Severo Sarduy - Poesía

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Poesía cubana: Severo

Sarduy

Presentamos una muestra de Severo Sarduy (1937-1993). Nació en Camagüey, Cuba. Fue poeta,
narrador, periodista, crítico de literatura y arte, comúnmente ligado al neobarroco. Entre sus obras 1
se encuentran las novelas De dónde son los cantantes (1967), Cobra (1972), los libros de
poemas Flamenco (1970), Daiquiri (1980), Lusidez (1988), entre otros.

Corona de las frutas

Anón

¿Quién no ha probado un anón

a la sombra de un ateje?

Dana teje y desteje

el tiempo de oro y ron.

Empalagoso y dulzón

para el gusto no avezado;

ni verde ni apolimado
al paladar lo disfruta.

Fruta no: pulpa de fruta.

Goce: más goce al cuadrado.

Mango

Se formó el arroz con mango

rey de la gastronomía;

si hilachas de oro, armonía

tenebrosa y cruel: de tango.

Manjar del más alto rango,

heráldica de lo poco. 2

Aguardiente, agua de coco:

las bebidas que reclama.

¡Qué cenit –diría Lezama–,

qué corona del barroco!

Caimito

Por la hoja del caimito

van dos colores trepando:

blanco y verde. No sé cuándo


ni dónde nació ese mito.

Salta el sinsonte contrito

y se reposa en la aldaba

de ese cenit, donde alaba

un azul más que celeste.

Y declama en sol: ¡Con éste

se acabó lo que se daba!

Guanábana

La guanábana ameniza

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cualquier merienda casera:

se coge la pulpa entera

y en hielo se pulveriza;

con un terrón se eterniza

esa nevada corola

que decanta por sí sola

tan copioso frenesí.

Blanco sobre blanco. Sí:

alquimia de la champola.
Mamey

Recuerdo el salón sombrío

y la estricta compotera,

la reja, la enredadera

y las mañanas de frío;

más que el silencio el hastío

del aciago Camagüey,

siempre añorando a su grey

como un río su afluente.

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Y recuerdo aún más la fuente

donde tronaba el mamey.

Pido la canonización de Virgilio Piñera

Poco interés presentan estas cosas

para un Concilio, que otras más urgentes

-la talla de los ángeles, las fuentes

del Edén-, y sin duda, más valiosas

apremian sin cesar. Insisto empero


para que tenga sitio en los altares

este mártir de arenas insulares.

Por textual, su milagro verdadero

dio presa fácil a los cabecillas

y a los sarcasmos que, de tanto en tanto,

interrumpen las furias amarillas,

las madres del exilio y del espanto.

Es por eso que a Roma, y de rodillas,

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iré a exigir que lo proclamen santo.

Poema uno

Escritos en el suelo han quedado los signos de la muerte.

Y en los mosaicos de piedra roja

el estampido de los rostros de oro.

La humedad ha cubierto los frescos.

En la escalera
las manchas de los pies rajados.

El polvo ennegrece el resto.

La ventana está abierta.

La ciudad saqueada.

Sexteto habanero

¿Los dioses
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se fueron, se quedaron,

murieron con Beny Moré

ellos que con él alucinaban,

o habitan aún las orquestas habaneras,

las trompetas como dos lluvias de flechas,

los cascabeles roncos,

y las tardes de músicos y monos?

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