Historias Que Sanan DIGITAL BULLING
Historias Que Sanan DIGITAL BULLING
Historias Que Sanan DIGITAL BULLING
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Las diferencias nos
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RELATOS DE VIDA c
escritos por los PROTAGONISTAS
Arnaldo Canales
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Canales Benítez, Arnaldo Miguel
Historias que sanan
1ed. ~ Santiago de Chile, 2020.
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186 p.; 15x20 cm.
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ISBN: 978-956-401-968-0
sc
Diseño de cubierta e interior:
Natalia Siri Arnaldo Canales
7 Prólogo
13 Introducción
35 LOS TESTIMONIOS
ÍNDICE
37 El poder de las palabras
Yanira García Correa
45 El silencio de uno más
Vanesa Poblete Panguinao
125 Burlas
59 Ser mudo pudiendo hablar Macarezza Meléndez Molina
Tatiana Numerosky Sujovolsky
135 Somos más fuertes
67 Soy una sobreviviente del bullying Angelita Recart Hidalgo
Paulina Pegueroles Encina
145 Mi batalla interior
75 Historia de una víctima Karen Rojas Ortega
Cristóbal Pérez Morales
153 Mi historia con un poco de estilo
89 La barbie negra Javiera Tapia Stahl
Claudia Soto Soto
161 Desde donde miro el bullying
99 Metamorfosis Felipe Sotomayor Sanhueza
Josefina Pérez Muñoz
109 Mi historia, mis pasos para volar 169 Prevención antes de intervención
Kamila Rodríguez Lincopi
181 Emociones morales
117 Mi verdad
Antonia Heckman Cancino 185 Agradecimientos
PRÓLOGO
Radiografía
del horror
7
Porque la educación consiste en el firme descubrimiento de la nación de las víctimas y su intento de superación, de recons-
dignidad de todo ser humano. trucción y de perdón de los verdugos.
Un hospital en el que se encuentra la muerte, un restauran- He sentido el desgarro de las palabras, que luchaban por ex-
te en el que la comida envenena, un gimnasio en el que se des- presar, con precisión casi imposible, tanta desolación, tanta in-
truye el cuerpo, un dormitorio en el que se viven pesadillas, un justicia, tantos insomnios, tantos miedos.
barco en el que se naufraga, una escuela en que se sufre… Puras He sentido admiración ante la lucha de las víctimas por sa-
contradicciones. Horribles tragedias. lir del pozo en el que los verdugos las habían arrojado: recons-
Todo es destrucción cuando la terrible lacra del Bullying ha- truir el autoconcepto en soledad o con ayuda de profesionales,
ce presencia en la institución educativa. Porque solo produce asimilar lo sucedido para que los recuerdos no se conviertan en
víctimas. Son víctimas quienes padecen golpes, insultos, bro- amenazas, rehacer la vida en proyectos personales y profesio-
mas, acoso, extorsión, humillación, menosprecio, aislamien- nales motivadores, abrir el corazón para que otros aprendan del
to, chantaje y tortura por parte de sus verdugos. Son víctimas dolor ajeno; unos a no ser verdugos; otros a no instalarse en la
quienes presencian el horror guardando silencio y aprendien- condición de víctimas.
do violencia. Son víctimas también quienes se envilecen ma- He visto la muerte rondar por las mentes atormentadas de
chacando sin piedad a personas inocentes. los autores y de las autoras de estos relatos emocionantes (más
Las víctimas van a la escuela en busca de saber y encuen- mujeres, por cierto). Y la he visto llamar a la puerta, que ha sido
tran un aprendizaje de maldad que nunca olvidarán. Van a la abierta con intentos reiterados de suicidio.
escuela en busca de amistad y encuentran seres humanos crue- Confieso que me sorprendió leer el relato de Arnaldo Cana-
les y despiadados. Van a la escuela en busca de educación y se les antes de abordar la lectura de los catorce relatos de las vícti-
encuentran a profesionales que miran para otro lado. Van a la mas. Por dos motivos; en primer lugar no era el relato de un jo-
escuela en busca de unas manos que cuiden, acaricien y ense- ven sino el de un adulto de más de cuarenta años; en segundo
ñen y se encuentran con manos que golpean, acuchillan y dis- lugar porque no se trata, en la primera parte, del relato de una
paran. Qué horror. víctima del Bullying sino el de alguien que lo había practicado.
Cuando mi amigo Arnaldo Canales (un amigo es una perso- Lo cual supone un ejemplo admirable. Quien invita a hacer in-
na que, a pesar de conocerte muy bien, te sigue queriendo) me trospección sobre el pasado, la hace. Quien pide que se escriba
habló de este libro y me pidió que escribiera este prólogo supe sobre la experiencia, lo hace. Quien trabaja de forma eficaz pa-
que me había encomendado una tarea sobrecogedora. Me ha- ra que la escuela sea un espacio de aprendizaje de la conviven-
bía convocado a escuchar el relato conmovido de las víctimas. cia, expone su historia desde el otro lado, desde la parte cau-
Me había pedido que fuera testigo de relatos que rezumaban sante del dolor. Quien invita a relatar una historia que sane el
lágrimas, silencios, angustias, impotencia, rabia, trastornos y alma, cuenta su propia historia con sinceridad, y con valentía.
violencia explícita y sutil. Un ejemplo de coherencia y de humildad. Se puede salir de la
Tengo que confesar que he leído los quince relatos de un ti- condición de víctima y también de la de verdugo.
rón, casi sin pestañear, con las rodillas del alma hincadas en el Este libro es una radiografía del horror. Es un manual de su-
suelo, con una mezcla de compasión, de dolor, de rabia y de im- pervivientes. Porque aquí están, escritos con la sangre, todos
potencia. Con un profundo silencio en el que se oía la conster- los elementos que configuran la tragedia del Bullying.
8 9
Está la crueldad y la irracionalidad de quienes eligen una víc- Estoy seguro de que Historias que sanan ha sido una excelen-
tima indefensa. ¡Qué curioso mecanismo el de la selección de te terapia de superación para quienes han sido víctimas hace
esa persona que se convertirá en el blanco de las agresiones! Qué algún tiempo. Y estoy seguro de que ayudará a quienes tengan
terrible elección: ¡Vas a ser tú! El torturador (más varones, por la tentación de entrar en ese mecanismo de abuso intolerable.
cierto) actúa casi siempre de forma cobarde, respaldado por un Y también a quienes tengan su cabeza bajo la bota opresora de
grupo, amparándose en el poder de la brutalidad, tratando de quien aplasta impunemente. Pueden aprender que nadie pue-
granjearse las risas de los testigos y el apoyo de los cómplices. de ser dañado si no acepta su condición de víctima. No hay ma-
Están los motivos estúpidos, ridículos e incongruentes del yor opresión que aquella en la que el oprimido mete en su ca-
desprecio: el color de la piel, los defectos físicos, la timidez, la beza los esquemas del opresor.
debilidad, la torpeza… Todo aquello que obliga a la víctima a Ayudará también a las familias, a las instituciones educati-
preguntarse una y otra vez: ¿por qué?, ¿por qué yo?, ¿por qué a mí? vas y a las autoridades que gestionan la educación. Es necesaria
Está la amenaza y la intimidación: “como lo digas te mato”, la prevención, la formación, la observación, el diálogo y la in-
“como se te ocurra hablar de esto a los profesores, a los padres, a las tervención pronta y eficaz. Nadie puede quedar fuera de las in-
madres, a la policía, te vas a enterar”, “como lo cuentes a alguien terpelaciones que la tragedia del Bullying suscita. Es una obli-
estás acabado”… La mordaza del miedo sobre la boca de la víc- gación moral formarse (aprovecho la ocasión para aconsejar el
tima, el terror ante nuevas y más duras torturas. libro de mi amigo argentino Alejandro Castro Santander: Bu-
Están las consecuencias horribles de la violencia que con- llying blando, Bullying duro y Ciberbullying), es una exigencia de
tienen las palabras hirientes, las bromas mordaces, las burlas las escuelas establecer programas de prevención y educación
sarcásticas, los golpes brutales, los chantajes humillantes… La para la convivencia, es de justicia y de lógica intervenir con ra-
consecuencia es la destrucción del autoconcepto (“soy una mier- pidez, contundencia y rigor en los casos detectados de acoso, es
da”, “me lo merezco por como soy”, “si fuera como los otros”, “si no necesario hacer un seguimiento una vez superada la situación
fuera tan raro”…). Las consecuencias son el insomnio, las lágri- porque las heridas no se curan de un día para otro, es indispen-
mas en silencio, la huida, los trastornos digestivos, los deseos sable para las familias propiciar un clima de diálogo en el que
de desaparecer, los intentos de suicidio, los tratamientos psi- sea posible e incluso fácil compartir las experiencias que se es-
cológicos… tán viviendo.
Está la actuación deficiente de algunas instituciones y al- Quiero que este prólogo se convierta en pequeño y humilde
gunos profesionales: la falta de prevención, la falta de observa- homenaje a este grupo de víctimas. Quiero que sea un bálsamo
ción atenta, la falta de escucha, la falta de sensibilidad, la tor- sobre la herida y una flor sobre el altar del perdón que debe pe-
peza en los análisis, la escasa contundencia en la intervención. dirles la historia. Quiero que este prólogo les sirva de consuelo,
La idea de escribir este libro ha sido magnífica. Para los au- de ayuda y de estímulo. Sus dolores han conquistado mi cora-
tores y autoras que se han decidido a explorar en los vericuetos zón. Gracias a quienes nos han hecho este valioso y hermo-
de la memoria, a hurgar en la herida a riesgo de avivar el ho- so regalo: Yanira García, Vanesa Poblete, Tatiana Numerosky,
rror, a reflexionar sobre el camino de la recuperación, a contar Paulina Pegueroles, Cristóbal Pérez, Claudia Soto, Josefina Pé-
a otros sus historias para que les puedan ayudar a comprender rez, Kamila Rodríguez, Felipe Sotomayor, Antonia Heckman,
este horrible proceso de agresión persistente y cruel que puede Macarezza Menéndez, Angelita Recart, Karen Rojas, Javiera
destruir la vida de las personas. Tapia y Arnaldo Canales.
10 11
Gracias a las autoras y autores por estas historias que sanan,
que les sanan y que nos sanan. Gracias por su valentía y por
su generosidad. Por habernos abierto el corazón para vislum-
brar aquel horror que vivieron, para contemplar el esfuerzo
renovado que les ha hecho sonreír de nuevo y por darnos esta
hermosa lección de resiliencia que nos hará más fuertes y más
compasivos. Nos han demostrado con su vida y con su relato
que ninguna herida es un destino.
INTRODUCCIÓN
Miguel Ángel Santos u
Guerra
Catedrático Emérito de la Universidad de Málaga
12 13
en el valor que tiene el presente y aceptando que las cosas en la sobre las positivas. Es evidente que, a causa de un sinfín de si-
vida siempre cuestan. tuaciones, nos tornamos más vulnerables, solos y poco com-
Se trata de una mirada —como suelen decir los psicólogos— prendidos. Este libro busca, precisamente, entrar en algunas de
desde una “indagación apreciativa” que, dicho en términos sim- esas historias que tanto daño les causaron a sus protagonistas,
ples, es poner el acento en la historia de las fortalezas y el po- rememorar todos aquellos sucesos desafortunados que marca-
tencial de las personas. Es un proceso que ha sido exitosamente ron sus vidas, y que resultan difíciles de soltar; porque tal vez,
utilizado como intervención en organizaciones que han pasa- podamos lograr que muchos otros protagonistas logren sanar,
do por crisis sumamente serias. Ha servido de catalizador para sabiendo que no son los únicos y que, a veces, contando se a-
el cambio, y como vehículo para enfocar todos los componen- rranca lo malo.
tes de la organización en una visión colectiva del futuro. En Hoy sabemos que las personas tenemos sistemas de defen-
cuanto a lo netamente humano y propio, este término agarra sa desde la propia naturaleza de nuestra mente, aquellos que
fuerza e impulso al sostener que mientras más indago en mí y de forma maravillosa buscan cuidarnos.
en mi historia, más poderoso seré al momento de enfrentar si- La neurología ha estudiado por años cómo las emociones al-
tuaciones complejas. macenan nuestros recuerdos. Seguramente, si yo les pregunta-
Los relatos construyen nuestra historia, es un hecho. Y a ra dónde estaban el 23 de abril del año 2019, nadie se acordaría;
propósito de esta reflexión, hay un dicho que me encanta, y en cambio, si indicara la fecha correspondiente al 24 de diciem-
que suelo evocar cuando se da el contexto: “Mientras más re- bre —sumando incluso las 23:50 horas— del año pasado, todos
cuerdo mi pasado, mejor proyecto mi futuro”. Lo que pretende recordarían, pues se trata de la víspera de Navidad. Son expe-
manifestar es que, la persona que somos, para bien o para mal, riencias que quedan cristalizadas según el impacto emocional
es producto de todas nuestras memorias. Así es, porque en me- que tuvieron en nosotros.
dio de luces y sombras, la vida nos presenta una variedad de Los neurólogos están realizando descubrimientos y apor-
contrastes, los cuales, querámoslo o no, se entremezclan para tando importantísimos datos sobre la relevancia de las emo-
proporcionarnos identidad. ciones a la hora de almacenar recuerdos. Las conclusiones de
Escarbar dichos recuerdos, echar un vistazo a nuestro pasa- las investigaciones nos dicen que es más factible recordar un
do, a veces puede resultar bastante doloroso y desalentador, so- hecho si va unido a una emoción (ya sea agradable o desagrada-
bre todo si transitamos por nuestra línea de tiempo sin tomar ble). Esto podría explicar por qué recordamos perfectamente
distancia. Hablo de relatos tristes, que no estamos dispuestos el día del nacimiento de nuestros hijos, cumpleaños de ami-
a ventilar por miedo a no ser comprendidos. Cuando la gama gos o la fiesta en la cual bailé toda la noche. En otras palabras,
de colores que presenta la vida se posa en los fríos, nos cuesta el momento que nos generó un estado emocional de alto im-
entender que estos deben existir —y coexistir— junto con los pacto lo recordamos; no así otros hechos más cotidianos co-
cálidos, porque le otorgan simetría a nuestra historia. Si bien mo, por ejemplo, qué tomé de desayuno unos días atrás. Es una
recordar sucesos desoladores nos afecta emocionalmente, de- mirada fascinante para saber cómo construimos nuestra vida,
bemos refugiarnos en la idea de que todo lo vivido es un apren- pues todo lo que tenemos finalmente son “experiencias emo-
dizaje para más tarde. cionales”.
Las emociones nos invaden a diario, en diversas ocasiones Ahora bien, el profundo e insondable misterio de la memo-
prevalecen incluso aquellas que son más bien negativas por ria, es el de los procesos inconscientes que nos hacen olvidar
14 15
ciertos episodios desagradables de nuestra existencia y, como te años que actualmente soy. Aquel adulto, que en el presente
decía recién, los tratamos de alejar. es dedicado con su familia, amante del fútbol, muy amigo de
Frente a los demás, incluso frente a nosotros mismos, pone- sus amigos y apasionado con la educación emocional, tuvo un
mos una barrera para que nadie pueda acceder a nuestra men- pasado lleno de carencias, por lo que su propósito es llevar la
te. Dicho bloqueo lo origina esta última, y lo hace para evitar educación emocional a todo Chile y América Latina.
rememorar el trauma, pues nos está cuidando. Dicha conversación fusionó un pasado y un presente, y sir-
En estos casos no es correcto usar el término “olvidar”, re- vió para encontrarnos. Juntos, recorrimos nuestro barrio, en-
sulta más apropiado manifestar que “no recordamos” nuestro tramos a nuestra escuela, caminamos en un viaje imaginario y
pasado. La información no se pierde, siempre está en nuestro honesto; quizás breve pero intenso, en donde ambas historias
interior, pero escondida bajo muchísimas llaves. pudieron reconciliarse, para poder formar una sola.
Nuestro inconsciente, en un afán de protegernos frente a
situaciones traumáticas, bloquea estos recuerdos para evitar-
En definitiva,
b
nos el sufrimiento constante por revivir los momentos difíci-
les. La amnesia, ante este tipo de vivencias, actúa como un me-
canismo de defensa.
nos aferramos a nuestra historia
Pero hay una trampa, y es necesario revelarla: el no recor- para sanar el alma.
dar situaciones traumáticas (hechos penosos, como el Bullying
o acoso escolar, violencia psicológica y/o física, abuso sexual,
o cualquier otro daño sufrido) no elimina el efecto negativo
que ocasionan en nosotros. Las emociones cristalizadas están
siempre presentes. Por lo mismo, sentimos dolor, pena, miedo,
rabia o angustia, pues continúan en nosotros. Nuestro cuerpo
presenta signos de desesperación a través de las emociones y, a
la vez, no comprende el por qué.
Hoy, te invito a analizar aquello que tanto te duele, aquello
que te preocupa y angustia. Si lo compartes, como lo conside-
res pertinente, con la persona adecuada, quizás la mochila que
llevas en tu espalda dejará de ser tan pesada. Necesitamos ver-
balizar nuestras emociones contenidas, y existen muchísimas
formas de hacerlo. Lo más importante, es darles espacio a las
palabras y al desahogo emocional, porque aquello que es silen-
ciado acaba agravando aún más nuestro corazón. Es un proceso
complejo pero simple, que no significa que sea fácil. Depende
de querer o no hacerlo.
Por esta razón me encuentro conversando con aquel mucha-
cho que alguna vez fui, para sanar al adulto de cuarenta y sie-
16 17
MOI
RA
Amiga
del dolor
a l d o le s
n
Ar CanC a
A muchos, el título les recordará la canción del cantau-
tor chileno Alberto Plaza, que sonaba en la década de
los noventa en Chile. Y la subo a la palestra, porque
no hay nada que refleje de mejor forma mi historia.
Me transporto a marzo del año 1986, específicamente a mi
escuela, tenía trece años y me encontraba cursando séptimo
básico en el Augusto D’Halmar en Ñuñoa. Se trataba de un co-
legio municipal que no conseguía un sentido de pertenencia
en la comunidad escolar. El establecimiento era pequeño, sin
grandes comodidades, sobre todo porque tenía escasos lugares
donde poder entretenernos. Mi foco de atención siempre es-
tuvo puesto en la cancha de fútbol, donde compartía con mis
compañeros. Si me detengo a visualizar mi tiempo en la escue-
la, lo que encuentro son malas notas y visitas constantes al es-
critorio del inspector.
La situación era esta: un niño desordenado, sin hábitos para
el estudio y sin una motivación clara en la vida. Con todas es-
tas características, cualquiera podría pensar que aquel escolar,
aficionado al fútbol, pero desordenado y poco estudioso, ten-
dría un futuro poco prometedor; o bien, se convertiría en un
importante y reconocido futbolista con un contrato millonario
en alguna liga deportiva igual de significativa.
Pero detrás de esa breve historia de mi infancia —la cual a-
parece en mi primer libro Liderazgo a la Chilena—, hay un im-
21
portante trasfondo: hubo un período de mi vida, en el que era extrovertida y la definía un carácter que se mantenía siempre
inconsciente de todo, es decir, carente de conciencia, y no te- en equilibrio. Eso, hasta que lamentablemente me metí en al-
nía desarrollado mi sentido de empatía, por lo que no había for- go de lo que me avergüenzo.
ma de saber que estaba haciendo algo malo y, peor aún, que es- Moira no era alumna de buenas notas, solo trataba de pasar
taba dañando a un tercero. los ramos más difíciles a rastras. Sinceramente, no era la única
Fue en aquellos años de preadolescente, en donde fui reco- que utilizaba esa técnica.
nocido por causar problemas; incluso los profesores se prepa- Recuerdo que por el año 1986 comenzó todo. Y no entende-
raban mentalmente para ir a mi curso. Yo era el líder de un gru- ría lo ocurrido, sino hasta treinta años después, cuando la vida
po que les daba muchos dolores de cabeza a las autoridades de se preparaba para entregarme una sorpresa. No tengo duda de
la escuela. que fueron mis propias carencias las que despertaron algo ma-
Para rematar, había una última definición en mi currículum lo en mí, y no pretendo con esto justificarme, en lo absoluto, lo
escolar: alumno “molestoso”. En esa época, nadie conocía y, que hice estuvo pésimo desde el comienzo.
mucho menos, reconocía la palabra Bullying como algo negati- Moira tenía un defecto físico bastante visible y, sin enten-
vo. Hoy tenemos claro que el Bullying está definido como: der que todos los tenemos, se lo hice notar en reiteradas oca-
siones. Ella había nacido con las orejas grandes, y su belleza no
era simétrica con lo anterior, por lo que era un excelente moti-
t
“acoso escolar, y se refiere vo para molestarla, suceso que poco a poco carcomería su alma.
a un tipo de comportamiento
t
violento e intimidatorio Cuando uno bromeaba en clases,
que se ejerce de manera verbal, siempre lo hacía con otros
física o psicológica y para otros; los chistes
entre niños y adolescentes”. se alimentaban de un humor tóxico
que siempre despertaron la risa
Sabemos además, que es sumamente perjudicial en la época
escolar, siendo absolutamente negativo, y visto como un mal-
desde el dolor ajeno.
trato desde todas sus aristas.
La verdad es que no comprendía todas estas vicisitudes y, lo Es más, incluso, ahora de adulto, me doy cuenta de que se
que es peor, el daño que le hacía a mi víctima. Su nombre era sigue utilizando este recurso.
Moira Palma , ingresó a nuestro curso en cuarto básico y, al La realidad es que el humor vestido de daño no es humor, es
igual que muchos de nosotros, venía de un entorno familiar una forma de hacer ver lo carente de empatía que somos, y la
complejo. Moira era una niña especial, pues era muy hermosa, poca capacidad de ponerse en el lugar del otro.
simpática, alegre, sociable y siempre andaba de buen ánimo; se Los dolores que tenemos de adultos a veces están vincula-
sumaba a cuanta actividad extracurricular se pudiera, era muy dos al mal utilizado sentido del humor. Esos daños que nacen
22 23
de muchos niños como yo y muchas Moiras que, sin contarle a Cuando llega hacia mí, sin decirme nada, me pegó una cacheta-
nadie ni buscar ayuda, se convierten en adultos con carencias da. Cada acción tiene su consecuencia, y yo tendría que asumir
afectivas y emocionalmente analfabetos. las mías.
Los invito a hacer el ejercicio y preguntarse: La rabia que experimentaba Moira era intensa y, en su con-
texto, refleja varios aspectos que quiero detallar a continuación:
l
¿Cómo es el humor
Parto por explicar que la ira
lb
que tenemos con los amigos?
¿De qué nos reímos? es una emoción que altera,
¿Cómo podría reírme sin hacerle que nos avisa que algo injusto pasa.
daño al otro? La experimentamos
con gran intensidad y fuerza,
De seguro la respuesta tendrá relación con un humor muy además apaga nuestro enfoque
negro y tóxico.
El tiempo que permaneció en la escuela probablemente se
más racional, es decir,
hizo eterno para Moira al lado de mi violencia psicológica. Para no nos deja pensar.
mí, el poder molestarla por su defecto me daba la oportunidad
de ser aceptado por los demás. Palabras como “Dumbo” y “orejo-
Moira tuvo la suerte de que no había llegado la profesora,
na”, resonaban en la cabeza de mi compañera día tras día.
pues ahí quizás habría tenido consecuencia para ella, injustas
Retorno, nuevamente, a mis recuerdos. Aparezco en el pri-
por lo demás.
mer recreo, suena el timbre, nos preparamos para volver a cla-
La ira provoca múltiples sensaciones somáticas, como un
ses, luego de pasar un rato agradable jugando al “policía ladrón”.
bloqueo en el estómago, sube la presión arterial, provoca un
Esta dinámica se dividía en dos bandos, unos arrancaban y otros
nudo en la garganta y el cuerpo se pone tenso. A su vez, si hay
perseguían, de tal manera que cada policía que detenía a un la-
algo que suele definir a este estado, es la dificultad para poder
drón, lo llevaba a un lugar que hacía las veces de cárcel: “la capa-
manejarlo y reducir su efecto. En términos simples, la rabia
cha”. El ladrón podía escaparse, siempre y cuando, otro ladrón
cuando nos domina puede sacar lo peor de nosotros y podemos
esquivara a los policías y tuviera acceso a la cárcel para liberar-
llegar a la tan insana violencia, como le pasó a Moira.
lo. Así una y otra vez hasta capturarlos a todos.
Cuando sentimos rabia, algo está pasando en nuestro siste-
Camino hacia la sala, que estaba en un segundo piso, me
ma nervioso, en nuestro cuerpo, en nuestra sangre y en todo
percato de que Moira venía saliendo del baño rumbo a clases.
nuestro ser. Con la emoción de la rabia se remueven nuestras
En ese momento le digo: “Dumbo, apúrate que vas a llegar atra-
hormonas y neurotransmisores, movilizándonos para la ac-
sada, vente volando”. Todos nuestros compañeros se largaron a
ción. Sin embargo, antes de derivar en una conducta que po-
reír y ella, sin ninguna expresión en su cara, siguió caminando.
damos lamentar; la cachetada que recibí, por ejemplo; lo me-
24 25
jor habría sido que ella tomara aire y comprendiera qué quería plemente lo expresan en su comportamiento. Esas son emo-
decirle esa emoción. Pero la realidad es distinta, pues sabemos ciones puras: un berrinche, los gritos, la rabia, el llanto. Los a-
que muy pocos somos capaces de ser moderados frente a las dolescentes, sin embargo, tienen la capacidad mental de auto-
emociones displacenteras. conciencia. Cuando se enojan, pueden experimentar poco a
poco esa capacidad para observar lo que sienten y piensan.
Después de esa cachetada, mis días se enfocaron en hacer-
O
La rabia además, nos empuja le bromas a Moira. Cada vez que estaba aburrido, lanzaba una
broma respecto a sus orejas. Algunas veces salía detrás de mí
a liberar energía, a destapar la olla para golpearme y yo, sin dejarme atrapar, arrancaba por los pa-
a presión que tenemos sillos de la escuela.
Fue así como pasó el tiempo; cuando entramos a enseñanza
en nosotros, a exteriorizar. media, cada uno se fue a distintos cursos. Yo quería estudiar e-
Esto, porque convierte ducación física, por lo que me fui al biólogo intentando hacer de
alguna manera mi sueño realidad. En primero medio ya estaba
nuestro interior más grande, entonces empecé a pololear y, de alguna manera,
en una bomba de tiempo. mi vínculo con la escuela fue cada vez más lejano. Me separa-
ron de todos los compañeros que había tenido toda mi vida, por
lo tanto, no generé ningún tipo de vínculo o apego, con nadie.
La rabia, al igual que todas las emociones, es buena. Sí, por-
Y así fue como terminé el colegio, y me dediqué a hacer que
que todas ellas nos dan luces y nos dan sombras. No hay emo-
la vida me resultara. En este contexto, debo reconocer que no
ciones buenas ni malas, ni negativas y positivas, todas nos ayu-
me fue muy bien en la Prueba de Aptitud Académica.
dan, y son una guía para nuestro propio conocimiento pero,
Pasaron muchos años, treinta años diría yo, y gracias a Face-
sobre todo, las emociones nos están cuidando y ayudando en
book y redes sociales, me empecé a conectar con todos mis ex-
nuestra vida.
compañeros. Todos aquellos que habían compartido conmigo
La rabia en sí, invita a trabajarla en un espacio más profun-
desde primero hasta octavo básico, incluyendo a Moira. Nos re-
do. Y esto corre para todas las personas, no solo se desarrolla
unimos en Messenger, pues en esa época no existía WhatsApp.
en jóvenes, sino también en padres y apoderados, y docentes,
Así mantuvimos la conexión, hasta que un día alguien plani-
pues todas las situaciones tienen algo en común.
ficó y organizó una junta en donde participaríamos todos. Ha-
Dado que el enojo es una emoción poderosa, regulado o con-
bíamos esperado años para volver a juntarnos, era un momen-
trolado, puede representar un desafío. Controlar la emoción
to bastante esperado. Lo más interesante, es que éramos todos
del enojo implica mucha autoconciencia y autocontrol. Y desa-
adultos con historias muy parecidas de niños, pero con resulta-
rrollar estas habilidades lleva tiempo.
dos totalmente distintos de grandes.
A modo de ejemplo, trabajar la autoconciencia, es la capa-
Yo estaba esperando con ansias ese día, porque habíamos
cidad de ver, mirar y observar qué sientes y piensas, y por qué
organizado una actividad bastante entretenida. Nos juntamos
y qué te está pasando en ese mundo interno. Muchos, cuando
en la casa de una compañera, Carolina Rosas, un día sábado a
son pequeños, no son muy conscientes de lo que sienten, sim-
las tres de la tarde. En ese entonces, yo trabajaba como geren-
26 27
Pl
te en una importante empresa de ventas en Chile, por lo que A lo que quiero llegar es que recién,
pedí la tarde libre. Es cierto que nunca percibí, ni fui capaz de
comprender lo que me esperaba, cuando me encontrara con
después de muchos años,
mis compañeros. tuve conciencia sobre
Llegué al departamento de Carolina y toqué el timbre. Para
mi sorpresa, salió a abrir la persona a la cual yo había hecho mu-
el impacto que habían generado
cho daño. Moira Palma me recibió afectuosamente. Entré y sa- en ella mis bromas.
ludé a todos mis compañeros que ya estaban compartiendo. De
eso, no pasaron ni cinco minutos, cuando Moira se acercó a mí:
Esta invasión, formó una carencia
en su autoestima, en su fuerza
— Canales, quiero hablar contigo, porque tengo algo importante que quie-
ro compartir— dijo bastante seria y aliviada a la vez.
interior, la menoscabó, y la hizo
— Por supuesto, te escucho—. La curiosidad generó que le respondiera sentirse golpeada y afectada.
al instante.
28 29
Mi historia me escupía; en fin, siempre se vinculó conmigo a través de la
como violencia.
La rabia que tenía era grande, muchas veces, me rompió la
víctima ropa y juguetes. Lo único que quería hacer era golpearlo, pero
él era mucho más grande, es decir más fuerte y, obviamente,
C El tiempo que pasé en la escuela fue relativamente tranqui-
lo. Debo reconocer que era uno de los líderes negativos dentro
no me atrevía. Todo esto se repitió durante tres o cuatro años.
PP
del curso. Si bien tenía malas notas, me refugiaba en el depor- Sin ser consciente repetí
te, sobre todo en el fútbol; pasión que sigo manteniendo hasta
el día de hoy.
este patrón de conducta en donde,
Mi compañera Moira, a la cual ya conocen, generaba un ta- a través del daño que le infligía
lante que me permitía verbalizar el dolor y la rabia que sentía,
y que disfrazaba de indiferencia y tristeza. Sí, porque también
a Moira, descargaba mi rabia.
tuve una infancia caótica. Después de mucho tiempo,
Muchas veces pasa que nos encontramos con la rabia vesti-
da de tristeza, y viceversa, una tristeza que no expresa la rabia.
comprendo que detrás de cada
Esas personas que han generado daño en los otros van vestidos persona que hace Bullying hay una
con distintas emociones.
En este sentido, quiero reflexionar sobre mi caso. Me vincu-
que también recibió daño.
lé a esta constante idea de molestar y me convertí en una per-
sona que generaba daño, porque no era consciente de lo negati- Vengo de una familia que tuvo que enfrentar momentos
vo que estaba siendo para el otro. muy complejos. Mi madre había sido alcohólica desde que na-
Era un niño carente de esa capacidad de desarrollo de con- cí hasta mis trece años. Cuando dejó de serlo, mientras me en-
ciencia, totalmente insensible ante la maldad. Además, nunca contraba en el colegio, tuvo un derrame cerebral, producto de
nadie me lo hizo ver, nunca nadie me dio una reprimenda, sien- muchos años de adicción.
do que la merecía. Entonces, considero que mi tristeza se escon- Hace poco percibí muchas cosas de las que a lo largo de mi
día detrás del humorista que había en mí, porque yo también vida no me había dado cuenta. Por ejemplo, que fui muy caren-
tenía una dolencia interior. te en cuanto a contención, pues no recibí afectos, ni muestras
Cuando tenía diez años, vivía en la Villa Frei, comuna de de cariño, por parte de mis padres. Tuve un padre ausente y to-
Ñuñoa. Residía, junto con mi madre, en un edificio de pasillos dos esos factores gatillaron que mi vida tuviera ciertas caren-
largos, que tenía un gran entorno para jugar y compartir con cias afectivas, de vínculos de confianza, ausencia de redes de
amigos. Tenía muy buenos amigos, pero había un “vecino” que contención y desde el apego. Es decir, la difícil rutina que tuve
era mayor. Él siempre me molestaba; incluso, más de alguna de pequeño se puede traducir en las acciones que violentaban
vez, me pegó y se burló de mí. Esta persona tampoco fue cons- a mi compañera, las cuales no me permitieron comprender la
ciente del daño que estaba generando. Me pedía robar dulces y situación que estaba pasando.
30 31
Hoy me encuentro liderando un proyecto social para sumar que estas víctimas se ponían tristes y no hicieron nada por a-
una Ley de Educación Emocional en Chile. Si hay algo que po- poyarlos ni por consolarlos.
sibilitó dicha iniciativa fue la difícil infancia que tuve. Mi his- No olvidemos tampoco de cuando hemos sido testigos pa-
toria, en general; mis carencias; mis ripios; mi incapacidad de sivos ahora de adultos, o de cómo hemos ido educando a nues-
haber tomado conciencia frente al Bullying hacia mi compañe- tros niños a través de estereotipos: “Los hombres no lloran” y
ra; el daño que me hizo el vecino con sus “bromas”; la falta de tantos otros.
afectos por parte de mis padres; el alcoholismo de mi madre; la La educación emocional busca, como esencia, que este tipo
ausencia de mi padre. En cierta medida, todo ello, me ayudó a de situaciones no se repita en las escuelas, que podamos hacer
saber, mejor que nadie, que necesitamos una Ley de Educación un trabajo permanente, en relación a reflexionar y generar una
Emocional en Chile. Muy importante también, es que el pro- mirada mucho más constructiva de la sociedad que queremos
yecto Cicatrizando América Latina continúe llevándose a cabo. tener en el siglo XXI.
Todo esto, busca incorporar la educación emocional dentro Este libro es una invitación a reflexionar; un empuje para
de la malla curricular de las escuelas, perfecto para niños como cambiar la mirada desde la prevención. Si enseñamos educación
yo en su momento. La idea es que estos pequeños trabajen de la emocional en las escuelas públicas y en los colegios privados,
mano de los profesores en el desarrollo de la empatía, debatan vamos a poder prevenir, así como apoyar todos los comporta-
temas de conversación y se propongan análisis de casos, para mientos disruptivos de los niños. Actualmente, también sabe-
que los estudiantes sean capaces de resolver situaciones com- mos que existe el ciberbullying.
plejas. Así, aprenderán a empatizar, reflexionar y tener pensa- Las personas que trabajen la educación emocional van a per-
miento crítico. De forma gradual, a través de un proceso siste- mitirse ser mejores adultos, mucho más sanos; además, van a
mático, contínuo y permanente, los docentes los apoyarán en ser capaces de comprender la importancia de la empatía; de la
el desarrollo de competencias emocionales. compasión amorosa que se debe tener hacia toda persona con
Si un niño logra desarrollar sus competencias emocionales la que nos relacionemos. Esto último, se debe practicar con las
desde el jardín infantil, durante la enseñanza básica, y en ense- familias, lo deben poner en marcha los padres con sus hijos;
ñanza media podrá crecer y aprender, gradualmente, el desa- darse entre trabajadores y entre amigos. Así, transitando desde
rrollo de la empatía. También, va a poder trabajar su resiliencia, el respeto y la aceptación lograremos una convivencia que nos
su autoestima y su automotivación. Logrará desarrollar una se- permita construir entre todos una mejor sociedad.
rie de herramientas y estrategias personales para llegar a ser Espero que este libro, que contiene tan virtuosas historias,
un “ser humano consciente”. pueda contribuir a entregarles un valor importante a cada uno
Es así, como la vida nos va dando enseñanzas. A mí me en- de ustedes; una invitación a reflexionar en torno a la sociedad
tregó muchas. Si bien aprendemos a través de episodios duros que todos esperamos tener algún día.
y de momentos tristes, estos, a su vez, nos permiten reparar y
ser conscientes.
Lo que busco a través de este libro es hacer reflexionar a mu-
chos niños y niñas. Pero también, a muchos docentes y perso-
nas que fueron testigos pasivos cuando vieron que un niño le
hacía alguna broma a otro y no hicieron nada; o cuando vieron
32 33
Los testimonios
YANI
RO
El poder
de las
palabras
n i r a
a
Y Garc ea í a
C Co r r
20 años
T odavía recuerdo esos meses en donde todo era ruido,
oscuridad, odio y pena. Los recuerdo tan bien que aún se
me aprieta el pecho cada vez que todo reaparece. Pala-
bras como “gorda”, “flaite”, “no eres bienvenida aquí”, eran parte
de mí día a día.
bl
Es cierto que todos éramos
muy pequeños y, en realidad,
a los diez años, un niño
no sabe lo poderosa que puede
llegar a ser una palabra.
No tiene ni idea que las palabras,
muchas veces, duelen
incluso más que un golpe.
39
Era un colegio nuevo para mí. Mis papás lo decidieron así, de siquiera pensar en incluirlo al resto de la bandada”. Esa fue la
pues querían aprovechar la mejor oportunidad que se les pre- “ayuda” que conseguí de quien se aseguraba del bienestar de la
sentó para que todas mis habilidades se pudieran desarrollar de comunidad escolar. Y así fue como me gané un nuevo enemi-
la mejor manera. Pensaron, equivocadamente, que matricular- go. Ella misma fue quien me dejó condicional en el colegio por
me en un colegio de prestigio podría ser útil para mi futuro. “mentir reiteradas veces” sobre este tema.
Todos los alumnos y, particularmente, mis compañeros, Mis papás no sabían nada, pero notaban que me estaba com-
se conocían desde kínder, era muy poco habitual que alguien portando distinto, pues recibían las comunicaciones de mis
nuevo ingresara, mucho más en quinto básico. Por esta misma profesores, en las cuales salía escrito que siempre me metía en
razón, y por el hecho de ser “flaite”, me hicieron la vida impo- problemas.
sible durante todo un semestre. Estaba tan sola, y era tan pequeña, que empecé a inventar
El día en que todo comenzó, la profesora dio inicio a una excusas en mi casa. La que más usaba, era decirles que me sen-
serie de preguntas para poder conocernos más; entonces qui- tía mal y que no podría ir al colegio. Usé tantas veces esta mis-
so saber de dónde veníamos. La actividad prosiguió sin mayor ma excusa, que mis papás empezaron a preguntarse qué estaba
problema, sin embargo, cuando me tocó responder a mí, todos pasando. Pero yo no les contaba.
me miraron sorprendidos y comenzaron a susurrar. Entre tanto acoso que estaba sufriendo, un día fui llorando
El acoso era parte de la rutina diaria, nadie quería incluir- a la enfermería. Repetía que me sentía muy mal, y que llama-
me en los grupos de trabajo, nadie se juntaba conmigo en los ran a mi apoderado para que me fuera a buscar. Cuando llega-
recreos, me elegían de las últimas en las actividades de educa- ron mis papás, entraron al colegio y se dieron cuenta inme-
ción física, me gritaban insultos, me escondían mis cosas y po- diatamente. No sé exactamente cómo fue que supieron todo.
dría seguir. Tuve momentos duros, instantes que hacen que la Luego de eso, recuerdo estar en el auto, acostada en los asien-
vida de un niño se vuelva triste. tos de atrás, llorando y pensando lo peor: que no valía nada,
Llegó así un momento en el que comencé a mentir, pues que era una niña gorda, que nunca iba a ser buena para algo,
tenía la intuición que esa sería la forma en la que por fin me que me iba a quedar sola para siempre, que nadie me quería ni
podrían aceptar. Pensé que, de esta manera, al menos podría me iba a querer jamás.
tener un amigo, eso era todo lo que quería. Pero ahora me gri- En el instante en que mis papás supieron todo, me sacaron
taban “mentirosa”. del colegio, no esperaron ni un segundo más. Me preguntaban
Cuando ya no sabía qué más hacer, me acerqué a una de las por qué nunca les había contado y sufrían junto conmigo, pues
profesoras que más influencia tenía en el colegio, una señora se echaban la culpa. Pero nunca nada fue culpa de ellos. Siem-
bastante mayor. Siempre la veía paseándose por los pasillos, a- pre entendí que solo querían lo mejor para mí.
segurándose que todo estuviera bien, y que todas las normas Después de toda esta pesadilla empecé a ir al psicólogo, aun-
se cumplieran. Me acerqué a ella con la ilusión de que podría que reconozco haber ido sólo a dos consultas. Algunas de esas
ayudarme a ser incluida. Y adivinen, tampoco resultó ser así. veces me pidieron que me dibujara a mí y a mis compañeros,
Es más, para mi sorpresa, también me empezó a tratar de men- además del ambiente en el colegio. Todos mis dibujos eran
tirosa. iguales: yo sola, y un grupo de compañeros, un poco más lejos.
Esta profesora utilizó una frase bastante peculiar conmigo: Eso fue suficiente para que mis papás supieran qué tan malo
“es que el pajarito nuevo siempre es sometido a resistencia antes había sido ese período para mí.
40 41
Día a día recordamos esos meses, y sufrimos. Siempre pien-
so que me sacaron del colegio en el momento oportuno. Quizás
dónde estaría hoy si no fuera por la rápida acción de mis papás.
Actualmente, estudio pedagogía en inglés, pues quiero evi-
tar que sucedan este tipo de situaciones. Quiero funcionar co-
mo refugio de alumnos que puedan estar pasando por lo mismo
que yo pasé. A pesar de todas las veces que me dijeron que me
iba a quedar sola, y que nadie me iba a querer, tengo un pololo
y una hermosa familia, los cuales me quieren y aceptan tal cual
soy. Además, siempre están presentes, sin dudar.
Debo reconocer que aún trabajo en mi aceptación propia,
pues todavía me pesan esos meses. Sin embargo, sé que es un
proceso lento, y que nadie me puede apurar. El proceso de sa- “Al principio,
nación es a tu propio ritmo.
quienes reciben la
violencia del Bullying,
l
s
cariño e irás sanando…
le
similar, pide ayuda, no te quedes callado, todo pasa en esta vi-
n a
da, incluso los malos momentos.
d o C a
42
r n a l R
AX
E L
El silencio
de uno más
n e s a te
Va Pobleao
g u i n
Pa n C 18 años
P rimer día de clases, gran emoción para muchos, nue-
vas metas, nuevos amigos. Era de mañana, mi madre
y mi padre, emocionados, me esperaban en la mesa
para desayunar. La verdad es que, para mí, regresar a clases sig-
nificaba retornar a un infierno del cual quería escapar.
Esta era la situación: no tenía amigos, y todos me veían co-
mo un objeto con el cual se podían divertir. Jamás me he atre-
vido a contarles a mis padres, tal vez no lo comprenderían. Lo
más probable es que les cuenten la situación a mis profesores
y, en ese caso, me iría peor.
Me llamo Axel tengo quince años, y me considero un ni-
ño normal, aunque los demás piensan lo contrario, pues dicen
que soy “raro”. Lo cierto es que no me gusta el fútbol, como a la
mayoría, pero sí escuchar música. En ningún caso creo que eso
esté mal, y se los he dicho, pero no me escuchan. También, he
intentado hacer amigos, pero fracaso en el intento, por lo que
he tenido que mentirles a mis padres, explicándoles que no me
interesa salir o compartir, cuando, en realidad, me muero de
ganas por hacerlo.
Ya era tarde, hora de partir rumbo al liceo. Mis padres me
aconsejaban en todos los sentidos. Por su parte, mi padre me
contaba historias de cuando él era joven, me describía cómo
conquistar a una chica. Proseguía diciendo que él había sido
muy popular. Mientras yo lo escuchaba, no podía evitar las lá-
47
grimas, que me secaba rápidamente, para que no me viera. Si fondo, sabía que me quedaba un año completo todavía, en don-
tan solo supiera que su hijo no era más que un “bicho raro”. de, probablemente, no correría la misma suerte que ese día.
Tenía tanto miedo que no existen palabras para describirlo, Luego de agradecerle a mi mamá por la cena, subí a mi cuar-
porque sabía que sería otro año más lleno de golpizas, insultos, to para descansar, pero no logré quitarme de encima el miedo
bromas, apodos y, sobre todo, de lágrimas. que me producía pensar lo que podría pasar al día siguiente. Me
Mi madre me dio un beso, y mi padre me golpeó el hombro, puse pijama, busqué mis audífonos, me acosté y apreté “play”.
ambos deseándome un buen día. No les niego que me dieron De pronto comencé a volar y me transporté a un mundo en
ganas de salir corriendo, pero sabía que no podía hacerlo, así es donde tenía muchos amigos y me querían. También me ima-
que comencé a caminar. Mientras lo hacía, los nervios se apo- ginaba una hermosa chica a quien le entregaba amor y cariño.
deraban de mi cuerpo, sentía que me mareaba y que, de pron- Así eran todas mis noches, siempre lo mismo, pues solo así
to, me desmayaría, pero no sucedió así. lograba conciliar el sueño. De lo contrario, el insomnio y las pe-
Cuando entré a la sala de clases sucedió lo que más temía. sadillas se apoderaban de mí.
Aquí me encontraba otro año más sentado solo en una mesa, Amaneció y debía volver a la realidad. Me puse el unifor-
sin un compañero al cual siquiera preguntarle la hora. me para partir nuevamente a clases. Desayuné, me subí al auto
El profesor se presentó, y luego nos tocó a nosotros. Debo con mis padres y, cuando llegamos, me despedí.
reconocer que mis manos comenzaron a temblar, necesitaba Al llegar a mi sala me di cuenta que todos me observaban,
un milagro para no tener que levantarme de la silla y hablar. sin comprender el por qué. Me senté, y todos se echaron a reír
Pero llegó mi turno. Apenas me comencé a presentar, se escu- mientras apuntaban mi silla. En eso, me levanté y, cuando me
charon murmullos y algunas carcajadas. En ese momento, mi- di cuenta, solo quería llorar. Habían puesto pegamento sobre
les de pensamientos se apoderaron de mi mente: ella y ahora estaba todo manchado.
Uno de mis compañeros, se acercó y me amenazó para que
no hablara, dándome un pequeño pellizco. Richard era el líder
A
¿Será por mi ropa? de su grupo y, con esta broma, me daba a entender que este año
tampoco me dejaría en paz.
¿Por mi aspecto? ¿Qué sucede? El día continuó y siguió haciéndome bromas y molestando.
Me empujaba y me escondía las cosas, sin mencionar las barba-
Entonces, comencé a sudar mucho más. ridades que me decía.
La campana sonó avisando que el recreo había comenzado. Más tarde, el profesor notó mi pantalón manchado con pe-
Caminé entre todos para llegar al desayuno. De pronto, caí al gamento, entonces me preguntó qué había sucedido. Quería
suelo, algunos comenzaron a reír, mientras otros me apunta- decirle la verdad, no saben cuánto, pero no podía, pues tenía
ban con el dedo. Y como siempre, nadie hizo nada. mucho miedo, sobre todo porque sabía de lo que era capaz Ri-
Regresé de clases. En mi casa se acercaba la hora de la cena chard y sus amigos. Al final le mentí y, al parecer me creyó.
y, como era de esperarse, mis padres comenzaron a interrogar- Siendo sincero, me dolió que me creyera, solo quería que si-
me; sobre todo, mi padre, pero mi respuesta siempre era la mis- guiera preguntando, o quizás insistiendo, o investigando, pero
ma: “todo bien, fue un buen día”. Igual no fue tan malo como yo se conformó con lo que le dije.
esperaba, pudo haber sido peor, trataba de consolarme. En el
48 49
Al finalizar las clases, quería correr y llegar a mi habitación Luego, se marcharon y me dejaron tranquilo. Entonces, mi
a llorar hasta quedarme dormido, ya no aguantaba más, pues compañera me preguntó por qué no me defendía. Le expliqué
habían sido años de lo mismo, y estaba cansado. que tenía mucho miedo y que si lo hacía, ellos me iban a gol-
Cuando iba de camino a la salida del liceo me percaté de unos pear. Me aconsejó buscar ayuda, porque no era normal lo que
papeles pegados en la pared, hablaban sobre el Bullying. Ade- me ocurría, y también me preguntó si mis padres estaban en-
más, decían que si alguien necesitaba ayuda se acercara a la en- terados. Yo respondí que no necesitaba ayuda y que nadie lo sa-
cargada de convivencia o a algún profesor. Incluso, los escritos bía. Ella me ayudó a secar mi ropa, le di las gracias y se marchó.
recalcaban que, si alguien era testigo, también lo hiciera. Finalizaron las clases y esperé que todos se fueran para em-
La descripción del Bullying era tan exacta, es decir, me di prender camino hacia mi casa. Mientras caminaba, sentía que
cuenta que eso era lo que estaba sufriendo, pero tenía tanto mi corazón me pedía ayuda a gritos. Sabía que esto debía parar,
miedo de hablarlo con alguien. Me asustaba, sobre todo, con- pero mis padres no me entenderían y dudaba de la ayuda que
tarle mi historia a alguna persona relacionada con el liceo. Ya me podrían brindar los profesores, pues llamarían a mis com-
no veía salida para mi situación. pañeros, y estos inventarían cosas.
Muchas veces, les pregunté a mis compañeros por qué no Me llamaron para cenar. En la mesa estaba mi padre espe-
me dejaban en paz, pero Richard siempre me decía que era mi rándome para escuchar cómo había estado mi día. Le dije que
culpa, por ser “raro” e “inadaptado”. Y quizás tenía razón, yo me dolía el estómago, y partí a mi cuarto, preferí encerrarme,
no era nadie. Seguí mi camino e ignoré aquel afiche. acostarme y cerrar los ojos, pues ya no aguantaba las preguntas
Era mi tercer día de clases y ya no quería volver. Me senté de mi padre y tener que mentirle.
mientras observaba a cada uno de mis compañeros. Así inten- En mi habitación, comenzaron nuevamente los pensamien-
taba descifrarlos para poder comprender porqué me odiaban tos, y la tormenta que había en mi cabeza era demasiado gran-
tanto, pero nada respondía mi pregunta. de. Me propuse pensar en una solución pero, por más que me
Cuando estaba en eso, me di cuenta que tenía una compa- esforzaba, no veía salida y llegaba a la misma conclusión: yo no
ñera nueva; pero, obviamente, se haría parte del “gran grupo”. valía nada y era un estorbo, no debía existir.
Tocaron para el recreo y esta vez decidí quedarme en la sala. Sinceramente, sentía que ya no tenía fuerzas para seguir,
Sin embargo, los niños vinieron a buscarme, para mala suerte me sentía solo y creía que nadie me quería. Tenía rabia y pena
mía, comenzaron a golpear mi cabeza e hicieron que me parara a la vez; quería descansar y ser feliz. Me recosté en mi cama, y
de mi silla. Uno de ellos me mojó con una botella de agua. Era comencé a llorar. Me acurrucaba entre mis propios brazos y es-
inevitable no sentir frío después de eso, pues aún era temprano. cuchaba las voces de aquellos niños.
Estábamos en eso cuando veo que nuestra compañera nue-
va se acerca. Comenzó a gritarles a Richard y a sus amigos, quie- P
nes la insultaban, pero ella no se dejó. Yo la observaba maravi- De pronto, esto comenzó
llado, mientras Richard me tomaba del brazo y le decía que yo
era su amigo y que solo estábamos jugando. Dentro de mí sentí
a aumentar, entonces quise gritar
una admiración profunda hacia ella, pues nunca nadie me ha- y tirar todo, pero recordé que
bía defendido de los ataques de mis compañeros.
mis padres me podrían escuchar.
50 51
PMe calmé, me envolví en die sabía nada. Cuando llegaron a mi sala, Richard y sus amigos
escucharon la noticia; pero, como era de esperarse, se hicieron
mis frazadas, y cerré los ojos, los desentendidos, aún sabiendo que habían sido los últimos
deseando descansar en verme.
La policía comenzó a buscarme por todos lados, pero no ha-
y dormir para siempre. llaron rastros de mí. María, la niña nueva, que días atrás me ha-
bía defendido, estaba muy preocupada, y no sabía si informar-
Amaneció y saqué fuerzas, no sé de dónde, para levantarme les a los profesores del Bullying que yo sufría. Richard, aunque
de mi cama y poder ir a estudiar. Tenía miedo, pero no quería no lo crean, también estaba muy asustado, y qué decir de sus
decepcionar a mis padres, pues ellos confiaban tanto en mí, y amigos, su conciencia no los dejaba tranquilos.
soñaban conmigo entrando a la universidad. Sólo por esto, se- Comenzaron a pasar los días, pero no había noticias nuevas
guí aguantando. sobre mi paradero. Richard comenzó a faltar a clases, y en las
Tenía dudas sobre lo que me esperaba en el liceo, pero pro- noches no lograba dormir pensando en mí. Era evidente que su
metí tener valor un día más. Las clases comenzaron y, mien- cargo de conciencia estaba haciendo de las suyas y, en el fondo
tras avanzaban, todo iba normal. Sin embargo, apenas finaliza- de su corazón, sabía lo que me había sucedido. No paraba de re-
ron, Richard y sus amigos me estaban esperando. No sé cuál era cordar todas esas veces que me humilló y se burló de mí.
su intención, pero yo seguí mi camino. Era de noche, y mientras mis padres intentaban conciliar
Ya faltaba poco para llegar a mi casa; cuando, de pronto, sen- el sueño, sonó el teléfono. Era la policía, me habían encontra-
tí cómo tomaban mis brazos sosteniéndome fuerte, mientras do. Mis padres emocionados, cortaron el teléfono enseguida,
otros comenzaban a golpearme. Entre burlas e insultos, se fue- sin dejar terminar de hablar a la persona que estaba dando la
ron y me dejaron allí tirado. Estaba tan adolorido, pero no que- información.
ría llegar a mi casa así, temía por mis padres, no quería que se Se trasladaron hacia la comisaría y sólo preguntaban dónde
avergonzaran de mí. estaba. El policía, mientras escuchaba sus preguntas, les entre-
Inconscientemente, tomé otro rumbo, mi mente se cerró gaba una hoja que estaba sucia y arrugada. Mis padres, sin com-
en un santiamén, sólo pensaba en lo que me habían hecho mis prender lo que sucedía, le arrojaron aquel papel. Estaban muy
compañeros. Estaba en eso, cuando opté por una drástica de- enojados y molestos, pues todavía no podían verme. El policía
cisión. Con mi cuerpo adolorido, decidí buscar un lugar donde les pidió que lo siguieran y, llegando a una puerta, él les pidió
poder refugiarme. En mi búsqueda, encontré una casa abando- que, por favor, guardaran aquel papel. Entraron en la habita-
nada. Para ser sincero, no conocía el lugar ni la dirección en la ción que éste les señaló, y pudieron divisar mi cuerpo, el cual
que estaba. ya no respiraba.
Mientras tanto, mis padres se percataron de mi ausencia y Era otro día más, y mis padres venían de dejarme en mi nue-
comenzaron a buscarme por todos lados. Pasaban las horas, y el vo hogar. Dentro de ellos, existían muchas preguntas, pues no
miedo y la preocupación eran mucho más grandes. comprendían qué había sucedido. Claramente, no podían creer
Pasó la noche. Mis padres fueron al liceo a buscar respues- que ya no me verían. Los médicos decían que me había quita-
tas. Los profesores, también desesperados, comenzaron a con- do la vida, pero ellos no lo podían creer, pues siempre me veían
sultarles a todos los alumnos si alguno me había visto, pero na- feliz y jamás me faltó nada.
52 53
Luego de meditar un tiempo, decidieron subir al cuarto y des- Al final de la lectura, el director hizo un llamado a quienes
cansar. Ahí fue cuando mi padre, divisó en el suelo el “famoso” habían sido mis agresores.
papel que el oficial le había entregado el día que me encontra-
ron. Lo recogió, y comenzó a leerlo junto a mi madre: — Si están arrepentidos de lo que hicieron, o al menos sienten un grado de
arrepentimiento, les llamo a acercarse a mi oficina”—, ladeaba la ca-
beza para visualizar mejor sus rostros.
“Querida mamá y querido papá, cuando lean esto, seguramente, ya no es-
taré junto a ustedes. Quizás me odien por lo que hice o quizás no. Lo más Después de lo sucedido, los profesores hicieron muchas ac-
importante, es que no quiero que se culpen, ustedes no tuvieron nada que tividades relacionadas con el tema del Bullying.
ver con mi decisión. Llevaba conmigo un secreto que jamás me atreví a Con el paso del tiempo, Richard y sus amigos se sentían más
contarles ni a ustedes ni a nadie. Perdón por decepcionarlos, pero, duran- culpables aún, así que decidieron hablar. Mis padres acudieron
te años, fui víctima de Bullying, de golpes, humillaciones y burlas. Ya no de inmediato al llamado del director. Mi padre se dirigió al lu-
aguantaba más y, siendo sincero, ya no tenía fuerzas para seguir. En estos gar con mucha rabia. Al llegar, los observó bien, y no pudo ha-
momentos, mi cuerpo está adolorido, pues me han golpeado y he decidido cer más que verme reflejado en ellos.
no regresar a casa, porque no quiero avergonzarlos, sobre todo a ti papá.
Nadie quiere ser mi amigo, y todos dicen que soy raro. Perdón por no ser — No puedo quitarles su futuro como ustedes se lo quitaron a mi hijo, pero
el hijo, ejemplo de hombre que deseabas o por no ser como tú. No busquen les aconsejo que busquen ayuda”—, dijo mientras mi madre se man-
responsables porque eso no importa. Tengo mucha rabia, pero esos niños tenía en silencio.
no tenían la culpa de que yo fuera un bicho raro. Lo siento mucho, perdó-
nenme y, sobre todo, no olviden que los amo”. Richard y todo su grupo fueron enviados a un centro de de-
tención juvenil. María estuvo mucho tiempo en tratamiento
psicológico, pues la culpa por no haber hablado no la dejó nun-
Mis padres comenzaron a llorar, y cayeron al suelo soste- ca en paz.
niéndose uno al otro. No podían creer lo que estaba pasando.
Al día siguiente, después de meditarlo mucho, decidieron di-
l
rigirse al liceo para mostrarle mi carta al director. Ellos sentían Me arrepiento de mi decisión,
rabia, pero más grande era la pena. No buscarían culpables, pues
no sabían qué situación tenían en sus hogares aquellos niños
debí pedir ayuda. Hoy, por culpa
que me molestaban. Sin embargo, querían prevenir y salvar a de esos niños, ya no puedo abrazar
cualquier niño que estuviese siendo víctima de ellos.
El director, sorprendido, decidió llamar a todos los alumnos
a mis padres, y me convertí en
y hacerles saber lo que había ocurrido. María lloraba mientras “El Silencio De Uno Más”.
escuchaba mi carta, porque se sentía culpable y cómplice de los
que fueron mis agresores, por no haber hablado o haber pedido
ayuda. Richard y sus amigos aguantaban las lágrimas, pues sen-
tían escuchar mi voz cuando el director leía mi escrito.
54 55
“No eres poca cosa,
no eres el peor, no eres
gordo, feo o chico…
No estás bajo el control
de los otros y no debes
hacer lo que te digan.
Levanta la voz y se
protagonista de tu
libertad emocional”…
Denuncia el Bullying.
a le s
o C a n
r n a l d
A
R
TA I
T A Ser mudo
pudiendo
hablar
NAu
t i a n a r osky
TaNum sky e
j o v o l
S u C
22 años
A mi Kelito…
A
Ser ciego pudiendo ver.
Ser mudo pudiendo hablar.
61
— Es importante que dejes de complacer a todos los demás— me repetía mente se atolondraba; además me acomplejaba. Me miraba al
ofuscada porque yo parecía no tomar sus consejos. espejo y me comencé a apretar, a ver si mi cuerpo cambiaba.
Quizás siendo más flaco me aceptarían.
La imaginaba observando con esa mirada penetrante, tra-
tando de hacerme entender que, si no lo frenaba, nadie lo ha-
l
ría por mí. Ingenuamente creía que ella podría hacer algo para Mi mente dejó de ser controlable.
ayudarme.
Veo también a mi madre, diciéndome lo valioso e importan-
Se volvió en mi contra.
te que soy; y a mi padre gritándome que por qué a mí. ¡Cómo si Me autodestruía, era persecutoria,
yo supiera!
Procesaba palabras y, cuanto más intentaba comprenderlas,
me ahogaba.
más me mareaba. Me agobiaban en su vaivén. La vida entera se oscureció.
La montaña rusa se detuvo. El payaso dejaba de divertir a
los demás. Mi cerebro, revuelto, volvió a su lugar. Se hizo la luz
Vivir empezó a ser el desafío más difícil. No vivía, sobrevi-
y, cuando el malvado sacó el cesto de basura de mi cabeza, me
vía. Mi cuerpo caminaba por inercia, sin saber cuándo sería el
encontraba en su mirada. En esa mirada que, simultáneamen-
último paso. Los ojos que me miraban con cariño temían por
te, pedía a gritos atención. Me fije en su dolor, él lo sentía mu-
mí. Desesperadamente buscaban ayudarme. Pero, para mí, sus
cho más que el que me causaba. Me doy cuenta que allí había
manos eran ataques. Eran enemigos, amenazas, obstructores.
un niño aterrado, atormentado, desganado. Un abusador que es
Aumentaba la desesperación. Me veían entre la vida y la muer-
abusado. Esa boca que sonreía, pero que estaba en disonancia
te, y eso los enloquecía. Lloraban a mis espaldas. Se culpaban
con la mirada. Perdida, desorientada, acomplejada.
los unos a los otros. Se alejaban de mí, o se acercaban tanto, que
Y cuando creí que todo había acabado, regresé a la sala. Pe-
con mis gritos los espantaba.
ro algo me extrañó, pues se encontraban todos mirando la pi-
Estaba cada vez más lejos de encontrar la solución a aque-
zarra. El proyector mostraba una imagen mía, toda dibujada.
lla locura, además me sentía desentendido conmigo mismo.
Bigotes, cuernos y una cruz en mi cara en clara confrontación
Me comencé a situar al otro extremo de mi verdadera esencia.
con el “Maguen David” que colgaba de mi cuello. Se reían, y
Desconocía por completo mi ser. Incluso dudaba de mí, de los
mi corazón se aceleraba. El profesor llegó y, lo que creí sería
otros, y de la vida por completo. Me preguntaba si tenía sen-
mi salvación, al maltrato se sumó. Me recriminaba, mientras
tido luchar. Constantemente me encontraba en la disyuntiva
yo lloraba.
entre enfrentar o no; entre vivir o morir.
Por fin llegué a casa. Me encerré en mi habitación y conti-
La vida que vivía era un infierno. Buscaba apagar mi cabe-
nué llorando pero, esta vez, a escondidas. Se me retorcía la pan-
za, en vez de dejarla pensar. Quería cerrar los ojos, no verme.
za. Repetía la pregunta de mi padre una y otra vez: ¿Por qué?
Me asustaba o, mucho peor, me decepcionaba hacerlo. Vivía
¿Por qué a mí? Con esto, intentaba entender qué tenía de ma-
en la oscuridad y me desvanecía en un rincón del mundo, sa-
lo, cómo podrían cambiar las cosas, y qué esperaban ellos de
biendo que iba a desperdiciar mis talentos, mataría mi pasión
mí. Dudaba, y mucho. ¿Tenía que ser lo que ellos querían que fue-
y ahogaría mi voz.
ra? ¿No alcanzaba con ser solo yo mismo? Me enredaba, pues mi
62 63
t Descubrí que el mundo
es una batalla interna.
Entre lo que somos
y lo que queremos ser.
Entre lo que quieren que seamos
y lo que podemos ser.
s
tu mayor valor.
e
tanto blanco y negro, veo color. Un rayo de sol que apunta mi
a l
mirada. Mis ojos luminosos brillan.
a n
Una lágrima se desliza por mi cara. El mundo que veía no es
C
el que quiero ver. Ya no. Los días de antes no son los que quie-
d o
ro vivir. No más.
r n a l
A
R
64
PAU
L I
Soy una
sobreviviente
del bullying
u l i n a o le s
a
P Pegu cinae r
EnC
C 27 años
M i historia de Bullying comenzó en séptimo básico, en
el colegio Nuestra Señora del Huerto de San Joaquín.
Me quiero dirigir a todos los niños y jóvenes que es-
tán pasando por lo mismo que yo pasé hace quince años, espe-
rando que les ayude y que entiendan que no están solos.
El colegio era de niñas y, en mi curso, solamente tenía quin-
ce compañeras o menos. Todas ellas eran muy unidas, pues
habían estado juntas desde primero básico. La mayoría era de
muy buena situación económica, a diferencia de la mía, que
venía de un colegio humilde inserto en mi barrio.
El primer día que ingresé a este calvario observé a una niña
rubia que estaba sentada en la mesa de la maestra —a quien yo
le llamaba “señorita”, pues así les decíamos a las profesoras en
mi colegio “humilde”—. Bueno, esta niña, estaba sentada con
las piernas abiertas, mostrando toda su ropa interior, mientras
me decía garabatos. La verdad, es que ni siquiera sabía qué que-
ría decir con esos improperios, por lo que retuve la palabra has-
ta llegar a casa y poder preguntarle a mi madre, quien era por
lejos mi mejor amiga.
Mi madre quedó impactada, lo pude ver en su rostro. Se hi-
zo un poco la desentendida, y me aconsejó no prestar atención
y que no lo repitiera, pues era bastante inadecuado en el voca-
bulario de una niña.
69
Al otro día, todas comenzaron a reírse porque yo le decía Me encontraba sumergida en una depresión inmensa, en la
“señorita” a la profesora; me trataban de ofender diciendo que cual nadie podía ayudarme, pues no sabían ni entendían lo que
referirme así era ordinario. No recuerdo quién, pero alguien estaba sintiendo. Mi familia percibía que algo me pasaba, pero
que se sentaba atrás, gritó que yo venía de un colegio munici- no lograban dimensionar lo importante y complicado que era.
pal y que era “pobre”. Me paré, corrí al baño y, mientras me mi- Es cierto que ya no comía, y que sólo me dedicaba a llorar to-
raba al espejo, intentaba entender qué había dicho mal, pues, dos los días, pero mis notas nunca bajaron pues me refugié en
en mi antiguo colegio, era normal decirle así a la profesora. mis estudios. Esto, porque mi hermano prometió regalarme un
Mi hermana se cambió al mismo establecimiento. Ella iba celular —si mantenía mis notas— para que cuando me pasara
en octavo básico; entonces la fui a buscar a su sala y la abracé algo pudiera llamar. Y no saben cuánto anhelaba ese celular,
mientras lloraba. Me preguntó qué pasaba, y le respondí que pues era mi esperanza para escapar de la realidad. Lo pensaba
quería volver a mi antiguo colegio. así: cuando alguien me molestara con algo me iría al baño para
La situación anterior se repetía, prácticamente, todos los jugar a la “culebra” y así me olvidaría de todos.
días. Levantarme a las ocho de la mañana y saber que debía ir a Un día cualquiera, antes de que fuera a buscar a mi hermana
clases, era un constante dolor de estómago. Ningún día de ese al colegio, agarré y abracé muy fuerte a mi mamá. No aguanta-
año me sentí bien. Por esta razón, me acostumbré a dejar de co- ba más. Entonces le dije que la amaba, pero que esto se había
mer en mi casa, y llegar a llorar al colegio. Mi mamá me conocía salido de control. Ella me besó, y trató de tranquilizarme di-
demasiado, entonces supo enseguida que algo no andaba bien, ciendo que, a su regreso, tendríamos que conversar. Apenas ce-
sobre todo porque, muchas veces, llegaba del colegio en silen- rró la puerta de la entrada partí a buscar una cuerda con la que
cio, y sólo la abrazaba y lloraba. Nunca le comenté que me mo- saltaba, bastante gruesa por lo demás. La puse en mi cuello,
lestaban por, supuestamente, “hablar mal”. me senté en la cama de mis padres, la apreté lo que más pude,
No soportó más la incertidumbre y fue a hablar al colegio. y comencé a ponerme morada. En eso surgió una fuerza inte-
Pero fue complicado porque la inspectora era madre de una de rior tan mágica, la cual me hizo prometer salir adelante y que
mis compañeras de curso. Ese buen acto que tuvo mi mamá nadie nunca más me haría llorar. Me levanté, me lavé la cara, y
fue peor para mí, porque comenzaron a decir: “Tu mamá tampo- me miré al espejo con valentía.
co sabe hablar”, “Es igual de ordinaria que tú”, “Deja de acusarnos Así pasó todo. En el colegio no dejé que nadie más me mo-
con tu mamá”, “Deja de llorar por todo, mamona” y un sinfín de lestara y, si me decían algo, yo les respondía con algo peor. En
otras palabrotas. el caso de que me dolieran mucho sus insultos, llegaba a mi ca-
Mi hermana y sus amigas se juntaban conmigo en los re- sa y lloraba en la ducha.
creos, pues ninguna de mis compañeras se me acercaba. Es más, Ahora bien, el destino hizo lo suyo. La mayoría de mis com-
cuando la profesora pedía hacer trabajos en equipo, yo sabía pañeras que me molestaban se fueron del colegio. Obviamen-
que lo tendría que hacer sola. te, continuaron algunas de ellas, pero nada me afectaba. Es
El colegio me derivó a una psicóloga pero la única solución más, llegué a ser presidenta del curso. Sí, era la líder de las mis-
que me brindó, fue dejarme salir a la una de la tarde. Además, mas niñas que hicieron que, en algún minuto perdiera mi es-
me aconsejó dejar de llorar, pues decía que era mi culpa por ser pontaneidad y mis recuerdos de niñez. No obstante, siempre le
muy sensible. Nunca se cuestionó las bromas de mis compa- pedí a Dios no terminar mi cuarto medio con esas niñas moles-
ñeras y sus actos. tas, pues no quería cerrar el ciclo escolar a su lado.
70 71
Hasta el día de hoy recordar los sucesos anteriores me hace
llorar. Ver a mis victimarias me paraliza y retrocedo algunos
años. Lo que más anhelo es que mis vivencias les ayuden a to-
dos ustedes a ser más fuertes. Sé que jamás olvidarán los malos
ratos, pero deben aprender a buscar un sentido en todo lo ocu-
rrido. El sentido de los míos, es cooperar con quien necesite una
palabra de aliento.
Y, por lo anterior, les quiero regalar esta frase que me hace
mucho sentido:
Au
s
hubiese sido otra.
e
Lo que aceptas te transforma”.
a n a l
C
Quizás ahora no la entiendan por completo, pero créanme
d o
que en un futuro sí lo harán. Solo les pido paciencia y que la re-
a l
cuerden.
A r n R
72
CRIS
TÓ
Historia
de una
víctima
b a l z
BALn
i s t ó é r e
Cr Pales
M C o r 14 años
A ún recuerdo la lluvia de mayo mojándonos las mo-
chilas. Teníamos la mitad del cuerpo empapado, pues
el paraguas no era tan grande como para protegernos
a los dos, pero incluso así nos reíamos, aunque quedara muy
poco tiempo antes que cerraran las puertas del colegio. Desde la
esquina de la cuadra comenzamos a correr mi hermana y yo en
dirección al portón. Mientras nos acercábamos, veíamos cómo
se iba cerrando. Estábamos a punto de entrar al colegio, queda-
ba poco para cruzar la meta, cuando aparece la inspectora para
recibirnos, aunque su calidez no duró mucho debido a que en-
tramos con barro en los zapatos a la recepción.
— ¿Saben qué, por estos atrasos, a ustedes se les pone una observación ne-
gativa en la hoja de vida?— nos dijo la robusta mujer que trabajaba
en aquella época como inspectora.
77
Desde aquel episodio dejó de ser la mujer que aparentaba, y De seguro les ha pasado que, a veces, cuando están nervio-
se convirtió en la mano derecha del diablo. Es más, la nefasta sos por algo, como que les da un pequeño dolor en el estómago.
concepción que se tenía de ella era “La señorita vaca maldita”. Bueno, a mí me pasaba todos los días cuando llegaba a clases.
El solo hecho de tocar la manilla me perturbaba, porque sabía
— Perdónenos señorita, es que somos nuevos y no conocemos las reglas que cruzando la puerta mi día se iba a convertir en un infierno.
aún; además, nos levantamos un poco tarde, y vivimos lejos, por lo Pero ya no podía retroceder, ya había entrado al colegio, y eso
que igual nos costó llegar hasta aquí—. Nos dejó pasar, después de to- implicaba que estaba “frito”. No podía hacer la cimarra, porque
do, pero esa mirada no se le quitó jamás. perdería la beca, y no quería eso.
Me acordaba cada mañana de mi papá. Todas las tardes nos
El pasillo principal de mi colegio se dividía en dos seccio- dejaba poner un vinilo en el tocadiscos, pero la condición era
nes: los que iban de séptimo hacia abajo, tenían el ala izquier- que tenía que ser de jazz, rock, blues o música clásica. Casi siem-
da y contaba con vista a la cancha; los que iban de octavo para pre elegíamos a Led Zeppelin, o Nina Simone, rara vez Pagani-
arriba, ocupaban el ala derecha. El colegio en sí, se componía de ni. Incluso a mi hermana le gustaba mucho Ray Charles, por lo
tres pisos para el ala derecha, dos para la izquierda, y un subte- que a veces me suplicaba poner sus canciones.
rráneo, en el cual podías encontrar un taller de trabajo, la sala Creo que aquellos días en los cuales todos éramos felices, y
de música y la de artes. mis papás se amaban y bailaban tango, fueron los más bellos de
Aunque el colegio estuviera separado de esa manera las dos mi vida.
alas se conectaban en el primer y segundo piso a través de un En el año 1998 mi papá falleció en un accidente automo-
largo pasillo en donde estaban las aulas de primero hasta octa- vilístico. Al enterarnos de la noticia, quedamos en shock y mi
vo básico. Al tercer piso se subía por una escalera que estaba en madre cayó en una profunda depresión. Nosotros, en ese tiem-
la mitad del segundo. También esta escalera conectaba con el po, decíamos que mamá estaba “enferma”. Creo que a partir de
primer piso. ese año, mi vida fue ennegreciéndose lentamente.
Al frente de estos largos pasillos, estaba el parque y la can- Luego de la muerte de mi papá nos quedamos sin dinero. Pa-
cha multiuso y, después de eso, en una esquina, se hallaba el ra salir del hoyo en el que estábamos, mi mamá entró a trabajar
gimnasio. Por último, detrás del gimnasio, se encontraba el la- como costurera en una empresa casi a las afueras de Santiago.
boratorio de Ciencias. Su sueldo nos alcanzaba justo para comer, vestirnos, y pagar al-
Mi hermana ese año estaba en quinto básico, y yo en octavo, gunas cuentas de la casa. Pero ya no daba abasto para sostener
por lo que estábamos en la misma ala y en el mismo piso. Nos la vida y la casa en la que vivíamos.
encontrábamos en el pasillo del ala izquierda, camino a subir, Todavía me acuerdo de la decisión que tomó mi mamá, de
cuando ella me propone una carrera. Se suponía que el que lle- vender nuestra casa e irnos a vivir con la tía Elena a la comuna
gaba último hasta el segundo piso tenía que hacer la tarea del de La Florida. Gracias a ese dinero, mi mamá pudo ahorrar pa-
otro. Así que definido el acuerdo, dimos inicio a la carrera, la ra mi universidad y para la de mi hermana; y además, comprar
cual lastimosamente perdí. una nueva casa.
Luego de escucharla alardear sobre su victoria, le di un fuer- Fue un año de cambios. Me fui de mi antiguo colegio. Nos
te abrazo y me despedí de ella. La seguí con la mirada hasta que cambiaron a uno en el cual nos ofrecieron una beca. Nosotros a-
entró a su sala. ceptamos felices, el único inconveniente era que quedaba muy
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alejado de donde vivíamos, por lo que teníamos que levantar- animalito, sigue comiendo, o si no te vamos a pegar, sigue comien-
nos a las cinco de la mañana. do”, “Miren cabros, miren al huevón comiendo, parece un cerdo”.
Las cosas comenzaban a mejorar, a mi mamá le empezó a ir Lo repetían mientras se reían de mí. Cuando creían que era su-
bien en lo de ser costurera, incluso una amiga suya, que tenía ficiente, Ramírez me decía “Ahora si esclavito estúpido, ¿vas a
una tienda en Providencia, le ofreció trabajo. Para ese tiempo, hacer lo que te digamos?”. Yo asentía, pero les rogaba que no me
mi mamá se sentía un poco mejor, y gracias a su amiga tuvo un pegaran más, aunque aún así, lo seguían haciendo.
buen apoyo emocional. En 1999 yo entré al colegio y, ese mis- Después de la clase de matemática, Ramírez y su banda, es-
mo año, muchas cosas cambiarían para mí. peraron hasta que el profesor se fuera para acercarse a mí. Que-
Cómodo en su mesita, el profesor me preguntó por qué ha- rían decirme algo, para posteriormente llevarme a las bancas
bía llegado tarde, entonces le expliqué que habíamos tenido del parque. Cuando salimos de la sala, caminamos todos juntos
un inconveniente. Lo dejó pasar y me senté. Ramírez, a quien como si fuera parte de su grupo. En la banca me dijeron cuál se-
le llamaban “El Perro”, se dio vuelta hacia mí y me dijo que que- ría mi objetivo hoy.
ría hablar conmigo en el recreo. Su grupo de amigos lo miraba
y se reían. En eso, empecé a sacar mi estuche y un cuaderno de — Mira huevón, tú ya sabes que mañana tenemos la prueba de matemá-
tapa azul que usaba para matemática y ciencias. tica, y el viejo ese del Carlos nos pasó a todos una guía, ¿no?— lo escu-
Mi sala de clases se componía de tres filas de puestos pares, chaba mientras miraba al piso, no quería ver aquellos ojos de pit-
yo estaba en la del medio. Mi compañera de puesto se llamaba bull, preparados para comer a alguien, para matar, para desollar. No
Matilde Arriola, una niña que casi ni hablaba. respondí a su pregunta.
Lo que me diferenciaba del resto era la realidad en la que nos — ¡Responde Mierda!— me gritaba.
desenvolvíamos. Algunos tenían padres empresarios, otros pa- — Bueno, Ramírez.— Yo sólo obedecía—. Lo haré.
dres médicos e incluso alcaldes, por lo que eran “cuicos”, pero — Entonces te voy a dar un aviso: si es que te llegas a equivocar en un solo
de esos que son malos. Cuando llegamos con mi hermana, y ejercicio y nos descuentan una de las seis décimas a cada uno, juro que
otros niños también becados, nos miraban con desprecio, co- te vamos a matar, y lo vas a lamentar, esclavito— me decía con cara
mo si hubiésemos salido de un basural. Ellos siempre llevaban de profundo odio.
mochilas que sobrepasaban los cuarenta mil pesos, y lápices
de calidad, casi de artistas. En general, eran privilegiados, se Se reían, y yo con mucho miedo, aceptaba sus estupideces.
notaba por sus recursos materiales. Pero lo que no sabía era que estas ofensas no eran nada en com-
En esa época me llamaban “El esclavo” y, claro, me trataban paración con lo que me harían al día siguiente.
como tal. Me obligaban a traerles las cosas, a limpiarles incluso El timbre había sonado y nos fuimos caminando hacia la sa-
los zapatos cuando se manchaban con barro; también a hacer- la. Ellos partieron corriendo, y yo me fui caminando sin nin-
les las tareas, entre muchas otras cosas. Si no llegaba a realizar gún apuro. Al final del día me entregaron las guías, cada una
sus peticiones, el “grupito” de Ramírez me haría alguna cosa. tenía cuarenta ejercicios de desarrollo.
Sucedió que una vez tres integrantes de su grupo me lleva- Tuve un solo día para realizar las cinco guías más la mía. Mi
ron al fondo del parque, en donde los profesores no podían ver hermana llegó del colegio y me vio haciéndolas, me preguntó
lo que pasaba. En un rinconcito, me tiraron al piso y me hicie- por qué eran tantas, a lo que yo le respondí que se las estaba ha-
ron comer tierra con pasto como si fuera un animal… “Come ciendo a unos amigos. Dormí mal aquella noche.
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“Bajo el umbral del porche de la vieja esa, había un imbunche esperando — Profe, yapo, que aún no termino la prueba—. El profesor sin perder los
a la vieja para hablar, para comunicarse, el monstruo se fue y la vieja me estribos, le contestó que se había acabado el tiempo, así que debía
miró, yo era un perro viejo, y la vieja me llama. Degollad al perro ese, al entregarla. Ramírez, abruptamente, responde en negación. Toda la
perro feo, al perro hediondo, mira que feo es, como mueve esa cola, córtale clase se quedó mirando. El profesor golpeó la mesa fuertemente,
la cola, ponla en la olla, córtale la cabeza y sácale el seso para dárselo a causando un estruendo. Ramírez burlándose, suelta la prueba.
la guagua. Ahora baila, mueve la raja, sí baila, sácale la piel al animal
ese, con el cuchillo de la cocina. Javier despierta, que todo es un sueño, tú Este episodio marcó mucho a Ramírez, lo pude ver en su ca-
eres un sueño atrapado en la realidad de la venganza, sueña con nosotros ra y en su mirada de rabia, de perro. Le salía espuma por la bo-
como tanto te gusta, pero despierta para soñar, toma el cuchillo para so- ca, le empezaron a salir pelos y comenzó a mostrar sus afilados
ñar, y verás, y después podrás bailar con tu papito que te espera acá, pe- dientes.
ro tienes que despertarte para soñar y cuando sueñes estarás feliz y más
feliz que nunca”. — ¡Te mataré, te mataré, te voy a matar!— me repetía, como si ya no lo
hubiese dicho suficientes veces.
— Ramírez, por favor, no me hagas nada— le suplicaba.
Y desperté, no entendí muy bien lo que había soñado, me — Cállate, imbécil, que me las vas a pagar— seguía.
dejó atónito. Pero las imágenes quedaron bien grabadas en mi
cabeza. Desayuné, me puse el uniforme, me fui al colegio con En una esquina casi invisible cercana al colegio, levantó la
mi hermana. Las guías las llevaba en la mochila. Aquel día, al mano y comenzó a abofetearme. Luego de eso, me tiró al suelo
igual que el anterior, nos tocaba matemática en la mañana. An- para patearme.
tes de que entrara el profesor, le entregué a Ramírez las guías Cabe recalcar que su grupo también estaba ahí. Tirado en la
y este se hizo responsable de pasárselas a su grupo. Me hizo la gravilla, comencé a ser pateado, golpeado, maltratado, desfigu-
misma amenaza del día anterior. rado. Pasé cuatro horas tirado en la calle, en una esquina impe-
El profesor había llegado y dijo que separáramos nuestros netrable y oculta, bajo unos matorrales que impedían la visión.
pupitres, lo hicimos, y nos fue entregando la prueba. Ramírez Aquellas cuatro horas fueron las más largas, crudas y dolo-
me dio su última mirada, aún recuerdo aquellos impotentes rosas de mi vida.
ojos cargados de dolor y rabia, la profundidad de sus pupilas “a-
cecha y mata”.
Pude oír a mi padre riendo,
b
Cuando el profesor llegó a nuestra fila, al primero que en-
tregó la prueba fue al “Perro”. Después de eso, se dio vuelta y
empezó la prueba.
y mientras bailábamos, me decía:
A medida que íbamos haciendo la prueba, el profesor fue “Deja de soñar, y despierta”.
revisando las guías. Pasó una hora y cuarto, cuando la mayo-
ría, excepto Ramírez, habían terminado la prueba. Acabado el
Cuando desperté, era tarde. Recuerdo que el sol bajaba con
tiempo, las fue retirando. Llegó al puesto del “Perro” y trató de
lentitud, y que el suave y agradable viento primaveral convir-
quitarle la prueba, dado que el chico forcejeaba para que le die-
tió mi sangre en algo gélido, baboso y negro.
ra más tiempo para finalizarla.
82 83
Comencé a caminar cojeando para llegar a la parada de mi- — Perdón Javier, perdóname, de verdad. Yo no sabía que iba a llegar a es-
cros. La gente me miraba como un adefesio, ante el impacto de te extremo, te quiero contar porque fui así contigo.
mi cuerpo destruido, gracias a Dios podía caminar. Mi cuerpo
estaba asqueado, dolido y aplastado. Se notaba arrepentido.
La caminata que debía emprender luego de bajarme del mi- Después de aquella plática un poco larga, lo abracé y lo en-
cro era larga, unos veinte minutos tal vez. Sentía que cruzaba tendí. Ramírez, para aquel entonces, sufría una gran depresión,
por un laberinto, y veía a la vieja del sueño. Cruzaba por mi ca- tenía crisis de angustia y no podía contener la ira.
mino y me quería embrujar, pero todo ocurría en mi mente. En su casa, sus padres peleaban constantemente, la madre
También estaba el imbunche, pero todo ocurría en mi cabeza. se volvió alcohólica y terminó suicidándose el año pasado. Que-
Por fin llegué a la casa de mi tía. Mi madre, al salir para reci- dó solo con su padre, el cual también era alcohólico. El recha-
birme, quedó estupefacta, y comenzó a llorar. Me llevó dentro zo del padre hacia Ramírez cada vez fue siendo más constante,
y me di una ducha. Luego de eso curó mis heridas. Después caí por lo que comenzó a convivir con la soledad y la angustia de no
profundamente dormido. tener afecto alguno. Extrañaba a su madre y, también, a su pa-
La siguiente semana no fui al colegio, pues me sentía fatal. dre ausente. El chico no sabía qué hacer y empezó a desquitar-
Mi madre me preguntó qué fue lo que me había ocurrido, y le se conmigo. Sus amigos pensaban que lo que hacía era entre-
conté todo. Posterior a eso, ella realizó una llamada a mi escue- tenido, y lo empezaron a seguir como líder. Y así empezó todo
la, relatando lo sucedido. Después de todo, muchas dudas en- este altercado.
traron a mi cabeza: ¿Por qué Ramírez me odiará tanto? ¿Por qué Quedamos en paz con Ramírez, y cada día nos fuimos acer-
deseaba tanto esas décimas? ¿Por qué llegó al extremo de golpear- cando más. Aún recuerdo todo el daño provocado, recuerdo esos
me brutalmente? ¿Cómo será su vida dentro de su hogar? ¿Por qué días que llegaba a mi casa solo para llorar, esos días que me es-
es así? Claro está, no tenía las respuestas, pero muy pronto me condía bajo las sábanas, tapándome la boca con la mano para
sorprendería. sacar todo el dolor que tenía por dentro. Me acuerdo de las in-
Haciendo la misma ruta de siempre con mi hermana, lle- terminables duchas, en donde las lágrimas se mezclaban con
gamos al colegio. Mi corazón temía salvajemente, y unas lá- el agua que escurría por mi piel desnuda y triste. Nunca se lo
grimas salieron de mi cara. Me daba vergüenza entrar a clases quise contar a mi madre, ya estaba preocupada por su trabajo, y
y que me vieran con heridas. Subí lentamente abrazado de mi aún conservaba el dolor de la muerte de mi padre.
hermana, toda la gente me iba viendo, y yo agachaba mi cabe- Creo que la vida en aquellos dos años me jugó una mala pa-
za. Susurraban y susurraban, pero yo no sabía el por qué. Mi sada. No fueron para nada bellos, estuvieron cargados de melan-
hermana me dejó en la puerta de mi clase y me dio un fuerte colía, angustia y mucho dolor. Pero creo que aquel día en que
abrazo que me dio calidez y motivación. dormí y desperté en la calle, cambió todo.
Cuando entré, muchos de la clase me abrazaron, y me pidie- Tras ese episodio, Ramírez logró darse cuenta del daño que
ron perdón si es que alguna vez me llegaron a tratar mal. Yo me había hecho, sólo por ser vulnerable.
me sentía feliz, creo que era la primera vez que me había sen- Aún pienso, a mis veinticinco años, qué habría pasado si mi
tido tan feliz en ese colegio. Hasta que noté la presencia de Ra- padre nunca hubiese muerto.
mírez, quien me miraba permanentemente. Al poco rato y bas- Los momentos en la vida están llenos de matices. La vida
tante cabizbajo se acercó a mí. en sí es un degradé, hay días más claros, y otros más grises y
84 85
negros. Pero hay que aceptarlo y seguir, pues es tan linda cuan-
do comienzas a encontrarle sentido. Y es verdad, para aquella
época yo sólo llegué a pensar en la pena, pero no me di cuen-
ta de algo: los momentos en los que tanto sufrí, me enseñaron
sobre cómo debía crecer y formarme como persona.
En el año 2000 decidí hacerme partícipe de una vida sana
y buena, de aceptar las disculpas y convivir mucho mejor con
mis compañeros. Ramírez y yo, logramos, con el tiempo, ser
buenos amigos. Cada vez lo fui entendiendo más y lo comencé
a apoyar cuando lo necesitaba. Él también me apoyaba en mis
bajones. Fue una vuelta de tuerca.
Hago esta denuncia para todos los que alguna vez han sufri-
do, y han sido maltratados tanto física como psicológicamente. ¿Y si permites
Creo que lo mejor que hice en ese tiempo fue decirle a mi ma-
má lo que me estaba pasando. Ahí saqué afuera toda la angustia
que tu corazón hable
y temor que me agobiaban. con el agresor?,
Dejo este testimonio para ayudar a crear un mundo sin nin-
guna devastación, es decir, sin Bullying, para todos los niños,
quizás recién ahí
jóvenes, adultos y personas vulnerables. Piensen en cómo el él comprenda
Bullying puede llegar a afectar tanto a un ser humano, a des-
truir almas buenas que no han hecho nada para merecerlo.
su propio dolor y la Paz
s
llegue a su corazón.
le
t
a l d o
con una palabra,
un desprecio o una agresión.
Es un daño que no se olvida nunca. A r n R
86
CL
AU
La barbie
negra
i a
DIAG
l a u d t o
C So Soto
C
21 años
T engo miedo de contar esto, pero ya es hora de que las per-
sonas conozcan el sufrimiento por el cual he pasado.
Quiero que entiendan la verdadera razón de por qué no
confío en nadie, por qué mi carácter es tan fuerte y por qué de-
jé de sonreír por mucho tiempo.
Para empezar, me quiero situar en el momento en el que
ingresé a enseñanza básica, puntualmente, primer año básico.
Tenía tanta energía y tanto miedo de no ser aceptada. Y no me
equivocaba, había un grupo de estudiantes que eran “Las po-
pulares” que comenzó a hacerme la vida imposible.
Un día me acerqué a este grupo para jugar con las muñecas.
Recuerdo que había una cunita con diversos juguetes y, antes
de que pudiera decidir con qué quería jugar, me pasaron la mu-
ñeca de tez oscura, porque dijeron que yo debía ser la “negra”.
Era pequeña, no le tomé demasiada importancia, pues pensé
que era normal.
Al pasar el tiempo, continuaban los agobios pero, esta vez,
el grupo había crecido y fue peor. Cuando pasaba por al lado de
ellas, me sentía nerviosa, a tal punto que no quería levantarme
del asiento para ir al baño. Lamentablemente, una vez me ori-
né en la silla, y las burlas se volvieron más intensas.
Al llegar la noche, mientras descansaba en mi camita, me o-
rinaba por el miedo que sentía. Me retaban, claro, porque pen-
saban que lo hacía por “mañosa”.
91
Había días felices y días horribles pero, a pesar de eso, no me manos y pies con cinta adhesiva en una silla, me diera patadas
di por vencida. Seguía estudiando porque era lo que me hacía y me dijeran palabras muy dolorosas. Lo único que hacía era
olvidar todo lo malo. Mi vida continuó así hasta que me cam- llorar, no podía defenderme, mi voz se quebraba en llanto y, lo
bié de colegio. peor, era que no me creían, ni siquiera el director.
En esa época me arrebataron la inocencia. Fui abusada y vio- Mi profesora de inglés fue la única que me apoyó, creyó, con-
lada pero me quede callada, pues no quería enfocarme en dicho soló y abrazó. Los demás me miraban con desprecio. Yo no sa-
episodio. Entonces, guardé silencio y seguí estudiando. Siem- bía si esto era mala suerte, un don que tenía para las malas si-
pre tuve promedios altos, porque los libros eran mi escape. tuaciones o que me veían superior por mi inteligencia.
En sexto básico, me sorprendieron con la noticia de que me Debo decir que las redes sociales son un completo asco. Cuan-
había ganado un computador, gracias a “Yo elijo mi PC”. Con do publiqué la primera vez en Facebook pensé que iba ser posi-
esto, me di cuenta que el esfuerzo había valido la pena, pero lo tivo, pero fue un blanco para atacarme. Recuerdo un grupo de
que realmente no sabía era de la envidia que estaba creciendo siete niñas que comenzaron a insultarme, los mismos insultos
a mi alrededor. pero bien revolucionados: “cállate negra”, “ojala te mueras cara
Mis compañeras de curso siempre lanzaban comentarios con nervios”, “color del carbón”, “se oscureció el internet”, “no eres
venenosos, diciéndome: ¿Por qué no te compras ropa? ¿Por qué no bonita”, “nadie te pesca”.
tienes zapatos lindos? ¿Por qué eres tan fea? ¿Por qué tu chaqueta Ahí me di cuenta que el problema era mi piel, mis facciones,
tiene hongos? la forma en que me vestía y ser estudiosa. Cuando comencé la
Una mañana fui a Calbuco con mi abuelita. Estaba tan emo- enseñanza media intenté cambiarme de todas las formas po-
cionada, pero duró poco, pues mis zapatos se rompieron justo sibles; me colocaba base de maquillaje blanca, me pintaba los
en ese momento. La única solución factible fue arreglarlos con ojos negros y los labios rojos, me pinté el pelo rojo, me coloqué
un alambre. Lustré los zapatos de color negro para que pasaran tatuajes temporales, un piercing en la nariz, tacones altos, ropa
inadvertidos, pero al parecer no lo conseguí. ajustada y mostré el abdomen.
Además, tenía una chaqueta, era mi única chaqueta, estaba
tan usada que incluso le comenzaron a salir hongos, y se estaba
t
deshaciendo poco a poco. Todas estas, fueron razones para que Quise ser la niña “mala”,
se burlaran de mí. Me gritaban “pobre”, “cara de nervios”, “ne-
gra”, “india fea”.
no quería estudiar más,
Todos los días tenía que lidiar con comentarios muy hirien- quería ser rebelde,
tes. Y la profesora, por su parte, no hacía nada; incluso, por más
esfuerzo que ponía en mis tareas y trabajos, jamás conseguía la
quería mostrar que era fuerte,
nota máxima. pero me estaba yendo
Sin embargo, no todo era tan malo. Logré impresionar a mi
profesora de inglés, la cual me apoyó en los momentos más di-
por el camino equivocado.
fíciles. Ella era mi inspiración, el pilar que necesité en las pe-
leas de curso. Sobre todo me sostuvo luego de que un grupo de Abrí los ojos cuando un profesor me dijo que podía ganar
tres estudiantes me golpeara en el estómago, me amarrara las becas por mis promedios altos, pero debía seguir el camino del
92 93
bien. Para buena suerte mía, decidí seguir sus consejos. Seguí zo de leña, me golpeé tantas veces con la madera y nada. Tomé
usando tacones, pero los adopté a mi estilo original, con blusas, tantas pastillas hasta sentir que me desmayaba en frente de un
jeans de colores claros, pelo liso y un maquillaje más sobrio. Y río, pero una compañera evitó que me ahogara. Lloraba hasta
lo más importante: acepté mi color de piel. que me quedaba dormida.
Me sentía muy feliz. Con mis amigas pasábamos tiempo jun- Al poco tiempo comenzó a calmarse todo y recuperé mis fuer-
tas estudiando, y saqué el primer lugar. Obtuve diplomas y ga- zas. Aprendí a cocinar, pues me di cuenta que tenía talento en
né la beca, la cual me benefició en muchos ámbitos. la cocina. En cuanto a lo teórico, comencé a dar lo mejor de mí,
En tercero medio tuve que elegir una carrera técnica. Anhe- hasta terminar con nota máxima. Así es, obtuve el reconoci-
laba estudiar agropecuaria, pues pasar tiempo con los anima- miento del promedio más alto de la promoción 2013-2016.
les, aprender de las hortalizas, de los árboles frutales y de las La alegría había vuelto a mi vida. Estaba feliz porque reali-
maquinarias, me encantaba. zaría mi práctica profesional en un restaurant prestigioso de
Pero no todo era perfecto, el Bullying había vuelto después de Valdivia, conocí personas maravillosas y conviví con mis ami-
años. Mis compañeros me hostigaban de todas las formas po- gas todo el período de esta bella experiencia.
sibles: me lanzaban gusanos, a los que les tenía fobia y me ha- Finalmente, me titulé e ingresé a la enseñanza superior; sin
cían correr sabiendo que tenía una enfermedad crónica, asma. embargo, todo esto despertó una gran envidia por parte de mi
No podía hacer bien mis trabajos prácticos por miedo, y no po- familia paterna, por lo que hicieron un infierno de mi vida des-
día responderle de forma correcta al profesor, porque mis com- de el año 2017 hasta el 2019.
pañeros comenzaban a decirme “sabelotodo”, “mosca muerta”, Durante ese tiempo debía tomar el bus para ir al instituto.
“Maca cállate”. Entonces, una mujer salió de su casa para gritarme “Ya estás
hueveando”. Por supuesto me afectó, porque me hacía recordar
todo lo que había vivido anteriormente.
P
Al poco tiempo, tuve que Al pasar los días, los insultos comenzaron con más fuerza.
Cada vez que llegaba de estudiar, estas personas salían a gritar-
abandonar lo que me apasionaba, me lo que se les ocurriera, sólo para bajarme el ánimo y así ellos
tomando la decisión de perder el año poder subir su ego.
Ya no quería ni siquiera salir a darle de comer a mi perrito,
o cambiarme de carrera. porque al salir escuchaba “esa india anda ahí”, “se oscureció la
tarde”, “que fealdad”, “le romperé la cara a golpes”. Cuando mi
Fue algo tan doloroso, pues mi verdadero amor era el cam- mamá me pedía que fuera a buscar leña me ponía a tiritar y le
po; pero, finalmente, elegí alimentación colectiva. Llorando decía que no. Muchas veces ellos venían a pelear a mi casa por
me quité el overol de trabajo y las botas con lodo, para amarrar- cosas absurdas que yo había hecho, por ejemplo, subir una foto
me el pelo y ponerme la chaqueta blanca y el gorro de chef. Me mía a Instagram.
miré al espejo y no sabía si podría superarlo. Una noche que venía del instituto, intentaron atropellarme,
Fue tanta mi depresión, que siete veces intenté suicidarme. pero corrí muy rápido a mi casa. Esto fue por un largo tiempo,
Buscaba desesperadamente trozos de vidrio, pues quería sentir entonces me mantenía encerrada, porque no quería oír sus in-
un dolor más fuerte del que ya sentía. Me lancé en un gran po- sultos; hasta comencé a esperar la locomoción en otro paradero.
94 95
Así he vivido con muchas inseguridades, incluso he tenido
miedo a hacer cosas tan comunes como caminar sola por la calle.
No me atrevo a darle confianza a las personas, pues siento que
se pueden burlar de mí, que me verán débil y se aprovecharán.
En la actualidad he florecido como un girasol hermoso y ra-
dioactivo. Me encuentro en paz, porque he perdonado a cada
persona que me hizo daño. Tengo un novio al que amo con to-
do mi corazón.
A lo largo del tiempo he obtenido muchos reconocimien-
tos. Estoy egresada de mi carrera universitaria con distinción
máxima, anhelo formar una familia en el futuro y, mi próxima
misión, es enseñarles a los niños que son más fuertes de lo que
creen, y que todo lo que sueñan se hará realidad. “Para hacer Bullying
Soy Claudia Soto , tengo veintiún años, y no tengo piel os-
necesito de
cura, más bien es de color trigo, pero me considero una Barbie
negra. una audiencia pasiva
que celebre mis bromas,
Tengo tantas cicatrices, necesito a una
b
s
¿En qué lugar estás?
le
mente, las palabras malintencionadas; además, el karma existe.
C a n a
a l d o
96
A r n R
JO
SE
Metamorfosis
ef i n a z
s
Jo Pér ñoz e
MC u14 años
M i nombre es Josefina o, si prefieren, Jose
los cinco meses y medio de embarazo, por este mo-
. Nací a
P
En ese tiempo, era una niña
alegre y con una visión
más bien pura
e ingenua del mundo.
101
liar, esto no era muy impresionante. No obstante, aunque no incluso, que cuando escribieron en el baño “Camila Concha es
lo demostrara, estas cosas me hacían daño, y mucho. una zorra”, había sido yo. La misma Camila, con quien nos lle-
La niña pequeña que fui, era muy extrovertida y tenía mu- vábamos bastante mal, fue quien me culpó sin prueba alguna.
chas “amigas”. De a poco, y sin darse cuenta, comenzaron a ha- Los días pasaban y era habitual escuchar que me dijeran “zo-
blar de ella a sus espaldas, a contar sus secretos, a burlarse de rra”, “puta”, “nadie te quiere”, “ojalá te mueras” y un sinfín de
su apariencia e inventar cosas sobre ella. otras cosas. Ya no comía y, diariamente, dormía entre una y
Debo reconocer que en ese tiempo yo no le contaba nada a tres horas. Estaba bastante irritable, no quería ir al colegio, no
mi mamá, porque ella ya tenía suficientes problemas y no que- quería salir, ni mucho menos hablar con alguien.
ría sentirme una carga. Mi mamá lo notó y, al no saber cómo ayudarme, pues yo no
Recuerdo haber hablado con profesores para manifestarles hablaba con ella, me llevó con una psicóloga. Era de suponer
que no me gustaba la forma en la que me trataban mis compa- que me diagnosticaría depresión, ansiedad y ataques de páni-
ñeros. Me acerqué con pruebas muy concretas, pero, obvio, no co. Recuerdo además que dijo que necesitaba tratamiento rápi-
me creyeron. do o, de otra forma, iban a tener que internarme, pues mi vida
La vida pasa, la luna se duerme y el sol despierta, así tam- corría peligro.
bién pasan las situaciones, pero nunca dije que mejoraran. El miedo en los ojos de mi mamá jamás se me olvidó. No me
En el año 2017, iba en sexto básico y, la verdad, había cam- quería dejar sola, porque yo manifestaba pensamientos suicidas.
biado mucho. El 11 de mayo, exactamente cinco días antes de mi cumple-
años, mi mamá tuvo que ir por trabajo a Antofagasta. Era por el
día, por lo que estaba lista a las cinco de la mañana y tuve que
P
Me convertí en una niña quedarme sola dos horas antes de irme al colegio.
Resulta extraño pensar que no hubo ningún gatillante para
que llevaba una coraza enorme estar tan mal ese día. Sin embargo, recuerdo no haber tomado la
para tratar de que no me pastilla que mi mamá me daba como parte del tratamiento an-
tidepresivo. No sentía nada, era un cuerpo sin alma, un alma a-
pasaran a llevar. gotada por el abuso psicológico que ejercía mi padre y la ausen-
cia de amistades. La soledad me carcomía por dentro. Lo único
Comencé a juntarme con los mismos que se burlaban de mí, que me mantenía viva era la escritura y la música. Les cuento
conocidos por ser problemáticos y también odiados por la ge- que soy fan de Miley Cyrus desde el 2009 hasta el presente.
neración. Mis notas empezaron a ir de mal en peor, era irrespe- Como una especie de acto involuntario fui a la cocina, tomé
tuosa con los profesores y ya me habían puesto el cartel de “ni- dos cuchillos, uno sin mucha punta y otro con mucha, y los pa-
ña problema”. Mirando hacia atrás, quizás hice todo eso para sé por mi muñeca derecha. Pensaba que quizá ese dolor alivia-
llamar la atención; supongo que era mi manera equivocada de ría un poco mi lado emocional. Fueron cortes más bien super-
pedir ayuda, pero nadie me escuchó. ficiales, pero tuve muchísima tentación de no parar hasta que
En séptimo básico ya era una nueva persona. A pesar de ser ya no me quedara sangre. Menos mal, llegó el furgón que me
ruda, fría y desinteresada, los rumores eran cada vez peores. Que llevaba al colegio, así que me tapé las muñecas con el polerón y
era mala, que era tonta, que le había pegado a una compañera; me dediqué a sollozar todo el camino.
102 103
Al llegar vi a Rosario, a quien no he mencionado, pero fue buena, además hay un entorno muy cálido, en el cual la gente
la única amiga que tuve. Ella sabía de mi depresión y siempre se respeta.
se mantuvo a mi lado. La amo con mi alma hasta el día de hoy, Hice amigas y amigos, que me aceptan y me quieren. Cada
pues siempre me brindó su apoyo. día me esfuerzo más en el canto, la escritura y los estudios.
Apenas la divisé se me vino a la cabeza lo que había hecho Si bien la música, poder cantar, los animales, mi familia y la
en mi casa, y me arrepentí muchísimo. No le conté, pues siem- naturaleza son mis grandes motores, principalmente el moti-
pre fue muy inocente, y no quería contaminarla con lo que ha- vo que tengo para vivir soy yo.
bía hecho. Lo pensé mejor y recurrí a la psicopedagoga del co-
legio, la cual conocía mi situación.
t
Le conté todo, me desahogué y me sentí mucho mejor con Esta es mi historia, la de una niña
sus palabras. Pero claro, debía decirle a mi mamá lo que había
ocurrido. Les confieso que era lo que más me aterraba, porque
de primero medio, con muchos
siempre la he amado y no quería romperle el corazón de esa sueños y, principalmente,
forma.
No recuerdo muy bien lo que pasó después. En fin, después
con el deseo de algún día poder
de muchas palabras y llanto, la psicopedagoga nos recomendó a convertirse en psicóloga para ayudar
una psiquiatra muy buena, quien me ayudó a salir adelante.
Por experiencia propia, creo que no es fácil, pero se puede
a quienes no son escuchados.
salir de eso. Me cerraron el semestre antes y pude irme a la ca-
sa de mi abuelita materna, la mejor medicina que tengo. Entre Gracias por leerme, me despido con amor a quien sea que
abuelos, primas, la naturaleza del campo y los animales, me hi- lea esto.
cieron mejorar.
Para no alargarme más, resumo que mi mamá quería cam-
biarme de colegio, pero mis notas eran muy malas. En cambio,
me trasladaron al curso C de mi generación, el menos proble-
mático.
Conocí personas que atesoro y que permanecen junto a mí
incluso en la actualidad. También conocí otras, las cuales creí
eran buenas, y cometí el error de confiar muy rápido en ellas.
Al principio me escucharon, pero luego me dijeron que tenía
sobre mí muchas maletas y les hacía daño. Así de simple, me
botaron como un papel. Dolió mucho, pero otra vez resurgí
desde las cenizas.
Hoy sigo teniendo las tres enfermedades que conté ante- PS. Desde que tengo conciencia he amado
riormente. Me cambiaron al colegio British High School, que a las mariposas, quizá sea porque mi destino
es más pequeño y con inclusión. Aquí he conocido gente muy es la metamorfosis de una.
104 105
¿Sabías que el 90%
de tus diálogos son
internos y sólo el 10%
se verbaliza con otros?
¿Te has preguntado
cómo te hablas?
¿Qué te dices?...
Trátate con cariño,
con amor,
no te castigues.
Un auto diálogo positivo
alimentará tu alma y
s
te hará más feliz.
n a le
d o C a
r n a l R
KA
MIr
Mi historia,
mis pasos
para volar
l a
LA
a m i g ue z
K odrí opi
R LincC
18 años
E l refrán: “Nadie nota tus lágrimas, nadie nota tu triste-
za, nadie nota tu dolor, pero todos notan tus errores”, de-
bo haberlo leído en alguna parte, y me hizo mucho
sentido al pensar en mi historia.
Pero, ¿por qué decidí escogerla? Suele suceder que nadie está
presente en tus días malos para brindarte una palabra de alien-
to; nadie se interesa mayormente por lo que estás sintiendo.
Lo que me hace ruido es que la atención se concentra cuando te
equivocas. Pero dicha atención es más bien una crítica, cuando
en realidad debería ser una demostración de afecto. Lo que es
necesario cuando estamos haciendo el esfuerzo de mantener-
nos a flote, esperando un milagro para sobrevivir.
Es como caer en un precipicio que no tiene fin, y no saber có-
mo agarrarte para no estrellarte contra lo que sea que en algún
minuto aparezca. Es sentir en el cuerpo cómo crece constante-
mente el temor a la oscuridad inminente. Es creer que este agu-
jero negro te llevará a un lugar rodeado de fuego, en donde el
diablo te dará la bienvenida.
Mi historia comenzó así: nueve años atrás, nadie pudo prepa-
rarme para el mundo del Bullying, pues nadie lo vio venir. Tenía
que enfrentarlo cada día, cada semana. Me pregunto la razón.
Quizá será mi forma de ser, de pensar o vestir; o simplemente,
mis facciones. Por más que busco, no tengo respuesta. Sólo que-
ría amar, ser feliz y jugar. ¡Dios! Sólo quería un poquito de amor.
111
En el año 2010 mis dos únicas amigas se fueron del colegio. 24 kilos. Ante este panorama, mi mamá y papá recorrieron to-
Así conocí a las niñas que tanto dolor me causaron. Primero co- das las urgencias de Santiago para saber qué pasaba conmigo,
menzaron siendo mis amigas; luego, sin darme cuenta, empe- pues sufría de gastritis. Me realizaron muchos exámenes mé-
zaron las palabras malas y los insultos como “tonta”, “no sirves dicos. Pese a los esfuerzos que estaban haciendo por mí, no po-
de nada”, “eres negra”, “eres fea”, “eres gorda”. De eso, pasaron a día decir nada, sobre todo porque las niñas habían reiterado y
quitarme los cuadernos y mi colación; me empujaron por las es- reforzado sus amenazas.
caleras dos veces, por lo que me esguincé una pierna. Pasando a sexto básico, mi mamá ya no daba más con mis do-
Ustedes se preguntarán por qué no hice nada, y les respon- lores y con mis reiterados malestares, justo en la puerta del co-
do que no sabía cómo expresarlo. No estaba acostumbrada a pe- legio. Dejó de trabajar para seguir buscando ayuda.
lear, entonces no sabía hacerlo. Mis victimarias me hacían du- Mi prima rompió la promesa, le contó a mi madre lo que me
dar, además me amenazaban cada vez que quería decir algo o estaba sucediendo. Preocupada, comenzó a preguntarme si al-
sólo me decían: “Tus papás no te quieren, si tú cuentas algo, ellos guien me estaba molestando, a lo que acepté mi martirio.
se irán”. Pensaba que me podía quedar sola; esa fue una de las Mi madre trató de ayudarme conversando e investigando en
tantas razones que me hicieron callar. el colegio. Conversaron con las mamás de las niñas, pero, estas
El dolor que sentía, la pena y el miedo, los manifestaba de últimas negaron todo.
una forma muy particular: no lloraba, pero siempre me daban Finalmente, una de mis victimarias reconoció una parte de
dolores de estómago, náuseas y a veces sentía que no podía res- lo que pasaba. Su madre la obligó a pedirme disculpas. Las de-
pirar. Por esta razón debía salir de casa a cualquier hora del día más niñas y sus madres se ofendieron y se enojaron. Todo con-
o en hora de colegio. Conocí la gran mayoría de las urgencias tinuó igual, no hubo muchos cambios. Los profesores me dije-
hospitalarias de Santiago. Y qué decir de los consultorios: Puda- ron que debía perdonar, pero era difícil, pues ellas me obligaban
huel, Estación Central, Maipú y muchos más. El tío del furgón a no hacerlo.
conversó con mi madre; de seguro me descubrió, era el único Fuimos donde mi gastroenterólogo de cabecera, quien, des-
lugar en el que lloraba. Ella me hacía preguntas, pero yo solo pués de los resultados médicos, llegó a la conclusión sobre mis
callaba. En mi cabeza habitaban las palabras de las niñas, y el dolencias: todas, y cada una de ellas, eran parte de un maltrato
terrible temor a quedarme sola hizo que guardara silencio. mental, en el cual yo me autocastigaba. Por fin alguien me en-
Un 5 de octubre del 2012, cuando mi abuela, quien era mi tendía, estaba feliz por eso. Me entregó un certificado para ce-
mejor amiga, falleció, las ganas de ocultar lo que me estaba pa- rrar el año escolar. Me sentía tan aliviada, iba a dejar de sufrir.
sando se fueron con ella. Aquel día me atreví a contarle a al- Estudiaba en un colegio católico, sumamente religioso, y no
guien lo que me estaba pasando. Mi confidente fue una prima tuvieron ninguna clemencia conmigo. El director era una pie-
que tenía la misma edad que yo; por supuesto, me aseguré que dra sin sentimientos.
ella prometiera que nunca diría nada a nadie. Empezamos un largo camino para encontrar un nuevo co-
Pasaron varios meses desde la muerte de mi abuela, y las ni- legio y también ayuda psiquiátrica. Llegamos a una psiquiatra
ñas que me seguían molestando jamás sintieron compasión muy loca, bastante gritona, autoritaria, que no me escuchaba.
por mi dolor. Con todo lo sucedido, la pérdida de peso que tuve Me recomendó que dejara de sentirme así, diciéndome que to-
fue impresionante. En mi peor momento, llegué a una delga- do estaba en mi cabeza y que debía aprender a controlar. Me
dez extrema: de pesar 37 kilos y con tan sólo doce años, pasé a recetó medicamentos con altas dosis. Uno de ellos no me dejó
112 113
dormir en todo un día, el otro, era un antidepresivo para muje-
res después de su embarazo.
Recibí el diagnóstico: cuadro ansioso depresivo. Me cambia-
ron los medicamentos y me sirvieron. Todavía lucho día a día
con dicho diagnóstico; muchas veces pienso que todo esto nun-
ca terminará. Se parece a un sueño recurrente que tengo: apa-
rece un perro enorme, gigante, que no me deja dormir.
Si te preguntas si quise desaparecer, la verdad es que sí, mu-
chas veces. Pensé en cómo hacerlo, pero el miedo no me lo per-
mitió. Hasta hoy, no camino tranquila, todo me asusta, los tu-
multos me espantan y me desesperan.
A pesar de todos esos obstáculos, lucho diariamente y voy a
patinaje, eso me hace volar. “Si eres testigo
La tormenta parece no acabar. Tengo dieciocho años, esto
comenzó cuando tenía diez. Después de conocer tantos casos
de Bullying…
como el mío, el que más me marcó fue el de Katy Summer. Co- saca la voz
nocí a sus padres y me imagino el dolor que deben sentir.
Mi madre siempre ha estado junto a mí, para mostrarme que
y defiende a los
s
que te necesitan”
e
puedo ver un mundo bueno y mejor. Me siento muy agradeci-
a l
da por eso.
a n
Hoy, después de seis años luchando, he buscado psicólogos,
C
terapeutas, psiquiatras y, de todas maneras, a Dios. Él es quien
d o
me ha dado la fuerza para volver a intentarlo. Quiero dejar cla-
a l
ro que no hay una receta, ni tampoco un manual. Y que tuve
r n
mucha suerte, pues, gracias al miedo, aún estoy aquí.
A
R
l
l
“El mundo es un lugar
peligroso, no por causa de
los que hacen el mal.
Si no por los que no hacen
nada por evitarlo”.
Albert Einstein
114
A NT O Mi verdad
NIA
u
n t o n
A Hec ino
C Ca
i
n
a
k m
c
a n
15 años
M uchas personas que han sufrido Bullying han gene-
rado una cierta empatía ante las situaciones diarias
que le podrían afectar a alguien. Es como cuando
dicen que quien más ha pasado hambre, suele ser quien más
comparte, o al que menos han oído, suele ser el que más escu-
cha. Cuando ha ocurrido algo que en verdad te ha afectado a
ti, intentas que nadie más vuelva a sentir esa espantosa sensa-
ción. Pero ese, como el de muchos, no ha sido mi caso.
Hay muchas situaciones que cuando eres pequeña pueden
generar una burla hacia ti. En especial, cuando los padres edu-
can a sus hijos a través del orgullo propio: “Come la comida y
crecerás más que nadie, saca las mejores notas y serás más que las
demás, debes portarte bien para no acabar como las otras”. Escribo
en femenino, porque mi colegio era religioso y sólo de mujeres.
Recuerdo que, el primer día de clases—iba en primero bási-
co— una compañera me había saludado e intentado conocer-
me. Yo había salido recién de un jardín especial para niños con
dificultades para hablar y, aunque podía hacerlo, sentía ver-
güenza. Me traté de esconder detrás de mi libro de ciencias,
y Francisca, como se llamaba esta niña, me dijo que no quería
compartir sala con alguien como yo. Asimismo, se lo dijo a to-
das las amigas que después se había hecho, y de pronto nadie
quería estar conmigo. Me sentía mal al entrar a mi sala e inclu-
so ir a mi escuela. Puesto que no tenía las capacidades de socia-
119
lizar ni de defenderme, nadie quería acercarse a mí. Era vista Ese semestre había podido lograr establecer una relación de
como la “rarita”, lo que no querían llegar a ser. amistad con una compañera de mi curso. Un día ella faltó y vi a
Hubo un punto en el que quería tanto desaparecer de ahí, otra niña sola. Me logre acercar con éxito y con orgullo de estar
que en el recreo me escondía en los baños, no quería que nadie superando mi timidez. Pero cuando se conocieron mis dos ami-
me viera sola, ni tampoco se me acercaran. Almorzaba ahí, llo- gas me dejaron de lado y dijeron que ya no querían estar con-
raba ahí y me mantenía hasta que tocaban el timbre. migo. Me sentí devastada.
Había pasado el tiempo y una niña, que llegó como a me- Ese mismo año, mi mamá me llevó al psiquiatra, donde me
diados de ese año, quiso conversar; pero yo no me sentía segu- prescribieron pastillas para la depresión. Mi mamá no creía en
ra de hablar con ella, creía que no merecía ser amiga de nadie; eso, y me tuvo sin pastillas y sin psicólogo.
ella reaccionó de forma molesta, tanto así que también se vol- Cuando llegué a quinto básico juntaron a dos cursos de mi
vería contra mí. establecimiento. El primer día llegué asustada y sin saber qué
hacer. Pero me habló una chica, que era conocida por ser bilin-
güe. Con ella ya no me sentía sola y logré abrirme a las demás
P
En clases, solían molestarme personas; tanto así, que cuando se fue, ya tenía la capacidad de
hacer nuevas amigas. Pero aún no había superado mis proble-
y yo actuaba como si no mas con la comida ni la depresión.
me importara, porque, en realidad, Todo el enojo que me había estado reservando los sacaba a
modo de malas energías. Tenía problemas con todo el mundo.
no quería mostrar lo que sentía. Había una compañera en específico a la que criticaba hasta ha-
cerla llorar, porque, de alguna forma, quería vengarme aunque
Un día, en una clase de artes agarraron mi caja con lápices ella no tuviera nada que ver. Hoy, no molesto a nadie así, pero
de cera, silicona, entre otros materiales, corrieron al baño y se sigo con los mismos problemas de ira y de emociones. Nunca le
encerraron. Yo esperé afuera; cuando salieron y me la pasaron, conté nada a nadie, nunca me desahogué. Fui a tres psicólogos
tenía todas mis cosas rotas. No me molestaba lo sucedido; me más y a ninguno conté la verdad.
ponía triste pensar en el esfuerzo que había hecho mi mamá
para comprarme todo eso. No la veía casi nunca y me gustaba
l
que lo que me daba me la recordara. Por esto mismo, a pesar de El Bullying es algo que te marca
ser una de las cosas que más me dolió, nunca se lo dije. De he-
cho me sentía tan culpable, que me empezaba a alejar de ella:
la vida y el cómo serás,
era muy buena para tener esta hija. por lo que, hoy en día, estoy más
Ya había pasado casi un año y seguía igual de afectada, me
sentía muy triste y había generado un problema con la comi-
triste por las consecuencias
da. Lloraba internamente todo el día, en comer encontraba un que por lo que pasé en sí.
refugio. Tenía muchos problemas con mi familia por este te-
ma, pues lo hacía a escondidas y les molestaba que desapare-
cieran las cosas.
120 121
Un niño o niña no siempre tendrá la capacidad de hablar, de
expresarse o simplemente darse cuenta de lo que está pasando.
O
Todo el personal docente
de un colegio debería
estar capacitado para identificar
situaciones así en su salón,
porque, como dije,
es algo serio que te marca “Que los momentos
de por vida. adversos no te paralicen.
Yo nunca pude hablar, tengo sólo quince años y quizás en
Saca lo mejor de ti
un futuro lo podré hacer, pero el daño y las consecuencias ya y verás que, de toda
están hechos.
experiencia se aprende.
Eres grande por lo
que eres, no por
lo que opinan
s
las personas de ti”
n a le
d o C a
r n a l
A
R
122
MAA
C z
a c a r e
Burlas
M Meléolina
z
n
z
d
a
e z
MC 17 años
D e niña tenía una gran inseguridad: mis orejas. No
podían gustarme, sentía que eran muy grandes, que
eran muy largas, que eran muy todo. Evitaba reco-
germe el cabello con un moño; pues, al estar mi pelo suelto, las
lograba cubrir. De pronto, me volví muy buena para usar go-
rros, así evitaba que la gente las notara por mucho tiempo. Me
sentía tan insegura, y en casa lloraba por ello.
Algunos compañeros me molestaban sistemáticamente, in-
cluso mis amigos, y yo me sentía muy mal al respecto. Siendo
una niña, no sabía qué hacer para cambiar las cosas; es más, lle-
gué a pedirle a mi madre que me operara lo antes posible por-
que me acomplejaba. Ella siempre me decía que se me pasaría,
y que mis orejas eran lo más bello del mundo y que estuviera
agradecida de tenerlas, y tuvo razón.
A medida que fui creciendo, le fui quitando importancia,
pues supe que es mejor tener que no tener, y que no había na-
da de malo conmigo. Mis compañeros dejaron de molestarme
gradualmente, por lo que me sentí aliviada y tranquila, olvi-
dando lo que era tener complejos hasta que me di cuenta que
otras personas también sufrían por ellos.
Cuatro años después de ese período doloroso de mi vida, te-
nía una importante prueba que dar, a mis doce años, con el pro-
fesor favorito de todos: el profe de historia. En este examen dio
127
las instrucciones en voz alta, pero mi amigo y compañero de Con este pensamiento, al terminar el examen, fui corriendo
clase, Pablo, no le entendió. donde la directora para explicarle la situación, pues yo lo con-
sideraba un amigo y no podía creer que un profesor tratara así
— Profesor, ¿Puede repetirlo?— confiado en que ahora sí lo haría. a un alumno.
Cuando terminé de contarle lo sucedido, asintió con la cabe-
El aludido repitió la instrucción, y nuevamente Pablo se vio za, mostrándose comprensiva, y luego me tranquilizó dicien-
confundido y preguntó otra vez. do que verían de inmediato al profesor y a Pablo para conversar
con ellos y arreglar las cosas. Llegaron al despacho y conversa-
— Disculpe, ¿Cómo dijo?— a punto de darse por vencido. mos entre todos. Luego de una corta cátedra de la directora, el
profesor pidió disculpas y Pablo las aceptó.
Era el profesor favorito de todos, un hombre de barba sim- Me sentí feliz, y al volver a casa, le conté a mi madre. Ella me
pático que nos hacía reír en cada clase por sus ocurrencias y felicitó por haber visto más allá de las cosas y por haber pensa-
bromas; pero, cuando le respondió de nuevo a mi amigo, no me do en mi amigo. Cenamos, y luego me dormí nerviosa pensan-
reí con sus palabras. do en qué pasaría al día siguiente.
Como al otro día nos tocaba con aquel profesor de historia a
— ¡Por Dios! ¡Tienes unas orejas enormes y no escuchas nada! primera hora del día, cuando entré a la sala me sentí inquieta y
me senté en mi lugar en silencio. Luego de un rato de las clases,
Todos estallaron en carcajadas, hasta que Pablo, nervioso y nadie mencionó nada, y Pablo estaba tan risueño y normal co-
con las mejillas encendidas por la vergüenza, se cubrió su cabe- mo siempre, también se reía con las bromas del profesor y con
za y orejas con el gorro de su chaqueta con los ojos empapados las de los demás. Supuse entonces que todo se había arreglado
en lágrimas, sollozando en voz baja y poniéndose muy triste y ayer, pues todo el ambiente era grato y tranquilo, hasta que el
apenado. Entonces, se hizo un silencio en la sala, las caras de profesor hizo un comentario que me dejó perpleja.
mis compañeros se llenaron de arrepentimiento y vergüenza.
El profesor intentó disculparse con él, pero este no le respon- — Oigan, les quiero contar un secreto, pero me da un poco de miedo que al-
dió y lo ignoró hasta que la prueba terminó. guien pueda acusarme— dirigió su mirada hacia mí y preguntó:
No era la primera vez que molestaban a Pablo por sus ore- — ¿No es así?— Me quedé en silencio y mis compañeros se rieron.
jas, pues siempre sus compañeros e incluso sus amigos decían — ¿Qué?—le pregunté, perpleja.
algún chiste o se burlaban de él en algún momento del día. Sa- — Que si no te vas a poner sensible si cuento algo— dijo, socarrón.
bía que lo molestaban, pero nunca hice nada. Yo era su amiga y — Usted hizo sentir mal a mi amigo. Yo sólo hice lo que fue correcto— dije,
jamás le tomé importancia, no me di cuenta de que para él no sintiendo las mejillas calientes por la situación y nerviosa porque
era fácil y que estaba viviendo algo que también me pasó a mí, un profesor me estaba tratando de una manera muy inapropiada.
y que le puede pasar a cualquier persona, que es tener una in- — Pero si no fue para tanto, ¿O sí, Pablo?— le preguntó entonces a mi
seguridad con la que los demás se divierten. Es un sentimiento amigo, y este no fue capaz de mirarme cuando respondió.
que nadie debería sufrir nunca, pues yo lo sufrí por años y na- — No, yo no le pedí a nadie que hablara por mí. Sé defenderme solito, ade-
die, más que mi familia, corrió en mi auxilio. más, no soy un acusete— dijo convencido.
128 129
Me sentí triste, decepcionada y humillada, como si hubie- Llegaba a casa cada vez más desganada y mi mamá comenzó
ra cometido un error, como si me hubiera inmiscuido en los a preocuparse de la situación. Cuando me preguntó sobre lo que
asuntos de los demás. Pero entonces, comencé a reflexionar ocurría, me largué a llorar y se lo dije todo. Entonces ella fue al
y concluí que no. No estaba equivocada. No era la primera vez colegio a hablar para quejarse y exigir una solución para mi ca-
que Pablo era molestado. Siempre lo molestaban, y si bien él so, porque ya no quería ir a la escuela de lo mal que me sentía.
siempre se reía, había momentos en que no. ¿Por qué entonces Al día siguiente por la mañana, el profesor de historia se a-
él mentía ahora, quitándole importancia al asunto? cercó a mí y me pidió disculpas, excusándose y diciendo que su
Me di cuenta, más temprano que tarde, que Pablo con tal de actitud fue totalmente incorrecta y que nadie debe faltarme el
ser aceptado entre sus compañeros y el amado profesor, con tal respeto. Me sentí tranquila y le disculpé, pues tenía razón; na-
de no ser el objeto de esa burla, mintió y me hizo hacer sentir die, ni siquiera un maestro, puede hacernos sentir humillados.
mal a mí, para que él no fuera el herido. Llegué a la sala y, para mi sorpresa, vi que estaba la directora
Independiente de si somos niños o adultos. Si somos maltra- junto a otras personas en la clase de matemática. Hicieron una
tados, si somos golpeados, si somos pasados a llevar, si somos el charla sobre el Bullying en la escuela, y mostraron videos reales
hazmerreír, entonces las cosas no son fáciles. de víctimas, los cuales eran en extremo tristes y fuertes. Mos-
traron datos de víctimas de Bullying que cometían suicidio; en-
tonces los ojos me saltaban por lo asustada que me sentía. Solo
Entonces, las personas por ser tenía doce años: todo eso era tan nuevo y extraño para mí. Mu-
chas de mis compañeras lloraron, algunos hablaban en susu-
aceptadas aguantan. Las personas rros, y otros estaban en silencio.
con tal de ser incluidas fingen.
— ¿Alguna vez ustedes han sido excluidos?, ¿Alguna vez han excluido a
Las personas con tal alguien?, ¿Cómo creen que se siente esa persona?— dijo el expositor.
de pertenecer, aparentan. Muchos levantaban la mano para responder las preguntas que ha-
cían, y cuando terminaron, la directora habló.
Y eso no está bien. — Chicos, su compañera no la ha pasado bien. Quizás para ustedes les re-
sulta gracioso, pues es una simple broma. Pero no lo es. ¿Qué pasaría si
Luego de lo ocurrido, el profesor se había olvidado del tema, se lo hicieran a ustedes?, ¿Les gustaría?— Al decirlo, todos dirigieron
y no se refirió más a lo ocurrido, pero aun así tenía esa actitud sus ojos hacia mí. Y continuó:
superior y dura conmigo. Dejé de hablarle a Pablo, y a medida — ¿Cómo creen que se siente ella? Les recomiendo que piensen y le pidan
que los días pasaban, mis compañeros comenzaban a tratarme disculpas, porque este comportamiento es inaceptable. Si vuelvo a escu-
de metiche, de ‘’sapa’’; mis amigas ya no me contaban nada con char que están molestándola a ella o a otro alumno, me daré cuenta que
el pretexto de que podía contar sus secretos a los demás. Ob- no entendieron nada de lo que significa estar en su lugar, y lo horrible
viamente, todos se lo tomaban a burla, pues siempre se reían que es ser un acosador. Y allí tendré que hablar con sus padres— recalcó.
de mí, no me golpeaban con las manos, sino con sus palabras.
Nuevamente, las personas a mi alrededor me provocaban inse- Al recreo, muchos amigos me pidieron disculpas, no unas
guridad, tristeza y vergüenza de mí misma. disculpas vacías, sino unas sinceras ante las que no pude evi-
130 131
tar llorar, pues esos mismos que eran mis amigos, me pedían
ahora disculpas por molestarme. Porque si bien ellos no me
golpeaban, si bien no me gritaban, si bien no me ignoraban, se
reían. Se reían de mí, y yo no lo soportaba, porque me sentía
pequeña; pero, en ese momento, al disculparse, me sentí gran-
de y comprendida. Pablo se acercó a agradecerme por haberlo
defendido, y a disculparse por la actitud que tuvo. Al profesor
no le tuve cariño luego de todo lo que pasó, por lo que evitaba
cruzarme con él, pues me sentía extraña a su lado. Por su par-
te, no me hablaba mucho, pero me trataba con respeto y nunca
más molestó a ningún chico ni chica, y eso para mí estaba bien.
Unos años después lo echaron de la escuela.
Ahora de mayor entiendo que, cuando somos niños, es fácil “Cuando los chistes
reírnos de todo; de las cosas, de los chistes, de los libros, de las
aves, de la vida, e incluso de las personas. Puede resultar muy
se alimentan
fácil reírse de todo esto; pero cuando se ríen de uno, cuando de un humor tóxico
uno es el motivo de esas burlas, las cosas no son fáciles, y los ni-
ños, muchas veces, al reírse, no se dan cuenta del daño que ha-
y despiertan la risa
cen. Yo no me daba cuenta de que a los demás les hacían daño desde el dolor en el otro,
las bromas, hasta que me las hicieron a mí.
Me alegra que los niños de ese entonces fueran capaces de
dejan de ser chistes…
notar que me estaban haciendo daño. y muestra lo carente
s
que somos de empatía”
le
P
a
Me alegra saber que,
con las palabras adecuadas
o C a n
d
y las personas correctas,
la discriminación puede parar.
rn a l
A
Si todos somos conscientes de las personas que nos rodean,
R
y nos preocupamos por los demás, el mundo será mejor. Me da
esperanza que, con ayuda, el Bullying puede parar.
132
ANGE
L I TA
Somos
más
fuertes
e l i t a a r t
n g
A R algo e c
d
u H C i 15 años
L o creas o no, mi historia de Bullying comenzó a
muy temprana edad. Tenía tan solo cuatro años
cuando esta pesadilla comenzó para mí. Y tam-
bién para mi familia.
Siempre fui “rara” o tuve intereses diferentes a los del res-
to. Sin embargo, nunca me percaté de ello hasta que entré al
colegio. Si bien no la pasaba mal ahí, no tenía amigas. Por más
que intentaba caerle bien a alguien, mis sacrificios parecían no
funcionar.
En medio de mis intentos por conseguir una confidente me
topé con la primera persona que me molestó. Ella estaba en mi
curso, y era más alta que yo; a decir verdad, muchísimo más al-
ta. Comenzó diciéndome las típicas pesadeces de niña, como
“tonta”, “fea”, “rara”. Luego, siguió con agresiones, las cuales
tuvieron un gran impacto en mí, tanto física como psicológica-
mente. Para ahondar más en su trato, puedo decir que me em-
pujaba, tiraba el pelo, me pateaba y apretaba las muñecas hasta
dejarlas con moretones.
Al estar viviendo este drama, recurrí a mi mamá, quién más
que ella. Cada día, incansablemente, me iba a buscar al colegio.
Cuando le conté, estaba indignada, pero la pena que sentía era
aún mayor, sobre todo porque me estaban haciendo daño.
Un día, al salir del colegio, le señalé a mi mamá a la niña que
me estaba molestando. Mi mayor defensora se armó de valor, y
137
le preguntó su nombre a mi victimaria, a pesar de que yo ya se Frases como “el colegio de hombres está en la esquina”, “Miss,
lo había dicho. Mi mamá se presentó y le contó que no le pare- se coló un hombre”, “¿Tú, cómo te llamas?, ¿Pablo o Juan?” eran par-
cía nada bien las cosas que hacía conmigo. Le explicó que cuan- te de mi día a día.
do me hacía daño a mí, también le hacía daño a ella. Además, le Con el paso del tiempo, logré conseguir una buena amiga a
comentó que, de seguro, su mamá se sentía decepcionada al no la que no le importaba si tenía el pelo largo o corto; ni tampoco
estar poniendo en práctica los valores entregados. que yo hubiese tenido cáncer; o mi nombre en el colegio: “An-
La paz que provocó mi mamá después de la conversación du- gelita, la que tuvo cáncer”.
ró sólo un par de días. Me di cuenta que esta tregua había llega- En el ámbito escolar, tuve bastantes dificultades. Tenía un
do a su fin cuando, en un recreo, mi compañera se acercó a mí gran vacío en inglés y matemática, por lo que me tuve que po-
y me empujó. Mientras yo me azotaba contra la pared, con to- ner al día rápidamente, con ayuda de mis papás y profesores
no amenazante me advirtió que no volviera a decirle nada a mi particulares para reforzar.
mamá sino las represalias serían peores. En segundo básico ya estaba casi nivelada, lo que me ponía
muy contenta; pero, a la vez, sentía la constante presión de te-
ner que estar siempre al mismo ritmo de mis compañeras o in-
A
138 139
Yo guardé silencio y me tragué mi orgullo con dificultad, pues Una noche, en la que estábamos comiendo con mi familia y
sólo quería excusarme explicándole bien lo sucedido, pero no dicha amiga, salió el tema de las parejas para la fiesta. En eso,
me lo permitió. mi hermana me preguntó cuándo iba a invitar al niño que te-
Finalmente me acerqué y le pregunté si podía hablar un mo- nía pensado invitar, a lo que respondí que tenía intenciones de
mento con ella. Para buena suerte mía, aceptó. Le expliqué y le decirle al día siguiente.
dejé en claro que si mi hermana estuviera en problemas nue- Esa misma noche, mi amiga me escribió un WhatsApp muy
vamente, lo volvería a hacer. La profesora, muy impresionada emocionada contándome que ella lo había invitado. Me sen-
por la valentía que tuve al enfrentar la situación, me pidió dis- tí muy mal, pero, finalmente, pude conseguir otra pareja con
culpas. Más tarde, en una entrevista que tuvo con mis padres, quien lo pasé muy bien.
se los comentó como una cualidad destacable. Desde entonces En primero medio pasé por un episodio de depresión y an-
somos muy amigas, por decirlo de alguna forma. siedad que se desató cuando una de mis “amigas” intentó suici-
En sexto básico, al no tener redes sociales, era muy obvio que darse y, para manipularme, me echó la culpa. Utilizo la palabra
me quedaba atrás en cuanto a lo que hablaban mis compañeras. entre comillas porque me acosaba y manipulaba constantemen-
Por esta razón, la profesora de ese entonces les sugirió a mis te. Es más, me daba miedo estar sola con ella, por lo que mis
apoderados que me permitieran crearme una cuenta de Insta- amigas de verdad me acompañaban.
gram. Mis padres, pensando que sería una buena idea, lo per- Después de ese episodio me cerraron el año escolar y me
mitieron. Semanas más tarde, cuentas anónimas me escribían quedé en mi casa unos meses. Mientras tanto, corrían diversos
mensajes ofensivos. rumores acerca de por qué estaba faltando al colegio. Se dijeron
Algunas personas llegaban a mi vida para luego irse. Pero muchas cosas, pero lo que más me afectó fue cuando incluye-
finalmente pude lograr ser parte de un grupo en el que me sen- ron a mi familia en una de las causas, pues inventaron que mi
tía cómoda y un eslabón importante, hasta el punto de enten- hermana era la que se había intentado suicidar y era la razón
der que yo era quien unía a esas once niñas. Si yo faltaba a cla- de mi ausencia de clases. Si uno analizaba dicha situación podía
ses, el grupo se dividía. deducir fácilmente que era falso porque mi hermana asistió a
Como es natural, este grupo se disolvió y se fue haciendo ca- clases, mientras yo no lo hacía.
da vez más pequeño hasta quedar las integrantes que hoy en Un día, afectada y cansada de todas las falsedades que se ha-
día lo conformamos. Más adelante comprendí que, no por ser blaban a mis espaldas y a las de mi familia, junté valor y hablé
parte de un grupo, todas son muy cercanas. frente a todo mi curso, aclarando que no fue esa la razón de mi
En octavo básico una de mis mejores amigas me decepcio- ausencia, y que no estaba bien en lo absoluto andar inventan-
nó. Va a sonar muy dramático para algunos, pero va más allá de do cosas que pueden hacer mucho daño.
lo que pasó, sino de lo que significa y de los diferentes concep- Ese año conté con el apoyo de mi familia, de mis amigas más
tos de amistad que teníamos. cercanas, y de mi tutora del colegio, de quien estoy muy agra-
Se acercaba nuestra fiesta de graduación y tenía que invitar decida.
a alguien, pero no conocía mucha gente, por lo que era una ta- Es así como, estos diez años de colegio que llevo, he sufrido
rea difícil. Dentro de los pocos pensé en una persona en parti- de Bullying. Cosa que, si bien no quise nunca, me ha permitido
cular que me parecía muy agradable. forjar mi carácter y aprender.
140 141
La gente siempre va a hablar, por la razón que sea, sin em-
bargo, está en nuestras manos hacer que nos afecte lo que di-
gan o hagan. Como dijo Eleanor Roosevelt: “Nadie puede hacer-
te sentir inferior sin tu consentimiento”. Esto es algo que, a pesar
de que sé y estoy consciente de lo que tengo que hacer, es difí-
cil de enfrentar.
Puede que mi historia de Bullying no sea la más atroz, y es-
toy segura que hay muchas más. No obstante, quiero invitar
a todos, grandes y chicos, a través de mi experiencia, a tomar
conciencia de lo que puede causar esto. El daño psicológico y el
sufrimiento que le causan a la persona y a los que están a su al-
rededor. Personalmente, creo que la educación es la mejor ma-
nera de terminar con el Bullying, pues nos hace conocedores de “Que importante
diferentes realidades, puntos de vista; además nos abre la men-
te y nos hacen más tolerantes.
es hacerles ver
Ahora bien, se me viene a la mente la interrogante de por a nuestros padres que
qué es más frecuente que pase esto en un lugar en el que se su-
pone se recibe educación. Creo que es porque la educación tie-
también deben cuidar
ne un mal enfoque. Se nos insiste y pide, constantemente, que sus palabras, porque
nos eduquemos, para así poder entrar a la universidad y poder
seguir estudiando para obtener un título que nos sustente. Pe-
las palabras tienen
ro el objetivo de la educación es justamente lo que mencioné un gran poder y hacen
antes, sobre todo lo que dije respecto a la tolerancia. Mientras
más tolerancia tengamos, más cosas estaremos dispuestos a co-
mucho daño, y nuestro
nocer y, por tanto, aprender de ellas. diario emocional
Anhelo mucho poder crear una sociedad en donde seamos
capaces de comprender que todos somos diferentes.
se escribe desde el
s
minuto que nacemos”
le
a
C a n a
Esta generación es el futuro del país y de la humanidad, por
a l d o
n
lo que, si queremos un futuro mejor, debemos comenzar a tra-
A r R
bajar desde ya.
142
KA Mi batalla
e
interior
A
a r
K Rojas a
r
O C te g
18 años
— ¡Que desagradable es estar cerca de ellas!—escuché decir a alguien.
— Parece que las otras están con la de lentes para copiarle las tareas— su-
surró otro cuando pasé por su lado.
— Ella parece un esqueleto de lo flaca que es— me lo confidenció una de
mis amigas porque lo escuchó por ahí.
147
P Estos comentarios Todo lo que pensaba en esos momentos era por qué me to-
caba de nuevo recibir esas burlas y no otra persona. Por supues-
despertaron inseguridades to, esas ideas tenían un cierto sentimiento negativo: dirigir las
que hasta el día de hoy burlas hacia otras personas inocentes, normalizándolo. Pero mi
mente infantil insistió en que ese pensamiento debía prevale-
me cuesta enfrentar. cer y, con una nueva determinación, limpié mis lágrimas y sa-
lí del baño.
Mi autoestima estaba por el suelo, nunca estaba satisfecha Me encontré con una niña muy menor en comparación con-
conmigo misma y no podía dirigir una mirada de cariño a tra- migo. Ella estaba lavando sus manos tranquilamente, mientras
vés del espejo. mi rabia aumentaba cada vez más porque me recordaba a mí,
Una de las cosas de las que realmente me arrepiento de ese inocente y tranquila. El odio me invadió, y le grité que se ale-
tiempo, fue la actitud tan pasiva con la que afrontaba la situa- jara, que saliera de mi vista. La niña se asustó, por supuesto, y
ción. Jamás busqué ayuda, ni en mi familia ni en quiénes me corrió despavorida con lágrimas en los ojos.
la ofrecían, mis amigas. Y también me arrepiento de haberme En ese momento no me arrepentí de lo sucedido. Al regre-
convertido en una más de las que acosaba a mis amigas. sar con mis amigas nada volvió a ser lo mismo. Bessy me mi-
En ese período, el colegio fue un verdadero infierno para mí. raba insistentemente, sabía que me pasaba algo. Y lo que vino
Era una tortura día tras día, una lucha constante contra el odio después, de eso sí, que me arrepiento demasiado.
que les tenía a ellos, y a mí misma. Luego de un tiempo, comencé a esparcir sobrenombres de
Un refrán bastante conocido se me viene a la mente mien- Bessy por mi curso, especialmente, a las niñas que me moles-
tras escribo mi historia: taban. Les dije cosas ridículas que ellas considerarían para mo-
lestarla. Les conté además muchos secretos preciados que nos
compartía.
“Si no puedes contra ellos, únete”.
b
t
Los insultos hacia mí dejaron
Ocurrió a finales de año. Me encontraba compartiendo con de oírse, y las miradas que
Bessy y Ryo en el patio, cuando fui al baño y me encontré con
el grupo de niñas que siempre nos molestaba. Al entrar en uno
me dirigían los demás ya no eran
de los cubículos no tardé en escuchar las típicas frases que so- de burla, sino de complicidad,
lían decirme, añadiendo otras, como “mosquita”, “palillos chi-
nos” y “torre”. Comencé a llorar desconsoladamente, callando
cómplices de Bullying,
mis sollozos con mi mano y reprimiendo mis lágrimas. cómplices de daño.
148 149
Me sentía muy feliz al notar que ya no era el centro de bur-
la. Estaba bien con eso, pero sentía un ardor en mi corazón cada
vez que hacía algo en contra de Bessy e iba al baño a secar mis
lágrimas para que nadie me viera; además, el odio que sentía
no disminuía. Quería vivir en mi falsa felicidad.
Ryo jamás se dio cuenta de esto, éramos muy niñas como
para notar nuestras acciones, pero Bessy sí se enteró, y nues-
tra relación decayó rápidamente. Jamás me dirigí hacia ella co-
mo corresponde, le tenía miedo, sólo nos quedamos juntas por
Ryo, o eso creía, pero no entendía la bondad de Bessy.
Al pasar los años, ya nadie se dirigió con burlas hacia los de-
más, muchos comenzaron a tener relaciones amorosas, entre
sí inclusive. Jamás nos pidieron perdón por lo que nos hicieron, Mi madre siempre
y jamás les exigimos disculpas por ello, sólo nos adaptamos,
crecimos y lo superamos.
me decía…
Recuerdo esta historia con un nudo en la garganta, pues, al “Hay que hacer el bien
pasar los años, Bessy siguió siendo mi amiga a pesar de todo. Y
junto a Ryo seguimos teniendo ese lazo especial hasta el día de
sin mirar a quien” si eres
hoy. Mis amigas me apoyaron en todo, inclusive me enseñaron víctima de Bullying,
a amarme como jamás pude hacerlo.
Al conversar de esto con ella, entendimos las circunstancias
mantén tu alma libre de
de las cosas, y el contexto en el que vivíamos. Lloramos incan- maldad y venganza.
sablemente por nuestros errores y nos apoyamos mutuamente
entendiendo nuestro dolor.
Pero, trabaja
tu autoconfianza,
O
e s
¡Pide ayuda!
l
me indicaron que todo estaba bien,
que todo tenía un fin,
C a n a
o
como la batalla interior
que siempre tuve, una batalla
r n a l d
A
que finalmente gané.
150
R
JA
VI E
Mi historia
con un poco
de estilo
RAQ
vi e ra
a
J Tapiaahl
SCt
27 años
N o sé si te habrá pasado, pero a veces me siento fuera de
mi generación, como si hubiera madurado antes o qui-
zás después. Eso depende del punto de vista. Pero es co-
mo si nadie lograra entenderme o tal vez, nadie quiera hacerlo.
Las personas están tan sumidas en sus propios pensamientos
que no les queda espacio para quien no entienden.
Todo comenzó cuando nací. Sí, exacto, desde que nací. Ape-
nas salí del vientre de mi madre los doctores se dieron cuenta
de que estaba amarilla, eso se llama ictericia y es causada por un
exceso de bilirrubina en la sangre. Bueno, en verdad, mi historia
no partió exactamente de esa forma, pues tuve un color normal
gracias a que mi mamá me ponía al sol todos los días. Realmen-
te, todo comenzó cuando fui hija única y la menor de la familia.
Durante mi infancia pasé todas las tardes en la casa de mi
abuela, mientras mi mamá trabajaba. En ese lugar, estaban mis
primas. Ambas son hermanas, así que bien entenderás que una
hija única frente a dos hermanas, no tiene mucha ventaja.
En ciertas ocasiones quería comentarle a mi prima Molly lo
aliviada que me sentía de que no nos hubieran descubierto en
alguna travesura, por lo que iba contenta a buscarla y le decía:
155
Ella, claramente, no era lo suficientemente genial como pa- la persona que pusieran a mi lado y no por los de adelante. En
ra escuchar aquella original expresión, así que respondió: cuanto a los de atrás, a ellos los podía ignorar yo.
En los recreos, me iba a sentar en un pasillo por donde no
— Javiera, estúpida, cómo dices. ¡Que fiu! Eso es estúpido— mientras me pasaba mucha gente a ver videos en mi MP4. Un MP4, es algo
daba un golpe, bastante fuerte, en la espalda. así como un pendrive con una pantalla a color, sin internet y
bastante más pequeño que los celulares de hoy en día. En fin,
Ella tenía el problema de que cada vez que algo le daba rabia esos eran mis días escolares.
o, en verdad, cuando quería, me golpeaba con la mano estira- Los años pasaron, y mi abuela me vio intentando concentrar-
da como un latigazo en la espalda. Debo haber tenido unos seis me en mis estudios; mientras que, al lado mío, estaba Molly con
años. Entonces me iba a llorar al patio y, mientras miraba las su mamá estudiando y hablando en voz alta, así que me dijo:
flores y las bellas plantas que me inspiraban, componía una ma-
ravillosa canción para mi mamá, a quien tanto extrañaba. Y así, — Javita, ¿por qué tu tata no te va a dejar a tu casa para que puedas con-
en voz baja, iniciaba mi melodía. Obviamente no esperaba que centrarte mejor?
mis primas mayores estuvieran escuchando. Pero ellas no deja-
ban pasar nada, así que salían de su escondite a imitarme, trans- En ese momento no me di cuenta, pero esa idea cambió mi
formando mi bella tonada en un sonido espantoso. ¡Pobres!, si vida para siempre.
supieran lo mal que se oían comparadas conmigo. Los días que siguieron me encontré en mi casa sola, sin pri-
En otras ocasiones quería demostrar mis grandes dotes en el mas que me molestaran y sin compañeros que me ignoraran.
idioma inglés, recursos lingüísticos por lo que me corregían.
P
— Javiera, se dice ‘thomeiro’.— Y así continuaron por algunos días pi- Estaba solo yo,
diendo el tomate con su burla característica.
para expresarme de la manera
En el colegio no era muy distinto, tuve algunas amigas a las que quisiera, sin que nadie
que, quizás, yo no les caía muy bien:
se burlara de mí.
— Javi, eres muy fome y cabra chica. Prefiero ir a aburridas fiestas, ser igual
a todos los demás, y juntarme con las “populares”, en vez de actuar en Puse la música a todo volumen, no tan fuerte, tampoco que-
tus películas con tus guiones. Así que te dejo. Adiós.— Y simplemente ría molestar a los vecinos. Canté, bailé, escribí, y vi mis progra-
se iban, dejándome sola, sin amigos y sin nadie con quien compar- mas favoritos. Al fin había encontrado mi espacio seguro.
tir en los recreos. Actualmente, soy una persona que consideran tímida a la ho-
ra de relacionarse. Por mi parte, creo ser introvertida, porque
Mis días consistían en llegar a la sala y sentarme en mi asien- amo mi tiempo a solas y lo necesito para sentirme bien. Toda-
to, ubicado en la primera fila, porque tengo miopía, lo que me vía tengo problemas para mostrar mis hobbies a otras personas,
hace ver mal de lejos. En verdad, eso fue una excusa para que pero siento que algún día llegará ese momento en que tenga la
no me cambiaran de puesto, así sólo tenía que ser ignorada por
156 157
seguridad de hacerlo. Por ahora, disfruto de mi espacio y de po-
der compartir algo de él contigo.
Puede que estés pasando por algo similar o, tal vez, sólo lee-
rás esto porque cayó en tus manos por casualidad, pero hay algo
que quiero que quede en tu mente, y es que todos somos dife-
rentes y tenemos nuestros propios tiempos. Entonces, no tra-
tes de cambiar por unirte a los demás, encuentra tu espacio se-
guro, donde poder expresarte como tú eres. Puede ser un par-
que, un recuerdo o, incluso, un amigo o amiga con quien con-
versar. También quiero invitarte a no tener miedo de cambiar.
Si tan sólo hubiese sido lo suficientemente valiente como para
cambiarme de colegio cuando tuve la oportunidad, quizás di-
cho lugar seguro hubiera estado rodeado de otros. ¿Has pensando
cómo es el humor de
P
s
tu conciencia emocional.
n a le
d o C a
r n a l
A
R
158
FE
LI k
Desde
donde miro
el bullying
PE
l i p
Fe otomaya o r
S huez
S a n C 11 años
E n esta historia, voy a contar mi punto de vista sobre
lo que puede afectar el Bullying a tu estado emocional
y a tu vida diaria. Espero que, con este relato, se pue-
da tomar conciencia sobre este tema tan importante que afec-
ta a todos. Lo que contaré es real y, para cuidar la identidad de
los personajes que se presentan los llamaré de otro modo.
Tengo una amiga muy especial para mí. Se llama Javiera ,y
se caracteriza por ser muy positiva, alegre, graciosa y amigable.
Tiene el cabello algo largo y es más o menos de mi altura.
Javiera es muy especial para mí porque con ella pasaba todo
el día. Después del colegio, yo me iba a su casa, y pasaba con ella
unas seis horas, más o menos. Lo hacía porque mi papá trabaja-
ba hasta tarde y, cuando llegaba a salir más temprano, me iba a
buscar. La verdad, es que cuando llegaba la hora de irme, queda-
ba un poco triste porque quería seguir jugando. Nos entretenía-
mos con sus patines, con sus muñecas e, incluso, con su amiga
Valentina. Su mamá y su abuela me cuidaban como si fuera par-
te de la familia. Javiera tenía una hermanita llamada Camila, de
unos tres o cuatro años. Me llevaba muy bien con ella también.
Yo almorzaba, tomaba once e incluso, a veces desayunaba
en la casa de mi querida amiga. Esto pasaba cuando mi papá te-
nía que salir muy temprano, por lo que a esa hora no se podía
ingresar al colegio; entonces me iba a dejar donde Javiera y su
familia. En festividades como Navidad, Pascua, o para mi cum-
163
pleaños, siempre me tenían un regalo. Nunca olvidaré aque- nos. Quería saber cómo se sentía un victimario y una víctima
llos tiempos. de Bullying. De él quería entender por qué lo hacía, y a mi ami-
Ambos íbamos en cuarto básico y llevábamos siendo compa- ga quería poder ayudarla.
ñeros dos años. Ella llevaba más tiempo que yo en el colegio, así Después de ese mal episodio, Javiera se seguía mostrando
que me enseñó dónde podía encontrar lo que necesitaba. Aun- aún más molesta y triste; entonces supe que debía hacer algo
que no siempre jugáramos en el colegio, no importaba, porque más. Al otro día no pasó nada; pero, de igual modo, mencioné
siempre iba a poder compartir con ella en su casa. lo sucedido la tarde anterior. Hablaron con los padres del niño
Un día, en el recreo, Javiera se acercó a mí, se notaba triste, y, al parecer, dejó a mi amiga tranquila. No obstante, la miraba
deprimida y molesta. Le pregunté qué le pasaba, y ella me dijo con malicia.
que alguien la molestaba. Me preocupé bastante y me dio mu- Ahora que lo pienso, en mi intento por escribir cada detalle,
cha rabia. Le aconsejé que debía contarle a su mamá lo que le el niño también se veía bastante triste. Con el tiempo, compren-
había pasado, pues guardárselo le iba a hacer mal. Le pregun- dí que cada acción tiene una causa y que probablemente algo le
té además, quién era y que le había dicho. Me confesó que era había pasado. Sólo puedo intuir que, lo que sea que haya esta-
un niño del mismo curso, aunque de otro grupo. En mi colegio do viviendo internamente, lo manifestó de esa forma. Termi-
nos separaban por letras. No recuerdo muy bien, pero creo que nó aquel año escolar, y no pasó nada más.
iba en el cuarto C. Actualmente vivo en otra parte y voy a un colegio distinto.
Yo nunca había visto al victimario, porque con tantos gru- Dejé de hablar con mis antiguos compañeros, aunque, a veces,
pos, era difícil conocerlos a todos. Él era rubio, algo bajo y, en miro sus estados de WhatsApp.
ese momento, se reía con un grupo de amigos suyos. Las acti- Estando en eso, descubrí que Javiera ponía fotos bastante
tudes de este niño me causaban cólera, pues también se burla- extrañas que decían algo así como “Es más fácil fingir una falsa
ba de Noelia, diciéndole “tonta” o algo parecido. Por mi parte, sonrisa que explicar lo que me pasa” o “¿De qué sirve seguir cuando
le aseguré a Noelia que no era nada de eso, y les avisé a los ins- todo sale mal?”. Frases bastante depresivas y tristes, por lo que
pectores lo que pasaba. le pregunté qué pasaba, y me contó que la molestaban y creían
Más tarde, en casa de Javiera, ella no tenía la misma actitud que era “antisocial”, “rara” y “loca” porque le gustaba una banda
alegre y positiva de siempre, tampoco tenía energía para hacer de K-pop. Me quedé extrañado, sobre todo porque ella se estaba
las cosas cotidianas. No sabía qué hacer, si contarle a su mamá tomando en serio esta situación. También le pregunté si le ha-
o intentar animarla. En verdad quería hacer algo por ella pero, bía dicho a su mamá sobre esto. Su respuesta fue una negación.
qué tanto podía hacer un niño de nueve años, no lo sé. Era el Creo que en estos temas así, es fundamental comentarles a
primer caso de Bullying al que me enfrentaba siendo testigo. los papás, pues ellos están para ayudarte pero no pueden hacer-
Entonces no manejaba información y me sentía desorientado. lo si no saben realmente lo que está pasando.
No tenía claro si la habían molestado más de una vez, yo sa- Le expliqué a Javiera lo que pienso sobre este tema, sobre
bía sólo lo que me contó. Aunque me entristecía verla así, sólo sus textos extraños, y que pensar en quitarse la vida no es el
podía esperar hasta el día siguiente, para ver si el inconvenien- sentimiento que debería tener.
te se había solucionado. Sé que se siente mal, pero no hay que tomar en cuenta lo que
Para mi sorpresa, nada mejoró, es más, el niño se mostró opina el otro sobre ti, no te tiene que importar. De seguro, al-
aún más molestoso con ella. Si antes no entendía, ahora me- guien que ha sido víctima de Bullying me dirá que no es fácil,
164 165
que yo no lo he vivido, y que no sé lo que se siente. Y quizás
tiene razón, pero lo he presenciado y he visto cómo se les me-
te en la cabeza la idea de no seguir viviendo, y eso, en ningún
caso, es lo correcto.
O
Nos dejamos llevar
por cualquier emoción
que podamos sentir,
y es muy difícil
poder controlarlas. “Detrás de cada persona
Peor aún es si que hace Bullying,
no pedimos ayuda. hay una persona
que recibió daño,
Ninguno de nosotros está aquí presente para pasarlo mal.
Hay que buscar la manera de ser feliz, y disfrutar de las cosas
hay una persona que
buenas de la vida, y aprender a sobrellevar las malas. está vestida de tristeza
pero disfrazada
s
de rabia”
n a le
d o C a
rn a l
A
R
166
Prevención
antes de
intervención:
169
ción emocional y trata de abordar al acosador de otro modo, in- Estrategias
tentando que reflexione sobre sus actos; también hay un de-
fensor impulsivo y hasta agresivo que no sabe cómo, pero de
desde el establecimiento
alguna manera reconoce que lo que ocurre está mal y ataca in- educacional
cluso con golpes. En este tremendo marco faltan los no menos
importantes, los espectadores. Algunos sienten impotencia o
rabia de lo que observan, y otros, si la víctima no es de su agra-
do, pueden tener sentimientos de venganza, hasta de satisfac-
C Todos los integrantes de la comunidad educativa deberían
participar en instancias preventivas de carácter “colectivo” —y
ción por lo que le ocurre a este ser desprotegido. donde participen directivos, docentes, asistentes de la educa-
Rafael Bisquerra, máximo referente en educación emocio- ción, estudiantes, apoderados— donde se generen propuestas
nal en Hispanoamérica, reflexiona en relación al acoso escolar conjuntas y específicas a la realidad de cada establecimiento.
e intenta comprender qué pasa por la cabeza de un acosador, La respuesta se da en cada escuela y liceo; los casos de acoso son
por qué dañar a otra persona gratuitamente. También mencio- diferentes en cada recinto, con particularidades muy concretas
na que lo que siente la víctima es un cóctel emocional que in- y que requieren respuestas adaptadas y especiales para las víc-
cluye entre otras la “humillación”, que a diferencia de las otras timas de este acoso.
emociones, produce una necesidad psicológica de silencio to- Toda la comunidad educativa debe estar en sintonía con la
tal, la conocida “Ley del Silencio”. La persona que se siente hu- prevención de acoso escolar. Los docentes juegan un rol prota-
millada tiende a no compartirlo con nadie, ni con padres ni con gónico en esta cruzada y deben empoderarse y asumir su res-
seres cercanos, tampoco con los docentes o directivos de la es- ponsabilidad en el escenario escolar les confiere. Los profesores
cuela. Los efectos son impredecibles, siendo el peor desenlace, son las personas que son observantes directos y como tales de-
el suicidio. ben intervenir. La pregunta es: ¿Sabe un profesor cómo actuar
Prevenir significa intervenir antes que surja el problema. La frente a una situación de maltrato escolar? ¿Hasta qué punto el
prevención es una tarea compleja que involucra al acosador, profesor está posicionado con garantías en este liderazgo?
víctima y observadores antes que existan estos. Implica al en- Para esto, se deben crear los espacios de capacitación y en-
torno, la cultura, la educación, la familia, los docentes y las e- trenamiento para la gestión e intervención de casos que se le
mociones, entre muchos otros aspectos. presenten al docente, o se le presentan situaciones que pue-
Es por esto que se hace primordial incorporar prácticas e- den hacerlos sospechar de casos de acoso.
ducacionales preventivas que se mantengan en el tiempo y no Una de las características del Bullying y/o acoso escolar es
sólo cuando se presente un problema. También se hace nece- su reiteración en el tiempo. Pero ¿si en vez de esperar que se dé
sario que estas herramientas estén presentes en todos los esta- por semanas, meses o incluso años, intervenimos como profe-
blecimientos aunque piensen que en su comunidad escolar no sionales en las primeras fases? Para esto debemos contar con
existe el Bullying o acoso escolar. programas que se mantengan en el tiempo, con horario y espa-
cio en el colegio para que sean eficaces. Deben estar incorpora-
dos como una filosofía dentro de la planificación curricular y
los docentes sentirlos propios.
Los programas de prevención deben contar con tres etapas:
170 171
Diagnóstico. Cómo ven los distintos estamentos el clima Estrategias
del colegio, del aula, qué piensan los estudiantes
de los docentes, cómo ven los apoderados el colegio
desde los mismos
(esta fase trabaja sobre la base de las emociones). estudiantes
Intervención. El plan de convivencia escolar
debe ser elaborado por toda la comunidad y difundirse
constantemente.
Evaluación. Medir los resultados, las estrategias
C Empoderar a los estudiantes es una estrategia muy nece-
saria ya que ellos tienen que ser parte de quienes gestionan la
preventivas, acciones que hay que modificar, convivencia tanto dentro de la sala de clases como en los espa-
implementar o eliminar. cios comunes. Uno de los mayores errores que cometen los ob-
servadores de acoso (la mayoría de las veces los mismos estu-
Los programas deben contar con protocolos de acción en diantes) es que hacen evaluaciones individuales. Al respecto,
el caso que efectivamente ocurran situaciones de acoso esco- se preguntan a sí mismos: ¿Qué puedo hacer yo? ¿Cómo interven-
lar donde estén claramente definidas las acciones y sus res- go? ¿Me harán caso? La respuesta inmediata de ellos es no querer
ponsables. Dentro de los planes de convivencia escolar se de- intervenir porque el agresor tiene mucho poder, no está solo y
be cambiar la mirada con que se ve al agresor, no actuar desde por supuesto el observador no quiere ser la próxima víctima.
lo punitivo, pues la sanción no modificará la conducta ni dará A los alumnos hay que enseñarles que se entrenen, no sólo
respuestas a las causas del maltrato a un compañero y proba- a que se informen, sino que practiquen respuestas colectivas
blemente volverá a ocurrir. Ignorar al agresor y sólo enfocarse en relación al acoso. ¿Cómo somos capaces de dar respuesta a esto
en la víctima es incompatible con una verdadera resolución del que está pasando? Y aquí los adultos y profesionales de la edu-
problema a largo plazo. cación estamos en una posición privilegiada para ayudarlos a
Por supuesto, se debe realizar una evaluación del plan a- encontrar esas respuestas. Cuando en un grupo de pares intro-
nual, al menos una vez al mes, al curso asignado, para ver qué ducimos un equipo de alumnos que funcionan colectivamente
medidas hemos abordado, qué medidas podemos mejorar o y que han sido formados para prestar ayuda a sus propios com-
cambiar y contar con la participación de los distintos estamen- pañeros, esto se transforma en una explosión de positividad
tos. Con esto, los docentes, social y emocionalmente competen- en contra del acoso, contra el abuso, el poder: es prevención
tes pueden establecer vínculos significativos de contención, directa. Darle investidura al alumno, darle voz, es algo que tie-
confianza y colaboración con sus estudiantes. Por lo mismo, ne que tomar fuerza como una necesidad para luchar contra la
las competencias socioemocionales en los docentes son nece- violencia escolar.
sarias para su propio bienestar personal, para su efectividad y Asimismo, a través de jornadas de reflexión, foros y deba-
calidad de los procesos de enseñanza, para el aprendizaje en la tes se debe generar conciencia entre los distintos actores y fo-
sala de clases y el desarrollo socioemocional de sus alumnos. mentar un diálogo abierto acerca del acoso y la intolerancia, y
Un niño o niña que es víctima de Bullying y tiene este lazo es- así dejar que todos y principalmente los estudiantes sugieran
trecho con su profesor dejará a un lado la Ley del Silencio y pe- ideas y discutan soluciones a los problemas. De esta manera,
dirá ayuda a esta figura significativa dentro del contexto esco- ningún alumno se sentirá ajeno a la problemática; por el con-
lar, su profesor.
172 173
trario, jugará un rol activo y participativo en la prevención del Este es un proceso de sensibilización lento, que se puede hacer
maltrato escolar. de muchas formas, pero es necesario que generalicemos estos
Se debe promover la tolerancia y la inclusión; generar un aprendizajes. Puede ser en reuniones de padres, incluso a tra-
ambiente inclusivo, seguro y tolerante tanto dentro de la sala vés del Centro General de Padres y Apoderados y sus respecti-
de clases como en los patios, baños, comedores. Esto es esencial vos delegados.
para que los alumnos sientan que su identidad es respetada y La importancia de llevar a la práctica lo anterior es funda-
valorada, pues no debemos olvidar que el acosador elige a sus mental, ya que generar una conexión con las familias es nece-
víctimas principalmente por una característica física, raza, o- sario para estar en sintonía con la realidad interna de los estu-
rientación sexual, condición socioeconómica, o simplemente diantes. Los padres también colapsan y se desbordan porque no
porque tuvo la mala suerte de no ser de su agrado. saben cómo actuar frente a sus hijos, necesitan de orientacio-
Sumado a la estrategia anterior, incorporar la educación e- nes, deben sentirse acogidos, escuchados. Hay que darles pau-
mocional es indispensable, trabajar en valores debe ir de la ma- tas, pues no son (somos) perfectos; al contrario, los padres so-
no con esta herramienta, para enseñar a expresar y gestionar mos analfabetos emocionales y no podemos entregar lo que no
las propias sensaciones. Por ejemplo, el agresor podría desarro- tenemos, por lo que sentirse acompañados en este proceso con
llar la empatía, adquirir estas competencias de escucha. Sentir profesionales del área de la educación —que “esperamos” po-
el dolor, el sufrimiento de la persona que es su víctima, y este sean un equilibrio emocional, bienestar psicológico y compro-
elemento de conciencia emocional puede llevarlo a preguntar- miso con sus estudiantes— será una estrategia que indudable-
se: ¿Qué me pasa? ¿Qué le pasa? ¿Cómo se siente? Y, así al pregun- mente tendría resultados exitosos.
tarle ¿Por qué? pueda dar una respuesta más allá de un “no sé”. ¿Qué papel juega la familia frente a estos actores agresivos,
La conciencia emocional, la regulación y el goce de bienestar violentos y dominantes? Para Alejandro Castro Santander1, en-
son algunos de los factores principales de prevención. tre los principales antecedentes familiares podemos encontrar
ausencia de una relación afectiva cálida y segura por parte de
los padres, sobre todo de la madre, que manifiesta actitudes ne-
gativas o escasa disponibilidad para atender al niño, y fuertes
Estrategias dificultades para enseñar a respetar los límites, combinando la
174 175
de sus hijos, buscar espacios de diálogo y conversación. Si ve- Intervenciones Socioemocionales
mos a un hijo enojado, con ira, intolerante a las diferencias, de-
bemos pensar que algo no está bien, y si las respuestas no las
con los distintos actores,
encontramos con ellos, debemos acudir al establecimiento, no según Ivonne Klein Kreisler2
quedarnos como meros espectadores. Por otra parte, si vemos
que nuestros hijos no quieren ir al colegio, experimentan mie-
do, impotencia, inseguridad, enojo, frustración, tristeza, des-
esperanza, inferioridad, claramente estamos frente a un niño
C
Intervención socioemocional
con acosadores
o niña que está siendo víctima de maltrato y acoso escolar, si-
tuación que vulnera además su derecho de vivir sin violencia. M Fortalecer su empatía.
En ninguno de los dos casos podemos como padres quedar in- M No criminalizarlos.
diferentes a las vivencias de nuestros hijos. M Apuntar la regulación emocional del enojo,
Finalmente, la búsqueda de alternativas que permitan pre- la escucha activa.
venir la violencia y el desarrollo de estrategias orientadas al a- M Fortalecer la resolución no violenta de conflictos,
prendizaje y la gestión de la convivencia, constituyen formas la prosocialidad y la compasión.
alternativas a la tradicional disciplina escolar, allí donde las au- M Interpelar desde una concepción de poder y de liderazgo
toridades actuaban con éxito sobre un alumno atento, silencio- (reencauzar al líder para que no parta desde el miedo,
so y entusiasta por aprender, características que hoy nos resul- sino desde la admiración, el respeto, el modelaje
tan difíciles de encontrar. Hoy los estudiantes si quieren saber que enseña y brinda a otros).
algo están a un click de distancia, internet es la más grande de M Trabajar en estereotipos (de género: “los hombres
las bibliotecas, pero las emociones y los sentimientos aún van no lloran”) capacidades, económicas, étnicas,
de la mano de figuras significativas en la familia, la escuela y preferencias sexuales.
los amigos, es decir, de la vinculación entre las personas. M Fortalecer la cultura que valore la valentía de pedir perdón,
la reparación del daño, la corresponsabilidad
de cuidarnos entre todos.
M Valorar cada paso que realiza el acosador.
M Fortalecer el respeto a reglas claras y justas
(cuando no hay reglas claras no se sabe cuál es el límite).
M Intervención socioemocional con víctimas
M Robustecer su autoconocimiento, autorregulación,
la construcción de las relaciones interpersonales, la toma
de decisiones para su bienestar personal y social.
z
2 Ivonne Klein Kreisler, Maestra en Filosofía, Psicoterapeuta Gestalt, Especialista en Terapia Narra-
tiva, Consultora Externa de Naciones Unidas (PNUD).
176 177
M Apuntalar a la autoconfianza: fortalezas. IX Encuesta Nacional de la Juventud, que mostró que un 25
M Fortalecer su capacidad para establecer límites. por ciento de las y los jóvenes han sufrido algún tipo de violen-
M Reforzar sus estrategias para atravesar la vergüenza. cia física o psicológica, en su lugar de estudios.
M Incrementar su capacidad para pedir ayuda Este libro tiene un valor agregado incomparable. Cada una
(cuestionar la idea de que pedir ayuda implica debilidad). de las quince historias fue narrada por sus propios protagonis-
M Motivar la creatividad y la experimentación. tas, quienes nos dieron una muestra de valentía y resiliencia al
M Contribuir a la construcción de redes de apoyo. revivir cada uno de esos tan dolorosos e injustos episodios vivi-
dos en su etapa escolar, historias con lágrimas, miedos, rabias,
frustraciones. Es más, algunos de estos héroes aún no encuen-
Intervención socioemocional tran respuesta de ¿por qué a ellos? Quizás las respuestas las en-
con espectadores contrarán en un camino que aún les falta por recorrer o acaso
no las encuentren; pero sí puedo asegurar que han hallado la
Fortalecer su autoconfianza, empatía, colaboración, compasión, admiración de todas las personas que ya leyeron sus historias y
empoderamiento, regulación emocional del miedo desde: de quienes están por leerlas.
t
nada implica necesariamente una posición y una acción. “Acabar con el acoso
M Emociones de condena, indignación, de disgusto
a emociones de autoconciencia: de culpa y vergüenza.
implica construir nuevas
M Emociones de culpa de la otra: compasión, emociones formas de relación,
de admiración como la gratitud.
y este desafío sólo se logrará
si prevenimos la violencia
Este bello proyecto nació en período de cuarentena, pensan-
y promovemos la convivencia”.
do cómo conectar con los jóvenes a distancia ya que presencial-
mente sería imposible. Y surge esta iniciativa. Así este tiempo Estas quince historias son una prueba que las heridas físicas,
en casa sería un talante para poder canalizar y verbalizar a tra- emocionales y mentales, demoran en curarse, pero sanan.
vés de la escritura las emociones contenidas de muchas niñas, Gracias a cada uno de ustedes por sus relatos, por su tiempo,
niños y jóvenes en nuestro país y América Latina que fueron por estas Historias que sanan.
víctimas de violencia escolar.
Sabemos que el Bullying es uno de los principales problemas
en la actualidad en los colegios en Chile. Así lo confirmó un es-
tudio realizado por CADEM el año 2019, que reveló que el 37
por ciento de la población chilena ha sido víctima de este tipo
de actos. Esta es una cifra no tan lejana a las entregadas por la
178 179
Emociones
morales
181
por nuestros protagonistas, porque indudablemente todos los dirlo de su agresión, y así aparecerán las emociones rectificado-
agresores de las distintas historias tienen algo en común, to- ras del comportamiento, emociones que permitirán que el niño
dos han tenido alguna carencia en su infancia que los llevo a sea conciente que su actuar será sancionado moralmente por
actuar de esa manera, algo los impulsó a hacer daño sin preme- sus pares y la sociedad.
ditación previa. Por lo mismo, todos, comenzando por los adultos, debería-
Las investigaciones en el campo de la neurociencia realiza- mos trabajar las emociones morales ya que me permiten desa-
das mediante neuroimagen, han demostrado que los juicios rrollar las emociones prosociales las que abren el mundo hacia
morales activan las mismas partes del cerebro relacionadas con un trabajo de conciencia social, donde ya no me vinculo tanto
el procesamiento de las emociones. Moral y emoción coinciden conmigo mismo sino se busca la vinculación con el otro.
en el cerebro. La explicación de este hallazgo es que los juicios Si bien la emoción prosocial que está a la base de la ética es la
morales están constituidos por respuestas emocionales, por lo empatía, a través de las emociones morales subo un peldaño, y
que se entiende y reafirma que la ética es una práctica que se si bien con la empatía me pongo en el lugar del otro, con la “com-
vive desde la emoción y no desde la razón. Las emociones mo- pasión amorosa” además de ponerme en el lugar del otro, me
rales juegan un rol esencial en las decisiones éticas que toman pongo en disposición emocional para ayudarlo y busco formas
las personas, la mayoría de las personas no se dan cuenta de lo de aliviar ese sufrimiento y acompaño con calidad de presen-
mucho que influyen estas emociones en sus decisiones diarias. cia al otro ser, quizás no tendré la solución del problema, pero
Cuando hablamos de emociones morales o vinculadas a la mi motivación por ayudar estará y la persona lo sentirá. Otra
ética, hablamos de un desarrollo moral satisfactorio, lo que sig- emoción moral es la gratitud, pero no entendida como “dar las
nifica tener emociones y conductas que reflejen preocupación gracias”, sino como una retribución consciente en relación a
por los demás, compartir, ayudar, estimular, mostrar conductas una ayuda recibida de manera desinteresada. En la medida que
altruistas, tolerancia y voluntad por respetar las normas socia- soy consciente de lo que tengo, me pongo en una perspectiva
les, y para lograr esto, Martha Nussbaum; filósofa estadouniden- de mirar mi entorno. Finalmente y muy relacionada a la grati-
se, en una de sus tantas investigaciones indica que “para que un tud es la emoción del asombro, hoy en día, estamos anestesia-
niño adquiera conceptos morales, necesita mantener un contacto dos, hemos congelado la curiosidad en los niños, criticamos to-
cercano con aquellas personas a quienes ama y de quienes depende, do pero a la vez creemos que hacemos todo bien. Dentro de las
para luego ampliar las valoraciones adquiridas a otros contextos so- emociones morales el asombro es entendido como mi mirada
ciales más amplios”, por lo tanto, las “emociones prosociales” que al otro desde el orgullo y de sentir una atracción por acciones
impactan la moralidad de los niños tiene que ver con; fortale- de bienestar, me inspira, me llama la atención, son acciones
cer la emoción de la honradez, de la cooperación, de la lealtad, que me elevan como ser humano, me motivan a querer ser par-
del orgullo, porque son estas emociones las que trabajan los va- te de, y también de resignificar la colaboración y altruismo co-
lores de la ética. mo valores que me invitan a la acción.
Entonces, cuando un niño o niña actuó de manera antiética Entonces volviendo a la pregunta del comienzo: ¿Qué esta-
golpeando a su compañero(a) y no hay un tercero o un grupo mos haciendo como sociedad por nuestros niños? Se entiende que
que repruebe o reproche su actuar, será difícil que se replantee si nosotros como sociedad desarrollamos habilidades socioe-
su comportamiento y reflexione en torno a él. Por el contrario, mocionales en los niños, ayudamos a que le pongan nombre a
si recibe desaprobación del otro, este rechazo ayudara a disua- sus emociones, que no se les invalide, y que, nosotros como a-
182 183
dultos tengamos una narrativa que acompañe este proceso del
niño, obviamente podemos ayudar a mejorar y evitar que exis-
tan pequeños, niños y adolescentes que descarguen su irá, e-
nojo y frustraciones con un compañero que cataloga como dé-
bil y merecedor de las consecuencias de una vida de carencias.
Con el cambio que generaremos desde los más pequeños,
tendremos jóvenes con más herramientas socioemocionales
y por consiguiente adultos más plenos, quienes podrán conec-
tar como mejores lideres, siempre lo digo y lo repito “sobran los
cartones y adolecemos de emociones”. Todos los días con un sim- AGRADECIMIENTOS
ple detalle como escuchar, observar o simplemente sonreír…
podremos transformar la vida de un niño.
l
La educación emocional
Q
de los niños
parte 20 años antes
uiero agradecer de manera muy sincera el tiempo to-
que nazcan… mado a todas las personas que fueron parte de este
con sus PADRES! libro que tienes en tus manos “Historias que sanan”.
Un libro que se construyó desde la incertidumbre, miedo y an-
gustia de estar frente a una crisis donde cada uno de los habitan-
De nosotros depende cambiar la historia pasada/presente y
tes de Chile, de América Latina y a nivel mundial, han sido tes-
escribir un mejor futuro para nuestros hijos y nietos.
tigos de una de las mayores crisis que ha vivido la humanidad
luego de la Segunda Guerra Mundial.
Vivir una pandemia, sin lugar a dudas, nos permitió a mu-
chos reflexionar acerca de la sociedad que vivimos y tener una
esperanza consciente respecto a la educación que queremos
para el siglo XXI. A través de estas líneas quiero agradecerles
a todas las personas que participaron en la elaboración y pro-
ducción, comenzando por el equipo de profesionales tras este
libro; a Mario Cavalla por haber creído en el proyecto y haber-
se sumado con su experiencia, rigurosidad y disciplina. Tam-
bién a Lucía Yáñez por haber estado en todo el proceso desde
la recepción, selección, reflexión y análisis de cada uno de los
184 185
capítulos. Humberto Martínez, quien un día se comunica con-
migo y me dice: “Arnaldo me sumo a este proyecto, estoy para a-
poyarte”, y finalmente a Bárbara Flores, quien estuvo a cargo de
la edición y estructura de cada una de las historias y contenido
del libro. A cada uno de ustedes: ¡Gracias! Personas que, sin co-
nocerme, sin haber compartido antes, fueron parte de este her-
moso proyecto, el que nació un día pensando: ¿Cómo ayudar a
canalizar y verbalizar a través de la escritura las emociones conte-
nidas de muchos jóvenes en nuestro país y América Latina?, quie-
nes fueron víctimas de violencia escolar y que producto de la
Pandemia estaban confinados en sus casas.
Darle las gracias a todos los jóvenes y docentes que partici-
paron de este concurso literario, quienes confiaron en nosotros
como Fundación y contaron sus experiencias desde lo más pro-
fundo de sus emociones, y especialmente agradecer a los cator-
ce protagonistas que, con sus historias plasmadas en estas ho-
jas comenzaron un camino de sanación y perdón.
Finalmente, un sincero agradecimiento a Miguel Ángel San-
tos Guerra; mi amigo, un maestro en el ámbito de la educación,
quien a la distancia y con una voluntad tremenda leyó todos los
manuscritos y se enamoró de este proyecto, y nos dio un rega-
lo para el corazón escribiendo un hermoso prólogo. Agradecer-
le también el compartir “Historias que Sanan” en su blog donde
semana a semana presenta contenidos con distintos profesio-
nales del área de la educación, nuevamente gracias por tu apo-
yo y creer en una mejor educación para el siglo XXI.
A cada uno de ustedes muchas gracias, y espero que este li-
bro sea un aporte, como decimos en la Fundación, para dejar el
mundo mejor de cómo lo encontramos y contribuir a una me-
jor sociedad…
El Autor
186
p
El libro que tienes en tus manos es
una invitación a ver el futuro con esperanza,
donde los relatos de 14 protagonistas
y de su autor, evidencian un recorrido
de sus vidas entre luces y sombras, siendo
el acoso escolar y/o Bullying el factor común.