Historia Moisés
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REDENTORISTA
EFAR 2020
Historia de Moisés
1- EL LLAMADO:
La Palabra de Dios:
El llamado de Moisés
Vocación y tarea de Moisés
"Éxodo, 3 Moisés cuidaba las ovejas de su suegro. Una vez llevó las ovejas muy
lejos en el desierto y llegó al cerro de Horeb, esto es, el Cerro de Dios. Entonces fue
cuando el Ángel de el Señor se presentó a él, como una llama ardiente en medio de
una zarza. Moisés estuvo observando: la zarza ardía, pero no se consumía. El Señor
vio que Moisés se acercaba para mirar y lo llamó de en medio de la zarza: « ¡Moisés,
Moisés!», y él respondió: «Aquí estoy». El Señor le dijo: «No te acerques más. Sácate
tus sandalias porque el lugar que pisas es tierra sagrada.». Luego le dijo: «Yo soy el
Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob.» Al
instante Moisés se tapó la cara, porque tuvo miedo de que su mirada se fijara sobre
PASTORAL JUVENIL Y VOCACIONAL
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EFAR 2020
Dios. El Señor dijo: «He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, he escuchado sus
gritos y conozco sus sufrimientos, y por esta razón estoy bajando, para librarlo del
poder de los egipcios y para hacerlo subir de aquí a un país grande y fértil, a una tierra
que mana leche y miel. Ve, pues, yo te envío al Faraón para que saques de Egipto a
mi pueblo, los hijos de Israel.». Moisés dijo a Dios: « ¿Quién soy yo para ir donde el
Faraón y sacar de Egipto a los israelitas?». Dios respondió: «Yo estoy contigo, y ésta
será para ti la señal de que yo te he enviado: Cuando hayas sacado al pueblo de
Egipto, ustedes vendrán a este cerro y me darán culto aquí.». Moisés contestó a Dios:
«Si voy a los hijos de Israel y les digo que el Dios de sus padres me envía a ellos, si
me preguntan: ¿Cuál es su nombre?, yo ¿qué les voy a responder?». Dios dijo a
Moisés: «Yo soy: YO- SOY.» «Así dirás al pueblo de Israel: YO-SOY me ha enviado a
ustedes. Y también les dirás: el Señor, el Dios de sus padres, el Dios de Abrahán, el
Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado. Este será mi nombre para siempre,
y con este nombre me invocarán de generación en generación.»
Los jefes de Israel te harán caso y, con ellos te presentarás al rey de Egipto. Tú le
dirás: El Dios de los hebreos, el Señor, nos salió al encuentro: deja que caminemos
tres días por el desierto, para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios. Yo extenderé
mi mano y azotaré a Egipto con toda clase de males extraordinarios, de manera que
él mismo los echará fuera.
El Señor dijo a Moisés: «Regresa a Egipto. Cuando regreses, harás delante del Faraón
todos los prodigios para los cuales te he dado poder. Pero yo haré que se ponga
porfiado y no dejará partir a mi pueblo. Tú entonces le dirás: Esto dice el Señor: Israel
es mi hijo primogénito. Deja partir a mi hijo, para que me rinda culto. Pero tú no lo has
dejado que salga, y yo voy a quitar la vida a tu hijo primogénito.»
Reflexión:
Sin duda alguna Moisés es el personaje más representativo del Éxodo. El Deuteronomio
describe su grandeza afirmando: “No ha vuelto a surgir en Israel un profeta semejante a
Moisés, con quien el Señor trataba cara a cara” (Dt 34, 10). Fue salvado de morir de pequeño
y educado como egipcio en la corte por la hija del faraón, pues Dios lo había elegido para que
le ayudara en la liberación de Israel. Moisés fue un maravilloso instrumento en la formación
del pueblo de Dios. A través de él, Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto y los
invitó a hacer una alianza. Era un líder sencillo, sin facilidad para hablar (Ex 4, 10), que se
enojaba y desalentaba con cierta frecuencia (17, 4). Llevaba una relación íntima con Dios,
realizó varios prodigios y ejerció su misión de líder liberador, profeta, legislador y mediador,
llegando a abogar por el pueblo ante Dios (Ex 32, 11-14; Nm 21, 7). El final de su vida es
conmovedor: muere ante la vista de la tierra prometida, sin entrar en ella (Dt 34).
Moisés es figura de Jesús, o sea, que se parece a Jesús pero de manera imperfecta. Los
evangelios muestran cómo Jesús lleva a plenitud la misión de profeta, legislador, liberador del
pecado y mediador, a través de su vida, muerte y resurrección.
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Un pueblo consagrado
"Deuteronomio 7, 6-15 El Señor, tu Dios, te introducirá en la tierra a donde vas y que
pasará a ser tuya. Eres un pueblo consagrado al Señor, tu Dios. Él te ha elegido de
entre todos los pueblos que hay sobre la faz de la tierra, para que seas su propio
pueblo. El Señor se ha ligado a ti, y te ha elegido, no por ser el más numeroso de todos
los pueblos, más bien te ha elegido por el amor que te tiene y para cumplir el juramento
hecho a tus padres. Por eso te sacó de la esclavitud y del poder del Faraón, rey de
Egipto. Reconoce, pues, que el Señor, tu Dios, es «El» Dios. Es el Dios fiel, que guarda
su Alianza y su misericordia hasta mil generaciones a los que lo aman y cumplen sus
mandamientos, pero castiga en su propia persona a quien lo odia, y lo sanciona sin
demora. Si guarda, pues, los mandamientos, normas y ordenanzas que Dios te manda
hoy poner en práctica, se mantendrá la alianza y la benevolencia que se prometió a
tus padres. Te amará, te bendecirá y te multiplicará. Te concederá numerosos hijos y
cosechas abundantes. Serás favorecido más que todos los pueblos. El Señor alejará
de ti toda enfermedad, no dejará caer sobre ti ninguna de las plagas de Egipto que tú
conoces.
Reflexión:
3- LA ALIANZA:
La Palabra de Dios:
me escuchan atentamente y respetan mi alianza, los tendré por mi propio pueblo entre
todos los pueblos. Pues el mundo es todo mío, pero los tendré a ustedes como un
reino de sacerdotes, y una nación que me es consagrada.»
Moisés bajó del cerro y llamó a los jefes del pueblo, y les expuso todas estas
instrucciones que el Señor le había dado. Todo el pueblo a una voz contestó:
«Haremos todo lo que el Señor ha mandado.» Luego Moisés llevó al Señor la
respuesta del pueblo.
Reflexión:
“… podemos ver cómo las intervenciones de Dios en la historia del pueblo que se ha elegido y
con el que hace alianza no son hechos que pasan y caen en el olvido, sino que se transforman
en «memoria», constituyen juntos la «historia de la salvación», mantenida viva en la conciencia
del pueblo de Israel a través de la celebración de los acontecimientos salvíficos…” “… Para Israel
el Éxodo es el acontecimiento histórico central en el que Dios revela su acción poderosa. Dios
libera a los israelitas de la esclavitud de Egipto para que puedan volver a la Tierra Prometida y
adorarle como el único y verdadero Señor. Israel no se pone en camino para ser un pueblo como
los demás —para tener también él una independencia nacional—, sino para servir a Dios en el
culto y en la vida, para crear para Dios un lugar donde el hombre está en obediencia a Él, donde
Dios está presente y es adorado en el mundo; y, naturalmente, no sólo para ellos, sino para
testimoniarlo entre los demás pueblos. La celebración de este acontecimiento es hacerlo
presente y actual, pues la obra de Dios no desfallece. Él es fiel a su proyecto de liberación y
continúa persiguiéndolo, a fin de que el hombre pueda reconocer y servir a su Señor y responder
con fe y amor a su acción.
4- LA LEY:
La Palabra de Dios:
Extractos del libro “Los diez mandamientos: Camino hacia la libertad” (Anselm Grün).
“… Por otro lado: es poco útil anunciar los diez mandamientos en sentido moral. Más bien se
trata de descubrir en ellos caminos de libertad y formas de vivir esta libertad, de tal manera,
que sirva de modelo para otros…”
“… Si observamos los mandamientos en un mundo que se deja llevar por pautas, el efecto es
sanador para el mundo entero. No nos corresponde contemplar a los demás y anunciarles el
fin del mundo cuando no observan los mandamientos. Más bien nos toca interpretar las
instrucciones como indicaciones de una vida plena de libertad y dignidad y vivirla de tal manera
que las personas sientan: así es una vida plena, así se puede vivir una vida en libertad. Así se
descubre la dignidad de las personas. Así se hace posible la convivencia entre los pueblos y
entre los individuos…”
“… Su cumplimiento con los mandamientos cambiará el mundo entero. Cuando en un lugar del
mundo brilla una luz, una parte de su totalidad ha cambiado. En vez de hablar de la obligación
moral y de anunciar el fin del mundo cuando no se observan los mandamientos, deberíamos
confiar en el efecto contagioso de un comportamiento nuevo. La observancia de los
mandamientos debe comenzar a gustarnos. Entonces también en otros se despertará el deseo
de una vida según los mandamientos…”