Este poema describe al capitán como un joven de 20 años recién salido de la escuela, virgen y ágil. El poema pide al capitán que lleve al hablante en su pequeña nave ligera a través del campo, como las garzas que saltan y huyen a lo largo del río. El capitán representa una nueva generación que ha florecido de las cenizas del pasado.
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Este poema describe al capitán como un joven de 20 años recién salido de la escuela, virgen y ágil. El poema pide al capitán que lleve al hablante en su pequeña nave ligera a través del campo, como las garzas que saltan y huyen a lo largo del río. El capitán representa una nueva generación que ha florecido de las cenizas del pasado.
Este poema describe al capitán como un joven de 20 años recién salido de la escuela, virgen y ágil. El poema pide al capitán que lleve al hablante en su pequeña nave ligera a través del campo, como las garzas que saltan y huyen a lo largo del río. El capitán representa una nueva generación que ha florecido de las cenizas del pasado.
Este poema describe al capitán como un joven de 20 años recién salido de la escuela, virgen y ágil. El poema pide al capitán que lleve al hablante en su pequeña nave ligera a través del campo, como las garzas que saltan y huyen a lo largo del río. El capitán representa una nueva generación que ha florecido de las cenizas del pasado.
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Yo te llevaré a mi valle
para que escuches, en la paz
de los collados, la plegaria de la campana angelical. ¡Está mi valle tan distante! Ya han empezado a recortar para el establo alegres mozas, el heno tibio y maternal. Regresará la fiel carreta con el lucero y un cantar en que haya aroma de las breñas y hondo susurro del trigal. Será la vida alegre y clara y junto al pozo familiar, cual hace un año las parejas habrán llegado a platicar. El humo azul de los cortijos irá trazando su espiral, mientras la tarde se despide como una nave sobre el mar. Yo te llevaré a mi valle Musa del hielo y del pinar, pequeña hermana de los osos y de la aurora boreal.
Colección Un libro por centavos 23
CALLAR
Hemos hablado tanto
en esta tarde loca, bajo el cielo de fiesta y entre el manso ruido de las hojas, que tengo el alma seca como un ánfora rota, vacío el pensamiento y afiebrada la boca. Dejadme, pues, que calle. Dejad que, gota a gota, me llene nuevamente de misterio como de un agua honda. Dejad que me penetre la claridad remota del cielo en donde está, para mis ojos, la estrella silenciosa del recuerdo. Dejadme. Ya se acerca la hora de callar. Vuela el ángel de la noche en torno de las cosas, y el cielo es como una caverna milagrosa donde acabara de morir un santo.
24 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural
Mañana, en el instante en que se dora la campiña naciente, cual la faz de una virgen ruborosa, os diré la palabra de la noche, la obra maravillosa del silencio en mi alma. Y volveréis a la edad creadora y al milagro del mundo. Pero dejad que calle porque es hora de entrar, desnudo, entre la noche santa.
Colección Un libro por centavos 25
olvido
Al fin me has olvidado. ¡Qué suave y hondo olvido!
Tras el incierto límite de nuestro oscuro ayer la estrella que miramos los dos ha descendido como una dulce lágrima que se rompe al caer.
Y así de tu regazo me alejo entristecido,
cual uno que abandona su campo sin querer, mirando que tus ojos, como el cristal herido, prolongan la agonía de un vago atardecer.
¡Al fin me has olvidado! Recónditas congojas:
en medio del crepúsculo qua anubla un vuelo de hojas callad, para que pueda pasar esta mujer.
Y escucharé más tarde, bajo la noche ciega,
posarse el pie enlutado de la que siempre llega sobre los rastros de esa que nunca ha volver.
26 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural
un día vendrá la muerte
Un día vendrá la muerte
no sé de donde. Yo estaré dormido y ella dirá: no quiero que despierte. Y, pisando sin ruido, como una madre que se acerca al lecho del hijo enfermo, cerrará mis ojos y cruzará mis manos sobre el pecho. Y vendrán a llamarme. ¡Levántate que es hora de que comience tu labor! Apresta ya el corazón a recibir la aurora, pues cada día nuevo es una fiesta. ¿No escuchas en la casa, en medio del doméstico alborozo, el trajín mañanero que sube el agua del oscuro pozo y busca el pan para la mesa escasa? ¡Cuánta gente sencilla que se afana por ti, que pone toda su alma en que luzca la feliz vajilla como si fuera el día de tu boda! ¡Y tú duermes! ¡Levanta!
Colección Un libro por centavos 27
No enturbies más los ojos en la noche que engendra las visiones del pecado. Levántate y de hinojos musita las antiguas oraciones que aprendiste a la luz de la pantalla familiar. Sal al mundo que te espera con la gracia evangélica del campo y la luz infantil de una colina por cuyas rutas, apagando estrellas, desciende la mañana campesina. Déja la estrecha estancia donde sufres la sorda calentura del deseo. Tu infancia no ha muerto, y todavía puedes hallar la original fragancia que tuvo toda cosa el primer día. ¿A qué, bajo la lámpara, inquiere tu protervo pensamiento –negro licor en ánfora de arcilla– si afuera todo nos lo explica el viento como en una parábola sencilla? Es fuerza que ya calle tu voz, y que la paz baje a tu alma como el toque del ángelus a un valle Y no contestaré.
28 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural
Ya por la tarde, cuando tornan los bueyes con la incierta luz, y cunden los humos solariegos, me llevarán al cementerio aldeano donde duermen los rústicos labriegos bajo la sombra fiel de un pino anciano.
Colección Un libro por centavos 29
tu
Eres una canción. Aire ligero
cernido entre las flores y los nidos. Duermen, bajo tus pies, campos floridos, y es tu melena un río verdadero.
Comienza en ti mi vida. Eres mi enero
que asoma en horizontes presentidos; mi comarca de ríos conocidos, mi alta constelación de marinero.
Por mis manos te vas como una brisa;
envuelves un jardín en un suspiro, y se abren mariposas en tu risa.
Eres la sombra toda, eres la lumbre,
y yo, elevando el corazón, te aspiro como al viento que viene de una cumbre.
30 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural
los sueños
Claros sueños nacidos de la bruma terrestre
que subís, en las horas del silencio nocturno, hasta el rostro velado de los hombres, ya quietos tras la cálida angustia de un lejano crepúsculo.
¡Oh! venid a mis sienes, rodead mi almohada
agitando las alas en el ámbito oscuro, y proteged mi lecho, esa fúnebre urna donde late mi triste corazón insepulto.
¡Oh sueños! yo os conozco, y entre ricas guirnaldas
vuestros rostros de niños pensativos descubro, y percibo en el hálito de vuestros frescos labios como un perfume libre de jardines ocultos.
Llevadme con vosotros a la mansión aérea
que erige su áurea cúpula en el éter desnudo, más allá de la tierra que amortaja su sueño en la caduca pompa de un otoño difunto.
Llevadme adonde se abre, como un follaje de oro,
el húmedo relente del claro plenilunio, en cuya luz discurren las vírgenes celestes con un lirio de plata en los dedos ebúrneos.
Colección Un libro por centavos 31
Llevadme adonde vive la luz, esa doncella de sien florida, torso fértil, senos desnudos, que vierte de sus manos, bajo la flor del alba, el rocío que alivia las entrañas del mundo.
Claros sueños nacidos de la bruma terrestre
que subís, en las horas del silencio nocturno, hasta el rostro velado de los hombres, ya quietos tras la cálida angustia de un lejano crepúsculo.
Refrescadme las sienes, aligerad la noche
que trastorna mi oído con su lenguaje absurdo, en tanto que en la sombra, como en una cisterna, caer la negra gota de las horas escucho.
Y haced que me levante ágil, contento, libre,
agitando en la luz, con el brazo robusto, la bandera del día, como el Dios resurrexo después de haber hendido la losa del sepulcro.
32 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural
capitán de veinte años
Capitán de veinte años,
recién salido del gimnasio donde la línea de las barras y de las cuerdas impone sobre el alboroto de los árboles su limpia geometría al aire libre.
Capitán de veinte años,
virgen como el acero, y ágil como el viento que mide el campo pisando sobre los tallos donde se columpia la luz. Llévame en tu nave ligera, en la menuda armazón de lienzo y de mimbres que posa sobre la tierra dando saltos como las garzas cuando huyen a lo largo del río.
Llévame en tu nave ligera,
¡oh, Capitán!
Vástago de una raza nacida
de las cenizas del mundo, y del cadáver de todos los dioses sacrificados por el hombre. Tu alma florece en la pulpa de tus labios roja y carnal como el sexo de la nueva alegría.