Casese Quien Pueda 2

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Cásese Quien Pueda #2 || Larry adaptación

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Rating: Teen And Up Audiences


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Category: F/M, M/M
Fandom: One Direction (Band), Larry Stylinson - Fandom
Relationship: Harry Styles/Louis Tomlinson, Sam Fender/Louis Tomlinson, Zayn
Malik/Liam Payne, Niall Horan/Shawn Mendes, Alex Styles -
Relationship
Character: Louis Tomlinson, Harry Styles, Niall Horan, Troye Sivan, Alex (Dunkirk),
Shawn Mendes, Sam Fender
Additional Tags: Famous Harry, Non-Famous Louis Tomlinson, Fake/Pretend
Relationship, Sexual Tension, Drummer Harry Styles, Librarian Louis
Tomlinson, Gay Sex, Smut, Anal Sex, Blow Jobs, Top Harry, Bottom
Louis Tomlinson, Oral Sex
Series: Part 2 of Serie Stage Dive (Larry Stylinson)
Stats: Published: 2021-01-05 Completed: 2021-04-29 Chapters: 26/26 Words:
79823

Cásese Quien Pueda #2 || Larry adaptación


by melaniegc2604

Summary

Harry Styles, baterista de la famosa banda de rock Stage Dive, necesita limpiar su imagen
rápido, al menos por un corto tiempo. Tener un chico bueno en su brazo debería hacer el
trabajo fácil. Pero no contaba precisamente con lo divertido que podría ser estar con el
chico correcto.

Louis Tomlinson nunca pensó que conocería al dios del rock con quien empapelaba las
paredes de su dormitorio de adolescente-especialmente no en estas circunstancias. Louis
tiene problemas de dinero. Unos grandes. Pero que te paguen para fingir ser el novio de un
loco baterista nunca podría terminar bien. Sin importar cuán caliente fuera. Y ahora que
aparentemente no está libre, él finalmente está prestándole atención. Si tan sólo la química
entre el y su estrella de rock dejara de alcanzar tales alturas.

Continuación de ¿Qué pasó ayer?

Notes

Esta segunda adaptación de la saga de libros Stage Dive tratará sobre el romance del
baterista de la banda, antes conocido como Niall Horan, pero ahora actualmente será
conocido como Harry Styles.

Louis y Harry de la primera historia, de ¿Qué Pasó Ayer?, pasaran a cambiarse los nombres
pero su historia seguirá siendo la misma. Harry Styles pasará a ser llamado como Edward
Cox y Louis Tomlinson pasará a ser llamado como William Deakin.
El personaje antiguo se Niall (en el primer libro) aquí será cambiado por otro y para que
ahora sea hermano de Louis.

El resto de los personajes seguirán siendo los mismos como Troye, Nate, Alex, Shawn y
demás.

Las preguntas que se puedan hacer sobre esta historia y el cambio de nombres pueden
hacerlas en los comentarios y yo con guste les responderé lo más rápido posible a todas las
dudas que tengan.

No se olviden de votar, comentar y compartir esta historia.

Nos vemos en los próximos capítulos.

All the love. X.

-M.
UNO

Algo estaba mal. Lo supe desde el momento en que pasé por la puerta. Con una mano encendí la
luz, dejando caer mi mochila en el sofá con la otra. Después del pasillo débilmente iluminado, el
repentino resplandor era deslumbrante. Pequeñas luces brillaron ante mis ojos. Cuando se aclararon
todo lo que vi eran espacios... espacios en los que, esta misma mañana, había habido cosas.

Como el sofá.

Mi mochila cayó al suelo y todo se vino hacia fuera, condones, monedas sueltas, plumas y
maquillaje. Una barra de desodorante rodó hacia la esquina. La esquina vacía, ya que tanto la
televisión como su gabinete se habían ido. Mi mesa y sillas retro de la tienda de segunda mano
permanecían, lo mismo que mi desbordante estantería. Pero la mayor parte de la habitación se
hallaba vacía.

—¿Skye?

No hubo respuesta.

—¿Qué demonios? —Una pregunta estúpida, lo que pasó aquí era obvio. Frente a mí, la puerta de
la habitación de mi compañera se encontraba abierta. Nada más que oscuridad y polvo allí. No
tenía sentido negarlo.

Skye me dejó sin nada.

Mis hombros se hundieron con el peso de dos meses de renta atrasada, alimentos y servicios
públicos llegaron aplastantes sobre mí. Hasta mi garganta se cerró apretadamente. Así que esto es
lo que se sentía tener a un amigo que te jodiera. Apenas podía respirar.

—Louis, ¿me puedes prestar tu abrigo de terciopelo? Te prometo que te lo voy a... —Troye, mi
vecino del apartamento de al lado entró (tocar nunca fue su estilo). Entonces, como yo, se detuvo
en seco—. ¿Dónde está tu sofá?

Respiré hondo y solté el aire lentamente. No sirvió de nada. —Supongo que Skye lo tomó.

—¿Skye se fue?

Mi boca se abrió, pero en realidad, ¿Qué había que decir?

—¿Se fue y no sabías que se iba? —Troye ladeó la cabeza, haciendo que sus pequeños rizos
castaños se balancearan de aquí para allá. Siempre le había envidiado ese cabello. El mío era
castaño corto y liso. Evidentemente era mi cabello del tipo común y es por ello que trataba de
peinármelo de costado para que luciera más original y me embelleciera más.

No es que el cabello importara.

Tener el alquiler importaba.

Tener que comer importaba.

¿Estilos de cabello? No tanto.

Mis ojos ardían, la traición dolía como una perra. Skye y yo habíamos sido amigos durante años.
Confiaba en ella. Habíamos hablado mal de chicos y compartido secretos, lloramos uno en el
hombro del otro. Simplemente no tenía sentido.

Salvo que lo tenía.

Muy dolorosamente lo tenía.

—No. —Mi voz sonó extraña. Tragué saliva, aclarándome la garganta—. No, no sabía que se iba.

—Raro. Ustedes dos siempre parecieron llevarse muy bien.

—Sí.

—¿Por qué se iría de esa manera?

—Me debía dinero —admití, de rodillas para recoger el contenido de mi mochila. No para orarle a
Dios. Me había dado por vencido con él hacía mucho tiempo.

Troye se quedó sin aliento. —Estás bromeando. ¡Esa maldita perra!

—Amor, estamos llegando tarde. —Nate, mi otro vecino de al lado, llenó la entrada, con ojos
impacientes. Era un tipo alto y fornido con perspicacia.

Normalmente le envidiaba a Troye, su novio. En ese momento la gloria de Nate se perdió en mí.
Estaba tan jodido.

—¿Qué está pasando? —preguntó, mirando alrededor—. Hola, Louis.

—Hola, Nate.

—¿Dónde están tus cosas?

Troye levantó las manos en el aire. —¡Skye tomó sus cosas!

—No —corregí—. Skye tomó su mierda. Pero se llevó mi dinero.

—¿Cuánto dinero? —preguntó Nate, el disgusto bajando su voz aproximadamente una octava.

—Suficiente —dije—. He estado cubriéndola desde que perdió su trabajo.

—Maldición —murmuró Nate.

—Sí. —En serio, sí.

Cogí mi billetera y lo abrí. Sesenta y cinco dólares y un brillante y solitario centavo. ¿Cómo dejé
que llegara tan lejos? Mi pago de la tienda de libros no estaba, y mi tarjeta de crédito se encontraba
al máximo. Niall había necesitado ayuda ayer para comprar libros de texto y de ninguna manera
me negaría. Que mi hermano pasara la universidad era lo primero.

Esta mañana le dije a Skye que teníamos que hablar. Todo el día me sentí horrible sobre ello, mi
estómago revolviéndose. Porque la verdad era que la suma total de mi charla involucraba decirle
que tenía que pedirles a sus padres, o al idiota sofisticado de su nuevo novio, un préstamo para
pagarme. No podía mantenernos a ambos alojados y alimentados por más tiempo mientras buscaba
un nuevo empleo. Así que, también tenía que hablar con uno de ellos sobre un lugar para quedarse.
Sí, la estaba pateando a la acera. La culpa había pesado en mi estómago como una piedra.

Realmente irónico.

¿Cuáles eran las probabilidades de que sintiera algún remordimiento por joderme? Probablemente
ninguno.

Terminé de meter el contenido a mi mochila y cerré la cremallera. —Ah, sí. Troye, el abrigo está
en mi armario. Al menos espero que lo esté. Agárralo tú mismo.

La renta estaba por vencerse en ocho días. Tal vez podría lograr un milagro.

Seguro debía de haber algo de dinero que un chico inteligente de veintitrés años con ahorros en el
banco tendría. ¿Al menos uno de ellos necesitaba un lugar para quedarse? Había estado bien antes
de esto. Pero siempre hubo algo que mi hermano o yo necesitábamos más que la futura estabilidad
financiera. Libros, ropa, una noche en la ciudad, todas esas pequeñas delicias que hacían que vivir
valiera la pena. Nos habíamos sacrificado bastante ya. Sin embargo, allí estaba, en la ruina y de
rodillas.

Supongo que debería haber priorizado mejor. La retrospectiva apestaba.

En el peor de los casos, probablemente podría dormir en el suelo de la habitación de la residencia


de Niall si fuéramos muy astutos. Dios sabe que nuestra madre no tenía dinero en efectivo. Pedirle
ayuda se hallaba fuera de la cuestión. Si vendiera las perlas de mi tía abuela, podría ayudar para el
depósito de otro apartamento, uno más pequeño que me podía permitir por mi cuenta.
Arreglaría esto de alguna manera. Por supuesto, lo haría. Arreglar la mierda era mi especialidad.

Y si alguna vez veía a Skye de nuevo, la mataría.

—¿Qué vas a hacer? —preguntó Nate, apoyado contra el marco de la puerta.

Me puse de pie, sacudiéndome el polvo de las rodillas de mis pantalones negros. —Ya me las
arreglaré.

Nate me miró, y se la devolví con toda la calma que pude. La siguiente cosa que saliera de su boca
más le valía que no fuera compasión. Mi día había sido bastante horrible. Con gran determinación,
le sonreí. —Entonces, ¿a dónde se dirigen?

—Fiesta en casa de Edward y William —respondió Troye desde el interior de mi habitación—.


Deberías venir con nosotros.

William, el hermano de Nate y ex compañero de cuarto de Troye, se casó con Edward Cox, el
mayor dios del rock y guitarrista principal de la banda Stage Dive, hace unos meses. Era una larga
historia. Francamente, todavía intentaba entenderlo del todo. En un momento, había sido el chico
castaño agradable de al lado que fue al mismo colegio que Niall y preparaba un café buenísimo en
el Café de Ruby. Al siguiente, nuestro bloque de apartamentos fue rodeado por paparazis. Skye dio
entrevistas en la entrada principal, no es que supiera algo. Yo me colaba por la parte trasera.

Mayormente, mi relación con William había involucrado decir hola cuando nos pasábamos en las
escaleras, cuando vivía aquí, y yendo al Café de Ruby cada mañana para tomar un café gigante en
mi camino al trabajo. Siempre habíamos sido amigables. Pero no diría que éramos exactamente
amigos. Dada la afición de Troye por pedirme ropa prestada, a él lo conocía mucho mejor.

—Debe venir, ¿verdad, Nate? —. Nate gruñó su afirmación. Era eso, o su desinterés. Con él era un
poco difícil de saber.

—No importa —objeté. La basura se alineaba en las paredes donde el sofá y el gabinete
estuvieron; toda la basura que Skye dejó atrás—. Tenía un nuevo libro para leer, pero
probablemente debería ocuparme limpiando. Supongo que no habíamos sacado el polvo de abajo
de los muebles por un tiempo. Por lo menos no voy a tener mucho que mover cuando llegue el
momento.

—Ven con nosotros.

—Troye, no fui invitado —dije.

—Ninguno de los dos lo somos la mitad del tiempo —dijo Nate.

—¡Nos aman! Por supuesto que nos quieren allí. —Troye volvió a salir desde mi habitación y le
dirigió una mirada fea a su novio. Se veía mejor en la chaqueta negra vintage de lo que yo lo haría
jamás, un hecho por el cual elegí no odiarlo en secreto. Si eso no me ganaba puntos en el cielo,
entonces nada lo haría. Tal vez se la daría como un regalo de despedida antes de irme.

—Vamos, Lou —dijo—. A William no le importará.

—¿Listos para irnos? —Nate tintineó las llaves de su coche con impaciencia.

Codearse con estrellas de rock no parecía la respuesta adecuada al saber que pronto estaría en la
calle. Tal vez algún día, cuando estuviera en mi reluciente y mejor momento, podría ir y decir hola.
Ese día no era hoy. Sobre todo, me sentía cansado, derrotado. Teniendo en cuenta que me había
estado sintiendo de esa manera desde que cumplí los dieciséis años, no era la más fuerte de las
excusas. Sin embargo, Troye no tenía por qué saberlo.

—Gracias, chicos —dije—. Pero acabo de llegar a casa.

—Um, cariño, tu casa apesta en este momento —dijo Troye, mirando mis ovillos de polvo y la
falta de decoración con una mirada arrebatadora—. Además, es viernes por la noche. ¿Quién se
queda en casa en una noche de viernes? ¿Usarás tu uniforme de trabajo, o te pondrás unos
pantalones vaqueros? Te sugiero los pantalones vaqueros.

—Troye...

—No lo hagas.

—Pero...

—No. —Troye me agarró por los hombros y me miró a los ojos—. Has sido jodido por una amiga.
No tengo palabras para decirte lo furioso que estoy. Vas a venir con nosotros. Escóndete en una
esquina toda la noche si quieres. Pero no estarás sentado aquí solo pensando en esa puta ladrona.
Sabes que nunca me agradó.

Estúpidamente, lo hice. O lo había hecho. Como sea.

—¿No lo dije, Nate?

Nate se encogió de hombros y tintineó sus llaves un poco más.

—Ve. Arréglate. —Troye me dio un empujón en la dirección de mi dormitorio.

En mi situación actual, esta podría ser mi única oportunidad de conocer a Edward Cox. William
todavía aparecía por aquí de vez en cuando, pero nunca lo había visto, a pesar de que de vez en
cuando "pasaba el rato" en las escaleras por si acaso. No era mi favorito absoluto de los cuatro
miembros de Stage Dive. Ese honor se hallaba reservado para el baterista, Harry Styles. Hacía unos
años estuve fuertemente atraído por él. Pero aun así... el Harry Styles. Por la oportunidad de
conocer, aunque solo fuera a uno de ellos, tenía que ir. Hacía unos años tuve esta cosa por la banda.
Nada que ver con ellos siendo unos brillantes dioses del rock. No, yo era un purista musical.

—Está bien, denme diez minutos. —Era el marco mínimo de tiempo en el que podía,
mentalmente, si no físicamente, prepararme para enfrentar a los ricos y famosos. Afortunadamente,
mi factor de importarme ahora se encontraba peligrosamente cerca de niveles demasiado bajos.
Esta noche probablemente sería el mejor momento para conocer al señor Styles. En realidad,
podría manejarme para mantener la calma y no ser un desperdicio de espacio asombrado.

—Cinco minutos —dijo Nate—. El juego va a empezar.

—¿Te relajarás? —preguntó Troye.

—No. —Nate hizo un chasquido y Troye se río. No miré hacia atrás.

No quería saber. Las paredes aquí eran asquerosamente delgadas para que los hábitos de
apareamiento nocturnos de Troye y Nate no fueran un secreto. Afortunadamente estaba por lo
general en el trabajo durante el día. Esas horas eran un misterio para mí, y no uno en el que
pensaba.

Oh, está bien. De vez en cuando lo pensé porque no había conseguido nada que no fuera auto-
inducido por un tiempo. Además, al parecer, tenía algunas tendencias voyeristas reprimidas en
necesidad de abordar.

¿Realmente me encontraba interesado en una noche de observar parejas frotándose unos contra el
otro?

Podría llamar a Sam Fender, mi amigo, a pesar de que dijo que tenía una cita esta noche. Por
supuesto, siempre tenía una cita. Sam era perfecto en todos los sentidos, aparte de sus tendencias de
mujeriego. A mi mejor amigo le gustaba difundir su amor alrededor, por decirlo suavemente.
Parecía estar en relación conyugal de solo el primer nombre con la mayor parte de la población
femenina y masculina de Portland desde los dieciocho hasta los cuarenta y ocho años. Todo el
mundo, menos yo, básicamente.

Lo cual estaba bien.

No había nada malo con ser amigos. Aunque algún día realmente creía que haríamos una gran
pareja. Era tan fácil estar a su alrededor. Con todo lo que teníamos en común, podríamos llegar
hasta el final. Mientras tanto, me sentía contento con esperar, hacer mi propia cosa. No es que
últimamente hubiera estado haciendo algo o con alguien, pero se entiende lo que quiero decir.

Sam me escucharía quejarme de Skye. Probablemente cancelaría su cita, vendría, y me haría


compañía mientras limpiaba. Sin embargo, definitivamente diría "te lo dije". Cuando se enteró que
había estado cubriéndola, no estaría feliz.

Abiertamente lo acusó de usarme. Resultó que estaba ciento diez por ciento correcto en ese asunto.
La herida, sin embargo, estaba demasiado cruda para ser empujada y pinchada. Así que... no Sam.
Con toda probabilidad, Niall me daría las mismas patadas en el culo que Sam. Ninguno fue fan del
plan salvar a Skye. Decisión tomada. Iría a la fiesta y me divertiría antes de que mi mundo se
volviera mierda.

Excelente. Podría hacer esto.


DOS

No podía hacer esto.

Edward y William vivían en un condominio de lujo en el distrito Pearl. El lugar era muy extenso,
ocupando la mitad de la última planta de un edificio antiguo de ladrillo color marrón. Debe haber
sido surrealista para Will, pasar de nuestro diminuto edificio, con corrientes de aire, de pared
delgada a este tipo de esplendor. Debe haber sido impresionante. El viejo edificio de apartamentos
se asentaba en el borde de la ciudad, cerca de la universidad, pero Edward y William vivían justo
en el punto central del muy bonito y caro distrito Pearl.

Felizmente, William parecía encantado de verme. Un momento potencialmente incómodo anulado.


El esposo de Will, la estrella de rock, alzó la barbilla en señal de saludo mientras hice lo posible
por no mirarlo fijamente. Moría por pedirle que me firmara algo. Mi frente serviría o tal vez mi
pecho.

—Sírvete algo de la cocina —dijo Will—. Hay un montón de bebidas y las pizzas deben estar aquí
pronto.

—Gracias.

—¿Vives al lado de Troye y Nate? —preguntó Edward, hablando por primera vez. Dios mío, su
cabello oscuro y cara esculpida eran impresionantes. La gente no debería ser tan codiciosa; ¿No
era suficiente que fuera increíblemente talentoso?

—Sí —dije—. Solía ser vecino de William y soy cliente habitual en el café de Ruby.

—Todas las mañanas sin falta —dijo William con un guiño—, una dosis doble de latte desnatado
con un poco de caramelo sale enseguida.

Edward asintió y pareció relajarse. Pasó un brazo por la cintura de su esposo y él le sonrió. El amor
le sentaba bien. Esperaba que duraran.

Había amado, realmente amado a cuatro personas en toda mi vida. No todos fueron amor
romántico, por supuesto. Pero les confié mi corazón a todos ellos. Tres me fallaron. Así que pensé
que existía una posibilidad de un veinticinco por ciento de éxito.

Cuando Edward y William empezaron a succionarse la cara, lo tomé como señal para ir a explorar.

Tomé una cerveza de la cocina (Tecnología de punta y más allá de elegante) y me enfrenté a la
gran sala de estar con renovada determinación. Totalmente podría hacer esto. La socialización y yo
estábamos a punto de ser mejores amigos. Una docena de parejas se encontraban esparcidas por el
lugar. Una enorme pantalla plana emitía el juego y Nate se sentó el centro en frente de ella,
embelesado. Vi algunas caras entre la multitud que reconocí, la mayoría pertenecían a gente a la
que nunca me atrevería a aproximarme. Tomé un sorbo de cerveza para humedecer mi garganta
reseca.

Al ser el único sin pareja en una fiesta, es una especie única de tortura. Teniendo en cuenta los
acontecimientos de hoy, me faltaba el coraje de iniciar una conversación. Con mi talento para
escoger en quien confiar, probablemente le preguntaría al único asesino en serie de la habitación
por su autógrafo.
Troye gesticuló para que me uniera a su derecha cuando mi celular empezó a vibrar en el bolsillo
trasero de mis pantalones. Mi nalga vibró, estremeciéndome. Hice señas a Troye y saqué mi
celular, caminando rápidamente hacia el balcón para escapar del ruido y la charla. El nombre de
Sam apareció en la pantalla mientras cerraba las puertas del balcón.

—Hola —dije, sonriendo.

—Mi cita me canceló.

—Es una lástima.

—¿Qué estás haciendo?

El viento azotaba mi corto cabello, haciéndome temblar. Tiempo típico de Portland en esta época
del año, agosto definitivamente podía ponerse frío, húmedo, oscuro y miserable. Me acurruqué
más profundamente en mi chaqueta de lana azul. —Estoy en una fiesta. Vas a tener que
entretenerte tú solo. Lo siento.

—¿Una fiesta? ¿Qué fiesta? —preguntó, el interés en su voz subiendo de nivel.

—Una a la que no fui exactamente invitado, así que no puedo invitarte.

—Maldita sea. —Bostezó—. No importa. Podría ir a dormir temprano para variar.

—Buena idea. —Me acerqué a la barandilla. Autos se apresuraban por la calle de abajo. El distrito
Pearl era la meca de bares, cafeterías y genialidad en general. Un montón de gente se encontraba
afuera desafiando al tiempo. A mi alrededor, las luces de la ciudad disolvieron la oscuridad y el
viento aulló. Era encantador en una especie de voluble, crisis existencial. No importaba el clima,
amaba Portland. Era tan diferente a la casa en el sur de California, algo que me gustaba
muchísimo. Aquí las casas se encontraban construidas para la nieve y el hielo en vez del sol. La
cultura era más rara, más indulgente. O tal vez sólo tenía problemas para recordar algo bueno con
respecto a mi ciudad natal. Escapé. Eso era todo lo que importaba.

—Debo ir a ser social, Sam.

—Suenas apagado. ¿Qué pasa?

Gemí. —Hablamos mañana en el trabajo.

—Hablemos ahora.

—Más tarde, Sam. Tengo que poner mi cara feliz e ir a enorgullecer a Troye.

—Lou déjate de tonterías. ¿Qué está pasando?

Retorcí mi cara y tomé otro sorbo de cerveza antes de contestar. Habíamos estado trabajando
juntos desde hace casi dos años. Aparentemente, un montón de tiempo para que pueda averiguar lo
que trato de ocultar. —Skye se fue.

—Bueno. Ya era hora. ¿Te pagó?

Dejé que mi silencio hablara.

—Jodeeeer. Louis. ¿En serio?

—Lo sé.
—¿Qué te dije? —gruñó—. No te dije...

—Sam, no lo digas. Por favor. En este momento, pensé que hacía lo correcto. Era una amiga y
necesitaba ayuda. No podía...

—Sí, podías. ¡Estaba jodidamente usándote!

Respiré hondo y exhalé lentamente. —Sí, Skye estaba jodidamente usándome. Tenías razón, me
equivoqué.

Murmuró una larga serie de improperios mientras esperaba mayormente paciente. No es de


extrañar que no hubiera querido tener esta conversación. Nunca habría una buena manera de contar
esta historia de mierda. La frustración hervía dentro de mí, calentándome contra el frío.

—¿Cuánto necesitas? —preguntó, con voz resignada.

—¿Qué? No. No voy a aceptar dinero prestado de ti, Sam. Conseguir más deudas no es la
respuesta. —Además, propietario de la empresa o no, no estaba seguro cuanto tenía disponible.
Sam no era mucho mejor que yo ahorrando. Sabía esto debido a la ropa de diseñador que usaba
diariamente para trabajar. Al parecer siendo residente de Portland el Sr. Amante requería un gran
armario. Para ser justos, lo usaba muy bien.

Suspiró. —Sabes, para ser alguien quien siempre está ayudando a los demás, eres una mierda
aceptando ayuda para ti mismo.

—Ya se me ocurrirá algo.

Otro suspiro afligido. Me incliné sobre la barandilla y bajé la cabeza, dejando que el viento frío y
húmedo azotara mi cara. Se sentía bien, compensando el tirante dolor de cabeza amenazando con
iniciar detrás de mi frente. —Voy a colgar ahora, Sam. Aquí tienen cerveza y pizza. Estoy bastante
seguro que si me esfuerzo lo suficiente puedo encontrar mi lugar feliz.

—Vas a perder el departamento, ¿no es así?

—Es probable que tenga que mudarme, sí.

—Quédate conmigo. Puedes usar mi sofá.

—Eso es dulce de tu parte. —Traté de reír, pero el ruido que salió era más bien una tos
estrangulada. Mi situación apestaba demasiado para ser divertida. Dormir en el sofá de Sam
mientras él follaba en la habitación de al lado con algún desconocido o alguna desconocida. No, no
pasaría. Puesto que, me sentía pequeño y estúpido por dejar que Skye jodiera conmigo. Dar
testimonio de la vida sexual oh-tan-activa de Sam sería demasiado.

—Gracias, Sam. Pero estoy bastante seguro que has hecho cosas innombrables a muchas, muchas
personas en ese sofá. No creo que alguien pueda dormir allí.

—¿Crees que esta embrujado por los fantasmas de coitos pasados?

—No me sorprendería.

Bufó. —Mi asqueroso sofá está allí si lo necesitas, ¿de acuerdo?

—Gracias. De verdad.

—Llámame si necesitas algo.


—Adios, Sam.

—Oh, oye, ¿Louis?

—¿Si?

—¿Puedes trabajar el domingo? A Tara se le presentó algo. Le dije que tú la cubrirías.

—Paso los domingos con Niall—dije cuidadosamente—. Lo sabes.

El silencio fue la respuesta de Sam.

Podía sentir la culpa deslizándose sobre mí. —¿Qué si la cubro un turno diferente? ¿Es algo que
pueda mover?

—Eh, mira, no importa. Yo me encargo de eso.

—Lo siento.

—No hay problema. Hablamos luego.

Y me colgó.

Guardé mi celular, tomé otro trago de cerveza, y fijé la mirada afuera en la ciudad. Oscuras nubes
flotaron a través de la luna creciente. El aire parecía más frío ahora, haciendo que mis huesos
dolieran como si fuese un anciano. Necesitaba beber más. Eso resolvería todo, esta noche por lo
menos. Sin embargo, mi cerveza estaba casi terminada, pero vacilé en regresar al interior.

Ugh.

Basta de esto.

Una vez que la bebida se terminó, mi solitaria fiesta de autocompasión se acabó. Renunciaría a
rondar en las sombras, sacaría la cabeza de mi trasero y me dirigiría adentro. Esta era una
oportunidad para no dejarla escapar, como si no hubiera querido un millón de veces o más
cruzarme con alguien de la banda. Ya conocía Edward Cox. Así que, los deseos podían hacerse
realidad. Debería pedir nalgas más grandes, un abdomen más delgado, y una mejor selección de
amigos mientras estaba en ello.

Y el dinero suficiente para pagar la educación universitaria de mi hermano y para mantener un


techo sobre mi cabeza, por supuesto.

—¿Quieres otra? —preguntó una profunda voz, sobresaltándome. Mi barbilla se levantó, ojos
abiertos ampliamente. Pensé que estaba solo, pero un hombre se sentaba encorvado en la esquina.
Cabello castaño oscuro, largo y ondulado hasta los hombros brillaban débilmente, pero el resto de
su cuerpo permaneció en la sombra.

Guau.

No. No podía ser él.

Quiero decir que podría ser, por supuesto. Pero no podía ser, sin duda.

Quien quiera que fuese, tenía que haber oído la mitad de mi conversación telefónica, que fue más
que suficiente para marcarme como uno de los más grandes idiotas de nuestro tiempo. Se escuchó
el tintineo y siseo de una cerveza siendo abierta, luego me la ofreció. La luz del interior reflejaba
la transpiración de la botella, haciéndola brillar.

—Gracias. —Di un paso más cerca, lo suficientemente cerca como para ver algo de él incluso con
la poca iluminación, y tomé la cerveza.

Santa Mierda. Era él, Harry Styles.

El momento cumbre de mi vida estaba oficialmente sobre mí. Así que, pude haber tenido una o dos
fotos de Stage Dive en la pared de mi habitación cuando era un adolescente. Bien, tal vez hubo
tres. O doce. O más de treinta. Lo que sea. El punto es que había un póster de toda la banda. Al
menos lo que, el fotógrafo, probablemente pensó que era de toda la banda. Alex se hallaba en el
frente, con el rostro contorsionado mientras gritaba en el micrófono. A su derecha, medio envuelto
en sombras y humo, estaba Edward, ardiendo sobre su guitarra. Y a la izquierda, hacia el frente del
escenario, estaba el bulto que era Shawn, tocando su bajo.

Pero no importaban. No realmente.

Porque detrás de todos ellos, estaba él, con las luces brillando a través de su batería. Desnudo de
cintura para arriba y goteando sudor, la imagen capturándolo a medio golpe. Su brazo derecho
cruzado a través de su cuerpo, enfocado en su objetivo, el platillo que estaba a punto de golpear.
De aplastar. Tocaba con abandono y se veía como un Dios.

Cuántas veces después de un día de cuidar a mi madre y a mi hermano, trabajando duro y haciendo
lo bueno, lo responsable, me acostaba en mi cama y miraba esa foto. Y ahora, aquí estaba.

Nuestros dedos se rozaron en la manera que es inevitable cuando entregas algo. De ninguna
manera pudo haberse perdido el temblor en mi mano. Afortunadamente, no hizo ningún
comentario. Hui de regreso a mi lugar por el borde, recostándome casualmente con la cerveza en la
mano. La gente genial se recostaba. Parecían relajados.

Se rio suavemente, haciéndome saber que no engañaba a nadie. Luego se inclinó hacia delante,
apoyando los codos en sus rodillas. Su rostro entró plenamente en la luz y quedé atrapado,
cautivado. Mi mente en blanco.

No tenía duda sobre ello. Real y definitivamente, sin lugar a dudas era él.

El hombre tenía labios de puta, no te miento. Pómulos altos y ese par de hoyuelos a los costados de
sus mejillas. Nunca entendí el atractivo de esas cosas antes. Ahora lo entiendo. Pero fue él como
conjunto que me dejó alucinado. Las partes no significaban nada sin el brillo divertido en sus ojos
y la insinuación de una sonrisa con suficiencia. Dios, odiaba a la gente que sonreía con suficiencia.
Al parecer, también quería lamer todo porque mi boca empezó a hacerse agua.

—Soy Harry —dijo.

—Lo-lo sé —tartamudeé.

Su sonrisa se intensificó. —Sé que lo sabes.

Huh. Mantuve la boca cerrada.

—Parece que alguien tuvo un mal día.

No, todavía no tenía nada. Una mirada de muerte cerebral era lo mejor que podía hacer.

¿Por qué se encontraba aquí en la oscuridad? Según todos los informes, el hombre era el alma de la
fiesta. Sin embargo, allí estaba, bebiendo solo, escondiéndose como yo. Lentamente, se estiró,
levantándose de su asiento. Gracias, Señor. Él entraría y yo la libraría. No tendría que tratar de
hacer conversación. Por suerte, dado mi repentino ataque de deslumbrante estupidez, él no se fue.

En cambio, se acercó a mí, su cuerpo magro y musculoso moviéndose con gracia descuidada. Era
quizá entre quince o veinte centímetros más alto que yo. Lo suficiente como para intimidar si ese
fuera su propósito. Sus musculosos brazos ponían a las mangas de su camisa a prueba. Brazos de
baterista. Sin duda eran agradables como las partes del cuerpo lo eran, cubiertos con tinta y
abultados en todas las formas correctas. Apuesto a que se sentían bien, también.

Y lo comprobaba tan obviamente que alguien debería abofetearme.

Si seguía con esto, me abofetearía. Duro.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó, uniéndose a mí en la barandilla. Dios, incluso su voz se sentía


bien. Los pequeños cabellos en la nuca se erizaron con deleite.

—¿Mi nombre?

Se puso de pie tan cerca que nuestros codos chocaron. Su codo desnudo, ya que llevaba sólo
pantalones de mezclilla, un par de Chucks, y una ajustada camiseta de "Queens of the Stone Age".
Harry Styles me tocó. Nunca me bañaría de nuevo.

—Seee, tu nombre —dijo arrastrando las palabras—. El punto de decirte mi nombre, aun cuando ya
lo sabías, era para que me dijeras el tuyo. Así es como funcionan estas cosas.

—¿Sabías que sabía?

—Los ojos locos te delataron un poco.

—Oh.

Un momento después, se quejó. —No importa, esto está llevando demasiado tiempo. Sólo
inventaré uno para ti.

—Louis.

—Louis, ¿qué?

—Louis Tomlinson.

Una brillante sonrisa iluminó su rostro. —Louis Tomlinson. Ves, eso no fue tan difícil.

Apreté los dientes e intenté sonreír. Lo más probable es que parecía un maldito lunático. Uno que
pasó demasiado tiempo imaginándolo desnudo. Por Dios, qué vergüenza.

Suavemente, golpeó su botella de cerveza contra la mía. —Salud, Louis. Encantado de conocerte.

Tomé otro sorbo, esperando que calmara el estremecimiento. El trago no golpeó lo suficientemente
rápido o duro para lidiar con esto. Tal vez debería pasar a algo más fuerte. La primera
conversación íntima con una estrella del rock debería ser conducida probablemente por licores
fuertes. William estaba definitivamente encendido con el tequila como combustible en Las Vegas.
Y mira que bien le funcionó.

─ ¿Qué te trae aquí esta noche, Lou?


─Vine con Nate y Troye. Ellos me trajeron. Son mis vecinos. Viven en la puerta de al lado.

Asintió. —¿Eres amigo de Will?

—Sí, bueno... Siempre he sido amable con él. No quisiera presumir...

Quiero decir, no sé si diría que éramos amigos cercanos, exactamente, pero...

—¿Sí o no, Louis?

—Sí —respondí, luego cerré de golpe mi boca callándome ante otro brote de diarrea verbal.

—Sí, Will es una buena persona. Edward fue afortunado de encontrarlo. —Miró las luces de la
ciudad en silencio. La diversión cayó de su rostro y frunció el ceño. Parecía triste, un poco perdido,
tal vez. Por cierto, su muy alardeada personalidad de estrella de rock fiestera no estaba por ninguna
parte. Debería saberlo mejor. La gente pintó a Will como el próxima Yoko Ono, subiéndose al
éxito de Edward, chupándole en seco su fama y fortuna. No tenía que ser su mejor amigo para
saber que eso no podría estar más lejos de la verdad. La suerte era, que lo que sea que fuese que
Harry tuviera, tenía poco que ver con los disparates fluyendo libremente en internet.

Pero más importante, ¿Qué tanto me había avergonzado a mí mismo?

—Realmente no tenía una mirada loca en mis ojos, ¿o sí? —pregunté, temiendo la repuesta.

—Sí, la tenías.

Mierda.

—¿Entonces eres amigo de Will? Quiero decir, ¿no estás en la industria musical o algo así? —
preguntó centrándose en mí una vez más. Su rostro se despejó, su humor cambió. No podía
seguirle el ritmo. Con las palmas de sus manos tocó un rápido ritmo en la baranda del balcón.

—No. Trabajo en una librería a pocas cuadras de aquí.

—De acuerdo. —Bajó la vista, aparentemente satisfecho con mi respuesta—. Así que ¿sobre qué se
trataba esa llamada telefónica?

—Nada.

—¿No? —Se acercó—. ¿Qué le pasó a tu mano?

Inmediatamente mi mano voló la otra para ocultarla de su mirada que era dirigida hacia ahí. —Mi
hermano tiró juguete hacia mi mano.

—No la cubras. Creo que es linda.

—Genial. —Bajé mi mano. Ya vio el defecto, así que ¿para qué?

—¿Por qué golpeó tu mano?

—Se enojó un día y me tiró un camión de juguete.

—No cómo. ¿Por qué?

Ahogué un suspiro. —Él quería un gatito y soy alérgico a los gatos.


—¿No pudieron conseguir un perrito en su lugar?

—Quería, pero mi madre dijo que no. Mi hermano todavía me culpa.

Frunció el ceño. —¿Así que nunca tuviste una mascota mientras crecías?

Sacudí mi cabeza.

—Eso es jodidamente terrible. Todo niño debería poder tener una mascota. —Parecía sinceramente
indignado en mi nombre.

—Sí, bueno, es tiempo pasado y me repuse ahora. —Fruncí el ceño y tragué un poco más de
cerveza. Todo me decía que la necesitaría. Esta conversación era simplemente extraña.

Se paró, mirándome con una leve sonrisa. Así de fácil y estaba fascinado otra vez. Mis labios se
curvaron en una especie de vaga idiotamente esperanzada media sonrisa por su propia voluntad.

Harry.

Harry Styles.

Demonios, era hermoso. Mis hormonas largamente inactivas rompieron en un baile de alegría.
Algo definitivamente pasaba en mis pantalones. Algo que no había pasado en mucho tiempo.

—Ahí van los ojos locos de nuevo —murmuró.

—Mierda. —Cerré los ojos con fuerza. Niall descubriéndonos a mí y a mi novio siete años atrás fue
muy embarazoso, especialmente dado que corrió y se lo dijo a mi madre. No es como si mi madre
hubiera estado lo suficientemente coherente como para preocuparse. Esto, sin embargo, lo
superaba.

—Tus mejillas se han puesto todas sonrosadas. ¿Estás teniendo pensamientos húmedos sobre mí,
Louis?

—No.

—Mentiroso —se burló en voz baja—. Estás completamente pensando en mí sin pantalones.

Totalmente lo estaba.

—Eso es sencillamente asqueroso, amigo. Una masiva invasión a mi privacidad. —Se acercó, su
respiración calentaba mi oreja—. Lo que sea que estés imaginando, es grande.

—No estoy imaginando nada.

—Hablo en serio. Es básicamente un monstruo. No lo puedo controlar.

—Harold.

—Prácticamente vas a necesitar un látigo y una silla para domarlo, Louis.

—Basta.

—¿Te parece bien?

Me cubrí la cara caliente con las manos. Sin soltar risitas. Ni un poco, porque los hombres adultos
no hacían esa mierda. ¿Qué tenía, dieciséis?

Dentro del departamento, Nate empezó a gritar. El sonido ligeramente silenciado por las puertas de
vidrio corredizas. Mis parpados se abrieron mientras él lanzaba insultos a la televisión, sus brazos
agitándose como locos. Troye se reía y mi cerebro volvió a su lugar, enviando toda clase de señales
de emergencia a través de mi cuerpo. Como si no me hubiese dado cuenta que necesitaba salir
corriendo de ahí antes de humillarme todavía más. Buena esa, lóbulo frontal. Al menos podía
pensar en eso si no miraba a Harry directamente.

Fue un brillante y oportuno descubrimiento.

Y funcionó hasta que se inclinó, llegando a mi cara, haciendo que mis pulmones se sintieran como
si estuvieran a punto de explotar.

—Tienes unos hermosos labios que, a simple vista, quisiera besarlos. —me informó, con los ojos
entrecerrados en su lectura concienzuda—. ¿Sabías eso?

—Sí.

Me estudió como si fuera una especie alienígena, una curiosidad que dejaron en su puerta de
entrada. Su mirada se deslizó hacia abajo por mi cuerpo. No era como si pudiera ver algo conmigo
vistiendo un abrigo, vaqueros y zapatillas. Pero ese conocimiento no ayudó en absoluto. Su vaga,
apreciativa sonrisa hizo que mis rodillas chocaran. Le tomó por siempre a su mirada volver a mi
rostro.

Demonios, era bueno. Fui profesionalmente ultrajado sin una sola prenda de ropa removida.

—Tus ojos son de un agradable tono de... ¿Eso es azul? —preguntó—. Es difícil de decir con esta
luz.

Aclaré mi garganta. —Sip. Azul. ¿Podrías por favor no hacer eso?

—¿Qué? —preguntó sonando vagamente ofendido—. ¿Qué estoy haciendo?

—Me miras y me haces sentir todo tenso. No me gusta.

—Tú me miraste primero. Aparte, estabas tenso mucho antes de que vinieras aquí afuera. Si
tuviera que adivinar, diría que estás tenso en general. Pero no te preocupes, estoy aquí para ayudar.
Vamos, dile al tío Harry todos tus problemas.

—Guau, eso es realmente considerado de tu parte. Pero estoy bien.

Se acercó más y me arrastré hacia atrás. Una pena que no hubiera lugar a donde ir. —¿De qué
hablabas en el teléfono antes, Louis?

—Oh, tú sabes... cosas personales. Realmente no quiero hablar sobre eso.

—Decías que tu amiga te robó y perderás tu apartamento, ¿verdad?

—Correcto. —Me hundí, mi corazón dolía. Jodida Skye. No era una persona complaciente, pero
cuidaba a las personas que amaba. Estúpido de mí, pensaba que eso era lo que tenías que hacer.
Cuando mi mamá se enfermó, asumí la responsabilidad, haciendo lo que necesitaba hacer. No hubo
otra opción. Sin embargo, el estado de mis finanzas ahora mismo sugiere que se convirtió en un
mal hábito—. Sí. Eso básicamente lo resume.
Sus ojos se abrieron alarmados. —Mierda. No llores. No soy Edward. No sé cómo lidiar con esto.

—Cállate, no voy a llorar. —Parpadeé furiosamente, volviendo mi rostro—. Te dije que no quería
hablar de ello.

—No pensé que romperías a llorar. Cristo.

Mi cerveza estaba vacía, tiempo de irse. Además, necesitaba escaparme antes de que mis ojos
llorosos me traicionaran. Y Harry al tenía mejores cosas que hacer con su tiempo que hablar
conmigo. Gastarme bromas. Esta fue la conversación más terriblemente incómoda y asombrosa de
mi vida entera. Por un momento ahí, me olvidé de mis todos problemas.

Me hizo sonreír.

—Entonces... —Estiré mi mano para sacudirla, esperando el contacto final, necesitando tocarlo
apropiadamente una sola vez. Había estado colgado en la pared de mi cuarto en casa por años.
Terminaría de conocerlo drogado aun si eso me mataba—. Ha sido encantador conocerte.

—¿Estás tratando de deshacerte de mí? —preguntó, riendo.

—No, yo...

—Deja de mirar sobre mi hombro, Louis. Mírame a la cara —ordenó.

—¡Lo hago!

—¿Tienes miedo de hacerme otra vez los ojos locos?

—Sí, probablemente. —Chasqueé la lengua, exasperado—. ¿Normalmente te burlas de tus fans de


esta forma?

—No. Nunca me di cuenta que podría ser tan divertido.

Mi mano se mantuvo en el aire entre nosotros. Estaba a punto de retractarme cuando la agarró. Lo
miré a la cara, determinado a no enojarme esta vez. El problema con Harry Styles era que era
físicamente perfecto. Ni una sola imperfección lo echaba a perder, grande o pequeña. Sin embargo,
si seguía burlándose de mí, arreglaría eso por él.

—¿Qué significa esa mirada? —preguntó, acercándose—. ¿Qué estás pensando ahora?

Mi estómago se precipitó y todos los pensamientos de violencia se hicieron a un lado. —Nada.

—Hmm. No eres un muy buen mentiroso. —Traté de sacar mi mano de su agarre. En cambio, la
sostuvo con firmeza.

—Una rápida última pregunta. Esta mierda con tu amiga, ¿esa clase de cosas suceden a menudo?

—¿Qué?

—Porque cuando estabas en el teléfono, hablando con tu otro amigo, sonaba como si así fuera. —
Me miró, bloqueando el cielo nocturno—. Sonaba como si fuera un problema para ti, la gente
usándote.

—No necesitamos hablar sobre esto. —Torcí la mano, tratando de liberarla.

Incluso con las palmas sudadas fue una tarea imposible.


—¿Te diste cuenta que tu amigo te pidió un favor incluso sabiendo que estabas todo triste por tu
otra amiga que te robó? ¿Cómo te hace sentir eso?

Di un tirón a mi brazo, pero lo sostuvo fuertemente. En serio, ¿Qué tan fuerte era este bastardo?

—Porque creo que fue una especie de movimiento bajo. Entre nosotros, no creo que tengas muy
buenos amigos, Louis.

—Oye. Tengo buenos amigos.

—¿Me estás jodiendo? Te roban y esperan mierda de ti cuando estás mal. En serio, amigo. Solo
imbéciles harían eso.

—Harry...

—Pero lo peor es que los dejas. No entiendo eso.

—No los dejo hacer nada.

—Sí, lo haces —dijo, su voz subiendo de volumen—. De verdad lo haces.

—Buen Dios, ¿tienes un botón de silencio?

—¡Es aterrante! Estoy oficialmente aterrado —gritó, avisándole a todo el maldito vecindario de mi
vida—. ¡Esto debe terminar! No lo soportaré por más tiempo. ¿Me oyes, Portland?

—Déjame ir —dije a través de dientes apretados.

—Tú, señorito Tomlinson, eres un felpudo.

—No soy un felpudo —gruñí, todo en mí se rebelaba ante la idea. Eso o correr por el miedo a ella.
Estaba tan alterado que era difícil de decir.

Rodó los ojos. —Vamos, sabes que lo eres. Está justo ahí en tu rostro.

Sacudí mi cabeza, más allá de palabras.

—Entonces, no le di a esto ningún pensamiento y decidí que necesitas límites. Louis. Los. Límites.
Son. Tus. Amigos. —Cada palabra fue puntuada con su dedo tocando la punta de mi nariz—. ¿Me
oíste? ¿Está entrando?

Eso fue cuando me solté y empecé a gritar. —¿Quieres límites? ¡Qué hay de que te salgas de mi
maldita cara! ¿Cómo está eso de límite, eh? Nada de esto es de tu maldita incumbencia, imbécil
desagradable.

Su boca se abrió para contestar, pero lo acusé insensiblemente.

—No sabes una jodida cosa sobre mí. ¿Y crees que puedes ponerte en mi cara y romper mi psiquis
por diversión? No. Que te jodan, amigo. Que te jodan fuerte.

Todo se quedó en silencio, incluso la música adentro. El mayor horrible silencio reinaba. La gente
nos miraba a través del vidrio con caras curiosas. La boca de Troye era una perfecta O.

—Mierda —murmuré.

—¿Louis?
¿Qué hice? Troye me invitó a esta bonita fiesta y me volví un psicópata contra uno de los
invitados. Era tiempo de marcharme o morir, ambas eran buena opción. —Por favor suelta mi
mano.

—Louis, mírame.

Nunca.

—Vamos, dame tus ojos.

Lenta y cansadamente me volví hacia él. La más lenta de las sonrisas curvó sus perfectos labios. —
Eso fue jodidamente asombroso. Estoy orgulloso de ti ahora mismo.

—Estás loco.

—Nooo.

—Sí. Si lo estás.

—Solo piensas eso ahora. Pero dale algo de tiempo. Piensa sobre lo que dije.

Sacudí mi cabeza en silencio.

—Fue genial conocerte, Lou. Hablaremos de nuevo realmente pronto — dijo presionando un beso
en mi mano antes de soltarla. Había una luz en sus ojos, una que no quería descifrar. Una en la que
ciertamente no confiaba—. Lo prometo.
TRES
Chapter Summary

Lo siento por no andar subiendo capítulos por aquí durante estos meses, estuve sin
internet.

Pero ahora volví y subiré capítulos seguidos hasta estar a la par con la tercera entrega.

Lxs amo. X.
Apenas había regresado al interior cuando Edward Cox agarró mi codo, probablemente para
sacarme. Gritarles a las estrellas de rock debía ser severamente mal visto en este tipo de eventos.
—Hola. —Me habló, pero su mirada se quedó en el otro lado de la habitación donde Troye y
William se encontraban muy juntos hablando. Un posible problema, ya que Troye hablaba con sus
manos. Cada poco segundos, William era golpeado en el brazo por su mejor amigo. No parecía
importarle, de cualquier manera.

—Hola.

—¿Divirtiéndote? —preguntó.

—Uhmm, seguro.

Asintió, su comportamiento tan frío e independiente al de antes.

—Genial —susurré.

Las dos cervezas y la confrontación extraña con Styles, me dejó un poco mareado. Tal vez beber
no era tan buena idea después de todo. Especialmente si tenía que seguir hablándole a gente
importante y de hecho tener sentido en vez de gritarles. La música sonaba otra vez, la gente
mezclándose y charlando con todo el corazón. Nadie siquiera me miró dos veces. Simplemente
esperaba que elegir ser parte de la vida de extraños al azar fuera algo que Harry hacía y lo habían
visto todo antes. —¿Hablaste con él? —preguntó.

—¿Él? ¿Harry?

—Sí.

—Ah, sí. Lo hice. —Pensé que todos habían escuchado.

—Hmmm. —Del otro lado de la habitación, Will reía a carcajadas. Una sonrisa en respuesta tiró de
sus labios—. ¿Discutieron por algo?

—No, nada realmente —tartamudeé—. Solo nada.

Edward se giró hacia mí y su frente se arrugó, la sonrisa se había ido. Por mucho tiempo solo me
miró.

—No importa. —Se escabulló, dejándome dudoso.

¿Se suponía que no debía hablar con Harry? Me habló primero. Tal vez comencé con las miradas,
pero él definitivamente hizo la conversación. Y el griterío, para lo que importa. No es mi culpa
haber interactuado con uno de los bateristas más famosos del planeta. Pero un recuerdo de Harry
mirando la ciudad regresó a mí. El ceño que tenía en su rostro antes de burlarse de mí otra vez. La
forma en que rebotó entre estados de ánimo. Y ahora con Edward echándole un vistazo...

Rarísimo, rarísimo.

Si el dinero y las conquistas lo eran todo, entonces Harry lo tenía cubierto. Había visto una imagen
de su hermosa casa de playa en L.A. Fotos de él rodeado de mujeres y hombres con poca ropa era
lo normal. El dinero no compraba la felicidad. Sabía eso. Sin embargo, dada mi actual situación, el
saberlo no es comprenderlo. Además, el hombre tenía fama, adoración mundial, y un trabajo
asombroso que involucraba muchos viajes. ¡Cómo se atrevía a no ser delirante y ridículamente
feliz! ¿Cuál era su problema?

Buena pregunta.
—Eso es un gran ceño fruncido. —Troye entrelazó su brazo con el mío, llevándome más dentro en
la fiesta—. ¿Estás bien?

—Bien.

—Te escuché peleando con Harry.

—Estoy asumiendo que todos lo hicieron. —Hice una mueca—. Lo siento por eso.

Se rio. —Por favor, Harry vive para obtener una reacción.

—Ciertamente obtuvo una de mí.

—¿Déjame adivinar, era tu amigo, Sam, llamando antes? —Su voz escurría desdén. Troye y yo
comenzamos a pasar tiempo juntos cuando William se casó y se mudó. Frecuentemente los fines de
semana, Nate necesitaba trabajar. Troye tenía bajo umbral de aburrimiento para su propia
compañía. Así que elegíamos entre un café o ir a ver una película. Eso era bueno. Especialmente ya
que Skye me había evitado los últimos meses. El pretexto fue el de pasar tiempo con su nuevo
novio, ahora lo dudaba.

Odiaba dudar de todo lo que pasaba. El sentimiento de perder toda la confianza. Era
extremadamente incómodo y nocivo.

—La cita de Sam lo dejó plantado —dije—. ¿Will dijo algo sobre pizza? Estoy hambriento.

—Un día vas a dejar de ser el plan de respaldo de ese chico.

Mi espina se enderezó. —Solo somos amigos, Troye.

Me dirigió hacia la cocina. Una amplia gama de cajas de pizza se extendía por la sobremesa de
mármol.

—Por favor —jadeó—. Es un manipulador. Sabe que te gusta y juega con ello.

—No, no lo hace. Repito, solo amigos. —Solo acababa de avergonzarme frente a Harry Styles.
Pensamientos con respecto a mi posible comportamiento tonto alrededor de Sam Fender podrían
esperar para otra ocasión.

O nunca. Nunca estaría bien.

—Podrías hacerlo mejor si te quisieras —dijo.

Hice algún sonido vago, esperanzado de que fuera suficiente para terminar con el tema de
conversación. Luego mi estómago gruñó audiblemente. Delicioso, queso derretido. Más temprano,
había estado preocupado por la plática con Skye, que me salté el almuerzo. Con dos cervezas a
medio derretir en mi estómago, la comida estaba atrasada. Sin embargo, las cubiertas no eran lo
que esperaba. —¿Esos son alcachofa y espinacas?

—Probablemente. —Troye negó con la cabeza y me empujó una rebanada caliente de jamón con
piña, tomándose tiempo para ponerla en una servilleta primero—. Ten, come esto. William no ha
terminado con sus tonterías de los vegetales. Lo amo, en serio. Pero el chico tiene el gusto más
extraño en sabores de pizza que cualquiera que haya conocido. No es natural.

La mordí inmediatamente, quemando mi lengua y paladar. Un día aprendería a esperar a que se


enfriara. No hoy, pero un día.
Afuera en la sala, la música subió de volumen de pronto a un millón de decibeles. Mis oídos
comenzaron a zumbar. Las paredes se estremecieron. Black Rebel Motorcycle Club sonó por el
condominio. Alguien más logró ser más ruidoso. —¡Fies-ta!

Troye sonrió y se me acercó para ser escuchado. —¡Harry ha decidido unirse! —gritó—. Ahora la
diversión comienza.

Shawn Mendes, el baterista con cuello largo y músculos de infarto, llegó, alucinándome solo un
poco más. Él y Harry comenzaron a servir tragos. Me quedé con mi cerveza casi llena. Sosteniendo
esa botella, le di a mis manos algo qué hacer. Lo que siguió fue todo lo que esperaba de una fiesta
de estrellas de rock. Bueno, realmente no había drogas o demasiadas groupies, sino varias personas
emborrachándose y haciendo ruido. Era un poco como las fiestas de la universidad a las que Ernest
me convenció de asistir de vez en cuando. Solo que, en lugar de cerveza barata en vasos rojos
individuales, pasaban botellas de CÎROC y Patrón. La mayoría de la ropa que todos usaban era de
las más altas líneas de diseño, y nos encontrábamos en un condominio de un millón de dólares en
lugar de algún apartamento de mierda de estudiante.

Así que, de hecho, no era nada como las fiestas a las que iba con Niall. Olvida que dije eso.

Troye, William y yo estuvimos bailando y hablando. Fue divertido. Por cierto, Troye me hizo un
favor sacándome esta noche. Tenía un mucho mejor momento del que nunca habría tenido sentado
en casa solo. Harry se fue con Edward y Shawn a otra habitación por un momento. No es que
hubiera mantenido un ojo en él.

Por un momento me la pasé en la cocina, hablando con un técnico de sonido llamado Henry Cavill.
Aparentemente trabajaba con alguien llamado Liam, quién había estado en la banda desde siempre
y era básicamente un amigo de la familia. Henry era apuesto, inteligente, con cabello con algunos
rizos geniales y unos ojos de infarto. Sí, era un poco ardiente. Me pidió que fuera a su habitación
de hotel, y era tentador. Pero todo mi estrés del momento corría en una órbita en mi mente.
Básicamente necesitaría un Dios del Sexo para hacerme relajar justo ahora.

Le deseé buenas noches a Henry en la puerta de la cocina.

Entonces Harry y los chicos regresaron y la música subió de nuevo. Mientras inevitablemente
sucedió, todos comenzaron a hacer parejas. Edward y William desaparecieron. Nadie comentó.
Troye se sentó en el regazo de Nate en la esquina del sofá, sus manos todas sobre el otro. Sofoqué
un bostezo. La pasé genial, pero eran casi las tres de la mañana. Me estaba quedando sin energía.
Probablemente nos iríamos pronto.

Esperaba que nos fuéramos pronto. En unas horas tenía que levantarme y brillar. La parte brillante
tal vez sería un problema con la forma en que las palabras de Harry giraban en mi cerebro.
¿Demasiado confiado y roto? Sí. Felpudo, mi trasero.

—Shawny, hombre —gritó Harry. Se encontraba bailando sobre la mesa del café con una morena
de piernas largas. La chica parecía empeñada en envolvérsele alrededor, al estilo enredadera-
estranguladora. De alguna manera logró mantenerla a una distancia decente. Bueno, casi.

—¿Si? —contestó Shawn en una forma muy masculina.

—¿Conociste a mi chico, Louis? —Asintió Harry donde me encontraba sentado al final del sofá.
Me congelé. Por horas, ha estado ocupado. Creí que se había olvidado completamente de mí.

—¿Conseguiste un chico? —preguntó Shawn.


—Sí. ¿No es lindo?

Obtuve una ligera mirada de Shawn, seguida por una inclinación de la barbilla. Parecía
extrañamente similar a la que obtuve de Edward. Tal vez esto era el equivalente a un estrechar de
manos secreto de las estrellas de rock.

—Nos encontrábamos hablando hace rato afuera. Nos mudaremos juntos —le informó Harry. La
morena en sus brazos frunció el ceño. Él ni siquiera lo notó. Pero más importante, ¿de qué
demonios hablaba? —Es serio, hombre. Realmente en serio. Tiene unos pequeños asuntos
sucediendo con sus amigos. Es un jodido desastre. Como sea, realmente me necesita con él para
apoyo y esa mierda, ¿sabes?

Mis manos estrangulaban a la inocente botella de cerveza.

—¿Estás haciendo lo de Edward y William? —preguntó Shawn.

—Malditamente lo estoy. Me estableceré. Soy un hombre cambiado. Amor real y todo.

—Correcto. Esto debería ser interesante —dijo Shawn—. ¿Cuánto tiempo crees que dure?

—La pasión lujuriosa que tengo con Louis será eterna, Shawny. Solo espera y verás.

Las cejas de Shawn se arquearon. —¿Estás dispuesto a apostarlo?

—¡Di tu precio, holgazán!

—Cinco mil dicen que no puedes hacerlo hasta que nos vayamos de gira.

—Jode eso. Haz que valga mi tiempo. Veinte.

Shawn se carcajeó. —Los veinte mil más fáciles que he hecho.

—¿Te mudarás conmigo? —pregunté, interrumpiendo toda la bravuconería masculina y charla de


dinero. Ni siquiera estaba sobre los asuntos de mis supuestos amigos.

—Sí, pequeño erizo—dijo Harry, su cara extremadamente seria—. Me mudaré contigo.

Me encogí ante el horrible sobrenombre, pero elegí enfocarme en lo importante por ahora. —
¿Cuándo hablamos de esto exactamente?

—De hecho, tal vez te habías ido para entonces. Pero no cambia los hechos. —Se giró de nuevo a
Shawn—. El tiempo es perfecto con mamá llegando a la ciudad. La va a amar. Mamá siempre
quiso que encontrara a un lindo chico, que me estableciera y toda esa mierda.

—Pensé que no te gustaba Portland —comentó Shawn.

—No me gusta Portland. Pero me gusta Louis. —Me guiñó—. Además, Edward no regresará a Los
Ángeles pronto. Incluso Alex ha estado hablando de restablecerse, quizá comprará la casa de al
lado.

—¿En serio?

—Sí. ¿Conociste a su nuevo niñero?

—Nah, no todavía. ¿Qué pasó con el anterior, el gran tipo negro?


—Já, no. Se fue hace mucho tiempo. Ha habido muchos desde él. El nuevo chico comenzó hace un
par de semanas. —Se rio entre dientes. El sonido era malvadamente distractor—. Si Alex no quiere
a nadie alrededor, tiene maneras de hacer su vida malditamente intolerable.

—Mi-e-er-da. Me dices luego.

Harry río un poco más. —Como sea, las cosas son fuertes entre Lou y yo. Tal vez también me
quede.

La morena llevó su mirada fulminante a lo máximo. Mi mirada era probablemente más confusa.
Quizás se refería a otro Louis. Uno que tuviera una mínima idea donde sabría de qué demonios
hablaba.

—¿A tu chico no le importa ver una chica encima ti? —Shawn me levantó una ceja—. Necesito un
novio así.

—Ah, joder. Buen punto. Honestamente, toda esta cosa de la monogamia. Toma mucho tiempo
acostumbrarse, hombre. —Harry puso a la morena claramente irritada lejos de él, los músculos en
sus brazos flexionándose. La colocó suavemente abajo sobre el piso—. Disculpa. Estoy seguro de
que eres muy agradable y todo, pero mi corazón late sólo por Louis.

La morena me lanzó una mirada fulminante, sacudió su cabello y se giró para irse. Ignorando su
indignación, Shawn tomó a la chica por la cintura, tirándola en su regazo. El cambio de afecto de
la chica tomo un milisegundo. Para ser justos, Shawn era un tipo alto y poco corpulento a
diferencia de Harry. Pocos dirían que no.

Harry se arrojó a mis pies. Me arrastré hacia atrás en la silla de sorpresa.

—¡Perdóname, Louis! No era mi intención alejarme.

—Está bien. —No sabía exactamente cuánto había bebido. Un montón sería probablemente una
buena suposición.

—¿Sabes una cosa, pequeño erizo? —Harry saltó sobre el sofá junto a mí, elevándose sobre mí en
sus rodillas—. No le hagas los ojos locos a Shawn.

Necesitaba dispararle como mínimo dos veces. Una vez por llamarme pequeño erizo y luego de
nuevo por avergonzarme cada maldita oportunidad que tenía. En cambio, observé mi cerveza con
gran intensidad.

—¿Te hace los ojos locos? —preguntó Shawn.

—Oh, sí. ¿Louis? —Un dedo se deslizó por debajo de mi barbilla y la levantó suavemente,
obligándome a mirarlo a la cara.

Harry se me quedó mirando y le devolví la mirada a pesar de mis mejores intenciones. Su rostro se
suavizó. Ninguna diversión de borracho permaneció. Simplemente me miró y todas esas cosas
sobre ver el alma de alguien comenzaron a tener sentido. Era aterrador. Casi podía sentir una
conexión entre nosotros. Como si hubiera algo que podía extender la mano y agarrarlo.

No podía ser real.

Pero por un perfecto momento, éramos sólo él y yo. Estábamos en nuestra pequeña burbuja y nada
ni nadie más existían. Era extrañamente tranquilo.
—Ahí lo tienes —dijo, sin quitar los ojos de encima—. Sin embargo, no lo hace por ti o Edward.
Sólo yo consigo los ojos locos. Debido a que soy especial.

Shawn le dijo algo. No escuché qué. Luego Harry apartó la vista y el momento se fue. El hechizo
se rompió. —Es dulce, realmente. No puede vivir sin mí.

—Obviamente. —Shawn se echó a reír.

Mi mandíbula se apretó. A la mierda Harry Styles y sus juegos.

—Todavía no he conocido a tu vocalista, Alex —dije, finalmente encontrando mi lucha. Eran


palabras o puños. Dada la forma en que él acababa de exponerme al ridículo, estaba bien con
cualquiera—. Tal vez es el favorito y no eres más que el segundo lugar. ¿Has pensado en eso?

Su boca se abrió. —No acabas de decirme eso.

No le respondí. Vamos a ver cómo disfrutaba ser objeto de burla.

—Louis ¿Estás tratando de ponerme celoso? ¡No te gustaría verme cuando estoy celoso! —El
lunático borracho rugió y comenzó a golpear en su pecho como King Kong o Hulk o lo que
demonios estaba tratando de ser—. Retira lo dicho.

—No.

—No juegues conmigo, Louis. Retira lo dicho o te obligaré.

Mi cara arrugada, incrédulo. Y dijo que yo estaba loco o, mejor dicho, los ojos locos. Lo que sea.

El loco se encogió de hombros. —Está bien, pequeño erizo. No digas que no te lo advertí.

Sin más preámbulos, se lanzó hacia mí. Grité en alarma. El ruido era increíble. Mi botella de
cerveza salió volando por el suelo.

Se podría decir que soy un poco cosquilludo. Tan seguro como la mierda, odiaba que me hicieran
cosquillas. Sus dedos bailaban y cavaban, a su vez, golpeando todos mis puntos sensibles, maldita
sea. Era como si alguien le hubiera dado un mapa de mi cuerpo. Jadeaba y me retorcía, tratando de
alejarme de él.

—Límites, cabrón —susurré.

Su risa como respuesta era nada menos que malvada.

Entonces empecé a deslizarme del sofá.

Para ser justos, intentó evitar mi caída y Harry se usó a sí mismo para hacerlo. Sus manos me
agarraron, girándome en lugar de torturarme. Caímos en un enredo de extremidades, aterrizando
sobre él. Harry gruñó mientras la parte de atrás de su cabeza rebotó en el piso de madera.

Ouch, eso tuvo que doler.

A pesar del golpe, sus brazos permanecieron apretados, sosteniéndome junto a él. El hombre se
sentía bien, mejor de lo que jamás imaginé. Y tenías que saber que había hecho un poco de seria
imaginación, incluso ahí en el balcón. La luz juguetona desapareció de sus ojos y cada centímetro
de su cuerpo se tensó. Me miró, sin pestañear, con la boca ligeramente abierta. Tuve la clara
sensación de que esperaba para ver lo que haría a continuación. Si tomaría las cosas más lejos.
Mayormente me concentré en la respiración. Luego miró mis labios.
La respiración se fue.

No podía querer que lo besara. Sin duda, este era un juego más. Excepto que no lo era, no del todo.
Podía sentirlo endurecerse contra mi muslo. Cosas bajas dentro de mí se apretaron en respuesta. No
había estado así en años.

A la mierda, iba ir por ello. Tenía que saber cómo se sentían sus labios. En ese momento, no
besarlo estaba fuera de la cuestión.

—¡Harry, no! —William se quedó mirándonos desparramados en el suelo, su rostro, una imagen de
consternación—. Déjalo ir. No mis amigos. Lo prometiste.

Todo rastro de tensión sexual se desvaneció mientras la vergüenza me llenaba hasta rebosar. Todo
el mundo se reía. Bueno, todo el mundo a excepción de Edward y William. Tristemente, eligieron
ese momento para unirse a la fiesta.

—Tu amigo y yo estamos destinados a estar juntos. Supéralo. —Me dio un apretón—. Ya sabes,
pensé que al menos reconocerías el verdadero amor cuando lo vieras. Estoy muy decepcionado de
ti en este momento, pequeño novio.

—Déjalo ir.

—Ed, controla a tu esposo, está haciendo una escena. —Distraído, Harry aflojó su agarre y me las
arreglé para alejarme de él. Por suerte para él, mi rodilla no aterrizó en su ingle.

—Tú eres el que está rodando por el suelo, amigo —dijo Edward.

—No. Mis. Amigos. —repitió William través de sus dientes apretados.

—Tu camisa está al revés, pequeño novio —dijo Harry, levantando el lado de su boca—. ¿Qué has
estado haciendo?

Con sus orejas volviéndose rosas, William cruzó los brazos sobre el pecho. Su marido hizo un mal
trabajo al ocultar su sonrisa. —No es de tu maldita incumbencia lo que hemos estado haciendo —
dijo con voz ronca.

—Ustedes dos me repugnan. —Harry se puso de pie luego agarró mi mano, levantándome en
posición vertical—. ¿Estás bien? —preguntó.

—Sí. ¿Tú?

Me dio una sonrisa tonta y frotó la parte posterior de su cráneo. —Mi cabeza probablemente
dolería mucho más si pudiera sentirla.

Ahí estaba mi respuesta. Estaba borracho. Era entretenimiento. Cualquier noción romántica era
estrictamente mía. Realmente la historia de mi vida.

Finalmente, la risa se calmó. Sin embargo, éramos el foco de todas las miradas en la habitación.

—Harold, ¿esa es tu cerveza en el suelo? —preguntó William, señalando el desastre que mi botella
caída hizo.

Antes de que pudiera abrir la boca para disculparme, Harry estaba ahí.

—Sí. Sí, lo es. Pero no te desesperes. Yo me encargo. —Se quitó la camiseta y se arrodilló,
limpiando el derrame. Había un montón de carne dura y piel bronceada justo ahí. Una cantidad
verdaderamente impresionante. Su espalda estaba cubierta de tinta, una escena complicada de un
pájaro levantando el vuelo, la apertura de las alas abarcando toda la anchura de sus hombros. Un
suspiro recorrió la habitación a la vista de él medio desnudo sobre sus rodillas. No era el único
haciendo el ruido, lo juro. Aunque sí, definitivamente contribuí con ganas.

—Jesucristo, Harry —dijo William—. Ponte algo de ropa antes de que empieces un revuelo.

El hombre alzó la vista y sonrió.

—Y creo que esa es nuestra señal para salir. —Troye se levantó del regazo de Nate—. Ha sido
divertido. Pero tenemos que trabajar mañana, a diferencia de ustedes, vagos músicos.

—¿Estás llevándote a mi Louis? —preguntó Harry. Sus labios se volvieron hacia abajo en los
bordes. Se puso de pie, dejando su camisa empapada en el suelo—. No puedes llevarte a mi Louis.
La necesito para cosas... cosas privadas, en mi habitación.

—En otra ocasión. —Troye le dio una palmada en la espalda.

—Quédate y juega conmigo, Lou.

—No —repitió William.

—Buenas noches, Harry —dije. No sé si iba en serio o no. Pero de ninguna manera, mañana,
estaría arrastrándome fuera de su cama y haciendo el camino de la vergüenza por el vestíbulo de
mis amigos.

No.

—Louis, pequeño erizo, no me dejes —gimió.

—Corre. Sal. —Will me condujo hacia la puerta—. Es imposible cuando se pone así. Jurarías que
no recibió suficientes abrazos de niño.

—Es bueno verte de nuevo, Will—dije.

Me atrajo para un beso rápido en la mejilla. —A ti, también.

—Necesito terapia sexual —continuó Harry detrás de nosotros. Luego hizo un nuevo baile. Éste
consistía en empujar la pelvis mientras su mano se balanceaba a través del aire, imitando nalgadas
en el culo de alguien. El "Oh sí" y "más duro bebé" sólo lo mejoró. Si alguna vez una vagina o un
pene fuera a sentarse y tomar nota, esto seguramente lo haría. El hombre tenía todos los
movimientos.

—Necesitas algo de maldito control de impulsos y café. Eso es lo que necesitas. —La frente de
Edward se arrugó. Empujó a Harry atrás con una mano, llevando su espectáculo de baile porno a su
fin—. Mejor aún, ¿Cuándo fue la última vez que en realidad dormiste?

—Dormiré con Louis.

—No, no lo harás.

—Sí, lo haré. —Alzó una mano—. Porque soy, Harry, ¡El Señor del sexo!

Con una grosería murmurada, Edward fue cara a cara con él. Inmediatamente Shawn se puso de
pie, enviando a la morena al suelo. Pobre chica, no estaba teniendo la mejor noche.
—Ya oíste a William —dijo Edward, tomando su cara—. No su amigo. Eso no está bien.

Los ojos de Harry se endurecieron. —¿Estas evitando que tenga sexo, Ed?

—Sí, lo estoy.

—Eso no está bien, hermano.

Shawn pasó un brazo sobre los hombros del Harry, revolviéndole el cabello. —Ven encuentra otro
juguete.

—No soy un niño. —Harry hizo un puchero.

—¿Qué hay de ella? —Señaló Ben a una rubia elegante que sonreía y se pavoneaba en respuesta—.
Apuesto a que le gustaría conocerte.

—Ooh, brilla.

—¿Por qué no vas a preguntarle cómo se llama? —Sugirió Shawn, dándole una palmada en la
espalda.

—¿Necesito saber su nombre?

—He oído que ayuda.

—Tal vez para ti. —Shawn se burló—. Sólo grito mi propio nombre durante el sexo.

La risa estalló en toda la habitación. Incluso la esquina de la boca de Edward comenzó a torcerse.

Pero cuando se trataba de mujeres, Harry era claramente un puto. Había visto más que suficiente
para confirmarlo. Edward y William me hicieron un favor, alejándolo. Los celos no me golpearon
en el estómago cuando miró de reojo a la otra mujer. Lo hizo algo más. No sé lo que era, pero era
sin duda algo más.

La noche más extraña de mi vida. Sin duda, esta fue la ganadora absoluta.

Espera a que le cuente a Skye sobre ello cuando llegué a casa. Se mearía de la risa. Mierda, no, no
lo haría. Las payasadas de Harry hicieron que momentáneamente me olvidara por completo de ella.
Por sorprendente que parezca, tan molesto como lo fue, él siguió haciéndome sonreír.

El hombre aparentemente me recordó nuevamente. Estaba parado cómodamente entre Willliam y


Troye como si necesitara protección. Tal vez la necesitaba. Todo lo que sé es que cuando me miró,
mi mente quedó muy, muy lejos.

¿Qué pasaba con los chicos malos? Alguien tenía que inventar una cura.

Mi objeto de deseo me dio un guiño. —Hasta luego, pequeño erizo.


CUATRO

—La muy perra me eliminó también—dijo Sam, mirando a la computadora de la tienda, sentado
frente al mostrador de ventas. Facebook se encontraba abierto en la pantalla en toda su brillantez
azul.

—Maldita —murmuré.

Skye tenía un nuevo nombre, y no era bueno. Bien merecido, pero no era bueno.

Entre Sam y yo, llamamos a todos los que podrían saber a dónde se había ido. Por suerte, era una
mañana de sábado tranquila hasta ahora. No tuvimos suerte con nuestra búsqueda. La gente o no
sabía o no quería decir nada. Todos sonaban apenados. Pero nadie podía, o habría ayudado. A
veces, la humanidad apestaba.

—Creo que deberíamos parar —dije.

—¿Qué? ¿Por qué?

—Piénsalo. Siendo realistas, ¿Qué haré si la encuentro? —Crucé los brazos y me recosté contra el
mostrador. La pose era lo mejor para tratar de mantener mi mierda—. Abofetearla hasta el
cansancio es ilegal. Tan bueno como sería vengarme de ella, eso no me devolverá mi dinero. No
tiene sentido ir a la policía porque es su palabra contra la mía. Estoy jodido.

—Ahí está la actitud derrotada que he venido conociendo y amando.

—Cállate. —Sonreí.

Sam me devolvió la sonrisa, pequeñas líneas apareciendo en las esquinas de sus labios, esos finos y
algo gruesos labios color durazno junto con sus resplandecientes dientes. Tenía una sonrisa
increíble. No importaba cuantas veces la viera, nunca me acostumbraba. Sin embargo, pensándolo
bien, no me volvía estúpido como lo hacía la sonrisa engreída de Harry.

Huh, interesante.
Sin embargo, había mucho que decir para no ser reducido a una papilla hormonal con muerte
cerebral por un hombre. Sam y yo éramos sólidos. Aunque, por alguna razón, la usual emoción que
tenía por estar alrededor de él, no estaba. Apenas conocía a Harry. Sam era real. Harry era solo un
sueño pegado en la pared de mi cuarto de adolescente.

Y, ¿desde cuándo comparaba la sonrisa de Sam con la de alguien más?

—¿Cuál fue la fiesta a la que fuiste? —preguntó Sam, rascándose la cabeza en su usual manera
adorable. Su cabello rubio cayó sobre su frente y sabía que haríamos lindos bebés juntos algún día.
El matrimonio nunca estaría en las cartas, no para mí. La institución del casamiento significaba tan
poco. Pero había mucho que podía lograrse viviendo en pecado, siendo compañeros de vida.

Sam sería un excelente compañero de vida.

Cuando Troye insinuó anoche que tenía una cosa por Sam, puede que supiera de lo que hablaba.

Ah, Sam...

Trabajaba en la librería de los Lynch desde que me mudé a Portland hace dos años. Niall me pidió
que viniera un tiempo, para ayudarlo a instalarse. Obviamente, aún seguía aquí. Me gustaba estar
cerca de mi hermano y Portland era una ciudad genial. Me gustaba mi trabajo y los amigos que
había hecho. Todo era mejor aquí.

—Troye me invitó a tomar unos tragos en el lugar de William —dije.

La barbilla de Sam retrocedió con lo que parecía ser asombro. —¿Ese chico que se casó con el tipo
de Stage Dive?

—Sí, ese.

—¿Y no me invitaste? Demonios, L. Me gustan un par de sus canciones. Ese álbum San Pedro no
era malo. Sin embargo, debo decir, que sus cosas nuevas son una porquería.

—Amo el nuevo álbum. "From The Dinning Table" es una canción genial.

Rio disimuladamente, la esquina de su labio elevándose. —Es una canción acerca de cómo uno se
masturba solo.

—Escogí ignorar ese aspecto.

Una mujer mayor con una blusa teñida tipo hippie entró, dirigiéndose directamente a la sección de
autoayuda/filosofía. Dos adolescentes empezaron a besarse junto a la nueva exhibición de libros de
cocina. Lindo, pero difícilmente era el lugar para eso. Cuando una mano se dirigió demasiado al
sur, me aclaré la garganta, en voz alta. —Manténganlo por encima de la cintura, chicos.

La campana encima de la puerta sonó locamente cuando salieron a toda velocidad. Uno de ellos
con el más increíble sonrojo. Casi me sentí mal por él. Supongo que realmente quería tantear.

Sam se río entre dientes. Bueno, podría haberlo hecho. Él conquistaba con regularidad dentro de
estas cuatro paredes. Un hábito que esperaba que desapareciera algún día cercano. —Cálmate. No
lastimaban a nadie.

—Este no es el momento, ni el lugar.

La campanita encima de la puerta sonó de nuevo y entró la última persona que esperaba. William
entró con una taza de café en una mano y una sonrisa vacilante en su cara. A pesar de que
trabajaba a solo dos manzanas de aquí, no creo que hubiera entrado antes a la tienda. De seguro,
nunca me había traído café. Si eso era lo que estaba a punto de pasar.

Lo miré, sorprendido.

Sam se animó. Luego descubrió su gigantesco anillo de compromiso y se desanimó de nuevo.


Viniendo desde el otro lado del río, nunca había pasado por el café de Ruby. William era un
desconocido para él.

—Te extrañamos esta mañana —dijo, deslizando la enorme taza de café sobre el mostrador delante
de mí—. No te detuviste para buscar tu pedido regular. Supuse que te lo traería.

—Eres maravilloso. Me levanté tarde por alguna razón.

—Lo supuse. —Sonrió.

Tomé un sorbo de la bebida súper caliente. Perfecto. Era malditamente perfecto. William era
básicamente el santo patrón de los granos de café. Qué haría en un par de semanas cuando se fuera
de gira con la banda, no lo sabía.

Llorar, lo más probable.

El corto cabello castaño de William estaba todo arreglado y engomado. No como el mío que
apenas pase una vez el peine. La vestimenta de ambos era idéntica solo que la de él le hace asentar
más sus curvas de su delgado y voluptuoso trasero. Yo usaba pantalón que me apretaba un poco
mis gordos muslos y una camiseta negra que tapaba mi barriga. "Café de Ruby" estaba escrito
sobre pecho delgado mientras que en el mío estaba "Librería Independiente de Lynch". Aparte del
pedazo de roca que tenía en su dedo, podría haber sido cualquier chico local. ¿Por qué seguía
trabajando como barista cuando estaba casado con un millonario? No tenía idea, y no me
correspondía preguntar.

Me giré para presentarle a Sam, pero tomó la oportunidad para desaparecer atrás, todo el interés en
William desapareció tan pronto como vio el anillo.

—También quería disculparme por la noche pasada —dijo, descansando sus brazos en el
mostrador.

—¿Por qué?

—La parte en la que Harry te tacleó contra el piso, mayormente. ¿A menos que haya algo más que
desconozca por lo cual deba disculparme?

—No. —Alejé sus palabras, sonriendo. No necesitaba decirle sobre mi griterío hacia su invitado
más temprano en la noche—. Está bien. Él solo jugaba.

—Sí. Es como un cachorro con esteroides. No conoce su propia fuerza. —Miró alrededor de la
tienda, llena de curiosidad—. Este lugar es genial. ¿Por qué no había estado aquí antes?

—Tiempo, probablemente. Cuando no estabas trabajando, estabas estudiando. Y ahora estás


casado.

—Cierto. —Sonrió con alegría—. Fue bueno verte anoche, Louis. Me alegra saber que Harry no
causó ningún daño permanente.
—No, estoy bien. Y muchísimas gracias por el café. En serio lo necesitaba. No sé cómo manejas
levantarte tan temprano después de noches tardías.

Levantó un hombro. —Las cosas se acabaron casi inmediatamente después de que te fuiste. Shawn
y Harry se fueron, llevándose a cualquiera con ellos. Edward y yo caímos rendidos. No hacemos la
cosa de la fiesta muy seguido. Si lo hiciéramos, estaría arruinado esta mañana.

—Ah.

—Entoooonces, Edward dijo que estuviste hablando con Harry en el balcón por un rato... —Con
que la visita trayendo café comenzó a tener sentido.

—Sí, lo estuve —dije—. Y luego Edward me preguntó si Harry dijo algo. Todavía no sé a qué se
refería.

William apretó los labios. —Mmm...

—Te envió a preguntarme acerca de eso. —Supuse. Correctamente, si el destello de culpa en sus
ojos era un indicador.

—Te mereces el café, de todos modos. Pero sí, me preguntó si no me importaría hablar contigo.

—De acuerdo. —Lamí mis labios, comprando un poco de tiempo para ordenar mis pensamientos.
Fuera de vista, mi pie no paraba de moverse, haciendo su mejor esfuerzo para hacer un agujero en
la alfombra—. Honestamente, no hablamos mucho, nada particularmente personal o privado. Solo
algo sin sentido acerca de mi antigua compañera de habitación.

—Troye lo mencionó. —Lástima llenó los ojos de Will.

Me encogí de hombros. —Sí, no importa. Lo resolveré. Pero en serio, Harry y yo no hablamos


mucho sobre él. Mayormente estuvo bromeando conmigo.

—Él hace eso. —Por un largo momento, me miró. Tratando de calibrar la verdad, supongo.
Claramente se encontraba bastante preocupado por Harry, pero el hecho era, que no nos
conocíamos lo suficiente para esta charla corazón a corazón. Me sentía incómodo, forzado.

—Gracias por dejármelo saber —dijo al final—. Harry ha estado actuando extraño desde que
volvió hace una semana. Maníaco... más de lo común. Entonces, otras veces, se queda mirando a la
nada. Hemos tratado de hablar con él, pero dice que no sucede nada.

—Lo siento.

—No sabemos si está deprimido o en drogas o qué. Y después de que Alex pasara por
rehabilitación tan recientemente... —Me dio una sonrisa pequeña y triste—. Apreciaría que no le
mencionaras esto a nadie.

—Por supuesto.

—Como sea, ya terminé por hoy. Es mejor irme. Edward se estará preguntando en dónde estoy.
Fue bueno verte.

—A ti también.

—Vuelve pronto, ¿de acuerdo? —Caminó hacia la puerta, despidiéndose con la mano. La petición
se veía genuina. Eso calmó mi corazón. Después del horror de Skye, podía tener verdaderos
amigos.

—Lo haré. Gracias de nuevo por la cafeína.

Me dio la elevación de la barbilla de estrella de rock y luego se fue.

Sam volvió, su propia taza de café en la mano. —¿Se fue tu amigo?

Volví de nuevo a la realidad, alejando mi mente del acertijo de casi dos metros que era Harry. A mi
mente le gustaba mucho seguir pensando en él. Aparentemente se convirtió en mi nueva
distracción, a pesar de todas las otras cosas que estaban sucediendo en mi vida. —Sí, tenía que
volver al trabajo.

—Estás frunciendo el ceño. ¿Aún te preocupas por Skye?

Asentí, mintiendo. A pesar de que no era exactamente una mentira. Me preocupaba por todo. Harry
había estado equivocado. Estar tenso no era lo mío, las preocupaciones sí, y ahora mismo me
preocupaba por él. Quité mi ceño fruncido y bebí más café. —¿Por qué no hacemos algo de trabajo
hoy, jefe?

—Esto es por lo que deberías estar a cargo. —Sam suspiró dramáticamente. Tenía una
impresionante licenciatura en negocios detrás de él mientras que yo apenas terminé la secundaria,
pero la mayoría de los días parecía que yo era el que tenía ética laboral. Cuando mamá pasó por sus
días oscuros, después de que papá se fuera, no podía dejarla sola. El día que volví a casa para
encontrarla alineando codeína y pastillas para dormir en su mesa de noche, me convencí de eso.
Así que fui "educado en casa". Servicios de protección infantil vinieron una vez y montamos un
espectáculo lo suficientemente bueno.

Sin embargo, malditamente me asegure de que Niall asistiera a clases en la secundaria local de
lunes a viernes.

Sam deslizó una caja de nuevas provisiones en el mostrador para que pudiéramos comenzar a
ponerle los precios. —Dime más sobre la noche pasada.

—Ah, conocí a un par de miembros de la banda. Eso fue genial.

—¿Hablaste con ellos? —La expresión de Sam era extasiada. Generalmente, la charla en la tienda
involucraba sus insinuaciones y escapadas debido a que mi vida era aburrida. Sus palabras, no las
mías. Estoy seguro de que no necesitas follar con todas las personas en el centro de Portland para
tener una conversación. Tal vez esa era la razón por la que nunca habíamos estado juntos. Nuestros
pasatiempos eran extremadamente diferentes.

Mis pensamientos estaban bastante amargos y torcidos hoy.

¿Dónde dejé mi cara feliz? Lo más probable era que todavía estuviera en mi puerta, donde se cayó
hace dieciséis horas. Harry Styles había resucitado brevemente mi alegría antes de iniciar con mis
supuestas fallas. Aun así, solo el pensar en él, me hacía sentir más ligero.

Qué extraño.

Niall todavía no había respondido mi mensaje. No era sorpresa. Su estilo de vida universitaria lo
mantenía bastante ocupado. También podía ser una mierda recordando cargar el celular. Sin
embargo, no dudaba que mi hermano estaba ahí para mí. Él y el piso de su dormitorio. Dejé un
mensaje a mi propietario y tampoco obtuve respuesta de él. Lo más seguro es que me dará una
extensión para la renta. Incluso si encontrara un compañero de cuarto en tiempo record, aun así, no
podría tener mi parte del dinero.

Era tiempo de admitir la derrota, le gustara a Sam o no. Tiempo de mudarme.

Dicho amigo movió su mano en mi rostro. —Louis, ponme al corriente. ¿Conseguiste hablar con
ellos o no?

—Lo lamento. Sí, hablé con Harry, el baterista.

—¿Acerca de?

Esa era la pregunta en los labios de todos.

—No mucho, hablamos brevemente. Estaba ocupado. Había montones de personas ahí. —Por
alguna razón, me sentía reacio a admitir más. En realidad, por varias razones. Hablar con Sam
acerca de otro hombre sería raro. Además, arruiné la noche, fuera de proporción, tratándose de
Harry Styles. No había conexión. Nadie miraba dentro del alma de nadie. Mi ferviente imaginación
claramente trabajó tiempo extra anoche. Así que, continué—. Harry parecía agradable. Shawn
estaba ahí también, pero realmente no conseguí hablar con él.

—Estás totalmente presumiendo de conocer gente famosa. —Se río entre dientes.

Le di un amigable golpe en las costillas. —Tú preguntaste. No estoy presumiendo de conocer


gente famosa si preguntaste.

—De acuerdo, de acuerdo. Te creo. No me golpees. Entonces, ¿puedes colarme en la próxima


fiesta?

—Dudo que vaya a otra fiesta, Sam. Fue pura casualidad que estuviera allí anoche.

—¿Para qué sirves? —bromeó.

La mujer mayor con la camisa teñida arrastró los pies hacia el mostrador con una copia de El
Alquimista en la mano.

—Ese es un gran libro. Creo que realmente le gustará. —Registré su compra y se la entregué para
que lo colocara en su bolsa reusable. ¿Había algo más maravilloso que enviar a alguien a casa con
un libro que amabas? No, no lo había.

Me giré hacia Sam, quien estaba enderezando algunos recibos de tarjetas de crédito. —Entonces,
¿quieres pasar el rato esta noche? —pregunté—. Si no tienes nada que hacer. Tal vez trataré de
perfeccionar mi Martini.

—Mmm. Voy a dejar mi calendario abierto esta noche. Hay una chica de la que quiero oír.

Por supuesto que la había.

—Peeeero —alargó la palabra—, si no me llama, ¿Qué tal si voy a tu casa por un Martini?

Mi corazón se hundió un poco. Estúpido corazón. Puse una falsa sonrisa. — Seguro, Sam, no es
como si tuviera algo mejor que hacer que esperar por ti toda la noche.

—Exactamente —dijo. Y no podía decir si bromeaba o no. En ese momento, me preguntaba qué
estaba persiguiendo y por qué. Respuesta: un sueño, porque era un idiota. Tal vez Harry tenía razón
sobre mi usabilidad. Cubrí a mamá por muchos años, tal vez el hábito se quedó.
Jugueteaba con su celular ahora, con una boba sonrisa en la cara. —Quiere que nos veamos —dijo
—. Entonces, necesito un enorme favor. ¿Podrías cerrar esta noche? ¿Ya que no estás haciendo
nada?

—Realmente debería decir que no. Mierda, Sam. No soy un total perdedor. Tengo algunos límites.
—No importaba lo que dijera Harry Styles.

—Por favor. Lo siento. No debería haberte preguntado eso. Y respeto tus límites, lo hago. Soy un
idiota y tú eres un presumido que conoce gente famosa y parrandea en fiestas de celebridades. ¿Me
perdonas? —No se veía arrepentido, solo vagamente desesperado. Pero como sea, este era Sam. El
hombre me ofreció su sofá anoche como hogar de emergencia.

Y enfrentemos los hechos. Tenía razón, no tenía ningún plan para salir.

—Está bien —dije, el resentimiento quemando profundamente en mi alma. Pronto cambió a


tristeza. Probablemente debería comprar chocolate o alcohol de camino a casa. Un uso
verdaderamente sabio para el dinero extra hecho de las horas extra. Martini de chocolate, aquí voy.

—Gracias. Te lo debo.

—No te preocupes. No es como si estuviera haciendo algo.

No era como si fuera a ver a Harry Styles de nuevo alguna vez


CINCO

Algo estaba mal. Una vez más. Lo supe antes de pasar por la puerta.
El trabajo se multiplicó en la tarde. No tuve tiempo para preocuparme, o tener pensamientos
amargados y retorcidos. Sin duda, algo bueno. Ahora, tenía diez tipos de cansancio diferentes. Dos
horas de sueño y de estresarme por el dinero me tenían cansado. El viento gélido y frío cuando salí
del trabajo congeló mi cuello y la punta de mi nariz. Cualquier encantador plan con chocolate y
alcohol, voló directamente por la ventana. Quería un baño e ir a dormir. Ese era todo mi plan para
la noche y era hermoso.
Aturdido, deslicé mi llave en la cerradura, al mismo tiempo que la puerta se abrió, ni siquiera
estaba cerrado el pestillo. Mi equilibro se fue a la mierda, y caí, justo de cara en medio de un duro,
sudoroso y caliente, pecho.
Exhalé.
Él gruñó.
Unas manos fuertes me agarraron por la cintura, manteniéndome estable.
Algo bueno, realmente necesitaba una mano en ese momento o mi culo podría haberse encontrado
con el piso. Tal vez entré en el apartamento equivocado. Mi mente se encontraba en otro lugar, a
mundos de distancia de la realidad. Otro apartamento ciertamente explicaría el delicioso cuerpo
caliente contra el que me encontraba apoyado.
¿Desde cuándo el sudor olía tan bien?
Todo lo que pude hacer fue no frotar mi rostro e inhalar profundamente.
Una olfateada o dos no sería ir muy lejos. Discretamente hechas, por supuesto.
—Louis. Amigo. —El pecho vibró debajo de mi mejilla—. ¡Bienvenido a casa!
Conocía esa voz. La conocía. Pero, ¿Qué diablos hacía en mi apartamento?
Aturdido, parpadeé hacia un bello rostro familiar. —¿Harry?
—Por supuesto que soy yo. —Río—. ¿Te drogas o algo así? No debes consumir drogas. No son
buenas para ti.
—No me drogo. —Aunque las drogas podrían haber explicado lo que estaba viendo. Porque lo que
veía era surrealista—. Estás aquí.
Sin duda. Definitivamente lo estaba. Lo sabía porque mis manos todavía se hallaban en todo su
cuerpo caliente, medio desnudo. Mis hormonas desviaron cualquier idea sobre alejarlas. No podía
culparlas.
—Lo sé —dijo—. ¿No es genial?
—Sí. Guau.
Asintió.
Me quedé mirándolo. ¿Cómo diablos entró? La puerta se encontraba cerrada cuando me fui.
—¿Cómo estuvo el trabajo? —preguntó.
—Estuvo bien. Gracias.
Me sonrió. —Te esperaba hace horas.
—Sí, tuve que cerrar y algunas personas vinieron a último minuto. Harry, ¿por qué estás aquí, en
mi apartamento, sin camisa? ¿Cómo sucedió eso?
—Tuve calor después de mover algunas cosas. —Giró su cuello, estirando los músculos—. Estás
en el segundo piso, pero las escaleras añaden un buen tramo, ¿sabes? Nate y Troye ayudaron un
rato, y luego tuvieron que irse. De todos modos, no es como si importara, ¿verdad? ¿Algún código
de vestimenta que necesite saber?
Todavía lo miraba. Las palabras salían de su boca, pero continuaban sin tener sentido. Nada de esto
lo tenía.
Sus ojos se estrecharon en mí. —Espera, no tengo camisa y todo y no me estás haciendo los ojos
locos. ¿Qué hay con eso?
—Ah, supongo que estoy demasiado sorprendido de verte aquí.
Sus cejas descendieron, al igual que las comisuras de sus magníficos labios.
El hombre se veía seriamente triste. —He esperado todo el día.
—Lo siento.
—No importa. Vamos, échale un vistazo. —Me llevó al apartamento, mi apartamento, cerrando la
puerta. Sin responder a la pregunta importante acerca de su presencia. Pero lo realmente molesto
fue la forma en que separó mis manos de su cuerpo. Mis manos lloraron en silencio. Eso, o yo
sudaba. Lo más probable era esto último. Él tenía el efecto más raro en mí.
—Ta-da —cantó, agitando una mano con un gran gesto, presentándome mi pequeña sala.
—Guau.
—Impresionante, ¿verdad?
—¿Si?
—¡Sí! Sabía que te encantaría esto.
Observé un poco más. Luego me froté los ojos, ya que empezaban a doler.
Probablemente era por la hinchazón, pero no podía estar seguro. ¿Qué demonios pasaba aquí?
—Viniste a vivir conmigo de alguna manera. —No podía haber otra razón para que un kit de
batería apareciera en la esquina, por no hablar de todas las otras cosas. Oficialmente fui introducida
a la dimensión desconocida—. Tú... eh. Qué hay de eso.
Hizo una mueca y se balanceó sobre los talones de sus converse. —Sé lo que vas a decir, también
es más rápido de lo que pensé. Pero Edward me echó hoy, así que pensé, ¿por qué esperar?
Solo parpadeé, el resto de mí cuerpo se encontraba demasiado congelado para responder.
—Está bien. Larga historia corta, accidentalmente vi a William desnudo. —Levantó las manos,
declarando su inocencia—. Fue sólo un lado de su nalga, te lo juro. Sin tatuaje, ni nada de eso. Pero
ya sabes cómo es él, el jodido rey del drama. Perdió completamente la cabeza.
Asentí. En realidad, no tenía ni idea, pero parecía que era necesaria una respuesta de su parte.
—Exactamente. Como si fuera culpa mía. ¡Fue en la puta cocina! Sólo quería algo de comer y ahí
estaban, restregándose contra la pared. Ni siquiera sabía que él había llegado a casa desde el
trabajo. Como si quisiera ver eso. Es como ver a tus padres. Bueno, excepto que Lou en realidad
tiene buen trasero. —Su mirada culpable se deslizó a mi rostro—. Muy bien, pude ver un poco de
su tatuaje, pero lo juro, no quería hacerlo. No es mi culpa que él estuviera desnudo. De todos
modos, Edward se puso loco.
—¿En serio?
—Oh, sí. Enorme. Utilizó palabras duras. Es posible que incluso hayamos peleado ligeramente.
Pero lo perdono. El amor te vuelve psicópata, ¿verdad?
—Así es. —Era un sentimiento que, de todo corazón, podía dejar atrás.
Cuando mi primer novio rompió conmigo a los dieciséis años, mi diminuto mundo se sacudió. Y
mira a mi mamá. Perdió la cabeza por completo cuando papá se fue.
—Mmm.
—¿Así que te mudaste conmigo? —dije, corroborando la historia.
Harry se encogió de hombros. —¡Bueno, infiernos, sí!
—No, quiero decir, en realidad viniste a vivir conmigo. Aquí. En mi apartamento. Uhm, ¿de
nuevo, ¿Cómo entraste? sólo por interés.
—¿Eso será un problema? —preguntó con un suspiro largo—. Louis, vamos. Ya hablamos de esto
anoche. Si tenías un problema conmigo mudándome, ese era el momento para sacar el tema, no
ahora.
—Pensé que era una broma.
—Pequeño erizo, eso es ofensivo. ¿Por qué bromearía sobre cosas importantes de esa manera?
—¿Por qué te encontrabas borracho?
—Tengo algunas de mis mejores ideas bajo la influencia del alcohol.
—Ni siquiera creí que lo recordaras.
—Una vez más, ofendido —dijo—. No soy un quinceañero. Sé lo que puedo manejar.
—Lo siento. —No sé por qué era la que se disculpaba. Pero no importaba.
Mis piernas se sentían débiles. Me senté en el borde del sofá más cercano. Era muy cómodo, a
pesar de que no ayudaba con mi repentino mareo.
Harry Styles.
Viviendo conmigo.
Él, efectivamente, se veía serio en esto, como lo demostraba el pequeño surco que se formaba entre
sus cejas al fruncirme el ceño. Muy sutilmente me di una patada a mí mismo, para comprobar que
me hallaba despierto y no soñando.
Mierda, dolió. El dolor irradió desde el hueso de mi tobillo, por lo que me estremecí. Sí,
completamente despierto. Además, la suela de mis zapatos vans era dura.
—Me estás mirando raro otra vez —dijo.
—¿Lo estoy?
Rodó los ojos. —Pequeño erizo tenías que ser. Honestamente, lo juro, fue su tatuaje en la nalga y
no más. No quise faltarle el respeto a William.
Me agaché, frotando disimuladamente mi nuevo moretón. —Te creo.
—Bueno. ¿Puedes dejar de sacar el tema por favor?
Abrí la boca para decirle que no. Pero parecía más seguro mantener la idea para mí mismo. ¿Quién
sabía con qué divagación saldría la próxima vez? Harry Styles era un hombre difícil de entender.
—Mierda, ¿no te gusta el sofá verdad? —preguntó—. Por eso es la mirada.
—¿El sofá?
—Pequeño erizo. —Harry bajó la cabeza, las manos en sus caderas delgadas—. Llamé a William
para preguntarle de qué color te gustaría, pero él empezó a hacer preguntas y entonces empecé a
gritar y luego fue un jodido desastre. No puedo entrar a una tienda de muebles discutiendo por
teléfono con un chico, ¿sabes? Tengo que mantener una reputación. Así que traté de llamar a Troye
porque pensé que podría tener una llave de repuesto de tu apartamento.
—¿Troye te dejó entrar?
—Sí. Y dijo que definitivamente eligiera ese sofá, que enloquecerías por él.
—No, es... uhm, es muy bonito. —Pasé mi mano sobre la tela de terciopelo. Se sentía divino, súper
suave. De ninguna manera quería saber cuánto costaba.
—¿En serio? —Me miró, su boca apretada con preocupación. Aun así, el verde de sus ojos era
cristalino. Parecía casi infantil de alguna manera, vulnerable—. ¿Estás seguro de que te gusta?
No podía apartar la mirada de él para darle al mueble un escrutinio correcto. No obstante, sin duda,
parecía tan bueno como se sentía. —Es hermoso, Harry.
—Uff. —Su repentina sonrisa iluminó mi mundo.
Le devolví la sonrisa tan ampliamente que mi rostro dolió. —Mira, no estoy diciendo que no a que
te mudes. Supongo que todavía estoy tratando de entenderlo. Pero, ¿por qué quieres vivir conmigo?
—Me agradas —dijo simplemente.
—Apenas me conoces.
—Eres amigo de William y de Troye. Hablamos. Te abordé. Rodamos por el suelo juntos. Fue una
experiencia de unión real.
Parpadeé.
—¿Más? ¿En serio?
—Por favor.
—Sabes, nunca he vivido con una persona antes. Bueno, no desde mi madre y hermanas, y Edward
y su pequeño novio no cuentan. Dame un minuto, esto es mucho más difícil de lo que parece. —Se
dejó caer en el sillón de cuero negro frente a mí. Un sillón muy genial.
No tanto como el hombre sentado en él, pero, aun así, era un sillón muy genial.
Esperé mientras hacía varias expresiones de dolor, por último, pellizcó el puente de su nariz—.
Pareces un buen chico, ¿sabes?
No sabía si reír o llorar. La risa parecía más segura. —Gracias.
—Espera —Gimió—. Tampoco estoy acostumbrado a tener que convencer a alguien. Por lo
general, sólo son felices estando de acuerdo con lo que sea.
Y no las culpo ni un poco. Pero me encontraba razonablemente seguro de que era un camino a la
ruina. Estaría siguiéndolo como un cachorrito enfermo de amor en poco tiempo. No era bueno.
Sus dedos entonaron un ritmo contra los brazos de la silla de madera.
Harry Styles era un alma inquieta. Nunca se quedaba quieto. Podías ver como toda su energía lo
hacía un gran baterista. —Sabes, fue muy divertido estar contigo anoche. Lo disfruté. Fue genial
que no fueras un psicópata acosando a todo el mundo. A pesar de que estés tan loco por mí, y
pongas esos ojos locos, encuentro extrañamente tranquilizador que estés cerca en este momento.
Una sombra pasó sobre su rostro, y desapareció en un instante. Si no fuera la visita de William
podría haberme convencido que lo imaginé. Pero no. Algo definitivamente pasaba con este
hombre.
—No me molestas con un montón de preguntas. Bueno, no lo hiciste ayer por la noche. —Se
reclinó en la silla como un rey, descansando su tobillo sobre la rodilla. La energía o tensión
recorriéndolo, mantuvo sus dedos moviéndose, golpeteando interminablemente—. Vamos a verlo
de esta manera. Necesitas dinero, ¿no?
Dudé, pero era la verdad. Los dos lo sabíamos. —Así es.
—También necesito algo.
Mis ojos se estrecharon. Si comenzaba a gritar acerca de la salud sexual de nuevo, lo echaría, con
mobiliario genial, batería, y todo. O lo lamería. Con mis niveles de confusión y estrés actuales, las
posibilidades eran cincuenta y cincuenta.
Una oportunidad para arrojarme sobre él podría ser demasiado buena para dejarla pasar. Después
de todo, ¿Cuántas posibilidades más podría tener? Mi suerte eventualmente tenía que acabarse.
—Y creo que satisfaceras mis necesidades a la perfección —continuó.
—¿Tus necesidades?
Un lado de su boca se elevó aún más, y las posibilidades cambiaron a cuarenta/sesenta. —Cada
hombre tiene necesidades, pequeño Louis. Por cierto, ¿Cuántos años tienes?
—Veintitrés. Soy consciente de que todo el mundo tiene necesidades. Pero Harry, no voy a cumplir
con las tuyas. —Mi nariz se elevó. Dulce bebé Jesús, deseaba tanto conocer sus necesidades, pero
no cuando me daba esa sonrisa de suficiencia.
Un chico como yo tenía que tener su orgullo.
—Claro que lo harás. —Se rio en voz baja, maliciosamente, viendo directamente a través de mí
(veinte/ochenta)—. Estás muriendo por satisfacer mis necesidades. No puedes apartar la vista de mi
exquisito cuerpo medio desnudo. En el momento en que abrí la puerta me toqueteaste. Era como si
estuvieras caliente o algo así.
Mierda.
Cerré los ojos por un momento, bloqueándolo en un intento de recuperar mi ingenio. Si mi corazón
dejara de tener un paro cardiaco al verlo y oírlo, las cosas serían mucho más fáciles. —No, Harry.
Perdí el equilibrio cuando abriste la puerta por mí. Encontrarte aquí realmente fue una sorpresa. No
estoy acostumbrado a que la gente simplemente se mude conmigo sin alguna discusión seria
anterior.
Cuando abrí los ojos, me miraba en silencio. Juzgándome.
—Y no te toqueteaba.
La expresión demasiado tranquila en su rostro lo decía todo. No me creía, ni siquiera un poco. —
Oye, no te avergüences.
No era un virgen ingenuo. Le entregué mi tarjeta V a mi primer y último novio de largo plazo, a
los dieciséis años. Desde mi llegada a Portland, me di el gusto de salir de vez en cuando. ¿Por qué
no habría de hacerlo? Era joven y libre.
Disfrutaba del sexo. ¿Pensaba todo el tiempo en montar a un hombre medio desnudo en un sillón?
No tanto.
Me hallaba fuera de control. Sin embargo, de ninguna manera le dejaría saber esto.
—Está bien, pequeño erizo. No me importa que me toquetees. Si así es como sientes la necesidad
de expresar tu afecto, eso es genial.
—Harry... —Esto iba de mal en peor. Ni siquiera sé por qué empecé a reír—. Por favor, deja de
hablar. Necesito un minuto. Considera esto un límite.
Sus ojos se iluminaron con alegría. —Oye, pensaste en lo que dije. Eso es genial. Respeto tu límite,
Louis.
—Entonces, ¿por qué sigues hablando?
—Cierto. Lo siento.
Traté de encontrar calma. ¿Por qué nunca fui a yoga? Los ejercicios de respiración profunda
habrían sido tan útiles.
Cuando abrí los ojos, Harry me sonrió serenamente. El idiota arrogante. Tan confiado. Tan
caliente. Y tan condenadamente sin camisa. ¿Qué era eso? Nos encontrábamos en otoño en
Portland, el clima era fresco, incluso llovía de a ratos.
La gente normal llevaba ropa en esta época del año.
—¿Te puedes poner una camisa?
Se rascó la barbilla. —Mm, no. Ese es mi límite, lo siento. Me gusta demasiado tu mirada sexy
como para vestirme.
Mierda, ¿hacía los ojos locos?
—Eres perfecto —murmuró, desplegando firmemente una sonrisa de superioridad.
Maldita sea, lo hacía.
—¿Cuáles crees que son mis necesidades, Louis?
—Soy consciente de que estás hablando de sexo, Harry. Es algo obvio. Pero, ¿por qué, de entre
todas las personas a tu disposición, me elegiste? Eso no lo entiendo. Y tampoco entiendo por qué te
mudarías conmigo. Podrías haber ido a un hotel o alquilado un lugar propio mucho mejor que este.
—Noooo. —Se dejó caer en el asiento, colocando sus dedos entrelazados sobre su vientre plano—.
No estoy hablando de sexo. Me gusta pensar que tú y yo estamos por encima de todas esas
desordenadas, cosas físicas, a pesar de tu obsesión por mí. Lo que necesito es un novio... bueno, un
novio falso, y tú, Louis Tomlinson, eres perfecto.
—Joder, ¿qué?
Se echó a reír.
—Estás bromeando. —dije, aliviado. Bueno, enojado y aliviado. ¿Las estrellas de rock se hallaban
tan aburridas en estos días que tenían que recurrir a tales extremos para entretenerse?
—No, no estoy bromeando. Tu reacción fue divertida, eso es todo. —Sus largos dedos rozaron de
nuevo su cabello rizado, despejando su rostro—. Esto es serio, una transacción comercial, y tiene
que ser mantenida en secreto. Te pagaré el alquiler. Te conseguiré muebles para reemplazar lo que
se llevó esa idiota amiga tuya. En cambio, quiero que tú finjas ser mi novio por un tiempo.
Mi mandíbula cayó. —No hablas en serio.
—¿Por qué nunca crees nada de lo que digo? Louis, soy muy serio.
—¿Por qué yo?
Suspiró y miró al techo. —No lo sé, la forma en que ayudaste a tu amiga, aunque después se portó
mal contigo.
—Harry, eso no me hace una buena persona. Me hace un idiota. —Teniendo en cuenta cómo
fueron cuesta abajo las cosas, esa no era nada menos que la fría y dura verdad—. Tú básicamente
dijiste lo mismo anoche. Dejé que me usara.
Harry mostro los dientes. —Oye, nunca dije que eras una idiota y no quiero oírte hablar así de
nuevo. Hay otro límite, justo ahí.
—Bien, relájate.
—Estoy perfectamente relajado. Mira, todos tenemos nuestros problemas, Louis. Nunca dije que
fueras perfecto. —Hizo una pausa, se rascó la barbilla—. Oh, no espera. Sí dije eso. Bien, no quise
decir exactamente eso... no es que no seas genial y todo, pero... sí, continuemos.
—No. Vamos, estrella del rock. ¿Qué querías decir? —pregunté, reprimiendo una risita. Era él. No
podía evitarlo, el hombre era divertido.
Desechó la pregunta. —No, hemos avanzado. Por curiosidad, ¿ni siquiera se te ocurrió pedirle a
William anoche el dinero que necesitabas?
Me eché hacia atrás en sorpresa. —¿Qué? No.
—Te lo hubiera dado. Joder, sabes que él y Edward lo tienen.
—No es su problema.
Me dio otra mirada petulante.
—Eso no prueba nada. Y si me has elegido por mi ética entonces, ¿soy de verdad la mejor persona
para mentirle a tus amigos y familiares, Harry?
—Pequeño erizo... no vamos a hacerle daño a nadie. Sólo vamos a ayudarnos el uno al otro, eso es
todo.
—Dijiste que era un mentiroso pésimo.
—Vas a estar bien. —Desechó mis protestas.
Me senté allí y pregunté— ¿Esto es algo que podremos llevar a cabo?
—Confía en mí.
—¿Por qué quieres un novio falso?
—Porque quiero.
—Harry...
Puso los ojos en blanco, su rostro tensándose. —No es de tu incumbencia el por qué, ¿de acuerdo?
Pagué tu alquiler. Tu dulce trasero no será desalojado. En cambio, lo único que te pido es que me
mires con adoración alrededor de otras personas. Lo haces de todos modos ¿Cuál es el problema
aquí?
—¿Así que no me vas a decir?
—¿Te han hecho un examen de audición últimamente? Digamos que tengo una buena razón, una
razón personal, y déjalo así. Honestamente, eres tan malo como Edward y Will "¿Qué está mal,
Harry? ¿Estás bien, Harry?" Bien, lo estaba hasta que cada uno me lo preguntó malditamente mil
veces. —Se puso de pie y comenzó a pasearse por la habitación. Dada la longitud de sus piernas,
no llegaba muy lejos. Tres pasos hacia adelante y tres atrás. Después de un par de vueltas se
detuvo, miró por la ventana hacia la calle—. ¿Por qué todo el mundo insiste en ser molesto todo el
maldito tiempo? La vida es demasiado corta para tener que revelar detalles inadecuados de mi vida
personal. Tú estás aquí. Yo estoy aquí. Podemos ayudarnos el uno al otro y pasar un buen rato en
tanto estamos en ello. Eso es todo lo que importa. —Giró sobre sus talones, con sus brazos abiertos
de par en par—. La vida es una canción, Louis. Vamos a tocar.
Mi vida no había sido mucho como una canción... al menos, no hasta este punto.
Ninguno de los dos habló por un momento. La expectativa y la impaciencia rezumaban de él. De
hecho, tenía el mal presentimiento de que estaba siendo burlado de nuevo. Sin embargo, no
maliciosamente. Harry no parecía como si pudiera hacerle daño a una mosca. Pero podría
accidentalmente aplastar una.
Desde el exterior, parecía un buen negocio. Realmente necesitaba el dinero. También me gustaba
estar cerca de él. Con él tenía más diversión de lo que tuve con otra persona alguna vez. Pasará lo
que pasará, esto se hallaba destinado a ser un infierno de paseo. Y si yo sabía desde el principio
que me dejaría, no habría riesgo de que me apegara demasiado. Solo disfrutaría el tiempo que
tuviera y luego diría adiós. Esto podría ser fantástico.
—Está bien —dije al fin—. Tú salvaste mi trasero. Gracias por eso. Pero todavía no estoy
completamente convencido acerca de este plan de ser tu novio. Supongo que ya veremos cómo nos
va.
Aplaudió, alegre. —No te arrepentirás de esto. No haré un lío con tu vida. No mucho al menos.
—¿No mucho?
—Sabes es un jodido placer tenerme alrededor. La gente no siempre consigue eso. Además, voy a
abrir tarros y levantar mierda pesada. —Rebotó alrededor de la habitación. Dios mío, este hombre
tenía energía de sobra, como si inhalara azúcar—. Entonces, ¿Qué debemos hacer esta noche?
¿Quieres pedir algo de comida? ¿Qué te apetece?
Me dejé caer en la silla, cansada sólo de mirarlo. —Harry, no tengo dinero para eso, pero hazlo tú.
—¿Podrías dejar de preocuparte por el dinero? Es por eso que estoy aquí. Todo va bien. Ahora,
¿Qué te apetece?
—Lo que tú quieras es genial.
—Esa es la respuesta correcta. Vamos a ser la mejor pareja falsa de todos los tiempos, pequeño
erizo.
—Por favor, no me llames así.
—Pequeño erizooooooo...—dijo arrastrando las palabras, meneando sus cejas—. Es un gran apodo.
Tú tienes apariencia de un erizo y somos una pareja ahora. Las parejas siempre tienen nombres
idiotas para el otro. Vamos, piensa en uno para mí.
—Ahora mismo me pongo a trabajar en eso.
—Bien. Luego tendremos tiempo de toqueteo —Se frotó las manos—. En realidad, no importa,
podemos hacerlo más tarde en la cama.
Mi mente alborotada reaccionó. —¿Cama? ¿Tiempo de toqueteo? ¿Eso es un eufemismo? Pensé
que no íbamos a tener sexo. Dijiste que fingiríamos.
—Caray, relájate. No vamos a tener sexo, sólo vamos a dormir juntos. Todo el plan colapsará
totalmente si empezamos a tener sexo. Lo que necesito es una relación a largo plazo respetable.
Comenzamos a follar y todo será "¡Oh Harry, nunca había soñado que tal éxtasis era posible! ¡No
puedo vivir sin ti! ¡Fóllame, Harry! ¡Por faaaavorr!" —Dobló las rodillas cayendo sobre el suelo.
Fue una actuación impresionante. El hombre sabía cómo batir las pestañas.
Me reí como un colegial insulso. Casi me dieron ganas de pegarme un tiro en defensa de mis
principios por el sonido que emití.
—Y luego todo terminará como con la psicópata de la película Atracción Fatal. Confía en mí, lo he
visto pasar y no es bonito. Así que vamos a mantenerlo estrictamente por encima del cinturón. Saca
esas ideas sucias de tu mente, Louis.
—Eres tan bueno, ¿eh?
Me niveló con una mirada. —Jovencito Tomlinson, no tiene ni idea.
—Sabes, honestamente no puedo decidir si tú ego es repulsivo o simplemente impresionante.
—¿Quieres que te mienta?
—Harry, apenas puedo saber cuándo estás hablando en serio.
Rodó sobre las manos y rodillas, luego se arrastró hacia mí, con los ojos llenos de malicia. —Si te
estoy hablando a ti, lo digo en serio. Ahora, vamos a tener que besarnos en público, obviamente.
¿Y que si vamos a cenar fuera y pego mi lengua en tu oído y te pones toda raro? La gente puede
empezar a preguntarse qué sucede. Así que tenemos que practicar la cosa del toqueteo.
—¿Tu lengua? ¿En serio? No lo sé...
—Por suerte para ti, estoy aquí y sé que es mejor. —Se puso de pie y tomó su celular, moviendo el
dedo sobre la pantalla—. Tenemos que asegurarnos de que nos veamos comprometidos. Troye se
pasea por aquí constantemente. No podemos arriesgarnos a dormir separados. ¿Sabes que ni
siquiera golpea la puerta, simplemente irrumpe como si fuera la propietaria de la casa? Algunas
personas no tienen modales.
Me encontraba demasiado abrumado para señalar la ironía en esa declaración.
—Sí, pero podríamos bloquear la puerta —sugerí, las palmas de mis manos empezaban a sudar
desesperadamente de nuevo. Aunque, para ser honesto, nunca se detuvo.
¿Dormir con Harry? No. No era una buena idea. Él rebotando en mi apartamento semidesnudo era
suficiente. Tocarlo en la oscuridad lo haría inseguro. Lo atacaría a pesar de mis mejores
intenciones. Teniendo en cuenta que estaríamos viviendo juntos en el futuro, empujarlo por más
sería un maldito desastre.
—No podemos simplemente cerrar la puerta —dijo—. Troye tiene otra llave de repuesto. Es
necesario mejorar la seguridad, pequeño erizo.
—Muy cierto.
—Oye, no roncas ¿verdad?
Le di mi mejor mirada fulminante.
—Sólo preguntaba. —Retrocedió, aun tocando su teléfono—. Y me aseguraré de mantener
cualquier enganche en secreto, ¿de acuerdo? No te voy a avergonzar con nada de eso.
—Gracias. —No debería haberme sorprendido. Pero lo hice. Estúpido, estúpido de mí—. ¿Pensaste
en esto anoche? ¿Por eso actuaste alrededor de mí así?
—Bueno, sí.
Abrí los ojos como platos. Dolorosamente amplios. Tomé una respiración profunda por la nariz.
No importaba realmente. Mi orgullo recibió un duro golpe, pero tenía un techo sobre mi cabeza en
el futuro previsible. Tiempo de aguantar.
Esta cosa de dormir juntos no funcionaría. No podría. El hecho de que me tensaba por sólo pensar
en ello lo confirmaba. ¿Pero interpretar a su novio? Le debía al menos intentarlo. Incluso podría
ser divertido. Realmente divertido. Dios, sabía que necesitaba algo de eso en mi vida.
Me senté con la espalda recta, respirando profundamente. —Bien, estoy de acuerdo en todo,
excepto con el tiempo de toqueteo.
Abrió la boca para protestar, pero me abrí paso antes de que pudiera decir una palabra. —Y
mañana pondremos un pestillo deslizante en la puerta para mantener a Troye afuera y tú
comenzarás a dormir en la habitación de invitados. Estas son mis condiciones.
—Mírate, todo exigente. Me gusta. Aunque en realidad, preferiría que pensaras en mí más allá de
tus límites.
—Lo digo en serio, Harry. Lo tomas o lo dejas. Acabo de salir de una situación complicada de
compañeros de cuarto. No voy a caer directamente en otra.
Harry se cruzó de brazos y bajó la vista, la longitud de su nariz ante mí. Al principio, pensé que
discutiría. Alguna malvada parte subversiva de mí podría haber esperado que lo hiciera, por lo
menos en la parte de dormir juntos. Pero no lo hizo.
—Muy bien, acepto tus términos. Te diré algo —dijo lentamente—. ¿Por qué no utilizo el sofá esta
noche?
Mis hombros cayeron por lo que probablemente fue alivio. —Eso sería genial. Gracias.
—No hay problema. —Me dio una mirada vagamente divertida. —Cualquier cosa que funcione
para ti, Louis.
—Genial. Voy a ir a tomar un baño.
—Diviértete.
—Sí.
La puerta del baño se encontraba cerrada con llave detrás de mí en un tiempo récord. Me senté en
el borde de la gran vieja y estropeada tina con patas, mi sangre corriendo ruidosamente por mis
oídos. Mi mente se hallaba muy confusa. Acababa de evitar dormir con una estrella de rock. ¿Qué
había hecho?
La decepción dolía por dentro.
Pero esta era la decisión correcta. Necesitaba recordar cuan encantado me encontraba por Sam. Él
era una opción mucho más segura para un flechazo. Un día, él y yo tendríamos una posibilidad
real.
Una vez que todo el ruido en mi cabeza desapareció, me miré en el espejo. Mi cabello caía plano
alrededor de mi frente. Mis ojos se hallaban muy abiertos y salvajes. En las últimas veinticuatro
horas fui puesto de revés. No dormiría con él, pero sin duda ahora vivía con una estrella de rock.
No vi venir eso.
—¿En qué demonios me metí? —le pregunté al chico en el espejo.
Él no tenía nada más que una sonrisa aturdido, y sorprendido que ofrecer. Estaba claro que era un
fanático de la particular locura de Harry. Gracias a Dios yo era más maduro.
Saqué mi camiseta por encima de mi cabeza, desabroché mi pantalón y comencé a desatar los
cordones de mis zapatillas. De repente los golpes en la puerta casi me hacen caer de mi posición.
Apoyé una mano en el suelo y me paré antes de caer de bruces.
—¿Louis?
—¿Si? —Me senté y crucé mis manos sobre miembro encima de mi pantalón, cubriéndome a pesar
de que no me podía ver.
—Me olvidé de decir gracias. Por dejarme vivir aquí contigo y aceptar ser mi novio. Realmente lo
aprecio.
—Bien, gracias por pagar mi alquiler, por los muebles y todo.
—Eso no fue nada. Lo hubiera hecho de todos modos. No me gustó verte triste anoche.
—¿En serio? —Se me hizo un nudo en la garganta y miré fijamente la puerta, asombrado. Eso era
enorme. Realmente no sabía qué decir. ¿Apenas me conocía y sin embargo había venido a mi
rescate? Harry Styles podría ser un chico malo, pero también era un buen hombre.
Uno que me gustaba mucho.
—Sí. Por supuesto. Va a ser divertido, Louis —dijo, su voz cerca de la puerta—. Espera y verás.
—Está bien.
Sonaba como si necesitara que le creyera. Lo curioso era, que lo hacía.
SEIS

Comencé a recibir mensajes de texto de Harry justo antes del almuerzo.

Harry: Despierto.

Louis: Buenos días.

Harry: Voy a correr con Alex.

Louis: ¡Diviértete!

Harry: Regresando de correr para almorzar.

Louis: Bien.

Harry: ¿Dónde están las cosas de la limpieza?

Louis: ¿Para limpiar qué?

Harry: La pizza que explotó en el microondas.

Louis: La botella de aerosol está bajo el fregadero.

Harry: ¿Cuándo llegas a casa?

Louis: 5:30.
Harry: Aburrido.

Louis: Lo siento.

Harry: ¿Qué estás haciendo?

Louis: Trabajando en este momento. Me tengo que ir. Hablamos más tarde.

Harry: Tu gusto en cuanto a música apesta.

Louis: Gracias.

Harry: En serio, tenemos que hablarlo, es tan malo. Todo a parte de Stage Dive se tiene que ir.

Louis: Espera. ¿Qué estás haciendo?

Harry: Arreglándolo.

Louis: Harry. ¿QUÉ DEMONIOS ESTÁS HACIENDO?

Harry: Haciendo una nueva lista de canciones con mierda decente. Relájate.

Louis: Bien, gracias.

Harry: Aburrido de nuevo.

Harry: Shawn viene a jugar Halo.

Louis: ¡Genial! Pero no tienes que decirme todo lo que haces, Harry.

Harry: Edward dice que la comunicación es importante.

Harry: ¿Cuándo cogeremos? Edward dice que averigüe si quieres condones normales o condones
con saborizante.

Louis: No sucederá y no quiero hablar sobre eso nunca.

Harry: Aburrido. Shawn está retrasado.

Harry: Consigamos un perro.

Louis: El apartamento tiene una regla de no mascotas.

Harry: Bonitas bragas de encaje verde.

Louis: Sal de mis cajones, Harry.

Harry: ¿Y también en azul?

Louis: SAL AHORA MISMO.

Harry: :)

Harry: Sextéame.

Harry: Vamos será divertido.


Harry: ¿Por fis?

Harry: Un alto nivel de rasgos de codependencia insana exhibida por ambas partes en una relación,
posiblemente bordean lo tóxico.

Louis: ¿QUÉ DEMONIOS?

Harry: Hice el cuestionario de una revista. Necesitamos ayuda. Especialmente tú.

Louis: ...

Harry: Reservándonos una cita para terapia de pareja. Martes 4:15, ¿de acuerdo?

Louis: No vamos a ir a terapia de pareja.

Harry: ¿Qué está mal? ¿Ya no me amas?

Louis: Apagando el teléfono en este instante.

—¿Problemas? —preguntó Sam, caminando relajadamente por el local y dando un vistazo por
encima de mi hombro.

—No. Lo siento. —Coloqué mi teléfono en mi bolsillo trasero—. Estoy trabajando, lo juro.

—Seguro lo estás. —Guiñó un ojo. Ser amigo del jefe valía la pena, algunas veces—. ¿Pasó algo
interesante anoche?

Lo más interesante que alguna vez me sucedió. Harry parecía empeñado en volverme loco hoy,
pero anoche fue fantástico. Tuvimos un picnic en el piso con unas botanas españolas llamadas
tapas, las mejores que probé en mucho tiempo, y también tomamos cerveza española. Me contó
historias hilarantes sobre músicos de renombre. Montones de sórdidas hazañas sexuales y locas
demandas detrás del escenario, Harry sabía sobre todo eso. Fue una agradable compañía.

Sin embargo, no me sentía preparado para explicarle a Sam sobre Harry.

Mirando a Sam, tal vez nunca estaría listo. ¿Por dónde comenzaría? Incluso si pudiera mantener
una cara seria, me conocía lo suficientemente bien para saber que no salto a relaciones. No de esta
manera. Afortunadamente, la atención de Sam se deslizó lejos. No debería preocuparme. Su mirada
descansó en una joven echando un vistazo en la sección de crímenes. Pensarías que él tendría
suficiente sentido común para alejarse cuando ella tomó un libro sobre asesinas en serie, pero no.

—No llegué a hacer mucho anoche —mentí, sin sentir nada de culpa.

Dio un medio asentimiento, probablemente ni siquiera me escuchó. —Voy a ver si ella necesita
ayuda.

—Bien, muy bien —Saqué mi teléfono, encendiéndolo de nuevo. Tan pronto como la pantalla
volvió a la vida comencé a teclear, con una sonrisa en mi rostro.

Louis: ¿Shawn ya llego?

Harry: Esta aquí. ¿Cómo estás? ¿Pronto en casa?

Louis: Pronto.
Shawn se hallaba extendido en el sofá de dos plazas, sus manos ocupadas en los controles del
videojuego, cuando entré al apartamento. Había un montón de sangre y tripas pasando en la
pantalla del televisor. La novedad de entrar y encontrar gente famosa pasando el rato en mi
apartamento probablemente nunca desaparecería. Sinceramente esperaba que no lo hiciera.
Lamentablemente, Harry no se encontraba a la vista. Me apresuré a terminar todas mis tareas,
ansioso por verlo toda la tarde. Niall me llamó y casi me mató por no contarle sobre él. Pero
honestamente no sabía cómo explicar de forma verosímil su repentina aparición en mi vida. Se
puso furioso sobre la mierda con Skye. Curiosamente, no fui capaz de enojarme demasiado
pensando en eso. Me estaban sucediendo cosas buenas. Eso era del pasado.

Ahora finalmente me encontraba en casa, mi corazón golpeando fuertemente dentro de mi pecho, y


me sentí inexcusablemente tímido. Casi vacilante. Olvídalo, este era mi apartamento. Mi hogar. Y
él decidió vivir aquí, conmigo, por la razón que sea. Era el momento para ser valiente. Y este lugar
era solo para valientes.

—Hola, Louis —dijo Shawn.

—Hola, Shawn. ¿Harry se encuentra aquí? —Mi habilidad de aparentar que no me importaba
mejoraba. No tartamudeé en absoluto.

—En la cocina.

—Gracias. —Pasé corriendo delante de él, tratando de no meterme en su juego de matanza.

Harry miraba por la pequeña ventana de la cocina, su celular en su oreja. —¿Qué me estás
ocultando?

Una pausa.

—Seeeh, está bien. ¿Qué dijo?

Otra pausa.

—No. Explícamelo. Por favor.

Esta vez la pausa fue más prolongada. Después de un rato, agarró el borde del mostrador,
apretando los nudillos, muy fuerte hasta que se volvieron blancos.

Obviamente, este era un momento privado, pero no podía alejarme. El dolor en su voz y las líneas
de su cuerpo eran agudos. Sufría.
—Eso no puede estar bien. Qué pasa si nos...

Escuchó en silencio. Atrás en la sala de estar, el auge de las explosiones y el ruido de disparos
continuaban.

—De acuerdo. Gracias por hacérmelo saber. —Presionó finalizar en la llamada y lanzó su celular a
un lado. Ambas manos ahora agarraron el borde del mostrador, apretándolo tan fuerte que crujió.

—¿Harry?

El blanco de sus ojos era enorme, bordeado con rojo. ¿Qué demonios sucedía?

—Louis. Hola. No te oí entrar.

—¿Estás bien?

Aspiró con fuerza y sacudió la cabeza. —¡Seeh! Dormí muy mal. Luego la carrera con Alex me
cansó. Pero todo bien. ¿Acaso no eres lindo, preocupándote por mí? Eso es tan actitud de novio.

—Ja. —Sonreí. Él no devolvió la sonrisa.

—Vamos, ah... ¿ya saludaste a Shawn?

—Sí, lo hice.

Sus manos agarraron mis hombros, girándome y dirigiéndome de vuelta a la sala de estar. —Tienes
que saludar a tus invitados correctamente, pequeño erizo. No quieres que piense que eres grosero.

—Harry, yo...

—Shawn. Mira, mi asombroso novio volvió a casa.

—Hola, asombroso novio de Harry. —Shawn no quitó los ojos de la pantalla—. Este lugar es un
poco más pequeño que tu apartamento en LA, amigo. ¿Vas a quedarte aquí o comprarás uno más
grande?

—Louis ha hablado de conseguir un perro, así que pienso que con el tiempo conseguiremos otro.

Shawn asintió.

No me molesté en corregir a Harry. Realmente la mejor manera de manejarlo era simplemente


dejarse llevar. Además, su actual estado de ánimo me preocupaba.

—Tiempo de golpear la batería —anunció Harry, frotándose las manos, y luego agitando los
brazos. Todavía no sonreía. La energía maníaca se hallaba claramente de vuelta a pesar de su
afirmación de estar cansado.

Esta vez, Shawn quitó los ojos de la pantalla. —Pensé que iríamos a cenar y salir con el Señorito
Asombroso aquí presente.

—Necesito quemar algo de energía. Louis entiende, ¿verdad, pequeño erizo?

Empujé mi decepción a un lado y asentí. Un hombre tenía que hacer lo que tenía que hacer. Solo
deseaba saber lo que pasaba. Sobre lo que sea que fue la llamada, no era una buena noticia. Eso
tampoco era asunto mío, lo sabía.
—Él es muy comprensivo con mi carrera. Siempre lo ha sido. En muchos sentidos, es mi
inspiración.

—La conociste hace dos días. —Shawn apagó el juego, haciendo a un lado el control.

—Y he hecho algunos de mis mejores trabajos en ese tiempo.

—Lo que sea. Así que ¿eso es lo que quieres hacer, tocar un poco de música?

Estrechando los ojos, Shawn observó a Harry rebotando de arriba abajo a mí lado. —Eso es lo que
dije. Mantén el ritmo, chico Shawny. —Formó puños con sus manos—. Vamos.

—Bien. —La mirada aguda de Shawn se volvió hacia mí como esperando que tuviera las
respuestas. Me encogí de hombros. Como señaló, conocí a Harry hace solo cuarenta y ocho horas.

No, no sabía lo que pasaba con él, pero condénenme no iba a averiguarlo.
SIETE
Alguien gritaba. Un hombre. Luego otra voz se unió, el ruido llegando a través de la pared de mi
habitación. Me erguí, desconcertado pero muy despierto. Cinco y quince brillaba verde en el
pequeño reloj alarma al lado de mi cama.

Maldición, era temprano.

Debido a los hábitos nocturnos de Harry, no conseguí una buena noche de sueño reparador. Cuando
eventualmente regresó justo después de las once, se encontraba cubierto en sudor. Caí en la cama
más temprano por la noche, y medio dormido arrastré mi lamentable trasero para comprobar si
necesitaba algo. Dijo que se iría a dormir pronto, así que regresé a la cama. Pero por horas yacía
ahí, escuchándolo moverse por el apartamento. Vio televisión, habló por teléfono y tarareó por
horas. En realidad, no me importaba el tarareo. Era algo lindo. Tararear Golden era más una forma
de arte de lo que podrías imaginar. Por fin me dormí con algo de Metallica. Buen Dios, mis sueños
fueron extraños.

Pero, ¿por qué Harry no podía dormir?

Los gritos se intensificaron. Me arrastré fuera de la cama y corrí hacia la puerta, pijama de franela,
cabello desaliñado y todo. Afuera, en la sala de estar, Harry se encontraba de espaldas a mí, de
frente a la puerta principal. Usaba solamente un bóxer negro. No es que me quejara porque buen
Dios, que trasero tenía el hombre. Casi pierdo la lengua. Hacia el suelo o a mi garganta, no estoy
seguro. Ambos eran fuertes contendientes.

—Incluso si eres amigo de pequeño erizo esta no es una hora adecuada para visitas —siseó Harry.

—¿Quién demonios eres tú y por qué llamas a Louis "Pequeño erizo"? —Ese era Sam y sonaba
claramente enfurecido. Como abrumadoramente enfurecido.

Sin embargo, mi jefe y yo no éramos una pareja. Solo éramos amigos. Así que un semidesnudo
hombre abriendo mí puerta a horas extrañas de la mañana no era en realidad de su incumbencia.

—Buenos días —dije, quedándome ahí de pie.

Harry me dio una mirada malhumorada sobre su hombro. Tan agradable como era el sofá,
probablemente también estaría de mal humor si durmiera en él. Tal vez por eso permaneció
despierto hasta tarde. Ordenó otra cama para la habitación de invitados, pero por alguna razón
todavía no llegaba. Esa noche le preguntaría si quería compartir la mía. Solo como amigos.

Sus hombros eran un gran distractor, como las manos en sus caderas. Yo no era débil, pero si se
encontraba dispuesto a protegerme, le daría la oportunidad de intentarlo. Años atrás, antes de toda
la mierda con mamá, yo era diferente, más valiente. Algo sobre Harry me recordó al hombre adicto
a la adrenalina que alguna vez fui. Extrañaba a ese chico. Era divertido.

—Lo despertaste, idiota. —Por una vez Harry no sonaba en lo más mínimo tranquilo y
despreocupado mientras le reclamaba a Sam—. ¿Tienes alguna idea de cuán estresante ha sido esta
mierda para él? Además, tuvo que trabajar hasta tarde anoche.
Y tan relajado como Sam era sobre el trabajo, ese comentario no era bueno. —Harry, está bien. Él
es mi amigo y mi jefe, Sam.

—¿Sam? —Se burló—. ¿Es con quién hablaste por teléfono en la fiesta?

—Sí.

—Ah, supuse que era una chica.

—Adivina de nuevo. —Sam se abrió paso entre el casi desnudo baterista para empujar una caja de
rosquillas en mis brazos. Eran rosquillas de la tienda Voodoo. Mis glándulas salivales trabajaron a
toda marcha a pesar de lo temprano que era y la disputa varonil.

Para ser justos, en parte también era parte de ella, sí.

—¿Qué demonios está pasando, L? ¿Quién es este imbécil?

—Sam, eso no es agradable.

Sus ojos inyectados de sangre brillaban con enojo. Su rubio cabello despeinado. El olor a perfume
rancio persistía en él como miasma. También me cuestioné su sobriedad porque sus movimientos
parecían un poco torpes. Aquí se hallaba un hombre que aún no había dormido.

Al menos no en su propia cama.

—¿L? —preguntó Harry, cruzando los brazos sobre su pecho. Se giró y me guiñó un ojo—. ¿La
llamas L? ¿Qué, decir su nombre completo es demasiado compromiso para ti?

Solté una carcajada. Luego traté de convertirla en una tos. Sam no parecía convencido, pero no me
importaba. El alivio hizo que se me debilitaran las rodillas. Mi Harry se encontraba de regreso,
haciendo bromas y sonriendo. Una sonrisa real esta vez, no la parodia maniaca de la noche
anterior.

Era asombroso. Podía ver los pelos de Sam erizándose. Harry le sacaba más de media cabeza, pero
no tenía una actitud violenta. Harry solo lucía divertido. El que todo le importara una mierda era en
realidad una gran parte de su carisma. Nunca conocí a alguien como él.

No quería decir que no pudiera pelear con Sam. No tenía duda que el hombre podía arreglárselas.

—¿Por qué no preparo café? —Di un paso vacilante hacia la pequeña cocina, esperando que
alguien me siguiera. Cualquiera de ellos. Ninguno se movió así que me quedé en mi lugar.

Las cejas de Sam se unieron. —Incluso para un ligue ocasional, lo puedes hacer mucho mejor.

—¿Qué? —No solo era una cosa extraordinariamente grosera para decir, tampoco era ni
remotamente cierto.

—Me escuchaste.

—Mierda, Sam, ¿Cómo puedes incluso...? —Miré a Harry, frunciendo el ceño y ladeé mi cabeza.
Tanta piel. Miré más y más abajo hasta que llegué al caminito de vello pelinegro que bajaba de su
ombligo, dirigiéndose directamente a la tierra de No Louis. Tenía un camino hacia el tesoro. Un
mapa a las delicias ocultas. La caja de rosquillas tembló en mis manos.

Podría y debería alejar mis ojos. Pero no lo hice.


—¿Louis? —demandó Sam con enojo, arrastrándome fuera de mis pornográficas ensoñaciones.

—Mmm... —Sí, tal era mi nivel de inteligencia.

—Ahí están los ojos locos —dijo Harry en voz baja y ronca—. Parece que mi pequeño erizo está
listo para la ronda seis de sexo.

Oh. Mierda. No lo hizo.

La frente de Sam se arrugó, sus dedos se curvaron en puños.

Muy bien, así que lo hizo.

Apreté la caja de rosquillas contra mi pecho. —Esa es una oferta realmente dulce, Harry.

—Pequeño erizo, si aún caminas derecho, mi trabajo aquí claramente no está hecho. Diablos, ni
siquiera hemos intentado romper el sofá nuevo todavía. —Se giró hacia Sam, disfrutando
demasiado si la luz en sus ojos era un indicador—. Le preocupa que manchemos el material. Como
si yo no pudiera simplemente comprarle otro, ¿cierto?

No hubo respuesta de Sam, aparte de las líneas apretadas alrededor de su boca.

Harry exhaló con fuerza. —La próxima vez elegiremos el de cuero. Limpiarlo es mucho más fácil
y no irrita tu suave piel tanto como piensas, Louis. No si nosotros...

—Suficiente —grité, sintiendo que la caja de cartón cedía.

—¿Demasiado hablar de sexo frente a los amigos?

Asentí.

—Lo siento —dijo Harry—. Realmente lo siento. Mi error.

Excesiva hostilidad para un espacio tan reducido. Y sin duda, Sam se hallaba genuinamente celoso.
Se encontraba todo erizado e irradiando furia. Su mirada se alternaba entre Harry y yo, su boca
furiosa.

Tienen que entender, antes de este momento, no me encontraba del todo seguro de que Sam se
diera cuenta que yo era un hombre soltero. Sin embargo, aquí estaba, erigiéndose ante mí como si
fuera un territorio a proteger. Algo que Harry no tenía intención de permitir si su maniobra evasiva
significaba algo. Fue como una extraña danza animalista de hombres de las cavernas, los dos
rodeándome lentamente. Era gracioso de alguna manera.

El primer macho que me orinara, sin embargo, lo pagaría con sus bolas.

—Piensa que soy un ligue. —Se burló Harry con una mirada de lado—. Sácalo de su error,
pequeño erizo.

Ante esas palabras, las fosas nasales de Sam se dilataron.

Me quedé ahí, clavado en el piso. Mi corazón latiendo muy rápido, estoy seguro que mis costillas
fueron magulladas en el proceso. Salvaje cabello desaliñado o no, este momento era glorioso. Lo
quería en YouTube por siempre — bien, tal vez no lo quería en YouTube. Pero saben a lo que me
refiero.

Aclaré mi garganta y enderecé mi columna. Hoy, me he erguido alrededor de diez veces,


intentando parecer más alto. —Sam, Harry y yo salimos.

—Vivimos juntos —corrigió Harry.

—Cierto, eso también. He querido decírtelo. Harry y yo estamos viviendo muy felices juntos desde
anteayer.

—¿Harry? —Mi jefe se congeló—. ¿Harry Styles, el baterista?

—Sip.

Los ojos enrojecidos de Sam resplandecieron aún más brillantes. Nada más fue dicho.

—Ahora que tenemos ese asunto resuelto, me voy a la ducha —anunció Harry—. Les daré a
ustedes, niños, la oportunidad de hablar.

—Gracias —dije.

—No hay problema. —Su mano golpeó mi trasero, haciéndome saltar. Luego, sus dedos rascaron
perezosamente su barba apenas crecida, en tanto caminaba hacia el baño. Mi nalga picaba. Hice
una nota mental de matarlo después. Cuando estuviéramos solos. Matarlo o follarlo lo que sea. Mi
polla y mi trasero se encontraban muy confundidos al respecto.

Al segundo en que se escuchó el sonido de la puerta cerrándose, Sam me tomó del brazo y me
arrastró a la pequeña cocina. El amanecer aún tenía que hacer acto de presencia. La luz de la sala
de estar brillaba débilmente en su furioso rostro. Sus ojos azules destilaban un azul intenso que
pareciera un paisaje de noche fría. Probablemente debería haber estado celoso. Pero por primera
vez en realidad no lo estaba.

—¿Qué demonios es esto, Louis? Dijiste que lo conociste, eso es todo. Joder, pensé que me era
familiar...

—Llegó como una sorpresa para mí. Pero es genial, ¿verdad? —El chico tenía un peinado
despeinado y no era por dormir. De ninguna manera venía a mi casa y me daba una reprimenda por
encontrarme en una —supuestamente— situación similar.

—Grandioso —contestó rotundamente.

—Es un chico muy agradable cuando llegas a conocerlo.

—Seguro.

—Me hace reír, ¿sabes? No me da por sentado —dije, lanzándome a matar. Así que tenía sed de
sangre temprano en la mañana. No es como si no se lo mereciera por ser grosero con Harry.
Podrían no gustarme la mayoría de las personas con las que él salió en varias ocasiones, pero estoy
bastante seguro que nunca las insulté—. Y apreciaría que no lo insultaras de nuevo.

La boca de Sam cayó abierta. —Louis, el modo en que me habló...

—¿Vas a ir con lo de él empezó? ¿En serio? No tocas a mi puerta a estas horas y llamas a la
persona que te abre idiota, Sam. Eso no es agradable.

—Lo siento. —Le dio una mirada culpable a mi vieja y maltrecha nevera.

—¿Qué pasa aquí? Nunca antes te importó con quien salía. No es que lo hiciera mucho
últimamente.
—Nada. Sólo no esperaba...

Esperé, pero no terminó la frase. Tal vez sería mejor dejar el tema en paz. — ¿Quieres café?

—No, me iré a casa.

—Está bien. Bueno, gracias por las rosquillas. —Coloqué la caja en la encimera.

—No hay problema. —Solo me miró, en sus ojos una mezcla de enfado y tristeza. Realmente no
sabía qué hacer con eso. Todavía me sentía enojado.

—Sam...

—Está bien.

—No quiero que esto afecte nuestra amistad.

Echó sus hombros hacia atrás. —No. Por supuesto que no lo hará.

—Bien. —No sé qué se apoderó de mí, pero tuve que abrazarlo. Él se sentía deprimido, quería
consolarlo. Mamá nunca había sido sensible y yo heredé ese talento, o defecto. Por lo tanto, mis
brazos se hallaban rígidos, torpes. Le acaricié la espalda una vez y luego me separé rápidamente
antes de que pudiera reaccionar. Un ataque sorpresa, si quieres.

—¿Cómo fue tu cita anoche? —pregunté.

—No fue nada especial. ¿Qué hiciste tú?

—Harry ordenó la cena. Una tranquila noche en casa. —Tan pronto como mencioné el nombre de
Harry, el rostro de Sam se volvió malhumorado. Habría sido más fácil simpatizar con él si no
apestara a sexo y se estuviera comportando como un idiota titulado.

—Me voy —dijo—. Te veré más tarde.

—Hasta más tarde.

Permanecí ahí de pie, mirando hasta mucho después de que la puerta principal se cerrara de golpe.
Muy en mi interior, no me sentía ni enojado, ni triste. Quizás un poco sorprendido de averiguar que
Sam se preocupaba por mí de esa manera después de todo. Como afectaría las cosas, no tenía idea.

Cuando Harry reapareció lo hizo con su largo cabello peinado hacia atrás. El castaño era mucho
más oscuro cuando se encontraba húmedo y los ángulos de su rostro se mostraban a la perfección.
Se puso un par de vaqueros y una vieja y gastada camiseta de AC/DC. Pero estaba descalzo. Sus
largos dedos eran ligeramente velludos. Uñas impecables y recortadas.

—¿Café? —pregunté, ya vertiéndolo en una taza. Eso me dio una excusa para apartar la vista de
sus aparentemente fascinantes dedos. ¿Qué era eso sobre los pies descalzos?

—Sí, gracias. ¿Tu pequeño amigo gótico ya se fue?

Coloqué su taza sobre la encimera y empezó a agregarle azúcar del frasco. Una, dos, tres
cucharadas rebosantes. Toda su energía debía venir de algún lado, supongo.

—Sam se fue hace un rato —confirmé, tomando una dona. Delicioso.

—Es difícil no pensar mal de ti ahí.


—¿Por qué?

Harry tomó un sorbo de su café, mirándome por encima del borde. —Te gusta ese imbécil gótico.
Te gusta mucho.

Llené mi boca con comida. La cual era una gran excusa para no responder. Si masticaba realmente
despacio, podría matar completamente la conversación.

—Incluso aunque me mires con ojos locos, lo puedo notar. — Desafortunadamente continuó—
Tienes suerte de que no sea del tipo celoso.

Me atraganté con el gran bocado de comida en mi boca. —¿Es por eso que empezaste con las
historias de aventuras sexuales?

Se río bajo y burlón. De quién se reía exactamente, no podía decirlo.

—¿Harry?

—Él se aparece aquí, recién salido de una noche de beber y follar, esperando encontrarte con los
brazos abiertos... No me gustó eso.

—Sólo somos amigos.

Apartando la vista, lamió sus labios. —Louis.

La decepción en su voz me molestó. Quería buscar excusas. Sacar a colación las normas que
pusimos. Quería protegerme. Pero ni siquiera sabía de qué me protegía. Harry no me atacó. Su
reproche silencioso rozó mi guardia de un modo en el que las charlas y exigencias de Troye nunca
pudieron.

—La cosa es, uno es gay y el otro bisexual—dijo—. Gays y bisexuales como amigos no funciona
realmente. Una persona siempre se enamora de la otra. Hechos de la vida.

—Sí, me gusta —admití—. Me ha gustado desde hace un tiempo. Él, ah... no me ve de esa manera.

—Quizás sí. Quizás no. A él de seguro no le gustó para nada encontrarme aquí. —Harry dejó su
taza y se apoyó contra la esquina de la decolorada encimero gris de la cocina, con los brazos
apoyados a ambos lados. Su húmedo cabello se deslizó hacia el frente, escondiendo parte de su
rostro—. ¿Planeabas usarme para ponerlo celoso?

—¿Manipulándolo a él y siendo uno puto contigo? No, no planeaba hacer eso. Pero gracias por
preguntar.

—No tiene importancia. —Se encogió de hombros—. Y él es un idiota que se merece lo que le
pasa. Llegar aquí, actuar como si le debieras algo.

Envolví los brazos alrededor de mí. —Siento que se comportara grosero contigo. Hablé con él. No
pasará de nuevo.

Resopló una carcajada. —No tienes que protegerme, Louis. No soy tan delicado.

—No importa. —Tomé un sorbo de café.

—Sabes, puedo soportar que me uses para llegar a él. Diablos, ya nos estamos usando el uno al
otro, ¿cierto?
Algo en la forma en que lo dijo me detuvo. Si no se escondiera detrás de su cabello, podría verlo
mejor, calibrar a dónde iba esto.

—No hay razón por la que no podamos ordeñar a este bebé para que valga la pena para todos —
dijo.

—¿Harías eso por mí?

Sonrió a medias. —Si eso es lo que quieres. Presionar los botones del imbécil es muy fácil, pero
estoy dispuesto a hacer el esfuerzo. Demonios, este chico nació para poner celosos a los hombres
mortales.

Le sonreí en respuesta, cautelosamente. Sin comprometerme a nada. Esta situación exigía una seria
reflexión. La tentación de aceptarlo era enorme.

—Creo que él tiene razón sobre una cosa. Puedes hacerlo mejor. —Sus ojos verdes me miraban.
Había diversión ahí, como siempre. Parecía estar desafiándome, presionándome a ver qué pasaba.
En realidad, deseaba presionarlo en respuesta.

—Pero como sea —dijo, rodando los hombros hacia atrás en una especie de encogimiento—. Tú
decides. Después de todo, ¿has conocido a este tipo desde hace cuánto?

—Dos años.

—¿Dos años en que has estado enamorado de él y nunca hiciste nada al respecto? Debes tener tus
razones ¿cierto?

—Cierto —dije, sin sonar un poco creíble.

Se río y justo en ese momento, me desagradó un poco. Nunca admitiría abiertamente mi asunto con
Sam ante nadie y aquí estaba Harry, tan dulcemente echándome eso en cara. El asunto era, la
situación actual con Sam era infinitamente preferible a cualquier cosa que haya tenido desde que
tenía dieciséis. Si él se establecía con alguien más, mi corazón no se rompería. Pero quién sabe,
podríamos terminar juntos algún día.

¿Por qué actuar cuando no hacer nada me servía tan bien?

El gran chico de rizos se burló de mí con sus ojos, y una sonrisa satisfecha. Él lo sabía. No sé
cómo, pero definitivamente lo hacía. Hombre, odiaba ser una conclusión previsible, especialmente
con él. Lo odiaba con la pasión de mil infiernos ardientes.

—Muy bien —dije—. Vamos a hacerlo.

Dejó de reír.

—Lo digo en serio. Quiero poner celoso a Sam. Si tú estás dispuesto a ayudarme, por supuesto.

—Dije que lo haría no hace ni un minuto. No creí que de verdad lo harías, pero... —Tomó su taza y
la terminó—. Esto debería ser interesante. ¿Exactamente qué tanto sabes sobre ser un
rompecorazones?

—¿Tengo que ser un rompecorazones? —Al otro lado de la sala de estar, la puerta del baño quedó
abierta. Una toalla húmeda olvidada en medio del piso. El bóxer de Harry yacía abandonado a un
lado.
Necesitaba hacer algo de limpieza hoy.

—¿Algún problema? —preguntó.

—No.

Curioso, cuando Skye vivía aquí, usualmente también terminaba haciendo la mayor parte de la
limpieza por ella. No se me ocurrió en ese momento. Un vestigio de un hábito adquirido por llevar
una casa a temprana edad, lo más probable.

—¿Qué pasa, pequeño erizo?

—Tu toalla y ropa sucia están en el piso del baño. —Señalé hacia ellos, solo en caso de que
hubiera olvidado donde se encontraba el baño.

—Cambio aleatorio de tema. —Harry se acercó a mí, quedando de pie demasiado cerca—. Pero
tienes razón. Ellos de hecho decoran el suelo y hacen un encantador trabajo también.

No dijo nada más.

La ropa sucia yacía ahí, reprochándome. Y estoy bastante seguro que Harry con su silencio hacía lo
mismo. Eso o yo era un neurótico del orden. Estuve a punto de sucumbir.

—¿Qué harás al respecto, pequeño erizo? —preguntó en voz baja.

—En realidad no me gusta que me llames así.

Hizo un ruido de desdén con su garganta.

Suspiré. Esta era una guerra que probablemente nunca ganaría. Si cuidar a un adolescente de trece
años me enseñó algo, era a elegir mis batallas.

—Ese no es mi problema —dije.

—¿No?

—Necesitas ordenar lo que ensucias —dije firmemente.

—¿Es un límite lo que estoy oyendo ahí?

Me paré en toda mi altura. —Sí, lo es. No soy tu mamá. Necesitas recoger tu propia mierda, Harry.

Sonrió. —Ahora mismo lo haré.

—Gracias. —Le sonreí en respuesta, ya sintiéndome más ligero—. ¿Qué fue eso de ser un
rompecorazones?

—Me romperás en dos, después de mostrarle al imbécil, el bueno novio memorable que puedes ser,
por supuesto.

Yo solo había sido el receptor de la angustia. Pero que se joda eso también. Los malos hábitos
podían ser rotos. —Puedo hacerlo.

Harry apartó la vista.

—Sí puedo.
—No dudo de ti, pequeño erizo. No dudo de ti para nada.
OCHO

Troye irrumpió un poco antes de las seis de la tarde o, bueno, lo intentó. La puerta se sacudió.
Luego vinieron los insultos y golpes.

—¡Louis! ¿Qué pasa con tu puerta?

Corrí el nuevo pasador y entró en la habitación.

—Tu puerta está rota —dijo, arrugando la frente.

—No, Harry le colocó un nuevo pestillo. Se hallaba preocupado por la seguridad.

Un hombre guapo y musculoso apareció después que Harry desapareció para el ensayo de la banda.
Al parecer, las estrellas de rock subordinan las tareas del hogar al jefe de su equipo de seguridad.
Este tipo instaló rápidamente el nuevo pestillo deslizante. Era extrañamente eficiente y súper
amable. Toda la experiencia me resultó un poco extraña.

—Oye, guau. Te ves genial —dije, tomando nota de su hermoso y ajustado traje y peinado. Lucía
una hermosa orquídea blanca detrás de la oreja. Seguro regalo de su novio, Nate—. ¿Para qué estás
todo arreglado? ¿A dónde vas?

—¿Qué, esta cosa vieja? —Pasó una mano por su bello esmoquin de color perla, le quedaba
demasiado precioso a su delgada figura—. Gracias. Y me tomaré sólo un momento para decir,
impresionante trabajo aterrizando con Harry Styles. Probablemente no te merece, pero ve por ello.

—Uh, ¿gracias?

—Cuando él me contó la historia, no lo podía creer. Amor a primera vista. Eso es hermoso. —
Mierda, sus ojos en realidad se empañaron—. Creo que serán maravillosos juntos. ¿Y por qué no
estás vestido, por cierto?

—¿Eh?

En ese momento, Harry salió de la segunda habitación en un traje negro de tres piezas. ¿Desde
cuándo llevar un chaleco era tan caliente? Mis pulmones se encogieron de tamaño. Era eso, o la
habitación se quedaba sin oxígeno. Se veía más que elegante, con su cabello acomodado detrás de
las orejas, la línea angular de su mandíbula perfectamente suave. Apenas me acostumbraba a verlo
medio desnudo y ahora lucía un Gucci frente a mí. Nunca tuve una oportunidad. Postrarme a sus
pies era la reacción más adecuada para un espectáculo tan celestial. Cómo me las arreglé para
permanecer en posición vertical, no tengo ni idea.

Olvídense de Bond y los de su tipo. Tomaría a un baterista con un traje cualquier día de la semana.

Con un silbido de lobo, Harry lo comprobó. —Harold. ¿Quién es un niño bonito?

—Sólo pequeño erizo está autorizado a tratarme como un objeto —dijo, enderezando los puños.
Puños franceses con gemelos.

—Jódeme —murmuré, y luego golpeé una mano sobre mi boca, porque mierda, mi boca. Era un
idiota decidido a hacer un imbécil de mí.

—En cualquier momento. —Me guiñó. El muy mentiroso.

—Tu pequeño erizo necesita prepararse —dijo Troye, ignorando nuestro intercambio de palabras.

Me miró y frunció el ceño. —Louis, Edward nos quiere a todos arreglados. No puedes ir con
vaqueros y una camiseta.

—¿De qué estás hablando?

—La fiesta. Pequeño erizo, vamos. No tenemos tiempo para tontear.

Negué con la cabeza, sin tener idea. —Está bien, ustedes dos. No tengo idea de lo que están
hablando. ¿Podría alguien por favor darme una pista?

—Te dije sobre esto.

—¿Cómo me dijiste sobre ti mudándote aquí?

—¿No le dijiste que te mudarías con él? —preguntó Troye, con voz baja y letal.

—Era una sorpresa —dijo, recuperándose rápidamente—. Un gran enorme gesto romántico
hermoso porque sabía lo mucho que mi Lou me quería aquí. Simplemente era demasiado tímido
para decirlo. ¡Míralo! El hombre prácticamente adora el suelo que piso. Y la has escuchado,
exigiendo que le sirvo sexualmente a todas horas del día. No puedo hacer esa mierda desde lejos,
¿sabes?

Troye levantó una ceja. —Me dijiste que se encontraba de acuerdo pero que olvidó darte una llave,
Harry.
—Que fue básicamente la verdad. —Alzó sus brazos de par en par—. Vamos, señores, no tenemos
tiempo para esto.

—Louis, lo siento mucho —dijo Troye.

—Está bien. Estoy feliz de que esté aquí. —Y aunque era una idea tentadora, arrojarle algo en este
momento no ayudaría en realidad. Respiré hondo y traté de mantener la calma—. Vamos a volver a
la pregunta de: "¿Qué demonios está pasando aquí?". Tenemos que ir a un evento formal esta
noche, ¿verdad?

—Te lo dije. —Sacó su teléfono, pasando a través de algunas pantallas y luego lo colocó frente a
mi rostro—. Soy un jodido gran novio, ¿ves?

El mensaje en la pantalla decía: AMEX EN LA MESA. VISTETE DE GALA ESTA NOCHE. Mi


nombre, sin embargo, no se encontraba a la vista. Efectivamente, había una tarjeta de crédito negra
sobre la mesa del comedor. Imaginé que simplemente la olvidó. Que la dejara para que yo fuera de
compras nunca pasó por mi cabeza.

—Dice que enviaste esto a alguien llamado Luis —dije firmemente—. No a mí, Harry.

—¿Lo hice? —Miró el teléfono—. Mierda. Lo siento.

—¿Quién es Luis? —preguntó Troye.

—Joder si lo sé, pero parece que todavía está buscando la tarjeta. —Él se rio—. Como si se lo diera
a cualquiera. Correcto, lo siento. De todos modos, Louis, ¿puedes improvisar algo? Nos tenemos
que ir.

—¿A dónde?

—Fuera.

Le fruncí el ceño y no me moví ni un centímetro. —Inténtalo de nuevo.

—Es una cosa de Edward y William, una fiesta de aniversario de boda. No es que haya pasado un
año desde la primera boda, pero lo que sea. Edward puso un montón de esfuerzo en ello y nos pidió
ir a todos bien vestidos. Lo siento, arruine decírtelo. —Cayó de rodillas, con sus manos en el pecho
—. ¿Por favor? Lo siento. Jodidamente lo siento. Ves, mira, estoy de rodillas, Lou. Estoy
arrastrándome sólo para ti.

—Está bien. Iré. La próxima vez, por favor asegúrate que reciba el mensaje.

—Lo haré. Gracias. Muchas gracias —dijo efusivamente—. Eres el mejor, pequeño erizo.

Sólo tenía un esmoquin decente en mi armario. Ese traje era de un color azul marino. Lo compré
para mi vigésimo primer cumpleaños el año pasado. Me gustaba creer que ese traje terminaría
usándolo para una Met Gala, o algo así, por ser de exquisita tela y como este se ajustaba bien a mi
figura. Por suerte, mi cabello no se veía muy mal ya que hace algunas horas me había duchado y
peinado. Uno de estos días tendría tiempo de alistarme de verdad para conocer a los miembros de
Stage Dive. Pero no hoy.

Afuera, en la sala de estar, el par estaba peleando.

—No puedo creer que le escribiste accidentalmente a un cualquiera en lugar de tu novio —dijo
Troye.
—¿Mi novio parece molesto? No. Entonces, recuérdame una vez más, ¿por qué te importa, hmm?

—Si le haces daño, Will y yo vamos a tomar turnos destripándote con una pala. Ten cuidado.

Era una imagen mental horrible, pero no pude evitar sonreír. Se sentía bien tener amigos vigilando
mis espaldas.

Harry se burló. —No se puede destripar a alguien con una pala.

—Claro que puedes. Sólo es más desordenado.

Él gruñó.

—De todos modos, ¿por qué estás en el cuarto de invitados? ¿Ya se hartó de ti?

—Tengo que poner mi mierda en alguna parte, el armario de Louis está lleno. Ustedes chicos, no
tienen ni idea de lo que es compartir.

Cerré la puerta de la habitación y empecé a retorcerme fuera de mis pantalones vaqueros, y me


quité la camiseta. Luego vino el bóxer. Desabroche los botones de la camisa blanca y ponérmela y
de nuevo abotonar mi camisa. Seguí con mis medias y luego el pantalón. Me quedaba un poco
ajustado por la parte de los muslos, pero podía hacer un esfuerzo y soportarlo. Me coloqué los
zapatos y amarré las agujetas. Agarré una corbata y me la coloqué alrededor de mi cuello. Procedía
hacer el nudo, pero me olvidé que no sabía cómo hacerlo.

—Troye, ¿te importaría...?

—Ese es mi trabajo ahora. —Harry sonrió y se frente a de mí—. Traje genial. Bonito peinado.

—Gracias.

Harry se acercó, su cara se acercó la mía y su mirada se dirigió hacia mis labios. Relamí mis labios
y dirigí mi mirada hacia otro lugar tratando de evitar su profunda mirada. Sus dedos se rozaron con
mi cuello y mi piel se erizó.

—Nunca me di cuenta de lo bonito que es tu cuello.

—Mm.

—Y tienes pequeñas orejas tiernas.

—Um, gracias.

—¿Sin bragas? —preguntó, su voz casual.

—No. Con este traje no puedo... realmente no necesitamos discutir esto ahora mismo.

Las puntas de sus dedos me agarraron del mentón y delineo mis pómulos. Me estremecí,
quedándome sin palabras.

—Tu trasero se te ve putamente bien y eso va a ser un infierno de distracción, pequeño erizo —
susurró terminando de hacer el nudo mágicamente sin que me diera cuenta—. Trataré de no mirar
tu parte trasera.

La mirada que me dio me hizo temblar en lugares extraños. Este era el problema; mi incapacidad
para saber si hablaba en serio o no. Toda la escena era sobre establecernos como una pareja ante
Troye, ¿verdad? Simplemente no se sentía así, por alguna razón. Se sentía personal. Con Harry
tocándome, yo como que olvidé que Troye se encontraba en la habitación. Sin embargo,
definitivamente se hallaba presente.

Troye gimió en voz alto—. Oh Dios mío, mis oídos están sangrando.

Él me hizo arder sin siquiera intentarlo. Tenía que cuidar mis reacciones y no perder la cabeza. Era
la única manera en que esto funcionaría.

—Gracias —dije, cuando mi corbata estuvo perfectamente acomodada.

—Mi placer.

Esperé que se moviera hacia atrás. No lo hizo. En todo caso, se acercó más. El cálido aroma
masculino, la sensación dura como hierro, todo se acercaba más y más. Traté alejarme en un
esfuerzo por preservar lo que quedaba de mi cordura, pero sólo continuó acercándose. Abrumador,
no lograba describirlo totalmente.

—Chicos. —Troye daba golpecitos con el pie—. Lo que sea que estén haciendo, deténganlo.

—No le hagas caso. Esta celoso de nuestro amor. —Camino tras mío y su brazo rodeó mi cintura,
sosteniéndome. La presión de su polla endurecida contra mi trasero era inconfundible. Sé que se
suponía representábamos a una pareja, pero ¿frotar su pene contra mí era realmente necesario? El
hecho de que me gustara, no venía al caso. Ni siquiera voy a ir allí.

—Sí, Harold, estoy celoso de su amor. Eso es. —Troye negó con la cabeza lentamente—. Venga,
vamos a empezar a movernos. Nate está esperando y no es bueno haciéndolo.

—Mejor nos vamos —dije.

—Sí. —Su voz era ronca y abrumadora, y prometía momentos buenos y duros en la cama. Luego
sacudió la cabeza dándome su sonrisa habitual—. Pequeño erizo, deja de frotar tu culo contra mí.
¡Tenemos que irnos! No tengo tiempo para hacerlo ahora. Prioridades, hombre.

A veces la tentación de pegarle era muy grande.

El doble de multitud que la última vez se reunía en el condominio de Edward y William esta noche.
Variaban en edad desde adolescentes hasta ancianos, de conservadores a provocadores. Todos
engalanados a la perfección. Cada centímetro del condominio de Edward y William había sido
decorado. Velas blancas de todos los tamaños colocados en grupos alrededor de la habitación.
Jarrones llenos de ramos de flores brillantes en cada superficie plana disponible. El sonido del fino
cristal y el estallido de los corchos del champán luchaban contra el rock clásico por la supremacía.
El ambiente de esta noche se inclinaba fuertemente hacia lo romántico.

Había un zumbido en el aire, uno de expectación. Era muy emocionante.

Harry mantuvo un férreo control sobre mi mano, sus grandes y cálidos dedos encerrando los míos.
Comprendí sus señales no verbales, permaneciendo cerca a su lado. Cuando algunos modelos
sexys trataron de acercarse a él, Harry básicamente me empujaba hacia ellos con un "Conoce a mi
novio, Louis." Casi me tropecé las primeras veces que me utilizó como escudo humano, pero
estaba agarrándole al asunto ahora. Con la última mujer simplemente levanté una mano y le dije
"Él está conmigo." Ella lo tomó con relativa buena gracia.

—Pensé que iba a pegarme —dije, mirando a la chica decepcionada perderse entre la multitud—.
Ser tu novio es peligroso.

—¿Qué puedo decir? Soy un magnífico ejemplar de virilidad. Por supuesto que todas y todos me
quieren. Pero agradezco que protejas mi honor.

—Eso espero. —Sonreí.

—Ven a conocer a Alex. Esto te animará. —Serpenteó su paso entre la multitud, arrastrándome
detrás de él—. Discúlpenos. Muévanse por favor. Muévanse.

Alex Cox se hallaba parado al lado de la chimenea como si un pintor lo hubiera colocado allí. El
hombre era arte viviente. El cabello oscuro peinado hacia atrás, ojos verdes brillantes. Se parecía
mucho a su hermano, Edward, alto y delgado, pero más tranquilo y fuerte. Más intenso si era
posible. Tal vez conocer a Will había enfriado a Edward. Alex ciertamente no tenía los ojos
perdidamente enamorados.

La mirada oscura que le daba al hombre a su lado era mucho menos que amable. Él mantuvo su
nariz alta en el aire y lo ignoró. Estoy seguro que yo no podría haber mantenido su postura
indiferente tan bien. Alex Cox tenía mucha presencia. Todo tipo de rumores circulaban acerca de
lo que estuvo haciendo desde la rehabilitación. Dado su tamaño, diría que, levantando pesas, por lo
que se exhibía. Shawn era un tipo grande en general, como un leñador. Pero Alex parecía haber
estado trabajando en ello, con fuerza.

—Alex —dijo Harry, haciendo espacio para mí a su lado—. Ésta es mi novio, Louis. Louis, este es
Alex.

Sí, Alex me dio el mismo movimiento de barbilla que los otros. Era como un apretón de manos
secreto. Así que le di uno de vuelta. Sonrió, pero levemente. Fue una cosa fugaz.

Harry se inclinó delante de mí, poniéndose en mi rostro. —Nop. No hay ojos locos. Tu teoría es
una mierda, pequeño erizo. Son sólo para mí.

—Es un placer conocerte, Alex —dije, empujando a mi pareja falsa fuera del camino.

—¿Él sigue haciendo esa cosa de los ojos? —preguntó Alex.

Las estrellas de rock son chismosas. Ahí lo tienes.

—La lujuria no tiene fecha de caducidad, Alex. Y hola, Lewis. Te ves muy bien. —Harry ofreció
su mano libre al hombre a lado de Alex. El frío ártico de su actitud cambió a cálido en un instante.
Qué extraño.
—Harry. ¿Cómo estás? —El hombre dio a sus dedos un breve apretón, antes de ofrecerme su mano
para saludarme. Su cabello castaño caía a un costado de su cara y unas gafas con montura de
plástico negras se asentaban en su nariz—. Y ésta debe ser Louis. Un gusto conocerte. Harry me ha
hablado mucho de ti.

—¿Lo ha hecho? —Sacudí su mano, devolviéndole la sonrisa.

—En la práctica de la banda de hoy, tú eras de lo único que podía hablar —dijo.

—Él es el amor de mi vida —suspiró Harry, pasando un brazo alrededor de mis hombros.

—¿Ves? Tú eres el amor de su vida. —Lewis me dio una sonrisa encantada.

Aparentemente era sólo a Alex a quien detestaba.

—Esta semana —dijo Alex.

Con un pequeño suspiro, Lewis medio volvió la cabeza hacia él. Eso fue todo lo que necesitó.

Alex me dio una sonrisa forzada. —Lo siento. Lo que dije fue una mierda.

—Pequeño erizo, Lewis es lo que la industria llama un niñero —dijo Harry.— Si eres un absoluto
maldito idiota que no sabe cómo comportarse, consigues que un chico hermoso como Lewis te siga
a todos lados, asegurándose que no eres un desastre para las relaciones públicas de la compañía de
discos.

—Dije que lo sentía. —Alex miró por toda la habitación, arrugando la frente de la misma forma
que lo hacía su hermano. En cierto modo me recordaba a James Dean.

—Hola. —Shawn apareció en mi lado libre, mirándome desde su soberbia altura. Hubo más
movimientos de barbilla. Todos los miembros de la banda llevaban trajes negros a juego, pero
Alex había perdido el chaleco y añadido un lazo negro delgado. Shawn llevaba la corbata, pero
abandonó el chaleco, y la chaqueta y las mangas de su camisa blanca se encontraban arremangadas
hacia arriba en sus fuertes brazos. Ambos generosamente entintados. Tatuajes y trajes eran una
maldita buena combinación.

La calidad de guapos bombones esta noche estaba fuera de escala. Harry todavía los vencía a
todos, por supuesto.

—Pequeño erizo, ¿adivina qué?

—¿Qué?

Antes que supiera que sucedía me pasó por encima de su brazo. Toda la sala se volvió al revés.
Joder.

—¡Mierda, Harry! Bájame.

De inmediato me enderezó. La sangre corrió en el interior de mi cabeza y la habitación daba


vueltas. Junto a nosotros, Shawn y Alex rieron. Creo que Alex se encontraba ocupado haciendo su
cosa de mirada aburrida. Era difícil ver con mi cabeza todavía girando. Estoy bastante seguro que
las personas me miraban. Si hubiera escuchado a un chico boca abajo gritando obscenidades,
probablemente echaría un vistazo.

—Nadie vio nada —dijo Harry, leyendo mi mente—. ¿Estás bien?


Asentí. —Bien.

Sus pulgares frotaron círculos en los huesos de mi cadera a través mi camisa. Mantuvo su rostro
frente al mío. —Lo siento, pequeño erizo. No pensé.

—Está bien.

Entrecerró los ojos hacia mí. —¿Estás realmente bien o sólo estás diciendo que estás bien y vas a
reventarme las pelotas sobre ello más tarde?

Pensé en ello por un momento para estar seguro. —No. Pero no lo hagas de nuevo o te haré daño.

—Lo entiendo. No más tirarte por ahí.

—Gracias.

—No te avergonzaré de nuevo, Louis. Lo prometo.

—Te lo agradezco.

—Ven -dijo, su sonrisa enorme—. Nuestras habilidades de comunicación como pareja son
jodidamente excelentes. ¡Funcionamos de maravilla!

—Sí, lo hacemos —le dije, mi corazón eufórico. Era extraño, sólo nos conocíamos hace unos días,
pero confiaba en él. Me gustaba y realmente me sentía agradecido de pasar este tiempo con él.
Después del desastre de Skye, necesitaba a Harry Styles en mi vida ahora mismo. Infiernos,
después de los últimos siete años, lo necesitaba. Él trajo el sol.

—Sí —susurró.

Y entonces me besó y arruinó todo.


NUEVE

No fue un beso suave. Harry no haría un simple roce acariciando mis labios o un casto beso
afectuoso. Infiernos no, claro que no. Era como una droga inductora de amnesia en un beso.
Ningún recuerdo de otro beso permaneció. Era felicidad química. Yo, obviamente nunca había
sido realmente besado así antes, porque esto...

Wow.

Me cubrió la boca con la suya y me poseyó. Su lengua se deslizó sobre mis dientes y sus manos se
deslizaron por mi cabello. En respuesta, agarré con los dos puños las solapas de su saco. Tal vez
inicialmente lo hice por la sorpresa o enojo. Pero se transformó rápidamente en una medida de
seguridad. Mis rodillas se debilitaron.

Harry Styles me besó hasta dejarme totalmente un imbécil.

Su lengua acarició la mía, animándome a jugar. Tal vez no fue la cosa más inteligente por hacer,
pero no podía contenerme. Gemí en su boca y lo besé con fuerza. Casi tan duro como él me
besaba. Mis muslos se tensaron y mis dedos se cerraron. Cada vello de mi cuerpo se erizó. Su
dominio sobre mí se apretó, como si no pudiera dejarme ir. Yo, en cambio, me encontraba
básicamente arañando mi camino a través de su traje de dos piezas. La necesidad de estar más
cerca era enorme. Nada más importaba.

Estallaron aplausos a nuestro alrededor, lo cual pareció bastante justo. Un beso tan impresionante
como este merecía una ovación de pie. No serían excesivos fuegos artificiales. Sin embargo, el
cuarteto de cuerda pareció un poco extraño. Sin duda, un enloquecido solo de batería sería más
acorde, algo primitivo que coincidiera con el ritmo loco de mi corazón.

—Chicos —Silbó Shawn, empujándonos con el codo—. Ya basta. ¡Chicos!

Me alejé de Harry, tratando desesperadamente de recuperar el aliento. Él jadeaba también, sus ojos
verdes dilatados. Aturdido era probablemente una buena palabra para describirlo. Sórdido no se
encontraba demasiado lejos. Después de todo, nos hallábamos magullando la boca del otro en
público.

Me quedé mirándolo fijamente, temblando. Santa mierda. ¿Qué demonios pasó?

—¡Eso fue divertido! —Sonrió y me miró como si acabara de descubrir un nuevo juego. Uno que
realmente, de verdad le gustó.

No.

Joder no.

Mi corazón trataba de estallar fuera de mi pecho. No podría culparlo si quería correr para cubrirse.
Esto era una locura. Tenía que mantener esta mierda bloqueada. ¿Y si fuera capaz de notar lo que
me hizo? Terminaría nuestro acuerdo en un santiamén.

Tiempo de control de daños.

—Fue agradable. —Le di una palmadita en la mejilla.

Su sonrisa arrogante decayó.

Las personas alrededor de nosotros seguían aplaudiendo. Todos miraban hacia otro lado, aunque
muchos nos daban miradas de reojo. Me volví y me coloqué de puntitas, para ver lo que pasaba. En
la puerta principal se hallaba de pie William, con un simple traje color marfil. Vi el blanco de sus
sorprendidos ojos a través de la sala. Junto a él, se encontraba Edward en un traje similar que el
resto de los chicos llevaba. Poco a poco, se puso de rodillas. Me encontraba demasiado lejos para
oír lo que decía, la habitación era muy ruidosa. Pero entonces William asintió llorando y pronunció
la palabra "sí".

—Edward quiso hacer una segunda ceremonia sorpresa —dijo Harry, uniéndose a los aplausos—.
Will no recuerda la última vez de su boda rápida y su borrachera en las Vegas, por lo que lo
Edward está recreándola otra vez.

—E... eso es dulce. —Me lamí los labios, ignorando su sabor persistente.

Sabia a una mezcla de sal y vinagre.

Tan bueno.

Su brazo se deslizó alrededor de mi cintura y fue lo único que pudo mantenerme quieto, para que
no intentara alejarme. Un respiro sería genial. Sólo hasta que consiguiera mantener mi cuerpo de
nuevo bajo control.

—Creo que todos nos vieron, ¿no? —dijo.

—Mmm... —Sin lugar a dudas, nosotros nos establecimos como una pareja. Probablemente
logramos eclipsar momentáneamente a los novios. Excelente. Seguramente nos invitarían a volver
aquí.
Un hombre vestido con un ostentoso traje de Elvis salió del pasillo, luciendo una enorme peluca
negra y todo. Empezó a cantar "Love me Tender" interpretada por el cuarteto de cuerdas. Todo el
mundo empezó a reír y sonreír. William comenzó a reír y llorar. Repitieron sus votos e incluso mis
ojos se empañaron, después de que recuperé el control. Era tan salvaje y romántico. Alex se movió
en silencio entre la multitud y le dio a su hermano un anillo. La amable sonrisa en su rostro me
sorprendió un poco.

Endemoniadamente lento, mi ritmo cardíaco disminuyó hasta volverse aproximadamente normal.


Miré por encima del hombro a Harry. Al principio no pude averiguar qué era lo que miraba. Su
atención se hallaba fija en una pareja de ancianos al otro lado de la habitación, ¿Los padres de
William o los de Edward, tal vez? Se veía triste. La lejanía regresó a sus ojos, formándose una
línea entre sus cejas. Entonces me atrapó mirándolo. Frunció el ceño y volvió a mirar al frente.

—¿Puedes creer que Edward le compró otro anillo después de tres meses? — me susurró Harry al
oído—. Está tan jodidamente envuelto alrededor de su dedo. Es ridículo.

—Están enamorados. Creo que es dulce.

—Al ritmo en que le está dando diamantes, tendrá una tiara antes de Navidad.

Era algo propio de mí ser mordaz dentro de la santidad de mi propio cráneo. Pero odiaba escuchar
a Harry estar tan en contra de la idea del amor, de convivencia en pareja o lo que fuera.

—¿Qué? —preguntó, al ver mi cara.

—No puedo decidir si suenas celoso, amargado, o qué.

—Hacía una broma —dijo, con los ojos heridos—. Las tiaras son divertidas. Todo el mundo sabe
eso.

—Correcto.

Harry sólo parpadeó. Su boca, sus hermosos labios malvados, no se movieron.

Otra ronda de aplausos retumbó a través de la habitación mientras sorprendentemente rápido


finalizó el servicio. Considerando que ya se hallaban casados, no tenía sentido hacerlo
interminable. O tal vez sólo pareció rápido para mí. Se besaron y flashes iluminaron la habitación.
La gente se amontonó para felicitarlos.

Momentos felices, felices. Qué alegre ocasión.

—Vuelvo en un minuto —dije, apretando el brazo de Harry. Necesitaba aire, espacio, mierda como
esa. Necesitaba poner mi cabeza en orden. Mi reacción exagerada a su beso me inquietó demasiado.
Estaba más fresco y tranquilo en el balcón. Sabía que sería raro tener a Harry amistoso conmigo en
los eventos. Esperaba sentimientos, sensaciones. Nervios, torpeza, incluso podía entender una leve
excitación, pero ¿volar mi mente, inundarme de lujuria, y hacer desaparecer al mundo? No tanto.
Tenía razón, había muchas posibilidades de que Atracción Fatal tuviera una gran influencia por
aquí.

—¿Qué pasa? —preguntó, viniendo detrás de mí.

—Nada. Todo está bien.

—Mentira.
—Si digo que está bien, está bien —dije mordazmente.

—Estás actuando raro. —Caminó hacia mí, con los ojos hipnóticos desordenando mi mente—. Ese
fue un beso increíble —dijo.

—Estuvo bien —mentí, dándole una sonrisa serena.

—¿Estuvo bien? —Una de sus cejas se arqueó hacia el cielo—. ¿Eso es todo?

Me encogí de hombros.

—Lou, casi me arrancaste la ropa. Creo que estuvo mejor que bien.

—Oh, lo siento. ¿Eso fue una exageración? Me imaginé por la forma en que ibas por mí que
apuntábamos a lo máximo.

Se detuvo. —¿Iba por ti?

—Bueno, fue bastante exuberante.

—¿Lo fue, ahora?

Otro encogimiento de hombros. —Tienes que admitirlo, hubo una gran cantidad de lengua.

Se acercó más, entrando en mi espacio personal. Mis zapatos o yo necesitábamos ser más altos.
Esta no era el tipo de situación en la que quería lucir inferior. Abría y cerraba los dedos detrás de la
espalda, jodidamente nervioso, pero intentando no demostrarlo. Este no era yo. No permitiría que
mi vida se volviera un lio por un hombre. Estuve allí, hice eso, compré la camiseta y la desgasté
hasta que tuvo pequeños agujeros molestos en ella.

—Te advertí que habría lengua cuando hicimos nuestro acuerdo —dijo.

Que Dios me ayude, si hubo lengua. Montones y montones de ella. Todavía podía sentirla,
deslizándose contra la mía, girando. El fantasma de la lengua. Había muchas posibilidades de que
Harry Styles me estuviera volviendo loco. Tenía que detenerlo. Pero lo mejor que podía hacer en
ese momento era dirigir esta conversación bien lejos de todas las cosas bucales.

—Sí, sobre nuestro acuerdo... ¿por qué dijiste que necesitabas un novio falso?

—Ya hablamos de eso.

—No me dijiste nada.

—Te dije tanto como voy a hacerlo. —Hizo una pausa, frunciéndome el ceño—. ¿Por qué estás
tratando de girar esto de nuevo hacia mí? Qué pasa Louis, no te sientes a la defensiva por un
pequeño beso, ¿verdad?

—No. Por supuesto que no. —Me crucé de brazos—. Pero nos pusimos de acuerdo para mantener
el sexo fuera de esto. En general, las personas que no tienen sexo no necesitan hablar de lenguas.

—No estoy de acuerdo.

—¿De verdad quieres seguir hablando de esto? ¿En serio?

—No tienes idea de cuánto, pequeño erizo.


—Grandioso. Vamos a hablar de ello. —Tal vez debería tirarme por el balcón. No podría estar muy
alto. Dejando las leyes de la física a un lado, podría rebotar. Nunca se sabe—. Dijiste que pondrías
tu lengua en mi oído, Harry, no hasta la mitad de mi garganta.

—No la puse a mitad de tu garganta. —Sus ojos se estrecharon—. Nunca antes he tenido ninguna
queja sobre la forma en que beso.

No dije nada.

—Esto es una mierda. Te gustó el beso. Sé que sí.

—Fue bastante agradable.

—¿Bastante agradable? —preguntó, apretando los tendones en su cuello como si tuviera la


intención de sacar a Hulk sobre mí—. ¿Acabas de llamar a mi beso "bastante agradable"?

—Sólo fingíamos, Hazz. ¿Te acuerdas? ¿Por qué no te calmas? —Di un paso atrás, dándole una
sonrisa tranquila.

Dio un paso adelante, con brillantes ojos verdes ardiendo. —Ese beso no fue sólo jodidamente
"bastante agradable".

—¿No crees que estás exagerando un poco? —Traté de reírme de ello.

No se apaciguó. —No.

—Supongo que simplemente no congeniamos de esa manera. Lo que creo que es muy afortunado,
dada la situación, ¿no? Mantiene las cosas sin complicaciones, de la forma que querías, ¿no?

—Incorrecto.

—Cuidado ahí. Creo que es una proyección de tu ego. No todas las personas necesitan caer a tus
pies.

—Tú lo haces.

—Ja. No, Harry, yo no.

—Lo haces.

—No lo hago.

—Lo haces.

—Basta. —Lo miré. Por Dios, las estrellas de rock eran tan infantiles. Niños mimados.

El silencio entre nosotros era ensordecedor, las profundidades del espacio no podrían competirle.
Era como si estuviéramos en una burbuja nuevamente. En el interior no existía el condominio, no
había ninguna fiesta, ni música, luz, o charla. Pero podía controlar esta situación. De ninguna
manera dejaría que mi cabeza se desordenará por una estrella de rock que se marcharía en algún
momento.

—Quiero una repetición. Ahora —exigió.

—No es posible. —Puse una mano en su pecho, tratando de detenerlo. No sirvió de nada. Su
corazón latía con fuerza contra la palma de mi mano, incluso a través de las capas de ropa.
Se alzaba cada vez más amenazadoramente cerca, lamiendo sus magníficos labios. —En este
momento, Louis. Tú y yo.

—No lo creo.

—Puedo hacerlo mejor. —Se acercó más.

—No tienes que demostrarme nada, Hazz.

—Te gustará esta vez, lo prometo.

Si me gustaba su beso aún más tendría una falla cardíaca. —De verdad, no es necesario.

—Solo una vez más —dijo, con voz embriagadoramente baja y suave, adormeciéndome. Maldito
—. No es gran cosa. Sólo dame una oportunidad más.

Su boca se cernía sobre la mía, la anticipación atándome en nudos. Maldita sea, no iba a detenerlo.
Ni un poco. Era la peor.

—¿Problemas en el paraíso? —Alex Cox salió al balcón, con sonrisa burlona marca registrada en
su lugar. Podría besarlo por su oportuna intervención. Excepto que los besos fueron los que me
metieron en este lío.

—¿Escondiéndote de Lewis? —preguntó Harry con calma.

Alex agitó su cabello oscuro. Su mirada se deslizó sobre mí antes de pasar a las luces de la ciudad.
Fue una no/respuesta si alguna vez vi alguna.

—Sí, eso es lo que pensaba. —Resopló Harry. Toda su intensidad se evaporó en el aire, gracias a
Dios—. Nos encontramos bien gracias, hermano. Simplemente eligiendo nombres para nuestros
futuros hijos. Louis quiere Harry Junior para un niño, pero le dije que no, en absoluto. El chico por
lo menos debe tener la oportunidad de una vida sin estar bajo la sombra de su padre.

—Eso es muy generoso de tu parte —dijo Alex.

—Lo sé, ¿verdad? Ser padre se trata de hacer sacrificios.

Harry deslizó su mano detrás de mi cuello, frotándome los músculos tensos. —Relájate —ordenó
—. Esto no es bueno para el bebé.

—No estoy embarazado.

—Ah, mierda, eso es correcto. Estábamos manteniéndolo en secreto. Lo siento, pequeño erizo. —
Se golpeó a sí mismo en la frente. Hubiera sido feliz de haberlo hecho por él.

—No te preocupes —dijo Alex—. Hemos sido amigos desde que éramos niños. Sé cuándo está
hablando mierda.

Desearía hacerlo.

—¿Quién está embarazado? —preguntó Edward Cox, vagando hacia el balcón con su esposo en
una mano y una cerveza en la otra.

Con una mirada de orgullo, Harry me frotó el vientre. Cualquier redondez era mucho más probable
que se debiera a mi debilidad por los pasteles que por cualquier acto de procreación.
—No estoy...

—Lo manteníamos en secreto —dijo Harry—. No queríamos eclipsar a los tortolitos.

—Trabajo rápido —dijo Edward con un amago de sonrisa.

—Mis muchachos saben nadar. —Harry le guiñó un ojo.

—No creo que puedas decirlo tan pronto, idiota. —Alex cruzó los brazos, apoyándose contra la
pared de ventanas—. Por la ciencia y esas cosas, ¿no?

—Un hombre de verdad sabe cuándo el amor de su vida se embaraza, Alex. No espero que lo
entiendas.

—Un hombre de verdad, ¿eh? —Alex se apartó de la ventana, caminando lentamente hacia Harry.
Su sonrisa hubiera dado a un tiburón segundos pensamientos. Infiernos, ambos sonreían. ¿Qué
pasaba con los hombres idiotas que sentían esa necesidad primordial de sacar la mierda unos de
otros por el gusto de hacerlo? ¿Por qué?

—Chicos —dijo Will—. Nada de puñetazos en la repetición de mi boda, ni lúdicos, ni de cualquier


otro tipo.

—¿Qué hay de bofetadas de perra? —preguntó Harry, balanceando su brazo en dirección a Alex.

—Mejor no. —Tomé su mano y lo arrastré a mi lado antes de que pudiera hacerle daño a alguien
—. Y Alex tiene razón. Cuarenta y ocho horas es demasiado pronto para decirlo. No es que lo
estuviésemos intentado. —Me apresuré a añadir.

Las cejas de Harry se alzaron mientras me daba una mirada herida. —No puedo creer que te hayas
puesto del su lado, en mi contra. Eso me duele mucho, pequeño erizo. Tú, más que nadie, deberías
saber que mi esperma tiene una calidad superior.

—No te imaginas cuánto tiempo podría pasar sin volver a oírte hablar de tu esperma, hombre. —
Shawn negó con la cabeza.

—No te sientas mal, amigo. Es natural que mi esperma alfa te haga sentir penosamente
inadecuado.

Con un largo gemido, Alex se cubrió el rostro. —Deberías haberme dejado golpearlo. Si alguien
alguna vez necesitaba algo de puto sentido derribándolo...

—Lo sostendré —ofreció Shawn.

—Ya basta —dijo Edward.

Harry abrió la boca, ojos brillando de júbilo. Así que coloqué mi mano sobre su boca, rápido e
inteligentemente.

—Harry, ¿por qué no hablamos de tu esperma después? —sugerí. Me besó en la palma de la mano
y poco a poco la bajé—. Gracias. Y no tendremos un bebé.

—Está bien, Louis. Lo que digas, pequeño erizo.

Shawn se echó a reír. —¿Qué, eres un mandilón ahora?

Sin emitir un comentario, Edward extendió la mano y golpeó al hombre más grande en la parte
posterior de la cabeza.

—¡Oye!

—Gracias, Ed. —Harry me atrajo de nuevo a sus brazos.

—Eso fue por Louis —dijo Edward—. Basta de mierda embarazosa mientras estén nuestras visitas
alrededor. Actúen como personas de su maldita edad, chicos.

—Una pala, Harold. Una pala vieja y oxidada. Ese es tu destino si molestas a mi amigo. Mantenlo
en mente. —William se acercó para darme un beso en la mejilla—. Te deseo toda la suerte del
mundo con él. Eres un hombre valiente.

—Sí, estoy empezando a pensar que lo soy.

—Me gusta la forma en que te mira —dijo en voz baja—. Eso es nuevo.

—Tu segunda boda fue hermosa. —Le di mi sonrisa más grande y brillante, dejando a un lado el
tema de mi nuevo novio falso por completo.

Will pasó un brazo alrededor del cuello de su esposo, y le dio un beso en la mejilla. —Sí, lo fue.
Fue increíble.

—Te amo, bebé. —Edward le devolvió el beso.

—Yo también te amo.

Le susurró algo al oído. Algo que la hizo reír. —No podemos... mis padres están aquí. Más tarde.

La boca de Edward se torció hacia abajo.

—¿Quiere decir esto que vienes a la gira, Louis? —preguntó William—. Por favor, di que sí.

—¡Por supuesto! —Harry me abrazó, apretándome lo suficientemente como para hacerme jadear.
Mis pies incluso dejaron brevemente el suelo.

—No sé nada de eso. No he tenido oportunidad de pedir ningún tiempo libre todavía. —Me moví
hasta que Harry me dio un respiro. Sin embargo, no me dejó ir mucho más allá de él. No fue un
problema, podía ignorarlo y a los locos sentimientos que me inspiraba. Sería genial experimentar
la vida en la carretera, pero no fui invitado. Además, estaba el trabajo, Niall, la vida real, y todo
eso—. ¿Cuándo comienza la gira, por cierto?

—El primer espectáculo es en Portland en cinco días.

—¿Cinco días? —No fui capaz de pagar por los boletos cuando salieron a la venta hace unos
meses. Y por supuesto que se agotaron en cuestión de minutos. Con mi asistencia negada, ignoré
deliberadamente sobre lo que la mayor parte de la ciudad hablaba. Llámalo celos mezquinos, si
quieres.

Mi tiempo con Harry era muy corto. Mi estómago cayó y me dolió el corazón. El dolor del
conocimiento. No importa qué tan aterradoramente estúpido me hicieran sus besos, no quería que
se fuera. Hacía mi vida mejor, más brillante. Qué idiota de mi parte encariñarme con él. No lo
quise, pero la evidencia era clara.

—No estés tan triste, pequeño erizo. —Me tomó suavemente la barbilla, con los ojos serios—.
Trabajaremos en algo.
—Chicos, están listos para hacer las fotos. —Troye se encontraba en la puerta, con una copa llena
de champán en la mano. Después de algunas quejas, Alex se dirigió al interior. William y Edward,
tomados del brazo, lo siguieron detrás.

—Gran actuación —susurró Harry, colocando un beso suave en mi cuello—. Honestamente pensé
que estabas a punto de echarte a llorar.

Es curioso, también pensé que podría hacerlo. Resoplé una carcajada y le di mi mejor sonrisa falsa.
—Representé al león cobarde en la producción de mi secundaria de El Mago de Oz.

—Eso lo explica todo.

—Fue básicamente ser un cobarde con todo, pretendiendo hablar poco, mientras usaba un genial
disfraz de león.

—Apuesto a que fuiste el más bello león cobarde de todos.

—Gracias. Y, ¿embarazado? ¿En serio?

Rodó los ojos y me dio un beso en la mejilla. —Lo siento, lo siento. Simplemente me dejé llevar.
¿Me perdonas?

Me tomé dos segundos. —Sí.

—Gracias. Es muy amable de tu parte. Realmente no quería destacar tu delicada condición.

Gruñí.

Empezó a reír.

—¿Vienen? —preguntó Edward, mirando sobre su hombro.

—Voy a esperar aquí afuera —dije, dando un paso atrás alejándome de Harry mientras todavía
podía. Inmediatamente, el aire de la noche fría se precipitó sobre mí, dándome escalofríos.

Edward negó con la cabeza. —No, Louis. Tú también. Si estás con él, eres de la familia.
Terminaremos con esto para que podamos descansar y relajarnos.

—Ya oíste al novio. —Harry me agarró la mano, atrayéndome de nuevo—. Sólo una cosa primero.

—¿Qué?

Por el brillo en sus ojos, debería haberlo sabido. Sus labios descendieron, presionándose contra los
míos. Sus brazos se enrollaron alrededor de mí, tirándome contra él. Mi grito de sorpresa fue la
entrada en mi boca que necesitaba. Resultó que sabía cómo reírse malvadamente y besarme sin
sentido, al mismo tiempo. No debería sorprenderme eso tampoco. A pesar de eso, el beso fue
conmovedoramente suave. Me besó dulcemente hasta que mi cabeza daba vueltas y mi corazón
latía con fuerza. Mis rodillas flaquearon y mi parte baja clamaron misericordia.

Y continuó besándome.

—¿Cómo estuvo ese? —preguntó finalmente, mirándome a los ojos, que, sin duda, se encontraban
aturdidos—. ¿Mejor?

—Um, ¿sí?
Aspiró por la nariz, con las cejas fruncidas. —Mierda, todavía no estoy haciéndolo bien. Voy a
mejorar este beso. Lo haré. Sólo tenemos que seguir intentándolo. ¡Nunca me rendiré contigo,
pequeño erizo!

Estaba acabado.
DIEZ

Estudié mi reflejo en el espejo del pasillo mientras la fiesta continuaba en la sala de estar. Un lado
de mi labio inferior se encontraba ligeramente más hinchado que el otro. Honestamente, lo estaba.
Me veía ridículo. El baterista estaba loco. Siempre cabalgando al borde de necesitar admisión
inmediata a una bonita habitación blanca, suave y acolchada. Y por un tiempo, incluso fue una
especie de manera encantadora un poco convencional. Pero ahora oficialmente perdió toda
apariencia de control.

¿Me gustaba morder? No. No, no me gustaba. Tampoco mordisquear y especialmente no me


gustaban los chupetones o a las tan llamadas "mordeduras de amor". La marca en mi cuello no me
impresionaba y me sentía bastante seguro de que tenía un hematoma justo por encima de mi culo
donde me presionó contra el mostrador de la cocina.

No hacía falta decir, que su duro y amoroso experimento no fue un éxito.

—Dios, maldito maniaco.

—¿Perdón? —preguntó el hombre que esperaba a mi lado por el baño principal.

—Nada. Sólo maldecía en voz alta. —Le di una amable sonrisa social—. No me prestes atención.

Asintió y volvió a aplicarse brillo labial con la precisión de un artista antes de proceder a
acomodarse su camisa color salmón. ¿Cuáles eran las probabilidades de que tuviera crecimiento
acelerado en mis tempranos veinte y mi trasero se desarrollaran como el suyo? Deseaba tener
menos trasero y ser más delgado pero esos deseos se iban al comer un pedazo de pastel o algo
bañado en chocolate.

—Estás con Harry Styles, ¿verdad? —preguntó.

—Así es. —No diría que me pavoneé exactamente, pero hice correr mis dedos por mi cabello.

La sonrisa que me dio parecía poco sincera, a pesar de ser cegadoramente brillante. —Creo que es
muy valiente de tu parte.

—¿Qué quieres decir?

—Te encuentras fuera de su rango. —Sus ojos se encontraron con los míos en el espejo del baño.
Eran oscuros, malos, y de un hermoso color avellana—. Quiero decir, está claro que no estás a su
nivel. Pero, por qué no disfrutar de él mientras puedas, ¿verdad?

Lo comprobé en el espejo. Pero, sorprendentemente, no había vapor saliendo de mis oídos. Mi


boca se abrió, pero me tomé un momento para encontrar las palabras adecuadas. —¿De verdad
acabas de decir eso?

—¿Qué? —Se rio nerviosamente, moviendo rápidamente su cabello y observando su perfecto cutis.

—Soy un completo desconocido para ti.

—Oye, creo que es genial. ¡Vamos hermano y todo eso!

Qué mezquina y envidiosa mentira. De ninguna manera iba a entregarle a este imbécil el poder de
hacerme sentir inferior.

—No soy tu hermano. Tengo un hermano y nunca me diría algo así.

Los labios perfectamente brillantes del hombre se abrieron de golpe.

—En serio, cariño —dije—. Tus modales son horribles. Eres un jodido perdedor y vete a la mierda.

La puerta del baño se abrió y tomé mi turno, cerrando la puerta con un poco más de entusiasmo del
necesario. Mis hombros se elevaron en torno a mis oídos cuando me dirigí de nuevo a la fiesta, la
leve palpitación en mi labio casi olvidada. No miré atrás hacia el imbécil.

Personas. Maldita sea.

La música de rock pesada me golpeó, manteniendo mi reciente agitación. Quería golpear algo. No
a alguien, sino algo. Sólo darle a una pared inocente un golpe con la mano para dejar salir algo de
la presión que se acumulaba dentro de mí. Ralenticé mi respiración, intentando tranquilizar mi
mente maldiciendo.

Todo se encontraba bien.

Harry, Alex, y Shawn se encontraban al lado, tomando sus bebidas, ignorando las miradas
esperanzadoras de las chicas y chicos en las inmediaciones. Mierda, ¿así era esto para ellos todo el
tiempo? Tenía que volverse viejo. A pocos pasos de distancia, Lewis conversaba con una mujer de
su edad. Su mirada se deslizaba de nuevo a Alex de una manera que no expresaba exactamente
interés profesional. Imagina eso.

Fuera del espacio confinado, pude respirar de nuevo. Todo se encontraba bien.

—¿Qué pasa? —preguntó Harry cuando me acerqué.

Detrás de nosotros, el hombre se pavoneó saliendo del baño, arrojándole a mi falso novio una gran
sonrisa falsa. No tenía ni una pizca de vergüenza.

—Prométeme algo —le dije.

—Por supuesto.

Me detuve, sonriendo. —Ni siquiera vacilaste.

—Estás enojado por algo. —Se inclinó, haciendo que nuestra conversación fuera privada a pesar
de la sala repleta—. ¿Qué pasa?

—Prométeme que no dormirás con él. —Asentí hacia la bruta en cuestión. Ahora se hallaba
ocupado hablando con un anciano, sonriendo y asintiendo. Con toda probabilidad, era primo de
William o algo igualmente inofensivo, no un "Arpía de la oscuridad". Pero eso no hacía correcto su
comportamiento. También, en algún momento cercano, debería tratar de no insultar a alguien cada
vez que entrara en este edificio. Era una gran idea.

—No dormiré con él—dijo Harry.

—Y tampoco tendrás sexo con él.

Rodó los ojos.

—Solo para aclarar.


—¿Qué te hizo, Louis?

—Me insultó. Pero está bien. —Sólo necesitaba saber que nunca conseguiría estar cerca de él.
Ahora mi alma se hallaba en paz—. Continuemos con la fiesta.

La cara de Harry se endureció, su boca apretada. —¿Qué mierda te dijo?

—Eso no importa. Podría conseguir otra bebida. No tengo idea de donde dejé la mía y de repente
el alcohol suena como una buena idea. —Comencé a caminar hacia la cocina, completamente bien
con mi mundo otra vez. La justicia prevalecería. Los pantalones de Harry se encontraban cerrados
para aquel malicioso hombre.

Una mano enganchó mi codo, atrayéndome de nuevo hacia el cuarto de baño. Era un bonito cuarto
de baño. Superficies de piedra de color gris oscuro, con partes de cromo brillante. Un gran cuarto
de baño, de verdad, pero no necesitaba pasar tanto tiempo en él.

—¿Harry?

Cerró la puerta. Guau, sus ojos. No mostraban ni un solo indicio de felicidad.

—¿Qué te dijo?

—Oye, de verdad, está bien. —Apoyé la cadera contra el mostrador, dando el ejemplo correcto y
tratando que se lo tomara con calma. No esperaba este nivel de emoción.

—¡LOUIS!

—Sólo necesitaba saber que no obtendría lo que quería, es decir, a ti. La culpa es de mi negro y
pequeño corazón vengativo —bromeé.

No se río.

Con el rostro todavía marcado por líneas furiosas, acechó hacia mí, apoyándome en el mostrador.
El borde de piedra gris duro conectó de golpe con la antigua contusión en mi espalda. Me dolió.

—Ouch. —Me froté el punto doloroso, haciendo una mueca.

—¿Qué?

—Creo que tengo una contusión por la mesada de la cocina. Es tu culpa.

Carraspeó de una manera extrañamente sexy. Realmente nunca se me ocurrió que el ruido pudiera
encenderme—. Ya te dije que lo siento por eso.

Me tomó por la cintura y me puso en la parte superior del mostrador. Sus hábiles manos separaron
mis rodillas todo lo que mi pantalón permitía y dio un paso al centro.

—Ah, ¡oye! allí. —Puse las manos sobre sus hombros, presionando contra el atractivo material de
la chaqueta del traje—. Retrocede un poco.

—Dime lo que dijo.

—¿Por qué? ¿Vas a desafiarlo a un duelo? ¿Pistolas al amanecer?

—Lees demasiados libros.


—¡Ni hablar! —grité, horrorizado.

—Sin duelo. Pero te aseguro que echaré su culo de aquí.

—Harry, en serio. Lidié con él. Está bien.

Sólo me miró.

—Muy cortésmente le di las gracias por su opinión y le dije que se fuera a la mierda.

La tensión en su rostro se alivió un poco.

—¿Le dijiste que se fuera a la mierda?

—Sí, lo hice. Canalicé mi Cardi B interior y no tomé nada de su mierda.

—Bien. Me gusta ese límite. ¿Y ahora estás bien? —Puso sus manos sobre el mostrador a cada
lado de mis caderas, lo que significaba que nos encontrábamos terriblemente cerca. Tan cerca que,
con un poco menos de ropa, casi estaríamos juntos en el sentido bíblico.

—Estoy bien. Aunque mi labio inferior está un poco lastimado. No más mordiscos.

Dejó escapar una carcajada.

—Sí, sí. Me imaginé eso cuando jalaste la mitad de mi cabello para lograr alejarme de ti. Sabes que
puedes ser un poco violento, pequeño erizo. Me gusta eso.

Sonreí y él sonrió y todo estaba bien y correcto.

—Sin embargo, definitivamente no dormirás con él —le dije, sólo para estar seguro. Realmente no
me gustaba ese estúpido—. En serio.

—Mi polla no se acerca a alguien que es grosero con mis amigos. Eso no está bien.

—Tu polla tiene buen gusto, entonces.

Sus ojos se volvieron nebulosos.

—¿Hazz?

—¿Hmm? Lo siento. Me gusta la forma en que dices "polla" y "gusto" en la misma frase.

—Correcto. —Así que no iba ir allí. Me retorcí, siempre muy discretamente en la encimera—.
Gracias por preocuparte por mí. Pero tenemos que volver a salir y unirnos a la fiesta.
Probablemente la gente quiera ir al baño.

—Hay cuatro más. —Suavemente como una pluma, rozó sus labios con los míos. Cada nervio de
mi cuerpo se activó por el contacto—. Voy a hacer que te sientas mejor, Louis.

—Ah, sí. Ya dije que me sentía bien. ¿Y te acuerdas de esa línea en la arena que dibujaste para que
no nos involucráramos de una manera sexual y esas cosas? Estás jugando con ella a lo grande esta
noche.

—No es un problema.

—En cierto modo lo es. No quiero ser tu juguete, Harry.


—¿Mi juguete? ¿De qué demonios estás hablando? —Sus manos se deslizaron alrededor de mi
trasero y de repente fui jalado contra él. Todo él. Y por lo que sentí, gran parte de él tenía un estado
de ánimo bueno y duro.

Grité y envolví mis piernas alrededor de sus caderas. Juro por Dios, no era mi intención. Fue un
accidente. Cuando apretó su polla contra mí, me generó pensamientos imposibles. Mi polla estaba
a punto de despertarse y querer ser tocada. Toda esta conversación de bebés obviamente les dio
ideas. Aun así, hice un esfuerzo simbólico por resistir.

—Está bien, grandote. Eso es suficiente.

Suavemente, besó mi labio inferior.

—¿Todavía duele?

—Totalmente curado. —Oh me duele, me dolía. Sin embargo, un poco más de presión en mi
trasero, haciendo que mi mente se tambaleara, haría el trabajo. Me sacudí contra él, incapaz de
detenerme. Mis párpados se deslizaron medio cerrados. Maldita sea, se sentía bien.

—No eres mi juguete, Louis. Eres mi amigo. Uno en el cual estoy malditamente interesado por
muchas razones.

No pude evitar sonreír. —Tú también eres mi amigo.

—Pero sabes, está bien que nos relajemos y pasemos un buen rato. —Demostró este punto
amasando mi culo—. No tienes que estar tenso todo el tiempo. No dejaré que nada malo suceda.

Harry Styles podría haber sido un montón de cosas, pero omnipotente no era una de ellas. Las
cosas malas sucedían. Era una realidad de la vida.

—¿Qué estás pensando? —preguntó, frotándose contra mí, una vez más, descarrilando mi tristeza.

—Nada. —En sexo. Estrés. Un poco de ambas cosas, verdaderamente.

—De verdad me gusta tu parte trasera.

—Gracias. Bonito traje; te ves increíble.

—He pensado en este problema de besos que tenemos.

—No existe un problema de besos. Todo el mundo cree que estamos juntos así que... un trabajo
bien hecho por el equipo de Larry. Harry y Louis. —Levanté el puño alto—. ¡Yay!

Se rio en voz baja. —¿Ves? Puedes ser divertido.

Le di lo que tenía que ser una sonrisa aturdida. Dios, era hermoso, especialmente así de cerca.
Inclinó la cabeza y acarició mi mejilla con la nariz, besando la comisura de mi boca. Los dedos
juguetearon con abrir la cremallera de mi pantalón. Sin moverlo, sólo ocasionalmente
amenazándome con su descenso inminente. Buen Dios, disfrutaba ser amenazado de esta manera
por él. Mis pezones se endurecieron, más que listos para ser expuestos. Ellos no tenían ninguna
sensatez.

—He estado pensando —dijo—. Tal vez necesitas ser besado en otros lugares.

El hombre era un puto genio.


Muy lentamente, bajó la cremallera uno o dos centímetros. Su sonrisa me desafío a detenerlo.
Lástima que perdí todo poder sobre mis miembros. La cremallera fue más abajo, aflojando mi
pantalón y rozando con sus dedos mi miembro—¿No me vas a detener? —preguntó en voz baja y
ronca.

—En cualquier momento. —No existía posibilidad.

Luego subió la vista a mi camisa. Con sus dedos torpemente abrió los botones y empieza a tocar mi
pecho.

—Louis. Joder. —Tragó saliva. Una muy buena señal. Suavemente, sus dedos trazaron sobre el
hueco en la base de mi garganta.

—¿Si?

—Eres tan malditamente...

Alguien aporreó la puerta, sacándome de mi niebla de lujuria.

—Harry, es el momento —gritó una voz.

No. ¡NO!

—¿Qu...? —Harry se volvió, frunciendo el ceño, mientras yo frenéticamente abrochándome mi


cremallera en su lugar.

La puerta se abrió y Shawn asomó la cabeza en ella.

—Por los clavos de Cristo, hombre —dijo Harry, con la voz tensa y furiosa—. Louis podría
encontrarse desnudo.

Shawn se burló— Nunca te importó que lo viera antes. Y si es un problema, hay una cerradura en
la puerta, idiota.

—Las reglas cambiaron.

—Mierda, hombre —dijo Shawn, mostrando los dientes en una amplia sonrisa—. Hablas en serio.

—Por supuesto que hablo malditamente en serio. Él es mi jodido novio, idiota.

La mirada de Shawn revoloteó sobre mi cuerpo. —Sí, bueno, tu jodido novio es bastante lindo.
¿Sabes qué? Creo que me gusta.

Cada parte de Harry se tensó. Tenía fuego en sus ojos. —Tú...

—No. —Agarré las solapas de su chaqueta—. No peleen.

Me miró, con las fosas nasales dilatadas. ¿Qué había en las bodas que invitaban a tanto drama?

—Lo digo en serio —dije—. Se trata de la noche especial de William y Edward.

Pero al parecer, Shawn se encontraba demasiado divertido para detenerse ahora.

—¿Recuerdas esa vez que compartimos a una chica en Berlín? Eso estuvo bien... muy bien.
Siempre pensé que me gustaría probar otra vez. ¿Qué dices tú, Louis? ¿Te apuntas a un poco de
diversión? Prometemos cuidar bien de ti.
Harry gruñó y me lancé, logrando agarrarlo del cuello. Básicamente colgaba de él. Maldita sea, el
hombre era fuerte. Shawn podría ser enorme, pero teniendo en cuenta el estado de ánimo actual del
Harry, no apostaría contra él en una lucha justa. Los músculos de su cuello se hallaban abultados.

—¿Harry? —dije su nombre con una voz súper tranquila y controlada. En diferentes
circunstancias, probablemente hubiera sido una terapeuta impresionante—. ¿Me estás escuchando?

—Sí. —Sus manos agarraron mi culo, sosteniendo un poco de mi peso. Fue algo bueno. Colgar del
cuello de alguien era más difícil de lo que parecía.

—Todo está bien. No le hagas caso —dije—. Shawn, vete.

El idiota movió las cejas hacia mí.

—Ahora.

—Claro, Louis. No te preocupes. —Me guiñó un ojo y cerró la puerta.

—Mantén la calma, Harry. El hombre malo se ha ido.

—Estoy tranquilo —gruñó, sosteniéndome con él.

—No lo decía en serio. Sólo jugaba contigo.

—¿No viste la forma en que te miraba? El idiota lo dijo en serio. —Me abrazó con fuerza—.
Pedazo de mala mierda, a veces es igual que Alex. Debería haber pateado su culo.

—Oye ahora, canaliza a ese cavernícola interior. Estás muy agresivo esta noche.

—No me gusta la gente que diga cosas sobre ti. No deberías tener que soportar eso.

—Bueno, eso es dulce. Pero no necesito que golpees a alguien por mí.

—Nosotros cuatro nos hemos estado golpeando unos a otros desde que éramos niños. Sucede. —
Con solo una mano, Harry abotono los botones de mi camisa en su lugar. Luego me atravesó con
una mirada dura—. No querías, ¿verdad?

—En general, prefiero una polla a la vez. Es un defecto mío, supongo...

—Bien.

Le di un beso en la mejilla porque el Harry celoso era una vista impresionante. —¿A qué se refería
con "es el momento"?

—Ed quiere tocar un par de canciones para William. Tenemos que regresar. — Suspiró y me sentó
de nuevo sobre el mostrador. Sus manos frotaron sobre mis costados—. ¿Estás bien?

—Sí.

Aun así, frunció el ceño.

—Sabes, puedes ser un poco intenso a veces, Harry Styles.

Me observó en silencio.

—Actúas siempre como este tipo despreocupado la mayor parte del tiempo, pero en realidad eres
un hombre de muchas capas. Eres un poco complicado.

—¿Sorprendido?

—Sí. Y no.

—Y me llamas complicado. ¿Bailarás conmigo más tarde? —preguntó, sacudiéndose el mal


humor.

—Me encantaría.

—Querías otra copa, ¿no? Vamos, vamos a buscarla antes de que comience. —Me ayudó a bajar,
sus manos en mis caderas, tratándome con máximo cuidado.

—Eres el mejor novio del mundo. Falso o no.

—¿Cuántos has tenido?

—¿Novios? Dos. —Levanté un par de dedos, por si acaso quería una ayuda visual. Era bueno
siendo servicial.

—¿Así que soy el número tres?

—No, tú eres el número dos. Las relaciones no son mi especialidad.

—¿No? —Levantó la barbilla, y me miró—. Lo estás haciendo realmente bien, Lou.

—Gracias, Hazz.
ONCE

Tenía un lindo mareo para el momento en que llegamos a casa. Compartimos un taxi con Nate y
Troye cerca de las tres de la mañana después de una fiesta increíble.

Por fin oí a Stage Dive tocar en vivo. Eran impresionantes tocando en acústico. Las voces de Alex
y de Edward se fusionaban juntas maravillosamente. Cada uno de esos hombres era tan
malditamente talentoso que hacían que me dolieran los dientes. Shawn, con su bajo, e incluso
Harry, privado de su kit completo de batería, hizo sentir su presencia de manera asombrosa. Todos
se unían en perfecto equilibrio, incorporados a la música.

Tal vez era más tarde de mi hora usual de dormir, pero no quería que la noche terminara. Todavía
no. Me acosté de espaldas, mirando el techo de mi dormitorio. Había dejado de girar hace un ratito.
La abertura en las cortinas dejaba entrar suficiente luz como para ver. Hace unos años atrás, en
noches como éstas cuando el sueño no venía, a menudo hablaba con Harry. Quiero decir, la versión
en afiche de él. Triste y psicótico, pero cierto. Ahora, el hombre mismo dormía al lado.

A veces la vida podía ser una cosa extraña y bella.

Otras veces era sólo un desastre. Pero a veces la belleza se imponía.

Pasé los dedos sobre mis pobres labios doloridos. Casi fueron besados hasta la extinción. Una vez
que Harry tenía una idea en la cabeza, era imparable. Y por lo visto bailar con él significaba
entregarse a una mini sesión de besuqueo. Se volvía más y más difícil fingir insatisfacción cada vez
que intentaba algo nuevo. Existían tantas formas de besar, que realmente no conocía. Suave y duro,
con o sin dientes, las diferentes profundidades de penetración de la lengua aparecieron en gran
parte. Y la colocación de la mano. Vaya, la colocación de la mano. Había hecho de todo, desde
acariciar suavemente mi cuello hasta masajear mi trasero. Un hombre que sabía qué hacer con sus
manos era verdaderamente una fuerza a tener en cuenta. Sólo lo detuve de bajar mi pantalón a
media noche.

Una gran noche.

Se dejó puesto sólo su bóxer corto de nuevo una vez que llegamos a casa. Fui al baño para agarrar
una peineta y allí estaba él, lavándose los dientes. Un hombre lavándose los dientes nunca fue tan
excitante, incluso con la baba blanca burbujeante deslizándose por la comisura de su boca. Mi
conjetura sería que él no tenía pijamas. Nop, un hombre como él debía dormir desnudo. Una
brillante deducción científica basada en el hombre caliente y fuerte actualmente ocupando mi sofá.
Con demasiada facilidad podía imaginar su piel cálida y bronceada expuesta. ¿Dormía sobre su
espalda, su vientre o de costado? Estéticamente, sobre su espalda sería más agradable... por varias
razones.

Pero si se acostaba sobre el vientre, la larga línea de su columna vertebral sería un espectáculo, con
el bono extra de su culo. Vendería algo importante por ver su trasero desnudo. Mis libros, mi lector
de libros electrónicos, mi alma, lo que fuera necesario.

Y podría pensar en otra cosa en cualquier momento que quisiera. Pero ¿por qué lo haría?

No, masturbarse era una táctica mucho más práctica. Me encontraba todo despierto y acelerado,
mis pezones duros, mi trasero necesitado t con mi polla ardiendo en deseo. Había llegado el
momento de tomar el asunto en mis propias manos.

—Mm, Nate...

Más gemidos.

Algunos quejidos.

Un ruido sordo.

—Cariño, sí.

—Chúpalo, Troye.

De. Ninguna. Jodida. Manera.

Me tapé la cara con la almohada y en silencio grité. Si ponía música para ahogar sus sonidos (mi
táctica usual a seguir para hacer frente a las pasiones nocturnas de Nate y Troye) probablemente
despertaría a Harry.

Dos golpes más. La cama de al lado empezó a crujir. Era tan alto que casi no escuché la puerta de
mi habitación abrirse.

—¿Pequeño erizo, estoy en el infierno? —Harry entró y se sentó en el borde de la cama.

—Sí. Sí, lo estás. Lo siento. Este es el primero y el peor nivel de todos, aquel en el que puedes
escuchar a tus vecinos follando a través de las paredes finas como el papel.
Troye hizo un poco de ruido chirriante al que era particularmente propensa durante tales
encuentros. Me encogí de vergüenza.

—Haz que se detenga —susurró Harry, la boca abierta con horror—. Oh, mierda, no. Esto es
horrible.

Los dos empezamos a reír en voz baja. Era la única respuesta sensata.

—Vamos a un hotel —dijo, alejándose de mi cama.

—Son las cuatro de la mañana.

—¿Cuánto tiempo tardan normalmente?

—Han estado bebiendo, así que esto podría continuar durante un rato. — Subí mis rodillas,
abrazándolas duro contra mi pecho. No necesitaba enterarse acerca de la situación de mis pezones.
La triste verdad era que escuchar a la gente teniendo sexo bueno y ruidoso no ayudaba. Suerte que
llevaba mis mejores y más cómodos pantalones de algodón y una camiseta vieja. Eran tan holgados
que escondían todo. De lo contrario, tener a Harry sentado en mi cama tan cerca podría haber sido
un toque embarazoso.

—¿No hay algo malo en ello? —dijo Harry, frunciéndole el ceño a la pared como si lo hubiera
ofendido personalmente—. Soy el baterista de Stage Dive. No me mantengo despierto por otras
personas teniendo sexo salvaje. Yo los mantengo despiertos. Mantengo putos barrios enteros
despiertos.

—Maldita sea, bebé. Eres muy bueno en esto —gruñó Nate a través de la pared.

—¿Oíste eso? —preguntó Harry.

—Sip.

—Bien. Eso es todo. —Harry se puso de pie sobre la cama. Como mucho sólo había unos treinta
centímetros entre él y el techo—. Se está burlando de mí. Me está desafiando.

—¿De verdad?

—Ese desgraciado...

—Y siempre pensé que Nate era un buen chico.

Me tendió la mano. —Vamos, Louis. Debemos defender nuestra falsa vida sexual.

—Mierda. —Le tomé la mano, dejando que me levantara—. No me dejes rebotar fuera del lateral.
Y no te golpees la cabeza.

—No voy a golpearme la cabeza. ¿Quieres dejar de ser tan adulto por un minuto? Relájate,
diviértete un poco.

—¡Más duro, Nate! —Vino de al lado.

Harry carraspeó ruidosamente. —¡Louis!

—Harry...

—Más fuerte —dijo entre dientes, cuando empezamos a rebotar. La estructura de madera de mi
cama hizo crujidos sorprendentes. Del tipo que no había hecho en mucho tiempo, casi nunca. Si
sólo fuera debido a nosotros estando en posición horizontal y desnudos. Eso sería tan genial.

—¡Harry!

—Eres un chico muy atractivo, Louis —expresó Harry por el bien de nuestros vecinos—.
Realmente me gustas mucho.

—¿En serio? ¿Esa es tu versión de charla sexual?

—Vamos a escucharte hablar sucio, entonces. Adelante.

Cerré la boca. Se quedó cerrada.

—Cobarde. —Harry giró el rostro hacia la pared que compartíamos con Nate y Troye—. Sabes tan
jodidamente bien.

—¿Cómo a qué? —le pregunté sin aliento, apretando los músculos del muslo. El hombre era
afortunado de que no lo atacara con mi polla—. ¿Cómo a qué tengo sabor?

—Bueno, como a miel, crema y... no sé, ¿a pan?

Arrugué la nariz. —¿A pan?

—Sí. A pan sexy que podría comer todo el tiempo porque eres tan deliciosa y lleno de valor
nutritivo integral.

La siguiente ronda de risas hizo que los músculos de mi estómago se pusieran rígidos, pero seguí
rebotando. Qué raro estar riendo, saltando y calentándose al mismo tiempo. Algunos amigos de
Niall y míos tenían un trampolín cuando éramos niños. Sin embargo, nunca había sido tan
divertido como esto.

Luego Harry saltó particularmente alto y golpeó el techo con la cabeza. Se dejó caer sobre su tan
codiciado trasero, frotando la cima de su cráneo. —Joder. Ouch.

—¿Estás bien?

La cama se derrumbó repentinamente, un extremo de la estructura de madera se estrelló contra el


suelo estrepitosamente. El ruido fue impactante. Como el repentino silencio de al lado. Tropecé,
me resbalé y acabé aterrizando medio en su regazo. Afortunadamente, un brazo fue alrededor de
mí, impidiéndome rebotar más. Nos sentamos allí, básicamente, pecho a pecho, con una de mis
piernas arrojada sobre las suyas.

—Rompimos mi cama —le dije, señalando lo obvio.

—En la batalla, los sacrificios deben ser hechos, pequeño erizo.

—¿Tu cabeza está bien? ¿Necesitas una bolsa de hielo? —Le aparté su lío de cabello rizados de la
cara. Tal vez necesitaba medicina sexual. Me sentía tan listo para eso. Estaba justo en la punta de
mi lengua sugerirlo. La bravuconería ebria era lo mejor.

—Está bien. —Su sonrisa llegó muy lentamente.

Alguien llamó desde la pared del lado de Nate y Troye. —¿Los dos están bien?

—Estamos bien —respondí—. Gracias. Continúen.


Pude oír la risa apenas contenida. Mi cara se sentía caliente. Un merecido ardor caliente.
Probablemente podrías cocinar un filete en ese ardor. Mierda, todo el mundo se enteraría. Y quiero
decir, todo el mundo. Nunca íbamos a superar esto.

—Se están burlando de nosotros —dije.

—Tonterías. Sólo follamos tan duro que acabamos rompiendo tu cama. Desean ser nosotros. El
orden natural de la condición sexual ha sido restaurado.

Ambos nos reímos. Era todo tan ridículo.

Pero entonces la risa menguó hasta desaparecer y seguimos sentados allí mirándonos el uno al otro.
Su rostro se encontraba en sombras. Imposible leerlo. Sin embargo, el engrosamiento de su polla
hizo notar su presencia contra mi muslo. Lo que no hubiera dado por saber lo que pensaba. Todo
mi razonamiento se fue directamente a entre mis piernas y oh, mierda, se sentía bien. Me hubiera
gustado que él hiciera algo porque no me sentía seguro de que yo podría. Reaccionó a mí, pero
¿qué significaba eso? Las pollas hacían cosas. Cosas misteriosas, como ponerse duras sin ninguna
razón. El sexo definitivamente no era parte de nuestro acuerdo. Fue específico. Y, sin embargo,
todos los besos y las bromas de esta noche...

Nunca estuve tan confundido en toda mi vida. Confundido y cachondo.

Al lado, los ruidos comenzaron una vez más ya que tomaron mi consejo y, efectivamente,
siguieron adelante.

—Estoy bastante seguro de que no están pensando en nosotros en lo absoluto —dije.

—Sólo por curiosidad, ¿qué tan borracho estás?

—La habitación gira un poco. ¿Por qué?

—Por nada. Mejor nos movemos —dijo, con voz gutural. Con cuidado, me levantó de encima de él
y luego salió de las ruinas de mi vieja cama. Los dos nos quedamos allí, colectivamente ignorando
el bulto en sus pantalones. Para nada incómodo. No obstante, también tenía que ignorar mi bulto en
mis pantalones. Anhelaba su toque para aliviarme.

—Vamos a ver una película —dijo—. Nadie va a lograr dormir pronto.

—Buena idea —mentí y lo dejé arrastrarme fuera de los restos del accidente—. Pobre cama. Pero
eso fue divertido.

—Sí, lo fue. No tan divertido como follar de verdad, pero, aun así, no estuvo mal.

Mi curiosidad pudo más que yo. O eso, o no tenía modales y de hecho todavía continuaba
borracho. —Hablando de eso, ¿qué pasó con tus amiguitos? Pensé que irías a visitar a una amiga o
amigo después de que regresáramos de la fiesta.

—Meh.

—¿Meh? —¿Tenía una media erección y me daba un "meh"?

—Entre preparase para esta gira y estar en una falsa relación seria, no he tenido tiempo.

—Muy bien. —No le creí en absoluto.

En cambio, mi mente alcoholizada dio pasos gigantes de lógica. Pequeña o ninguna razón estaba
involucrado. ¿Y si su falta de libido tenía que ver con su necesidad de un novio falso de alguna
manera? Tal vez tenía un verdadero misterioso novio escondido en LA y yo existía únicamente
para poner a la gente fuera de escena. En realidad, no. Esa teoría dolía. Pero quizás esto se trataba
de la apuesta que hizo con Shawn. Se había colocado a sí mismo en esta ridícula esquina con sus
bromas locas y ahora su orgullo sería herido si intentaba echarse atrás. Y esa teoría dolió aún más.
Sin embargo, ninguna probabilidad cubría que él estuviera triste a veces. Dejé que me condujera a
la sala, mi cabeza y mi corazón un desastre no tan sobrio.

—¿Qué hay de ti? No mantuviste en serio las piernas cruzadas hasta que el imbécil volviera a sus
sentidos, ¿no es así? —Se sentó en medio del sofá de terciopelo, jalándome a su lado,
manteniéndome cerca.

—No, he ido a citas. Sólo que no últimamente.

—¿Cómo que no últimamente? –Levantó el mando a distancia y la enorme televisión volvió a la


vida. Su brazo apoyado en el respaldo del sofá detrás de mí, la palma de su mano golpeando
repetidamente a un ritmo feroz.

—¿Qué te apetece ver? —pregunté.

—¿No me vas a decir?

—Un par de meses.

Pasaban alguna película de terror. De los años ochenta, si el cabello largo y la permanente en
forma de espiral eran algún indicador. Un par de senos apenas ocultos rebotaron su camino a través
de la pantalla. Una mujer gritó.

—Esto se ve bien —dijo Harry.

—Mmm-hmm.

—No te asustas fácilmente, ¿verdad?

—No. A pesar de que me pone triste cuando Johnny Depp se convierte en sopa de tomate.

—Apuesto a que sí. —Sonrió—. Sabes, hablaba en serio.

—¿Sobre qué?

—Sobre ti. —Miró al frente, nunca encontrando mis ojos. La luz de la televisión iluminaba los
ángulos y planos de su perfecto rostro—. Me gustas.

—Gracias, Harry.

Entonces ¿por qué no teníamos sexo? Obviamente, no le gustaba-gustaba. Sólo le gustaba, como
había dicho.

Mi mente empezó a girar por todas partes de nuevo.

—No me respondiste que te gustaba —instó, sonando un poquitín inseguro si mis oídos no me
engañaban.

—Oh, bueno. -Me giré para mirarlo, entrecerrando los ojos, ignorando los gritos viniendo de la
pantalla—. Eres...
—¿Soy qué?

—Tan...

—Vamos, pequeño erizo, te estás tomando demasiado tiempo. Dilo de una vez.

—Muy...

—Joder. Sólo voy a halagarme a mí mismo.

Suspiré larga y fuertemente, disfrutando de esto inmensamente.

—Eres incorregible —se quejó.

—¿Qué te parece extraordinario? ¿Funciona extraordinario para ti?

—Hmm. —Me dio una pequeña sonrisa de satisfacción—. Sí. No está mal. Quiero decir, sin duda
comienza a cubrir la gloria que soy.

—Y presumido. Muy, muy presumido.

—Mientes. —Sus dedos danzaron sobre mis costados, haciéndome reír y retorcerme—. Soy
perfectamente humilde.

—No. No me hagas cosquillas.

—Admite que soy tu razón de ser. ¡Admítelo! —Su brazo vino alrededor de mí, presionándome en
él mientras trataba de escapar—. Mierda, no caigas de la silla de nuevo. No puedo soportar más
golpes en la cabeza para salvarte.

—Entonces deja de hacerme cosquillas. —Resoplé.

—Hacerte cosquillas. Por favor. Como si fuera tan inmaduro. —Una mano se acercó y suavemente
presionó mi cabeza en su hombro y un brazo alrededor de mí se apretó—. Shh, tiempo de silencio
ahora.

El mareo caliente llenándome era diez veces mejor de lo que el alcohol podía proporcionar. No, un
millón de veces mejor, porque venía con la ventaja añadida de oler y sentir a Harry Styles.

—Relájate —dijo.

—Estoy relajado. —Cosas pasaron en la gran pantalla. Nada de eso importaba. Mis ojos se
cerraron mientras me concentraba en él. Cuales quiera que fuesen sus razones para estar aquí,
había pocas probabilidades de que alguna vez yo lograría lo que quería. Era la condición humana el
desear siempre más. Dicho esto, lo que tenía por el momento era malditamente muy bueno.
DOCE

Personas discutían de nuevo cuando me desperté. Solo que esta vez, no había gritos. Acalorados
susurros pasaban directamente sobre mi cabeza.

—¿Por qué mi hermano duerme sobre ti? —preguntó Niall.

—Porque soy su novio —respondió Harry—. ¿Quién eres tú? Louis no dijo nada acerca de tener un
hermano.

—¿No lo hizo?

—No. ¿Y de todos modos cuántas personas tienen las malditas llaves de este apartamento? Olvidas
el pestillo deslizante por un momento y es una ciudad abierta.

—Como Skye se fue, solo Troye y yo por lo que sé.

—No digas ese nombre. Se molesta cuando lo mencionan. Sus ojos se vuelven todos tristes y eso
me mata totalmente.

—¿Qué, Skye?

—Sí —gruñó.
—Bien, bien. —Una pausa—. Eres un poco caliente, ¿no es así?

Un gruñido desinteresado.

—No voy a ligar contigo, idiota. Es mi hermano y esta es mi voz desconfiada. ¿No te conozco de
algún lado? Tu rostro me es muy familiar.

Los dedos conectados a la gran mano ahuecando mi culo, lo apretaron. Qué es lo que hacía allí, no
tenía idea. Pero ¿me gustaba? Sí. Sí, lo hacía. Me encontraba durmiendo en la cama de Harry.
Hablando acerca de cosas celestiales. Ni siquiera podía recordar en qué momento me quedé
dormido. Obviamente, pasó en algún momento de la sangrienta película de terror porque todavía
nos encontrábamos en el sofá de terciopelo en la sala de estar. Mi hermano se encontraba aquí, así
que tenía que ser la mañana del domingo, el día de hacer nuestro deber y llamar a mamá. Siempre
realizábamos esta desagradable tarea juntos.

No quería moverme. No hasta el miércoles a lo más pronto. Me sentía con una ligera resaca.

Pero más que eso, no quería bajarme de Harry.

—¿Qué diablos le hiciste? Sus labios están hinchados y magullados.

—¿Lo están? —El cuerpo de Harry se movió por debajo del mío, y, sin duda, levantó la cabeza
para revisar los daños—. Mierda. Ah, sí. Él es un poco salvaje, ¿Verdad? Pero, ¿cómo iba a saber
si le gustaba morder o no, si no lo probaba?

—No le gusta —dijo Niall —. O por lo menos, no creo que le guste. Louis nunca pareció ser del
tipo que muerde para mí. Es más moderado...

—¿Moderado? —Harry rio suavemente—. Sí. ¿Por qué no le echas un vistazo a su cama, entonces
me dices cuán moderado es?

Se escucharon pasos, seguidos de un jadeo. —Jódeme. Está destrozada.

—Mi pequeño erizo es un animal cuando se pone en marcha.

—¿La llamas pequeño erizo? —La voz de mi hermano se hallaba llena de asombro—. ¿De verdad
contesta?

—Bueno, finge odiarlo. Pero en secreto, sé que lo ama. Su rostro se pone suave y todo eso.

Oh buen Dios, suficiente. Básicamente crie a este chico, no necesitaba escuchar esta clase de
mierda. Cualquier autoridad que una vez tuve, sería polvo. Abrí un párpado. —Cállate, Harry.

—Soy tu siervo en todas las cosas.

—¿Qué hora es? —pregunté, a la vez que un bostezo casi rompe mi mandíbula en dos.

—¿Harry? ¿Te dijo Harry? —preguntó Niall, acercándose a nosotros. Mi hermano y yo no nos
parecíamos mucho. Su cabello era de un color bastante rubio a comparación con el mío que era
castaño. Sus rasgos eran más delicados que los míos, aunque las dos teníamos cierto parecido con
mamá—. De ninguna manera.

Ja, esto sería divertido.

—Por extraño que parezca, sí, es cierto —dije, mi voz ligeramente presumida—. Harry, este es mi
hermanito, Niall. Niall, éste es Harry Styles. —Mi hermano no había sido gran fan de Stage Dive
como lo fui yo. Sin embargo, dudo que eso le impidiera ser un fan obsesivo.

Como sospeché, Niall chilló como un loco. Tanto Harry como yo hicimos una mueca. —Oh, Dios
mío, Louis te ama. Tenía toda una pared de su dormitorio dedicada a ti.

—¡No! —Mierda, ¿cómo no lo vi venir? El miedo me ahogaba. Alguien tenía que derribar a mi
hermano, ahora. Llevarla abajo y encerrarla en un armario. Era absolutamente por su propio
beneficio, pero, sobre todo, por el mío. Traté de arremeter contra él, pero fuertes brazos me
abrazaron atrapándome—. Niall. Cállate. Por favor, cállate. No necesita saber eso.

—Cuéntame más, Niall —exigió Harry—. ¿Dijiste toda una pared? Eso es fascinante.
Definitivamente necesito saber más.

—No, no lo necesitas.

—Cállate, Louis. Estoy escuchando.

Mis brazos no eran lo suficientemente fuertes como para cubrir la boca de Niall. Me tuve que
conformar con los oídos de Harry. Peleé con él, pero se sacudió las manos con demasiada
facilidad, el hombre astuto.

—Solía escribir tu nombre en su muslo con marcador permanente —informó mi traidor hermanito.
Era oficial, Niall estaba acabado. Existía una buena posibilidad de que pronto sería hijo único si
seguía hablando. Dado que mi madre rara vez notó que tenía hijos en absoluto, la pérdida no sería a
largo plazo demasiado debilitante.

—¡Eso es mentira! —grité, cubriéndome en un sudor frío.

—¿Lo escribía en el interior de su muslo? Apuesto a que lo hacía, él muy descarado. —Harry me
agarró las muñecas, sujetándolas contra su pecho. Un medio eficaz para impedirme golpearlo
sangrientamente—. ¿También dibujaba pequeños corazones con flechas que salían de ellos?

—No lo sé. —Mi querido hermano se sentó recto —. Pero practicaba firmando su nombre como
Louis Styles todo el tiempo.

—Estoy tan conmovido de que tomaras mi nombre, pequeño erizo. —Harry intentó besar mis
puños—. No, mierda, eso es increíble de tu parte. Significa el mundo para mí. Mi familia te amará.

—La-la-la-la —canté con mi voz más alta, ahogando a ambos lo mejor que pude.

—Y veía los videos de Stage Dive una y otra vez. A excepción de aquel en el que besaste a esa
chica. —Niall chasqueó los dedos, con el rostro tenso en concentración—. Carolina, ese era. De
plano se negó a verlo, si lo ponían se iba de la habitación.

Debajo de mí, el cuerpo del Harry Styles se estremeció porque se reía fuerte. El hombre tenía un
ataque de histeria. Incluso sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas, el súper imbécil. Su gran
mano se encontraba enroscada alrededor de la parte posterior de mi cabeza, presionando mi cara en
su cuello. —Aw, Louis. ¿Te pusiste celoso?

—No. —Sí. Terriblemente, terriblemente celoso. Ese beso devastó mi alma adolescente y me hizo
escuchar canciones tristes durante casi un año.

—Mi pobre niño.

—Cállate.
—No fue mi intención besarla. Mi boca se deslizó —dijo, tratando de sonar serio y falló—. Te juro
que trataba de mantenerme puro para ti. Dime que me crees, por favor.

Le grité algo sucio.

Se río con más fuerza, haciendo que todo el sofá se moviera.

Dado que no me dejaría ir pronto, escondí mi rostro caliente en su cuello como invitación. Todos
en la sala, los odiaba. Los odiaba con fuerza. Era tentador morderlo, pero probablemente lo
disfrutaría. Desde luego, pasó tiempo de calidad mordisqueando mis labios y mi mandíbula
después de arrinconarme una vez más en la fiesta de anoche. Sus besos casi me deshacen, pero mi
hermano hizo el daño real, mi propia carne y sangre.

Ahora Harry sabía todo. Me encontraba condenado.

—Niall, sé un buen chico y búscame un lapicero —dijo Harry—. Tengo que escribir el nombre de
tu hermano en mis genitales, ahora mismo.

Juro por dios que traté de no reírme. Traté tan duro.

—¿Qué tal si voy a hacer café en su lugar? —Niall arrastró los pies—. Por lo general a estas
alturas él ya hubiera hecho el desayuno para mí, todos los domingos a las diez en punto. Eres una
mala influencia para él, Harry.

—Deja que me vista, los llevaré a ambos fuera. —Alisó su mano sobre mi espalda—. No puedo
tener a mi futuro cuñado molesto conmigo desde ahora.

—¿No te molestarán? —gritó Niall desde la cocina.

—Por lo general, la gente ha sido muy genial por aquí cuando he venido. Pero usaré una gorra y
gafas de sol. Y puedo llamar algo de seguridad si es necesario.

—¿Por qué no nos cocinó algo? Tiene que ser mi turno ahora —dijo Niall. El sonido metálico de
ollas y sartenes y el sonido del agua corriendo acompañó su declaración. Tal vez mi hermano no
era tan malo después de todo.

—Gracias —le dije.

—Asi queee —Harry me besó en la cima de mi cabeza—, no te gustaba solo un poco. Eres mi
mayor fan. Me amas.

—No te amo.

—Totalmente me amas. —Me dio un apretón—. Soy tu todo. Estarías perdido sin mí.

Por suerte, cuando me arrastré fuera de él esta vez, no trató de pelear conmigo. Bajé mi vieja
camiseta y me alisé mi cabello despeinado, calmándome. —Era solo un estúpido flechazo
adolescente. No dejes que se te suba a tu ya hinchada cabeza.

—¿A la grande o la pequeña?

Gemí.

Harry solo se encontraba echado allí, sus dedos juntos, encima de su pecho desnudo. Me miró sin
decir nada. Sus ojos, veían mucho más allá. Después de un momento, se sentó, con los pies contra
el suelo. Bostezó y se estiró, haciendo sonar su cuello. —Sabes, ese es el primer sueño decente que
he tenido en mucho tiempo.

—¿Conmigo desmayado encima de ti? No puede haber sido cómodo.

Las sombras bajo sus ojos se desvanecieron y parecía más relajado, estirando sus largas
extremidades. Sin embargo, se frotó la parte posterior de su cuello. — No, no lo fue en realidad.
Quién sabe. Supongo que deberíamos dormir en el sofá todas las noches a partir de ahora.

—Mi cama está rota.

Se echó hacia atrás el cabello, me dio una sonrisa.

—¿Has estado teniendo problemas para dormir? —le pregunté.

—Un poco, supongo.

—¿Tienes algo en mente?

—No sé. No es nada. —Evitó mis ojos.

—Sí es algo. —Esta era la primera oportunidad que me daba. O la primera vacilación. De
cualquier manera, tenía que aprovecharla—. ¿Qué pasa contigo? ¿Qué está mal? A veces te miro y
pareces tan...

—¿Qué? ¿Parezco tan qué?

—Triste.

Su cara se volvió blanca, poniendo las manos en sus caderas. La tensión irradiaba de su cuerpo
como un campo de fuerza. —No pasa nada. Te dije que esa mierda no era objeto de discusión.

—Lo siento. Pensé que tal vez te gustaría hablar de ello.

—No objeto de discusión significa que no quiero hablar de ello. ¿Entiendes? —Su voz era dura y
la usó como un arma. En consecuencia, eso dolía.

—Está bien —le dije en voz baja.

La ira apretó sus labios. —Ya sabes, Louis, eres la última jodida persona que debería estar
presionándome sobre cualquier cosa. Tenemos un convenio, un acuerdo.

Oh no, no lo hizo. Mi barbilla sobresalió. —Y te has apegado a él tan bien.

—¿Qué diablos se supone que significa eso?

—Fui a la fiesta. Actué mi parte.

—¿Sí? ¿Y?

—Y pasaste la noche tratando de demostrar que eres el mejor amante del mundo o algo así. No
había nadie alrededor para ver algunos de esos besos, Harry. Eran todo acerca de ti demostrando
que eres los mejor porque eso es lo que decidiste hacer.

—Eran mucho más que eso. —Un músculo apareció en su mandíbula. Fue algo impresionante y un
poco escalofriante. Pero que se joda.
—¿Lo eran?

—Por supuesto que jodidamente lo eran.

Lo miré, un poco desconcertado. —Está bien. No me di cuenta. Pero no me arranques la cabeza


por cruzar unas pocas líneas, porque estoy preocupado por ti. Tampoco me gusta verte triste.

—Joder —maldijo y su cara se mantuvo inmóvil. Entrelazó las manos detrás de la cabeza,
murmurando algunos otros improperios. Luego dejó escapar un largo suspiro, sin apartar su mirada
de mí. Su estado de ánimo cambió, la ira se fue con el aire. Siempre tan gentil extendió la mano y
trazó mi labio inferior hinchado—. Luce doloroso.

—Está bien. —Mi voz tembló.

—Me excedí. Lo siento.

Me cansé, la ira filtrándose a través de mí. Sus ojos se hallaban tristes de nuevo y esta vez, era todo
sobre mí. No tenía defensa para eso. —Si lo peor que me pasara es que pensaras que es divertido
besarme y mentirle a la gente acerca de mí estando embarazado de tu hijo, mi vida sería
probablemente muy dulce.

Su sonrisa falta de compromiso desapareció en un instante.

—Harry, si alguna vez quieres hablar, estoy aquí. —Probablemente debería haberme quedado
callado, pero no pude

—Está bien.

Apartó la vista.

—Para ser honesto, tampoco me encanta compartir. —Mis manos se flexionaron y apuñaron,
flexionaron y apuñaron, como si eso demostrara el punto. Incómodo como el infierno, odiaba
sentirme impotente. ¿Por qué no podía simplemente escupirlo para que pudiese tratar de arreglar lo
que se encontraba mal?

—¿Ya podemos dejar de hablar de esto? —le preguntó a la pared.

—Seguro.

—Gracias. —Extendió la mano, tiró de un mechón de mi cabello. Entonces su mano se deslizó


hacia mi nuca y me atrajo a su lado. Maldita sea, olía bien. Sentí vértigo. Tal vez también un poco
de alivio por finalizar la discusión, era difícil decidir cuál. Con mi mejilla apoyada en el pecho de
Harry, mi cerebro no funcionaba bien. Envolví mis brazos alrededor de su cintura, sujetándolo con
firmeza en caso de que cambiara de parecer e intentara alejarme de su lado.

—Esa fue nuestra primera pelea —murmuró.

—Sí. Gané.

—No lo hiciste.

—Lo hice.

—Pfft. De acuerdo. —Sus brazos se apretaron alrededor de mí—. Te voy a dar eso. Pero solo
porque estás siendo muy infantil al respecto.
—Gracias.

Respiró con fuerza. —No quiero volver a pelear.

—Ni yo. —Estuve de acuerdo de todo corazón.

—¿Es seguro salir ya? —preguntó Niall, echando un vistazo por la puerta de la cocina. Le dio una
rápida mirada a Harry y luego se dio cuenta de lo que hacía y apartó la vista. No lo culpo, pero no
me gustó. Hombre, ahora me encontraba celoso de mi propio hermano. Ridículo, especialmente
teniendo en cuenta que el hombre tenía un ejército de mujeres y hombres detrás de él. Si tenía
planeado pasar el rato con una estrella de rock, necesitaba acostumbrarme a esto.

—Ahora tu hermano y yo tenemos que ir a tener sexo de reconciliación. Es muy importante para el
bienestar de nuestra relación a largo plazo. —Harry comenzó a guiarme rápidamente hacia el
cuarto de huéspedes—. Pero ten un buen desayuno y un lindo día. Solo deja los platos; me ocuparé
de ellos más tarde. Fue un placer conocerte, Niall.

—Harry, me estás estrangulando. —O eso es lo que traté de decir. Con mi cara presionada contra
su duro pecho, salió incomprensible. Lo más probable es que mis palabras fuesen completamente
inentendibles.

—¿Qué fue eso? —Aflojó su agarre de pulpo lo suficiente para permitir que tomara una buena
bocanada de aire. Ufff, oxígeno, mi querido y viejo amigo.

—¿Por qué no te pones algo de ropa? Ayudaré a Niall a preparar el desayuno —le dije.

Niall nos miraba con los ojos saliendo de su cabeza. Muy bien, de verdad. Al parecer, entramos en
algún universo alternativo donde Harry Styles estaba encima de mí como un sarpullido. Como si
fuese una alucinación impresionantemente increíble. Tenía que sacar el máximo provecho de esto
antes de que se fuera de gira. Absorber todos los recuerdos que pudiera.

—Eres el peor novio que he tenido. —Hizo un mohín. No debería ser tan encantador. Pero por
supuesto que lo era.

—¿Lo soy?

—Sí. El peor de la historia.

—Soy el único novio que has tenido. —Falso o no, era la verdad.

—Sí, lo eres. —Tomó mi rostro entre sus manos y la cubrió de besos. En todas partes, excepto en
mis pobres labios doloridos. No sé lo que hice exactamente para ganar tal efusión de afecto, pero
me hallaba profundamente agradecido por ello al mismo tiempo. Mi corazón ascendió y se
desplomó; renunciando a la guerra.

—¿Estamos bien? —preguntó, con sus labios rozando mi mejilla.

—Estamos genial.

—Bien.

—Ropa, Harry.

Se río y entró a la habitación de invitados, pateando la puerta para cerrarla detrás de él con una
imitación de un paso de baile de Fred Astaire. El hombre tenía clase en su bóxer ajustado.
—Nunca te he visto sonreír así. —Niall apoyó el hombro contra la puerta de la cocina, observando
—. Te ves un poco drogado.

—Ja. Sí, él tiene ese efecto.

Tenía su cara de preocupación. Rara vez me gustaba nada de lo que escuchaba cuando colocaba su
boca de esa forma. Siendo el hermano mayor, no la veía a menudo. Pero cuando lo hacía, nunca era
bueno. —Yo, eh, no quise oír lo que hablaban. Pero su apartamento es muy pequeño.

—Necesito que no me hagas ninguna pregunta sobre esto, por favor.

—Solo una.

No estuve de acuerdo.

—Lo que sea que esté pasando entre ustedes dos, este acuerdo que tienen, ¿terminará
perjudicándote, Lou?

Bajé la cabeza, arrastrando la planta del pie contra el suelo. Mi hermano y yo no nos mentíamos el
uno al otro. Era una regla. Una a la que nos adheríamos cuando todo fallaba. No importaba la
mierda que mamá divulgaba, Niall y yo siempre éramos sinceros el uno con el otro. —No lo sé.

—¿Crees que valdrá la pena?

—Esas son dos preguntas —le dije con una pequeña sonrisa.

—Llámalo un regalo de Navidad adelantado.

—Él es genial, Niall. Es tan increíble. Nunca he conocido a nadie así.

Asintió, se sacudió las manos, y luego las juntó apretándolas. Rasgo nervioso que habíamos
heredado de nuestra chiflada madre. —Es como que te ha encarrilado. Alejarte de casa ayudó,
pero... él te encontró de nuevo o algo así.

—¿Me encontró? Siempre he estado aquí, Niall.

—No, te fuiste hace mucho tiempo.

Me quedé mirando el piso, sin palabras.

—Entonces, pensé que habías invitado a Sam a unirse a nosotros esta mañana.

Mi boca se abrió por la sorpresa. Hablando acerca de una primera vez para todo. —Mierda. Le dije
que lo llamaría. Lo olvidé por completo.

—Pobre, Sam. Ya sabes, creo que esto le formará algo de carácter. —Niall sonrió y luego se
detuvo a olfatear el aire—. ¡El tocino se quema!

Corrimos a la cocina a tiempo para ver el humo salir de la sartén y las tiras de tocino desaparecer
ennegrecidas. Que desperdicio. Apagué el quemador, vaciando los restos del desayuno en el
fregadero. Normalmente, la nevera estaría repleta de nuestro tocino para los domingos. Pero esta
semana había estado demasiado ocupado. —No importa, vamos a hacer una tostada en su lugar.

—Lo siento.

—Ustedes dos vendrán al ensayo con la banda, ¿no? A los chicos no les importará. —Harry entró
en la cocina, cerrando la cremallera de una sudadera con capucha color gris. El hombre pertenecía
a un anuncio de pantalones vaqueros y se veía tan bien. Y yo todavía andaba en mi elegante ropa
de dormir, sin bañar y con lo que tenía que ser un cabello grasiento y toralmente despeinado. Miró
el desorden carbonizado en el fregadero—. Déjame adivinar, ¿los llevaré fuera para el desayuno
después de todo?

—No, comeremos una tostada. ¿Tienes práctica hoy después de la fiesta? — le pregunté. La
alegría de la noche anterior había durado hasta la madrugada—. Eso es dedicación.

—Faltan cuatro días para que la gira comience. El tiempo es un desperdicio. —Harry hizo una
pausa—. Y vamos a salir. No puedes esperar que viva de pan y agua. Tienes que alimentar al amor
de tu vida mejor que eso, hombre.

Hice mi mejor esfuerzo para no debilitarme ante las palabras "Amor de tu vida" y entonces
retrocedí ante el movimiento de igualdad que tenía que decir, pero me contuve para decirlo luego
en una conversación entre ambos. La proximidad con Harry era algo peligroso. —Suena muy bien.
Déjame darme una ducha rápida.

—Buena idea. Te lavaré la espalda —dijo, siguiéndome a la sala de estar.

—¿Por qué no le haces compañía a Niall?

—¿Por qué no te hago compañía? —Su voz bajó en volumen—. Podría limpiar ese lugar especial
por ti con mi lengua. Prometo que haré un buen trabajo.

—Guau. Eso es muy dulce de tu parte. —Oh, hombre. Me aferré a la manija de la puerta del baño
por ayuda—. Dos palabras para ti, Harry. Atracción. Fatal.

Su sonrisa era enorme mientras desechaba mis preocupaciones. —Hola, ni siquiera tengo un
conejo. Y seamos sinceros con los hechos, no eres tan fuerte, pequeño erizo. Fácilmente podría
desarmarte si lo necesitara. Hemos estado haciéndolo tan bien por mucho tiempo. Vamos, será
divertido.

—¡Agh! detente —susurré—. No puedo decir si eres serio o no. Estás lastimando mi cabeza.

Se inclinó, acercándose. —Mírame; soy totalmente serio. Hoy no estás ebrio Louis, sabes lo que
estás haciendo, y tengo ganas de follar. Vamos a renegociar. Este acuerdo ya no está funcionando
para mí. ¡Quiero hablar con mi abogado!

—Oh, ¿tienes ganas de follar?

—Bueno, sí. No estoy acostumbrado a no hacerlo por más de un día o dos. Me está poniendo
ansioso. —Hizo un pequeño movimiento en su lugar para demostrarlo—. No me gusta. Vamos,
Louis. Ayuda a un amigo. Será bueno.

—Por mucho, esa es la cosa más romántica que he escuchado. Casi puedo sentir mis piernas abrirse
para ti en este momento.

—¿Qué es lo que quieres, un poco de mierda sobre el amor?

—No. —Bueno, tal vez susurró algo terrible muy dentro de mí. Necesitaba callarse.

—¿Quieres una canción? No hay problema. Le pediré a Edward que te escriba una más tarde. —
Puso una mano en cada lado de la puerta del baño—. Sé que querías ir por ello anoche. Pero te
quería sobrio. Ahora ya lo estás. Te deseo. Tú me deseas. Vamos a follar.
Mi corazón se aceleró, pero me obligué a calmarme. —Tienes razón, quería hacerlo anoche.
Todavía quiero. Pero este no es el momento, Hazz. Mi hermano está aquí.

—Me vendré rápido. —Sus cejas se elevaron—. Espera, no quise decir eso. Será rápido, pero
genial. Louis, es posible que insultes mis besos, pero te lo digo ahora, mis habilidades sexuales
orales están fuera del mapa. Lo sé todo sobre volverse sucio abajo. Te enseñaré bastante, ¿por
favor?

—Hazz... —No podía ni siquiera pensar en qué decir cuando me hacía sus ojos suplicantes. Me
tenía rebotando entre emociones tan rápido como cambiaba de estados de ánimo. Enojado, caliente,
y divertido, todo mezclado en uno—. Niall está en la cocina. Puede oír cada palabra que decimos.

—Cerraremos la puerta del baño y encendemos la ducha. Con el agua corriendo no se escuchará
nada.

—Dios, me confundes. No creo que mi cabeza haya dejado de girar desde que entramos por la
puerta.

—Puedes estar confundido más tarde. Pero vente en mi boca ahora, ¿por favor?

Que fue el momento en que empecé a jadear. La cachondez definitivamente ganó la carrera.
Afortunadamente mi camiseta holgada escondía la peor de las evidencias, mis pezones duros. Lo
empujé hacia atrás con la mano mientras aún tenía fuerzas. —Hablaremos más tarde de esto,
cuando estemos solos. Ve a formar un vínculo con tu supuesto futuro cuñado. Por favor.

—Bien. —Todo su cuerpo se inclinó—. Pero te estás perdiendo de un gran momento.

—No lo dudo.

—Podría no estar de ánimos después, Louis. Podrías perdértelo totalmente y eso sería todo, la vida
arruinada.

—Me considero debidamente advertido.

—Última oportunidad. —Sacó su gran lengua rosada como un perro. A pesar de que
probablemente eso era ser malo con los perros. Con toda probabilidad, los caninos la mostraban
con más discreción—. ¿Bed? Ets dealmente ladga.

—¿Me harás el favor de alejar eso? —Me reí.

En su lugar, agarró la parte posterior de mi cabeza, arrastrando la longitud de su lengua caliente y


húmeda por un lado de mi rostro. Me quedé inmóvil contra el ataque. —No acabas de hacer eso.

—Es una señal de afecto. ¿Crees que babearía a cualquier persona?

—Tú... No puedo siquiera.

—Hay mujeres y hombres que matarían por tenerme lamiéndoles la cara. No sabes siquiera lo
afortunado que eres por tener mi saliva. Ahora lámeme tú. —Señaló su mandíbula,
demandantemente—. Louis, hazlo. Hazlo ahora, hombre, antes de que me ofenda.

Me reí, todo mi cuerpo moviéndose por el acto. El cual se volvía peligroso. —Tengo que ir al
baño. Vete. Deja de hacerme reír.

—Me gusta hacer reír.


—Sí, bueno, yo haciéndome pis en mis pantalones no sería tan agradable.

Vete.

—Espera. —Me agarró la muñeca, su voz calmada. La forma en que podía cambiar de payaso a
calmado en un instante era poco menos que increíble—. Uno, eso fue mucha información. Dos, ¿tú
y Niall vendrán conmigo al ensayo de la banda?

—¿Estás seguro de que está bien?

—Sí.

—Entonces nos encantaría. —Asentí. Esto tenía que ser el momento más increíblemente perfecto.
Yo con la vejiga y un corazón lleno, ambos a la vez—. Solo tenemos que hacer una llamada
telefónica primero, entonces podemos ir.

—Bien. Tres, admite que mentiste acerca de que no te gustaron mis besos anoche. —Su mirada
sosteniéndome rápido.

No tenía sentido negarlo por más tiempo; me gustaba y lo deseaba tanto que dolía. En el minuto en
que lo tenía completamente solo, me encendía. Sus dedos aún se hallaban enrollados alrededor de
mi muñeca mientras ahuecaba su mandíbula. Lo rasposo de su barba contra la palma de mi mano y
el calor de su piel era divino. Pero no era suficiente. Necesitaba darle algo a cambio. Una pequeña
parte de la loca, confusa y alegría que me daba. Se quedó completamente inmóvil mientras extendí
la mano y le di un beso cuidadoso en la mejilla. —Tienes razón, mentí.

Las líneas de tensión alrededor de su boca se aliviaron. —Lo hiciste.

—Sí. Lo siento. Solo me tenías un poco abrumado y... como sea, eres el mejor.

Elevó los puños al aire. —¡Lo sabía! Soy el mejor.

—Lo eres.

Una simple declaración de un hecho, pero hizo que sus ojos se iluminaran de la misma manera. —
Gracias, pequeño erizo.

Su sonrisa... No tenía palabras.


TRECE

Llamamos a mamá desde mi habitación, sentados en el borde del colchón caído. Harry se
encontraba ocupado viendo televisión en la sala de estar, con una taza de café en mano.

Asentí y Niall sacó su celular, seleccionó el contacto, y colocó el altavoz. Luego lo sostuvo entre
nosotros. Mi piel hormigueaba. El aire parecía frío y caliente todo a la vez. Joder, odiaba esto. Lo
odiaba con pasión. Pero en mi cabeza, mamá se hallaba tan estrechamente atada con ira y
frustración que no podía separarla de las emociones. Un día, no sería de esta manera.

—Hola, mamá —dijo Niall, sonando alegre como el sol en una botella. Ya había perdonado a
mamá. Yo todavía estaba llegando allí.

—Hola, chicos. ¿Cómo están? —Solo el sonido de su voz trajo todo de vuelta. Sentado en la
oscuridad con ella, rogando y suplicándole que comiera solo otra cucharada más, que se levantara
de la cama y tomara un baño, quizás, que actuara como un ser humano. Que empezara a ser una
adulta y cuidara de sus hijos así yo podría volver a ser un niño.

—Estamos genial, mamá —dije, haciendo mi mejor esfuerzo por sonar normal—. ¿Cómo estás tú?

—Bien. El trabajo ha estado bien.

Asentí como si pudiera verme, aliviado de que todavía mantuviera su trabajo, responsabilizándose
de sus propias finanzas. Eso estaba bien. Por años tuve que hacerme cargo de ello, con los
remanentes de nuestra cuenta de ahorros, y luego con cualquier cantidad de dinero que papá
consideraba enviar.

—La escuela está yendo bien. —Niall intercambió el celular a su otra mano, hablando sobre la
escuela y todo eso. Luego puso su brazo alrededor de mí y comenzó a frotar mi espalda. Un gesto
dulce, pero sinceramente, ser acariciado justo ahora no ayudaba.

Mi hermano sobresalía en estas conversaciones. Podía balbucear por unos buenos diez minutos. Y
realmente, diez minutos era tiempo suficiente para una llamada semanal a casa, ¿cierto?

—¿Qué hay de ti Louis? —preguntó una vez que Niall se agotó.

—Estoy bien.

—Louis está viendo a alguien —ofreció Niall.

Le lancé una mirada dura. —No es tan serio.

—Él es realmente genial, mamá. Está tan enamorado de él, puedes verlo en sus ojos.

—Oh —dijo mamá, seguido por un minuto de silencio—. Estás cuidándote, ¿cierto, Lou?

Eso podría significar tantas cosas, pero sabía exactamente lo que mi madre quería decir. ¿Había
olvidado que los hombres, aparte de mí hermano y yo, eran el enemigo declarado? Por qué, ¡miren
como nuestro papá desapareció y nos dejó! Es curioso, la lección que aprendí en mis años de
adolescente no fue que los hombres eran malos, sin importar lo que mamá podría haber pretendido.
—Sí, mamá. —Coloqué mi cabello mi corto cerquillo a un lado detrás de la oreja, poniéndome
rígido—. Todo está bien.

Mamá dejo salir un pequeño suspiro. —Bien. No me gustaría...

—En realidad, está esperándonos para llevarnos a desayunar, mamá. Así que mejor nos vamos.

—De acuerdo, quería preguntar si les gustaría venir a casa por Acción de Gracias, ¿quizás? —Su
voz sonaba esperanzada, suplicante—. Sería agradable verlos a ambos.

—¿Acción de Gracias? —preguntó Niall, como si nunca hubiera escuchado de ese evento—.
Bueno tenemos que pensarlo... seguro.

Como el infierno que no.

—No creo que pueda conseguir un día libre del trabajo, mamá —dije—. Lo siento.

Mamá hizo un pequeño sonido triste y el corazón que endurecí hacia ella hace mucho tiempo se
detuvo. Me sentí un poco culpable, pero no lo suficiente para hacerme volver. Ni remotamente lo
suficiente para eso. Tenía mi propia vida ahora.

—Pero, Lou, nunca tomas vacaciones —dijo—. No puede ser bueno para ti.

—Sam depende de mí, mamá.

—Seguramente tienes derecho a unos días de vacaciones. ¿Estás seguro que no se está
aprovechando de ti?

Simplemente miré fijamente el teléfono.

—Oh, mierda, mamá —dijo Niall—. Mi celular está a punto de morir. Lo siento tanto.

—Siempre olvidas ponerlo a cargar.

—Lo sé. Mira, te amamos. Me alegra hablar contigo. Hablaremos otra vez la próxima semana.

—Muy bien, chicos. Cuídense.

—Adiós —gritó Niall, continuando el espectáculo.

Me quedé con la palabra en la boca. Esto era sinceramente lo máximo que podía manejar. Gracias,
maldita sea, habíamos pasado por otra semana.

Niall finalizó la llamada, su mano frotando de arriba a abajo mi espalda un tanto frenético. Como
si necesitara apoyo. Soy quien lo sentó y le explicó lo que eran los sueños húmedos. Oh, y el sexo
también. Buscaba su tarea, asegurándome de que terminara las asignaciones a tiempo. Podía
mantenerme entero. Todavía no superaba este problema que tuve con mamá. Pero llegaría ahí.

—No vamos a ir a casa —dijo.

—De ninguna manera. —Me levanté, alisando mi camiseta gris y enderezando mis medias. Abrí la
puerta del dormitorio. Harry se encontraba sentado en el sillón, mirando la televisión.

—Oye, ¿estás listo para salir? —preguntó.

—Seeh. Listo.
Ladeó su cabeza. —¿Qué pasa, pequeño erizo?

Forcé una sonrisa, caminando hacia él. Me hacía querer sonreír. Esto no era una completa mentira.
Sin embargo, la preocupación no se desvaneció de sus ojos.

Pero mi madre no arruinaría esto para mí.

Me incliné sobre él, colocando mis manos en el respaldo del sillón, acercándome. —Hola.

—Hola —dijo, agarrando mis brazos. A pesar de la sensación de no querer ser tocado, algo en mí
se alivió con su contacto. Su cercanía.

—Necesito un beso.

—¿Lo necesitas, ahora? Entonces estás de suerte. Para ti, tengo un suministro interminable.

Dios, era tan dulce.

Presioné mis labios en los suyos, besándolo ligeramente para empezar. Su mano se deslizó a mi
cabello, sosteniendo mi cabeza. Luego su lengua se deslizó dentro de mi boca. Felicidad cálida, y
radiante me llenó. Este hombre, hacía magia. Al menos, tenía una lengua mágica. Y en realidad,
¿no era eso de lo que la vida se trataba de todos modos? No, está bien. No intenten seguir esa
lógica.

—Mmm... —Mi lugar feliz había sido encontrado.

—Un buen esfuerzo —dijo, frotando sus labios—. Sin embargo, probablemente podrías necesitar
un poquito de práctica.

—Ja-ja.

—¿Tuviste malas noticias? —preguntó.

—No, mi mamá simplemente lastima mi cabeza. —Allí, para que conste, oficialmente compartí
algo de mi vida privada.

—¿Si?

—Sí. Vamos a conseguir el desayuno. No quiero que llegues tarde al ensayo.

No se distrajo tan fácilmente. —No pongas ojos tristes, Lou. No puedo malditamente soportar
cuando estás triste.

—Tú lo mejoras.

—Amigo, por supuesto que lo hago. ¿Me has visto últimamente? —Sonrió y me reí a carcajadas—.
Eso está mejor. Bueno, vámonos. De lo contrario, nos seguiremos besando y no iremos a ninguna
parte, excepto a la cama.
CATORCE

Llegamos diez minutos tarde a la práctica de la banda y los huevos Benedict podrían tener la
culpa. Harry se sentó a la mesa de espalda al salón, usando una gorra de béisbol en la cabeza. Sólo
la camarera lo reconoció y silenciosamente le pidió un autógrafo. Fue su gran momento. Estoy
bastante seguro de que vi amor brillando en sus ojos cuando nos fuimos. Niall no podía estar muy
lejos de ese sentimiento. Seguro como el infierno que él hizo todo lo posible por conquistarlo,
haciendo preguntas sobre su título y su vida en general. Su interés fue sincero, inclinándose hacia
delante, escuchando atentamente sus respuestas. Mi hermano también estaba muy impresionado
con su gran Jeep negro, que tenía todos los accesorios conocidos por la humanidad.

Pero dejando de lado los todoterrenos de lujo, Harry Styles era un hombre del cuál sentirse
orgulloso. Mi corazón y mi polla lo tomaban muy en serio. Debajo de la superficie, toda
precaución me abandonó. Me tenía, y si la mano fijada en mi rodilla durante el desayuno era un
indicio, él lo sabía. Por extraño que pareciera, no me preocupaba.

Que se joda el estrés por mamá. Con Hazz sonriéndome, nada de eso importaba.

Stage Dive practicaba en un antiguo edificio junto al río. Harry cambió al modo profesional al
momento en que entramos en el enorme espacio. La diferencia era fascinante. Me dio un rápido
beso en la mejilla y luego continuó hacia donde los chicos esperaban. Un escenario se hallaba
erigido en un extremo del lugar. Amplificadores y equipos se asentaban en el suelo. Los cables
serpenteaban en todas direcciones. Un par de encargados, técnicos de sonido, o lo que fueran,
corrían detrás.

Harry estiró sus dedos y giró sus muñecas, calentando los músculos. Luego se quitó la sudadera y
se sentó detrás de un brillante equipo de batería, haciendo girar una baqueta en su mano. El hombre
claramente se encontraba en su elemento, completamente enfocado. Edward y Shawn tocaban por
ahí con sus instrumentos, punteando y rasgueando las cuerdas. Curiosamente, Alex hacía
flexiones. Montones de ellas. Luego se puso de pie e hizo una seña a los chicos para reunirse
alrededor del equipo de Harry.

Niall y yo nos unimos a William y Lewis, sentándonos sobre algunas cajas de almacenamiento
cerca de la parte trasera de la sala.

—Hola, compañeros groupies de Stage Dive y de los raros suspensores. ¿Cómo han pasado su
domingo por la mañana? —dijo Will, sentándose sobre sus manos, y golpeando sus pies.

—Bien. —Le devolví la sonrisa a él y Lewis, saludándolos—. ¿Cómo se siente, señor Cox?

—Me siento muy, muy casado, gracias por preguntar. ¿Cómo van tú y Harry?

—Ah, bien. Todo bien. —Todo era bueno. Senté mi trasero en el borde de una caja—. Él es mi
hermano, Niall. Va a la universidad en PSU. Niall, él es William, el esposo de Edward, y Lewis,
el... de Alex... —dudé.

—Asistente. Hola. —Lewis alzó el borde de su barbilla.

—Hola —saludó Niall.

—Encantado de conocerte —dijo Will—. Louis, rápidamente antes de que empiecen a tocar.
Cuéntame tu historia con Harold. Todavía no he oído cómo se juntaron, exactamente. Pero Troye
mencionó que básicamente invadió tu apartamento.

Mi mente se revolvió. En la próxima vida definitivamente iba a estresarme menos y a prepararme


más. —Ah, bueno, nos conocimos en tu casa la otra noche y nos llevamos bien.

Niall me lanzó una larga mirada que ignoré.

—¿Eso es todo? —preguntó Will, sus ojos incrédulos.

—Sí, eso es prácticamente todo —dije.

No parecía complacido.

—¿Qué es esto, Will, un interrogatorio? —Me reí.

—Sí, esto es un interrogatorio —dijo William con una sonrisa esperanzada—. Dame información,
¿por favor?

—Él es realmente genial y sí, se mudó conmigo. Pero me encanta tenerlo allí. Es maravilloso,
¿sabes? —Dios, esperaba que eso bastara. Definitivamente era hora de un cambio de tema—. Así
que, ¿por qué sigues trabajando en la cafetería?

—Touché —dijo—. Es complicado. Les debía dinero a mis padres, y era importante que ellos me
vieran ganándolo, en lugar de que mi caliente y rico marido simplemente se los entregara. Las
cosas se han calmado en el frente familiar ahora y voy a moverme a otras cosas. Siempre me
pareció gracioso la forma en que las personas reaccionan ante mi trabajo. Es como si debiera
sentarme en casa y gastar el dinero de Edward, ser un esposo trofeo. Que se joda eso. Me aburriría
como el infierno en dos minutos.

William negó con la cabeza. —No digo que todo haya ido viento en popa. Hemos tenido que
obtener órdenes de restricción contra una fanática loca y un fotógrafo idiota. Durante un tiempo,
Sam, el hombre de seguridad, tuvo que pasar el rato conmigo en el trabajo. No me gustaba, pero
los paparazzi se acercaban en mis descansos. Después de que no hice nada interesante, siguieron
adelante. Si alguien me molestaba, tenía prohibido el ingreso a la tienda. No digo que fue fácil,
pero tengo derecho a una vida propia.

—Sí —dije—. Lo tienes.

—Probablemente lo averiguarás por tu cuenta algún día. Salir con uno de estos chicos puede ser un
dolor de cabeza, pero valen la pena. Ahora, de vuelta a ti. Harry repentinamente viviendo contigo.
Nunca lo vi con el mismo chico dos veces. No creí que fuera posible. —Hizo una pausa,
mirándome para dar énfasis a esta información. Dentro de mi pecho, mi corazón simplemente se
encogió. ¿Qué pasaría cuando la novedad se acabará y Harry se cansará de jugar a la casita
conmigo?

—¿Louis? ¿Hola? Por favor, dime más.

—Um. —Tuve la tentación de revolcarme, pero eso sería demasiado-—. Él es muy persuasivo. Y...
es Harry Styles. Así que, sí. ¿Cómo podía decirle que no?

Hizo una pausa. —¿Esa es tu historia de amor verdadero? Es la peor que existe. Y pensar que
derramé mis intestinos para ti.

—Sus ojos se encontraron a través de una habitación llena de gente —compartió Lewis, ocupado
jugando con el celular.

—¿Fue amor a primera vista? —preguntó Will.

—Por supuesto. ¿No sentiste el movimiento de la tierra?

—Así que eso fue. Lo entiendo. —Will se acurrucó en su chaqueta gris—. Está bien, voy a lo mío.
Estoy contento de que los dos estén felices.

—Gracias —dije, ignorando la tristeza persistente en mi corazón. Solo tenía que vivir el momento.
Disfrutar de estar con él mientras pudiera. Claro. Ningún problema.

Mientras tanto, Niall no se sentó como yo. En cambio, se quedó mirando el escenario, paralizado
por algo. O alguien. Para ser justos, era un espectáculo impresionante. La banda terminó su
conversación y se separó, moviéndose a sus propias áreas. Luego Harry contó y ¡bang! La música
se derramó, llenando la sala. No era de extrañar que William quisiera hablar antes de que los
chicos empezaran a tocar. La guitarra chilló y el bajo golpeó, haciendo sonar mi caja torácica. Los
tambores golpearon y sentí el ritmo de la música latiendo a ritmo con mi corazón.

Entonces Alex cantó —Hey!

Golden, golden, golden. As I open my eyes

Hold it, focus, hoping

Take me back to the light...

Era una vieja canción del álbum San Pedro, uno de mis favoritos. Todo pensamiento de lo que el
futuro podía o no deparar para mí y Harry se deslizó de mi mente. El toque de Harry y la música
me poseían, la suavidad de sus movimientos y su enfoque absoluto. Su energía. Mi rostro se
encontraba adolorido por sonreír para cuando llegaron al coro. Las cuatro nos pusimos de pie y
estallamos en aplausos al final. Alex se río suavemente y se inclinó. Un grupo de personas se juntó
al costado del escenario, turnándose para darnos malas miradas. No tenía idea de cuál era su
problema.

—Ese es su manager, Adrian, y algunas personas de la compañía discográfica —dijo Will, su voz
abandonando toda calidez—. Te aconsejo mantenerte alejado de ellos.

—Adrian es un idiota. —Lewis se recostó sobre una de las cajas de madera—. Pero es un buen
manager.

El hombre en cuestión era de mediana edad, vestía una camisa de negocios con una gruesa cadena
de oro alrededor de su cuello.

—¿Se encontraba allí anoche?

—Nop. —Will sacudió su cabello sobre su hombro enojada—. Con Adrian no nos llevamos bien.
Prefiere que la banda se centre en su música en vez de perder el tiempo con relaciones.

—Como si el sexo contigo no hubiera inspirado a Edward en el último álbum —dijo Lewis.

—Exactamente. Debería agradecerme. —William dejó escapar una carcajada—. Si te da alguna


mierda, Louis, deja que Harry lo sepa. Tratará con él.

Cuatro horas más tarde, la banda finalmente dejó de tocar y entregó sus instrumentos a los
técnicos. Mi garganta estaba en carne viva de gritar, las manos rojas por aplaudir. Que Dios me
ayude si alguna vez fuera a un concierto real.

Hubo algunas paradas y arranques, ya que trabajaban en el perfeccionamiento de diversas partes de


las canciones. Entonces, tuvieron reuniones, sólo ellos cuatro y también con algunos de los
empleados de la compañía discográfica. También hicieron efectos con las voces junto con los
chicos de sonido, utilizando botones y diales. Nosotros bailábamos, gritábamos y pasábamos un
buen momento. Todos y cada uno de los miembros de la banda eran muy talentosos.

Pero Harry... necesitábamos volver a mi apartamento y arruinar los restos de mi cama.

Tenía el cabello oscuro por el sudor y había perdido su camiseta hace mucho tiempo para el
momento que se acercó. —¿Te divertiste?

—Sí, lo hice —dije con voz ronca.

—¿Perdiste tu voz? Pensé que eran tus gritos. —Se puso su sudadera con capucha.

—Oh, Dios mío, ¿ese es Edward Cox? —William se paró encima de una de las cajas en la que se
sentó. Su marido se limitó a sacudir la cabeza y extendió sus brazos, con los ojos divertidos. Will
se lanzó sobre su marido y sin dificultad alguna, Edward lo agarró. Sus piernas lo rodearon y sus
bocas se fusionaron.

—Consíganse una habitación —gruñó Shawn.

Harry me entregó sus baquetas. —Un recuerdo de tu primer concierto de Stage Dive.

Alguien se río, pero no me importaba. Sostuve los palillos apretados contra mi pecho. —Voy a
atesorarlos por siempre.

—Él nos oyó tocar anoche. —Alex se quedó atrás del grupo, con los brazos cruzados. Su buen
humor al parecer se fue.

—Eso fue acústico —dijo Harry—. Y no voy a darle a el amor de mi vida un conjunto de jodidos
pinceles endebles, ¿verdad? Sólo cosas largas, duras, y con forma fálica para un chico con sus
apetitos.

—Escuché algo acerca de ustedes dos. —Con cuidado, Edward bajó a su esposo, manteniendo un
brazo alrededor suyo.

Mi cabeza se levantó. —¿Qué?

—Oh, ¿qué pasó? —preguntó Lewis, sus oídos prácticamente elevándose, como los de un perrito.

—Rompieron la cama. —La expresión del rostro de Will, diablos, nunca nos libraríamos de esto—.
¿Puedes creer eso?

—Por supuesto que rompimos la cama. Tienen suerte de que no rompiéramos el edificio —anunció
Harry orgulloso, haciendo una reverencia.

Edward sacudió la cabeza. —Ustedes hacen algo interesante y yo consigo a Troye llamando en la
maldita madrugada para decirle a mi esposo. Múdense ya.

—A Louis le gusta ese lugar —dijo Harry—. No hay prisa.

—Tienes una seguridad de mierda. Si la gente se entera que te encuentras en la zona, no tendrás
privacidad. ¿Y cuán jodidamente pequeños son esos apartamentos?

—Relájate Eddie. Vamos a pensar en ello. Ustedes son tan adictos a sus mansiones y vidas de lujo.
Louis y yo podríamos vivir en una caja de cartón y no nos daríamos cuenta, nuestro amor es así de
épico. ¿No es verdad, pequeño erizo?

—Uh, ¿si?

—¿Ves? —alardeó Harry—. Él está increíblemente loco por mí. Las cosas materiales no significan
nada frente a tal honorable adoración.

Edward se limitó a sacudir la cabeza.

—Lo que sea. —Shawn pasó una mano por su cabello corto—. Estoy hambriento. ¿Encontramos
algún lugar para comer y beber?

—SÍ. —Esa fue Niall. Un muy alto y determinado sonido de Niall.

Los ojos del bajista se movieron hacia él con repentino interés. Una lenta y lasciva sonrisa curvó
sus labios. —Bueno, está bien entonces.

Alerta roja. No tan bien. Mi hermanito no iba a salir con un jugador que era ocho o nueve años
mayor que él. Si yo quería ser estúpido con mi corazón, eso dependía de mí. No dejaría que Niall
saliera lastimado.

—¿No tienes que volver a la universidad, Niall? —pregunté.

—No, estoy bien.

—¿Pensé que tenías un trabajo que hacer? —Le comuniqué mucho con mis ojos.

Lo ignoró todo. —Nop.

—Niall —Forcé su nombre a través de mis dientes apretados.

—Señoritos, señoritos —dijo Harry, sintiendo la creciente hostilidad—. ¿Tenemos un problema


aquí?

Una mujer que esperaba con los ejecutivos de la compañía discográfica se acercó, sus botas de
tacón alto golpeteando a través del suelo. Su sonrisa era tentativa. La mujer era hermosa, sus
pechos cerca de un billón de veces el tamaño de Kylie Jenner y cabello rubio en un genial corte de
duendecillo. —¿Harry?

Él se giró y todo su rostro se iluminó al ver a la chica. Mis entrañas se anudaron. Si, bien. Podría
estar un poco celoso.

—Ainslie, ¿Cuándo llegaste? Luces bien. —Sonaba muy contento. Se abrazaron. Luego se
abrazaron un poco más. La chica río y suspiró, presionándose contra él. Santa mierda, ¿esa perra
realmente le metía mano a mi falso novio frente a mí? Se encontraba prácticamente montando su
pierna. Dada la dinámica entre los dos, no hubo dudas sobre su relación. Finalmente conocía a una
de las amigas con derechos de Harry. Tenía que suceder. La sorpresa era estúpida y no tenía ningún
derecho real para estar molesto. Lástima que eso no hacía que el dolor desapareciera.

Podía sentir los ojos de la otra mujer sobre mí, perforando agujeros en mi cabeza. De ninguna
manera le devolvería sus miradas. Harry obviamente encontró a alguien con quien rascar su
picazón. Mientras tanto, mi rostro se calentó. Toda la escena era jodidamente horrible y
vergonzosa.

—Oye, Harry —dijo Niall, interrumpiendo la reunión de los amantes—. ¿Deberíamos invitar al
amigo de Louis, Sam, a comer? Usualmente hace cosas con nosotros todos los domingos.

Oh, la pequeña y maravillosa mierda incitante. Apreciaba sus intenciones, pero eran equivocadas.
No necesitaba protección.

—Creo que Sam dijo que estaría ocupado —dije.

Mi hermano interpretaba a un inocente chico con ojos abiertos realmente bien. —No, ¿en serio?
¿Por qué no lo llamas y lo compruebas, Louis?

Sacudí mi cabeza. —Tal vez en otro...

—Demonios no, Niall. Quiero decir, no creo que haya suficiente espacio. —Los brazos de Harry
seguían alrededor de la mujer. Luego notó los rostros de sus amigos, la desaprobación y confusión.
Por un momento pareció confundido, parpadeando, su frente se arrugó. Luego se alejó de ella,
metió las manos dentro de los bolsillos de sus vaqueros. Hablando de compromiso. Nuestra
relación falsa se deslizó completamente fuera de su mente. Sus Gucci se movían inquietamente.

Además, aparentemente el pensamiento de poner a Sam celoso ya no le atraía. Pero tampoco yo


quería llamar a Sam. Me encontraba perfectamente feliz con las cosas como estaban. De cualquier
forma, ahora mismo, no importaba mucho. Esta mujer lo cambió todo.

Ainslie puso una mano en su brazo. —¿Ocurre algo?

—Está bien —dije, sin estar al borde de las lágrimas. El aire era realmente polvoriento en el viejo
edificio—. ¿Por qué no vas a tomar algo con tu amiga y se ponen al día?

—Pensé que íbamos a hacer algo —dijo él.

—Sí, pero...

Con ojos precavidos, Harry me miró. Luego miró justo a través de mí. Ni siquiera me encontraba
ahí. Lo que sea que pensara, no lo mostraba en su rostro. No podía ser fácil para alguien que
acostumbraba a conseguir lo que quería rechazar una evidente oferta de sexo. Seamos honestos, su
control era limitado.

—Lo siento, ¿tú eres? —preguntó Ainslie. Perfectamente educada, no podía culpar a los modales
de la mujer.

—Ainslie, esta es el nuevo novio de Harry, Louis. Louis, esta es Ainslie. —Jodidamente genial,
incluso Will la conocía. Esta era una habitual. ¿Qué pasó con lo de nunca ver a la misma persona
dos veces?

—¿Novio? —Ainslie río insegura, sus ojos corrieron a toda velocidad alrededor del grupo. Nadie
se río con ella. Cristo en muletas, esto era incómodo.

Harry se acercó. —Solo le decía hola a una amiga. ¿Cuál es el problema?

—Ninguno. Está bien.

—Sí, obviamente hay uno o no me estarías mirando de esa forma —dijo, su tono feroz y enojado.
Como si lo incomodara o algo.

—No tienes que hablarme en ese tono de voz —dije—. Especialmente no frente a otras personas.
Sal con tu amiga, ten un momento agradable. Podemos discutir esto después.

—Podemos, ¿eh?

—Sí.

Ainslie retrocedió un paso. Pobre mujer.

Pero Harry miró al grupo, enojado y confundido. Una vena parecía a punto de explotar en su
cuello. —A la mierda.

Se dio la vuelta y caminó a grandes zancadas de vuelta al escenario, ladrando un pedido de palillos
a uno de los encargados del equipo. Pronto el martilleo de tambores llenó la sala una vez más.
Todos miraban a otra parte. Que desastre.

Edward miró a Alex. Su hermano asintió, alejándose también en dirección al escenario. Shawn
siguió mientras que Ainslie de cierta manera se escapaba de vuelta con la gente de la compañía
disquera.

—Mierda, lo olvidé. —Will agarró su cabeza dramáticamente como si fuera golpeado por un
repentino pensamiento—. Todos nosotros tenemos que ir a encontrarnos con Troye. Noche de
chicos.

—¿Si? —preguntó Edward.

—Síp. —Él le dio una mirada penetrante-. Comenzaremos temprano.

Entendió la insinuación. —De acuerdo. Sí.

No recuerdo mucho de nosotros saliendo. Entre William y Niall, me empujaron fuera de allí
malditamente rápido a una gran camioneta negra esperando fuera. El fornido hombre guapo parado
al lado era extrañamente familiar.

—Hola —dije—. ¿No pusiste el cerrojo en mi puerta el otro día?

—Sí, señor.

—Este es Sam. Sam, esta es Louis. Es uno de nosotros. —William se deslizó en el asiento trasero y
se abrochó el cinturón, mientras Niall saltaba al frente. Rebotó su trasero arriba y abajo en el
costoso cuero. Era bueno saber que alguien disfrutaba los lujos. No me importaría una mierda si
estuviéramos en una vieja cabina maloliente.

—Encantado de conocerlo, joven —dijo Sam—. Es bueno verlo como siempre, señor Cox.

Subí y aseguré el cinturón de seguridad.

—No lo entiendo —dijo Niall.

—¿Qué cosa? —pregunté.

Niall se retorció en su asiento así podía verme. —Esto. Él te hace más feliz de lo que alguna vez te
vi. Es como si fueras una persona diferente. Te mira como si hubieras inventado la crema batida. Y
ahora esto. No lo entiendo.
Me encogí de hombros haciendo mi mejor esfuerzo por mantener mi rostro tranquilo, neutro. —
Romance intenso. Fácil viene, fácil se va.

—Voy a necesitar una pala oxidada, Sam —dijo Will.

—Ahora mismo se lo buscó, Sr. Cox. —Salió del estacionamiento.

—Excelente. Mejor vayamos a recoger a Troye. Querrá ser incluido en esto.

—¿Y qué es esto? —pregunté—. Realmente no vamos a tener una noche de chicos, ¿verdad?

Su rostro me dejó saber qué íbamos a tenerla.

—Sabes, realmente no estoy de ánimo. Pero es muy dulce de tu parte.

—¿Sam? -cantó William casi alegremente.

—¿Si, Sr. Cox?

—Si necesitara tu ayuda para secuestrar a nuestro Louis aquí y hacerla beber conmigo, ¿sería ese
un problema?

—Por supuesto que no, Sr. Cox. Cualquier cosa por usted.

—Eres un hombre dulce —ronroneó—. Sabías que él solía pertenecer a las Fuerzas de
Operaciones Especiales de la Marina. No me metería con él, pero tú puedes hacer lo que sea que
necesites, Louis.

—Eres un poco malvado cuando te traicionan. —Miré por la ventana, dejando pasar el paisaje.

William se quedó en silencio. Por un momento. —No sé qué demonios pensaba Harry cuando dejó
que esa arpía se trepara sobre él.

Niall resopló. -No estoy seguro de que estuviera pensando.

Tampoco yo. Pero no dije eso.

La verdad era que Harry y yo podríamos haber roto. Nuestra falsa relación podría haber terminado.
¿Quién sabía? Fue una verdaderamente horrible y espantosa idea. Parpadeé. Debía tener algo en mi
ojo. Honestamente, no era del tipo de chicos que lloraba. Así que mi enamoramiento fue aplastado.
La vida sigue. Lo que sea que Niall supiera, o creyera saber, no diría una palabra. Y yo, no tenía
ningún comentario que hacer sobre el tema.

Nada.

Sin embargo, esto era exactamente el por qué apegarse a la gente no era inteligente. Si existe una
posibilidad de que su ausencia haga las cosas desgarradoras, aléjate. Nadie debería tener el poder
de enviarte a un episodio maníaco-depresivo que te haga tragar un camión lleno de ginebra (el
método favorito de mi mamá para lidiar con este tipo de decepciones). Supongo que necesitas
aprender esas lecciones alguna vez. Bueno, yo la aprendí ahora. Todo bien.
Harry no regresó a casa la noche del domingo. No es que mi departamento fuera su casa, pero
sabes lo que quiero decir.

A pesar de todos los tragos vertidos en mí, no conseguí dormir mucho.


QUINCE

Para cuando mandé el quinto mensaje del día, la hora de la comida había terminado.

Louis: Puedo entregarle tus cosas a Edward y a William si quieres. Solo déjame saber.

Como los anteriores, este mensaje no fue contestado. Sip. Nada de nada. No pude evitarlo. Debía
intentarlo de nuevo.

Louis: Espero que podamos seguir siendo amigos.

Al minuto que lo envié el arrepentimiento me inundó. Era una cosa aburrida, común y tonta para
decir. ¿Por qué los teléfonos inteligentes no venían con un botón de "deshacer"? Ahora sería
valioso tener esa aplicación. Debería haber intentado ser más original. Quizá si hubiera sido
divertido, y añadido algo ingenioso sobre su batería o algo, hubiera contestado. Pero de nuevo, no
obtuve nada.

—¿Todavía enviándole mensajes? —preguntó Sam desde donde se encontraba ocupado


reorganizando libros en la sección de acción/aventura.

—Mmm...

—¿Aún no responde?

—No.

El peor lunes de todos. Logré convencer a Sam para que me permitiera organizar la parte de atrás
toda la mañana, eliminando así cualquier necesidad de conversación. Con solo dos, quizás tres,
horas de sueño en mi espalda, no era humano. No realmente. Era una bola de tristeza insidioso y
molesta. ¿Ainslie había calmado las necesidades masculinas de Harry? Imágenes de ellos
enredados llenaban mi cabeza. Vi casi todo su cuerpo, así que los detalles eran vívidos.

Sí, mis pequeños y delicados sentimientos fueron adecuados y verdaderamente heridos. Gracias a
Dios, Harry se fue cuando lo hizo. Algo más de tiempo juntos y habría quedado devastado cuando
se fuera de gira.

Nada todavía en mi celular. Lo revisé dos veces para estar seguro.

Decía la verdad con lo de la atracción fatal. Sin embargo, hasta hoy solo lo aceché por mensaje de
texto. Afortunadamente mantuvo su polla en los pantalones. Solamente su presencia me inspiró lo
suficiente. El pensamiento de que podría perderlo por completo me hacía querer estallar en
lágrimas y quebrar mierda (preferiblemente sobre su cabeza). La ira y la tristeza se adueñaron de
mí.

¿Cuántos días han pasado desde que lo conocí? No muchos.

—Jodidamente ridículo.

—¿Qué dijiste? —preguntó Sam, lanzando una mirada nerviosa hacia la pareja hípster que echaba
un vistazo en renovación de hogar.

Mierda. —Nada. Nada. Lo siento.

Sam se acercó al mostrador. De todas formas, me quedé golpeando el teclado del computador,
fingiendo que ingresaba facturas. Quizá si lo ignoraba se iría. Un par de días y estaría bien de
nuevo. Hoy, sin embargo, necesitaba algo de espacio. No quería escuchar los detalles sobre quien
sea que mi jefe se folló el fin de semana. Por favor entiende, no tenía celos, por primera vez. ¿O ya
eran dos veces? Mi encaprichamiento por Sam misteriosamente (o no tan misteriosamente)
desapareció. La fiebre de Harry Styles es una cosa poderosa.

—De verdad estás molesto por ese chico, ¿no? —preguntó, sonando como si fuera un concepto
que desafía la lógica.

—De verdad no quiero hablar sobre eso, Sam.

—Escucha. —Suspiró, apoyando las manos en el mostrador—. ¿Y si te invito a salir esta noche
por unos tragos? Hay un nuevo bar en Chinatown. Podemos echarle un vistazo.

—Realmente eso es muy bueno de tu parte. Pero ¿qué tal otra noche?

—¿Tienes planes?

—Algo así. —Porque sentarme solo y melancólico, usando una de las camisas de Harry constituían
mis planes.

Sam frotó su barbilla con la palma de su mano, sus cejas descendiendo. — Louis, siendo realista,
tenías que saber lo que sucedería. Él es Harry Styles. El chico es una leyenda viviente.

—Sí, lo sé. —Mis hombros se desplomaron. Aunque tenía una altura estándar, cerca de un metro
sesenta y dos, no podría haberme sentido más pequeño.

—Chicos como ese no tienen una reputación por sus relaciones estables.

—Yo, ah... Lo entiendo. Lo sé.

—Oye, eres genial. Es su pérdida.


—Gracias.

Ugh. La lastima en los ojos de Sam... mátenme ahora. En este momento una botella de tequila fue
incluida en los planes de esta noche. Genial. Este era el por qué nunca me preocupaba mucho por
las citas, todo este momento justo aquí. Los penes afuera y el amor propio estaban de regreso. No
era que realmente se hubieran ido.

Tenía que volver a poner mi vida en contexto. Harry era el idiota. No hice nada malo. Excepto no
tener idea de cómo manejar una situación difícil, si, por supuesto.

—Creo que deberíamos regresar a trabajar. —Realmente no conseguiría mucho, pero, aun así,
debía fingir que me esforzaba porque él es quién me paga.

Sam cruzó y descruzó sus brazos, mirándome. —Escucha, ¿por qué no te tomas el resto del día?
Yo cerraré.

—¿De verdad?

—Sí. —Sonrió —. Dios sabe que te debo algunas horas. Nunca has tenido un día de enfermo.

—Gracias, Sam.

Mi gran y vieja bañera con patas en forma de garra era el mejor lugar del mundo. Nada se podía
comparar. La vida parecía mucho mejor dentro de sus límites acuosos, jabonosos y cálidos. Si
alguna vez tuviera que mudarme, sería la cosa que más extrañaría. He estado aquí, mojado, por una
buena media hora. Sinceramente, no tengo planes de salir. Me encontraba perfectamente satisfecho
vagando, mirando fijamente los azulejos de la pared y pensando en nada.

Grandes mares abiertos y furiosos llenos de nada.

Justo hasta que la puerta principal se abrió con un estruendo. Me puse rígido, la adrenalina
bombeando a través de mí.

—¿Qué demonios?

—¿Louis? —gritó Harry.

Luego la puerta del baño también se abrió ruidosamente. Agarré la toalla blanca colgada en la
barra sobre mi cabeza, sosteniéndola contra mi pecho y también mi parte baja. Enseguida, la tela
comenzó a empaparse de agua.
—Louis. —Harry entró pisando fuerte, con rabia electrizante. Lo que hizo que su cabello se
encrespara y sus ojos se oscurecieran. La puerta del baño se cerró de golpe detrás de él.

—¿Harry?

—¿Qué es esto? —gruñó, empujando su celular en mi rostro.

—Um, ¿tu celular? ¿Qué diablos estás haciendo aquí?

—Quiero decir, los malditos mensajes que me has estado enviando.

—¿Qué? —Lo miré fijamente, atónito—. Fuera.

—No.

—Si quieres discutir mis mensajes, puedes esperar hasta que salga de la bañera y tenga ropa
puesta.

—Los discutiremos ya.

Para esta conversación, necesitaba una coraza. La maldita toalla no funcionaba del todo. Puse mis
manos en mis partes bajas tratando lo más posible que nada se viera, acurrucándome a mí mismo.
—Esos mensajes son yo tratando de ser amigable después de ayer. Sin embargo, ¿tú irrumpiendo
aquí de esa manera? Ya no me estoy sintiendo tan amigable. Maldita sea, fuera Harry.

—Estás terminando conmigo por mensaje. —No era una pregunta, era una declaración. Una que en
una pequeña parte me puso lívido, aunque el estruendo de las puertas y los gritos también pudieron
haber ayudado.

¿Estaba loco? No, seriamente, ¿lo estaba?

—¿Ese pequeño pendejo de Sam te empujó a esto?

—No —dije bruscamente—. Sam no tiene que ver con esto, y de verdad no puedo terminar contigo
porque ¿recuerdas la parte donde en realidad nunca estuvimos juntos? ¿Dónde todo era falso?

—Lo era, ¿eh? —Se agachó al lado de la bañera, sus manos sujetaron el borde tan fuerte que sus
nudillos se pusieron blancos.

—Fuera.

—No voy a ir a ningún lado hasta que hablemos de esto.

Las señales de autocompasión desaparecieron, reemplazadas por una absoluta ira. ¿Cómo se
atreve?

—Si quieres hablar sobre esto, entonces deberías querer dejar de actuar como un cretino.
Interrumpiendo aquí y gritándome, acusándome de estupideces... no es inteligente.

—¿De verdad? Por qué no me dices lo que se supone que haga puesto que no soy tan inteligente.
—Se acercó sobre el lado de la bañera, sus ojos en el límite de lo maniático—. Dime cómo se
supone que maneje esto, Louis. Y usa palabras pequeñas, ¿está bien?

Traté de enderezarme, por lo que derramé agua. ¿Podía haber escogido un lugar y un momento más
incómodo para esto? y ¿cómo él se convirtió en la víctima aquí?
—No quise decir... —comencé, pero bah, maldito. Si quería sentirse insultado, podía hacerlo.
Aclaré mi garganta, y comencé nuevamente—. Panorama. No llegaste a casa... no volviste aquí, al
departamento anoche. Asumí que te encontrabas con Ainslie. Probablemente tus amigos lo saben,
¿cierto? Así que nuestra falsa relación está jodida.

—No estuve con Ainslie —gruñó.

Todo se detuvo. —¿No?

—No, toqué la batería hasta calmarme, luego me tomé algo con los chicos. Edward dijo que te
diera algo de tiempo para que te tranquilizaras. Pasé la noche en la habitación de hotel de Shawn.

—Un consejo, la próxima vez cuando se trate de nosotros, trata de decírmelo en lugar de a Edward.

Dejó escapar un lento suspiro. —Está bien.

—¿Pasaste la noche en la habitación de Shawn? —Esta versión de la realidad se diferenciaba


extremadamente de la detestable versión que me hice en la cabeza. Al principio no lo entendía.

—Sí, lo hice. —Su mirada verde oscura vagó por mi rostro—. No pensé cuando Ainslie se acercó a
mí después del ensayo. Cómo parecería y todo. No pensé en absoluto y luego no lo manejé bien.

Se detuvo, pero no tenía nada. Todo lo que podía hacer era no estallar en lágrimas de alivio. No es
que fuera a hacerlo público.

—Lo jodí y te lastimé —dijo, desanimado—. Lo siento.

—Oh, no, no me lastimaste. —Me contuve de abrir los ojos, tratando de mantenerme calmado—.
Quiero decir, hubiera sido bueno si hubieses contestado uno de mis mensajes, pero... sí, no,
exactamente no me sentí herido.

Sus cejas se levantaron y por un momento, no dijo nada. —Parecías dolido.

—Bueno, no lo estaba. Me encontraba bien.

Solo me miró.

—De verdad.

Las manchas bajo sus ojos regresaron. Parecía que anoche no durmió más de lo que yo lo hice.

—Todo está bien —dije, no creyéndolo, pero esperando que él lo hiciera. Mientras tanto, aun me
encontraba desnudo en el baño, horriblemente expuesto—. Ahora, ¿puedes irte por favor?

Las cejas de Harry se alzaron. —¿Estás bien?

—Síp. Ahí está la puerta.

—¿No te lastimé?

—Noooo.

—Está bien —dijo finalmente, su pulgar golpeando el borde de la bañera—. ¿Entonces el trato
sigue y todo está genial?

—Seguro, creo. ¿Por qué no? —Le di mi muy grande y valiente sonrisa, aferrando la toalla
húmeda a mi pecho, mis rodillas se flexionaron para ayudar a cubrirme abajo.

Respiró fuerte por su nariz, sentándose en los talones. Eso era algo bueno. Él lo aceptaba y
avanzábamos, gracias Dios.

—Estamos bien. No te preocupes.

Luego lentamente sacudió su cabeza. —Cristo, Louis. Estás tan lleno de mierda que ni siquiera sé
qué demonios decirte ahora mismo.

—¿Qué? —Mi chillido rebotó en el azulejo de la pared, haciendo eco a nuestro alrededor.

—Me escuchaste.

—Pero...

Su mano se detuvo firme en mi nuca y estampó su boca en la mía. Mis palabras fueron olvidadas.
Su lengua se deslizó dentro de mi boca, provocándome. Su mano acunó mi cabeza, sosteniéndome
fuera del agua. Me entregué a esto, a la presión demandante de sus labios y al rasguño de su barba
incipiente. Moví mi cabeza, logrando estar más cerca, yendo más profundo y empujándolo dentro
de mí. Si me ahogaba, valdría la pena.

No había delicadeza. El deseo puro tomó el control.

No me di cuenta de que comenzó a entrar a la bañera conmigo hasta que la mitad del agua se salió
por los lados. Nada de salpicaduras y tonterías, hicimos un malditamente buen derrame de agua.
Entró con vaqueros, playera, botas y todo, sus piernas enredándose con las mías. Un brazo fuerte se
envolvió alrededor de mi cintura, manteniéndome cerca, el otro se abrazó sobre la bañera. Alguien
nos debía mantener a flote porque, me encontraba demasiado ocupado teniendo mis manos debajo
de su camisa. Podría haberlo besarlo por días, pero tenerlo desnudo era importante.

—Quítatela —demandé, jalando el material hacia arriba.

—Espera. —Se hizo hacia atrás sobre sus rodillas. Una de sus manos y dos de las mías se
deshicieron de esa porquería.

La sensación de su carne era tan buena. Mis dedos no podían viajar lo bastante lejos lo
suficientemente rápido. Quería conocer cada centímetro. Mi boca encontró la suya de nuevo y sí.
Gemí y me agarró más duro. Nos presionábamos juntos, piel contra piel en su mayor parte. Mis
duros pezones rozaban su pecho. Mi pene se frotaba contra su pantalón.

Mierda, sí, fricción.

La fricción era exquisita, pero con vaqueros mojados apestaba. Deslicé una mano debajo de su
cinturón, agarrando su apretado trasero. Sus caderas se flexionaron, presionándose contra mí,
frotándose contra mí. Existía una gran posibilidad de que esta bañera no fuera lo bastante grande
para eso. Lo haríamos funcionar. Mi codo golpeó un lado, haciendo vibrar mi hueso. Dolió como
una perra. Debió notarlo, porque lo siguiente que supe era que girábamos. Más agua en cascada en
el suelo.

—Arriba —gruñó.

—Bien.

Sus manos se deslizaron por mi piel, intentando mantener su agarre. — Mierda, estás escurridizo.
El hombre sabía cómo utilizar su cuerpo. Todo lo que podía hacer era esperar, mis manos
enredadas en su cabello largo. Su boca viajaba sobre mi clavícula, hacia mi cuello, terminando con
sus dientes en mi mandíbula. Cada centímetro de mi piel se erizó. Mi barriga se tensó. Una larga
mano palmeó mi trasero, apretándolo. Los vaqueros mojados no eran tan malos después de todo.
Frotar mi erección contra la suya me hizo sentir mejor que bien. No tan bien como se sentiría si
estuviera desnudo, pero, aun así.

—¿Escuchaste eso? —preguntó.

—¿Qué? No. —La única cosa que podía escuchar era mi corazón golpeando. Y, de todas maneras,
¿a quién le importaba? Ahora no era el momento para escuchar. Era el momento de sentir y me
sentía jodidamente fantástico sentado a horcajadas en él. Afortunadamente sabía priorizar. Encajé
mis labios con los suyos, besándolo profundamente.

Se separó, haciendo su cabeza a un lado. —Espera —dijo y se quedó tranquilo—Mierda.

A la distancia, desde muy lejos (como en la habitación contigua), ahí estaba.

—¿Harold? ¿Cariño? —Era la voz de una mujer, acompañada de varios pares de pies. Teníamos
compañía.

¿Qué rayos?

—¿Mamá? —respondió, su rostro se torció con incredulidad.

Oh, mierda, dejó la puerta delantera abierta.

—Tuvimos un vuelo más temprano —gritó su madre. Y para el registro, sonaba como una mujer
muy agradable. Pero mierda, no quería conocerla así. Qué maravillosa primera impresión.

—¿Lo hicieron? —preguntó Harry.

—No es un problema, ¿o sí?

—¿Tus padres vienen de visita? —pregunté en un susurro furioso—. ¿Ahora?

Apretó sus ojos cerrados y susurró su respuesta—: ¿Olvidé mencionarlo?

—¿Hazz? ¿Cariño? —llamó su mamá—. ¿Algo está mal?

—No, no. No hay nada mal, para nada, mamá. Todo está bien.

—Solo nos emocionamos cuando nos hablaste de Louis.

—Él también está jodidamente entusiasmado. —Le dio una larga mirada a mi polla erecta—.
Tengo que concordar contigo en eso.

—En serio solo queríamos venir aquí y conocerlo. Supongo que debimos avisarte.

Su sonrisa era pura maldad. El infierno mismo estaría celoso. —Oh, ¿quieren conocer a Louis?
Porque está justo...

Estampé mi mano en su boca. —No te atrevas, maldita sea —siseé.

Mierda, las cosas que él pensaba que eran divertidas podría hacer que uno de nosotros muriera. En
esta situación, definitivamente su vida era la que se encontraba en juego. A pesar de la risa en sus
ojos, asintió, presionando un beso en la palma de mi mano. Lentamente, la moví, mis ojos
estrechándose hacia él.

—¿Qué fue eso? —preguntó su mamá.

—Decía que estará en casa pronto del trabajo, mamá.

—Excelente.

—Lo siento —murmuró hacia mí, riendo silenciosamente.

—Idiota —murmuré en respuesta.

Agarró mi nuca, llevando mis labios a los suyos. Si tan solo no amara tanto besarlo.

—Hijo —dijo una voz profunda desde la otra habitación.

—Hola. Papá. —Harry descansó su frente en mi hombro—. No entren.

—No, no. No haríamos eso.

—Hay mucha agua en el piso —indicó su mamá, como si fuera un hecho—. ¿No eres un poco
viejo para andar echando agua por ahí de esta forma? ¿Qué rayos estás haciendo? ¿Dónde tiene
Louis? ¿Y el trapeador?

—En el gabinete de la cocina —susurré.

—Ah, en el gabinete de la cocina, mamá. Gracias. Supongo que me dejé llevar. —Harry descansó
su cabeza contra la bañera. Giró los ojos hacia un lado, mirando el suelo—. Mira lo que hiciste,
jovencito.

—Tú eres quién entró a mi bañera —respondí en voz baja. El baño se encontraba bastante
inundado. El agua se había esparcido por el suelo, dirigiéndose por debajo de la puerta y hacia la
sala—. Qué desastre. Mejor limpiamos esto.

—Lo siento, pequeño erizo. No me importa levantar mi mierda y todo, pero soy una estrella de
rock. Las estrellas de rock no trapean. Solo no se hace.

—Me ayudaste a hacer el desastre, me ayudas a limpiarlo. Límites, Harry.

—No entiendes. —Cerró los ojos, su rostro rígido con aparentada desesperación—. Estas son las
manos de un artista. ¿Esperarías que Bonham trapeara?

—¿Quién? —pregunté confundido.

—John Bonham.

—Correcto. Bueno... si John Bonham tirara agua por el suelo, sí, esperaría que trapeara.

—Bueno, no puede. Está muerto.

Incliné mi cabeza. —¿Qué... de quién estamos hablando?

—¿No sabes quién es John Bonham? —preguntó Harry, su voz elevándose.

—Shh. Tus padres van a escucharnos.


—Lo siento. Pero vamos, pequeño erizo, tienes que saber quién es Bonham. Me estás jodiendo,
¿cierto?

—Lo siento.

—Ah, hombre —suspiró, negando lentamente con su cabeza, tristemente—. No estoy seguro de
poder meter mi polla en un hombre que ni siquiera sabe quién es John Bonham.

—¿Meter tu polla? —pregunté, con mis cejas tocándose probablemente—. ¿En serio acabas de
decir eso?

—Hacer el amor. Me refería a hacer el amor... por supuesto. Nunca metería mi polla en ti
solamente. Le haría el amor loco y apasionado a este dulce, dulce cuerpo tuyo por días, no,
semanas. Sería hermoso, pequeño erizo. Habría pequeños ángeles, pajaritos y ya sabes... todos
volando por ahí, mirando. Pervertidos.

—Correcto. Estás tan lleno de mierda. —Sonreí precavidamente, poniéndome de pie.

—¿Qué hay de Kerslake, lo conoces? ¿Qué de Wilk, nunca escuchaste de Wilk?

—Conozco a Grohl. Es genial.

—Oh, no. Demonios, cariño. Dave Grohl no. Digo, es buen chico y hubo destellos de genio
definitivamente, en sus días con Nirvana, seguro. —Sus manos se deslizaron de mi cintura hacia
los lados de mis muslos, manteniéndome en mi lugar—. Vaya, ¿tan grande es?

—¿Qué es muy grande? ¿Tu polla?

—Además de mi gran polla. Hablo de tu trasero

—¿Justo en este momento debes hablar de mi trasero?

—Si. Esto es importante. No pensé que sería tan grande. Tan redondo y tan apetecible. Parece un
durazno maduro y jugoso que deseo hacerle muchas cosas sucias.

—Hazz para... —Sus manos fueron a parar a mi trasero y masajearlo. Pareciera que sus manos
fueran perfectamente grandes para mi trasero. El deseo que Harry estuviera dentro de mío se hacía
incontrolable de manejar. Mi polla goteaba pre-semen y sentía unas enormes ganas que Harry se
ocupara de mi erección con sus grandes manos y más con un simple toque suyo hacia que mi
cuerpo fuera totalmente vulnerable a él. Sabía cómo tocarme y hacerme ver chispas. Ante mi cara
de placer Harry empezó a mover más rápido sus manos y yo atinaba a morderme mi brazo para que
no escuchar los gemidos que querían salir de mi boca.

Una de sus manos paso a masajear mi pene con la misma rapidez que su otra mano apretaba mi
nalga izquierda. Mis ojos llorosos miraban como su típica sonrisa de engreído disfrutaba matarme
de placer a causa suya. Pegó sus labios a uno de mis pezones para empezarlos a succionarlo como
si fuese su dulce favorito. Con mis manos empiezo a jalar su cabello. Froto con la yema de su
dedo, el glande mi pene y con eso ya no podía soportar más.

—Hazz... ya no puedo más.... —Suelto un gemido sordo y aprieto los labios.

—Shhh... No querrás que tus suegros te oigan ¿O sí? —Maldito hijo de su madre.

Con sus manos me levanta de la posición en la que estábamos y él se arrodilla ante mí, para luego
comenzar a lamer el falo de mi polla. Sus manos sostenían mis caderas y yo trataba de sujetarme de
su largo cabello. Su lengua paso por la cabeza de mi polla y solté un gemido ronco.

—Harold, ¿Todo bien ahí? —dijo su madre en tono preocupado.

—Sí, mamá. Limpiaré el baño. Saldré en un momento— Harry alzó su voz para que madre
escuchara. Su mirada se dirigió hacia mi polla y la succiono. Yo no podía más con su toque sobre
mi cuerpo. Todo lo que hacía me llevaba al borde del frenesí. Tire fuertemente de su cabello hacia
atrás pero el succionaba deliciosamente mi polla entre su apetecible boca. Suelto su cabello y tapo
mi boca ante el alto gemido que libero, además de como Harry traga mi esencia y da una última
lamida a mi polla flácida. Pasa su lengua por sus labios y me da un último beso antes de salir de la
bañera.

Yo todo abochornado bajo mi mirada hacia el suelo. Harry coge mi mentón con sus dedos y de
nuevo empieza a besarme. Este beso era dulce y no salvaje. Disfrutaba de mi sabor salado en su
boca. Mis brazos suben para rodear su cuello con ellos. Mientras que sus manos se dirigen a mis
glúteos y tantea mi entrada con uno de sus dedos. Si seguíamos así su madre se daría cuenta que
Harry no estaba solo limpiando sino acompañado y capaz les dé una terrible impresión de mí. Con
gran dificultad lo alejo. La mujer que lo parió se encontraba ocupada limpiando el desastre que
habíamos hecho fuera del cuarto mientras que nosotros andábamos aquí a punto de tener sexo. Eso
no era justo. No teníamos tiempo para familiarizarse conmigo. Hablar de bateristas famosos o
darme una mamada, probablemente tener sexo podía esperar.

—¿Podrías parar de tocar mi trasero? —Lancé una mirada suplicante para que parara.
Desgraciadamente no podíamos seguir. Sus manos dieron un último apretón a mis nalgas y dejo
sus manos por su espalda. Me alejó como el infierno de sus exageradamente intrusivos ojos. Mi
bata colgaba de la puerta del baño, afortunadamente. No pensé en traer ropa para cambiarme y mi
ropa de trabajo se hallaba empapada en un montón en la esquina.

Contuve una sonrisa. —Has pensado mucho en mi trasero, ¿no?

—Ha pasado casi una semana. Tengo que tener algo para relajarme.

—¿Te has masturbado imaginándome? —pregunté, emocionado. Aplaudir probablemente sería


demasiado, además sus padres podrían escuchar.

—¿Tengo una polla, Louis? —Harry salió, con agua corriendo por sus mojados vaqueros, llenando
sus botas. Qué hermoso, despeinado y húmedo desastre.

—Dado el tamaño del bulto en el frente de tus vaqueros. Voy a responder sí a esa pregunta,
Harold.

—Entonces, sí, claro que lo he pensado un montón. He estado pensando en tu trasero


constantemente, cómo se ve, a qué sabe, cómo se sentirá alrededor de mi polla. —Se dirigió hacia
mí, medio desnudo y escurriendo agua. La parte de gotear agua definitivamente estaba por todas
partes—. ¿Por qué crees que me encontraba en el sillón de Shawn anoche? No quiero follar a nadie
más. Tienes que ser tú.

—Vaya... —susurré.

—¿Vas a darme mierda sobre no ser romántico como lo hiciste la última vez?

—Nop.

—¿Nop? —Sus dedos se encontraron con la solapa de mi bata. No para deshacerla, solo para
sostenerla.
Agarré la cintura de sus vaqueros y levanté el rostro, presionado mis labios con los suyos. —Todo
lo que escuché fue bla bla he estado pensando en ti constantemente. Bla bla tienes que ser tú. Eso
fue perfecto, puro romance.

Se rio. —Estás loco.

—Tal vez tengamos eso en común, sí.

—Definitivamente necesito que sepas que tengo una polla que esta locamente enamorado por ti, al
igual que tu polla que esta locamente enamorado de mi—Rozó sus labios sobre la línea de mi
mandíbula, haciéndome estremecer.

—¿Me la muestras que tan enamorado esta mí?

—Ya que lo pediste tan atentamente. —Se alejó ligeramente—. Mierda, no vamos a comenzar a
actuar todos nauseabundos como Edward e William ¿cierto?

—¿No se supone que sea así como nos comportemos?

—Sí, pero era divertido cuando lo fingíamos. Si lo estuviéramos haciendo en serio... —Dejó la idea
colgando.

Mi lujuria se enfrió significantemente, calmándome. Porque en serio significaba que podríamos


salir heridos. Y por podríamos salir heridos me refería a mí más que todo. También podría él, sí.
Pero las probabilidades no se encontraban a mi favor. Ya sabía cuánto dolería cuando nuestra
relación falsa terminara. Pero ¿una relación real? Sería mucho peor.

—Yo, um... ¿por qué no simplemente lo tomamos con calma? Vemos cómo va —dije.

—No puedo detenerme ahora. —Descansó su frente contra la mía—. Malditamente necesitamos
tener sexo contigo, Louis.

—Sí. Pero las cosas no tienen que cambiar si comenzamos a acostarnos.

—¿No?

—No, estará bien. —Dios no me castigaba. Quién sabe, incluso podría ser la verdad.

—Genial —dijo, con una sonrisa divertida regresando con toda su fuerza. Mantuvo una gran mano
en alto, esperando a que chocara la mía—. Demonios, somos buenos.

Estrellé nuestras palmas, antes de deslizar mis dedos entre los suyos y mantenerlo cerca. —Lo
somos, mucho.
DIECISEIS

Cuando llegó la visita de sus padres, Harry fue por todo.

Se puso ropa seca y trapeó el baño mientras me escondía en la bañera detrás de la cortina. Después,
llevo a sus padres fuera del apartamento con bastante rapidez. Oí a su madre preguntando sobre mi
cama dañada (porque las puertas de las habitaciones también se encontraban abiertas). Nuestra
intermitente, real/falsa relación estaba destruyendo mi apartamento y su contenido lentamente.
Aunque con suerte el agua derramada no había hecho mucho daño.

Harry masculló una explicación acerca de la cama y su padre cambió el tema de conversación.
¿Qué demonios les dijo? Ahora seguramente pensaban que yo era una especie de maníaco sexual,
conociéndolo. Aunque la verdadera razón, era que habíamos estado saltando en la cama como un
par de idiotas, sin embargo, era algo que no quería que sus padres supieran.

Sequé y terminé de trapear el piso. Quince minutos después Harry me escribió.

Harry: Car estará ahí en quince.


Louis: ¿A dónde iremos?

Harry: Sorpresa.

Louis: No me gustan las sorpresas. ¿A dónde iremos?

Louis: Respóndeme o te lastimaré mientras duermes. Necesito saber lo que me voy poner.

Harry: No uses nada.

Louis: ... inténtalo otra vez.

Harry: Restaurante en la ciudad. Ponte unas bragas.

Harry: ¿Por favor?

Louis: Tu deseo es mi orden.

Harry: JAJAJA. Lo deseo jodidamente.

Me paré en la acera, congelándome las rodillas por el amargo viento frío. Me sentía ligeramente
aterrado de lo que sus padres pensaran de mí, apenas educado y roto. Luego una estirada y elegante
limusina llegó.

Oh, guau.

Mis ojos tenían que estar tan amplios como las ruedas. Esto era una primera vez para mí. Me perdí
mi baile de graduación. Me perdí demasiadas cosas. Mi primer novio siguió adelante con alguien
que tenía tiempo para ir a los juegos y luego a las fiestas.

Un hombre joven con un moderno traje gris y un sombrero salió.

—¿Joven Tomlinson? —preguntó

—Sí —abrí la puerta, ansioso de mirar el interior. En seguida me detuve—. Maldición. Se suponía
que te dejaría hacer eso, ¿no?

—Eso es correcto, joven —tomó su posición en la puerta esperando que entrara. Afortunadamente
mi había vestido con algo casual para no desentonar con la limosina. Dado el tamaño del vehículo,
realmente no existía ninguna manera elegante de hacer una entrada.

Cuero reluciente, una licorera de cristal brillante y un conjunto de vasos me saludaron. Hablando
de lujo. La limusina me dejó en un lugar de carnes de alta calidad en el Distrito Pearl. Siempre
parecíamos terminar en esta parte de la ciudad. Nunca antes estuve en este restaurante, pero si
escuché sobre él. Hace un tiempo, Sam trajo a una mujer aquí con la esperanza de impresionarla.
Aquello funcionó. Este lugar apestaba a estilo, con sus cabinas rojas y poca iluminación.
Honestamente, las lámparas de iluminación lucían más como instalaciones de arte. Tenía una de
estas cosas gigantes y brillantes tipo orbe. Realmente necesitaba una para la casa tan pronto como
hiciera mi primer millón.

Mencioné el nombre de Harry y el tipo genial que oficiaba de anfitrión me dio varios vistazos.
Aunque supongo que después de la primera vez, la mirada dejó de ser un vistazo y se volvió
grosero.

—Cuando quieras —dije, sin molestarme en ser amistoso.


Harry se hallaba sentado de espalda a la habitación, su cabello recogido en una coleta. Preguntarle
si su madre lo hizo ordenarlo era tentador, pero en cualquier broma de guerra de palabras, por lo
general termino como el perdedor la mayoría de las veces. Mis nervios se encontraban hechos
polvo lo suficiente por conocer a sus padres, así que mantuve la boca cerrada y admiré el corte de
sus mejillas.

—Aquí está. —El orgullo en la voz de Harry me sobresaltó y calentó a la vez.

Se deslizó fuera de la cabina y puso su brazo en mi cintura—. Mamá, papá, este es Louis.

La mamá de Harry era pequeña y su sonrisa iluminaba todo su rostro. Neil, el papá de Harry, se
situó en mi enfoque. Alto con cabello oscuro, parecía poseer sangre vikinga, lo que tenía sentido
viendo al hijo.

—Un placer conocerlos —dije, haciendo mi mejor esfuerzo por proyectar alegría, optimismo,
confianza... mierdas como esa. Nunca fui presentado a los padres de un hombre. Harry y yo
forjábamos un nuevo camino. Con los dedos cruzados, no lo defraudaré.

Su madre sostuvo su delicada mano hacia mí. Los huesos de su mano se sentían frágiles,
obviamente por el contacto. —Hola Louis. Soy Lori. Y este es Neil. Estamos felices de conocerte.

—Hola Lori, mucho gusto.

Con las presentaciones hechas, me deslicé en la cabina, Harry muy cerca de mí. Presionó su muslo
vestido con vaqueros contra el mío y una mano cubrió mi rodilla desnuda. Después de estar
vacilando alrededor de mi armario, había ido con un short color salmón y una camiseta negra con
un estampado. Quizás fue una mala elección vestir así. ¿Qué sabía yo de familias de estrellas de
rock? Neil llevaba una camisa de vestir y una corbata, Lori vestía un top blanco de lino y
pantalones. No esperaba piercings y cuero exactamente, pero ¿lino blanco? Yo habría derramado
algo sobre mí tras los primeros dos minutos dada la forma en las que mis manos temblaban.

—Oye —dijo Harry inclinándose más cerca.

Definitivamente no quería joder esto, no obstante, un pesado bulto de temor se asentó en mi


estómago. Las cosas no se hallaban bien con mi propia madre, así que ¿cuáles eran las
posibilidades de que consiguiera encantarlos? Mis manos se encontraban húmedas, pegajosas de
sudor. Honestamente, ponme en una situación de estrés y podría competir con un rinoceronte en
problemas de transpiración. Asumiendo que el rinoceronte tuviera problemas de transpiración.

Harry puso un suave beso debajo de mi oreja. —Respira, pequeño erizo. Todo está bien.

—Sip. —Le di dos pulgares arriba.

—Sí, de acuerdo. No bien. —Miró alrededor, extendió una mano. Un camarero se acercó—. Hola.
¿Puedes conseguirle un...? Mira, cualquier cosa que tengas que sea potente ¿bien?

—¿Qué tal un Rocket Fuel, señor?

Harry palmeó sus manos. —Suena delicioso. Excelente, será un Rocket Fuel. Que sea doble.

Los ojos del camarero se ampliaron. —Uh, sí señor.

Algunas fotos se hallaban extendidas por toda la mesa, un verdadero mar de bebés de cabellos
rizados. Caras regordetas y manos de estrellas de mar eran abundantes. Lori me dio otra cálida
sonrisa. —Esos son todos nuestros nietos.
—No sabía que Harry era tío.

—Ocho veces, cariño. —Su madre comenzó a señalar los rostros, diciendo sus nombres. Dado que
sus tres hermanas eran tales criadoras proliferas, hice una nota mental para abastecernos de
condones. Donde sea que él y yo estemos, definitivamente no estábamos listos para un pequeño
Hazz, a pesar de sus bromas. Ni siquiera sé si quiero tener hijos. Ellos cayeron firmemente bajo la
etiqueta de "quizás algún día".

Las anécdotas de Lori sobre sus nietos pasaron a través de los pedidos y la cena. Ella hablaba
mientras comíamos. Los tragos de Rocket Fuel me relajaron bastante. Por lo que pude probar,
consistía en algún tipo de licor blanco con una pizca de limonada. La bebida probablemente
debería ser ilegal o prendida de fuego para aliviar un poco el alcohol. La abandoné después de uno
o dos centímetros, dejándolo el resto para Harry. Robó de mi plato y tomó un sorbo de mi bebida y
me encantó, la intimidad y el sentimiento de unión. Probablemente era un simple robo, pero la
forma en que lo hizo, distrayéndome con una sonrisa o un guiño, hizo que el juego valiera la pena.

Yo era tan malditamente fácil para él.

—Así que tienes tres hermanas mayores —dije—. Sabes, definitivamente puedo verte como al hijo
más joven.

Su madre se río a carcajadas. Podría haber sido su risa baja, pero se reía en grande. Hablaba bien
de la niñez de Harry. La adoración en sus ojos cuando miraba a su hijo, lo respaldaba. Yo ni
siquiera podía recordar como sonaba la risa de mi mamá. Ha pasado demasiado tiempo desde que
la escuché.

—¿Por qué? —preguntó Harry, mirándome—. ¿Estás diciendo que soy ruidoso e inmaduro?
Porque es simplemente grosero señalar esa mierda, pequeño erizo.

Su madre se aclaró la garganta en un obvio lenguaje de peligro.

Harry se sentó con su brazo extendido a lo largo del espaldar de nuestro asiento. Se había puesto
una camisa Henley negra para cubrir sus tatuajes, y unos converse. Intenté no mirarlo por mucho
tiempo, aterrorizado de hacer los ojos locos en frente de sus padres. Los recuerdos de lo que
alcanzamos a hacer en la bañera se encontraban demasiado frescos.

—Explícate —ordenó.

—Lo que digo es que eres un artista natural. Solo tiene sentido que seas el más joven.

—De acuerdo. —Arqueó una ceja, su mirada cambiando a su familia. Su mano, sin embargo,
trasladándose más arriba en mi pierna, deslizándose más arriba de mis rodillas. Agarré sus dedos,
apretándolos fuerte en advertencia, antes de que pudiera hacer un movimiento hacia algo
importante. Sólo una sonrisita lo delataba—. Louis es el mayor. Deberías ver como es con su
hermano, mamá. La palabra "Protector" no lo cubre. Me sorprende que el chico no esté envuelto en
burbujas.

Su madre sofocó una sonrisa.

—No soy excesivamente protector —dije—. Él tiene veinte. Es un adulo ahora. Respeto eso.

—¿Lo haces? —Maldición, me gustaba su broma. Me encantaba la familiaridad en su mirada—.


Shawn dijo que tuvo miedo por su vida cuando lo atrapaste mirando a tu hermano. Se preguntaba si
necesitaba proteger las joyas de la familia.
Lori hizo otro ruido amonestando la mención de testículos de Shawn, pero Harry siguió. —Él dijo
que lucías preparado para aniquilarlo.

Esta información me gustó mucho menos.

—¿Habló de Niall? —Mis ojos se redujeron, y todo mi buen humor se fue. Ni siquiera quería que
Shawn Mendes supiera que él existía—. Niall es muy joven para él. Necesita estar concentrado en
la universidad.

—Relájate, mamá oso. De hecho, estoy de acuerdo —Harry sonrió ampliamente, frotándome la
nuca, relajándome instantáneamente. Cristo, sus manos. Por mucho que me gustaban sus padres,
esperaba que esta no fuera una larga cena interminable. Corto y dulce era el camino a seguir. Harry
y yo teníamos cosas que hacer.

—Mantendremos al chico Shawny alejado de tu pequeño hermano — prometió discretamente—.


No te preocupes.

—¿Qué hay de tu madre, Louis? —preguntó Lori—. ¿Dónde está?

Me estremecí y los dedos de Harry se detuvieron en mi cuello. No necesitaba ver la mirada que él
me daba. Lo que requería era mover la conversación hacia adelante y hacia arriba. —Ella está,
um... está en el sur de California. Está bien.

—¿Y tu padre?

—Se fue. Hace muchos años. —Era mejor que decir "Qué coño sé" ¿Por qué suavizar las cosas?
Hechos eran hechos. Recogí mi mitad restante de pan, mordisqueé la corteza. Era bueno, pero me
encontraba lleno. Necesitábamos algo neutral de lo cual hablar, pero el plato vacío de la cena no
ofrecía ninguna inspiración. Mi cerebro no soltaba una maldita cosa.

—¿Ustedes dos se quedarán durante las primeras fechas de los conciertos? —preguntó Harry.
Podría haber besado sus pies por salvarme.

—Veremos —dijo su papá.

—Por supuesto que nos quedaremos. Por lo menos al primero —corrigió Lori—. Amamos verte a
ti y a los chicos tocar. ¿Cómo están todos ellos? ¿Alex se está sintiendo mejor?

—Él está bien, mamá. Todos lo hacen bien. Edward quiere presentarte a William tan pronto como
sea posible.

Su madre suspiró feliz. —Me encantaría conocerlo. Siempre supe que Edward sentaría cabeza
primero. Tiene un alma tan sensible, más que el resto de ustedes.

—Yo soy sensible. No soy más que una gran suave bola de sentimientos dentro. Díselo, pequeño
erizo.

—Su hijo es muy sensible —recité obedientemente.

—Eso no suena muy convincente. —Tiró suavemente un mechón de mi cabello, acercándose—.


Mis sentimientos están heridos. Me heriste. Bésame para que mejore.

—Disculpa. —Le di un breve, pero dulce beso en los labios.

—¿Eso es lo mejor que tienes? —Frotó sus labios contra los míos, intentando atraerme a lo más
profundo—. Deberías estar avergonzado. Creo que lo puedes hacer mucho, mucho mejor que eso.
Por eso, perdiste mi boca totalmente.

—Más tarde —susurré, haciendo mi mejor esfuerzo por mantener las cosas por debajo de una
clasificación restringida en frente de sus padres. Pero maldición, era difícil.

—¿Lo prometes?

—Sí.

—Qué pena que no estabas cuando pasamos por tu casa temprano, Louis — dijo Lori—. Sin
embargo, tienes un pequeño precioso apartamento.

—Gracias.

—Harold necesita dejar de romper tus muebles y causar inundaciones.

Harry se quejó. —Un hombre necesita ser libre para rebotar en las camas y bañarse como él crea
conveniente, madre.

—Tienes veintisiete años, cariño.

—¿Y?

—¿No es tiempo de comenzar a actuar como un adulto?

—Pago mis facturas, veo por mis responsabilidades. Más allá de eso, ¿realmente importa? —Harry
se sentó más recto. Mirando hacia su madre con una sonrisa. No podías evitar tener la sensación de
que tuvieron esta conversación muchas veces antes.

—Extraño —dijo Neil, hablando por primera vez en tanto tiempo—. Podría jurar que oí dos voces
en ese baño.

—Paredes delgadas —dijimos Harry y yo al mismo tiempo. Sí, mi sonrisa...

Dudo mucho que fuera creíble en lo más mínimo. Excelente.

Su papá gruñó.

Lori intentó cubrir su sonrisa frotándose los labios con la servilleta.

Mierda. Fuimos atrapados.

—Come más, cielo. —Neil empujó el plato de Lori más cerca de ella. El resto de nosotros ya
devoró su comida, pero Lori apenas tocó la suya.

—No estoy tan hambrienta. —Ella acarició la mano de Neil.

Los dedos frotando en mi cuello se congelaron.

—Pero... —Se acercó Neil, susurrando en su oído.

Luego de un momento Lori lo calló con un rápido beso. Puso una brillante sonrisa, falsa. Era una
expresión que conocía bien. La suya no era mala, pero aun así podía ver que no era real. Supongo
que no lo esperaba de ella. ¿Qué pasaba aquí? Por supuesto, podría haber mil y una explicaciones.
Las parejas se pelean.
Una entusiasta interpretación de "Feliz Cumpleaños" empezó en el lado opuesto de la habitación.
Un gran grupo de personas alrededor de la edad de Niall comenzaban a ponerse seriamente
ruidosos. El anfitrión de la recepción los miraba cautelosamente.

—Harry, tienes que traer a Louis a casa para la fiesta para que pueda conocer a tus hermanas —
dijo—. Tendremos una gran reunión familiar la próxima semana en Coeur d'Alene y ambos tienen
que estar ahí. Esto es entre los espectáculos de Seattle y Chicago, así que los chicos tienen tiempo
para venir.

—¿Es de allí de donde son? —le pregunté a Harry sin pensarlo. Un verdadero novio sabría esas
cosas. Pero con Harry todavía no conseguíamos hablar de ninguna cosa normal. Aunque el pasado
no era un tema que tendiera a animarme. Afortunadamente, Lori no parecía estar preocupada.

—Sí. —Asintió, sus ojos fijos en su padre.

—¿Cómo es? —pregunté.

Su mirada permaneció en sus padres y no sonreía. —Árboles, lago, y un par de buenos bares. Es
bastante bueno.

—Es maravilloso, especialmente en otoño —dijo Lori entusiastamente—. Tienes que venir, Louis.

—Veré lo que puedo hacer. —Me moví inquieto en mi asiento. Algo había cambiado. Harry y su
padre parecían apagados, preocupados. Ninguno de los dos podía mirarme a los ojos. La atmosfera
en la cabina se enfrió y no entendía por qué.

—Te vas a asegurar de que él venga, ¿verdad, cariño? —Lori se acercó y apretó la mano de Harry,
ignorando cualquier incomodidad que se apoderó de la mesa. Su sonrisa era más grande que antes,
como si estuviera compensando lo sucedido—. Tendremos un maravillo rato mostrándote los
alrededores.

—Seguro —dijo Harry, su voz hueca. Alguien pulsó un botón y lo apagó. Él simplemente no se
encontraba más ahí. Reconocía eso.

—Será mejor que regresemos al hotel —anunció Neil—, no quiero cansarme demasiado.

Lori sonrió melancólica. —Supongo que sí. Digo, ¿crees que está realmente hechizado, Louis? Vi
algo sobre un tour de fantasmas. ¿No sería increíble?

—Seguro que lo sería.

De su bolsillo delantero, Harry sacó su teléfono y envió un mensaje. —Están trayendo el auto.

Su brazo desapareció de mis hombros y se deslizó fuera de la cabina. De repente, unas chicas,
quizás de unos dieciocho años, aparecieron de la nada. Harry dio un paso hacia atrás como si se
asustara.

—Oh mi Dios, pensábamos que eras tú —dijo la primera, riendo.

—Somos tus más grandes fanáticas.

—Ah, hola. Gracias. —Harry tomó el lápiz que le ofrecían y firmó sus servilletas, libretas, y todo
lo demás. Su mano se movía rápidamente. Claramente, hizo esto un millón de veces o más. Salí
tras él mientras Neil ayudaba a Lori, su mano en el codo de ella.
Unas cabezas giraron y de pronto más gente de la mesa escandalosa se unió a las dos chicas que
rodeaban a Harry. La gente se reunió realmente rápido. Flashes se disparaban, cegándome, y
levanté una mano para cubrirme los ojos de la luz. Dos, tres personas se encontraban entre él y yo
ahora. Manos me empujaban a un lado y me encontré al final de una mesa, golpeándola duro con
mi cadera. Un vaso se estrelló en el suelo en mis pies, y por supuesto Harry apareció ahí.

—¿Estás bien? —preguntó, estudiándome.

—Sí. Sólo me tomó por sorpresa. —En todo caso, estaba avergonzado.

—Vamos. —Me acercó a su lado en tanto la gente a nuestro alrededor comenzaba a quejarse y
presionar una vez más. Un hombre trató de meter su número de teléfono en Harry. Él lo ignoró,
moviéndonos a través de la multitud en su mayoría por la fuerza. Cuando alguien gritó justo en mi
rostro, mi corazón dio un vuelco, y estallé en sudor frío. Estas personas se hallaban jodidamente
locas, con o sin dinero. ¿Qué habría pasado si él hubiera sido reconocido en un lugar de comida
rápida?

Salimos corriendo del restaurante, los gritos siguiéndonos detrás. Neil dejó pasar a Lori en la
limusina, y rápidamente la seguimos. Manos golpeaban las ventanas mientras el conductor luchaba
por cerrar la puerta sin mutilar a nadie. Un minuto más tarde la limusina se detuvo en el tráfico y
pude respirar de nuevo. Nos encontrábamos en camino.

Nadie dijo nada y el silencio me estaba matando. Incluso Lori sólo pudo esbozar una débil sonrisa,
aparentemente perdiendo la fuerza como Neil predijo. En la prisa por entrar, Harry no se quedó
sentado a mi lado. Una lástima; podría haber hecho un poco de agarre de manos.

—Eso fue emocionante —dije.

—La mayoría de ellos están contentos con sólo mirar. Pero de vez en cuando se dejan llevar —dijo
Lori—. No dejes que te asusten, Louis.

Nadie volvió a hablar.

Ella me besó la mejilla antes de bajar de la limusina, una vez que llegamos al hotel. El ánimo de la
cena no cambió. Me quedé mirando a Harry, deseando que me mirara. No tuvo tiempo de afeitarse,
y el atisbo de una barba enmarcaba su mandíbula, y su boca. La necesidad de besarlo, para cubrir
la distancia entre nosotros, hizo que mi corazón se acelerara.

—¿Estás bien? —pregunté.

—Sí. ¿Tú? —preguntó, sentado frente a mí en el asiento extendiéndose a lo largo de la parte


trasera. Era la imagen de la genialidad, calmado, y desconectado—. Lo siento por la escena en el
restaurante.

—Estoy bien. No es gran cosa.

Se frotó el rostro con las manos. —Eso pasa.

—La comida estuvo maravillosa. Gracias por invitarme.

—Mmm.

—Tus padres son encantadores. Realmente me gusta tu mamá.

—Genial.
—Tu papá fue muy amable, también.

Él asintió, mirando a la nada.

—No, en serio, Harry. ¿Qué pasa? —solté. Teníamos que ir a casa y volver a la bañera. Las cosas
fueron mejores allí.

—Nada.

Esta conversación apestaba. En algún momento, las cosas se volvieron una mierda y no tenía idea
de cómo salvarlas. Me faltaban habilidades.

Quería tanto ir a sentarme a su lado, pero algo me detuvo. Por alguna razón, no estaba seguro de
ser bienvenido. Esta noche debía ser la gran noche, piel contra piel, sexo sudoroso, y todo el
asunto. Ahora ya no estaba tan seguro. No era sobre si lo deseaba o no, porque lo hacía, la
necesidad que tenía por él me hacía un jodido desastre. Simplemente no quería ser el único que lo
sintiera.

Afuera, comenzó a llover.

—Voy a ir a tocar la batería por un rato —dijo—. Te dejaré de vuelta en el apartamento primero.

—¿Hay una sesión de práctica esta noche?

Su sonrisa ni siquiera se acercó a sus ojos. —No. Solo siento ganas de tocar la batería.

—¿No querías venir a casa conmigo? —pregunté, y él sabía a lo que me refería; tenía que saberlo.

Harry se encogió de hombros.

Oh, no.

De ninguna manera.

No se limitó a encogerse de hombros sobre nosotros finalmente teniendo sexo. Esta no era una
situación donde la ambigüedad podría considerarse genial de ninguna manera, forma o tamaño. La
limusina se detuvo en el tráfico nocturno, esperando la notificación de nuestro destino, sin duda.

Harry sacó su celular y comenzó a pasar las pantallas. Bien, si esa era la manera en que quería
jugar. En el exterior, el centro de Portland nos pasó en toda su belleza. Los árboles en uno de los
pequeños parques se encontraban iluminados. Todo brillaba bajo la lluvia. Diminutas líneas de
agua corrían por las ventanas del auto, oscureciendo la vista.

A la mierda; si realmente quería ir y tocar la batería que fuera. Obviamente, no se hallaba de


humor para tener compañía. Abrí mi boca para aceptar el plan, pero no salió nada. Esto no
funcionaba. La verdad era que ser un maldito testarudo y cachondo realmente no me sentaba bien.
Podría ser mejor si tuviera un poco de espacio.

—¿Puedes pedirle que se detenga? —Quité un mechón de cabello de mi frente—. No hay


necesidad de que te salgas de tu camino. Hallaré mi propio camino a casa. Te veré más tarde.

Sus ojos se entrecerraron. —No te dejaré en una esquina con la lluvia, Louis. Te llevaré a casa.

—Bien. Gracias.

Abrió su boca e inmediatamente volvió a cerrarla.


—¿Qué?

No dijo nada.

Ugh, evasión. Lo conocía muy bien. No podía seguir exigiéndole que se abriera conmigo cuando
yo no tenía intención de derramarle toda mi triste historia. Nadie necesitaba escuchar eso.

Aun así, éramos mejor que esto. O deberíamos serlo.

—Que se joda esto —murmuré.

—¿Qué dijiste?

—Que. Se. Joda. Esto.

Ladeó la cabeza.

—La seguridad de los vehículos en movimiento está muy sobrevalorada.

—Qué...

Crucé al asiento junto a él. Luego lo hice mejor, subiendo a su regazo, a horcajadas. Parpadeó, sus
manos flotando sobre mis caderas como si no supiera dónde ponerlas. Su celular cayó a un lado,
aparentemente olvidado. Gracias a Dios usaba un short. Era corto y hecha de un material poco
ajustado, pero útil para sacarse con mayor facilidad y más en una oportunidad como esta.

—Louis.

—Harry.

—¿Qué está ocurriendo?

—La noche no va a terminar de esta manera —dije, perfectamente calmado—. No lo permitiré.

Me miró como si hubiera empezado a hablar en otro idioma. Lo cual en realidad era una excelente
idea, dado que no tenía idea de cuál era el problema aquí.

Deslicé mis manos alrededor de su cuello. Ahora entendía por qué él siempre hacía esto, la piel era
tan suave y cálida allí. Con toda honestidad, no sabía qué decir; besarlo haría que tuviera mucho
más sentido que decir algo impulsivo que pusiera las cosas mal nuevamente. Rocé mis labios
contra los suyos, regordetes y perfectos. Su rápida ingesta de aliento era música para mis oídos.
Dada la oportunidad, podría haberles rendido homenaje a sus labios toda la noche. Labios de puta.
Ningún otro hombre era así de besables.

—Odio verte triste.

Nos miramos el uno al otro, nuestros rostros muy cerca. Lo que sea que pasaba con él,
lastimándolo, necesitaba alejarlo del aquí y ahora. Harry y yo nos habíamos ganado este momento.
Él sólo lo olvidó en algún lugar en el camino, desviándolo. Por suerte para él, yo no lo hice.

—Sea lo que sea, déjame arreglarlo. Sólo por un rato...

Me incliné y lo besé, trazando mi lengua por sus labios. Sabía maravilloso. Mis caderas ya se
movían inquietas en su regazo, buscando más. Me encontraba en llamas y todo era su culpa, así
que él simplemente tendría que lidiar con ello. Mi polla pedía a gritos ser tocada y más aún mi
trasero. Con un gemido se rindió y abrió su boca. Joder, amaba la sensación de su lengua, su sabor
dulce. Fue directamente a mi cabeza, mareándome.

No dudó. Sus manos se deslizaron por mis piernas y desabrocho mis pantalones. Lentamente bajo
el zipper y metió su bajo mis bragas. Bendita fuese su idea que usara bragas esta noche. Su toque
era mágico. Dios lo amaba.

—¿Necesitas algo? —preguntó, sus dedos acariciando mi erección.

—A ti.

—Joder. Louis. —Su boca persiguió la mía, empujando por más, más profundo. Y santo infierno,
era feliz dándoselo. Las yemas de sus dedos hábiles acariciaron por toda la extensión de mi pene.
Un minino toque suyo hacia que cada rincón en mí se encendiera en respuesta. Si algo nos detenía
esta vez, no sería responsable de mis acciones.

—Sigue haciendo eso —jadeé, tirando el elástico de su cola de caballo para soltar su cabello.

—¿No quieres esto en su lugar? —La yema de su pulgar se presionó contra la cabeza de mi polla,
moviéndose en pequeños círculos.

—Oh, Dios. —Mi cabeza cayó, la sensación recorriéndome. Me hallaba tan excitado que era
vergonzoso. La tela húmeda por mi liquido pre-seminal cayendo en mis bragas contaba la historia.

Introdujo dos dedos dentro de mi boca. Chupe aquellos dedos como si fuese su polla y lo miraba
fijamente a los ojos al saber qué es lo que le esperaría como agradecimiento luego. Con gran pesar
desliza aquellas dos piezas de carne fuera de mi boca y arrastra aquellos dedos húmedos detrás
mío. Bajan por mi columna hacia los pliegues de mis nalgas. Agradecía haberme preparado antes
de salir de la ducha. Con un dedo presiona mi anillo muscular para que luego se introdujera
lentamente. Suelto un suspiro y empieza a moverlo lentamente hasta que me sorpresivamente
introduce otro.

—Joder, te sientes bien, mis dedos están en el cielo.

Solté un gemido roncó ante los suaves movimientos que hacia aquellos dedos dentro mío. Suaves
gemidos salen de mis delgados labios ante las suaves embestidas que me daba. Un tercer dedo se
desliza dentro mío y capturó los labios de Harry para acallar mis gemidos. Sus dedos empiezan a
moverse tan malditamente bien que muerdo su labio ante el dolor y placer que me producían.

Ante el sabor metálico de la sangre, me alejo de la boca de Harry susurrando un "perdón" ante mi
acción y lo que recibo es que suelte mi miembro y me dé una dura nalgada. Sisee extasiado de
placer deseando que lo vuelva a hacer y vuelvo a besarlo.

Un nuevo dedo es introducido dentro mío y produce que suelte un gemido sobre los labios de
Harry.

—Más... ¿O eso es todo lo que tienes? —suelto con un poco de burla.

Harry sonríe arrogante. Maldito hijo de puta. —Ya veremos quien estará rogando por más,
pequeño erizo.

Los dedos que estaban dentro mío, desaparecen para ser reemplazados por su mano que choca
contra mis nalgas. El dolor exquisito que causaba en mi era indescriptible. Reposo mi frente en su
hombre soltando jadeos.

Juraba que mi trasero se encontraría de un color rosado ante las nalgadas que había recibido por
parte suya, pero eso no me importaba en lo absoluto. En mi mente solo estaba en que Harry Styles
era mi sueño hecho realidad. La maratón de besos en la casa de Edward y William, estar despierto
extrañándolo anoche, esas cosas ya me habían empujado hasta el borde. Maldita sea la seguridad y
lo prudente. Conseguiría tanto de él como pudiera en todo el tiempo que tuviera.

Agarré su mano y la dirigí hacia mi trasero para que terminará su trabajo conmigo. Entendió lo que
quise decir ante mi acción e introdujo sus dedos para luego empezar a moverlos rápidamente
dentro mío. Quería hacerme enloquecer ante su tacto y el muy infeliz lo lograba. Mis gemidos que
soltaba creó que le daban una idea a Harry sobre como disfrutaba su tacto ya que aumentó los
movimientos que hacía que sus dedos chocaran contra mi próstata.

—Harry, por favor... —Ni siquiera sabía lo que pedía. Quería sus dedos, su polla, su boca, todo. El
hombre me ponía codicioso. —Eso es... —murmuró jadeante.

Empujé mi trasero contra su mano, buscando más. Acunó la parte posterior de mi cráneo,
levantando mi cabeza para poder verme. —Eres tan jodidamente hermoso. ¿Te lo he dicho?

Ni idea. Y si esperaba que respondiera, estaría esperando un rato.

—Debería habértelo dicho —dijo.

Sólo lo miré fijamente, aturdido. Él era, sin duda, el hombre más hermoso que jamás vi. Las
elegantes líneas de su rostro me hacían querer escribir una sucia poesía. Y el sonido de su voz, sus
palabras, todo era tan perfecto y bueno. Pero entonces mi interior se apretó, y no había nada allí
para agarrarse. De alguna u otra manera me sentía tan horriblemente vacío que dolía, pero ignoré
ese sentimiento. Importaba vivir mi momento ahora junto con él.

—Necesito... —Olvídate de hablar. Empecé a desabrochar la hebilla de su cinturón en su lugar,


arrancando el botón y la cremallera de sus vaqueros.

—Puedes tener lo que sea que quieras, Louis. Sólo pídelo.

—Te quiero.

Nuevamente su mano abandono mi trasero y se fue por toda la extensión de mi pene, haciendo que
mi cabeza nadara en malos pensamientos.

—¿Cómo me quieres? —preguntó, su mano persuadiendo un gemido de mí. Apoyé mi mejilla en


la suya, mis pulmones luchando por aire—. ¿Hmm?

—Dentro de mí. —Las palabras eran una molestia y también lo era su cremallera—. Harry, por
favor... deja de jugar conmigo.

—Pero te gusta que juegue contigo.

Sostuve su rostro entre mis manos, mi boca rígida. —Basta.

Menos mal que me encontraba sentado, de lo contrario su sonrisa me habría hecho caer. Bastardo
arrogante y hermoso.

—De acuerdo. —Harry sacó su mano de debajo de mis bragas. Podría haber llorado por la pérdida
de la encantadora presión. Mucho más importante, no obstante, lo tendría dentro de mí tan pronto
como fuera humanamente posible.

—Espera un segundo —dijo.


Me levantó a un lado y empujó hacia abajo sus vaqueros y ropa interior, sacó un condón de su
bolsillo. Me detuve en seco al ver su polla, sobresaliendo grande y fuerte. Necesitaba más tiempo
para mirar. ¿Cuán loco sería si tratara de sacarle una foto? Por supuesto, sería puramente para mi
uso personal.

—Louis —dijo, rompiendo mi concentración—. Bragas fuera. Ahora.

—Cierto. — Me levanté, enganché mis dedos a cada lado de mi short junto con mis bragas y las
bajé, pateándolos fuera de mi cuerpo junto con mis vans al mismo tiempo. No era coordinado o
ágil, pero sólo desnudarme de la cintura para abajo importaba.

Abrió el envoltorio del condón con sus dientes y lo rodó sobre él.

—Vamos. —Grandes manos agarraron mis caderas, jalándome de regreso a su regazo. Agarré sus
hombros para mantener el equilibrio y miré su rostro, memorizándolo. Este momento tenía que
pasar a la historia con cada detalle impreso para siempre. Desde la curva de sus pómulos y la línea
de su mandíbula a la pequeña caída de su labio superior que moría por besar y lamer, no quería
olvidar ni una cosa.

—Estamos listos —anunció Harry.

Ahí íbamos.

Con una mano agarró mi cadera mientras la otra movía su polla en posición.

La presión de él deslizándose contra mis labios me hizo ver las estrellas. No sabía cómo iba a
sobrevivir mucho más. Lentamente, con firmeza, me hundí en él. Sus fosas nasales se dilataron
cuando lo tomé profundamente. No paré hasta que me senté encima de sus muslos desnudos.

—Aquí vamos. —Su enfoque en mí era completo, su mirada buscando mi rostro, tomándome
entera. No me dejó lugar para esconderme. Un problema, dado que tenía el impulso más estúpido
de romper a llorar o algo así.

¿Desde cuándo el sexo significaba tanto?

—Quiero moverme —dije. Pero sus manos en mi cintura me sujetaban. La sensación de él


llenándome no podía describirse. Esto ya pasaba a ser demasiado.

—Espera. —Me alcanzó, besándome suave y lento—. Sólo dame un minuto.

Jodidamente perfecto. He estado esperando sentirte por siempre.

Me sacudí contra él, más allá de desesperado.

Seguíamos vestidos arriba, pero oh hombre, las cosas que hacíamos abajo.

—Hazz... —susurré—. Ahora.

Sus dedos se clavaron en mi culo, subiéndome en su dura longitud antes de moverme lentamente
hacia abajo, dejando que me acostumbrara a la sensación de su gruesa polla. Ese mismo
movimiento, una y otra vez, una y otra vez, era el cielo.

El desliz de él dentro de mí hizo que mi sangre corriera al rojo vivo. Lento era demasiado bueno.
Derritió mi mente. Poco a poco, empecé a encontrar el ritmo, sus manos ayudándome. Más rápido
y más duro, lo monté. Mi pene no soportaría tanto. Empezaba a escurrirse más semen pre-seminal
pero lo que sentía no podía compararlo al sólido calor de él arrastrándose a lugares dulces dentro
de mí. Los constantes golpes de su duro pene contra mi próstata, me hacía estar en un frenesí. El
sudor cubría nuestra piel. Mi columna se estremecía; todo mi cuerpo temblaba de necesidad. Esta
era la vida y la muerte y un billón de otras cosas que ni siquiera sabía que existían. Mi mano va
rápidamente acariciar a mi polla. La tensión dentro de mí creció hasta exquisitas y enormes
proporciones. Mis caderas se resistieron y escondí mi rostro en su hombro cuando me vine duro
contra mi vientre y parte de su camisa, mordiendo su Henley. Un bocado de algodón intentó
amortiguar el ruido escapando de mi garganta.

Siguió y siguió hasta que quedé flácido contra él, perdido, encontrado y todo lo demás.

Harry jadeó, sujetándome en su polla. Gruñía algo. Podría haber sido mi nombre, en ese caso
apreciaba el sentimiento. En el momento que pudiera, me aseguraría de darle las gracias.

No quería moverme nunca. Nunca jamás. O al menos, no hasta la siguiente ronda.

Nos sentamos en el asiento trasero de la limusina en silencio. Sudor y fluidos corporales pegados a
nuestros muslos y miembros. Cada músculo en mí temblaba. Santo jodido infierno. Esto fue épico.

—¿Estás vivo? —preguntó después de un rato, colocando mi corto cabello detrás de mí oreja.

Lo miré, con mi mandíbula floja y ebrio por follar. El mejor sentimiento de todos. —Estuvo bien,
supongo.

Mierda, mis palabras se arrastraron. Mi lengua se había vuelto gruesa y pesada.

—¿Sí? —No se molestó en contener la sonrisa.

—Estoy seguro que lo intentaste muy duro.

—Aprecio el voto de confianza.

Como que le gruñí de una manera completamente impropia de un caballero, sin energía.

—¿Pastelito? ¿Pequeño erizo? Gritaste tan fuerte que mis oídos siguen pitando. En realidad, no
puedo escuchar la mierda que estás diciendo ahora mismo. Dime más tarde luego de conseguir un
par de puntos de sutura en mi hombro, ¿bien? — Se rio, el sonido retumbando a través de su pecho
de la manera más agradable—. Mordedor y gritón. Y pareces un chico tan bueno y tranquilo. Estoy
sorprendido.

Empujé el cuello de su camisa a un lado, inspeccionando su hombro. —No estás sangrando. A lo


máximo habrá un moretón.

—Lo llevaré con orgullo.

Maldición, olía bien. La limusina debería seguir rodeando la ciudad así yo podría seguir
respirándolo. Sexo, sudor y hombre.

—¿Aun quieres ir a practicar? —le pregunté, siendo cortés, sobre todo. Deseaba mantenerlo todo
para mí con mis brazos alrededor de su cuello en algo parecido a un estrangulamiento. Pero si él
quería ir, iría. Los orgasmos tendían a dejarme en un estado de ánimo bastante benévolo—. Podría
pasar el rato, escucharte tocar nuevamente.

—Joder, no —dijo.
—Joder ¿no?

Resopló, sus labios se curvaron como si yo estuviera loco. —Casa. Cama. Ahora.

—Lo tienes. —Sonreí.


DIECISIETE

Salimos de la limusina, todavía acomodándonos la ropa. Mi entrepierna se encontraba un poco


pegajoso, al igual que adentro de mi trasero. Pensándolo bien, creo que no sería muy buen vaquero
porque mis muslos aún no se recuperaban tras la montada.

Realmente necesitaba volver a hacer ejercicio. Sin embargo, un poco de lesión muscular no
borraba la estúpida sonrisa de mi rostro. Requería más práctica y las probabilidades decían, por la
manera en que Harry seguía poniendo sus manos sobre mí, que no le importaría practicar.

—Hay tantas estrellas. Mira lo claro que está. —Dejé que mi cabeza cayera hacia atrás,
inspeccionando el cielo. Recién salido de un gran orgasmo con Harry Styles a mi lado, el mundo
era un lugar jodidamente impresionante.

Harry me besó el mentón. Metió un dedo en la pretina de mi short y me llevó hasta la puerta
principal de nuestro edificio de apartamentos. —Vamos, tu camiseta se ve incómodo. Necesitas
quitártelo.

—Pero la naturaleza es hermosa y eso.

—Tus nalgas son muy hermosas y eso. Estoy más que dispuesto a pasar mucho tiempo mirándolas.
¿Te parece bien?

—Sí.

Se río.

Metí la llave en la cerradura, torpemente por la prisa. La cerradura giró y la puerta se abrió,
estrellándose contra la pared. Mierda, qué ruido. Hizo eco a través del pasillo y arriba por las
escaleras. Romperíamos el edificio antes de entrar. La Sra. Lucía se iba a enojar con nosotros por
ser tan ruidosos. Ella vivía en el primer piso y se consideraba el alguacil de aquí. Nadie tenía el
valor de decir lo contrario. Pero si tuviera que hacerlo, me gustaría encontrar el valor y hacerle
frente.

Lo que no sabía era cómo hacerle frente a la visión de Sam sentado en las escaleras con un ramo de
flores en la mano. Tenían todos los colores del arcoíris.

Me detuve abruptamente con Harry a mi lado.

Sam me traía rosquillas de vez en cuando. Una botella de vino cuando salíamos para celebrar mi
cumpleaños o el suyo. No me traía flores. Y de seguro no se sentaba en mis escaleras luciendo
desesperado, con un mechón de cabello colgando sobre su frente.

—Sam... —Subí las escaleras hacia él.

Harry se quedó dónde estaba, su mano deslizándose de mi agarre.

El color se drenó del rostro de Sam. Se veía tan blanco como una hoja de papel. Mi estado
despeinado y el de Harry no podían ser interpretados de muchas formas diferentes. Sam parecía un
niño que había perdido su juguete favorito. No creo que hubiera apreciado en su totalidad las
diferencias entre Sam y Harry antes de ahora. Pero a pesar de todas sus bromas, Harry tenía la
cabeza y el corazón de un hombre. Sam era un niño. Y ni siquiera podía explicar las diferencias.

Simplemente jugaban de diferentes maneras.

—Louis. —Sam les dio a las flores una mirada perpleja, como si no estuviera muy seguro de cómo
llegaron a su poder—. No me di cuenta que tenías compañía. Lo siento.

En silencio, extendí las llaves hacia Harry. Su boca era una línea plana. Me dio una pequeña
sacudida severa de su cabeza y empujé las llaves hacia él. ¿Qué diablos esperaba que hiciera? No
podía dejar a Sam sentado en las malditas escaleras. Harry me miró fijamente y le devolví la
mirada, en silencio deseando que entendiera. Dios, este era básicamente mi mejor amigo.

Después de un momento, arrebató las llaves de mis manos y siguió adelante, caminando alrededor
de Sam. Entró, cerrando la puerta (no de un portazo, gracias a Dios).

Sam me ofreció una sonrisa forzada. —Eso fue incómodo.

Era un eufemismo. Me senté a su lado, apoyando los codos en mis rodillas.

—Bonitas flores.

—Son para ti. —Me las entregó, el olor era dulce y embriagador. No me miró a los ojos.

—Gracias. Son hermosas.

—Me tenías preocupado.

La declaración se sentía como una acusación. No sabía que decir. La emoción nunca fue mi punto
fuerte. Desgraciadamente, me hallaba muy mal preparado para esta mezcla de tristeza y culpa y lo
que sea que él trajo consigo. Mi mamá me enseñó hace mucho tiempo a jugar a lo seguro y
mantener la boca cerrada.

—Ustedes dos arreglaron las cosas —dijo.

—Sí. —Por otro lado, mi madre era un modelo bastante de mierda para seguir. Sam merecía algo
mejor—. ¿Qué está pasando aquí?

—Me puse a pensar en las cosas. En nosotros. —Se pasó una mano por el cabello, echando el
mechón hacia atrás. Siempre me encantó la forma en que hacía eso, acompañándolo con una
sacudida de su cabeza. Pero mi corazón no se volcó ni se derritió por él. No como lo hacía por
Harry. Sam esperó demasiado tiempo.

—¿Nosotros? —apunté, enojado y perplejo.

Su sonrisa se hallaba lejos de ser feliz. Asintió hacia el piso de arriba. —Pensé que se había ido.

—Yo también. Aparentemente, entendí mal.

—Supongo que eso es bueno para ti. ¿Crees que va a durar? —Su voz no era exactamente cruel.
Pero la pregunta obtuvo una reacción inmediata.

Tomé un respiro profundo, una respuesta honesta me eludía. Mi estado de felicidad sexual no se
había disipado lo suficiente para una honestidad brutal, no con Harry esperándome arriba. Mi
mente no quería saber. Mamá siempre decía que el amor te hacía estúpido. Supongo que no
aprendí esa lección, después de todo. —No sé. Pero espero que sí.
Todavía era relativamente temprano, pero el edificio se sumía en silencio. Nuestras voces apenas se
oían.

Sam se levantó, moviéndose lentamente como si lo hubieran golpeado. —Me voy. Nos vemos
mañana.

—Sam —dije, mi voz firme y fuerte. Algo se rompía justo allí a mi lado, y últimamente, como
muchas cosas, no creía que pudiera arreglarlo. No podía darle a Sam lo que finalmente decidió que
podría querer—. Lo siento.

Bajó la cabeza. —Es mi culpa, Louis. Fui un imbécil. Fui demasiado estúpido para ver lo que tenía
justo frente a mis ojos hasta que fue demasiado tarde.

No tenía nada. Absolutamente nada que decir.

Esperó un momento, los labios apretados con decepción, tal vez. Luego comenzó a moverse.

—Buenas noches. —Corrió por las escaleras, bajándolas de dos en dos, obviamente ansioso por
irse.

—Adiós.

Me senté allí, sosteniendo las flores, mirando fijamente al vacío. Necesitaba un momento para
recomponerme. El mundo era tan extraño. Nada tenía sentido. Un minuto después, Harry salió y se
sentó a mi lado. Se inclinó, olfateando el ramo. Sus manos golpeteaban rítmicamente sus muslos,
pero no dijo nada. El golpeteo con los dedos parecía significar que estaba inquieto u ocupado
meditando las cosas. Esta pieza salvaje de percusión era algo completamente diferente.

—Sam se marchó —dije, rompiendo el silencio.

—Mmm.

—Este ha sido un día extraño —dije, citando muy posiblemente el eufemismo del siglo.

—¿Extraño bueno o extraño malo?

—Ambos.

—Mmm. —Se frotó la nuca, tomando una bocanada de aire—. ¿Estás rompiendo conmigo o qué?

Mi cabeza se disparó. —¿Quieres romper?

No respondió. Durante un minuto o más, no dije nada y él tampoco. Aparentemente, habíamos


entrado en algún concurso desquiciado de voluntades. Cuando le di una mirada inquisitiva,
simplemente levantó una ceja, esperando que yo lo soltara.

—No podía dejarlo sentado aquí. Es mi amigo.

Harry hizo un gesto con la barbilla.

—¿Se suponía que los dejara competir en una lucha de pulsos por mí o algo así? Porque eso nunca
iba a suceder.

—Follamos y luego me despides con una palmadita en la cabeza. —La forma baja y fría en que lo
dijo no ayudaba en absoluto.
—No —le contesté, igualando su tono de voz—. Vamos, Harry. Sabes que eso no es lo que pasó.
Despedí a Sam. Te pedí que esperaras en mi casa. Para darme la oportunidad de hablar con él.

Se me quedó mirando e hice lo mismo.

—No hagas esto —dije.

—¡Dios! —Se frotó la cara con las manos, gruñendo de frustración. Joder, odio estar celoso. Lo
odio.

—Ni que lo digas. —Alcé las manos con la misma frustración—. ¿Son conscientes de lo que
quieren hacerles una buena parte de la población que posee vaginas? Ni siquiera me dejes empezar
acerca de la gente que tiene penes, porque hay un buen número de ellos tras ustedes también
estrellas de rock.

—La mierda que dices... —Soltó una carcajada—. Joder.

La tormenta parecía haber terminado, gracias a Dios. Apoyé la cabeza en su hombro, necesitando
estar más cerca. Felizmente, me lo permitió.

—Normalmente no peleo con otras personas —dijo, frotando su mejilla contra la cima de mi
cabeza —En la banda, por lo general evito que los chicos se desgarren entre ellos por mierda
estúpida. Cuéntales una broma y los tienes sonriendo de nuevo.

—Eres el pacificador. Pero parecías dispuesto a desgarrar a Shawn la otra noche.

—Por ti. Estás resultando ser una especie de jode mentes para mí, pequeño erizo.

Fruncí el ceño.

—No sé lo que quieres decir.

—Sí, eso no me hace sentir nada mejor

Nos sentamos en silencio. Finalmente, levantó las flores de mis brazos, se puso de pie y se dirigió
escaleras abajo. El único sonido era el ruido suave de sus zapatos en las escaleras de madera
desgastada. Con cuidado, colocó las flores en la puerta de la señora Lucía, antes de regresar a
sentarse a mi lado. Hizo una declaración al confiscar esas flores, pero ¿qué significaba? Esa era la
pregunta. Harry Styles era bastante jode mentes por sí mismo. Y se iba de gira en un par de días.
Sería tonto de mi parte ignorar este hecho oh-tan-relevante. Demasiadas emociones se despertaron
dentro de mí.

Él hacía eso.

—Cuando me senté arriba, esperando por ti, se me ocurrieron un par de cosas —dijo.

—¿Si?

—Bueno, ahora eres mi novio de verdad.

Dejé de respirar por un momento, sorprendido. —Creo que necesitaba oírte decir eso.

—Lo has sido por un tiempo. No fue mi intención que lo fueras, pero lo eres. Sólo tengo que
acostumbrarme a ello.

Por supuesto, cuando lo decía así, en cierto modo quería hacerle daño físicamente. En lugar de eso,
me senté y esperé a ver a dónde iba con esto.

—No te enojes —dijo—. Sólo estoy constatando un hecho.

—No estoy enojado.

—Mentiroso. Ves, por esto es que deberíamos haber ido a terapia cuando lo sugerí al principio.

—¿Qué? —Arrugué la nariz—. ¿Cuándo sucedió eso?

—El día después de que me mudé, cuando sexteábamos.

—No sexteábamos, sólo nos mensajeábamos. También dijiste que querías tener un perro, si no
recuerdo mal. Así que no pensé que fueras en serio con lo de la terapia.

La lenta curvatura de sus labios hizo que algo caliente y delicioso se desplegara profundamente en
mi estómago. —Pequeño erizo, siempre hablo en serio cuando se trata de ti. Incluso cuando estoy
jugando, sigo siendo serio como la mierda. Lo que sea que necesites, lo que tenga que hacer. Ha
sido así desde que nos conocimos. ¿Todavía no te has dado cuenta? Estamos jodidamente
destinados o algo así. No puedo contenerme. Es patético, de verdad.

—Ah... —Me cruzó de brazos, dándome un momento para asimilar sus palabras—. ¿Eso es lo que
descubriste esperando arriba?

—Sip. —Se acercó más, presionando su cadera en la mía—. Piénsalo. Las cosas eran una mierda y
luego te conocí en la fiesta y me entretuviste. Quería más tiempo contigo, y entonces vi un lado de
la nalga de Will y Edward me echó, así que tuve que mudarme contigo. Quería que durmiéramos
juntos y accidentalmente rompimos tu cama saltando sobre ella, así que tuviste que dormir en el
sofá conmigo. Quería tener sexo contigo y te aburriste en el viaje a casa y saltaste a mis huesos.
¿Ves? Destino.

Me eché a reír a carcajadas. —Eso es hermoso. Pero no estoy seguro de que tenga sentido.

—Es el destino, Louis. Almas gemelas. Escrito en las estrellas. Déjalo en paz.

—Estás loco. —Bajé la cabeza y suspiré. ¿Qué otra cosa podía hacer?

—Eso está mejor. Tampoco puedo soportar cuando estás triste. —Su brazo se deslizó alrededor de
mis hombros, apretándome contra él. Agarré sus dedos, sólo sujetándolo.

Mucho mejor. Todo estaría bien. Pero aún había un problema sobre el que tenía curiosidad. —¿Por
qué me pediste que fuera tu novio falso?

Se encogió de hombros, desviando la mirada. —Quería pasar tiempo contigo. Me haces feliz.

Arrugué la frente. —¿Eso era todo?

—Eso es jodidamente importante. Supongo que, con Edward emparejado, me sentía un poco solo o
algo así. Pensé que podríamos ser amigos.

Lo miré fijamente.

—Necesitaba una oportunidad de llegar a conocerte un poco mejor, estando tú y yo solos.


Mudarme parecía una buena manera de hacerlo. Y tú necesitabas la ayuda. ¿De acuerdo?

—De acuerdo.
Permanecimos en silencio por un momento.

—Cualquiera que sea la mierda que te estás pensando, ya basta —dijo.

—¿Qué? ¿Ahora de qué estás hablando?

—Sam. —Apoyó la cabeza en lo alto de la mía—. Estás preocupado por él. Basta.

—Hazz... —¿Cómo podría explicarle esto? Las palabras eran pesadas, imposibles de pronunciar.
No había estado pensando en Sam, pero ahora que lo mencionaba...

—No hiciste nada malo.

Me moví debajo de él, necesitando ver su cara. ¿Desde cuándo podía leerme y por qué yo no podía
hacer lo mismo? Parecía tranquilo y seguro, hermoso como el pecado. Con sus labios un poco
separados y sus ojos serenos. De repente, las palabras no eran tan imposibles de encontrar, después
de todo.

—Lo lastimé.

—Quizás. Pero él te dejó esperando. También te lastimó.

—Pero yo arreglo cosas —le dije—. Es lo que hago.

—No puedes arreglar esto. —Jugaba con mi pelo, envolviendo los mechones cortos alrededor de
un dedo.

—¿Por qué no?

—¿Vas a botar mi culo? O ¿Enviarme a empacar?

—No. Absolutamente no.

Sonrió y se encogió de hombros.—-Ahí lo tienes.

—Lo haces sonar tan simple.

—Es simple. Ahora soy tu novio, lo que significa que no hay espacio para el admirador
inconformista. Tendrá que lamerse sus heridas, mientras nosotros lamemos otras cosas. -Levantó
una ceja diabólica.

Mi cabeza se llenó de muchas preguntas necesitadas. Cien y un maneras de rogarle por seguridad.
No había ninguna maldita manera de que eso atravesara mis labios. Él era tan increíblemente
perfecto y yo lo tuve dentro de mí. Mi cuerpo zumbó con los recuerdos, yendo en línea recta hacia
la sobrecarga. Lo quería de nuevo. Tal vez debería encadenarme a su tobillo y acabar con esto. Esa
podría ser la respuesta.

—No quería disgustarte —dije—. Pero tenía que hablar con él a solas.

—Sí, lo sé. Fui un idiota. —Gimió, miró al techo—. ¿Es suficiente para una disculpa?

—¿Lo lamentas?

—Sí. Entiendo que Sam es parte de tu vida. Voy a tratar de ser amable con él.

—Gracias.
Su cabello otra vez se encontraba sobre su cara. Con cuidado, metí un poco detrás de su oreja y
luego ahuequé sus mejillas.

—Oye, ojos locos. La Operación Novio Falso se acabó —murmuró-— En caso de que te lo
preguntaras.

—Se acabó, ¿eh?

—Como yo lo veo, estamos juntos hasta que decidamos que ya no estamos juntos. No lo pensemos
demasiado. Déjalo ordenarse por sí mismo, ¿sí?

Era un buen plan, teniendo en cuenta que empezamos a dormir juntos hace menos de una hora. —
Me parece bien.

—Me alegro de tenerte a bordo, señorito Tomlinson. —Cubrió mi mano con la suya, presionándola
contra su rostro—. No quiero ser excesivamente grosero o cualquier mierda de esas, pero estoy
preocupado por algo.

—¿Qué podría ser?

—Tu camiseta.

Abrí la boca y luego la cerré. —¿Mi camiseta?

—Creo que está irritándote. Como inconscientemente. —Sus ojos eran intensos, con expresión
grave.

—¿Mi camisa está irritando mi subconsciente?

—No, creo que está irritando la delicada piel de tus pezones y el área alrededor... ¿Cómo se llama?

—¿La areola?

—Sí, esa parte. Porque es toda color rosa y sensible, ¿sabes? Es delicada, por lo que creo que mi
preocupación con respecto a la naturaleza dura e inflexible de tu camisa es muy importante, a pesar
de que todavía tienes que reconocer la incomodidad que te está causando.

—¿Sabes? Podrías haber sido un infierno de vendedor. —Era tan convincente, casi me sentí mal
por el suave algodón de mi camiseta negra—. No estoy usando nada más que mi camiseta, pero
mis pezones realmente aprecian tu preocupación.

—No hay de que, pequeño erizo. Todo por ti, pero puedo ayudarte relajando tus lindos pezones con
mi lengua

—¡De ninguna manera! —dije. Trató muy duro de no sonreír.

—No es como si fuera la primera vez ¿verdad? —Me sonroje ante lo dicho. Maldigo a Harry por
tener putamente razón, una vez más —Así que jodidas gracias que estoy aquí para hacer frente a
esas cosas.

—Qué tal si vamos arriba y me quito la camisa ¿eso aliviaría tu mente?

—Definitivamente me sentiría mucho mejor si hicieras eso, sip.

—Bueno, está bien entonces. Te reto a una carrera. —Me puse de pie y salí corriendo hacia las
escaleras, riendo. El brazo del Harry llegó alrededor de mí desde atrás, levantándome del suelo,
presionándome en su pecho.

—Yo ganó —dijo, y me llevó al apartamento donde ambos ganamos, a lo grande.


DIECIOCHO

Dedos jugaban conmigo. Dedos habilidosos.

Mi alarma aún no sonaba. Era justo antes del amanecer. Necesitaba dormir, no obstante, no era
aquello una opción teniendo a él despertándome de esta forma. ¿Desde cuándo Harry era una
persona madrugadora? Repuesta: desde que quería sexo.

Dios lo bendiga por sus viles deseos.

Yacía sobre mi estómago con él junto a mí, la dureza y el calor de su cuerpo una cosa maravillosa
para despertar. Siempre tan suave, me acarició mi entrepierna. Trazó con sus nudillos suavemente
de un lado a otro a lo largo de mi falo. Toda mi parte baja se tensó en aprobación para que siguiera
con su toque. Abrí mis piernas y su mano no se hizo esperar para que agarrase mi pene y comenzar
a mover su mano. Habíamos arrastrado mi colchón hasta la sala de estar, lejos de la destrucción de
la estructura de mi cama de madera, y anoche nos perdimos en él de nuevo.

—¿Estás despierto? —preguntó, su voz ronca del sueño.

—No.

Trazó besos por mi espalda, haciéndome poner todo tembloroso. El roce de su barba provocando
un delicioso escalofrío. Sí, yo todavía seguía medio dormido.

—De acuerdo, no me importa. Sólo necesito algo. No debería tomar mucho tiempo... intentaré no
molestarte.

—Mm, gracias...

Su erección pinchó mi muslo. Luego una mano fuerte se deslizó debajo de mis caderas,
levantándome. —Arriba —dijo, deslizando el suave volumen de una almohada debajo de mí—.
Esto es dulce. Louis, en serio, tu culo se ve demasiado bien elevado de este modo.

Su mano se desliza de mi polla, agarra el lubricante y libero un poco en su mano. Con su mano
húmeda nuevamente se desliza por toda la extensión de mi falo moviéndolo lentamente,
excitándome como nadie. Acelera el ritmo con su mano y da suaves apretones a la cabeza de mi
pene. Gimo ante lo acto y sus gruesos labios dan algunos besos en mis nalgas. Siento su aliento
caliente por mi trasero hasta que sus dientes aprietan mi nalga, mordiéndola. Suelto un jadeó ante
el gusto placentero y creó que eso fue un indicativo a que se concentrara en mi parte trasera.

Los músculos de mi muslo se tensaron, las rodillas clavándose en la cama. Su mano abandono mi
falo y escuche como dio un apretón a la botella de lubricante y que cayera nuevamente una
cantidad generosa en su mano. Fríos dedos trazan en círculos alrededor de mi entrada. Un ruidoso
beso dejo al costado de mi espalda e introduce un dedo dentro de mí. Suelto un suspiro ante la
intromisión y apretó con mis manos la sabana. Su dedo empieza a moverse lentamente hasta
adaptarme a él, luego de unos cuantos movimientos introduce otro para nuevamente moverlo
dentro mío. Sus labios dejan cálidos besos por la extensión de mi espalda. Un tercer dedo se
introduce y suelto un gemido alto porque ante el hecho, sus dedos penetraban mi agujero hasta
llegar a mi próstata. Mi boca se abre para liberar gemidos roncos.

Maldita sea, el hombre sabía lo que hacía. Me agarré a las sábanas tan fuerte como podía, mientras
jadeaba. Sería inútil intentar expresar exactamente cuánto disfrutaba de tenerlo tocándome así.
Especialmente cuando mi cerebro se había apagado durante todo eso.

—Iremos más profundo —murmuró, abriéndome más las piernas. El colchón se movió debajo de
mí mientras él se instaló en ese lugar. Desde atrás no era mi posición favorita porque no podría ver
su rostro, pero no tenía duda de que Harry podría hacerlo funcionar. El hombre tenía habilidades.

Hubo el crujido del paquete de un condón mientras él cambiaba para provocarme con una mano.
Incluso con sólo una de sus manos era malditamente bueno. Luego la cabeza ancha de su polla tocó
mi entrada. Cerré los ojos con fuerza, me presioné hacia atrás contra él, gruñendo mientras se
metía dentro de mí. Con su polla llenándome, no quedaba lugar para pensar. Sólo podía sentir.

Tan malditamente bueno.

La forma en que agarró mi culo, sus dedos hundiéndose en mi carne, me daba este diminuto
estremecimiento de dolor. Él era verdaderamente una experiencia de cuerpo completo,
posiblemente involucrando bastante el plano astral. Se encontraban los cinco sentidos usuales y
luego algo más que no podía comenzar a describir. Algo adictivo que sólo él podía darme. Si mi
cerebro hubiera estado funcionando, habría estado preocupado por esto.

Manos grandes me acariciaron la espalda. Luego el calor de su cuerpo me cubrió. Dientes


mordiendo el lóbulo de mi oreja, escociendo. Mis hombros subieron y mis músculos se apretaron.

—Ah, sí. Joder, eso es caliente. —Harry se empujó duro en mí. Como si pudiera llegar más
profundo... sí, como no—. Eres un polvo perezoso en la mañana, Louis.

—Hmm. Anoche hice todo el trabajo en la limusina.

Se río entre dientes, su pecho moviéndose contra mi espalda. Luego flexionó las caderas, entrando
más, luego retirándose, haciendo temblar cada centímetro de mí. Con sus brazos colocados a cada
lado de mi cuerpo, procedió a follarme pausadamente en el colchón. Mi culo se movía y no
importaba ni un ápice. No con Harry enterrado dentro de mí. Pareció tomar por siempre para que
aumentara el ritmo. Y me llamó perezoso. Necesitaba más. Presionando las caderas hacia atrás
contra él, lo insté a continuar. Recibió el mensaje, moviéndose más rápido, más fuerte. El sudor
goteó de él, sobre mí.

Ruido ronco llenó mis oídos y luz blanca llenó mi cabeza. Tan malditamente cerca que podía
saborearlo. El sublime nudo de tensión se apretó, pero no era suficiente.

Sí.

SÍ.

Pero no. Mierda. Maldita sea.

Harry se aplastó contra mí, gruñendo. Su polla se sacudió profunda dentro de mí.

Ni siquiera me di cuenta que me sostenía tenso hasta que colapsé boca abajo en el colchón. Hizo
un poco difícil el respirar. Volví la cabeza a un lado, concentrado en recuperar el aliento, en dejar
ir las ansías. Casi había llegado allí, una primera vez para la posición.

No importó, sólo necesitaba tener pensamientos felices. Pensamientos buenos. No podías ganar
todas las veces.

Harry se retiró y cayó en la cama junto a mí. Afuera, los pájaros cantaban. El leve zumbido del
tráfico vino de no muy lejos. Nate caminaba por todas partes en el apartamento de al lado.

—¿Lou?

—¿Sí? —Rodé sobre mi espalda y luego agarre la almohada para taparme la dura erección que
seguía teniendo.

Harry estaba ocupado quitándose el condón usado y atándole un nudo. Luego se levantó del
colchón y entró en el baño.

—¿Qué, Hazz?

Tiró la cadena. Caminó fuera de vuelta, el rostro cuidadosamente en blanco. Sólo estuvimos
durmiendo juntos por aproximadamente cinco minutos y esto se sentía raro. Como si todas las
relaciones no tuvieran sus momentos sexuales promedios. Pero ¿él sabía? Yo no podía notarlo. Tal
vez me iba a preguntar sobre el desayuno o comentar el tiempo.
Jalé la sábana hacia arriba, cubriéndome más —¿Qué pasa?

—¿Hay algo mal? —preguntó, inclinando la cabeza.

—¿Qué? ¿Conmigo? No.

—¿Estás seguro?

—Sí. —Casi siempre.

Se arrodilló en el extremo del colchón, observándome. —Tenemos que hablar.

—De acuerdo.

—No necesitarás esto. —Agarró la sábana junto con la almohada, tirándolas en algún lugar de la
sala.

Correcto, bien. Comencé a incorporarme, necesitando estar en más de una posición de poder. El
gran simio agarró mis tobillos, arrastrándome hacia abajo. Mi espalda rebotó en la cama, mis
dientes sonando.

—¡Oye! —chillé.

—Déjame explicar a lo que me refiero con "hablar", vil mentiroso.

Sus manos se movieron hacia arriba por mis piernas, abriéndolas. Tranquilo como puede ser, se
recostó sobre su estómago, el rostro al mismo nivel de mi pene.

—Harry.

—No voy a hablar contigo —dijo, dedos suavemente plegando los labios de mi miembro.

—¿No?

—No. Tuviste tu oportunidad de comunicarte conmigo y elegiste no hacerlo. Dejas que esta
relación falle. Siéntete mal, Lou. —Su aliento hizo cosquillas en mi pene todavía endurecido. Hizo
que sentirme mal por no haber llegado al clímax, fuese malditamente difícil, sinceramente.

Imposible cuando lamió el glande con la punta de su lengua. Mis caderas se dispararon fuera del
colchón, pero sus manos continuaban allí, sosteniéndome abajo. —Hola, pene de Lou. Soy yo,
Harry, tu amo y señor.

—Oh, dios, no. —Me cubrí la cara con las manos—. Por favor, no.

—Shh... Esto es una conversación privada. —Rozó besos calientes y por todo el largo de mi pene y
dando nuevamente una lamida a mi glande. Mi vientre se tensó tan duro que dolió—. Mírate todo
hermoso, rosado y excitado. No te preocupes, cuidaré de ti.

—Si no dejas de hablar con mi pene, voy a matarte. —Puse una mano abajo, tratando de cubrirme.
El desgraciado le dio una palmada. Duro también. Más tarde le haría pagar por eso.

—Eres hermoso, pene de Louis. Simplemente hermoso. Y yo no soy malvado como él. Estoy de tu
lado y te amo mucho más porque te sientes jodidamente asombroso envuelto alrededor de mi mano
o boca.

—Harold, hablo en serio. Me estás arruinando el sexo oral para siempre. Basta.
—Y una mierda. Estás goteando liquido pre-seminal. Nunca conseguirás lavar estas sábanas.

—Oh, Dios. —Mi espalda se arqueó cuando arrastró su lengua, finalizando con una arcada en la
cima. Vi estrellas—. Demasiado.

—Ni siquiera cerca.

Gemí.

Se río.

Su boca me cubrió la cabeza de mi polla y su lengua me volvió loco. Me retorcí, fuera de control,
pero no hizo diferencia. Tenía sus manos envueltas alrededor de mis muslos, sosteniéndome hacia
él. No existía escape del tremendo placer devorador e irrefrenable. Mis manos se envolvieron en
los largos rizos tirando fuertemente de ellos, al igual que el placer que me producía. Chupó, pasó
su lengua, y en general, desencadenó una riqueza insuperable de talento oral en mi miembro
desprevenido.

El hijo de puta.

¿Quién siquiera sabría que los dientes podrían ser usados así?

Me vine en menos de un minuto dentro de su boca, gritando su nombre. Mis latidos resonaban con
fuerza por mi cabeza y mi cuerpo entero se sacudió. Harry tragó mi esencia y pasó su lengua por
sus labios para no perder ni una gota de mí. Yo yací desparramado en el colchón, dejando a las
réplicas tener su camino conmigo. Las endorfinas inundaron mi mente. Las lágrimas se derramaron
por mi cara, el orgasmo me golpeó tan duro, tan rápido. Eso nunca había sucedido antes.
Apresuradamente, las limpié. Mi corazón parecía de repente demasiado grande para mi pecho. El
orgasmo lo hinchó de alguna forma. No podía ser saludable.

Desde el apartamento de al lado golpearon la pared. -Ya sabía el nombre de Harry, Louis. Pero
gracias por el recordatorio.

Usé lo último de mis reservas energéticas para mostrarle el dedo a la pared. —Buen día, Troye.

A la distancia, había risas. Nuestros vecinos apestaban.

—Tenemos que matarlos o mudarnos —dije—. Estoy dispuesto a cualquier opción.

—¿Sabes? Hablas rudo —dijo Harry—, pero por dentro, eres todo suave, húmedo y completamente
muy delicioso.

Ahogué una risa. —Me alegra que lo apruebes.

Harry gateó hacia arriba, deteniéndose para secar su boca en la sábana. Reposó la cabeza en mi
hombro, acurrucándose en mí. Eso era bueno, lo necesitaba cerca. La saturación de emociones se
sentía más manejable con él cerca, aunque él fuera la causa de todo el caos.

—Creo que mis piernas están rotas y también mi trasero; no funcionarán. —No que en realidad
hubiera intentado. Mi cerebro se sentía demasiado drogado para cualquier movimiento.

Presionó un beso en mi mejilla. —La próxima vez, sólo dime que necesitas más.

—Eres un monstruo —susurré.

—De acuerdo. —Ni siquiera sonó ni un poquito perturbado.


—Hablaba en serio.

—Mm-hm.

—Pero la peor parte es que siento algo por ti —dije, porque lo justo era justo. Amar era una palabra
estúpida. La escuché de varias personas y raramente significaba lo que tú creías. En algún sitio a lo
largo del camino, esa palabra se había convertido en un cumplido, nada profundo y nada
importante como debería haber sido. No, Amor no era lo que sentía. Esto era diferente, más
complejo. No podía pensar en una palabra apropiada—. Sólo siento un poquitín... probablemente
debido al gran orgasmo, así que no es como si fuera la gran cosa o algo. Pasará.

Con un suspiro, se elevó en un codo y puso un brazo alrededor de mí, presionándome contra él.
Cuando rodó sobre su espalda, también fui. Quedé acostado sobre él. No existía nada mejor.
Aparte de lo que hizo por mí, por supuesto. Una mano me acarició la espalda, mientras que la otra
se posó detrás de su cabeza.

—Una cantidad minúscula, en realidad. —Mi pulgar frotó su tetilla, de un lado a otro, de un lado a
otro. Yo parecía haber entrado en algún estado de flujo de la consciencia y no tenía la energía para
luchar en su contra—. Probablemente ni siquiera podrías verlo con un microscopio.

Otro suspiro del hombre.

—Bueno, quizás uno de esos de laboratorios, pero no uno de juguete. La ampliación sería...

Súbitamente rodamos otra vez y quedé en la parte inferior con el peso del cuerpo de Harry
clavándome en el colchón.

—Hola —dije, un poco desconcertado por el abrupto cambio de posición. Él apenas le dio a mi
cabeza el tiempo para dejar de girar del movimiento previo.

—He estado pensando. —Me miró, ojos intensos—. Quiero que hagas algo por mí.

—Bueno.

—Necesito que vengas a la gira, al menos por un tiempo. Ver lo que puedes manejar, ¿de acuerdo?

Mi corazón hinchado, básicamente reventó. Mi interior era oficialmente un lío. —¿Necesitas?

—Sí, necesito. —Arrugó la frente—. Cosas están ocurriendo y sé que tienes preguntas, pero
necesito que no las hagas ahora mismo. Sólo... te necesito conmigo. Afronto mejor las cosas
cuando estás cerca.

—¿Cosas como el otro motivo por el que me querías cerca, ese que no admitirías anoche?

La culpa se deslizó por su rostro. —Sí.

—Vamos a tener que hablar de las cosas en algún momento.

—Sí. Las tuyas y las mías, ambas.

Me congelé debajo de él, sin responder. Pero muy pacientemente esperó a que salieran. Las
palabras se atascaban dentro de mi pecho con el resto del desbarajuste. Era difícil encontrarlas. —
Tienes razón. Lo sé. Intentaré encontrar una solución sobre la gira.

El trabajo sobreviviría. Sam me lo debía. No le iba a gustar, pero seguro como el infierno que me
lo debía. Entre Tara y el chico nuevo, Francisco, mis turnos podrían ser cubiertos.
—Gracias. —Asintió, me dio una pequeña sonrisa—. Y está bien sentir algo. Lo entiendo.

—¿Lo entiendes? —Qué alivio, porque todavía no sabía si yo lo hacía. Nunca diría nada
remotamente parecido a aquellas palabras.

—Sí. No tienes que seguir balbuceando sobre eso.

—No balbuceaba.

—Sí lo hacías, pero está bien. —Sus dedos jugaron con mi cabello—. El momento no es el
oportuno para mí, pequeño erizo. No necesito la mierda volviéndose más complicada. Pero como
dije anoche, vemos a dónde va esto. ¿Concuerdas?

Sonó como un plan sólido. —Sí.

—Eres bueno para mí. Me aceptas con cualquier humor con el que venga. No tengo que estar
siempre feliz o animado cerca de ti. Te adaptas mejor que nadie a cualquier mierda que digo y doy.
No me permites mangonearte si no te conviene y no me has pedido que te compre una maldita
cosa.

Arqueé las cejas y dije ohh. —Dios, soy tan lento. Ni siquiera se me había ocurrido. ¿Puedo tener
un Porsche?

—Por supuesto. ¿De qué color?

Santa mierda, él también lo haría. Aunque fuera para fastidiarme. Tomé una profunda respiración y
la dejé salir poco a poco, negué con la cabeza. —Nunca dudas cuando te pido algo.

—No pides cosas con frecuencia. Imagino que, si estás pidiendo, es algo que importa.

Mis ojos no lloraron de nuevo. Tenía alergia o algo, probablemente a los sentimientos. Y tenías
que saber, este hombre, me hacía sentir todas las cosas todas las malditas veces. —En realidad no
necesito un coche deportivo. Pero gracias.

—Hazme saber si cambias de opinión. —Sonrió complacido, obviamente sabiendo que su acuerdo
total y completo me volvería loca. Hombre astuto.

—William quiere organizar una cena esta noche con mis padres y todos nosotros —dijo—. ¿Estás
bien con eso?

—Claro. Son agradables y su departamento es hermoso.

Se quedó callado, analizando mi rostro. —Sí, es agradable. Me alegra que te guste. Significan
mucho para mí.

—Son personas estupendas. —En mi cuarto el despertador tronó a la vida, cantando a gritos algún
tema olvidado de los setentas—. Tengo que empezar a moverme.

—¿Tus piernas aún funcionan? —Travesura brilló en sus ojos.

—Creo que sí. —Me reí.

—Llámame hoy. Quiero saber si estás bien lidiando con Sam y todo.

—He estado lidiando con cosas por un largo tiempo. —Mi mandíbula se apretó—. Puedo lidiar con
Sam.
—Oye, estuviste interesado en él por casi dos años. Tengo permitido sentirme un poco vulnerable e
inseguro sobre ese imbécil. Deja de intentar atrofiar mi desarrollo emocional, Louis.

—Pensé que ibas a tratar de ser amable con él. ¿Y atrofiar tu desarrollo emocional? ¿Cómo
siquiera se te ocurre eso?

—Con él, no sobre él. Y es un don. -Dado que hacía su presencia conocida una vez más contra mi
cadera, amor y comprensión no era todo lo que él buscaba—. Tengo otro don para ti.

—No tenemos tiempo para que me entregues tu don. Además, tu buen amigo, mi pene, necesita un
descanso.

Su boca cayó en los bordes y él se levantó en sus brazos, sentándose de vuelta en el colchón. Se
puso de pie y me ofreció una mano. —Llámame. No estoy intentando meterme con tus límites o
algo. Sólo quiero saber que estás bien.

Fácilmente, me puso de pie. —Bien, te llamaré.

—Gracias.

Ladeé la cabeza. —¿Vas a llamarme si las cosas no están bien con respecto a tu cosa?

La pequeña línea apareció entre sus cejas. Ahora quizás apreciaba cuán duro podía ser dejar entrar
a alguien en ciertos lugares. Desvió la mirada, sacudió la barbilla.

Qué par que éramos. Por momentos parecía que necesitaríamos un milagro para hacer que esto
funcionara. Pero mi corazón, habitualmente cauto, ya se había encomendado.

—Gracias. —Coloqué una mano en su pecho—. No tienes que preocuparte por Sam.

—Lo sé, lo sé. Él no es nada comparado a mi magnificencia. —Sus dedos acariciaron los míos y
sus ojos se suavizaron—. Pero sólo por curiosidad, ¿Cómo te sientes acerca de tatuar mi nombre en
tu frente?
DIECINUEVE

Me encontraba a dos manzanas del trabajo cuando vi a Sam caminando hacia mí a través de la
multitud mañanera. Su rostro lucía tenso. Cinco minutos tarde. Cinco. Bien, siete (como máximo),
¿y ya salió a buscarme? Incluso me salté mi café matutino para no perder tiempo. Excusas
corrieron por mi mente, respaldadas por todas las veces que tuve que quedarme hasta tarde para
cerrar porque él tenía una cita. Debería haberlas contado. Habrían ayudado ahora mismo.

—Sam, yo...

—Da la vuelta. —Enganchó mi brazo con el suyo y me giró en la dirección por la que vine—.
Sigue caminando. No quieres ir a la tienda.

—¿Qué sucede? —Mi celular vibró en mi bolso. El nombre de Harry destelló en la pantalla—.
¿Hazz?

—Ah, hola. Tengo buenas y malas noticias. ¿Cuáles quieres primero?

—¿Esto tiene que ver con Sam alejándome del lugar donde trabajo?

—Sí, me llamó hace unos minutos. -Hizo un sonido adolorido-. Escucha, fotos de nosotros en el
restaurante fueron esparcidas por todas las redes sociales. Alguien te reconoció y le dijo a un
reportero, quien está actualmente fuera de la tienda, esperando conseguir una vista interna de
nuestro romance.

—Vale. —Mi mente quedó oficialmente aturdida. Sam me hizo cruzar rápidamente la calle y
caminar otra manzana—. ¿Cuáles son las buenas noticias?

—Ahora todos saben de nosotros. No tenemos que escondernos.

—No nos escondíamos de todas formas.

—Buen punto. Lo siento, pequeño erizo, no hay ninguna buena noticia. Las cosas se pondrán un
poco locas por un tiempo.

—Tienes suerte de que te aprecie tanto. ¿Qué va a suceder después? —Entramos a una cafetería.
Una mesa estaba disponible en la esquina y Sam y yo caminamos hacia ella.

—Los reporteros probablemente vivirán de cualquier información que puedan conseguir de ti o


inventarán mierdas, las suficientes como para tener una historia. Querrán que salga rápido, las
noticias se esparcirán y habrá más gente hurgando en tu vida. No debería ser cómo lo que sucedió
con William, porque no hemos hecho nada tan loco y estúpido como casarnos en Las Vegas. —
Tomó una respiración—. No hagas nada demasiado relevante y perderán el interés. Mientras tanto,
¿Qué tal si nos quedamos en un hotel?

—¿Qué con mi trabajo? —le pregunté, luego negué con la cabeza. Debería de preguntárselo al
jefe, así que me giré hacia Sam—. ¿Qué con el trabajo? —. Sam arqueó las cejas ante la pregunta
mientras Harry se aclaraba la garganta.

—Bueno, creo que querrás hablar de eso con él.


—Sí, eso quiero.

—Pero, Louis, por una vez, no te preocupes por el dinero, ¿bien? Lo tengo cubierto.

Mmm... No me sentía seguro al respecto. Pero siendo realista, si me quedaba con Harry, estaría
durmiendo en su habitación de hotel. Ya tenía mi renta pagada. Y aparte de la ocasional comida, no
debería necesitar mucho.

—Está bien. Dame un minuto, por favor, Harry. —Alejé el celular un poco—. Lo siento. ¿Sam?

—Ya hablamos —dijo Sam—. Dijo que probablemente todo sería un lío por la próxima semana o
así, pero luego debería calmarse.

—Lamento lo del reportero. Pero esperaba poder preguntarte si podía tomarme un tiempo libre, de
todas formas. Sé que es con poca antelación, pero dadas las circunstancias...

Sam hizo una mueca y el pánico se desató como un maremoto. No parecía molesto la noche
anterior, pero eso no significaba que no estuviera resentido, o bien podría decidir que aguantó
suficiente y me despidiera. Las cosas podrían arruinarse bastante rápido.

Pero suspiró y se relajó una vez más. —¿Vas a ir a la gira con él?

—Me gustaría. Sólo por unos días. Me dará tiempo hasta que las cosas se calmen.

—Supongo que tiene sentido. Aunque si te relacionas con él, esta mierda podría seguir. ¿Has
pensado en eso?

—¿Estás pidiéndome que renuncie?

—Por supuesto que no.

—No voy a darme por vencido con él, Sam.

Apartó la mirada. —Puedo cubrirte por una semana, Lou. Con tan poca antelación, no creo que
pueda hacer más.

—No, una semana está bien. Gracias.

—Ya deberías haber salido de vacaciones. Y no puedo tener reporteros en los alrededores,
asustando a los clientes. Reorganizaré los turnos con Tara y Francisco.

—En serio que lo aprecio.

Hizo un mohín.

—Eres un amigo increíble.

—Yo soy increíble —dijo Harry en mi oído—. Soy mucho más increíble que él.

Ni siquiera puedo... no hay ninguna comparación. ¿Por qué siquiera usarías esa palabra para
referirte a él?

—Cállate —le dije.

—Regresa para tu cumpleaños, ¿vale? —pidió Sam con una sonrisa vacilante—. Aún vamos a ir a
cenar, ¿cierto?
—Dios, ni siquiera lo había pensado. Estaré de regreso para entonces. —Siempre íbamos a cenar
para el cumpleaños del otro. Era nuestra tradición. Harry aún estaría viajando, así que podía
celebrarlo con él antes. Esta sería una buena oportunidad para arreglar las cosas con Sam, salir
como amigos—. Me encantaría.

—¿Qué? —preguntó Harry—. ¿Cuándo es tu cumpleaños? ¿Pequeño erizo?

—Cuídate —dijo Sam—. Si necesitas cualquier cosa, llámame.

—Gracias. En serio, yo... eres un buen amigo.

—Un buen amigo... está bien —dijo a secas. Luego se inclinó para darme un breve abrazó y luego
darme un suave beso en la frente—. Adiós.

—¿TE ACABA DE BESAR? —gritó Harry en mi oído, haciéndolo vibrar.

Hice una mueca, alejando el celular. —Vaya. Niveles de sonido, amigo.

Sam se movió a través de la multitud y hacia la puerta. Tal vez íbamos a sobrevivir después de
todo. La noche anterior no me sentía tan seguro.

—¿Cuándo es tu cumpleaños? —preguntó Harry.

—El veintiocho de septiembre.

—Dentro de una semana y media. Tendré que comprarte un regalo.

—Bueno. Pero tendremos que celebrarlo antes. Sólo tengo una semana y probablemente fui
malditamente afortunado de conseguirlo en cinco minutos.

—No puedo creer que te besara. Tiene pelotas, pero, aun así, está muerto. —Murmuró un par más
de lo que suponía eran amenazas vacías—. No vuelvas aquí, por si acaso. Le pediré a Troye que
me ayude a empacar un par de cosas para ti. Ve a El Benson, ¿de acuerdo? Habrá una habitación
lista para el momento que llegues.

—Gracias.

—¿No estás molesto porque haya puesto tu mundo patas arriba?

—Soy un chico grande, Hazz. Sabía quién eras y vi lo que sucedió con William. Siempre hubo una
oportunidad de que esto sucediera.

—Y si siguiera sucediendo, ¿vas a cansarte de mí y a dejarme?

Mi corazón se rebeló ante el pensamiento. —No. Buscaríamos una solución.

—Sí, lo haríamos —concordó—. Eres bastante suave después de una noche de sexo caliente. Voy a
apuntar eso.

—Claro que lo harás, mi amigo.

Se rio. —Te veo en una hora o dos. Hablaremos en la habitación, ordenaremos algo y pasaremos el
rato, ¿sí?

—Suena genial. —Con una sonrisa, me desplomé en la silla. Estaba oficialmente de vacaciones. La
última vez que estuve de vacaciones fui a Florida con mamá, papá y Niall. Tenía catorce años, el
año antes de que todo se fuera a la mierda. Y no había forma de que necesitara estar recordando el
pasado.

La vida aquí y ahora con Harry era como una montaña rusa. Aterradora y divertida. Sin importar
cuán extrañas fueran las circunstancias, iba a disfrutar de este rato.

La cena con la banda y los padres de Harry fue agradable.

Después, fuimos a un bar de mala muerte en los límites del barrio chino. Se encontraba ubicado
bajando por una estrecha escalera, bajo tierra. No era demasiado limpio, pero tampoco muy sucio.
Tenía máquinas de pinball y una mesa de billar, una rockola resonando con Joy Division. La
multitud tenía acorralado un mercadillo de estilo clásico. Aparte de un par de miradas, nadie
pareció emocionarse cuando entramos. Suponía que todos eran demasiado geniales para enloquecer
por unas aburridas y antiguas estrellas de rock.

Aunque Sam, el guardaespaldas, vino con nosotros, por si acaso.

Mi celular estuvo sonando debido a mi recién descubierta fama. Recibí muchos mensajes, pero me
aseguré de ver sólo los de Niall y preguntarle si estaba bien. En realidad, no había nadie más con
quien tuviera que hablar. William me dio un discurso motivacional sobre cómo tratar con toda la
atención. De mantener la cabeza gacha y no alimentar al monstruo. En algún momento, perderían
el interés y seguirían adelante.

En el hotel, Harry y yo vimos películas y nos relajamos. Fue genial. Lori me invitó al bar en el
vestíbulo para beber una cerveza antes de la cena. Parecía más preocupada por los medios que yo.
No obstante, me las arreglé bastante bien para esconderme de ellos. Le aseguré que su hijo y yo
íbamos a estar bien. Realmente bien.

A pesar de todo, había sido un día increíble. Y este bar era genial y relajado y todo lo que debería
ser. Nos sentamos en una mesa contra la pared más lejana. Con un asentimiento hacia uno de los
bármanes, Shawn ordenó jarras de cerveza y agua para Alex y Lewis).

—El dueño es un amigo. A veces venimos aquí a jugar al billar, durante el día —dijo Harry,
acercando mi silla a la suya. Parecía emocionado, tocando un ritmo encima de la mesa con la
palma de su mano. Su humor era pegajoso, poniéndome al borde también.

No creía haber entendido cuán unida era la banda y su familia. Durante la cena, Edward y Alex
adoraron a Lori. La trataban como si fuera su propia madre la que los vino a visitar. Incluso Shawn
demostró una sutil muestra de afecto. Y todos parecían respetar a Neil, el padre de Harry. Padre e
hijo vigilaron a Lori toda la tarde. Prácticamente estuvieron encima de ella todo el tiempo. Lori se
cansó nuevamente y Neil la llevó al hotel.

Sí, tenía bastantes sospechas de lo que estresaba tanto a Harry y lo mantenía despierto por las
noches. Pero nos las estábamos arreglando bien. Me pidió que no le hiciera preguntas. Todavía no.
Y aún no me sentía listo para darle las respuestas de mis problemas. Así que por el momento
mantendría mis preocupaciones para mí mismo. Pero el día del juicio final se acercaba para ambos.
Podía sentirlo.

A unos cuantos días del comienzo de la gira, todos parecían demasiado inquietos como para acabar
la noche una vez que Lori y Neil se fueron. Era demasiado temprano, sólo un poco después de las
nueve.

Extrañas miradas pasaron entre Edward y Alex, le daban miradas curiosas a Harry y luego
cuchucheaban entre ellos. Tenía la sensación de que Harry era bastante consciente de ello, por la
forma en que seguía dándoles la espalda, lanzando al par miradas frías.

—Oye —dijo Harry, su sonrisa nerviosa lo delataba—. Volvamos al hotel y rompamos un poco
más la cama.

—Acabamos de llegar.

—Sí, cambié de parecer. Quiero estar a solas contigo. —Su pie comenzó a tamborilear un
hiperactivo ritmo contra el suelo—. ¿Qué dices? Nos desnudaremos y veremos lo que sucede
después de eso.

—Suena como un experimento genial. ¿Puedo terminar esta bebida y luego irnos? Sería grosero
que nos fuéramos de pronto.

—Puff. ¿Cuán a menudo desaparecen Edward y William?

—La beberé rápido —prometí, antes de tomarme de un trago la mitad de mi vaso de cerveza. Un
pequeño hilillo bajó por mi barbilla y humedeció mi apretado suéter verde. Beber así no era no era
atractivo, además de que capaz me podría emborrachar rápidamente, pero nada de eso importaba.
Porque con Harry queriendo desnudarse y ponerse sucio, ¿podían culparme? Diablos, no.

Con todos los susurros de cosas retorcidas encendiendo mis hormonas, no noté la acalorada
conversación de los hermanos Cox. Al otro lado de la mesa, casi se gruñían.

Alex golpeó la mesa, haciendo que los vasos temblaran y llamando la atención de los clientes a
nuestro alrededor. —Por toda la mierda, Edward. Sólo pregúntale.

—Te dije que lo dejaras por ahora —respondió su hermano.

Shawn se recostó en su silla y cruzó sus amplios brazos, sin decir nada, y observando todo. Una
nueva canción comenzó, los acordes de apertura eran demoledores.

—¡Sí! —gritó uno de los hombres de cabello largo y tatuado detrás de la barra. Me alegraba que
alguien estuviera pasando un buen rato. La atmósfera alrededor de la mesa se puso decididamente
oscura.

Un músculo comenzó a latir en el cuello de Harry. Miró a los hermanos Cox, su rostro como un
rayo. —¿Qué?

—Ya sabes qué —dijo Alex, gritando para ser oído por encima de la música.
Harry extendió las manos. —Alex, soy un hombre de muchos, muchos talentos, pero leer tu jodida
mente no es uno de ellos.

—¿Qué sucede con Lori?

La mirada de William se movió a toda velocidad hacia la mía. No sabía más que él. Aún.

—¿Qué estas insinuando, Alex? —preguntó Harry, inclinándose hacia delante en su asiento-. Di la
verdad, ahora.

—No te hagas el idiota. —Edward puso los codos sobre la mesa, mirando furiosamente a Harry—.
Nos preocupamos por Lori. Ha perdido un montón de peso. Pareciera que hasta una brisa podría
llevársela. Tú y Neil nunca dejan de mirarla. Sabes exactamente de lo que Alex está hablando.

Casi podía escuchar a Harry apretando los dientes.

—Tenemos derecho a saber —dijo Alex.

Edward se mordió las mejillas. —Vamos, hombre. Solo dinos.

Mierda. Harry se puso rígido en su asiento junto a mí y luego comenzó a temblar. Necesitábamos
irnos.

Puse una mano en su brazo. Vibraba con tensión. No sabía cómo confortarlo, pero tenía que
intentar. —¿Hazz?

Me apartó sin siquiera una mirada.

—Estuvo enferma o algo así —dijo Harry—. Eso es todo. No hagan un lío por eso —. Alex se
disparó hacia delante en su asiento.

—Es más que eso. No mientas, joder.

—Esto es lo que te ha estado molestando, ¿no? —preguntó Edward—. Lori está enferma.
Realmente enferma.

—No sé de lo que están hablando. —La risa de Harry sonó horrible—. Esto es ridículo. Alex
probablemente ha vuelto a inhalar, pero ¿Cuál es tu excusa, Edward?

Lewis se levantó de golpe. Agarró la cerveza restante en su jarra y se la lanzó en el rostro a Harry.
Líquido espumoso y frío me salpicó, y Harry retrocedió con sorpresa.

—¿Qué diablos? —gruñó, levantándose rápidamente.

Frente a él, Alex también se puso de pie, protegiendo a un pequeño Lewis con su cuerpo. Todos se
detuvieron, toda la conversación en el bar muriendo en el proceso.

El plan de beber un par de cervezas claramente se fue a la mierda.

—No le grites —dijo Alex, sus manos apretadas en puños.

Los hombros de Harry temblaban. Los dos hombres se enfrentaron por encima de la mesa, ambos
furiosos. Lentamente, Shawn y Edward se levantaron. Todo se iría al infierno en nada.

—Harry, vamos —dije—. Dales tiempo para que se relajen.


De nuevo, me ignoró.

—Vete, hermano —dijo Shawn, su voz siniestramente calmada.

La cerveza chorreaba del cabello de Harry. La parte delantera de su camisa se humedeció. Desde
atrás de nosotros destelló un flash. Un tipo se encontraba con su teléfono en mano, sacando fotos.
Idiota.

Sin otra palabra, Harry se giró y caminó hecho una furia hacia las escaleras, casi mandando a volar
a una chica llevando una botella de algo. Permanecí allí, sorprendido por un momento, inútil y
pegajoso con cerveza. Shawn y Sam, el guardaespaldas, se fueron tras él.

—Louis, déjanos tratar con esto —dijo Edward.

Alex y Edward también se marcharon, trotando por las escaleras pequeñas y oscuras. Como el
infierno que iba a hacer lo que me pidió. Harry dejó su chaqueta en la parte trasera de su asiento.
Se congelaría allá afuera.

La cogí y una mano agarró mi muñeca. La mano de William. —Por favor, dales una oportunidad
de hablar —dijo, cerniéndose sobre mi rostro—. Esos tipos han estado juntos por un largo tiempo.

Apreté su chaqueta contra mi pecho. —No.

—Pero...

No tenía tiempo para esta mierda. Lo que necesitaba hacer era encontrar a Harry y ver si se sentía
bien.

Corrí escaleras arriba, más allá de la planta baja y salí por la puerta. El frío aire me estremeció,
cortesía de la humedad en mi suéter y vaqueros. Mi corazón latía a mil por segundo. Mierda. No
veía señales de ellos en ninguna dirección. Su Jeep desapareció del otro lado de la calle. Podían
estar en cualquier lugar.

—Mierda.

¿Qué hacía? ¿A dónde iba? Tal vez regresó al hotel. Sí, por supuesto. Un taxi pasó y extendí el
brazo. Demasiado lentamente, se detuvo.

Abrí la puerta trasera y entré. —A El Benson, por favor.

Lo encontraría cueste lo que cueste.


VEINTE

El texto de William llegó a las diez con cuarenta y cinco. Me quedé despierto, mirando al techo,
porque mirar las paredes se había vuelto aburrido. Harry no regresó al hotel. Estuve esperando por
más de media hora y nunca apareció.

William: Troye me dio tu número. Los chicos hablaron con Harry y luego se fue de nuevo. No
saben a dónde.

Louis: Bien.

William: ¿Sabes dónde puede estar?

Louis: Si lo encuentro voy a hacerte saber.

William: Gracias.

Él podría estar conduciendo por la ciudad. Pero era más probable que si se encontraba alterado,
querría desquitarse con su batería.

Tomé un taxi. El dinero tal vez era escaso, pero no esperaría a que viniera a mí por más tiempo.
Esperaba que Edward y compañía lo hubieran calmado. Ahora era el momento de hacer mi parte,
sea lo que sea. Me senté en el asiento de atrás, tratando de pensar en qué iba a decir. Después de
todo, no tenía palabras sabias.

Una llovizna con neblina empezó a caer en el momento que llegué a la sala de prácticas. Mi aliento
formaba vaho. Ah, Portland. Nunca decepcionaba. El mejor clima alguna vez visto. Vi el Jeep de
Harry estacionado al lado del edificio. Gracias a Dios, estaba aquí.

El frenético ritmo de la batería se oía a través de las paredes del edificio, sacudiendo hasta sus
cimientos. Unos pocos bichos rodeaban la tenue luz por encima de la puerta de metal. Dejó la
puerta abierta, por suerte. Entré, preparándome para el ruido. En el escenario, vi a Harry, sentado
en medio de una potente luz, creando una apabullante tormenta de sonido.

Más cerca de él, baquetas rotas llenaban la zona. Harry había roto una cantidad impresionante en
tan poco tiempo.

Subí al escenario, caminando hacia él. Siguió sentado, relajado frente a la batería con los ojos
cerrados, las manos moviéndose tan rápido que eran casi un borrón. Brillaba con sudor, ya
cubriéndole la parte superior del cuerpo. Su cabello oscuro pegado a los lados de su cara. Una
botella de Johnny Walker Etiqueta Negra yacía en el suelo. Las líneas de sus músculos y los
ángulos de sus pómulos eran rudas debajo de la dura luz.

Parecía perdido en su propio mundo, totalmente inconsciente. Dudé por un momento y luego me
dejé caer, sentándome con las piernas cruzadas. Me tapé los oídos, pero hizo poca diferencia para
el ensordecedor estruendo de la batería. No importaba. El choque de los platillos me atravesó. El
fuerte ruido sordo del bombo golpeó mi corazón. Continuó tocando, moviéndose entre los ritmos,
pero nunca se detuvo. Ni siquiera para beber. Recogería la botella y la sostendría con una mano, la
otra y ambos pies nunca perdiendo el ritmo.

Después del segundo trago de whisky, no espero a que la botella llegara al suelo antes de soltarla.
Se volcó, derramando líquido. Me deslicé y la puse en posición vertical, volviendo a ponerla en su
lugar al lado de él. Pareció registrar mi presencia por primera vez, inclinando la barbilla en señal
de saludo o reconocimiento, o no sé qué. Tal vez lo imaginé. Luego se centró de nuevo en la
música, con más energía.

Saqué mi teléfono y luego vacilé. William me hizo enojar, reteniéndome, pero estas personas
también eran su familia. Merecían saber que él todavía continuaba en una pieza.

Louis: Está en la sala de prácticas.

William: Gracias.

Edward Cox entró no más de quince minutos después. Asintió hacia mí, luego cogió una guitarra y
la conectó. Cuando los primeros acordes resonaron, Harry abrió un ojo y vio a Edward de pie
frente a él. No dijo nada. El tiempo pasó, lento y rápido a la vez. Ambos tocaron durante horas. Caí
en una especie de aturdimiento.

Me tomó un momento darme cuenta cuando finalmente se detuvieron.

—Hola —dijo con voz ronca, las palabras silenciadas como si estuviéramos bajo el agua. El ruido
podría haber roto mis oídos.

—Hola.

Se llevó la botella casi vacía de whisky a los labios y tomó otro poco. Su mirada se quedó en mí.
Con cuidado, enroscó la tapa de nuevo. Le tomó un par de intentos. —Estoy un poquito jodido,
pequeño erizo.

—Está bien. Te ayudaré a volver al hotel.

Asintió, olió sus axilas. —Y apesto.

—Te ayudaré a ducharte, también. —Me acerqué y me arrodillé entre sus piernas—. No es un
problema.

Sus manos se curvaron sobre mis mejillas, acunando mi rostro. Poco a poco, presionó sus labios
con los míos. —Mm, siento algo por ti, Louis. Lo cual es jodidamente impresionante teniendo en
cuenta lo ebrio que estoy ahora mismo.

—Ya lo creo —concordé.

—Normalmente no soy así... de beber tanto. Quiero que sepas eso. Es que...—Un músculo tuvo un
espasmo en su mandíbula y miró a lo lejos.

—Lo sé, Hazz. Está bien.

No hubo respuesta.

—Superaremos esto.

—Lou... —En una ráfaga de movimiento, cayó de espaldas del taburete.

Agarré sus vaqueros, tratando de mantenerlo erguido. No la mejor idea. Una de las zapatillas de
Harry se topó con un lado de mi cabeza, lo cual dolió. Su otro pie chocó los platillos y cayeron al
suelo.
—Mierda. —Pasos se acercaron.

Harry yacía de espaldas, riendo.

Me senté sobre mis talones, frotando el punto sensible en mi cabeza. Qué noche.

—¿Estás bien? —preguntó Edward, en cuclillas a mi lado.

—¡Muy bien! —exclamó Harry, sin dejar de reír como un loco.

—No hablaba contigo, imbécil. Pateaste a Louis.

—¿Qué? —Harry se giró, agarró el taburete y lo arrojó a un lado. Corrió a mi lado, empujando a
Edward—. Pequeño erizo, ¿estás bien?

—Sí, no fue un golpe fuerte. Ningún daño.

—Joder. Oh, mierda, Louis. —Me rodeó con sus brazos, abrazándome tan fuerte que casi me
estranguló—. Lo siento tanto. Tenemos que llevarlo a un hospital y hacerle un enceflogarma.
Encefalograma. Joder, uno de esos.

—No necesito un hospital o un encefalograma. Es sólo un golpe.

—¿Estás seguro? —preguntó Edward, comprobando mis ojos.

—Sí —dije—. Fue un accidente, Harry. Cálmate.

—Soy el peor novio del mundo.

—Seguro como el infierno que no te contradigo —dijo Edward.

—Jódete, Eddie.

—La fiesta terminó. Es hora de que todo el mundo vaya a casa. —Edward lo sacó de encima de mí
y lo puso de pie.

Harry parecía sorprendido de verse allí. Permaneció parado y se tambaleó, frunciéndome el ceño.
—¿Estás bien?

—Sip. No te preocupes, Hazz.

—Lo siento jodidamente tanto, pequeño erizo. ¿Quieres que me golpeé la cabeza? ¿Eso te hará
sentir mejor?

—Um, no. Pero gracias.

Edward colocó el brazo de Harry sobre sus hombros, arrastrándolo o acarreándolo por el corto
tramo de escaleras que conducían fuera del escenario.

Era difícil decir cuál.

—Espera, ¿Dónde está su camisa? Se congelará allí fuera.

—Se lo tiene bien merecido.

—Cállate, Cox. Eres una pequeña perra llorona.


—Sí, y tú estás borracho.

Me adelanté y mantuve la puerta abierta para ellos. Harry tropezó y casi cayeron. Pero Edward
consiguió que se movieran hacia delante otra vez en lugar de caerse de cara. Por poco. —Estoy
bien, hombre —dijo Harry, alejándose de él para tambalearse peligrosamente por su cuenta. Agarré
su mano para sostenerlo y me empujó bajo su hombro, afirmándose—. Mira, todo está bien.

Edward asintió, permaneciendo cerca.

—Le di trabajo a mi kit Ludwig esta noche. Rompí un montón de baquetas también. —Harry lanzó
su otro brazo alrededor de mí, sosteniéndome cerca. De verdad necesitaba una ducha—. Unas
baquetas American hickory. Unos platillos Zildjian que fueron hechos para ser golpeados, pero
debo haber roto ocho, tal vez diez. Sucede en conciertos a menudo, pero tú no escuchas eso. Sólo
tomo la siguiente, y sigo adelante, sin perder el ritmo. Así es como lo hacemos. La mierda se
rompe, no importa, sigue tocando.

Suspiró, cambiando su peso contra mí. Separé más mis pies, manteniendo los brazos firmemente
alrededor de su cintura. El hombre no era liviano.

—Estoy perdiendo el ritmo, Louis. Puedo sentirlo. Mierda eso no está bien.

Levanté la mirada hacia su hermoso rostro. Mi corazón rompiéndose por él.

—Lo sé. Pero está bien. Te tenemos.

Me frunció el ceño.

—Te tengo —dije.

—¿Estás seguro?

—Mucho.

Asintió lentamente. —Está bien. Gracias, pequeño erizo.

—Volvamos a la habitación del hotel.

La lluvia se detuvo, por suerte. Edward intervino de nuevo, ayudando a Harry a dirigirse hacia el
Jeep, apoyándolo ahí. Uno de los Escala de negro brillante estaba estacionado cerca.

—Hombre, ¿Dónde están las llaves? —preguntó Edward, cavando en los bolsillos de los vaqueros
de Harry.

—Jesús, Eddie. Guardé eso especialmente para Louis.

—No estoy interesado en tu polla. ¿Dónde están las llaves de tu coche?

—No me malinterpretes, hombre. Te amo, pero no de esa manera.

—Uh, las tengo. —Las llaves colgaban en el dedo de Edward—. Louis, ¿puedes conducir con él?
Voy a seguirlos, te ayudaré a llevarlo a la habitación.

—Genial. Gracias.

—Increíble —murmuró Harry. Dejó caer la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Su boca, por otro
lado, se abrió completamente—. ¡TE AMO, LOUIS!
Salté, algo sorprendido por el ruido. —Santa mierda.

—TE AMO.

Edward me miró con una ceja levantada.

—Eh. Está muy borracho —dije, y Edward sonrió a medias. Mejor ignorar mi pequeño ataque al
corazón por las palabras de Harry.

—¡JODIDAMENTE TE AMO, LOUIS!

—Sí, de acuerdo. Ahora cállate. —Edward intentó poner una mano sobre la boca de Harry.

—¡LOUISSSSSSSSSSS! —Mi nombre fue un aullido largo, interminable, amortiguado cuando


Edward se las arregló para cubrir su boca. Gruñidos apagados y refunfuños vinieron después.

—Maldita sea —maldijo Edward—. Me acaba de morder, joder.

—¡MI AMOR NO DEBE DESER SILENCIADO!

Hice mi mejor esfuerzo para no reír. —¿Harry? Tengo dolor de cabeza porque me golpeaste
accidentalmente en la cabeza. ¿Te importaría estar en silencio?

—Oh, mierda, joder, vale. Lo siento, pequeño erizo. Lo siento mucho. —Levantó la mirada al cielo
—. Mira, Lou, estrellas y mierda. Es hermoso, ¿no?

Levanté la vista y evidentemente las nubes se habían separado, permitiendo a un par de valientes
estrellas brillar a través de ellas. —Cierto. Ahora regresemos al hotel.

—Mm, sí, vamos. Tengo algo en los pantalones que quiero mostrarte. —Sus torpes dedos
comenzaron a meterse por la cintura de sus vaqueros—. Mira, es realmente importante.

Le agarré los dedos, apretándolos fuerte. —Eso es genial. Muéstrame en nuestra habitación, ¿de
acuerdo?

—Está bien. —Harry suspiró felizmente. El aire alrededor de él consistía sólidamente en vapores
de whisky.

—Gracias por enviarle el mensaje a William. —Edward abrió la puerta del lado del pasajero,
agarró el brazo de Harry y procedió a empujarlo en el coche—. Crees que esta noche fue divertida,
espera hasta que nos vayamos de gira. Entonces las cosas se pondrán interesantes. Es la primera
vez que va a haber esposos o novios con nosotros.

—Por la forma en que lo dices... ¿debo estar asustado?

Harry golpeó la ventana del lado del pasajero. —Louis, mis pantalones pican. Creo que les tengo
alergia. Ven, ayúdame a sacármelos.

Ambos lo ignoramos.

Edward se rascó la cabeza. —Creo que será una curva de aprendizaje para todos nosotros, ¿Cierto?

—Sí. —El futuro era una pelota grande y fuerte de la cual no tenía una maldita pista sobre qué
pasaría. Y por una vez, eso me parecía bien.
VEINTIUNO

Hubo un quejido, alto, largo, y de manera explícitamente doloroso. Más de cerca se parecía al de
un animal herido. Aunque con un animal, no habría habido tantas palabrotas. Estos ruidos que
venían detrás de mí no eran de diversión. No, estos ruidos venían de un nivel especialmente
particular del infierno llamado: La mañana después de tomar todo lo de un camión cargado de
alcohol.

—Pequeño erizo. —Enterró su cara en la parte posterior de mi cuello, presionando su piel caliente
contra mí—. Mierda.

—¿Hmm?

—¿Duele?.

—Mmm...

La mano enterrada en la parte delantera de mis bragas se flexionó y curvó. Agarro todo tipo de
lugares interesantes, haciéndome retorcer. Bendita sea la hora en que me suplico en que pusiera
bragas para tan lindo momento.

—¿Por qué pones mi mano dentro de tu ropa interior mientras duermo? ¿Qué es eso? —murmuró
—. Dios, hombre. Estás fuera de control. Me siento violado.

—Yo no lo hice, cariño. Lo hiciste tú.

Gimió de nuevo.

—Fuiste muy insistente en que me pusiera unas bragas y que tuvieras tu mano allí. Me imaginé que
después de que te durmieras podría moverte. Pero no fue así. —Froté la mejilla en mi almohada, su
bícep.

—Este pene es mío. —Sus dedos se estiraron, agarrando en el proceso mi pene y luego
acariciándolo accidentalmente sobre la parte interna de mis muslos.

No era el momento para excitarnos. Teníamos pendiente una charla.

—Sí, eso fue lo que dijiste. En repetidas ocasiones.

Gruñó y bostezó, luego frotó sus caderas contra mí. Su erección mañanera presionando contra mis
nalgas. —No deberías haberme dejado beber tanto. Eso fue muy irresponsable de tu parte.

—Me temo que eso también lo hiciste tú. —Traté de sentarme, pero su brazo me sujetó.

—Todavía no te muevas.

—Necesitas agua y Advil, Harry.

—Está bien.

Su mano se retiró de mi entrepierna y se dio la vuelta, quedando de espaldas, jadeando y


resoplando. No conseguí meterlo en la ducha la noche anterior. En consecuencia, esta mañana los
dos apestábamos a sudor y whisky.

Le conseguí una botella de agua y un par de pastillas, me senté en el borde de la cama. —Siéntate.
Trágatelas.

Abrió un ojo legañoso. —Tragaré si tú lo haces.

—Hecho.

—Será mejor que lo digas en serio. A mí no me gusta que me mientan acerca de ese tipo de cosas.
—Muy lentamente se sentó, su cabello rizado tapaba partes de su cara. Sacó la lengua y dejé caer
las pastillas, luego le entregué el agua. Por un rato se quedó ahí, bebiendo agua y mirándome. No
tenía idea de lo que venía después, lo que debería decir. Era mucho más fácil simplemente hacer
bromas estúpidas que intentar ser profundo y significativo. Para ayudarlo.

—Lo siento —dije, sólo para romper el silencio.

—¿Por qué? ¿Qué hiciste? —preguntó en voz baja.

—Me refiero a lo de Lori.

Encogió sus piernas, apoyó los codos en las rodillas y agachó la cabeza. No se escuchaba ningún
ruido, excepto el del aire acondicionado al hacer clic, el tintineo de los cubiertos o algo de la
habitación de al lado. Cuando finalmente levantó la mirada, vi sus ojos enrojecidos y cristalinos.
Los míos de inmediato hicieron lo mismo con empatía. No había una parte de mí que no doliera
por él.

—No sé lo que se siente, así que no voy a fingir que lo hago -dije.

Sus labios se quedaron cerrados.

—Pero lo siento mucho, Harry. Y sé que eso no ayuda, no realmente. No cambia nada.

Todavía nada.

—No puedo ayudarte y odio eso.

Lo cierto era que una parte de querer aliviar el dolor de otra persona era hacerte sentir útil. Pero
nada que pudiera decir quitaría su dolor. Yo podría exponerme por completo, entregarle todo, y
aun así no detendría lo que estuviera mal con Lori.

—Ni siquiera tengo una relación que funcione con mi madre, así que no tengo idea. La verdad es
que solía desear su muerte todo el tiempo. Ahora sólo deseo que me deje en paz —solté, luego me
detuve, tambaleándome en mi propia estupidez-. Mierda. Eso es lo peor que puedo decirte.

—Continúa.

Mierda, hablaba en serio.

Abrí la boca y mi garganta se cerró. Las palabras fueron sacadas pataleando y gritando. —Ella,
um... nos abandonó, a Niall y a mí. Papá se fue y ella solo se acostó. Eso fue su gran solución para
remediar el problema de nuestra familia desintegrándose. Sin tratar de obtener ayuda, sin médicos,
simplemente tumbándose en la oscuridad sin hacer nada. Casi se quedó en su habitación durante
tres años. Un tiempo después, los servicios de protección de menores vinieron. Nosotros tuvimos
que arreglárnoslas para persuadirlos de que no era una completa pérdida de espacio. Qué ridículo.
Me miró fijamente, sus labios gruesos y blancos.

—Llegué a casa un día y se sentaba en el borde de la cama con todas estas pequeñas pastillas de
colores alineadas en su mesita de noche. Sostenía ese gran vaso de agua. Su mano temblaba tanto
que salpicó por todas partes, su camisón se hallaba todo mojado. No hice nada, no al principio. —
Ese instante fue terriblemente claro en mi cabeza. Al pasar por la puerta de la habitación,
decidiendo qué hacer. Sería homicidio, mantenerme al margen y dejar que sucediera. Algo así te
marca—. Quiero decir, era tan tentador —dije, con la voz quebrada—, la idea de no tener que
lidiar más con ella... Pero entonces pensé en Niall, y la habrían llevado a una casa de acogida y
seguramente nos separarían. No podía arriesgarme. Se encontraba mejor en casa conmigo.

Su mirada era desolada, con el rostro pálido.

—Así que me quedé en casa para cuidarlo. Mi madre siguió intentando suicidarse un par de veces
más, luego se rindió en eso también, como si incluso morir fuera demasiado esfuerzo. Hay días en
los que pienso en lo mucho que hubiera deseado haber llegado cinco minutos más tarde. Se las
habría arreglado para terminarlo. Entonces me siento culpable por pensar de esa manera.

Ni siquiera parpadeó.

—La odio tanto por hacernos pasar por eso. Sé que la depresión ocurre y es una enfermedad grave,
una enfermedad terrible, pero ni siquiera trató de encontrar ayuda. Planeé sus citas con los médicos,
traté de obtener folletos e información y solo... ya sabes, tenía hijos, no tenía el puto lujo de
simplemente desaparecer su propio culo. —Las lágrimas se deslizaron por mi rostro descontroladas
—. Papá no era mucho mejor, al menos enviaba dinero. Supongo que debería estar agradecido de
que no nos olvidara por completo. Le pregunté "por qué" cuando se iba y me dijo que no podía
hacerlo más. Fue realmente una excusa de mierda. Como si hubiera marcado la casilla incorrecta
en un formulario o algo así y ahora lo siento, pero optaba por salir. ¿Familia? No. Oh mierda, ¿dije
que sí? ¡Uy! Idiota de mierda. Como si diciendo lo siento cambiara todo cuando atraviesas la
puerta.

»No aprecias la cantidad de tiempo que toma manejar una casa, pagar las cuentas, cocinar, hacer la
limpieza, hasta que todo depende de ti. Mi novio estuvo conmigo por un par de meses, pero luego
se resintió porque yo no podía salir los sábados por la noche a los juegos y fiestas, y esas cosas. Él
era joven, quería salir y divertirse, no quería quedarse cuidando de una maníaca-depresiva y a un
niño de trece años. ¿Quién podría culparlo?

Agaché la cabeza, tratando de alinear los detalles importantes en mi mente. No era fácil, teniendo
en cuenta la cantidad de tiempo que pasé tratando de olvidar. -Entonces Niall se rebeló y eso acabó
por hacer todo mucho más difícil. Él odiaba a todo el mundo, ¿y quién podría culparlo? Por lo
menos cuando se comportaba como un chico inmaduro y egoísta escondía una razón real detrás de
ello. Lo atraparon robando en una tienda. Me las arreglé para hablar con el propietario para que no
presentara cargos. El susto pareció despertarlo. Se calmó y regresó a su trabajo escolar. Uno de
nosotros tenía que llegar a la universidad porque yo lo intenté, pero no existía manera de que me
mantuviera al día con la escuela por mi cuenta. —Que puta escena que hacía. Parpadeé con furia y
sequé las lágrimas—. Sabes, en realidad quería animarte o algo así. Cualquier cosa.

Su silencio me mataba.

—Así que esa es mi trágica historia. —Le di una sonrisa. Sin duda, se vería tan de mierda como se
sentía.

—Mamá tiene cáncer de ovario -dijo, con voz ronca—. Le están dando un par de meses en el mejor
de los casos...
Sentí como si mi corazón se hubiera detenido. El tiempo se detuvo. Todo.

—Oh, Hazz...

Echó hacia atrás su cabello, entrelazando sus dedos detrás de su cabeza. —Ella está tan
jodidamente feliz de que estés conmigo. Habló toda la cena sobre ti, de lo maravilloso que eres.
Eres su sueño hecho realidad para mí. Ha estado esperando a que me establezca durante mucho
tiempo.

Asentí, tratando de darle una mejor sonrisa. —Ella es realmente genial.

—Sí. Joder, Louis. Sin embargo, esa no es la única razón de esto entre nosotros... quiero decir... al
principio fue una gran parte de la razón. —Agarró su nuca, sus músculos flexionándose—. Hay
más que eso ahora, que hacerla feliz antes de que... —Hizo una pausa, sus labios torciéndose,
incapaz de decir la palabra—. Sabes que hay más, ¿verdad? Ya no fingimos. Lo sabes, ¿no?

—Lo sé. -Esta vez, le di una sonrisa completa—. Está bien.

Así que nuestro comienzo fue dudoso. No cambiaba donde nos hallábamos ahora.

—¿Vienes a tomar una ducha conmigo? —Me tendió la mano.

—Me encantaría.

Me mostró un valiente intento de sonrisa. El baño era amplio, mármol blanco con bordes dorados.
Incluso teníamos un piano en la sala de estar. Al parecer, sus padres se alojaban en la suite
presidencial por lo que nos tuvimos que conformar con lo segundo mejor. El segundo mejor era
bastante bueno.

Se quitó el bóxer corto. Dejé que el agua corriera hacia la temperatura adecuada, permitiendo que
la habitación se llenara lentamente con vapor. Sus manos se deslizaron sobre mí desde atrás,
tirando hacia abajo mis bragas y sacando mi vieja camiseta de Stage Dive. Era la única prenda que
aprobó que usara para dormir durante su sabiduría de ebriedad. Estábamos en nuestro pequeño y
perfecto mundo en el calor de la ducha. Harry entró bajo el agua y empapó su cabello, bajando por
su hermoso cuerpo. Deslicé los brazos alrededor de su cintura, apoyando la cabeza en su pecho.
Sus brazos alrededor de mí mejoraron todo.

Podríamos hacer frente a las cosas por separado. Por supuesto que podríamos. Pero era mucho
mejor juntos.

—La peor maldita cosa es la mañana —dijo, apoyando su barbilla en la cima de mi cabeza—. Por
unos pocos segundos, todo está bien. Entonces recuerdo que está enferma, y... es que... Ni siquiera
sé cómo describirlo.

Lo abracé con más fuerza, sosteniéndolo como si fuera su salvavidas.

—Siempre ha estado ahí. Nos llevaba a los espectáculos, nos ayudaba al salir a escena. Siempre ha
sido nuestra mayor fan. Cuando nuestro disco fue platino se hizo un tatuaje de Stage Dive para
celebrar. Con sesenta años, la mujer se tatuó. Y ahora está enferma. Aún no puedo creerlo. —Su
pecho se movía contra mí mientras respiraba profundamente, lo dejó escapar lentamente.

Acaricié su espalda, la longitud de su columna, de arriba a abajo, alisando mis manos sobre las
curvas de su culo, con mis dedos a la deriva sobre los bordes de su caja torácica. Permanecimos de
pie debajo del agua caliente y lo tranquilicé lo mejor que pude.
Dejándole saber que era amado.

Tomé la barra de jabón, pasándola sobre él, bañándolo como a un niño.

Primero su mitad superior, desde las líneas de sus hombros a los músculos de sus brazos, cada
centímetro de su pecho y espalda. Lavar su cabello era difícil debido a la diferencia de altura.

—Agáchate. -Vertí un poco de champú en mi mano y luego lo froté en su cabello, masajeando su


cuero cabelludo, tomándome mi tiempo—. Déjame enjuagarlo.

Hizo lo que le pedí sin comentarios, poniendo la cabeza debajo de la ducha. Luego vino el
acondicionador. Con cuidado, peine mis dedos a través de su cabello.

—No tienes permitido cortarte el cabello —le informé.

—Está bien.

—Nunca.

Me dio una casi sonrisa. Sin duda, se acercaba a una sonrisa cada vez más.

Una vez que estuvo terminada la parte de arriba, me arrodillé sobre los duros azulejos,
enjabonando sus pies y tobillos. El rocío de la ducha caía sobre mí, manteniéndome cálido. Cara a
cara con ello o no, ignoré su larga y gruesa polla. No era el momento. Los músculos de sus piernas
largas y delgadas eran tan bonitos. Se estremeció cuando limpié la parte posterior de sus rodillas.

—¿Cosquilloso? —pregunté, sonriéndole.

—Soy demasiado varonil para ser cosquilloso.

—Ah... —Arrastré el jabón sobre la fuerte longitud de sus muslos, hacia adelante y atrás. Que me
condenen si no sería el baterista de rock and roll más limpio y más brillante del mundo entero. El
agua se deslizaba por su cuerpo, resaltando todos sus picos y valles, la curva de sus pectorales y su
piel de satén.

Sólo debería llamarle pastel y comérmelo con una cuchara.

—¿Irás más arriba? —El deseo profundizó su voz.

—En algún momento. —Enjaboné mis manos y puse la barra de jabón a un lado—. ¿Por qué?

—Por nada.

El "por nada" apuntaba directo a mí, largo y exigente. Lo sostuve al lado con una mano, deslizando
la otra entre sus piernas. Su polla dura calentaba la palma de mi mano. Un hombre con más
paciencia no habría curvado sus dedos alrededor, presionándolo fuerte. Yo era una mierda para
esperar.

Harry contuvo el aliento, y su paquete de seis se contrajo bruscamente.

—Amo tu trasero —dije, trazando con mis dedos jabonosos a lo largo de la grieta antes de acunar
sus bolas. Cada parte de él era sublime, cuerpo y alma. Lo bueno, lo malo y lo difícil. Las veces
que quise que fuera serio y las veces que no tenía una maldita idea de donde se encontraba.
Siempre me hizo querer más mientras que al mismo tiempo me hacía estar profundamente
agradecido por lo que tenía.
Porque lo tenía a él, se hallaba justo en sus ojos.

—No tengo idea de cómo llegué a ser tan afortunado. —Acaricié el hueso de su cadera con mi
nariz, deslizando los dedos sobre la piel lisa de su pene.

-¿Amas tanto a mi trasero?

—No, es más una especie amo todo-de-ti.

Le di a su polla otro apretón y sus ojos se volvieron confusos de la forma que más me gustaba. Las
cosas definitivamente se despertaron entre mis piernas, pero esto era todo acerca de él. Las puntas
de sus dedos se deslizaron sobre los lados de mi rostro, su toque suave y reverente.

Suficiente de juegos.

Guie la cabeza de su polla dentro de mi boca y succioné fuerte. Manos hundiéndose en mi corto
cabello mojado, sosteniéndolo apretado. Mi lengua golpeando sobre su punta, provocando el borde
sensible antes de sumergirla abajo para frotarla contra su punto placentero. Lo tomé más profundo,
succionando fuerte, una y otra vez. Mi parte baja empezó a hormiguear y sabía que era porque mi
pene empezaba a endurecerse. Sus caderas se movieron, presionándolo más adentro en mi boca.

Nunca perfeccioné el arte de tenerlo profundo en la garganta, lo lamentaba ahora, pero Harry me
hizo querer aprender. Algo me dijo que no se opondría a tiempo de práctica. Con una mano acuné
sus bolas, masajeándolas. La otra se envolvía apretadamente alrededor de la base de su pene,
deteniéndolo de ir más lejos y atragantarme. Pero lo tomé tan profundo como pude, retirándolo
para colmarlo con la atención de mi lengua. Trazando las venas gruesas y jugando con su
hendidura. Los dedos en mi cabello tiraron más apretadamente, punzando ligeramente. Mi pene
sentía que goteaba liquido pre-seminal.

Pero estaba bien. Todo bien. Amaba malditamente ser capaz de hacer esto para él y como también
el placer que producía en mí. Lo conduje más profundo y succioné con fuerza, trabajándolo. Mi
mano masajeo fuertemente mi pene para venirme junto a él, y Harry se vino con un grito,
bombeando dentro de mi boca tan lejos como mi mano podía permitirle.

Tragué toda su esencia y yo dejé un pequeño beso en su hendidura.

Yo por mi parte, me corrí en mi mano y procedí a lamer mi esencia. Harry jalo a mi mano a
también lamer lo que quedaba y luego dejo un dulce beso en la palma de mi mano

Y decían que el romance estaba muerto.

Siguió de pie, jadeando, con los brazos lánguidos colgando y los ojos cerrados. Joder, él era
perfecto. Lentamente me puse de pie, mis rodillas entumecidas temblando. Después del oral,
siempre parecía haber un momento como este instante de timidez. Quizás debería haber sido
engreído, tirándome con algo de arrogancia. En realidad, no había lugar para eso en la ducha, de
cualquier manera.

Harry abrió los ojos y me vio fijamente, sus brazos fueron alrededor de mis hombros. Me jaló entre
ellos, dejando suaves besos sobre mi rostro.

—Gracias —dijo, la palabra amortiguada contra mi piel.

—De nada.

—Lamento lo de tus padres, pequeño erizo. Malditamente lo lamento.


Mis dedos se apretaron en sus caderas, involuntariamente. Un día, dejaría de reaccionar así y lo
dejaría ir. —Lo lamento por tu mamá.

—Sí. —Frotó mis brazos rápidamente, besando la cima de mi cabeza—. Necesitamos pensar en
cosas felices. Y ordenar un montón de tocino y huevos. Y también panqueques. ¿Te gustan los
panqueques?

—¿A quién no le gustan los panqueques?

—Exacto. Cualquiera a quien no le gusten los panqueques debería de estar en el maldito sistema
penal. Encerrarlos y lanzar la llave lejos.

—Absolutamente.

—No más cosas tristes hoy —dijo, su voz áspera.

Recogió el jabón y comenzó a lavarme, poniendo atención particular en mis pezones.

—Hay una cosa acerca de la que pienso que deberíamos hablar —dije, mientras trabajaba duro,
frotando algún punto imaginario sobre mi pezón izquierdo. Se sentía bastante bien.

—¿Qué cosa? —preguntó

—Bueno, acerca de lo que dijiste anoche cuando volvimos aquí. Acerca de empezar una familia.

Su mano paró, cubriendo mi pezón derecho. —¿Comenzar una familia?

—Sí. Dijiste que eras realmente serio acerca de eso. Incluso lanzaste todos los condones por la
ventana.

—Eso es malditamente serio. ¿Follamos anoche?

Agité mis pestañas y le di una mirada inocente, aunque diabólica. —No. Por supuesto que no.

Lo blanco de sus ojos se iluminó. —Dios... estuviste cerca de darme un ataque cardíaco.

—Lo lamento. —Le besé el pecho—. Lanzaste todos tus condones por la ventana. Luego te
acostaste y procediste a nombrar a todos nuestros hijos.

—¿A todos?

—¿Supongo que ya no vamos a tener una camada de trece afortunados?

Sus cejas se arquearon hacia arriba. —Mierda. Um, tal vez no, ¿eh?

—Probablemente sería lo mejor. Planeabas llamar a tres de ellos Edward.

Podría volverse confuso.

—¿Cuánta mierda hablé anoche, sólo por curiosidad?

—No demasiada. Saliste de la cama un par de veces, tratando de besar los dedos de mis pies y
luego te fuiste a dormir.

Lavó el jabón de sus manos y se inclinó por el champú, masajeándolo en mi cabello.

—Auch —jadeé—. Suave.


—¿Qué pasa?

—¿No recuerdas?

Volvió su rostro un poco y me vio por el rabillo de sus ojos. —¿Ahora qué?

—Puede que me hayas pateado accidentalmente la cabeza, muy suavemente, cuando te caíste del
taburete de tu batería.

—Oh, no. Joder. Lou...

—No me heriste. Es un golpe pequeño.

Con el rostro demacrado, cuidadosamente lavó el champú de mi cabello, comenzando con el


acondicionador. Se mantuvo sacudiendo la cabeza, con el ceño fuertemente fruncido.

—Oye —dije, agarrando su barbilla—. Está bien. En serio.

—Te lo compensaré.

—Ya lo hiciste. —Coloqué una mano sobre su corazón, sintiéndolo latir contra mi palma—.
Escuchaste mi historia sin juzgarme. Me dijiste que pasaba contigo. Esas dos cosas son enormes,
Hazz. De verdad que lo son. Estamos bien.

—Lo compensaré más. Joder, eso no volverá a pasar.

—Está bien.

—Lo digo en serio.

—Sé que lo haces.

Me dio una mirada irritada y de pronto sonrió. -Sé que te daré. He estado pensando sobre esto por
un tiempo.

—No tienes que darme nada. Aunque los panqueques podrían ser realmente una buena idea, estoy
hambriento. —Terminé de lavar mi cabello, listo para salir.

—Tendrás más que panqueques. —Sus brazos me rodearon desde atrás, una mano deslizándose
hacia abajo entre mis piernas. Suavemente, comenzó a acariciar con sus dedos mi erección-.
Primero, necesitas que te devuelva el favor.

—Está bien.

Rio entre dientes en mi oído. —Así que considerando tus orgasmos. Me gustaría ayudarte en eso.

Enrollé los brazos alrededor de su cuello y lo sostuve apretado. Alzó su mano hacia su boca,
humedeciendo algunos dedos. Entonces uno de sus dedos se deslizó por la unión de mis nalgas,
provocándome. Sentí un hormigueo de pies a cabeza. Lentamente presionó un poco adentro, luego
lo sacó de vuelta delineando mi entrada, extendiendo la humedad alrededor. Me trabajó sin
apresurarse, mi respiración volviéndose más rápida y superficial. Mi pene ya estaba otra vez erecto
y yo solo atinaba a retorcerme contra su mano.

—Tienes que estar quieto, Louis —me reprendió, colocando una mano plana bajo mi espalda. Dos
dedos se deslizaron dentro de mí, frotando algo que se sentía increíble—. Vamos, ni siquiera lo
estás intentando.
—No puedo.

—Tienes que poder. No puedo hacerlo bien si no te mantienes quieto.

—Oh... —jadeé mientras su pulgar se deslizaba por dentro mío hasta llegar a mi próstata, enviando
rayos por mi columna.

—¿Ves? Me haces resbalar.

La forma en la que le encantaba burlarse de mí, era a la vez una bendición y una maldición. Sacó
sus dedos, dejándome vacío, pero aquello no duro mucho tiempo porque nuevamente metiera sus
dedos por mi entrada hasta acariciar con ellos mi próstata, haciéndome gemir fuertemente en el
proceso.

—Quédate quieto.

—Estoy tratando.

—Intenta con más ganas. —Suavemente con su otra mano acariciaba toda la extensión de mi falo.
La reacción fue inmediata, mis caderas golpearon hacia adelante. Nadie me hizo eso antes. Yo me
sentía listo para explotar.

—¿Te gusta esa percusión? —preguntó.

—Joder. —Era la única palabra que tenía.

Tarareó en mi oído y volvió a trabajar en mi próstata incluso más rápido. La presión continuaba
construyéndose. Tan cerca.

—Hazz... Por favor...

Me golpeó de nuevo y me libere. Grité, mi cuerpo cediendo. Si él no hubiera estado sosteniéndome


erguido hubiera caído al suelo. El hombre probablemente necesitaba estar encerrado por la
seguridad de las personas en todos lados.

El agua paró. Me envolvió en una toalla y me colocó como un muñeco flácido en la encimera del
baño.

—Oye, mírame —dijo, parándose encorvado a mi lado.

—Hola.

Cuidadosamente metió mi cerquillo mojado detrás de mi oreja.

—Siento que deberíamos tocar fondo acerca de esta cosa de la relación. Y yo probablemente
debería decir algo profundo aquí. Pero no estoy animado para hacerlo. En especial, no esta
mañana. —Exhaló fuerte—. Eres un polvo impresionante, un chico genial, y odio malditamente
cuando estás triste, y no me gusta cuando no estás cerca. Incluso estoy acostumbrándome a las
peleas y al drama de vez en cuando porque el sexo de reconciliación es buenísimo. Además, para
mí, tú lo vales. —La punta de su lengua se frotó sobre su labio superior. —Básicamente eso. Sin
embargo, no necesariamente en ese orden. ¿Está bien?

—Está bien. —Reí, pero sólo un poco. Después de todo, era sincero.

—Eres mi chico. Tienes que saber eso. —Sonrió y puso las manos en mis rodillas—. ¿Necesitas
algo más de mí?
Hice una pausa, lo pensé un poco. —¿Somos monógamos?

—Sip.

—¿Veremos a donde nos lleva esto?

—Mm-hm.

—Entonces sí, estoy bien.

Asintió, me dio un apretón en las rodillas. —Si necesitas algo de mí, espero que me lo hagas saber.

—Lo mismo va para ti. Cualquier cosa.

—Gracias, pequeño erizo. —Sonrió, se agachó y me besó—. ¿Listo para una gira, Joven
Tomlinson?

—Absolutamente.
VEINTIDOS
El primer día de nuestras vacaciones oficiales/tiempo de gira juntos, lo pasamos en su mayoría en
la cama. Panqueques fueron ordenados y consumidos. Por la noche, dejamos la santidad de nuestra
habitación de hotel para cenar con sus padres en su suite. Una vez más, Neil fue incondicional y
silencioso, permaneciendo al lado de Lori en todo momento. Lori fue el alma de la fiesta. Las
historias que contó sobre Harry cuando era niño lo molestaron y me hicieron aullar de la risa.

Mi favorita fue cuando Harry tenía once años y su papá construyó una pequeña rampa de skate en
el patio trasero y él se rompió un brazo, dos dedos y una pierna en los primeros dos meses y medio.
Lori hizo que Neil convirtiera la rampa en leña. Harry se declaró en una huelga de hambre que
duró aproximadamente dos horas y media.

Para compensar la pérdida de la rampa, su mamá le prometió una batería.

Y así comenzó la leyenda.

Fue una gran noche. Su madre no mencionó su enfermedad, por lo que nosotros tampoco. Si Lori
no estuviera tan delgada y frágil, y los hombres tan tensos, podrías casi imaginar que no pasaba
nada. Cuanto más tiempo pasaba con ella, más entendía la devastación de Harry. Destructora de la
rampa de skate o no, Lori Styles era genial. Ahora que lo sabía, la silenciosa desesperación en los
ojos de Neil parecía obvia. Él moría por dentro, pasando por esto con ella.

Ese era el problema con el amor, no dura. De una u otra forma, todo llega a su fin. Las personas
sufren.

Cuando volvimos a nuestra habitación Harry se veía retraído, callado. Puse una película de acción
llena de explosiones. La vimos juntos, su cabeza en mi regazo. Cuando la película terminó fue
cuando realmente comenzó la noche. El sexo fue lento e intenso. Siguió y siguió hasta que apenas
recordé mi propio nombre. Me miró a los ojos, moviéndose arriba y dentro de mí como si el
tiempo no importara.

Como si pudiéramos hacer esto por siempre.

El segundo día, la totalidad de los equipos e instrumentos fueron trasladados desde la sala de
práctica al estadio. Harry tenía una prueba de sonido, y luego una reunión de negocios a la que ir.
Yo tenía mis propios planes. Niall vino para hacerme compañía a mí y a mi bajo perfil.
Aparentemente un par de reporteros vigilaban la tienda de libros y mi apartamento, aún con la
esperanza de la primicia. Una foto mía de la escuela secundaria vieja y borrosa fue lo mejor que
pudieron conseguir. Se publicó ayer en el periódico local sin ninguna información destacada.

Afortunadamente, dada su fascinación por Shawn, Niall ya tenía una cita organizada para esta
noche y no podía quedarse en el concierto.

Esa noche, comenzó la gira.

Apenas tenía una semana antes de tener que volver a trabajar.

Estuvimos tras bastidores con los chicos hasta que llegó Adrian, su representante, aplaudiendo con
fuerza. —Cinco minutos chicos. ¿Listos para empezar?

Lo seguía un hombre con un auricular y un portapapeles o una computadora de alguna clase. Había
visto bastantes personas alrededor equipadas de esa manera. Exactamente cuántos eran los
involucrados en traer a Stage Dive a la ciudad, no tenía idea. William y yo veíamos el concierto
desde un lado del escenario junto a una enorme colección de amplificadores. Santo jodido infierno,
el rugido de la multitud y la energía que llenaba el enorme espacio era increíble. No era
particularmente profunda o espiritual, pero allí de pie, mirando a tantos miles de personas, era algo
impresionante. Poseía una energía definida.

Stage Dive había agotado las entradas del escenario para conciertos más grande de Portland en un
tiempo récord. Su gira incluía nueve ciudades en Estados Unidos, luego Asia. Estarían tocando en
varios festivales en Europa la próxima primavera y verano, además de hacer más conciertos. De
alguna manera durante todo esto, también pasarían tiempo en el estudio de grabación. Edward
aparentemente se mantuvo ocupado escribiendo más canciones sobre la gloria de hacerlo con su
esposo.

Ah, el amor verdadero y eso.

La música era asombrosa así de cerca y personalmente. Me divertí muchísimo hasta que me di
cuenta de una mujer en primera fila que tenía el nombre de mi novio escrito en sus tetas en grandes
letras rojas. Era difícil no darse cuenta cuando seguía insistiendo en exhibirlas.

—Trágatelo y sonríe —dijo William, con sus dientes expuestos.

—Que la jodan. —Devolví mi atención al baterista, tocando fuertemente.

Balanceaba su cabeza, cabello castaño salvaje y sudor volaba de él. Mi corazón latía con fuerza. Ni
siquiera hay que describir lo que le hizo a mi polla.

Después de una hora y media más o menos, Lori y Neil se unieron a nosotros. Ambos usaban
tapones para los oídos y mostraban sonrisas. Las miradas de orgullo que le dieron a su hijo
hicieron que mis ojos se empañaran ligeramente. Lori debe haberse dado cuenta, porque deslizó su
brazo para envolver mi cintura, inclinándose hacia mí. Puse mi brazo alrededor de su hombro
mientras la banda tocaba otra canción, y luego otra. Poco a poco me dio más de su peso. No pesaba
mucho, pero cuando empezó a tambalearse sobre sus pies le di a Neil una mirada nerviosa.

Él puso una mano bajo su codo, inclinándose delante de ella con una sonrisa sutil. Lori se repuso,
restándole importancia con una mano, irguiéndose más.

Entonces sus rodillas se doblaron y dejaron de funcionar. Tanto Neil como yo la agarramos,
evitando que cayera al suelo. Por desgracia, todo sucedió entre canciones. Alex estaba tranquilo
hablándole al público, gritando al frente del escenario. Y a pesar de todas las luces brillantes, Harry
vio a Lori tambalearse. Se levantó de su taburete, permaneció de pie, mirándonos. La ansiedad
ocupaba su rostro.

Sin más preámbulos, Neil subió a Lori en sus brazos y se la llevó. Levanté una mano hacia Harry y
asentí con la esperanza de que recibiera el mensaje de que los seguiría y haría lo que pudiera.
Debió entender, porque asintió y se sentó de nuevo.

—Vamos —dijo William, agarrando mi mano. Corrimos tras los padres de Harry, escondiéndonos
y serpenteando alrededor de la gente y el equipo. Lewis nos recibió afuera de la habitación en la
que habíamos estado antes, tras bastidores. Junto a él se encontraba de pie un Adrian infeliz, pero
luego dudé de si alguna vez lo vería feliz.

—Dime si quieres que llame a un médico -dijo.

—Gracias.

Neil acostó a Lori en un sofá y sostenía un vaso de jugo en sus labios. Un pájaro habría bebido más
que ella. Su piel era pálida y muy fina, sus ojos aturdidos.
—No es necesario el escándalo —dijo reprendiendo a Neil. Cuando me vio, su boca se abrió con
evidente consternación—. Oh, Louis, no tenías por qué venir. Disfrutabas del espectáculo.

—Deben estar casi terminado. Y Harry querría que viniera a ver cómo estás, estoy seguro.

—Bueno, lo has comprobado. Estoy bien. Ahora vuelve.

Mierda. Sabía todo sobre estar bien. Cuidar de mi mamá fue un ejemplo temprano, yo era el rey
del jodido bien. Me senté en el borde del sofá mientras Neil se ponía en cuclillas al final. De cerca,
vi su cara teñida de gris.

—Sé que estás enferma, Lori. Harry me lo dijo.

El aire salió de ella en un siseo. -Le dije que no quería que todos supieran e hicieran un lío. Es la
vida, cariño, todos tenemos que irnos en algún momento.

—Me dijo que tenías un mes o dos —dije. Lori y Neil compartieron una mirada que no me gustó ni
un poquito—. ¿Hay algo que tienes que decirle a tu hijo?

—Ahora podría ser menos que eso. Vimos al médico en Spokane antes de venir aquí. —Su barbilla
se elevó—. Pero no hay diferencia. No voy a pasar mis últimos días en un hospital.

Algo se atoró en mi garganta. —¿Tus últimos días?

—Semanas —corrigió—. Creen que una o dos en el mejor de los casos. Volveremos a casa
mañana por la tarde. Me gustaría estar allí...

Neil inhaló con fuerza y se giró. Su mano se deslizó sobre la de su esposa, sus dedos entrelazados.

—Tienes que decirle —dije. Tenía hojas de afeitar en mi garganta, alambre de púas, clavos,
variados equipos y dispositivos afilados. Era tremendamente incómodo.

—Supongo que tienes razón.

Con un gruñido, Neil les dio a sus dedos un último apretón y se puso de pie.

—Le diré cuando salga del escenario. No podemos pedirle a Louis que se lo oculte.

—No -concordó Lori—. Simplemente, ayúdame a sentarme. Todo el mundo va a entrar y voy a
estar aquí acostada como una tonta.

Esto no estaba sucediendo. Mierda.

Con cuidado, Neil y yo ayudamos a que Lori se sentara derecha. Luego se fue a esperar a su hijo.
Me hice cargo de los deberes del jugo. Al menos el vaso me dio algo que hacer.

—Me alegra que te tenga —dijo Lori, enderezando la falda de su vestido verde pálido—. Sé que lo
he dicho antes. Pero mi partida lo golpeará duro. Él actúa todo fuerte y resistente, pero tiene un
punto débil, mi hijo lo tiene. Va a necesitarte, Louis.

Tomó mi mano libre en la suya. La mía sudaba, la suya no.

—Me gusta mucho tu hijo —dije. Porque tenía que decir algo. Así que, por supuesto que era
totalmente inadecuado de acuerdo a lo común cuando se trata de sentimientos.

—Ya lo sé, cariño. He visto la forma en que lo miras.


—¿Los ojos locos?

—Sí. —Se rio en voz baja—. Los ojos locos.

Afuera, la multitud rugió y la estampida de pies casi sacudió el edificio. Es curioso, allí atrás, la
música era una especie de leve zumbido en su mayoría.

Insignificante. O tal vez fue el golpeteo de preocupación en mi cabeza. Podía sentir que se acercaba
un dolor de cabeza. Toda esta situación iba más allá de intensa, el peso de la misma, paralizante.
De ninguna manera podría mejorarlo o arreglarlo. La gente comenzó a circular en la habitación.
Una larga mesa llena de bebidas y alimentos fue establecida. Al parecer la fiesta posterior planeaba
hacerse aquí. Adrian se hallaba junto a la puerta, dando la mano y riendo a carcajadas a cualquier
mierda que la gente decía. Era todo tan surreal. En algún lugar por ahí,

Neil probablemente hablaba con Harry, en estos momentos.

—Todo va a estar bien. —Lori palmeó mis manos. Es curioso, la forma en que se aferraba a mi
palabra favorita. Tal vez existía algo en la creencia de encontrar una pareja que reflejara a tus
padres. Lo cual era increíblemente espeluznante y malo. Realmente no quería pensar en ello
después de todo. Harry no se parecía en nada a mi padre.

Entonces él irrumpió. Harry, no mi papá. Su mano derecha envuelta en una camiseta, la sangre
goteaba de sus dedos.

—¿Qué diablos pasó? —Salté de mi asiento, corriendo hacia él.

Neil regresó al lado de Lori. Alex se dirigió directamente a la mesa repleta de licores y productos
gourmet. Metió la mano en la gran cubeta llena de cervezas extranjeras con una resuelta
dedicación.

—Alex. ¿Qué estás haciendo? —Lewis le agarró el brazo.

Con una mirada de puro fastidio, Alex se inclinó y le susurró al oído. Lewis le lanzó una mirada a
Harry y luego dejó caer su mano. Miró de un lado a otro en la mesa, buscando algo.

—¿Harry? —Su aroma fue una patada en el estómago, igual que siempre. Pero ¿Qué demonios
sucedía?

—Hola, pequeño erizo. No es gran cosa. —No me miró a los ojos. También evitó la mirada
preocupada de su madre.

Alex regresó con las manos llenas. Él y Lewis convirtieron un mantel de lino en una bolsa de hielo.
—Ten.

—Gracias. —Lentamente, Harry desenrolló la camiseta ensangrentada.

Debajo, sus nudillos tenían heridas abiertas y en carne viva. Apretó la mandíbula mientras sostenía
el hielo en su mano.

El directivo idiota, Adrian, se abrió paso a codazos en nuestro círculo —Harry, amigo. ¿Escuché
que hubo un incidente arriba?

—Ah, sí, Adrian, ¿te importaría ir a arreglarlo? Accidentalmente, Harry hizo un agujero en la
pared. Sólo una de esas cosas, ¿no? —Edward puso una mano en el hombro del hombre,
llevándoselo lejos.
Dudaba jodidamente de que fuera un accidente, dada la precisión.

—Tenemos que conseguir que alguien vea su mano —dijo Adrian.

Siguieron hablando, pero me desconecté. Llevé mi mano al rostro de Harry, deseando que me
mirara. —Oye.

Sus ojos iban a darme pesadillas, la miseria en ellos. Se inclinó hacia adelante, capturando mi boca
con la suya, besándome de lleno, frenéticamente. Su lengua invadió mi boca, exigiendo todo. Y se
lo di. Por supuesto que lo hice.

Por fin se calmó, apoyando su frente en la mía. —Todo está tan jodido.

—Lo sé.

—Sólo tiene una semana o dos como máximo.

No existía nada que pudiera decir.

Cerró los ojos con fuerza. El sudor de su rostro humedeciendo mi piel. Andaba desnudo de la
cintura para arriba y la habitación estaba fría, el aire acondicionado trabajando horas extras por
alguna razón. No tan necesario en esta época del año.

—Vamos a hidratarte —dije, agradecido de poder hacer algo por él-. Debemos encontrar otra
camiseta para que te pongas. ¿De acuerdo? Aquí vas a enfriarte rápido.

—Vale.

—Quédate con él —dijo William, su mano en mi hombro—. Yo iré.

—Will... —Harry colocó sus brazos sobre mi cabeza en un torpe abrazo, todavía sosteniendo el
hielo en su mano—. Una bebida fuerte.

Su frente se arrugó.

—Whisky escocés o algo así —dijo Harry—. Por favor.

Con un suspiro, se dio vuelta, dirigiéndose entre la multitud cada vez mayor. El peor maldito
momento para una fiesta.

—Mejor conversemos —dijo Harry, girándose hacia sus padres.

Neil se sentó en el brazo del sofá, un brazo alrededor de su esposa. Los labios de Lori se apretaban
con preocupación.

—Hola, mamá —dijo Harry, manteniéndome apretada contra él—. Me alegro de que pudieran
venir. Tuve un pequeño accidente con mi mano.

—¿Estás bien?

—Oh, sí. No se preocupen.

Los chicos se hallaban cerca, frenando a los espectadores, manteniendo a la industria y a otros
tipos a raya de nuestro rincón de la habitación. Pronto, Sam, el guardaespaldas, llegó con otro
chico de traje negro y se hicieron cargo de esta tarea. Shawn y Alex se mantuvieron cerca,
hablando con la gente, haciendo su trabajo y socializando. Pero sus miradas seguían regresando a
Harry.

William debió de correr, porque regresó con una camiseta de la Gira Stage Dive para él, una
botella de vodka Smirnoff y otra de gatorade. —No tenían whisky.

—Esto funcionará. —Me entregó la bolsa empapada de hielo mientras se ponía la camiseta. Tenía
un gran cráneo de caramelo en la parte de adelante—. Gracias, Will.

—Hijo —dijo Neil. Comunicando mucho a través de una sola palabra.

—Papá, todo bien —graznó Harry, cambiando repentinamente a un estado de ánimo eufórico. No
me dio una buena sensación—. Esta es la forma en la que nosotros la pasamos después del
espectáculo. ¡Sabes eso!

Neil no dijo nada. En su lugar, el último álbum de Stage Dive y el parloteo de un centenar de
fiesteros llenaron el aire. Harry se bebió la mitad de la botella de Gatorade verde. Luego me la
paso para agarrar y beber grandes tragos de vodka.

Ah, mierda. Esto iba a ser como ver un accidente de coche.

—Bebé —dije, deslizando mis brazos alrededor de su cintura, atrayéndolo más cerca-.
Simplemente detente y respira por un minuto.

—Me llamaste bebé. —Sonrió.

—Sí.

—Me llamaste cariño el otro día.

—Tú eres el que quería un estúpido apodo romántico.

—Sí. Mi Louis. —Frotó su mejilla en la mía como si me estuviera marcando.

Su barba incipiente raspó mi piel y mi cuerpo entero se ruborizó como brasas. La emoción era
demasiada, completamente abrumadora.

—Hazz...

—No frunzas el ceño, no hay necesidad de preocuparse. Hazme un favor y ve a hablar con mamá,
¿sí? —preguntó—. Mantenla feliz. No puedo, ah... no puedo hablar con ella ahora mismo. Todavía
no.

Colocó la botella en sus labios, echó la cabeza hacia atrás y bebió, mientras yo tragaba saliva. La
bebida lo auto-medicaba con respecto a esta situación. Pero estaría mintiendo si dijera que de todas
formas no me asustaba. Sus ojos se veían muy abiertos y exhaló. —Esto está mejor. Esto está
jodidamente mejor.

—Creo que Adrian va a conseguir que alguien venga a revisar tu mano —dijo Edward,
deslizándose junto a nosotros.

—No es necesario.

Traté de aclarar mi garganta adolorida. —Deja que revisen tu mano, Harry.

—Pequeño erizo...
Suficiente de esta mierda. —¿Quieres que no me preocupe? Deja que examinen tu mano. Ese es el
trato.

Su mirada me evaluó muy lentamente. —Me encanta cuando te pones duro conmigo. Está bien. Si
te hace feliz, dejaré que la vean.

—Gracias.

Otro gran trago de la botella.

William se situó debajo del brazo de Edward, ambos mirándolo con ojos ansiosos.

Había tensión y estrés en los rostros de todos, y Harry sólo seguía bebiendo. Hasta el fondo de la
botella, ahí iba él. Por alguna razón, me molestó.

—Es suficiente. —Jalé la botella de su mano. Obviamente no lo esperaba porque no opuso


resistencia. Grandes ojos verdes parpadearon hacia mí, luego se estrecharon con ira.

—¿Qué mierda? —dijo en voz baja.

—Encuentra otra manera de lidiar con esto.

—Esa no es tu decisión.

—¿De verdad quieres que uno de sus últimos recuerdos sea viéndote emborracharte?

—Oh, por favor. Mamá ha estado con nosotros desde el principio. Sabe cómo son las fiestas tras
bastidores, Louis. ¿Quiere todo normal? Estoy dándole su normal.

—Lo digo en serio, detén esto.

Me dio más de su mirada enojada. Ningún problema. Si quería hacer competencia de miradas
fulminantes toda la noche, me parecía bien. Le dije que cuidaría su espalda. Significaba que lo
protegería incluso de sí mismo si era necesario.

—Mira quienes te rodean —dije—. Todos vieron a Alex pasar por esto. Están aterrorizados por ti,
Harry.

—Esto no es así -gruñó.

—Todavía no.

—No es tu trabajo decirme qué hacer, pequeño erizo. Ni de lejos.

—Hazz...

—Hemos estado juntos qué, ¿una semana? Y ahora sabes lo que es mejor, ¿eh? —Me miró, su
mandíbula se movía de un lado a otro—. Sí, Louis está a cargo.

—Ah, joder —dijo Edward, dando un paso adelante—. Cállate, idiota, antes de que digas algo de
lo que te vas a arrepentir. Tiene razón. No tengo interés en verte a ti también yendo a
rehabilitación.

—Oh, dame un respiro —dijo Harry—. ¿Rehabilitación? ¡Un poco exagerado allí, Eddie!

—¿En serio? —preguntó Edward, acercándose a su cara—. Tú poniéndote tan borracho que
accidentalmente golpeaste a tu novio en la cabeza. Tan loco que estás golpeando tu puño en las
paredes. ¿Qué te parece? ¿Eh? ¿Suena como alguien que lo tiene todo bajo control?

Harry se estremeció. —Hay algunas cosas sucediendo.

—Lo entiendo. Todos entendemos eso. Pero Louis está en lo correcto, joderte a ti mismo cada
noche no es la respuesta.

Los hombros de Harry cayeron, la lucha dejándolo. —Vete a la mierda, Cox.

—Lo que sea. Pídele perdón a tu novio y en serio.

Su mirada de ojos tristes se volvió hacia mí. —Lo siento, pequeño erizo.

Asentí, tratando de formar una sonrisa.

—Vamos, necesitas un respiro. —Edward agarró a Harry de la nuca y lo sacó de la muchedumbre.


Afortunadamente, Harry no luchó contra él. Lo vi irse con relativa calma. Claro, todo estaría bien.
Sin embargo, pasara lo que pasara, no quería darme la vuelta. Podía sentir el peso de la mirada de
Lori quemar un agujero en la mitad de mi espalda. Ella y Neil tenían que haber visto y oído todo.
¿Qué podría decirles?

Yo era demasiado horrible en estas cosas de la familia y las relaciones. Deseaba que Niall
estuviera aquí. Sabría qué hacer. Era mucho mejor con la gente que yo.

—Todo estará bien —dijo Will, tomando mi mano entre las suyas.

Un pensamiento agradable, pero del que dudaba mucho.


VEINTITRES

—¡FIESTA! —Una hora más tarde, Harry se encontraba en modo maniaco ruidoso.

Sólo tenía una botella de agua en la mano. Por lo menos nuestras palabras llegaron a él. Al igual
que la primera noche que lo conocí, se subió en una mesa de café, haciendo su rutina. Había un
montón de mujeres y hombres dispuestos a prestar atención a su llamado de fiesta. Un montón de
personas brillantes y habilidosas viendo a mi hombre con avaricia en los ojos. Era algo a lo que
tenía que acostumbrarme. No podía matarlos a todos. Quiero decir, ¿dónde carajo escondería tantos
cuerpos?

Este negocio de citas con estrellas de rock era más difícil de lo que parecía.

Una jovencita trató de subir a la mesa con él y no. Ni siquiera un poco.

La agarré del brazo. —No va a pasar.

—Quítame la mano de encima —espetó.

—¡PEQUEÑO ERIZO! —gritó mi delicioso baterista desde arriba.

Santo infierno, mis oídos. Zumbaban.


La mujer levantó la vista y le dio una sonrisa sexy a Harry. Su expresión facial cuando se volvió
hacia mí no era tan afectuosa.

—Lo siento —le dije (mentira descarada)—. Él no está disponible.

—¿Quién diablos eres?

—Soy pequeño erizo. —El "ja, perra" era silencioso, pero no nos engañemos, sin duda estaba allí.

Ella hizo una cosa extraña de ojos entornados y luego dio media vuelta, desapareciendo entre la
multitud. Hubo un destello de tacones de aguja plateado brillante y se esfumó. Zapatos
impresionantes. Yo en cambio, llevaba puestas mis simples zapatillas vans habituales y un pantalón
pegado a mis muslos, en esta ocasión, una camisa blanca con un gran estampado al medio y una
camiseta de mezclilla. En el fondo, no tenía idea de cómo se suponía que vistiera el novio de una
estrella de rock, pero opté por la comodidad.

Lori y Neil todavía continuaban en el sofá de la esquina. Edward y William les hacían compañía
mientras yo protegía a mi novio de otras personas. O algo por el estilo. Honestamente, no pasaba
un muy buen momento. La discusión anterior me dejó tenso y no encajaba con esta multitud.
Vinieron periodistas musicales y tipos de la industria, una variedad mixta de ricos y famosos, todos
reunidos para dar inicio a la gira.

—¿Pequeño erizo? —me llamó Harry de nuevo.

Me volví hacia él.

—Oh, ahí estás. Oigan. Tengo un anuncio que hacer —gritó Harry—. Todo el mundo. ¡Oigan!

La multitud se calmó, todas las cabezas girándose hacia él. No tenía un buen presentimiento sobre
esto.

—Gran cantidad de mierda ha estado sucediendo últimamente. Me hizo pensar acerca de las cosas.
—Miró velozmente a sus padres—. La vida es corta y tienen que hacerla contar, tomar el tiempo
para estar con la gente que aman. Manténganlos cerca de ustedes. Así que, ah... He tomado una
decisión. Justo aquí, justo ahora.

Me miró, sus cejas casi encontrándose sobre la línea recta de su nariz. Y entonces, se dejó caer
sobre una rodilla, encima de la mesa de café. Su mano se extendió hacia la mía y la tomó, mis
dedos paralizados por la sorpresa.

—Cásate conmigo, Louis.

Mi corazón se detuvo. Santo jodido infierno. No podía estar hablando en serio.

—¿Qué?

—Sí, cásate conmigo esta noche —dijo, su voz clara para todos—. Volaremos a Las Vegas en el
vuelo nocturno. Volveremos a tiempo para el desayuno.

Flashes estallaron alrededor de nosotros, cegándome. Pero nada más existía.

Sólo su hermoso rostro esperanzado, apareciendo y desapareciendo de la vista.

—... Qué romántico —susurró alguien cerca.

—Podemos llevar a los chicos con nosotros —dijo—. Recogeremos a Niall en el camino. Incluso
trae a Sam si quieres.

No podía respirar.

—Te compraré el jodido anillo más grande que hayas visto nunca.

No, en serio, ¿no quedaba nada de oxígeno en esta habitación?

—Sé que es pronto. Y sé que tienes algunos problemas con el matrimonio, pero estos somos tú y
yo. Somos estables.

No, no lo éramos. Acabábamos de tener una pelea. Siempre estábamos peleando y habíamos
estado... follando, ¿cuántos días? Sí, podríamos estar bien juntos. Pero recién empezábamos; no
había forma de que estuviéramos listos para esto.

—Vamos, Louis.

—Sólo ha pasado una semana...

—Necesito que hagas esto por mí.

—¡Me casaré contigo, Harry! —gritó alguna persona en la parte posterior de la habitación. Otras
murmuraron en acuerdo.

—¿Por qué? —Busqué en su rostro, mi corazón latiendo con más rapidez.

—Hay un montón de razones.

Negué con la cabeza, estupefacto.

—Por favor —dijo, mirándome a los ojos.

Neil sostenía a Lori, se hallaban de pie allí, a menos de cuatro metros, observando todo el asunto.
Mi estómago se dio vuelta. Vi tanta esperanza en el rostro de Lori. Tenía las manos aferradas a su
pecho, sus ojos brillando con lágrimas no derramadas. William se hallaba justo detrás de ella con
Edward, y sus labios lucían demacrados, pero sus ojos... Joder, en realidad todos pensaban que esta
idea loca podría funcionar. Bueno, supongo que William lo haría, hizo algunas cosas locas en Las
Vegas.

Pero esto no era romance. Esto era una locura.

—Necesito que hagas esto por mí —repitió—. Corre el riesgo, Louis.

Correr el riesgo en el desamor y el abandono. Todo el dolor y el sufrimiento que conocía tan bien.
Apenas tenía una idea sobre estar en una relación y él quería hacerlo legal y unirnos por siempre
hasta que alguno lo terminara y decidiera que soportó suficiente.

Mis hombros se curvaron. —Hazz... No lo hagas.

Su mirada se lanzó sobre mi cara. —Tú y yo en Las Vegas. Vamos, será divertido.

Me acerqué a él, tratando de tener privacidad. —No puedo casarme contigo sólo para hacer feliz a
tu madre.

—Es más que eso.


—No. Si no fuera porque está enferma, no habría forma de que me lo estuvieras proponiendo en
este momento.

—Pero...

—Lo siento. No.

—Lou...

Pude ver el momento exacto en que se dio cuenta que no iba a convencerme.

Que no iba a salirse con la suya. Su mandíbula se endureció y me soltó la mano. En un suave
movimiento saltó de la mesa y se dirigió a la puerta. Cualquier posible palabra quedó atrapada en
mi garganta, ahogándome.

Ahí se iba. Se iba, se iba, se fue.

Se fue.

Todos los ojos en la habitación apuntaban a mí. Edward siguió a Harry, y William apareció a mi
lado. Ellos en realidad tenían esta mierda ahora, manejando el drama de la forma Stage Dive. Alex
y Shawn detuvieron a Adrian de ir tras Edward y Harry.

El representante me dio una mirada fuertemente alentadora para acurrucarme y morir. Me sentía
tan harto de esto.

Algo se rompió en mi interior. El dolor era insoportable.

Era realmente lo mejor lidiar con esto.

La mirada de Lori era vacilante, triste. —Oh, Louis...

—Lo siento —le dije, y luego salí corriendo de ahí.

Esa noche Harry no regresó a nuestra habitación de hotel. Tampoco me envió ningún mensaje al
día siguiente.

Me fui a casa.
VEINTICUATRO

Pasé los días restantes de mis vacaciones limpiando el apartamento. Niall y Troye tomaron turnos
sentándose en el sofá, observándome volverme loco. Volverme loco era su opinión, no la mía.

Me encontraba funcionando completamente y bien, dado mi estado descorazonado. De ninguna


manera me metería en la cama como mamá y me rehusaría a salir. Era más fuerte que eso y mi
apartamento se veía muy, muy limpio.

—Mira ese inodoro —dije, haciendo un gesto hacia el cuarto de baño con mi mano en guantes de
goma rosa y el cepillo para este—. Podrías comer en él.

—Bebé, puedes hacerlo tú, pero no voy a inspeccionar tu baño. —Troye cruzó las piernas y
balanceó los pies de un lado a otro.

—No jodas, está brillante.

—Te creo.

La puerta principal se abrió y Niall entró. —¿Él todavía sigue en eso?

Sí, durante tiempos particularmente desafortunados, ambos estarían allí, haciendo comentarios y
metiéndose en mi cara. Tan útil. Los amigos y la familia eran lo peor. También eran lo mejor,
ayudándome a pasar esta demencia temporal.
—Sí, él sigue. Por favor, golpea antes de entrar sin ser invitado —dije.

Harry estaría enojado. Odiaba que las personas entraran como si nada. No que él alguna vez estaría
aquí de nuevo o le importara, así que, lo que sea. Tal vez debería fregar la cocina una vez más.
Volver a trabajar mañana sería bueno. Me ayudaría a mantenerme ocupado. Ayer Sam dejó un par
de botellas de productos de limpieza para todas las áreas y un cepillo de fregar para mí (gasté el
viejo que poseía). Entendió mi impulso por mantenerme ocupado ahora mismo. O, si no lo
entendió, al menos tenía la sensatez de permanecer fuera de mi camino y no mencionar ningún
baterista famoso.

—Y no cerraste la puerta correctamente, Niall.

Mi hermano me miró por encima de sus gafas de sol. —Eso es porque tienes otro invitado a punto
de llegar. Con suerte, serás más agradable con él.

—Soy agradable con todos.

Troye hizo una mueca de dolor. —No. En realidad, no. Joder, eres bastante malísimo últimamente.
Pero te amamos y entendemos que estás herido, así que aquí estamos.

Mi ceño se sintió permanentemente presionado en mi cara. Quizás tenían razón. Podría ser tiempo
de avanzar. Si estuve con él una semana, entonces llorar por él media semana era probablemente
correcto. Demasiado malo que mi corazón no estuviera de acuerdo.

—¡Holaaaaa! —chilló Will, apareciendo alrededor de la puerta—. Sí, bueno. Guau, Niall. Necesita
ayuda.

—Te lo dije —dijo Troye, poniéndose de pie para darle un abrazo a William.

—Um, ¿Lou? —William se aproximó a mí con extremo cuidado, lentamente deslizándose fuera de
su chaqueta de lana—. Sácate los guantes y ve a ponerte ropa que no tenga agujeros. Primero
podrías querer ducharte, lavar tu cabello, ¿tal vez? ¿No sería estupendo?

—He estado limpiando —expliqué, sosteniendo el cepillo en alto como evidencia—. No usas ropa
buena para limpiar.

Niall me giró en dirección al baño. —En el momento en que estás agitando un cepillo para inodoro
por todas partes, exclamando sobre la belleza de tu retrete, es probablemente el momento de
detenerte y reconsiderar tu vida.

—Vuelve allí adentro y límpiate a ti esta vez —mandó Troye—. Te encontraré algo de ropa.

—Espera. —Me volví hacia William—. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué no estás en la gira?

Hizo una mueca. —La gira ha sido cancelada. Mejor dicho pospuesta hasta el próximo año. Es lo
mejor. Están diciendo que a Lori sólo le quedan un par de días, así que los chicos se fueron a
Coeur d'Alene.

Oh, Dios. Pobre Harry. Mis costillas se apretaron asombrosamente fuerte.

—¿Por qué no estás con ellos? —pregunté.

—Voy a volar hasta allí esta tarde —habló lentamente, con cautela—. Pero quería estar aquí para
tu intervención. Y preguntar si quizás querías venir conmigo.
Me le quedé mirando inexpresivamente.

—Creo que él apreciaría mucho que estés allí, Louis. Sé que las cosas terminaron en un mal lugar
entre ustedes dos. Pero de verdad, él podría necesitar tu apoyo justo ahora. A Lori probablemente
le gustará decir adiós.

—Rechacé la propuesta de matrimonio de su hijo, lo dudo mucho.

William se encogió de un hombro. —Se sintió triste, pero... no creo que se enojara contigo
exactamente.

—No importa de todos modos. No puedo ir. —Deambulé en el baño, ordené el cepillo limpia
inodoro, y me saqué los guantes de goma. Will, Troye y Niall se amontonaron en la puerta,
observándome. Me lavé las manos, las jaboné súper bien—. Miren, chicos, apreció la intervención,
no que crea que lo necesite. Sólo me mantenía ocupado antes de que tuviera que volver a trabajar.

—Claro —dijo Niall—. Por eso restregaste hasta el techo.

—Estaba lleno de polvo.

—Concéntrense, chicos. —Chasqueó Troye con la lengua—. Louis, tienes que ir con Will. Debes
hablar con Harry.

Me sequé las manos con una toalla. El chico en el espejo se veía un poquito desastroso, cabello
desordenado y piel grasienta. Tenían razón en eso, había lucido mejor.

—Los dos estaban bien juntos —dijo William—. Se dejó llevar con la idea de la boda, aunque creo
que ahora lo entiende.

—Oh, no sé. No creo que haya muchas formas buenas de tomar el rechazo de alguien a casarte
contigo. —Resoplé una risa—. No estoy seguro de que algo se pueda recuperar. Gracias por la
idea, Will. Pero él no me quiere ahí.

Sacudió la cabeza. —No sabes eso...

—Sí, lo sé. —Puse las manos en mis caderas. No se sintió completamente correcto, así que las
cambié de sitio para cruzarlas sobre mi pecho en su lugar—. Le envié un mensaje de texto el otro
día, le pregunté si podía hacer algo. Si me quería allí, aunque fuera como un amigo. Dijo que no.

Y sí, la respuesta de Harry de una palabra, de dos letras, me enfureció y dolió.

El hecho de que compré un teléfono nuevo para mi cumpleaños se relacionaba un poco. Como la
marca que necesitaba tapar con pintura en la pared de mi dormitorio. Resultó que tenía un mejor
brazo lanzando de lo que era consciente.

William, Troye y Niall sólo me miraron. Asombroso. Podría hacerlo sin tener de nuevo mi pena en
exposición de una vez y por todas. Y eso era un pensamiento de mierda y estúpido. —En serio,
gracias, de todos modos, chicos. Por todo. Voy a tomar su consejo y tomar una ducha.

—Eso precisó agallas, intentar acercártele —dijo Niall.

—Tuve que intentarlo.

Troye le frunció el ceño al piso. —Necesitamos bebida y comida.

—Sí —dijo Niall en un suspiro.


Mi sonrisa comenzó a contraerse en los bordes. No podía hacerlo plenamente. —Suena bien.

Will asintió en tono sombrío. Luego se detuvo. —Lou, sé más inteligente que él. Si significa algo
para ti, si obtuvieras otra oportunidad... no te des por vencido tan fácil.

No tenía nada. Simplemente la miré, perdido, sin ninguna idea de cómo reaccionar o qué hacer
conmigo mismo. Era de la misma maldita manera que me sentía desde la noche que Harry me
abandonó.

—Ve a ducharte. —Niall me abrazó desde atrás, envolviendo los brazos alrededor de mí y
apretándome con fuerza—. Organizaré algo de comida y bebidas.

—Oh, puedo hacer eso después de que...

—Louis, por favor. Permíteme cuidar de ti para variar.

Asentí lentamente, a punto de echarme a llorar una vez más. —De acuerdo. Gracias.

Niall colocó el mentón en mi hombro, sin soltarme. —Eres mi hermano mayor increíblemente
fuerte y te amo. Pero tienes permitido necesitar ayuda de vez en cuando. Ya no es necesario que
arregles todo por tu cuenta, ¿lo sabes?

—Lo sé. —No lo sabía con exactitud, pero comenzaba a sentirlo. Y era afectuoso, maravilloso y
todo lo que debería haber sido. No estar solo en esto, tenerlos a todos aquí era algo magnífico—.
Gracias.

28 de septiembre...

Mi cumpleaños no se sintió como mi cumpleaños. Los últimos fueron lindos, salir de compras con
Niall y salir a cenar con Sam. ¿Pero el de este año? No tanto. Era muy parecido a estar de vuelta
con mamá y pegar una sonrisa en mi cara por el bien de Niall. Hacer un pastel y luego querer
vomitar después de comer la mitad porque era lo que hacías.

Volví al trabajo desde hace tres días. La "intervención" funcionó. Ya no me consentía en maratones
de limpiezas locas. Para ser justo, el apartamento no podía llegar a estar más higiénico si lo
intentara. No volví a escuchar de Harry y no esperé hacerlo. Fin de la historia.

Mi camisa de mezclilla junto con un pantalón negro entallado era definitivamente el aspecto
indicado para cenar con Sam. Me hizo feliz. La pena podría ser cubierta por un millón y una cosa,
incluyendo un pastel y un feliz traje de mezclilla.
Jodidas estrellas de rock con sus ridículamente jodidas demandas conyugales y su increíblemente
jodido olor, rostro, cuerpo, voz, sentido del humor, mentalidad, espíritu generoso y todo el resto
(no necesariamente en ese orden).

Que los jodan a todos. Pero especialmente al jodido Harry Styles.

Sam venía quince minutos tarde. Tamborileé con mis zapatos marrones en el piso de madera
desgastado, golpeé repetidamente un ritmo frenético. Sin necesidad de mencionar de quién podría
haber adquirido el hábito.

Quizás esperar afuera era una mejor idea, salir al viento frío. Caminé fatigosamente por las
escaleras y salí por la puerta mientras escribía rápidamente un mensaje de texto a Sam,
asegurándome que no le hubiera fallado el auto o algo así.

No le pasó eso.

Lo sabía porque él rodaba con alguien por la pequeña zona de césped del frente. No tanto en
éxtasis, sino en agonía. Un montón de agonía, si los quejidos y gruñidos eran alguna indicación.
Un ramo de rosas maltratado yacía al lado. ¿Qué demonios?

—¿Sam?

No hubo respuesta.

Parpadeé, comprobando dos veces lo que veía. ¿Ese era en verdad... — ¿Harry?

Sí, Harry y Sam peleaban en el césped del frente. Sangre supuraba de un corte en la ceja de Harry y
del labio de Sam. Una marca oscura cubría la mejilla de Harry y la camisa de Sam fue desgarrada.
Batallaron, arrojando puñetazos y haciendo ruidos animales.

—Pequeño hijo de puta... —Harry disparó su puño duramente en el estómago de Sam.

Sam gruñó y contraatacó al intentar patearlo en la entrepierna. Alcanzó el muslo de Harry en su


lugar. Dada la manera en que el rostro de Harry se retorció, obviamente escocía.

—Eres el imbécil que lo dejó —dijo Sam con desprecio.

Se enfrentaron de nuevo, puños y sangre volando. La bilis quemó en la parte posterior de mi


garganta y la tragué. Mierda, mierda, mierda. ¿Qué hago?

Agarré el teléfono, marqué el número de Troye.

—Hola, Louis.

—¿Están aquí? Necesito a Nate afuera en el frente, ahora, por favor. De prisa.

—¿Qué está pasando?

—Harry y Sam están intentando matarse.

Hubo insultos y murmullos. —Estamos regresando. Estaremos allí en cinco minutos.

Colgué. Cinco minutos. Podrían herirse peor en cinco minutos y provocarse un daño real si ya no
se lo habían hecho. No podía esperar cinco minutos. Necesitaba hacer algo ahora.

Acuné las manos sobre mi boca, parándome en el escalón del frente. — ¡Oigan! ¿Qué mierda
piensan que están haciendo, par de idiotas?

Sam miró en mi dirección y Harry lo golpeó en la barbilla. Más allá de enfurecidos, cayeron uno
sobre el otro de nuevo.

Bueno, eso no funcionó.

Entonces Sam lanzó un puñetazo con fuerza, alcanzando a Harry en la cara, haciéndole retroceder
del golpe. Harry se quedó quieto, atónito por un momento. Y de ninguna maldita manera podría
permanecer allí y mirarlos seguir lastimándose. Era impropio de mí. Sam echó atrás el brazo, sus
labios sangrientos elevándose, mostrando los dientes.

—¡Sam, no! —No me detuve a pensar. En su lugar, me puse en ridículo y salí disparado,
empeñado en defender a mi hombre.

Harry se giró. —¿Louis?

Corrí directo a él. El puño de Sam me golpeó en el ojo y caí. El dolor llenó mi mundo, dejando en
blanco mi mente. Joder, dolió.

—¿Estás bien? —preguntó Harry.

—Ah... —Fue casi lo mejor que pude hacer.

—Louis, oh, demonios. Lo siento tanto —balbuceó Sam.

—Tranquilo —dijo Harry. Mi cabeza fue cuidadosamente levantada y colocada sobre un muslo
firme revestido de vaqueros.

—Oye. Hola —dije, un tanto aturdido y confundido. Me cubrí el ojo maltratado con las dos manos,
respirando a través de la agonía intensa.

—Pequeño erizo, ¿qué carajo pensabas, metiéndote así?

—Te salvaba. O algo así. Sabes...

Pararon de pelear. En cierto modo fue un éxito.

Gimoteos entusiasmados vinieron de la caja junto a mí. Una cabecita salió, luego desapareció.
¿Qué diablos? Básicamente dirigido a toda la escena, no podía restringir la pregunta a una sola
cosa pasando esta noche en el jardín del frente. El césped se encontraba frío y húmedo debajo de
mí. Yacía de espalda, mirando el cielo nocturno. Mi cerebro palpitaba. Harry me miró desde arriba,
sus ojos tensos con preocupación, su cara un lío sangriento.

—¿Cómo te sientes? —preguntó.

—Ouch.

—Louis, lo lamento tanto, tanto —dijo Sam, luciendo casi tan arrepentido y devastado como era
posible—. ¿Estás bien?

—Viviré. —Principalmente—. Advil y hielo probablemente serán buenos.

—Sip, vamos a llevarte arriba. —Con cuidado Harry apartó el cabello de mi vista.

Esta vez vinieron jadeos de la caja, junto con un grito agudo.


—Está bien, Killer. Papi está bien. — Harry metió una mano en la caja y levantó un cuerpito
serpenteante cubierto de pelaje blanco y negro. Un collar tachonado de fantasía alrededor de su
cuello, y cubierto por un gran moño rojo. El moño era más grande que el perro—. Papi intentaba
salvar a papá del malvado tío Sammy, ¿cierto? Algo lindo de hacer, pero papá todavía va a azotar a
papi por ser tan tonto y meterse en el medio de una pelea. Sí, lo va a hacer, porque papá es el
mejor.

—Oh, por el amor de Dios —murmuró Sam.

—Feliz cumpleaños; te conseguí un cachorro. — Harry sostuvo al cachorro cerca de mi cara y una
lengua rosa y húmeda salió, lamiéndome el mentón. Tenía los ojos más oscuros y dulces—. Lo
llamé Killer.

—Guau. —Dios, era lindo, el hombre y el perro—. Harry, no puedes llamar a algo tan pequeño
Killer.

—Se lo ganó. Mató a una de mis Converse justo después de que lo recogí esta tarde. Masticó un
agujero a través de ella.

El cachorro me lamió de nuevo, casi llegándome a los labios esta vez.

—Asqueroso, amiguito. —Sonreí—. Sé lo que haces con esa lengua.

Harry sonrió, entonces le entregó el perrito a Sam. —Ten, cárgalo. No lo dejes caer.

—No lo haré.

—Mejor que no lo hagas.

Más quejidos de Sam y algunos gritos de Killer, el cachorro. Verdaderamente, esta noche era
surrealista.

—Espera, Harry. ¿Qué pasa con tu mamá? —pregunté—. ¿Cómo está?

Su boca se puso firme y sus cejas descendieron. —No muy bien. Ahora no le queda mucho.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Su cara sangrienta se arrugó y me mostró una mirada afligida. —Esa es una larga historia también.
Te la contaré arriba.

Un auto estacionó chirriando en la acera, y Nate y Troye salieron apresurados. Los saludé con la
mano con aire aturdido. —Está bien. Dejaron de pelear.

—¡Ooh, mira al cachorrito! —gritó Troye.

—Maldito par de idiotas. ¿Qué le hicieron? —Nate se agachó junto a mí, frunciendo el ceño,
analizando mi ojo rápidamente hinchándose. El mundo era un borrón en ese lado—. ¿Cómo está tu
cabeza, Louis?

Se volvió a Troye, que seguía ocupado acariciando y arrullando a Killer. —Troye, deja al perro y
llama a esa enfermera amiga tuya. Si llevamos a Louis a algún sitio, así como está, las personas
harán preguntas que asumo no querrá contestar.

—Lo lamento. Sí. Buena idea. —Troye sacó su teléfono celular del bolso.
—No, por favor no —dije—. Está bien.

Troye dudó, mirando entre Harry, Nate y yo.

—De verdad —insistí, tratando de lucir animado—. Voy a tener un ojo morado, pero estoy bien.

—Yo lo llevaré en brazos —gruñó Harry cuando Nate intentó alzarme.

—Caminaré. Ayúdame a levantarme. —Alcé las manos y Nate suavemente me puso de pie. Detrás
de mí, Harry se paró de un salto. Me agarró las caderas, sosteniéndome firme mientras el mundo
daba vueltas.

—Vaya. —Mi cabeza giró y giró.

—Tranquilo. — Harry se quedó a mi espalda, dejándome apoyarme contra él hasta que recuperé el
equilibrio—. Joder, Louis. Lo siento tanto.

—Nunca antes tuve un ojo moreteado.

—Podrías haber vivido sin que consiguieras uno debido a mí. —Sus labios rozaron mi oreja—.
Déjame cargarte.

—De acuerdo. —Luchar era bobo. Harry y Sam luchando, y yo resistiéndome a ser cargado.

Me levantó en sus brazos grandes y fuertes mientras me desvanecía como una damisela en apuros
de una novela romántica.

—Estoy pensando que mi carrera como boxeador profesional ha ido y venido. —Descansé mi
cabeza en su hombro, respirando su aroma familiar. Cielos, extrañé eso. Harry solo sacudió la
cabeza. Aunque no creo que estuviera listo para encontrarle la gracia a que resultara golpeado justo
ahora.

Nate abrió la puerta principal del edificio de nuestro apartamento y el resto nos seguía detrás, Sam
llevando al cachorro y Troye todavía tratando de acariciarlo.

—¿Regresaste y me trajiste un cachorro? —El concepto aún parecía extraño.

Creo que podría haber sido mi reciente herida en el cerebro. Pasé un brazo alrededor de su cuello,
tomando libertades con él mientras podía. Quien sabía por cuánto tiempo se quedaría esta vez. O
incluso por qué regresó.

—Nunca tuviste uno cuando eras niño.

—No puedo tener mascotas en este edificio, Harry.

—Sí, lo sé. También te compré un nuevo apartamento. No tiene caso hacer las cosas a medias,
¿cierto?

—Cieeeerto. —Tuve la peor sensación de que no bromeaba.

Subimos las escaleras. Nate hurgó en mi bolso y sacó las llaves, abriendo la puerta.

—Sólo ponme en el sofá, gracias —dirigí—. Ah, hay un paquete de hielo en el congelador.

Sin una palabra, Harry me colocó como dije y fue a buscar el hielo. No dolía tanto dejarlo ir. No en
comparación con mi ojo. Mantuve una mano sobre este, cubriéndolo de la luz demasiado brillante.
—Gracias por regresar, chicos —le dije a Nate y Troye—. Lamento arruinar su noche.

Solo me miraron, seguían algo asombrados. Troye tenía zapatos de vestir y vaqueros, claramente
listo para una noche en la ciudad.

—Lamento interrumpir su cita. Y Sam, relájate —dije, moviéndome—. Fue un accidente.

Me mostró unos ojos llenos de culpa.

Harry regresó cargando un paquete de hielo envuelto en una toalla, una botella de agua y un frasco
de Advil.

—Gracias. —Tragué dos de esas cosas y sostuve el paquete sobre mi ojo—. Sam y Harry, tienen
que dejar de pelear. ¿Puedo tener eso por mi cumpleaños, por favor?

Sin demora, Harry sacó su mano, listo para dársela.

—Sí, está bien. —Sam movió el cachorro a un brazo y sacudió la mano de Harry.

—Gracias.

—Toma —dijo, sosteniendo mi perro nuevo. El gran lazo rojo había caído de la cara de Killer y
ahora le gruñía y jalaba con sus dientes. La cosa más tierna de todas. Ni siquiera me di cuenta que
quería un perro, pero a pesar de mi ojo palpitando como una perra, no podía dejar de sonreír. Sam
lo colocó en mi regazo. Inmediatamente trató de subir y lamer mi mentón. Fuera de los tres
hombres presentes, definitivamente era mi favorito, a pesar de ser el más asustadizo.

—Calma, chiquito. — Harry se sentó a mi lado en el sofá doble, colocando una mano para
restringir a Killer.

—¿Seguro de que estás bien? —preguntó Troye, acercándose para rascar por última vez a Killer
entre las orejas.

—Sí, estaré bien. Gracias.

—¿Quieres que nos vayamos así puedes patear el trasero de Harry?

—Por favor.

Asintió, agarró a un Nate con el cejo fruncido y lo arrastró hasta la puerta. Porque los chicos
inteligentes como nosotros lo entendíamos. Los hombres estúpidos como ellos, no tanto.

—Escucha, Louis —dijo Sam—. Lamento la escena del frente. Acerca de que resultaras golpeado
y todo.

—Sé que lo sientes, Sam. Pero ahora mismo, necesito gritarle a Harry. ¿Podemos ir a cenar en otro
momento?

—¿No vas a gritarme?

—No. Voy a gritarle a Harry, porque estoy enamorado de él.

Harry se tensó a mi lado, la mano que acariciaba a Killer perdiendo su ritmo.

—Cierto —dijo Sam—. Lo que significa que definitivamente no estás enamorado de mí, y necesito
renunciar y retirarme.
—Lo lamento, Sam.

—Está bien. —Sam me lanzó una sonrisa triste, luego se inclinó y me dio un breve abrazo—.
Recordaré eso la próxima vez. ¿Me haces un favor? No vengas a trabajar por unos cuantos días.
Quédate en casa y dale a tu ojo y a mi culpa tiempo para sanar.

—Lo tienes.

—Estoy muy arrepentido de eso.

—Lo sé. Fue un accidente, Sam. No hay resentimientos.

—Sí, sin resentimientos —repitió suavemente. Luego me dio una desanimada despedida con la
mano y se fue, cerrando la puerta detrás de él. Y allí quedamos, Harry, Killer y yo. El apartamento
siniestramente silencioso aparte del cachorro olfateando y jadeando. Harry lo levantó y lo colocó
cuidadosamente en el suelo.

—Quiero gritarte por dejarme en la forma en que lo hiciste, por desaparecer—dije, moviendo el
paquete de hielo de mi rostro—. Pero no puedo porque la situación con tu mamá es terrible y sé que
estás herido. Y por alguna estúpida razón aún me siento culpable por no acceder a casarme contigo,
a pesar de que pedírmelo fuera una treta descabellada y ridícula que no tenía nada que ver
conmigo.

—Eso no es cierto. Y mantén el hielo en tu rostro.

Cubrí mi herida de guerra. —No puedo verte claramente si te sientas de ese lado.

Suspiró y se arrodilló delante de mí, sus manos en mis rodillas. —¿Puedes verme ahora?

—Sí. ¿Por qué no estás con tu mamá? Ahí es donde se supone que debes estar.

—Ella quería que estuviera aquí contigo en tu cumpleaños. Yo quería estar contigo en tu
cumpleaños. Ninguno de los dos quería a algún otro tipo llevándote a una cita. De sólo pensarlo
me volvía loco. —Su rostro se tensó y sus manos suavizaron de arriba hacia abajo mis muslos
cubiertos de lana—. Mamá y yo hablamos... acerca de ti y acerca de todo. Me ayudó a descifrar
unas cosas.

—¿Como cuáles?

—Le acabas de decir a Sam que estás enamorado de mí.

—Sí. ¿Pero qué te ayudó a descifrar tu mamá?

Se oían gruñidos desde el zapato de Harry. Los dos lo ignoramos.

—No lo sé, lo que es una relación, lo que es el amor. Muchas cosas. Verla junto a papá estos
últimos días... —Separó mis rodillas, acercándose—. Sabes, también estoy enamorado de ti. Sólo,
presioné demasiado en la cosa equivocada, en el momento equivocado, por la razón equivocada.
Cometí un montón de equivocaciones, pequeño erizo.

—Sí.

Asintió. —Chico correcto y todas las demás cosas equivocadas.

Mi ojo sano soltó una lágrima. Mi ojo herido realmente nunca se detuvo, pero había algo más en
todo eso. —Gracias. Pero las cosas se fueron a la mierda y te desapareciste de nuevo. Necesitas
dejar de hacer eso. Eso es un límite, Harry. No es el tipo de cosas que puedo seguir soportando de
ti.

—No desapareceré de nuevo. Lo prometo. Resolveremos las cosas juntos.

—Está bien. —Sorbí por la nariz y sonreí—. Mejor regresas con tu mamá.

—En la mañana. Contraté un jet para llevarnos de regreso. Ella, eh... piensan que le queda un día o
dos. —Cerró sus ojos fuertemente y presionó su frente en mi regazo—. La jodida semana más dura
de mi vida. Apenas pude dormir algo. ¿Dormirías conmigo, Louis? En verdad necesito que
duermas conmigo.

Coloqué mi mano sobre su cabeza, frotando las suaves hebras del cabello. — Lo que sea que
necesites.

Las once y cuarenta brillaba en verde en mi alarma cuando me desperté.

Apagamos todas las luces y nos acostamos juntos en mi cama (todavía con el colchón en el piso).
El Advil me noqueó como siempre lo hacía. Adonde se fue Harry ahora, no tenía idea. Vagamente,
escuché pasos en las escaleras, la puerta se abrió y pequeñas uñas repiqueteaban a través del suelo.
La próxima cosa que supe fue que Killer saltaba sobre mí, siendo psicóticamente energético.
Habiéndome saludado apropiadamente, saltó sobre mi ropa que use anoche. Lo había lanzado hacia
la cómoda, pero los cajones fallaron en atraparlo. Yacía en el suelo, una perfecta cama de cachorro,
aparentemente.

—Nuestro hijo necesitaba orinar —dijo Harry, quitándose su capucha y sacándose las botas.

—Eres un buen padre.

—Lo sé, ¿verdad? Soy el mejor. —Sus pantalones fueron los siguientes en irse y no tenía nada
abajo, excepto él. Si sólo hubiera más que la luz de ambiente de la calle para verlo. Se arrastró
debajo de la manta cerca de mí—. ¿Cómo estás, pequeño erizo? Tus ojos están luciendo un poco
alterados.

—Lo sé. No puedo ver nada de ese lado. Pero se supone que me digas que soy hermoso, sin
importar qué.

—Eres hermoso, sin importar qué. También tienes un hermoso ojo negro. En el futuro, no debes de
meterte en más peleas. —Me besó, suave y dulce. Luego me besó profundo y húmedo, deslizando
su lengua en mi boca. Su sabor era a hogar, la sensación de sus manos acunando mi cabeza, la
perfección. Pasé los dedos por sus costillas y arriba de sus hombros gruesos, familiarizándome con
él de nuevo. Mis muslos se tensaron, mi entrepierna hinchándose y humedeciéndose. Su polla
gruesa golpeó el hueso de mi cadera. Era tan malditamente bueno no estar solo en esto.

—Feliz cumpleaños —susurró.

—Lo es ahora que estas aquí.

—Joder, te extrañé.

—Yo también te extrañé.

—Te dormiste tan rápido. ¿Qué hay debajo de esto? —Jugó con el dobladillo de mi camisa de
dormir.

—¿Ya lo olvidaste?

Levantó la camisa sobre mi cabeza y la arrojó a un lado. —Oh, pezones. El mejor regalo de todos.
Gracias, pequeño erizo.

—De nada. Soy de los que dan en mi cumpleaños. —Aspiré bruscamente mientras lamía el primer
pezón, luego el otro. Se endurecieron, ardiendo en deseos de la mejor manera posible—. Espera
hasta que veas que más tengo para ti.

—¿Aquí? Muéstrame. —Sus dedos se engancharon en el elástico de mi ropa interior, bajándola y


quitándola—. Lindo. Necesito una mirada más de cerca.

Se colocó entre mis piernas, sus dedos rozando ligeramente de arriba abajo por mis muslos.
Tortuosamente lento, lamió un camino desde mi pene a mi esternón. Cada parte de mí que tocaba
hormigueaba. Su boca cubrió la mía y su mano masajeó mi pene luego un dedo se deslizó muy
profundo con facilidad por mi entrada. —Creo que te gusto.

—Cállate y bésame, tonto.

Río. El dedo dentro de mí se movió y frotó un punto placentero que me volvió jodidamente loco.
Jadeé. Mi cuello se arqueó y mis ojos se abrieron ampliamente, mirando ciegamente al techo.

—Cristo, Harry.

—Es allí. —Otro dedo se deslizó hasta llegar a mi próstata, haciendo temblar los músculos de mis
piernas. Esto iba a ser rápido y duro, sin duda. Podría tener algo que ver con mis orgasmos
desatendidos durante su ausencia. Mi libido había estado de vacaciones. Ahora, se encontraba de
vuelta y algo más. Su boca caliente se cerró sobre un pezón, succionado duro, provocando con su
lengua.

Jadeé y lo sostuve contra mí. —Más.

Un tercer dedo se unió al primero y al segundo, estirándome ligeramente, haciendo el contacto en


mi punto placentero mucho más efectivo. Mis talones se hundieron en el colchón. Él podría
matarme esta vez, pero valdría la pena.

—Dime que me amas —dijo, aun jugando con mi pezón.

—Te amo.

—No, no lo haces. Sólo lo dices porque quieres venirte. —Se levantó para mirarme en el ojo con
una sonrisa malvada. Estaba acabado—. No te creo nada.

Agarré su rostro, aplastando nuestros labios, besándolo duro. Mostrándole como me sentía. Entre
mis piernas, su mano nunca dejó de moverse, volviéndome loco. Sus dedos bombearon dentro de
mí una y otra vez. Casi era suficiente, pero no del todo. Dios, el nudo formándose dentro de mí.
Tan cerca.

—¿Me amas, Louis? —Se sentó en sus talones, deslizando sus dedos dentro y fuera de mí,
haciendo crecer la presión.

—Sí.

Del borde de la cama agarró la envoltura de un condón, abriéndolo con sus dientes. —¿Mucho?

Asentí, luchando por respirar.

—¿Como, un montón de muchos? ¿O sólo un pequeño mucho?

—¿Qué?

Con una sonrisa, se colocó el condón. —¿Cuánto me amas? ¿Cuántos muchos?

— Harry... —No podía darle sentido a la pregunta. Mis manos en puños en la almohada detrás de
mi cabeza.

—Ves, a eso me refiero. —Colocó un brazo al lado de mi cabeza y se puso encima de mí.
Lentamente sacó sus dedos de mi entrada y alineó su polla. Intenté mantener mis ojos abiertos, pero
era una batalla perdida. Mis párpados se cerraron. Quedé perdido en la sensación de su gruesa
longitud empujándose en mí, haciendo un lugar permanente para él mismo. Simplemente
encajábamos.

—Te amo más —dijo. Luego sus dedos se deslizaron alrededor de mi pene, dándome lo que
necesitaba, aplicando la presión perfecta para incendiarme. Y exploté. El fuego dentro de mí
ardiendo fuera de control. Pero por todo el tiempo que me aferré a él, estuvo bien. Mis piernas lo
sostuvieron fuerte, mis manos anclándolo hacia mí, rodeando su cuello. Los músculos de mi
cuerpo se ciñeron con los suyos, codiciosos y necesitados.

Y gruñó, presionando su mejilla en la mía.

Volví a la realidad, la conciencia regresando muy gradualmente. Harry comenzó a moverse, lento
al principio, deslizándose dentro y fuera. Pequeños escalofríos me sacudían con cada embestida.

—Mentiroso —susurré, recordando lo que dijo—. Te amo más.

Sonrió, empujando dentro de mí. —Pruébalo.

Me envolví en él con mis piernas y brazos, trayendo su boca a la mía, dándole todo. Confiándole
con todo. Porque finalmente encontré alguien que podía tomar lo bueno y lo malo, lo triste y lo
feliz. Quería hacer lo mismo por él.

Estaba siendo muy cuidadoso, pero tenía tantísima emoción contenida dentro de él. Podía sentirlo,
circulando debajo de su piel, rabiando detrás de sus ojos.

—Más fuerte —lo alenté.

Aceleró el ritmo.
—Deja de contenerte.

—Louis... —Su mandíbula se tensó, sus ojos verdes en llamas.

—Hazlo. Dámelo. Puedo tomarlo.

Harry no necesitó más incitación. Me sujetó contra él, nuestra piel chocando mientras se movía
dentro de mí. Nuestras caderas se golpeaban duro, su polla entrando a la profundamente en mí. Era
como estar de pie en una tormenta, atemorizante y a la vez hermoso. Nunca confié en alguien para
que fuera tan rudo, para llevar las cosas tan lejos. Martilleó en mí. Sus dientes fijos en mi cuello,
marcándome, y su mano agarrando mi nalga, sosteniéndome en su contra. Todo su cuerpo
temblaba junto a mí cuando se enterró profundo y se vino. Gritó mi nombre, su boca aún
presionada en mi piel.

Mantuve los brazos y piernas fuertes alrededor suyo, haciéndolo colapsar encima de mí. Su cuerpo
pesado me sujetaba a la cama. Podía aferrarme a él por siempre. Yacimos allí en silencio. Mi rostro
mojado donde él presionaba su mejilla.

Era su sudor o sus lágrimas, no lo sé, pero tembló por largo rato. Acaricié su cabello y toqué su
espalda, pasando mis dedos de arriba hacia abajo por su columna.

—Te amo —dije—. Tanto que no puedo describirlo.

Siguió el camino de mi mandíbula con sus labios. —Te creo.


EPÍLOGO
Chapter Summary

Si se acuerdan que la saga es m-preg ¿verdad?....

Lxs amo. X.

Un mes después...

—No estoy seguro de esto. —Me senté a un lado de la cama, acunando a Killer. Él lo toleraba por
períodos cortos, pero por la forma en que su culo se retorcía, mi tiempo casi acababa. En mi
limitada experiencia, los cachorros tienden a tener sólo dos velocidades. Parar y seguir. De vez en
cuando no era raro encontrarlo profundamente dormido boca abajo en su tazón de comida después
de jugar duro en el día.

—¿Qué quieres que haga? —preguntó Harry.

—No sé.

Miró alrededor de nuestra habitación, inclinando una cadera contra el final de nuestra nueva
gigantesca cama con dosel. Insistió en que la necesitábamos y detalló en grande los planes para su
uso. Al parecer, yo iba a hacer el papel de cordero sacrificado, atado con regularidad y ofrecido a
los dioses del sexo oral.

Como destino, me pareció que eso no era ni remotamente terrible. Además, la cama era de una
estructura mucho más resistente que la de mi apartamento. Si nos decidiéramos a hacer más saltos
sobre ella, me aseguró que ésta no reventaría. Harry hizo que vivir fuera divertido. Pero hoy era un
asunto completamente diferente.

—Comenzarán a llegar pronto —dijo—. Has estado trabajando como un burro. La comida está
toda lista. Todo está organizado y tú querías hacer esto. Fue tu idea. Pero si en realidad piensas que
es mejor volver el trasero y salir corriendo como un leoncito cobarde, entonces para mí también
está bien. Incluso te ayudaré a vivir con la vergüenza y el arrepentimiento por el resto de tu vida.

Me desplomé. —Oh dios, eres un desgraciado.

—Te amo, pequeño erizo.

-Yo también te amo, pero soy muy bueno en estas cosas. -Bajé a Killer e inmediatamente persiguió
la botella de Coca-Cola Light vacía. Era su juguete favorito desde que fue forzado a renunciar a
comer las Converse de Harry. Sus tíos no oficiales, Niall, William y Troye le compraron cada
premio de perro y juguete que encontraron, pero no sería influenciado por sus formas pueblerinas.
El mejor perro del mundo.

Alguien llamó a la puerta en el área de sala de estar.

Killer podría haber sido mi primer regalo de cumpleaños. Pero el real era el condominio junto a
Edward y Will, donde Harry y yo ahora vivíamos juntos. Aquí se permitían las mascotas. ¿Qué le
dices a un chico que compró un condominio para que pudieras tener el perro que te perdiste como
niño? En realidad, no le dije nada. Le di una mamada una vez que dejé de llorar. Pareció
apreciarlo. Además, ya sabía que lo amaba. Prácticamente se lo dije constantemente.

Alguien llamó a la puerta, una vez más.

Mis hombros saltaron.

—¿Listo? —preguntó.

Asentí. Extendió una mano hacia mí y la tomé, dejando que me guiara a través del pasillo, a la sala
de estar.

—¿No me dejarás? —pregunté, odiando la forma en que mis rodillas temblaban.

—No te dejaré. Estaré a tu lado todo el tiempo.

—Está bien. —Sonreí—. No es que sea un debilucho patético usándote como muleta o manta de
seguridad o algo así.

—Oye —dijo, agarrando mi mentón con suavidad—. Tú has sido mi muleta por el último mes y
medio. Dándome todo lo que necesitaba cada vez que podías. Nos apoyamos en el otro, pequeño
erizo. Está todo bien.

—Gracias.

Hizo una reverencia. —Gracias.

Era ridículo de verdad, el monstruo que mi cabeza hizo de esta situación.

Pero podría matar dragones con él a mi lado. Sin lugar a dudas. Me puse de pie con la espalda
recta, respiré hondo. —Estoy bien.

—Sí, lo estás. Todos nuestros amigos van a venir. Todo el mundo te está apoyando, Louis —dijo
—. Este será el mejor día antes de la cena de Acción de Gracias.

Pasaríamos Acción de Gracias en casa de su hermana mayor en Idaho. Lori murió poco después de
que volamos de regreso a Coeur d'Alene, el día después de nuestro encuentro. Eso golpeó duro a
Harry. Todavía lo golpeaba duro, pero ya no había estado dando puñetazos en las paredes o
vaciando una botella de Jack Daniel ́s todas las noches. Se quedaba silencioso y retraído en
ocasiones. Sin embargo, siempre volvía a mí.

—Puedes hacer esto —dijo. Y le creí.

Abrió la puerta y allí estaba Niall y mamá. Mamá me dio una sonrisa cautelosa. Su cabello color
castaño tenía más canas de las que recordaba y arrugas suavizaban su rostro. En todo caso, parecía
más nerviosa que yo, la forma en que sus dedos se agarraban firmemente delante de ella.

—Hola, mamá. —Di un paso adelante, casi besándola en la mejilla, pero no del todo. Estuve
realmente cerca. Tal vez la próxima vez—. Mamá, él es Harry. Harry, ella es mi madre, Jan.

—Hola, Jan. Encantado de conocerte. —Harry se adelantó para saludarla, toda sonrisa. Pero su
mano nunca dejó la mía.

La preocupación arrugó más el rostro de mamá ante la vista de Harry. No obstante, sus palabras
eran bastante agradables mientras intercambiaban cortesías.

Todo estaría bien. Saldríamos de esto. Porque el hecho era, que mi vida era buena.

Lo era antes de que Harry llegara. Y ahora era aún mejor. Astronómicamente mejor.

Si mi mamá y yo podíamos seguir adelante y hacer funcionar algún tipo de relación, entonces
genial. Si no, sobreviviría.

—Ven a ver el lugar, mamá. Es una preciosidad. Harry lo compró para Louis por su cumpleaños.
—Niall me guiñó un ojo, acompañando a mamá más allá de nosotros y a entrar al condominio.
Dándome un momento para recuperar el aliento, Dios lo bendiga.

Era muy afortunado porque nuestra casa era, en efecto, una preciosidad. El suelo estaba cubierto de
unas geniales baldosas italianas negras, ligeramente brillantes. Nuestras paredes eran blancas
prístinas y los muebles grises con toques de turquesa. A pesar de que la disposición era la misma,
tenía una sensación diferente al del lugar de William y Edward. Hablando de eso, eran excelentes
vecinos. Amaban cuidar a Killer. O al menos William lo hacía. Edward aún conservaba algo de
resentimiento porque el perro masticó una o dos correas de cuero de la guitarra e hizo pis en su
alfombra. Algunas personas eran tan juzgadoras.

Harry y Edward pasaban el rato a menudo, con Shawn y Alex a la deriva entre sus propios lugares
y los dos apartamentos. La familia Stage Dive nunca reaccionó mal ante mi inclusión. Algo que
agradecía profundamente. Incluso se aseguraron de que Niall se sintiera bienvenido. A pesar de que
su continuo enamoramiento por Shawn todavía me daba que pensar.

—Echa un vistazo al tamaño de su bañera, mamá. —La voz de Niall flotó por el pasillo junto con
las palabras de respuesta de admiración de mamá. Era una gran bañera. Y Harry y yo le dábamos
uso completo. Casi no extrañaba nada la vieja bañera con garras del apartamento.

—¿Todo bien? —me preguntó en voz baja, ignorando los arañazos de Killer en sus piernas
revestidas por sus vaqueros.

—Sí. —Volví la cara hacia la suya y deslicé mi mano alrededor de su cuello.

Sin decir una palabra, se inclinó, encajando su boca a la mía y dándome todo y algo más. Para
cuando terminó yo respiraba fuerte, sintiéndome sonrojado.

—Sepárense ya. —Gimió Shawn, balanceando un ramo de flores radiante en una mano—. Tienen
invitados, por el amor de Dios.

—Oh, eso es dulce. ¿Me traes flores, Shawny? —preguntó Harry, frotando una mano arriba y abajo
de mi espalda.

—Por supuesto que no. Compré flores para tu novio caliente. —Entregó el manojo pesado a mis
brazos esperando.

—Gracias, Shawn. —Sonreí, encantado.

—Bueno, tu novio caliente y su hermanito igualmente caliente.

Entrecerré los ojos en él.

El gran hombre sonrió. Un incitador de mierda.

—¿Dónde está el resto? —preguntó Shawn. Alzó a Killer y luego se sentó en la esquina del sofá y
encendió el televisor. Con una mano se movió a través de canales, con la otra procedió a sacar de
quicio a mi perrito. Pronto enloquecidos ladridos de tamaño de bebé, chasquidos y gruñidos
llenaron el aire. Killer adoraba a Harry, pero Shawn no llegaba demasiado lejos en sus afectos
perrunos.

—Estarán aquí pronto -dijo Harry.

—¿Te enteraste que Lewis renunció?

Casi salté. —¿Qué? No. ¿Cuándo?

—Hace un par de días. Alex no está contento.

Harry soltó un silbido, pero por lo demás no hizo ningún comentario. Su mirada se dirigió al
pasillo, donde mamá y Niall terminaban su recorrido debido a que se quedaban sin lugares para
mirar.

—Rápido —dijo Harry, acercando su rostro al mío.

—¿Qué?

—Esto. —Cubrió mi boca con la suya, deslizando su lengua en mi boca. En general besándome
hasta volverme estúpido. Cualquier burlona declaración que hizo Shawn, me la perdí. Sólo besar a
Harry importaba. Sus manos ahuecaban mi culo, sus dedos masajeando. Los dedos de mis pies se
curvaron y mis sentidos se volvieron locos. En el momento en que se retiró, mis labios se
encontraban húmedos y sin duda también lo estaban las cosas de abajo. Me tomó un largo minuto
recuperar el aliento.

—No podemos hacerlo delante de tu madre —explicó.

—¡Oops! —Tapo mi boca con ambas manos.

—Hola, pequeño erizo. —Sus manos agarran mi mano para luego darle un suave beso sobre la
palma.

—¿Crees que valemos la pena?

—¿Solo valer la pena? —preguntó, calor, afecto y un centenar de otras cosas brillando en sus
hermosos ojos verdes. —Jodidamente nos amamos, pequeño erizo. ¿Soy el mejor demostrándolo?
—Oh, sí. Eres el mejor. —Sonreí hacia él.

—Pequeño erizo, hoooola. ¡Por supuesto que soy el mejor!

¿FIN O NO?...
¿FIN O NO?...

¿Querían seguir leyendo sobre esta exitosa saga?

Pues vayan a leer "Me emborrache de ti" que es la tercera entrega de esta saga adaptado a Larry.

Esta entrega es la historia del tal amado Alex y Lewis.


Sinopsis:

Como el cantante principal de Stage Dive, Harry está acostumbrado a tener lo que sea que quiere,
cuando quiere, ya sea bebida, drogas o sexo. Sin embargo, cuando un desastre de Relaciones
Publicas sirve como una llamada de atención sobre su vida y lo manda a rehabilitación, se
encuentra a sí mismo con Louis, un nuevo asistente para mantenerlo fuera de problemas.

Louis no está dispuesto a tomar ni una mierda del sexy roquero y está determinado a mantener su
relación completamente profesional, a pesar de la sofocante química. Pero cuando Harry lo empuja
demasiado lejos y Louis se va, se da cuenta que puede que haya perdido la mejor cosa que le ha
pasado en su vida.

Actualización cada lunes y viernes.

Voten, comenten y compartan para que esta saga llegue a más personas.

Lxs amo. X.

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