Género, Igualdad y Religión
Género, Igualdad y Religión
Género, Igualdad y Religión
Antes de hablar de la religión echemos un vistazo a uno de los más graves problemas femeninos: la
violencia de género . Hay algo que me llama mucho la atención, y es que siendo la violencia de
género una de las mayores manifestaciones de desigualdad , al menos en nuestro país , parece
estar psicológicamente disociada de este problema. A los ciudadanos y ciudadanas espectadores de
los mass media que no lo han sufrido, les parece que sus víctimas han tenido mala suerte, que son
excepciones a la regla, y que estas noticias son casos más de tipo criminal que social. Esto es debido
a la forma en que los periódicos y la televisión presentan los casos .
Para muchas personas, el hecho de que aún hoy en día haya crímenes terribles contra las mujeres,
mientras por ejemplo estas cumplen con roles femeninos en la pareja, no es un síntoma de la
desigualdad, sino casos trágicos de un problema antiguo, restos de algo que se está extinguiendo , y
que por lo tanto no hay por qué preocuparse por la base de este problema, sino que tan solo hay que
preocuparse de los casos concretos. Por eso hay quien considera que, el que haya tanta violencia de
género no significa que haya “machismo”, con perdón. Sin embargo yo creo que esta violencia es
el síntoma más llamativo de una enfermedad social, que muchas y muchos hombres y mujeres y
hombres humanamente comprometidos, tratamos y tratan día a día de curar, de solucionar. Piensa
un momento en las típicas campañas de sensibilización contra la violencia de género, ¿no te hacen
pensar que se vislumbra la conexión entre la desigualdad social de género y el problema de la
violencia?. La desigualdad es la enfermedad, la violencia, un llamativo síntoma , y para curar esto,
como médicos y médicas, hemos de trabajar sobre ambas, cada uno en el ámbito que le toque,
porque a todos nos toca.
Aunque parezca absurdo, la religión tiene más influencia en la mente y la conducta humana de lo
que se piensa, hasta el punto de moldear las culturas y las sociedades, como ya consideró Max
Weber en su teoría de la religión como agente de cambio social . Hacia 1967 Weber comparó la
ética católica con la protestante , al tiempo que comparaba el estatus económico de ambas
comunidades. La ética católica tacha de negativo el enriquecimiento material mientras que resalta la
humildad, y da mucha importancia a la piedad y la oración. La protestante encuentra en el trabajo y
el mantenimiento de un bienestar en el hogar, una forma práctica de mostrar devoción religiosa. Al
tiempo que comparaba las éticas Weber encontró también que la clase media y alta de la época era
mayor dentro de las comunidades protestantes que de las católicas. Podemos imaginar que igual que
el tipo de ética religiosa influye en el desarrollo económico de la comunidad, el esquema teológico
de dios grande masculino- virgen humilde sierva, ha influido en la asignación de los roles
femeninos y masculinos en nuestra sociedad.
Las mujeres no pueden ser dioses en una sociedad de cultura cristiana, ni dioses ni mesías, mientras
que los hombres nacen siéndolo, al menos de forma simbólica y potencial. Y , aunque el
cristianismo cada vez va perdiendo más adeptos, ¿cuánto tardará de desinstalarse este esquema
cultural de la mente de hombres y mujeres? . Para añadir una dificultad, se trata de un esquema
inconsciente, de forma que casi nadie se da cuenta de que actúa con su influencia. Algunas
personas, en su mayoría feministas, han querido ver en la imagen de la virgen o de María
Magdalena a las antiguas divinidades femeninas paganas, pero , no es lo mismo porque la grandeza
de las divinidades femeninas como Athenea, Morrigan o Gaia, por citar algunas de las más
conocidas, no tienen casi ni un punto de comparación con la virgen cristiana. Podríamos decir que
esta, María, es una faceta femenina que algunas mujeres desean fomentar, pero existen otras mil
facetas femeninas que están pendientes de ser reforzadas y potenciadas por haber caído el el olvido
durante tanto tiempo. Y estas facetas elevan a la mujer a un nivel de igualdad con el hombre.
Igualdad en valor, valor por sus capacidades, por sus dones, por sus aptitudes, por su naturaleza,
por su origen y por su final .
Estella Fomalhaut