Los Hijos Son El Don Del Matrimonio
Los Hijos Son El Don Del Matrimonio
Los Hijos Son El Don Del Matrimonio
MATRIMONIO
Salmos 127:3-5
Introducción:
Algunas ideologías que adoctrinan con violencia y deconstruyen
los valores de las nuevas generaciones, son falacias filosóficas,
más que aportes científicos y humanistas. Llevan implícitas
políticas de control económico, demográfico y, provienen del
mismo infierno.
Una de ellas es la afirmación de que “debemos disfrutar la vida y
dejar el matrimonio para después”. Esta es una orden mediática
que promueve las relaciones sexuales carentes de compromiso,
vacías de afecto y exaltan el deseo por encima del deber. Es una
falacia hedonista, propio de una cultura que propone el
sentimiento como valor supremo; “hacer solo lo que provoque
placer” es la consigna. La virginidad es un concepto ridículo y
obsoleto, de sociedades poco evolucionadas.
Otra de estas falacias, es suponer que los hijos son un problema.
Los hijos destruyen la belleza física de su madre. Por lo tanto, bajo
el lema “mi cuerpo, mi decisión” se promueven políticas
abortivas, que previamente se han promocionado en los medios
como deseables, buenas e inteligentes. Para qué traer un hijo al
mundo, si no se desea o no se tienen las condiciones de crianza.
Solo por mencionar una falacia más; los hijos se deberían tener
cuando ya se ha gozado la vida, entonces las vidas necesitan
una especie de objeto para mi apariencia de buena persona.
Cuando la mujer o el hombre, han llegado a un nivel en su edad
en la que se sienten vacíos, buscan un embarazo que les dé un
cierto placer justificador de sus malas decisiones. Un hijo que les
haga sentir que pueden ser buenas personas. El único resultado
son hijos malcriados, traídos al mundo por capricho; más que por
propósito de vida.
En este mensaje afirmare la siguiente verdad: LA BENDICIÓN DEL
MATRIMONIO SON LOS HIJOS. En los mensajes anteriores
afirmamos las virtudes de un matrimonio bajo la bendición de
Dios; exaltamos el matrimonio como la relación que hace posible
la realización personal y el vínculo que eleva el potencial de
cada uno. Por esa razón indicamos que el matrimonio debería
considerarse como indivisible; procurando que en las diferentes
etapas prevalezca el amor y el compromiso mutuo. Veamos a
continuación tres verdades sobre los hijos.
1. Los hijos son un premio de Dios para el matrimonio fiel.
“He aquí, herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto
del vientre” (v. 3).
Esta es la enseñanza cristiana; nuestros hijos son un don, un regalo
una herencia de Dios para los padres que honran el matrimonio.
Los hijos no son producto de fallos en el control natal, no son
casualidades, no surgen de la desviación moral.
En este paralelismo complementario, analicemos las dos
oraciones:
• “Herencia de Jehová son los hijos”. Aquellos matrimonios que
caminan en la voluntad de Dios, serán premiados; recibirán el
don del Señor. La Biblia nos recuerda que: “Toda buena
dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto, del Padre
de las luces, en el cual no hay mudanza, ni sombra de
variación” (Santiago 1:17). Dios premia a los que le son fiel. A
un matrimonio ordenado, Dios hereda hijos.
Una herencia debe recibirse, apreciarse y cuidarse con gozo.
No se malogra, sino que se dignifica. Los hijos son dignificados
cuando valoramos su identidad y formamos su autoestima de
modo saludable.
• “Cosa de estima el fruto del vientre”. La Biblia describe cómo
el Señor nos diseñó, en Su Libro de la vida estaba registrado
cada detalle de modo particular, el salmista dijo: “Dios mío, tú
fuiste quien me formó en el vientre de mi madre. Tú fuiste quien
formó cada parte de mi cuerpo. Soy una creación
maravillosa, y por eso te doy gracias. Todo lo que haces es
maravilloso, ¡de eso estoy bien seguro! Tú viste cuando mi
cuerpo fue cobrando forma en las profundidades de la tierra;
¡aún no había vivido un solo día, cuando tú ya habías
decidido cuánto tiempo viviría! ¡Lo habías anotado en tu
libro!” (Salmos 139:13-16).
Precioso salmo que explica con detalle, cómo nuestro ADN (o
el libro de la vida) fue diseñado por Dios, de tal modo que hizo
a nuestros hijos personas únicas, con características
fenotípicas y genotípicas dadas por papá y mamá, pero a la
vez distinto a su personalidad.
En aquel emocionante video titulado: LA ODISEA DE LA VIDA,
se ilustra maravillosamente, las etapas del niño en el vientre de
su madre. La ciencia puede describir qué sucede, más no
cómo sucede; así como el sabio dijo: “Nadie sabe qué rumbo
toma el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la
madre, ni cómo hizo Dios todas las cosas” (Ecle. 11:5).
Dios bendice a los padres con una herencia generacional. A un
matrimonio fiel, Dios les concede hijos con propósito (algunas
excepciones de infertilidad tienen un propósito particular). A
Jeremías, Dios le dijo: “Antes que te formases en el vientre te
conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las
naciones” (Jer. 1:5). La bendición del matrimonio son los hijos.
2. Los hijos criados en rectitud serán exitosos.
“Como saetas en mano del valiente, así son los hijos habidos en
la juventud” (v. 4).
Imagine esta interesante figura que ilustra el proceso de crianza.
Un guerrero valiente, elaborando sus flechas. Tiene la materia
prima, quizá una rama de alguna planta fibrosa dura; no es
perfecta al principio. Con paciencia la pule, la endereza y
endurece a través de diferentes procesos, hasta que tenga una
flecha ideal. Le coloca una punta fuerte y plumas suaves
escogidas para mantener su dirección.
Observemos con cuidado este paralelismo en el salmo.
• “Como saetas en manos del valiente”. Cada flecha es
elaborada a partir de piezas rústicas. El guerrero valiente, tiene
un plan, sabe cómo perfeccionarla. Esto se parece mucho al
proceso de crianza. La crianza tiene que ver con esos vínculos
que se forman para ir facilitando la formación de los hijos. No
conviene a un hijo crecer sin disciplina.
La disciplina puesta en acción es lo que conocemos como
discipulado. La disciplina es corrección; corregir es un término
compuesto “co” acompañar y “regir” reinar o gobernar. Es
ayudar a los hijos a desarrollar su personalidad, su organismo y
su ética de vida.
Criar a los hijos implica disciplinar; y, disciplinar es amar. La
Biblia dice, al respecto de la disciplina: “Es verdad que
ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino
de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia a los que
en ella han sido ejercitados” (Heb. 12:11). Aunque la disciplina
o corrección es dolorosa, es expresión de amor (Dios a quien
ama, disciplina).
La Biblia nos exhorta diciendo: El que respeta una orden se
respeta a sí mismo; el que deja de cumplirla dicta su sentencia
de muerte… Corrige a tu hijo antes de que sea muy tarde; no
te hagas culpable de su muerte” (Prov. 19:16,18). En la película
EL GLADIADOR, el emperador Marco Aurelio le dice con
tristeza a su hijo Cómodo: “Tus defectos como hijo, son mis
fracasos como padre”. Formar a un hijo para la vida, requiere
tiempo de calidad e intencionalidad.
• “Así son los hijos habidos en la juventud”. Los hijos son como
flechas que el guerrero valiente lanzará. Una flecha se lanza
para arriba y hacia adelante. Los hijos vienen en condiciones
de inocencia e indefensos. Los padres invierten los mejores
años de su vida para formar a la siguiente generación. De seis
a un año, para que aprendan a digerir alimentos sólidos. Uno
o dos años para que caminen. Quizá dos años para que
controlen esfínteres. Tal vez dos o tres años, para que
empiecen a gesticular el lenguaje y puedan empezar a
comunicarse. Casi 18 años protegiéndolos, instruyéndoles y
corrigiéndoles. Para que puedan estar listos para ser lanzados
a la vida y peguen en el blanco.
Los hijos son criados para ser lanzados, no para quedarse por
siempre en casa. Ciertamente, las nuevas generaciones sufren
de condiciones laborales muy difíciles, lo cual provoca que se
prolongue el abandono del nido paternal. Pero, está claro
que tarde o temprano serán lanzados y no pueden fallar.
Los padres son los responsables directos de lanzarlos hacia
arriba, no oprimirlos para evitar su vuelo. Los deben lanzar
hacia adelante, ellos deben ser mejores que sus padres y
alcanzar mejores condiciones de vida en general.
Criar hijos, no es propio de abuelos o gente vieja. Los hijos
deben ser criados con la fuerza de la juventud. Después de los
cuarenta, será una época difícil y aburrida para criar hijos.
Pero tener hijos en la etapa joven dará muchas ventajas; se
tendrá la fuerza, la creatividad y la capacidad de producir
para criarlos. Los padres jóvenes, podrán pasar mucho tiempo
de calidad con ellos y compartirán experiencias significativas
que marcarán la vida.
En verdad, la bendición del matrimonio son los hijos. Los hijos son
una herencia dada por Dios, los cuales deben ser criados con
amor. La mejor etapa para recibir esta bendición es en la
juventud (las excepciones tienen propósito especial).
3. Los hijos amados protegerán a sus padres.
“Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos; no será
avergonzado cuando hablare con los enemigos en la puerta” (v.
5).
Pablo recomendaba a los padres criar a sus hijos de buen modo:
“… padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en
disciplina y amonestación del Señor” (Ef. 6:4). “Padres, no
exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten” (Col.
3:21). Asumiendo los padres su responsabilidad de crianza, en la
fuerza de su juventud, los hijos les honrarán. La honra de los hijos
hacia sus padres, les dará recompensas a ellos de larga vida. Los
hijos que honran a sus padres, son de bendición. El matrimonio se
fortalece y se siente satisfecho con los éxitos de sus hijos.
Analicemos el paralelismo en este versículo:
• “Bienaventurado el hombre que llenó su aljaba de ellos”. Ya
analizamos el proceso de crianza, no es solo de soplar y hacer
botellas. Los hijos requieren dedicación e inversión. Un
guerrero valiente no invierte tanto en la cantidad, sino en la
calidad. Las flechas con que llena su aljaba, no son varas
torcidas, ramas frágiles y poco trabajadas. Si el guerrero
comete el error de llevar flechas inútiles a la batalla, será su
fracaso. “Ningún éxito en la vida justifica el fracaso en el
hogar”. El texto no dice que se deban tener muchísimos hijos,
sino que el guerrero valiente llena su aljaba de saetas bien
elaboradas. La bienaventuranza no es por la cantidad sino por
la calidad. Como dice el proverbio: “El hijo sabio alegra al
padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre” (Prov. 10:1,
“Qué dicha es tener un hijo sabio, que triste es tener un hijo
tonto”).
La Biblia narra historias sobre padres buenos que tuvieron hijos
malos: Adán, Noé, Abraham, Elí, David y otros. Por eso,
afirmamos la idea que los hijos no se reciben según “como
Dios nos dé”, sino según nuestra capacidad de crianza.
• “No será avergonzado cuando hablare con los enemigos en
la puerta”. Cuando un hijo vive el esfuerzo de sus padres y la
responsabilidad al criarlo, lo entenderá cuando madure.
Sabrá que cada “NO” era una expresión de amor; cada
orden era para su protección responsable.
Una hija amada y criada en justicia, será una mujer sin vacíos
afectivos. Estará acostumbrada a los buenos tratos, a la
dignidad y el respeto; no aceptará otro tipo de tratos, más
que los recibidos en casa. Asimismo, un hijo criado en amor y
disciplina, tendrá dominio personal y vivirá por el deber, más
que por el deseo. Estos hijos son los que aportarán a la
sociedad, ayudando a su transformación.
El texto señala un beneficio importante para los padres. Los
hijos amados, serán una protección para sus padres. Todo
padre agradece la generosidad de sus hijos, el cuidado que
ellos le presten en momentos difíciles. No buscamos que los
hijos nos devuelvan lo que invertimos en ellos; pero si
agradeceremos que ellos tengan cuidado de nosotros,
cuando vengan días malos.
Animémonos a criar hombres de verdad (Prov. 20:6) y mujeres
virtuosas (Prov. 31:10). No criemos hijos cobardes y perezosos que
ni estudian, ni trabajan y ni quieren hacerlo. No importa cuál sea
la moda actual; nuestros hijos son nuestra bendición.
Conclusión:
El Salmo 127 señala cómo Dios prospera a los que confían en él.
Un matrimonio fiel será bendecido por Dios, con hijos de calidad.
Los hijos no son para tenerlos fuera del matrimonio (con algunas
excepciones, los hijos fuera del matrimonio tendrán calidad de
vida, por lo general serán víctimas de sus complejos y miedos).
Este mensaje nos da tres enseñanzas: los hijos son un premio de
Dios para el matrimonio fiel; los hijos criados en rectitud serán
exitosos; y, los hijos amados protegerán a sus padres. Anímese,
contra viento y marea, a criar hijos de calidad. Dios le ayude.