosofía de la «exis
842 Aclaración de la «existencia» La « existencia» entre la» «existencia** 3*3
tencia». Evidentem ente, es en la suana c ercanía a lo auténtico cordancia inconcebible objetivamente de que toda ^existencia»
donde se sufre la caída más profunda. 4 está ligorl.fi. n la manifestación empírica en que se realiza y por
cuya realidad empírica tiene que luchar como toda existencia empí-
ricaTy de que ella, al mismo tiempo, es más que fenómeno empírico,
CREENCIA CONTRA CREENCIA y por tanto capaz no sólo de arriesgar esa manifestación empíri
ca, sino de abandonarla. Lucha ciertamente por su existencia
A l creer íropíezo, com o la verdad que soy y o mismo, con la empírica, pero no a cualquier precio.
creencia (de otro) como otra verdad, y sólo en este choque nace 1. L ucha po r la ex alt ació n d e la creen cia .— La posible
mi creencia y llego a ser yo mismo. «existencia» lucha, en tanto que existencia empírica, consigo mis
La objeción de que entonces ya no habría verdad, de que en ma: contra lo malo, en tanto que resistencia insuperable, y, sin
ello se expresa claramente el relativismo ilimitado, puesto que la embargo inexistencial, de la voluntad egoísta en la ciega obstina
verdad que se contradice tiene que ser falsa necesariamente, y en ción de la mera existencia empírica, y en tanto que inversión de
su controversia sólo una se demuestra verdadera, esta objeción la última condición de mi acción, desde la confirmación ante mi
supone, en primer lugar, c omo única verdad la. verdad impositiva. trascendencia hasta el simple condicionamiento de mi acción por
copsistente objetivamente (y, por tanto, habla de otra distinta la ventaja que pueda tener para mi existencia em pírica; contra
de la que aquí se tra ta ); en segundo lugar anula la «existencia» toda forma de caída en lo inane, por virtud de desviación e in
en favor de una objetividad absoluta que se supone existe, la úni diferencia ; contra la propia incredulidad, en el goce o desespera
ca que se podría aprehender y obedecer; en tercer lugar reduce ción intrascendentes de la existencia empírica. La posible «exis
toda la comunicación a la comprensión común de lo válido obje tencia» sólo se realiza en esta lucha, que resurge después de cada
tivamente, y lo demás acaso a sentimientos arbitrarios de simpa victoria, y comienza de nuevo después de cada derrota bajo con
tía y antipatía de índole erótica-vital, y, por tanto, anula la co diciones más difíciles. La victoria puede convertirse en desmora
municación auténtica (que se produce en el amor combatiente). lización por virtud de la tranquilidad que proporciona la seguri
Sólo quien es consciente de su «existir» creyente, diferencián dad, y la derrota al borde del abismo puede conducir a la exalta-u
dose tanto del saber impositivo y objetivo (que busca y tiene, ción más decisiva.
pero que no es) como alejándose de otra creencia, está en la in- La lucha consigo mismo se convierte, con idéntico contenido
condicionalidad de su origen y en el verdadero peligro. Solamente en otra forma, en combate hacia fuera. Como tal, esta lucha es la
consigue el respeto a la «existencia» como laPen el otro, diferen lucha de la posible «existencia» contra el predominio del no-ser-£Í-
mismo. en tanto que inanidad de la rnprn. existencia empírica, que
ciándola de la mera existencia empírica y de sí mismo. Sólo la
creencia puede concebir la creencia. Pero concebirla no significa como tai”"tiene sus pretensiones, y en el curso del tiempo, como el
hacérsela suya o concebirla solamente en su contenido, sino que fango siempre en aumento, patentiza su inanidad por su persis
es llegar hasta donde acaba la comprensión y experimentar lo in tencia, que no es una victoria. En este aspecto existe la lucha
comprensible com o afín y, sin embargo, como extraño en el brote nacida del odio del inane contra lo que es. El inane trata de pro
barse a sí mismo y encuentra esta confirmación propia, engañán
originario de una creencia distinta.
dose, y, sin embargo, sin satisfacción, en la anulación de la ma
La verdad com o ser-sí-mismo está contra otra verdad en el nifestación empírica de la «existencia». Su voluntad de la nada
mundo que no se cierra. Ante la trascendencia es una decadencia
— como lo inane que él mismo es— se encubre y disimula ante sí
en el tiempo. Las verdades son formas de la decadencia, en tanto
mismo. Engaña todo auténtico ser y -se engaña a si nusmo por
que existencia empírica del mundo en manifestación temporal.
que para él, ser es simplemente el conseguir su perduración en el
. La lucha por la existencia empírica en el mundo como aconte
tiempo.
cer pasivo y hacer activo, cualquiera sea su índole, se convierte a
su vez en ¡medio de la lucha existencial cuando interviene la dis
2 . L a p r e g u n ta p o r l a ú n ic a c r e e n c ia . En la existencia em—
8*1*1 Aclaración de Ja « existencia» La «existencia» entre las « existencias» 3*S
pírica en el mundo, falta de «existencia», lo que decide es la vo- / Pero entonces surge la pregunta de si se le puede exigir al
luntad de nivelación, en tanto que inanidad, debida a la falta del / otro su ser-sí-mismo cuando es incapaz de é l ; si, por el contrario,
sí-mismo, y lo que la existencia empírica individual tiene de dado una creencia impuesta es la verdad por que los hombres que no
vital y caracteriológicamente. Cada cual pretende del otro que sea son sí-mismos pueden vivir sólo en ella. Hay, además, la cuestión
igual a él. Sólo a la «existencia» le urge decidir la pregunta de si de si la pretensión al ser-sí-mismo no significa la violencia más in
yo, en tanto que creo estar en la verdad, puedo querer que todos humana, que sin violencia exterior se introduce a hurto en el
lo demás deben ser como yo ; si puedo tener mi verdad, que para alm a; si el ser-sí-mismo y el requerimiento a la «existencia» no
mí es la única verdadera, como la única creencia en absoluto y es una ilusión fantástica.
querer llevar a ella a todos los demás. ^
Tales cuestiones no se salen de la esfera de la consideración
L a negación resulta de la situación empírica de la «existencia». . psicológica de la realidad de la existencia empírica, en la cual no
La «existencia» para ser real tiene que ser «histórica». Unica- se presentan, desde luego, el ser-sí-mismo y la libertad. Este po
mente allí donde hay vacío existencial puede irrumpir sin resis- f sitivismo no es convincente, pues contra él hay que tener en cuen
tencia cualquier contenido, pero sólo para una imaginaria com - / ta el ser-sí-mismo, en tanto que el otro quiere permanecer todavía
prensión y saber total, no para un ser. Precisamente porque y o ( en comunicación seriamente pensada. Lo que sea el hombre que
soy yo mismo no puedo admitir otro ente auténtico que al rea- \ no quiere ya ser él mismo está en un plano en que termina la filo
lizarse en mi me destruiría. Quisiera acogerlo —puesto que yo qui sofía, pero también la religión, y la pregunta político-sociológica
siera ser verdaderamente también en el sentido de estarcen todo queda reducida a la puramente positivista de cómo es posible la
ser— , pero debo darme por satisfecho con que el otro sea. 5fo amo ordenación de la sociedad y si tal vez lo adecuado para ello no
lo que es, aun cuando yo mismo no pueda serlo. Y o renuncio a la será una falsa creencia.
igualdad de nivel, veo lo que es superior y también lo inferior ; ,. En lugar de ¡militar en la única creencia para todos, en cuya
renuncio a todo juicio y a la lucha, y estoy, sin embargo, en co estructura objetiva se traduce la voluntad de poder de un "Unico,
municación amorosa, satisfecho de que sea el otro, cuyo ser, aun el hombre retrocede en los momentos decisivos a sí mismo desde
cuando necesariamente me redhaza, no hace más que conducirme todas esas estructuras y configuraciones. Por tanto, persiste la
más decisivamente a m í mismo.
lucha —ya no por la existencia empírica, sino por la patentiza-
Es, sin embargo, una regla de psicología social que la mayoría ción— aun en la solidaridad de la creencia comunicativa. En el
de las concepciones del mundo y creencias religiosas tienden a amor me vinculo como yo mismo al otro como él mismo. Pero en
considerarse como la única de validez general. Hacen propagan toda identidad que resulta de la referencia al auténtico ser per
da para salvar a todos en su sentido. Tienen dentro de sí el ger siste la permanente separación : cada uno vive sobre su propia
men de la intolerancia, que las lleva, en todos los grados de su responsabilidad, sin dependencia, pero en la cercioración y en la
fuerza adquirida de hecho, a emplear la violencia posible en cada resonancia del otro. La posibilidad de creencia contra creencia
caso para imponerse a los demás. En tanto que por su voluntad perdura aún en la vinculación más estrecha.
son para todos, son católicas. Sólo para la filosofía de la libertad
3. La lucha d e creencia contra creencia .— Si no hubiera
y las formas de Creencia religiosa correspondientes existe la cues
más que la lucha del ser contra el no ser, de lo verdadero contra
tión de qué puede y debe tener sentido querer imponerlo y qué
no lo tiene. lo falso, del bien contra el mal, entonces correría el único movi
miento universal a través de la existencia empírica. Pero por vir
De aquí la respuesta a aquellas preguntas: y o quiero que to- 1 tud de la diversidad ¿Le la «.existencia» surge, como otro patetis
dos los demás sean com o yo me esfuerzo en ser; es decir, ser sf mo, el hecho de que la «existencia» no combate contra la inexis-
mismos en su verdad. La exigencia existencial e s : I No me sigas, tencialidad, sino con otra «existencia». Lo que carece <ifc /«exis
síguete a ti mismo ! El ser-sí-mismo f r*° a1 «»T-sf-'m-isnn0» pero tencia» no es más que lo contrario y nulo, pero la «existencia»
no se impone a él. -------------------- ' ' ------ ajena tiene su propia profundidad : la lucha entre « existencia» y
AdaraciSn de Id ¿existencia» La «existencia» entre las texisteneian
« existencia», como entre creencia y creencia, no cae bajo ninguna des para la ordenación sin trascendencia de una totalidad para
de las alternativas entre lo -verdadero y la falso, lo bueno y lo todos.
malo, la creencia y la incredulidad. Esa lucha tiene en su origen En la lucha de creencia contra creencia, la intransigencia, la
carácter distinto que la lucha, inconcebible en su último _sentido, tolerancia, la indiferencia son actitudes que no sólo patentizan
contra el otro que en la posible comunicación es reconocido inte cómo la posible «existencia» se com porta con otra posible «existen
riormente com o equivalente. Aunque la situación en la existencia cia», sino que revelan la esencia de la creencia que así se compor
empírica obligue a disputar, los combatientes se saben solidarios ta. De la falsa objetivación nace la intransigencia con pérdida de
y copertenecientes en la trascendencia. la «existencia». Los que no son sí-mismos quieren imponer su ob
En esta lucha hay un odio del ser-sí-mismo contra un ser-sí- jetividad, y que la inanidad solamente sea el color de su bandera.
mismo extraño como este ser-así, emparejado con un amor al ser La tolerancia surge de la disposición a reconocer al otro en la
que, sin embargo, es ser-sí-mismo. Pero sin tener que ser racional comunicación com bativa; deja valer a aquello contra lo que com
mente consciente y sin poder ser querido de propósito, persiste, bate con la intención de, al fin, cesar la lucha. La indiferencia
sin embargo, a través de esta ruptura de la comunicación, como indica falta de con ta cto: el otro, no reconocido siquiera como
meta final el encontrar la auténtica comunicación. La lucha no es posible «existencia», queda fuera del interés existencial, sea por
más que una articulación en el proceso de la propia patentización que sólo me intereso en él vitalmente, no ya como creyente, sea
y significa, por esta razón, una ascensión que falta a la mera lu por la estrechez de la propia «existencia», que hace impenetrable.
cha de la existencia empírica, la cual sólo conoce la realidad de *¿>La intransigencia, sobre todo, es la compañera del mal uso
la voluntad de vivir. En la lucha hay una solidaridad que puede de la objetividad en la tentación de la voluntad de saber. Para
abrirse paso súbitamente y poner término a la lucha. afirmarme en ella me hago intolerante de modo racionalista. Enton
Debido al -hecho de que por la diversidad de la «existencia» ces la argumentación racional, que es esencialmente reflexión y
ésta no puede eliminar la lucha en la existencia empírica, la «exis claridad, se hace animosa e irritada; estoy movido por necesi
tencia» busca la comunicación con otra «existencia», pero sin al dades de prestigio y poder, comprensibles psicológicamente, cuyos
canzarla com o comunidad de todos, sino como la comunidad real motivos irracionales me llevan a huir hacia formas sustitutivas de
«histórica» de los que se pertenecen mutuamente, ingresan y se la «existencia» que me engañan a mí imismo.
comprometen en su solidaridad existencial, los cuales, por vir L o que se quiere superar mediante la violencia es la debilidad
tud de su mutua elección, están de hecho inmediatamente en lu 3e la propia creencia: cuando el otro no cree en la misma obje
tividad, supongo que yo pudiera aparecer para él como peor, como
cha contra otros excluidos en esta elección. Toda verdadera co
creyendo erróneamente. Pues, en mi confusión de verdad existen
municación es privativa de pocos. Cuanto mayor una comunidad,
cial y verdad objetiva de validez general, no puedo ver otra ver
tanto más falta de comunicación. Y a no es una comunidad de
dad que la única que excluye violentamente todas las demás como
creencia, sino la seguridad impersonal de una existencia empí
falsas.
rica común. En el mundo parece regir la última alternativa entre Algo diferente es la verdadera indignación, en el sentido de ira
aislamiento individualista y totalidad colectiva. Pero ésta es una contra lo bajo y ruin, contra lo falto de «existencias y engañoso,
alternativa que se da en la existencia empírica como tal. En cam en tanto que no se limita simplemente a estar ahí, sino que tiene
bio, existencialmente la elección escogería entre la p o s ib ilid a d 'la pretensión de valer, dominar, oprimir. Aquí se trata de la lu
de la «existencia» referida a la trascendencia y un orden perfec ^ cha de la creencia contra la falta de creencia.
del mundo exento de «existencia». La posibilidad de la «exis en Mientras que la intransigencia anula la propia «existencia» en
cía» implica en la existencia empírica también la lucha e favor de la generalidad y la objetividad, no hay verdadera tran
cia contra creencia; pero la perfección del mundo realiza, aul^ sigencia más que cuando se reconoce interiormente al ótro sin
sólo utópicamente, el compromiso de todas las incon íciona i imposición de algo. De la fuerza de la creencia procede la fran
h a «exióten cin n e n tr e las
348 A claración de la «existencia*
quía para la comunicación, la disposición y voluntad a dejarse mos como «existente» aprehenderla a modo de algo concebible en
principio, porque a todo ser, como emanando de ella, le hacemos
poner en cuestión, a probarse a sí mismo en su creencia, a llegar
convertirse en un todo. En la explicación de la diversidad de los
a sí mismo en el libre aire, en el cual a toda creencia positiva, aun
aspectos no se encontraría lo uno. Pero tampoco las «existen
luchando contra ella, se la deja valer. En este caso ni se aspira
cias» son los múltiples aspectos del único ser, pues siempre son
a la síntesis de todas las creencias en una creencia como meta po
tan sólo ellas mismas, no imagen de otra cosa ; no son aspec
sible (el error del idealismo, que, sin trascendencia, aprehende la
tos, sino que los aspectos son para ellas. No hay para la «exis
totalidad del espíritu como idea) ni se convierte una creencia en
tencia» mas solucion que la de la trascendencia: lo infundamenta-
creencia para todas las «existencias» y todos los tiempos. En este
ble, lo absolutamente otro, se patentiza sólo aquí, sólo para ella
mundo temporal histórico lo supremo es la propia realización de
y sólo cuando ella no olvida lo que en el mundo hay. No ya las
la respectiva «existencia» en el peligroso proceso, que no conoce
situaciones límites, sino esta diversidad de la verdad en el ser de
su meta y término en ningún saber. De este proceso surge el salto
la «existencia» para la «existencia» produce aquel vértigo ante el
a la trascendencia de un modo que no se puede fijar ni imitar,
abismo, que quitaba bajo los pies todo suelo, y del cual libra la
como si se tratara de una técnica. Es el misterio permanente de
trascendencia o se salva la existencia empírica mediante angostas
t oda «existencia» para ella misma. La tolerancia que conoce nor
autoilusiones a las que se aterra terca y angustiosamente.
mas, aunque ninguna definitiva, como realización positiva del re
conocimiento ha de conquistarse una y otra vez en movimientos,
equivocándose y acertando. Como actitud es estar dispuesto a
tal positividad, nunca. indiferencia.
La indiferencia es el dejar existir sin ningún interés por ello.
Así como la tolerancia es un reconocimiento personal en cada caso,
la indiferencia en el orden social, en el que nadie debe ser perse
guido o perjudicado ,a causa de su creencia, es el irremediable en
rarecimiento y, por último, la perversión de la tolerancia. La in
diferencia deja valer tranquilos a los demás, mientras no come
ten acciones vitalmente perjudiciales o que susciten el escándalo;
en el dominador no amenazado, la indiferencia, que se llama to
lerancia, se convierte en la inhumana opinión de que cada uño
puede ser un mentecato a su manera, o, más amablemente, que
cada uno debe ser feliz a su modo. L a indiferencia carece de creen
cia, de comunicación y de disposición para ella. A causa de la li
mitación de las fuerzas y de las esferas de acción de cada «exis
tencia» es inevitable como actitud social. Pero la decisiva dife
rencia respecto a la verdadera tolerancia es que ésta, aunque lle
gue a la linde de la indiferencia, sin embargo, en principio está
dispuesta a escuchar y ser afectada.
4. E l ser d e la « e x is t e n c ia » entre « e x is t e n c ia s » como l í
m it e .—Ladiversidad de la verdad es un hecho fundamental para
la «existencia» ; hablar de ésta objetivamente fracasa. Es dema
siado sencillo decir que la única trascendencia se muestra en di
versos aspectos. Pues nunca, partiendo de esa afirmación, podre
L ibro T ercero
M E T A F I S I C A
CAPITULO PRIMERO
T R A S C E N D E N C I A
Qué es el ser constituye la pregunta incesante del filosofar.
Corno ser ¿tetzrrivtúado es ¿ógnoscible. .Las categorías muestran las
formas fundamentales en que está determinado. Su formulación en
la~lógica deia ver expresamente las formas o modos del serj el
ser como ser conocido y como ser pensado se hace objetivo en sus
ramificaciones y su multiplicidad. Pero con eso el ser no queda
agotado por completo.
Como realidad empírica el ser contiene algo que se añade, que el
pensamiento encuentra pero no penetra. En la orientación ultra
mundana yo me apodero de esta realidad, la cual, inabarcable
como conjunto, puede conocerse y reconocerse relativamente por
sus aspectos particulares y en el ser particular de las diversas co
sas. El sp.r corran ser conocido siempre comporta al mismo tiempo
lr> rjpg.-’ pnopj^r) en su límite. Pero lo conocido juntamente con lo
desconocido que comporta, como ser del mundo, tampoco agotan
el ser.
Desde el ser del mundo, quebra.nt.ánflnln, vengo a mí iaigmo
comcTpbsiblg «eccister.ciay>. Y o soy en ella, en tanto que libertad
y en comunicación, dirigido a otra libertad. Este ser dentro de
un ser, que aún fea de decidir si es y lo que es, no puede salir de sí
y contemplarse como espectador. Pero tampoco este ser es el ser
con el que todo se agotaría. No sólo es juntamente y por virtud
de otro ser, sino que está referido a un ser que no es «existencia»
sino su trascendencia, i
Si quiero saber lo que es el ser, tanto más decisivamente se me
muestra el desgarramiento del ser para mí cuanto más implaca
blemente sigo preguntando y cuanto menos me dejo engañar por
cualquiera imagen constructiva del ser. Nunca tengo el ser sino que
siempre tengo sólo v,n ser. El ser se reduce a la vacia determi
nación de la afirmación, en la cópula «es» como función - equívo
ca c indeterminable de la notificación, pero sin convertirse nun-
(k A vY'tNVO*-? J u Uk CÍKA H A V vvt (¿P )
ca de modo consistente en un. concepto que abarcase a todo ser en | cender, donde esta profundidad se descubrió, y en la existencia
lo que tiene de común, ni la totalidad de algo interior, que tuviera empírica temporal donde el buscar como tal se convirtió en encon
todas las formas del ser como sus exteriorizaciones, ni menos un trar ; pues la existencia empírica temporal del hombre, en tanto
ser específico, que poseyera la condición sobresaliente de ser el que trasciende, puede convertirse como posible aexistencia» en la
origen de todo. Si pretendo concebir el ser como ser, fracaso inexo unidad de la presencia y la búsqueda: una presencia que no existe
rablemente. más que como busca, que no está separada de aquello que busca.
La pregunta por el ser co-mo ser no la puedo comprender pro Solamente por virtud de una aprehensión anticipada de lo que debe
piamente en t anto que «conciencia en general». Para su conoci ser encontrado puede esto ser buscado; la trascendencia tiene que
miento impositivo se patentiza un desgarramiento entre los mo estar ya presente cuando la busco. Al trascender ni sé del ser obje
dos del ser, pero es indiferente porque para el conocimiento, por tivamente, como en la orientación intramundana, ni me percato
la vía que lleva al ser objetivo, la unidad inherente a este ser, aun de él como me percato de mí mismo en la aclaración de la existen-
cuando no la conozca, es un supuesto indiscutible. Llevar a la sino que sólo sé de él en una acción interior que, aun en el
conciencia este desgarramiento del ser, es asunto de la libertad., fracaso, queda en contacto con este auténtico ser. Sin encontrársele
Sólo la decisión, que apropia y rechaza, está ante el desgarramien a la manera de un punto objetivo de apoyo, puede dar a la «exis
to del ser como ante la situación, a la que le interesa, y en la si tencia» la firmeza necesaria para elevarse en lá existencia empírica
tuación límite lo exige, plantear verdaderamente la pregunta por a si misma y a la trascendencia al mismo tiempo.
el ser. Las formas de esta busca del ser, partiendo de la posible «exis-,
Así, pues, la existencia empírica en su vitalidad y como «con tencia», son los caminos que llevan a la trascendencia. Su esclare
ciencia en general», no experimenta el desgarramiento del ser. Sólo cimiento es la metafísica ¿losóüca. i "
la posible «existencia» es afectada por él y busca el ser, como si lo
hubiese perdido y 'hubiera de conquistarlo. La posible «existencia»
se caracteriza, a diferencia de la existencia empírica, en que es INSATISFACCION EN TODO SER QUE NO SEA TRASCENDENCIA
propiamente ella misma cuando busca el ser. Para ella es inevita
ble : Y o no tengo el asiento del ser ni en la existencia empírica, I El conocimiento de cosas puede concebir sus propios lím ites:
ni en las diversas determinaciones del ser particular en tanto que I que él y su contenido no es el ser en absoluto, sino aquel ser que
ser sabido y ser Conocido, ni en mi aislamiento ni tampoco en la / en la conciencia se dirige a un ser como consistencia objetiva. Este
comunicación. En ninguna parte tengo «el ser». Donde quiera ' ser era el ser del mundo.
tropiezo con límites, movido por lo que está vinculado a mi liber La orientación intramundana filosófica mostró que el mundo no
tad porque la libertad misma es busca del ser. Si no lo busco es tiene fundamento en sí, pues se patentiza como un mundo que no
como si yo mismo cesara de ser. Me parece encontrarlo en la «his se cierra; sería imposible conocer el mundo como un conjunto que
toricidad» concreta de mi existencia empírica activa y , sin em existe por sí y en sí, bastándose a sí mismo.
bargo, tengo que verlo escapándoseme constantemente cuando Con la conciencia de este límite comienza la crisis que lleva a
quiero asirlo filosofando: la posible «existencia» y al filosofar. Ahora, mientras pensaba,
vSi considero este ser como trascendencia, entonces busco el úl estaba perplejo ante una antítesis que, conociendo no concibo,
timo fundamento de todo como una forma única. Parece descubrir pero que como posible «existencia» aprehendo: la antítesis del ser
se a mis ^jos, pero apenas se hace visible cuando ya desaparece; com o cosa consistente y ^ yn mismo soy en tanto qnVTT
si quiero asirlo, no aprehendo nada. Si quiero penetrar hasta la bertad.- En esta contraposición, el lado de la consistencia ^ra en
fuente del ser, caigo en el vacío. Jamás alcanzo lo que e s como un cada caso objetivo, claro y de validez general. Pero el lado de la
contenido del conocimiento. Sin embargo, ese abismo, vacío para libertad permanecía sin objetividad, indeterminado ; sin la preten
la razón, puede llenarse para la aexistencia». Y o estoy en el tras- sión de una validez general, la libertad cobra una validez incon-
Metafísica Trascendencia
dicionada. En la aclaración de la « existencia», la libertad se con decide ya n a d a ; allí no hay libertad ni falta de libertad. Ei ser
virtió, por un pensamiento específico, en transmisible en el reque como libertad, que es el más profundo requerimiento dp T n n » . < ¡ t r n
rimiento y apelación. A esta aclaración condujo la insatisfacción interior, en tanto de que de nosotros depende lo que somos, n» « «¿i
en la mera existencia empírica del mundo en lo que sólo es gene ser d é la trascendencia. Incluso la libertad, limitada a sí misma,
ral. Pero tampoco en ella se consigue una definitiva satisfacción. tiene que atrofiarse. En la trascendencia, la cual como tal sólo a
Sin embargo, la «existencia» no se aprehende a sí misma en su ella se abre, busca la libertad su cumplimiento y remate. Lo que
libertad más que percibiendo en el mismo acto algo distinto de ésta es, se convierte para ella en la posibilidad de perfección, re
ella. La incondicionalidad, donde ella decide, tiene conciencia, no conciliación, salvación, o la posibilidad del dolor en el ser de la
sólo de no haberse creado ella misma como existencia empírica y de trascendencia. En cada uno de estos casos, la supresión de la
estar consignada, impotente, como tal existencia empírica, a una posible autosuficiencia de si mismo es la suprema satisfacción en
muerte cierta, sino también de que incluso como libertad no se debe la existencia temporal. . ,'
a sí misma solamente. En cualquier forma que exista, no se realiza A la vista de la trascendencia, la «existencia» cobra la auténti
más que en relación con la trascendencia: ca conciencia de la finitud. La finitud del conocimiento humano
O bien la trascendencia es negada expresamente; pero, como puede ser puesta en claro por contraste mediante construcciones
la trascendencia se impone incesantemente a la «existencia», como mentales de otras posibilidades de con ocer; la finitud de la exis
posibilidad ligada a ella, la negación tiene que ser repetida acti tencia empírica consiste en que siempre tiene un otro fuera de sí,
vamente y por esta razón afirmarse como una actitud negativa y en cada forma no hace más que surgir y desaparecer. La finitud
'respecto a la trascendencia. O bien la «existencia» puede estar del conocimiento y de la existencia empírica se puede pensar como
contra la trascendencia, realizarse en lucha con ella. O trata de superada mediante la construcción mental de una ampliación en
hacer su camino en el mundo en compañía de la trascendencia. Sin lo infinito.
ella, contra ella o con ella, la trascendencia es para la posible «exis "> La «existencia», por el contrario, no se puede concebir ni como
tencia» la cuestión insoslayable. Esas tres posibilidades son mo finita respecto a un infinito mentalmente construido y perfecto,
mentos en el movimiento de la conciencia existencial de la trascen ni como finita respecto a otro finito. Pero, cuando rebasando todo
dencia en la existencia empírica temporal. pensamiento de finitud e infinitud, llega por un salto a la certi
Reposar en absoluto sobre sí, es ciertamente para la «existen dumbre de sí misma, se sabe como no separable de otra «existen-
cia» la verdad de su incondicionalidad en la existencia empírica tencia», ni tampoco desasida de la instancia, a la cual, aunque
temporal, pero se convierte en. desesperación. La «existencia» tie infinitamente distinta de ella, se refiere.
ne conciencia de que como independiente en absoluto naufragaría Si a este ser referido lo llamo finitud, entonces a esta finitud de
en el vacío. Aunque debe realizarse por sí misma, sin embargo tie la «existencia» no se la podría, como a aquella finitud anterior,
ne que ver que aquello que la llena viene de fuera. La «existencia» construir ni suprimir por el pensamiento, sino que sería absoluta.
no es ella mismo cuando no se presenta a sí misma ; está frente a sí No se la podría comprender sino aprehender por virtud del acto de
misma como si ella se hubiera dado. Sólo acredita su posibilidad la libertad, que se dirige a sí misma y con ello se coloca ante su
si se sabe fundada en la trascendencia. Pierde su franquía para su trascendencia. Las finitudes comprensibles se convertirían en rela
propio devenir, cuando se tiene por el auténtico ser. tivas y por su parte sólo cobrarían importancia existencial, cuando
De aquí que la libertad, al abrirse paso a través de la existen fuesen animadas retrospectivamente por la conciencia de la «exis
cia empírica en el mundo, esté poseída por la pasión de decidir tencia» referida a la trascendencia.
dentro de ella el ser, pero la libertad no se puede considerar lo Pero lo que se relaciona con la trascendencia no es, como fini
último y supremo. Pues la libertad sólo se pone en marcha durante tud, concebido conforme a su ser infinito ni como infinitud captado
el tiempo en que la posible «existencia» se realiza. La libertad no en su insuficiencia. La «existencia» no puede afirmar de sí misma
es el ser en sí. En la trascendencia cesa la libertad/ porque no se ni la finitud ni la infinitud ni ambas. La «existencia» es la insufi
Metafísica Trascendencia 361
**»
ciencia insuperable, a fuer de infinita insuficiencia que es la misma la «conciencia en generala en la inmensa riqueza de la mítica, me
cosa que la busca de la trascendencia. La «existencia» no existe tafísica y dogmática religiosa que se presentan en la historia. Su
más que referida a la trascendencia o no existe en absoluto. En mundo es múltiple, se escinde en muchos lenguajes, por tanto ca
esta referencia tiene ella su insatisfacción o, con la anulación de la rece de totalidad y, por de pronto, es como la incomprensible al
existencia empírica, temporal, su posible satisfacción. garabía de una confusión de lenguas. En ese mundo aparece una
esfera de objetos metafísicos heterogénea de la otra y, sin em
bargo, no dispar en absoluto. Así, pues, es posible hablar como si
LA REALIDAD DEL PENSAMIENTO METAFISICO Y LA REALIDAD- fuera por virtud de una lengua que todavía no comprendo pero a
DE LA TRASCENDENCIA cuya comprensión puedo acercarme sin que por eso penetre en
ella como en la mía. Las objetividades metafísicas de la trascen
1. O b j e t iv a c ió n d e l a t r a s c e n d e n c ia .—Puesto que el ser de dencia están, como cercioraciones, unas al lado de otras en posi
la trascendencia ni está determinado por las categorías, ni está bilidad de comunicación «histórica» pero sin límites determinables*.
ahí com o realidad empírica ni es la presencia de mi libertad como Así, pues, mientras que en la objetividad metafísica no hay iden
psta misma, no existe en absoluto en los modos de ser que yo pien tidad sustancial para el contemplador, el cual, investigándola, pu
so articulados objetivamente, que yo conozco como existencia em diera establecer una metafísica de validez general, hay en ella una
pírica que se va componiendo o aclaro en el requerimiento y lla posible comunidad «histórica» por virtud de este lenguaje, por
mada a m i posibilidad. Pero en tanto que la «existencia» se apa cuya comprensión los hombres se vinculan entre sí.
rece en la existencia empírica, para ella lo que es, sólo es en la 2. G rados d e l a r e a l id a d e n g e n e r a l .—La cuestión es en
forma de la conciencia; así, pues, lo que es trascendencia adopta qué sentido hay realidad en el lenguaje de la objetividad meta
para esta «existencia», vinculada al orden empírico, la forma del física.
ser-objetivo. Toda realidad existe para nosotros en la correlación de algo
La objetividad metafísica posee ante toda otra determinación objetivo con un sujeto que activamente se dirige a él. De este
-cualquiera, un carácter específico. Es función de un lenguaje, el m odo, la realidad empírica se aprehende críticamente como obje
cual hace comprensible la trascendencia en la conciencia de la to del conocimiento merced a la actividad de la conducta investi
«existencia». Por virtud del lenguaje de esta objetividad la «exis gadora. Para la «conciencia en general» investigadora, la realidad
tencia» puede actualizarse lo que como «conciencia en general» no empírica se impone necesariamente. Pero la trascendencia no es
puede conocer. No es un lenguaje común a todas las «existencias», una realidad que se im pone; sin embargo, en la medida que so
en tanto que comunidad de seres racionales, sino un lenguaje en mos posible «existencia» en la existencia empírica advertimos don
cada caso «histórico». Vincula a unos y es inaccesible a los de dequiera en las realidades algo que, como establecido empírica-
más. Se trivializa haciéndose general y únicamente es decisivo en mente, ya no es lo que experimentamos. J35s una realidad en el
el momento de ser creado y apropiado originariamente. I sentido de límite de la realidad empírica, que sólo com o ésta se
I puede concebir, pero no investigar, porque la rebasa.
El lenguaje de la trascendencia es en el mundo empírico co m o
un segundo mundo de objetos. Mientras que en la orientación m- t Tal realidad, que, sin embargo, no puede ser percibida por la
tramundana todo objeto es él mismo, idéntico para todo el ral^1 «conciencia en general» más que negativamente, era \& «existen
do y , por tanto, investigable con validez general, este se g u n d o cia*. Aun cuando el otro hombre, conocido y comprendido como
mundo del lenguaje objetivo sólo es perceptible para la posi e objeto, - puede ser dirigido en forma calculable mediante la crea
«existencia». Sin embargo, toda objetividad es cifra p o s ib le , en ción de situaciones, siempre persiste una incalculabilidad, la cual
cuanto que en la apropiación trascendiente se hace presente e sólo se puede concebir negativamente por virtud de la infinidad
de factores que han de tomarse en -cuenta, pero que, como lo ab
un modo que en ella aparece la trascendencia.
!Los objetos metafísicos son externamente visibles tam i n para solutamente único e irrepetible de la «existencia», con la que es-
362 M etafísica
Trascendencia 363
realidad empírica. El más allá, considerado meramente como otra, je original al impulso exrstencial hacia la trascendencia, habla
realidad, tiene que derrumbarse como una ilusión. ciertamente con concreción «histórica» ; señala mediante la ver
Pero, entonces, ¿cóm o dirigirse a la realidad de la trascen dad y no permite la posibilidad de poder ser de otra manera cuan
dencia? Para el individuo no es posible, comenzando arbitraria do la expresa. Como pensamiento desasido del origen de su reali
mente, descubrir sólo por sí mismo lo que es la trascendencia. dad, es, no obstante, en seguida posibilidad para la « existencia».
Una insondable tradición en el lenguaje de la objetividad meta La metafísica, como pensamiento filosófico referido a la Trascen
física le permite escuchar lo que vinculado a ella pueda experi dencia, tiene todo su contenido en los orígenes, y su gravedad, en
mentar en el propio presente como realidad. que hace posible su experiencia. La metafísica, com o posibilidad
3. L a m e t a f ís i c a e n t r e e l c o n o c im i e n t o d e s u t r a d i c i ó n y transmitida, no es algo como una absurda traducción de la rea
l a p r e s e n c ia e x i s t e n c i a l d e l a t r a s c e n d e n c i a .— El lenguaje trans lidad de la trascendencia en posibilidad lógica y psicológica, sino
mitido en la mítica, la metafísica y la teología puede ser conocido- posibilidad para la «existencia», la cual, por virtud de ella, puede
extrínsecamente en la orientación Ultramundana histórica como esclarecerse & sí imisma al entrar en contacto con la realidad ab
soluta.
Ja diversidad de la objetividad metafísica. Pero este saber de la
metafísica com o realidad empírica de la existencia humana no es La apropiación de lo transmitido, en tanto que permite apro
a su vez metafísica. Incluso se le puede considerar como la his ximarse de un m odo auténticamente existencial a la trascenden
toria de los errores humanos. cia, se encuentra en esa esfera intermedia de la'metafísica filosó
Puesto que, por el contrario, la realidad de la trnstr.^nAj>nr->n. fica, donde la verdad se me hace presente, sin que por eso sea ya
sólo^miede-ser verdaderamente presente en la concreción absolu la realidad de su presencia. De aquí que este filosofar (a diferen
t amente «histórica» de la situación, es la metafísica el pensamien cia del mero conocimiento histórico externo de las doctrinas) vis
to referido a esta indudable realidad, el cual la actualiza y repre a vis de la metafísica pretérita esté en comunicación con su ori
senta en el ámbito de lo general. gen en la «existencia» ajena, y respete la distancia a su realidad.
Así, pues, la metafísica filosófica está entre la metafísica trans Este filosofar está respecto a sí mismo como la disposición, que
mitida como posibilidad de comprender y apropiar su lenguaje, y ha de confirmar todavía en el «existir», a que en lugar de serle
la presencia ewistencialrmente real de la trascendencia, que ella su cierta la posibilidad en la representación lo sea la realidad de la
pone en la esfera de los pensamientos posibles. trascendencia.
La metafísica transmitida es el supuesto no sólo para un co Entre la realidad absolutamente presente de la trascendencia
nocimiento externo orientador en el mundo, sino para la apro y la realidad empírica de la metafísica ya existente históricamen
piación interior, la cual permite escuchar el contenido del len te, la realidad del filosofar en la metafísica es, desde luego, el
guaje como captación de la realidad de la trascendencia. Por úl pensar, que ni hace saber ni está ante la realidad de la trascen
timo, el conocimiento de la realidad empírica de la metafísica en dencia, ni tampoco indaga lo que otros creyeron, sino que, por el
la historia sólo tiene propiamente sentido partiendo del origen contrario, señala la posibilidad de que toda existencia empírica
de una metafísica actual del que busca y que se sabe en el fondo se convierta en cifra en el ámbito de lo general de la posible
de la tradición. De otro modo, la historia de la metafísica se con «existencia».
vertiría en una colección de curiosidades; como tal podría sa La dificultad estriba en que la metafísica, aunque su origen
tisfacer tan sólo a una conciencia que cree habersé libertado de tiene ante sí la absoluta realidad pensada que no puede transmi
estos estorbos de la racionalización de la existencia empírica. La tir adecuadamente, no puede existir sin lo general, pero com o
metafísica transmitida se convierte en posibilidad para, la actual sólo general está vacía.
de cada caso. 4. ^ M a t e r ia l iz a c ió n y n e g a c ió n d e l a t r a s c e n d e n c ia . — Como
La realidad de la trascendencia no ingresa en modo alguno en quiera 'que la realidad de la trascendencia sólo se aparece inma
los pensamientos metafísicos. E l pensamiento, que presta lengua nentemente en la"oBfetividad en tanto que lenguaje suyo, pero no
366 Metafísica Trascendencxa 8877
como objeto empíñco que está ahí, es posible, o bien materializar tencia» puesto que no abandona el punto de vista de la «conciencia
la trascendencia al confundir las realidades, o bien negarla dan en general». Desde ese punto de vista, el lenguaje de la trascenden
do carácter absoluto a la realidad empírica. cia ni siquiera es cognoscible como realidad empírica de un lengua
La tmaterialización presta a la trascendencia, en forma de una je. La pura inmanencia sin trascendencia no es más que huera exis
realidad particular palpable, una presencia engañosa; en lugar tencia empírica.___________________________________________________
de verla fm ) la realidad empírica se la ve c omo realidad empírica. ^ Puesto que la realidad de la trascendencia no es existencia em
Por la percuda de la trascendencia tien ela superstición su abso- pírica como trascendencia materializada ni tampoco más allá, otro
luto como un absoluto materializado y, sin embargo, lo piensa mundo, el experimentarla depende de la ruptura de la inmanencia
como una existencia empírica irreal en el mundo. Su trato con en que el ser se presenta a la «existencia» en el momento «histó
este engañoso sobrenatural es la magia. La superstición se aferra rico». El lugar de la trascendencia no está en este mundo ni en
a lo finito, lo trata com o trascendencia y jamás lo tiene como fini tal de mas alia sino que es límite, pero límite en el cual estoy ante
to en la mano. ella cuando soy auténticam ente-______ ______________ _____________
En cambio para el positivismo no hay más que la realidad em Superstición y positivismo son enemigos en el mismo plano.
pírica. Rechaza la metafísica como una fantasía, aunque no pue Pero en ese plano el positivismo es el vencedor. No hay milagros
de dominar en m odo alguno o anular la realidad de esta fantasía objetivos; no hay espectros, ni telepatía ni magia. Lo que hay en
en el hombre. Investiga la realidad histórica de la metafísica en la realidad como hecho está sometido a regias y leyes, se puede
la existencia empírica del hombre, cuya necesidad metafísica, como establecer metódicamente. La imposibilidad de aquellos fenóme
una disposición natural, se ha creado figuras sustanciales y por nos, repetidamente contados de buena fe y producidos fraudulen
virtud de ellas ha actuado sobre su existencia empírica. Sea ilusión ta o histéricamente, no es ciertamente una imposibilidad desde el
o no la creencia en estos contenidos, en todo caso se puede, esta punto de vista lógico, sino que se la concibe como imposibilidad
blecer lo que ha sido creído y qué efectos fácticos ha tenido esta con una certidumbre especial que tiene su fundamento en la to
creencia ; se hace un inventario y se le ordena. Entonces se des talidad del saber: la imposibilidad real resulta de que tales fe
cribe el trato fáctico con los contenidos metafísicos en los cultos, nómenos pugnan con las condiciones de la posibilidad del conoci
los ritos, las fiestas y en la meditación ya pretérita. Finalmente miento empírico en general. Pero la imposibilidad absoluta no se
se explican las consecuencias de este trato para la vida práctica impone por eso. Su certidumbre, por el contrario, es precisamente
en el comportamiento racional e irracional con el mundo empírico. la certidumbre fundada existencialmente, no lógicamente, aunque
La superstición materializa la trascendencia, la incredulidad, se aclara por la vía lógica. Contar con los fenómenos realmente
en tanto riue positivismo, la reduce a ilusiones. Ambos ven la ob imposibles como realidades, incluso ya el reflexionar positivamente
jetividad metafísica como opaca, no transparente. No escuchan el en serio sobre su posibilidad, separa fundamentalmente al hombre
lenguaje de la trascendencia: la superstición la transforma en del otro que está inspirado por la certidumbre de la imposibilidad.
existencia empírica mundana, a la que trata como realidad em Pues esa certidumbre es tanto condición para su conocimiento po
pírica ; la incredulidad, en fantasmas supuestamente conocidos, sitivista del mundo como correlato a la auténtica relación con la
que medidos con las normas de la realidad en la orientación ul trascendencia. Como un síntoma casi siempre encubierto se expe
tramundana, no son nada. rimenta en estas cosas de la superstición la incomunicabilidad tác
La materialización y el más allá consistente son ilusiones de tica de los hombres que en las cosas de la existencia empírica tan
la necesidad de la existencia empírica, la cual, cuando no sufre la repetidamente se comprenden y parecen ser solidarios.
crisis que lleva a la libertad de la «existencia», quisiera evitar, 5. L a c u e s tió n : ¿ilu s ió n o re a lid a d ? — Partiendo del hecho
mediante un conocimiento, el cuidado y peligro y la conciencia histórico de cómo han creído los hombres queda un acicate por
de la negación absoluta. virtud de la inevitable pregunta: ¿ Se han dejado extraviar los
El positivismo no puede preguntar verdaderamente por la «exis- hombres durante milenios por fantasmas que se pueden investigar-
Metajíiica T rascendencia
adecuadamente cuando se les concibe como fenómenos psicopato- tanto caer en la materialización supersticiosa como en el incrédulo
lógicos ? ¿ Es error lo que constituyó el fundamento de las perso aferramiento a la realidad empírica. La metafísica deja libre el es
nalidades humanas y de las creaciones singulares, y son los pecu pacio, aunque com o mera claridad metódica no lo puede llenar to
liares movimientos del alma, aun en los hombres actuales, tan davía.
sólo los restos de ese error, que se extirparía definitivamente con
«1 tiempo ? ¿ No son más que ofuscaciones sentimentales y sin im
portancia de la existencia empírica, completamente clara por lo INCONSISTENCIA DE LA OBJETIVIDAD METAFISICA
demás, o hay en nosotros el sentimiento de una pérdida que mira
hacia atrás añorando la experiencia del auténtico ser ? C objetg ^es para la conciencia el ser com o cosa cónsistente*) Este
Esta pregunta respecto a los contenidos metafísicos no se da _es dado en su presencia. El objeto está cerca de nosotros porque
todavía en los estados primitivos de conciencia. En ellos aún no está ahí, corporal, palpable o pensado como necesário. Así, como
se ha separado lo que nosotros separamos como realidad y sueño, objeto empírico o con valor impositivo, no es más que ese objeto
com o cuerpo y alma y diferenciamos en las determinaciones de las y no significa otra cosa.
categorías. La eficaz fricción de dos leños para producir fuego y Pero, al mismo tiempo, el objeto, por ser lo otro, está lejos de
el derramar agua, que no tiene efecto causal para producir la llu nosotros. Esta lejanía obliga, aun al pensamiento investigador, en
via, son, com o acciones, de la misma clase. Todo es todavía físico el límite, a preguntar qué es en sí el objeto que, tal como es, es
y espiritual al mismo tiem po; la Naturaleza no ha sido todavía para nosotros en tanto que somos «conciencia en general» ; en
desespiritualizada ni el espíritu desmaterializado. En el conjunto tonces se le piensa como fenómeno, apariencia. Puesto que, en
de la existencia empírica inmediata no hay la diferenciación de tonces, partiendo ya de otro origen, la «existencia» mira por en
los modos del ser y, por tanto, tampoco un conocimiento decisivo. cima de sí al ser de la trascendencia, concibe en el pensamiento
Sólo puede verdaderamente preguntar por la realidad el hombre este ser fenoménico de toda objetividad como la supresióá de la
que, investigando y pensando, se ha orientado mediante diferen mera existencia empírica. Lo absolutamente otro de la trascenden-
ciaciones. t)espués- de haber eliminado las posibles ilusiones, po cia no era para la «conciencia en general» más que el pensamiento
see el inevitable concepto de la realidad propio del conocimiento límite, ’todavía vacío, del ser-en-sí; esta conciencia ya está en sí
em pírico: real es lo que se puede medir, lo que se puede percibir misma al poseer por el conocimiento el mero objeto. Pero solamente
en el espacio y el tiempo, lo que se puede dominar por medio de al concebir la trascendencia estoy «existiendo» en mí mismo, no
dispositivos o al menos calcular. al pensar la multiplicidad de los objetos empíricos o válidos. La
«existencia» no se queda en la conciencia aun general de que todo
L a pregunta por la ilusión o la realidad sólo existe en esta.
es apariencia, sino que los objetos quedan transformados para ella
conciencia desarrollada críticamente. Pero aquí, en la claridad fi
en lenguaje de la trascendencia, de una'manera peculiar.
losófica, no rige la alternativa de realidad o ilusión para la obje
tividad metafísica. Como materializada es ilusión para un cono Si lo objetivo se convierte en manifestación de la trascenden
cimiento, pero, en cambio, es realidad para la «existencia», que cia, entonces mostrará propiedades que lo diferencian. La objeti
en ella percibe el lenguaje de la trascendencia. Así como la pre vidad que es- manifestación de la trascendencia, tiene que ser eva
gunta por la trascendencia sólo surge desde la posible «existen cia», nescente para la conciencia, porque no es ser en el sentido de cosa~
así también sólo la posible «existencia» puede comprender la res consistente sino, bajo la forma de lenguaje, ser~de la trascenden
puesta. cia para el ser de la libertad. Así como dondequiera la «exis
Cuando todo ser se disuelve en lo que conoce la orientación Ul tencia» refluye a sí misma al desaparecer aquello que sólo está ahí
tramundana y entonces desaparece toda realidad que no encuen pfero no «existe», así también, dirigiéndose a -la -trascendencia,
tre en ella justificación, precisamente entonces hay que reconquis sólo vuelve a sí m isma'en objetos que, como objetos, no tienen"
tar el derecho a la metafísica por virtud de la claridad que impide consistencia para la-conciencia.' Por esta ;rázón hay que diferen-
24
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fa <X$Jk) UJ ••
370 M etafísica
Trascendencia 871
p } lo (R x e M t •
Trascendencia 8TT
;?7fl M etafíñca
neral único», de lo que ya n o hay un caso particular, la impensa rica sin que este general-único se convierta a su vez en objeto.
ble unidad de lo general y lo particular, que no tiene nada fuera Una generalidad del ser de la trascendencia concebida en térmi
de sí qUe pueda servir para distinguirla. Si se la piensa diferen nos ontológicos, válida para todo el mundo, es imposible.
ciándola o si toma figura, ya es manifestación «histórica» y no
universal.
Así, pues, lo general era, en primer lugar, la forma objetiva L A EXISTENCIA EMPIRICA COMO FORMA DE LA MANIFESTACION
bajo la cual lo particular queda subsumido como c a s o ; en segun »HISTORICA» DE LA TRASCENDENCIA
d o lugar, lo objetivo que queda henchido por la presencia de la
«existencia» que en ello apreihende la trascendencia; en tercer lu 1. C omunidad y lucha en la referencia trascendente .— E l
gar, lo indecible e inimaginable único que es captado como lo úni símbolo, hecho objetivo, de la trascendencia que se aparece «histó
camente real.
ricamente», establece una peculiar comunidad. No sólo mi «his
Lo general, en el primer sentido, como forma de la existencia toricidad» es una «historicidad» comunicativa, sino que en una
empírica y del ser-objetivo de la metafísica en el hombre, es cog «historicidad» más amplia, la «existencia» obedece a la sustancia
noscible, pero en su conocimiento late la tendencia a pensarlo de la tradición, por virtud de la cual se despertó. La «historicidad»
como la existencia empírica de una radical ilusión. del contenido metafísico significa que la «existencia» depende de
Lo general, en el segundo sentido, es lo que en la creencia se la revelación de la trascendencia que ha tenido en esta forma en
gura se me enfrenta como la esfera de la participación en la au- que la ha encontrado, así como del lenguaje que escucha, no por
tocomprension y entre los creyentes solidarios. que sea una forma entre otras, y por tanto también una verdad,
Lo general, en el tercer sentido, es el ser de la trascendencia sino porque ésta es para ella la verdad en absoluto, con la cual
que no es accesible pensando algo general sino que en el trascen su ser-sí-mismo se mantiene en pie o cae.
der, por virtud^ de la paradoja de la unidad de lo general y par "^Por al hecho de que la verdad de la trascendencia no existe
ticular, se lo piensa en el no-poder-pensaxln como aquello que es para la «existencia» en la existencia empírica como una verdad i
ello mismo y,"por xanlo, no llega a ser para mí. intemporal, que "podría aprehenderse como algó~éntendido por la
El triple sentido de lo general en la metafísica tiene por con razón, tiene que tener esta forma «histórica». Pero en tanto que
secuencia una triple forma de pretensión a la validez: por su virtud se pone en marcha una comunidad de libres «exis
Lo general en la existencia empírica de la metafísica no es, a tencias», se convierte en «existencia» abierta para la verdad aje
su vez, validez metafísica. La argumentación de que por el hecho na, puesto que no confunde el sentido de lo general: en la incon
de que, según toda la experiencia, algo pertenece al hombre como dicionalidad con que la «existencia» depende de su verdad, evi
nombre, debe también el individuo obedecerlo, no tiene ningún taría, con la conciencia de su historicidad, el carácter exclusivo con
efecto. La pregunta por la existencia empírica de las formas de la tra otras verdades y la pretensión de universalidad, puesto que en
necesidad metafísica está, como ta l, en un plano en el cual nada su forma de verdades «históricas» no reivindicarían el carácter de
puede ser decidido en pro o en contra. verdades de razón válidas intemporalmente. Pero a la pregunta de
Lo general como lenguaje de la trascendencia tiene, en su for si, entonces, el ser del sí-mismo en su referencia trascendente pu
ma «histórica», transmisibilidad pero no validez universal. El len diera estar fundado en un hecho histórico o fortuito, contestaría
guaje no es mas que la objetividad en sentido de que es lo gene afirmativamente. L a (¿historicidad» es el origen del sentimiento da
ral ralativo de la participación de la incondicionalidad en tanto no ser todo y no (iPÍÍáiderarse el tipo de ser qué únicamente debe
•que creyente conciencia del ser de esta «existencia». existir.
^ Lo general, en tanto que lo único inaccesible de la trascenden La realidad histórica tiene forma distinta. Los símbolos se con
cia, es la realidad de esta trascendencia, la cual es la verdad de la vierten en fuerzas colectivizadoras, las cuales, excluyendo o ne
metafísica que sólo se puede alcanzar en la manifestación histó gando lo otro, se tienen por lo único verdadero. La oscuridad de
380 M elajU ica
T rascendencia 331
La filosofía rechaza también la teología a causa de estar vincu sible «existencia» a la tradición de las tres esferas en que toman
lada a la revelación. Pero vuelve a acercársele cuando la revela- forma los símbolos objetivos. Esta vinculación implica un movi
ción se transforma para ella en la fnrma «histónpa-v» Hp la rr,on^f?r miento entre la sustancia metafísica trasmitida y la libertad de su
tación de la trascendencia ; de este modo la teología se convierte apropiación. Los símbolos que corren a través de la historia, soli
en una verdad que le hablfi, aunque esta verdad ha perdido la uni dificados en una validez general, necesitan ser vivificados por
versalidad. La filosofía, que se da cuenta de que palidece cuando cada individuo en la «historicidad» de su destino para que vuelvan
pretende estabilizarse y encerrarse en la mera generalidad de lo a hablar originariamente. Cierto es que sólo mediante la trasmi
racional, toma deliberadamente también su sustancia histórica, en sión, conforme a ordenaciones fijas e invariables a las que obede
cada caso, de la tradición teológica a la" cual transforma pero no ce la posteridad, pueden preservarse del olvido, pero también tan
niega. sólo al emanciparse de la obediencia exigida llega el individuo a
Inversamente, la teología rechaza los mitos como paganismo, sí mismo, de tal suerte que puede aprehender realmente su tras
pero se apropia muchos ajustándolos y, por tanto, transformándo cendencia sin la mediación de los símbolos. No hay vinculación
los en miembros de su totalidad. Rechaza la filosofía como forma existencial más que libertándose de la tradición mediante la tra
arbitraria de la verdad absoluta pero se la apropia, ya como esta ducción de su sustancia en la presencia del ser para mí mismo, con I
do previo de su propia verdad, ya como medio para expresar el el peligro de poder atreverse a ello aun sin la forma sólida de la tra- /
contenido de su revelación. dición.
jició n , Pero la objetividad de la tradición es la condición
prmdiriAn de
rlP la li
li. I
El combate entre las esferas en que toma forma la verdad de bertad. Pues la libertad como tal no se puede trasmitir como tradi
la trascendencia continuará como lucha en la existencia tempo ción ; solamente ha de conquistarse por cada individuo. Como here
ral de las almas porque es el medio en que se mueve la objetivi dada no~ es libertad ; como posesión sin lucha se la pierde. La ~tra-
dad trascendente, la cual nunca puede cobrar definitivamente fir dición de la libertad no es más que indirecta, es una llamada que
me apoyo como objeto cuando la «existencia» perdura en su liber lanzan los individuos que se han atrevido a ello a los que vienen
tad. Esta lucha cesa y deja tras sí la paz sepulcral de la faltá de li despues y escuchan su voz. Es la comunidad secreta de los que son
bertad, cuando el.hombre vuelve a caer en el paganismo, entonces por sí mismos, que posiblemente son excluidos y condenados-a la
ya supersticioso, de la materialización teosófica o en la teología mudez por los que sirven a la tradición objetiva, por las Iglesias, los
fijada dogmáticamente de una Iglesia o bien en la filosofía pura partidos, las escuelas de la filosofía fijada racionalmente, por la
mente racional, la cual pretende procurarse, mediante el saber, una communis opinio de cada caso, en tanto que ésta es la evidencia
donde todos se comprenden.
certidumbre del auténtico ser. Sólo con esta falta de lucha, propia
de la muerte, en la inmovilidad de una de las formas puede el mito La «historicidad» de la conciencia metafísica se desarrolla me
convertirse para la filosofía en la arbitrariedad poética de una fan diante grados y saltos de su conocimiento. Comprendiéndose a sí
tasía entretenida, y la teología en un delirio superado de sacerdotes misma considera los grados de la conciencia como precediéndose
fanáticos; pero también, a juicio de la teología, un mito puede unos a otros. En ellos se representa lo que ella misma fué y lo conci
ser una paganía diabólica, y la filosofía, la autodivinación del hom be porque lo lleva dentro de sí misma. En el saber concibe estos
bre en su subjetividad y relatividad. grados como el camino a su presente, que es al tiempo el camino
para la apropiación. Sin embargo, esta idea no puede pretender te
3. El lenguaje de la trascendencia en los grados de la
ner la validez de un conocimiento objetivo del único y universal ca
conciencia metafísica .— La «historicidad» de la metafísica significa,
en primer lugar, su diversidad, que únicamente puede ser "conside mino de la conciencia, sino tan sólo la significación de un- esclare
cimiento de la historia de la verdadera conciencia del ser del hom
rada desde fuera e investigada como cosa muerta. Y , en segundo
bre para sí, que en cada caso experimenta su historia en su tiempo.
lugar, significa que cada «existencia» considera el pasado de la me-
tajísich en relación consigo misma. Mientras que el pensamiento impositivo está en un plano y lo
La segunda forma de la historicidad es la vinculación de la po- que por él puede comprenderse sólo necesita el adiestramiento de
-8 8 4 Metafísica
TrntranAmr'ln- 385
la inteligencia para poder ser comprendido de todo el mundo, ses
iuación penetra la trascendencia en nuestra alma. Decir en tal
gando, por así decir, la diferencia de los grados de la conciencia,
caso lo que experimento, no encubrir el abismo y las antinomias,
los contenidos metafísicas están no solamente disociados en posi
y ex la trascendencia misma en Ta apariencia de lo problemático,
bilidades heterogéneas que se contraponen, sino también en posi
'feodo esto es exigido, porque la conciencia de mi libertad exige la
bilidades relacionadas entre sí, que se suceden unas a otras en
TeracIcTajf como~*e:¿pi,eslon del iundamento por virtud del cual~ yo fc
grados. Su verdad está enlazada con el grado de la conciencia en
soyr~sm^conocerle. L¡& divinidad misma p arece querer que tocia |
<jue son percibidos en este lenguaje. Lo que está en un grado pos
iñanera de buscarTfá verdad también se arriesgue al peligro del I
terior no puede ser comprendido todavía; lo que está en otro an
¿rrnr. No tenemos por qué temer descubrir lo que ella quisiera gn-
terior ya no puede ser cumplido actualmente de modo adecuado.
*‘55T5fir, ~siño~eI caer en la inveracidad. Atreverse a todo y decirlo
La realización del pensamiento metafísico está vinculada a un res
ttodóTencuentra sus límites en mis grados de conciencia. No está
pectivo grado de conciencia, mientras que el pensamiento pura
¿ado a todos comprender todo pensamiento y pensar verazmente,
mente extrínseco parece transíerible universalmente.
deíarse afectar por todo hecho y sospechar en él la cifral"llespec-
Conocer los grados no es, sin embargo, resultado sino que es 'to a IOS nlños"es asunto del educador decidir lo que se Tes puede
idea; Hegel hizo el más grandioso intento de su fenomenología. decir en cada caso, aunque en esto siempre hay. un riesgo. Para el
Los esquemas de los grados son innumerables desde que fueron adulto es aún menos posible informarle de los grados de la con
bosquejados. Por un momento parece como si en ellos fuera con ciencia. Puede ser cuestión de humanitarismo, por su veracidad, ca
cebida una sucesión general legalmente necesaria. La evidencia llar y no dejarlo percibir, pues es, en definitiva, asunto de cada
dialéctica psicológica y lógica y su parcial confirmación en la cien individuo lo que quiere plantearse. Ni se puede exigir a cada uno
cia histórica hacen pensar en una intelección más profunda que la todo pensamiento ni prohibir algún pensamiento a nadie. En los
que fealmente dan. Pues los grados son, en su conjunto, inabar libros, el lector recurre a su propio grado de conciencia y no se
cables históricamente, sin comienzo visible, sin meta visible y sin pone ningún límite. El saber de los grandes de conciencia, sin co
un desarrollo progresivo que pueda concebirse ccrmo necesario. Ni nocerlos en particular y sin conocer los propios objetivamente, in
son una sucesión lineal ni una serie universal. tensifica, no obstante, el temor en la situación concreta. Todo quie-
Apropiarse históricamente la objetividad metafísica significa, Te tener su tiempo. Las grandes crisis y saltos transforman al
por tanto, concebirla como verdad en los grados que conducen a hombre entero. Es como si se formasen nuevos órganos de visión
sí mismo. Pero este concebir, que en el ámbito de la orientación mientras que otros se extinguen, üintre hombres que son realmen
histórica, es, a su vez, metafísica, sólo es verdadero cuando mira te solidarios entre si, puede existir, sin embargo, la discrepancia
a través de sus propios esquemas y no fija en una imagen univer de sus grados de conciencia. El uno tiene una radical experiencia
sal lo que sólo existencialmente es real. fundamental en la existencia empírica en la que el otro no ha par
La verdad de que la objetividad metafísica no está en un solo ticipado. En consecuencia, cada símbolo metafísico queda trasla
plano es de decisiva importancia. El hecho de que yo me ponga dado a su lenguaje.^üEl símbolo que para mi tiene luerza y clari
con lo ajeno en posible comunicación y que yo pueda comprender dad en su luminosidad, es tan poco inequívoco objetivamente que
lo propio sin confusión, está condicionado por este conocimiento. v o lo veo por virtud de lo que soy a mi vez en cada caso, pero con
De aquí se sigue, además, una actitud respecto al otro, la cual ÍÉFconciencia de que en él la mirada llega a la auténtica sustancia
conoce la posibilidad de fdsas exigencias. La d i s p o s i c i ó n a. atacar del ser. / '------- ------------ ------------------ —------------ —■
preguntándolo todo y a buscar para cada patentización u n a expre
sión lingüística es ciertamente ilimitada para la posible «existen
cia». Sin embargo, hay un tem or, allí donde el pensamiento qui
siera penetrar en la trascendencia. El pensamiento noj 2Mpdfi pnnn=-
--cer a Dios sino sólo hacernos dar cuenta de cómo en nuestra si-
& A A M 3 Q a a A $ U ' /w U < a a J E o ■*
886 M et afisica T rascendencia 387
« • *
r . . T p rta f:
CAPITULO SEGUNDO
L A T R A S C E N S I O N F O R M A L
¿ í s S S H v ~ « Z - . t t
ct V f l f aT i6n d e l a reciben s u í m p o r t i -
miento com o U w , j “ ? ” ¡ ‘ S e 3tPerienc!as formales del pensa-
“ S en ck T J J • ? e* ' SCrÍt° C¡frad0- Si” ra d ica ció n e n 1.
no senan mas ^ e vaguedades arbitrarias.
^ J L ’ .
" — ;---------- -
Y Para la orientación intramundana el ser era lo más evidente.
u I Pero en cuanto preguntamos qué es el ser com o ser, desapareció
l i a evidencia. ____— — _____________ ______
ü l, primer resultado fu<Coue <1 ser no es lo mismo en todo lo
que existe empiricamenfp y cq puede pensar. Pnrta clasificar lo que
existe según los modos del ser sirven las tablas de las categorías.
Cada categoría caracteriza una forma o género del ser, por ejem-
plo, ser-real, ser-valedero, sustancia, propiedad, cualidad, canti
dad, materia, forma, vida, conciencia, etc. La afirmación de que
algo es no tiene sieimpre la misma significación!- ~— '
El segundo resultado fue que el ser, desgarrado al preguntar
por él, no puede ser restaurado com o un ser. El intento de pre
guntar por el ser en general, del cual todos los modos del ser fue
ron especies y configuraciones, no tiene ya respuesta. El ser se ha
disuelto, y el desgarramiento del ser es el resultado perenne del
pensamiento inmanente.
Puesto que en todo lo pensado y pensable sólo se aprehendió
un imodo del ser, en cada caso particular, la respuesta a la pre
gunta por el g£E-an puede ser dada por medio del conocimiento
en el mundo, sino tan sólo por el camino de la aclaración trascen
diente del ser, pero sin pretender un nuevo conocimiento de ob
jetos.
Por esta razón ahora, partiendo de la inmanencia, com o la mul-
tiplicidad del ser, el trascender es el intento de cerciorarse del ser
verdadero, com o él ser uno y único. Pero este ser no está en nin-
guna categoría. Partiendo de todo ser, que en ca^° queda es
pecificado en las categorías7 porque no hay una categoría inmanerP
te común del ser, el fracaso en pensarlo lleva a la trascendencia
como el ser u n o. Piierln llam ar a éste d o nue está sohrp; Io..pyíc-
tente», cuando quiero expresar que toda categoría del ser le es
inadecuada y por esta razón se degrada en una inmanencia par-
¿U ) u M o O M u e '''^ •
ticular. Puedo llamarle también «lo que no existe» si quiero ex estar la divinidad; en el mundo pensable es inútil buscar algo
presar que no está en ninguna categoría que signifique un ser. pensado que no sea un objeto particular en el mundo.
La transcensión formal se dirige al ser mismo. La pregunta En el mundo de lo visible y pensable no hay conclusión y el
por él, planteada en cada grado del filosofar, llega aquí a su fin, pensamiento no se deja ligar a él. Por el contrario, marcha de ob
pero no a su respuesta.. En lugar de la adecuación racional entre jeto en objeto ; pero no concibe como existiendo por sí ni a sí mis
pregunta y respuesta, que en este caso es absolutamente imposi m o ni al mundo, sino que pregunta: ¿ de dónde vengo yo mismo ?
ble, no queda posible para e l filosofar más que la adecuación exis- Esta pregunta trascendiente no encuentra, sin embargo, ningún
tencial que llena, pero siempre en el presente de cada caso, los pensamiento sensato por respuesta, puesto que todo lo pensable
pensamientos todavía objetivamente vacíos. inmediatamente pertenece de nuevo al mundo sobre el cual debe
trascender. Sólo al anularse a sí mismo puede ejecutar el pensa
miento su últifno paso trascendiente. Entonces concibe este pen
samiento : ¡se puede pensar que hay lo que no se puede pensar.
PRINCIPIOS DE L A TRANSCENSION FORMAU Esta es la manera de expresar la marcha de un pensamiento que,
cuando la realiza, deja de ser inmediatamente pensamiento. El
1. T ranscensión d e lo pensable a lo impensable.—Las for pensamiento se pone un límite que no puede sobrepasar y que,
mas generales de lo pensable son las categorías. Incluso el'ser, en precisamente porque, sin embargo, lo piensa, reclama sobrepasarlo.
el sentido de lo absoluto que es en sí, lo pienso, por virtud del Si, en vista de la trascendencia, se convierte en pasión del pen
pensamiento com o tal, irremediablemente en categorías. Pero en samiento anularse a sí mismo, esta pasión, sin embargo, ase inexo
tonces lo tengo como un objeto determinado en el mundo, dife rablemente lo que realmente es pensable para no hacer más que
rente de otros, pero ya no como aquello que y o mentaba. fracasar verdadera y necesariamente por el camino del pensamien-^
Si después de esta experiencia intento no pensar lo absoluto, to. Pues la «existencia» empuja hacia la claridad del pensamiento
tampoco lo consigo. Si he pensado una vez lo que el ser no es, no en el cual se comprende a sí m ism a; no se abandona a la falta de
puedo dejar de pensar en el ser m ism o; al pensar lo no absoluto pensamiento en la inercia dél mero sentimiento que nunca puede
rozo indirectamente el ser de lo absoluto. En el pensamiento hay, trascender verdaderamente, ni incurre en el «sacrificio dell intel-
por así decir, dondequiera un lugar donde algo es puesto precisa leto», en el cual el pensamiento no se anula por virtud del tras
mente como absoluto, por el hecho de que no puedo existir empí cender, sino que cesa en general.
ricamente pensando sin que se me manifieste lo absoluto, sea por El resultado de tal trascender como tesis formulable consiste
que se haga absoluto algo particular, sin que y o quiera, sea en la en la negación. Todo lo pensable es rechazado por la trascenden
mcondicionalidad consciente nacida de la propia libertad del ser- cia como sin valor. La trascendencia no puede ser determinada por
sí-mismo. En la fluencia sin fin de lo que existe busco inevitable ningún predicado, ni representada como un objeto, ni pensada en
mente el ser y lo aprehendo en forma verdadera o engañosa. ninguna conclusión, pero todas las categorías son utilizables ne
Así, pues, ni puedo pensar todavía este ser absoluto ni puedo gativamente para decir que la trascendencia no es cantidad ni
dejar de querer pensarlo. Este ser es trascendencia, porque no le cualidad, ni relación ni fundamento, ni una ni múltiple, ni ser ni
puedo asir, sino que tengo que trascender a él mediante un p en la nada, etc.
sar jaue se termina en el no poder pensar. »**' Este rebasamiento de todo, incluso de la inmanencia más su
El pensamiento, que por esta razón no puede asir la trascen- blime, no es evidente en modo alguno. Cuesta un enorme esfuer
encía como pensada, tiene, por el contrario, que volver a anu« zo evitar la fijación de la trascendencia en alguna figura dentro
en el pensamiento lo pensado. E sto acontece al trascender de del mundc^'-cuanto más que la figura como forma pasajera para
•Pasable a lo impensable. la manifestación de la trascendencia es inevitable. Perseguir la
En el mundo espacial es inútil buscar un lugar donde pueda mundanización de la trascendencia por todos los escondrijos es
^ Metafiiica \
0
398 Metafísica
La trs7ise«nstón formal
Una tercera dialéctica deja que las categorías, todas las cuales
poseen su determinación relativamente a otras, sean incondicio- mente común que yo pueda pensar como idéntico). El ser, que
debe abarcar todo &err es ascendente. *—------------■»
nadas en la forma, de suerte que por sí mismas lleguen a ser deter
minadas. Entonces se relacionan en vez de con las otras consiga Si tratara, no sólo de trascender al ser, sino pensarlo plena
mismas, por tanto se quedan propiamente sin sentido, pero ha mente, tendría que pensarlo como un ser al que no se contrapone
blan para el pensamiento trascendiente porque son expresión para ningún otro ser, un ser que se sub-ponga a sí mismo, que como su
el pensar de un no-pensar (por ejemplo, la causa de sí mismo (cau jeto es libre y, sin embargo, se hace objeto. Pero yo no puedo eje
sa sui), el ser del ser). cutar realmente este pensamiento. Pues lo que no tiene nada fue
3. T rascender sobre el sujeto y el objeto.— El ser, que yo
ra de sí, no es para mí o b je to ; lo que se sub-pone a sí mismo no
aprehendo, es un ser determinado. Si pregunto por su fundamento, puede ser para mí nada determinado y determinable; lo que es
encuentro otro ser. Si pregunto por su ser-qué, se presenta junto libre no está a h í; lo que se hace objeto no es como objeto nada
a él, para la comparación, otro ser. Siempre es un ser entre otros más que lo que ya era como poder-llegar-a-ser-objeto.
en el mundo. 4. E l trascender guiado por la s categorías de tr e s e sfe
Pero si trato de considerar en imi pensamiento el universo como ras*— Si pretendo pensar el ser transcendente, lo aprehendo irre
ser en general, que no tiene nada fuera de sí, entonces fracaso. Y o mediablemente en una forma determinada, pues la trescensión a
puedo ciertamente abarcar en conjunto el ser diciendo «todo el lo impensable esá vinculada a su expresión en categorías parti
ser*'/ P££2_c§ío no esjn á s que hablar del ser como la suma del ser culares en cada caso. Las expresiones son de una diversidad tan
empíncp,_y del ser-pensado, que, sin que pueda cerrarse, se H«xa- grande como las categorías, las cuales yo, repitiendo en ellas la
hace en lo sinfinito, que, por tanto, nunca puedo abarcar reco misma dialéctica en una forma peculiar en cada caso, tengo que
rriéndolo ni tener ante los ojos como terminado. Aun cuando esto recorrer para llevar mi pensamiento hasta el abismo del ser como
fuera ppsible, sería el ser que no puedo pensar como un ser-en-sí, el abismo de lo no pensable. Así, pues, una ordenación de tales
porque existe como un ser-objeto para un sujeto. Cómo es en sí, pensamientos podrá enlazarse con una ordenación de las catego- i
sigue siendo impenetrable. ’ rías. Diferenciamos tres esferas de categorías: de la objetividad I
Si supongo que el ser pensado es un ser-sujeto, entonces el su en general, de la realidad, y de la libertad.
jeto se sub-pone a sí mismo como sujeto en general. Mientras que Si me coloco en el mundo de la objetividad puedo preguntar:'
un objeto no se puede sub-poner a sí mismo, el sujeto al cual rp Ifr ¿por qué hay en general objetos para el sujeto? ¿D e dónde pro
sub-pone a|go distinto, se convierte por ello en otnetn O invpr¿ñ_ viene la escisión? ¿Por qué hay estas formas de objetividad y
m ente: si convierte- el sujeto en objeto entonces puedo preguntar sólo éstas ? Los ensayos de una lógica metafísica que deducía ne
por su fundamento, es decir, sub-ponerle algo. Pero entonces es un cesariamente tocUs las categorías a partir de un principio, que
sujeto, en cuanto así pregunta, que se sub-pone a sí mismo. rían responder a estas preguntas trascendiendo.
Comojverdaderaroente incondicionado. el sujeto P<¡ SPr tanto Si me sitúo ante la realidad y la pienso cottno el universo, en
que libertad, verdaderamente presente como «existencia» en la con tonces puedo preguntar: ¿por qué, en definitiva, hay algo? ¿Por
ciencia de sí mismo, que se encuentra actuando en su objetividad, qué no nada ? Las leyendas míticas acerca de acontecimientos en
pero que no se puede deducir- del ser como ser-objeto, ni tampo- la trascendencia anterior a todo tiempo pretenden responder con
co éste de él. la alegoría a estas preguntas, las cuales no pueden ser auténtica
Si trato de acercarme al ser, n o estoy, por eso, en él ni cuan mente pensadas sin trascender previamente.
do pienso todo ser en el sentido d e ser-objeto ni cuando pienso el . Si me sitúo en la conciencia de mi libertad, puedo, a condición
ser-sujeto, ni tampoco cuando me dirijo al sujeto existencial como de evitar sus objetivaciones, llegar al punto donde la conciencia
ser de la libertad, ni cuando yo reúno extrínsecamente el ser como es que yo realmente no me he creado a mí m ism o; donde yo soy
cosa consistente y el ser como libertad (pues no tienen algo real- yo mismo verdaderamente, no soy solamente yo mismo. La pre-
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26
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^*2 Metafisica
La tran¿ceh¿¡úti fonnal
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entonces penetro en la nada para desaparecer en tanto que fini-
La doble significación de la nada — como identidad del ser y
tud en función de la autenticidad, entonces caigo en la nada y me
la nada y como nada absoluta— puede ser formulada contra-
estamente como sobre-ser y como no-ser. desvanezco en absoluto. La «nada» es el ser verdadero o el no-ser
espantoso.
Ambos son alcanzados por el pensamiento que, al transformarse * Entre la nada como sobre-ser y la nada com o no-ser, está la
en no-poder-pensar, trasciende como pensamiento, en cuanto que realidad empírica del ser determinado en las categorías. En él todo
se anula. Pero no .se alcanzan en la pasividad de un simple estar es equívoco. Partiendo de él la mirada percibe como su trascen-.
dispuesto que no pone en modo alguno en marcha el pensamiento dencia el verdadero ser; pero partiendo de él tatnbién se abre el
v^por tanto, tampoco experimenta su fracaso, sino que con un con abismo trascendente de la verdadera nada.
tuso pensamiento fijador se aferra a la nada como si la hubiera.
2. U nidad y d u alid ad .—Lógicamente es imposible pensar algo
Al pensar el ser como la nada se desarrolla la dialéctica del pen
como lo uno sin pensar al mismo tiempo con él otra cosa. Cons
samiento como no-poder pensar, que, sin embargo, es esclarecedor
tituye la esencia inexorable de lo pensable presentarse en duali
y que, al no pensar algo, tampoco no piensa nada sino la Nada que,
dades. Aun lo que yo quisiera poner como To uno en absoluto, en
o bien no existe en absoluto o bien es sobre-existente.
cuanto pensado, queda inmediatamente vinculado a otra cosa : el
La doble significación de la nada puede sernos expresada de ser lleva a preguntar por qué es y no no es ; supone siempre el poder-
modo contrapuesto en la situación de la existencia empírica. ser. El comienzo de la existencia empírica consciente no puede ser
Si al trascender se me convierte la Nada en la Nada de todo pensado como un comienzo absoluto pues como conciencia supo
ser determinado y particular, entonces se me convierte al mismo ne inmediatamente en alguna forma un pasado del cual procede.
tiempo como el inmenso sobre-ser en «signum» de indefinido cum La revelación ilumina una oscuridad preexistente. Incluso la di
plimiento. La nada se convierte en trascendencia, la pasión de la vinidad, -en cuanto pensada, existiría inmediatamente con el fun
nada en voluntad del verdadero .ser. Al materializarse, por virtud damento de su existencia; com o dijo Schelling, supone la Natura
de la existencia empírica y la .acción en la realidad del mundo, leza dentro de sí. Igual que el ser no se puede pensar como sen
esta pasión es expresión del impulso a dejar de ser en la paz de la cillo e inmediato, tampoco se puede pensar así la conciencia, ni
eternidad. Pero conno quiera que en la existencia empírica la ma- la revelación, ni tampoco la divinidad sencilla, simple.
Hetaflaica
La tramcensión formal 405
p e rn e o de Ja divinidad q u e como verdadera unidad lo domina y vida se hacen más armoniosos y más transparentes que en la
equivocidad, pero también más pálidos y sin heroismo. Este saber]
Unidad y dualidad, en cuanto pensables, no son la trascenden- que anula el riesgo, se convierte en una filosofía de la tranquiliza-/
ZÁ ^ t r a s c e n ^ a va nn pi1pdp mág qUe ^
ción, la cual muestra como el único verdadero camino para todoJ
«ud de sus símbolos, los cuales son unidad v dualidad relnt ¡ ^ „ — el que lleva hacia las formas. »
su manifestación. E n p r f f m é i f á ñ c S r Z m d r i y dualidad so n la m h - Si, no obstante, la forma y la materia son establecidos de sOer-
Sefio» ° esfuerzo, toda lucha es la eterna paz en Dios el te que ambos sean valiosos tanto negativa como positivamente y
ambos señalan el buen camino y el falso camino, entonces un trans
e n t i 1aF ,0RMA J materia.- Esta relación abarca desde la relación cender busca, por encima de ambos caminos, aquella impensable
S S ñ ? t° ™ a ,de la “ tatua y el material del mármol hasta la re- identidad de la trascendencia, en la cual lo que estaba escindido
_ , la for™ f de 1“ categorías y el material de la intuición y aún en su conexión seguía dividido, se convierte en Uno, de
q las llena en múltiples iriodificaciones. suerte que lo que es verdaderamente forma se hace materia y lo
r e v f r b e r ^ ó n f j j*** ^ ^ SU carácter ló&ico- se carga con una que propiamente es materia se hace forma, y forma y materia
^ . b.eraf on: de la posible « existencia», la cual se contrapone al son la misma cosa.
£ í 2 conciencia de la profundidad e insondabilidad 4. Posibilidad, realid ad, necesidad, casualidad.— En el
de este, despues de su falta de forma y , al fin, de su caos y su r Í mundo hay que diferenciar lo pensable como lo posible de lo per
aún teniendo 5 ™ “ 5 Y ^ “ 1Sm° m° d° 86 contraPone a la forma cibido como lo real. La realidad empírica, en cuanto conocida, se
aun teniendo plena conciencia de la claridad de ésta, dg la belleza convierte en posibilidad: como meramente percibida no es toda-
d ez'v f f f i n d SU ° rdenafiÍÓn, y racionalidad J después, de su rigi- vía_coiicebiiia .como posible, sino aún como indeterminada. Todo
rial l ’ í ® \ * ea SU SUPerficialldad sin trasfondo. Frente aj mate- ser, como ser determinado, exige la pregunta por su posibilidad.
del flbanT conciencia de ser regalado y seducido; después Posibilidad y realidad están referidas la una a la otra.
que hav í l o ^ ^ & l° divin° C on ceb ible La Categoría de la posibilidad tiene, a diferencia de lo impo
T ía ' UO ^ 1Cy “ n’ ° a‘ ^ h a d a n te sible, tres variantes: O bien lo posible es lo posible lógicamente
en contraposición con lo imposible porque es contradictorio, o
t r a s t e » ' , ' * “ " ‘ ' “ I1“ 1« “ y materia. M i® . bien es lo real posible conforme a las categorías del ser-real obje
unidad J n q * C SC PUede Pensar como r€alidad empírica su tivo en contraposición con lo imposible, porque en las categorías
unidad se nos presenta como su mutua vinculación, el camino de de la realidad no hay lo que se va haciendo objetivo. O es lo real
la transcension pasa al principio sobre la radical escisión en pura posible en el sentido de que existen empíricamente fuerzas y con
forma y pura materia —sin alcanzarla«!__ na™ ™ j * diciones para ello, en contraposición con lo que es imposible a
pl r>n ™A*-r ialcanzarías— para pensar despues, en
n e n c ^ v Í Z 611- ^ *1 tra¡lcendencia> ya como mera coperte- causa de que no hay empíricamente tales fuerzas y condiciones.
nencia y solidaridad de ambas sino como su identidad. L o que es real es posible, pero no todo lo posible es r e al
también. “
mat : : r Ula Ia e? uivo? dad d e la reverberación existencial, y la
“ usea 1 t convierte en lo malo y la forma en lo bueno, entonces Aunque una categoría sólo tiene sentido inmanente con refe
lo m,* trasoender en esta escisión, al absolutizar los dos lados, rencia a un determinado contenido del ser, yo trasciendo con ella
al i/» es ^ 0 sobre-es, la caída en la nada y la ascensión cuando la refiero a la totalidad o al todo del ser; en el caso da
v i oc E 6r° ifer‘ materia se convierte en la nada inesencial, la categoría de posibilidad de los modos siguientes:
la 6I! an corDO ^ormas puras las regiones supracelestes; a) Pregunto por la posibilidad del ser en el sentido de Kant':
. \ a >®niPirica es el producto complejo de su mezcla. Pero i Cómo es posible en general la experiencia de lo objetivo? ¿Cómo
tpr¡aUm7 °C1 ^ c.omPra al precio de una degradación de la ma- es posible la unidad sistemática de esta experiencia? ¿Cómo es
, a a que se priva de su profundidad y su posibilidad. Mundo posible la acción autónoma? ¿Cómo es posible la percepción de
40$ Metafísica
La transcensión formal 409
lo bello? ¿Cómo son posibles los seres vivientes? Estas preguntas
son trascendientes porque n o pretenden concebir un ser determi perdido el ser. O bien yo, trascendiendo concibo lo posible y lo
nado partiendo de otro ser, sino que en cada caso quisieran con realcen el ser como idéntic o ; entonces, el sér'aBsaTuTo ño puede
cebir en los límites de la existencia empírica esta misma existen de]ar~3epa.j.adu lu que nosotros, pensando en el mundo, tenemos
cia partiendo de principios que no pertenecen a la existencia em que separar: lo que en el ser absoluto es posible es, en sí, también
pírica como objetos del conocimiento. La respectiva posibilidad real. En el hecho de que lo que es real es también posible, este
trascendental no es la lógica ni una de las dos posibilidades rea «también» no constituye para pensarlo ninguna dificultad, pero
les. Como posibilidad ya no es la categoría de la posibilidad. Por que lo que es posible sea también siempre real, está excluido para
el contrario, trascendiendo en la categoría de la posibilidad,' se nosotros en la realidad empírica. Si, pues, queremos realizar estos
piensa una conexion en la totalidad de la realidad empírica en ana pensamientos trascendiendo, no nos podemos detener en el «tam
logía con algo objetivo en el mundo. Por virtud de estos pensa bién», no podemos pensar, por ejemplo, que todo lo que es posi
mientos no se aprehende en la posibilidad ningún ser absoluto, ble tiene en el espacio infinito también algún lugar, que todo lo
sirio que se aclara un aspecto de nuestra existencia empírica en posible tendría que ser real en algún lado porque tiene a su dis
general y con ello, en cada caso de manera específica, el carácter posición todo el espacio infinito. Por tanto, mantenemos la esci
fenoménico de la realidad empírica. De aquí que toda 'pregunta sión, hablamos del ser particular, aun cuando de un ser que au
por la posibilidad confina y tropieza^en las respuestas de Kant con menta indefinidamente, no hemos alcanzado en- absoluto la tras
lo suprasensible, coimo la cosa en sí, como la objetividad de la cendencia sino que, de hecho, hemos quedado en la realidad em
idea, como el carácter inteligible, como el suprasensible sustrato pírica. Unicamente penetramos en la trascendencia por virtud d el
de la humanidad, como la unidad del origen de la legalidad me irrealizable pensamiento de la identidad de posibilidad y realidad,
cánica y teleológica en la realidad empírica de la vida. Pero en la cual enlaza lo contrapuesto de tal manera que queda excluida
el trascender kantiano, que se detiene en los límites, no se apre una escisión. Y o , en el no-poder-pensar esta identidad, pienso el
hende lo suprasensible mismo, sino que por virtud de la transcen- ser como el origen, en el cual lo posible y lo real no son separa
sión en el pensamiento de la posibilidad se esclarece el carácter bles sino que el uno es el otro. Entonces posibilidad y realidad ya
fenoménico de la reálidad empírica como expresión de la certi no son lo que son como categorías en la realidad empírica sino
dumbre del propio ser juntamente con la forma de nuestra exis símbolos por virtud de cuya identidad el ser resplandece. Si este
tencia empírica. trascender está presente, entonces es inútil una reflexión sobre la
elección entre las varias formas posibles del ser como mundos. En
En este trascender se da un círculo a causa de que con una
tonces no puede decirse que también sería posible lo otro. Pues
categoría (la posibilidad) pretendo pensar la condición de todas
el ser es realidad, la cual para el conocimiento no puede ser trans
tas categorías. Y o tengo que hacer que la posibilidad deje de ser
formada de nuevo en posibilidad como la realidad empírica.
una categoría determinada, y entonces cesa mi pensamiento de
terminado. O bien tengo que hacer que la posibilidad se convierta El hecho de que en la existencia empírica lo posible se haga real
de nuevo en la categoría determinada, y entonces ya no trasciendo depende del azar, sea que yo conciba éste como cadenas causales
al límite de toda realidad empírica sino que estoy de nuevo en ésta. que se entrecruzan en el espacio, sea que lo comprenda como acto
de un capricho. Frente a ambos, es\jnecesario lo que no puede ser
b) La pregunta por la posibilidad del ser puede, en segundo
de otro modo. AquIT'seF-trascendente, en el cual el ser-posible ~y
ugar, ser formulada trascendiendo del ser mismo: ¿ Cómo es po
el ser-real son idénticos, es, por esta razón, también ser necesario.
sible el ser ? Pero el ser, como ser absoluto, no puede tener nada fue-
El pensamiento del ser absolutamente necesario parece como la res
f®r s*‘ ^>or tanto, el ser no puede dejarse preceder por la posi-
puesta al asombro de que hay, en general, ser. Pero este pensa
ilidad. Por esta razón yo, trascendiendo, pongo la posibilidad en
miento trascendiente utiliza la categoría de la necesidad también
e ser mismo. Pero de este .modo no só lo lo escindo, sino que yo tam-
en tal forma que la modifica y anula:
íen estoy de nuevo inmediatamente en la realidad empírica y he
En el pensamiento determinado por categorías es necesario k>
410
M etafítica
L a transcensión formal 411
que por virtud de otra cosa tiene que existir conforme & las re
glas del fundamento (fundamento causal o fundamento epistemo t Por el contrario, el trascender en la categoría de fundamento
lógico). El ser fortuito de lo real es en sí tan sólo posible, pero es es la pregunta por el fundamento del ser juntamente con la res
necesario por virtud de la causalidad de un otro bajo condiciones puesta de que ser y fundamento del ser son la misma cosa cuando
dadas. Pero lo que es por virtud de otro no es necesario en sentí. ^ yo estoy en el \irigeru_JEste pensamiento de una «causa sui» no lo
do absoluto. ~ ~------------ ------------------- ------- ^ puedo realizar como contradicción en sí que es. O bien he pensado
Si yo trasciendo al ser absoluto como el ser necesario, entonces iy\ dos cosas, y entonces ninguna de las dos es el ser y ambas juntas
éste no es necesario por virtud de otro sino por si mismo. Pero 1 no son pensadas como una. O bien si he pensado una, entonces ya
esto significa que, al mismo tiempo, es el absoluto azar. Si quiero no pienso un fundamento. Así, pues, el fundamento de sí mismo
pensar la trascendencia como necesaria, tengo que pensarla en la es imposible para la inteligencia, como pensamiento sin objeto.
identidad de necesidad y azar y de nuevo fracaso en una identi Significa interrumpir las preguntas ¿ de dónde ? y ¿ por qué ? en un
dad irrealizable. último ser. A esto no podría acceder nunca el entendimiento. O bien
Si digo : lo posible, que es real, es también necesario, entonces la inteligencia niega el objeto o pregunta, cuando éste está ahí, por
esta necesidad en la existencia empírica es la necesidad determi su fundamento. El fracaso del pensamiento en la falta de objeto
nada de una conexión causal de algo con otro. Pero, a diferencia de la identidad del ser y el fundamento del ser es, a su vez, tam
de la realidad empírica, lo absoluto real como ser no es primero bién la manifestación del ser en el pensamiento de algo no pen-
posible y después necesario, sino que su necesidad es el no poder sable.
ser de otra manera sin tener por eso fundamento en un otro-, -La 6. L o g e n e r a l y e l i n d i v i d u o . — Si el ser es pensado como
necesidad afirmada del ser absoluto, debe designar f-] nriprpn| en general y completo, ¿ de dónde procede entonces la individuación ?
el cual ya no se puede preguntar por úna posibilidad precedente. (principium individuationis). Si el ser es pensado como la plura
Como tal, ya no es la necesidad de la realidad empírica pensada en lidad de lps entes individuales, ¿ cómo entonces hay lo general ?
la categoría, sino necesidad en la trascendencia, libertada de po La individuación se piensa después del ser de lo general, como
sibilidad en la identidad con lo que en la existencia empírica se originada por un segundo principio, por virtud de la materia en
ría azar. Esta transcensión sobre la categoría del azar a la necesi el espacio y el tiempo. O bien se piensa lo general como algo irreal
dad hace a ésta en su indiscutibilidad completamente ininteligible. que no existe más que en la abstracción del individuo pensante.
Pues si y o pudiera pensar la necesidad y el azar como realmente Pero aquella individuación no se puede concebir partiendo de lo
idénticos, tendría al ser trascendente com o objeto. Por el hecho general, y, a su vez, lo general, en tanto que vale intemporalmen
de que no la puedo pensar, esta identidad, como fracaso del pen te, se desliga de toda individualidad como algo existente que, por
samiento, es sólo la posible cercioración trascendiente del ser en su parte, no puede ser concebido partiendo de la individualidad.
el pensar. En el mundo persiste la escisión, lo general y lo individual, en las
5. Fundamento.—En toda realidad empírica particular pre
categorías particulares que se repelen mutuamente. Si trasciendo
gunto por el fundamento; en la totalidad de la realidad empírica sobre este ser inmanente, en el cual no puedo concebir a lo uno
pregunto también alguna vez por el fundamento. Con esta pregun partiendo de lo otro, tengo que pensar en un individuo absoluto
ta trasciendo de la realidad empírica al ser (via causalitatis). Sin que es idéntico con lo general. Sería algo general de un carácter
embargo, esta vía es infructuosa cuando yo, por virtud de un pro singular, al mismo tiempo individualidad, y un individuo de tal
cedimiento deductivo, propio de la realidad empírica, espere res clase que, en toda determinación, sería general al mismo tiempo.
puesta al ser en la categoría de fundamento. Entonces no haría 7. Sentido .—En la realidad empírica parece haber un senti
más que llegar a 'hipótesis como las de las ciencias naturales, sin pa do. Pero éste existe sólo parcialmente en el orden, la construcción,
sar más allá del sentido puramente inmanente que ve en el funda en una realización que se transmite, en la existencia empírica que
mento tan sólo un sustrato que está en la base. el hombre se crea y piensa. El sentido como realidad empírica es
siempre relativo y tiene un término. En contraposición están la
J . Y i ^ I
412
Metafisica L a tra n scen iión form al 413
destrucción, la muerte, la anarquía — el crimen, la locura, el sui como el ser en absoluto. Pero al dar carácter absoluto a la rea
cidio, la indiferencia, la arbitrariedad— no sólo lo que es absurdo lidad se anula la trascendencia.
y contra el sentido sino también lo ajeno al sentido. Si se piensa la trascendencia como lo otro, pero con las cate
Si yo deduzco que, por tanto, el sentido del todo no puede ser gorías de la realidad, entonces la trascendencia queda reducida por
del mismo género que el sentido por nosotros pensado, que siem la mera trasferencia de las categorías a ella, a otra realidad, a
pre se patentiza com o un sentido tan sólo particular, entonces pa^ manera de una segunda realidad empírica. Esta duplicación del
rece posible la pregunta hipotética: ¿Cómo debe ser pensado el mundo sería insostenible para la inteligencia, porque no tiene con
mundo si es que tiene un sentido? Todo lo contrario al sentido v firmación empírica: sería superflua, porque no revela ningún ver-
lo ajeno al sentido en el mundo ha de ser tomado como un factum dadero ser, y, además, engañosa, porque nos oculta la trascen-
con la pretensión de que el sentido del todo debe ser tal que todo dencia. ------ ----------------- ‘
factum reciba un sentido.
<’*" S^ inversamente, al trascender se ignora la realidad como si
En esta pregunta, el sentido, que es una categoría particular fuera nada y sólo la trascendencia tuviera ser, nos hundiríamos en
, es puesto como absoluto. Sin embargo, en el mundo sólo se puede | el vacío.
,_qonaffl;gnder, desdg una determinada realidad empírica del mun-l Si, pues, el trascender en las categorías de la realidad reviste i
flue como particular existe. La pregunta por el sen tirlo asr la misma forma que todo trascender c a te g o r ia le s decir, si guie-1
universo, planteada de m odo que en ella se captase la trascenden 1 re fracasar auténticamente como pensamiento, ha de aprehender'
cia, es imposible como hipotética. Pues ya en la pregunta, a la gomo idéntico lo que al mismo tiempo es imposible pensar como
cual se espera una respuesta que sea sentido, la trascendencia es idéntico. No se puede eludir la dureza de la realidad empírica,
constreñida a entrar en una categoría particular y de ese m odo sino tan sólo aprehender en ella la trascendencia.____________ ____
f f as.a; i g d,o lo que.es sentido es. respecto a la trascendencia li- 1. T ie m p o . — El tiempo no es nada por sí. Es la forma de la
mitacion y angostura. ' ‘--------------- — 1—------------- — _
existencia empírica de toda realidad que se presenta en variantes
lün lugar de inferir el sentido y de investigar el ser com o una
que no se pueden deducir unas de otras:
realidad empírica en el mundo, sólo trascendiendo puedo buscar tiempo, como tiempo físico, es una objetividad, la cual tie
Ja identidad del sentido y del absurdo como el ser impensable de
ne su raíz en la determinación mediante unidades temporales de
la trascendencia. Esta unidad, inaccesible al pensamiento, única medida y es el armazón de todo otro tiempo real.
mente puede hacerse accesible al fracasar el pensamiento absurdo, Como tiempo psicológico se le puede investigar en la fenome
cuando le anima la plenitud existencial «histórica».
nología de la conciencia del tiempo mediante una descripción de las
En lugar de las respuestas falsamente racionalistas a aquella propiedades originarias de las vivenciastemporales, así como en la
pregunta por el sentido del ser, existe la lectura de las cifras: el psicología de las estimación e s y o e las Huilones del tiempo median
ser es tal que esta realidad empírica es posible.
te la comparación de una concepción subjetiva del tiempo con un
tiempo o b j e t i v o . _________________________________ - —
El tiempo, como tiempo eocistencial, se puede esclarecer en la de
TRASCENDER EN LAS CATEGORIAS DE LA REALIDAD
cis ió n y el instante, en la conciencia de no poder ya volverse atrás,
en la aprehensión de principio v fin. ____________
I- • tiempo es tiempo histórico en cuanto cronología que se sir
L a realidades temporal y espacialmente la existencia empíri ve, como armazón, del tiempo mensurable objetivamente. Como
ca como materia, vidaT almaT~~-------------- -— --------------------------------- tal es la posibilidad de ser hablado existencialmente por virtud de
V / .^s pecúhar de las categorías”de la realidad que la realidad em la decisión, de las épocas, de las crisis, de la plenitud: el tiempo,
pírica arja en ellas nos tiente, en cuanto que somos «conciencia en que en cada caso queda articulado en si, en comienzo, medio y fin,
genera » y seres físicos sin más intereses que los vitales, a tomarla no es tan sólo una serie cuantitativa.
*14 M etafísica
L a tra n scensión form al 415
Estas modificaciones del tiempo, separadas por saltos, son so la conciencia, supera el tiempo. Situada en el instante se patenti
lidarias entre sí, porque sólo existen unas por otras ; se nos acla za para ella la plenitud del ser como trascendencia en el lugar del
ran mutuamente, las unas en las otras, pero no se las puede abar ahora que no hace más que desvanecerse en cuanto átomo del
car en un tiempo en general que fuera determinable y que cada tiempo.
una de ellas es. Pero todas juntas — el tiempo en sus
Esta trascendencia es para ella el verdadero ser, por virtud del
nes como forma de la realidad y forima de la «existencia»__ nn
cual ella misma es. Es para ella el ahora que no tiene antes ni
comprenden todo el ser. Y a en la experiencia inmanente tiene el
después, sino que incluye su pasado y futuro y que, sin embargo,
tiempo sus lírmtes.~£léTto es que yo, considerado objetivamente,
es real y, por tanto, no intemporal, sino que tiene que ser pensado
vivo sólo y exclusivamente en el- tiempo, pero puedo vivir sub
a la vez temporalmente. Su presencia no está al término del tiem
jetivamente intemporalmente en la contemplación, cuando « olvi
po. No estaba tampoco en el pasado y no estará sólo en el futuro,
do el tiempo», dirigido al mundo de lo intemporal y, de este modo,
sino que es ahora como el ahora que no tiene sucesión porque ya
siendo yo mismo como intemporal. Pero en la acción, partiendo
nada fluye y pasa sino que todo es eterno.
de la libertad original, en toda forma de conciencia absoluta, es
La eternidad del tiempo metafísico sería formulada errónea
todo acto de amor, el tiempo no queda olvidado ; por el contrario,
mente como añera duración. El_ tiempo, como realidad empírica,
se convierte, como décisión y elección, en temporalidad arpntun-
es el proceso de devenir y desaparecer, nacer y ínonr, repetido in-"¡
- XS^_abierto a la eternidad : el tiempo existencial, como
definidamente, en el cual no hay ser. Todo lo que es sólo tempo
manifestación del verdadero ser es, a la vez, el tiempo inexora
ral es imperfecto y como temporal tiene que desaparecer. Perdu
ble en absoluto y la trascendencia de este tiempo en la eternidad.
rable no hay más que lo que en el tiempo fue ello mismo. Lo que
La transcensión por el pensamiento sobre el tiempo busca esta
tuvo un fin, como algo determinado, es, como su fin, realidad em
eternidad como el verdadero ser. Parte del tiempo empírico y ter
pírica superviviente en forma espectral. La duración indefinida de
mina en proposiciones paradójicas, las cuales llaman idéntico lo
que para la inteligencia es inconciliable: lo sido tiene que ser indiferente. En ella ya no hay pasado ni fu
turo, ni recuerdo ni decisión. No es tiempo real sino la constante
El tiempo es el ahora. Si yo le quiero asir, ya es otro ahora. no-presencia, el mero desvanecimiento sin ser, el tiempo que nün-
Y o percibo lo que ya no es com o pasado y lo que todavía no es ca puede ser propiamente presente, puesto que siempre está ya
como futuro, y entretanto lo hago, el lugar desde donde lo miro ha lejos o todavía no es. Es, como si el tiempo hubiera muerto en sí
cambiado. Avanzando incesantemente sin pausa, tengo una repre mismo, porque ya no es real en su superación por el instante"
sentación del tiempo como un indefinido progreso hacia el comienzo
Del eterno presente, como el ser de la trascendencia en la uni
y fín- En ja representación y o camino en ambas direcciones
dad impensable de tiempo e intemporalidad, se diferencia también
hacia un tiempo una y otra vez distinto, io d o comienzo no es
el extravío del pensamiento cuando busca equivocadamente la eter-
más que un comienzo en la serie y tiene otro que le precede, todo
nidad en la forma de la intemporalidad. Pues ésta está dada in
fin tiene otro fin tras sí, de suerte que no puedo pensar el fin de
manentemente e ñ el persistente valor de lo justo, como lo que
lo futuro. En este avanzar por el tiempo, que con monótona re
siempre existe, como lo que hay en todo tiempo, lo cual es el ob
petición sólo experimenta negativamente que no hay fin ni comien
jeto muerto de las ciencias naturales, en tanto que cosa consistente
zo, y sin embargo se buscan el comienzo y el fin, la inteligencia se
sometida a las leyes naturales, juntamente con el tiempo en tanto
persuade de que no puede realizar la sinfinitud del tiempo, que el
que dimensión exclusivamente cuantitativa. Así, pues, la eterni
tiempo no puede convertirse en eternidad. Y al no confiar en la
dad del tiempo metafísico se formula erróneamente como intem-
inteligencia, caigo en lo insondable.
poralidad. La exclusión del tiempo conduciría a un conceptó sin
El fracaso de la inteligencia es el despertar de la «existencia». realidad, a un ser sin presente. Mientras que, para la «existencia»,
extension en el tiempo tiene transversalmente a su sinfinitud el lo intemporal sólo és medio de orientación y criterio de prueba,
ser. Cuando la «existencia» irrum pe a través de la inmanencia de la 'debitrdád de una «existencia» solamente posible que se aferra a
418 U ita jíi tea
L a tranicen&ión formal 41T
objetos valederos puede revestir a lo conocido intempoTalmento el ser-tiempo de un ente existencialmente real. En este espacio
de un carácter sagrado. Pero manteniéndome por un momento en
como el todo del tiempo, cada tiempo tiene su eterno lugar, al
el sosiego del ser intemporal, inmediatamente quedo vacío porque cual cada tiempo pertenece.
he abandonado la realidad, y entonces vuelvo a buscar el verda
b ) Si llamo eternidad a un tiempo, y a la mera duración sin
dero camino de la trascensión. La trascensión por el pensamiento
término del aparecer y desaparecer un tiempo, entonces puedo
j ueL tl®ínp0 ? ° bUSCa la intemP°ralidad, sino, en la temporali pensar: hay un tiempo antes del tiempo 'y después del tiem p o;
dad «histórica» de la «existencia», y rebasándola, la eternidad.
por tanto, un tiempo envolvente, al cual el tiempo empírico de la
L - eternidad, en tanto que es la trascendencia, aparece en el
duración sin término pertenece com o un período suyo.
tiempo como envolviendo eternamente todo el tiempo V » r «._
Entonces a este presente eterno se le piensa un pasado eter
?? • eJ.la cuando no veo ya tan sólo el sui^ir'yaesaparecer sin no que está en su base como sustrato, pero un pasado que nun
termino sino que, siendo yo mismo, veo en todo el ser. Al elevar
ca fué, para trasferirlo en el presente, y el cual existe juntamente
me trascendiendo no veo, por virtud de una visión irreal, otro con lo presente al mismo tiempo porque es eterno. De este modo
mundo, sino la eternidad como la realidad temporal y el tiempo
trasfiero la forma de mi conciencia a la eternidad de la trascen
S rn o T e l etf rn^ ad- Veo la eternidad ai d instante cuando dencia : ésta sólo puede hacerse consciente para mi representación
sje_nO- es el vacio._¿tomo dé! tiempo sino presente p - ^ W ^ T -
de ella misma cuando, com o eternidad, incluye en sí pasado y
ch l S°> T J ™ CUan^ ° estoy e" elI° en la elevación^éxisten- futuro. ,
j , desde elIa tiene sentido el pensamiento trascendiente, en el c) El tiempo empírico como presente puede ser el simulacro
cual ei tiempo y la intemporalidad son idénticos a la eternidad. de la eternidad; su sinfinitud es la apariencia de la infinitud de
mpnt11 ; os. pensa^ ient ° s Que, por un momento, convierten falsa- lo eterno. En cuanto que pienso el tiempo envolvente como tiem
ente /a trascendencia en otra cosa que existiría por sí como un
po henchido, en él tiene el tiempo sinfinito un principio, no como
la ^ t e íid T 7
a transfleren sobre ella las categorías del tiempo, un comienzo en el tiempo, como lo tienen las cosas reales, sino
eternidad puede expresarse indirectamente:
como un comienzo en la eternidad, como lo tiene el universo. Es
a) Como realidad objetiva todo está determinado por su pa el comienzo impensable, con el cual empieza la sinfinitud de la
sado igualmente objetivo. H ay el único tiempo universal. Pero el corriente sin comienzo del tiempo.
mbre, que<fcesjosib!e_j*existencia», tiene su vrovio *n Estos pensamientos trascendientes operan con dos mundos. Se
comienzo, p o r ^ en c¡da c ó m i e ~ ^ f ^ paran lo que en la verdadera trascendencia nunca se podría sepa
t r no « n f e t e rar, para volver a unirlo en pensamientos contradictorios. Toman
j clíar existiría otra cosa, siriFel hoTIzóñte que siempre per- su material categorial de la inmanencia y, cuando en lugar de di
dura por m „oho que se acerque a él. Cuando el hombre sabe de solverse al ser pensados se solidifican, como cosas pensables, en
«xtwnnl»’ T m° Sf bloló£ico> el nacimiento y la muerte, entonces objetos, ya no captan la trascendencia. Son expresiones para la
tn v í S ° COm° SU p r° pÍ0 pasado antes de su nacimien- certidumbre que la «existencia» tiene de su propio ser, que ni des
y odo su futuro como el que le corresponde, incluyendo de este aparece, aun siendo temporal tan sólo, ni es intemporal en abso
fnt ° CnCSU pr°.pi° tieniPO lo que se le hace visible como pasado y luto, sino que en su manifestación temporal y su desaparición for
uturo. Sus limites biológicos son, como límites objetivos y exter ma parte de un eterno ser de la trascendencia. Con esta esfera roza
nos los de su existencia empírica, pero el pasado y el futuro son, lo que en la realidad temporal es más que una temporalidad.
je ívamen e inabarcables, su real espacio de tiempo, que, en 2. Espacio.— El espacio es, fenomenológicamente, el espacio
.,.n ° que conciencia, le corresponde. Como propio tiempo del in- visual, cerrado y cualitativamente ordenado, del ente vivo. Por
’ rT **erT*P° está vinculado a la trascendencia como la eter- virtud de la abstracción, que piensa el espacio como homogéneo,
ni a que a ella le pertenece. A sí la eternidad puede ser pensada puramente cuantitativo y sin término, pero de tal modo que cada
analógicamente como un espacio inteligible, en el cual está todo paso en esta representación intelectual va acompañado de una in-
Ti
\
418
M etafísica
L a tran scensión form al 4.19
tuición interna, el espacio es el espacio tridimensional dominable ¡misma cosa en la expresión del alm a: donde el alma es empírica
racionalmente que llamamos euclideo. El espacio es, además la mente real, es visible como corporeidad al hacerse espacial. En
forma pensada en la variedad de los conceptos matemáticos iñin- analogía con esta unidad de lo espacial y lo inespacial en la exte-
tmbles del espacio, de los cuales sólo uno corresponde al euclideo. riorización del alma, sería la trascendencia el ser para el cual el
El espacio significa, por último, el espacio real de la física v de la
espacio es manifestación empírica y, en verdad, como símbolo. El
astronomía sobre cuya índole se ha decidido en el estrecho círcu espacio como espacio sin término es una comparación analógica ccn
lo de nuestra acción técnica (en este caso es el euclideo) mientras la infinitud, es un espacio que no tiene nada fuera de sí y no de
que la realidad del espacio universal acaso sea otra (espacio cur- pende de nada. La comparación como símbolo está exenta de con
V> cuya naturaleza no es percibida en las relaciones de ¡mag tradicción, porque cae fuera de la esfera del pensamiento exacto.
nitud de nuestra existencia empírica, tan sólo a causa de las dife No hay ya trascensión formal en ella, sino la posibilidad de una
rencias infinitamente pequeñas. Sobre esto ha de decidir la me lectura de la cifra de la espacialidad, que ha de realizarse «histó
dición experimental. ia me
ricamente».
se r% T o lu to eitüft ^ em^ riea en su españolidad como el Mientras que al dar carácter absoluto a la realidad empírica
es éste per^Urbaría la P ^ u n ta de qué espacio del espacio queda negada la trascendencia, y mientras su con
<n,na mtuible, en el que vivo, o el euclideo o el que al- versión en cifra deja desplegarse la serenidad "de la visión contem
^ VeDZore tantotre A astr° n°’mía- Lo <lue esP ^ ° sea no se plativa, la trascensión formal busca la unidad de lo espacial y lo
de, por tanto reducir a un común denominador, del cual se inespacial en el movimiento que en el espacio no abandona el es
deducirían todas las formas de espacio. La dificultad de que para pacio, pero lo supera. Si la espacialidad de la realidad empírica
p nsar tenga que elegirse una determinada variédad del espacio es lo más lejano y muerto respecto al ser, que existencialmente
que no es, en absoluto, el único espacio, conduce siempre q u e se para mí es inespacial como yo mismo lo soy, sin embargo lo exte
absolutiza el espacio a la oscuridad sobre aquello que se m en ll rior es lo que nunca puede negarse, lo siempre presente. La ten
como espacio; asi, cuando el espacio se concibe como vacío e ine- sión de la espacialidad y lo inespacial no cesa en la existencia em
verdadero ser - T ^ eSpaCÍal,Ídad de la realidad empírica como pírica. Si los pienso como idénticos —sin reducirlos a la relación de
ro ser, o cuando, por el contrario, se tiene al espacio en expresión del uno por el otro, anu'ladora porque los pone en paz—
cuanto lo inmaterial, por más espiritual que los cuerpos en él exis- entonces trasciendo a lo impensable: la omnipresencia de la tras
ntes y se le llama el «sensorium» de D io s; o cuando en el espacio cendencia.
íferencian espacios, como el terrestre en que viven los hom Si en el tiempo se trasciende a la eternidad impensable, la
bres y el celeste en que mora Dios.
cual anula el tiempo en el tiempo, porque es la temporalidad de
inespacial no V^ 0 ™ ™ ’ trato de. concebir la trascendencia como la intemporalidad, así también en el espacio se trasciende a la es
n o e s í L Z S 'maS qUe d6Clr Cn f0rma neSativa lo que ella pacialidad evanescente, la cual, concebida como la impensable uni
t;™ ’ «1 espacio, como forma que es de toda realidad empí- dad de espacio e inespacialidad, ya no es el espacio en su inmovi
Ei Sf£ a[ a nosotros’ no “ le puede saltar como tampoco al tiempo. lidad rígida, que en su muerta realidad empírica sólo por virtud
• nS T V " larealidad emP ™ a al hacerse espacial. Si t r Z de su inconmensurabilidad exige trascender, sino la espacialidad
o sobre el espacio, tengo que conservarle incluso al trascender, que ya no es tan sólo espacio y está fundida en lo que envuelve
a ranscensión formal, que al fracasar impulsa hacia el ser, no al espacio y que sólo tiene realidad empírica como espacialidad.
es todavía la lectura de la cifra del espacio como expresión de la Mientras que yo aprehendo el tiempo por virtud de la deci
aseen encía, sta lectura se realiza, por el contrario, de la si sión, aprehendo el espacio porque la decisión en el instante no es
en e manera. Ya en la realidad empírica, a lo espacial se opo un punto que se desvanece sino un mundo que yo lleno, porque
ne o inespacial (a los cuerpos, las almas; al estar unos fuera de no es sólo 'mundo sino presencia del ser de la trascendencia.
os o ros e estar en sí). Pero ya en la existencia empírica, son una 8. S u s t a n c ia , v i d a , a l m a . — La materia muerta en sus configu-
U aa¿ <
° } la existencia emPírica es para la «existen- ción con ella, cuando la referencia existencial no llena este pen
a» expresión del m a l: ayo soy yo mismo solo», esto sería pro samiento.
pio de un ser que sin referencia a nadie es sí mismo. L aJiin it*. E l hecho de que la divinidad sea lo impensable, no está va
c i o n x j a condicipnalidad, propias de la «existencia» ,.n T T ^ r h s u . pensado en el pensamiento como tal, que fracasa en el no-pensar.
" a emP ^ c a , no pueden ser propias de la"trascendencia. La «exis Entre estos pensamientos trascendientes hay algunos que han per
tencia» que se aprehende radicalmente a sí misma comjL.no siendo durado idénticos a través de los milenios casi como pensamientos
¿Jo^eU am isina, esta r e f e r a a la trascendencia que si fu e r a V é » ? ' matemáticos. Como formales tienen el carácter intemporal de és
tendría ** 'C
.10.naria’ no SÓI° consigo misma sino que a su vez tos y, cuando se presentan como pensados realmente, necesitan de
a ,un otro COm° su trascendPnn;g L a identi ’la «existencia» en su historicidad para cobrar peso y contenido;
ficación dé la trascendencia con la «existencia» es irrealizable pues en cada caso pueden preferirse categorías particulares para ex
puesto que la «existencia» se sabe frente a la divinidad v creci presar el pensamiento, siempre análogo en cuanto que es fracaso
damente no como ésta. «ivimaaa y preci-
en lo impensable.
eomoa i í aSCe^ enC-
k5 “ tan t° qUC el ver^ d e r o ser, n o es libertad La trascensión formal, al mismo tiempo que crea el ámbito
la «existencia» sino ej, fund^ e n t o de esta libertad, el ser para~que la trascendencia hable en lenguaje. dé~~cifra, impide
que hace posible esta libertad de la « S S é ñ c T a » como la 'de la in- con sistemática conciencia su materialización. Quisiéramos poseer
Íong^ T u n ya delai dea, 1,116840 qUC Ia tra^ ^ e n c i a T o es1dÍnt“ a la divinidad en una imagen y en pensamientos objetivos y no de
PT, ,g " í f S> í ay ^ue trascender sobre tod a s^ a ta fra ca - jar desvanecerse éstos como meros símbolos. Cuanto más que pen
^ ?a- ° ijp ensable. La «existencia» es lo roá^ cÓ H ^ n dibh T l^ o sar a Dios como personalidad en su voluntad nacida de su perfec
precisamente es la realidad que conserva del modo.más decisiyo ta sabiduría y bondad, que planea y guía, es casi inevitable. Pero
la distancia, y desde sí misma, no sólo para sí mismafsino también también esto es como símbolo una imagen evanescente, que ha
etrospectivamente para la idea y la inteligencia, impide la iden de armlargp pn *1 pensamiento trascendiente.
tificación con k trascendencia. Pues la «existe¿cia»7que enT a
La trascendencia, cuando resulta de la absolutización en los
existencia empírica es comojib e rta d la ^ rema forma del verda-
tres grupos de categorías, o bien es «logicizada» (en lo objetivo en
^ H á ed a n0Anuí general) o naturalizada (en las categorías de la realidad) o antro-
claro la z b s t S pr° XÍmÍdad existe de> - o d o más pomorfoseada (en las categorías de la libertad). Las formas de
pensar la incognoscible divinidad como conocida, son determina
e ia ía lT r S e n d lr ^ p a r a la a c la r a c ió n d * ^ « e x is te n - das en esta manera. La teología enseña conforme a las líneas di
i " " Ia eX lsten cÍa em P*ric a y la in te le c c ió n o b - rectrices de estas tres esferas que Dios es la luz de nuestro cono
/ C° m ° SlgnUm d e la c e r tid u m b r e d e l ser, e l cimiento, el fundamento de la realidad, el sumo bien. De él proce
dencia X ^ T T 0 eSta al, mismo tiemP ° referido a su trascen de la clara articulación de la inteligencia, la causa de la realidad
dencia. D espuésj lepensar la «ey^tencia» com o un ™
empírica, el justo orden de la vida. Es la verdad como conocimien
to, ser y a cción ; saber, realidad y am or; «logos», Naturaleza y
1ser-- ^ L 3mo que se es presente, trasciendo personalidad; sabiduría, omnipotencia y bondad.
mí como dfra vei^ H e r ° ser, que en el fracaso vuelve a
Pero aun cuando este conocimiento teológico de Dios tampo
co es un saber, sin embargoT actúa en él-la fuerza de la trascen-
ajón formal, la cual no queda realizada con sólo afirmar la im-
LA DIVINIDAD COMO TRASCENDENCIA FORMAL pensabilidad, sino que, precisamente en la profusión de los modos
de pensarle, descubre su verdadera impensabilidad y se cerciora de
no HpoJ ^ tíanscens'ón formal sobre las categorías, la divinidad ella en todas las formas.
ser un pensamiento cumplido, ni se establece una rel&- Si yo me muevo, buscando el principio y origen, pasando en
M etafísica
CAPITULO TERCERO
l * j s r ‘Z ^ r ^ . r r 1 nt m ás r A L A T R A S C E N D E N C I A
completo ti,HdalI qu ^ T ^ I -
en este caso sigi¡ i ¿ ^ ~ 2 ^ ^ 2 ^ í ^ a^ .e r e v d a r s e y también
f
28
(U- V O c l a jo (k
434 1/
M eta física
R e je r encías existen cia les a la trascen dencia
. Zarathustra, las m a n íje o s y los gnósticos enseñaron el d«a- sacar consecuencias, que del no concebir hacen un concebir posi
^ S l ° o _ S M a B B ffiQtente, tiene una potencia m alian, en tivo en una amplia teología. La supresión de la decisión en el
contra. H ay dos principios que luchan entre sí. El mal y la mal- tiempo anula la posibilidad de elección: no hay ya libertad en
ara son consecuencia de la victoria parcial de las potencias te una fórmula, sino sólo en la acción fáctica derivada de estos pen
nebrosas que^ turban el ser de la divinidad luminosa. El oriundo samientos.
Srr n QjPcluso el producto de un m digno crea- Las especulaciones de estas tres doctrinas demuestran que para
fT mUn <3ue, rebelándose contra la pura divinidad, creó la razón no hay una respuesta convincente a la cuestión de la teo
dicea como no la hay a la pregunta por el ser de Dios. Es un es
es seffura T VÍCt° rÍa final de los buenos dioses fuerzo inútil buscar una fórmula que tenga validez general. Des
m V n íT • ^ barÍ ° ’ 61 proceso del mundo es completo sufri
miento e insensatez. En este proceso, los confusos portadores de pués de haber sido estas formas racionales de tanta importancia
luz se irán despojando gradualmente de su disfraz y retornarán a para grandes pueblos que incluso acuñaron su vida, acaso pueden
Ja separación definitiva las buenas y las m alas pofencias L a e- servirnos todavía com o formas momentáneas de expresión cuando
tratamos de penetrar más profundamente en la presente situación
en ln l ■ n° 7 10 mal° Se reconoce en lo puro y lo impuro,
«histórica» por el saber del no-saber. El ímpetu existencial de los
de valores11080 y ° SCUr° y ’ en suma> en todas las contraposiciones
hombres que vivieron creyendo estos contenidos, nos da idea de
Cj la sencilIa solución intelectual mediante la du-
su verdad «histórica», pero no demuestra la verdad de esas doc
p icadon del fundamento primero de la realidad empírica. En su trinas para nosotros. Por el contrario, después del fracaso de es
terTor a 7
\OSq,Uedad ad,!aléctlca no permite ningún examen pos-
tas doctrinas, hay que intentar concebir la inconcebibilidad. Nues
tra conciencia, que ya no responde sin discusión a una sustancia
„ ° t ? la realidad empírica, excepto en la subsunción
• ante-“ ente repetida de las cosas en virtud de todas las valo «histórica» con sus creencias míticas, ni tampoco actualmente vive
raciones solo posibles. Pero en sai desarrollo dialéctico es, por segura desde la desconocida profundidad de un todo, no conoce
ningún límite en el planteamiento de la pregunta. La libertad, que
em oírícl ^ - f ^ nte f » ra P-ar* la lucha de toda existencia
com o posible «existencia» hay en ella, es preguntada, juntamente
1 .3 . ju n dada trascendentemente El
desafio y el abandono se pueden dirigir hacia los dos lad^s y ex- con su trascendencia, por ella misma para experimentar en la osci
lación dialéctica de desafío y abandono la completa imposibilidad
e<3ulvocldad de ambos en las inversiones de su po
sibilidad como ley del día y com o pasión de la noche! P de una solución por virtud del saber, mientras que en la teodicea
la solución era creída sin saber.
En la doctrina de la predestinación, el dios oculto («d?us ab-
Si hubiera para nosotros una solución inteligible a la cuestión
S w S r ? t dec * ° d a p ie t“ s ió n
cebibihdad de los hombres. Sus decretos son tan firmes como ines
é t ¡“ * t o ^ c i de dónde proceden la culpa, la lucha y todo mal, quedaría supri
ta b le s y han decidido el destino de cada individuo en la tierra mida la situación límite, y privada la posibilidad de la «existen
cia» de su experiencia originaria. El hecho de que no exista solución
cable m ', normas de la justicia terrenal no les son apli-
para el mero conocimiento, es precisamente la causa de que, par
-íl0rqUe re1 asan “ »finitamente todo sentido limitado seme
jante. El ser y el hacer terrenal no tiene para el individuo el sen- tiendo de nuestras situaciones como situaciones límites, tenemos
que aprehender la respectiva ascensión «histórica» del individuo en
3 n ?°r al?Ún mérit0 Pr°Pio pudiera cambiar el
la comunicación. El fracaso de toda teodicea se convierte en re
,.e 10s ^ Por tanto su destino, pero sí la significación de
er en ellos la señal de haber sido elegido o condenado. querimiento y llamada a la actividad de nuestra libertad, que con
serva su posibilidad para el desafío y el abandono.
i doctrina, de la predestinación es, en su origen, la expresión
a írresolubilidad del problema de la teodicea. Pero inmediata- El abandj7r,i"‘ j,J>TV»n riP- por psto. al saber: porque en él me con-
^espues, ya es p or virtud de su saber determinado y por Jüo al fundamento del ser. N o es verdad más que en el no sa ber:
vi u e su formulación racional, una manera de argumentar, de es'la anulación de la existéñbia empírica en el ser, sin que éste
M eta física Referencias ex'utenciáles a la trascendencia 441
!pueda ser conocido. Cuando el abandono se quiere justificar por ca» por virtud de esta tensión. Entonces tiene su confianza en el
el saber, se hace falso, insincero. Pero al resignarse como confiSí- ser por el camino que pasa por la confianza en sí misma, es de-
ga_jtctiva percibe en el no-saber la trasrfindpnr.jp cir, encuentra su abandono por encima de su desafío. Pero igual
Cuando un desafío, que se revela en la negativa, busca'iñves-' mente tiene su propia confianza por el camino que pasa por enci
igando el ca-mino p or el cual se persuade de que no hay Dios sino ma de su confianza en el ser, es decir, encuentra su independencia
“ S j ° ¿ Clef le^ nat^ a l, tan sólo la suma de las cosas finitas, desafiadora por encima del abandono.
entonces dice desdeñosamente desde su saber: Ayúdate a ti mis Precisamente porque el desafío en su negatividad va dirigido,
m o, que Dios también te ayudará. Pero el abandono responde que ¡desde un principio, a Dios, la negación de Dios no se convierte
él no sabe nada: si, no obstante, la divinidad diera algo en todo en indiferencia, sino que es la expresión negativa de la relación
c . So lo darla s61o a aqu«l que es . su yez activ0.
con la trascendencia. El desafío —niegue a Dios o blasfeme— es
m V a m ? l ' POr C" ” m° de U !ibert» d : * hecho, debo ayudar- también aprehensión de la trascendencia. Y puede ser más pro
" t o d r ,» Z V 7 C U i n d o * s í 10 h s l ! ° ten * ° “i “ ' » » t a » el funda que la creencia sin problemas. Reñir con Dios es un modo
h e f r L ¿ o ^ ! r ^ ^ Ue e5 tá fa n d a d ‘ e° ° in ^ "
de buscar a Dios. Todo «no» quiere un «sí», pero en la verdad y
la sinceridad. T odo abandono, sonrio verdadero abandono, sólo es
— 0 1 entonces el abandono se pone a hablar de la armón í a 'd d “ posible por el desafío superado.
todo, a justificar el bien y el ¡mal, entonces se pierde en ilusiones-
c o n eUa o c u lt aqu eU o d e d Q n d e fcrota d d P afío> 9. REBASAMIENTO ANONADADO» EN EL AISLAMIENTO DE LOS DOS
e x t r e m o s .—En
la existencia empírica en el mundo la exageración
i S m S r ? “ r ‘ UténtíCO a b a n d 0 n 0 " ab“ d° " ° 0 “ “ y rebasamiento de uno de los polos de la tensión se convierte en
una perfección, que si bien grandiosa, sin embargo no es posible
TACTÓN DE n m f N ? E1LA.EXISTENCIA TEMPORAL A CAUSA DE LA OCTJ6- para una «existencia» que vive en el tiem po:
TACTÓN DE D ios— Si la trascendencia de la divinidad hablase vi-
La «existencia» se hace titánica a sí misma para realizar su
«blemente no quedaría más que someterse y desaparecer ante ella
La pregunta cesaría. Humillado en el suelo ante la om nbotenda sentido en el mundo como una «existencia» que se ha creado a
sí misma, en el desafío contra Dios o sin Dios por virtud de su
llbert ocultación para manifestarse, habría perdido mi
libertad No sería posible ni el desafío ni el abandono Pues ^ libertad. Para ella ya no tiene sentido la pregunta de si el mundo
vale algo o no. Lo que importa es que yo valga algo en cuanto
es ei
es elSknesgo
sT ogede
de ala
ia posible
J 1VW «existencia».
° CUlta ^ 1& pregunta cuy a respuesta que creo el sentido: yo soy lo que es o no hay nada.
I jfc* ° S° tr0S es^amos todavía en la existencia empírica temporal
El heroísmo del abandono tiene su verdad en la autoaniquila-
ción del mártir. En la voluntad de esta aniquilación hay una dig
M ült» V n * r Z Ó Z l Z Z t
nidad. El «mártir realiza el abandono incondicionado de una vida
estino esTaTtensióiTdesde la cual tiene q u ^ rn iig a rS T iT a ecid ir indiferente al mundo en la verdad de la trascendencia que ha per
g ^ ^ g g e j a s r ; en la busca de la verdad sólo puede encon- cibido en ella.
sino l dCamin°- fe a ^ B E g g á P g J U Ü g e j n abandono c ie .o . Pero el titán que se ha hecho a sí ¡mismo y el santo en su aban-'
«SSJ d Ub^tad, qu ^ g g ^ s a f i a r y sólT de¡de el desafín alcan ¡dono entran desde la existencia empírica mundana en una per
zar el verdadero abanrinnn ------ ------------------------------------------- fección que los hace inaccesibles para la comunicación, convirtién
Por eso «o se resuelve la tensión. E l abandono conserva su ori- dose tan sólo en posibles objetos d.e admiración o en orientación
¡brftiü -í ? ; la confianza Miprim> lo r .,---- f Una de- de lo posible.
unificación de desafío y abandono no es posible en la exis- 10. I n a n e d e s v ia c ió n e n e l a isl a m ie n t o d e l o s e x t r e m o s .—
. emP°Jal > seria una falsa anticipación. La existencia úni- Si yo me aisló en uno de los polos de la tensión — abandono o de
en e pu e encontrar su verdad en la manifestación «históri- safío— } queriendo ser meramente existencia empírica al rechazar
442 Metafísica
Referencias existenciales a Ja trascendencia
como función de la «existencia». Fijación, formalización, estar ya no se puede demostrar, sino aclarar. Partiendo de los conceptos
hecho, son la «misma cosa. normativos determinados se obtiene una múltiple jerarquía de lo
b) El origen en la conciencia absoluta es decisión en la jerar que existe empíricamente, desde diversos puntos de vista, los cua
quía de los contenidos. L a caída es la inversión en que lo incon- les únicamente con relación a ellos mismos fijan, con validez ge
dicionado se hace condicionado, y lo condicionado, incondicionado. neral, ciertas relaciones jerárquicas, determinadas en cada caso.
c) El origen en la conciencia absoluta es auténtico cuando se Pero desde la «existencia» surge la visión de las jerarquías incon-
identifican la esencia y la apariencia; se revela en la continuación dicionadas, nunca determinada, de la fisiognomia única en cada
como fidelidad al perseverar con ■una tenacidad adecuada al ins caso.
tante fundamentante. La cjíd a desemboca en la inautenticidad de Aunque estas valoraciones existenciales no existen más que
vivencias y actitudes como mera subjetividad, que es, ciertamen como proceso en el tiempo, sin embargo, tienden a objetivarse.
te, real en el instante, pero falsa no obstante, porque su sentido
Racionalizar en valores generales el rango jerárquico percibido en
no es más que apariencia ; o en la inautenticidad en el sentido de las situaciones «históricas» y los actos de elección es nuestro úni
dejar valer, admitir, declarar contenidos que ya no dejo actuar co camino para el conocimiento esclarecedor de aquello que hace
sobre mí.
mos realmente. Aspirar ilimitadamente a esta racionalización, pone
d) El origen en la conciencia absoluta está, en tanto que in en cada caso el fundamento para el futuro «histórico» de la «exis
finitud presente, referido en sí y, por esta razón, henchido. La tencia», pero sigue siendo relativa, en cuanto que nunca penetra
caída desemboca en la sinfinitud de la mera repetición, que ya no hasta la «existencia» misma en su absoluta conciencia «históri
es la fidelidad de producirse constantemente de nuevo a sí mismo.
ca». Pues la jerarquía ya objetivada es tan poco identificable con
2. ^ Y o s o y ta l como ~ y o ~ vaL o ro V—En el proceso de mi caída las ordenaciones aprehendidas originariamente como la valoración
y mi ascensión nada existe ahí sencillamente para mí, sino que líecha por fines definibles. ^
todo está sujeto a una posible valoración. Y o juzgo mi acción, mi Si, pues, la valoración com o impositiva sólo es posible relati
actitud interior, la existencia empírica por la cual me encuentro vamente por virtud de pretendidos conceptos normativos, la otra
en comunicación con otro, y todo lo que se me presenta. Tal com o es indeterminada pero, en cambio, penetra en lo profundo, porque
yo valore, tal soy y o , y así llego a ser. Estoy en la ascensión cuan el reconocimiento de rango referente al verdadero ser es engaño
do mantengo mis valoraciones, las pongo a prueba, las supero; so cuando se presenta en una determinada objetivación como ob
pero cuando pierdo la adhesión a los valores que para mí todavía jetivamente válido para todo el mundo. Esa otra valoración está
ha poco eran verdaderos, yo desciendo.
en la conexión más íntima con la conciencia de la propia ascen
Las estimaciones cobran una clara determinación sólo por vir sión y caída, que en la actividad misma de esta estimación cobra
tud de conceptos normativos definibles, que como criterios finitos, un modo de expresarse. Tal como yo al valorar veo dondequiera
permiten valorar las cosas desde un punto de vista en cada caso. caída y ascensión, así participo ya en ello. Las jerarquías se hacen
La disminución de la capacidad por virtud de aptitudes desfavo falsas cuando no se compronv.<ete el propio ser. La caída en la for
rables y enfermedades, todas las disteleologías de lo viviente que ma de valorar se realiza por los siguientes caminos:
dan pensadas y diferenciadas clara e inteligiblemente. Frente a ta a) Lo que yo valoro verazmente, yo lo amo o bien lo odio
les valoraciones impositivas que dependen de conceptos norma porque quisiera am arlo; entonces estoy con ello en posible comu
tivos y finalistas, la estimación en la cual experimentaimos «histó nicación, por el hecho de que no lo valoro como ser solamente
ricamente», -*es una visión i e la jerarquía en la esencia fis io g n ó m i- consistente, sino junto con lo que puede ser. Y o quedo implicado
ca de todas las cosas, una visión indeterminada, no impositiva y, porque el verdadero valorar es potencialidad para el combate amo^
sin embargo, evidente. Esta visión no es definitiva, sino que está ros^'y~fmrif'a tan sólo "afirmación. En cambio, incurro en falsedad
en proceso; no subsume, sino que esclarece originariamente; en cuando, aislándome, pronuncio supuestas valoraciones valederas
ella no hay saber, pero, no obstante, es de inmediatez intuitiva; sobre algo que existe como sobre algo que no me interesa. Estas
448 Metafísica
29
*50
M etafísica
R e fe r e n c ia s e x isten cia les a la trascen dencia 451
mi existencia temporal. Sin embargo, desde la muerte como situa En la soledad conmigo mismo yo me duplico, me hablo y me es
ción limite yo revierto a m í mismo planteándome la cuestión de cucho. E|i mi soledad no estoy solo. Otra comunicación distinta
se realiza. - '— -------- —-------------------------- — —
« yo soy un todo y no estoy meramente al final La muerte no
es solo el término del proceso, sino que como mi muerte, la. mí» Se puede interpretar y trivializar esto psicológicamente pero
suscita inex orablemente esta pregunta por S T g eT totalV entonces no se capta el contenido, por el cual la realidad trascen
yo, puesto que desde ahora ani vida fué y ya no hay futuro como dente en el hablar consigo mismo se hace sensibl?"con un carácter
proceso ? cpactivo que se convierte en objetividad mítica:
Sin embargo, en la existencia temporal la caída y la ascensión En la actividad de este hablar conmigo mismo ej genio o el de
monio son como las formas de mi verdadero yo. Son para mí tan
5“ Í an E U" a defmitlva decisión, sino que se relevan alternán-
próximos como amigos que tienen conmigo una larga historia, y
? ° . I I n° i 3 S6r Un todo> toda aparente terminación fra toman la forma de enemigos que me tientan exigiendo o hechi
casa. Sobre el limite msuprimible yo no hago más que trascender
zando. No me dejan ningún sosiego; únicamente allí donde me
sov t o f T P °Slb.lhdad la de encontrar la liberación allí donde yo
soy total. Mientras ,mi vida, en la culpa y la ruina, es totalidad abandono a la mera existencia empírica con su impulsividad opa
rota, mi muerte debe anular en lo desconocido la ruptura. ca y su racionalidad, me abandonan los dos. ^
El genio conduce a la claridad, es el origen de mi fidelidad a
fi.losoficame.nte en existencia temporal sin totalidad a "
cuenta y riesgo propio ^ l o t e del hombre que sabe que debe ser lo que en m í quiere realización y perduración. Conoce la léy y el
Como sahd0 del S T l e é i E e m l S e l c f e t o i s g iiietante de orden en el espacio luminoso de un mundo creado. Muestra este
una existencia empírica sin totalidad en la pregunta que se atre- mundo, deja reinar en él mi razón, me hace reproches cuando no
le sigo, me disuade cuando en el último límite de la razón quiero
' a ^presar el miedo de que sea posible la nada que es absolu
penetrar en otra esfera.
tamente nada. Y o estoy aquí, sin amparo, en la mano... ¿de quién ?
o no lo se y me veo rechazado a mí m ism o: sólo por mi resolu El demonio muestra una profundidad que me sume en la an-
guStia* Quiere llevarme a un ser sin mundo, puede aconsejar la
Í
ción, cuando y o soy yo mismo del modo más decisivo y, sin em
destrucción, no solo me deja concebir el fracaso sino también cum
bargo, no soy sólo yo mismo, percibo la posibilidad de elevarme
o de perderme. plirlo por el camino recto. Conoce como positividad posible lo que
de otro modo era negativo. De aquí que pueda arruinar la leal-
El ser total penetra míticamente en mi existencia empírica tad, la lev, la claridad._________ _________ _________ _____ ___________
tanto mas claramente perceptible cuanto más resueltamente yo
l i d l T L l Pr° CeS0~ COm° mÍ genÍ° ’ qUC me guía’ y como ^m orta El genio puede ser un Dios que se me revela en esta forma,
lidad en la que yo entro como verdadero ser. En mi genio yo me
puesto que en su esencia es tan lejano que, como él mismo en ge
reconcilio conmigo raismo como un ser que puede llegar a ser to-
neral, no puede serme familiar. El demonio es como una potencia
1. En el pensamiento de mi inmortalidad yo me aparezco a mí mis-
divina-antidivina, que en su oscuridad no tolera ninguna determi- .
o como la existencia de la sombra, que yo arrojo como proceso
nación. N o es el mal^ smo la imposibilidad invisible en el camino j
que se manifiesta en caída y ascensión: como tal yo soy para mí,
f promovido por el gemoji Mientras el genio me procura seguridad
ciendome claro en el ser-sí-mismo, siendo oscuro en la existencia
empírica, posible totalidad en la «existencia» trascendiente. y~certidumbre, el demonio es de una ambigüedad insondable. El
genio parece hablar decisiva y precisamente, el demonio, presio
6. G e n io y d e m o n io .— Los hombres se abordan en la ascen-
nando misteriosamente desde.su indeterminación, parece al mis
on por virtud de la manifestación de su ser que se conquista en m o tiempo ausente.
proceso ^e existencia empírica. Pero por profunda que sea
es a comunicación, que en la existencia empírica capta -el ser, yo E l genio y el demonio son como la escisión de una y misma
o avia estoy solo. Sin la firmeza del ser-sí-mismo yo desaparece c o s a : de la totalidad de mí mismo, la cual, incompletable en mi
ría y, por tanto, sería incapaz de una verdadera comunicación. existencia empírica, sólo me habla en su objetivación mítica. En la
existencia empírica son los que guían el alma por el camino de la
Metafísica
tórica no está para mí s ó lo en el sinfinito píano de la realidad em sente; éste vuelve a existir en cuanto que puedo olvidar el pa
pírica, sino que se me ha ce transparente, esta existencia empírica sado. Pues el presente, en el cual hay que intervenir todavía, que
se articula en un ser que cae y se eleva.
da fuera de la historia. El ingreso en la situación real es ser'apre
La caída y la ascensión en la historia se nos hacen sensibles, hendido en persona; por el contrario, aun la comprensión más
tanto en la lectura filosófica de la historia como en el propio hacer profunda, de una situación pretérita sólo se piensa siempre en el
que como colectivo se torna político. ámbito de la posibilidad.
Una lectura de la historia como escrito cifrado de la trascenden
Puesto que la acción conforme a fines sólo es un hacer en el
cia es complemento contemplativo para la actividad del hacer ac
m unco, no una creación o transformación como si el mundo mis
tual. El filósofo lee com o cifra de lo suprasensible lo que cuenta
mo fuera objeto o ñn del plan, no es posible por un momento, des
c.omo mito de la historia de la humanidad sirviéndose de los elemen
de una única conciencia, en la fugaz ilusión de un poder univer
tos de la realidad empírica. El último mito fué el de la historia de
sal propio, abarcar el mundo y configurarlo tal como es en conjun
Hegel. Asi vista, la historia es, a diferencia de los mitos puramente
to. De aquí que aun la acción más decidida se compagine con el
suprasensibles de las cosmogonías, un mito en la realidad. Y o no lo
espanto ante esta ^totalidad y que el saber histórico más con
experimento imaginándome un proceso fuera del mundo, sino sólo
creto vaya acompañado de la tendencia a afirmaciones abstractas
sumiéndome en la realidad. Si me acerco tanto como si yo mismo
sobre la totalidad del curso del mundo. El h o¿b re interviene en
fuera el que viviese en la historia, entonces me encontraría preso
la historia, pero no la hace. En su impotencia le queda la concien
en una comunicación, todavía real, aunque unilateral. Entonces la
cia de que no todo tiene que ser tal como acontece y que podría
historia es presente en el sentido de que el pasado puede volver a ser
ser de otro modo — conciencia, sin embargo, infundamentable en el
de nuevo como si fuera el futuro todavía. Otra vez queda el pasado
fundamento que es la realidad misma.
puesto en^ el ámbito fluctuante de lo posible, para aceptar tanto
mas decisivamente lo definitivo como lo absolutamente histórico. Pero la totalidad no es ni la tot^Jidad del pasado ni el futuro.
Aquí se produce el respeto a la realidad como tal, cuya profundidad Caída y ascensión son reales en cuanto presentes en cada caso.
estriba en su referencia a la trascendencia. Esta manera de leer la La referencia a la trascendencia no sólo convierte la historia, como
historia es la filosofía de la historia que en el tiempo suprime el cifra, en presente eterno, sino que se opone contra un mero futu
tiempo. ro y contra un mero pasado en favor del puro presente. Ningún
tiempo puede ser relativizado en favor de otro ni ser absolutiza-
En la historia, comprendida de ese modo, la caída y la ascen
do considerándolo como el único en que lo eterno se ha cumpli
sión son indeterminadas. En la lectura inmediata parecen suce-
do. De aquí que para la «existencia» activa solamente el presen
derse una y otra vez de manera siempre distinta: la historia me
te de cada caso es la posible manifestación del verdadero ser. Lo
requiere mediante su referencia a la caída y la ascensión. Pero en
verdadero no está para ella en algún lugar del pasado, que ha fas
tonces es de nuevo equívoca, y con el transcurso de los tiempos todo
cinado la vista, ni tampoco en el futuro como fin último que,
parece tanto ascensión como descenso.
por tener que ser producido y esperado, hace del presente una
La conciencia de la caída y la ascensión hace revertir la posi transición vacía, sino que estriba en la realización momentánea,
ble «existencia» a su hacer actual, que se realiza en el ámbito de por la cual solamente puede ser también realidad futura para la
la historia contemplada y apropiada, cuando la conciencia se cer época que le sea adecuada. La justificación de rechazar el pre
ciora de si misma en cada eco procedente del pasado que me im sente por la esperanza de un futuro mejor, que de ese modo ha
pulsa a actuar decisivamente en el presente. Pero subsiste la ten de llegar es engañosa. La referencia al futuro tiene cierto valor
sión entre la lectura de la historia y el salto retrospectivo en la relativo én medidas técnicas particulares encaminadas a la con
situación presente. N o hay un punto de vista único para los dos servación de la existencia y a la propia amplificación (practicar,,
cuando no los enlaza desde otro origen la trascendencia de lo Uno. aprender, ahorrar, construir), pero se aparta de la realidad __que
Hay lectura en cuanto por u n momento aparto la vista del pre es por sí misma— , cuando pretende extenderse a la totalidad de
g m j c ü u l g l /] o u l Í A
la' existencia empírica. E l presente cobra todo su sentido cuando Pues en el tiempo se manifiesta el ser inaccesible por virtud
es el presente eterno en el cual toda la historia queda asumida. de la antinomia de caída y ascensión. Lo que es eterno tiene que
La ascensión y la caída son los caminos de este verdadero ser. llegar a sí mismo como existencia temporal por virtud de la de
En su reflejo desde la historia, que existió como presente sustan cisión. En cuanto que esta decisión misma es temporal, el término
cial, son experimentadas y realizadas con propia responsabilidad. es futuro; en cuanto que la decisión es manifestación del ser, el
La ignorancia del único plan del mundo aumenta el peso e impor término existe como perfección y remate en el presente eterno. De
tancia de la acción, la cual, sin poder ser deducida de un cono aquí que en la existencia temporal yo no pueda estar nunca en la
cimiento general com o lo debido, tiene parte en ese plan por virtud trascendencia, sino tan sólo acercándome a ella en la ascensión y
de la conquista o perdida del ser, que tiene que ser realizado en perdiéndola en la caída. Si yo estuviera en la trascendencia, ce
■Su «historicidad» partiendo de la propia libertad. saría el movimiento, el cumplimiento y terminación estaría ahí,
11. El ascenso y la caída que se terminan en el to do .— y ya no habría tiempo. En el tiempo, el instante de la perfecta
Ante el proceso del mundo y la historia de la humanidad se im conciencia absoluta tiene que convertirse inmediatamente en el
pone la pregunta por el término y fin de las cosas. En una doc movimiento de tensión.
trina sobre las cosas últilmas, sobre la terminación y aniquilación
definitiva de la realidad empírica, se dan respuestas míticas.
LA LEY DEL DIA Y LA PASION DE LA NOCHE
^La pregunta por el término puede ser planteada en forma no
mítica. Se pregunta por el futuro, se pregunta cómo puede ser,
cómo será probablemente. Si se toma un período de tiempo bas- En el desafío y en la caída hay un aspecto negativo en oposi
tantp largo, entonces para aquello que tuvo un comienzo se puede ción a uno positivo; parece ser tan pronto la inanidad, en tanto
decir que el fin de todo en el tiempo será su muerte. Antes de ese que es el camino de la desintegración en el no-ser; tan pronto la
condición para lo positivo, en cuanto es articulación del movimien
término caben innumerables posibilidades. Si se cree que la evo
to, por cuya tensión se realiza la referencia a la trascendencia. Pero
lución de la especie humana constituye un progreso determinado,
lo negativo puede llegar a ser, por último, en la antinomia, una
si se imagina un. fin último del orden empírico humano sobre el
anulación que es a su vez positividad: lo que antes sólo parecía
planeta pacificado, o si se quiere y concibe vagamente una agita
negar se convierte en verdad ; de un modo desconcertante, no sólo
ción interminable sin finalidad alguna, en todos estos casos el fin o
se torna ahora tentación sino exigencia; y una nueva caída apar
la sinfinitud se piensan como una realidad futura en el mundo que
ta de esta verdad. Nuestro ser parece estar referido en la existen
vivirán las generaciones posteriores, pero de ese modo no se bus
cia empírica a dos poderes. Llamo a su manifestación existencial
ca, trascendiendo, el término de todas las cosas.
la ley del día y la pasión de la noche.
Esto ocurre en el mito que une la realidad temporal con lo su
1. L a antinomia del día y la noche.— La ley del día ordena
prasensible fantástico. El contenido de tales mitos rebasa el acon
nuestra existencia empírica, exige claridad, consecuencia y leal
tecer pensado tan solo temporalmente. Si se les considera como un
tad, vincula a la razón y a la idea, a lo uno y a nosotros mis
pronóstico empírico y se espera a la muerte temporalmente deter
mos. Exige realizar en el mundo, edificar en el tiempo, perfeccio
minada del imundo, tiene que decepcionar que no acontezca. Pero
nar la existencia empírica en un camino sin término. Pero en el
si se reconoce la imposibilidad del aspecto sensible y temporal de
límite del día se oye otra voz. No por haberla rechazado permite
esta representación, ya no se trata de implicar el término en el
sosiego. L a pasión de la noche quebranta todo orden. Se precipi
tiempo sino de aprehenderlo trascendiendo: Cuando los mitos es-
ta en el. abismo sin tiempo de la nada que lo atrae todo a su re
■catológicos palidecen subsiste, sin embarggo, la intención dirigida
molino. Toda edificación en el tiempo, como manifestación his
al verdadero ser, que está a la vista, en la ascensión, como cifra
tórica, se le antoja una superficial ilusión. La claridad no puede
de la perfección iin al; en la caída, como cifra de la aniquilación
total. penetrarla en nada esencial;. por el contrario, olvidada de sí mis-
30
M etafísica Referencias existenciales a la trascendencia «7
roa, aprehende la falta d e claridad como la oscuridad intemporal ella viéndole quiere y no quiere y, por tanto, aparece como nece
de lo auténtico. Por virtud de un inconcebible «tener-que», que ni sario y libre a la vez. Ella puede decir: un Dios lo hizo tal’-como
\ ^quiera aspira a la posibilidad de justificarse, se hace incrédula y yo mismo lo hice. Se atreve a todo, no sólo en el mundo de las fi
l desieal hacia el día. Para ella no existen deberes y finalidades, nalidades empíricas, sino precisamente allí donde parece arruinar
I sino que es el impulso de arruinarse en el mundo cuimpliéndose en a la «existencia» misma por la violación del orden, de la fidelidad
l la profundidad de la falta de mundo. *■ . - y del ser-sí-mismo. La meta es la profundidad del ser que coloca
La ley del día conoce la muerte como límite, sin embargo en alfo m b r e fuera de la esfístencia empírica v le aniquila.. Es la raí
el fondo no cree en ella cuando la «existencia» se cerciora de su da en lo absurdo y sin sentido. En la angustia de sentirse impulsa
mon.ahcad en la ascensión. i\ctuando yo pienso en la vida, no en do al propio destino parecen cesar la reflexión y la elección y, sin
i a muey Con intención dé erigir continua e históricamente el embargo, todo parece como elegido y meditado en forma insupera
ser en la existencia empírica, yo pienso en la muerte en esta exis ble.^ Nada parece igualar a la resolución de esta pasión que, sien
tencia empírica, y al actuar en ella, lo mismo que si no tuviera la do invisible para los demás, encierra en sí toda la agitación. La
muerte ante «ni. La ley del día permite arriesgarse a la muerte, destrucción se apodera del hombre entero. Aun la voluntad de
o buscarla. Tengo valentía para la muerte ; sin embargo, a ésta no construir que todavía persiste, es puesta a su servicio, cuando le
a ¡nento como amiga ni enemiga. Pero la pasión de la noche tiene parece hacer lo contrario de lo que pareció querer.
na relación amorosa y temerosa con la muerte como con su ami^a La pasión es originariamente oscura. La oscuridad es su mar
y enemiga. Suspira por ella y aspira a detenerla. La muerte habla tirio pero también su misterio que sobrepuja todo lo atractivo de
a pasión de la noche, la pasión de la noche trata con la muerte. lo prohibido y OCUltO. Aspira al descubrimiento y la r»lari/lgrl para
-.1 dolor en la existencia empírica, que vive sin posibilidad,' y la ver nítidamente el verdadero e indiscernible misterio, a diferencia
alegría, sin mundo, de la vida aman desde su noche la .muerte. de la voluntad egoísta que fabrica un misterio artificial e impide,
La pasión conoce la exaltación en la muerte; el último paso de la envolviéndose en nubes, la patentización de una facticidad empí
exaltación es la conciencia del ansiado reposo de la tumba des- rica trivial. Pero completamente segura, no obstante, en la oscu
pues de todos los errores y sufrimientos. En todo caso, la pasión ridad, siente, ciertamente, angustia, pero es la indefinida angus
es traición a la vida, infidelidad hacia todo lo real y visible El tia en la inexorabilidad del destino, en el cual es desleal, y el ab
Z é ,T m e n t é aS m b ™S
_ M Para Patri° «■ 1» ™ — soluto misterio la impulsa confusamente a la muerte.
Así, cierta de sí misma, de su ser en la nada, feliz e infeliz, ex
~ 3. j o >.o soy ya primigeniamente extraño a la existencia em- pía en la existencia empírica con su muerte lo que traiciona y des
pírica, contrario a la razón y la construcción, entonces aun para truye. S ólox a ando quiere la muerte, se sabe al mismo tiempo como
mí, cuando concibo el día, el imperio de la noche se me convierte verdad, y es verdadera para el que ¿cTla eleva a su trascendencia»
en el trascurso de la vida en un mundo que se desarrolla y crece.
2. E nsayo de una descripción más concreta. —Describir más
f stoy a gusto e° él> como en mi casa, aunque todavía lejano; concretamente la manifestación de la pasión de la noche es vano
y a ia postre one acoge como el recuerdo de la vida, cuando ya vie
intento porque todo lo que se dice determinadamente ingresa en
jo quedo descartado de un mundo empírico que se me ha hecho la claridad del día, porque ésta le es propia y lo somete a su ley.
extraño. La ley del día puede perder para mí su contenido al ago
En la reflexión, el día tiene la primacía. La oscuridad, que es ori
tarse para aní. Mi ser puede cansarse en la existencia empírica y gen para sí, cesaría si se aclarase. De aquí que toda manifestación
ser la pasión de la noche el término.
concreta de la pasión de la noche, cuando se la describe, sea arti
En la segura marcha de un ser «histórico» en la existencia em- ficiosa, trivial y cuando se la quiere justificar, notoriamente fraca
p rica sirve de guía la voluntad de patentizarse; una obstinación sada. Pues el día no podría reconocer aquel mundo de la noche.
erme ica se resiste^ a la patentización, pero la pasión de la noche No lo puede querer, ni siquiera admitirlo como posible. Tan ale
no se -pue e patentizar aunque quiera. Ella abraza el destino que jada está de la comprensión impositiva, que el día puede calificar
Metafísica
Referenc¡as existenciales a la trascendencia m
una vacilación de la conciencia. La certidumbre más decisivá del La verdadera pasión está en íntima relación con todas las ordena
recto camino se hace temerosa si quisiera expresarse. Es como si ciones que quebranta. Cuando la pasión no desemboca en la muer
no estuviera en orden algo que nunca puede estar en orden. El te, es una imagen viva de la muerte en tanto que es una muerte
bien mismo sólo se consigue como por virtud de una culpa contra que sigue viviendo y al elegir la vida es como una entrega que
otro mundo.
presta su fidelidad a las sombras. No sabe de sí misma, pero quien
Las exigencias d e la noche, que en el día nunca se consideran se le acerca amorosamente puede saber de ella. La pasión es la
suficientemente fundamentables, se extienden a todo. Mentir por fidelidad a la noche como la «existencia» que se duele sin reflexio
la patria, perjurar por una mujer son todavía acciones disculpa nar en sí en el proceso del preguntar que se queda sin respuesta.
bles que chocan contra ordenaciones del derecho y de la moral. Esta pasión aparece como una inversión de la «existencia», pero
Pero romper un lazo aceptado sacrificándolo por la amplitud de como tal separada y a distancia de la perdición en el placer y la
una vida creadora propia, com o hizo Goethe con Federica, nunca embriaguez, en el capridho y la obstinación o en el abandono com
estuvo claro ni justificado para él mismo. Así también Cromwell placiente. Estos pueden ser sus medios transitorios, pero con aquel
se hizo inhumano para defender el poder del Estado sin tener nun centro inquebrantable que se mantiene estando al borde de ser
ca la conciencia tranquila. En tales situaciones, la realización «his quebrantado.
tórica» se funda como el día mismo sobre el quebrantamiento' de Mientras que el mundo de la noche es intemporal, tanto si el
su orden. Aquí, en la voluntad de los hombres que actúan políti hombre va hacia la muerte como si, en analogía con la muerte, vive
camente se patentiza qué dimensiones toma la pretensión de la como aquella «existencia» irreal en toda realidad, el mundo del
noche cuando al fracasar se da cuenta de su propia ruina: enton día, por el contrario, es temporal, porque es creación de su cons
ces arriesgan tanta real existencia empírica «histórica», sacrifican t r u í histórico. De aquí que el mero contra-golpe contra la no
a ella tantas vidas de hombres, que la propia existencia empírica che, defendiéndose para aniquilarla, muestra que, cuando se hace
Ies parece indigna por haberse encadenado a aquello en que v por a su vez intemporal como la noche, falta a su propia ley sin,lle-
lo que actuaron.
gar al día de la «existencia» «histórica». Así el ascetismo, que
3. Confusiones .— N i el instinto, ni el placer, ni la curiosidad, desprendido de todos los lazos de los padres, de la tierra y de la
m la embriaguez son la profundidad de la noche, aunque pueden propiedad, renegando de todas las alegrías de la vida y del erotis
ser sus formas de manifestarse ; tampoco lo es el impulso de la pro mo, sólo es espiritual en el sentido de que no está vinculado a
pia aniquilación nacido del desafío, ni tampoco la obliteración nada, no es el mundo del día. El ascetismo destruye la historici
hacia el otro, ni la voluntad egoísta que aisla de lo general y total, dad en el edificio de la existencia empírica espiritual de la «exis
ni el nihilismo que como juicio aniquilador quisiera darse peso sin tencia», porque al querer aniquilar el propio fundamento de ésta
contenido. Estas desviaciones, en cuanto son lo negativo insustan en la noche, no conoce más que el «esto o aquello» del abstracto
c i a l,encubren, por virtud de su volumen masivo en la existencia «todo o nada». Su espiritualidad no tiene suelo y, sin embargo,
empírica, el verdadero mundo de la noche o le dejan estar ahí quiere realizar en el mundo por entero e inmediatamente el ver
como o que solo es malo, como la disipación, la pasión momentá dadero ser como general y debido. Mientras que la historicidad es
nea y particular y el m ero capricho. Pero la noche, como substan el áspero llegar a ser, por la libertad, en una materia hostil e im
cial, es el camino del desvanecimiento en el abismo que no es sólo penetrable, .el ascetismo la separa de su fundamento para tener
nada. La muerte es su ley que hace desintegrarse en nada el mun lo verdadero intemporalmente presente. Así este contragolpe tie
do del día. Quien en principio infringe radicalmente la ley del día ne que convertirse en mera destrucción y caer en la noche que que
por amor a la noche, y a no puede vivir verdaderamente, es decir, ría combatir. Al arruinar la existencia empírica puede ocurrirle
construyendo jr_en la posibilidad de la dioha. Destrozado para queden un súbito vuelco y cambio sirva ciegamente al fundamento
siempre por virtud de la traición cometida contra sí mismo^ ya no contra el cual se rebeló. Entonces, entregado por entero a la tie-
es capaz de ninguna ineondicionalidad si quisiera seguir viviendo. Tra, se convierte en la autoilusión más desconcertante.
472
Metafísica
Referencia! existenciales a la trascendencia 473
de ° 1 Se encue” tra la f r i t a d vital y desconsiderada forma general sino tan sólo con su cumplimiento, en el cual, cuando
e la existencia empírica. Con un estrecho campo visual, pero que se comprende a sí misma profundamente, roza al mundo del otro.
justamente deja ver lo que en el mundo procura poder, importan! La buena voluntad siente su límite cuando quisiera terminar en
c a social o goce, solo se quiere a sí misma. Esta voluntad aparta sí misma. Cuando trascendiendo al límite se pone a sí misma en
íolentamente lo que se interpone en su camino. En cuanto ha cuestión, no es absoluta más que en la manifestación de su rea
alcanzado su fin le da otro sentido. L o que era brutal y fundlmen- lidad empírica como ley del día que limita con la noche. Como
® « eX!! i “ “ 6T PiriCa 10 dej.a en el silencio y el olvido. El cié- ente del día, y o tengo la buena conciencia moral de hacer lo de
f , n e a madre P°r sus hijos, de los esposos entre sí, el del bido. Pero esto fracasa en la culpa que la vincula a la noche.
pu“ de er sV b r u t err / H StCnCÍa empírÍCa y SU satisfacción erótica, , En el día veo la existencia empírica como la riqueza y hermo
®> en su brutalidad sin trasparencia, ser el rígido muro en el sura del mundo, conozco el placer de vivir, que se refleja en la
“ “i á : ü a T ; r d ó n se ^ ia ’ w “ d *
imagen de mi existencia empírica, en el edificio del mundo, en la
c o „ ¿ r i r i i r pr les/ r h,e pOTq’ie care" ^ grandeza de la perfección clásica y del aniquilamiento trágico, en
minoso áinMto rfo k i d' “ e” píri' “ “ t4 “ • - la diversidad y plétora de las formas apariehciales. Pero sólo cuan
” ” “ j ° del hombre que es trasparente para si mismo en do yo soy su espejo, tienen la naturaleza y los hombres esta gran
S diosidad. Es la hermosa superficie tal como se ofrece al punto de
ae él
él había
habla „"n"
un vü PTel ”cual
yo con h,‘ nunca
y P“ “ desaparece
11 d “ tidad la
y “posibilidad
» « • * >de
«'
vista del hombre con los ojos abiertos y jubilosos. Sólo visto de
L o T o Z Cae r t ”„ . E - a hay “ nflanza’ U “ *■ s¡^ « “ esta manera es el mundo una fantasía flotante. Abandonarse entera
Mí v T V V ? PTe me encon,tró> estará a su vez presente y definitivamente a él, separa de la realidad de la «existencia» en
allí. Este hambre es la tensión de arrancarse constantemente a sí favor de la configuración imaginativa y entrega en súbito cambio
mismo en el peligro de la ascensión y la caída; pero en él hav al contemplador mismo a la desesperación de la noche que parece
m L r r 4 tr®n9 uila serenidad de una conciencia fundada de sí estar detrás de él. \
mismo. Escucha las preguntas y los argumentos y reconoce en el
El día está vinculado a la noche, porque sólo es él mismo cuan
toda* d fie -t-St° SfUna l67 .incondicionada, aunque ésta se sustrae a do al fin fracasa verdaderamente. El supuesto del día es, ciertamen
toda definitiva formulación sustancial. Parece inquebrantable v
te, la idea de la obra positiva en el proceso histórico en el cual
“o“ n S n r iw ’ ^ mfi,nitamelnte flexible. No hay en él ningún p u í- se quiere que lo consistente posea una relativa duración. Pero la
]ev del d a v Sm0í S? 0n hdad sin reservas- A él se le aclara la noche enseña que todo lo que llega a ser tiene que ser destruido.
otro. concibe la posibilidad de la verdad en la noche del No sólo el curso del mundo en el tiempo es que nada debe persis
tir, sino que hay como una voluntad de que nada verdadero debe
USl < L L ° f * R0®lemXtic03 supuestos fundamentales del día .— sobrevivir com o consistencia. El fracaso es una experiencia nece
El supuesto fundamental de la vida en el día parece ser que en la saria que ninguna anticipación dispensa de realizar plenamente,
ilimitada patentización, la voluntad recta tórnase cumplimiento a saber, la experiencia de que lo terminado y perfecto es también
lo que se desvanece. Llegar a ser real para fracasar auténticamente
l íe e í S ? 7 PUra VCrdad ^ SU Ser‘ Per° - t e ^ e s t :
es la última y suprema posibilidad en la existencia empírica tem
sible a laP m“ S a “ C'“ " t° “ “ U" d 0 d' la n0che “ ^
poral. Todo se sumerge en la noche que es su fundamento.
ten pin b
! en-a Voll*n^ d1 es’ en ^ día, finalidad última de la exi<K Si el día cree bastarse a sí mismo, el no-fracasar se convierte
Sin « ®™Pin c a » lo demás no tiene valor sino referido a ella, en la insustancialidad creciente hasta que, al fin, el fracaso viene
la stim é 3 na v °luntad ,no puede actuar sin herir, sin desde fuera como un fracaso extraño. Claro es que el día no pue
table a merced de *a situación límite de la culpa inevi- de querer el fracaso. Pero él mismo sólo se llena y cumple cuando
' S^ Pre£unta 1° que la buena voluntad quiere en la admite en sí lo que no quiere como aquell® que conoce en íntima
situación «histórica» concreta. La buena voluntad no existe com o necesidad interior.
Metafísica
Rejerencias existenciales a la trascendencia 475
Si concibo que el limite del día está en la noche, entonces jio
puedo ni realizar el contenido de la «existencia® «histórica» en el carme mi destino, lo mismo si entro en el día o me abandono a
mero orden de la ley y de la fidelidad formal ni precipitarme en la noche. Pero la culpa estriba en evitar la realidad.
el mundo de la noche, estar en cuya frontera es la condición para Pero enTonces nay una culpa más profunda en rechazar la otra
experimentar la trascendencia. Persiste la pregunta de si la deses posibilidad. En la entrega egoísta a la pasión, el camino desembo
peranza ante el misterio de la noche es lo único que trae al alma ca en la ruina y quien lo sigue se priva del amor que construye y
la última trascendencia. Aquí no decide ningún pensamiento, y abraza la vida. Pero en el construir se priva de la entrega a la
tampoco nunca el individuo en general ni para otros. Pero la muerte.
«existencia» en el día está en profundo temor. Evita la orgullosa La «existencia» como tal es consciente de la culpa. En la ley
segundad de sí misma y la vanagloria de la propia felicidad. Sabe- del día la culpa está en el límite donde otra cosa se patentiza, a
el dolor absoluto de la existencia empírica que toda aclaración no la que se pone radicalmente en cuestión como la posibilidad re
hace mas que agudizar y el cual realiza mudamente lo inconcebible. chazada. La culpa es inherente originariamente a la pasión; ella
posib le— La «existencia» quisiera conservar su conoce en su profundidad la culpa, sin que sea posible expresarla,
posibilidad. Retenerse y no realizar es fuerza originaria, cuando y la expiación, sin acción determinable.
significa conservarse para el debido •momento, pero es debilidad La aclaración de la culpa no es el camino para una falsa justi
cuando no se atreve a intervenir. Así, pues, únicamente en la ju ficación de la pasión o del día — pues ambos están, más allá de
ventud vivo sinceramente en pura posibilidad. La «existencia» no toda justificación como principios, en lo incondicionado— , mucho
se quiere dilapidar en cualquiera cosa sino sacrificar su existencia menos el sentimentalismo de dejar valer todo aquello que vive y
empírica a lo auténtico y verdadero. Sólo cuando madera la deci se atormenta. Sino que la aclaración de la culpa nace del horror
sión, cuando yo pudiera realizarme en la intervención .(histórica» ante la pasión y el conocimiento de su posibilidad; esa aclaración
y, sin embargo, me agarro angustiosamente a mi posibilidad ge capta la conciencia culpable del mundo del día que se limita y de
neral que ahora se hace problemática, me sustraigo, por virtud de fiende. Pero en la noche no se filosofa.
esta negativa, de ingresar en el destino de mi día. El temor a fijar 6. G enio y demonio en la lucha por la «existencia ».— He
me j e n ^ j ^ e s i ó n , en el matrimonio, en el contrato, en suma, el chizado por el demonio me veo arrastrado al amor de la noche;
*emor a í oqr ~^xtCTriftcióxi irrevocable me impide llegar a ser real. / no atreviéndome a tocarlo, soy llevado por el genio al entusias
e suerte que, a la postre, lo que hubiera podido ser origen en ] mo amoroso en la claridad de la ascensión. El amor embelesa
mi lo dejo desvanecerse en el vacío como sólo posible «existencia». do se sabe absoluto, pierde todo medio terrenal, y se hace por
Si de este m odo se desaprovecha la hora oportuna, tampoco por entero trascendente; quiere el cumplimiento y la plenitud en la
eso me precipito en el abismo de la noche. Y o me niego al día y aniquilación. El amor en la claridad de estar dirigido por el genio
a la nocne cuando me reservo y no voy a la vida ni a la muerte. se sabe en el camino, tiene su segura unificación en la comunica
En la ilimitada posibilidad antes de la realización, sólo supues- ción con la esencia racional del otro, quiere vivir en el mundo.
amente vivo amplia, humana y libremente, superando todas las El demonio deshace la manifestación de la «existencia» en su
estrecheces, pero de hecho, vacía y pretenciosamente y en contem- trascendencia. La «existencia» no busca su destino. Ya el niño
p ación caprichosa. L o que es existencial es la v o lu n ta d d o lim i puede percibir y a su vez irradiar el penoso hechizo, el cual des
tarse^ vincularse en la existencia empírica; esta voluntad se in pués tiene que sufrir las transformaciones que en su madurez re
terna en la situación en JoH3i~tIeñT1qür'decidir: de la posibili- cibe, ni negadas ni afirmadas, sino sin concebirlas. La marcha del
a-. para todo surge el único U no. Este internamiento en la rfitua- destino hace que la «existencia» que obedece al demonio siga el
n?* eS Una ac^v *^ad inequívoca. Limitando mis posibilidades camino de la crueldad y la dureza, sin saberlo ni quererlo. Expe
Una ^uc^a en Ia cual vo tenpo todavía a dis- rimenta la ’Inexorable necesidad que lo mismo sufre que realiza.
--------propio ser-sionismo com o enemigo mío. Y o dejo arran Puede volver a sí misma como a una forma de la existencia empí
rica en la amorosa protección de otros y en la conservación de las
*76 Referencias existenciales a la trascendencia 47T
lleta física
Venaciones, fuera de las cuales, sin embargo, queda el demonio perdición en la noche se convierte en una obra que conoce su os
que ella tieae que obedecer. Aquel encantamiento ante el desti curo fundamento, pero entonces rechaza y combate lo que antes
no esta encubierto para el niño en la impetuosidad y el juego Al fué su propio origen.
gún día se transforma — cuando el genio custodia y pone su límite Se quisiera imaginar una síntesis de los dos mundos. Pero esto
al d e m o n io - en aquella dulzura que, sin embargo, con amor cla no se realiza en ninguna «existencia». Lo que se logra en la irre-
rividente aun en la mayor proximidad queda lejana. petibilidad histórica de cada caso, no sólo no es objetivamente nin
En cambio, la «existencia» patente del día consigue, conducida gún cumplimiento perfecto, sino que también subjetivamente está
por su genio, en su manifestación, la clara expresión de su reali- escindido. Incluso la idea de una síntesis es imposible. Pues el ser,
como realidad empírica en la manifestación de las «existencias»
que S T e s , Dtldad áe. SU Ínterior V su exterior. Piensa lo es, en el mundo de lo múltiple, la determinación de lo singular
hacia la d a r i d ^ r í T ® 150 T ™ 3- P° rqUe Se ama en este camino cuyo sentido es, en definitiva, inexpresable e inimitable. La sín
tiéndelo todo a f ' • í Cn "PUta C° nSÍg0 mÍSma’ P°r£lue some~ tesis, en cuanto pensada en general como posible, es pregunta, no
escucharlo t d “ terrogauon y crítica tiene que dudar de todo,
tarea. Sólo como incondicionados son ambos mundos ellos mismos.
va edero la 7 pUf % trasladarse * cualquier otro. Busca lo
A cual de ellos yo me adscribo, se me patentiza en la continuidad
los h om h rií * J la formulación general para transmitirse a
concreta de mi acción, en tanto que ésta se puede interpretar como
ü l o Z n t Z T ° taIef- ? e SabC Hbre y abraza activamente su des decisión sobre a cuál doy de modo absoluto la prioridad y cuál ad
dura por
aura por v b t u dde
virtud Y Tla claridad,
l es CamÍn° d d P° sible
suave mediante concebir-
la ayuda Es
Busca mito tan sólo relativamente al otro. La noche puede tolerar y obe
la luoha porque este es el medio en el cual viene a & decer la relativa racionalidad y orden, en tanto es posible sin dejar
se ofender a sí misma. El día consiente la aventura, la embriaguez
se ^ n ™ S hivoca11/ 8110 ^ SI^ te ÍUerte 5 ■“ P° r virtud de un Otro y limitada y disciplinada como experimento y ensayo que, sin serie
cuando éste entr^ ° SU g.emt!’ estremecida a la vista del demonio
dad incondicionada, no compromete, la mirada al abismo. La apa
do nnr Pnt 60 SU circul0, confiada y se convierte, vivien-
rente dicha de la síntesis no existe sin traición o sin defecto. El de
no deí o t T i r f d en ve^adera compañera del desti-
f ecto por eludir el abismo hace a la «existencia» en el día falta de
pierde . A L ^ “ SU J SÍ la pÍCrde’ Con ella se base, frívola. La traición a la ley del día, al hombre singular, a la
deberes y
aeberes v tareas
t aT fl? como suyos
^ yenesenciales.
CUant° qUe abraza en el mund° construcción de la existencia empírica, a toda fidelidad, hace a la
Como quiera que se esquematice la polaridad del día v la no- noche oscura en la culpa irrevelable. En cambio, en la superficie
quedaría la inconsecuencia, la cual pretende realizarlo todo, pero
« U c i 6 n ^ n Pr ? ° * de Ia existencia emperica e t en realidad no es nada. Sólo tiene profundidad la «existencia» allí,
Y o la , A tras+cendencia ^ agudiza hasta el límite posible.
Y o no se lo que existe. Como ente del día yo me confío a mi Dios donde conoce su destino ;_o bien yo no sov un iniciado, pues no he
pero con angustia ante los poderes extraños, inconcebibles para rozado las puertas de la muerte y la lev de la noche ; o bien yo he
mjrecidcTIa muerte, pues he obedecido a la noche y he destrozado
T u a lk » o X " * ‘ ‘ n0,:h', me ab“ d ° no * la Profundidad en la l a lev del día. Es una ilusión engañosa querer ser al mismo tiempo
cual la noche, en mi aniquilación, se transforma en la verdad de-
voradora, pero también colmadora. la vida del día y la profundidad de la noche. La verdad última es
el temeroso respeto ante lo otro y el dolor de la culpa.
mimr1ncLA ,Cy ESTIÓN ? E LA SINTESIS DE LOS DOS MUNDOS.— Los dos
mundos están en mutua relación. Su separación es solamente un Sólo en las crisis dp la rfpvictpnpjp^ gp dpridp. En ellas lo opues
dinl4r.^a ^ara a aclaración, que a su vez entra en movimiento to es posible, bien sea abandonar el día y poner el amor a la muer
n. l 1'C0" ,° 3 ue parece ley del día se invierte en abismo de la te en el lugar de la voluntad de vivir y actuar, o bien volver de
la noche ,fl día, poniendo la noche misma como fundamento. Sin
la plnrMUj nj ° i ° de ^ue depende el día, se subleva contra
mif* 6 ° £eneral e incluso se convierte en falta de ley. L o embargo, cuándo y cómo esto es posible, dónde es ya decisión eter
q parecía noche se convierte en íundamento del día cuando la na, dónde sólo posible inversión, es cosa que no se conoce por nin-
478 Metafisica
liejerencias existenciaìes a la trascendencia 479
gú^ saber, sino que tan sólo puede saberlo el individuo en su his
toricidad y nunca de ánodo definitivamente formulable para sí. estos contrarios, el hombre se coloca en uno de los lados ; con Dios
Pues ni siquiera hay d os caminos, que yo pudiera conocer para está contra el antidios; con la luz, el cielo, lo bueno, la obra -ac
elegir después entre ellos. Sería caer de la explicación aclaradora tiva contra la noche, la tierra, el mal, la aniquilación. Cuando ya
en la fijación objetiva del esquema que facilitó tal elección, la cual no se cree en ella como principio absoluto la noche continúa como
ya no sería una elección existencial. Los dos mundos constituyen diablo.
una polaridad que nunca se hace clara; el uno se enciende en el El pensamiento dualista hace, sin embargo, la experiencia de
otro. Y o puedo contraponerlos esclarecedoramente, pero no puedo que en la trascendencia no puede estableder ninguna contraposi
conocer su ser por el pensamiento. ción. O bien los contrarios, claramente pensados, se convierten en
tales dentro del mundo del día, como bien y mal, y queda enton
8. A claración mítica .— También la aclaración mítica se rea-
ces la tarea de concebir lo otro en una nueva antítesis que de nue
liza mediante_ja objetivación imaginaria de dos poderes. Sin em
vo, por el mismo camino, a causa de su claridad, vuelve al día.
bargo, la forma objetiva de aquella mconcebibiIídá¿T, que no está
O bien los contrarios se invierten en su significación (autoafirma
vinculada a la polaridad simplificadora de los dos mundos, impul
ción y autoabandono, espíritu y alma, ser y no ser). Lo que debía
sa, por el contrario, en un principio hacia los múltiples dioses, se
designar la noche se convierte en día y viceversa.
concentra después en la dualidad de una divinidad y un poder con
trario a Dios y, por último, termina en la divinidad misma a la La última forma de la representación trascendiente pone la no
que se experimenta como su cólera. che en la divinidad misma. Esta sigue siendo lo Uno, pero en su
inaprehensibilidad ejecuta designios cuyo sentido es inconcebible,
El politeísmo es el mundo en el cual lo Uno queda en el tras-
y sigue caminos que nunca son los nuestros. Sólo aparentemente
fondo. A causa de que sirvo a muchos dioses, yo puedo conceder su
la «ira de Dios» puede ser concebible como represalia. La cóle
derecho a todas y cada una de las fuerzas de la vida. El que todo
ra de Dios vale como un arrebato de la divinidad que castiga las
esté hecho a su tiempo y en su lugar, sin cuestión sobre la posibi
ofensas en los hijos y los hijos de los hijos, y patentiza su ira en
lidad de su coexistencia, da a todo una consagración divina que
catástrofes de pueblos enteros y del mundo. El hombre imagina
le pertenece, permite la realización de todo lo posible, pero no co-
modos para aplacar la cólera de Dios, mediante medios mágicos
noce la decisión eterna. Aquí, la pasión de la noche puede encon
y después, sin magia, mediante una vida sin pecado. Hace la ex
trar su realización positiva, aunque limitada. Puede hacerse visi
periencia de que esto no es viable o de que la cólera le alcanza
ble la lucha con las fuerzas del día, pero esa lucha no se realiza
aunque se crea seguro de no haber cometido ninguna falta deter
por principio cómo una lucha eterna en la trascendencia. Las divi minada. Por esta razón la representación sensible de la cólera de
nidades ctonias están junto a los dioses celestes. Vinculadas al
Dios tiene que desaparecer. Ni le es propio el temple del tirano ni
lugar, oscuras en su abismo, en ellas la tierra toma por un momen
la justicia jurídica del juez que pide ojoj^por ojo y diente por dien
to carácter absoluto. Los dioses de la embriaguez santifican el pro- te. Estas imágenes palidecen haciéndose meros signos de la inapre-
pio^ olvido, el culto de la noche se realiza temporalmente en el éx hensimlidad más profunda, la cual pudo comprobar la conciencia
tasis místico o el frenesí b á q u ico; hay la Schia que anonada dan
trascendiente, pero no aclarar, mediante la idea de que Dios crea y
zando, en cuyo culto la pasión de la noche parece proporcionarse
determina de antemano los «vasos» de su cólera. Lo que yo soy
la conciencia de la verdad.
com o ser de la noche, Dios me creó en su cólera. Donde obedezco
El caracter positivo de la noche está aceptado ingenuamente, a la noche, la cólera de Dios lo quiso. Esta idea se destruye por
por así decir, en el politeísmo. Pero si la contraposición de los dos
sí misma y sólo queda la fuerza de la palabra «la ira de Dios».
mundos se convierte en la form a de la conciencia trascendiente, la
noche- pasa a ser el poder contrario a Dios, incluso Dios, es cierto,
pero un dios falso. E l dualismo de la trascendencia pone de todos
os contrarios pensables en cada caso, el negativo. En la lucha de
480 Metafísica
Referencias existenciales a la trascendencia
LA RIQUEZA DE LO MULTIPLE Y LO UNO no soy yo mismo.^ T yo lo quiero todo, no quiero nada; cuando ]
Y.?, vivo todo, me^dísipo en lo sinfinito sin llegar al ser. f
Lo Uno tiene varios sentidos. En lo lógico, lo Uno existe rn-mn La unidad es, en segundo lugar, la totalidad como idea. Lo que
yensabilidad. En el mundo es la unidad de. ln rrn^ tanto en la Na esta en relación con ideas, en cuanto totalidades, tiene su unidad
turaleza como en la historia. Para la «existencia», lo Uno es donde en la totalidad relativa de estas ideas, y sin ellas sería la mera
tiene su ser porque es para ella todo. multiplicidad de lo fortuito. La desviación de la unidad desembo
ca, por tanto, en la parte y su absolutización; por tanto, en la es
En la metafísica se busca lo Uno, sea trascendiendo sobre la
cisión en dos contrarios cualesquiera que luchan sin dirección ni
unidad, tal como es en tanto que pensabilidad, sea al aprehender meta.
la unidad en el mundo, sea al trascender desde la unidad cuando,
La unidad existencial, que se libra de la dispersión, y la uni
en tanto que^ lo Uno existencial, es la incondicionalidad del ser-sí-
dad de la idea que, por virtud de la totalidad, se libra de la mul
mismo «histórico». Los caminos se entrecruzan ; pueden reunirse
tiplicidad sinfinita, no están en coincidencia sino en mútua ten
en una visión común ; pero, por de pronto son independientes unos
de otros. sión. Las ideas son sostenidas por «existencias», pero la unidad
de la «existencia» destruye una idea cuando se ha petrificado o
1. ^E l o rig en e x isten cia l de l o U no.— E n la aclaración de empalidecido. Las ideas, pensadas como cosmos 'del espíritu, pro
la «existencia» sentimos la incondicionalidad de la acción por vir porcionan una imagen del mundo espiritual; pero ante la aparen
tud de la identidad del ser-sí-mismo con lo Uno, que aprehende te totalidad desaparecen entonces las «existencias» sin las cuales
en la realidad empírica. Sólo donde para mí hay lo Uno, de lo cual ese mundo no tendría realidad alguna. Y o mismo no soy la imagen
dependo, soy propiamente y o mismo. Así como la unidad formal del mundo espiritual cuando se ha convertido en el libre flotar de
del objeto es la condición para que sea pensable para una concien las totalidades ideales; como posibilidad es, sí, más que yo, pero,
cia, así el Uno sustancial es la manifestación de la incondiciona com o realidad, menos que yo.
lidad para un ser-sí-mismo. Pero mientras que el carácter de pen La unidad es, en tercer lugar, la unidad del origen existencial
sable pertenece a la única conexión de la única verdad válida ge como decisión mediante la elección. La caída conduce a lo indeci- A
neralmente, lo Uno existencial es la verdad que tiene ot^pp iwr- dido y no a querer decidir. Y o no llego al ser ni a la conciencia de l í
d ades fuera d e sí, que ella misma no es. No hay una totalidad mí mismo en una vacilación que no hace más que defender mi exis- \ I
cognoscible/en donde todas~quedarFan absorbidas, sino la ilimita tencia empírica y en la cual, en vez de ser yo factor de la d ecisión ,/ )
da comunicación posible de estas verdades «existentes» en un ser se decide acerca de mí. t [
que nunca llega a ser total, y ni siquiera es pensable desde fuera.
La unidad del origen significa, por tanto, determinación «his
La unidad existencial es, en primer lugar, limitación, en tanto tórica», totalidad ideal, resolución. La caída desemboca en la dis
que determinación «histórica» , en la autoidentificación, la cual por persión, la absolutización aisladora y la indecisión.
su exclusivismo revela la profundidad del ser. Cierto es que la
Si la existencia empírica, con la que yo como determinación
«existencia» puede querer lo uno y también lo otro en la existen
«histórica», plena de ideas, soy idéntico decididamente, se hace ab
cia empírica. La «existencia» cambia y ensaya, fracasa e intenta
soluta para mí, sin embargo, no lo es como existencia empírica.
de nuevo. Pero todo esto no es adecuado más que en la existencia
En el momento del proceso existencial queda, en la historicidad,
empírica, en tanto que no soy y o mismo en ella, sino que me sir
captada su trascendencia. Lo Uno como realidad empírica se con
vo de ella. Donde soy yo mismo, y o lo soy sólo en la identidad con
vierte en camino hacia ella, y el misterio de lo Uno en seguridad
lo que visto desde fuera es una realidad limitada. Y o soy sólo cuan
de estar en relación con ella. Pues lo Uno es tan infundamentabla
do me hago «histórico» por virtud de la posible «existencia» y me
^como indecihlej toda formulación no capta más que la unidad ex
sumo en la realidad empírica. L a desviación lleva a la dispersión
ternares objetivación en la finitud. La formulación puede existir
-de lo múltiple. Si tod o pudiera ser también de otra manera, yo
como mera objetividad con unidad numérica sin lo Uno : como fija-
3)
Metafisica
Referencias exiHenciales a la trascendencia iS3
Clon de a.lgo finito a lo «jue yo me vinculo fuertemente sin trascen
dencia. L o U no es el corazón que late en la finitud empírica, eí trelazamiento espacial en la acción recíproca de las cosas ni como
rayo de la luz única qae nadie con oce; cada uno tiene solamente comunidad de la mutua comprensión en la claridad racional ni como
el Uno suyo que se le ha.ce claro en la comunicación. Si en la metá ordenación de las cosas humanas en un Estado universal ni en la
fora todos los rayos vienen de la única divinidad, sin embargo el profesión de una unidad objetiva de creencia religiosa, sino sólo
Dios único no es la trascendencia objetiva para todos. No es’ en como referida a la trascendencia. Toda otra unidad es por sí mis
cada caso mas que la pulsación de lo Uno para la «existencia» que ma relativa y , com o extrínseca, engañosa.
trasciende en lo Uno. 3. La un idad en lo lógico .— Cuando pienso la unidad, lo pri
Solo quien nunca roza lo Uno, quien tiene la positividad de la 1 mero que pienso es el uno numérico, mediante el cual se puede con
emPír.i ca P°r lo absoluto, cree posible la susti- tar lo múltiple. En segundo lugar es la unidad en la cual una mul
tuibilidad dq todo y olvida la muerte, podría decir: Es convenien- I, tiplicidad de objetos constituye un todo que la hace concebible.
te en la vida no apegar demasiado su corazón a una cosa, sino tercer lugar es la unidad de la conciencia propia en la persona
construirse una andha base en el amor a muchos hombres y mu- lidad que se refiere a si misma. Pero, a la trascendencia, que en
chas cosas, porque cuando en la pérdida de un individuo también / ninguna de estas unidades queda pensada conforme a ella misma,
Z r ^ 0n/ f 1 ,cue®tlón Ia totalidad, la muerte y la destrucción del se la busca como lo Uno que está por encima*y más allá de todo,
t o afectarían demasiado a la propia existencia empírica, incluso I , pero de tal m odo qua estas unidades en el mundo son su aspecto
amquiladoramente. Esto se evita repartiendo su amor y np aman evanescente.
do demasiado a nada. 1
a) L a divinidad no es el uno numérico, pues entonces propor
Este modo de pensar, que no sale de la inmanencia como cri cionaría como posibilidad pensable no sólo el Dios único, ya que
terio de conveniencia en la existencia empírica, está en el mayor el uno numérico tiene frente a sí lo múltiple. Pero la divinidad no
contraste con la experiencia de la trascendencia en lo Uno, que la puede ser, com o lo es lo numerable en principio, ni lo Uno ni lo
«existencia», en tanto que existencia empírica, trascendiendo ésta, múltiple. La unidad como número es siempre extrínseca, por ser
nace idéntico consigo. unidad formal.
2. U nidad en el mundo .— Puesto que en la orientación intra- Pero si la trascendencia ha de ser pensada como la única y tam
mundana sólo me es accesible lo que yo puedo concebir como Uno bién como lo múltiple, entonces se tiene que cerrar el número de
conexionado en sí, lo que no se puede poner en la conexión de una terminado para que sea al mismo tiempo lo múltiple y lo uno en un
unidad queda mconcebido en su disparidad. La exigencia de unidad sentido que trasciende la numerabilidad. El hecho de que nuestra
sistemática es lo que da valor y mide el conocimiento diferencián representación opera inevitablemente con la unidad y la multipli
dole de la mera acumulación indefinida de nociones. La unidad es cidad numéricas, y ambas tienen que fracasar al trascender por
Ja fuerza que orienta el investigador, la cual vigila las diferencia virtud del absurdo de pensarlas idénticas, hace ver que la aplica
ciones que a ella misma la hacen posible, para que no lleven a lo ción de la unidad numérica a la divinidad es tan inadecuada como
insondable. la aplicación de la multiplicidad numérica. Aquello a lo que al tras
Pero, aunque el conocimiento sistemático del mundo sólo es cender al Uno de la trascendencia nos dirigimos intencionadamen
posible porque en el mundo hay unidad, totalidad y forma, nin te más allá de lo uno y lo múltiple, tiene que estar a mayor pro
guna e estas unidades como tales son lo Uno de la trascendencia, fundidad que lo que un número puede expresar.
as unidades en el mundo o bien quedan relativizadas respecto a b ) La unidad, como unidad de una multiplicidad, no es me
os puntos metódicos de vista o bien son, por sí mismas, sustan ramente una suma cuantitativa, sino multiplicidad que cualitati
ciales por virtud de su referencia a la trascendencia. vamente ha llegado a unidad, totalidad o forma. Esta imidad no
si, pues, la unidad en el mundo no puede ser auténticamente existe más que por virtud de la multiplicidad, y esta multiplicidad
ver a ni como p u n to de vista de la investigación ni como en- sólo existe com o relacionada en sí dentro de esta unidad. EÍi el
mundo, esta unidad es la unidad de todo objeto considerado como
484 iletafúiai Referencias existenciales a Xa trascendencia 465
esta única cosa, p or ejemplo, la unidad de un utensilio, de un ser Lo Uno no es el único mundo ni la única verdad para todos ni
viviente en cuanto es este organismo, de una obra de arte. ..Ta la unidad de lo que enlaza a todos los hombres, ni el espíritu úni
les unidades son figuras, formas que veo objetivamente ante mí. co en que todos nos comprendemos. La validez e importancia de
En la medida que tal unidade s algo más que algo finito^abarca- lo Uno en la lógica y la orientación intramundana y, después, eí
ble con la ja irada, se nos aparece corno belleza que nos arrebata trascender en estas unidades si tiene sentido metafísico es partien
a la trascendencia de ese Uno. Pero la divinidad no puede ser, a do de lo Uno de la «existencia».
su vez, esta unidad. Entonces se habría convertido en la imagen La cuestión es esta : ¿ Por qué la divinidad, como lo Uno, tiene -
de una objetividad, ciertamente grandiosa, con la cual estoy en la tal atractivo mágico y por qué tiene lo Uno una evidencia como
relación de una contemplación admirativa y en cuyo resplandor si no pudiera ser de otra manera? ¿Por qué parecería algo así
descanso. Pero le falta lo que en la existencia empírica perturba como un menoscabo y una pérdida que la trascendencia, en tan
la unidad y es real en tanto que me prende y aniquila. Pues en esta to que divinidad, no fuera lo Uno ? Porque yo en lo Uno de la tras- A
unidad no se me muestra y a la trascendencia ft la que estoy re dencia encuentro mi propio ser-mí-mismo y porque el ser-sí-mismo \
ferido por irresolubles antinomias en el desafío y e n el abandono, sólo se desvanece ante la única trascendencia y sólo en este c a s o ]
T5 calda y la ascensión, en la ley del día y la pasión de la noche. verdaderamente.
c) El uno y la unidad numéricas de una totalidad existen Si para mí, como posible «existencia» en la existencia empíri
para un sujeto que los ve y piensa, pero no para sí mismos. No ac ca, se me patentiza lo Uno, con el que haciéndome idéntico vengo
túan sobre sí mismos con la conciencia de referirse a sí mismos. La a mí mismo, entonces, partiendo de su manifestación encuentro
conciencia, la conciencia de si mismo y la personalidad son la uni lo Uno impensable del único Dios. Mientras todas las unidades
dad que podemos ser, pero com o objeto no se puede pensar ade nlanifiestan su relatividad, lo Uno exisítencial es, en su incondicio-
cuadamente de modo lógico. nalidad.-'el origen desde el cual se ve a Dios com o el único fun-
La trascendencia como unidad no se nos puede manifestar en damento de la historicidad de toda «existencia». En la medida en
una unidad insuficiente como la unidad que nosotros mismos po que vo~aDreEendo incondiciona3amente lo UnüTen la vida »puedo
demos ser. La personalidad es sólo el mínimo que tendría que atri creer en el único Dios. La condición para trascender a la única di
buirse a la divinidad como unidad. Sin embargo, la personalidad vinidad es que y o, com o «existencia», trascienda a lo Uno en la
no existe más que con otra personalidad, pero la divinidad no exis realidad «histórica» de mi vida. Y viceversa, que yo, después de
te con sus iguales. La personalidad es «existencia», no trascenden este último salto, viva con la certidumbre del Dios único es el
cia todavía, sino precisamente aquello para lo cual solamente exis origen de que yo también acepte incondicionadamente lo Uno
te la trascendencia. en mi mundo. Para mí sólo hay tanta trascendencia como exista
En la unidad de la personalidad, como la unidad en su presen lo Uno en la continuidad de mi existencia empírica.
cia también infundamentable, hay que trascender. De este modo Así, pues, el único Dios es, en cada caso, por virtud de lo Uno
recibe esa unidad el peso de su ser y el reflejo de la significación existeneial, mi Dios. Sólo como Uno excluyente está próximo. Y o
que la rebasa, p ero la trascendencia no es personalidad. no le tengo en comunidad con todos los hombres. La proximidad
4. L a t r a n s c e n s ió n a lo u n o . — Si volvemos la vista a las for de lo Uno es el aspecto de mi trascender, pero aun la presencia más
mas de unidad que nos son accesibles, nos damos cuenta de que segura no es objetivamente más que una posibilidad, algo que se
en todas ellas había una posible referencia a la trascendencia. La me aproxima, la única manera en que para mí lo Uno puede ser
aprehensión metafísica de lo Uno tiene a su vez la raíz en el. Uno lo Uno. Esta proximidad no anula lo que desde el mundo me Uega
existeneial. ^ua referencia a la trascendencia tiene su ámbito em en creencias ajenas y otros dioses para otros. Pero si miro a ese
pírico en 16'Uno del mundo y de la historia. Las formas lógicas de mundo, entonces lo Uno está para mí en la lejanía, absolutamente
lo Uno son medios de expresión que poseen su sentido racional aún inaccesible. Cuando en lo Uno se le manifiesta a la «existencia»
sin la trascendencia. la divinidad única, entonces o bien ésta entra en la proximidad
Metajíñca
Referencia* existenciale* a la trascendencia 4Á1
CAPITULO CUARTO
L E C T U R A D E L E S C R IT O C IF R A D O
P a r t e P r i m e r a
L À E S E N C I A D E ;L A S C IF R A S
$ la | tV n w ^ U l W l ^ v 'c a V (lu A tfa f-
d i> o v 'V ■• V l u f a ■
mente» desde la realidad. La experiencia es la fuente tanto del sa contenido de la existencia empírica, sino como cifrar Si busco el
ber empírico como de la cercioración de la trascendencia. ser de la trascendencia, entonces buscaré en todo sólo la posible
'La experiencia, en tanto que apercepción sensible», es tener experiencia como experiencia viva, incluso experiencia a realizar,
presente a la cosa como un objeto tempo-espacial. Es «vivencia» para hacer patente en ella la trascendencia. El afán de ver lo que
en la existencia empírica que se percata de sí misma. Como ccono- es visible, de hacer lo que es posible, es todavía ciego existencial-
cimiento» es la investigación deductivo-inductiva cultivada metó mente, pero es el impulso que mueve a encontrar el camino del
dicamente en sus resultados ocasionales; como tal es el ensayo de ser. Por encima de la diversidad de lo que es accesible al saber, la
lo que puedo hacer y de lo que puedo predecir. Como pensar es la entrada en el mundo conduce a la responsabilidad al abrazar el
realización de pensamientos en sus consecuencias para mi concien deber de realizar como el de vincularse. Esta entrada que nunca
cia. Como « compenetración intuitiva» consiste en percibir la tota se puede fundamentar suficientemente por un fin último señalable,
lidad de una realidad presente en sus situaciones con el criterio de obedece al profundo impulso de llegar a experimentar por uno
poder captar en ella lo que es decisivo para $1 otro y para mí mis mismo el verdadero ser, sea aprehendiéndole, sea en la propia con
mo. A base de todas estas experiencias se constituye la experien tención y limitación. Y o quiero tropezar con lo real a costa de
cia metafísica. En ella estoy ante el abism o; experimento una in que cese la posibilidad. Lleno de posibilidades avanzo hacia la rea
suficiencia desconsolada cuando la experiencia se queda en mera lidad, incluso aislándome y limitándome, porque quiero llegar en
experiencia de la realidad empírica; pero en ella hay presente ella a donde ya no hay ninguna posibilidad, sino lo real decidido
henchido cuando se torna transparente y de este modo se convierte que no hace más que ser porque es ser puro y simple. A éste no le
en cifra. puedo encontrar nunca en la existencia empírica temporal. Pero
Esta experiencia metafísica es la lectura del primer lenguaje. el leer su cifra se torna sentido de un hacer y experimentar com
Leerlo no es comprenderlo, no es descubrir lo que está en el fon- pletamente distinto.
.dft sino un estar realmente en e llo ; no una cercioración racional, Leer la primera lengua exige experiencia. Lo que revela al ser
sino, más allá de ésta, la diafanidad del ser en la realidad empíri no es el pensamiento abstracto sino la cifra en la singularidad «hi¿~
ca, que comienza en la inmediatez más primigenia de la «existen torica» del presente. Lo que me muestra al ser no es una hipóte
cia», y aun en la más elevada intercesión del pensamiento nunca sis- metafísica, en la cual yo infiero y calculo lo que puede ser el
es, sin embargo, éste mismo sino que a su través es una nueva in ser, sino la visibilidad corporal de la cifra mas allá de la cual no
mediatez. puedo pensar porque en ella resplandece el ser. Pero lo que sea
la experiencia es ambiguo. El pensamiento apriorístico mismo se
La experiencia metafísica se sustrae a toda comprobación pos
torna experiencia. La exigencia de la experiencia se dirige solamen
terior, que pudiera convertirla en una experiencia valedera para
te contra el pensamiento vacío, no contra la experiencia del ser en
todo el mundo. Se convierte en ilusión engañosa cuando creo que
la cifra del pensamiento sustancial que se realiza fácticamente.
puedo tenerla y producirla a voluntad en la «conciencia en gene
ral», cuando se la trata como un saber, pero también cuando la La experiencia de la trascendencia cuanto más general sea, tan
trato frívolamente como si fuera un sentimiento puramente subje to más pálida es ; en cambio, t anto mas decisiva cuanto mas as-
tivo. En ella se aprehende una manera de ser distinta de la que ciende a la cima de algo que sólS" aquí y a h o ra se cumple. .La ex
es sólo existencia empírica positiva. En ella el ser pasa de ser sim periencia He la Naturaleza, por ejemplo, se convierte en la lectura
ple realidad empírica a ser eternidad, en la cual ningún saber pe del escrito cifrado cuanto más claramente se percibe lo que es en
netra. teramente individual, allí donde yo cobre el conocimiento mas
concreto de la más mínima realidad en el presente de la totalidad
Si en la experiencia de las cosas del mundo, de las vivencias y
los actos mentales como tales constituía un no-saber el límite ne de un mundo.
gativo, ahora en cambio, el no-saber queda henchido al retroceder 2. La lengua que se generaliza en la transmisión ( segun
do lenguaje). — En la resonancia del lenguaje de la trascendencia,
a la realidad sensible presente pero, n o considerándola ya como
cy J o «V UU
M etafisica Lcctura del escrito cifrado 501
que sólo se percibe en la inmediatez del presente momentáneo, los prodigios. Se abre un todo suprasensible. En lugar de estar en la
lenguajes se constituyen en imágenes y pensamientos que deben realidad confiado en ella, en tanto que divina, la «existencia» pe
transmitir lo oído. Junto al lenguaje del ser está el lenguaje de los netra en un más allá de la realidad que está allí como i,tro mun
hombres. '~ -j do y como el verdadero ser, el cual se le presenta por medio de
Las creaciones lingüísticas del lenguaje de contenido metafisi la revelación. Esta, o bien está fijada históricamente, m, se repi
co que se han hecho objetivas tienen tres formas intuíbles. Se pre te, sino que acontece como un único drama que abarca el mundo
sentan como «m itos de forma particular», como «revelación ¿Le un en las consecuencias del acto único e irrepetible, cuando en cada
más allá», com o «.realidad mítica» : caso el tiempo se ha cumplido, hasta que con la consuínación de
a) Los_d,L°jes_griegos no son^trascendentes sino que están to las revelaciones en la palabra y la acción divinas el murido puede
davía en la realidad. Sólo el trascender filosófico, desde Jenófanes acabar. O bien tienen lugar repetidas revelaciones, el drama del
hasta Plotino, rebasa este mundo y estos dioses que, siendo un mundo no está ordenado en la economía de un todo. Se distin
mito en la realidad, son distintos de la otra realidad. Los dioses guen infinitos períodos del mundo. En verdad, queda abierto el
pueden encontrar al hombre en el mundo ; pues son, como figu camino para desprenderse definitivamente de la realidad empírica,
ras, una realidad al lado de la realidad empírica. El mar real es pero cuándo se consigue, y si es para todo y para todos, sigue
para nosotros la cifra de lo insondable; ei; la figura de los dioses siendo oscuro.
del mar, com o símbolos expresivos, el mar se torna «mito de for c) Si la realidad misma es al propio tiempo mítica, entonces
ma particular». ni lo real queda desvalorado ni complementado por figuras obje
L o í mitos relatan sucesos que han determinado el fundamento tivas especiales. Lo real es, como real, visto al mismo tiempo ron
y la esencia de la realidad empírica. Conducen a la solnrión Hp Tac la significación que fe confiere la trascendencia. No es ni la senci
tensiones existenciales, no por virtud del conocimiento racional, lla realidad empírica de lo investigahlf. (sino realidad que sobre
sino por el relato de una historia. Los mitos descubren mediante puja todo lo investigable) ni es la trascendencia sin realidad em
nievas ocultaciones y perduran com o figuras actuantes. Estas son pírica. Como enteramente presente es hasta en lo más último, real
creaciones anónimas de los milenios. En el mundo sobrehumano V trascendente al mismo tiempo. En Van Gogh, los paisajes, las
ve el hombre lo que él mismo es. Como acto del ente divino cosas y los hombres, con toda su efectiva presencia, se tornan al
contempla lo que él, como propio ser y propio hacer, todavía tiempo m íticos; de aquí la singular fuerza de sus obras.
no hizo objeto de su reflexión, pero de hecho coloca bajo la de Cuando en el presente sensible no vivo al mismo tiempo «exis
terminación de lo contemplado. La significación del mito se trans tiendo» en él como en una trascendencia, se despierta un anhelo
forma. No es un producto lógico inequívoco ni agotable mediante que es tan singular porqxie busca lo que, sin embargo, está pre
la interpretación. La^yerdad^ eterna del m itn1 sin embargo siempre sente aquí. No aspira por encima de las cosas a otra tierra, sino
histórico, perdura aún cuando se le distinga y conozca como mTEo. que tiene que ver esa aspiración a un más allá como una traición
Pgrg el sentido aé los mitos se descubre sólo para aquel mis to- por el hecho de que lo existencialmente posible no se ha realizado
4avía_cre.s~en_Ia verdad, la cual cobra en ellos su forma caracte en lo presente. Este anhelo no es el fenómeno nervioso, en el cual
rística y, co m o ta l, evanescente. Si se les interpreta, siempre se yo no puedo aprehender las cosas como reales ni aun a mí í/iismo
origina una falsa simplificación, se pierde su contenido~«histón- como existiendo empíricamente ni vivir el momento como presen
.c° 2-y Ia interpretación se convierte en una dislocación, porque con te real. El anhelo, que encontraría su satisfacción en un presente
sidera como necesariamente cognoscible lo que como necesario no mítico, subsiste precisamente, a pesar del henchido pres«nt<j sen
puede ser conocido nunca en ellos. sible, en tanto que sólo es realidad empírica, en el sentimiento
b) El 'inil;n.dfì un ultra-mundo desvaloriza la realidad empíri la existencia empírica vitalmente pleno. Su tormento no <« la fal
ca reduciéndola a mero contenido sensible, a algo que no es~pro- ta de realidad sino la falta de trascendencia.
^iamente. Pero el más allá se manifiesta en ella, hace señales y Por virtud de la comunicación con el otro, dirigido s w / /nismo
502
Metafísica Lectura del escrito cifrado 503
y a el com o manifestaciones del ser-sí-onismo originario, voy acer je únicamente lo puede oír la «existencia» que trasciende a su vez.
cándome cada vez más, y mi anhelo crece para satisfacerse sola O bien yo hablo expresamente del verdadero ser de la tras
mente en aquellos instantes para los cuales ya no existe la muerte. cendencia. Lo que éste es se piensa en analogía con el ser consis
Acercarse empíricamente a un hombre y con ello aumentar su an tente, con el ser-sí-mismo, con el ser-cchistórico». Entonces se cons
helo para, por virtud de la proximidad empírica y sin un imagi tituye una totalidad cerrada en una imagen intelectual. Pero el
nario más-allá, vincularse con él trascendentemente y entonces aca pensamiento, incluso desarrollado en un sistema metafísico, no
llar el anhelo, es el amor m etafísico: para este amor existe la rea es, más que símbolo ideal, no un conocimiento de la trascenden
lidad mítica. cia. El mismo es cifra, posibilidad de ser le íd o ; por tanto, no
3. L e n g u a j e e s p e c u l a t iv o ( te r c e r le n g u a j e ) . — Cuando el de una manera idéntica para todos, sino diversa por apropiación
, pensamiento interpreta el escrito cifrado, es evidente que al ha personal en cada caso.
cerlo ni puede conocer la trascendencia como lo otro ni ampliar la O bien yo me aferró a la existencia empírica, que soy yo mis
orientación ultramundana como saber de la existencia empírica en mo en mi mundo, para encontrar el camino al ser de la trascen
\Vcuanto tal existencia empírica. Pero el pensamiento, obedeciendo dencia. En los pensamientos que bajo el nombre de pruebas de
a su propia ley formal, pieiisa^necesariamente en objetividades. El Dios constituyen una doctrina yo me cercioro del ser en correla
i ^ el escrito cifrado originario escribiendo uno niu>vn- pién sala^ ción fáctica con la sustancia de mí ¡mismo, por la cual los pen
trascendencia por analogía Con la existencia empírica deTSruñdo samientos que, en sí, com o conocimientos, son indiferentes y de
—e €S presenta intyjtiva y lógicamente. Lo pensado p<¡. n. su generan fácilmente en un juego lógico, cobran una fuerza exis-
vez, solo símbolo en tantoqüe lenguaje, que entonces se ha hecho tencial de convicción que les falta por completo como pruebas
transmisible. ^Este lenguaje puede hablar de múltiples ¿paneras. objetivas.
O bien yo tengo la realidad com o tal ante los ojos. A ella se le O bien cavilo sobre el origen y el fin en una reminiscencia y
formula dondequiera la pregunta: ¿por qué existe esto?, pero no previsión trascendiente.
CQ^iO-Una-pregunta racional, propia de la orientación mtrarrvumilL Estas y otras formas de pensamiento analógico de la trascen
na que mv¿sji|ula£^caüsas, sino como la preguntáfrascendleñte, dencia en la cifra de los símbolos ideales son, en suma, lo que se
que no pretende ninguna respuesta porque sabe que ésta es impo- llama especulación, que no es conocimiento de un objeto, ni ape
. Je qmerg-esjr a e r lo real a la plena presencia existen lación y requerimiento a la libertad por reflexiones que esclare
cia , por así decir penetrándolo: la existencia empírica es tal que cen la «existencia» ; ni una trascensión mediante categorías, que
esto es posible en ella; el ser es tal que esta existencia empírica es nada aprehende, pero liberta; ni una interpretación de la refe
posi e. n el asombro, en el odio, en el horror y la desesperación, rencia existeneial a lo trascendente, sino una inmersión contem
en el amor y la exaltación ve que esto es asi. Es una manera de plativa en el contacto con la trascendencia, en el escrito cífrac/o
aprehender el ser en la existencia empírica que, si bien esencial aprehendido, cavilado, formado, el cual la trae ante el espíritu
mente distinta de la orientación ultramundana que conoce inves- como objetividad metafísica.
ígan o, solo es posible valiéndose del mismo material que ésta. La especulación es un pensamiento que trata de estar contem-
traiismisiálL-Euesto que se mueve exclusivamente en lo real. plaSyamente en .la-irascendenria ; por esta razón Hegel la llamó
m e _ e_ser comprendida aun sin trascendencia, tal como la des- servicio de Dios_ Pero, com o subsiste sin un resultado que fuera
cnpcion natural en cuanto reproducción de lo que se presenta en un conocimiento, fué caracterizada por F. A. Lange como poesía
el espacio, la exposición histórica en cuanto forma de participa de conceptos. Es, en efecto, esencialmente distinta de todo otro
ción resumida de investigaciones empíricas sobre el pasado hu pensar, que ella supone para sí, utiliza y disuelve. E lla‘ hace que
mano. ero, cuando en ellas habla el lenguaje de una aprehen se evapore en el propio movimiento pensante, que no conserva
sión rascendiente, son el medio de la transmisión metafísica, sin ningún objeto como fijo y firme. En el lugar de la objetividad
que a inteligencia pudiera decidir si ellas son. Pues este lengua siempre evanescente pone una función sin objeto y realiza, están-
504
M etafísi ca Lectura del escrito cifrado 595 .
do verdaderamente en ello, la conciencia absoluta del que así pien la misma manera que la otra, y ninguna lo capta real y entera
sa. De aquí que n o se la ha de comprender ya en el acto de pensar mente.
e la inteligencia, sino, por virtud de ésta, tan sólo al hacerse 4. I nmanencia y trascendencia .—No hay ser para nosotros
presente lo absoluto <jue en ella ha de conquistarse. Es un pensar sino cuando en la realidad empírica se hace lenguaje. Un mero
que pensando se remonta sobre lo pensable, simple misticismo ¡más allá es vacío y lo mismo que si no lo hubiera. De aquí que
para la inteligencia que quisiera conocer, y, en cambio, claridad
la posibilidad de experimentar el verdadero ser requiera trascen
para un ser-si-mismo que en ella trasciende.
dencia inmanente.
Pero es erróneo llamar servicio de Dios a la especulación. No Pero esta inmanencia tiene un patente carácter paradójico. In
es mas que una analogía del culto en la filosofía. Con este nombre
manente es directamente a diferencia de lo trascendente, en la
ya se le ha concedido demasiado, pues no se realiza más que en «conciencia en general», lo que todo humano puede experimentar
cifras, no en una relación real con la divinidad del auténtico culto
idénticament e : el mundo, inmanente es también la r.m-tírhi-m.hrp
a la que se habla en la oración. Por virtud de esa denominación
existencial del ser-sí-núsmo. la cual, aunque ya no es accesible a
■se encubre el salto que hay entre el culto y el juego intelectual de
la metafísica. '------------------- — — —— s----------------- ------- la «conciencia en general», se es presente a sí misma a diferencia
del ser de la trascendencia, el cual existe para la «existencia»
Sin embargo, tampoco el nombre de poesía de conceptos es como aquello a lo qué ella se refiere como verdadero ser. Pero si
acertado si con el se quisiera mentar el carácter arbitrario e in- el ser de la trascendencia se hace presente a la «existencia», no
comprometedor de este juego. El arte. estético, incomprometido, es como él mismo, pues no hav ninguna identidad de «existen
de a rtp o u r Z art correspondería a la metafísica también incom- cia» y trascendencia, sino como cifra, y aun así tampoco como
p ometida de las hipótesis del mundo, la cual aspira a una exac _ob]eJp, el cual es este objeto, sino, por así decir, sesgando toda
titud puramente racional y una probabilidad apreciable, como el objetividad. X a trascendencia inmanente es la inmanencia, que
arte de Tana esfera estética que se supone vive por sí sola aspira a inmediatamente se desvanece de nuevo : es trascendencia, que en
la exactitud de una forma. Pero incluso el arte, cuando es auténti la realidad empírica se ha hecho lenguajé en'tanto que cifra. Así
co, no es incomprometido. Por el contrario, el arte habla a su vez como en la «conciencia en general» el experimento es el mediador
com o cifra. «Poesía’ de conceptos» es, a pesar de esta analogía de entre el sujeto y el objeto, así la cifra lo es entre la «existencia»
la especulación con el arte, en tanto que otro lenguaje de la tras y la trascendencia.
cendencia, un nombre equívoco, puesto que mezcla lo específico La cifra es el ser que trae a presencia la trascendencia, sin que
de am bos: la aclaración intuitiva y la aclaración intelectual de la trascendencia tuviera que ser un ser como ser-objeto ni la «exis
Ja conciencia absoluta.
tencia» un ser com o ser-sujeto. Por el contrario, se cae desde el
Puesto que la especulación no existe nunca más que en una origen del presente auténtico en la esfera de la «conciencia en
1 .a’ e¿ Í l M l I l f f l I ! a J o ^ a del ser com o tal puede llegar a SPr general» cuando la trascendencia, en las cifras interpretadas, se
la-trasc_endgncia. Esta sólo se hallará en su símbolo más o menos torna objeto en cuanto ser conocido, o cuando las formas de com
cerca y mas o menos lejos. Ella no tiene su mundo, que habla portamiento de la subjetividad, como órgano de la percepción
como escrito cifrado en un único plano uniforme. La efectividad y de la producción de la experiencia metafísica, son concebidas
de lo positivo, que acentúa, está lejos en cuanto mensajero del y cultivadas.
ser en la existencia empírica que me es extraña; al mismo tiem En ambos casos se anularía la dialéctica infundamentada del
po esta mas cerca que lo que m e ase decisivamente desde fuera, ser-cifra. Quedaría, por un lado, un más allá como trascendencia,
y viene & la mayor proximidad en lo que yo mismo hago. Las re y por otro, un más acá como vivencia empírica. Objetivamente,
giones ^ el ser de la realidad empírica — que se resumen-- en las Dios y el mundo estarían como extraños uno frente a otro’. La
ca egonas—- no son de la misma importancia en el pensamiento escisión' "kería tanto como establecer una hendidura sin relación
ana ogico de la especulación. Ninguna com o cifra capta al ser de alguna entre los dos términos separados. Habría una sima entre
-50$ Metafísica
Lectura del escrito cifrado 507
lo absolutamente otro que al principio podría ser colmada imagi
nariamente mediante miembros intermedios jugando caprichosa bolo ya hay, como manifestación de la trascendencia,' totalidad
mente sin término, pero entonces, puesto que sólo el mundo tiene y unidad. En él yo llego a identificarme con aquello respecto a lo
realidad empírica, no se tardaría ¡mucho en suprimir la divinidad ■cual yo me comporto al mismo tiempo como rechazado a mí mis
y lo imaginario que se había interpolado. Sólo hay un mundo que, mo. Hay por tanto, diferencia de proximidad y distancia, pero
sin cerrarse y formar una totalidad, constituye el espacio de la cada símbolo es un aspecto singular de la trascendencia. Mientras
experiencia infinita del ser como consistencia de la realidad em que la realidad empírica tiene consistencia y queda concebida en
pírica. Si la inmanencia y la trascendencia ^e han hecho comple las relaciones de unas cosas con otras, y de aquí que el conoci-
tamente heterogeneas, la trascendencia se disipa para nosotros. ¡miento sistemático sea idéntico al conocimiento de la realidad
Una vez que la trascendencia y la inmanencia han sido pensadas empírica, el ser del símbolo sesga la realidad empírica. Percibirlo
como absolutamente distintas la una para la otra, es preciso, por equivale a traspasar la intrincada red de lo que es empíricamente
el contrario, que en la cifra, en tanto que trascendencia inmanen real y de lo que vale impositivamente, para colocarse directamente
ante lo no sabido.
te, realicen para nosotros su dialéctica viva y presente, si la tras
cendencia no ha de perderse. El mundo y la trascendencia son, desde el primer lenguaje, al
El movimiento de las cifras se modifica en los tres lenguajes: cual todos los posteriores se refieren como a su.plenitud, unidad
La lectura de las cifras como presencia originaria no se presta sin identidad. Si en el tercer lenguaje el pensamiento quiere pro
a método alguno ; ni se puede proponerse hacerla ni se la puede mover su comprensión, entonces comienza como inteligencia. Para
suscitar por virtud de un plan, sino que es como un don emanado la inteligencia en general, que incluso no puede pensar la tras
del origen del ser. Cuando desde la raíz de la posible «existencia», cendencia más que como realidad empírica en el mismo plano que
com o cercioración de la trascendencia en el mundoj aspira a la el m undo; o bien el mundo es t o d o : el mundo es Dios, o bien hay
claridad, no se realiza por ella progreso alguno del saber, sino mundo y trascendencia, entonces hay dos cosas, y la trascenden
sólo la trasparencia «históricamente» verdadera de la realidad cia es la otra realidad empírica ultraterrena, que no existe aquí.
empírica. Para la inteligencia hay esta alternativa entre panteísmo y tras
cendencia ultraterrena; pero, cuando la «existencia» se cerciora
El método no vale para la experiencia originaria, sino para su
de la trascendencia, no la capta más que en unidad con el mundo.
tr3S^IÍSjI^gQ_gLÍgguQdo lengua je7~Bn el mito y la revelación, el
método toma el camino de traducir las cifras originarias en o b je Puesto que esta unidad conserva al mismo tiempo lo absolutamen
tividades específicas, tales como personificaciones, visiones, his- te otro frente a la realidad empírica que es la trascendencia, no se
la puede ver ni como mero mundo ni como pura trascendencia.
tOTia visionaria y afirmaciones dogm áticas; este lenguaje, como
Para la trascensión de la «existencia», la alternativa en que se en
lenguaje alegórico, no se pierde cuando su realidad originaria ya
no es asequible para nosotros en esta forma. Otro camino es dejar cuentra la inteligencia es el deslizamiento del espíritu, sea hacia
una inmanencia panteísta sin trascendencia, sea hacia una tras
hablar lo real como real, con tal contextura y acentuación que,
cendencia ultraterrena carente de mundo. En la auténtica tras
como realidad, se torne cifra ; entonces la trascendencia experi
censión se realiza la afirmación más profunda del mundo que es
mentada, transmitida por la realidad inmanente de un modo in
posible, respecto a la existencia empírica del mundo com o escrito
directo, se me oculta si no hago más que ver realidad empírica,
cifrado, porque en éste, como transfiguración del mundo, se es
pero se hace patente para la «existencia», que en ella escucha
cucha misteriosamente el lenguaje de la trascendencia. Pero en
aquello de que se tiata realmente. La verdad se perdería si, con
vertida para todos en un ser general idéntico, se sustrajese a la la separación no sería posible sin engaño una afirmación del mun
índole indirecta del lenguaje. do, pues la existencia empírica falta de transparencia no tiene sa
tisfacción en sí imisma.
La multiplicación de los símbolos no constituye un mundo ce
rrado en sí a modo de sistema de una totalidad. En cada sím De aquí que la creencia en el tercer lenguaje superando la in
teligencia — que, o bien fija y da carácter absoluto a la diferencia
508
Metafisica
Lectura del etcrito cifrado
entre mundo y trascendencia, o bien la niega— trate de objetivar las cifras del segundo lenguaje no puede ser encontrada partiendo
la dialéctica, la cual, presente originariamente en el escrito cifra de principios ni pensada arbitrariamente ad hoc, sino tan sólo
do, sólo es accesible a la especulación en la forma del pensamiento, conquistada «históricamente» En la tradición histórica, primero
que en su movimiento se anula a sí mismo.
^conocida, después puesta a prueba mediante preguntas, y en
5. R e a l i d a d e n l a s c i f r a s . — El niño puede experimentar el tonces, rechazada o apropiada, la objetividad de la trascenden
jer de la trascendencia, en el ámbito del segundo lenguaje, como cia en el segundo lenguaje ayuda a troquelar la nueva «existen
realidad indiscutible. Se desarrolla viendo y actuando con su pro cia». La objetividad metafísica recibida es un bien único, precioso
pia vida en el mundo al cual conoce, resuelto y feliz, con todo su e insustituible; tiene su raíz en orígenes prehistóricos y consti
ser, com o la única verdad, aunque sólo lo conoce vagamente. Des- tuye una conquista de la humanidad en su carrera a través de
pues, la experiencia de la existencia empírica enturbia la prístina los milenios.
visión. Y a no ve la única referencia de todo a Dios, sino que agu-
Después de la gran crisis de la reflexión ya no se puede volver
za el sentido para la limitación, el abuso y la destrucción huma
de la misma manera a la anterior realidad de las cifras del se
nos. Iiene que luchar por el ser, que le amenaza con escanársele
y que puede perder. gundo lenguaje, de los mitos y la revelación. Los mitos de forma
particular, la revelación y la realidad mítica son contenidos obje
Mientras que para el niño, en su despertar primigenio, no hay tivos, cuyas formas parecen excluirse mutuamente; pero de hecho
objetividad histórica, sino tan sólo el puro presente de lo verda todavía luchan unos contra otros en la conciencia individual, en
dero y real, mirando retrospectivamente en la disgregación de su la que hablan entre sí, aunque se repelen. En la crisis, esta lucha
conciencia a su saber, que ya se va desligando de la realidad, se tiene la gravedad de que en ella se trata de mí m ism o; la crisis
e convierte en tradición recibida de su peculiar «historicidad» lo asienta al individuo sobre sí porque éste somete a preguntas la
que para el era de modo absoluto el verdadero ser. La conciencia tradición autoritaria del mito y la revelación, y entonces tiene
originaria-se transforma en una conciencia «histórica». Lo que como que encontrarse frente a pretensiones que se excluyen. La lucha
realidad fundamenta la «existencia» aparece para la contempla declina al fin, convirtiéndose en la defensa de la posibilidad de un
ción como proceso a modo de un acontecer típico. encubrimiento engañoso, siempre que la realidad mítica sea re
La objetividad de la tradición metafísica atrae hacia sí la suelto e indudable lenguaje de la trascendencia; entonces los mi
«existencia» naciente antes de que vuelva a absorberse en la «exis tos de forma particular y la revelación tienen todavía una sig
tencia» ya hecha. La objetividad, como histórica que es, tiene el nificación relativa com o recuerdo histórico. Los contenidos con
aspecto de lo estable y consistente; únicamente puede ser puesta servados hablan en las figuras pretéritas, pero más mortecinamen
con sentido en cuestión cuando la «existencia» como singular llega te, y no ya con una presencia cabal, que incluso se ha hecho rea
a su ser-sí-mismo. A la conciencia que despierta se le presentó l o lidad.
consistente recibido como autoridad. La pretensión de ser reco- Entonces se torna apremiante la pregunta por la diferencia
noci o ya se había cumplido antes de que pudiera ser puesto en entre representación de la trascendencia y trascend-encia. Todo el
duda. Contra ello se rebela, juntamente con la creciente orienta lenguaje de las cifras puede degenerar como meras representa
ción ultramundana, una experiencia de la existencia empírica, la ciones en un juego visionario ; pero lo que importa es dónde el
cual puede impulsar a no creer nada más que lo finito y empírico. lenguaje es realidad. La realidad de la trascendencia, sólo decisiva
Cuando después este positivismo se derrumba en sus límites por en el primer lenguaje, atrae hacia sí, por así decir, toda mera re
e mismo concebidos, aquella objetividad, que al principio sólo presentación. Las representaciones son fluctuantes, cambian ince
existía autoritariamente, puede ser aprehendida de nuevo. Refun- santemente ; pero la realidad de la trascendencia es, sin posibili
1 j en. ™ oim iento de la cercioración existencial de la tras dad alguna, ella misma en las cifras originales, para cuya lectura
cendencia, sirve como función, en la cual el fundamento sustan sirven las figuras del segundo y tercer lenguaje cuando retiene’
cia cobra presencia. Pues la objetividad de la trascendencia en verdadero sentido.
510
MetaJuica
L e c tu r a d el escrito cifra d o
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La cifra com o tal cifra, por consiguiente, no es trascendencia.
&i la lectura d e las cifras lleva a figuras ¡míticas; si en la realidad sobre el simbolismo en general es la condición para aprehender
de la naturaleza y la historia, que se va haciendo translúcida, decisivamente y sin engaño el escrito cifrado de la trascendencia.
mitifico las ideas convirtiéndolas en poderes objetivos; si heroi- 1. S im b o lism o e n g e n e r a l (e x p r e s i ó n d e l s e r y e x p r é s ió n
zo, la «existencia», puedo, sin embargo, trascender más allá de la c o m u n ic a tiv a ). — Toda
la realidad empírica está penetrada de sim
mítica particular y de toda cifra, en el verdadero abismo de la bolismo posible. Nada se me presenta ni a nadie encuentro que
trascendencia com o fondo y fundamento de toda mítica, el cual no pueda ser expresión. Esta expresión es un quedarse mudo en
a su vez, ya no se puede mitificar. * tanto que es una expresión del ser, que cuando yo pregunto que
da sin respuesta, o es una expresión comunicativa que se dirige a
mí y cuando yo pregunto contesta y da respuesta. La expresión
LA EQUIVOCIDAD DE LAS CIFRAS del ser es universal; la expresión comunicativa está limitada a las
personas.
. «£° Perciba ^ expresión del ser en la fisonomía y en la mí
, f ' ^ - ^ f e a7 es*--£S-j£a^CMOJ_Ia unidad de un ser mundano y
d e j a trascendencia rfeja^de serlo cuando se la p ien sa ^ ™ » « »m. mica involuntaria del hombre„ Lo percibido v p! ppm ipí^t^ que
cando otra cosa. En_el escrito cifrado eslAmvosible stmarnr *1 dan sm~Ta reciprocidad que proporciona el intercambio del len
simboj# de j o^que simboliza. Hace presente la trascendencia, pero guaje. No es más que una expresión inconsciente del propio ser
sin voluntad de participación o de hermetismo. Y o me percibo a
no_es_ interpretable. Si y o quisiera interpretarla tendría que vol
ver a separar lo que solamente existe ju n to: tendría que compa mi mismo de ese modo en mi expresión y soy extraño entonces
para mi como si fuera otro. Sólo después me encuentro por el
rarla con la trascendencia, la cual no hace más que manifestárse-
hecho de que soy eso mismo, y entonces se torna apelación a mí
P-er° no es eUa- Sería deformar la lectura del escrito mismo aquello que yo parezco para mí, espantado o conforme.
cifrad ó y convirtiéndola en una comprensión de relaciones simbó
licas puramente inmanentes. A pesar de la clara conciencia, la Lo que se puede percibir de esta manera puede ser expresado
ectura del escritp cifrado es estar en un simbolisnfo inconsciente en apreciaciones respecto al carácter, temple, actitud interior, tem
que para ¡mí ni siquiera es cognoscible como simbolismo. El sim peramento de un hombre. Estas a su vez pueden ser comprobadas
bolismo consciente, en cuanto posesión de cosas en el mundo por mediante la observación del hombre en cuestión, en su conducta
virtud de sus mutuas relaciones, como lo que existe también de y mediante la actualización de la biografía. Lo percibido de este *
otra manera, en el sentido de signo, metáfora, comparación, re modo en la expresión es algo empírico siempre que comprenda
presentación, modelo, no es escrito cifrado. Mientras que este mos bajo ese nombre lo que no solamente es experimentado ob
simbolismo consciente se hace claro precisamente mediante la in jetivamente, sino investigado en sus conexiones, y puede ser juz
terpretación, el simbolismo inconsciente del escrito cifrado no es gado, según criterios, como visto exacta o falsamente. Hay, por
afectado por la interpretación: lo que una interpretación apre tanto, en la percepción de la mímica y la fisonomía un aspecto
hende en él no es él, sino un escrito cifrado desnaturalkado y con de psicología empírica, porque se trata de la expresión de un ser
vertido en mero simbolismo. Se haría claro a la manera del sím que como existencia empírica puede ser también accesible por
bolo, cuya significación de algo existente en cualquier parte po otros caminos.
dría ser mostrada. Pero el escrito cifrado existe como él mismo, y Pero por ningún camino esta existencia, aunque empírica, es
ni siquiera puede aclararse por medio de otra cosa. idéntica para siempre y para todo el mundo. La percepción de la
El simbolismo en general es una relación con la cual, y tras expresión no es sólo una percepción por parte de la «conciencia en
cendiendo sobre ella, se enuncia la esencia del escrito cifrado me- general», sino una visión de la libertad por la libertad. J?ues lo
a <^ue> embargo, ya no es relación, sino unidad en la que se ve depende del propio ser, y sigue siendo, en su enuncia
rea i empírica de la trascendencia. Así, pues, estar en claro
ción, posibilidad tanto para el otro, en tanto llamada y apelación,
-512 Metafisici»
Lectura d e l escrito cifrado
513
liza'en territorios tan heterogéneos como la interpretación de los tendrían posible sentido, pero que, empleados com o saber, lo com
sueños, la astrologia, la interpretación de los mitos, la fisiognòmi prenden todo aparentemente, la Lógica de Hegel es el sumo ejem
ca, el psicoanálisis, la metafísica en formas extrínsecamente com plo. Su dialéctica permite, en una forma única, convertir de an
parables. Cuál es la significación por la que se pregunta es cosa temano todo argumento contrario en miembro de la propia ver
que cambia según la dirección del simbolismo pensado : por ejem dad. La contradicción queda incluida, comprendida y superada en
plo, en la antiquísima interpretación de los sueños son el destino’ cada figura; la contradicción ya no puede proceder de afuera. Las
y los sucesos venideros ; en la astrologia, el pasado y el futuro, significaciones significan a ellas mismas y a su contrario.
las cualidades, la vocación, la dicha y desdicha del hombre indi 8. S im b o lism o y c o n o c im ie n t o . — Es un error tomar el sim
vidual ; en la fisiognòmica, el carácter —pero también confundién bolismo por un conocimiento. El procedimiento de interpretar la
dolo todo entre estos territorios— ; en el psicoanálisis, las viven realidad empírica conforme a unos pocos principios, los cuales, en
cias instintivas reprimidas, que se notifican en fantasías, sueños, virtud de hipótesis auxiliares arbitrariamente aducidas, parecen
formas de conducta ; en la metafísica interpretativa sería el ser ser eficaces para todas las cosas, se hace monótono. Parece que
de la trascendencia. Lo que en cada caso sólo se manifiesta en con ese procedimiento se dominan los últimos fundamentos de sí
símbolos ya no es pensado como manifestación, sino como el ser. mismo y del mundo, y, sin embargo, no se hace más que moverse
Todo es interpretado, tanto los símbolos originarios como los sím en un círculo autárquico de fórmulas que se adecúan dondequiera
bolos de los símbolos. Desde que hay hombres, la interpretación de algún modo. El símbolo como conocimiento es nada. El hecho
se ha realizado en una multitud incalculable de formas y pensa de que un simbolismo se convierta, por virtud de una convención,
mientos. El elemento común de todos ellos es la sinfinitud y la en un lenguaje de signos, como medio técnico de múltiple forma,
multiplicidad arbitraria. no lo contradice. Los signos en la matemática, los modelos en las
w Cuando se puede decir que hay una significación se abre la ciencias naturales, los símbolos en la biología tienen su sentido
sinfinitud de lo posible y arbitrario, si la voluntad, en tanto que unívoco definible al servicio del conocimiento racional. Pero ellos
capricho, no hizo alto y limitando al espíritu interpretativo le fija. mismos no son conocimiento.
Si se trata de la antigua interpretación de los sueños, de la inter En cambio, el símbolo metafísico es un ser como cifra, y en
pretación de los mitos, de la interpretación psicoanalítica de los ésta es él mismo. El ser-real existe para el saber empírico sólo
sueños o de una interpretación metafísico-lógica del mundo, siem como un ser que está en conexiones y dependencias, por las cua
pre se establecen reglas y principios dominables, los cuales, en lo les se le puede concebir. La génesis y la causalidad muestran si
particular, dejan que sea posible absolutamente todo y admiten algo está ahí y cómo está. Nada de lo que existe empíricamente
toda posible interpretación contraria, interpretan todo lo contra e« ello mismo, sino que todo es en relaciones. El ser-símbolo como
rio ya anticipadamente y lo convierten en material de construc cifra de la trascendencia, en cambio, no está en relación, sino que
ción, como prueba para la propia interpretación verdadera. Bayle sólo existe para aquel que se da cuenta de la suya. Está, por así
ha dicho : «Las interpretaciones alegóricas son los ojos del espí decir, sesgando la realidad en una dimensión profunda, en la cual
ritu, las cuales se pueden multiplicar en lo infinito y mediante las uno nuede-sumirse v naufragar» pero de la cual no se puede
cuales se puede encontrar en cada cosa todo lo que se quiera.» sin perderla inmediatameTlt^'por completo.
Las interpretaciones de los mitos confirman esta tesis no ¡menos De aquí que no sea posible una investigación de los símbolos,
que el psicoanálisis. La peculiar seguridad de los defensores de sino tan sólo su creación y c a p ta c ió n . La investigación del len
tales interpretaciones proviene de que se sienten irrefutables, pero guaje de la visión de los símbolos, tal como se ha dacto en la his
olvidan que si todo argumento en contra, en virtud de sus prin toria, sólo es posible a su vez, bajo condiciones subjetivas, en el
cipios',- es aplicable como fundamento para ellos, les falta toda po investigador que puede ver el símbolo y estar abierto para él an
sibilidad de prueba para su pretendido conocimiento. Entre io» tes de toda investigación.
sistemas mertafísicos de pensamientos, que, como escrito cifrado, á .-> S im b o lism o i n t e r p r e t a b l e y sim b o lism o i n t u íb le .- En
Lectura del escrito cifrado
518 Metafísica
directo, garantías objetivóte y firme apoyo, coge orando la mano "de la invenía ni surge del vacío de la subjetividad sino que habla tan
Dios, se dirige a la, autoridad y ve la. divinidad en figura personal, sólo en la realidad empírica. Pero es creada, porque no existe como
sólo bajo la cual, en general, ella es Dios, mientras que la divini objeto, de un m odo impositivo, con validez general e idéntica para
dad perdura en la lejanía indetermiaada. todo el mundo, sino porque sobre el suelo de la «existencia» es
2. C o n t e m p la c ió n e x i s t e n c i a l . — En el desamparo filosófico com o un acercamiento al ser en la fantasía intuitiva. Aunque no
queda la contemplación existencial desde la conciencia absoluta. se puede concebir psicológicamente como un producto del alma,
■
N o ps opfreié»» ia_f[iie. per pl <'nnhaTm | »c <*1 del filosofar, ni investigar real-objetivamente com o una realidad por la cien
inaccesible filosóficamente y, por tanto, problemática; pero es i cia, sin embargo, la cifra es objetiva, porque en ella habla un ser,
com o fantasía los ojos de la posible «existencia», comprometida a ' y subjetiva, porque el sí-mismo se refleja fcn ella, pero aquel sí-mis-
luchar activamente, aclarar el camino y cumplirse. mo que en su raíz se enlaza con el ser que se manifiesta como cifra.
La realidad empírica se resolvió, en la «conciencia en general», Y o permanezco morosamente en las cifras. No las conozco, pero
en los objetos de la orientación ultramundana. Pero la fantasía ve mg_abismo en ellas. Toda su verdad reside en la intuición concre
el ser en la realidad no disuelta racionalmente v aun de nuevo eñ~ ta queTas llena de una manera «histórica» en cada caso. En la Na
su disolución ; pero no como si huDiera uíTser fáctico detrás de la turaleza sólo se me patentiza este ser cuando dejo que me hablen
realidad empírica y lo infiriese imaginativamente, sino de tal suer las configuraciones únicas, irrepetibles, com o la intimidad ni mu
te que está presente intuiblemente en la cifra. cho menos generalizable de lo que aquí existe empíricamente.
Y o no puedo conocer lo que es el ser de la misma manera que La lectura del escrito cifrado está dirigida a la existencia em
conozco la realidad em pírica; únicamente puedo leer la realidad pírica en el tiempo. No necesita evadirse de ésta, pues entonces
empírica com o cifra, mientras y o no rebase su carácter de símbo con la realidad también le faltaría el ser, ni puede fijar la realidad
lo. En la orientación intramundana conozco las cosas mediante empírica como consistencia al modo que lo hace la investigación
conceptos, pero tan sólo por medio de la fantasía leo el ser en la en la orientación intramundana, porque entonces perdería con la
realida<i_einpírica; ella es la paradoja~3e que la «existencia»", cual-\ libertad que, com o realidad empírica, no puede ser encontrada, el
qtííér cosa que sea,"no puede ser tomada por todo el ser, smoTque ) camino a la trascendencia. Por el contrario, lo que importa a la
para conservarse &n la trascendencia se "desliga de toda la seguri- \ fantasía existencial es aprehender todo lo que existe como pene
dad de la realidad empírica com o tal. Cierto es que también la ' trado por la libertad. La lectura de la cifra tiene el sentido de un
■fantasía filosófica se sirve de conceptos, pero no son para ella los saber del ser en el cual el ser com o realidad empírica y el ser como
materiales con que se erige la realidad empírica. Porque no piensa libertad se tornan idénticos, para ser, por así decir, para la mirada
los conceptos como tales sino que para ella se convierten en cifra más profunda de la fantasía, el fundamento, no lo uno ni lo otro,
com o todo lo demás. Esta manera de mirar, en transparencia, la sino ambos.
realidad empírica, es a modo de una intuición fisiognómica. Pero El pensamiento especulativo es el escrito cifrado hecho transmi
no de la mala fisiognómica que, aspirando como meta a la forma sible. Interpreta, pero su interpretación no es una comprensión del
del saber, infiere de los signos un substrato que está en el fondo, ser, sino, en la comprensión, un rozar la verdadera incomprensihi-
sino como la verdadera fisiognómica que lo que «sabe» sólo está “lidad de la sustancia del ser. Y o no comprendo, por tanto, el pen
en la intuición. En la cifra tengo como ser frente a mí lo que está samiento especulativo, cuando no hago más que comprenderlo, si
c onexionado con la raíz de mi propio ser v . sin embargo, no llega no tropiezo, por su virtud, con lo incomprensible como el ser, por
a ser uno conmigo. Y o soy verdaderamente en tanto que estoy en el cual y con el cual yo soy propiamente. Y o comprendo mediante
la'cifra como mí mismo, sin perseguir una finalidad o servir a un el lenguaje intelectual en el cual me hago comprensible a mí mis
/interés empírico. mo, ¿precisamente allí donde encontré lo incomprensible. Pero^esta
La realidad de las cifras del ser, comparables a’ las imágenes comprensión no es concebir mejor aquello que, a la postre, ¿ería
¿■siognómicas, es tanto dada com o creada. Es dada, porque no se completamente concebible en un progreso infinito, sino que es ha
524 Metafísica
Lectura del escrito cifrado 523
cer presente decisivamente lo que está más allá de la contraposi una separación entre dos esferas de v id a ; una ideal, la de la tras
ción de comprensible e incomprensible como ser, el cual en la cendencia, y la otra real, la de la existencia empírica, entre las
comprensibilidad se manifiesta desvaneciéndose. La autopresencia* cuales fluctúo y elijo.
de la «existencia.» encuentra en la comprensión lo incomprensibleí J Inversamente, la « existencia», sin los ojos de la fantasía, que-
y en ambos al ser. Pero la comprensión yerra cuando toma lo com -r I da. también sin claridad en sí misma; permanece en la angostura
prensible por el s erT v~a su vez la aprehensión Hp in mpnrr.prp.K-
\ de la existencia empírica positiva. Sin la lectura de las cifras, la
sible yerra cuariclo lo incomprensible, al anularse el lenguaje de í «existencia» vive a ciegas.
la comprensión, queda meramente reducido a lo que sólo es dato Por el hecho de que el descarrío siempre está a un paso, ha de
brutal, sin problematismo.
superarse conscientemente — si no quiero incurrir en él— en la pro
Como «conciencia en general» yo no veo nada más que reali pia aclaración. Moverme en el mundo de los símbolos, ser captado
dad empírica. Las referencias existenciales a la trascendencia son por él, es, por de pronto, nada más que vivir una posibilidad. En
interiormente antinómicas; por virtud de ellas no hay cumplimien él quedo preparado, pero me engaño si, por la vivacidad de la emo
to en el tiempo. Pero por virtud de los ojos de la «existencia», de ción, tomo ya esta posibilidad por la realidad del instante «histó
la fantasía contemplativa, la conciencia del cumplimiento se hace rico» en el cual se me patentiza originariamente la trascendencia.
posible en la lectura de las cifras como henchimiento en el tiempo Lo que habla como cifra depende de la «existencia» que escu
de un instante evanescente. Por virtud de la fantasía, la «existen cha,, En virtud de la posibilidad habla dondequiera, pero no es
cia» encuentra reposo en el ser; la cifra es trasfiguración del m i m - recibida dondequiera. La aprehensión de la cifra, como elección
d o ^ T o d a realidad empírica se torna Inanuestación de la trascen que es, nace de la libertad del que la lee. En ella me persuado de
dencia, y todo lo que existe empíricamente puede ser visto en esta que mi ser es así porque yo lo quiero así, aunque y o no creo ni
fantasía amorosa como un ser por sí mismo. Ninguna utilidad, nin produzco nada sino que recibo lo que yo elijo.
guna finalidad, ninguna génesis causal determinan su ser para mí, Lo que eT s cifra no está todo en un mismo plano. Que es lo que
sino que, sea como sea, en tanto que manifestación, alcanza su todavía me roza de lejos o me llega al corazón, en qué rango del
perfección y belleza porque es cifra. r
verdadero ser escucho el lenguaje, si yo en mi suma aflicción como
En la oscura apatía de una conciencia en la cual todo es lo en mi mayor dicha recurro a la Naturaleza o al hombre, todo esto
mismo y no hay ser-sí-mismo ni no-ser-sí-mismo, no hay escrito lo determina mi ser por virtud de mí mismo.
cifrado. Sólo en la claridad de la conciencia adviene con las sepa 3. C r e e n c ia e n l a s c i f r a s . — Toda cifra se desvanece para la
raciones y diferenciaciones, la posibilidad. Ahora todo lo que exis «existencia» que en su libertad se sabe en ascensión y caída, en
te empíricamente se torna primeramente positividad de la reali- \ las cuales no está aislada sino que, solidariamente con otras, per
dad empírica y racionalidad de lo válido ; pierde la transparéh- I tenece a algo inconcebido que nos rodea. El origen existencial por
cía y cesa de engañar por medio del ensueño y la fantasía. Sin em- / el cual se aprehende la trascendencia se hace comprensible en las
bargo, así no llega a ser escrito cifrado. Este tiene que patentizar- k creaciones míticas y especulativas no fijables, cuya rígida pose
se verdaderamente en un nuevo salto y lo hace por virtud del ser- sión, sin embargo, impediría la ascensión. Esta ascensión exige li
sí-mismo, que ase resueltamente aquella positividad y racionalidad bre apropiación en el riesgo existencial comprometiéndose sin re
para penetrarlas, sin confusión, con Ja mirada trascendiente. servas en la realidad fá ctica ; no permite apoyarse en algo que
En el tiempo subsiste la ambigüedad de la contemplación. La existe objetivamente, que sólo se reconociese por concesión y de
realidad del ser, visto contemplativamente en la realidad empíri ferencia.
ca, en cuanto solo contemplativo, se hace rápidamente arbitraria. A las preguntas: ¿ Crees realmente en tu genio ? ¿ Crees en la
La contemplación es una forma d e la «existencia», que sólo queda inmortalidad ? ¿ Crees en la trascendencia como lo. Uno ? se res
comprometida cuando se traduce en la más decisiva unidad con la pondería :
«existencia» en su realidad tem poral. P ero es falsa si se practica Si quien pregunta es una «conciencia en general», entonces no
526 Metafilica Lectura del escrito cifrado
52T
hay nada de to d o eso, pues no se puede encontrarlo en ninguna posibilidad ajena, pero no hacerlo. La creencia en las cifras no exis
parte. P ero si la pregunta se me dirige a mí como posiblj «exis te en cuanto se la formula y declaré----------- -----------------------------
tencia» p o r una «existencia», entonces no puedo responder en tér
minos generales, sino tan sólo por el movimiento de la comunica
ción existencia! y el comportamiento fáctico. Si en ello no se mani ESCRITO CIFRADO Y ONTOLOGIA
fiesta la creencia para la «existencia», la creencia no existe. E x
presarla m ediante contenidos es existencialmente cuestionable por Quien quiere saber qué es propiamente el ser trata de fijar con
que es el. primer paso para evadirse de la comunicación mediante c eptualmente este saber : la ontologia, como doctrina del ser en
la objetividad. N o puedo expresar objetivamente una creencia absoluto, tendría que resultar profundamente satisfactoria, si mi
como no puedo prometer lo que sólo será cuando procede de la li ser pudiera llegar a sí mismo en un saber que como tal ya demues
bertad de la «existencia». El contenido formulado de la creencia y tra su verdad.
la promesa determinada de un contenido son finitos, porque son V------------------------;------------ - _____________ _____________________
concebibles extrínsecamente. Así como no prometer es un funda 1. O n t o l o g ì a e n l a s g r a n d e s f i l o s o f í a s . — La ontologia ha
sido el designio fundamental de casi todas las filosofías, mientras
mento mucho más seguro de nuestro ser en la realidad empírica,
han estado fascinadas por la prima philosophia de Aristóteles con
cuando surge del miedo de anticipar lo que sólo puede llegar a ser
vertida en el armazón tradicional del pensamiento filosófico. La
real como libertad y cuando se produce con la conciencia de una
ontologia fue también la forma de la filosofía aún después de que
vinculación interior que rebasa todo lo expresable, así también la
el proposito fundamental había sido rechazado en principio. Nun
creencia, conforme a su esencia corno contenido, se mantiene en
ca nos abandona, y no desaparecerá, porque hay en nosotros la in
todo lo didho al .mismo tiempo en suspenso, cuando está vinculada
a la certidumbre de su trascendencia. ^ destructible inclinación a poseer aún lo peculiarísimo por virtud
de un saber. El 'hecho de que, a pesar de su estructura ontològica,
Por esto la respuesta e s : yo no sé si creo ; mas para el filoso las filosofías hablen com o auténtico filosofar, descansa en la fusión,
far hay la participación de los movimientos del pensamiento com o en el pensamiento indiviso, de lo que sólo en nuestra situación se
modos indirectos de vincularse y requerir. ha separado. En el mismo curso de pensamiento proporcionan
«Existiendo» ño es posible guiar nuestra vida por finalidades un saber impositivo de la realidad empírica, trascienden de toda
puramente racionales y propósitos determinables de dicha. Pues realidad mundana sobre ésta como base, apelan y requieren al que
como «existencia» tal vez experimentamos, al faltar la comunica escucha que puede por su libertad abrazarlas o recusarlas, y for
ción referida a la trascendencia, la desolación de la realidad em man una cifra, la cual se convierte en patentización del ser tras
pírica que ni se puede expresar adecuadamente ni apartar oportu cendente. La fuerza inaudita de las grandes filosofías es haber to
namente. Pero la comunicación se realiza en la cotidianeidad como cado en sus pensamientos fundamentales todos estos aspectos al
franqueza y com o disposición no exclusivamente racional, al dife mismo tiempo y de ese modo también al hombre entero, el cual,
renciar lo esencial de lo no esencial, en la unanimidad o en la con a través de ellas sabe, quiere y ve a la vez. Después, se produjo el
aislamiento y separación de los aspectos distintos, el argumentar
tradicción, que inmediatamente se traduce en preguntar y escu
sin término engendrado por esta causa, la transformación en cuer
char. De ese modo es posible una vida filosófica, que por el im
pos distintos de doctrina, en suma, una irremediable confusión
pulso a la expresión directa está amenazada al mismo tiempo en su existencial que dificulta ima decisiva adquisición de estas filoso
veracidad. Aunque nuestra incapacidad no nos permita con su fías mediante una concepción clara y original. Se las ha tomado por
ficiente frecuencia la expresión directa, ésta no lo es todo. Lo que la cáscara, se las ha privado de su contenido y así tenían que atro
acaso le sea permitido a un profeta al romper a través de toda fiarse.
existencia empírica histórica y, por así decir, al reingresar en ella Kant concibe la forma de toda realidad empírica objetiva y sus
viniendo de o tro mundo, la filosofía puede representárselo como modos de validez para nosotros, partiendo de las "condiciones en~
528 M etafísica Lectura del escrito cifrado 529
las facultades del alma humana, las -cuales tienen su punto cardi b e'el ser que yo mismo soy. Otras el pensamiento filosófico coloca
nal en el ser-sí-mismo del yo. Hace s ensible la libertad; compren en el primer plano el ser como ser en s í : Hegel tiene éste a la vis
de la necesidad d e la belleza como su sustancia en el substrato ta y ve la realidad empírica como encerrada en él. JPero las estrnp-
suprasensible de la humanidad ; concibe la ciencia, su sentido y turas ontológicas del ser en sí no son más aue cifras. Como obje
sus limites. Su edificio intelectual ha sido pensado como conocí- ■ to cono"cido tienen que fracasar7 porque las pienso como renli^a^
miento im positivo, en cuanto que aclara el ser empírico del hom empírica, g. la que rebasa este ser más allá de los límites de lo
bre y su relación co n el ser en sí. Establece lo que es según sus po pensable. La realidad empírica solo es metaiísicamente a modo de
sibilidades, y anticipa en esquema lo que en esta realidad empírica una sombra del ser, pero esta sombra es para nosotros lo presen
puede, en principio, presentarse. Con estos mismos pensamientos te, en el cual puede conocerse con validez general. Sin embargo,
trasciende sobre la realidad empírica, cuyo carácter fenoménico casi todas las filosofías han buscado el punto de vista en el ser-
eleva a la conciencia porque recorre los límites de la realidad em mismo y no en esa sombra. Pero si eran ftlosofía, sus pensamientos
pírica como objeto del saber y como perfectibilidad. Pero todos también han de revertirse constantemente. Lo que se dice del ser,
los pensamientos no son, para él, más que la condición para rea se ha de expresar com o didho de la ascensión existencial del hom
lizar el auténtico requerimiento y llamada a la libertad, el cual bre. De este m odo ha imaginado Piotino una grandiosa filosofía
solo es posible cuando se realiza aquel primer trascender' al ca ontológica, que convertida en doctrina y, por tanto privada de su
rácter fenoménico de la realidad empírica. De aquí que aún la ex comprensibilidad, proporciona, por así decir, una imagen munda
plicación objetiva más periférica toma en él gran peso por virtud na de todd-ser y toda realidad empírica. P ero-si se la piensa^ori
del patetismo de este requerimiento que lo penetra todo. Sin em ginariamente en su tesis es, a¡l mismo tiempo, requerimiento a la
bargo, a la postre este edificio intelectual también es tácitamente posible «existencia» y forma de un escrito cifrado. Cierto es que
una cifra^ que parece d ecir: El ser es de tal suerte aue esta reali- Piotino se coloca ¡metafísicamente en el ser mismo en vez de co
j ~ - £ mPÍr^ca -£S posible. El aián de saber, la propia conciencia de locarse en la aclaración de la «existencia» sobre la base de nues
la libertad, la contemplación metafísica encuentran satisfacción al tra sit.na.pinn humana ; pero esto únicamente lo consigue porque
mismo tiem po: aprehendo algo que yo tengo entonces, experi su construcción y deducción del ser es al mismo tiempo aclaración
mento el impulso más profundo para mi acción, soy rozado sua de la realidad empírica y de la «existencia», la cual se pierde cuan
vemente por la cifra de la trascendencia. do expone su pensamiento conv.irtiéndole en cognoscibilidad.
E l circulo dialéctico del ser-sí-mismo de Hegel, que se opone a Este pensamiento indiviso de las grandes filosofías, para nos
.a objetividad y retrocede a sí mismo desde lo otro, por tanto en otros ciertamente ya irrepetible, no es un modo alguno un defec
e, queda en sí mismo, expresa, a la vez, en sus ricas modulacio to. En ellas está escrita la cifra especulativa más llena de conte
nes, lo que es la realidad empírica, qué determinaciones del ser nido. Sólo por virtud de ese pensamiento indiviso fué esto posible
son posibles y necesarias y lo que la trascendencia del verdadero en tal grado. Aun el requerimiento a la aclaración de la «existen
ser significa, a saber, la patentización de Dios en la nresennia dpi cia» era en ellas un miembro en el pensamiento, que a su vez se
pensamiento filosófico^ En él se ve requerido, el oyente, ante todo, convirtió en cifra. No eran las vacías formas lógicas, en que los
a leer el escrito cifraHo de este filosofar, pero ál mismo tiempo re pensamientos como tales formas, se pueden aislar fácilmente y se
cibe un saber que tiene consistencia, experimenta la ascensión con tornan insípidos y fríos, sino que el pensamiento, en vez de ser el
templativa desde la realidad empírica al ser y un suave impulso pensamiento de algo está el mismo inflamado, inspirado por el
al ser-sí-mismo, aunque éste en Hege] también muchas veces pa ser. Claro es_qnp ^ que ser y pensar sean lo migmo no tiene nin-
rece extinguirse silenciosamente. gún sentido en la escisión de la conciencia : en ella siempre, se <ü~
rige^éf pensamiento a algo distinto de el. Pero en cuanto que el
yAsí, pues, en el primer plano de la unidad del pensamiento filo-
sofico que encierra en sí todas las posibilidades está unas veces el pensamiento se torna cifra, esa identidad ya tiene sentido. Cuan
ser como manifestación de la realidad em pírica: Kant circunscri do en el pensamiento el hombre asió el verdadero ser, el ser de
34
Metafisica L ectura del escrito cifrado 531
es e pensamiento n o era el ser en sí ni la subjetividad de un pen 1 por virtud del ser-sí-mismo el ser que nunca puedo conquistar como
samiento arbitrario y fortuito, sino esa identidad en la cifra v de | saber. En verdad, en este ganarse a si mismo trátase al principio
tal modo que se hizo «-histórica». El pensamiento era en ella la'-fa- r sólo del ser? que todavía no está decidido, de la libertad, de la
eeta de lo general, pero como pensamiento integral este aspecto ^«existencia», no de la trascendencia. Pero la trascendencia''única
general se unía con la presencia del ser pensado y del ser pensan mente es accesible a este ser ganado en la decisión. En el lugar
te en el. Expresado por sí como pensamiento general se tornó ina del ser de la ontología se coloca la realidad empírica de la cifra,
ne o trivial, juego o curiosidad. Los pensamientos fundamentales siempre «histórica», nunca de absoluta validez general.
de las grandes filosofías en los cuales el pensar y el ser eran una Si para los pensamientos originarios filosóficos la profundidad
misma cosa y fueron pensados como unidad, fueron, desde Par y la extensión se conseguían a la vez, esto ya no es posible para
menides en adelante, prostituidos al ser logicizados. Necesitan ser nosotros. Después de haber visto por qué género de pensamiento
vij3& cados^orun nuevo ser-sí-mismo para que en genérafseán ac- indiviso estas filosofías alcanzaron inconscientemente singular im
Entonces ST percibe lo que propÍSHiHtS* portancia y significación, una repetición nos confundiría. Nuestra
• ° r? a ^ °. k a autoevidencia irreflexiva de un pensa fuerza es la separación, porque hemos perdido la ingenuidad. Que
n o^ 0 ^ / “ f “ 0 CTa realidad ha sido su Su lím ite es no rer restablecer lo que en ella fué una vez milagrosamente posible
¡¡¡S r íA ve.rdadef i más q ue una sola vez. Pues la falta de com - y real, sería engendrax creaciones inauténticas y hacemos insince
n í aC10naT del Pr°P io hacer se convirtió en falta de verdad ros a nosotros mismos. La unidad de esta interfusión es para nos
en todos los sucesores que si bien todavía lo pensaron, este pensa- otros una ilusión engañosa, cuando no es con toda conciencia es
íento ya no era en ellos el mismo. Entonces la cifra ya n o fué crito cifrado. En éste, se anula, para nosotros, toda ontología que
ornada por cifra, sino que el pensamiento fué considerado com o no se haya limitado a ser determinación particular de los modos
pensamiento im positivo y objetivado doctrinariamente, al que n o de ser en el mundo o metódico conocimiento de los c§¿minos de la
se piensa ya con el ser-sí-mismo, sino tan sólo con la inteligencia, incansable cercioración del ser.
al qu e no se le hinche ya con el propio destino en su historicidad, f*“ La ontología como saber y querer saber aquello que el ser es
ino que se le trata corno saber dado para más adelante. O propiamente, en forma de conceptos que lo ofrecen constructiva-
2. ^ I m p o s ib i lid a d d e l a o n t o l o g ì a p a ra n o s o t r o s . — L a o n to I mente, se convertiría para nosotros en la anulación de la busca
lo g y tiene que desmoronarse, pues el saber de la re a l i ^ ^ p ír ic a H del verdadero ser por la posible «existencia» en la referencia tras
! 4 r í r T lltr 0 E la onentación i^ F a m m d a n a , e U a b e r oTietiyo ' ^ cendente de su decisión. La ontología ilusiona engañosamente al
generai_a_ias posibles determ inaaóhes logreasen una A * 1.“, ^dar carácter absoluto a algo, de lo cual se ha de deducir lo demás.
cgte^ rias ; eTsaber en la aclaración de la existencia tiene sTTra- Encadena al ser que se ha hecho objetivo y deroga la libertad. Pa
zon de ser por virtud del requerimiento a la libertad, no por la raliza la comunicación, como si yo pudiera alcanzar mi sentido de
1111 resu1ltado 5 el saber de la trascendencia existe como la existencia empírica por mí s o lo ; ciega para la verdadera posi
, , ° n contemPlativa en el inconsistente y ambiguo escrito ci bilidad sustancial, impide la lectura del escrito cifrado y hace per
ado. Tampoco el saber del movimiento en las actitudes interio der la trascendencia. Ve un ser com o uno y múltiple, pero no como
res de mi ser, en tanto que «conciencia en general» y en tanto que el ser de la posible «existencia», el cual no puede ser más que éste.
posible «existencia», es ontologia ; por el contrario, este saber como I Su libertad exige la separación en virtud de la cual la ontología
claridad en la articulación del filosofar es un aprehenderse a sí I deja de existir.
mismo, no al ser. El ser es buscado incansablemente por todos es Puesto "que las ontologías de los grandes filósofos no tienen
tos caminos, pero no existe ya com o ser por virtud de ellos. Al para nosotros la índole de una ontología negable críticamente sino
arme cuenta de que el ser está desgarrado para mí, ep. tanto que que sólo se convierten en ésta — pero también inmediatamente—
soy, a a vez, realidad empírica y posible «existencia», ¿esa el an- en su transmisión, es menester, si hemos de apropiárnoslas, antes
e o e una ontologia para convertirse en el impulso de alcanzar de todo que destruyamos sus edificios. En éstos, separamos lo que
Metafísica
¡diera ser así (este es el erróneo proceder de las hipótesis metafísi cesito. de un Dios para mi personalidad, com o hombre moral, taix>
cas del mundo) sino que hay la posibilidad de que esa generali biéii este caso está previsto.»
dad se cumpla e„hinche en lo Uno de la «existencia».
Así, pues, la verdadera unidad no es para nosotros más que la
realidad «histórica» en el hacer del respectivo ser-sionismo, para EL FALSO ACERCAMIENTO DE LA TRASCENDENCIA
el cual la fusión de los modos de pensar se puede realizar plena
mente en el escrito cifrado. La ontología tiene que ser disuelta La trascendencia se ha acercado, por así decir, convertida en
para que el individuo pueda retornar a la concreción de la «exis figura en el mito y la especulación ; pero se ha acercado falsa
tencia» presente. Si el individuo sigue este camino de realización mente cuando, en_ lugar de una cifra, se ha creído asir la tras
del ser, entonces se le hace perceptible el ser de la trascendencia cendencia misma directamente! ----------- -------‘--------
en el escrito cifrad0 , en el cual toda su existencia empírica se con
y o hay que preguntar en absoluto qué sea la trascendencia
virtió. La clara separación en los pensamientos pensados y enun
separada del hombre para el cual ella es. P ero a la trascendencia
ciados es la condición para esta unidad existencial. Que lo que
por esa razón no se la puede insertar como ella misma en la rea
tuvo junto queda desgarrado y sólo junto es verdad, es exacto,
lidad empírica. Los místicos se atrevieron a negar que hubiese la
pero esta junción misma como pensada siempre es falsa, cuan
divinidad también sin el hom bre; mas para la* «existencia», que
do el se” real de la «existencia que la piensa no es este pensamien-
se r"1n. cuenta de que no se ha creado a sí misma, la proposición de'
o de la unidad misma, y entonces es intransmisible. La verdad
que Dios también existe como trascendencia aun sin el hombre es
esta en el ser-sí-mismo y en su cumplimiento trascendente, »n
la forma inevitable en que tiene que ser pensado negativamente lo)
los_pensaimientos filosóficos, que ob.ietiva.nrlo la
que no encuentra ninguna realización positiva.
como^un saber transmisible.HSólo desgarrando ^1 pensamiento es
La cifra es el ser de las fronteras, como lenguaje de la tras
posible la verdadera unidad. La ontología tiene que ver, aunque
cendencia, en donde ésta se acerca al hombre, pero no como ella
no quiera, la existencia empírica com o separada de lo general, que
misma. Por el hecho de que nuestro mundo no se puede leer como
conoce com o lo Todo-Unico. En cambio, la lectura del escrito ci
cifra totalm ente; por el hecho de que, hablando míticamente, la
frado, partiendo del carácter único de la «existencia», mira lo
cifra del diablo es tan visible como la de la divinidad; por el he
General-Unico de la trascendencia por virtud de la acción interior cho de que el mundo no es una revelación directa, sino tan sólo
del que lo lee.
.un lenguaje, el cual, sin llegar a tener validez general, sólo es
Así, pues, si filosofando se habla del contenido del escrito ci perceptible «históricamente» en cada caso a la «existencia», y aun
frado, entonces el desgarramiento penetra en el mismo escrito en entonces no se nuede descifrar dfefthítivámente. ,-ppr todo esto la
cuanto lenguaje que se ha hecho general. No sólo la ordenación trascpnrlpnnia ec patentiza, como oculta. Está lejana porque es in
objetiva de los. conceptos del lenguaje metafísico, sino también asequible como ella misma. E s también lo extraño, lo enteramen
la aclaración expresada existencialmente de las posibilidades, que te otro. porque no es comparaWffi con nada. Viene como desde su
da sin unidad. En la «historicidad» y ambigüedad de todo lenguaje lejano ser a m odo de poder extraño en el mundo, y habla a la
el ser de la trascendencia no es el ser que existiría válidamente. Se «existencia», a la que se acerca sin mostrarse en cada caso más
le piensa en grados, pero sin que exista una norma de una única que como una cifra.
serie de grados. Los múltiples cielos y limbos, los tipos de dioses La...tensión de la «existencia» hacia esta trascendencia oculta
en sus jerarquías y contraposiciones aluden a esto, lo mismo que es su-vida, en la cual la verdad, buscada en las preguntas y la
las palabras de Goethe: «Para m í no puede serme suficiente una respuesta del destino, se experimenta y contempla, y, sin em
manera de pensar; como poeta y artista soy politeísta, y pan- bargo, queda encubierta en tanto dura la existencia empírica tem
teista, por el contrario, como investigador de la naturaleza. Si ne poral. Esta tensión es la auténtica manifestación del ser-sí-mismo,
536 Metafísica
Lectura del escrito cifrado 53 r
pero al mismo tiem po un tormento. Para Huir del tormento'-el ante el cual es posible para nosotros la auténtica verdad, aunque
hombre pretende acercarse la divinidad ; para resolver la tensión a ella misma no la podamos conocer.
quiere saber lo que existe y dónde puede y a qué puede atenerse c) La forma mítica o la construcción especulativa convierten
y entregarse. L o que com o cifra es una verdad posible lo absolu- a la divinidad en un ente peculiar que, desde luego, está frente al
tiza el hombre, com o ser :
mundo en adelante, pero de tal suerte que en esta anticipación la
a) En la inmanencia completa el hombre se convertiría a sí divinidad sigue siendo inmanente. Míticamente se torna persona
mismo en el ser todo^único. Fuera de él no habría nada ¡más que
lidad, especulativamente el ser.
material para su acción. N o depende más que de él que él sea, por
Sfl Vinmbrp kp Hirifrp a la divinidad en la oración. entonces la
sí solo, lo que es. No hay D io s ; para pensar en Dios no hay lugar
divinidad es para éluñ~tu con el cual quisiera entrar en comuni
y distrae al hombre de sí mismo, le adormece y le impide reali
zar sus posibilidades. cación desde su solitaria perdición^ Es para él figura personal,
com o padre, salvador, legislador, juez. Por el hecho de que el ver
En esta absolutización irrealizable se habla como si se supie
ra lo que es el hombre. Sin darse cuenta se introduce subrepticia dadero ser en su existencia empírica es el ser-sí-mismo, Dios con
forme a esta analogía, se tornó involuntariamente persona. Pero,
mente al hombre com o vitalidad, o como término ¡medio, o como
como divinidad que es, se convirtió en persona omnisciénte, omni
un ideal determinado. Pero, tan pronto como se plantea seriamen
potente, infinitamente buena. El hombre es lo insignificante, pero
te la pregunta por el hombre, éste es el ser que sólo podría conce
birse sise" concibiera su trascendencia. Ü>1 hombre es el ser mT?r-a*- en cuanto afín, com o creado a imagen de Dios, es un reflejo de
su infinitud. Sólo en su figura como persona Dios está verdadera
pira más allá de sí m ism o; él no se es~b¿stante. Asi como la trans
mente cerca.
figuración dél mundo no 'significa absolutización del mundo, la te
sis de^ que todo tiene que presentarse al hombre para que- exista Aunque esta representación mítica de una divinidad personal
para el no significa que el hombre lo sea todo. El hombre,-aunque puede como cifra actualizarse por un instante, la auténtica con
para el hambre sea lo fascinante, sin embargo no es lo supremo y ciencia de la trascendencia se resiste en absoluto a pensar a Dios
último, aunque sea lo decisivo en su mundo. Se trata ciertamente como personalidad. Y o cejo inmediatamente en aquel impulso que
de él mismo, pero sólo porque para él se trata de algo distinto. me convierte la divinidad en un tú, porque siento que rozo la
Esto lo advierte en el hecho de que nunca encuentra reposo en sí trascendencia. En la representación misma ya me quedo enreda
mismo, sino tan sólo en el ser de la trascendencia. do en engaños. Pero la personalidad es el modo del ser-sí-mismo
que, conforme a su esencia, no puede existir s o lo ; es una referen
b ) En una inmanencia que se amplía y prolonga rebasando la
cia ; tiene que tener otras cosas fuera de s í : personas y Natura
presente existencia empírica temporal, el mundo de la historia
leza. La divinidad necesitaría de nosotros, los hombres, para la
humana se convertiría en el proceso de la divinidad, en el mundo
comunicación. En la representación de la personalidad de Dios la
del Dios que se hace. En él la divinidad avanza hacia la verdad y
trascendencia se rebajaría para ser sólo realidad empírica. O bien
se crea en lucha a si misma. Nosotros luchamos por esta verdad
puede ocurrir que la divinidad, al hacerse persona, no permanece
o en contra de ella. Ella ha alcanzado en nosotros su altura posi
oclusa en sí, sino que es al tiempo como muchas personas, que
ble hasta ahora. Lo otro, por lo cual el hombre se preocupa, cuan
tienen su reino del ser-sí-mismo en comunidad, sea en una repre
do quiere llegar a ser él mismo, no es la trascendencia, sino la hu
manidad divinizada. sentación politeísta indeterminada y libre o en la de una Trini
dad estrechamente vinculada. L a comunicación con la divinidad,
Tampoco esta absolutización del ser del mundo sabe en el p or últimor tiene la tendencia a obstruir la comunicación entre
ondo lo que es la humanidad, lo que debe v qniPEP Up^r «. ser. los hnrnhrfis. Pnp.s instituye comunidades ciegas sin que los indi-
ermanece absolutamente en el tiem po, pero la trascendencia está viduos lleguen al ser-sí-mismo. La comunicación del sí-mismo con
mas allá del tiempo. Aunque completamente oscura, no depende el sí-mismo como la verdadera realidad presente, en que la tras
e lo que para nosotios son dependencias últim as; es el abismo cendencia puede hacerse lenguaje, queda paralizada cuando se ha
538
M etafU ka
Lectura del escrito cifrado
E L M U N D O D E L A S C IF R A S
1. U niversalidad de las cifras .— No Eay nada que rio pue
d a ser cifra. Toda realidad empírica vibra y habla vagamente,
p arece expresar algo, pero ha de preguntarse para qué y de que,
es expresión. El mundo, sea la Naturaleza o el hombre, el espacio
sideral o la historia, y la «conciencia en general», no solamente
están ahí. Todo ser empírico puede ser contemplado fisiognómica-
¡mente, por así decir.
Los intentos de describir una totalidad, que no entra en nin
guna disciplina del saber orientador en el mundo, sino que se la
aprehende como la conexión que tiene una imagen, han llevado a
una fisiognómica de la Naturaleza, de las plantas, de los anima
les, de los paisajes ; después, de las épocas históricas, de las cul
turas, de las clases y profesiones y, a la postre, de las personali
dades humanas.
'Para la descripción movida por finalidades científicas determi
nadas hay métodos, pero no para las concepciones fisiognómicas
de la realidad empírica. Lo que corre bajo el nombre de «fisiog
nómica» es, por el contrario, esencialmente heterogéneo. Es la
anticipación intuitiva de un conocimiento que después se com
prueba de un modo racional, empírico, absolutamente antifiso-
nómico ; es la inteligencia de la expresión de una realidad empí
rica que es accesible también por otros cam inos; es la captación
del carácter de una forma natural histórica y del espíritu de las
épocas y de los grupos de la historia humana; son los estados de
ánimo de las cosas, que se consideran introyectados en ellas, al
concebirlos como una transferencia de la propia vida psíquica.
Pero, aunque todo esto ya es expresión, sin embargo no es ci
fra todavía. Es como si hubiera una expresión tras otra expresión
en una serie de estratos, que sólo acaba con la autopreaencia in
interpretable ¿Le la cifra. Para ésta rige, a diferencia de las posi
bilidades indeterminadas de la fisiognómica: Primero, que en ella
Metafit\<a
Lectura deI encrxto cifrado
no se anticipa nada que sería conocido posteriorment e ; p o ivei con-
tiferio,~lodo conocimiento sólo hace Iñás decisiva la cifra, puesto en que no sólo juega la existencia empírica, sino también la «exis
que la lectura d e la cifra se suscita con el conocimiento, el cual no tencias desempeña un papel.
se hace lectura de cifra a su vez. Segundo, que no es expresión Una ordenación deliberada del mundo de las cifras no podría
de una realidad psíquica humana; por el contrario, es esta rea dominarlas, por tanto, mediante una visión de conjunto ; por el
lidad, junta con su expresión, la que se convierte como totalidad contrario, dejarían de ser cifras. Las cifras existen en «histórica»
en cifra. Tercero, que no tiene el carácter de las formas de la Na plenitud como profundidades a las que no llega la mirada, pero
turaleza ni el espíritu de las creaciones humanas; por el contra como formas generales de la realidad empírica se convierten en
rio, éstas puedea convertirse en cifras. Cuarto, que no es vida psí su envoltura.
quica introyectada, sino que para la «existencia» es una objetivi ~5i, n¡T obstante, se las quiere considerar con tacto filosófico,
dad, la cual no puede ser expresada por nada distinto, y sólo de ello resulta com o una sucesión natural: cifra es toda la realidad;
pnede compararse consigo misma; en ella habla la trascendencia, empírica de la orientación intramundana, la riqueza de la Natu
no simplemente un alma humana, por elevada y amplia que ésta raleza y de la historia; después también la conciencia en general
sea. Asi, pues, lo que se comprende en la expresión no es cifra. expresamente aclarada juntamente con las categorías que articu
Hacer_comprensibIe equivale a anular el escrito cifrado. Ver de lan el ser; finalmente el hombre, que como posibilidad es todo a
modo expresivo y configurado lo incomprensible como tal, por la vez y, sin embargo, nunca se agota.
virtud de la comprensión de lo comprensible, es lo que permite a) La orientación intramundana no necesita para sí de nin
rozar a la trascendencia a través de la cifra cuando lo incompren guna lectura de cifras. Por virtud de éstas tampoco se amplía
sible se torna transparente. como orientación intramundana, sino que corre, por el contrario,
2. O rdenación del m undo de las cifras .— La fisiognómica el peligro de hacerse oscura en sí misma, puesto que precisamen
trata de leer, partiendo del carácter concreto de la realidad em te se ha desarrollado libertándose críticamente del carácter de ci
pírica, no para llegar como resultado a proposiciones generales, fra que tiene la realidad empírica. La lectura de las cifras no pro
smo utilizando lo general como modo de asir lo característico. Por cura el menor saber que pudiera tener validez en la orientación
eso la fisiognómica no puede ser verdadera como un sistema que intramundana, pero los hechos de ésta son posibles cifras. L o
ordena su contenido. Una sistemática de las imágenes no capta que la cifra es y cóm o, no lo decide ninguna ciencia, sino la «exis
ría mas que sus formas empíricas externas. Se ha intentado in tencia».
útilmente someter a la lógica la fisiognómica de la realidad empí Sin la ciencia que orienta en el mundo la metafísica se torna
rica y elevarla a la categoría de conocimiento. Se puede aparen capricho fantástico. Sólo por virtud de la ciencia consigue la me
temente someter a regla y plan, como si fuera objeto de intelec tafísica apoyo firme y contenido cognoscitivo, los cuales pueden
ción científica, lo que como objeto de investigación científica in servirla en su situación «histórica» para expresión del trascender
mediatamente se disuelve y com o realidad empírica se desvanece. real. La investigación metafísica imprime retroactivamente un im
Esto proporciona el resultado concreto de una comprensión expre pulso a la orientación intramundana cuando ésta se me hace esen
sada, pero por lo demás sólo consideraciones formales sobre sus cial por el hecho de que veo la cifra en la realidad. Buscar la tras
posibilidades. cendencia es. por tanto, al mismo tiempo la implacable voluntad
í*ero allí donde lo fisiognómico se torna cifra no se puede trans d e ^ o n ocer lo real que se realiza en el mundo como una ínvesfl^
formar en un saber ordenado, ni siquiera como ciencia fisiognó gación nunca satisfecha. La trascendencia contemplada en la lec
mica, a causa de su multiplicidad indeterminada y su concreta tura de la cifra, cuando se la expresa directamente com o meta
totalidad, por el hecho de que lo fisiognómico es contemplado física., se hace trivial e insípida. En mi real orientación intramun
esde el punto de vista de su origen existencial, no conduce nin dana 'llego a estar henchido de ella, pero no por virtud de un su
gún camino hacia el saber, lo m ism o que en todos los demás casos puesto saber metafísico, que me transmite otro sobre la base de
su orientación en el mundo.
54« M etafísica L e c tu ra d e l e s c rit o c ifra d o 547
tentiza al ser en la realidad empírica. De aquí que toda realidad 1. L a N aturaleza como l o o tr o , como mi mundo y como yo
empírica sea m ilagro en tanto se convierte en cifra para mí. ;mismo.—L a Naturaleza es, en primer lugar, lo absolutamente otro
En la cifra, cesa el preguntar como cesa en la incondicionalidad p ara mí, que yo no soy y que aun sin mí es. Después, la Natura-
de la acción existencial. Hay un preguntar sinfinito, la intelectua leza es nú mundo en el cual yo so y ; finalmente es yo mismo, n |
lidad vacía, porque carece de impulso existencial. El preguntar tanto que yo, corno dado a ¡mí mismo, sov mi oscuro fundamento. J
tiene su verdadero ámbito para nosotros en la orientación intra La Naturaleza como lo absolutamente otro tiene una realidad
mundana, donde es ilimitado. Pero el preguntar desaparece ante empírica nacida de su propia raíz. Lo que fué hace millones de
la cifra, pues lo que sería preguntado ya no sería la cifra, sino su años, cuando los saurios chapoteaban en los pantanos tropicales
envoltura y residuo como mera realidad empírica, a no ser que la y todavía no existía el hombre, era, sin embargo, un mundo. Para
pregunta y la respuesta como tales se tornasen, a su vez, material nosotros ese mundo no es más que pasado, pero sería absurdo con
para una lectura trascendiente de ]a cifra. Donde lo supremo v siderar sus restos como algo que al crearse la realidad del mundo
Último es el preguntar, ya la cifra no es visíbleT Si el preguntar humano quedó como un pasado eterno sin haber sido nunca a su
^ega » ser lo supremo en el pensamiento como acción desinteresa vez presente. Una negación de la Naturaleza en favor del ser del
da y objetivante, este modo de pensar no es, sin embargo, el últi hombre la priva de su ser propio que dondequiera habla desde ella.
mo y supremo, puesto que sólo procede de la «conciencia en gene Este ser otro nos ofre^p siVIfl.ment.p sus..aspectos, no su ser mismo.
ral». El preguntar puede ser en este caso semejante a una huida Pero la Naturaleza, inconcebible en sí para nosotros, sin embar-
ante la presencia, aquí y ahora, de la «existencia» a la vista de la go, siempre es nuestro mundo. ., ^
cifra. La Naturaleza se torna en mi mundo por virtud de mi acción
b ) La conciencia en general es una forma del ser que se ha en ella. Esta acción trata de adueñarse de la Naturaleza para
conquistado^ trascendiendo, la cual no sólo investiga por medio de los fines de la existencia empírica, transformarla desde el senci
la orientación intramundana, sino que me comprueba en mi propia llo trabajo manual en el cultivo de los campos y los oficios hasta
acción. Esta acción del pensamiento que se piensa a sí mismo, se el dominio técnico. O bien la actividad es un ¡medio para estar
convierte en su actividad, y sus productos lógicos en cifra de una cóm odo en la Naturaleza, cuando yo no quiero utilizarla, sino
índole heterogenea con todo ser accesible en tanto que realidad contemplarla. Y o emigro, trasmigro, viajo, busco sitios especiales
empírica en la orientación intramundana. para aproximarme a ella, traspaso todas las fronteras y ^quisiera
c) El hombre es realidad empírica para la orientación intra conocerla por entero. En la N aturaleza no cesa la tensión de lo
mundana, es también «conciencia en general» y es posible «exis absolutamente otro con aquello que es ella en tanto que rru mundo,
tencia», todo a la vez. Lo que sea el hombre, se pregunta y res Aunque la domine por entero siempre quedo dependiendo de ella-.
ponde en los diferentes planos de un saber del ser, y al fin se pa Parece como si estuviera dispuesta para mí, para soportarme y
tentiza en la cifra de su ser particular en su trascendencia. servirme. Pero yo también soy para ella notoriamente indiferente
por completo ; sin el menor miramiento destruye.
NATURALEZA Y o soy a mi vez ATaturaleza, pero no solo Naturaleza. Pues yo
me puedo oponer a mí mismo, yo puedo modificar la Naturaleza
La Naturaleza es la realidad empírica, inaccesible interiormen que hay en mí lo mismo que la Naturaleza externa que me domi
te, que se me presenta, la realidad interconectada en el espacio y na, hacerla propia, morar en ella como en mi casa, o bien puedo
el tiempo y relacionada en sí misma, de un modo ilimitado e incal rendirme a ella, alejarla y excluirla. El ser-sí-mismo y el ser-Natu-
culable. Pero al mismo tiempo es lo que, quiera o no, me incluye raleza están uno frente a otro como coperteneciénaose.
en si, lo que para mí se concentra en este punto de mi existencia 2Í * E l ser- cifra de la N aturaleza .—El amor a la Naturaleza
empírica, lo que como posible «existencia» que soy se me convierte contempla la cifra coma la verdad de un ser que no es mensurable
en cifra de la trascendencia. ni tiene validez general, pero que en toda realidad puede ser
5¿0 M cta fw c a L e c tu ra d e l e s c rit o c ifra d o 531
aprehendido con ésta. En el charco de la calle y en la salida del leza es ahincándonos en nuestro lugar, siendo fieles a nuestro pai
sol, en la anatom ía de un gusano y en un paisaje mediterráneo saje, estando dispuestos para lo extraño que se hace presente.
hay algo que n o queda agotado con la mera realidad empírica La Naturaleza me aborda, me dirige la palabra, pero si se la
considerada com o objeto de investigación científica. pregunta queda muda. La Naturaleza habla un lenguaje que no la
Como cifra, la Naturaleza siempre es una totalidad. En primer revela, como si se hubiera cortado y balbuciese al comenzar. Como
lugar, é n ta n to «que paisaje, en el 'cual estoy en cada caso como lenguaje de lo incomprensible no es tonta realidad, sino que es
en una determinada situación de la existencia terrenal; después, com o la cifra de su profundidad.
como la única totalidad -mundial del único cosmos inconmensura En la cifra existe la conciencia de una realidad presente sin
ble según le pienso y le represento ; después, como reino natural de acción objetiva. Lo que en ella experimentamos no está empírica
los seres particulares : las formas de los minerales, plantas y ani mente ahí como cognoscible en las consecuencias y como depen
males,^ los fenómenos elementales de la luz, del sonido, de la gra diente de causas, sino que es la pura autopresencia de la trascen
vitación ; finalmente los fenómenos de la vida como los modos de dencia en la inmanencia.
existir empíricamente en un mundo circundante. La totalidad 3. La le c tu r a de la s c ifra s por la filo s o fía de la N atura
siempre es más que lo que se puede concebir y explicar. le z a . — Decir en general lo que la cifra de la Naturaleza es, es cosa
La Naturaleza, en tanto que cifra, es, en una forma histórica que ha intentado la filosofía de la Naturaleza desde la antigüedad.
mente peculiar, la vinculación terrenal de mi existencia empírica, Esta filosofía trata de acercar la Naturaleza al hombre para, des
la proximidad de la Naturaleza en que he nacido y me he elegido. pués, contra esta vivificada proximidad, hacer sentir lo inacerca-
Como tal es cifra incomunicable, porque en ella está la Naturaleza ble de la Naturaleza como lo otro cuya superación rebasa las po
únicamente para mí y, por tanto, en la forma más penetrante sibilidades del hombre. El hecho de que es imposible para el hom
como lo afín — el paisaje de mi alma— y a diferencia de lo com bre pensar la Naturaleza como si sólo existiera para él y que
pletamente extraño.
también sea imposible considerarla como suficiente por sí misma
J Desde ahí el horizonte se ensancha aún más. Y o me abro al — en esta insondabilidad penetran los pensamientos especulativos.
espíritu del lugar, que en la comunicación me llega, juntamente En primer lugar, vieron a la Naturaleza — como si estuviera cerra
con el arraigamiento de las otras «existencias» que se me presen da en sí misma— como el único Todo-Viviente; después, con el
tan, desde el pasado y el presente. Y o me abro, además, para el saber de la orientación intramundana destruyeron la unidad de la
paisaje extraño, abandonándome a la sustancia de la soledad en Naturaleza— de suerte que parecía aludir a otra cosa ; finalmente,
la Naturaleza, donde aún no ha sido tocada por el hombre. El pensaron la Naturaleza en una nueva unidad como una serie de
planeta se convierte en patria, y el impulso al viaje se torna bús estados articulados entre sí y a ella misma en una serie trascen
queda de las cifras en las formas terrestres. dente de grados, de modo que la Naturaleza quedó anulada y ab
La historicidad de la Naturaleza, aunque ampliable en lo ili sorbida en otra cosa :
mitado, se concentra en paisajes siempre nuevos «históricamente» ) El Todo-Viviente: L a Naturaleza es la embriaguez del ¿L&-
irrepetibles. Cuanto en forma más general sea visto su tipo (las
costas del mar del Norte con marismas, lagunas y landas, el pai
saje del mar homérico, la Campania, el Nilo, la montaña y el
desierto, el mundo polar, las estepas, los trópicos...), tanto más
irreal es como cifia. Sólo al estar concretamente en la infinitud de
y \ Sin preguntar por el «de dónde» y «hacia dónde®, la Natu-
;a en su transcurrir y perecer sin término, es el ser que se
mantiene eternamente en su torbellino. Sin conocer persona ni
destino, la Naturaleza es el abandono al torrente de su generación,
cuyo encanto se enlaza identificándose con el dolor de lo que no
lo presente se hace patente la cifra , a la cual la abstracción del tiene sentido : la Naturaleza es la rueda del tormento, que parece
tipo sólo puede conducir suscitándola. D e aquí que no haya una girar ep torno a sí misma sin cambiar de sitio. La Naturaleza es el
ojeada general solbre las posibilidades que, como tal, no oscurezca tiempo, que no es verdadero tiempo porque en su incesante parir
las cifras. Donde se escucha el lenguaje «histórico» de la Natura y devorar la sihfinitud perdura sin decisión. Cada individuo es
553
Metafisica L e c tu ra d e l e s c rit o c ifra d o 553
nada “ el torrente inconmensurable de la disipación v de toma una forma especial para cacla saber. Unidad del mecanismo
che. La Naturaleza es el impulso que no sabe lo que quiere- como la sumisión de la Naturaleza a leyes, de suerte que todo es
parece al mismo tiempo como el regocijo del devenir y como la captable mediante número, medida y p e s o ; unidad de las figuras
isteza de la sorda sujeción. Así, pues, su cifra no es definitiva morfológicas, las cuales en sí son en cada caso una totalidad de
sino, por el contrario, ambigua.
formas posibles ; la unidad de la vida como la vitalidad en cada
, , L a .5 atUraIeZa f esclarece convirtiéndose en la tranquilidad caso individual de una totalidad infinita en sí. Pero la unidad de
del existir gracias al equilibrio de las fuerzas. Cuando la obedezco la Naturaleza queda rota precisamente por virtud de esta categó
parece acogerme una tranquila armonía. Articula su realidad em rica aprehensión de cualquier unidad determinada. La unidad del
pírica produciéndose en una profusión de formas, de modo impre- Todo-Viviente no es tampoco consistente como una unidad pensa
inexorable y f f t ' 7 tod° lo formado ™ modo da, sino tan sólo cifra de una unidad que puede parecer tan eviden
n itam en te Jnn f Ji embarS°> puede aparecer como un ser infi te a la conciencia inmediata que sea menester conocer la imposibi
da ™ con_sola'dor : la fuerza original del alma del mundo úni- lidad de pensarla para no aferrarse a esta cifra de la unidad de la
sus m a n i S V-da’ indestructible, eternamente nueva en Naturaleza. El conocimiento que se ha heoho preciso en las cien
a tra e m e l 7 , Slempre la misma- ® Todo-Viviente parece cias naturales esclarece la cifra del desgarramiento de la Na
vertiginosa Sus f o ^ ab?°rbe y dlsuelve en su totalidad turaleza.
afines a mí" Pero Í “í m n ° ammal y VCgetal son como c) Gradación: Si se rompe la unidad del Todo-Viviente, se la
sublevo v r e l t n • ] 6Za D° resPonde '• así- Pues, sufro y me vuelve a buscar mediante el pensamiento especulativo, el cual
lo hacia ella * S° * 11113 SOSpecha de seguridad, un anhe- reúne lo que en la Naturaleza es heterogéneo en la gradación de
un proceso histórico de las formas naturales. Estas (como si se
La otra posibilidad es la inaccesibilidad de la Naturaleza • los hubieran derivado y producido unas de otras) son pensadas como
elementos desencadenados que m e am enazan; la fiereza de lo ab una serie intemporal en los reinos de la gravedad y de la luz, de
solutamente e x tra ñ o ; la sima de las form as L ím a les que £ vor
los colores y sonidos, de las aguas y de la atmósfera, de las formas
un m om ento m e dejé identificar con ellas en el parentesco se Z
de los cristales, de las plantas y de los animales. La idea de una
V iv íe S r n o r “ “ 5* desfi2uración temible o ridicula. Si eí Todo- evolución intemporal ve en la gradación de la realidad empírica
I la o u e T o n T 7 P°sibilidades vie^ a como una madre de la Naturaleza una creciente liberación de la sujeción, una cre
c ^ l m T i p ^ o 0; P°r U ° tra “ C0DVÍerte en - dem° ™ ante el ciente interiorización, concentración y posible libertad. Después
el proceso fué considerado como una evolución temporal, dirigida
La agitación incesante es el aspecto del Todo-Viviente - la ri- hacia una meta y dentro de ella también los intentos fracasados,
fd a l. B n S¿ M afi ^ las ~> « -* • ^ a g S c 6n ooo- las finalidades grotescas y absurdas que parece tener la Natura
fn te la lu , ií briU°s 7 fulgores, en las ondulaciones leza y las cuales hacen imposible ver la Naturaleza como una Na
i k • ’ de la mica en las rocas iluminadas por el sol • turaleza cerrada en sí misma.
en e ^ * * “ de la UuVÍa * SUS desteU- - d L 7 o ; Por esta razón se imagina una gradación general como cifra del
girar y desaparecer de los colores sobre la superficie del agua ser, en la cual la Naturaleza es un miembro que remite a lo que
r „b e s OTZ ent0 f fln i “ ,<>S 1 - c o T t ifL T tiene detrás y delante. En la Naturaleza, el fundamento de la Na-
mentó’ • ™ as esPa«a les que no persisten un solo mo- foiráleza se piensa, mirando hacia atrás, como la profundidad in
In d ^ n i^ r 7 la estrechez; I» luz y el movimiento; accesible de la trascendencia, por la cual la realidad empírica como
tan ^/ apariencia superficial del ser de la Naturaleza es Naturaleza es. primero posible y después se hace real. En la Na-
tan encantadora com o aniquiladora.
f turaleza se ve-; mirando hacia adelante, el germen de lo que saldrá
rale™ ® e¡* n tegración de la u n id a d de la N aturaleza: Si la Natu- L de ella como nsyíritu. En la Naturaleza, el espíritu que más tarde
an o que el Todo-Viviente pareció ser una, esta unidad ha de salir de ella como él mismo, aparece ya visible en la cifra
554 Metafís tea L e c tu ra d e l e s c rit o c ifra d o
sando todas las finalidades prácticas, me adueño de ese modo de pensamiento. Y o soy feliz en la contemplación de la riqueza de
un ámbito de la Naturaleza, yo mismo estoy ante ella misma. Por este mundo e incurro en traición si me pierdo en ella más de un
esto, ía inevitable repetición de unos cuantos motivos intelectuales instante.
en la filosofía natural a través de los milenios se funde con el in El hombre, perdiéndose en el aislamiento, busca la Naturaleza
finito placer de la lectura real de las cifras, que me ofrece una como sustitutivo de la comunicación. Quien se aparta del hombre,
inagotable profusión y hace verdaderos, a su vez, a los pensa encuentra aparente refugio cuando se explaya sin peligro en el
mientos. sentimiento de la Naturaleza. Sin embargo, con la Naturaleza se
5. La im p o r t a n c ia e x is t e n c ia ! d e la c if r a d e la N aturale acrecienta su soledad. El sentimiento de la Naturaleza tiene el ca
z a -— Y oestoy en la Naturaleza como posible «existencia». De aquí rácter de melancolía ; ella, la que no responde, aparece engañosa
que a su vista me desvíe de la sustancia de mi posibilidad en dos mente en su inconsciencia como compañera del sufrimiento. Nos-
direcciones. Si dejo que la Naturaleza sólo se me presente como otros lo medimos todo por el lenguaje, porque como posibles «exis
objeto de manipulación, como resistencia a la que debo respon tencias» no venimos a nosotros mismos mas que en la comunica
der, como materia de la cual tengo que obtener algo, entonces me ción. La ausencia de lenguaje de la Naturaleza es el reino de la
desvío hacia una actividad insustancial; ésta se convierte en un ausencia de comunicación. Arrancado de toda comunicación, Lear
formalismo de la existencia empírica, que, por virtud de la hosti se reconcilia con los elementos, y, enajenado, le parece que todo
lidad de la Naturaleza, me hace perderme también en mi conte le habla, lo incomprensible le parece compren'sible, y él mismo,
nido vital. Es imposible concebir la Naturaleza como mero mate incomprensible.
rial para nosotros sin que al mismo tiempo se agote la rai3 .de nos La vida a solas con la cifra de la Naturaleza es el dolor de la
otros mismos. Aun el océano de piedra de la gran ciudad, su ruido mera posibilidad ; es como una promesa de futuro, por tanto espe
y sus luces, todo es Naturaleza transformada y conserva la posi ranza, adecuada para la juventud, que al contemplar la cifra de
bilidad de mirarla. Si, por el contrario, convierto la Naturaleza en la naturaleza se defiende contra una prematura realidad como di
el verdadero ser, y a mí mismo en su producto, entonces, en la sipación y contra las exigencias de un mundo humano que toda
exaltación de la Naturaleza me olvido de mí en tanto que el ser-st- vía no puede dominar. Para ella la Naturaleza es un compañe
mismo que yo soy 'propiamente. ro al que puede dirigirse y vivir con é l ; todavía sin decisiva co
Contra ambas desviaciones sólo el más resuelto ser-sí-mis-mo et municación, la juventud experimenta la propia e indeterminada
la raíz del mas puro amor a la Naturaleza, que no la confunde: la profundidad. Pero después la Naturaleza se convierte en el mundo,
Naturaleza no puede ser ni un derivado de nuestra propia exis en el que yo vivo, sin que en su cifra sea ya la vida para mí. Se
tencia empírica ni lo mejor en que nosotros habríamos de transfor convierte en el ámbito donde se realiza la comunicación del ser-
marnos. Por el contrario, ella es por sí misma para nosotros mis sí-misnTtrr-TTgn’r 'otro ser -sí-mismo, en el campo de mi aoLÍVldadr*en
mos. Kant vió en el sentido para la Naturaleza la señal de un el lugar de mi destino. Por tanto estoy vinculado a ella como mun
alma buena. La brutalidad contra la Naturaleza nos espanta de do realizado colectivamente, como paisaje vivificado históricamen
ordinario, no a causa de que con ella ofendamos a la N atu raleza, te. Y o he entrado en ella, como de lejos, transformándola cuando
sino a causa del carácter y ánimo que hacen posible tal conducta : se convirtió en compañera de la dicha. Y o la escucho como la ci
cuando un transeúnte al pasar decapita las flores con su bastón fra oscura del trasfondo, en tanto que estoy en la verdadera pro
sentimos repugnancia, pero sentimos contento cuando vemos al ximidad de la «existencia» presente con la «existencia».
labrador segar toda la pradera. Si retrocedo de nuevo a la pura Naturaleza, entonces puede
Sin embargo, el amor a la Naturaleza es un peligro existencial contemplarse la mera belleza de la Naturaleza con pena, cuando es
para el hombre. Si me abandono a ella como una cifra jamás ex para mí la posibilidad que jamás se hace real. En el goce de la
plorada, tengo que retraerme constantemente a mí mismo desde Naturaleza la repetición es como un recuerdo sin futuro. Y o sufro
ella, pues trata de enajenarme de m í mismo en la ausencia de todo la ausencia, el anhelo, un movimiento del ánimo sin satisfacción
558 M e ta fis ia a L e c tu ra d e l e s c rit o c ifra d o 559
actual, porque La cifra de la Naturaleza no es ya por sí lo esencial pone otra realidad mítica, se nos ha hecho dudosa. Cuando se narra
cuando la «existencia» entra en la existencia empírica. mito presentado como objetivo y se abandona la realidad, no
lo creemos de ese modo : las fuerzas que han intervenido ya no son
para nosotros figuras especiales. El griego podía decir : un dios lo
LA HISTORIA ha hecho. Nosotros lo comprendemos, pero así ya no hablamos
completamente en serio. Si, por último, en un gran brinco, el acon
Para la investigación orientadora en el mundo la historia es el tecimiento particular histórico se convierte en una articulación
conjunto de los estados y acontecimientos de la vida pasada de los única, irrepetible de una totalidad suprasensible que se narra como
pueblos y de lo que los hombres activos fueron capaces. Lo que historia de la trascendencia que permaneciendo como en el más
ocurre empíricamente es, en todos los respectos, sinfinito para la allá se patentiza en el material de este mundo, entonces se dice
consideración objetiva. Se puede describir y narrar seleccionán demasiado. No conocemos ninguna cifra originaria que pudiera
dolo de uno u otro modo, se puede articularlo constructivamente satisfacer esa expresión total.
conforme a supuestas metas finales, o investigarlo causalmente Al leer las cifras de la historia tratamos de penetrar en el prin
como si perteneciera solamente a la realidad empírica. cipio y el fin. Pero vemos que sólo podemos saber lo que queda
Si yo me siento captado íntimamente, es que la « existencia» atestiguado por restos tales com o documentos, monumentos, uten
me habla desde el pasado. La historia se me ilumina como conte silios, o lo que partiendo de los hechos puede suponerse verosímil
nido, algunas realidades se me acercan, el resto queda en un tras- en el m undo; pero lo que sea el futuro sigue siendo posibilidades
fondo más oscuro, del cual sólo algunos tenues destellos indican que se excluyen. De aquí que no penetramos nunca en el princi
la posibilidad de que mi mirada podría alcanzarlo. pio y el fin. La cifra no se puede leer más que en la historicidad
Por encima del saber histórico y de la captación existencial, entre un comienzo y un fin imaginarios. Principio y fin lo tiene
pero orientándose en ambas sólo corno cifras, impulsa el trascen aquello que para nosotros es importante «históricamente», porque
der. Sin tener todavía un conocimiento teórico, descriptivo o cau apela a la «existencia» y habla como cifra, engramado en la du
sal y sin percibir todavía la decisiva resolución de las «existencias», ración sin término. La cifra de la historia es el fracaso de lo au
a través de ambas se me hace sensible en las transformaciones his téntico, que tiene que estar entre un comienzo y un fin, porque
tóricas una conmoción com o acontecimiento trascendente. Como solamente lo que no es nada tiene duración. Vemos la concepción
historiador sé que ello aconteció y por tanto es definitivamente que lo mantiene con éxito, que toma lo advenido, en tanto que
real; como posible «existencia» percibo los hechos de los hombres : advenido, como lo mejor, y lo justifica como necesario, alaba el
eso se ha hecho y no se puede hacer retrospectivamente de nuevo. poder como lo único verdadero y lo legitima como la violencia ejer
Las dos cosas se toman cifra. E s como si la trascendencia se anun cida con sentido. Pero vemos también cómo este modo de pensar
ciase, como si un antiguo Dios se desvelase para morir y naciera pierde el ser de la cifra 4 e Ia historia en favor de un saber tan
un nuevo Dios. No hay nada que reflexionar ni nada que funda sólo positivo. Lo que es yerHa.dero fracasa, pero puede volver a la
mentar. El carácter de cifra de la historia acaso se concentre para vida repetido y fróncebido nuevamente. Esta posibilidad no es con
mí en ciertos acontecimientos. E llo es patentemente más de lo que sistencia en sentido de duración, ni significación histórica por vir
yo sé y puedo decir. Son los grandes escritores de historia, que tud de su influjo sobre la conformación del mundo, sino la lucha
sólo hablan de realidades, los que, sin intención ni propósito, de persistente de los muertos, cuyo ser todavía no está decidido en
un modo indirecto, permiten alcanzar esa transparencia a diferen tanto nuevos hombres empuñen la antorcha de algo aparentemen
cia de la exposición retórica, q u e no hace más que cautivar, y de te perdido? hasta que el fracaso sea definitivo. La historia del mun
la descripción histórica m itificante que de un modo consciente ela do no es el tribunal del mundo. Eso es lo que hace creer el triunfo
bora lo que, en cuanto querido, se torna falso. al vencedor ensoberbecido, lo que cree la masa siempre satisfecha
Esa manera de leer la cifra, que junto a la realidad empírica de su existencia empírica, y la farisaica justificación propia de los
560 Metafísica L e c tu ra d e l e s c rit o c ifra d o
que viven tácticamente, los cuales piensan que viven porque son y o estoy en general ahí, es lo que hace posible una comprensión
los mejores. L o que acontece es equívoco. La historia universal unívoca y, por tanto, la comunidad de los valores objetivos. Nos
como Summa es mera positividad, y pensarla como una totalidad otros vivimos confiados en ese orden : todo es natural. Pero nos
única es vacua racionalidad; referirla a la presente realidad es ol sobrecoje el temor cuando parece realizarse una ruptura de este
vido desleal hacia lo que pertenece al «corpus mysticum» de los orden y todo amenaza precipitarse en el caos. Pero a la luz de la
espíritus que son sí mismos. «conciencia en general» podemos saber que eso es imposible.
En comparación con la Nautráleza, considerada com o lo que El orden, la regla y la ley de todo, precisamente lo que pare
me es extraño, la historia es .la existencia empírica de .mi propia ce anular todo simbolismo y fuerza a la implacable separación de
jger. Cierto es qtie empíricamente dependo por entero de la Natu realidad e ilusión, se torna a su vez cifra : que la realidad empíri
raleza que todo lo tritura; pero la Naturaleza se convierte en un ca sea así, que en ella haya orden y precisamente este orden, es
objeto de relativa dominación por virtud de la historia donde tie cifra de su trascendencia. Esta ordenación es para nosotros eviden
ne que servirla. La Naturaleza es impotente por virtud de la in- tísima, en todo momento presente y utilizada en alguna parte.
temporalidad, el hecho de que acabe por dominar en el tiempo, Unicamente nos asombramos cuando nos damos cuenta conscien
■como mera duración, es la expresión de su impotencia. La histo temente de su universalidad.
ria es impotente desde el punto de vista empírico, porque domi Su exactitud es como una cifra de la verdad trascendente, y el
nada por la Naturaleza tiene su fin en el tiem po; pero esa impo enigma de la validez como un reflejo del ser de la trascendencia.
tencia es la expresión de su fuerza como manifestación «histórica» Toda exactitud tiene como verdad un fulgor ; no es sólo ella misma,
de la trascendencia en las «existencias». La Naturaleza es podero sino que en ella parece brillar aquello por virtud de lo cual esa
sa como lo que persiste en todo tiempo y sin embargo no e s; la exactitud misma es posible. Sin embargo, ese fulgor es engañoso,
historia es poderosa com o lo que se desvanece en el tiempo y no pues en cuanto tratamos de satisfacernos con esta verdad como
obstante es. exactitud valedera, experimentamos la desolación de la sinfinitud
de lo que es meramente exacto y perdemos en seguida la cifra. Lo
que era defensa contra el capricho y el azar, se convierte en rígida
•LA CONCIENCIA EN GENERAL red en la cual únicamente yo quedo preso.
La «conciencia en general» con sus formas válidas es la resis
Al retornar de toda orientación intramundana a la existencia tencia contra la cual todo lo demás tiene que probar su eficacia.
-empírica en la cual se me presenta todo, yo me aclaro la forma de Es el armazón de la existencia empírica, sin el cual no hay com
esta realidad como «conciencia en general». Esta es el medio en prensión ni continuidad de la certidumbre. Es el agua de la reali
el cual solamente lo que es puede ser para mí, en formas inevita dad empírica sin la cual nada puede vivir. Aunque estas compara
bles que represento como categorías con el sentido de una validez ciones la privan de su ser autónomo, sirven para caracterizar de
para todo el ¡mundo. En este aspecto, la conciencia es idéntica, diferentes maneras su necesidad absoluta. Cualquier paso en que
por muchas veces que pueda existir. tratásemos de abandonarla o ignorarla, iría contra nuestra exis
« Lo que en la Naturaleza es orden, conforme a número, medi tencia empírica misma, cuyo propio cuidado exige vincularse a lo
da y peso, es en toda realidad empírica una articulación determi que tiene de general. Pero si nos contentamos con ella como si fue
nable en algún modo del ser objetivo, configurado categorialmente. ra el verdadero ser perdemos el contenido de la posible «existen
Asi como los investigadores de la Naturaleza leyeron el libro de la cia». Su exactitud es verdad y, como tal, cifra. Pero la cifra mis
Naturaleza como si estuviera escrito en caracteres matemáticos, j ma deja percibir al mismo tiempo el fulgor de la verdad y la insa
/así toda realidad empírica en el mundo es concebible en algún sen- I tisfacción de la existencia empírica en esta forma.
^tido objetivamente para todo el mundo de imodo idéntico. La «con- ' La necesidad de leyes universales es apoyo y consuelo. Cuan
ciencia en general», en la que participo impersonalmente, cuando do todo amenaza derrumbarse casualmente, tengo en la ley el sue
562 M e ta fís ic a L e c tu ra d e l e s c rit o c if ra d o 563
lo donde p u edo afirmar el pie. Cuando el ser se me hunde, yo lo que se desarrolla en cada caso por virtud de su tradición y en in
aprehendo en esta ley de toda realidad empírica. Pero esta ley es tercambio con otros. Investigado como objeto, el hombre no es
cifra entonces y , como toda cifra, equívoca. Esta ley me atrae al nunca tan sólo naturaleza biológica, sino — separado de los ani
vacío de lo exacto y sinfinito, parece libertarme del riesgo y aven males por un salto— el ente espiritual que habla, que domina la
tura de la posible «existencia», y me confiere la dignidad de un Naturaleza y, por último, se incluye a sí mismo en su acción.
ente racional. Y o puedo asirme a ella, pero no definitivamente y Los modos en los cuales el hombre se torna objeto, el modo an
en absoluto. L o mismo que en todas las demás cifras debo sumir tropológico, el modo de la lógica esclarecedora de la conciencia, el
me en ésta tam bién, pero sin que por eso encuentre fondo jamás. psicológico y el sociológico, no se pueden separar unos de otros ;
Y o no la veo ya, cuando no hago más que captar la validez ob en cada uno se hecha de menos lo que sólo es accesible verdade
jetivamente. ramente a los otros. Pero, sobrepasándolos todos, el hombre es el
Toda categoría puede hacerse cifra en su particularidad; esta sapiente que siempre es más que lo que sabe de sí mismo. Su saber
es la significación existencial de las distintas categorías. Lo que mismo le reporta a su vez una nueva posibilidad, de tal suerte,
yo soy se me hace claro en las categorías que prefiero, por el he que, por el simple hecho de concebirse a sí -mismo ya se convier
cho de que m e son transparentes en peculiar manera. te en otro. Así, pues, el hombre es lo que sabe de sí, sólo conforme
En especial las contraposiciones primordiales de las categorías a un aspecto de su se r; com o ser conocido no es todavía lo que
expresan un sentido insondable. La suprema escisión en la «con verdaderamente es.
ciencia en general» es la que existe entre las formas lógicas y la Por el hecho de que el hombre es Naturaleza, conciencia, histo
materia que las llena. Pero lo que es lógicamente impenetrable si ria y «existencia», el ser del hombre es el punto de junción de toda
gue siendo la materia de la «conciencia en general». La materia la realidad empírica, en el cual todo se enlaza a nosotros y desde
no es el ser como tampoco lo son las categorías. Es alógica, pero el cual todo lo demás se nos torna comprensible. Aunque como mi
no trascendente. Pero el hecho de que la realidad empírica mues crocosmos es todavía demasiado poco, el hombre está, por el con
tre esta escisión también es cifra posible. Especulativamente yo trario, referido a la trascendencia por encima del mundo todo. Ha
quisiera encontrar la trascendencia un momento a través de la de pensársele como el miembro intermedio del ser, en el cual lo más
materia, después a través de las formas lógicas; la cifra fulgura lejano coincide. El mundo y la trascendencia se entrelazan en él,
solamente allí donde formas y materia forman unidad, donde la que está en el límite de los dos com o «existencia». Lo que el hom
materia misma se convierte en forma y la multiplicidad de las for bre sea no se puede fijar ontológicamente. El hombre nunca se
mas mismas en materia, o donde el pensamiento separador cesa a! conoce bastante a sí mismo por ningún saber, sino que es cifra
trascender formalmente. para sí mismo.
El hombre se aproxima a la menor distancia de la trascenden
cia cuando la mira a través de sí mismo como cifra ; el que haya
EL HOMBRE sido creado a imagen de Dios es la expresión mítica de esto.
Puesto que ninguna totalidad, que cerrándose en sí misma fue
Nos parece que lo que podem os conocer mejor es lo que nosotros ra del ser, sería accesible al hombre, la Naturalez-a y la historia
somos, aunque no lo sabemos nunca. están abiertas y la conciencia no es más que manifestación, la
Se concibe al hombre antropológicamente en su corporeidad «existencia» es posibilidad. El hombre se crea imágenes de la to
como miembro del reino vivo, en sus razas como variedades ana- talidad, pero a la pregunta de si lo que importa es la totalidad y
tómicas, fisiológicas y fisiognómicas. Se le concibe como conciencia, lo Uno«,o, por el contrario, el individuo da la respuesta necesaria
tanto como conciencia en general», que sólo conocemos en los mente contradictoria: en la relación a un todo el individuo que
hombres, que como vida anímica. Si se le hace objeto de la lógica daría desvalorado, pero desde el ser-sí-mismo del individuo-inde
y la psicología, también se le h ace objeto de la sociología como ser pendiente quedaría desvalorada, a su vez, toda totalidad, en la
564 Metafísica
L e c tu ra d e l e s c rit o c ifra d o
cual, sin em bargo, el hombre nunca queda absorbido. Toda unidad Cuando el amor se manifiesta, la entrega erótica, corno un con- ]|
—la del mundo com o Naturaleza unida en el Cosmos, la de la his fiarse incondicional de la propia Naturaleza, es una entrega únicti~ Jl
toria en la Providencia, la de la «existencia» del individuo— se Aunque "Biológicamente para la consideración racional en el a li-’
ría problemática. Leyendo en sí mismo la cifra aprehende el hom ciente erótico es cambiable y repetible y entonces tan sólo Natu
bre la unidad de la trascendencia, sin conocerla o concebirla. raleza y Naturaleza configurada artificialmente, la entrega como
Toda existencia empírica y la suya propia es móvil e inacaba .cifra sólo es posible a un ser humano como única.^Ni la inteligen-
da. Aquello donde él, reuniéndolo todo en sí como punto de jun cia ni la perspicacia psicológica conciben la exclusividad que, ema
ción, lee la unidad de trascendencia, se torna su ser, puesto que él nada de la conciencia absoluta y desde la visión de la cifra, sin
mismo, a su vez determinado por la unidad, es esa cifra que lee. La embargo, tiene la evidencia más clara. Existe, en cuanto cifra,
unidad de lo que de otro modo estaría separado en él se le torna sólo donde al mismo tiempo es querida, aunque nunca por el que
cifra. , rer solamente, el cual como excluyente sólo sería violento, sino
1. C if r a d e l a u n i d a d d e l h o m b r e c o n s u N a t u r a l e z a . —La como don y regalo inconcebible de la necesidad del ser. Así, pues,
Naturaleza que hay en mí, apropiada y penetrada por el ser-sí- no es posible la repetición en el mismo sentido. La ruina de está
mismo, es más que Naturaleza. Vivir como Naturaleza en la Natu cifra está donde, por una parte, sólo conoce la riqueza de la vida
raleza, estar presente sin finalidad en el impulso vital de la mera y sus posibilidades y por tanto también el cambio, y por la otra se
vida, esto puede fhacerse rápidamente trivial, pero osarlo y renun prodiga y desperdicia en su única posibilidad humana, para am
ciar a ello es una condición para que el hombre llegue a ser cifra bas quizá sin conciencia de aquello que fue hecho. Así como yo A
para sí mismo. Lo que soy y sé tiene que serme corporal. La sen sólo tengo un cuerpo único y no le puedo cambiar, la comunidad X
sibilidad siempre presente, el oír y ver, en los altibajos del esfuer del cuerpo como cifra significa la única pertenencia mutua. /
zo y la fatiga, no sólo me hacen feliz como Naturaleza viva sino Al hacerse cifra en el amor existencial, sólo entonces en una
que al mismo tiempo tienen su profundidad como posibilidad1.- El vinculación irrepetible, en cada caso posible incomparablemente,
escrito cifrado de mi existencia empírica está escrito en la forma la Naturaleza, en la inexplicable presencia de su realidad empírica,
de la sensibilidad. Ciertamente que la sensibilidad sólo es el ma se convierte en plenitud cabal de la «existencia». El ser del hom- C
terial del lenguaje, pero sin ingresar en ella en todo momento, tam bre, en peligro de querer tornarse Naturaleza, alcanza en la cifra /
poco se hace presente lo suprasensible. su ser. De esta cifra, que procede tanto de lá libertad como de la j
El erotismo es la existencia empírica del hombre comft Naturas f'iaturaleza más oscura, surge como posibilidad una delicadeza en
leza en j a que la cifra de su ser se hace expresión del modo más_ la quietud y en las situaciones apuradas, abierta íntima v total
decisivo/P u e d e ser para él la indiferencia de un proceso natural mente a la intimidad de los demás y sensible a ella, defendiéndo
que haya de regular; entonces es tensión y satisfacción vital, va se contra la rudeza por la dura impenetrabilidad y atreviéndose
cía saciedad, que ni aun en la intensificación báquica se torna ci contra la humanidad convencional, que sólo es laxitud, mediante
fra. Del mismo modo que com o mera percepción y mera inteligen el distanciamiento, en forma de inhumanidad. Nosotros, en tanto
cia somos ciegos, así también la satisfacción erótica como tal ca que hombres también decaídos de la Naturaleza, tenemos ante los
rece de transparencia aun en su inmenso enriquecimiento por vir ojos la cifra de este ser del hombre, aún cuando la propia cifra que
tud del encanto. da empañada. Pero lo que actúa determinantemente sobre toda ac
\ El erotismo únicamente cobra carácter de cifra humana cuan- titud del hombre es si él es capaz de esta cifra y estaba preparado
f o és aprehendido existencialmente como expresión de la comum -1 para ella.
gación en su trascendencia. Lo que como simple Naturaleza escin El mero erotismo permite que el hombre abandone su ser ; pero
de mi ser-hombre y ttie degrada, convirtiéndome en lo Otro, es ad en cuanto que es la reunión de uno con el único Uno que son el
mitido en el ser-hombre como cifra en la comunicación, existencial. uno para el otro, el erotismo corrobora el carácter absoluto de lo
La índole de su erotismo decide su ser. Uno y por virtud de su aniquiladora presencia en esta cifra se con
566 Metafísica
Lectura del escrito cifrado
vierte en la patentización nunca completa del ser de los amantes,^ bre. Pero como esta identificación procede de la posibilidad de
en el presente de la existencia empírica, tal como está dominaHAl *víe3}>renderse del mundo, puede tomar formas intermedias: en el
gor el ser-sí-mismo que entregándose se recupera en el otro. El ero-| mundo de la actividad, éstas colaboran a darle lo que le pertene
tismo es cifra en cuanto que en ella se hace sensible el ser del hom ce, pero aún con reservas hasta el momento en que penetre allí
bre en la comunicación incondicionada. Desvaneciéndose es la pren donde, en este lugar histórico, se realice en la identificación su sus
da para siempre, intransferible, que no se puede regalar por du tancia y entonces se convierta en cifra en su mundo.
plicado y repetidamente.
3. La c if r a d e l a l ib e r t a d . —Puesto que la unidad de la ci
2. L a cifra , d e l a u n id a d del h o m b r e c o n s u m u n d o . —El ser-
fra del ser del hombre no está en el hombre que sólo existe empí
hombre de la «existencia» sólo existe en tanto ella es acogida por
ricamente, sólo se origina por la pasión de lo incondieionado, en
un m u ndo; se form a en éste y henchido por él actúa sobre él. El la cual la existencia empírica se torna para el hombre «existencia»,
ser del hombre no deja de existir cuando el individuo desasido del que se unifica con su Naturaleza y su mundo. Así como sin sensi
mundo comienza desde el principio a propio riesgo, pero se con bilidad y sin mundo no existe presente sino la mera posibilidad de
trae. El ser del hombre se cumple en cifra sensible sólo en el pre la «existencia», así tampoco sin «existencia» hay ser del hambre en
sente, en el cual la sociedad y el Estado son la realidad positiva tina existencia empírica sensible en el mundo. Conservar la fideli
del hombre que con ellos se identifica. Entonces se hace conscien dad desde la absoluta conciencia —vivir a largo plazo aunque en
te del ser del hombre, el cual no yace todavía en la consideración teramente presente— poder aguardar — educarse a sí mismo a fin
universal de todas las posibilidades y realidades de la historia y de hacerse idóneo para finalidades todavía ignoradas— , tomar tiem
el.presente, sino sólo en la resolución de ser ahora. El hombre se po para la meditación — la decisión de la determinación— , arries
hace hambre como unidad de la cifra en tanto es algo absoluta garse; éstas y todas las demás expresiones para la acción interior
mente, no por razón de que se sienta a la vez en todo lo que toca de la «existencia» convienen al hombre que, como libertad, pue
como lo uno y lo otro resultando a la postre que no es él mismo. de ser cifra, a diferencia del hambre como existencia empírica,
>Así como lo que hay de Naturaleza en el hombre parece enca cuya cifra no es más que su Naturaleza, su «conciencia en gene
denarle a lo mas extrafio, así también parece encadenarle la~situa- ral», pero no su ser del hombre.
ción histórico-social de su existencia empírica. Así como la Natu Aunque la libertad no es un objeto, sin embargo, como auto-
raleza no puede ser negada sin que el hombre se destruya, y así presencia del ser para quien sólo existe la trascendencia, se hace
como la Naturaleza resplandece desde su profundidad aún cuando a su vez cifra de la trascendencia en dos maneras posibles:
el hombre la somete a condiciones, bajo las cuales se la apropia, La libertad se explicó como autonomía que no se ha creado a
asimismo el hombre no puede rechazar la sociedad, la profesión, el sí misma. En las antinomias de la voluntad pudo quedarse per
Estado, el matrimonio y la familia sin desvanecerse, y únicamente pleja y sentirse siendo lo más distinto respecto a la trascendencia
ingresando en ellas es como puede encontrarse a sí mismo. Pue como abyección, que sólo depende de la gracia; o bien pudo en su
de quedar subyugado por ellas com o por la Naturaleza y no hacer certidumbre referida a la trascendencia, confiar en el propio fun
más que trabajar y disfrutar inercialmente, pero cuando todo se damento.
torna insípido, tan pronto com o no es nada más que lo que existe Yo puedo vivir con la conciencia de >mi abyección, viendo la
objetivamente para la inteligencia y la experiencia, eso mismo se bajeza de mi existencia empírica. E l odio de mí mismo se com
convierte en receptáculo del ser del hombre y por tanto en cifra, prende como conocimiento de lo que es ei hombre en general, de-
en tanto que está sustentado p o r el hombre que en ello llega a sí rivado de la ambigüedad de toda motivación. Aún lo bueno se
mismo. Entonces el hombre co m o alojado en esta realidad presen-, torna malo ; pues yo lo percibo como lo bueno y me enorgullezco
te, está vinculado al mismo tiem po por ella y sus posibilidades que de mi mérito. O bien falta la univocidad de la buena voluntad, o
él ha de sondear. El hombre está bajo la ley de una realidad em bien ocurre que yo, aunque conozca lo que es bueno, sin embargo,
pírica y sólo identificándose c o n ella se cumple su ser de hom no lo realizo. Aún lo que hago se me invierte. Y o reconozco mis
568 M eta fisica L ec tu r a d el escrito cifrado 56?
arte confiere presencia inmediata a las fuerzas que se presentan se patentizaron en esta visión de la trascendencia. En visiones mí
en las ideas. ticas son vistos la Virgen-tnadre-reina, el Cristo doliente, los san
Estas fu erza sau n q u e generales, no han de ser expresadas por tos, los mártires y la inmensa riqueza de figuras, escenas y acon
el artista también coano generales, sino que en la obra del genio tecimientos cristianos. El desgarramiento de la existencia empí
se concretan en una irrepetibilidad insustituible, absolutamente rica, no su posible perfección, es lo que aquí se hace figura de la
«histórica», que, no obstante, es comprendida como lo general trascendencia. Pero siempre en los mitos la divinidad desligada
que no puede ser repetido. En ella sólo habla la trascendencia de todo lo humano, en tanto que figura humana, se convierte en
objeto intuíble, como un mundo específico junto al mundo mera
S to r ic M » ^ POn,U' 1» aprehende en „ mente real, como el milagro al lado de lo natural.
La repetición por el discípulo ya no tiene el encanto de la ver- Cosa distinta es la trascendencia inmanente de aquel arte que
ad originaria, com o la verdad que el genio arranca del cielo, v sólo parece representar la realidad empírica como tal. Cierto es
que todo arte sólo puede hablar en intuiciones que en su origen
T n e a; la, r r a trjascendencia‘ Se queda a Ia P°stre en ™ita- son empíricas. Pero el arte mítico compone otro mundo con ele
telectualmente ° ^ * ntoÍOTes- 0 “ « » P «»d »» ¡ - mentos de la realidad; cuando es auténtico, en él se hace visible
La teoría artística de la imitación únicamente capta la mate lo que mediante los elementos como tales no s.e podría edificar
ria de su lenguaje ; la del idealismo estético, las fuerzas generales • y no se puede construir por ellos. Es realmente otro mundo cuya
la teoría del gema, el origen. Sin embargo, en el concepto del ge destrucción le desintegra en sus elementos empíricos. En cambio,
nio existe la ambigüedad de si con él se quiere significar el talen- el arte de la trascendencia inmanente hace que el mundo empírico
o creador que se somete a una valoración objetiva de su produc se convierta a su vez en cifra. Parece imitar lo que se presenta
ción o la «existencia» «histórica», desde cuyo origen se realiza la en el mundo, pero lo hace transparente.
patentizacion de la trascendencia. La «existencia» es el -ente que Mientras que el arte de las visiones trascendentes supone el
habla a través de 1 , obra, por el cual yo quedo prendido e» su mundo de un culto, en cuya ejecución y creencia se unen los hom
enguaje como en una comunicación, mientras que el talento tiene bres, y, por tanto, supone una dependencia de la propia visión
para mi una lejana significación objetiva. Pero allí donde el hom cuya profundidad se alcanza, no porque el individuo se atenga
bre que roza los fundamentos del ser puede decir en cifra lo que solamente a sí mismo, sino que dice lo que conoció con todos, el
«es», la «existencia» y el talento se unifican como genio. arte de la trascendencia inmanente, por el contrario, está enlaza
4. V isión t r a s c e n d e n t e y t r a s c e n d e n c i a in m a n e n te .— En el do con la independencia del artista individual. Este ve original
mente la realidad empírica, desliza en la mera imitación análisis
v i? « ]“ “ i “ tuidón como visión trascendente o se hace cognoscitivos de lo real, se eleva por la propia libertad en la vi
visible en la realidad, en cuanto tal, como trascendencia inmanente.
sibilidad de aquello que ningún culto y ninguna comunidad puede
Los personajes míticos, ya estén fuera del mundo natural, va
enseñarle. El artista de la pura trascendencia elabora representa
®!f-n . Ser^S P a r a la r e s en el m undo, cobran figura por virtud del ciones tradicionales, mientras que el artista de la trascendencia
artista* Según Herodoto, H om ero y Hesiodo les dieron a los «me
inmanente enseña a leer de una manera nueva la realidad empí
gos sus dioses. Estos seres históricos no son imaginados ni inven
rica como cifra.
tados, sino creación original d e un lenguaje análogo al lenguaje
e las palabras, en el cual se concibe la trascendencia. No son Los grandes artistas que han sido estuvieron entre ambas posi
avia vi s que símbolos oscuros de las fuerzas que sólo tienen bilidades. No dejaron morir los contenidos míticos, sino que los in
gura en'el fetichismo y los íd olos grotescos. Se convierten en figu- trodujeron en la realidad que, como tal, descubrieron de nuevo por
s umanas, que parecen la exaltación de la existencia -errvpíriat sv propia libertad en la transcendencia ; así lo hicieron Esqui
«mano pero son la concepción de lo divino pasándolo pdr el hom- lo, Miguel Angel, Shakespeare, Rembrandt. La originaris. coper-^
r e , el hombre es eí trasunto siem pre deficiente de los dioses, que tenencia de lo mítico y la realidad se convirtió en ellos en una1
fVivjCjí cjCk_ •
V e t a jis ic a Lectura del escrito cifrado 575
realidad exaltada, tal como sólo una vez, en cada caso, pudo ser representación escénica ; los dramas más profundos casi no la to
vista y configurada. Desligados de la tradición ya callada, los mi leran ; por ejemplo, Lear, Hamlet.)
tos vuelven a hablar por su virtud un lenguaje claro y diferente. La arquitectura articula el espacio y crea la espacialidad como
Lo real toma parte en las fuerzas que no se pueden aprehender cifra del ser. Cuando es la invitación a mis modos de moverme
tan sólo en el lenguaje de la realidad. Pero en la limitación más en ella y sólo por una consecuencia de mi acción temporal se
extrema a lo rea,l, renunciando a todos los mitos, Van Gogh ha convierte por entero en presente, la arquitectura es, sin embargo,
hecho hablar a una trascendencia, por fuerza infinitamente más en ese movimiento precisamente lo permanente, y no como la mú
pobre, pero verdadera para nuestro tiempo. sica lo evanescente. La forma espacial de mi mundo en su limita
5. La d iv e r s i d a d d e las a r t e s .— La música, la arquitectura, ción, articulación y proporciones se convierte en la cifra de lo
la escultura permiten leer las cifras en la temporalidad, espacia- consistente, que permanece y reposa inmóvil.
lidad y corporeidad recreadas realmente por ellas. La pintura y La escultura hace hablar a la corporeidad como tal. Desde los
la poesía expresan en el mundo representaciones irreales; la una, fetiches y obeliscos hasta las figuras marmóreas del hombre lo
restringida a la visualidad, que por virtud de líneas y colores, ex que se aprehende en ella como cifra no es una imagen de otro,
tendidas en una superficie, puede convertir en una presencia ilu sino, en la densidad de la masa tridimensional, la realidad empí
soria; la otra, en la representación de todo lo intuíble y pensa- rica del ser. P or el henho de que éste tiene en la figura humana la
ble, tal como lo expresa el lenguaje. m anifestación más concreta como corporeidad; la figura humana
En la música, la forma del ser-sí-mismo, en cuanto es existencia e s e l oFjeto'prtídüft’inañte de la escultura, pero no el hombre,
empírica temporal, se convierte en cifra. En la interioridad del sino el dios en la forma supraíiumana de una presencia corporal
ser,^ que al mismo tiempo que se desvanece va dándose forma en en la cifra de esta estatuaria.
el tiempo, hace hablar a la trascendencia. Es el arte más abstrac La música emplea para henchir el tiempo el sonido como su
to, en cuanto que su materia no es visible ni espacial, ni repre materia. La arquitectura, para llenar el espacio, emplea la mate
sentable, y siendo el más inconcreto es también el más concreto, ria limitada en conexión con un fin y un sentido de esta espacia
en cuanto que esta materia suya tiene precisamente la forma de lidad que sirve a la «existencia» real del hombre como su mundo.
la temporalidad, siempre produciéndose y desvaneciéndose/ del La escultura emplea para experimentar su corporeidad la mate
ser-sí-mismo, que para nosotros es en el mundo el verdadero ser. ria de los contenidos que son moldeados en esta forma. En todos
La música roza, por así decir, la médula de la «existencia» cuan los casos, cuando estos medios de llenar el espacio y el tiempo se
do convierte en su realidad la forma universal de la existencia hacen independientes, entonces el arte se torna inesencial, por
empírica que tiene la «existencia». Nada se interpone como ob que la cifra palidece: la imitación musical de los ruidos natura
jeto entre ella y el ser-sí-mismo. Su realidad puede en cada caso les, el modelado plástico de cosas cualesquiera, de los objetos en
ser la realidad actual del hombre que la compone y ejecuta o del general en el retrato, el aislamiento arquitectónico de las formas
hombre que la coejecuta oyéndola, al cual se le hace transparen funcionales con su diafanidad mecánica, racional.
te su propia forma temporal de existir, que él articula y no hace Mientras que la música, la arquitectura y la escultura, al ha
más que llenar con los sonidos. De aquí que la música sea el úni blar como cifras, están vinculadas como presencia real a sus ele
co arte que sólo existe cuando el hombre la ejecuta. (Hasta tal mentos, la pintura y la poesía se mueven libremente en un mun
punto la danza existe sólo al ser danzada que ni siquiera es apta do infinito en las visiones de una irrealidad presente, bosquejada
para ser transcrita en notas p or las cuales pudiera ser transmi- i como posibilidad, utilizando colores y palabras como medio sub
tid a ; la danza sólo puede ser transmitida enseñándola -un hom alterno.
bre a o tro ; en tanto que en ella hay cifra, es lo musical que hay I De aquí que las primeras nos prenden por virtud del carácter
en ella, com o toda ¡música, a lg o que es capaz de ser acompañado I sensible de su presencia; la auto-actividad factica de la tempora
con movimientos del cuerpo. E l drama no necesita forzosamente' lidad cuando escucho música; la forma fáctica de la vida y el
5T8 Metafisica
37
EL HECHO DE QUE EXISTE LA TRASCENDENCIA
(PRUEBAS DE DIOS)
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L ec tu r a d el escrito cifra d o 581
580 Metafisica
ción de ser y pensar, porque el sentido de esta unificación inte
do esta percatación ya no esté presente; es la indeterminada pro lectual quedaría suprimido y su facticidad negada si la separación
fundidad del ser (Le la trasaentkncia, que se formula en negacio ocurriera. Mientras que, para la existencia empírica como posible
nes; es lo más eleuado en el sentido de lo absolutamente ideal, lo existencia», el trascender no es más que una posibilidad, y por
máximo que se puede pensar, lo máximo en todos sentidos, que virtud de la libertad tiene que decidirse si se realiza juntamente
ciertamente no puedo imaginar ni representar, pero que se puede con el llegar a ser-sí-mismo, el trascender de la «existencia» es
actualizar en la representación mediante la exaltación de todo ahora realidad con la cual se identifica la certidumbre del ser de
lo que me llena y satisface; es para el hombre religioso el tú, al la trascendencia. Y o puedo negar la facticidad de esta unifica
cual se vuelve y cree escuchar cuando reza como el sujeto de ción (y lo hago como psicólogo cuando la convierto en un fenó
aquella profundidad y elevación. meno cuyo origen y condiciones investigo, y de este modo lo dejo
En las negaciones se expresa la insatisfacción respecto a toda agotado ; así, pues, cuando yo tengo ante la vista sólo la rea
realidad empírica; en la exaltación, una plenificación por la rea lidad empírica de una vivencia, no el ser existencial), pero esta
lidad; en la oración, la entrada de la trascendencia en relación facticidad, lo mismo que su negación, es libertad. Como posible
conmigo. Esa percatación es el incesante impulso a trascender, «existencia» puedo negar su posibilidad, pero como «existencia»
en el cual la trascendencia es indeterminada, pero real (aunque real no puedo negar su realidad. Como «existencia» no puedo de
expresada en negaciones), o es el positivo fulgor del ser donde jar de trascender, sino, en el caso más extremo, negar el trascen
quiera que^ veo verdad, belleza, buena voluntad (expresado en der por virtud de la libertad, y sin embargo, al negarlo, reali
.a exaltación), o es, en la oración, el dirigirse la «existencia» al zarlo.
ente, que para ella es fundamento y seguridad, medida y auxilio La forma general de la prueba se modifica :
(expresado como personalidad de la divinidad). v_ Lo sumo pensable es un pensamiento posible. Si es posible,
La prueba como enunciado racional toma esta form a : lo que tiene que ser también real. Pues, si no fuera real, entonces pu
en la percatación existencial está presente como ser tiene que ser diera pensarse algo que sea mayor que lo «sumo pensable», a sa
también real, pues de otro modo aquella percatación e identi ber : lo que también es real —lo que es una contradicción— . Sin
ficación no podría darse. embargo, como mero pensamiento esto sería irrealizable ; así o»mo
Es decir, el ser pensante, que es esta percatación misma, es como no puedo pensar el número sumo, tampoco puedo pensar
aquel ser que es idéntico con su pensar en unidad existencial, y alguna otra cosa suma, pues yo tendría que transgredir en el pen
de este modo también demuestra la realidad de lo que ha pen samiento de nuevo todo límite ; yo no puedo convertir lo sumo,
sado. como algo completo y perfecto, en contenido del pensamiento.
O bien: Si el pensamiento de este ser existencial no estuviera Pero lo «sumo pensable» no es sólo un pensamiento vacío o im
ligado a la realidad de su contenido — de la trascendencia— , en posible, sino que es un pensamiento henchido y entonces necesario
tonces no existiría a su vez com o ser pensante. Pero existe; por que yo tengo que pensar cuando estoy realmente en el ser.
tanto, también existe la trascendencia. Y o pienso la idea de la infinitud. Y o mismo soy un ente finito
O dicho de otro m od o: E l ser de la «existencia» únicamente que en la existencia empírica no encuentro >más que lo finito. El
existe juntamente con el pensamiento de la trascendencia. La hecho de que en mí exista esa idea y que yo sea consciente de mi
unidad es primeramente la unidad existencial de ser y pensar en finitud tiene que tener un fundamento que no puede estribar en
el pensante, y después la cifra de la unidad del pensamiento y mi mera finitud. Tiene que haber un adecuado fundamento para
trascendencia. la inmensidad de esa idea. Es decir, la infinitud que yo pienso
Por otra paite, mientras q u e dondequiera en el mundo para tiene que existir porque sólo entonces concibo que la pienso.
la «conciencia en general» algo pensado no es todavía real, y, Estas y otras modificaciones del pensamiento que Kant llamó
por el contrario, ambos quedan separados y la realidad nece la p r u e b a - ontològica de Dios dejan hablar en el decisivo lugar a
sita de la comprobación, aquí y sólo aquí es absurda la separa
Metafísica
W
Lectura del escrito cifrado
Mí
7 p0r. €st0j a P*8" de racionalidad objetiva.
r ’ 011 y a no ^ icmpositiva, paralizan su carácter de prueba Pero si las pruebas de Dios se reducen a pensar aquello por
S Z o T * racw ,1‘ “ * ^ “ rf“ ™ t a a s h w s e «lg c en e!r?„los y ,ud de í» <^al se prueba, entonces los enunciados se quedad
n aS í a C° n ? je t° S ló^lcamente imposibles. Pero la racio- vacíos. La fuerza de la prueba consiste solamente en el contenido
existeneialmente henchido de la presencia del ser en el cual la
d e n t r f ^ Ueí e SCT hen? lda COn la claridad de ^ ^ ello que llevo trascendencia es percibida como cifra.
sino cifra “ 1 7 ^ r1aZÓn D° PUede si^nificar *unca prueba,
mo cifra para el ser <Je la trascendencia. Por el hecho de que Por el hecho de que las pruebas no son pensadas verdadera
mente como tales, sino como cifras que han de henchirse «histó
te puede si^ríi 8 ° ar^umentación> no es nada, únicamen
te puede significar expresan de una conciencia del ser que aspira ricamente», y por el hecho de que resbalan tan fácilmente en lo
inane, no impiden la duda sobre el ser de la trascendencia No
nMo ^ c a ^ ' f ' ^ d d enUnCÍad°- De ^ Uí <*Ue’ «2 a » son un medio para anular la duda - p o r el contrario, la provocan
la m ism T en * T m a - En qUé concePto la demostración es
en euantn cnanto fonma lógica separada, es indiferente. Pero, cuando tienen la pretensión de refutar la duda— , sino un medio
no pe rvno ’ está: henchida «históricamente» ; por tanto, de aclarar y robustecer la percatación de la trascendencia.
caso ha d e b í para saber’ sino un lenguaje que en cada • 63 Posible’ 671 general, dudar del ser de la trascenden
ha de hacerse hablar de manera nueva y propia. cia? T>e varios m odos: Por el hecho de que la conciencia del ser
a l c a ^ ^ S r ^ - i 10 , so?—emPfricas Di lógicas. No puede pensarse puede perderse en la ceguera de la mera existencia empírica ■ en
ateo f trascendencia infiriéndolo en el sentido de tonces, la «existencia» fracasa. Por el hecho de que es posible el
g ^ nsistente, sino que en estas pruebas hay un ser para un pensamiento formal vacío, en el cual no se piensa nada realmen
dTTa"HbeTtaH^ ^ exPerimentad° — Pero sólo por virtud te ; entonces la duda consiste sólo en palabras. Por el hecho de
como cifra. C0n10 6Xpresado’ pero’ en lo enunciado, pensado que no se advierte que, sin embargo, se ha puesto de hecho algo
absoluto que ocupa el lugar de la trascendencia y que no es ella ;
entonces la duda no es más que el refugio para ima incondiciona-
d e n c k e n a h ^ l l 6 w * ? * * * ontoló^Íca se diriSe» a la trascen-
paíten 7 . lut0: No tlenen nada particular a la vista, sino que
parten de mi conciencia del ser en la existencia empírica. Yo mis-
lid ad confusa.
T Contra mi duda no hay^cefutación. sino tan sólo una acción. 1
q i i e d a h e n r f í ^ COnvierto en cifra en ellas. Pero esta cifra Lajraacfifldencm no es probM ^ i n o ^ P o r ella a t e s a d a . La ci- *
ira, en que la trascendencia existe para mí, no se hace real sin
¡ , pnJ P° r ?qUeII° qUe y ° SOy y veo y CTeo a la vez.
de la nntór • S Particulares de Dios son aplicaciones mi acción. En la insatisfacción y en el amor surge la acción que
como ^ Í i?’ e° Jcuaní° que P arten de un ser determinado que, realiza activamente la cifra que todavía no existe o que la recibe
especial^ aprehendldo e s e n cia lm e n te , caracteriza una ascensión contemplativamente como si me hablase.
Así, la trascendencia no se hace presente al ser-sí-mismo filo
do u i ¡ 17 ieba C0*™oló2iCü parte de la realidad empírica del mun sófico en el mundo sin libertad. La trascendencia del hombre fi
do, la cual no existe por sí misma ; la físicoteológica parte del fina- losofante se prueba tan poco com o el Dios de la religión, al que
hsmo que muestra todo lo viviente, de la belleía de'las cosas del se encuentra en el culto.
undo, la moral parte de la buena voluntad que exige como
fMdament° y objetivo el ser d e la trascendencia. L a forma ra-
al y el ser intuíble es en to d o s los casos únicamente el medio EL HECHO DE QUE EXISTE LA CIFRA (ESPECULACION DEL DEVENIR)
n e cua a verdadera prueba s e desprende de la experiencia de
o msu íciente. Si se mira a través del velo del lenguaje racional, Si se utilizan las fórmulas del trascender para enunciar el ser
se ve que la fuente de toda pru eb a es la conciencia del ser de la de la trascendencia, y se transforman las experiencias intelectua
« 'is encías que se manifiesta y expresa en ella. les en conocimiento ontològico, se dice, por ejemplo :
Hay trascendencia. El ser como ser es absoluto, pues no de
584
Metafísica
Lectura del escrito cifrado 585-
pende de ninguna, otra cosa ni está referido a otra cosa, puesto
que no tiene n a d a fuera de sí. Es infinito. Lo que para nosotros por virtud de una perversión, el fin como restablecimiento y, por
tanto, como anulación de la realidad empírica.
e. ta escindido está, unido en él. Es la unidad en absoluto de pen-
sar y ser, de su jeto y objeto, de verdad y justicia, de ser y deber Estas respuestas, como escuetas objetivaciones, tienen el de
fecto de que parten del punto imaginario de una trascendencia
ser, de devenir y ser, de materia y forma. Pero si este ser único
conocida como ser, como si ésta fuera conocida. Las formulacio
y total se basta a. sí maismo, entonces la «existencia» que se en
nes sobre el ser autosuficiente, que en su perfección puede per
cuentra en la realidad empírica pregunta: ¿Por qué hay realidad
empírica ? ¿ Por q u é hay escisión, por qué se separan sujeto y ob manecer imperturbable y no necesita advenir a la realidad empí
rica, son proyecciones de pensamientos que piensan en una con
jeto, pensamiento y realidad, deber ser y ser? ¿Cómo el ser viene
sistencia absoluta, y que como pensamientos sólo tienen verdade
a la realidad em pírica, lo infinito a lo finito, Dios al mundo?
ro sentido en cuanto que sean expresión de una transcensión catego-
A estas preguntas se dan respuestas fáciles:
rial o de un requerimiento a aclarar la «existencia». El punto de
a n to ifi6- n*° SCTÍa' ,verdadero ser si no se patentizase. Como ser arranque de la pregunta es, a su vez, discutible, porque toma por
v mro “ f -n° 6 de SÍ mism0- No ^ más que una posibilidad punto de partida el ser del punto imaginario de la trascendencia
Cn, Sln realldad. Sólo cuando entra en la realidad empi como algo consistente.
c o ,/ * nces retorna a sí mismo desde todas las escisiones se La realidad empírica se convierte en cifra para la «existen
transform ^ P? teiíte ? real- Sól° es Por entero cuando también cia». Esta no puede ni siquiera dar claro sentido a la pregunta
jansform a en si mismo y unifica la escisión más extrema, la de de por qué esa realidad existe. En esta pregunta no hace más
reSpeCt,° a la realidad empírica. Lo que el ser es tiene que hacerse más engañosa cuanto más trata de dar un sentido a
-4- ^ V^ ir f n tiemP°- Sólo es infinito cuando incluye en sí la las palabras. Pero que la realidad empírica es cifra, esto le es evi
nitud. Es _el sumo poder y la suma perfección, cuando da a lo dente cuando para ella hay trascendencia. Todo debe poder ser ci
nito y escindido una independencia de ser por sí mismo y, sin fra ; si no hubiera cifra, tampoco habría trascendencia. La unidad
embargo, lo incluye como el ser en que todo está en lo Uno. La de las escisiones está en la lectura de la cifra, sin que por eso po
suma tensión entraña la patentización más profunda. damos aprehender nunca un ser desligado de la realidad empí
Esta respuesta, que lo concilia y armoniza todo, queda recu- rica. Por tanto, no conseguimos tampoco la salida para la pre
ada por la visión de todo lo oscuro, malo y absurdo. Entonces gunta de por qué el ser viene a la realidad empírica. Podemos
t L r T V° ?Ueg° SC dÍC6: Desde Iue2 0’ el ser tenía que paten- elevarnos de nuestra existencia empírica a la cifra, pero no des
zarse. Pero lo que ahora hay como realidad empírica no es una cender del ser de la trascendencia a la cifra. En suma, el que haya
patentización. Esta realidad empírica no era menester que exis en general cifra es para nosotros idéntico con que hay, en general,
ta - s una catástrofe que le ha sobrevenido a la trascenden trascendencia, puesto que como existencia empírica no podemos
cia. be produjo una caída de seres que quisieron resueltamente en aprehender la trascendencia más que en la realidad empírica. En
a existencia empírica un ser propio sobre la medida establecida. lugar de la pregunta de por qué hay realidad empírica se nos pre
Asi se originó el mundo. senta la pregunta de por qué hay cifra. A esto la respuesta dice
En ambos pensamientos la realidad empírica es historia. Como a sí: La cifra es para la conciencia existencial la única forma en
autopatentización del ser es la historia intemporal de una pre que la trascendencia se le aparece, el signo de que para la «exis
tencia» la trascendencia está oculta, ciertamente, pero no desva
sencia eterna. La^ extensión en el tiempo sin comienzo ni fin es,
necida.
como patentización, manifestación del ser, que en todo tiempo
igual consigo mismo eternamente se da y retorna. En cambio, Con ello se concede su derecho a la profundidad de lo incon
cebible en cuanto cifra contra el supuesto saber del advenimien
como caída, la realidad empírica es la historia temporal con co
to suprasensible de la trascendencia misma y de su conversión en
mienzo y fin. Los comienzos son pensados como una catástrofe
mundo. La cifra es la realidad empírica que ha de conocerse, en
Metafiñea Lectura del escrito cifrado 58T
la cual yo me encuentro, y sólo en ella puedo llegar a ser verda mundo como sinfinito es existencia empírica temporal sin comien
deramente lo que s o y . Bien quisiera ser otro, bien quisiera consi zo ni fin.
derarme igual a t o d o lo noble, y aún más, ser mejor que todos ; Y o t.pn{tq lo que es el ser como presencia. pero_no como mera
me indigna mi ser; y o quisiera ser Dios mismo, si es que existe.^ presencia. En el recuerdo se me hace presente lo que es el ser
Sin embargo, únicamente puedo pensar y querer así cuando como aquello que fué. En la previsión se me hace presente aque
no leo la cifra. Por virtud de ella consigo una profunda concien llo que puede ser y aun ha de ser decidido.
cia de mi posibilidad existencial en este lugar de mi existencia em El recuerdo y la previsión no son -más que mi modo de llegar
pírica, y con ella, la paz del ser-sí-mismo de que percibo el ser al ser. Si aprehendo en ellos la cifra se identifican ambos. Lo re
como el ser inconcebible en la cifra y de que yo entonces llego a cordado es presente como posibilidad, la cual puede ser conquis
ser por mi libertad con toda mi fuerza lo que soy y puedo ser. En tada de nuevo en la previsión. Lo que se aprehende en la pre
el pensamiento carente de trascendencia y el querer instintivo, visión sólo se cumple como recordado. El presente ya no es mero
en el cual todo debe ser de modo distinto que es, experimento la presente, sino que en la previsión penetrada por el recuerdo, en
engañosa ilusión, que me aniquila, de que la realidad ya no me tanto que en ella leo la cifra, se torna eterno presente.
afecta verdaderamente. En esta ilusión pierdo lo que yo puedo 1. R e c u e r d o . — El recuerdo es, psicológicamente, saber de lo
hacer que sea realmente otro por virtud de mi intervención. conocido, memoria de las cosas y los hombres, de los sucesos ^y
situaciones vividos. Es recuerdo muerto cuando, solo es posesion
de algo que yo puedo reproducir representándomelo; es recuerdo
COMO ES LA PRESENCIA DE LA LECTURA DE LA CIFRA reelaborado en la repercusión consciente e inconsciente de la vida
(RECUERDO Y PREVISION ESPECULATIVOS) experimentaba, como "un hacer y penetrar que ha de apropiarse
por entero, como un olvido, bien porque se transforme en un sa
La pregunta de por qué existe la realidad empírica y el juego ber general, bien porque quede obturado como si no hubiera sido
de su respuesta no carecen, sin embargo, de toda verdad. En ella experimentado en absoluto.
se expresa la conciencia de haber llegado a ser en el ¡mundo; la El recuerdo, como recuerdo histórico, es la apropiación de la
historicidad de la «.existencia» se convierte, unlversalizada, en la tradición. La memoria exclusivamente psicológica de limitados pe-
realidad empírica del ser en absoluto. El proceso de patentizar ' ríodos de tiempo puede abrir la propia existencia empírica para
me, que únicamente conozco por mí mismo en la comunicación, asir fuera de sí un ser que fué como no fué ella misma. Y o parti
se torna reflejo de una trascendencia en la cual no se ha perdido. cipo en la memoria de la humanidad en cuanto que acepto docu
La idea de la caída, que sólo es existencial como realidad de la mentalmente la existencia empírica que se me presenta, que viene
libertad, queda enraizada en la trascendencia porque no se hace hacia mí. Y o me dilato en un tiempo ilimitado por encima de la
suficientemente clara en la «existencia», y parece fundarse en un existencia empírica que yo mismo soy. Mi existencia empírica es,
recuerdo de haberme elegido anticipadamente a mí mismo en el en verdad, punto de partida como situación, criterio con el cual
comienzo primigenio, al separarse todas las cosas del ser de la yo mido y al cual refiero, pero que se transforma a su vez por
trascendencia. La historicidad del devenir existencial se ha con cómo sea el recuerdo histórico. Este, como tradición inconsciente,
vertido en cifra. me transforma desde el primer instante de mi despertar. Y como
Pero, tan pronto como la claridad de la cifra de la historicidad saber objetivo y representación del pasado, con su abundancia e
se convierte objetivada en un saber del devenir del mundo, todo figuras, se convierte en un miembro de mi cultura intelectual.
es ilusión ; la realidad empírica del mundo no es más que objeto Para la mera consideración e investigación el pasado es como un
de la investigación orientadora en el mundo, aun cuando se trata ser petrificado, que es como -ha sido. El recuerdo «tostoneo» apre-
del principio y del fin. La investigación es ilimitada. Para ella ( hende, como ser a su vez viviente, el pasado como realidad aun
jiíje como supuesto, cuya anulación no puede pensarse, que el 1 presente de posibilidades que están en flujo continuo ; yo partí-
588 MetafUica
Lectura del etcrito cifrado 589
cipo en ellas e in clu so decido lo que fué verdaderamente. Cierto -
■de acceso en la cual se percibe el hacerse cifra la realidad empí
que lo que fué ya está decidido, pero no es todavía para nosotros
rica.
definitivo en qué sentido fué y nos interesa. De aquí el carácter
Este recuerdo acompaña mi existencia empírica como la con
insondable de lo s id o , que, existiendo en sí, sin embargo no es
ciencia constante de la profundidad del pasado. Lo pasado se
nunca para nosotros una posibilidad agotada.
convierte en ser en la cifra. El ser como haber sido ya no es y,
En lo psicológico y lo histórico el recuerdo se hace existencial
sin embargo, no es una nada. El recuerdo se torna acceso al ser
cuando el recordante se vincula a lo recordado. Al aprehender li
por virtud de la facticidad de lo presente. En el mundo mismo,
bremente algo da d o adopto en lo recordado lo que yo soy. Yo
soy lo que fui y l o que quiero ser. La propia identificación exis este mundo del recuerdo se convierte en presente del pasado in
sondable. Lo que para la orientación intramundana no es más que
tencial, en la cual yo sólo soy verdaderamente y no sólo un yo
vacío en una «conciencia en general», se realiza como fidelidad en una nueva realidad empírica, ahora existente, en el flujo sin tér
mino del aparecer y desaparecer, es para la «existencia» mani
la conciencia «histórica» de mi destino en su inseparabilidad de
los hombres con los cuales advine, como devoción hacia aquello festación del ser que en aquello es recordado. Expresada exter
que fundamenta la propia existencia empírica, corno fuerza de la namente es la realidad empírica signo del ser ; internamente está,
como cifra, penetrada por el recuerdo. Al darse cuenta del ca
veneración hacia aquello que me habla como verdadero ser de la
rácter inconcebible del amor pudo Goethe leer este ser de la ci
«existencia». Si recusase el recuerdo perdería mis raíces.
fra : « ¡A y , tú fuiste en tiempos remotos mi hermana o mi mu
Ninguno che estos recuerdos, como tales, es ya el recuerdo me-
jer !» En su pasión por leer toda la realidad empírica como cifra,
tafisico. Pero ¡en todos ellos este último es posible.
pudo hablar Schelling de una «colaboración con la creación» en
■Es una experiencia, pero cuando se le expresa no es más que la que el hombre estuvo, .y, por tanto, puede recordar ahora de
interpretación, que cuando una nueva luz se enciende en mi es nuevo. Este recuerdo es, com o añoranza y anhelo, el impulso a
píritu parece una evidencia, como si yo hubiera sabido siempre
la disponibilidad ; puede ya impulsar en la temprana infancia
lo que ahora veo y simplemente se hubiera hecho claro en este cuando todavía apenas hay pasado y todavía no se ha perdido
instante. Es como un despertarme, cojeo un retorno de lo que ya
nada.
traía en mí, sin saberlo hasta ahora. En la comprensión del paso-
Desde aquí, recuerdos indiferentes en sí y condicionados psi
do histórico yo lo recibo extrínsecamente como conocimiento, pero
cológicamente, que, como tales, se presentan con frecuencia, pue
cuando se me abre y me absorbe es a modo de recuerdo, para el
den entrar en el contexto de la lectura rememorativa de la cifra
cual lo documental únicamente fué ocasión. De mí procede lo que
cuando se llenan de contenido existencial ; así la sensación de lo
desde fuera entra en mí para hacerme consciente de mí mismo.
déjà vu y el despertar del sueño con la conciencia de acabar de
Hay recuerdo en todo lo que wie es presente de modo existencial;
surgir de una decisiva profundidad como el pasado. Profunda
lo que se realiza es lo que y o no había querido así antes, y que
mente confuso por el escalofrío del misterio, que parece revelarme
es, sin embargo, lo que realmente soy yo mismo sin que lo su
el verdadero ser, quiero todavía aprehenderlo, pero en la medida
piera. En la decisión y el cumplimiento de mi ser yo me recuerdo
en que me despierto se va haciendo más superficial, y ya con ple
de un ser eterno. na conciencia acaso sigo todavía en un estado de animo espe
La conciencia del recuerdo estribaba aquí en lo que como real cialmente preparado ; pero lo que fue no es nada ahora.
es presente. Sólo se me convierte en recuerdo cuando yo lo veo
como cifra, tácticamente en la percatacíón originaria, interpreta
2, Previsión.—La previsión mira a lo que vendra. En la me
dida en que aguarda un acontecimiento que necesariamente ha de
tivamente en la transmisión posterior. Y o no recuerdo a un otro.
producirse hace una predicción. Si quiere realizar una finalidad
Y o no trasciendo sobre la cifra en un ultramundo ajeno. El ser-
construye en una imagen de la totalidad que debe hacerse real un
cifra significa, precisamente, leer sólo en ella misma la unid^.
plan de relaciones entre el fin y los medios. En cuanto que en una
de realidad empírica y trascendencia. El recuerdo es una forma
situación indeterminada deterrítma la acción se convierte en es-
¿90 Metafísica
Lectura del escrito cifrado 591
pecvXacxón, que, partiendo de un pronóstico solamente probable, trascienda la existencia empírica temporal puede tener una signi
en constante oscilación y desplazamiento concibe en cada caso 1« ficación que constantemente se desvanece.
que puede conducir al resultado.
Y o leo la dirección del ser como ser futuro; el ser es el secre
El futuro es l o posible, la previsión es pensamiento ¿be lo po to que revelará, si se hace patente, lo que e s ; ya está en germen
sible. Aun cuando yo formule un pronóstico de lo que acontecerá en la realidad empírica lo que llegará a ser, y entonces patenti
necesariamente, cjueda siempre un margen a causa de la infinidad zará lo que es. En lo presente, lo que adviene es lo que está
de las condiciones posibles; lo que todavía no es puede llegar & siendo.
ser de otro cnodo que preveía la espera más segura. La orienta Yo rale liberto de todas las ataduras de la orientación intra
ción ultramundana amplía el espacio de lo posible a causa de que mundana cognoscitiva a causa de que, trascendiendo, la pienso'
puede dam os a conocer expectaciones más precisas e imágenes ampliada a lo ilim itado; la infinita posibilidad es para mí el re
más ricas, pero a l mismo tiempo limita el espacio por virtud de flejo del ser infinito.
que delimita lo determinable, separándolo de la nebulosidad de Ser es lo que es futuro, y la previsión, la forma de acceso a él.
las posibilidades ilimitadas.
3. Contraposición y unidad de recuerdo y previsión.—El
En lo posible del futuro hay un sector compuesto por lo que recuerdo y la previsión se contraponen entre sí. El recuerdo con
depende de mí. L o absolutamente esencial para el futuro es que cibe el pasado como si persistiera. En la actitud contemplativa,
todavía tenga que decidirse algo. Lo que yo soy propiamente en el hombre no hace más que retornar a lo que existe. El tiempa
el futuro depende tanto de mí que yo me sé responsable. Cierto como tiempo es indiferente, puesto que ya no hay que decidir. La
que mi conciencia de ser impotente frente a la marcha del mundo previsión concibe el futuro como aquello que me interesa, que ha
es tan originaria coano mi conciencia de la libertad para mí mis de producirse por virtud de la decisión, pero en sí como el ser
mo. Pero, mientras que el recuerdo es la vinculación de lo inse que avanza y se acerca. En ambos casos, el presente, en su aisla
parable en mí mismo, la previsión proporciona libertad en el ám miento, queda privado de su ser, sea por el pasado, sea por el
bito de lo posible. futuro. La desvaloración del presente queda estimada como tran
Lo que es la realidad empírica lo conozco en lo que se pre sición y punto más b a jo ; el presente es la extrema caída, desde
senta ; lo que yó mismo soy, por virtud de aquello que decido. la cual se mira hacia atrás, o la distancia suma, desde la cual se
En el cumplimiento de toda la futura realidad empírica el ser mira hacia delante. El presente mismo no es nada. Y o vivo sa-
sería patente definitivamente. Pero ahora, el ser como futuro ser liéndome de é l ; yo me busco en el fondo del pasado o vivo en la
es la cifra flotante que y o lleno anticipadamente o leo en su in espera del futuro, que se me confirma como ser. Desde la con
determinación coano dirección. ciencia de la inanidad del presente, el pasado y el futuro se tor
Y o anticipo en el juego metafísico el fin de los días, la consu nan por su parte equívocos. El pasado puede ser para mí lo ter
mación como comienzo del reino intemporal de los espíritus, la re minado y cumplido en su profundidad, a lo cual mi ser me impul
cuperación de todo lo perdido, la patentización ya sin proceso. sa a volver ; o lo terrible, de que me he emancipado inconcebi
Pero en la existencia empírica temporal es utopía absurda toda blemente y a lo que nunca quisiera volver ; la vinculación por mi
pasado gpr la sustancia de mi ser o la "trapa de mi posibili
imagen del futuro de una vrealidad empírica que muestre ésta
dad. El futuro puede ser la edad de oro, donde algún día todo
como reino definitivo de la perfección y sea pensada como reali
se resolverá; o el abismo, sea el término, sea la vacía sinfinitud,
dad. fues en el mundo del tiem po la que tiene la última palabra
sea la acumulación de todos los horrores ante los cuales estoy
es la orientación intramundana, la cual no hace más que mostrar sin esperanza.
cada vez más decisivamente la imposibilidad de una realidad em
El aislamiento del pasado o del futuro, la desvaloración del
pírica que se continúa im pasible e inmóvil y muestra siempre
presente, la equivocidad de lo que no es presente se encuentran
nuevas posibilidades. Pero, co m o lenguaje metafísico, un juego que
en mutua conexión. Son juntamente la desviación de la lectura.
heetura del escrito cifrado 593
r592 Metafísica
cuerdo, mirando a este fundamento de mi existencia empírica,
inicial de la cifra e n una objetividad sin cifra. Recuerdo y previ como el ámbito de las «existencias» que me despiertan. Y o no lo
sión son modos de La lectura de la cifra cuando se unifican en él veo ya como material cualquiera de mundos pasados, sino que lo
eterno presente del ahora como punto de mira del ser existencial. que me llega históricamente lo reconozco como aquello a lo que
La «existencia» sólo supera al tiampo cuando aprehende del pertenezco por toda la eternidad, o bien lo dejo caer como indi
modo más decisivo el tiempo mismo. Este, como lugar de la de ferente. A lo largo de imi existencia empírica, mi vida, acompa
cisión, no es punto bajo ni caída, sino el presente, devuelto al ñada de la historia, es un proceso único en el que despierto por
cual yo soy auténticamente. En la incondicionalidad de la deci virtud de la comunidad con los espíritus, y sólo por esto el arrai
sión irradia el ahora desde el ser, el cual es amado por ella en la gamiento posible en el presente, cuyo futuro sólo entonces puede
forma del presente transparente del hombre y del mundo. Mien llegar a serme sustancial.
tras que en aquella desviación el presente nunca es propiamen
4. E speculación históricofilosófica .—La especulación me
te, porque siempre, o bien ya no es, o todavía no es, y mientras tafísica —que, com o producto intelectual expresado, es un insó
lo que es real empíricamente como lo presente es un límite inal lito brote nacido de la profundidad del recuerdo humano— habla
canzable de la orientación ultramundana, lo real de la trascen del ser de la trascendencia, al que leyó originariamente en la ci
dencia en el ser de la cifra es el presente de cada caso como nunc fra de la propia realidad empírica existencial. En una historia,
stans; el eterno presente, que, henchido del pasado recordado y para la cual el pasado investigado por la ciencia histórica no es
aclarado por el futuro presumido, sólo unido con ambos deja per más que material, se lee una cifra de la existencia empírica como
cibir el ser en la cifra.
una totalidad que abarca desde el comienzo hasta el fin de los
La trascendencia en la cifra es el ser que viene Hacia mí des días.
de el futuro com o pasado, o el ser que se recuerda mirando hacia
La representación total de la historia es para la ciencia no
delante. Así, pues, se cierra el círculo; lo que temporalmente no
más que una representación, determinada en cada caso desde un
hace más que transcurrir se redondea y cierra en el ser. Pero sólo
punto de vista. Por ejemplo, la representación de que el hombre
como cifra, no para ninguna clase de saber ; y con el peligro de que
en el fondo es dondequiera y siempre el m ism o: es posible una
la cifra, en tanto que pensada, me desligue existencialmente del
comprensión histórica porque dondequiera las propias posibilida
tiempo en favor de una vacía contemplación metafísica, y de ese
des y las de los otros son idénticas, aunque evolucionen y se rea
modo destruya el fundamento sobre el cual únicamente pudo ser
licen del modo más diferente. O bien hay una historia universal,
vista esta cifra.
en el sentido de que toda existencia empírica que hasta aquí que
El recuerdo se realiza primeramente en la historicidad perso dó destruida está relacionada en una única conexión. O bien la
nal de mi vida, que me presenta lo que yo mismo hago como re diversidad de la existencia empírica humana está en incesante
torno a un hogar. El camino de mi vida, que decido existencial cambio, pero existe un cierto tipismo de sus desarrollos que, sin
mente, es un cercioramiento de aquello que yo era ya. La as relación entre sí, se han producido y desaparecido como una va
censión al ser, al aprehender lo que viene hacia mí como futuro, riedad sin un adecuado recuerdo de la totalidad, porque ésta no
es la unificación con ello como el ser con el cual yo estaba enla existe.
zado desde siempre. Hay una fuerza convincente en lo que desde Cosa diferente es la cifra de la totalidad como una especula
el futuro se me presenta, la cual n o procede de la exactitud de las ción a su vez «histórica», en la cual la «existencia» se concibe en
ideas y los hechos, ni de la idoneidad de una acción, sino de la la totalidad de su existencia empírica, que lé es accesible. La con
realidad presente cono eterna. L o que me llega es enteramente ciencia del ser se puede expresar en una filosofía suprasensible de
nuevo, en cuanto que nunca lo había pensado ni tenía imagen o la historia, la cual incluye pasado y futuro para comprenderlo
representación de ello; pero es también completamente viejo, como todo como lenguaje del presente eterno. Así fueron pensadas es
si hubiera sido siempre y sólo se hubiera vuelto a encontrarlo. peculativamente imágenes evanescentes ; en la historia universal
En lo histórico, como pasado d e la especie humana, yo me re
594 Metafísica Lectura del escrito cifrado 595
1- P ositivismo . — La fuerza del positivismo estriba en no que Lectura del escrito cifrado 597
rer excluir ninguna, realidad empírica. Rechaza todo medio de
convertir una realidad bajo el nombre de azar en una irrealidad todo en la articulación de mi espacio, en la estructura de la cor
por indiferente, inesencial, patológica, anormal. Pero su debili poreidad, en la atmósfera del paisaje que incluye lo que en sí,
dad está en querer investigar lo ininvestigable. Su hipótesis del aisladamente, carece de estructura. Esta totalidad no es sólo crea
mundo, que como Investigación es un error, obedece, sin embar ción m ía ; también lo hace la Naturaleza: lo más separado y más
go, al impulso de interpretar la cifra de la realidad empírica. contrario, lo más desgarrado y chillón, la Naturaleza lo reviste
Comoquiera que este impulso en este método positivista se equi con un manto de paz conciliadora. La totalidad del mundo, pen
voca a sí mismo, pierde el propio origen; en lugar de la cifra no sada como cosmos, actualizada en imágenes, es por analogía, en
tiene a la postre más que un vacío mecanismo conceptual o un cuanto paisaje del mundo, la única espacialidad henchida de la
vacuo no-saber. realidad empírica.
El positivismo es el suelo de la ciencia orientadora en el mun La segunda experiencia fundamental es la unidad dei espíritu,
do. Su impulso es ver lo que es; su sentido metafísico, mostrar de que todo lo que existe entra, en tanto que comprendido, en la
acusadamente lo real y positivo que se torna cifra posible. conexión de la conciencia de uno mismo. El cosmos se lee enton
2. I d e a l is m o .— L a fuerza del idealismo estriba en tener a la ces no ya en la unidad de la Naturaleza espacial, sino en la uni
vista la unidad de la totalidad espiritual. No quiere dejar que dad del espíritu como espíritu absoluto, en el cual aquélla no es
nada exista aisladamente, sino concebirlo desde la totalidad vin- i más que un miembro. El espíritu, patentizado empíricamente en
culado con todo lo demás. Pero su debilidad consiste en que deja I la historia, está presente en mí mismo como capacidad de com
de lado lo que le perturba su unidad. Mientras que parecr rcco-l prender.
rrer en toda su extensión la riqueza de la realidad empírica, co n - 1 Pero el m otivo decisivo para la unidad es la voluntad de con
cluye por una paz exenta de trascendencia ante la supuesta armo- ! ciliación. La armonía existe porque la conciencia del ser de una
nía del todo. posible «existencia» se tranquiliza en la reintegración restaura
Toda unidad y totalidad, originariamente cifra de la unidad dora partiendo de lo negativo, de lo falso, malo y perverso, del
del ser, deja de ser cifra para el idealismo en cuanto que la con dolor y del sufrimiento. Cierto es que en él mundo hay lo nega
cibe diciendo que la totalidad es la unidad de los contrarios. Lo tivo, pero sólo com o elemento y etapa de un proceso en el cual
que parece excluirse constituye en una unidad sintética el verda el ser llega a sí mismo. Y o, en mi limitación e imperfección, estoy
dero ser. Lo que parece anularse mutuamente se convierte preci en un tugar de la totalidad en que he de cumplir esta tarea espe
samente en esa negación en realidad empírica llena de contenido. cial y soportar lo negativo inherente a mi particularidad y disol
Lo que aislado parece desarmonía no es más que un momento verme en la totalidad. Lo negativo de cualquier índole no es en
hacia la potenciación de la armonía del todo. Esta es una unidad sí real en absoluto, sino que sólo es articulación de lo positivo.
orgánica, articulada en una evolución que hace posible que lo Lo negativo que hay en mi posición, mi sufrimiento, visto por 6Í
que simultáneamente no puede estar uno al lado de otro acabe solo en este lugar, carece ciertamente de sentido ; pero, visto en
por estar uno tras otro. Todo tiene su lugar y su determinación, la totalidad, lo posee plenamente. S e de conquistar el sosiego
como cada personaje en un drama, como cada órgano en un cuer de la contemplación, la cual me ve en mi lugar en el todo, en la
po vivo, como cada detalle en la ejecución de un plan. conciencia de una limitación tanto como de una vocación, y sabe
Los motivos de esta unidad estriban, ante todo, en la expe que todo está en orden. P ara este sosiego la libertad es tan solo
riencia fundamental de que mí mundo se me convierte constante 3a corpordamMa. de la acti’tucl interior con esta totalidad^ la
mente en una totalidad. Mi imundo no es, en el espacio, un montón belleza es la perfección del ser en la obra de arte, como no puede
de escombros, sino la figura que, cuando veo apropiadamente, me existir nunca en la realidad empírica limitada.
habla dondequiera como belleza. Donde estoy se me torna un El idealismo es la filosofía de la dicha. La vida en la concien
cia "de la totalidad real, que en la cifra de lá realidad empírica
«stá presente como lo Todo-Uno y anula toda negatividad, cono-
596 Metafísica Lectura del esento cifrado
ce también tensiones, pero sólo aquellas para las cuales también nifica el «fin de los días». Sesgando su, temporalidad presente, la
hay solucion. Matrimonio, familia, Estado, el estamento profe eternidad está presente para ella; pero, a su vez, sólo en cifras
sional y la totalidad del cuerpo social, por último la totalidad temporales como decisión, resolución, confirmación, fidelidad.
del mundo, es la sustancia con la cual parece posible vivir en ín Puede establecer como ámbito de sus posibilidades el mundo
timo acuerdo. Donde hay deficiencia existe complementación por de las cifras que alguna vez fueron pensadas directa e inmediata
virtud de otra cosa. X a lucha no es más que el medio de llegar a mente. Aun todo lo que a los ojos del idealismo, entendido como
la vinculación. Lo uno potencia lo otro. A través de la disonancia sistema, se convirtió en saber, es aihora posible cifra en tanto que
se llega a la armonía. totalidad. Los grandiosos aspectos del ser en Plotino y Hegel se
3. L ectu ra de las c ifra s de la filo s o fía de la «existen- tornan importantes como tales cifras, y , aunque no impositivas,
CIA»* ka filosofía de la «existencia» no puede llegar a conseguir sí como posibilidad de lenguaje en un instante existencial y como
un saber definitivo del ser de la trascendencia en una imagen o trasfondo del otro como de lo extraño que tiene su verdad, aun
una especulación. Para ella, como para el filosofar, persiste en la cuando no la mía.
realidad empírica el desgarramiento del ser con la única posibili Partiendo del origen existencial, un pensamiento de la totali
dad de alcanzar com o «existencia» el ser único por la vía de la dad, relatando en el mundo de las cifras y construyendo en la
historicidad. Sabe que con la supuesta perfección quedaría aban especulación, tomará un sistema metafísico como si fuera un mito.
donada la realidad empírica sin ver realizado lo uno para todos En lugar de poseer sólo imágenes relativas de la realidad empí
y la totalidad. De aquí que la existencia empírica temporal, con ■ rica en la sistemática de la ciencia por virtud de la orientación
la conciencia de tener un futuro para sí mismo y una totalidad intramundana, se piensa el único ser como fundamento de todo.
a la que se pertenece en tanto que se la elige, sea el mundo per Esto se hace, o bien en formas naturalistas, en formas lógicas, en
manente del filosofar. formas dialécticas, todas las cuales son afines en la actitud fun
> filosofar retrocede al positivismo y no conoce límite alguno damental de ver la tranquilizadora unidad del todo como la uni
para la disposición a conocer la fáctico, ante lo cual al principio dad de lo general. O bien se hace en el relato de una historia po
sólo se exige decir: esto es así. I<& fáctico siempre nuevo y siem- j sitiva trascendente que está en el límite de lo concebible y del
pre haciég¿g¿a distinto no es para el filosofar más que impulso. A mito intuíble, con la actitud fundamental de ver la totalidad en
~ E[filosofar penetra en la absoluta historicidad de la « existen- la insondable historicidad y todo lo auténtico como algo particu
d a» ; por tanto, en las situaciones límites y en la comunicación. lar insustituible, que no se puede deducir de algo general, pero
El positivismo y el idealismo conocen la única verdad y, por tan que está arraigado en la trascendencia.
to, sólo una relativa historicidad y una comunicación secundaria Las cifras no se pueden fijar por la posible «existencia», y, sin
4 en la única verdad existente. La comunicación rm ps nrjcren donde embargo, no por eso son «nada». Pero lo que todavía son, una
y ja verdad y lg^ divinidad se paTentizan. La historicidad es allí sólo' vez objetivadas, resulta infinitamente ambiguo, y no son verda
un caso particular o una concreción de lo general. Pero existen- deras, a fin de cuentas, más que cuando se las encuentra en la
cialmente la comunicación se convierte en suscitación, contacto, cifra del fracaso, el cual es visto por su lado fáctico con sinceri
dad positivista, y existencialmente es aceptado seriamente en las
vinculación de verdades que sólo son ellas mismas, y pensadas en
una totalidad se pierden para nosotros. Puesto que la divinidad situaciones límites.
permanece oculta no hay firme a p oy o más que entre las «existen
cias» que se dan la mano.
En la realidad temporal, como manifestación, esta temporali
dad misma es para la «existencia» cifra, pero no unívoca. La
«existencia» no puede anticipar ni para sí la realidad de su reali
zación y fracaso ni la totalidad en lo que aún ya como cifra sig-
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P arte C uarta
E V A N E S C E N C IA D E L A E X IS T E N C IA E M P IR IC A
Y D E L A «E X IS T E N C IA * C O M O C IF R A D E C IS IV A
D E L A T R A S C E N D E N C IA
(SER E N EL FRACASO)
EL MULTIPLE SENTIDO DEL FRACASO FACTTCO
rae a la postre a mí m ism o en la referencia trascendente, nunca longación de la existencia temporal, no duración absoluta. Sólo | y
se lo que fué en definitiva culpa mía y lo que tengo que soportar lsf Irreflexión confunde la larga existencia empírica con lo impe- | [
como algo que me ha ocurrido sólo a m í; yo puedo fracasar como recedero.
yo mismo sin que me ayuden la confianza filosófica, la palabra di
Cuando, a la vista de la caducidad de todas las cosas — aunque
vina y la garantía religiosa, a pesar de que toda la veracidad y dis
sólo perezcan al oabo de milenios-", al fin la existencia empírica
ponibilidad parecían en su colmo.
como posible « existencia» sólo ve el verdadero ser en la concreta
En la multiplicidad del fracaso, empero, queda la cuestión de
realidad presente del propio ser-sí-mismo; hasta la ruina y la
si el fracaso es, en absoluto, aniquilación, porque lo que fracasa
muerte se convierten en un ser cuando son asumidas libremente.
perece, en efecto, o si, por el contrario, en el fracaso se patentiza
El fracaso, en cuanto que lo experimento tan sólo como un acci
un ser; si el fracaso puede ser no sólo fracaso, sino movimiento
hacia la eternidad. dente casual de mi existencia empírica, puede ser concebido como
verdadero fracaso. Pero la voluntad de eternizarme, en lugar de
rechazar el fracaso, parece alcanzar su meta en el fracaso mismo.
Si yo, como ente vital, quiero durar ; si en la perdición busco
FRACASO Y ETERNIZACION
nuevo apoyo en algo consistente, como posible «existencia» quiero
el ser, que todavía puedo aprehender en el naufragio, aunque no
La existencia empírica vital tiende de modo natural, com o de persista. Frente a la pérdida sufrida, cuando desaparece para mí
suyo, a la duración y la consistencia. No sólo quiere evitar el fra lo más querido, puedo tomar sobre mí lo que acontece y experi
caso, sino que para ella ,el supuesto es que el ser en absoluto es mentar, sin embargo, con resignación clarividente, que lo que fué
posible como consistencia: el ser existe empíricamente en una instante, como presente cumplido, no está perdido. Pero si yo en
evolución que tiene un futuro ilimitado; conserva lo que ha ga^ tonces,-mediante una fantasía transfigurados, enlazo el ser con
nado, progresa hacia un bien m ejor; lógicamente es accesible en la pérdida en la idea de que los dioses arrebatan precozmente del
absoluto pensándolo sin contradicción. Para ese supuesto el fra mundo lo que les es caro, o que lo que se tornó forma y figura
caso no es necesario. El fracaso es un peligro, pero puede ser ven tiene eternidad, entonces la «existencia» se defiende. Si no tiene
cido. Cuando el individuo muere su acto persiste, incorporado por otro recurso que sufrir pasivamente, no se puede resignar en una
los demas en la historia. La contradicción no tiene por qué con tranquilidad contemplativa. Pues su conciencia del verdadero ser
vertirse en antinomia necesaria; si existe es por virtud del error, no se puede cumplir en la mera consideración de no haberse per
y queda anulada mediante la claridad y una experiencia mejor. dido. Por el contrario, tiene que haberse asumido a sí misma en
Sin embargo, sólo una ceguera voluntaria puede establecer esta el fracaso : primero, en la actividad del propio riesgo; después,
hipótesis. El fracaso es lo último y supremo. en el dejarse fracasar a sí misma. No ya para la contemplación,
Por el hecho de que todo lo que es manifestación empírica se que sólo recibe pasivamente, se hace la cifra decisivamente paten
ha patentizado como pe.rp.r¡p.r1j>rn. la existencia empírica se diri- te, sino para la «existencia», que hundiéndose como existencia
gió, al buscar él verdadero ser, a lo objetivo en cuanto es lo váli empírica, surge de la libertad, y zozobrando como «existencia»
do e intemporal; pero, en tanto que accedió a ello, precis>amente con ello encuentra su fundamento en el ser de la trascendencia. ^
por su intemporailidad se le hizo no sólo irreal, sino también va La contradicción del fracaso persiste como apariencia. La so
cío. Entonces se dirigió a lo subjetivo para procurar a lo válido lución no es objeto de saber, sino que está en el ser que perma
cumplimiento en esta realidad, pero lo vió desvanecerse en el flu nece oculto. Con este ser topa quien realmente en su propio des
jo de la mera vida. La existencia empírica quiere el ser como eter tino atraviesa los grados existenciales. Este ser no puede sej^ su
nización y la busca en la duración: en la descendencia,- .én obras puesto. Ninguna autoridad lo puede imponer ni comunicar, sino
cuyos efectos sobrepujan la vida. Pero tampoco aquí puede enga que únicamente brilla para aquel que se le acerca arriesgándose.
ñarse sobre el hecho de que to d o no significa más que una pro Pero querer directamente el fracaso sería una perversión en la
808 Metajinca
cual el ser quedaría de nuevo oscurecido en la noche de la nada. Lreclnra del escrito cifrado 609
El auténtico fracaso revelador no está en cualquier hundimiento,
ni en toda negación , toda anulación de sí mismo, renuncia o fallo. pírica en el mundo, sino que me entrego a la aventura; entonces
La cifra de la eternización en el fracaso únicamente se hace clara absolutizo el arriesgar, el destruir, el perecer, aun cuando no sir
cuando no quiero fracasar, pero me arriesgo a fracasar. Y o no pue va para nada, precisamente para entrar con esta conciencia en
do proyectar la lectrura de la cifra del fracaso. Sólo puedo proyec el ser, sobre el cual engaña tomar en serio el mundo, así como
tar y hacer planes sobre lo que tiene duración y consistencia. La toda duración y toda intemporalidad. El aventurero desprecia to
cifra no se descubre cuando lo quiero, sino cuando hago todo lo das las ordenaciones del mundo lo mismo que todo lo consisten
posible por evitar su realidad. Se descubre en el amor fati, pero te. Para él, que asume su ruina jubilosamente o la sufre sonrien
sería un error el fatalismo que se conforma anticipadamente y, te, lo verdadero es lo extravagante, lo que liberta de todas las
por tanto, ya no fracasa. trabas, el juego travieso, lo sorprendente e inesperado.
Si, por tanto, el fracaso en que me precipito voluntariamente Pero así como la existencia empírica, en cuanto posible «exis
es la nada vacia, en cambio el fracaso que me sobreviene cuando tencia», se estremece ante el vacío de las valoraciones únicamente
hago todo para impedirlo verdaderamente no tiene por qué ser objetivas, ante la ilusión engañosa de la presunta duración, tam
sólo fracaso. Así puedo experimentar el ser cuando en la existen bién se horroriza ante la insustancialidad de la mera ruina en la
cia empírica he heoho lo que pude para defenderme, y así tam aventura. La objetividad y la duración, aunque en sí mismas no
bién cuando, como «existencia», respondo de mí por entero y me 'son nada, son el cuerpo para que se manifieste.la «existencia» en
lo exijo todo, pero no cuando, al tener conciencia de mi inanidad la existencia empírica temporal. La mera ruina no es n ada; sin
de criatura respecto a la trascendencia, me abandono al ser-cria realización en el mundo no arruina verdaderamente nada más que
tura. una subjetividad caótica. No obstante, sigue siendo verdad que
lo que es esencial perece en la .manifestación, y que el asumir
Así como ia paralización en la lucha de la existencia empírica
la ruina en sí no hace más que patentizar la profundidad que per
y el abandono sin dignidad del ser-sí-mismo se enlaza con la
mite mirar el fundamento del verdadero ser. Por tanto, la eterni
nada, del mismo modo en la voluntad de que terminen todas las
zación sería la construcción de un mundo en la realidad empírica
cosas, en su carácter directo no se concibe el término como el ser
con la continuidad de una voluntad de norma y duración, pero no
de la eternidad, sino como aniquilación de la realidad empírica.
sólo con la conciencia y la disposición a la ruina, sino arriesgándose
En las representaciones nihilistas y sensibles del término como
y conociendo la ruina, en la cual la eternidad entra en la mani
placer en la destrucción de este mísero mundo hay una seducción
festación del tiempo.
engañosa. Ante el camino a cuyo final no hay más que la cifra del
Unicamente este fracaso, al que yo estoy abierto sin reserva,
ser en el fracaso nos desviamos hacia la actitud que d ice : «Cree
sabiéndolo y aceptándolo, puede convertirse en henchida cifra
mos en la terminación, queremos la terminación, porque nosotros
' del ser. Si me encubro la realidad o si voy hacia el fracaso sin
mismos somos una terminación o al menos el comienzo de la ter
realidad, en ambos casos malogro en el fracaso táctico el verda
minación. En nuestros ojos hay una expresión que nunca ha habi
dero fracaso.
do en los ojos de los hombres.» E n estas palabras suena una nota
que, a causa de su aparente afinidad con la exaltación del fraca REALIZAR Y NO REALIZAR
so existencial en el mundo, tanto más atrozmente descubre el fal
so patetismo de una pasión exenta de mundo. De la conciencia del fracaso no se sigue necesariamente la pa
Una inversión de la experiencia del ser, del riesgo y la aniqui sividad. aue es la forma de la nada, sino la posibilidad de una
lación existe siempre allí donde la manifestación no sólo se hace actividad verdadera; lo que perece tiene que haber sido. La rui
perecedera, sino también indiferente ; siempre, por tanto, en que na sólo es real por la realidad del m undo; en otro caso únicamen
yo, para ser verdaderamente, no construyo ninguna realidad em te sería le desaparición de una posibilidad. De aquí que yo ponga
todo el peso de mi ser en la existencia empírica como realización
para procurar duración y crea en ella como en algo que hay que
J9
610 Metafísica Lectura del escrito cifrado 611
hacer. Y o quiero consistencia para experimentar el fracaso en su El hecho de que- yo no estoy solo en la realidad empírica hace
plenitud, en el cual solamente se rae descubre el ser. Y o abrazo el a aquella resolución negativa, que pone en cuestión la realidad
mundo y participo con todas mis fuerzas en su riqueza para ver empírica del mundo, también problemática, porque esa resolu
desde este origen su fragilidad y ruina, y no sólo para conocerle ción sin mundo y sin comunicación no hace más que precipitarse
en pensamientos abstractos. Solamente cuando entro sin la me en el abismo de la trascendencia. Pero la «existencia» en la exis
nor reserva en el mundo y sufro lo que su destrucción me depara tencia empírica, como voluntad de comunicación, que es la con
puedo experimentar realmente el fracaso como cifra. En otro caso dición de su propio ser, no puede sostenerse absolutamente sobre
no existiría más que la ruina universal indiferente y sin funda sí misma ni aferrarse directamente a la trascendencia. Nadie pue
mento. de ser feliz solo. No hay verdad con la cual yo sólo pudiera al
Para la conciencia del ser de la posible «existencia» el mundo canzar la meta para mí. Y o soy con lo que son otros; soy respon
es el ámbito en que experimenta lo que verdaderamente es. Y o sable de lo que hay fuera de mí, porque puedo hablarle y entrar
me dirijo a la sociedad en que vivo y colaboro, en la que concibo en relación activa con ello; y o soy como posible «existencia» para
mi posible círculo de acción ; a la duración comunicativa en la otras «existencias». De aquí que únicamente alcance la meta de
familia y en la amistad ; a la objetividad de la naturaleza con sus mi existencia empírica cuando aprehendo lo que hay en mi de
leyes y su posibilidad de ser dominada técnicamente. Como exis rredor. Sólo cuando el mundo con el cual puedo entrar en comu
tencia empírica, aliento en un m undo; como hombre con hom nicación posible ha llegado a sí mismo conmigo he llegado yo a
bres produzco el cumplimiento de la existencia empírica. Pero, mí mismo. La libertad está vinculada a la libertad de los otros,
aunque todo cumplimiento no es más que caducidad, sin embargo el ser-sí-mismo tiene su medida en el ser-sí-mismo del más pró
hay en él, por virtud de esa caducidad, el escrito cifrado del ser. ximo y, en definitiva, de todos.
Pudiera parecer fundada la idea de que, puesto que todo fra Sólo en el fracaso final de esta realización se revela aquello
casa, no hay por qué empezar nada, pues nada tiene sentido. Este que es el ser. v
pensamiento hace de la duración el criterio de valor y absolutiza
la realidad empírica del mundo. Pero, aunque para la existencia
empírica, y, por tanto, para todos nosotros la voluntad de dura EXEGESIS DE LA NECESIDAD DEL FRACASO
ción y consistencia es inevitable, y la idea del fracaso universal
es la expresión de la desesperación en la situación límite, sin em El hecho de que dondequiera que miremos termina por darse
bargo la «existencia» no puede llegar a sí misma sin implicarse en el fracaso mueve a preguntar si esto tiene por fuerza que ser así.
las situaciones límites. Las respuestas, imposibles como conocimiento, intentan una acla
ración del ser en la cifra.
Muy diferente es el sentido de la resolución a no realizar, don
de no hay para la «existencia» una necesidad absolutamente obli 1. V a l id e z y d u r a c ió n t ie n e n q u e ser f r á g il e s c u a n d o h a y
l ib e r t a d . — Si
la verdad del ser consistiera en la validez de lo que
gatoria respecto a esta existencia empírica en el mundo. Es posi
ble que, encontrándome en la realidad empírica, sin embargo lu puede pensarse sin contradicción, entonces la consistencia inmóvil
che con la realidad empírica en general. La existencia empírica de un ser monótonamente igual siempre a sí mismo sería como el
en el mundo sólo puede ser concebida con verdadera conciencia ser de la muerte, eft el cual yo no puedo creer. Así, pues, para que
cuando la resolución negativa co m o problema roza la «existencia». la verdad incognoscible, pero real, del ser se me manifieste, la
Se tiene que haber abandonado en posibilidad el mundo y des consistencia lógica tiene que fracasar en antinomias.
pués haber retornado a él para considerarlo positivamente como Si la verdad del ser fuera la duración sin término en el tiem
mundo, en su esplendor y su problematismo, en su esencia, como po no sería más que consistencia muerta, pues la mera duración
e! único lugar én que se ¡manifiesta la «existencia», en el cual ella en una igualdad monótona se convertiría en otra intemporalidad.
se concibe consigo ‘misma y con o t r a «existencia». El hecho de que existe el ser tiene que adoptar, más bien, en la exis
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112 Metafísica
Naturaleza oscura, que le produce y que, sin embargo, ha de com
tencia empírica teinporal la forma de un movimiento hacia el fra batir. Puede llegar a una situación en que no se reconozca a sí
caso. Si el ser com o manifestación en la realidad empírica alcanza mismo en lo que hizo. Es como si algo le hubiese trastornado el
una altura, ésta, com o tal, no es más que un punto que desaparece sentido ; sin embargo, lo hizo y él tiene que responder de ello.
inmediatamente para salvar la verdad de la altura, que se habría Su genio puede exigirle estar abierto y accesible a todo, y llegar
perdido al hacerse consistente. Toda consecución perece inevita libremente a su decisión. Pero su ser, al que el genio pertenece,
blemente. Aquello <jue es propiamente no es todavía o ya no es. no está para él seguramente presente en todo momento. Por esta
No se puede encontrar otra cosa que la línea divisoria entre el razón la buena voluntad reclama en la comunicación no sólo es
camino hacia ello y el camino que viene de ello. La imposibili perar tranquilamente el proceso de aclaración y desenredo, sino
dad de permanecer hace que la totalidad de una realidad cumpli el reconocimiento de la posible «existencia» a pesar de la confu
da de la «existencia» gire alrededor de este punto evanescente. sión y, al fin y al cabo, en ella. Esta tremenda cifra del ser en
El instante como tal es todo y, sin embargo, no es más que ins la realidad empírica es que no sólo la libertad y la Naturaleza
tante. La verdad en la realidad no está en el aislamiento de esa son dos potencias en lucha, sino que la libertad no es posible más
altura, sino en su extensión del antes y del después. que por virtud de la Naturaleza. En el ideal de la «Humanitas»
Sin embargo, este movimiento ya no es comprensible como libre, el oscuro fundamento no sólo está reprimido, sino que sigue
la eliminación del aburrimiento sin término, que sin ese movi siendo la fuerza motriz en esa represión. Sus excesos y rebasamien-
miento se extendería, sobre todo, desde la consistencia muerta tos, que la «existencia» afectada acepta como fallos y como de
de la validez y la duración temporal. Por el contrario, lo esencial beres, son la deficiencia irreparable cuyo fundamento es también
es que el ser como libertad nunca pueda cobrar una realidad em el fundamento de la «existencia».
pírica en el sentido de consistencia. Él ser existe mientras se con De aquí que la trascendencia no sólo existe en la libertad, sino a
quista y deja de existir si, como algo ya hecho, pretende ser perma través de ésta en la Naturaleza también. La trascendencia consi
nente. Quedar hecho es su disolución. El que la consistencia como derada como lo Otro de la «existencia» es la cifra que muestra el
duración sin término y como validez intemporal fracase es la posi fundamento trascendente por el cual yo también soy, pero no soy
bilidad de la libertad, la cual, como realidad empírica, existe en solo. La realidad del mundo, que abarca más que la existencia
el movimiento en que desaparece como realidad empírica cuando empírica de la «existencia», no se me aparece sólo como el mate
es propiamente. También el ser de la trascendencia está presente rial de mi libertad, sino que también manifiesta un ser propio de
como transparencia de la realidad empírica en ésta, pero de tal la Naturaleza al cual estoy sometido. La insondabilidad del todo
suerte que la realidad empírica desaparece como tal en su propia incognoscible como unidad impide hacer de la Naturaleza el ser
transparencia. Lo que propiamente existe entra por un salto en en absoluto, pero también impide tener a la «existencia» por todo.
el mundo y se extingue en él al realizarse. Lo malo parece por La filosofía de la «existencia» se angostaría si se limitase a la es
esto más duradero, pero la nobleza emanada de la libertad no con fera del ser-sí-mismo. En la angustia ante la existencia empírica,
siste en la duración ; así, la configuración de la materia es más du en tanto que Naturaleza, y ante el perderse en ella, olvidado de
radera que la vida, la vida más que el espíritu, la masa más que sí mismo, este filosofar anularía la entrega que se hace posible al
el individuo en su historicidad. escuchar lo que es lo absolutamente otro de la «existencia», que
2. P uesto que u l ib e r t a d no e x i s t e m ás q u e p o r y co n tr a
ni es ella misma ni por su virtud es realidad.
la N atu raleza, tieiw q u e f r a c a s a r c o m o l ib e r t a d o como e x i s Cuando la «existencia», encerrada en sus estrechos límites, tien
e m p ír ic a .— No hay libertad si no hay Naturaleza. La li-|
t e n c ia de a transformar la Naturaleza en mero material para su libertad,
bertad no existiría si no encontrase resistencia ante sí y no tu- j entonces la Naturaleza se rebela la primera como la Naturaleza
viera fundamento en sí misma. L o que, por ejemplo, domina en que está en el fondo mismo de la «existencia». Pero, puesto que la
el enfermo mental y destruye al hombre como si fuera un enemi «existencia» como libertad no puede hacer otra cosa que seguir
go pertenece a la existencia em pírica del hombre como su propia
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ese camino, tiene que; estrellarse en la existencia empírica, porque cia empírica y de su obra se torna cifra de s¡u trascendencia para
choca con la Naturaleza. Esta es la antinomia de la libertad: el otra «existencia» que la contemple.
identificarse con la Naturaleza hace que la «existencia» como li 4. L ectura e s p e c u l a t iv a de la c if r a : só l o por el cam in o
bertad se anule, pero el chocar contra ella hace que la «existen DE LA ILUSIÓN ENGAÑOSA DE I.A EXISTENCIA EMPÍRICA SE HACE PA
cia» como existencia empírica fracase. TENTE el s e r en el f r a c a s o . — Si se concibe el ser como lo uno, lo
ción, lo ha dispuesto to d o , por así decir, de tal modo que al bus de su posibilidad, en contraste con su realidad, no le permite so
carlo creemos que tenemos que sacarlo a la luz como realidad em segar ; su conciencia no puede engañarse sobre el hecho de que la
pírica cuando en verdad es eterno. Pues se nos muestra por el «existencia» sólo se cumple desplegando como manifestación una
camino de la realización de la existencia empírica al descubrir la existencia empírica en el mundo. Pero por ello la realidad que to
ilusión y engaño de ésta, es decir, en el fracaso por virtud ddL davía le pertenece, queda animada por su cabal humanidad de este
cumplimiento que acontece en la realidad. resultado de la acción interior, que como reserva y contención ante
5. Lo QUE NO i n c l u y e n l a s in t e r p r e t a c io n e s .— Todo pensa la realidad de la situación, no era un fallo pasivo sino verdadera
miento interpretativo realizado y tomado por verdadero abandona actividad. Si se aparece a los otros como un espíritu feliz en el
al fracasar la cifra del ser. Es una expresión del impulso y ascensión mundo, si perdura en el secreto, como un ser aherrojado, enton
de la conciencia absoluta. Pero en la interpretación sólo entra lo ces ella misma teme esta deificación que la privaría de la última
que en el pensamiento 'humano puede ser aprehendido como conte proximidad humana. Conoce los peligros de lo antinatural y vio
nido que lo llena. lento. Pero como para ella no comprometerse no era el principio
Pero, desde luego, n o entra en ella el fin sin sentido. La negati- de una racionalidad ética sino la «existencia» misma, todo su ser
vidad puede ser, cuando se la supera, origen de realidad verdadera ; se transforma a la vista de estos peligros en benignidad y natura
puede suscitar y producir. Pero la negatividad, que se limita a ani lidad, atravesada alguna vez por inconcebibilidades y preñada de
quilar, el sufrimiento infecundo que no despierta y suscita, sino que una insoslayable conciencia de culpa sin fundamento racional. Esta
únicamente angosta y paraliza, la enfermedad mental, que no hace «existencia» no se comprende a sí misma, carece de pretensiones
mas que subyugar incoherentemente desde lo otro, no pueden ser y no quiere ser conocida, en contraste con la impotencia que se qui
interpretados. No sólo hay la destrucción productiva sino también siera dar realce e importancia. Vive una vida sin desenlace, nacida
la destrucción absolutamente ruinosa. de un heroísmo inconsciente, en la realidad de lo negativo y po
En segundo lugar, no entra en la interpretación la frustración sible ; puede acercarse a la profundidad del ser más que otros para
de las posibilidades cuando fracasa, no lo que todavía no estaba los cuales es como un vidente. La historicidad de su ¡manifestación,
ahí, sino lo que ya anunciaba la posibilidad de su realidad empírica. en cuanto no-realización fatal, se ha convertido en la profundidad
Cierto es que el ser-sí-mismo puede, por la superación, trans de la existencia empírica de sí misma.
formar la posibilidad que le ha fallado en otro cumplimiento, allí Pero mientras que este fracaso en la no-realización conduce a
donde el fracaso se torne origen de un. nuevo ser, que sólo de él una nueva sustancialidad, sin embargo, frente a un fracaso que
puede brotar. La no-realización se torna realidad existencial allí arruina en absoluto la posibilidad no será más que «nada» sin
donde el destino es que en la situación fáctica toda realización tie sentido, ininterpretable.
ne por fuerza que ser desviación. P or el hecho de que no se ha he En tercer lugar se sustrae a la interpretación la aniquilación en
cho ningún compromiso en lo esencial, se sufre el dolor de la po sentido de fin histórico que excluye la posibilidad de la continuidad
sibilidad sin realidad. Donde, por ejemplo, una destrucción pre de lo humano por virtud de la desaparición de todos los documentos
coz hiere una realidad incipiente, se sufre el dolor de la fidelidad y huellas. Nuestra apasionada voluntad de no dejar perder el ver
que se cierra ante la anchura de las nuevas posibilidades. Que el dadero ser que hay en la manifestación impulsa a salvar sus do
origen no es la falta de poder sino la riqueza del insondable re cumentos para que aún abolido persista en el espíritu histórico.
cuerdo es lo que hace brillar con un misterioso fulgor la sustancia Si lo que fué persiste en el recuerdo, y su fracaso, sin embargo, re
de ese ser de la no realización. En este caso, la «existencia» es más produce su presencia como efecto posterior en el ser conservado,
verdadera que en el compromiso, el cual elige una amplia seudo- entonces la destrucción definitiva es la aniquilación de la posibili
realidad sin absoluta vinculación. E sta «existencia» sin realidad dad del ífecuerdo. Lo que en grandeza humana, en incondiciona-
únicamente es preferida por pocos en el mundo que les ha sido lidad existencial, en creación, fué real, queda olvidado para siem
concedido. Vive en solitario dolor, q u e no ce s a ; pues la amplitud pre. Lo que nosotros recordamos históricamente es como una elec
Metafísica
Lectura del escrito cifrado
FIN
DE LA
F IL O S O F IA
DE
K. Jasper»