Martin Echavarria. CAP 1. El Psicoanalisis de Sigmund Freud.
Martin Echavarria. CAP 1. El Psicoanalisis de Sigmund Freud.
Martin Echavarria. CAP 1. El Psicoanalisis de Sigmund Freud.
directamente, a pesar de que consideren, como muchos autores de esta época, como
tradicional algo que no es tradicional en absoluto8.
La centralidad acordada por aquellos autores al tema de lo inconsciente creará
no una escuela sino una corrientó. Hay varios autores que pertenecen a escuelas
distintas (Freud, Jung, etc.) y que ponen el centro de la explicación del ser humano,
y después la base de una psicoterapia, de una educación, etc., en el inconscien-
te. Por eso hemos intitulado esta Sección "Psicologías del inconsciente". El más
importante de ellos es Sigmund Freud y, por eso, para el común de la gente es el
creador de la Psicología; aunque en verdad no sólo no creo él la psicología (que
existía desde hacía 2.500 años) sino que no creó tampoco la psicoterapia. Y no sólo
no creó la psicoterapia, sino que ni siquiera descubrió la idea de inconsciente; es
más, su mismo sistema teórico no es totalmente original, pues, como hemos dicho,
si uno va a estudiar las fuentes encuentra a Shopenhauer, a Nietzsche, a Herbart,
al darwinismo, etc., aunque su "sistema" sea presentado como una doctrina total-
mente original y surgida sólo de Ia experiencia clínica. Freud no cita casi nunca a
nadie, aunque sí se cita frecuentemente a sí mismo. El autor más citado por Freud
es Goethee, que es su favorito; generalmente cita las palabras de Mefistófeles en el
Fausto, porque para é1 el inconsciente es de naturaleza demoníaca. Lo inconsciente
ocupa el lugar delo trqscendente trsdicional.Todo lo que la mentalid ad "primitiva" ,
"medieval" (como sería la cristiana), metafísica, según el parecer de estos autores
(Freud, Inr-rg), proyectaba como seres trascendentes, como dioses y demonios, sería
un producto del inconsciente, y por lo tanto tendría una raíz psicológica o incluso
biológicaro.
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F. Echavarría 21
Percepctón
Conrie rúe
Tn¡nn¡rientc
4. La sexualidad
Según Freud, los motivos éticos o estéticos que están detrás de la represión que
causaría las neurosis están, en el fondo y siempre, conectados con lo sexual3r. De
aquí derivó la acusación de pansexualismo dirigida frecuentemente contra el
psicoanálisis y su creador. Esta acusación no carece de fundamento porque, espe-
cialmente en la etapa fundacional del psicoanálisis, la centralidad que este autor
concedió a la sexualidad en la etiología de las neurosis hacía fácilmente sospechar
que en su opinión todo era sexualidad. Sin embargo, Freud siempre postuló que
el psiquismo funcionaba en base a una dualidad pulsional: en los tiempos iniciales
del psicoanálisis, se trataba de la oposición entre la pulsión de autoconservación y
la pulsión sexual; más adelante, en tiempos de la segunda tópica, la oposición es
entre pulsión de vida (Eros) y pulsión de muerte. Dado que el Eros abarcaría tanto
a la pulsión de autoconservación como a la pulsión sexual, y ya que la energía del
Eros es lalibido, que en la etapa anterior era la energía de la pulsión sexual, no se ve
cómo, en esta etapa, no identificar la tendencia a la autoconservación como sexual,
aun cuando no haya pansexualismo por la novedad de la pulsión de muerte.
Freud tiene una concepción de la sexualidad que le ha valido, a nuestro juicio
justamente, bastantes críficas. Freud separa la sexualidad de lo genital y a lo genital
de la reproducción. El placer sexual (y la sexualidad misma) pasarían por un proce-
so evolutivo que concluiría (al menos en el contexto de la cultura occidental) en la
sexualidad genital orientada a la procreación dentro del matrimonio. Pero inicial-
mente el placer sexual se obtendría a través de zonas muy distintas de la genital, que
24 Corrientes de Psicología Contemporánea
reciben el nombre de,zona erógena (erogene zone), como muy especialmente la boca
y el ano. Sólo después de un proceso évolutivo estas zonaé se lrían sometiendo al
predominio de la zona genitaly, por ello, en el acto sexual adulto el placer obtenido
a través de esas zonas se orientaría al placer sexual genital. Aun cuando hable de
la tendencia a la autoconservación, Fróud parece reóonducir todo placer
li"cfuso
el obtenido a través del comer, del orinar o^del defecar) a la sexualidad: cuindo el
niño succiona el pecho de la madre, el placer obtenido Áería sexual; cuando el niño
aprende a controlar sus esfínteres, estaiía obteniendo un placer sexual, etc. por esta
vía, poco le cuesta a Freud "demostrar" la existencia de üna sexualidad infantil. El
siguiente texto de Freud es muy significativo:
La pulsión sexual del niño prueba ser en extremo compuesta, admite una
descomposición en muchos elementos que provienen de diversas fuentes. Sobre
todo, es aún independiente de la función de ra reproducción, a cuyo servicio se
pondrá más tarde. Obedece a la ganancia de diversas clases de sensación placentera,
que, de acuerdo con ciertas analogías y nexos, reunimos bajo el título de placer
sexual.La principal fuente del placer sexual infantil es la apropiada excitación de
ciertos lugares del cuerpo particularmente estimulables: además de los genitales,
las aberturas de la boca, el ano y la uretra, pero también la piel y otras superficies
sensibles32.
Una proposición de la patología general nos dice que todo proceso de desarrollo
conlleva los gérmenes de la predisposición patológica, pues puede ser inhibido,
retardado, o discurrir de manera incompleta. Lo mismo es válido para el tan complejo
desarrollo de la función sexual. No todos los individnos lo recorren de una manera
tersa, y entonces deja como secuela o bien anormalidades o unas predisposiciones
a contraer enfermedad más tarde por el camino de la involución (regresión). Puede
suceder que no todas las pulsiones parciales se sometan al imperio de la zona
genital; si una de aquellas pulsiones ha permanecido independiente, se produce
luego lo que llamamos :una peroersión y que puede sustituir la meta sexuai normal
por la suya propia. [...]
La predisposición a las neurosis deriva de diverso modo de un deterioro en el
desarrollo sexual. Las neurosis son a las perversiones como lo negativo a lo positivo:
en ellas se rastrean, como portadores de complejos y formadores de síntoma, los
mismos componentes pr"rlsionales que en las perversiones, pero producen sus
efectos desde lo inconsciente; por tanto han experimentado una represión, pero,
desafiándola, pudieron afirmarse en lo inconsciente3a.
5. La "segunda tópica,,
Lo que hemos dicho hasta aquí vale para casi todas las
etapas de desarrollo del
pensamiento de Freud. En cuañto a Ia éstructura del ,,upu.uiá
anímico,,, e.""a *
cambiando de oostura. La que-podemos considerar defii,itirru
y ru más conocida eJ
11
q"" d ivi de el'psiquismo eii Eñ il ts;Éfi ñ il#" i:rád"a" tópica,, (Frcuna
2).
STIFEITYü
*Ide¿ks
YO
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miento, pero se va haciendo más complejo. Freud, poco a poco, (en parte por críticas
internas y de autores que lo abandonan, como Adler y Jung) se va dando cuenta
de las limitaciones de su sistema, que deja mucho sin explicar.
En esta última etapa, "inconsciente" pasa a ser una cualidad de distintas instancias
y procesos psíquicos, y no ya un"lugar" psíquico. El rol que representaba el incons-
ciente en la etapa anterior, lo ocupa de alguna manera el Ello (Das Es). Ello (aunque
sería mejor decir "Eso") es una palabra que Freud toma de Georg Groddecka0.
Groddeck era un psicoanalista silvestre. Se llamaba "psicoanálisis silvestre" o " sal-
vaie" (wilde Psyclnanalyse) al que cultivavan algunos terapeutas que no se habían
sometido a una formación psicoanalítica sistemática, aunque se inspiraban en las
obras de Freud. Freud suele no tratar demasiado bien a estos psicoanalistas, pero
Groddeck es una excepción. Freud afirma que Groddeck toma el concepto de Ello de
Nietzsche, y que él a su vez 1o toma de Groddecka'. Y, aunque en Nietzsche aparece
sólo una veza2,lo que esta palabra significa es muy coeherente con su pensamiento.
En realidad, Nietzsche se inspira en Kant, porque para este autor el Yo trascendental
es una especie de Ello, porque no es algo de lo que tengamos experiencia, no hay
conciencia del Yo trascendentala3.
"El Ello, dice Freud, representa la finalidad original del individuo", es decir,
el individuo inicialmente es un puro Ello, un Eso, una realidad impersonal. Al
principio no seríamos personas, "Yos" . El pensamiento de Freud en este sentido es
incompatible con cualquier tipo de posición personalista. Uno es un Eso hasta que
llega, por la influencia de la familia y de la sociedad, a hominizarse y a tener un
Yo. Inicialmente no tendríamos (ni seríamos) un Yo (a lo sumo tendríamos lo que
a veces Freud llama Yo-Ello), pues somos un Ello, una cosa impersonal.
En el Ello tenemos los complejos reprimidos (de los que ya hemos hablado) y la
"herencia arcaica de la humanidad". Pa¡a Freud nosotros heredamos representa-
ciones inconscientes por vía filogenética, la principal de las cuales es el complejo
de Edipo o el pecado original que fue el origen del complejo de Edipo, del que
hablaremos en el apartado siguiente. Pero en el EIlo están, antes que nada, las
28 Corrientes de Psicología Contemporánea
-Aquella realidad, que inicialmente son los padres y los valores culturales que
ellos enc.arnan, porque para ér ro padres no püeden ,íno tru.r*iri.l;;;;l;;r';;
la socredad en la que están inmersos (por éso también habla de ,.,u
Ju
"rp""i"
Martín F. Echavarría 29
Fue un tal Saulo, de Tarso, llamado Pablo como ciudadano romano, aquel en cuyo
espíritu irrumpió por primera vez el discemimiento: "Somos tan desdichados porque
hemos dado muerte a Dios-padre." Y es de todo punto inteligible que no pudiera
aprehender este fragmento de verdad fuera del disfraz delirante de estas albricias:
"Estamos redimidos de toda culpa desde que uno de nosotros ha sacrificado la vida
para expiar nuestros pecados". En esta formulación no se mencionaba, desde luego,
el asesinato de Dios, pero un crimen que tenía que ser expiado por un sacrificio
de muerte sólo podía haber sido un asesinato. Y la mediación entre el delirio y la
verdad histórico-vivencial produjo la seguridad de que la víctima tuvo que ser Hijo
de Dios.57
7. La terapia
El psicoanálisis como práctica terapéutica nace distinguiéndose de la hipnosis,
aprendida de Charcot, Bernheim y Breuer. Mientras que estos autores intentaban
liberar a sus pacientes de los síntomas histéricos a través del recuerdo, inducido
por hipnosis, de los sucesos traumáticos, Freud comenzó buscando un resultado
semejante, primero a través de Ia sugestión, y después a través de la técnica central
del psicoanálisis, la asociación libre. Para esto, el paciente tiene que someterse a
la "regla fundamental": confesar al psicoanalista los pensamientos y asociaciones
que espontáneamente afloran a la conciencia, sin censura de ningún tipo. El pre-
supuesto esencial de esta técnica es el determinismo absoluto: todo pensamiento
está determinado necesariamente. Lo que no tiene sentido desde el propósito con-
ciente, debe tenerlo necesariamente desde lo inconsciente. fustamente por eso, lo
aparentemente casual, fortuito y sin sentido (como los sueños y los actos fallidos),
es el camino hacia lo inconsciente.
bra para inducir a la relajación y a una especie de regresión que es esencial para el
funcionamiento del método psicoanalíticó. De lo quJse trata bn última instancia es
de que el paciente arregle sus conflictos con sus propias imagos parentales (lo que
no quiere decir que el psicoanalista no tenga un fórtíiimo asclnd^iente rob.e
el analizado). Es decir, así como toda vidá tiende a la muerte y toda-oralla realidad
tiende a lo inorgánico, todo lo que vamos haciendo no es sino uÁarepetición5s delo
que fue antes, y lo que queremos en el fondo no está delante, sino detrás. Por eso es
tan importante para Freud el complejo de Edipo, porque el primer objeto de amor
en el sentido reduccionista que dél amor tiene Fieud, no ei ni siquiéra la madre
como."objeto total", sino el pecho de la madre,-un "objeto parcial,,. y eso es lo que
querríamos cuando pensamos que,buscamos la felicidud, po. ejemplo, al querer
casarnos: en el fondo querríamos volver a ese estado en el cuál chupábámos el pecho
denuestra madre (o incluso, más atrás, tener el gozo autoerótico y narcisistá de la
vida intrauterina), que para é1, además, es una actividad sexual60.
En este proceso el psicoanalista funciona como una especie de pantalla de proyec-
.
ciorrcs. Es-decir, el psico¿na1ist4 espontáneamente, como toda figura de autoridaá (el
flapel del padre. peio
médico, el pedagogo, e-l gobern-ante), ocupa para el paciente el
como parala curación hay que hacer aparecer las imágenes intemas repiimidas del
paciente,el psicoanalista (como persona, y sus intenci,ones pedagógicás y morales)
deben esfumarse, ser una figura que está pero que no está, que éstá permitiendo á
la persona "ser sí misma", vivenciar plenamenté sus contenildos inconscientes. Por
eso la intervención del psicoanalista tiene que ser acotada por un motivo preciso,
para sugerir una interpretacióry pero no puede intervenir activamente, en el sentido
de introducir una finalidad positivamente moral y pedagógica. Los psicoanalistas
lacanianos dicen que el psicoanalista "ocupa el lugáidel rñuérto" -meiáfora tomada
del Bridge, pero con muchas implicaciones-ut. Hay algunos que llegan al extremo
de.afirmar incluso que no tiene que decir absolufaménte naáa. poique "el muer-
to", crryo lugar se ocupa, no es sólo el padre humano, el "otro de la djada", sino el
"Otro" con mayúscula, que en el fondo es Dios. "Dios ha muerto", dijo Nietzsche.
El paciente pone al psicoanalista en el lugar pedagógico del padre, y lo considera
inconscientemente como un representarte de Dios y de su l-ey. y por eso, quiere
saber qué quiere el analista, para complacerlo. Pero el único deseodel analiÁta en
cuanto tal debe ser el deseo de análisis; el psicoanalista debe "correrse de ese luga{'
de autoridad en que lo pone el paciente y dejarlo vacío. No se trata simpleménte
de no influir, porque, por el contrario, la influencia que el psicoanalistiejerce es
enorme. Se trata de asumir un rol antipedagógico y postmorálur, que sirve para que
la persona se dé cuenta de que Dios ha muerto, y de que en su lügar está el ,ruóío,
la muerte misma, que es la fuente de la angustia. Esto-en Freud esIá relativamente
99ulto.,
mientras que es la finalidad bastante explícita de muchas interpretaciones
filosóficas del psicoanálisis, como algunas formas de psicoanálisis existencial y,
rgb.",l.od9,..del psicoanálsis lacaniano y poslacaniano (que es, desde el punto de
vista filosófico, posmoderno). Por este motivo, el psicoanálisis, no sólo cómo doc- a
trina, sino también como método, en su profundidad última es incompatible con
una visión personalista del ser humano y con el cristianismod3.
En todo caso, y volviendo a la concepción de Freud, se trata de que la persona -
se arregle con sus imágenes internas. En la terapia psicoanalítica la persoña entra
en una especie de estado de regresión en el cual actúa sus conflictos inconscientes,
,
36 Corrientes de Psicología Contemporánea
actúa la relación con su padre en la relación con el analista. Por eso es tan importante
para el psicoanálisis lo que llaman el análisis de la transferencia. La transferencia no
es la relación personal con el psicoterapeuta, como muchos poco interiorizados
en la doctrina psicoanalítica piensan, sino la proyección sobre el psicoanalista de
su relación con sus padres, que hay que analizar6a. Ese sería el lugar privilegiado
para hacer consciente lo inconsciente. Según la (tácita) teoría del conocimiento
freudiana, no hay posibilidad de relación real con el psicoterapeuta, porque no
hay posibilidad de salir de la propia psique. En este sentido Freud es cercano al
idealismo: no se puede trascender las propias imágenes. Esto no es casual. Desde
el punto de vista teórico, el psicoanálisis es hijo de la tradición idealista moderna
en la línea del sensismo empirista. Es importante señalar, sin embargo, que en
Freud no aparece en absoluto un aspecto esencial de la mente humana, que es el
de la inteligencia capaz de captar lo universal. Para él todo son imágenes; Freud es
inconscientemente nominalista.
I
La terapia psicoanalítica es esto. Toda la terapia consiste en hacer conscientes los
complejos y deseos inconscientes. Una vez que se ha hecho esto, no hay trabajo
I
pedagógico sobre la voluntad, sobre los apetitos, sobre las emociones. La toma
i de conciencia se identifica con la curación (siempre parcial y provisoria). Por eso
Freud, como venimos de decir, es partidario de una visión de la psicoterapia no
I
I
l
I
pedagógica. La psicoterapia no reeduca, hay que quitarse del lugar educativo, hay
clue quitarse del lugar del padre, hay que salir del lugar de la autoridad. De lo
que se trata es de que el hombre sea autónomo; en este sentido, Freud es hijo de la
Ilustración. Lo que sucede es que, al mismo tiempo, es posmoderno, falta en él el
optimismo de la llustración, porque el hombre no tiene solución, esa autonomía
que busca (que "donde era Ello, advenga Yo") es fatalmente irrealizable. Por eso el
final de un análisis es arbitrario. Se decide dónde se termina, si es que no queremos
seguir toda la vida visitando al psicoanalista.
Conclusiones
Nadie puede poner en duda la importancia de la escuela psicoanalítica, y de Freud
en particular, en la conformación de la identidad de la psicología contemporánea y
también en Ia mentalidad de gran parte de la cultura predominante en Occidente
en los últimos setenta u ochenta años. Es necesario, además, destacar algunos as-
pectos positivos que el psicoanálisis ha aportado a la psicología, como el llamar la
atención sobre el estudio de temas poco tratados por considerarlos marginales al
discurso psicológico académico, como el de los factores inconscientes del psiquismo
humano, la importancia de la causalidad psíquica de varios trastornos, así como la
im¡rortancia de las experiencias infantiles en la formación de la personalidad.
\o obstante lo cual, en nuestra opinión, que muchos no compartirán pero que
consideramos sólidamente fundada en la obra de Freud, el psicoanálisis, global-
mente considerado, y especialmente tal como lo ideó su fundador, es una teoría y
r.rna p-rri6¡i6a que tiene muchos y grandes defectos en todos los órdenes, tanto en
la teoria como en la praxis. Para no prolongar nuestro discurso más de lo debido,
rerllrciremos nuestras críticas a tres categorías:
I ' \fetodología: A pesar de presentarse como una ciencia (incluso como la clave de