Analisis y Resumen

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 11

Expediente Nro.

0033-2007-PI/TC

Demanda de Inconstitucional interpuesta por don Juan Carlos Díaz Montes y 8,971 contra el
artículo 7 de la Ley Nro. 27765, publicada el 27 de Junio de 2002 en el Diario Oficial El
Peruano.

ASUNTO
Demanda de inconstitucionalidad interpuesta por don Juan Carlos Díaz Montes y 8,971
ciudadanos contra el artículo 7 de la Ley 27 7765, publicada el 27 de Junio de 2002 “Ley
Penal contra el Lavado de Activos”, que prohíbe los Beneficios Penitenciario de redención de
la pena por el trabajo y la Educación, Semilibertad y Liberación Condicional para los
sentenciados por el delito previsto en el último párrafo del artículo 3 de la mencionada Ley, y
por conexidad contra el primer y tercer párrafo del artículo 4 de la Ley N° 26,320, publicada
el 2 de Junio de 1994 en Diario El Peruano.

FUNDAMENTOS
Delimitación del petitorio, (…) las normas que prohíben el acceso a los beneficios
penitenciarios para un grupo de la población carcelaria de condenados por los delitos
agravados de TID. Así mismo, alega que “dicha conectividad entre ambas normas
impugnadas, se evidencia al referirse éstas a circunstancias agravantes del mismo delito, o
sea, Tráfico Ilícito de Drogas.

Tenemos el principio materializado “Los Jueces o Tribunales solo inaplican las disposiciones
que estimen incompatibles con la Constitución cuando por vía interpretativa no sea posible
la adecuación de tales normas al ordenamiento Constitucional”.
Así, para salvar esta situación de abierta contradicción a la Constitución que podría generarse,
y considerando que la norma principio que establece la supremacía constitucional no quede
vaciada de contenido, nuestro sistema jurídico constitucional también ha establecido dos
mecanismos de salvaguarda de la unidad y no contradicción del ordenamiento jurídico
Nacional. Por un lado, el Control Difuso de Constitucionalidad del artículo 138 de la
Constitución, en virtud de la cual en el Perú los jueces ordinarios y constitucionales tiene la
facultad de realizar control difuso de constitucionalidad de normas para las cual no se ha
establecido límites en el tiempo. En consecuencia, no se ha dejado sin contenido la facultad de
realizar control de constitucionalidad de normas por los jueces ordinarios y constitucionales ni
la supremacía constitucional. Por otro lado, el tercer párrafo del artículo VI del Título
Preliminar del CPC, dispone que “Los Jueces interpretan y aplican las leyes o toda norma con
rango de ley y los reglamentos según los preceptos y principios constitucionales, conforme a
la interpretación de los mismos que resulten de las resoluciones dictadas por el Tribunal
Constitucional”.

De los fines de la pena en la Constitución Política del Perú. (…) En tal sentido muchas veces
se ha generado antinomias (tensiones) entre estos dos fines: uno, que persigue la intimidación
y la protección de la sociedad y, el otro, que busca la resocialización. Por esta razón es
necesario interpretar en el presente caso cual es el principio que va dominar la política
criminal en los delitos de Lavados de Activos provenientes del narcotráfico sin, obviamente,
vaciar el contenido la Resocialización en tanto principio constitucionalmente reconocido47.

Fines Preventivo especiales de la pena, cuando se encuentra privado de su libertad, ha tomado


la teoría de la prevención especial de la pena y expresamente la ha regulado en el artículo 139
inciso 22, que establece el principio del régimen penitenciario, tiene por objeto la

Reeducación, Rehabilitación y la Reincorporación del penado a la sociedad.

En el mismo sentido el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos señala: Régimen


Penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad esencial será la reforma y la
readaptación social de los penados. Este tribunal, en concordancia con estas disposiciones,
también ha tenido la oportunidad de pronunciarse en este sentido reconociendo que “se trata
de un principio Constitucional – penitenciario, que no por su condición de tal carece de
eficacia…”.

En este sentido, se entiende por el Fin Preventivo General, es decir, lo que se interpreta de
este artículo de la Constitución, que el estado tiene la obligación de proteger a la población de
las amenazas contra su seguridad, así se podrá concluir que incluye a estas tareas el trazar las
políticas criminales otorgando una finalidad intimidatoria o integrativa de la pena, solo de esta
manera es posible justificar la necesidad de imponer y ejecutar una pena privativa de la
libertad de un condenado aunque este no requiera ser resocializado…”.

Los Beneficios Penitenciarios y su relación con la finalidad Resocializadora. Los Beneficios


Penitenciarios no son derechos fundamentales, sino garantías previstas por el derecho de
Ejecución Penal, cuyo fin es concretizar el principio Constitucional de Resocialización y
Reeducación del interno. En efecto, a diferencia de los derechos fundamentales, las
garantías no engendran derechos subjetivos, de ahí que puedan ser limitadas. Las garantías
persiguen el aseguramiento de determinadas instituciones jurídicas y no engrandan derechos
fundamentales a favor de las personas. Por otro lado, no cabe duda de que aun cuando los
Beneficios Penitenciarios no constituyen derechos, su denegación, revocación o restricción de
acceso a los mismos, debe obedecer a motivos objetivos y razonables”.

En resumen, la finalidad ha sido el Principio Constitucional de Prevención General


reconocido en el artículo 44 y en específico en el artículo 8 de la constitución, mientras que el
objetivo de la intervención fue sancionar severamente (intimidación) los delitos considerados
graves (TID) orientados a la protección contra las amenazas a su integridad”.

FALLO: HA RESUELTO
1.- Declarar INFUNDADA la demanda en el extremo que alega vulneración del principio-
derecho de igualdad y el principio Resocializador del Régimen Penitenciario.

2.- Y, en consecuencia, declarar IMPROCEDENTE la pretensión que se refiere a la


Inconstitucionalidad de la ley Nro. 26320 que por conexidad o consecuencia se relaciona al
petitorio principal.
Análisis:

Es necesario precisar que la resocialización en el momento de la ejecución de

la pena concibe tres finalidades constitucionales como es la “reeducación que

alude al proceso de adquisición de actitudes al que es sometido un recluso para

ser capaz de reaccionar durante la vida en libertad.” “La reincorporación social de

un condenado nos remite al resultado fáctico de recuperación social de un

condenado, originalmente considerado antisocial. Recuperación que implica la

introducción en la sociedad de un condenado en las mismas condiciones que el

resto de ciudadanos.” En cambio, la “rehabilitación expresa más un resultado

jurídico, esto es, un cambio en el estatus jurídico del ciudadano que obtiene su

libertad. En ese sentido, por rehabilitación se entiende la recuperación, por parte

del ciudadano que ha cumplido su condena, de todos sus derechos en igualdad de

condiciones que los demás ciudadanos.”

La justificación de la pena privativa de la libertad es, a la vez, la protección de la

sociedad contra el delito, para lo cual se pretende que mediante la resocialización

el delincuente, una vez liberado, no solamente quiera respetar la ley y proveer a

sus necesidades, sino también que sea capaz de hacerlo.


27. Finalmente, es necesario recordar que detrás de los fines del régimen

penitenciario se encuentra necesariamente una concreción del principio

dignidad de la persona (artículo 1º de la Constitución) y, por tanto, este

constituye un límite para el legislador penal. Dicho Principio, en su versión

negativa, impide que los seres humanos puedan ser tratados como cosas o

instrumentos (sino como sujetos de derechos y obligaciones), sea cual

fuere el fin que se persiga alcanzar con la imposición de determinadas

medidas, pues cada uno, incluso los delincuentes, debe considerarse como

un fin en sí mismo. (STC 0010-2002-AI).

28. Este fin constitucional que busca la resocialización de los internos

genera en algunos casos una antinomia con la obligación del Estado de

proteger a la población de las amenazas contra su seguridad. Así el Estado

al desarrollar la política criminal y otorgarle una finalidad intimidatoria a la

pena, desarrolla también medidas en cumplimiento de su obligación de

“protección” dentro de las cuales se encuentra la restricción de algunos

beneficios penitenciarios. Esta medida grave por la que opta el legislador

necesariamente debe estar fundado en fines relevantes y dentro del marco

de la Constitución. Así, este Tribunal considera prima facie que la negación

total de los beneficios penitenciarios vacía de contenido el principio

“resocializador” de la pena y la dignidad misma de los internos. Pero para

determinar cuál es el motivo por el que el Estado restringe beneficios

penitenciarios es necesario desarrollar la obligación que la Constitución le

ha otorgado para proteger a la población.


Fin preventivo general de la pena

Así como nuestro ordenamiento constitucional ha reconocido como finalidad al

régimen penitenciario los fines preventivos especiales tal como se ha determinado

en los fundamentos precedentes; así también la Constitución ha establecido en el

artículo 44º primer párrafo una “finalidad preventivo general de la pena” y la ha

regulado de la siguiente manera: “Son deberes primordiales del Estado: defender

la soberanía nacional; garantizar la plena vigencia de los derechos humanos;

proteger a la población de las amenazas contra su seguridad; y promover el

bienestar general que se fundamenta en la justicia y en el desarrollo integral y

equilibrado de la Nación.”

En ese sentido, se entiende por fin preventivo general, es decir, lo que se

interpreta de este artículo de la Constitución, que el Estado tiene la obligación de

proteger a la población de las amenazas contra su seguridad, así se podría

concluir que incluye a estas tareas el trazar las políticas criminales otorgando una

finalidad intimidatoria o integrativa de la pena. “Solo de esta manera es posible

justificar la necesidad de imponer y ejecutar una pena privativa de la libertad de un

condenado aunque este no requiera ser resocializado.” Por ello el Estado diseña

políticas criminales a fin de asegurar la seguridad de la población y el orden

público interno y ello incluye la dación o restricción de algunos beneficios

penitenciarios de las personas privadas de su libertad durante la ejecución de la

pena. Así, la Constitución le ha otorgado al legislador un amplio margen de

acción para elaborar las políticas criminales en salvaguarda de la población,

fundamento 32 supra.
Es precisamente en este sentido que, de la finalidad de prevención general de la

pena, la Constitución Política ha establecido como una obligación del Estado y

dentro de su política nacional, la lucha contra el Tráfico Ilícito de Drogas. Así ha

establecido en el artículo 8º de la Constitución que: “El Estado combate y sanciona

el tráfico ilícito de drogas. Asimismo, regula el uso de los tóxicos sociales.” Es por

esta razón que la Constitución ha establecido también un tratamiento especial para

el plazo de la detención preliminar en los delitos de tráfico ilícito de drogas (artículo

2º, inciso 24, f). Asimismo, el artículo 137º del Código Procesal Penal ha

determinado la duplicidad automática del plazo de detención para casos de tráfico

ilícito de drogas, entre otros.

Así también este Tribunal ya ha tenido oportunidad de pronunciarse sobre este

delito e incluso sobre las consecuencias en el ámbito social y medio ambiental en

el que ejerce una poderosa influencia. Así ha establecido que: “El tráfico ilícito de

drogas es un delito que atenta contra la salud pública, y el proceso de fabricación

produce daño al medio ambiente. Asimismo, el dinero obtenido en esta actividad

ilícita es introducido en el mercado a través del lavado de dinero, lo que genera

graves distorsiones en la economía nacional. Al respecto, resulta pertinente citar lo

expresado en el preámbulo de la Convención de las Naciones Unidas contra el

Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, el cual reconoce “(...)

los vínculos que existen entre el tráfico ilícito y otras actividades delictivas

organizadas relacionadas con él, que socavan las economías lícitas y amenazan la

estabilidad, la seguridad y la soberanía de los Estados, (...) que el tráfico ilícito es

una actividad delictiva internacional cuya supresión exige urgente atención y la

más alta prioridad, (...) que el tráfico ilícito genera considerables rendimientos
financieros y grandes fortunas que permiten a las organizaciones delictivas

transnacionales invadir, contaminar y corromper las estructuras de la

administración pública, las actividades comerciales y financieras lícitas y la

sociedad a todos sus niveles”.

En consecuencia, en el caso de principios en tensión el Tribunal Constitucional

ponderando los valores que los sostienen en abstracto, que los bienes

constitucionales protegidos como el orden público, la seguridad colectiva y el

bienestar general ocupan un rol delimitador de los principios y derechos del

régimen penitenciario. En efecto, considerando el principio de resocialización del

régimen penitenciario y la naturaleza de los ilícitos, se puede concluir la

predominancia del fin preventivo general, más aún si de ello depende la protección

de los bienes constitucionales relevantes y la propia autoconservación del Estado.

También podría gustarte