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CÓMO PROMOVER LOS MODALES

Alrededor de los cuatro años de edad, tu pequeñín empieza a aprender las


normas básicas del comportamiento durante la comida, la retirada a dormir y
el baño, esto significa que ya está listo para aprender algunas reglas sociales,
las cuales se dan de manera progresiva.

Aprender a comportarse correctamente desde pequeños es de gran


importancia, Pues los modales representan nuestros valores y estilos
sociales, indican nuestro respeto a otras personas y son esenciales para
ganarnos la aceptación de los demás. Por esta razón, la formación de los
buenos modales debe ser impartida tan pronto como tu pequeñín toma
conciencia de que existen otras personas a su alrededor más o menos hacia
el primer año de vida.

El aprendizaje de los modales inicia con un buen ejemplo: si quieres que tú


pequeñín sea respetuoso en sus modales debes comenzar por ser un ejemplo
de conducta. No sólo demandes dar las gracias, pedir disculpas o no
interrumpir. También debes mostrar esa actitud que esperas en él. Por
ejemplo: Si tu hijo está jugando no lo interrumpas. Si necesitas que te ayude
en algo y no es una emergencia permítele terminar. Él hará lo mismo si
necesitas algo y te ve trabajando.

El que tú le hayas dicho a tu Pequeñín que se saluda al entrar a una


habitación no significa que lo ha aprendido. Se paciente, este en un proceso
como muchos otros. Toma tiempo. Por esto debe haber mucha práctica y
claridad al momento de enseñar los modales. Si, por ejemplo, están invitados
a una cena, practica en casa cómo saludar. A la hora de cenar recuérdale los
aspectos básicos: cerrar la boca al masticar, no hacer ruido al beber, colocar
la servilleta etc. Pero por sobretodo se clara y específica. En vez de decir
“pórtate bien” di: “recuerda saludar a tu tía al llegar a su casa. Dale gracias
por la cena y si necesitas algo pídelo ‘por favor’”.

Cuando tu pequeñín practique estos buenos modales, puedes hacer


comentarios favorables, pero no excedas en elogios. Si tu pequeño llegara a
olvidar ciertos modales evita los castigos y amenazas. De manera calmada
recuérdale cual debería ser la actitud correcta. El resultado tanto del exceso
de presión como del exceso del elogio es dar a entender que los modales son
negociables y los modales deben convertirse como parte de un sistema de
normas bien establecidas.

Una reacción común al exceso de presión en la enseñanza de los buenos


modales se manifiesta con una abierta grosería. Decir palabras soeces indica
un comportamiento rebelde y provocador que es normal e inevitable en
niños de cuatro a seis años. Si ya tú pequeñín empieza a usarlas con
conciencia y sin ningún reparo al decirlo, entonces observemos las
estrategias que puedes utilizar: lo primero es dar ejemplo: si no quieres que
tu pequeñín diga malas palabras, no las digas tú; evita sonreír o reír, si lo
haces estarás indicando a tú hijo que está correcto y que es graciosa, por lo
tanto tenderá a repetirla. Explica de una forma clara y sencilla que estas
palabras ofenden, molestan, que no son respetuosas, y que si alguien se las
dijera, pues no le gustaría ser tratado así.

Es muy importante mantener la calma y no darle demasías importancia, tu


pequeñín debe sentir que el decir estas palabras no es la mejor forma de
llamar la atención de sus padres, y que por lo tanto van perdiendo su efecto.

Debes ofrecer alternativas, palabras que permitan una mejor expresión de


los sentimientos, sustituir esas palabras ofensivas por unas nuevas y
divertidas. Por ejemplo: que es mejor decir a su hermano que está
disgustado porque le ha roto su oso, que llamarle de “imbécil o burro”. El
ofrecer lecturas permite incrementar el vocabulario y hacerle descubrir
nuevas palabras.

Al educar a tu pequeñín en los modales recuerda que no necesita ser un


experto en etiqueta. Los buenos modales se basan en bondad, respeto y
consideración hacia ti y hacia los demás. Cuando TU PEQUEÑIN APRENDE
aprende buenos modales sin presión se siente orgulloso de las habilidades
que ha adquirido.
RETRASO EN EL DESARROLLO – SIGNOS DE ALARMA

Los logros alcanzados por nuestros hijos en cada momento de su desarrollo,


pueden sorprendernos, asuntarnos o dejarnos dudas acerca de lo “normal” o
“anormal”. Por eso, lo mejor en todos los casos es conocer e informarnos
acerca de los cambios y conductas que se presentan en su desarrollo.

Hablaremos sobre los signos de alarma más representativos que se


presentan en el área del lenguaje y la comunicación y a nivel socio- afectivo.
En el desarrollo del lenguaje, cualquiera de los siguientes comportamientos
(que involucran estos componentes) requiere de la mayor atención, para
jugar un papel preventivo, o correctivo si se requiere:

 Evidenciar dificultades para comunicar deseos y necesidades.


 Exteriorizar dificultad para encontrar palabras, o tener un vocabulario
muy limitado.
 Demorarse para empezar a hablar, pronunciar inadecuadamente
durante un tiempo mayor al esperado para la edad.
 Presentar un habla espontánea limitada.
 Tener problemas expresivos (de palabras, frases) en narraciones y
discursos conversacionales.
 Poseer problemas para recordar y repetir información.
 Tener dificultades en recordar y repetir oraciones.
 Manifestar dificultades para escuchar con comprensión.
 Mostrar dificultades motrices y perceptuales para dibujar, cortar y
pintar. Y
 Revelar problemas que involucran la comunicación no verbal (gestos,
contacto visual, etc.)

Estas pautas mencionadas son generales y no corresponden a una “receta”


única y obligatoria. Recuerda que en cuanto al desarrollo se refiere, la
individualidad es un aspecto importante. También es importante que
entendamos, que algunos niños dependiendo de su entorno y los estímulos
presentes en este, van a adquirir habilidades de algunas de estas áreas más
rápidamente que de otras.

Es importante señalar que a nivel socio-afectivo es difícil detectar señales de


alarma y que en el caso de observar alguno de los comportamientos o
reacciones emocionales aquí señaladas deben observarse también las
señales observadas en las otras áreas, así como evaluar situaciones
ambientales particulares que puedan influir sobre éstas, pues la mayor parte
de estas señales pueden presentarse alguna vez en la vida de los niños sin
significar dificultades.

A partir de los 5 años:

 Muestra dificultades para dormir en la noche, no concilia el sueño, se


despierta de forma recurrente, tiene pesadillas frecuentemente.
 Se observan cambios en sus hábitos alimenticios, deja de comer o
come en exceso.
 No ha establecido vínculos de amistad con ningún niño en el colegio.
 Juega siempre solo y evita el contacto con otros.
 Muestra temor al comunicarse con otros.
 Llora con frecuencia sin motivo aparente.
 Tiene retrocesos en el control de esfínteres durante el día o la noche si
lo ha ya adquirido.
 Se muestra inseguro en la realización de sus trabajos, no inicia, repite
muchas veces, borra con frecuencia o los destruye al finalizarlos.
 Busca aprobación permanente del adulto para realizar cualquier tarea,
intenta imitar a sus compañeros a la hora de trabajar y al verse solo se siente
perdido o angustiado.
 No puede reconocer sus errores, miente para justificarse o dar la
responsabilidad a otros, incluso cuando sabe que el adulto lo vió o sabe la
verdad.
 Muestra temores irracionales y se autoagrede.
Estos signos mencionados, son sólo pautas para ayudarnos a los padres a
estar alertas al desarrollo de nuestros hijos. No significa que ante la presencia
de uno o más de estos signos, automáticamente nuestros hijos queden
“rotulados” con un problema del desarrollo. Sólo que vale la pena que
consultemos con especialistas ya sean del área educativa, médica o
terapéuticas según sea el caso. Hay que tener en cuenta que la detección e
intervención tempranas pueden reducir la gravedad de las dificultades
académicas y mejorar la calidad de vida de nuestros hijos.

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