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    La Restitución Es Un Concepto Bíblico

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    Patricia Mariño
    La restitución es un concepto bíblico que se especifica en el Antiguo y Nuevo Testamento. La ley mosaica exigía la restitución de bienes robados u otras pérdidas, generalmente entre el 100% y 500% del valor. El ejemplo de Zaqueo muestra que un verdadero arrepentimiento conduce al deseo de corregir las injusticias del pasado mediante la restitución, aunque no es un requisito para la salvación sino más bien una consecuencia de ella.

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    La restitución es un concepto bíblico que se especifica en el Antiguo y Nuevo Testamento. La ley mosaica exigía la restitución de bienes robados u otras pérdidas, generalmente entre el 100% y 500% del valor. El ejemplo de Zaqueo muestra que un verdadero arrepentimiento conduce al deseo de corregir las injusticias del pasado mediante la restitución, aunque no es un requisito para la salvación sino más bien una consecuencia de ella.

    Descripción original:

    Restauracion

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    La restitución es un concepto bíblico que se especifica en el Antiguo y Nuevo Testamento. La ley mosaica exigía la restitución de bienes robados u otras pérdidas, generalmente entre el 100% y 500% del valor. El ejemplo de Zaqueo muestra que un verdadero arrepentimiento conduce al deseo de corregir las injusticias del pasado mediante la restitución, aunque no es un requisito para la salvación sino más bien una consecuencia de ella.

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    La restitución es un concepto bíblico que se especifica en el Antiguo y Nuevo Testamento. La ley mosaica exigía la restitución de bienes robados u otras pérdidas, generalmente entre el 100% y 500% del valor. El ejemplo de Zaqueo muestra que un verdadero arrepentimiento conduce al deseo de corregir las injusticias del pasado mediante la restitución, aunque no es un requisito para la salvación sino más bien una consecuencia de ella.

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    La restitución es un concepto bíblico,

    En el antiguo testamento, los israelitas estaban bajo la ley, que especificaba la restitución en una variedad
    de circunstancias: "Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey
    pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas. . . El ladrón hará completa restitución; si no
    tuviere con qué, será vendido por su hurto. Si fuere hallado con el hurto en la mano, vivo, sea buey o
    asno u oveja, pagará el doble. Si alguno hiciere pastar en campo o viña, y metiere su bestia en campo
    de otro, de lo mejor de su campo y de lo mejor de su viña pagará. Cuando se prendiere fuego, y al
    quemar espinos quemare mieses amontonadas o en pie, o campo, el que encendió el fuego pagará lo
    quemado. . . Pero si alguno hubiere tomado prestada bestia de su prójimo, y fuere estropeada o
    muerta. . . deberá pagarla" (Éxodo 22:1, 3-6, 14).

    Levítico 6:2-5 abarca otras situaciones en las que los bienes robados son restituidos, además de añadir una
    quinta parte del valor. También cabe destacar en este pasaje, que la restitución se hizo para el dueño de la
    propiedad (no para el gobierno o cualquier otro tercero), y la indemnización debía ir acompañada por una
    ofrenda al Señor para la expiación de la culpa. La ley mosaica, entonces, protegía a las víctimas de robo,
    extorsión, fraude y negligencia, exigiendo la restitución por parte del infractor. La cuantía de la
    remuneración oscilaba entre el 100 al 500 por ciento de la pérdida. La restitución se debía hacer el mismo
    día que el culpable traía su sacrificio ante el Señor, lo que implica que hacer las paces con el prójimo es tan
    importante como hacer la paz con Dios.

    En el nuevo testamento, tenemos el maravilloso ejemplo de Zaqueo en Lucas 19. Jesús está de visita en la
    casa de Zaqueo, y las personas que conocen el jefe de los publicanos como un hombre perverso y tirano,
    están comenzando a murmurar acerca de la relación de Jesús con un pecador (versículo 7). "Entonces
    Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he
    defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por
    cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había
    perdido" (versículos 8-10). De las palabras de Zaqueo, deducimos: 1) había sido culpable de estafar a la
    gente, 2) estaba arrepentido por sus acciones pasadas, y 3) se había comprometido a hacer restitución. De las
    palabras de Jesús, entendemos: 1) Zaqueo fue salvo ese día y su pecado fue perdonado; y 2) la evidencia de
    su salvación fue tanto su confesión pública (ver Romanos 10:10) como su renuncia a todos los bienes mal
    habidos. Zaqueo se arrepintió, y su sinceridad fue evidente en su deseo de hacer la restitución
    inmediatamente. Aquí había un hombre que estaba arrepentido y compungido, y la prueba de su conversión
    a Cristo fue su determinación para reparar, hasta donde fuera posible, por sus pecados pasados.

    Lo mismo puede decirse para cualquier persona que hoy verdaderamente conoce a Cristo. Un verdadero
    arrepentimiento conduce a un deseo de corregir las injusticias. Cuando alguien llega a ser cristiano, tendrá
    un deseo que nace de la profunda convicción de hacer el bien, y eso incluye hacer la restitución, cada vez
    que sea posible. La idea de "cada vez que sea posible" es sumamente importante para recordar. Hay algunos
    delitos y pecados por los cuales no hay una adecuada restitución. En tales casos, un cristiano debe hacer
    alguna forma de restitución que demuestre el arrepentimiento, pero al mismo tiempo, no debe sentirse
    culpable acerca de la imposibilidad de lograr la plena restitución. La restitución es un resultado de nuestra
    salvación, no es un requisito para la salvación. Si usted ha recibido el perdón de los pecados a través de la fe
    en Cristo Jesús, todos sus pecados son perdonados, incluso si no ha podido hacer la restitución por los
    mismos.

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