Imágenes y Sonidos de Largo Alcance: Objetivos
Imágenes y Sonidos de Largo Alcance: Objetivos
Imágenes y Sonidos de Largo Alcance: Objetivos
Objetivos
• Historizar el desarrollo de tecnologías vinculadas con la grabación, trans-
misión y/o reproducción de imágenes y sonidos.
• Explorar los usos sociales que en distintos contextos tuvieron el teléfono,
la radio, el fonógrafo y el gramófono, la fotografía, el cine y la televisión.
• Analizar las disputas en torno a la regulación y los distintos modelos que
se plantearon para la organización de las telecomunicaciones y los medios
audiovisuales.
Si miramos, en cambio, los orígenes –ya sea los usos previstos o los usos
iniciales– veremos las idas y vueltas de cada tecnología.
PARA REFLEXIONAR
Los tres casos dan cuenta de una definición de usos y gestiones que
LECTURA OBLIGATORIA
LECTURA RECOMENDADA
R
Flichy, P. (1991), “Segunda parte: La comunicación familiar (1870-1930)”, en Una
historia de la comunicación moderna. Espacio público y vida privada, Gustavo Gili,
Barcelona.
4.1.1. El teléfono
Como ya dijimos, a esta altura es ilusorio hablar de una autoría exclusiva e
individual de un invento. En el caso del teléfono, la historia técnica podría ir
desde 1667 –cuando un físico inglés experimentó la transmisión del sonido
por un hilo tirante– hasta Bell, cuyo mérito no fue solo la invención sino la pro-
moción social. Como los telegrafistas no se interesaban por la nueva máquina,
creó una compañía para explotarla él mismo.
C
De hecho, los rascacielos no hubieran sido posibles sin el teléfono [...] el uso
de rascacielos se mantuvo gracias a la invención de los armazones de hierro y
del ascensor, desde luego, pero también del teléfono (SOLA POOL, 1992: 86).
La aparición de la ATT
ATT fue la compañía madre del sistema Bell. Funcionaba como un holding que tomaba
una parte del capital de empresas filiales a cambio del acceso a las patentes. Progresivamente
compró la mayor parte del capital de las filiales.
ATT es obra de la estrategia-económica diseñada por Theodore Vail: una suerte de
“mánager” de Bell. “Mientras que el hombre clave de la invención del teléfono es sin duda
Bell, a Théodore Vail le corresponde, por su parte, la concepción del sistema telefónico”
(Flichy, 1991: 129). Vail insistía en la universalidad de la red: el teléfono no debía reco-
nocer ninguna frontera impuesta “por razones nacionales, geográficas o raciales”.
En 1878 –cuando la compañía de Bell ya tenía unos 10.000 teléfonos instalados–
apareció en escena la competencia de la Western Union, con teléfonos diseñados por
Thomas Edison y Elish Grey, y con el respaldo de sus oficinas de telégrafos instaladas a
lo largo y a lo ancho del país. Si bien inicialmente hubo una demanda por infracción de
patente, pronto llegaron un acuerdo: Western Union concedió a Bell la telefonía, mien-
tras que ATT renunció al servicio telegráfico y aceptó pagar por un tiempo a la Western
Union el 20 por ciento de los ingresos brutos. Finalmente, triunfó la estrategia de Bell:
ATT terminó comprando, décadas después, la totalidad de la gran compañía telegráfica
norteamericana.
El acta de creación de ATT, que data de 1885, anticipaba su gran proyección. Planteaba
construir enlaces entre ciudades de Estados Unidos, Canadá y México. También preveía
“interconexiones por los medios apropiados con todo el resto del mundo”.
Recién en 1956 –un año antes
del inicio de “la carrera de los
satélites”– se logró tender el pri-
mer cable telefónico submarino
Otra cuestión clave en la historia del teléfono, además de la extensión de transatlántico.
la red, fue el modo en que se resolvió la conexión entre una y otra parte:
la llamada conmutación. En una primera etapa fue manual, hasta que logró
automatizarse.
Claude Fischer describe el sistema típico de 1880:
C
(…) era un asunto engorroso (…) El instrumento en sí mismo era un juego de
tres cajas. La caja de arriba sostenía un generador de magneto, una manivela
y una campana. La caja del medio tenía un tubo para hablar que sobresalía ha-
cia delante y un tubo receptor que colgaba de al lado. La tercera caja contenía
una batería que había que rellenar periódicamente y que en ocasiones rezuma-
ba. El comunicante giraba la manivela para dar la señal a la telefonista; la se-
ñal disparaba un conmutador en el cuadro de conexión manual de la oficina
central, indicando el origen de la llamada. La telefonista enchufaba sus auricu-
Fuente: http://electrophenia.blogspot.com.ar/2013/02/tema-7-sistemas-de-telefonia.
html
C
Esta reticencia frente a la utilización del teléfono de disco conecta de forma
mucho más general con la relación que las sociedades industrializadas de prin-
cipios de siglo mantienen con la técnica. El teléfono, como el automóvil, es un
instrumento que la burguesía no desea manejar directamente. La relación con
la técnica está mediatizada por la operadora o el chofer (FLICHY, 1991:
162-163).
1.
4.1.3. La radio
La historia de la radio o broadcasting tiene una larga genealogía, desde los
primeros físicos que afirmaron la existencia de ondas electromagnéticas,
pasando por su comprobación en un laboratorio por parte del alemán Heinrich
Hertz en 1887, hasta la creación de un aparato para transmitirlas y recibirlas,
que se conoció primero como “telegrafía sin hilos”.
PARA AMPLIAR
Como ya hemos planteado más de una vez, hasta que no se produce un objeto
fiable y reproducible, un invento no está acabado: una invención requiere de
su instalación social, para ser significativa. En ese sentido, correspondería
reconocer en Guglielmo Marconi la paternidad de la radio, a fines del siglo XIX.
De origen italiano, Marconi trabajaba en Inglaterra y pronto puso una filial de
Entrado el siglo XX, cuando empe-
su empresa en Estados Unidos.
zaba el desarrollo de la radio El primer uso social fue la transmisión entre barcos. Fue producto de la pri-
según el modelo que conocemos mera búsqueda de hacer operativo un instrumento, pero evitando lo más posi-
actualmente, se presionó para ble las incertidumbres del mercado. Como ocurrirá en otros países, Marconi
una americanización de la filial
Marconi. La compañía se vendió encontró el interés inicial en los marinos militares. Así, logró cierto apoyo públi-
para la formación de una nueva co, aunque eludió la formación de un sistema de gestión estatal.
empresa: Radio Corporation of En 1903 el Rey británico pudo intercambiar mensajes con Theodore
America (RCA), en la que tuvieron
Roosvelt a través de su tecnología. Para esa época ya proliferaban los ensa-
participación ATT, General Electric
y Westinghouse. yos y la discusión sobre la regulación del nuevo invento: ese mismo año se
hizo en Berlín un Congreso Internacional de Telegrafía Sin Cables.
Al año siguiente, la Compañía Marconi hizo un intento por superar el mer-
cado restringido de la utilización militar: estableció un primer servicio informa-
tivo nocturno a través de la radio.
No obstante, el advenimiento de la Primera Guerra Mundial, la tornaría otra
vez un asunto esencialmente militar. Durante la guerra avanzó la industrializa-
La marina inglesa y, sobre todo, ción de la radio, pero con un uso restringido.
la norteamericana, tomaron a su
cargo la gestión de las radioco-
municaciones marítimas.
LEER CON ATENCIÓN
C
Sarnoff recuperó su memorándom, le agregó algunos párrafos significativos y
se lo presentó al presidente de la Radio Corporation of America (RCA), que se
había fundado el 20 de noviembre de 1919 con parte de los activos de la
American Marcony Company. El texto incorporado decía: A cada comprador de
la caja de música radiofónica se le sugeriría que se convirtiera en suscriptor de
Wireless Age (revista de la RCA) que anunciaría en sus columnas la programa-
ción adelantada de todas las lecturas, recitales, conferencias a ser difundidas
en varias ciudades del país (BOSETTI, 1993: 53).
L mentación inicial, los años veinte son los del origen de la radio; los
treinta, su expansión técnica y comerciales y, finalmente, la déca-
da de 1940 corresponde a su consolidación del medio de masas
“polifuncional”.
Las primeras radios del broadcasting surgieron en los años veinte, en un pro-
ceso que se da contemporáneamente en distintos puntos del planeta: Estados
Unidos, la Unión Soviética, Inglaterra, Italia y también países como Argentina. En Estados Unidos pasó de haber
Entramos en una etapa de desarrollo de las tecnologías en que los tiempos 125.000 aparatos en 1917, a
del “centro” y la “periferia” empiezan a coincidir. 5.500.000 en 1925 (casi la mitad
del total mundial) y unos 72 millo-
En nuestro país, donde la primera emisión radiofónica se realizó hacia nes en 1950 –cifra que implicaba,
1920, a los dos años ya funcionaba LOZ Radio Sud América y poco después en promedio, más de un aparato
el Estado fundó su primera emisora: LOS Broadcasting Municipal, que difun- por cada familia.
día las óperas del teatro Colón. En septiembre de 1923, con la transmisión de
una pelea de box, el nuevo medio inauguraría su uso en la emisión de progra-
mas deportivos (Bosetti, 1993: 15-25). Para esa ocasión se vendieron miles
de aparatos de radio.
La contemporaneidad de los procesos no implica igualdad de condiciones,
ya que la adopción de la radio en nuestra región tuvo la marca de la depen-
dencia externa: los primeros receptores se compraron a representantes de
firmas internacionales como RCA, Philco o Telefunken. No obstante, a diferen-
cia de lo que ocurrió con el mercado discográfico, “la industria radial argentina
nunca fue dominada por los intereses comerciales europeos y norteamerica-
nos. La temprana popularidad de la radio en Argentina creó una oportunidad
para los extranjeros que manufacturaban equipos de radio, pero fueron lentos
en aprovecharla, lo que permitió la intervención de los proveedores locales”
(Karush, 2013: 90).
LECTURA OBLIGATORIA
C
El tema llegó a su punto álgido en 1920, cuando el transmisor Chelmsford, de
la compañía Marconi, estaba transmitiendo (con permiso) a Lauritz Melchior, el
cantante de ópera, y dificultó en la comunicación con un avión perdido en la
Hay que tener en cuenta que la niebla sobre el canal. La opinión oficial fue que ese era un uso “frívolo” de un
radio aparece en pleno desarrollo “servicio nacional”; era una “payasada”, “más propagandístico que científico”,
de la sociedad de consumo: un “un juguete para divertir a los niños”. Se suspendieron las licencias para las
momento del capitalismo carac-
emisiones Chelmsford” (SOLA POOL, 1992: 93).
terizado la producción masiva de
bienes y servicios, en el que la
publicidad resultó clave para la
expansión del mercado. En el interrogante por quién se hacía cargo de los costos, en tanto, se ima-
ginaban dos grandes modelos posibles: el financiamiento fiscal o el recurso
de la publicidad.
En gran medida eso es lo que está implicado en la clasificación de mode-
Se trata de un autor que ideológi- los que plantea Ithiel de Sola Pool en la lectura propuesta para esta unidad.
camente defiende el “libre merca-
do” de las industrias de la infor-
mación, lo cual puede advertirse
en su texto.
PARA REFLEXIONAR
Los tres “modelos” o “filosofías” definidos por Sola Pool (cada una
LECTURA RECOMENDADA
R
Matallana, A. (2006), Locos por la radio. Una historia social de la radiofonía en la
Argentina, 1923-1947, Prometeo Libros, Buenos Aires.
Los oyentes
En la edición de Caras y Caretas del 2 de agosto de 1930 salió una publicidad
de Atwater Kent que, acompañada por una imagen, decía así:
C
Antaño, la gente de campo se reunía en la cocina rodeando el fogón, y mien-
tras el mate circulaba de mano en mano, se escuchaba con religioso silencio
las historias o «sucedidos» que narraba el más viejo de los circunstantes, o los
dulces acordes que una mano callosa arrancaba a una guitarra. Hoy, los que
residen en la campaña siguen guardando, con ligeras variantes, esa costum-
bre, pero las narraciones y cuentos, la música y el canto, los estilos de toda la-
ya, están a cargo de un radio receptor Atwater Kent, que los reproduce con
asombroso realismo, al hacer surgir del aire, con un leve movimiento del dial,
todo un mundo de sonidos (reproducida en Matallana, 2006: 125).
De algún modo, la radio recreaba una relación social que analizamos a partir
de la lectura de Roger Chartier, en la Unidad 2: aquella que se había generado
también con la lectura en voz alta de las sociedades del siglo XVII. La escucha
colectiva fue sumamente importante para un momento de desarrollo de la
radio. En el ámbito privado del hogar o en el semipúblico del patio, a veces se
reunían familias enteras con sus vecinos para escuchar la radio. La radio se
convirtió en el instrumento de ocio doméstico por antonomasia, ocupando el
lugar que había tenido en su momento el fonógrafo.
Por otra parte, también hay que tener en cuenta la coexistencia inicial de
dos tipos de públicos: el oyente presencial y el oyente radial tal como lo cono-
cemos hoy. La radio no solo tenía lugar al interior del hogar: los programas se
hacían desde teatros o en estudios de radio preparados para tener especta-
dores. “La popularidad de los programas de radio convocaba el acercamiento
del público en forma espontánea, ya sea para saludar a sus ídolos, para ver
con los propios ojos cómo se hacía radio” (Matallana, 2006: 113-114). Esto
generaba ciertas dificultades para el oyente no espectador.
L nos poseían un aparato receptor, mientras que todavía eran pocos los
hogares que tenían heladeras, estufas, planchas o máquinas de coser.
Los contenidos
C
En los estadios tempranos de producción radial, la transmisión fue concebida
antes que el contenido. Para fines de los 20 la red estaba allí, pero todavía
con un bajo nivel de definición de contenido. Fue en los 30, en la segunda fase
de la radio, que se hicieron la mayor parte de los avances significativos en el Este fue un eje de la reflexión de
McLuhan sobre los medios: “Uno
contenido” (WILLIAMS, citado en BOSETTI, 1993: 47).
de los muchos efectos de la tele-
visión sobre la radio ha sido hacer
que esta dejara de ser un medio
La programación radial dice mucho acerca de los usos de la radio, que desde de comunicación dedicado al
entretenimiento para convertirse
sus inicios como “medio de masas” fue utilizada como medio de información en una especie de sistema ner-
y de entretenimiento. El advenimiento de la televisión, en la década de 1950 vioso de información”, escribió.
y en particular a partir de 1960, generaría una mayor inclinación de la radio
sobre contenidos informativos, pasando ciertos géneros –como el melodrama
y el shows de variedades– a ser prototípicos del medio televisivo.
En un rápido repaso sobre los contenidos de las experiencias radiales de
En Estados Unidos, la NBC con-
las primeras décadas, en sus distintas geografías, podemos encontrar:
trató a los mejores músicos para
conformar una nueva orquesta
Música sinfónica.
En sus orígenes algunas radios tuvieron sus propias orquestas, a lo que se
sumó la música grabada. En Argentina, los años que van desde mediados
de la década de 1930 hasta los años cuarenta, coincidieron con un auge
del tango. El surgimiento de grandes orquestas y una nueva generación de
Contenidos de entretenimiento
Entre ellos se encontraban los programas humorísticos, los shows de varieda-
des, los programas infantiles de aventuras y, por supuesto, las radionovelas
o radioteatros.
Desde mediados de los años treinta, las radionovelas fueron un fenóme-
no en todo el mundo y se encontraron con audiencias muy legales: “muchos
programas duraron 15 temporadas o más, hasta que el carácter de la progra-
mación de radio cambió en la década de 1950. Los oyentes de radionovelas
se encontraban entre los primeros estudiados por los psicólogos sociales...”
(Sterling y Kittross, 1997: 312)
En América Latina, el radioteatro conectó fuertemente con el melodrama,
El melodrama ha sido objeto de una profunda expresión de la cultura popular.
investigación de algunos de los La radio recreó un contenido propio de las culturas regionales. En Argentina,
principales referentes de los estu- por ejemplo, el género gauchesco, evocó el estereotipo del gaucho situado
dios culturales latinoamericanos,
como Jesús Martín Barbero o Jorge en la grandeza de la pampa. Los radioteatros –muchas veces auspiciados por
González, desde los años ochenta. marcas comerciales– fueron géneros populares por excelencia. El caso para-
digmático fue Chispazos de Tradición: “Su éxito fue de tal dimensión que los
argumentos de las novelas se publicaban y eran comprados por las escuelas
para poder ser representados, y la compañía salía de gira por los barrios y
pueblos exponiendo los últimos éxitos” (Matallana, 2006: 104).
A ese entorno pertenecía, por Hacia la década de 1940 hubo un promedio de treinta compañías actorales.
ejemplo, Eva Perón, una actriz
en ascenso que tuvo su propia
compañía, auspiciada por Jabón
Guereño.
PARA AMPLIAR
Transmisiones deportivas
Ya hemos apuntado, para el caso argentino, que la transmisión de box en
1923 inauguró localmente el uso de la radio para la emisión de programas
deportivos. Se trató de una precaria retransmisión de la pelea por el título mun-
dial realizada en Nueva York entre dos pesos pesados: el norteamericano Jack
En ese sentido, el episodio inaugu- Dempsey y el argentino Luis Ángel Firpo. Dempsey ya había sido protagonista
ral fue un partido entre las selec- de la primera transmisión radial de box en Estados Unidos, en junio de 1921,
ciones de Argentina y Uruguay en
cuando la estación de RCA en Honoken transmitió su pelea con Carpentier y
1925. Desde el techo del vestuario
de la cancha de Sportivo Barracas, estableció “lazos que parecen indisolubles entre el deporte y la radio” (Alberto
se transmitió por primera vez un y Tudesq, 1982: 22-23).
partido de fútbol. En Argentina, ese estrecho vínculo estuvo por supuesto centrado en un
deporte más popular, el fútbol.
Servicios informativos
Este uso tiene un antecedente de fines del siglo XIX, con las breves expe-
riencias de periodismo telefónico. Lo informativo era clave en la propuesta de
Telefon Hirmondó, lo que demuestra que la idea de una transmisión regular de
noticias combinada con una programación de entretenimientos existió desde
antes del advenimiento de la radiodifusión.
El servicio informativo fue un núcleo central de las programaciones. Esto
incluye no solo el desarrollo de noticieros y programas periodísticos, sino tam-
bién el ofrecimiento de datos como previsiones meteorológicas o los valores
de la cotización del mercado de cereales, etcétera.
Contenidos educativos
En los países donde se desarrolló la radio, en distintos momentos históricos,
se prestó atención a la potencialidad de la radio como herramienta para dina-
mizar procesos educativos.
Hubo, de hecho, iniciativas estatales que apuntaron a concretar esa fun-
ción educativa. En Argentina, entre fines de los años treinta y principios de los
cuarenta, “Escuela de aire” fue un proyecto que consistió en instalar un recep-
tor de radio en todas las escuelas públicas del país para captar una señal que
emitiría programas especialmente preparados por el Ministerio de Educación.
En la Unidad 8 hablaremos del desarrollo de “radios educativas”, en la
segunda mitad del siglo XX, impulsadas especialmente por la Iglesia Católica
en un contexto de políticas desarrollistas. Esas experiencias constituyeron
una de las vertientes que confluyó en un movimiento de medios comunitarios
en América Latina.
Contenidos políticos
La radio tuvo un uso político desde su origen. Y este uso no se restringe el
“modelo totalitario”, como podría deducirse de la tipología de Sola Pool que
define en su texto.
De hecho, el sentido político de la radio puede buscarse en su utilización
desde el poder, pero también como instrumento para subvertir el orden. En
ese sentido, como apunta Bassets:
C
No es casualidad que la primera época de la radio coincida casi fecha por fe-
cha con la época de las revoluciones proletarias. La ola revolucionarias que se
extiende por el centro de Europa a partir del Octubre soviético va acompañada
por la utilización de lo que entonces es aún la radiotelegrafía, que si bien no
está todavía comercializada en la modalidad de los radiorreceptores familiares,
permite a los consejos de obreros y soldados comunicarse entre sí y hacer lle-
gar sus proclamas a los puntos más alejados de la geografía.
El primer gesto del poder, por tanto, es controlar este medio misterioso y lleno
de posibilidades subversivas (…) Pero el segundo gesto ya no es únicamente
de control, sino de aprovechamiento político (BASSETS, 1981: 8).
Según Albert y Tudesq, “la radio nace como medio de información política”
desde el 2 de noviembre de 1920 cuando la emisora KDKA de Pittsburg (per-
teneciente a Westinghouse) realiza una entrevista al candidato republicano a
la presidencia de Estados Unidos (Albert y Tudesq, 1982: 22).
C
La década de los años treinta y cuarenta está marcada por la utilización y por
la instrumentalización directa de la radio para la creación de consenso político
en el interior de los países y para la lucha psicológica exterior que acompaña a
las confrontaciones bélicas o a las situaciones de tensión internacional:
Roosevelt y sus charlas al calor del hogar, Hitler y Goebbels y sus mensajes a
la Nación o a las combatientes alemanes, Queipo de Llano y sus transmisio-
nes a las quintacolumnistas, la voz de De Gaulle identificada con la voz de
Francia gracias a la emisión francesa de la BBC, y además todas las emisiones
en lenguas extranjeras de un país a otro con vistas a contaminar la conciencia
popular del adversario y luego las grandes instalaciones de Radio Liberty y La
Voz de América, por un lado, y de Radio Moscú, por el otro (BASSETS, 1981: 8).
El uso religioso
Según el posicionamiento teórico-ideológico que adoptemos, podríamos considerar este
uso también como parte de los contenidos políticos de la radio. En algunos países, los
sermones fueron uno de los primeros pilares de la radiodifusión (Douglas, 1997: 294).
En Argentina la Iglesia católica –que ya a principios de los años treinta mostró un gran
interés por el medio– tuvo una postura ambivalente. Por un lado criticaba los contenidos
de las programas, a través de diferentes publicaciones, al punto de demonizar al medio. Por
otro, intentó utilizarla como medio de comunicación con fines litúrgicos. La institución era
consciente de que la radio ofrecía la posibilidad de estar en contacto con un público variado.
Primero difundió misas desde las iglesias más importantes y a través de las emisoras más
importantes (Belgrano, El mundo) y luego adquirió su propia emisora, que se llamó Radio
Ultra (utilizaba la onda que antes había sido ocupada por Radio Mayo).
C
Se trata de una transformación fundamental: con el transistor, la radio no solo
se convierte en móvil, sino en individual. Mientras que en los años cuarenta la
familia se reunía alrededor del receptor de radio, en los años sesenta cada
uno descansa en su trabajo o se encierra en la habitación escuchando su pro-
pia radio.
Un observador francés, J. Ormezzano, observa a partir de 1957: “El transistor
es en la vida familiar una revolución más importante que la televisión [...]. La
radio o la televisión poco transportable, única a menudo, solo pueden pontificar,
dominar, en el sitio preferente” (FLICHY, 1991: 214).
LECTURA RECOMENDADA
R
Jowett, G. (1992), “Imágenes de largo alcance”, en: Williams, R., Historia de la
comunicación, Bosch, Barcelona.
Estas dos opciones de uso avanzaron en paralelo, hasta que George Eastman
desarrolló la posibilidad de una fotografía de masas.
La invención de Daguerre, que suele considerarse “fundacional” de la foto-
grafía, se inscribe en el primer grupo. El daguerrotipo data de 1839 y tuvo una
fuerte promoción del Estado francés, que llegó a asimilar a su inventor como
un “héroe de la nación”. Siete años más tarde, las ventas anuales en París
fueron de 2000 aparatos y 500.000 placas.
Con todo, fueron años donde la fotografía era incipiente. En 1844-1846,
utilizando el proceso de negativo/positivo, Talbot publicó el primer libro ilus-
trado con fotografías, El lápiz de la naturaleza, que contenía calotipos de obras
de arquitectura, naturalezas muertas, esculturas y otras obras de arte. Era tan
novedoso para el público que decidió incluir en cada ejemplar una hoja aclara-
toria: “Aviso al lector... las placas del presente trabajo han sido impresas por
la sola intervención de la luz, sin ayuda alguna del lápiz del dibujante. Son en
sí imágenes hechas por el sol, y no, como algunas personas han imaginado,
grabados de imitación”.
En 1851, en la Exposición Universal de Londres, se instaló una importante
exposición internacional de fotografías y un equipo instrumental. Con el inte-
rés generado en esos años, se formaron clubes y sociedades fotográficas que
intercambiaban ideas, en un proceso similar –aunque de menor escala– al que
sucedería más tarde con los grupos de aficionados a la radio.
Como apunta Susan Buck Morss:
C
Desde el comienzo, la fotografía formó parte de la cultura popular. Pioneros co-
negativo justo antes de la toma
mo Nadar ampliaron su temática, con mil tomas de las catacumbas y los de la imagen. En ese sentido,
desagües de París, e incluyendo a todas las clases y rangos sociales en sus re- no solo era un artista, sino tam-
tratos. El método fotográfico alentó la práctica de los amateurs, de modo que la bién un artesano que fabricaba
su propio material fotosensible.
frontera entre artistas y público comenzó a diluirse…” (BUCK MORSS, 1995: 153).
Hacia 1870 aparecieron las pri-
meras placas de gelatina seca
conservables, que se fabricaban
La década de 1850 se caracterizó además por una estabilización de la técnica industrialmente.
fotográfica, a partir de la aparición de un tipo de negativo en el que la fotosen-
sibilidad de la solución desaparecía en cuanto este se secaba.
LECTURA OBLIGATORIA
C
Los años 1890 constituyen, entonces, un verdadero giro en la historia de los
usos de la fotografía. Hasta entonces, la fotografía había servido principalmen-
te para democratizar el retrato. Era utilizada sobre todo por profesionales.
Gisèle Freund observa que, hacia 1850, Marsella poseía cuatro o cinco pinto-
res de retratos en miniatura, cuya producción anual era de unas 200 piezas.
Algunos años más tarde, una corporación de cuarenta a cincuenta fotógrafos
Entre las otras prácticas que se extienden, la “captación del mundo exterior”
por medio de la fotografía se relaciona con un uso científico de esta tecnología.
Otro uso fue el administrativo-público burocrático. Como ya mencionamos La fotografía se utilizó para estu-
en la Unidad 1, la fotografía se utilizó tempranamente en Francia con fines poli- diar el mundo animal. Lo mismo
ocurrirá con la imagen animada y
cíacos tras la brutal represión de la experiencia insurreccional de la Comuna.
con la grabación de sonido.
Según caracteriza Sontag, “las fotografías fueron puestas al servicio de impor-
tantes instituciones de control, sobre todo la familia y la policía, como obje-
tos simbólicos e informativos. Así, en la catalogación burocrática del mundo,
muchos documentos importantes no son válidos a menos que se les adjunte
una muestra fotográfica del rostro del ciudadano” (Sontag, 2006: 40).
Finalmente, también vinculado con ese carácter “informativo” del mate-
rial fotográfico, corresponde mencionar el uso periodístico, que se consolidó
tardíamente, mucho después del retrato. Esto se debe a la escasa sensibili-
dad de las primeras placas, que exigía una larga exposición al aire libre que
el registro no controlado de la “actualidad” no podía garantizar. Pasó medio
siglo entre la invención inicial de Daguerre y el momento en que se hizo
comercialmente factible reproducir fotografías en las grandes ediciones de
los periódicos.
LECTURA RECOMENDADA
R
Keller, U. (1997), “El primer fotoperiodismo”, en: Crowley, D. y Heyer, P., La
comunicación en la historia. Tecnología, cultura, sociedad, Bosch, primera edición espa-
ñola, Barcelona.
4.2.2. El cine
LECTURA OBLIGATORIA
L
de lo que va a ser la narración
ráneas las experiencias cinematográficas en los países centrales y en cinematográfica.
América Latina. En nuestra región, las primeras proyecciones se rea-
lizaron en 1896, en Río de Janeiro, Montevideo, Buenos Aires, Méxi-
co, Santiago de Chile y Guatemala. En 1897 hubo también en La
Habana y Lima.
En la primera época del cine, las películas eran realizadas por quienes fabrica-
ban el material fílmico y los dueños de las patentes. Francia, donde la nueva
tecnológica se desarrolló sin trabas jurídicas, dominaría la producción mundial
hasta la guerra, con distintos productores: Lumière, Méliès, Pathé y Gaumont,
entre otros. En tanto, en Estados Unidos las mayores innovaciones las hicieron
emprendedores independientes que progresivamente fueron resquebrajando
el poder del grupo Edison. De ese grupo surgieron los majors
En el cambio de siglo, el cine se organizó como una industria, “la prime- de Hollywood, que hoy es un
ra de las ´industrias culturales´ del siglo XX” como plantean Barbier y Bertho emblema, pero no constituye el
origen del cine. Hollywood fue
Lavenir: fundada por independientes entre
1909 y 1913.
C
El cine es una industria, en efecto, en varios sentidos. Por un lado, articula una
estructura de producción, de distribución y de consumo que se ha conformado,
históricamente, al esquema usual de la actividad capitalista, pasando de la fa-
se inicial de la actividad empresarial a pequeña escala a la formación de mo-
nopolios a gran escala. Estos aseguran su posición estableciendo una estruc-
tura integrada que cubre todos los sectores de la producción y de la
distribución. Por otra parte, el cine es también una industria en el sentido de
que organiza la producción alrededor de la noción de división del trabajo, apli-
cada a Hollywood de modo muy elaborado. Por último, como la industria, se
apoya sobre técnicas de publicidad en masa.
El cine se ha desarrollado igualmente como un arte. Sus autores –rápidamen-
te identificados como directores– invierten su creatividad individual en la pro-
ducción de obras de expresión que dan al espectador un medio de trasponer o
revivir imaginariamente experiencias, valores, sentimientos que reflejan su vida
individual o colectiva (BARBIER y BERTHO LAVENIR, 1999: 218).
C
En 1930, la industria cinematográfica estadounidense exporta cuatro veces
más que la europea y el proceso de concentración en curso transforma su es-
tructura: la mayoría de la producción está en manos de cinco majors
(Paramount Pictures, Metro-Goldwin-Mayer, 20th Century Fox, Warner y RKO).
Pero la introducción de la película sonora, donde la cuestión del idioma resulta
esencial, también permite que en otros países pueda crearse o consolidarse
una producción nacional; es el caso de Italia, Checoslovaquia, Suecia, Polonia,
Suiza, México o Argentina” (MATTELART, 1996: 107).
Para entonces, el cine era el espectáculo colectivo de la época –la gran expre-
sión de la naciente industria del ocio– y su práctica se tornó familiar, inclu-
yendo a los niños.
En esos años, mientras la calidad de las películas mejoraba y las salas
de cine se fueron haciendo más cómodas y lujosas, el precio de la entrada
aumentó.
LECTURA RECOMENDADA
R
Gomery, D. (1997), “De los Nickelodeons a los palacios cinematográficos”, en: Crow-
ley, D. y Heyer, P., La comunicación en la historia. Tecnología, cultura, sociedad, Bosch,
primera edición española, Barcelona.
C
(…) en Estados Unidos, el cine perdió rápidamente su impronta proletaria (…)
a partir de los años veinte, los estudios de Hollywood se embarcaron en una
nueva estrategia, obteniendo enormes ganancias al producir películas que ape-
laban a una audiencia multiclasista. Los cines inmensos y lujosos del centro
empezaron a reemplazar a los viejos cines de barrio y los directores rechaza-
L matográfica. Una parte del público –en especial del público popular
y familiar– ya había abandonado las salas..
2.
LECTURA RECOMENDADA
R
Karush, M. (2013), “Competir en el mercado transnacional”, en: Cultura de clase.
Radio y cine en la creación de una Argentina dividida (1920-1946), Ariel, Buenos Aires.
C
La tecnología de la cultura de masas llegó a Argentina, al igual que a la mayo-
ría de los lugares del mundo, como una importación. La invención del fonógra-
fo, la radio y el cine, y también el crecimiento de las industrias norteamerica-
nas y europeas dedicadas a comercializar entretenimientos, tuvo un impacto
global, ya que estas industrias emergentes buscaron con suma energía, merca-
dos extranjeros (…). La rápida adopción de las tecnologías de la cultura de ma-
sas en los años veinte y treinta insertó a los argentinos en los circuitos de la
cultura global en una medida sin precedentes” (KARUSH, 2013: 69-70).
C
Casi de un día para otro, las nuevas tecnologías transformaron la vida cotidia-
na de muchos argentinos, en particular la de aquellos que vivían en Buenos
Aires y otras ciudades. En los años treinta, había 18 radioemisoras en la capi-
tal y se exhibían películas en más de 150 cines en los distintos barrios de la
ciudad. Junto con las producciones nacionales, estas radios y cines ofrecían a
sus anunciantes una programación fija de música jazz y películas de Hollywood.
En 1927, Argentina se había convertido en el segundo mercado para el cine de
Hollywood, superando así a su más extenso vecino, Brasil” (KARUSH, 2013:
25-26).
4.2.3. La televisión
LECTURA OBLIGATORIA
C
En la imaginación popular, la radio puede ser atribuida a Guglielmo Marconi y el
teléfono a Alexander Graham Bell, pero la televisión, en cambio, no se presen-
ta asociada a un nombre heroico (…) Los “inventores”, antes que actores, son
víctimas de un proceso en el cual pierden patentes o son utilizados para dete-
ner investigaciones de compañías rivales. No es casual que uno de los nom-
bres más importantes del desarrollo de la televisión en Estados Unidos, David
Sarnoff, no fuera un inventor, sino un ejecutivo de la RCA (VARELA, 2005: 28).
C
La invención de la televisión no fue un acontecimiento individual ni una serie
de acontecimientos individuales. Dependió de un conjunto de inventos y desa-
rrollos en los campos de la electricidad, la telegrafía, la fotografía, el cine y la
radio. Podría decirse que se la aisló como un objetivo tecnológico específico
en el período comprendido entre 1875 y 1890 y luego, después de un interva-
lo, fue desarrollada, a partir de 1920, como una empresa tecnológica específi-
ca, hasta que en la década de 1930 se pusieron en funcionamiento los prime-
ros sistemas de televisión pública. Con todo, en cada una de las fases,
algunas partes de la creación de la televisión dependieron de otros inventos
concebidos en principio con otros propósitos (WILLIAMS, 2011: 27).
C
Al principio de la Segunda Guerra Mundial, la televisión británica está realmen- NTSC (525 líneas, más dinámi-
te en marcha. Ofrece programas regulares de televisión desde hace varios ca), a diferencia de Europa, que
años, y hay instalados entre 20.000 y 25.000 receptores (FLICHY, 1991: 191). desarrolló un sistema con superior
definición (625 líneas) denomina-
do PAL o SECAM. América Latina
quedó dividida: Chile tomó el sis-
En esos años, en Alemania, el ministro de propaganda Goebbels advertía tema norteamericano, mientras los
demás países se inclinaron por la
en la televisión un potencial elemento de difusión nazi, complementario a la
tecnología europea.
radio. En ese contexto, el mayor impulso a la difusión de la televisión fueron
los Juegos Olímpicos de Berlín (1936), que se transmitieron en 28 televisores
gigantes.
En los años siguientes, la Gran Guerra detuvo el desarrollo de la televisión
en todas partes. El impulso se retomó una vez finalizada, con un escenario
distinto: Europa avanzó mucho más lento –producto de la crisis generada por
la guerra– y Estados Unidos mostró una gran expansión. Mientras en 1949
este país tenía cuatro millones de receptores y 97 emisoras, en Gran Bretaña
C
Las fotografías, particularmente en los anuncios, representaban gráficamente
la idea del círculo familiar con espectadores televisivos agrupados alrededor
del aparato de televisión en modelos semicirculares.
Como Roland Marchand ha mostrado con respecto a la publicidad en los años
20 y 30, el círculo familiar era una eminente estrategia gráfica para la promo-
ción de los bienes domésticos. Las imágenes sugerían siempre que todos los
miembros de la familia estuviesen presentes (SPIGEL, 1997: 342).
LECTURA RECOMENDADA
R
Spigel, L. (1997), “Haciendo sitio a la tele”, en: Crowley, D. y Heyer, P., La comu-
nicación en la historia. Tecnología, cultura, sociedad, Bosch, primera edición española,
Barcelona.
3.
C
A diferencia de todas las demás tecnologías previas de la comunicación, la radio y
la televisión fueron sistemas principalmente concebidos para la transmisión y la
recepción, como procesos abstractos, con muy poca o ninguna definición de un
contenido previo. Cuando se presentó el problema del contenido, por lo general se
lo resolvió de manera parasitaria. Había hechos estatales, acontecimientos depor-
tivos públicos, funciones de teatro, etcétera, que podían distribuirse comunicativa-
mente a través de estos nuevos medios técnicos. Lo que sucedió no fue solo que
la oferta de dispositivos de difusión por ondas precedió la demanda; además, el
medio de comunicación precedió su contenido (WILLIAMS, 2011: 39).
C
(…) desde el punto de vista del público, la definición y consolidación de un tipo
de programación coincide con el pasaje de una recepción ritual, demarcada de
la rutina diaria, a la ritualidad propia de la vida cotidiana. El horario reducido de
la programación de Canal 7 y la escasez de televisores, convertían la recep-
ción televisiva en un verdadero ritual. Se “iba a ver televisión” como una prácti-
ca más parecida a ir al cine que a escuchar la radio. Por el contrario, a medida
que la televisión adquiere mayor relevancia social, el acto de ver televisión se
banaliza, deja de ser un acontecimiento marcado, para superponerse con las
demás rutinas domésticas. La incorporación de la televisión a la vida cotidiana
y la consecución de un cuerpo de imágenes propias supuso la construcción de
un dispositivo específico: el flujo de imágenes permanente, aquello que de un
extraño modo vuelve a la televisión más parecida a la corriente eléctrica que a
un espectáculo brillante (VARELA, 2005: 16).
LECTURA RECOMENDADA
R
La Ferla, J. (2005) “Sobre Histoire(s) du cinèma y las relaciones entre el cine, el video
y el digital”, en: Oubiña, D. (comp.), Jean-Luc Godard: el pensamiento del cine. Cuatro
miradas sobre Histoire(s) du cinema, Paidós, Buenos Aires.
Referencias bibliográficas