Calma Tu Sed
Calma Tu Sed
Calma Tu Sed
7:37 En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz,
diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
7:38 El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua
viva.
7:39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en Él; pues aún
no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
Deja de beber líquidos haber qué pasa. Un sin fin de reacciones terribles no
tardarán en manifestarse.
Temperamentos irritados.
Olas de preocupación.
Desesperanza.
Resentimiento.
Inseguridad.
Insomnio.
Soledad.
Esas son señales y advertencias, síntomas de una sequedad en lo más profundo
del ser.
Quizás nunca lo hayas visto así. Pensaste que eran como policías acostados, o
reductores de velocidad (esos obstáculos que ponen en las vías para hacerles a
los conductores desminuir la velocidad), una parte necesaria e ineludible de la
vida.
Dios te invita a tratar tu alma sedienta así como tratas tu sed física. Dios no te creó
para vivir con el corazón deshidratado.
De hecho, tu hacedor te creo con sed para que ella te sirva como indicador de
sequedad.
Y “Así como nuestra sed física no nos engaña” pues hay un líquido vital
existente para saciarla;
Empieza por hacerle caso a tu sed. No pases por alto tu sensación de soledad. No
niegues tu rabia.
Estos son algunos de los síntomas y las señales que no debes ignorar. Necesitas
hidratación.
No dejes que tu corazón se vuelva una uva pasa. Por tu bien y el de aquellos que
necesitan tu amor.
Jesús dio una respuesta cierto día en Jerusalén. La gente había llenado las calles
para la representación anual del milagro del agua que salió de la roca por medio
de Moisés.
En honor a sus ancestros nómadas, dormían en tiendas o tabernáculos. Como
tributo a la corriente del desierto, derramaban agua.
Cada mañana un sacerdote llenaba un jarrón dorado con agua de los manantiales
de Gihón y lo llevaba por un sendero rodeado de espectadores hasta el templo.
Hacía esto una vez por día durante siete días. En el último, el gran día de la fiesta,
el sacerdote daba siete vueltas alrededor del altar, empapándolo con siete vasijas
llenas de agua. Y en ese día fue cuando Jesús convocó la atención del pueblo.
Según lo vemos en el relato de los Versículos 37 al 39 de Juan.
"En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo:
Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura,
de su interior correrán ríos de agua viva…Esto dijo del Espíritu que habían de
recibir los que creyesen en Él" Juan 7:37
¿Por qué?
Solo necesita tu permiso. Como el agua, Jesús no entrará si no optas por ingerir y
bebértela. Hasta que te decidas beber el agua no te dará beneficios. Puedes
meterte hasta el cuello en medio de un río y sin embargo morir de sed. Amenos
que bebas de Cristo, seguirás siempre sediento. Bébelo a Él. Y bébelo con
frecuencia.
Para tal fin, te ofrezco esta herramienta: Una oración para el corazón sediento.
Señor vengo sediento. Vengo a beber y recibir ese precioso líquido que emana
(Brota) de Ti.
Recibo tu obra que hiciste por mí en la cruz y con Tú resurrección, mis pecados
son perdonados ya que con Tú Preciosa Sangre Tú los limpiaste y mi muerte
también es derrotada ya que recibiré de Tú parte la vida eterna.
Recibo Tú energía. Revestido de poder por Tú Espíritu Santo, puedo hacer todas
las cosas por medio de Cristo, que me fortalece.
Bebe hasta lo profundo y bebe con frecuencia. Así fluirán de ti ríos de agua
viva.