Dios Nos Quiere Sanos
Dios Nos Quiere Sanos
Dios Nos Quiere Sanos
“Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera del Evangelio
nos envuelve en absoluta oscuridad” (Gaudium et spes, 22).
1500 La enfermedad y el sufrimiento se han contado siempre entre los problemas más graves que
aquejan la vida humana. En la enfermedad, el hombre experimenta su impotencia, sus límites y su
finitud. Toda enfermedad puede hacernos entrever la muerte.
1501 La enfermedad puede conducir a la angustia, al repliegue sobre sí mismo, a veces incluso a la
desesperación y a la rebelión contra Dios. Puede también hacer a la persona más madura, ayudarla a
discernir en su vida lo que no es esencial para volverse hacia lo que lo es. Con mucha frecuencia, la
enfermedad empuja a una búsqueda de Dios, un retorno a Él.
Dios sana, es una verdad innegable. Y hablar de sanación es hablar de una realidad sumamente
necesaria hoy, pero primero es muy importante corregir posturas erradas:
2117 Todas las prácticas de magia o de hechicería mediante las que se pretende domesticar
potencias ocultas para ponerlas a su servicio y obtener un poder sobrenatural sobre el prójimo —
aunque sea para procurar la salud—, son gravemente contrarias a la virtud de la religión... Llevar
amuletos es también reprensible. El espiritismo implica con frecuencia prácticas adivinatorias o
mágicas. Por eso la Iglesia advierte a los fieles que se guarden de él. El recurso a las medicinas
llamadas tradicionales no legítima ni la invocación de las potencias malignas, ni la explotación de la
credulidad del prójimo.
«DIOS NOS CREÓ COMO UNA UNIDAD, ÉL QUIERE NUESTRA SALUD INTEGRAL».
Jn 10,10. En ningún momento Jesús le dijo a nadie que el sufrimiento y la aflicción son voluntad de Dios. Lo
que sí dijo es que a veces la enfermedad es permitida por Dios en la vida del hombre para manifestar su
gloria (Cf. Jn 11,4). Por lo tanto, Dios desea que estemos sanos en cuerpo, alma y espíritu. Por eso
pedir ser sanados nunca es pedir algo en contra su voluntad.
A.T. Dios se muestra como el Dios sanador de su pueblo. «Yo soy Yahveh, el que te sana» (Ex 15,26).
«Yo apartaré de ti las enfermedades…» (Ex 23,25). «Él sana a los de corazón roto y venda sus
heridas…» (Sal 147,3). «Él es el que hiere y el que venda la herida, el que llaga y luego cura con su mano»
(Jb 5,18). «Sí, haré que tengas alivio; de tus llagas te curaré, oráculo de Yahveh…» (Jr 30,17).
En los evangelios aparece 40 veces el verbo "zerapeuo" que significa "curar". Sin embargo, en más de
una docena de ocasiones, el verbo "sodso" que generalmente se traduce como "salvar", se refiere a
"curar". Es decir, salvar incluye la acción de curar.
- Animo, hija, tu fe te ha salvado = sanado. Y quedó sana = salva la mujer desde aquel momento. Mt 9,
22. / Y cuantos tocaron (el manto de Jesús) se salvaron =sanaron. Mt 14,36. / No temas, ten fe y se
salvará = curará (tu hija) Lc 8,50.
- Véase: Mc 3,4; 5,23; 28; 6,56; 10,52; Jn 11,12; Hech 14,9.
1505 Conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no sólo se deja tocar por los enfermos, sino que hace
suyas sus miserias: "Él tomó nuestras flaquezas y cargó con nuestras enfermedades" (Mt 8,17; cf Is
53,4). No curó a todos los enfermos. Sus curaciones eran signos de la venida del Reino de Dios.
Anunciaban una curación más radical: la victoria sobre el pecado y la muerte por su Pascua. En la
Cruz, Cristo tomó sobre sí todo el peso del mal (cf Is 53,4-6) y quitó el "pecado del mundo" (Jn 1,29),
del que la enfermedad no es sino una consecuencia. Por su pasión y su muerte en la Cruz, Cristo dio
un sentido nuevo al sufrimiento: desde entonces éste nos configura con Él y nos une a su pasión
redentora.
«Él soportó el castigo que nos trae la paz, y por sus llagas hemos sido sanados» (Is 53,4-5)
1509 "¡Sanad a los enfermos!" (Mt 10,8). La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta realizarla
tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos, como por la oración de intercesión con
la que los acompaña. Cree en la presencia vivificante de Cristo, médico de las almas y de los cuerpos.
Esta presencia actúa particularmente a través de los sacramentos, y de manera especial por la
Eucaristía, pan que da la vida eterna (cf Jn 6,54.58) y cuya conexión con la salud corporal insinúa
san Pablo (cf 1 Co 11,30).
«Si estás enfermo, hijo mío, no seas negligente, ruega al Señor y Él te sanará. No incurras en falta,
enmienda tu conducta y purifica tu corazón de todo pecado. Ofrece el suave aroma y el memorial de
harina, presenta una rica ofrenda, como si fuera la última. Después, deja actuar al médico, porque el
Señor lo creó; que no se aparte de ti, porque lo necesitas…» Eclo 38,9-12
2º. Reconciliarse: «no incurras en falta, enmienda tu conducta y purifica tu corazón de todo pecado»
3º. Comulgar, ofrecer la Eucaristía: «ofrece el suave aroma y el memorial de harina, presenta
una rica ofrenda, como si fuera la última»
En la Eucaristía está todo lo que necesitamos para sanar, porque la Hostia Consagrada es Jesús
mismo, allí está Él presente en cuerpo, sangre, alma y divinidad.
Por eso, vive cada Eucaristía «como si fuera la última», siendo consciente de que quien está ahí, presente,
es el dueño de tu vida y es el único que puede devolverte la salud.
4º. Ir al médico y obedecer sus consejos: «después, deja actuar al médico, porque el Señor lo
creó; que no se aparte de ti, porque lo necesitas…»
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¿CÓMO ORAR POR SANACIÓN?
Enseñanzas del P. Emiliano Tardiff MSC, recogidas en su libro “Jesús está vivo”.
Hay 3 tipos de enfermedades y cada una requiere de una oración particular para su curación:
A. La enfermedad corporal originada por múltiples causas y que requiere de una simple oración de
curación física.
B. La enfermedad del corazón ocasionada por una herida emocional y que precisa de una oración
de curación interior.
C. La enfermedad del espíritu debida al pecado y que Jesús sana mediante la fe y la conversión.
Aunque compuesto de cuerpo, alma y espíritu, (1Tes 5,23) el ser humano es uno e indivisible (esta
división es sólo por razones pedagógicas). El cuerpo, el alma y el espíritu se interrelacionan a
niveles que es imposible precisar.
D.- CONVALESCENCIA
En cualquier enfermedad, la etapa de convalecencia es importante pues de ella depende la total
recuperación. En la sanación, física, interior o de liberación, sucede lo mismo. He aquí unas ideas
de lo que entendemos como convalecencia:
a.- La vida sacramental: No es posible prescindir de los sacramentos si se quiere una recuperación
total. La oración es el contacto directo con la fuente de la salud.
b.- La oración: La oración es una comunión de amor. La Palabra de Dios purifica (Jn 15,3) y sana
(Sab 16,12). La Escritura leída y orada con fe es eficaz medicina porque es palabra de Vida eterna
(Jn 6,68).
Algunas veces se pierde el fruto de una sanación integral porque la persona se aísla y no se integra
a la comunidad. Es más, podemos afirmar que Dios quiere que esté sano en su totalidad el Cuerpo
de su Hijo, y no sólo algunos de sus miembros.
La sanación completa se da en la medida que vivimos el misterio de ser el Cuerpo de Cristo;
comunidad de fe y amor con la esperanza de la patria definitiva.