Behrens Preguntas
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Antecedentes
La Sala II de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial del Departamento Judicial de San
Isidro revocó el fallo que le había reconocido legitimación a Waltraud Therese Emma Ehlert
para iniciar el sucesorio del causante.
Esta última dedujo recurso extraordinario de inaplicabilidad de ley.
Oído el señor Subprocurador General, dictada la providencia de autos y encontrándose la
causa en estado de pronunciar sentencia, la Suprema Corte resolvió plantear y votar la
siguiente cuestión:
1
http://fallos.diprargentina.com/2007/08/behrens-german-federico-o-hermann.html
referida veda, pues si bien la ley 23.515 introdujo el divorcio vincular en nuestro derecho
positivo, el impedimento de ligamen previsto en el art. 166 inc. 6 del Código Civil rige con
prescindencia de la indisolubilidad o no del vínculo por lo cual no puede sostenerse que haya
quedado saneado si lo afectaba al matrimonio contraído en el extranjero y no se obtuvo la
disolución de dicho vínculo (ídem).
d) Que la validez del matrimonio de Waltraud Therese Emma Ehlert con el causante depende
de la inexistencia de impedimentos al tiempo de su reconocimiento al no haberse puesto en
duda la existencia y validez del primer matrimonio de aquél con Ilse Mariana Hoffmann
celebrado el 1 de abril de 1937 (fs. 370).
e) Que en cuanto a los efectos de la sentencia de divorcio vincular dictada en Alemania cabe
señalar que para que el segundo matrimonio haya quedado convalidado con la sanción de la
ley 23.515 es menester dilucidar si aquel divorcio fue decretado o no por el juez
competente. Hay pues una cuestión previa a resolver, esto es la validez de aquel divorcio
decretado en el extranjero. Es que permitido el divorcio vincular a partir de la ley 23.515 no
hay ningún obstáculo para reconocer el divorcio decretado en un país extranjero si él fue
decretado por juez competente (fs. 371).
f) Que el actual art. 227 del Código Civil, adoptando igual criterio que el art. 104 de la ley
2393 vigente en aquel entonces dispone que las acciones de separación personal, divorcio
vincular y nulidad deben intentarse ante el juez del último domicilio conyugal efectivo o ante
el del domicilio del cónyuge demandado. Así aquella norma (art. 104 de la ley 2393 citado),
al momento de dictarse la sentencia de divorcio en Alemania, otorgaba a los tribunales
argentinos la jurisdicción internacional exclusiva con respecto a todos los procesos de
divorcio de matrimonios con domicilio conyugal argentino cualquiera fuese la nacionalidad
de los cónyuges, por lo que la sentencia de un juez incompetente carece de validez por
carecer de jurisdicción para dictarla (fs. 371 vta.).
g) Que el juez alemán que pronunció el divorcio pudo ser considerado investido de
jurisdicción internacional en tanto el último domicilio conyugal no se localizare en la
Argentina por haberlo trasladado los cónyuges al extranjero, única situación que habría
determinado una jurisdicción concurrente desde que el divorcio podría haberse demandado
ante el juez del domicilio o ante el del último domicilio en la Argentina; no encontrándose
demostrado que los cónyuges hubieran trasladado su domicilio a dicho país al momento de
dictarse allí la sentencia que los divorciara, por lo que ésta no ha disuelto válidamente el
vínculo matrimonial y subsiste así el impedimento de ligamen que impide reconocer validez
al segundo matrimonio del causante (ídem).
h) Que de la propia documental acompañada por la accionante surge que al momento de
tramitarse el divorcio en Alemania, tanto el causante como Ilse Mariana Hoffmann tenían su
domicilio en la Argentina, y de dicha documental también surge que el tribunal alemán se
consideró competente porque ambas partes tenían domicilio en el extranjero. Asimismo del
hecho que respecto de ese matrimonio celebrado el 1 de abril de 1937 en Buenos Aires se
hubiere dictado sentencia en La Plata en el año 1969 se infiere que el último domicilio
conyugal se encontraba en el país (ídem).
i) Que operado el desconocimiento de la sentencia alemana por falta de competencia
internacional del tribunal interviniente en la declaración del divorcio del causante con Ilse
Mariana Hoffmann, su principal consecuencia es concluir que existía impedimento de
ligamen al momento de contraerse el segundo matrimonio (ídem).
j) Que aún con el criterio imperante acerca de la actualidad con que debe considerarse el
orden publico a partir de la sanción de la ley 23.515 que admite la disolubilidad del vínculo
matrimonial, hay que distinguir sobre el fraude que resulta superfluo y el cometido respecto
de la jurisdicción competente, siendo en este caso el cometido respecto del tribunal
competente y él solo es suficiente para rechazar una sentencia extranjera dictada por un
tribunal que conculca la jurisdicción internacional exclusiva del Estado argentino, dado que
una cosa es fraude a la ley y otra fraude a la jurisdicción que siempre afecta al orden público
(fs. 372 vta.).
k) Que corresponde desconocer eficacia dentro de nuestro territorio al matrimonio
celebrado en Alemania entre el causante y Waltraud Therese Emma Ehlert, aún cuando sea
válido según las leyes del país donde se celebró por oponerse a principios de orden público
interno en razón del impedimento de ligamen que afectaba al causante por subsistir su
matrimonio anterior con Ilse Mariana Hoffmann (ídem).
l) Que el causante pudo sanear su situación con posterioridad a la sanción de la ley 23.515
solicitando la disolución del vínculo en los términos previstos en su art. 8 y no lo hizo pese al
tiempo transcurrido entre la sanción legal y su fallecimiento no pudiendo especularse acerca
de las razones o motivos que lo llevaron a ello (ídem in fine).
Por lo expuesto resolvió revocar la sentencia dictada declarando la falta de legitimación de
Waltraud Therese Emma Ehlert para actuar en el sucesorio de German Federico o Hermann
Friedrich Behrens en el carácter de heredera que se atribuyera.
3. La señora Ehlert debidamente representada dedujo recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley en el que denuncia la errónea aplicación de los arts. 14, 14 bis, 19, 20,
33 Constitución nacional; 17 de la Convención Americana de Derechos Humanos; 14, 159,
160, 214, 217, 227, 238 y concs. del Código Civil y de la ley 23.515 y su doctrina.
4. A los fines de resolver cuadra poner de relieve, de modo liminar, aquellos hechos que
llegan firmes a esta instancia, delimitando el ámbito de actuación de este Tribunal. En ese
orden, es de destacar que el causante, argentino naturalizado, se casó con la señora Ilse
Mariana Hoffmann en abril de 1937 en la ciudad de Buenos Aires, República Argentina y que
de dicha unión nacieron Liliana Beatriz Graciela Behrens, Nicolás José Huberto Behrens y
Mónica María Magdalena Behrens. Está acreditado asimismo que los cónyuges se
divorciaron en mayo de 1969 mediante pronunciamiento recaído en el juicio que tramitó por
ante los tribunales locales, con el alcance que a aquella figura otorgaba la ley 2393.
Tampoco media controversia acerca de que en octubre de 1971 el Tribunal Regional de
Berlín, Alemania, decretó el divorcio vincular y que en el mes de setiembre de 1977, en la
comuna de Göttingen, Alemania, el causante se casó con Waltraud Therese Emma Ehlert
quien se presentó en autos iniciando el sucesorio de quien fuera en vida German Federico o
Hermann Friedrich Behrens, a lo que se opusieron Liliana Beatriz Graciela Behrens de Valle y
Nicolás José Huberto Behrens por entender que la misma no tenía derecho a ello por no
estar acreditada prima facie la calidad de heredera y estar desprovista de vocación
hereditaria.
5. El conflicto gira en torno de la legitimación de la recurrente para iniciar la sucesión,
legitimación que depende de la celebración válida de su matrimonio con el causante,
subordinada a su vez, a la validez de la disolución del primer connubio de aquél realizado en
nuestro país. Ello así toda vez que, la falta de disolución del primer vínculo, tornaría inválido
el segundo por impedimento de ligamen.
En el caso, es lo cierto que al momento de celebración de la segunda unión del causante, el
derecho argentino por entonces vigente no había disuelto su vínculo matrimonial con la
señora Hoffmann pues el divorcio sentenciado lo era con los alcances de la ley 2393.
Tampoco puede desconocerse que el divorcio vincular decretado en Alemania años después
fue, atento el último domicilio conyugal y los términos del art. 104 de la derogada Ley de
Matrimonio Civil, decidido por un juez que, según el ordenamiento argentino, no tenía
competencia para hacerlo.
Es así que en la especie, la cuestión a dirimir es si esa sentencia de divorcio proveniente de la
justicia alemana cuestionada desde la perspectiva jurisdiccional, tuvo por efecto renovar la
aptitud nupcial del causante o, por el contrario, invalidar el matrimonio celebrado con
posterioridad por subsistencia de ligamen, tal como lo ha definido la sentencia de la Cámara.
Y, en ese contexto, considero en el mismo sentido que lo hace el recurrente- que el divorcio
y posterior matrimonio celebrados en Alemania no configuran en la especie un supuesto de
"fraude a la jurisdicción" que le reste validez en el territorio de nuestro país a aquellos actos.
Como ha quedado reseñado, al tiempo de la celebración en aquel país del matrimonio del
causante con la señora Ehlert, un juez argentino había dictado (ocho años antes) el divorcio
del primer matrimonio del señor Behrens con los alcances de la ley 2393. Y lo cierto es que
aunque de la partida de matrimonio alemana (que traducida y legalizada corre glosada a fs.
11/12) no surge en qué estado se declaró el causante, no puede desconocerse que la esposa
en primeras nupcias no se opuso durante el trámite de divorcio en el país extranjero a pesar
de haber sido notificada por vía diplomática (v. sentencia de divorcio traducida y legalizada,
esp. fs. 33) y no se ha, siquiera, alegado que lo hubiese hecho después.
Para resolver, debe tenerse en cuenta que ha ocurrido un hecho de especial gravitación en
lo conceptual y que no puede apartarse en la reflexión del problema que aquí se suscita: el
fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación recaído en la causa "Sejean c/ Zaks de
Sejean" (Fallos 308:2268) que, más allá de proyectar sus efectos sólo para el caso particular
(conf. mi voto en las causas L. 63.016, sent. del 27 XI 1996; L. 65.825, sent. del 10 VI 1997; L.
70.811, sent. del 17 XI 1999, Ac. 78.215, sent. del 19 II 2002; Ac. 82.155, sent. del 22 X 2003;
Ac. 89.426, sent. del 16 II 2005, entre muchas otras), desencadenó un inmenso debate en la
legislación que determinó, años más tarde, la posibilidad de disolver el matrimonio civil por
divorcio y la de recuperar para los divorciados la aptitud nupcial (ley 23.515).
Es a la luz de estas circunstancias que debe abordarse la cuestión que aquí se plantea y, en
ese esquema, no advierto que el ordenamiento jurídico argentino deba reaccionar frente al
vínculo extranjero invocado en nuestro país a fin de reclamar derechos sucesorios por parte
del cónyuge supérstite. Es por esa misma razón que entiendo inaplicable en el caso la
doctrina que emana de la causa B. 48.700 (sent. del 10 VIII 1984).
Es por ello que, en caso que mi opinión sea compartida, corresponde hacer lugar al recurso
deducido, revocando la sentencia de grado y reconociendo en consecuencia, a la recurrente
legitimación para iniciar la sucesión del causante, con costas a la vencida (art. 289, C.P.C.C.).
Voto por la afirmativa.
A la cuestión planteada, la señora Jueza doctora Kogan dijo: Adhiero al voto del doctor Negri
ponderando para ello las siguientes circunstancias:
No obstante que el divorcio decretado en la Argentina en 1969 de la primera mujer del
causante fue en los términos de la ley 2393 que impedía a los cónyuges contraer nuevas
nupcias, lo cierto es que a partir del precedente del más Alto Tribunal nacional "Sejean
c/Zacks de Sejean" (Fallos 308:2268), la disolubilidad del matrimonio por divorcio fue
admitida y receptada finalmente por la ley 23.515 (B.O., 12 VI 1987).
El art. 8 de la ley 23.515 prevé la posibilidad de conversión de la sentencia firme de divorcio,
obtenida con anterioridad a la entrada en vigencia de la ley, en divorcio vincular facultando a
ese efecto a cualquiera de los cónyuges. No obstante que ese trámite no fue efectuado,
debe tenerse en consideración el divorcio decretado en Alemania, el que si bien fue
declarado por un juez que para la legislación argentina no tenía competencia conf. art. 104,
ley 2393 o actual art. 227, Código Civil no puede interpretarse que haya sido dictado en
fraude a la jurisdicción, si se tiene en cuenta que se trataba de dos ciudadanos nacidos en
Alemania (ver fs. 11 y 58). Además, debe valorarse especialmente que la actora fue citada
por vía diplomática, pese a lo cual no dedujo oposición alguna en tal oportunidad (conf. fs.
33), no habiéndose acreditado que lo hubiera hecho con posterioridad.
Conforme con la doctrina sentada por el más Alto Tribunal nacional en el fallo "Sola, Jorge
Vicente s/Sucesión ab intestato" (sent. del 12 XI 1996) "el orden público internacional no es
un concepto inmutable y definitivo sino esencialmente variable, pues expresa los principios
esenciales que sustentan la organización jurídica de una comunidad dada, y su contenido
depende en gran medida de las opiniones y creencia que prevalecen en cada momento en
un estado determinado". Y a continuación se expresó que en virtud de la modificación de los
principios que informan la legislación matrimonial argentina a partir de la ley 23.515 y del
criterio de actualidad del orden público internacional, el orden jurídico argentino carece de
interés actual en reaccionar frente a un matrimonio celebrado en el extranjero que es
invocado en virtud de los derechos sucesorios reclamados por la cónyuge supérstite (fallo
"Sola, Jorge Vicente s/Sucesión ab instestato", S. 794 XXIX Recurso de hecho, sent. del 12-XI-
1996).
Sobre el reconocimiento de sentencias extranjeras de divorcio disolutorio en nuestro orden
jurídico interno, ha sostenido German J. Bidart Campos que "si al tiempo de pretenderse en
nuestro país el reconocimiento de un divorcio extranjero disolutorio ya no rige la norma de
indisolubilidad sino su opuesta, la sentencia reconocible por sus demás condiciones surte
aquí el efecto dirimente, en cuanto no hay repugnancia al orden público interno al momento
de hacerse valer el acto jurisdiccional foráneo" (German J. Bidart Campos, "Reconocimiento
de sentencias extranjeras de divorcio disolutorio", "El Derecho", 137 403).
Tales consideraciones, resultan a mi criterio suficientes para reconocer a la recurrente,
cónyuge del causante desde el año 1977 conforme al matrimonio celebrado en Alemania,
legitimación para iniciar la sucesión del causante.
Atento a la forma en que entiendo debe ser resuelta la cuestión planteada, deviene
innecesario expedirme sobre el pedido subsidiario de la actora de declaración de
inconstitucionalidad del art. 64 de la ley 2393 impetrado en su recurso de inaplicabilidad de
ley.
Voto por la afirmativa.
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Genoud dijo: Adhiero a los votos de mis colegas
preopinantes.
A los sólidos argumentos allí expuestos deseo agregar que recientemente, con motivo de la
concesión de un beneficio de pensión, la Corte Suprema de Justicia de la Nación tuvo
ocasión de expedirse sobre el tema traído a juzgamiento al afirmar: "Que a partir de la
doctrina sentada en Fallos 319: 2779, la autoridad administrativa no puede negar validez al
matrimonio extranjero de la peticionaria invocado para solicitar el beneficio previsional,
pues la motivación principal que en un precedente anterior del Tribunal había justificado tal
solución (Fallos 273:363), ya no tenía razón de ser frente a la recepción en el derecho
matrimonial argentino del principio de disolubilidad del matrimonio por divorcio ley 23.515 y
del criterio de actualidad con que debe apreciarse el orden público internacional que lleva a
que el orden jurídico argentino carezca de interés actual en reaccionar ante un matrimonio
celebrado en el extranjero mediando, entonces, impedimento de ligamen (ver punto 6º del
voto de la mayoría in re Z. 153. XXXVIII "Zapata Lucrecia c/ ANSes s/ Pensiones", sent. del 16
8 2005); máxime si se repara en que la ley 23.515 admitió la disolución del vínculo no sólo
para el futuro sino también para las sentencias de separación pasadas en autoridad de cosa
juzgada, extranjeras y nacionales, al permitir su transformación en sentencias de divorcio
(ver punto 8º del voto de la Dra. Argibay en los mismos autos)".
Conforme a ello, considero que la señora Waltraud Therese Emma Ehlert se encuentra
legitimada para actuar en el proceso sucesorio de Germán Federico Behrens o Hermann
Friedrich Behrens.
Voto por la afirmativa.
El señor Juez doctor Hitters, por los mismos fundamentos de la señora Jueza doctora Kogan,
votó también por la afirmativa.
A la cuestión planteada el señor Juez doctor Soria dijo: 1. La señora Ehlert procura justificar
su legitimación para promover el juicio sucesorio del señor Behrens en su carácter de
cónyuge supérstite, sobre la base del matrimonio celebrado que ambos contrajeran en
Alemania, en el año 1977.
A ello se oponen los descendientes del causante, quienes arguyen que dicho matrimonio no
puede ser reconocido en la República Argentina por afectar el orden público y, por ende, les
resulta inoponible. Es que cuando lo contrajeron, el señor Behrens no estaba divorciado
vincularmente del primer matrimonio celebrado en la Argentina con la señora Hoffman; así
las cosas conforme a la posición sustentada por los oponentes, no correspondería asignarle
efectos extintivos al divorcio vincular decretado en Alemania en fraude a la ley argentina y
por un juez carente de jurisdicción internacional (v. presentaciones de fs. 73/83 y 96/104).
La sentencia de la sala II de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de San Isidro,
acoge el planteo de los hijos del de cujus, desconociendo eficacia al matrimonio con la
señora Ehlert. Interpretó que ello era consecuencia de los principios de orden público
imperantes, en razón del impedimento de ligamen que afectaba a uno de los contrayentes.
En concreto, en el fallo se sostiene de un lado que el "divorcio" obtenido en 1969 (del
matrimonio Behrens Hoffman) lo fue con los efectos limitados de la ley 2393 reformada por
el decreto ley 17.711, dejando por ende subsistente el impedimento de ligamen, y que no se
había llevado a cabo su conversión en divorcio vincular conforme las previsiones del art. 238
del Código Civil. De otra parte, argumenta que la sentencia expedida en Alemania ha
emanado de un juez incompetente en la esfera internacional, en fraude a la jurisdicción del
país (v. fs. 368/373).
2. Contra esta decisión se alza la señora Ehlert mediante el recurso extraordinario de
inaplicabilidad de ley (fs. 404/415), en el que denuncia, como erróneamente aplicados los
arts. 14, 14 bis, 19, 20, 33, de la Constitución nacional, 17 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; 14, 159, 160, 214, 217, 227, 238 y concs. del Código Civil y de la ley
23.515 y su doctrina. Subsidiariamente, plantea la inconstitucionalidad del art. 64 de la ley
2.393.
3. El recurso debe prosperar.
a. El art. 159 del Código Civil establece que: "Las condiciones de validez intrínsecas y
extrínsecas del matrimonio se rigen por el derecho del lugar de su celebración, aunque los
contrayentes hubiesen dejado su domicilio para no sujetarse a las normas que en él rigen".
De ahí que, por regla, cabe reconocer eficacia jurídica a aquellos matrimonios celebrados en
el extranjero en tanto respeten las leyes de su lugar de celebración (lex loci celebrationis).
Ahora bien, la señalada directiva rige en tanto no se presente alguno de los supuestos
impeditivos enumerados en el art. 160 del Código Civil (conf. Ac. 59.469, sent. de 08 XI
2000), toda vez que, como reza esa norma, no puede reconocerse "... ningún matrimonio
celebrado en un país extranjero si mediaren algunos de los impedimentos de los incisos 1, 2,
3, 4, 6 ó 7 del artículo 166", entre los cuales se encuentra el de ligamen, esto es, la
subsistencia de un matrimonio anterior (inc. 6º del cit. art. 166).
b. Como se anticipara, en el presente caso el reconocimiento de la legitimación esgrimida
por la señora Ehlert depende de la validez que se asigne al matrimonio que la recurrente
celebró con el causante en Alemania y tal condición, a su vez, se encuentra subordinada a si
es dable considerar válidamente disueltas las primeras nupcias celebradas en nuestro país
entre el señor Behrens y la señora Hoffman en el año 1937. He destacado ya que en el año
1969 estos últimos obtuvieron su separación en la República Argentina, con el alcance
conferido por el decreto ley 17.711/1968, reformador de la ley 2393; vale decir, sin disolver
a todo efecto el vínculo matrimonial y, por ende, dejando subsistente el impedimento de
ligamen reconocido en el art. 166 inc. 6º del Código Civil. Tratábase de un "divorcio" que no
confería aptitud nupcial para celebrar un segundo matrimonio.
En ello estriba el núcleo conflictivo que plantea el caso.
No ignoro lo resuelto por la Corte Suprema de la Nación, in re "Solá, Jorge V. s/sucesión ab
intestato" (causa S. 794.XXIX, sentencia de 12 XI 1996), en que se reconoció legitimación a la
segunda esposa del causante con quien había contraído matrimonio en la República del
Paraguay, sin que por aquel entonces se hubiera disuelto vincularmente el celebrado
anteriormente en nuestro país.
Ocurre que en dicho precedente concurrieron presupuestos diversos a los ventilados en el
sub lite, que al menos es preciso tener presentes. La referida decisión encontró se fundó en
el art. 13 del Tratado de Derecho Civil Internacional de Montevideo de 1940 del cual fueron
partes signatarias ambos Estados involucrados, precepto que tras establecer que la validez
del matrimonio se encuentra sujeta a la ley del lugar donde se celebre, faculta a los estados
signatarios a no reconocer el matrimonio que se hubiere celebrado en uno de ellos cuando
se halle viciado entre otros del impedimento de ligamen (inc. e). Sobre tal base, el Alto
Tribunal sostuvo que el referido tratado "no impone a los otros países contratantes la
obligación internacional de desconocerle validez sino que deja librado al orden público
internacional del Estado requerido la decisión sobre la reacción que más convenga al espíritu
de su legislación" (v. consid. 5º). Y agregó que si bien en atención al derecho vigente en el
lugar del último domicilio el primer matrimonio del de cujus no se encontraba disuelto, la
validez del segundo no había sido atacada en vida del causante y, probablemente, se había
consolidado pues el derecho interno en cuyo seno se constituyó esa situación no admite al
igual que el derecho interno argentino la acción de nulidad sino con limitaciones (v. consid.
4º). Por fin, concluyó que la modificación de los principios que informan la legislación
matrimonial a partir de la sanción de la ley 23.515, resulta relevante pues "en virtud del
criterio de actualidad del orden público internacional, el orden jurídico argentino carece de
interés actual en reaccionar frente a un matrimonio celebrado en el extranjero que es
invocado en el foro en virtud de los derechos sucesorios reclamados por la cónyuge
supérstite" (v. consid. 9º). Diversa es la situación planteada en esta litis.
En la especie son de aplicación las reglas y principios de derecho internacional privado de
fuente interna, contenidas en el art. 160 del Código Civil (v. Goldschmidt Werner, Derecho
Internacional Privado, Derecho de la Tolerancia, Depalma, Bs. As., 1985, p. 29), toda vez que,
como es sabido, la República Federal de Alemania no es signataria del Tratado de
Montevideo de 1940. Por ende para resolver la cuestión debatida no es procedente acudir a
las prescripciones de dicha convención internacional. Para más, la aludida norma del Código
Civil contiene un matiz diferencial respecto del art. 13 del Tratado en cuestión: mientras éste
determina que los estados signatarios no quedan obligados a reconocer los matrimonios
celebrados en uno de ellos cuando otro anterior no se hubiese disuelto legalmente, el art.
160 del Código Civil, en cambio, veda la admisión para "... ningún matrimonio celebrado en
un país extranjero ... si mediara impedimento de ligamen", texto que, según se ha
interpretado, con su determinación prohibitiva trasciende con holgura la mera facultad de
no reconocimiento (v. Ciuro Caldani, Miguel Ángel, en Ferrer, Francisco A.M. Medina,
Graciela Méndez Costa, María Josefa, Código Civil Comentado, Derecho de Familia, t. I.,
Rubinzal Culzoni edit., Santa Fe, 2004, p. 17).
Por otra parte, en el sub iudice los hijos del primer matrimonio han cuestionado en modo
expreso la validez de su segundo matrimonio del señor Behrens, y ellos indudablemente
gozan de un interés legítimo para así obrar (art. 239 4º párr. del C.C.).
En adición, del cotejo de los antecedentes del precedente "Solá" surge que, luego de la
sanción de la ley 23.515, el allí causante había convertido su divorcio no dirimente del
primer matrimonio, en divorcio vincular (art. 8º de la ley 23.515) v. consid. 1º y 4º tercer
párrafo del fallo de la C.N.Civ., sala G, publ. en "Jurisprudencia Argentina", 1997 IV 658
circunstancia que no concurre en autos. Tal como reconoce la impugnante, ninguno de los
cónyuges en primeras nupcias hizo uso del instrumento contemplado por citado los arts. 8
de la ley 23.515 y 238 del Código Civil.
De tal modo, no es correcto trasladar mecánicamente al caso de autos la solución dada en el
precedente "Solá". Pero la conclusión anterior no supone un valladar infranqueable a los
fines de atribuir efectos convalidatorios del matrimonio celebrado en Alemania al divorcio
vincular del causante con su primera esposa decretado en el extranjero. Veamos.
c. La cuestión relativa a la validez y efectos en la Argentina de los segundos matrimonios
llevados a cabo en el extranjero con posterioridad a su disolución, también fuera del país, de
un matrimonio celebrado en la Argentina, ha suscitado opiniones encontradas en la
doctrina.
Para una corriente de opinión esas uniones deben reputarse nulas, discrepando sus
seguidores en torno a si dicha invalidez puede ser declarada de oficio o requiere de petición
de parte legitimada (Boggiano, Antonio, Derecho Internacional Privado, t. I., 3ª edic., Bs. As.,
Abeledo Perrot, 1991, p. 964; Kaller de Orchansky, Berta, La doctrina reciente de la Corte
Suprema de Justicia de la Nación respecto de los matrimonios celebrados en el extranjero en
fraude a la ley argentina, "La Ley", 140 1117).
Una segunda posición, en cambio, considera que tales enlaces son inexistentes (Borda,
Guillermo, Tratado de Derecho Civil Argentino. Familia, t. I, Abeledo Perrot, Bs. As., 3ª edic.,
nº 168) o cuasi inexistentes (Molinario, Alberto, Algunas reflexiones acerca de la cuasi
inexistencia temporal: de la unidad jurisdiccional en cuestiones familiares y del régimen de la
buena fe en materia de nulidad matrimonial, "Jurisprudencia Argentina", 10 1971 86).
Por fin, otros autores predican la falta de eficacia extraterritorial de esos matrimonios en
nuestro país (conf. voto del doctor Barraquero, como integrante de la C.N.Civ., sala B, 13-XII-
1957, "La Ley", 92 550; Alfonsín, Quintín, Régimen internacional del divorcio, Montevideo,
1953; Belluscio, Augusto César, Manual de Derecho de Familia, t. I, Depalma, Bs. As., 5ª edic.
actualizada, págs. 454/457).
En esa línea de pensamiento parece haberse enrolado la Corte Suprema de Justicia de la
Nación al fallar en el precedente "Rosas de Egea" (de fecha 12 V 1969, Fallos 273:363).
Empero, en fecha más próxima, el Alto Tribunal en un caso previsional ha dejado traslucir
que aquella solución ya no es estrictamente aplicable, desde que la legislación local ahora
admite el divorcio vincular (conf. C.S.J.N., in re "Zapata", fallado el 16 VIII 2005).
d. La tesis de la ineficacia territorial, que el a quo predica, referida a aquellos matrimonios
extranjeros luego de un divorcio vincular obtenido fuera del país respecto de un primer
matrimonio argentino, atiende exclusivamente a la noción de orden público (conf. Suprema
Corte de Mendoza, sala 1ª, sent. 5 IX 1994, in re "Saccone v. Rodríguez", "Jurisprudencia
Argentina", 1995 I 497). Estos segundos matrimonios, válidos conforme la lex loci
celebrationis (art. 159, C.C.), pueden ser desconocidos por los tribunales argentinos si
afectan ese núcleo institucional y valorativo que nutre la noción de orden público.
El tribunal de la instancia consideró que ello acontecía en la especie, desde que no había
mediado una disolución válida del primer matrimonio celebrado en la Argentina, porque el
divorcio tramitado y resuelto en Alemania sobre el que se asienta el posterior enlace
contraído por el señor Behrens en el año 1977 lo fue en fraude a la jurisdicción nacional.
Estos hechos evidenciarían el menoscabo al orden público.
i] No comparto dicho criterio. Para que una sentencia emanada por un tribunal foráneo
despliegue sus efectos en el país ha de verificarse el cumplimiento de los recaudos
establecidos en el Código Procesal Civil y Comercial (art. 515 y ss.), entre los cuales cobra
importancia el control de la jurisdicción internacional del tribunal de origen de la sentencia
que constituyó la situación jurídica cuyo reconocimiento se reclama en el país (v.
Radzymisnki, Alejandro P., El reconocimiento de sentencias extranjeras de divorcio en
Argentina, "El Derecho", 1990, 137 403; Bidart Campos, Germán, Reconocimiento de
sentencias extranjeras de divorcio disolutorio, en "El Derecho", 1990, 137 403, nota a fallo).
Así lo exige el art. 517 del citado Código adjetivo, al establecer que: "Cuando en un juicio se
invocara la autoridad de una sentencia extranjera, ésta sólo tendrá eficacia si reúne los
requisitos del artículo 515", norma cuyo inc. 1º requiere que aquélla emane de un tribunal
competente en el orden internacional.
ii] Sabido es que el art. 104 de la ley 2393 consagraba la jurisdicción internacional exclusiva y
excluyente a favor de los tribunales argentinos si los cónyuges se hallaban domiciliados en el
país entendiéndose por domicilio el último de efectiva e indiscutida convivencia de ellos
(CSJN in re "Vlasov", 25-III-1960, Fallos: 246:87, ED 7 324, JA 1960 III 216; id. in re "Jobke",
sent. de 9 V 1975, Fallos 291:540, LL 1975 D 328). Tal previsión buscaba evitar que el marido
que tenía la facultad de fijar el domicilio conyugal obrase abusivamente en detrimento de su
esposa, impidiéndole ya sea la promoción de la demanda o entorpeciendo su derecho de
defensa en caso de ser demandada por el esposo.
iii] En general, ese tipo de reglas atributivas de jurisdicción internacional cumplen una
función de garantía de la defensa de los dos potenciales interesados en el conflicto
matrimonial. Vale recordar, en tal sentido, lo expresado por la Corte Suprema de Justicia de
la Nación al considerar que la jurisdicción internacional de la cual gozaban los jueces
extranjeros cuando el domicilio conyugal estaba radicado fuera del país, no excluía la
jurisdicción concurrente que cabía reconocer a los tribunales argentinos cuando el
matrimonio se hubiere celebrado en el país, si éstos regresaron a la Argentina luego de la
separación, aun cuando se instalaran en distintos domicilios, pues de tal modo se aseguraba
también el acceso a la jurisdicción y la defensa en juicio de las partes (cf. CSJN, in re "R., M.
M. y W. de R., I.", sent. de 4 IX 1984, Fallos 306:1230, LL 1984 D 529).
iv] En el sub lite conforme a las normas sobre jurisdicción internacional vigentes al momento
en que la acción de divorcio vincular fue promovida en el extranjero, habría que concluir que
el tribunal alemán decretó el divorcio de los cónyuges Beherens Hoffman careciendo de
jurisdicción al efecto, pues el último domicilio conyugal se localizaba en la Argentina. Y
aunque tales normas ya no regían al tiempo de solicitarse el reconocimiento de la decisión
foránea, igualmente los puntos de conexión contemplados en el art. 227 del Código Civil t.o.
ley 23.515 (último domicilio conyugal efectivo o, a opción del cónyuge que demanda, el
domicilio del demandado) pregonan la jurisdicción argentina.
Con todo, esa sola circunstancia, no era suficiente en la especie a fin de rechazar la sentencia
extranjera dictada en fraude a la jurisdicción del país. Dados los ribetes singulares del
presente caso, otra debió ser la solución.
v] Recuerdo que el criterio que afirma que el análisis de la jurisdicción foránea ha de
efectuarse en orden a las reglas del derecho internacional privado del país en donde se
reclama el reconocimiento del pronunciamiento extranjero, ha sido atemperado. La
morigeración obedece a que de aplicarlo se desconocería una sentencia extranjera dictada al
amparo de una conexión jurisdiccional razonable. De allí que en ciertos casos se haya
admitido la posibilidad de asumir la jurisdicción en un asunto determinado no obstante la
existencia de normas que no habilitaban el conocimiento de los tribunales del país, cuando
el seguimiento de éstas últimas podía ocasionar una denegatoria de justicia internacional
(CSJN, in re "Vlasov", Fallos 246:87). También se ha postulado la declinación de la propia
jurisdicción a favor de un tribunal extranjero cuando la asumida por este último resulta más
conveniente y cuenta con un contacto razonable (forum non conveniens) (v. Dreyzin de Klor,
Adriana Saracho Cornet, Teresita, Trámites judiciales internacionales, Bs. As., 2005, págs.
86/88 y 190/192).
vi] Analizada la cuestión desde la perspectiva adoptada por el sentenciante, el
desconocimiento de efectos extraterritoriales del segundo enlace sólo habrá de operar en
tanto se juzgue que el obrar con falta de jurisdicción atribuible al tribunal alemán que
concedió el divorcio vincular del primer matrimonio ha contrariado el orden público.
No se me escapa la necesidad de verificar que el órgano judicial extranjero no invada la
jurisdicción argentina, cuya defensa podrá llevar a desconocer eficacia a una sentencia
dictada en el extranjero en tanto se estime con ello se viola nuestro orden público
internacional procesal (v. Goldschmidt, ob. cit., p. 496). Antes bien, es dicho contexto en el
cual debe interpretarse la cita del profesor Goldschmidt a la que recurre la Cámara en su
fallo. La afirmación del citado autor que entiende que el fraude a la jurisdicción afecta el
orden público tiene cabida cuando se está ante un caso de jurisdicción exclusiva del Estado
argentino, como por ejemplo, la que establecía el derogado art. 104 de la Ley de Matrimonio
Civil 2393 (v. Golschmidt, Werner, Divorcio vincular extranjero o matrimonio argentino
durante la vigencia del divorcio vincular en la República, "El Derecho", 97 829, nota 14).
vii] Lo expuesto se condice con lo expresado por el mismo autor al postular lo que
denominara la fractura de la jurisdicción directa e indirecta. En tal sentido, ha sostenido que
la jurisdicción directa esto, es, la que determina el juez ante el que corresponde deducir una
acción reparte las competencias entre los diversos países, en tanto la jurisdicción indirecta la
necesaria para reconocer una sentencia extranjera tiende a proteger la propia jurisdicción
contra invasiones procedentes de jueces extranjeros (v. Goldschmidt, Werner, Derecho
Internacional Privado, Bs. As., 1985, p. 459). Ahora bien, en opinión del citado autor, para
que haya tal invasión es preciso que a más de desconocer la jurisdicción se viole el orden
público internacional procesal, no bastando al efecto que nuestra jurisdicción haya sido
única, sino que debe haber sido exclusiva (Golschmidth, ob. cit., p. 496). De ello se sigue que
el repudio a la sentencia extranjera ha de tener cabida en tanto con ella procure alterarse
una jurisdicción exclusiva de la Argentina. Por ello si hubiese jurisdicción concurrente cabría
reconocer efectos a la sentencia dictada por un país que, conforme nuestro derecho
internacional público interno, carece de jurisdicción (v. Goldschmidt, ob. cit., p. 485).
viii] Como se ha visto, el actual art. 227 del Código Civil no reivindica en modo exclusivo la
jurisdicción de los tribunales argentinos, vedando toda otra actuación judicial foránea. El
hecho de que en el presente caso ambos puntos de conexión remitan a los tribunales
argentinos tampoco le otorga tal carácter a la jurisdicción nacional. Ello así, por cuanto entre
la jurisdicción concurrente y la exclusiva no se da sólo una diferencia cuantitativa o,
expresado en otros términos, la jurisdicción concurrente no es sencillamente una
jurisdicción exclusiva compartida entre varios países, ni la suma de jurisdicciones
concurrentes constituye una jurisdicción exclusiva. Esta última, sólo existe si la Argentina es
el único país con jurisdicción internacional, siendo que tal exclusividad no se resuelve en el
caso concreto sino genéricamente. Por ende, aun cuando los puntos de conexión
contemplados en una norma atributiva v.gr., el art. 227 del Código Civil nos remitan a un
único país, ello no predica como colofón inexorable la existencia de una jurisdicción
exclusiva y excluyente. Se tratará de una jurisdicción única, pero no exclusiva en el sentido
de repeler cualquier otra bajo cualquier circunstancia (v. Goldschmidt, ob. cit., p. 470).
e. La posibilidad de conferir virtualidad jurídica a una sentencia emanada de un tribunal
incompetente según el derecho internacional privado argentino, exige como pauta básica
que no se haya ejercido una jurisdicción exorbitante, arbitraria, abusiva, artificial o
fraudulenta, debiendo el foro extranjero relacionarse con el caso por un contacto razonable.
i] En el presente litigio, el tribunal de Berlín, que decretó el divorcio vincular del matrimonio
argentino, asumió potestades en orden a las propias normas que lo habilitaban en razón de
la nacionalidad alemana de ambos cónyuges que vivían en el extranjero (parágrafo 606,
párrafo 3 del Código Procesal Civil), juzgando asimismo aplicable el derecho alemán por
cuanto el actor era, al momento de interponer la demanda, ciudadano alemán (art. 17,
párrafo 1 de la ley de introducción al Código Civil) (v. traducción de la sentencia obrante a fs.
33/34).
ii] Podrá sostenerse que tal conexión no se exhibe del todo certera a la luz de los criterios de
la norma nacional de jurisdicción en materia de divorcio, y convenirse que la elección de la
justicia alemana tuvo en miras las restricciones que surgían del derecho material por aquel
entonces vigente en la Argentina. Con todo, difícilmente haya espacio para considerar
irrazonable la asignación de eficacia jurídica actual a los trámites cumplidos ante los
tribunales del país europeo.
Las reglas atributivas de jurisdicción contenidas en el art. 227 del Código Civil tienden a
garantizar el acceso a la justicia y derecho de defensa de las partes, cuya conculcación no ha
sido siquiera invocada por la primera cónyuge del causante. En este sentido, advierto que la
señora Hoffman fue citada por el Tribunal de Berlín ante el cual se entabló la demanda de
divorcio vincular, posterior al divorcio no vincular decretado en la Argentina en el año 1969,
sin formular oposición alguna. Con posterioridad a dictarse la sentencia por el tribunal
extranjero y ser notificada de ello, la nombrada tampoco opuso reparo a la situación creada.
iii] En otros términos, la persona en cuyo beneficio se asignó la jurisdicción internacional de
los tribunales argentinos no objetó el trámite de divorcio vincular dispuesto en Alemania en
el año 1971, pese a haber sido anoticiada de su tramitación y resultado. Incluso en el marco
del presente sucesorio pudo haber intentado discutir su vocación hereditaria por aplicación
de lo normado por los arts. 214 inc. 2º y 3574 del Código Civil.
f. Bajo tan singulares circunstancias pierde sustento el desconocimiento de eficacia
extraterritorial del segundo matrimonio del causante celebrado en Alemania, sobre la única
base de que, conforme a nuestras reglas de derecho internacional privado interno, el juez
alemán que selló el divorcio del matrimonio Behrens Hoffman sobre el que se asentó el
ulterior enlace con la señora Ehlert, carecía de jurisdicción.
Es también en función de dichas circunstancias que no observo razones de peso que impidan
extender analógicamente la solución adoptada en aquellos supuestos en que se juzgó
aplicable el Tratado de Montevideo [tanto cuando medió una posterior conversión del
primigenio fallo conforme al art. 67 bis de la ley 2393 en divorcio vincular (conf. CSJN, in re
"Solá", fallo ya citado) o, incluso, cuando tan sólo existió un divorcio no dirimente según la
derogada ley de matrimonio (conf. CSJN, in re "Zapata" cit.), como así también en aquellos
casos en que si bien el divorcio vincular de un matrimonio argentino fue decidido por un juez
extranjero competente en razón del cambio de domicilio conyugal registrado antes de la
fecha de promoción de la demanda, hubo un fraude a la legislación por entonces vigente
(conf. CNCiv., sala G, 21 III 1989, in re "M., A. A. E. y G., S.", ED 137 403)].
A mayor abundamiento importa recordar lo sostenido por la doctora Argibay en su voto en
la causa "Zapata", cuando tuvo presente no sólo la evolución legislativa operada en nuestro
país sino la conformación de numerosas familias a partir de casamientos en el extranjero
durante el lapso previo a la sanción de la ley 23.515.
Desde esa perspectiva no parece razonable afirmar que interese en la actualidad a nuestro
ordenamiento jurídico desconocerle validez a sentencias extranjeras como las que aquí son
motivo de debate, máxime si se repara en que la ley 23.515 admitió la disolución del vínculo
no sólo para el futuro sino también para las sentencias de separación pasadas en autoridad
de cosa juzgada, al permitir su transformación en sentencias de divorcio.
g. Por todo lo cual, y las razones concordantes expuestas por mis colegas preopinantes, voto
por la afirmativa.
Con lo que terminó el acuerdo, dictándose la siguiente sentencia: Por lo expuesto en el
acuerdo que antecede, oído el señor Subprocurador General, corresponde hacer lugar al
recurso deducido, revocando la sentencia de grado y reconociendo a Waltraud Therese
Emma Ehlert legitimación para iniciar la sucesión del causante, con costas a la vencida (arts.
68 y 289, C.P.C.C.). El depósito previo efectuado se restituirá al interesado (art. 293, Cód.
cit.). Notifíquese y devuélvase.
CONSIGNAS.
Lea atentamente el caso transcripto e indique los hechos jurídicamente relevantes del
mismo. Analice los ámbitos de aplicación material, espacial y temporal y determine la
fuente aplicable. Responda las siguientes preguntas y justifique su respuesta.