Resumen de Tesis Joe Thompson
Resumen de Tesis Joe Thompson
Resumen de Tesis Joe Thompson
Director:
Prof. Dr. REYNALDO BALLADARES S.
Debido a su alta complejidad técnica, muchos aspectos jurídicos de las relaciones entre
el Estado y los particulares del ámbito aduanero, se aplican de manera mecánica sin un
real conocimiento de sus particularidades y su naturaleza. Estas lagunas, que muchas
veces constan en las propias normas, dan lugar a una serie de irregularidades cuyos
efectos no han sido suficientemente estudiados.
Una de estas lagunas está relacionada con el hecho generador de la obligación aduanera,
puesto que a partir de su definición mediante los supuestos de hechos que le delimitan,
se establece la obligación del sujeto pasivo de cumplir con la norma y contribuir al fisco
por la operación de introducir las mercancías al territorio aduanero. Pero ¿qué pasa si
los supuestos de hecho que establecen los hechos generadores de dicha obligación
tributaria, no están claramente determinados en la norma? ¿Si la redacción de dichas
normas es imprecisa, genérica y vaga?
Qué reglas y principios deberían constituir los fundamentos de los elementos que
conforman la obligación aduanera, es el eje principal de esta investigación, que abarca
no solo los elementos constitutivos del hecho generador o el ámbito propiamente
tributario, sino todos aquellos con los que está enlazado o que de manera directa
influyen en su determinación: elaboración de las normas, tipificación, poder tributario
del Estado, facultades administrativas, relación con las normas comunitarias y acuerdos
internacionales, tributos aduaneros, valor en aduana de las mercancías, origen de las
mercancías, regímenes aduaneros, derechos y garantías constitucionales de los
contribuyentes, entre otros.
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El hecho generador adquiere en la obligación tributaria una importancia fundamental,
hasta el punto de constituir el elemento imprescindible de la misma, con la consecuencia
de que el tributo sólo se debe cuando se realiza el presupuesto de hecho y que la
administración aduanera, no puede obligar al pago de un tributo a aquellas personas
respecto de las cuales no se haya configurado el hecho generador (García Vizcaíno, 1996;
Jarach, 1996; Valdés, 1996; Villegas 2001; Giuliani Fonrouge, 2011)
El hecho de que el arancel se regule por las reglas multilaterales negociadas en la OMC,
lo cual supone su reducción y en algunos casos su eliminación, tiene como contrapartida
el mayor número de operaciones de comercio exterior que actualmente se realizan
dentro de una economía de mercado abierto, lo que compensa la disminución de los
tipos o gravámenes (OMC,1994).
Los aranceles, como única barrera económica aceptada en el entorno del comercio
global, constituyen una herramienta de regulación a la que todos los países recurren para
reglamentar su comercio exterior, dentro de los parámetros permitidos en el actual
contexto y que suponen el cumplimiento de los compromisos multilaterales que
conducen a que su modificación, disminución y consolidación se realicen mediante
negociaciones igualmente multilaterales o bilaterales (Uckmar et al, 2008; Pardo
Carrero, 2012)
Tal hecho plantea tres posibilidades: 1) como efecto jurídico, que se estén violentando
los derechos y garantías de los administrados; 2) como efecto económico, que se esté
imponiendo tributos sobre hechos que no constituyen hechos generadores de una
obligación tributaria; y 3) como efecto social, el encarecimiento de los bienes importados
y un enriquecimiento ilícito del Estado.
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al analizar las teorías en que se fundamenta el hecho generador de la obligación aduanera,
sea posible verificar si las normas relacionadas respetan los derechos y garantías de los
administrados, indagar los posibles efectos de un incumplimiento de los principios
doctrinarios y constitucionales referidos al objeto de estudio y si los Estados y sus
administraciones aduaneras, están o no facultados para modificar la obligación aduanera
en su conjunto.
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La globalización inició como un proceso de la regionalización a través de acuerdos
comerciales o convenios multilaterales de libre comercio; lo cual significa una apertura
de mercados y fronteras. La integración regional tiene varias etapas, que culminan con
la unión económica y monetaria, como en el caso de la Unión Europea. No obstante,
sus orígenes económicos la globalización por efecto de las mismas transformaciones
económicas ha trascendido a otros ámbitos como el cultural, el ambiental, el laboral y
sobre todo los derechos humanos. La evolución de estos convenios refleja tales
cambios, así podemos citar como ejemplo, el Acuerdo de Asociación entre la Unión
Europea y Centroamérica (SICE, 2012), en el cual queda claro que el aspecto Comercial
es tan solo uno de los pilares constitutivos del mismo; siendo los otros dos el de
Cooperación y el de Diálogo Político, donde este último se construye sobre la base de
la democracia, el Estado de Derecho y el respeto por los Derechos Humanos.
El derecho constitucional se está desarrollando más allá del horizonte nacional. Por un
lado, la constitucionalización externa de las organizaciones internacionales se produce
para regular la fragmentación del derecho internacional, en un sentido muy similar a la
federalización. Esta forma de constitucionalización supone un intento de gobernar los
ordenamientos jurídicos a escala global y, como consecuencia de lo anterior, de
estabilizar las relaciones entre la multitud de ordenamientos jurídicos existentes. Por
otro lado, la constitucionalización interna de las organizaciones internacionales se basa
en la humanización de las mismas (Jimena Q. & Tajadura Q, 2015). En este proceso se
busca reforzar la garantía y el respeto de los derechos de los individuos a escala
internacional. Los derechos humanos pasan a formar parte del derecho internacional y
las organizaciones internacionales tratan de garantizar determinados derechos
individuales según su ámbito sectorial de actuación. La progresiva humanización supone
la afirmación de los derechos humanos a escala supranacional para disciplinar el mercado
internacional. Los mismos instrumentos de la Organización Mundial de Comercio son
un fiel reflejo de esta evolución. Los derechos humanos tienen un papel fundamental, y
entre ellos se ubica también la libertad de comercio. Dentro de esta corriente de
pensamiento, la inclusión de derechos internacionales no comerciales en los procesos
de solución de diferencias ejemplifica la manera en que los Estados y los órganos del
Sistema de Solución de Diferencias han fortalecido la sustancia constitucional de la
Organización (Gordillo y Martinico, 2013).
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Luego en el mismo capítulo se aborda el marco jurídico aplicable a las operaciones de
comercio exterior (ámbitos espaciales, objeto del comercio, la mercancía, su
clasificación y valoración, origen, etc.).
Marco jurídico, por lo demás extenso y complejo dado que está fundamentado
precisamente en la intrincada red de relaciones internacionales producto del comercio
exterior que determina el aparato jurídico para la regulación de tales relaciones
exteriores y los efectos que ésta red tiene a lo interno de cada Estado en la evolución y
desarrollo del Derecho nacional a fin de no quedarse a la zaga de la evolución comercial
mundial.
Frente a las nuevas realidades que presentaron las relaciones entre los países, con
distintas formas de mercados regionales tales como uniones aduaneras, uniones
económicas y políticas, tratados de libre comercio, acuerdos de asociación, entre otras;
los tratados internacionales y la legislación aduanera debieron brindar nuevos conceptos
e instrumentos idóneos para posibilitar una aplicación cada vez más flexible en la política
económica.
Manifestándose el Derecho Aduanero con toda evidencia como un sistema dualista por
excelencia, ya que requiere necesariamente la existencia de al menos dos ámbitos
espaciales diferenciados o "territorios aduaneros". Se trata de una normativa que regula
un fenómeno dinámico, consistente en el movimiento de la mercadería a través de los
ámbitos espaciales, es decir la importación y la exportación de la mercadería.
El objeto del tráfico internacional y por ende del control aduanero, la "mercancía", dio
lugar a significativos esfuerzos a nivel internacional a fin de lograr una terminología
común y uniforme para individualizarla y designar sus distintas especies. Se partió de
conceptos simples relacionados a la entrada y la salida de la mercadería del territorio
aduanero fueron denominadas aduaneramente "importación" y "exportación"; hasta la
elaboración de nomenclaturas arancelarias de aceptación generalizada en el tráfico
internacional, tales como El Convenio Internacional del Sistema Armonizado de
Designación y Codificación de Mercancías (1983) y las Reglas Generales para la
Interpretación del Sistema Armonizado (OMA, 1983), así como las Notas Explicativas
del Sistema Armonizado (COMALEP, 2012), destinadas única y exclusivamente a la
clasificación de las mercancías de conformidad con principios uniformes que permiten
clasificar cualquier mercancías objeto de comercio, con el fin de que sobre ellas se
apliquen los aranceles que corresponda.
Asimismo, fue necesario elaborar con claridad los distintos conceptos relativos al ámbito
espacial de aplicación de las normas aduaneras. A la idea de territorio nacional le
sucedieron los preceptos de "territorio aduanero" general y especial, frontera aduanera,
enclaves y exclaves, aéreas francas (en sus distintas expresiones, desde los territorios o
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las zonas francas hasta las tiendas libres o duty free), zona primaria y secundaria
aduanera, zona de vigilancia especial, zona marítima aduanera, entre otras.
El control aduanero tiene, por objeto asegurar la aplicación de las normas que regulan
la importación y la exportación de mercadería. De esta aplicación puede resultar la
denegación de la entrada o de la salida de cierta mercadería, así como su
condicionamiento al cumplimiento de requisitos (la presentación de licencias de
importación o el previo pago de los tributos aduaneros). Las aduanas son los entes
públicos que tienen como función principal controlar el ingreso y egreso de mercancías
del territorio aduanero. Constituyen los primeros organismos de control de los cuales
se valen los estados para intervenir en los movimientos internacionales de mercancías.
Organismos que componen la estructura gubernamental y que ejecutan directrices
públicas referidas al ámbito fiscal, de salud, seguridad, comercio. En materia fiscal, las
aduanas son las ventanillas de recaudación, que en muchos casos son importantes para
la economía de muchos países porque cubren una parte importante del presupuesto
público.
Puede comprenderse que esta función controladora implica relaciones múltiples con
otras ramas del Derecho, tales como el Derecho Tributario o Fiscal, Derecho Penal
(delitos de contrabando, defraudación), Derecho Administrativo (dado que la función
aduanera es de carácter público), Derecho Civil y Procesal Civil, (contratos y
obligaciones; aspectos procedimentales comunes), Derecho Internacional Público y
Privado (convenciones, acuerdos multilaterales y bilaterales; contratos internacionales
de compraventa de mercancías, así como los relacionados a los fletes internacionales),
Derecho de propiedad intelectual, patentes y marcas, Derecho contencioso, Derecho
Comunitario, Derecho del Mar, etc. Por si fuera poco, debe recordarse que como parte
del control aduanero de las mercancías están aquellas funciones relacionadas a la
protección del bienestar común, lo que implica que también está relacionado a la
aplicación del marco regulatorio de la salud pública, las fitosanitarias y zoosanitarias.
seguridad pública, entre otros, que exigen controles cada vez más sofisticados y eficaces
sobre el tráfico de mercancías.
Evidentemente, para que las instituciones aduaneras puedan actuar, deben contar con
un marco normativo que establezca, sus funciones, facultades, competencias y límites, lo
que es abordado en la parte final del primer capítulo.
Por otra parte, dado el volumen de las operaciones de comercio exterior que crecen y
crecen día a día, resulta imposible materialmente para las autoridades de aduana verificar
todas las mercaderías objeto de las importaciones y exportaciones, ello determinó que
en las legislaciones aduaneras se contemplaran sistemas de control selectivos. Por lo
tanto, las aduanas deben, garantizar la fluidez del comercio y aplicar a su vez el control
necesario de los riesgos que podría representar el comercio exterior para la integridad,
la salud, la seguridad y los intereses del país.
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concepción de las funciones del servicio aduanero. Esta concepción se sustenta en que
el cometido principal de la aduana radica en el control de la importación y la exportación
de las mercancías como un modo de ejecutar la política establecida por el Estado en lo
referente al comercio exterior; y últimamente se le añade el componente de la
facilitación del comercio sin perjuicio, claro está, de las referidas facultades de control.
Esta concepción ve al arancel como una herramienta más, entre otras, utilizada para
alentar o desalentar a determinada actividad económica, sobre todo productiva, pasando
la actividad recaudatoria a un segundo plano (Fernández Lalanne, 1966), a punto tal que,
aun cuando se eliminaran en forma absoluta los derechos de aduana, el país no podría,
sin embargo, prescindir del servicio aduanero a fin de hacer cumplir las demás medidas
de policía del comercio internacional. Este punto de vista se ha visto reforzado por la
conciencia que los países occidentales han tomado del rol primordial que la aduana tiene
en la seguridad nacional y en la lucha antiterrorista luego del atentado a las torres
gemelas de Nueva York del 11 de septiembre de 2001 (Barreira, 2007).
Una nueva vuelta de tuerca ha ocurrido ha comienzos del presente siglo y que se
evidencia por la necesidad de “favorecer el crecimiento y el desarrollo mediante la
facilitación del comercio y el refuerzo de la seguridad en las fronteras” (OMA, 2008),
instituyendo el principio de la Facilitación del Comercio a través de un instrumento
multilateral: el Acuerdo de Facilitación de Comercio de la Organización Mundial de
Comercio (OMC, 2014).
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procedimientos aduaneros como garantías necesarias para tutelar la libertad de
comercio en el ámbito internacional, lo que se refleja determinando una serie de
limitaciones a fin de evitar el agravamiento de restricciones aduaneras en el flujo del
comercio internacional, lo que motivó que se considerara al Derecho aduanero como
una parte del Derecho comercial internacional.
El segundo capítulo sienta las bases conceptuales y teóricas para un adecuado análisis a
la luz de los pocos estudios realizados y los fundamentos doctrinales establecidos sobre
la materia, delineando los ejes comunes y sustanciales para una aplicación general que,
de manera sucesiva respectivamente, abordan los conceptos, elementos y características
de:
No sin antes exponer los fundamentos teóricos y doctrinales del Derecho Tributario y
que resultan aplicables al caso de estudio, para tener una idea más clara de los alcances
del estudio.
Las normas que contemplan sólo derechos potestativos o absolutos no carecen de deber
jurídico, el cual consiste en reconocer o tolerar la potestad ejercida o el derecho real
constituido, existiendo, como en toda relación jurídica, tanto la conducta exigible por el
sujeto pretensor como la conducta debida por el sujeto obligado.
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El vocablo "relación jurídica" puede hacer referencia a una regla de Derecho con
contenido axiológico, con independencia de que la misma sea derecho vigente y aplicable
a la vinculación surgida entre dos o más personas como consecuencia de un hecho
acaecido en la realidad y que encuadra en una regla de Derecho vigente o al concepto
que se refiere a determinadas características esenciales que individualizan los deberes y
potestades imperantes en una específica rama de Derecho. Es en este último sentido
que se habla de "la" relación jurídica aduanera (Cortés Domínguez, 1963).
Mientras la doctrina clásica (tesis estática) supone que acaecido el hecho imponible nace
necesariamente la obligación, la doctrina moderna, (tesis dinámica) afirma, que no
siempre, o no inmediatamente, el presupuesto de hecho origina una obligación. Por lo
tanto, debe reconducirse a la consideración específica de los distintos presupuestos
materiales o instrumentales y, consiguientemente, al examen de sus efectos. Lo que
equivale a decir al examen de las situaciones jurídicas subjetivas generadas y a las diversas
relaciones en que las mismas se encuentran; donde debe tenerse especial cuidado en no
enfrentar los conceptos de función y procedimiento, porque son conceptos que se
desenvuelven en planos jurídicos distintos (Mayer, 1950; Giannini, 1957; Grizziotti, 1956,
Maffezzoni, 1965; Berliri, 1971; Micheli, 1973; González García, 1974; Amatuci, 1981;
Casado Ollero, 1988; Pérez de Ayala & González, 1989; Jellinek, 1999; González y
Leujene, 2003; González, 2008; Tipke, 2010 y Calvo Ortega, 2011).
En los elementos que los clásicos atribuyen a la relación jurídica: sujeto, objeto y causa,
el "objeto" se encuentra reflejado en el motivo buscado por los sujetos en la prestación
exigible (Ferreiro Lapatza (2012).
No obstante, una vez que el importador o el exportador cumple con todos los requisitos
exigidos por la ley para obtener el libramiento aduanero de la mercancía, nace un
derecho a su favor y una obligación a cargo del servicio aduanero quien de sujeto
pretensor pasa a ser sujeto obligado a conceder la autorización solicitada.
En materia tributaria la doctrina destaca una relación jurídica tributaria "sustancial" cuya
prestación consiste en la obligación de pagar el tributo y relaciones jurídicas "formales",
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cuyas prestaciones son instrumentales para posibilitar y facilitar la realización de la
principal, por lo que son accesorias de ésta. En cambio, en materia aduanera, los deberes
de declarar las mercancías, ponerlas a disposición de la aduana para su verificación, no
son "accesorios" del deber de pago del derecho de aduana, sino que son deberes
necesarios para permitir el libramiento de la mercancía cuya destinación aduanera se
solicitó. El pago del tributo aduanero, al igual que la aplicación de las otras medidas
mencionadas revisten, así, un carácter univoco o instrumental de las finalidades buscadas
por las políticas fijadas por las prohibiciones, restricciones normas sanitarias,
fitosanitarias, zoosanitarias, ambientales internacionales y el Estado en relación con el
comercio exterior (Pérez de Ayala, 1970 y 1997; Pardo Carrero, 2009)
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prestaciones de las más variadas clases sin que de ella nazca una obligación tributaria. A
estos efectos el impuesto aduanero ofrece con frecuencia situaciones en las que al
nacimiento de una relación tributaria no prosigue la correspondiente obligación y, por
otra parte, el nacimiento de todos esos deberes y obligaciones que componen la relación
tributaria no pueden quedar a la arbitrariedad de la autoridad aduanera, sino que
provienen de la Ley (Jarach, 1996; Pérez de Ayala, 1997; Villegas, 2001, Barreira, 2007;
Pardo Carrero, 2009).
La obligación aduanera está constituida por las obligaciones tributarias aduaneras y las
obligaciones no tributarias, constituidas por todas las obligaciones formales relacionadas
a perfeccionar la importación de mercancías (trámites, permisos, licencias y sus
respectivos pagos). La obligación tributaria aduanera nace entre el Estado y los sujetos
pasivos, en el momento que ocurre el hecho generador de los tributos. Constituye una
relación jurídica de carácter personal y de contenido patrimonial garantizado mediante
la prenda sobre la mercancía, con preferencia a cualquier otra garantía u obligación que
recaiga sobre la mercancía y normalmente nace al momento de la aceptación y validación
de la declaración de mercancías (Barreira, 1988; Basaldúa, 1988; Mazio, 2017).
El despacho aduanero se compone de varias actuaciones, entre las que se pueden señalar
las de reconocimiento y aforo. En el reconocimiento la importación se puede rechazar
por la aduana por varias circunstancias y en el aforo se comprueba la exacta
autodeterminación de la obligación tributaria aduanera se constata la base imponible, los
derechos exigibles y los tipos impositivos a aplicar, la cuantificación de la deuda. La
obligación tributaria nació al momento en que se liquidó la declaración, se emitió el
boletín de liquidación y se pagaron previamente los derechos e impuestos de esa
declaración, en ese momento el sujeto pasivo tiene la certeza de que su pretensión de
importar se puede realizar.
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La responsabilidad solidaria en la obligación aduanera
Del análisis del contenido de las diferentes normativas latinoamericanas que recogen la
responsabilidad solidaria del agente aduanero con el declarante por las obligaciones
tributarias derivadas de los trámites u operaciones en que intervenga, incluyendo
intereses, recargos y multas; encontramos que no existe fundamento material para la
misma. En todos los casos analizados se concluye que no puede el agente aduanero
hacerse responsables de bienes o intereses que no son de su naturaleza ni de las cuales
es el titular. La normativa señala con meridiana claridad que el declarante o importador
es el responsable por el cumplimiento de todos los requisitos documentales y formales
para soportar el valor de las mercancías, así como del cumplimiento de las obligaciones
no tributarias (trámites, licencias, permisos relacionados a la importación); y que el
agente aduanero en todo caso posee tres obligaciones: a) transcribir los datos de la
documentación provista por el declarante para efectos de elaborar y presentar la
declaración aduanera; y b) determinar la clasificación arancelaria de las mercancías con
base a la documentación e información provista por el declarante para efecto de
determinar las tarifas arancelarias y alícuotas de los derechos internos a aplicar; y c)
Determinar la base imponible y los tributos que se generen a partir de ella para el
cumplimiento de la obligación tributaria y su extinción, para efectos de que las
autoridades aduaneras, autoricen la importación de las mercancías. En todo caso, si
existiere una determinación errónea de la obligación tributaria aduanera, deberá
definirse si ésta se dio lugar de manera involuntaria por el agente aduanero, actuando de
buena fe con base a información falsa o defectuosa provista por el declarante; o si el
agente aduanero procedió negligente o dolosamente. En cualquiera de las vías, la
responsabilidad recaerá sobre aquél que se demuestre tenga responsabilidad en los
hechos. Resulta llamativo que algunos países (Colombia, Venezuela, Paraguay, entre
otros), sustenten en sus normativas la responsabilidad directa del agente aduanero por
los trámites en que intervenga, delimitando sus responsabilidades respecto a las del
importador.
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presupuesto jurídico previsto en la norma, que dará lugar a la obligación tributaria en
general, ya sea de dar, hacer o no hacer (Jarach, 1996).
El hecho imponible es una previsión concreta que el legislador selecciona para que nazca
la carga tributaria, y el hecho generador es una conducta que al adecuarse al supuesto
genérico de la norma origina la obligación tributaria en general.
En este orden de ideas, tenemos que el hecho generador determina (Ataliba, 2011):
Esta conexión entre el hecho imponible y la norma que es fuente de la obligación, tiene
como consecuencia insalvable que el hecho generador es un "hecho jurídico", esto es,
un hecho productivo de efectos jurídicos por voluntad de la ley. Esta afirmación está
destinada a eliminar la confusión conceptual que surge de la doctrina, según la cual los
hechos imponibles son de naturaleza económica antes que jurídica. Este
enunciado es profundamente equivocado y, por lo menos, es causa de confusión. Lo
que se quiere expresar es que el hecho imponible no es elegido como tal por el legislador
por sus características jurídicas según el derecho privado, sino por sus características
económicas o por su contenido económico (Jarach, D, 1996).
Ello implica que el tributo no es un simple efecto agregado por la ley al conjunto de
efectos jurídicos de la voluntad particular, no es un efecto secundario o ulterior de la
voluntad de las partes, sino exclusivamente de la voluntad de la ley. Ello es así, aun
cuando las partes mismas hayan contemplado en sus estipulaciones la existencia y
eventualmente el pago de los tributos que la ley contempla para dichos actos o negocios
(Jarach, D, 1996).
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c) La hipótesis legal condicionante llamada hecho imponible o hecho generador,
debe estar descrita por la norma en forma completa para permitir conocer con
certeza cuáles hechos o situaciones engendran potenciales obligaciones
tributarias sustanciales. Esta descripción completa es tipificadora del tributo, es
decir, permite diferenciar a los tributos in genere (impuestos de tasas y de
contribuciones especiales) y también in specie (diversos impuestos entre sí, tasas
entre sí o contribuciones especiales entre sí).
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El acto liquidatorio: surgimiento de la obligación tributaria
Otra parte de la doctrina piensa, por el contrario, que la liquidación tiene un carácter
declarativo y que no es el origen de la obligación, sino que el nacimiento de ésta genera el
derecho de la aduana a determinar la deuda impositiva y es claro que la determinación sólo
puede producirse respecto a algo que ya existe y que carece de la concreción necesaria
para ser conocido y exigido (Cortés Domínguez, 1963; Pardo Carrero, 2009).
De otro lado, el esquema procedimental, o dinámico, (que en su posición más radical) está
representado por las también obras clásicas de Allorio (1969) y Maffezzoni (1965). Según
el primer enfoque, con la realización del hecho imponible nace, ya, la obligación tributaria,
de pagar el tributo. El segundo esquema dogmático señala que para que este nacimiento
se produzca, hace falta, además, un acto liquidatorio (Pérez de Ayala, 1997; Ramallo
Massanet, 1978). En la primera teoría, el planteamiento anterior es innecesario y considera
que todas las situaciones jurídicas subjetivas pasivas de contenido patrimonial, en el orden
tributario, son reconducibles al concepto de obligación.
En conclusión:
1. El hecho imponible es la importación de mercancías que no se perfecciona con el
paso de la línea fronteriza hacia el territorio aduanero, se trata de una entrada
especial que integra la mercancía en la economía nacional.
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3. El momento en que surge la obligación tributaria es aquél en que se liquida la
declaración y se procede al pago de los derechos e impuestos. En ese momento
surge la deuda y es plenamente conocida tanto por el sujeto activo como por el
sujeto pasivo. La liquidación dará concreción a la cuantía de dicha deuda.
La visión tributaria del derecho aduanero sostenía que el fenómeno de los tributos
aduaneros y de los tributos interiores devendría de una única raíz y que la obligación de
pagar los derechos de aduana constituiría el cometido esencial del organismo estatal de
control de las importaciones y exportaciones (Sorteix, 1973; Basaldúa, 1992).
Si bien durante parte del siglo XIX los tributos aduaneros tuvieron finalidad
primordialmente fiscal, a medida que las técnicas de tributación interior se fueron
perfeccionando, los recursos del Estado se comenzaron a captar de esa fuente y no de
los derechos de aduana. Estos últimos pasaron, pues, a cumplir una función extrafiscal
lo que, hoy en día, la doctrina admite en forma pacífica (Gianini, 1957; Sortheix, 1973;
Basaldúa, R. 1988; Barreira, 1988; Giuliani Fonrouge, 2011; Mazio, 2017).
Así las cosas, por efecto de la importación el Estado adquiere un derecho real sobre la
mercancía, que se manifiesta en la posibilidad de impedir su ingreso, retenerla, exigir el
pago de tributos aduaneros a quien tenga la propiedad o posesión de la mercancía y
todos los demás sujetos están obligados a respetar el derecho real del Estado; mientras
que existe un sujeto pasivo específico a cuyo cargo está la obligación personal de cubrir
un crédito, que consiste en el derecho aduanero causado por la operación de comercio
exterior.
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Esta teoría tuvo también en algunos países consagración legislativa y con la misma
también se pueden explicar las prerrogativas que posee la aduana en relación con la
mercancía respecto de la cual no se han pagado derechos e impuestos a la importación,
aun cuando no extiende ni explica a cabalidad la responsabilidad que puede tener un
sujeto por la importación, pues el límite máximo de la misma lo constituirá el abandono
de la mercancía a favor del Estado
Podemos decir que los tributos aduaneros son prestaciones monetarias o en especie
que el Estado exige de los consignatarios o importadores y exportadores en su caso, en
virtud de ley preexistente, para el cumplimiento de fines de naturaleza fiscal y/o
económica.
Para precisar el criterio formal que define los derechos aduaneros como aquellos que
integran el arancel aduanero, corresponde tener en cuenta su objeto, que es el de gravar
la importación de mercadería al territorio aduanero.
Desde el punto de vista del ámbito espacial donde se desarrollan las actividades o se
realizan los actos que son objeto del gravamen, así como del lugar donde se perciben
los tributos, cabe diferenciarlos en internos y externos.
Todos los tributos que recaen sobre las importaciones o las exportaciones constituyen,
en general, tributos al comercio exterior. En este sentido, mi apreciación personal, es
que todos los tributos aplicables a la importación o exportación, en cualquiera de sus
modalidades, son tributos aduaneros: Derechos Arancelarios a la Importación (DAI);
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impuestos (IVA, ISC, IECC); derechos antidumping, contribuciones (transmisión
electrónica), tasas que se fije o exija (tasa por servicios a la importación de mercancías
–TSIM-); las alícuotas de retención del IR establecidas en el artículo 44 del Reglamento
de la Ley de Concertación Tributaria (ANN-2013); así como los relacionados directa o
indirectamente con la importación de mercancías al territorio aduanero nacional
(permisos y licencias a la importación del MAGFOR, MINSA, TELCOR , Cuerpo de
Bomberos, Ministerio de Gobernación, entre otros), lo mismo que toda clase de
derechos de timbres o gravámenes que se exijan o se tasen respecto a los documentos
requeridos para la importación o exportación, o que en cualquier otra forma, tuvieren
relación con la misma (visos consulares a documentos de importación).
De ahí que la doctrina, haya reconocido que, con sujeción a ciertas condiciones y
limitaciones previstas en los tratados constitutivos de las comunidades supranacionales,
que los organismos supranacionales pueden estar legitimados para la creación de
Derecho positivo tributario (Muñoz Machado, 1993; Balaguer Callejón, 1997; Cartabia
et al, 2005; Vecchio, 2012). Así efectivamente decidió Centroamérica por medio del
Convenio sobre el Régimen Arancelario y Aduanero Centroamericano y de sus
modificaciones, cuando los países miembros previeron la creación de un tributo cuyo
producto debía ser destinado a la propia comunidad supranacional, el SICA.
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En el derecho comunitario la soberanía además de mirar la acción del Estado desde su
perspectiva interna e internacional, plantea la existencia de una dimensión comunitaria,
en la que el Estado, no sólo entra en relación con la comunidad internacional, sino que
pasa a ser miembro pleno de una comunidad, en la que el Estado, integrando su
soberanía, participa de una nueva colectividad a la que se vincula mediante normas
verdaderamente obligatorias.
Ahora bien, el poder tributario aduanero está en manos de los distintos Estados, pero
los tributos aduaneros en especial, al definirse de manera supranacional, implica no estar
concebidos como instrumentos de capacidad contributiva o de solidaridad, sino para
evitar que devengan en obstáculos potenciales a la plenitud de las libertades económicas
a las que antes aludíamos. Por ello, dada la configuración de los dos sistemas,
comunitario e interno, a las instituciones comunitarias les corresponde la salvaguarda de
las libertades comunitarias, y a los Estados les corresponde la aplicación de las
disposiciones que correspondan para asegurar dichas libertades, y quedan bajo su
potestad indiscutible la aplicación de sus respectivas políticas financieras y tributarias y,
para que no exista contradicción entre uno y otro sistema, los Estados han acordado la
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aproximación de sus legislaciones mediante la adopción de medidas fiscales
armonizadoras (Muñoz Machado, 1993; Balaguer Callejón, 1997; Cartabia et al, 2005;
Vecchio, 2012).
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carácter nacional y la multitud de disposiciones administrativas de carácter general a
menudo desactualizadas; acarrea una situación relativa de inseguridad jurídica a los
usuarios del Servicio Aduanero.
1) La autodeterminación;
2) La determinación durante el despacho por efecto de una verificación
inmediata;
3) La determinación posterior llevada a cabo mediante auditoría por las
autoridades de fiscalización.
4) La determinación de oficio.
5) La determinación mixta o coordinada.
La declaración aduanera por lo tanto es el vínculo por el que el declarante hace del
conocimiento de la Autoridad Aduanera, el régimen al cual destina las mercancías y la
obligación tributaria aduanera derivada de la aplicación del régimen escogido; siendo
ellos quienes determinan los elementos necesarios para tal fin y mediante la cual
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individualiza, cuantifica y valora una mercadería, con el propósito que el servicio
aduanero ejecute el denominado control aduanero.
Este acto, que desde el punto de vista del derecho administrativo tiene el carácter de
preparatorio o de mero trámite, es de tal relevancia a los efectos que nos ocupan, que
la Ley lo ha dotado de carácter solemne, es decir, de una serie de formalidades de cuya
observancia pende su validez.
La importancia del reconocimiento se evidencia, entre otras cosas, por la forma detallada
como el legislador lo reguló, tanto en su fondo como en su forma, con la evidente
intención de que se desarrolle en condiciones que aseguren su imparcialidad, normalidad
y exactitud y que se realice libre de toda perturbación y coacción; con ello se pretende,
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entre otras cosas: evitar medidas oficiales para aligerar el acto, en perjuicio de las labores
de verificación; impedir la presencia, durante la verificación del acto o inmediatamente
después, de autoridades distintas a los reconocedores, que pretendan cumplir labores
de inspección y, en general, se quiere evitar la aplicación de medidas que afecten o
puedan afectar sus resultados. En la búsqueda de esa imparcialidad, normalidad y
exactitud, en las legislaciones aduanera y en el Convenio Internacional de Kyoto (2006),
se dispuso que el propietario de las mercancías tuviera derecho a que el reconocimiento
se efectuara en su presencia o en la de su representante e informados del momento de
su realización, en virtud de la publicación a que está obligada la aduana.
La declaración de las mercancías que realizan ante la aduana los consignatarios y los
exportadores, se presume hecha de buena fe, libre de cualquier intención de engañar,
es decir, ajena a toda astucia o maquinación dirigida a lesionar, en mayor o menor grado,
los legítimos derechos del fisco o a substraerse del cumplimiento de requisitos u
obligaciones establecidos en la legislación nacional. Pero la presunción de que la
declaración hecha ante la aduana es justa y sincera, no basta; la Ley ordena que se analice
su exactitud, que se verifique la documentación que la respalda y que, en definitiva, se
precisen las restricciones y requerimientos a que pudieran encontrarse sometidos los
efectos declarados.
Al supeditar la validez del acto de reconocimiento a que se efectúe con la asistencia del
funcionario competente quien tendrá carácter de fiscal de aduanero. De esta manera, la
Ley elimina toda posibilidad de que cualquier otro funcionario, sea cual fuese su rango,
puedan realizar válidamente este acto. Penándolo con nulidad absoluta, e incapaz de
adquirir firmeza y producir consecuencias jurídicas, el reconocimiento realizado en
ausencia de dicho funcionario.
Derivado del período de tiempo sobre el cual las autoridades de aduana pueden ejercer
sus facultades de comprobación y verificación, encontramos el concepto de
prescripción, que lógicamente ocurre transcurridos los referidos cuatro años.
Tal y como señalábamos antes, si en el plazo de cuatro años contados a partir de la fecha
de aceptación de la declaración aduanera, no se efectúa el ejercicio de las facultades de
comprobación y verificación del cumplimiento de las obligaciones tributarias y no
tributarias, la autodeterminación de las mismas por parte del declarante adquieren
carácter de firmes; no pudiendo las autoridades de fiscalización efectuar ningún ajuste,
recargo o multa sobre ellas (SIECA, 2008).
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inactividad del sujeto activo de reclamar el valor adeudado por el sujeto pasivo y al
mismo tiempo la falta de pago correspondiente a este último y, la falta de ejercicio de
ese derecho en el plazo determinado por la ley; es decir, mantener la situación de
silencio de la relación jurídica durante un período determinado por la propia ley, con el
fin de que surta los efectos deseados.
De la Garza S.F. (1994) y Morales R. (2002) son contestes en expresar que las leyes
están para que se cumplan y los principios para determinar el marco dentro del cual
deben expedirse las leyes tanto en su alcance como en su contenido. Por tal razón si la
Ley establece los plazos de prescripción de la acción de cobro que tiene la administración
tributaria y en un momento determinado estos plazos se cumplen y se produce la
prescripción, la administración tributaria debe declarar de oficio el hecho jurídico
acaecido, puesto que entre otras razones, por eso se determinan plazos específicos de
prescripción, sino, ¿cuál sería su sentido? No es posible que se deba esperar a que el
contribuyente sea quien solicite que se declare la prescripción, pues esto refleja que la
administración tributaria no ha ejercido la acción de cobro durante el tiempo
establecido, por apatía, ineficacia o cualquier otra razón y que en el fondo, con una
disposición de este tipo, se está tratando de proteger de las consecuencias de sus
propios errores cometidos por negligencia, que de haber actuado a tiempo evitaría que
se dejen de percibir los tributos debidos, en virtud de una obligación tributaria que no
habría prescrito.
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Igual de contundente y clara resulta la posición de Sainz de Bujanda (1966, b, p.293): “el
incumplimiento de la ley por los órganos del Estado supone una actuación arbitraria,
fuente habitual de situaciones de inseguridad jurídica del contribuyente. La actuación
arbitraria de la administración, como titular del crédito tributario, en la reclamación de
la deuda prescrita, es decir, el despliegue ilegal de la potestad de recaudación con este
objeto, provoca en la esfera jurídica del obligado tributario un plus de inseguridad
jurídica, pues a la propia de quién se expone a la reclamación tardía de un derecho se
añade la de quien se encuentra obligado a soportar el ejercicio de aquellas potestades,
en especial la de recaudación ejecutiva que, por la extinción ipso iure de cualquiera de
las facultades integrantes del crédito tributario, se convierte en arbitrario; obligación
que, paradójicamente, encuentra su causa en la presunción de legalidad de la actuación
administrativa.”
Conclusiones
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4. El “territorio aduanero” debe comprenderse como la parte del ámbito territorial
sometido a la soberanía nacional en la que se aplica un mismo sistema arancelario,
así como prohibiciones y restricciones no arancelarias. En términos más sencillos el
territorio aduanero es el espacio geográfico o conjunto de espacios geográficos
sobre el cual se aplica una determinada legislación aduanera y tributaria. Dentro del
territorio nacional queda comprendido el territorio aduanero, a excepción de los
enclaves aduaneros entendidos como localidades ubicadas fuera de las fronteras
políticas donde opera la eficacia extraterritorial de las normas aduaneras de un
Estado en tanto que las normas de un ordenamiento nacional tienen aplicación
también en territorios de otros Estados, según una relación internacional de
naturaleza convencional. Las zonas francas están comprendidas dentro del ámbito
del territorio político, pero fuera del territorio aduanero.
5. Para que la relación aduanera exista es indispensable que existan dos territorios
aduaneros distintos.
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mercancías y se generan en el momento en que se liquida la declaración. Sin embargo
unas y otras deben ampararse en la declaración de importación y sus modalidades.
11. La base imponible de los derechos aduaneros y demás impuestos a que están afectas
las mercancías al momento de la importación está regida por el Convenio al régimen
arancelario a la importación y el valor en aduana de las mercancías importadas de
la OMC (Valor GATT):
14. Entre esas otras “nuevas funciones” de la Aduana nos encontramos las relacionadas
a: a) la seguridad del Estado y de la paz de la población; b) la protección de la moral
y las buenas costumbres; c) la protección industrial, al aplicar regulaciones contra la
competencia internacional desleal o fraudulenta; d) el resguardo de la salud humana,
animal y vegetal, al impedir, materias o elementos contaminantes al territorio; e) de
defensa de la política comercial internacional, cuando restringe selectivamente el
comercio con algunos países o lo incentiva con respecto a otros, dentro de tratados
negociados; f) resguardo de los intereses fiscales, mediante el cobro de derechos e
impuestos; y g) protección de los derechos de los autores o inventores.
15. Todas las actividades antes relacionadas son reguladas por el Derecho Aduanero, al
designar a la aduana como el órgano de la administración pública que tiene por
principal, objeto, hacer cumplir las disposiciones prohibitivas o restrictivas del
comercio internacional y percibir los derechos e impuestos a la importación. No
obstante lo anterior, la actividad del Estado es completamente reglada, lo que indica
que cualquiera de sus actuaciones o manifestaciones deben estar subsumidas bajo
los límites que se le imponen en la Constitución Política.
16. Resulta evidente que los particulares en el ejercicio de su voluntad llevan a cabo
actividades comerciales internacionales, que por su propia naturaleza implica el
traslado de bienes de un país a otro, bienes a los cuales, las autoridades de aduana
están obligados a controlar y aplicar las normas correspondientes. De ello se deriva
una relación jurídica entre el Estado y esos particulares.
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17. La obligación aduanera además de pagar (dar), el sujeto pasivo aduanero debe
satisfacer obligaciones de tipo procedimental (hacer) y está sujeto a prohibiciones y
limitaciones (no hacer) que, en su conjunto (dar, hacer, no hacer) transcienden lo
específicamente tributario.
19. El vocablo "relación jurídica" puede hacer referencia a una regla de Derecho con
contenido axiológico, con independencia de que la misma sea derecho vigente y
aplicable; a la vinculación surgida entre dos o más personas como consecuencia de
un hecho acaecido en la realidad y que encuadra en una regla de derecho vigente o
al concepto que se refiere a determinadas características esenciales que
individualizan los deberes y potestades imperantes en una específica rama del
Derecho. Es en este último sentido que se habla de "la" relación jurídica aduanera.
20. En los elementos que los clásicos atribuyen a la relación jurídica: sujeto, objeto y
causa, el "objeto" se encuentra reflejado en el motivo buscado por los sujetos en la
prestación exigible. La especialidad de carácter tributario o aduanero de la relación
jurídica es el resultado de una valoración teleológica del supuesto, el cual no sólo
surge del supuesto de hecho de la norma, sino además del sentido que éste le dé al
objeto de la prestación debida, aunque para ello sea necesario analizar todos los
elementos de la relación jurídica; es decir, no sólo la prestación debida, sino también
el "supuesto de hecho" que le da origen.
22. Resulta evidente en la evolución de los conceptos teóricos sobre el hecho imponible
de la obligación tributaria aduanera que se observa en las diferentes formulaciones
legales analizadas, que la Tesis Dinámica tiende a prevalecer, dado que la doctrina
clásica (tesis estática) supone que acaecido el hecho imponible nace necesariamente
la obligación, mientras que la doctrina moderna, (tesis dinámica) afirma, que no
siempre, o no inmediatamente, el presupuesto de hecho origina una obligación.
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que tiene su causa inmediata en que se ha de producir la importación o sea la entrada
de las mercancías, previo cumplimiento de las regulaciones no arancelarias permisos
licencias etc.
25. En materia tributaria la doctrina destaca una relación jurídica tributaria "sustancial"
cuya prestación consiste en la obligación de pagar el tributo y relaciones jurídicas
"formales", cuyas prestaciones son instrumentales para posibilitar y facilitar la
realización de la principal, por lo que son accesorias de ésta. En cambio, en materia
aduanera, los deberes de declarar las mercaderías, ponerlas a disposición de la
aduana para su verificación, no son "accesorios" del deber de pago del derecho de
aduana, sino que son deberes necesarios para permitir el libramiento de la
mercadería cuya destinación aduanera se solicitó. El pago del tributo aduanero, al
igual que la aplicación de las otras medidas mencionadas revisten, así, un carácter
univoco o instrumental de las finalidades buscadas por las políticas fijadas por las
prohibiciones, restricciones, normas sanitarias, fitosanitarias, zoosanitarias,
ambientales internacionales y el Estado en relación con el comercio exterior.
27. Las obligaciones que se derivan del derecho aduanero son típicas obligaciones legales
que surgen por la realización de un hecho previsto en la ley y responden a las
relaciones que se establecen entre el Estado y los particulares, como manifestación
de la potestad del Estado que le permite imponer obligaciones y deberes a quienes
participan en la realización del presupuesto legal. Empero, esa potestad debe cumplir
los parámetros impuestos desde la misma Constitución, tales como los principios
de solidaridad, colaboración de los particulares con el Estado, confianza legítima de
los particulares en el Estado y seguridad jurídica.
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29. El momento imponible es la fecha establecida por la ley en que se produce el hecho
imponible. Su importancia radica en que a esa fecha permanecerá inamovible la
legislación vigente; que se aplica a ese hecho imponible. Esto adquiere particular
significación frente al principio de irretroactividad de las leyes y a los efectos de las
restricciones, permisos, prohibiciones y demás obligaciones tributarias derivadas de
la importación y exportación. En el caso de las importaciones, tal momento ocurre
en la fecha de aceptación de la declaración aduanera.
30. Una vez que el importador o el exportador cumple con todos los requisitos exigidos
por la ley para obtener el libramiento aduanero de la mercadería, nace un derecho
a su favor y una obligación a cargo del servicio aduanero quien de sujeto pretensor
pasa a ser sujeto obligado a conceder la autorización solicitada.
31. El importador o exportador no sólo deberá defender sus derechos ante eventuales
tributos mal liquidados o que excedieran de lo que efectivamente debiera pagar, sino
que deberá hacerlo frente a posibles restricciones indebidas a su derecho de
propiedad y a la libertad de comercio en el tráfico internacional. Sobre este último
aspecto, el Acuerdo General de Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT 1994) y
más actualmente, el Acuerdo sobre Facilitación de Comercio de la OMC (2014),
contemplan la razonabilidad de las normas y procedimientos aduaneros como
garantías necesarias para tutelar la libertad de comercio en el ámbito internacional,
lo que se refleja determinando una serie de limitaciones a fin de evitar el
agravamiento de restricciones aduaneras en el flujo del comercio internacional.
33. El poder tributario aduanero está en manos de los distintos Estados, pero los
Derechos Arancelarios a la Importación (DAI) en especial, al definirse de manera
supranacional, implican no estar concebidos predominantemente como
instrumentos de capacidad contributiva o de solidaridad, sino para evitar que
devengan en obstáculos potenciales a la plenitud de las libertades económicas a las
que antes aludíamos. Por ello, dada la configuración de los dos sistemas,
comunitario e interno, a las instituciones comunitarias les corresponde la
salvaguarda de las libertades comunitarias, y a los Estados les corresponde la
aplicación de las disposiciones para asegurar dichas libertades, y quedan bajo su
potestad indiscutible la aplicación de sus respectivas políticas financieras y tributarias
y, para que no exista contradicción entre uno y otro sistema, los Estados han
acordado la aproximación de sus legislaciones mediante la adopción de medidas
fiscales armonizadoras.
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Interno al Derecho Internacional, y posteriormente, atribuyéndole la función de
aplicar el Derecho Internacional a los hechos singulares.
35. Del análisis de las disposiciones de los tratados internacionales, normas de derecho
comunitario y nuestra Constitución Política, se infiere: 1) Que la Convención de
Viena sobre el Derecho de los Tratados, en su artículo 27 concede preferencia al
derecho internacional sobre la norma nacional, 2) Que en el sistema jerárquico de
fuentes, el Derecho Internacional es el género y el Derecho Comunitario, la especie;
3) Que ninguna norma nacional puede oponerse al derecho comunitario; y 4) Las
normas comunitarias solo pueden ser modificadas por los mecanismos y vías
establecidas en sus propios tratados constitutivos. Es decir, ningún Estado del SICA,
ni ningún órgano permanente o administrativo puede modificar o derogar una norma
comunitaria.
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regulan la Organización Mundial del Comercio (OMC) y que han sido aprobadas por
los países miembros.
40. Ese tipo de regulaciones, hacen parte del Derecho tributario y limitan el ejercicio de
la potestad tributaria del Estado en el orden nacional, pero no entrañan menoscabo
del principio nullum tributum sine lege porque si bien fijan las bases de la acción
parlamentaria, no la descartan ni pretenden excluirla.
41. Partiendo del hecho que Nicaragua ha firmado voluntaria y conscientemente los
tratados y acuerdos internacionales sobre la materia, tanto en el marco de la
Organización Mundial de Comercio, la Organización Mundial de Aduanas y en el
Sistema de Integración Centroamericano (SICA) y su Subsistema de Integración
Económica, no queda más que deducir, por disposición expresa de la norma
constitucional establecida en el artículo 10 Cn, que Nicaragua reconoce estas
obligaciones internacionales sobre su territorio, donde el Derecho Comunitario
deviene en un ordenamiento integrado, de aplicación interna en el sistema jurídico
de Nicaragua, y con base a los Principios de Autonomía, Aplicabilidad Inmediata,
Primacía y Responsabilidad de los Estados, instituye un nuevo concepto de soberanía
que se concreta a través de presupuestos fundados en la democracia y en un sistema
de integración que supone un grado de interdependencia lo cual, no significa, por
ello, la declinación de la soberanía, sino la que se conforma en el trayecto
organización del proceso integracionista, dispuesta por aquellas instituciones
supraestatales en el camino hacia una comunidad de derecho.
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aspectos, como los de índole meramente técnico (clasificación arancelaria,
valoración aduanera, determinación del origen de las mercancías, entre otras); cuya
aplicación resulta de mucha complejidad, lo que puede dar lugar a obstáculos al
comercio y a violaciones de los derechos de los usuarios del sistema aduanero.
46. Si bien, la existencia del Derecho Aduanero como sistema jurídico no depende del
establecimiento de un arancel, puesto que hay un sinnúmero de mercancías que no
están sujetas a derechos e impuestos; las importaciones y exportaciones solo se
realizan a través de las aduanas, mediante los controles a la entrada y la salida de
bienes, no regulándose de ninguna otra manera.
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51. La autodeterminación es llevada a cabo por el declarante, que puede ser el
importador o el agente aduanero que le represente para tal fin. En este caso en
particular, es el propio declarante quien fija, acepta y pago los tributos exigibles y
cumple las demás obligaciones necesarias para la autorización de un régimen
aduanero. Esta autodeterminación es previa a la presentación de la declaración ante
el Servicio Aduanero. La declaración aduanera por lo tanto es el vínculo por el que
el declarante hace del conocimiento de la Autoridad Aduanera, el régimen al cual
destina las mercancías y la obligación tributaria aduanera derivada de la aplicación
del régimen escogido; siendo ellos quienes determinan los elementos necesarios
para tal fin y mediante la cual individualiza, cuantifica y valora una mercadería, con el
propósito que el servicio aduanero ejecute el denominado control aduanero.
52. La determinación llevada a cabo por el declarante, no tiene carácter definitivo y está
sujeta, según sea el resultado aleatorio del sistema de gestión de riesgo, a dos
procedimientos de verificación.
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autoridades de fiscalización efectuar ningún ajuste, recargo o multa sobre ellas. No
existe en nuestra legislación disposición alguna sobre la declaración de oficio de la
prescripción. Constatamos que un sector doctrinal considera que la prescripción
debe declararse de oficio, sin necesidad de que sea invocada o excepcionada por el
sujeto pasivo dado que denota una situación de apatía, negligencia o ineficacia por
parte de la Administración Aduanera y cuya carga, incluyendo los costos de invocarla
y excepcionarla no debieran desplazarse al declarante.
55. En relación a las determinaciones de oficio, solo ocurren de manera excepcional por
las causas legalmente especificadas en el Artículo 356 del RECAUCA. La declaración
mixta o coordinada, igualmente es un caso excepcional y solo existe en el caso de
las dudas razonables del valor declarado, según lo dispone el inciso 2) de la
Introducción del Acuerdo relativo a la aplicación del Artículo VII del Acuerdo
General sobre Aranceles y Comercio de la Organización Mundial de Comercio
(GATT 94); que establece la celebración de consultas entre el importador y la
Administración Aduanera a fin de intercambiar información, a reserva de las
limitaciones impuestas por el secreto comercial, a fin de determinar una base
apropiada de valoración en aduana.
57. Las violaciones más comunes en los países latinoamericanos que encontramos en la
realización de la presente tesis, en materia aduanera están referidos a:
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d. Exigencia de documentos, trámites o procedimientos no requeridos por ley.
El no cumplimiento de los mismos conlleva la imposición de infracciones y
multas.
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