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Calma Tu Sed

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Calma tu Sed

 Texto Bíblico: Juan 7:37-39

7:37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.

7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva. 

7:39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún
no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.

¿Tú sabes lo que es la sed física?

Deja de beber líquidos haber qué pasa. Un sin fin de reacciones terribles no
tardarán en manifestarse. 

Si privas tu cuerpo de los fluidos necesarios, tarde o temprano éste te lo hará


saber y quiera Dios no sea tarde y estés deshidratado, por no beber agua.

 Priva a tu alma del agua espiritual, y ella también te lo dirá.

Los corazones deshidratados envían mensajes desesperados a saber: 

Temperamentos irritados.

Olas de preocupación. 

 Culpa y temor crecientes. 

 Desesperanza. 

 Resentimiento. 

 Inseguridad. 

 Insomnio. 

 Soledad. 
Esas son señales y advertencias, síntomas de una sequedad en lo más profundo
del ser.

Quizás nunca lo hayas visto así. Pensaste que eran como policías acostados, o
reductores de velocidad (esos obstáculos que ponen en las vías para hacerles a
los conductores desminuir la velocidad), una parte necesaria e ineludible de la
vida.

-> ¿Cambios de ánimo? Todos pasamos días grises, sábados tristes y domingos


largos y aburridos.

-> ¿Acaso no son inevitables esas emociones? Sí que lo son.


Aunque de ningún modo inextinguibles. Considera los dolores de tu corazón, no
como luchas que debes soportar, sino como una sed interna que necesitas saciar. 

Dios te invita a tratar tu alma sedienta así como tratas tu sed física. Dios no te creó
para vivir con el corazón deshidratado. 

De hecho, tu hacedor te creo con sed para que ella te sirva como indicador de
sequedad. 

Y “Así como nuestra sed física no nos engaña” pues hay un líquido vital
existente para saciarla; 

“La sed de tu alma, tampoco te engaña”, pues es uno de los grandes


indicadores, no solo de la existencia de un Dios, sino también de la respuesta vital
(agua de vida) para tu alma, de Dios.

 ¿Cómo se logra esto?

Empieza por hacerle caso a tu sed. No pases por alto tu sensación de soledad. No
niegues tu rabia.

Estos son algunos de los síntomas y las señales que no debes ignorar. Necesitas
hidratación. 

No dejes que tu corazón se vuelva una uva pasa. Por tu bien y el de aquellos que
necesitan tu amor.

 ¡Hidrata tu alma! Obedece a tu sed.


¿Qué podemos hacer al respecto?

Lo que hacemos típicamente no funciona. Nos vamos de vacaciones,


tomamos píldoras, drogas o alcohol, lo arriesgamos todo en el juego, aventuras
en brazos más jóvenes, un amor prohibido, adicción al trabajo con semanas
laborales de ochenta horas y más, visita a los bares con los amigos después de
la  jornada laboral, etc. Todas estas cosas dan cierto sentido de realización y
saciedad, pero nunca quitarán la sed del alma. A esto se le llama <<Sorber del
pantano>>. Allí hay sustancias que no estamos hechos para ingerir.
Y ten mucho cuidado con las botellas que tienen la etiqueta de “Religión”.
Jesús lo tuvo. Observa en qué situación decide pronunciarse. No está hablando
a prostitutas, ladrones, belicosos, tampoco a presos ni a alumnos de un
reformatorio. No, se dirige a los observantes y a los asistentes fieles de una
convención religiosa. Era el equivalente del vaticano en domingo de
resurrección. Están desplegados los símbolos religiosos como en una venta
callejera: el templo, el altar, las trompetas y las túnicas adornadas. Estos son
símbolos simplemente y Él no los puso como fuentes. Él apunta hacia sí mismo,
en donde los símbolos se cumplen. La religión apacigua, pero nunca
satisface. Bébelo a Él fuente o manantial de agua viva.

 ¿Cómo y donde hallamos agua para el alma? 

Jesús dio una respuesta cierto día en Jerusalén. La gente había llenado las calles
para la representación anual del milagro del agua que salió de la roca por medio
de Moisés.
En honor a sus ancestros nómadas, dormían en tiendas o tabernáculos. Como
tributo a la corriente del desierto, derramaban agua. 

Cada mañana un sacerdote llenaba un jarrón dorado con agua de los manantiales
de Gihón y lo llevaba por un sendero rodeado de espectadores hasta el templo.
Hacía esto una vez por día durante siete días. En el último, el gran día de la fiesta,
el sacerdote daba siete vueltas alrededor del altar, empapándolo con siete vasijas
llenas de agua. Y en ese día fue cuando Jesús convocó la atención del pueblo.
Según lo vemos en el relato de los Versículos 37 al 39 de Juan.  
"En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo:
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura,
de su interior correrán ríos de agua viva…Esto dijo del Espíritu que habían de
recibir los que creyesen en Él" Juan 7:37 

Toda la gente sorprendida, se quedó mirando la interrupción, en ese día y


momento, no era nada común, era casi interrumpir la gran fiesta. Observemos la
secuencia:

Jesús…puesto en pie (al alcance de la vista de todos) ¿Acaso lo habían visto


hablar con tanta intensidad? 
…Alzó la voz… (Los rabinos enseñaban sentados y calmos) los Evangelios usan
el mismo verbo griego para describir el volumen en la voz de Jesús. Lo vemos,
cuando Pedro pidió auxilio en el mar tormentoso, el endemoniado grito
misericordia. Y el hombre ciego dio voces al clamar por su vista.
No fue un simple murmullo. Dios hizo tronar el martillo del cielo.

¿Por qué? 

Porque Cristo demanda la atención de todos, incluyéndote.


Exclamó por que le quedaba poco tiempo. Incluso el tiempo tuyo esta a distancia
de la falta de un suspiro. Y También Exclamó… Porque la gente moría de sed.
Dios no se quedó callado. Nadie podrá decir que no lo escucho. Su amor es
vehemencia en alta vos. Nos dirigió la palabra y es una palabra buena, buenas
noticias de salvación, nos enseño y nos dejo un Evangelio. 
Por lo que lo hizo a voz en cuello. La justa interrupción de cualquier cosa con
pretensiones de saciar la sed incumplidas. Jesús lanzó a gritos su invitación:

¿Se están marchitando interiormente? ¡Beban de mí!...  

Solo necesita tu permiso. Como el agua, Jesús no entrará si no optas por ingerir y
bebértela. Hasta que te decidas beber el agua no te dará beneficios. Puedes
meterte hasta el cuello en medio de un río y sin embargo morir de sed. Amenos
que bebas de Cristo, seguirás siempre sediento. Bébelo a Él. Y bébelo con
frecuencia.
Para tal fin, te ofrezco esta herramienta: Una oración para el corazón sediento.

Llévala como el ciclista lleva su cantimplora o botella de agua, como el soldado


también la lleva. La oración incluye cuatro líquidos esenciales para la hidratación
del alma: La obra de Dios por ti, la energía de Dios, su señorío y su amor.

Esta es mi Oración y deseo que también sea la tuya

 Señor vengo sediento. Vengo a beber y recibir ese precioso líquido que emana
(Brota) de Ti.

Recibo tu obra que hiciste por mí en la cruz y con Tú resurrección, mis pecados
son perdonados ya que con Tú Preciosa Sangre Tú los limpiaste y mi muerte
también es derrotada ya que recibiré de Tú parte la vida eterna.

Recibo Tú energía. Revestido de poder por Tú Espíritu Santo, puedo hacer todas
las cosas por medio de Cristo, que me fortalece.

Acepto también Tú Señorío. Yo te pertenezco a ti. Nada viene a mí sin haber


pasado primero por Ti.
Recibo asimismo Tú amor eterno. Nada puede separarme de Tú amor. Por que
por Tú Bendita palabra lo manifiestas.

¿Quien nos separara del Amor de Cristo? Ni ángeles ni potestades, ni lo


presente, ni lo por venir, nadie nos puede separar de este amor en Cristo
Jesús. Amen. 

¿Acaso no necesitas sorber frecuentemente de la represa de Dios? Yo sí.

A Dios le he ofrecido esta oración en un sin número de situaciones:


En reuniones angustiosas, días insulsos, recorridos extensos, viajes exigentes,
decisiones que lo someten a pruebas el carácter de uno, o en decisiones que uno
deba tomar respecto a su diario vivir.

Muchas veces al día voy al manantial subterráneo de Dios y a cambio de mi


pecado, de mis padecimientos, de mis pruebas y mi muerte recibo de nuevo su
obra redentora, la energía de su Santo Espíritu, su señorío y su invariable amor.
 
Bebe conmigo de su pozo sin fondo. No tienes que vivir con un corazón
deshidratado.

Recibe la obra de Cristo en la cruz.

 La energía de su espíritu.

 Su señorío sobre tú vida.

 Su amor inextinguible e infalible.

Bebe hasta lo profundo y bebe con frecuencia. Así fluirán de ti ríos de agua
viva.

Que el Dios de Paz, de Luz y de Amor derrame abundantemente de ese


Manantial de agua viva que es Él y seas Bendecido todos los días de tu vida
cada vez que bebas de esa agua.

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