La Lucha Por El Pasado. Cómo Construimos La Memoria Social,: Elizabeth Jelin (2017)

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

Elizabeth Jelin (2017)

LA LUCHA POR EL PASADO. CÓMO CONSTRUIMOS


LA MEMORIA SOCIAL,
Ciudad autónoma de Buenos Aires,
Siglo XXI Editores, 304 páginas.

A través de esta obra la autora afirma que las temporalidades y también


las memorias, poseen diversas maneras de manifestarse en el presente. Por
esto mismo nos dice que esos sentidos del pasado se convierten en objeto de
las luchas sociales y políticas que se llevan a cabo en la actualidad.
Estudiar la memoria social es algo muy novedoso dentro de la
academia. Dice la autora, que es necesario promover esos espacios, ya que las
y los investigadores son formadores y partícipes del debate público. A lo largo
de ocho capítulos nos expone distintas historias entrecruzadas, entre ellas la
historia de los procesos sociales y políticos y su papel en la (re)construcción
de las memorias, la de la conformación del campo de investigación, la de los
actores sociales, la de los modos de narrar y de institucionalizar los hechos y,
la deriva de su propia mirada. En este último aspecto la autora afirma que la
obra está escrita de una manera “híbrida” porque se basa en investigaciones,
su propio compromiso cívico-político y su subjetividad.
El primer capítulo es titulado “La conflictiva y nunca acabada mirada
sobre el pasado”. Utilizando de ejemplo a la Alemania nazi la autora reflexiona
sobre cómo se normaliza el pasado -sea cual sea- para poder legitimarlo y
llenarlo de sentido. Este sentido es dado por los sectores dirigentes a través de
las políticas de memoria.
Esta situación cambia hacia la década de los noventa. “Estábamos en
plena guerra fría, y las fuerzas políticas internas y los movimientos sociales
tuvieron un protagonismo importante en las luchas antidictatoriales” (Jelin,
2017, pp. 38). Utilizando al Estado como destinatario de la reverberación de

La Aljaba segunda época, Volumen XXII, 2018 195


LA LUCHA POR EL PASADO. CÓMO CONSTRUIMOS ...

demandas, diversos actores sociales y políticos buscaron defender sus propias


narrativas.
En el siguiente capítulo analiza el campo de investigación y
su conformación, proponiendo darle una perspectiva de género y de
derechos humanos a las ciencias sociales. Ambos enfoques, por su carácter
interdisciplinar, podrían cambiar el paradigma y cuestionar, obviamente, las
perspectivas ya existentes en la reflexión social.
La década del setenta fue testigo de una nueva ola feminista, la cual
se logró extender a muchos puntos del mundo. “Este feminismo tuvo que
comprender y explicar las formas de subordinación de las mujeres y proponer
caminos de lucha para la transformación de esa condición” (Jelin, 2017, pp.
65). Se debía reconocer el rol de la mujer (todavía no se hablaba de género/s),
conseguir mejores condiciones para llevar a cabo las tareas -insertas en una
división sexual del trabajo- y por último transformar esas condiciones.
En la Argentina de los años setenta las mujeres comenzaron a tener
una participación pública al salir a la calle a reclamar por sus familiares
desaparecidas/os.
Estos años llenos de sangre y dolor “obligó” a que las mujeres
salieran del ámbito privado a reclamar por sus familiares que habían sido
desaparecidos por la dictadura. Estaban dispuestas a correr los riesgos que
fueran necesarios para lograr ser escuchadas.
En la década de los ochenta surgió un nuevo campo de análisis: el de
las formas de protesta social que no se expresaban a través del sistema político
y canales institucionales existentes (Jelin, 2017, pp.72). En este contexto, ya
sobre finales de la década de los noventa surge “Memorias de la represión”,
un programa que realizaba estudios sobre las dictaduras y las transiciones
hacia la democracia; el mismo estuvo a cargo de la autora de este libro y
también contó con la participación de Carlos Iván Degregori.
En el tercer capítulo “Certezas, incertidumbres y búsquedas”
Jelin nos habla del movimiento de derechos humanos y de la construcción
democrática en Argentina. Analiza el rol de las organizaciones de DDHH,
teniendo en cuenta, principalmente, la urgencia de esclarecimientos, la
difusión de las denuncias, y el reclamo por el castigo a todos los responsables.
Allí hace referencia a algunas de las consignas tan conocida hoy en día, como
“memoria, verdad y justicia”, “ni olvido ni perdón”, “nunca más”; de la
organización y gestión colectiva de estos espacios durante y después de la
última dictadura militar argentina. Por otra parte da cuenta de las diferencias
que se manifestaban entre los diversos Movimientos, en parte, por los diversos
sentidos que se confrontaban respecto a la búsqueda, denuncia y difusión; y,

196 La Aljaba segunda época, Volumen XXII, 2018


Elizabeth Jelin

de la comprensión de la importancia de la denuncia constante como uno de


los ejes articuladores de las distintas organizaciones.
Siguiendo con lo planteado, la autora tiene un encontronazo con la
idea de “memoria”, al cuestionarse “¿será que la tarea de “no olvido” resulta
en el fondo incompatible con la racionalidad de la pregunta, donde siempre
se impone algún olvido?” (Jelin, 2017,138). En esta línea cierra el capítulo
aseverando que las políticas del gobierno de Mauricio Macri no se identifican
con los reclamos de los movimientos que luchan por los derechos humanos.
En “Marcar para recordar”, caracteriza a los sitios de memoria, como
una respuesta simbólica y material desde el Estado a los reclamos de los actores
sociales (Jelin, 2017, pp. 156). Este capítulo, en particular, está acompañado
por una profusión de fotografías que permiten localizar y graficar espacios
vinculados con la memoria de la represión.
El capítulo número cinco llamado “¿Víctimas, familiares o
ciudadanos?” refiere a la “afectividad directa”; a los vínculos de cercanía con
las víctimas como legitimadores del discurso y de las denuncias realizadas
por familiares. Allí aparece uno de los grandes desafíos para la memoria en
general, que es traspasar al familismo y extender la participación a toda la
sociedad como parte involucrada en tal proceso.
El capítulo sexto es, para mí, uno de los más interesantes. La autora nos
habla sobre los abusos sexuales como crímenes de lesa humanidad. Allí Jelín
analiza la acción cultural de naturalización de las violencias en el territorio
más íntimo de las mujeres: nuestro cuerpo. Los crímenes de naturaleza sexual,
durante el terrorismo de Estado, comenzaron a ser visibilizados y denunciados
después de más de veinticinco años. Jelin nos acerca al sentido político de la
violencia de género, y lo hace a través de un hilo histórico-temporal.
De allí que trae a colación el discurso nacionalista, donde la violación
de la mujer representa, en términos simbólicos, la agresión a una nación cuyos
ciudadanos varones no supieron defenderla. Se comprende, en este ideario
masculino-céntrico, las vejaciones a los cuerpos femeninos como tácticas y los
cuerpos de las mujeres como botín de guerra.
Los hombres también fueron “feminizados”, durante el terrorismo de
Estado; a través de la tortura sus verdugos buscaban transformarlos en sujetos
pasivos, impotentes y dependientes. Esto se hacía para “reafirmar” la idea
construida en torno a la virilidad en los militares, quienes eran plenamente
conscientes de lo que ocasionaban en la psiquis de sus víctimas. Denunciar
estos vejámenes es poner en público una intimidad que ya ha sido ultrajada.
En este sentido Jelin afirma que las mujeres viven una doble presión, por un
lado la judicial, por otro la social. Esta última pareciera ser insaciable a la hora

La Aljaba segunda época, Volumen XXII, 2018 197


LA LUCHA POR EL PASADO. CÓMO CONSTRUIMOS ...

de querer saber detalles sobre esas dolorosas prácticas. El derecho al silencio


para estas víctimas pasa a ser fundamental para evitar una mayor exposición
social.
En el capítulo que le sigue “Tomar la palabra. El testimonio en el
tiempo”, la autora destaca la importancia y la necesidad de tener en cuenta la
historicidad y las múltiples temporalidades que atraviesan a los testimonios
individuales ya que éstos son los que nos permiten entender las narrativas
colectivas.
Hace hincapié en los silencios y en cómo éstos le pueden dar voz a
quienes no la tienen.
Por último, en el capítulo titulado “Memoria ¿para qué? Hacia un
futuro más democrático” nuestra autora se cuestiona la finalidad que tiene
evocar el pasado, fundamentalmente en el cómo se seguirá construyendo la
memoria para y en las generaciones futuras.
El Estado nos brinda ciertos espacios en los cuales podemos, como ciudadanas/
os argentinos, reclamar por nuestros derechos, aunque no sea garantía de
nada esos espacios existen.
Resurge el concepto de “familismo” como problema a la hora de
construir una ciudadanía activa, comprometida y con posturas o ideas
democráticas. Se crea una paradoja entre la transmisión individual y el
activismo colectivo y ciudadano. “Cuestionar el supuesto de la relación directa
y lineal entre memorias y democracia implica reconocer la complejidad de la
relación sociopolítica y reconocer que el futuro es, siempre, abierto e incierto”.
(Jelin, 2017, pp. 285).
Una vez más Elizabeth Jelin da cuenta de la profundidad y belleza
de sus producciones; de su compromiso para con las generaciones venideras,
compromiso que todas/os deberíamos asumir desde nuestros roles. También
nos pone sobre la mesa una serie de herramientas que debemos integrar a
nuestro repertorio para poder analizar los acontecimientos que nos atraviesan.

Florencia Magalí Bazán


Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Nacional De La Pampa

198 La Aljaba segunda época, Volumen XXII, 2018

También podría gustarte