NIetzsche

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CRITICA A LA CULTURA OCCIDENTAL (la parte de su filosofía que dice “no”

1- La invención de la “Trascendencia”

La crítica nietzscheana a la tradición filosófica es demoledora, parte de que la cultura


occidental está viciada desde su origen, fundamentalmente desde Sócrates. En su obra “El
nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música” (1872), Nietzsche analiza la cultura
griega, en cuyo seno aparecen los grandes conceptos filosóficos, desde las categorías de lo
apolíneo y lo dionisiaco: la vida en grecia se desarrolla entre dos polos que representan dos
modos vitales opuestos:

-Dionisio: dios del caos, la diversidad, el desorden irracional, la oscuridad, la embriaguez, el


devenir...
-Apolo: Dios del orden estático, la razón, la armonía, la luminosidad...

Estos dos elementos configuran y dan riqueza a la vida, están reconocidos en la primitiva
cultura griega y en su máxima forma de expresión artística, la tragedia.

Sócrates aniquila el aspecto dionisiaco de la vida, interpreta el mundo desde el orden: inventa
el “concepto” que recoge los elementos comunes presentes en la diversidad de lo real,
anulando la riqueza de la vida, de la que Sócrates solo atienden una dimensión; aquella que
puede ser tratada racionalmente, el concepto general y abstracto, frente al cual, la realidad
inmediata, material, sensible y concreta pierde valor. Con ello está consolidando una imagen
del mundo, presente ya en Parménides en la que hay una prioridad de la razón sobre la
sensibilidad, del ser parmenídeo (realidad estática e inmutable ) sobre el devenir, y de la
esencia sobre la apariencia. A partir de Sócrates, la filosofía se convierte en dogma, considera
la realidad existente como algo fijo, estático en inmutable, se anula así su dimensión
dionisiaca, sin la cual la vida misma desaparece. De ahí que Nietzsche salve a Heráclito de su
crítica a la tradición filosófica, pues fue el único capaz de reconocer el carácter cambiante y a
la vez ordenado de la realidad, y el valor de los sentidos para mostrarnos el devenir, el
fenómeno, la apariencia.
¿Por qué ha triunfado esta filosofía decadente?, Nietzsche piensa que los filósofos sienten
“horror hacia la vida”, hacia fenómenos vitales como la vejez, la muerte, el cambio, la
procreación... desde este horror se niega la vida convirtiéndola en fuente de mal. El sentido
último de esta interpretación se explica a tenor de las siguientes reflexiones nietzscheanas:

 Los filósofos toman el trabajo de la Razón, desde Platón a Kant, como la única verdad,
por la necesidad de encontrar seguridad y reposo en un mundo siempre cambiante,
carecen del valor necesario para asumir el carácter irracional y dinámico de la vida.
Negando el cambio niegan la propia vida.
 El mundo llamado “verdadero” de los filósofos (mundo del “ser”), es falso, es una
ilusión de los filósofos: la ilusión de que solo existe lo estable. La identificación
Ser=real-verdadero, devenir=irreal-mentira, tiene un cariz valorativo-moral.
 Por oposición a este mundo verdadero-real, nuestro mundo es devaluado, la invención
de la trascendencia, es una “venganza” de los filósofos, motivada por el
“resentimiento”, por su incapacidad para aceptar la vida tal como es.

2- Crítica al cristianismo y a la moral tradicional

La religión cristiana, piensa Nietzsche, no es más que “platonismo para el pueblo”,


consuma la desvalorización de la vida iniciada por Sócrates y Platón, interpretando el
“mundo trascendente” como “mundo divino”, frente al cual nuestro mundo, el único
real y verdadero, se convierte en una pesada carga, un mero requisito para alcanzar el
“mundo del Bien”. En la religión cristiana triunfan los valores de la trascendencia, se
trata de una moral nihilista, que repudia a la vida y sus valores, considerándola un
“pecado”.

En su obra clave: la “Genealogía de la moral”, explica Nietzsche cómo la moral


cristiana justifica el poder del sacerdote sobre el pueblo. En realidad la desobediencia a
Dios no es más que la desobediencia al sacerdote que convierte en pecaminoso todo
aquello que potencia la vida y sus valores, desde el cristianismo se considera al ser
humano “libre”, y por lo tanto “responsable”, es decir, responde, ante Dios, de sus
actos. El hombre libre es radicalmente “pecador” y “culpable”. Por eso debe someterse
a la moral de la trascendencia, debe ser “dócil” , convertirse en un ser enfermo y
decadente, porque, como afirma Nietzsche en “El crepúsculo de los Idolos”: “la vida
acaba donde comienza el reino de Dios”.
3- El carácter valorativo de la “verdad”, el engaño del lenguaje

El fundamento de esta moral decadente es el desdoblamiento del mundo entre mundo


“verdadero” y mundo “aparente” y haber hecho depender a éste de aquel, cuando sólo existe el
mundo que los filósofos y moralistas definen como aparente. Para la filosofía tradicional la
realidad es estática, fija e inmutable, y solamente podemos aprehenderla a través de una
construcción fija, estática, absoluta y universal: el concepto. Nietzsche critica la utilización del
concepto, mostrando el origen de su formación, se pasa de la sensación a la imagen y de la
imagen al concepto, a través de la fijación de una metáfora por la costumbre. El prolongado
uso de los conceptos a lo largo del tiempo hace que olvidemos su carácter metafórico y que
pensemos en su realidad como algo independiente de las cosas, es más, pensamos que ellos son
la realidad (Platón). Estos conceptos se articulan junto a otros en el lenguaje, el lenguaje limita
nuestro conocimiento de la realidad, circunscribiéndola dentro de aquello que puede ser
“etiquetado” por los conceptos, es decir, racionalizado. En el “Crepúsculo de los ídolos”
Nietzsche afirma que el error tiene como abogado permanente el lenguaje, ya que duda de que
el concepto pueda servir para aprehender la realidad, que es devenir y cambio. El lenguaje
“momifica” la vida…

Solo cabe un acercamiento a la realidad, el comportamiento estético, el espíritu creativo y el


arte. Es la metáfora y no el concepto lo que nos muestra a la vida, la metáfora sugiere y no
encorseta la realidad, no nos obliga a renunciar a las diferencias, la pluralidad y la diversidad.

Otro obstáculo que la filosofía tradicional opone a la vida procede de la idea de “lo
verdadero” y la “verdad” misma. En su breve ensayo “Sobre verdad y mentira en sentido
extramoral” Nietzsche pone de relieve el carácter valorativo-moral del concepto de “verdad”.
Desde una moral que niega la vida, el devenir y el cambio, la Verdad, con mayúsculas es el
resultado del trabajo de la Razón, el concepto estático e inmutable, siendo el cambio y la
diferencia algo “falso” pero también “malo”. Las categorías de verdad y falsedad son, pues,
valorativas,
4- La ciencia
En su obra “La Gaya ciencia”, Nietzsche arremete contra la concepción mecanicista del
mundo que preside la ciencia moderna. Querer reducir la vida a cantidad es un error y una
locura. El número, al igual que el concepto elimina la pluralidad, la diversidad y el devenir.

Por otro lado la ciencia que investiga lo físico, nada nos puede decir sobre la pasión, el
placer y el dolor que acompañan al ser humano, tampoco puede aportar algo que se parezca a
una ley moral. Si bien la Ciencia asestó un golpe mortal a la Religión durante el Renacimiento,
ahora se ha convertido en una fiel aliada del Estado Moderno, frente al hombre. No aporta
nada nuevo ya que es incapaz de encontrar una alternativa al vacío dejado por los valores
cristianos.

5- CONCLUSIÓN

En resumen, la cultura occidental niega la vida y sus valores, por ello “inventa” un mundo
real-trascendente: la “vida verdadera”

1- el filósofo: mundo racional, verdadero, perfecto, “mundo del


Ser”
2- el sacerdote: mundo “divino”, santo, de bondad..
3- el moralista: mundo “libre”, justo, de “altos ideales”

4- el científico: mundo “objetivo”, preciso, exacto, verdadero...


Esto convierte al ser humano en:

1- para la filosofía: imperfecto, falso (sensibilidad) no hay verdad en sus vivencias más vitales

2- para la religión: pecador, impuro, ha de buscar el sentido de esta vida en una vida
superior, trascendente
3- para la moral: esclavo de las pasiones, culpable, ha de buscar el sentido de la vida en su
entrega a ideales altruistas
4- para el científico: un mero fenómeno físico, igual a cualquier
otro. Este es el siervo, el hombre decadente.

Lo que debe ser explicado es por qué el ser humano rechaza su vida, ¿por qué siente la
necesidad de ser de otro modo, de vivir otra vida, de habitar otro mundo? Nietzsche cree que
una cultura sana tiene sobradas razones para vivir y captar el valor de la vida como algo que
tiene sentido en sí mismo. La necesidad de buscar un sentido a la vida en un más allá
trascendente es interpretado como signo de que hay algo enfermizo en la conciencia, es
síntoma de decadencia cuando se produce en una cultura o en una sociedad.
NIHILISMO, VOLUNTAD DE PODER: EL SUPERHOMBRE (La parte de su
filosofía que dice “si”

1- LA VOLUNTAD DE PODER

Nietzsche, como Heráclito, reconoce el carácter cambiante de lo real, la lucha


entre fuerzas opuestas es la esencia misma de la vida, así la realidad es un
proceso cambiante, contradictorio y en un continuo devenir. La filosofía de
Nietzsche se opone a la tradición filosófica occidental, para la que el devenir es
falso, aparente e irracional. Nietzsche se considera a sí mismo irracionalista, no
porque niegue la razón, sino porque rechaza la metafísica racionalista del
platonismo, que desprecia el mundo sensorial.
El mundo es múltiple, y sus múltiples manifestaciones debe ser abordadas
desde perspectivas múltiples (no desde la única-absoluta perspectiva de la
razón), para poder apreciar su variedad y su riqueza. Pero como toda
interpretación del mundo supone una valoración de la vida: una moral, la
aceptación de la variedad y riqueza del mundo exige al ser humano la capacidad
de crear y recrear nuevos y diversos sistemas de valores.

Esta valoración de la vida puede expresarse de dos modos:

a) valoración que promueve la vida, respondiendo a la fuerza vital


desplegada en el mundo: valoración creativa o activa
b) valoración que aniquila la vida, la desdeña despreciando la esencia
dinámica y múltiple del mundo: valoración reactiva o decadente
Nietzsche afirma que el mundo, el hombre y la vida son “voluntad de poder”,
concepto filosófico del que, pese a su importancia, nunca encontramos una
definición expresa, pero puede ser interpretado como, una realidad viva y en
continua transformación, la voluntad de poder sería el impulso vital que lleva al
enfrentamiento entre unas fuerzas y otras, y a la lucha por el dominio, por el
poder. El poder es el imperativo interno de la voluntad, el “ser más” que anima
el deseo de vivir, por eso la voluntad de poder es siempre necesidad de
autosuperación, de afirmación vital, presente en todas las manifestaciones de la
vida, ya sea en forma de instintos, en el plano biológico, o en forma de deseos e
ideales, en el plano espiritual.
La voluntad de poder se expresa en dos fuerzas de signo contrario:

a) fuerza activa: creadora, que reconoce el carácter caótico e irracional


de lo real, que inventa valores, que promueve la vida tal como ella es,
y da origen a un determinado modo de vida : la vida ascendente
b) fuerza reactiva: pasiva, interpreta la vida desde valores que la
destruye, origina un tipo de vida decadente, negadora de sí misma.
Ambas fuerzas son manifestaciones de la voluntad de poder que definen la
situación vital del ser humano, en él pueden darse, bien un triunfo de las fuerzas
activas, o bien de las reactivas. El hombre poderoso es aquel en el que triunfan
las primeras, es la voluntad de poder que reconoce el caos inherente a la vida y
se sabe fuerte para aceptarla tal como es, es el niño inocente y libre que crea
valores desde los que reconoce y afirma la vida. Por el contrario, si triunfan las
fuerzas reactivas, se escoge la huida de la vida, el sometimiento a la
trascendencia, la voluntad de poder será negativa y débil.

2- EL NIHILISMO Y SUS FORMAS

Nietzsche llama “nihilismo”, a la situación del hombre y de la cultura


occidental. Nihilismo es el diagnóstico de una situación anímica y moral
originada por el triunfo de las fuerzas reactivas, y, en consecuencia, por la
decadencia de la cultura y de la vida. El nihilismo ( de “nihil”, nada) consiste en
la pérdida del sentido de la vida, la ausencia de valores y su consecuencia, el
vacío, la nada... Nietzsche distingue varios tipos de nihilismo:

-nihilismo activo: el que surge tras la “muerte de Dios”, significa una destrucción
de los “valores supremos de la trascendencia”, tras esta destrucción será posible
instaurar un universo de valores nuevos, desde los que decir sí a la vida. En este
nihilismo late la voluntad de poder, que conduce a la superación del hombre en el
superhombre.
La muerte de Dios es el acontecimiento más importante de la historia del
nihilismo, es el punto de inflexión en la trayectoria de la vida decadente pasiva-
reactiva, y supone el triunfo del nihilismo activo y de la voluntad de poder.

a) la transvaloración moral

Transvaloración moral significa, no solamente destrucción de valores, sino,


fundamentalmente, cambio de valoración. Para entender la importancia de la
transvaloración moral hay que tener en cuenta que, para Nietzsche, en el
trasfondo de toda experiencia vital hay una valoración de la vida que da sentido
a la experiencia, una moral. Esta moral es una creación humana, la tarea del
filósofo es valorar el sentido de la moral, el valor mismo de los “valores”y esta
tarea la realiza Nietzsche tomando como criterio el único parámetro que, a su
juicio, es legítimo; si estos valores fomentan o aniquilan la vida, es decir, si
reflejan fuerzas activas o reactivas.
Así pues, desde el marco de una interpretación relativista de la moral (la única
que responde a la riqueza e inabarcable multiplicidad de la vida), Nietzsche
propone una nueva jerarquía de valores, que tienen como núcleo una nueva
interpretación del bien y del mal: “Bueno-verdadero” es todo lo que eleva la
vida y “la voluntad de poder”, “malo-falso” lo que conlleva la negación de la
vida.

Esta forma de valorar se encontraba, originariamente, en la cultura griega (“El


nacimiento de la tragedia...”) encarnada en la tensión entre loa apolíneo y lo
dionisiaco, pero ha sido destruida por la filosofía socrático-platónica y por la
religión judeo- cristiana, que han transformado los valores de la vida en valores
de la decadencia, según la siguiente inversión:

 el resentimiento: del sacerdote por su incapacidad de asumir la vida.


Transvalora la moral, inventa la religión que convierte al fuerte en
pecador y santifica la debilidad. Hay, en el fondo, un resentimiento
contra la superioridad de los fuertes.
 La mala conciencia: al no poder desahogar sus instintos vitales, el débil
los vuelve contra sí mismo, se siente culpable y, para redimirse rinde
pleitesía al “gran acreedor”: Dios. Por el contrario, el hombre fuerte se
siente inocente y feliz.
 El ideal ascético: es la forma de tortura autoimpuesta por el hombre
culpable, significa poner la vida al servicio de la no-vida, de la
trascendencia. Este ideal es manipulado por el sacerdote que mantiene
así su poder sobre los débiles, creando recelo contra aquellos que no
comparten sus ideas de culpa y pecado.
b) el ideal del superhombre

Nietzsche cree que ha llegado ya el momento de recuperar los valores de la vida


para preparar la llegada del superhombre. El superhombre es el hombre superior
que ama la vida y desprecia la debilidad del hombre vulgar. Frente a la pasividad
del hombre decadente, el superhombre ama a la vida, es creativo (de sus propios
valores) y dominador (afirma la vida, permaneciendo fiel al “sentido de la tierra”)
Por lo tanto, frente al superhombre, el hombre vulgar es:

- un ser miserable, ya que ha renunciado a lo más valioso, la vida, a favor de una


ficción, Dios y la trascendencia.
- Un animal defectuoso e incompleto, entre el gusano y el fantasma, el hombre no
ha evolucionado desarrollando sus potencialidades, como hacen el resto de los seres
vivos, prefiere quedarse a medio camino, ni es animal, ni es verdadero hombre

 características del superhombre:

- Es amor a la vida, al “sentido de la tierra”, es decir, a lo corporal, la fuerza, el placer..


- Es voluntad de poder, deseo de superación de sí mismo y de todo aquello que se opone a la
vida.
- Es creador y libre, construye sus propios mundos, sus valores, y los destruye sin miedo, por
puro y generoso amor a la vida
I- Es poderoso, está por encima del rebaño de los hombres vulgares, del
bien y del mal de la moral del rebaño. Se sabe inocente, por lo tanto no es
responsable ni pecador.
II- Es el máximo desarrollo de la voluntad de poder, de la evolución humana.

c) La conversión del hombre en superhombre

En su crítica al hombre moderno (el hombre vulgar), Nietzsche está criticando el


cristianismo mundanizado en los ideales ilustrados. Nuestro filósofo exige la superación
del hombre por el superhombre, la desaparición del nihilismo y el establecimiento de un
nuevo sistema de valores que afirme la vida. Nietzsche piensa que la muerte de Dios
supone la desaparición de las antiguas certezas: la razón, la virtud, la cultural, la
solidaridad y el conjunto entero de los valores tradicionales ya no son un referente
obligatorio. Esta nueva situación nos exige arriesgarnos a convertir nuestra vida en un
experimento, nuestra única posibilidad es vivir cada día con esfuerzo y amor a la vida y,
como niños, creativos e inocentes, atrevernos a construir y destruir sistemas de valores.
De este modo afirmaremos el devenir de la vida sin recurrir a subterfugios que alivien
su dimensión trágica.

Conclusión

Con una expresión excesivamente retórica Nietzsche llama “rebelión de los


esclavos” a la situación que se crea con el triunfo del cristianismo: el cristianismo y el
judaísmo sustituyen la moral aristocrática (que Nietzsche cree encontrar en el mundo
griego antiguo) por la moral de los esclavos. Con el cristianismo prospera la moral de
los débiles, de los que quieren huir del rigor de la vida inventándose un mundo objetivo,
de reposo, de justicia. Nietzsche nos dice que los judíos invierten el código moral
aristócrata: “Han sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora, se
han atrevido a invertir la identificación aristocrática de los valores (bueno = noble =
poderoso = bello = feliz = amado de Dios) y han mantenido con los dientes del odio
más abismal (el odio de la impotencia) esa inversión, a saber, “los miserables son los
buenos; los pobres, los impotentes, los bajos son los únicos buenos; los que sufren, los
indigentes, los enfermos, los deformes, son también los únicos piadosos, los únicos
benditos de Dios, únicamente para ellos existe la bienaventuranza.” (“La genealogía
de la moral”).
MORAL DE SEÑORES MORAL DE ESCLAVOS

voluntad de jerarquía,
de excelencia voluntad de igualdad

ama lo que eleva, lo noble resentimiento contra la vida


superior
quiere la diferencia iguala, censura la excepción

es la moral del héroe, del glorifica lo que hace soportable


guerrero, del que no teme el la vida a los pobres, los
dolor ni el sufrimiento enfermos y débiles de espíritu,
la concordia
Individualismo altruismo, hermandad entre los
extremo hombres

·
es la moral de la persona que se encuentra con los valores
crea valores dados
ama la muerte de Dios ama y teme a Dios

La transmutación de los valores es la superación de esta moral de esclavos para


recuperar de nuevo la moral aristócrata, y permite el triunfo del código moral del
superhombre.
d) el eterno retorno

Pero la evolución no alcanza en el superhombre su punto final, la vida no se detiene,


sino que discurre eternamente en una repetición de lo mismo. El superhombre, lleno
de amor por la vida, agradece este hecho, que repugna al hombre inferior.
La idea del “eterno retorno”, que Nietzsche recoge de la filosofía presocrática, es la
de un mundo cambiante, pero siempre igual (Heráclito). Esta idea se opone a la
concepción lineal de la vida propio de los hombres inferiores (cristianismo), la vida
entendida como una trayectoria lineal que acaba conduciendo a un mundo
trascendente, en el que la vida se detiene.

Pero Nietzsche afirma que no hay más mundo que éste, al que debemos guardar
fidelidad. Por esto la idea cosmológica de los griegos, el “eterno retorno de lo
mismo”, adquiere ahora un sentido valorativo-moral. Quiere expresar Nietzsche con
esta idea que no hay más mundo que este, y sus valores son los únicos posibles, y son
positivos. En “Así habló Zaratrustra” Nietzsche se considera a sí mismo “el profeta
del eterno retorno”.

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