Bizzio Sergio y Guebel Daniel El Amor
Bizzio Sergio y Guebel Daniel El Amor
Bizzio Sergio y Guebel Daniel El Amor
EL AMOR
de Sergio BIZZIO y Daniel GUEBEL
PERSONAJES
PERRO
AMALIA
NEGRO
HUGO
SUSY
ROCCO
PONCIANO
GUAMINI
SEÑOR
VOZ
DELGRUESO
MALSETTO
PRIMER ACTO
Oscuridad total, excepto por el triángulo rojo de la pantalla de un velador. Se oye un roce
de ropas, como si alguien estuviera vistiéndose.
AMALIA: (hablando para sí misma) Resulta que un borracho va al tiro al blanco del
Parque Japonés. Agarra el rifle, tira, ping, ping, ping. Cinco tiros, cinco
blancos. En el centro. Entonces el dueño del tiro al blanco le da el premio:
es una tortuguita así de chiquitita. El borracho agarra la tortuguita y se
las toma. Al rato vuelve. Tira. Cinco tiros, ping, ping, ping, ping. Ping. Cinco
tiros, cinco blancos, en el centro. Entonces el dueño del tiro al blanco le da el
premio. De premio, otra tortuguita. El borracho agarra la tortuguita y sale. A la
media hora vuelve. Paga el ticket, porque para tirar al blanco hay que pagar,
¿no? y entonces tira, ping, ping, ping. Cinco tiros, cinco blancos, en el centro.
Entonces el dueño del tiro al blanco, que ya está repodrido del borracho, en vez
de darle una tortuguita de premio agarra y le da un osito de peluche. El
borracho mira al osito de peluche, lo mira al dueño y le dice: ¿qué,
hermano, sanguchitos no hay más? (Luz. Amalia, una mujer elegantísima,
vestida con sedas y visones, recostada en la cama. Un gran perro danés, a
sus pies.) ¡Qué calor, por Dios! ¡Y qué tedio! A veces pienso que a la vida le
falta ese condimento de excitación y aventura que nos prometía durante la
infancia. En cambio, no sé, la vida tiene algo de extrañeza, de... de... de rareza.
¿No te parece, Michael?
PERRO: Cómo no
AMALIA: Y yo no sé si aquello que me excita es lo que a la vida le falta, justamente, o lo
que le sobra. La rareza o la aventura. Sueño, me despierto, vuelvo a mojarme...
a soñar. Tanto amor que di, tanto... ¿Con qué me quedo ahora? (Se arremanga
un poco la pollera, provocativamente, mirando de reojo al perro) Oh, las
mujeres no nos quedamos con nada porque estamos abiertas... partidas... Ese es
nuestro karma. (silencio). Michael .... ¿Me besarías?
La china 2
PERRO: ¿Adónde? (Amalia abre las piernas en silencio, sugestiva) No entiendo. Qué
querés decir, Amalia
AMALIA: Sí, tuteame. Tuteame. Acercate
PERRO: ¿Que me acerque? ¿Adónde? (El Perro mete la cabeza entre las piernas de
Amalia) ¿Así está bien?
AMALIA: Más cerca. Ahí... Pegate. ¡Ahí, sí! Bien. Ah... Un poquito más. ¡Oh, my God!
¿Te gusta?
PERRO: El sueño de mi vida.
AMALIA: ¿Sí? No puedo creerlo. ¿El sueño de tu... vida?
PERRO: Me lo vengo imaginando desde que era cachorrito. Vos pasabas por ahí, yo
sentía ese olor...
AMALIA: No seas ordinario.
PERRO: Chanel, Chanel. Vos pasabas y ... ñam, slurp...
AMALIA: Tenés una lengua casi humana...
PERRO: ¿Qué diferencia hay?
AMALIA: Realmente, qué diferencia puede haber... Ay, así, así... La exquisitez del
momento disuelve toda diferencia... Más... Más...
PERRO: Yo también gimo. Me gusta tu néctar.
AMALIA: No seas ordinario.
PERRO: Soy un perro, qué querés.
AMALIA: ¡No te apartes! Eso, muy bien. ¿No sentís como una persona, ahora?
PERRO: Quién sabe...
AMALIA: ¿Serán, ay, dos órdenes de experiencia? Nunca me imaginé que pudiera hacer
esto con vos... Bah, siempre lo quise, desde la primera vez que te oí hablar..
PERRO: ¡Cruel! ¿¡Hubieras querido que ladrara!?
AMALIA: Sí. Ahora sí... ¡Sí, un ladridito que me corro! ¡Uno que me voy!
PERRO: No (Se aparta). O sí... Si me hacés la paja
AMALIA: ¡Pero qué ordinario! ¡Justo cuando me estaba por correr! Ahora necesito
concentrarme de nuevo... Contame. Contame cómo fue tu infancia. Vos debés
haber sido un psicópata. Siempre tuviste esa mirada...
PERRO: (volviendo a lamer): Qué raro, slurp. No sabía que tenía una mirada. Yo lo
único que recuerdo son patadas en el culo. ¡Ojj, ajj!
AMALIA: Qué sucede
PERRO: Nada. (Vuelve a lamer) Me había atragantado con un pendejo.
AMALIA: Qué ordinario. Y pensar que sos un gran danés.
PERRO: Decime papito, (Silencio. Amalia está considerando el pedido del Perro.
Luego)
AMALIA: Papito... ¡Sí, papito!. ¡Cómo me calienta decirte así!
PERRO: A mí también: nunca me pasó... una cosa así...
AMALIA: ¡Shh, no hables tanto ... ! Papito... Eso ... ¡Más, más, no pares, no pares... ! ¡Ay,
si supieras lo que son los besos de un perro ... !
PERRO: ¡Sí! Madre santa, qué despelote... ¡Guau!
AMALIA: Ay... ah... ajjjj...
PERRO: Me corre leche por las venas... ¡Guau, guau! Puteame, Amalia, que me acabo...
AMALIA: No me pidas eso: estoy en la cima... del placer... animal...
PERRO: Con decirme animal no hacés nada. Decime puto. Puto de mierda.
AMALIA: ¡La boca se te haga a un lado...! (El Perro se aparta. Amalia lo agarra por las
orejas y vuelve a ponerlo entre sus piernas. Amalia acaba con un largo
gemido agónico. Luego se aparta y se echa boca arriba sobre la cama.
Silencio. Luego de una larga pausa) Fantástico... eso estuvo fantástico...
¿Michael? (El perro está boca arriba en el suelo) ¿Te pasa algo?
PERRO: Qué frustración
La china 3
como una mala actriz de una mala película a punto de morir. Se pecho
aparece bañado en sangre. Amalia se mira el pecho. Michael está
petrificado) Se me ha partido.
PERRO: ¡Amalia...!
AMALIA: Veo las puertas de la eternidad. Voy a entrar...
PERRO: ¡No!
AMALIA: ¿Me veo bien? (Cae muerta. El perro se arrodilla, con infinita ternura la alza
en brazos y se dirige hacia la salida)
PERRO: Bellísima, querida, bellísima. (Suena una música romántica. Apagón)
SEGUNDO ACTO
El mismo decorado de la escena anterior, con algunos cambios que denotan los gustos que
convencionalmente se atribuyen a los homosexuales. Entran Hugo y Negro, quienes en
todo momento se comportan como “machos”. Están vestidos al estilo nuevo rico: grandes
relojes, pulseras de oro, camisas de solapa ancha sobre la solapa del saco, etc. Por su
aspecto, es evidente que son dos mafiosos.
NEGRO: Cada vez que entro a este cuarto se me hace un hoyo en el corazón, Hugo. Me
sobrevuelva como la sombra de esa fantástica mujer que murió de amor por
culpa de aquel bagayo de Emilio García Pardo. Una reina como Amalia... Ya no
hay justicia en este mundo (Saca una pistola y la guarda en la mesita de luz,
después prepara unas líneas de cocaína)
HUGO: Otra vez con eso, Negro
NEGRO: Es que a mí me hubiera gustado morir así...
HUGO: Para morir así hay que ser muy, muy delicado, Negro. Con ser puto no alcanza.
¿Sabés la información que me pasaron el otro día? Que Amalia se hacía chupar
la concha por el perro. Ja, ja, ja. Reíte. Emilio la descubrió. Y la abandonó, por
supuesto. Vieja chancha...
NEGRO: ¡¡No me jodás!!! (Llama hacia afuera) ¡Gatica! ¡Gatica Gatica Gatica! (Entra
Michael. El Negro se arrodilla y abraza y hace mimos a Michael) ¡Gatiquita,
si supieras las cosas que dice la gente de vos! ¿Sos chanchito, vos? (Michael
gruñe. El Negro lo suelta. Michael sale. Antes de atravesar la puerta dice:)
PERRO: Gatica las pelotas.
NEGRO: ¡Uy, qué caliente me dejó la película, Cris!
HUGO: No me digas Cris. Terminala con eso.
NEGRO: No me digas que no te gustaría llamar un buen taxi-boy para esta noche, ¿eh?
Qué fiestonga nos haríamos, Hugo. ¿Sabés? Me gustaría ver cómo te la mete
un desconocido! ¿A vos te gustaría ver cómo se la meto al que te la mete a
vos..?
HUGO: No quiero hablar así. No me causa gracia. No me excita. Creo que estás
degradando nuestra relación. Me voy a dormir. (Se meten en la cama. Hugo
agarra una revista. El Negro queda mirando el techo, visiblemente
angustiado. Hugo lee un rato. Finalmente deja la revista, se inclina sobre el
Negro) Bueno, bueno, no es para tanto, che. Lo que pasa es que no me gusta
cuando te ponés grosero. No te queda bien. Si vos sos una princesa...
NEGRO: Un rey.
HUGO: Está bien. Y como sos mi rey, y yo soy tu reina...
NEGRO: ¿¡Me vas a pagar la operación!?
HUGO: Pero vos tenés temas fijos acá en el bocho. Que lo de Amalia, que si no es eso
es la operación... Ojo, tené cuidado, te vas a convertir en un obsesivo. Además
para qué carajo querés ponerte concha si tenés un culo más grande que una
palangana...
La china 8
HUGO: Contá bien las cosas. No te das cuenta de que hacen a la naturaleza del asunto...
son como las joyas de tu cuento... los velos de los siete tules... Yo ya me estaba
enamorando del muchacho y vos venís y decís “rancho”.
NEGRO: Bueno, Bichi se lo levó al duplex y allí intentó que hicieran el amor. Pero el
angelito Mariano no quería. “Salí, trolazo”, le decóa: “¿Qué te creés que soy
yo, un puto reventado como vos? Yo soy un trabajador peronista, sacá la mano
de ahí, la concha de tu madre, te voy a romper la concha a patadas”
HUGO: ¿“La concha” le decía?
NEGRO: ... Y Bichi, claro, imaginate: estaba en la gloria.
HUGO: ¿En la gloria? ¿En la gloria porque le decía que le iba a romper la concha?
NEGRO: Era masoca, Bichi. Le gustaba que lo fajaran. El maltrato. Una vez se hizo
meter en el culo un cepillo de esos de lavar las uñas.
HUGO: Yo tenía un amigo que se hizo atar las bolas a las aspas de un ventilador de
techo. Se quedó en la cama fumando y mandó prender el ventilador. Acabó, sí.
Pero le quedaron las bolas como dos fideos moñito de ángel. (Suspira) Me
duelen las bolas de la impresión. ¿Te parece que cuando me ponga la concha
me va a doler tanto?
NEGRO: No te va a doler porque no te vas a poner concha.
HUGO: Qué cruel sos. Traficante de mierda.
NEGRO: No me digas traficante. Ya te lo dije mil veces... (Hugo va a seguir pero se
empieza a escuchar un ruido que tapa todas las voces. El ruido crece, se
vuelve insoportable, luego, se convierte en un silbido y empieza a
desaparecer)
HUGO: ¿Pero qué es eso? ¿Una bomba atómica?
NEGRO: No seas pelotuda, es el camión de la basura. ¿Qué tenés ahí abrazado?
HUGO: La Biblia. Y... pensé que se partía el mundo. Sigo, oí: al final, cuando parecía
que Mariano iba a cagarlo a trompadas a Bichi, resulta que entró Chacho.
Chachi era un mono grande como una puerta. Entonces cuando lo vio a
Mariano a punto de fajarlo a su amor, lo agarró, primero lo cagó bien a piñas y
después le rompió el orto de tres pijazos. Del dolor, Mariano cantaba en falsete:
“Las mu-cha-chas pe-ro-nis-tas...” Le dolía como la gran puta a Mariano. Pero
en el fondo empezaba a gustarle.
NEGRO: Sí, sí... cojéeme, hijo de puta...
HUGO: ¿Te gusta rubia?
NEGRO: ¿Y qué te parece? Lo lindo que es sentir una pija calentita acá entre los
párpados cacales... Hut. Sí... ahora ponémela entre las tetas...
HUGO: ¿Qué tetas? Ojo: no te vas a agarrar también la obsesión de las tetas porque te
cago a bifes. (Se recompone. Sigue contando) Al final terminaron garchando
entre los tres. Se enamoraron. Locamente.
NEGRO: Con loca pasión. Lo siento... un amor fou. Es que él es tan hermoso...
HUGO: Pero, siempre hay un pero, un pero en la vida y un pelo en la sola... al mes de
andar pinchando , tanto Chachi como Bichi querían el culo de Mariano en
Exclusiva... Le hacían regalitos, lo llevaban a comprarse ropa a Mango, a
Limbo, le compraban paté de foie en Carrefour, y no sé que otras maravillas
más.
HUGO: Seguí. ¿Por qué te quedás callado?
NEGRO: Es que no quería ponerse de novio con ninguno de los dos...
HUGO: ingratitud.
NEGRO: No. Agradecimiento. Disfrutaba tanto de las atenciones de los dos que no
quería desairar a ninguno. Sabía que Chacho era escorpiano: taciturno, celoso,
sagitariano, vengativo. Y Bichi en cambio era Leo puro: solar, terráqueo...
suspicaz, caprichoso, veleidoso, ostensible, creyente... y entonces andaba entre
La china 10
TERCER ACTO
Es el mismo decorado pero sin los aditamentos gay. El lugar está despersonalizado. La
cama está sin sábanas ni frazadas, con el colchón pelado. No hay cortinas. Entra Susy,
pintarrajeada como una prostituta. Trae una valija muy grande, que arroja sobre la cama.
Llama por teléfono.
SUSSY: Hola... Florete... Si, soy yo. A que no sabés... Si, sí, ya estoy instalada... ¿A
qué no sabés dónde...? No... No seas conchuda, te atragantaste con un
tampón. No... ¿Te acordás de ese al que yo le metía los tres pepinos...?
¡¡¡Sí!!! ¡Cagate de risa! Te lo juro, pelotuda, qué coincidencia, ¿no? Bueno,
así que ya sabés dónde mandarme la clientela. Anotá la dirección. Balcarce
90... No, boluda, San Isidro... (Baja la luz abruptamente. Susy está
dormida. Entra Micharl. Suena la música de “Swinging in the rain” y
Michael baila un buen rato. Luego se sienta en un banquito frente a la
cama y, mirando fijo a Susy, se masturba aplicadamente. Por último, sale,
vuelve a entrar trajendo una pizza, se sienta otra vez en el banquito y
come mientras la luz del amanecer inunda la habitación. Suena el
despertador. Apresuradamente, Michael esconde la caja de pizza debajo
de la cama y, poniéndose en cuatro patas, se acerca a Sussy y le lame una
mejilla. Susy despierta y lo acaricia) Mariposa... Buen día... (Se oye un
timbre) ¡Uy, qué tarde es! Y ya empiezan a llegar los clientes... Me voy a
poner algo para estar decente. Vos mientras tanto andá a atenderlo al quía. Y
La china 11
SUSY: (Al ministro) ¿Qué pasa? ¿Acabaste o qué? ¿Billy? ¿Billy? (Rocco se
aparta, espantado. Se lleva las manos al pecho, conmovido, como si
estuviera en un tris del infarto. Habla mientas se pasea por la habitación)
ROCCO: ¡Bárbaros, las ideas no se matan! On nee se puit les ideés! ¡Y no ahorre
sangre de gaucho que la sangre de gaucho pará lo único que sirve es para
abono de la tierra! (Cae infartado)
SUSY: ¡Rocco! ¡Billy! ¡Se murió! ¡Qué cagada! (A Michael) Mirá vos lo que me
viene a pasar, Mariposa... ¡Y con el ministro de educación, nada menos!
PERRO: Realmente (Susy y Michael se contemplan largamente, pasando del horror
a las guiñadas de complicidad)
SUSY: ¿Sabés que sos un lindo guacho vos?
PERRO: Obrigado
SUSY: No, te lo digo de verdad. Tenés tu pinta. ¡Las perras que te habrás cogido!
PERRO: Lassie entre ellas.
SUSY: Ja, ja, ja... (Pausa) ¿Y ahora qué hago con el fiambre?
ROCCO: Si querés me lo voy comiendo de a poquito. En tres días te lo liquido al
gordo...
SUSY: Mariposa, nadie se puede comer en tres días a este lechón. ¿De verdad te
comerías un tipo como éste?
PERRO: ¡Noo! ¡Era un chiste! Lo que hay que hacer es meterlo en la bañera y tirarle
ácido.
SUSY: ¡Qué buena idea! Se disuelve todo...
ROCCO: La carne sí. Los huesos los metés en un bolsito y los tirás en una obra en
construcción. Vas a ver que después le terminan echando la culpa a un
boliviano. ¿Y? ¿Le damos? (Sacan el cuerpo. Vuelve a entrar sólo Susy. Se
tira en la cama. Suena el timbre)
SUSY: ¡Mariposa, atendé! (Entra otro cliente)
PONZIANO: Hola, mucho gusto. Yo soy Oraldo Ponciano, el importante escritor. Pero no
sé si usted me va a querer atender...
SUSY: ¿Por?
PONZIANO: Porque soy muy pijón.
SUSY: A mí me parece normal... mirándole el bulto así, a vuelo de pájaro. ¿En qué
lo puedo ayudar?
PONZIANO: Tengo la pija más grande de la Argentina.
SUSY: ¡Argentino! Una vez atendí a un argentino... Era tan...
PONZIANO: Si la sco dormida por el bolsillo... así, ¿ve? (saca una larguísima pija por el
agujeto en el bolsillo y se pone a hacer lo que va diciendo) Puedo hacerle
un nudo marinero... Soy el único... Nadie puede hacer esto, vea...
SUSY: Lo felicito
PONZIANO: Mire que nudo
SUSY: ¿Marinero? Había oído hablar de usted...
PONZIANO: No hay quien pueda conmigo, así que... Usted dirá si la desato y empezamos
a serruchar o si la guardo ya mismo y me las pico...
SUSY: La verdad que me ha impresionado
PONZIANO: (Sonriendo satisfecho) Entonces me voy. Ya sabía yo. No hay quien pueda
conmigo... (Entra rápidamente Michael. Toca a Ponciano en el hombro)
PERRO: Perdón. ¿Usted es Oraldo Ponciano?
PONZIANO: Sí, señor.
PERRO: Bueno, agarrámela con la mano. (Michael degüella a Ponciano)
SUSY: ¡Pero... Mariposa... cómo hacés eso! ¡Yo quería que me dedicara un poema!
PONZIANO: ¡Pero este boludo qué mierda va a escribir poesía! Vení, ayudame a llevarlo
a la bañadera...
La china 13
SUSY: Qué bañadera, si este es un enano. ¡Al inodoro! (Lo sacan. Vuelve a sonar
el timbre) Mariposa, por favor: es éste no.
PERRO: Chupame un huevo (Michael sale y regresa acompañando a un señor de
careta)
SEÑOR: Un placer, señorita Susy.
SUSY: Pero sáquese la careta, hombre ¿No tiene calor en la trucha?
SEÑOR: Me gustaría, pero no puedo. Soy una persona pública, demasiado conocido
para arriesgarme así...
SUSY: Hace un rato cogí con el Ministro de Educación... En fin, como usted quiera
¿Qué servicio quiere..?
SEÑOR: No me gusta el sexo oral, es muy sucio. Tampoco el sexo grupal, es muy
promiscuo. No quiero besos de lengua, porque me puedo contagiar un
virus... la paja francesa me da un poquito de asco... del sexo anal no hablar...
Entonces... No sé lo que quiero pero lo quiero ya. (Aparece Michael desde
atrás y le corta los testículos con una cuchilla. Los alza y los muestra en
señal de triunfo. Luego, mientras el hombre se retuerce, agoniza y
finalmente muere, Michael lo contempla fríamente y le habla)
PERRO: Te doy lo que querías. Y si no era lo que querías, te jodés igual. A veces la
vida es injusta. Pero la muerte siempre es injusta. Eso sí. Es democrática.
Nos iguala a todos.
SUSY: Qué hicistes pelotudo, mirá si éste es alguien importante... (Michael le
arranca la máscara)
PERRO: Qué va a ser importante este boludo, no ves que no lo conoce nadie.
SUSY: ¿Y ahora qué hacemos con el cadáver?
PERRO: A la licuadora. (se escucha ruido de licuadora. Mientras tanto Susy se
arregla, se pinta los labios frente al espejo, etc. De pronto se escucha que
la licuadora empieza a “patinar”. Ruido de rotura. Suena el timbre. El
perro entra en la habitación y se dirige hacia la puerta) ¡Qué guacho hijo
de puta, me rompió la hélice!” ¡Tenía una muela de oro... ¡Ya va, ya va!
(Vuelve a entrar acompañando a Orate Guamini)
GUAMINI: Orate Guamini para servirla... a porongazos. ¡Qué dice, pinturita!
SUSY: Orate. El legendario. El clásico. Orate... Hágame un poquito del cantor...
GUAMINI: (Canta) “Caminando por la calle voy cantandooooo”
SUSY: No la tuya, che. Si se calla el cantor.
GUAMINI: Me extrañabas, eh. Lo veo en tu mirada... a ver... (Acerca sus labios a los
labios de Susy y hace un gesto estilo Xuxa) Besito besito (Beso) Y Ahora
vamos directamente a lo nuestro, belleza. Hoy estoy más apurado que
nunca. (Se desprende la bragueta) Chupámela, Susy. Chupe, que me gusta
ver cómo se le marca el hueso en la nariz. (Susy empieza a chuparle la pija
haciendo abondantes ruidos de succión. De golpe entra el perro con un
cuchillo y le corta la pija a Guamini. Susy se queda con un pedazo en la
boca) Susy, esto es un exceso de confianza. ¡Uno le da la mano y usted se
queda con el choto! (De golpe Guamini comprende que no es un chiste
que lo haya castrado. Grita enloquecido, cae al piso. El Perro saca el
pedazo de pija de la boca de Susy y lo tira por la ventana. Luego vuelve
junto a Guamini, levanta una pata y le hecha una meada)
PERRO: (Tono engolado) El perro se mueve por inspiración. Cada acontecimiento es
providencial. Cada acto, impremeditado.
SUSY: Qué querés decir con eso, Mariposa...
PERRO: (Engolado) Que se han combinado la libertad absoluta con el desamparo
absoluto. En esa ecuación no hay otro amo de los destinos que el acto
soberano. Y yo al pelotudo éste no me lo bancaba más.
La china 14
SUSY: Pero mirá lo que hicimos. Mirá lo que hiciste Margarita. ¡Ya estoy podrida
de pasar el trapo!
PERRO: Tenías demasiados clientes vos...
SUSY: ¿Y ahora cómo salimos de este quilombo? ¿A cuántos tipos mataste, cuatro,
cinco...?
PERRO: Dieciocho... sin contar un negro.
SUSY: Estoy agotada... (Cae rendida sobre la cama, boca abajo)
PERRO: ¡Qué pavito, madre! (Gira alrededor de Susy. La mira. Se aproxima.
Retrocede. Luego llama por teléfono) Hola... ¿Lisa Delgrueso...?
DELGRUESO: Te oigo...
PERRO: ¿Lisa?
DELGRUESO: Sí...
PERRO: ¿Lisa? ¿Lisa de verdad?
DELGRUESO: Sí, ¿Quién es?
PERRO: Estoy en la cama con una puta... ella está dormida... yo tengo un cuchillo...
la quiero matar... ¿Qué hago?
DELGRUESO: ¿No sabés que está mal matar a la gente? ¿Cómo te llamás?
PERRO: Batata.
DELGRUESO: ¿Sos homosexual?
PERRO: Sí.
DELGRUESO: ¿Pero sos homosexual–homosexual? ¿Tuviste relaciones con hombres... con
hombres se tu mismo sexo?
PERRO: No.
DELGRUESO: ¡Entonces no sos homosexual...!
PERRO: Tuve relaciones con un perro...
DELGRUESO: ¡Qué horror, Batata! ¿Activo o pasivo?
PERRO: Vuelta y vuelta. Bueno, pelotuda ¿qué hago? ¿La mato o no la mato?
DELGRUESO: ¿Estás drogado? ¿Te drogás? ¿Te drogaste para mantener un coito con un
perro?
PERRO: Qué conchuda sos, Lisa. A vos te falta calle...
DELGRUESO: No me gusta el doble mensaje. O me decís Lisa o me decís conchuda. Pero
las dos cosas juntas son un insulto. Y yo estoy acá para ayudarte, Batata. Te
escucho...
PERRO: Es lo único inteligente que te oí decir en tu puta vida, Lisa. Tenés razón. Te
voy a decir conchuda.
DELGRUESO: En estos términos no podemos seguir dialogando, Batata. Estamos en el
aire.
PERRO: ¿Qué hago entonces?
DELGRUESO: ¿De qué signo sos en el horóscopo chino?
PERRO: Mono.
DELGRUESO: Quedate en línea privada, Batata, que te voy a poner en contacto con nuestro
equipo de terapeutas profesionales... no cortes, eh. Son un grupo humano
encantador.
PERRO: Chau, conchuda... (Suena un aviso comercial de yerba mate)
MALSETTO: Hola... Batata. Yo soy el doctor Malsetto.
PERRO: Agachate que te la meto.
MALSETTO: Lo espero mañana en la dirección que ahora paso a darle. Son cien pesos la
consulta...
PERRO: ¡Pero andá a lavarte las bolas, chorro hijo de puta!
MALSETTO: No se lo tome así. Lo que pasa es que la Delgrueso se queda con el
cincuenta.
PERRO: Matala.
La china 15