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Yo te llevaré a mi valle

para que escuches, en la paz


de los collados, la plegaria
de la campana angelical.
¡Está mi valle tan distante!
Ya han empezado a recortar
para el establo alegres mozas,
el heno tibio y maternal.
Regresará la fiel carreta
con el lucero y un cantar
en que haya aroma de las breñas
y hondo susurro del trigal.
Será la vida alegre y clara
y junto al pozo familiar,
cual hace un año las parejas
habrán llegado a platicar.
El humo azul de los cortijos
irá trazando su espiral,
mientras la tarde se despide
como una nave sobre el mar.
Yo te llevaré a mi valle
Musa del hielo y del pinar,
pequeña hermana de los osos
y de la aurora boreal.

Colección Un libro por centavos 23


CALLAR

Hemos hablado tanto


en esta tarde loca,
bajo el cielo de fiesta
y entre el manso ruido de las hojas,
que tengo el alma seca
como un ánfora rota,
vacío el pensamiento
y afiebrada la boca.
Dejadme, pues, que calle.
Dejad que, gota a gota,
me llene nuevamente de misterio
como de un agua honda.
Dejad que me penetre
la claridad remota
del cielo en donde está, para mis ojos,
la estrella silenciosa
del recuerdo. Dejadme.
Ya se acerca la hora de
callar. Vuela el ángel de la noche
en torno de las cosas,
y el cielo es como una
caverna milagrosa
donde acabara de morir un santo.

24 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural


Mañana, en el instante en que se dora
la campiña naciente,
cual la faz de una virgen ruborosa,
os diré la palabra
de la noche, la obra
maravillosa del silencio en mi alma.
Y volveréis a la edad creadora
y al milagro del mundo.
Pero dejad que calle porque es hora
de entrar, desnudo, entre la noche santa.

Colección Un libro por centavos 25


olvido

Al fin me has olvidado. ¡Qué suave y hondo olvido!


Tras el incierto límite de nuestro oscuro ayer
la estrella que miramos los dos ha descendido
como una dulce lágrima que se rompe al caer.

Y así de tu regazo me alejo entristecido,


cual uno que abandona su campo sin querer,
mirando que tus ojos, como el cristal herido,
prolongan la agonía de un vago atardecer.

¡Al fin me has olvidado! Recónditas congojas:


en medio del crepúsculo qua anubla un vuelo de hojas
callad, para que pueda pasar esta mujer.

Y escucharé más tarde, bajo la noche ciega,


posarse el pie enlutado de la que siempre llega
sobre los rastros de esa que nunca ha volver.

26 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural


un día vendrá la muerte

Un día vendrá la muerte


no sé de donde. Yo estaré dormido
y ella dirá: no quiero que despierte.
Y, pisando sin ruido,
como una madre que se acerca al lecho
del hijo enfermo, cerrará mis ojos
y cruzará mis manos sobre el pecho.
Y vendrán a llamarme.
¡Levántate que es hora
de que comience tu labor! Apresta
ya el corazón a recibir la aurora,
pues cada día nuevo es una fiesta.
¿No escuchas en la casa,
en medio del doméstico alborozo,
el trajín mañanero
que sube el agua del oscuro pozo
y busca el pan para la mesa escasa?
¡Cuánta gente sencilla
que se afana por ti, que pone toda
su alma en que luzca la feliz vajilla
como si fuera el día de tu boda!
¡Y tú duermes! ¡Levanta!

Colección Un libro por centavos 27


No enturbies más los ojos
en la noche que engendra las visiones
del pecado. Levántate y de hinojos
musita las antiguas oraciones
que aprendiste a la luz de la pantalla
familiar. Sal al mundo que te espera
con la gracia evangélica del campo
y la luz infantil de una colina
por cuyas rutas, apagando estrellas,
desciende la mañana campesina.
Déja la estrecha estancia
donde sufres la sorda calentura
del deseo. Tu infancia
no ha muerto, y todavía
puedes hallar la original fragancia
que tuvo toda cosa el primer día.
¿A qué, bajo la lámpara,
inquiere tu protervo pensamiento
–negro licor en ánfora de arcilla–
si afuera todo nos lo explica el viento
como en una parábola sencilla?
Es fuerza que ya calle
tu voz, y que la paz baje a tu alma
como el toque del ángelus a un valle
Y no contestaré.

28 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural


Ya por la tarde,
cuando tornan los bueyes con la incierta
luz, y cunden los humos solariegos,
me llevarán al cementerio aldeano
donde duermen los rústicos labriegos
bajo la sombra fiel de un pino anciano.

Colección Un libro por centavos 29


tu

Eres una canción. Aire ligero


cernido entre las flores y los nidos.
Duermen, bajo tus pies, campos floridos,
y es tu melena un río verdadero.

Comienza en ti mi vida. Eres mi enero


que asoma en horizontes presentidos;
mi comarca de ríos conocidos,
mi alta constelación de marinero.

Por mis manos te vas como una brisa;


envuelves un jardín en un suspiro,
y se abren mariposas en tu risa.

Eres la sombra toda, eres la lumbre,


y yo, elevando el corazón, te aspiro
como al viento que viene de una cumbre.

30 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural


los sueños

Claros sueños nacidos de la bruma terrestre


que subís, en las horas del silencio nocturno,
hasta el rostro velado de los hombres, ya quietos
tras la cálida angustia de un lejano crepúsculo.

¡Oh! venid a mis sienes, rodead mi almohada


agitando las alas en el ámbito oscuro,
y proteged mi lecho, esa fúnebre urna
donde late mi triste corazón insepulto.

¡Oh sueños! yo os conozco, y entre ricas guirnaldas


vuestros rostros de niños pensativos descubro,
y percibo en el hálito de vuestros frescos labios
como un perfume libre de jardines ocultos.

Llevadme con vosotros a la mansión aérea


que erige su áurea cúpula en el éter desnudo,
más allá de la tierra que amortaja su sueño
en la caduca pompa de un otoño difunto.

Llevadme adonde se abre, como un follaje de oro,


el húmedo relente del claro plenilunio,
en cuya luz discurren las vírgenes celestes
con un lirio de plata en los dedos ebúrneos.

Colección Un libro por centavos 31


Llevadme adonde vive la luz, esa doncella
de sien florida, torso fértil, senos desnudos,
que vierte de sus manos, bajo la flor del alba,
el rocío que alivia las entrañas del mundo.

Claros sueños nacidos de la bruma terrestre


que subís, en las horas del silencio nocturno,
hasta el rostro velado de los hombres, ya quietos
tras la cálida angustia de un lejano crepúsculo.

Refrescadme las sienes, aligerad la noche


que trastorna mi oído con su lenguaje absurdo,
en tanto que en la sombra, como en una cisterna,
caer la negra gota de las horas escucho.

Y haced que me levante ágil, contento, libre,


agitando en la luz, con el brazo robusto,
la bandera del día, como el Dios resurrexo
después de haber hendido la losa del sepulcro.

32 Universidad Externado de Colombia / Decanatura Cultural


capitán de veinte años

Capitán de veinte años,


recién salido del gimnasio
donde la línea de las barras y de las cuerdas
impone sobre el alboroto de los árboles
su limpia geometría al aire libre.

Capitán de veinte años,


virgen como el acero,
y ágil como el viento que mide el campo
pisando sobre los tallos donde se columpia la luz.
Llévame en tu nave ligera,
en la menuda armazón de lienzo y de mimbres
que posa sobre la tierra dando saltos
como las garzas cuando huyen a lo largo del río.

Llévame en tu nave ligera,


¡oh, Capitán!

Vástago de una raza nacida


de las cenizas del mundo, y del cadáver
de todos los dioses sacrificados por el hombre.
Tu alma florece en la pulpa de tus labios
roja y carnal como el sexo de la nueva alegría.

Colección Un libro por centavos 33

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