208-Manuscrito de Libro-884-1-10-20201020
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208-Manuscrito de Libro-884-1-10-20201020
CHINOS EN
LA SOCIEDAD
PERUANA 1850-2000
CHINOS EN
LA SOCIEDAD
PERUANA
1850-2000
Primera edición
Lima, setiembre de 2017
Tiraje: 1000 ejemplares
Las opiniones expuestas en este libro son de exclusiva responsabilidad del autor y no necesariamente
reflejan la posición de la editorial.
Queda prohibida la reproducción total o parcial de la presente edición, bajo cualquier modalidad, sin la
autorización expresa del autor.
A los miles de inmigrantes chinos que decidieron
residir en Perú para siempre, y que colaboraron
con su esfuerzo e inteligencia en su grandeza
económica, en su diversidad étnica y participando
en la conformación de la identidad nacional.
ÍNDICE
Agradecimientos 17
Presentación 19
Capítulo 1
MACAO EN TIEMPOS DE LA TRATA AMARILLA / 23
1. Información sobre Macao 25
a. Ubicación, características y breves notas históricas 25
b. Información demográfica 26
2. Etnografía de los chinos de Macao 27
a. Realidad y costumbres 27
b. Opio y su consumo 28
c. Del arte de comer 28
d. La fuerza de las religiones 29
e. Médicos, herbolarios y medicinas 29
f. Fiestas 30
g. Supersticiones 30
h. Comercio e industria 31
i. Actividades comerciales, industriales y de servicio 31
j. La emigración desde Macao 34
3. Barcas que partieron de Macao y que llegaron o no al Callao 36
a. Volumen chinero del traslado a Perú 36
b. Capitanes de barcas 37
c. Algunos motines 37
d. Variedad de sucesos en el traslado 38
e. Algunos acontecimientos ampliados vinculados a los viajes 38
4. Fin del tráfico de culíes, 1873-1874 43
a. Disposiciones desde Lisboa 43
b. Consecuencias inmediatas en Macao y en Perú 45
c. El difícil logro del Tratado de Tientsin 46
Capítulo 2
CHINOS CULÍES EN CHINA, AÑOS 1856-1858 / 47
1. Tensos sucesos en Cantón 49
2. El ambiente del tráfico de culíes 50
3. Sobre el despacho de los buques con culíes 51
4. El caso de la barca Carmen 52
5. Reacomodos ante la prohibición del tráfico 53
6. Expresiones del cónsul Tejerina dentro del contexto 54
7. El tráfico hacia Cuba, un escenario similar y paralelo 55
Anexo 1 59
Anexo 2 60
Capítulo 3
EL INICIO DE LA TRATA AMARILLA AL PERÚ Y SUS ACTORES / 61
1. Contenido de la ley de inmigración china 63
2. Crítico y único comentario a la ley 64
3. Comentarios al comentario de Jorge Pío 67
4. Sobre pormenores del primer barco con culíes 69
5. Cómo se realizaba el reclutamiento de los culíes 72
6. La comida a bordo de los barcos chineros 73
7. Un inglés agente diplomático peruano en Cantón 74
8. Nueve meses después, el segundo barco chinero 75
Capítulo 4
JUAN PAZ SOLDÁN O ACUAM, LA AGUJA DEL PAJAR / 79
1. Importante bautizo en la vida de un púber semiesclavo 81
2. El difícil y acontecido viaje de China al Callao 82
3. Amotinamiento y partida del Lady Montagne 83
4. Uso del nuevo nombre 84
5. Hijos de Juan Paz Soldán en las familias que tuvo 85
6. Actividades económicas de JPS 86
7. Explicaciones sobre las fondas 87
8. JPS de traductor en juicios 87
9. Fallecimiento de JPS 88
10. De la descendencia de JPS 89
11. Los trabajadores culíes de la generación de Juan Paz Soldán 90
Anexo 98
Capítulo 5
MANUMISIÓN DE ESCLAVOS, LA LOMER Y CÍA.
TRATANTE DE SEMIESCLAVOS Y LOS BARCOS CLÍPERS / 101
1. La esclavitud en Perú en 1854 103
2. Creciente ola migratoria china 105
3. Negociante con perspicacia comercial 106
4. Ocurrencias en los barcos que usó Lómer 107
5. El Westward ho! y su corta vida 111
6. El propósito de los consignatarios 115
7. De la propaganda a la realidad 116
8. Niños chinos semiesclavos 118
Capítulo 6
CHINOS CIMARRONES EN LIMA: ROSTROS, FACCIONES, EDADES,
APELATIVOS, ROPAJE Y OTROS PORMENORES / 121
1. Adelantos explicativos necesarios 123
2. De las edades de los chinos 125
3. Actividades en las que se desempeñaban 126
4. Descripciones morfológicas 127
a. Estatura y grosor 128
b. Color de piel, formas de cara, nariz, boca y ojos 129
c. Cabellera y otros rasgos físicos 132
5. Consecuencias del vivir 134
a. Lenguas aprendidas y heridas sufridas 134
b. Una vez más sobre los apelativos de los chinos 136
c. Ropaje, sombreros y adornos 137
d. Descripciones completas 139
Capítulo 7
MERCADEO DE SEMIESCLAVOS / 141
1. Traspasos y más 143
2. Sexo, edades y años de nacimiento 144
3. Características físicas y aptitudes para el trabajo enunciadas 145
4. Las condiciones para un buen mercadeo 147
5. Traspasos, motivos mencionados y tiempo del contrato que restaba 147
6. Los que demandaban traspasos 148
7. Semiesclavitud y el fenómeno del mercadeo 150
Anexo 154
Capítulo 8
LA INEVITABLE APARICIÓN Y EL CONSUMO DE OPIO / 155
1. Consumo y producción en China 158
2. El trance de fumar 159
3. Fastidio por humo y fetidez 160
4. Opio y libre comercio 161
5. Haciendas, hacendados y el consumo 163
6. El caso de Cayaltí 164
7. Opio en el valle del Jequetepeque 165
a. Algunas evidencias 166
b. Gente de hoy que vio a opiómanos 168
c. Opio cajamarquino 169
8. Opio, muertes y suicidios 169
9. Persecución por consumo 171
10. Respuesta china a las autoridades 173
11. Opio en país vecino del sur 175
12. Estanco estatal 177
13. Consumo en la nueva generación y en la intelectualidad 180
14. El opio contemporáneo 183
Anexo literario 185
Capítulo 9
RECLAMO JUDICIAL DE CULÍES A UN HACENDADO DE LIMA / 187
1. Observaciones, comentarios, explicaciones y agregados 189
a. Características de Monterrico 189
b. Características y situación de los culíes 190
c. Realidades insoslayables 191
d. Régimen de haciendas y maltratos connaturales 192
e. Aparición del chino enganchador de sus paisanos 193
f. Aspectos y actitudes durante el juicio 193
g. Fallo final 194
2. El expediente (resumen) 194
Sentencia 202
Adenda. José Cruz líder y empresario chino 203
Anexos 205
Capítulo 10
CHINOS CULÍES Y ORGANIZACIÓN INTERNA EN UNA HACIENDA / 207
1. Los primeros chinos de Palto 209
2. Nuevas adquisiciones de culíes 210
3. Las partidas 211
4. Trayectoria del número de trabajadores 212
5. La importancia de las recontratas 214
6. Más sobre las recontratas y surgimiento del enganche 216
Capítulo 11
INGRESO, INSTALACIÓN, INTEGRACIÓN Y ASCENDIENTE DE LOS CHINOS
EN PUEBLOS COSTEÑOS / 219
1. A tener en cuenta 221
2. Comprobación de esta presencia 222
3. La decisión de instalarse 224
4. Actividades económicas a las que se dedicaban 225
5. Las comunidades chinas 228
6. Chinos de provincias crearon sus instituciones propias 229
7. Instituciones chinas en un valle costeño 234
8. Acerca de los chinos ricos en los pueblos 236
9. Chinos colaboraron con los poblados donde vivieron 240
10. La importancia de los cónsules y vicecónsules 241
11. El caso del vicecónsul Maximiliano Bamberger 243
12. Nuevos inmigrantes chinos 244
Capítulo 12
ALIMENTACIÓN, ENFERMEDADES Y MUERTE
EN LA HACIENDA PALTO / 245
1. Obligaciones escritas de los hacendados y el administrador 247
2. La libra y media de arroz 248
3. Reparto y consumo de carne 252
4. El cariño a los chinos y un brazo menos 253
5. Cómo se dio la atención médica 255
6. Enfermedades y enfermos 257
7. La contabilidad de las muertes 261
8. Medicinas y previsiones 263
Anexo 265
Capítulo 13
CHIFA, CHAUFA Y AEROPUERTO / 267
1. Dueños de chifas se organizan 270
2. El Barrio Chino y los chifas en los años 1970 271
3. Veinticinco años después 274
4. Inicio de la recuperación 274
5. El chifa y la culinaria china en tiempos actuales 275
6. Chifas diferentes para unos y para otros 276
a. Afición chifera entre sectores altos 277
b. Los populares chifas al paso 278
c. Chifitas de barrio 279
7. Culinaria china en hogares peruanos 281
8. El arroz chaufa y sus variantes 283
9. Chifas, una exportación peruana 285
Adenda. Diálogo con el barrio chino 287
Capítulo 14
JUEGOS EN EL VALLE DEL JEQUETEPEQUE / 289
1. Tempranos antecedentes 291
2. Periodistas de Chepén investigan juegos 292
3. Juego a diario pero escondido 293
4. Testimonio sobre juegos que interesa 295
5. Otra cosa era el chifatay 295
6. Campaña contra el chifatay 298
7. Por doquier contra el chifatay 301
8. El juego siguió en el valle 302
Comentarios finales 302
Anexo 1 304
Anexo 2 304
Anexo 3 305
Capítulo 15
EL QUEHACER POLÍTICO DE CHINOS DE UN VALLE COSTERO / 307
1. El Kuo Min Tang y la vida política en el valle 309
2. ¿Qué es el Kuo Min Tang? 309
3. Organización política que parte desde China hasta el confín 310
4. Se instala el KMT 311
5. Acontecimientos políticos en China y repercusiones en el valle 311
6. Celebraciones por Sun Yat-sen 314
7. Ceremonias no solo en Chepén 315
8. En la segunda guerra chino-japonesa 316
9. Una visita política importante 318
10. Explicaciones políticas japonesas en otro valle costeño 319
11. Testimonio de un personaje de la época 320
12. Comentarios finales 321
Anexo 1 324
Anexo 2 327
Capítulo 16
LA PERUANIZACIÓN DE LOS CHINOS DE ZAÑA / 329
1. Necesarias explicaciones 331
2. Zaña durante la presencia china 333
3. Características de los chinos del distrito 334
4. Nombres, apellidos y edades de los chinos zañeros 337
5. Familias, parejas y soltería 337
6. Lugares del distrito donde mayormente residieron 339
7. Hijos: número y años de nacimiento 340
8. Otros chinos residentes en Zaña 343
9. Instituciones de los chinos zañeros 347
10. Perdurabilidad y mixtura de la chinitud 348
Anexo 1 349
Anexo 2. Cronología 350
Capítulo 17
CHINOS DE ABAJO DEL PUENTE / 353
1. Aproximación a la historia del Rímac 355
2. Los mercados del Rímac: Baratillo y Limoncillo 357
3. Comerciantes chinos en el Rímac 358
4. La guerra con Chile llega a Lima y al Rímac 359
5. Chinos según parroquia de San Lázaro 360
Anexo 365
Anexo testimonial 369
Capítulo 18
ENRIQUE LAMAS UN CHINO BAJOPONTINO / 371
1. Sobre el nombre de Enrique Lamas 374
2. ¿Qué año llegó a Perú? 374
3. ¿Dónde y en qué trabajó? 375
4. De fondista en Limoncillo 376
5. Su descendencia 376
6. Los Lamas, una unida familia bajopontina 381
Anexo 382
Capítulo 19
DEFUNCIONES, EXEQUIAS, ENTIERROS Y EXHUMACIONES
EN UN VALLE / 383
1. Enfermedades que llevaron a la muerte 385
2. Exequias y traslación 388
3. Entierros 389
4. Exhumación y repatriación 391
Anexo. El cementerio chino de Pacasmayo 394
Capítulo 20
NOTICIAS ESPECIALES COMENTADAS SOBRE CHINOS
DEL SIGLO XIX / 397
1. Un asiático modelo 399
2. Chinos catequizados 400
3. El gallo pelado 401
4. Chinos en las haciendas, versión original y una respuesta 402
5. Médico chino 405
6. Por asuntos personales destitución del doctor chino 405
7. Manifestación de chinos en un 28 de julio 406
8. Mendicidad 407
9. Teatro chino en Lima 410
Glosario 417
Bibliografía 423
AGRADECIMIENTOS
17
PRESENTACIÓN
A través del contenido de los capítulos de este libro se pretende acercar al lector, lo más próximamente,
a los sucesos que tuvieron que vivir miles de trabajadores chinos cuya primera gran oleada sucede a
partir de 1849 y sigue hasta 1874. Luego, hay una continua llegada de chinos emigrantes a Perú que
no se ha detenido hasta la actualidad. De toda esta historia, en esta obra se siente que tiene más peso
la de los culíes. Seguramente porque es lo que más hemos investigado en estas décadas. Ya en otros de
mis libros ellos han sido lo central, sobre todo en el trabajo y su participación en la creación de riqueza
en el agro costeño. Mas no habíamos desarrollado todo lo que antecedía a su llegada al Callao, esta vez
sí informamos algo más sobre esta falta.
De todas maneras es muchísimo lo que hay por historiar sobre lo acontecido durante los viajes
China-Perú de esos miles de trabajadores semiesclavos, de cómo fue ese vil negocio de la trata amarilla
y las personas o empresas que con poca oposición social (incluyendo la religiosa) se enriquecieron. Y
la información casi está a la mano si se revisan, con perseverancia oriental, los diarios del siglo xix,
preferentemente los limeños incluyendo los del Callao; pero no es lo único, hay mucho sobre este
asunto en el archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, también en el archivo y en la biblioteca
del Ministerio de Defensa, y seguramente en los archivos de Portugal. Quizás este tema sea nuestra
próxima obra.
Este libro tiene un orden (que resumiremos) simple, lógico y responde a la intención de dar a
conocer al chino emigrante desde que está en el puerto donde se embarcará a Perú y que pasado siglo
y medio alguno de ellos ha logrado un árbol genealógico frondoso. Por eso intentamos dar a cono-
cer Macao y su importancia como puerto del que partió la mayor cantidad de culíes a Perú y Cuba
preferentemente. Mostramos la intensa presencia de chinos residentes en esta península —a pesar de
ser colonia portuguesa desde el siglo xvi— sin descuidar sus creencias, costumbres y cultura; que nos
parece era muy similar a los chinos que llegaron a nuestras costas.
A continuación tenemos en cuenta cómo fue el tráfico de gente y sus actores. Gracias a la corres-
pondencia de un cónsul de Perú en Macao con el Ministerio de Relaciones Exteriores en Lima nos
enteramos lo que se vivía en ese puerto en situaciones prebélicas (Segunda Guerra del Opio) y el am-
biente del traslado de cargazones de culíes. También incluimos, dando ejemplos, vicisitudes durante la
travesía. Ubicamos esta trata —en un siguiente capítulo— dentro de la coyuntura de la manumisión
de la esclavitud en 1854 y el aprovechamiento en esa coyuntura de una empresa naviera y el uso de los
rápidos clíper. Con el fin que los lectores «vean» a esos viajeros semiesclavos ya en tierras peruanas los
mostramos señalando muchas de sus características físicas y sus atuendos. Con la presencia de miles
de estos emigrantes, cada uno de ellos considerado como una mercancía con precio individual, surge
una comercialización entre los amos en el que hubo más oferta que demanda.
Ha sido una tentación ofrecer un capítulo a la inevitable presencia y consumo de opio que condu-
jo a que apareciera un estanco (monopolio del mercadeo) de parte del Estado peruano. En esta ocasión
19
no presentamos a los culíes dentro del agro costeño, sin embargo, ofrecemos el caso de unos chinos
que fueron maltratados por su patrón, arrendatario de una hacienda limeña, y cómo estos trabajadores
a pesar de su ubicación subalterna, lo enjuiciaron. Nuestro objetivo en este capítulo es que se perciba
la notable actitud defensiva de ellos dentro de la siempre confusa jurisprudencia del extraño país en
el que se encontraban.
Luego que miles de culíes finalizaban sus años de contrata (al comienzo cinco años y después
ocho) casi todos los sobrevivientes decidieron quedarse en su nueva patria, por eso decimos algo de
cómo se instalan, a qué se dedican, cómo los consideran, cómo se defienden, cómo se organizan, etc.,
es un capítulo trabajado con minuciosidad. También era inevitable tratar sobre la influencia de la
comida chino-cantonesa entre los peruanos. Es un capítulo donde se explica el largo proceso de oferta
de esos platillos: los exculíes se «apoderan» de las fondas que en años más recientes se transforman en
chifans y de inmediato en chifas. Su presencia es tal que la inquietud gastronómica alcanza a todos
los sectores sociales pero de manera diferente. Actualmente hay chifa-cholos (de peruanos), el famoso
plato aeropuerto (plato peruano a partir del chaufa) y hay exportación del chifa que la realiza más de
una empresa de peruanos. De igual manera, con muchos detalles es el capítulo centrado en los chinos
del valle del Jequetepeque revelando su vida política y la importancia en esos momentos del Kuo Min
Tang. Del mismo norte peruano colindando con este valle está el de Zaña, donde hubo culíes en las
haciendas de la cuenca —la más importante Cayaltí, de la familia Aspíllaga— que luego, ya libres,
algunos pasaron al pueblo de Zaña; la peruanización de ellos es el tema. Con el capítulo referido a los
chinos del actual Rímac (antes Abajo del Puente) demostramos que en Lima hubo más de un lugar
donde se concentraron los emigrantes chinos. De una monografía inédita bastante avanzada hemos
tomado e incluido en este libro un capítulo sobre enfermedades y muertes en la hacienda Palto, valle
de Pisco, Ica. Y como continuación del mismo tema regresamos al valle del Jequetepeque en el que
además de los males de salud a la gente de la comunidad china le interesa como inquietud enviar a
China a sus difuntos en donde había un lugar especial para depositar esos restos, una forma muy espe-
cial de retornar al lugar en el cual nacieron. Sigue una breve biografía de un chino bajopontino que fue
culí y su actual extenso árbol genealógico. En mi largo interés por los chinos reuní mucha información
de los diarios limeños y de provincias, seleccioné algunas crónicas periodísticas demostrativas de la
vida de chinos libres y exculíes, de estos artículos he hecho comentarios explicándolos y mostrando
la incomprensión e injusticias que hubo con ellos. Pero, a fin de cuentas, miles de descendientes de
esos culíes y los que vinieron posteriormente nos enrostran a diario que este país es también suyo. A
algunos nos alegra esta realidad. Nos parece bien una sociedad multiétnica y que las diferentes etnias
muestren su profunda realidad cultural tal como es nuestra identidad.
En la obra hay varias cortas biografías, la más amplia es todo el Capítulo 4 cuyo protagonista
merecía el esfuerzo de ingresar en su pasado y darlo a conocer. Uno de los descendientes de Acuam
ha completado el árbol genealógico, fue un trabajo paralelo desconociendo cada uno la labor que
estaba haciendo. Está pendiente unir los dos escritos y publicarlo, así hemos quedado. En el capítulo
de Zaña hay otra corta biografía, la de Alén Chung. Nos impresionó el trabajo que él asumió con la
Municipalidad cuando ya era bastante mayor: debía de encender y apagar todos los días los sesenta
faroles a kerosene del pueblo, lo hizo los veinte últimos años de su vida. En el deseo que se reconoz-
can estas labores, digamos que menudas y silenciosas de los exculíes, es que hicimos el esfuerzo de
presentación 21
CAPÍTULO 1
MACAO EN TIEMPOS DE
LA TRATA AMARILLA
Importa conocer Macao. Desde este puerto partieron muchos barcos con miles de culíes que princi-
palmente fueron a Perú y Cuba, fue la gran oleada de emigración del siglo xix en tanto finalizaba la
trata de esclavos desde África y había que encontrar una solución, y esa fue la multitud de gente de
Asia que estaba a la espera.
Es por considerar que la mayor población de esta península —colonia portuguesa— era más china
que lusa. Los habitantes chinos mayormente eran de Guandong y en menor cantidad de Fujián, cuyas
creencias y culturas llegaron hasta donde emigraron, bajaron con esa carga de las naves e inevitable-
mente la transmitieron en diferentes medidas a las sociedades receptoras donde se quedaron a residir.
Se estableció así desde mediados del siglo xix una vinculación o puente entre Perú y China que
ha permanecido hasta la actualidad. Cómo se fue creando este puente y cómo fueron los inicios. Las
respuestas se dan en este capítulo.
La Enciclopedia Microsoft 2000 informa que Macao (español), Macau (portugués) o Aomén (chino),
está situada en la costa sureste de China, comprende una península y las islas Taipá y Coloane. Tiene
16 km2 de superficie total. La ciudad de Macao abarca la mayor parte de la península, que es muy
rocosa; siempre fue famosa e importante por la ubicación de su puerto que está en el estuario del río
Zhu Jiang o río de las Perlas. Es un puerto con carácter y función de portero vigilante. Se halla a 70
kilómetros de Hong Kong y a 145 kilómetros de Guangzhou o Cantón.
Esta península está casi toda cercada por aguas, por eso se encuentra sujeta a las fluctuaciones del
mar del golfo de China, así como de los vientos monzones y de los terribles tifones. No son escasos
los terremotos.
El nombre de Macao se deriva de A-Má, diosa del mar protectora de pescadores y marinos
(Dañino, 2013: 342), que se ve combinada con otra divinidad Rainha de Cau; N’Gau en el dialecto
de Fujián significa abrigo, así fue apareciendo Amagau y acabó en Macao.
Antes del siglo xvi las inmediaciones de sus aguas eran el centro de las naves de piratas chinos,
japoneses, indonesios y malasios, el Macao de entonces era el cuartel general de estos bandidos de mar.
Por eso los mandarines de Cantón pidieron ayuda a los portugueses, quienes solo después de tres años
consiguieron dominar el lugar y controlar el pillaje de los piratas. Es así que se les permitió continuar
25
en lo que era el territorio de la divinidad A-Má cuya pagoda era visitada frecuentemente por la gente
de mar que conservaba sus creencias y leyendas.
Con presencia europea, la religiosidad continuó solo que de manera paralela a una deidad cristia-
na llamada la Señora de las Peñas que representaba el dominio lusitano. La cristianización fue tal que
en todo este pequeño territorio se erigieron múltiples ermitas, capillas e iglesias (algunas perduran).
San Antonio en 1558 fue la ermita más antigua, la iglesia de Nuestra Señora del Socorro en 1568, en
1576 se levanta la iglesia en madera de Santa María, que luego asciende a la categoría de catedral, y
en 1623 se construye otra de mejor material en la isla de Taipá. En 1580 se levanta la iglesia y claustro
de San Francisco y en 1586/87 el claustro de San Antonio. Este mismo año se funda el claustro de los
dominicos y su iglesia en 1590, en años siguientes continúan las construcciones y reconstrucciones
de otras iglesias. También con el fin de difundir el catolicismo se establecieron misioneros, los jesuitas
desde 1560, que tuvieron percances y mártires.
La intención era penetrar para difundir el cristianismo en territorios chinos y asiáticos. Ya en 1660
había en China 115 000 cristianos. No toda esta tendencia e imposición era recibida con calma. Un
caso fue entre 1748 y 1757 cuando los mandarines prohibieron que en Macao se convierta al catoli-
cismo a los chinos. Y no todo venía del poder de los mandarines o del emperador. Muchos años antes,
en 1601 los holandeses atacaron Macao con dos barcos que llevaban 700 hombres; estos ataques con-
tinuaron hasta 1622, la defensa se hizo desde la Fortaleza do Monte con amplias murallas y cañones.
Entonces, desde 1556, Macao se convirtió en uno de los principales puntos de enlace entre Europa
y Asia. Notable esta importancia cuando es vista y han pasado más de cuatro siglos.
Interesante que el año 1558 estuviera en Macao Luis Vaz de Camoens (1524-1580), gran poeta,
autor de Los lusiadas, obra cumbre de la literatura portuguesa. Camoens no se hallaba en Macao por
sus intereses líricos sino curiosamente desempeñando el cargo de proveedor de los difuntos y ausentes.
Reproducimos unas poesías escritas en castellano de Descripción del Mundo que es parte de su obra
mencionada:
b. Información demográfica
En 1813 China contaba con una población de 361 millones de habitantes y comprendía una superfi-
cie de 3 362 000 km2. En 1867 en Macao había un total de 56 252 chinos; mayores de 12 años eran
52 865 (94%) y menores de 12 años 3 387 (6%). De sexo masculino eran 31 449 (56%) y de sexo
femenino 24 803 (46%). De este total 5 725 chinos eran macaenses, 48 617 (86%) de Guandong y
a. Realidad y costumbres3
La fisonomía de los chinos es simplificada por Manuel de Castro (1867) de esta manera: rostro carnu-
do, labios gruesos, nariz achatada, poca o ninguna barba, cabellos negros, los ojos se hallan distancia-
dos entre ellos, son semiabiertos y en su mayor parte oblicuos, labios trompudos, tez bronceada. Los
chinos de clase superior se parecen a los europeos: ojos grandes pero rasgados, piel blanca, rostro oval,
boca pequeña, labios en proporción y nariz piramidal.
1 Barca ligera y rápida que navega a vela y remo, se emplea en la navegación de cabotaje en China y, también, para alijar barcos mayores
dentro de la bahía. Definición tomada de https://definiciona.com/lorcha/
2 Este último párrafo es tomado de PORTUGAL. Ministerio da Marina e Ultramar (1887: 65).
3 Casi todo lo que sigue en este subcapítulo lo he tomado y traducido de la obra Os chins de Macau de Manuel de Castro (1867) quien
a su vez, como él lo indica, obtuvo la información de José Martinho Marques —dueño de una magnífica biblioteca sínica— y de Joao
Rodrigues Gonzales, el más distinguido sinólogo que en esos años residía en Macao. Se trata de información etnográfica que interesa,
pues, la mayoría de los chinos eran cantoneses y gran parte de los emigrantes a Perú tenían el mismo origen y el mismo mundo cultural
y en el año de publicación del libro de Castro la partida de barcos con culíes era intensa. Lo tomado y traducido de Manuel de Castro
lo he colocado en mi propio orden, sin seguir el del libro, prefiriendo usar los verbos en presente, es decir, en 1867.
b. Opio y su consumo
Muchos chinos fuman opio; los usuarios adquieren anorexia, se enflaquecen de manera extrema y
llegan a tener un aspecto cadavérico, pierden fuerzas y hasta llegan a sentirse imposibilitados de cual-
quier trabajo físico, así van hasta la muerte. Se fuma opio para tratar con otro de negocios, es el mejor
momento para discutir de cosas importantes; si dos van fumando, van conversando y tratando tam-
bién sobre el objetivo de sus mutuos intereses monetarios hasta que físicamente se adormecen.
El opio es de gran importación, llega de Bombay y Calcuta, y luego va para distintos puntos de
China, principalmente para Cantón y puertos del oeste. También se consume en grande en Macao la
importación que llega.
Los chinos comen dos veces al día, es un hábito de muchos siglos atrás. En la mesa usan toallas, con
ellas se lavan la cara antes de empezar. Los palitos que les sirven para tomar los alimentos los llaman
faichy, son de marfil, ébano o de madera ordinaria. Para comer se sientan en una mesa y van llegando
las fuentes desde la cocina; con los palillos se toma lo que está servido. Comer es un asunto grupal no
es individual.
Su alimento principal es el arroz. Lo cocinan sin sal ni aderezos y lo consideran listo cuando
se convierte en una masa compacta. Arroz llega de diferentes partes de China así como de Manila,
Saigón, Siam, Bengala, Java y de las islas Molucas. Hay por eso de muchas calidades. De Macao se
reexporta a todo Guandong y a San Francisco en Estados Unidos donde se ha formado una numerosa
comunidad china.
En China hay tres religiones: Juchian se remonta al tiempo de Confucio y se basa en su pensamiento
que corresponde a 550 a.n.e. (antes de nuestra era); el budismo, que los chinos llaman Xechián o
Fochián (uso en el vulgo), se introduce en los años 65 d.n.e. (después de nuestra era). La tercera es el
Tauchián culto de la razón, su fundador fue el filósofo Lao Tsé, 600 a.n.e. y a partir de la obra que se
le atribuye el Dao De Jing.
En Macao son pocos los chinos convertidos al cristianismo, son generalmente budistas, tienen 12
pagodas destinadas a esta religión, en ellas tienen a su diosa Kuanyn, celosa protectora de las hijas del
celestial imperio. El interior de las pagodas está dividido por pequeñas capillas donde están colocados
los ídolos principales de las divinidades defensoras. Es ridículo cómo los bonzos realizan sus rezos,
más que nada por la extraña pronunciación del sonido de las palabras en momentos que leen los libros
del hinduismo. Además de todo esto cada familia china rica o pobre tiene en su hogar una especie de
santuario donde realizan sus diarios rituales religiosos como en las pagodas.
Los libros de medicina china existen desde una época muy remota, casi 2900 a.n.e. aunque solo se
trata de imperfectos tratados de botánica. A partir de estas obras en siglos posteriores se han escrito un
sinnúmero de tratados sobre el arte de curar. Muchos facultativos chinos viven en Macao, todos ellos
tienen un manifiesto charlatanerismo. Pero para curar descolocaciones y fracturas son muy hábiles.
f. Fiestas
Los chinos no dividen el año en meses lo parten en doce lunas, unas de 29 días y otras de 30. Hacen
una fiesta simple al principio y otras en medio de cada una de ellas, además de otras fiestas por diferen-
tes causas. El día del año nuevo es el más alegre y el más celebrado. Nadie trabaja, todos se ponen ropa
nueva incluyendo los más desvalidos. Se venden muchas flores artificiales en ramilletes y en vasos.
Es momento cuando los chinos juegan con dados o algo parecido. En el mar y el río se embanderan
las embarcaciones. Por todas partes se escuchan los ruidos de los cohetes (panchoes), cohetecillos y
petardos, de esta manera ahuyentan a los malos espíritus para que así puedan ingresar los buenos. Así
transcurren los tres días de festejos por el nuevo año.
g. Supersticiones
Manuel de Castro considera ciertos comportamientos o explicaciones que los chinos se dan, como las
que siguen:
– Chinos de todas las clases sociales consideran los eclipses de sol y de luna como presagio de una
calamidad pública.
– En las esquinas de algunas calles han escrito con sus caracteres chinos que a veces están acompa-
ñados de pebetes que encienden (canutillos con algo de pólvora, quizás los inciensos odoríficos).
– Hay personas especializadas en bendecir aquellas casas donde hace poco hubo un difunto.
– No se emprende ningún negocio sin antes consultar a la suerte; por eso hay muchos especuladores
que explican la fortuna.
– Los chinos dicen que el filósofo Lao Tsé fue hijo de una mujer que siendo virgen le llegó una luz
esplendorosa que la hizo concebir. El embarazo duró 80 años y cuando nace Lao Tsé ya su sem-
blante era senil, tenía barba y cabellera encanecidas, pero nació iluminado de mucho saber: es así
que en su país pudo fundar el culto a la razón.
Los chinos se aferran a sus costumbres y creencias y se ufanan de su civilización. Es importante en ellos
la abierta o silenciosa influencia de Confucio y detestan el progreso social, se quedan en sus rutinas,
conservándose estacionarios a lo largo de los siglos. La actual presencia europea los hace percibir los
errores en que vivían [sic].
El comercio de Macao está en manos de los chinos. Por ser activos e inteligentes han sabido ubicarse
en esta fuente de riqueza. Cuando Macao era el único puente entre China y el exterior, se compartía
el comercio entre portugueses y chinos. Pero luego que Hong Kong se convierte en colonia inglesa,
abriéndose así una nueva corriente comercial, la importancia de Macao decae, pero no menguó el
comercio de los chinos, pues se retiraron a Cantón donde se restablecieron, luego regresaron mante-
niéndose prósperos y florecientes; actualmente tienden a multiplicar sus casas comerciales. Los chinos
conducen sus negocios con rectitud y honestidad, hay dominio en las tiendas y no en los bazares, por
eso es muy importante la venta al detalle, en pequeña escala. Pero hay 40 empresas de ellos que son
las más significativas.
En el censo de 1867 hay 88 dizidores de sinas, son los lectores de la suerte a los que asiste mucha
gente debido a que es una necesidad o creencia que deben consultarles antes de tomar una decisión
en negocios, viajes y de todo. Lo que se importa es mayormente para reexportar, el consumo interno
es mínimo.
El cuadro que sigue se ha reelaborado a partir de información de la obra de Manuel de Castro (1867:
130-134).
Cuadro 1
ACTIVIDADES DE LOS CHINOS EN MACAO, AÑO 1867
Actividad Gente en esta actividad N.º Observaciones
Empresas Miembros de asociaciones comerciales 2 823
Empleados de estas asociaciones 1 776 Incluye de oficina, corredores, cajeros, enfardadores
Total empresas 4 599
Semindustria Empleados de 4 fábricas de té 430
Cigarreros 341
Total semindustria 771
Comercio Ambulantes 915
Vendedores de opio cosido 21 Adecuaban el opio para que esté apto para ser consumido
Panaderos de 8 panaderías 69
Libreros 56
Carboneros 183
Porqueros 133
Carniceros 210
Total comercio 1 587
Salud Boticarios de 33 farmacias chinas 272
Herbolarios 42 Tiendas de plantas medicinales
Total salud 314
Religion En 12 pagodas, con bonzos (26), y empleados (40) 66
Total religión 66
RESUMEN
Totales N.º de personas %
Empresas 4 599 21.3
Semindustria 771 3.5
Comercio 1 587 7.4
Salud 314 1.5
Religión 66 0.3
Divertimento 354 1.6
Empleados públicos 318 1.5
Trata de culíes 413 1.9
Servicios 7 226 33.5
Oficios y profesiones 5 525 25.7
Otros 425 2.0
Total 21 594 100.0
Fuente: Censo de 1867, publicado en libro de Manuel de Castro.
Nos parece necesario comentar este importante censo de los habitantes chinos en Macao referido
a actividades de la gente en la producción, servicios y de intermediarios, pues nos ayudará a conocer
este puerto en años en que salían de él miles de chinos colonos a trabajar a ultramar que posiblemente
se desempeñaban en similares actividades.
La gente que vivía en Macao nos parece que es representativa de esos miles que emigraban: los que
se embarcaban eran social y culturalmente muy parecidos a los que eran residentes en la península,
así como también sus lugares de origen que eran de Guandong y Fujián. La trascendencia de esta se-
mejanza es que los culíes que llegaron al Callao o a La Habana trasladaron sus costumbres, los vimos
La emigración por contrato empieza en Macao en 1851. Los primeros que intentarían este negocio
fueron dos franceses, Guillon y Durand, y después el macaense José Vicente Jorgue, quienes envia-
ron a chinos en navíos obligados por un contrato y por un cierto tiempo de trabajo imperativo. La
emigración continuó de esta manera por dos años más. En setiembre de 1853, el gobierno local de-
Cuadro 4
ETAPAS DE LA INMIGRACIÓN DE CULÍES A PERÚ
Etapas N.º naves N.º embarcaciones N.º fallecidos N.º llegados
N.º % N.º % N.º % N.º %
1849-57 45 17.7 18 509 18.0 1 215 14.2 17 294 16.8
1860-74 209 82.3 84 376 82.0 7 333 85.8 77 043 83.2
Totales 254 100.0 102 885 100.0 8 549 100.0 94 337 100.0
Fuente: Cuadro hecho a partir de Mario Castro de Mendoza año 1986.
Nota: Entre mediados de 1857 y mediados de 1860 no hubo tráfico a Perú.
Según una y otra etapa, entre las cifras porcentuales del número de naves, el número de embar-
caciones y el número de llegados hay correspondencia (entre 17 y 18% primera etapa, y entre 82 y
83% en la segunda); no ocurre así con porcentajes del número de fallecidos, en el primer período
este dato es bastante menor debido a que en la fuente que hemos utilizado en varios años no existe
el número de muertos durante el traslado. Por eso es correcto considerar que durante los años del
traslado de emigrantes de China a Callao hubo 10% de muertos y que los embarcados fueron algo
más de 100 000 culíes. Casi se puede afirmar que en todas las 254 naves de la trata amarilla hubo
difuntos y que el último puerto que vieron ellos fue de China aunque la mayoría lo último que vio
fue su embarque en Macao donde les hacían firmar un contrato —de esta manera ya no era traslado
de esclavos—, los revisaban físicamente, los ubicaban en el entrepuente y de allí para adelante era
una incógnita.
En el estudio que hizo Mario Castro, nos informa de las funciones de un capitán:
– Era nombrado por el armador (persona o entidad que utiliza una nave).
– Se le confía el gobierno de la nave.
– Es delegado de la autoridad pública para la conservación del orden y la seguridad de los tripulan-
tes, pasajeros y carga.
– Es autoridad indiscutida, autoridad arbitraria.
A un capitán se le pagaba un sueldo, formaba una sociedad con el armador que podía ser en dos
formas: flete común (una parte de la carga es suya) o al tercio (participa de las utilidades de la carga).
Como se lee, un capitán era todopoderoso en su nave, daba órdenes inapelables, tenía prestigio
náutico. A pesar de muchísimas desgracias en todos estos años del tráfico amarillo, no conocemos de
algún juicio a uno de estos capitanes.
Para conocer a uno de ellos reproducimos el testimonio del capitán Wilson que en un culí-clipper
llevaba a Cuba semiesclavos chinos, partió con 255 de ellos, pero al llegar a la isla Saint Kitts (san
Cristóbal en español), muy cerca a Cuba,
… solo había 200 chinos. Me di cuenta que planeaban fugarse para lo cual derribaron al encargado
de su custodia. Al ser descubiertos, los detuve. Hice pasar al puente uno por uno, y si alguno de ellos
intentaba algo se lo tumbaba a golpes. Los que quedaron fueron vendidos en Cuba a $250 cada uno lo
que dejó buena ganancia.
En los barcos siempre había peligros, además de amenazas de enfermedades. Los culíes en ocasiones
daban un terrible aullido y saltaban al mar abierto. Otros capitanes ordenaban en estos casos disparar-
les, al matarlos perdían económicamente. Prefiero poner sal a las armas y eso les da picazón a los que
intentan suicidarse de esta manera. Luego mando que en botes los rescaten.
Por la experiencia se hacer buen negocio. Se los escoge lentamente, de preferencia a los hombres ro-
bustos. Aunque a veces hay que aceptar a alguno con la dentadura mala o la rodilla anquilosada o una
mano perdida. Al rehusarlo, se interrumpe las negociaciones por un rato y luego se continúa. No es
extraño un hombre viejo narcotizado con opio que como había fumado se hallaba ágil. Las mujeres son
bien cotizadas pero en Cuba están prohibidas… (Pérez de la Riva, 1976: 82-83).
c. Algunos motines
Lo que sigue es un cuadro que reúne algunos de los motines en barcas que se dirigían al Callao y
que habían partido de Macao. Esta relación podría haberse llenado con más sucesos similares y hay
algunos de ellos que no se mencionan7. Un cónsul peruano de Macao en esos años declaraba que casos
similares como el de la nave Carmen eran tan frecuentes que ya ni sensación producen. Mas, definitiva-
mente estas revueltas no ocurrieron en todos los barcos que se enrumbaron cualquiera sea la ruta, al
Callao, a La Habana o a otro lugar.
7 Un caso es la barca española Encarnación que partió de Macao el 2 de agosto de 1860. Véase Pérez de la Riva (1976).
Solo haremos mención de manera breve a una variedad de sucesos representativos que ocurrían cuan-
do una nave con colonos chinos salía de Macao y se dirigía al Callao (Cuadro 6).
i. Intento de regreso a China. Una vez que una barca con culíes llegaba al Callao eran traspasadas sus
contratas a quienes las quisieran. Salía la noticia en los diarios y los interesados llegaban a acuerdos
con los consignatarios. En seguida, los patrones en cualquier medio de transporte los llevaban a su
lugar de destino: hacienda, casas, talleres, negocios, incluso el ferrocarril que iba a Lima, etc. Sucedió
(16 febrero de 1868) que la barca Cayaltí de bandera peruana transportaba 50 culíes con contratas,
iba del Callao al puerto de Pacasmayo a solo dos días. Es posible que ese grupo fuera parte de un
grupo mayor de 653 culíes que habían llegado el 2 de febrero en la nave portuguesa Pedro I de 1484
toneladas de registro (TR).
La barca Cayaltí solo tenía 198 TR y en anteriores ocasiones hizo traslados similares. Tenemos
registrado el viaje del 4 de octubre de 18668. En esa fecha iba a Huanchaco y a Pacasmayo, su ca-
pitán era J.H. Luz, llevaba carga general para alguien de apellido Barrera, y conducía 104 colonos
asiáticos.
ii. Competencia con Cuba. El Uncowah salió del Callao el 15 de setiembre de 1866, regresaba a China;
fue tomado por un horrible tifón, sin embargo pudo llegar a Macao pero imposibilitado para con-
seguir colonos por la gran demanda para La Habana, esto condujo a la elevación del corretaje de los
colonos y a la elevación del precio de cada emigrante.
Según estadísticas del gobierno portugués en la colonia, entre 1856 y 1873 de Macao salieron
73 611 culíes a La Habana y 67 094 para el Callao.
– Niños semiesclavos
Nunca fue extraño aunque era prohibido que en barcos chineros llevaran niños y niñas chinos —si no
estaban con sus padres— y que a continuación pasaran, igual que los culíes mayores edades, a manos
de sus amos. Todos eran mercancía humana. Este comportamiento durante la trata parece que fue
continuidad histórica, igual ocurrió con niños de origen africano durante los siglos de la trata desde
África. En un tiempo y en otro había demanda de niños. Era frecuente ver a las señoras amas acompa-
ñadas de sus negritas; ahora hay que agregar que lo mismo sucedió con las niñas chinas, acompañaron
a sus patronas cuando salían a la calle. Nuestra afirmación surge por información como la que sigue.
9 Esta información apareció en el diario El Nacional de Lima el 10 de diciembre de 1868 y había sido traducida del Star Herald de
Panamá. En el diario El Comercio solo hallamos esta nota del 18 de febrero de 1868:
Febrero 18 de 1868
SS.EE de El Comercio:
El señor D Luis de Santiago, se ha presentado hoy a la capitanía del puerto, haciendo presente que la barca norteamericana Cayalty
[sic] que el 16 de este mes salió de este puerto despachada por… con destino a Pacasmayo no ha llegado todavía a su destino y por ser
sospechosa esta demora pide que se informe de lo ocurrido a los capitanes de puertos del norte y a los cónsules del Perú en el extranjero
para que en el caso de que la Cayalty arribe a cualquier puerto que no sea el de su destino, se proceda en ello con arreglo a la ley.
La carga de este buque es general, y llevaba a bordo algunos asiáticos.
[Nos extraña que la nota diga que la barca Cayaltí era norteamericana].
iii. Oficiales de la Naval en el tráfico. Una noticia que al periodista le parecía muy satisfactoria era que
la fragata Aurora, de bandera salvadoreña que un día antes había partido a China se encontraba al man-
do del teniente de la armada nacional Narciso García y García y que iba de piloto el alférez de fragata
Guillermo García y García. «Grande es la honra que arroja la Marina Peruana, el hecho que no solo sus
jefes sino también los oficiales subalternos, figuren en el día al frente de expediciones valiosas promovidas
por el capital privado recorriendo los mares más lejanos y peligrosos»16. Para el periodista esto significaba
desorganizar el cuerpo de la marina de la república pues se permite que sus mejores jefes se alejen del ser-
vicio y del territorio. Este mismo día salía la fragata América al mando del comandante Manuel Ferreyros
y varios oficiales de la Armada.
Seguramente los casos eran más. En esos años cualquier oficial de la Marina podía pedir permiso y
no ejercer su profesión en la Armada. Podía trabajar en la marina mercante o meterse en política como
17 Debe conocerse que entre 1857 y 1860 no hubo viajes de chinos culíes a Perú; en reemplazo se embarcaron 3 483 canacas. Véase Maude
(1981).
18 Versión completa en El Peruano, martes 29 de diciembre de 1868, p. 627.
El barco llevó un médico que era chino, Van Kanchon, natural de Sangüi, casado, de 36 años.
En cuanto a su religión dijo que su creencia era admirar todo lo sublime reconociendo un ser supre-
mo. Al juramentar dijo que diría la verdad como si lo hiciera sacrificando un gallo. Casi todas sus
respuestas fueron coincidentes con las que ofreció el capitán. Una es interesante porque se percibe
su visión integral en el análisis de un ambiente, la de la nave, nada favorable para la salud. Le pre-
guntaron a qué se debía la numerosa cantidad de muertos en la travesía, contestó que a la variación
de temperatura, la aglomeración de cuerpos, la humedad natural del mar y la falta de ejercicios.
Antes había respondido que en la nave hubo buena alimentación y ciertos cuidados en el aseo y en
el trato a los viajeros.
No todas las respuestas son para creer, pero en realidad fue mejorando la situación de los viajes
entre 1849 y los años que siguieron. Hubo exigencias de los actores-ejecutores de esta emigración:
normatividad y control de cumplimiento en un Macao con autoridades portuguesas, las empresas
chineras mejoraron las naves, fue mayor el tonelaje de registro de desplazamiento y ofrecieron una
situación más óptima para los viajeros, el ideal era llegar con menos fallecidos y en menos días; es in-
cluso importante que el Estado peruano se interesara por casos como el de Enrique IV en el que hubo
alta mortandad de culíes. En momentos anteriores no tomaron tanta atención.
La suspensión definitiva del tráfico desde Macao de parte del Estado de Portugal se sustentó en
un conjunto de documentos que publicados tuvieron el título A Aboliçao da Emigraçao de chinas
contratados em Macao que presentó el Ministro e secretario d’Estado dos negocios da Marina e
Ultramar, Joao de Andrade Corvo, a la corte en la sesión legislativa de 1874 (Imprenta Nacional,
Lisboa, 1874, 140 pp.).
En esta publicación hay un sólido informe de 86 páginas firmado por el ministro mencionado, en
el que de todas maneras indican el tráfico a Perú y Cuba, y la real condición de esclavos de los chinos
Teniendo en cuenta Su Majestad el Rei, los numerosos documentos que demuestran los gravísimos
abusos y calamitosas ocurrencias que han dado lugar la emigración de culíes chinos que contratados
como colonos, son exportados de China para países extranjeros… y a pesar de los perseverantes esfuer-
zos empleados por las autoridades portuguesas por medio de rigurosa reglamentación y escrupulosa
vigilancia, no se ha podido evitar, en cuanto a la emigración desde Macao, el funesto desorden. Y como
no es posible tolerar por más tiempo esta realidad, ... se ordena al gobernador de Macao y Timor, decla-
re prohibida la emigración por contrata de colonos desde el puerto de la ciudad de Macao, adoptando
las disposiciones análogas en la colonia inglesa de Hong Kong.
En concordancia con las disposiciones legales y con la orden recibida, el gobernante de Macao dio a
conocer la siguiente ordenanza19:
En cumplimiento de las órdenes del gobierno de S.M. tengo conveniente disponer lo que sigue:
Queda prohibida la emigración china por el puerto de Macao.
Para el cumplimiento de esta orden, se dará de plazo tres meses después de la fecha de la presente
publicación.
Palacio de gobierno de Macao a 27 de diciembre de 1873.
El gobernador de la provincia y ministro plenipotenciario de S.M. fidelísima en China, Japón y Siam
Vizconde de San Januario.
El 15 del mes de enero de 1874 en el diario limeño El Nacional en la columna Boletín del Día se lee:
«La casa de los señores Figari20 ha recibido un telegrama por el cual se informa que la inmigración
china está prohibida». Esto fue motivo de incertidumbre, era una noticia importante pero corta con
poco contenido; de algo tan importante ni siquiera el gobierno del presidente civilista Manuel Pardo y
Lavalle había ofrecido un informe oficial. Se desconocía de dónde venía la prohibición: si del gobierno
portugués, si el gobierno británico había dado una orden impidiendo el tráfico desde sus puertos o si
el gobierno local de Macao era quien dio la orden.
Lo indudable al momento era que ya no llegarían colonos, solo los que ya estaban en camino
a Perú. Conforme pasaban las semanas los diarios ofrecían más información, La Opinión Nacional
(lunes 23 de marzo) da datos más exactos: la supresión del tráfico es absoluta desde el 27 de marzo,
los barcos que ya han embarcado chinos en Macao seguirán sin problemas a su destino. Y fue así, de
enero a julio llegaron 7 naves con un total de 3 827 chinos emigrantes, en el trayecto murieron 108.
La última nave Lola llegó el 2 de julio trayendo 369 culíes para J. Ugarte.
Una reacción se constató a comienzos de abril: «muchos naturales» (unos 100) se trasladaron de
Macao a Hong Kong solicitando viajar al Callao como libres, estaban dispuestos a pagar $ 50 y solo
«siendo obligación del buque dar agua y fuego» (donde poder cocinar). En estas condiciones solo po-
dían embarcarse 20 chinos por nave. Así ocurrió con la nave peruana Hong Kong que fondeó el 14 de
mayo en el Callao habiendo traído carga general a consignación de la empresa Canevaro, hubo además
25 «súbditos asiáticos en calidad de pasajeros, viniendo… entre éstos algunas personas algo decentes
de la sociedad honkonesa»21.
Si esos chinos lograron viajar, parece que no se permitió la salida a una compañía de cómicos que
venía a Lima a dar algunas representaciones. Y un buque mercante de bandera peruana que partió de
Macao fue alcanzada por una cañonera, luego revisó al buque y sin más dejó que continúe su viaje al
darse cuenta que los únicos chinos que había eran parte de la tripulación22.
Luego de las prohibiciones, en Macao fueron destruidos los barracones así como las agencias de
emigración, y se impidió que los agentes de enganche (corredores) permanecieran en esa colonia por-
tuguesa, aunque podían quedarse si es que mostraban que estaban dedicados a otros menesteres; en
caso contrario, serían considerados vagos y expulsados a su país a fin de entregarlos a las autoridades
competentes.
Otra medida adicional que se exigía era que todo pasajero debía tener pasaporte y declarar por
escrito su voluntad de viajar; y en cuanto a las naves se acentuaron obligaciones burocráticas antes de
partir y también medidas en bien de los viajeros: higiene, calidad de los alimentos, agua, habitaciones.
Según quien escribía estas nuevas exigencias derivadas de las nuevas reglamentaciones, todo esto se
debía a presiones de Inglaterra «que descuida los transportes que sacan de Liverpool las piaras [sic] de
irlandeses que van sucios, rotos, mal traídos y peor cuidados en esta obra de poblar Estados Unidos»23.
20 La casa Figari e Hijos fue una empresa chinera que hizo 22 viajes de 1863 hasta 1874 con culíes a Perú en las barcas Providenza o
Providencia, Fray Bentos y Lima (Castro, 1989).
21 El Nacional, viernes 15 de mayo de 1874, p. 2.
22 El Nacional, Lima, viernes 26 de setiembre de 1874, p. 2.
23 La Opinión Nacional, Lima, sábado 25 de abril de 1874, p.2.
Pero las más integrales relaciones entre China y Perú estuvieron teniendo forma desde noviembre
de 1872 cuando el presidente Manuel Pardo y su ministro de Relaciones Exteriores, José de la Riva
Agüero, decidieron enviar una embajada a China y Japón con la intención de establecer relaciones
diplomáticas con ambos países. Comandaba el grupo el capitán de navío Aurelio García y García que
iba con el cargo de enviado extraordinario y ministro plenipotenciario. Él y el grupo que lo acompa-
ñaba primero fueron con el Mikado con quien se concluyó un tratado en agosto de 1873 luego de so-
breponer dificultades por los malos antecedentes de la barca María Luz, había un juicio de por medio.
García de Nagasaki pasó a Shangai, el traslado por mar tuvo incidentes por encontrarse agitado, hubo
peligros de naufragio de la comisión de García y García. En octubre ya estaban en territorio chino y
arribaron a Tientsin, puerto de Beijing. El embajador García tuvo que hacer una serie de negociacio-
nes que duraron semanas con el secretario de Estado Li Hung Chang, quien estaba al corriente de las
ocurrencias de los traslados de chinos desde Macao y de los maltratos inhumanos de los hacendados,
esto le dio posibilidades para presionar y pedir exigencias (por ejemplo, Perú debía pagar el pasaje de
regreso de todos los chinos que estaban en el país). Con notable pericia Aurelio García y García fue
ganando en las tratativas y se firmó el tratado en junio de 187425, que es conocido como el Tratado de
Tientsin, Tratado de Amistad, Comercio y Navegación.
A fines de 1856 se produjeron incidentes entre ingleses y la gobernación de Cantón que fue el inicio
de la denominada Segunda Guerra del Opio que perduró hasta el año 1860. El cónsul peruano dio
un informe de esos momentos.
En noviembre pasado (1856) ocurrieron tropelías cometidas por los chinos contra los ingleses;
los primeros tenían apoyo del «alto comando imperial Yeli». Estas ocurrencias continuaron hasta di-
ciembre y se acentuó tanto que incendiaron las factorías establecidas por los europeos de lo cual nada
quedó en pie. El fuego consumió una caja que contenía los legajos del archivo del anterior cónsul,
Domingo Sañudo, quien se vio obligado a abandonar el centro poblado. Por eso no quedó nada del
anterior ejercicio consular especialmente lo referente a la emigración de chinos.
A esta desgracia le sucedió «la paralización de todas las transacciones y una carestía jamás vista».
Se temía una sublevación general contra los extraños; por eso los ingleses esperaban con ansiedad que
llegaran refuerzos desde la India, país del que ya tenían control. Con este auxilio pretendían ocupar
todo el poblado de Cantón. Lo que anteriormente había llegado era apenas dos vapores y algunas
fuerzas de desembarco, solo 250 hombres, la mayor parte de ellos cipayos —nativos de la India— y
unos pocos artilleros con solo 20 cañones.
Como medida de precaución los extranjeros ubicaron la mayor cantidad de sus fuerzas navales en
el río (de las Perlas, Zhu Jiang en chino) que conduce a Cantón y es el punto más inminente de un
ataque; además colocaron dos vapores y la guarnición de tierra.
1 Cf. Correspondencia del cónsul del Perú en China, Nicanor Tejerina, 1856-1858. Anaquel 17, Nº 483.
49
Antes de todo esto los chinos hicieron fuego, sin que hubiese motivo, a los botes de la Unión
Americana (EE.UU.). Por eso se unieron norteamericanos e ingleses y juntos demolieron en su tota-
lidad los fuertes chinos situados en ambas márgenes del río en sus partes navegables. Pocas semanas
después se unieron los franceses por haber sido atrozmente agredidos por los naturales, atacaron a la
tripulación del buque francés Anais que había zarpado el 27 de enero de 1857 con 425 culíes que iban
a La Habana. Los chinos de la barca que se levantaron acuchillaron al capitán, al piloto, al sobrecargo
y a un marinero. Tomaron la nave y solo llegaron a Tong-Lac a 20 millas al sur. Se pudo rescatar al resto
de la tripulación gracias a la intervención de los misioneros.
Todos estos acontecimientos sucedían en Cantón y en sus barrios cercanos, manteniéndose en paz
lugares no lejanos como Swatao, Fuh-chao, Amoy, Wampoa, Ningpo y Shangay.
El anhelo de las naciones extranjeras era obligar a los chinos a que faciliten al comercio de expor-
tación sus riquezas del interior, solo así podría penetrar la civilización en aquellas vastísimas regiones y
ofrecer de esa manera y cada vez en mayor cantidad un espíritu amante de las novedades.
Igual que cualquier mercancía el precio de un culí variaba según la situación no solo de los lugares
en los que se embarcaban. Si al interior había mala cosecha de arroz la percepción del aumento de
pobreza de parte de los productores se incrementaba y eran fácilmente captables, sea engañados, a la
fuerza o voluntariamente; eran personas que si aceptaban embarcarse «no tienen la menor idea del
fin al que se les destinará», incluso podían subir a los barcos instigadores del desorden y la rebelión.
Ocurría que los corredores (o captadores de culíes) hasta lograban arrancar a los niños de sus familias
por un poco de dinero. A los que aceptaban e iban a emigrar se los mantenía en depósitos hasta el
momento de la partida. Antes de subir a las naves eran inspeccionados físicamente. Según opinaba
Tejerina, los chinos «eran famélicos, estaban cubiertos de andrajos, plagados de insectos, asquerosos y
muy frecuentemente adolecen de sífilis muy avanzada […] presentan el cuadro más repugnante de la
miseria humana». Como precaución se les revisaba todo su cuerpo, en especial sus genitales, había los
que ya estaban con gangrenas. Luego debían dejar a un costado sus vestimentas o lo que les serviría
para dormir como cama o para cubrirse en las noches. Se les rasuraba la cabeza según sus usos, dejando
la simbólica y tradicional coleta. Recibían enseguida todas nuevas dos mudas (ropa) de verano y una
de invierno más lo necesario para la cama; se les señalaba el lugar que debían ocupar durante el viaje.
Las provisiones para la alimentación eran por cuenta de la empresa.
Se captaba a los chinos ahí donde la población era mayor o en cualquier lugar donde la vida era
difícil. En China principalmente se los extraía de Swatao y de Macao y en menor medida de Wampoa.
No se menciona a Hong Kong porque el gobierno inglés —que gobernaba esa isla desde 1841 al fina-
lizar la Primera Guerra del Opio— estaba contra el tráfico y cada vez se acentuaba más este rechazo,
consideraba que era muy parecido al tráfico negrero, y por eso el poderío de los barcos ingleses podían
tratar a las barcas chineras como tales, así ya ocurría por las rutas marinas del traslado de gente desde
África.
Había a mi arribo, dice, en estas costas varios buques que colectaban emigrantes para la República a
pesar que ya estaba vigente la resolución en la que se prohibía el tráfico y la salida al mar con culíes.
Debe considerarse que en los primeros años del tráfico amarillo a Perú la ruta de las nave no era
atravesando el océano Pacífico, unos 17 000 kilómetros. Una parte del trayecto era el mismo que los
barcos con culíes que iban a Cuba. Pasaban el océano Índico, bajaban en África hasta el cabo de Buena
Esperanza, cruzaban el océano Atlántico, y luego de atravesar el estrecho de Magallanes o el cabo de
Hornos arribaban a Valparaíso en Chile y luego su etapa final era hasta el Callao. Por eso la barca
Carmen se hunde cerca a Singapur.
2 «Interesa las razones de esta suspensión de acuerdo a ciertos considerandos que se mencionan: los chinos eran una raza que se le ha
degradado convirtiendo sus viajes en algo similar a la trata de negros; es un ultraje a la humanidad, una violación a los principios de
libertad e igualdad; tal como son los contratos significan lo contrario a lo dispuesto en el artículo 1635 del Código Civil; hay excesivo
húmero de hombres embarcados en buques menores, mala calidad de los alimentos, todo esto ha causado la muerte de por lo menos la
tercera parte de los colonos, llegan con peligrosas enfermedades; hay en los buques tal rigor que han ocasionado repetidas catástrofes en
el trayecto; el gobierno no debe autorizar algo tan repugnante [sic] y ofensivo a la moral y al derecho pues tan solo reportan ganancias
a los empresarios del tráfico». [El Comercio. Lima, sábado 8 de marzo de 1856].
Según una obra reciente, durante los años 1849-1857 zarparon 45 naves de puertos chinos, solo llegaron 38 al Callao. En las 7
restantes hubo 2 naufragios, 4 amotinamientos y regreso a China, 1 igualmente retornó pero por averías. Cf. Castro de Mendoza
(1989: 35).
La barca peruana Carmen partió de Swatao para el Callao con 260 emigrantes chinos. El buque se
incendió a los ocho días de hacerse a la mar debido al amotinamientos de esos emigrantes; solo queda-
ron supervivientes que eran tripulantes y algunos pocos más (Zanutelli, 1982). Casos similares como
el de la nave Carmen eran tan frecuentes que ya ni sensación producen.
En la fecha que el cónsul escribe el informe no tenía una relación final de los que se salvaron. En
un momento posterior tuvo en sus manos la carta de uno de los náufragos que estaba en Singapur,
donde le daba los nombres de los que sobrevivieron a la catástrofe marina, se trataba de Atanasio
Caudamo, italiano, los peruanos Tomás Collazos, José Carrillo, José Román, Manuel Rivera, el ar-
gentino Carlos Mazini, un intérprete chino y dos marineros, uno inglés y el otro italiano. Había duda
sobre el sitio en que estaba la lancha en la que iba el capitán, quien también se había salvado, pues al
náufrago redactor de la misiva no le constaba que se hubiera hundido, se separaron los botes debido al
viento y al mar… eran muy recios según parecía. Lo natural era que hubiera recalado en la isla Matmas
que estaba a 30 millas de Singapur.
Los náufragos habían pasado horribles penalidades; en el mar quedaron casi desnudos y no tuvie-
ron alimentos. En estas condiciones llegaron a Singapur —importante puerto comercial del dominio
inglés— donde esta aparición conmovió profundamente a la gente que se enteró, fueron llevados al
hospital de Socorro. Después de unos días pudieron viajar a Hong Kong y dos de ellos, los jóvenes
Rivera y Collazos, luego de algunas semanas, consiguieron trasladarse a Calcuta donde tomaron el
barco peruano Amazonas. Los restantes quedaron en el desamparo absoluto por no conocer ni el
3 Según una nota periodista que reproduce una resolución cuyo contenido es el siguiente: siendo excesivamente crecida la suma de
cuatro pesos y medio que por anticipaciones de cada contrata de colono han cobrado antes de ahora algunos cónsules de la República
en Macao, y no estando esta práctica apoyada en ninguna ley, se declara: que por todo emolumento solo deberán cobrar los cónsules
peruanos en la China la suma de un peso fuerte por cada legalización de contrato (El Comercio, 21 de setiembre de 1869).
4 En años anteriores a esta desgracia marina, la barca Carmen tuvo como capitán a Giuseppe Garibaldi (1807-1882) famoso político
luchador por la unificación de Italia. Su presencia en Perú la copiamos como anexo 2 y antes de ello en el anexo 1 hay una versión de
cómo fue el amotinamiento en esta misma barca.
A pesar de las prohibiciones del tráfico del mes de marzo de 1856 hubo 9 naves que partieron con
culíes entre abril de 1856 y julio de 1857. Una de ellas, Isabel Quintana, partió con 514 culíes, estos
«pasajeros» se amotinaron, 69 se arrojaron al mar para suicidarse y se supone que la barca peruana
regresó a China (Castro de Mendoza, 1989: 33).
Los levantamientos en las naves chineras eran muy frecuentes. La cantidad de historias sobre
motines, naufragios, quema de barcas, asesinatos a la tripulación es amplísima; más si se unen aconte-
cimientos similares al mismo tráfico hacia Cuba.
Y en el Callao sucedía que los colonos chinos que habían llegado el 8 de octubre en la fragata
clípper Antonia Terry, sus contratos no pudieron ser por un tiempo; ya en la primera semana de no-
viembre un diario de Lima da la noticia siguiente: «se pone en conocimiento público [que los chinos]
están ya expeditos para tomar patrón […] los interesados pueden ir al consignatario Gregorio Terry
quien vive en la Bolsa Inglesa (?) o en el Callao con el señor Mariano Loli»5.
Esa propuesta de traspaso tuvo que repetirse un mes después con palabras tentadoras: «los que
deseen hacerse de buena gente para el trabajo de campo y otros servicios, concurrir a […]»6.
Un vecino de Lima, Parcemón de Echandía, preguntaba si cualquier persona que requiriera tra-
bajadores podía ir a China, contratar por su cuenta a gente y luego traerlos a Perú. El propio Fiscal
de la Corte Superior de Justicia le dio la respuesta: hacer eso sería proceder contra lo expresado en la
parte resolutiva y considerativa del decreto del 5 de marzo, era ir contra la libertad de la persona. Otra
cosa era si colonos de China vinieran por su propia voluntad, desembarcaran y adoptaran la industria
que les plazca. Surgió de esto la disposición que concluye que «solo podrán ingresar a la República los
asiáticos que vengan por su espontánea voluntad».
Recién instalado en Hong Kong, Nicolás Tejerina consideraba que era necesario estar acreditado por
los representantes de países europeos que tenían posesiones de Hong Kong y Macao. Eso ayudaría
a proteger los cuantiosos intereses de peruanos que se percibían muy dispersos y poco controlados.
Como ejemplo daba a conocer cómo se realizaban las expediciones, así llamaban a las barcas que llevan
culíes a Perú o que viajaban a otras regiones de Asia llevando mercadería.
*****
Toda nave que llegaba debía de todas maneras pasar por Macao y Hong Kong pues son lugares de
entrada a Cantón: y también eso mismo era necesario por la necesidad de reparar las naves por los via-
jes en mares terribles. A todas ellas había que atenderlas sin demora; esos mismos barcos emprendían
pronto viajes con mercadería para Manila o Singapur y luego retornaban a esos puertos que estaban
bajo control de Inglaterra uno y Portugal el otro. Y no era posible ejercer la autoridad como cónsul
porque era necesaria la patente de executeur de ambas soberanías. De esto aprovechaban los barcos
peruanos o los que van a Perú para no depositar las certificaciones por cada culí que se embarcaba.
Tejerina requería esa patente de executeur para el gobierno chino que no debe limitarse a Cantón, debe
ser válido para todos los puertos habilitados para el comercio, aquellos que China había autorizado
luego de la Primera Guerra del Opio.
*****
Consideraba que su cargo estaba lleno de vicisitudes con relación a sus ingresos. Sus pagos no
eran directos del erario público. Una empresa londinense dedicada a la importación del guano de las
islas peruanas, E. Gibbs e Hijos, hacía abonos autorizados por el gobierno y que eran el sueldo de
Tejerina, de un banco de Londres al banco de Hong Kong. Esto no era conveniente pues «los bancos
de esta ciudad [Hong Kong] no aceptan libranzas contra personas». Los enredos eran mayores que
lo dicho y era una preocupación más para el cónsul. Pedía que se otorgue además un crédito de 60
libras esterlinas «para gastos anexos al consulado como socorros a compatriotas desvalidos, náufragos,
inválidos, hospitalidades de marineros enfermos».Todo esto que reclamaba era muy molesto para él,
funcionario que se encontraba a 5 000 leguas del país y a pesar que había disposiciones legales que
permitían mantener a marineros peruanos hasta que encuentren alguna colocación. El tenor N.º 23
de las instrucciones generales era convincente: «Cuidará de tener a los marineros peruanos que resul-
ten sin colocación en ese puerto, pasando la cuenta al Gobierno».
*****
Decía que ningún mercado en el mundo es tan conveniente como el chino para la venta de guano,
pues: 1) Tiene una inmensa población, es la tercera parte de todos los habitantes de la Tierra; 2) Por
su ubicación geográfica, a solo 60 días de las costas peruanas; 3) De China solo nos llega cereales, por
eso en la balanza de pagos tenemos una buena ventaja.
Opinaba que como la gente de China era ignorante y bárbara, y en cuanto estaba destituida de
todo resorte moral, harían ineficaces cualquier medida para evitar los motines. Eso se demostró en el
caso de la barca nacional Carmen.
Tejerina veía que en tanto se ampliaba el comercio peruano con Asia, recomendaba la condición
de cónsules a Charles D. William en Singapur, Indias Orientales [sic]; y a Reginaldo H. Anthony en
Bangkok del reino de Siam. Ambos son jefes de respetables casas comerciales, y el primero además es
casado con peruana. Por su cuenta y responsabilidad Tejerina les dio título provisional para que atien-
dan sin demora los trámites ordinarios; él estaba seguro que tendría la aprobación de sus superiores.
*****
«Incapacitado de desempeñar el cargo que su excelencia el Libertador [Ramón Castilla] tuvo la
dignidad de conferirme en China, por la grave enfermedad al hígado que he contraído en aquella
mortífera costa». Tejerina pedía al supremo gobierno ser trasladado a California con el mismo cargo
de cónsul, cuyo clima frío rehabilitaría su salud.
Es opinión del autor de este escrito que en los párrafos que siguen del informe cuando se refieren a
Cuba o a La Habana bien pueden ser cambiados por Perú y Callao o Lima, y el lector acertará, los
parecidos en el tráfico de culíes y en situaciones en el trabajo agrícola y en la servidumbre doméstica
en estos dos países son dos gotas de agua en sus características y semejanzas.
La mayor parte de los culíes actualmente en Cuba provienen de Macao, Amoy, Swaton y Cantón, y
han sido atraídos por medios ilegítimos. Para eso se emplea a malhechores que llevan a los chinos a
viva fuerza o utilizan argucias para luego conducirlos a los barracones donde quedan hasta que suban
a bordo de los navíos, solo suben aquellos que no han podido escaparse; antes de embarcarse a los
7 Los párrafos que siguen han sido tomados de The Cuba Commission Report (1993), traducción de HRP.
La gran mayoría de los chinos que actualmente están en Cuba han sido conducidos a la fuerza o de
manera violenta para luego ser vendidos; se trate de mayores o menores, ninguno tiene contrato o han
sido inducidos a aceptarlos y firmarlos a la fuerza… esos contratos estaban hechos con un nombre y los
firmaban otras personas… (p. 98).
Entre los culíes, unos son trabajadores y han emigrado voluntariamente para mejorar su suerte, traba-
jan bien y con placer; otros son gente mala y emigran para eludir las consecuencias (deudas) del juego
o del crimen, llevan malos hábitos. Estos son trasladados a viva fuerza y son gente estúpida que jamás
trabaja de manera inteligente, son embarcados con falsas promesas y cuando perciben que han sido
engañados se desesperan y su desesperación es considerada como un desafío, como desobediencia o
como intento de revuelta. Entre los culíes hay gente de diferentes clases, pero los que son laboriosos no
emigran voluntariamente, y en su país pueden ganar bien su existencia. (p. 138).
Las embarcaciones —tanto a vapor como a vela— que son empleadas para el transporte de los traba-
jadores chinos a La Habana pertenecen (tienen bandera de) a diferentes naciones, por eso no hay un
sistema único de normatividad. De los 140 000 y más chinos que dejaron China para ir a Cuba, más
de 16 000 han muerto durante la travesía lo que muestra de manera suficiente que los reglamentos no
son eficaces (p. 106).
Los adelantos que los culíes han recibido, según sus propias declaraciones, no son sino algunos dólares
y no a todos se les ha dado. Esos primeros gastos realizados en busca de ganarlos son insignificantes; y
los gastos totales por chino desembarcado en La Habana puede ser estimado —así lo indica Westminter
Review— en 190 dólares, de suerte tal que el importador tiene beneficios considerables por cada culí,
ya que éste es vendido por una suma variable de $ 400 a $ 500 y hasta en $ 1 000, lo que deja al im-
portador un beneficio medio de $200 a $300, y como a Cuba han llegado cerca de 200 0008, ello ha
permitido una ganancia de 10 millones de dólares (p. 133).
En este informe de la Comisión, se dice que más de 160 culíes entrevistados declararon que al salir las
naves de Macao y cuando estaban en pleno mar se les encerró en la cala (bodega del buque también
llamada entrepuente), algunos otros fueron colocados en cárceles de bambú o encadenados en barras
de fierro, y un pequeño grupo tomado al azar fue fueteado para intimidar a los demás. Los que de-
claraban no podían estimar el número de muertos como resultado de las enfermedades, de los golpes,
del hambre, de la sed o de los suicidios cometidos arrojándose al mar. Narran que los vientos y las olas
del océano eran intensos durante los tres meses que pasaban a bordo. No se distribuía más agua que la
ración que a cada uno le correspondía, si se quería más había que comprarla, una sola taza costaba un
dólar. Para los paseos consentidos en la cubierta solo podía subir por la escotilla un hombre por vez,
8 El historiador Juan Pérez de la Riva (1975: 469) considera que los culíes que desembarcaron en Cuba solo fueron 150 000.
La obtención de los culíes, entendida como un acto por el cual los trabajadores voluntariamente se com-
prometen, es algo totalmente diferente a la venta de los culíes y a la manera como se les fuerza a dar su
consentimiento; es por tanto, un término que no se aplicaría a los chinos en Cuba pues la mayor parte
han sido víctimas del engaño o la imposición (p. 132).
La distinción entre un trabajador a jornal y el esclavo solo existe cuando el primero acepta a su pleno
gusto las condiciones que les son ofrecidas y que libremente las tareas y obligaciones asignadas son
cumplidas. Pero la manera ilegal en la que la mayoría de los chinos han sido introducidos a Cuba, el
desprecio con el que se les trata, las violaciones del contrato, la falta de consideración en los trabajos
que se les impone, y las injusticias sin nombre a las que los someten, constituyen un trato que es el
de un esclavo y no el de un hombre que ha consentido ligarse a un contrato. Los hombres que son
vendidos en La Habana enseguida son constantemente transferidos como mercadería de un estableci-
miento a otro, cuando ellos finalizan (el tiempo de) su primer compromiso, son forzados a contratarse
nuevamente, si no son detenidos en los depósitos y remitidos a manos de nuevos amos con los que
los términos sucesivos de trabajo se renuevan sin fin, no tienen así manera de sustraerse de su suerte,
ellos no pueden ser mirados como ocupando una posición diferente a la que tienen los negros que son
esclavos en la isla de Cuba quienes desde siempre pueden ser alquilados o vendidos según el buen placer
de sus amos (p. 159).
Esta última conclusión quizás haya sido aceptable para los culíes cubanos, pero no para los que es-
tuvieron en territorio peruano. Hubo situaciones parecidas como las enunciadas, pero la diferencia
notable es que los chinos culíes sí asumieron muchas formas de defenderse de los malos tratos y
del intento de los patrones de perdurar y cambiar los términos de los contratos, hubo desde suble-
vaciones locales así como algunas rebeliones de medianas dimensiones, y los frecuentes suicidios
solo era una manera más de protestar por sus penurias y dejar a los amos sin mano de obra. Miles
acabaron sus contratos con los amos y voluntariamente decidieron quedarse en tierras peruanas,
crearon sus economías (frecuentemente comerciantes de todo tipo), formaron familias con mujeres
peruanas, se integraron entre ellos, pues la lengua, las características físicas y los orígenes étnicos los
aproximaba, constituyeron comunidades en muchos lugares en los que los pobladores lugareños los
reconocían como diferentes, defendieron así su milenaria cultura y con el afán de que perdurara en
la siguiente generación en muchas partes crearon escuelas para sus hijos, se organizaron de muchas
El 21 de octubre de 1856 ocurrió un amotinamiento que originó un conflicto diplomático. La barca nacional
Carmen de 343 toneladas, estaba capitaneada por el italiano Luis Camagli, y propiedad de Pedro Denegri, quien
era también dueño de la Petronila y de la Santiago y del bergantín goleta Carolina, embarcaciones utilizadas para
el tráfico de culíes al Perú.
La barca Carmen naufragó en su travesía de Swatao al Callao, llevaba 260 chinos contratados para traba-
jar en las haciendas costeras, según informe del cónsul en Hong Kong, Nicanor Tejerina, y publicado en El
Comercio, el 18 de julio de 1857.
La embarcación se fue al fondo del mar no a causa de vientos fuertes ni de temibles temporales sino por un
voraz incendio provocado por un grupo de culíes. El diario El Comercio informa que la barca
a la altura de la gran Natunas, de 7 a 8 de la noche el intérprete advirtió al capitán que los culíes
proyectaban una revuelta e intentaban tomar el buque (por lo cual) fueron forzados a descender al
entrepuente. A la mañana siguiente entre siete y ocho culíes subieron a cubierta y permanecieron tran-
quilos hasta que la tripulación fue a almorzar. Algunos chinos fueron al lado de la proa y derramaron
una cantidad de paja encendida en la bodega, las llamas cayeron en las camas (colchones de paja). La
tripulación se armó rápidamente y los chinos fueron forzados a bajar al entrepuente. El capitán procuró
arrojar fuera de su bordo la pólvora del buque y entonces se contrajo a extinguir el fuego cerrando las
escotillas; pero todo fue en vano: las llamas se apoderaron rápidamente de todo el buque, permitiendo
únicamente echar al agua dos botes. A los que subieron el capitán, oficiales de mar y tripulación, en
total catorce, y siete pasajeros, habiendo podido recoger algunas armas, pero sin agua ni provisiones, es
así como abandonaron el buque.
Luis Camagli, el capitán, al volver a la nave en uno de los botes, no para abrir las escotillas y liberar a los chinos,
sino por algo que sirviese de velas, encontró la muerte al caerle los palos de una jarcia y desapareció entrampado
en su propio infierno. Con él sucumbieron tres chilenos, dos italianos, un griego y cuatro personas más. No era
un caso aislado. Todos los capitanes fueron siempre arbitrarios, impusieron su propia ley y eso les ganó el odio
de su carga humana. En el otro bote se salvaron el piloto, cuatro tripulantes y siete pasajeros, entre ellos los
peruanos Atanasio Candamo, Manuel Rivera y Tomás Collazos. Todos los chinos perecieron.9
Este personaje histórico llega al puerto del Callao en julio de 1851 a bordo del buque inglés Bolivia según testimonio
de Francisco Dabadie, profesor de idiomas residente en Lima. Se radica en la capital peruana en una casa pensión si-
tuada en la calle Polvos Azules. Para sus objetivos de unificación de Italia se dedica a vender bonos para adquirir armas.
Con este fin visitó al sabio Antonio Raimondi quien le dijo: quiera el destino que usted sea el libertador de Italia y el
mío poderme consagrar a revelar la naturaleza de este maravilloso país.
En octubre de ese año el armador Pedro Denegri le da el comando de la nave Carmen por lo que adopta la
ciudadanía peruana y obtiene patente de capitán mercante que le otorgó el gobernador del puerto de Callao,
capitán de fragata Manuel Aza y premunido de esta patente inicia viajes entre los puertos del Callao y Valparaíso,
transportando pasajeros y mercadería. Garibaldi se radicó en el Callao en un paseo y jardín que actualmente
llevan su nombre.
El 10 de octubre de 1851, Garibaldi y su amigo Carpaneto suscribieron un contrato con Pedro Denegri
para efectuar un viaje a China. Veinte días después partió al puerto de Chincha en el navío Carmen10 de 346
toneladas. El 9 de noviembre llegó al puerto de Pisco, a las 9 de la noche un día después desembarcó para pagar
el derecho de embarque de guano, llegando a la isla guanera de Chincha el día 11; con el cargamento partió al
Callao el 21 de noviembre donde llegó el 24 de noviembre.
El gobernador de las islas era el capitán de fragata Pedro José Carreño. Las islas de Chincha eran tres y se las
identificaba como la del Norte, la del Centro y la del Sur. Situadas frente a Pisco, distaban de tierra aproximada-
mente dieciocho kilómetros. En los correspondientes derroteros que sobre la costa del Perú escribieron Aurelio
García y García en el siglo pasado y Rosendo Melo en los primeros años del presente, hay información muy
apreciable sobre ellas. Una flotilla de botes, balandras y lanchascisternas las surtía de agua que llevaban desde
Paracas y los víveres se cargaban en Tambo de Mora.
La peonada de la isla estaba constituida por chinos traídos de la colonia portuguesa de Macao. Estos trabajadores
realizaban desde las primeras luces del alba hasta el atardecer su tarea de palear las deyecciones de las aves en condi-
ciones infrahumanas. El penetrante olor a amoníaco del guano era insoportable, a lo que se unía el sol calcinante, el
mal trato de los capataces peruanos y el ensañamiento inusitado de los caporales chinos (cuchillos de sus hermanos de
raza) y la mala comida. Muchos culíes, para librarse de ese infierno, optaban por el suicidio. Las islas servían además
como lugar de reclusión para presos comunes. Las enfermedades comunes de todos los días para culíes y presidiarios
eran bronquitis, reumatismo y diarreas.
El 10 de enero de 1852, con la carga completa, partió con destino a Cantón y Manila. Garibaldi regresó de
China el 28 de enero de 1853 con un cargamento de culíes para las haciendas. Luego, Pedro Denegri contrató
al italiano Luis Camagli para continuar con el negocio.
En noviembre de 1853 realiza su último viaje del Callao a Valparaíso en la nave Carmen. Deja la barca y
viaja a Buenos Aires11 antes de finales del año.
10 Según Ricardo La Torre Silva durante el tiempo que Garibaldi navegó en el Carmen llevó un diario a bordo que actualmente se en-
cuentra en el Archivo de Estado de Palermo (A.S.P.). Archivo 1, número 202.
11 Información tomada de Castro Villavicencio (s/f ) y de La Torre Silva (1992).
En este capítulo nos acercamos a las circunstancias y actores que dan inicio a un período histórico pe-
ruano y en parte mundial, que corresponde a la presencia de los inmigrantes chinos en Perú y en otros
lugares del mundo. En cuanto a lo que nos corresponde, iniciamos con la ley que abrió la posibilidad
de este trascendental fenómeno migratorio, conocer su contenido y escuchar comentarios que en esos
momentos se oían de personas cercanas al ambiente legislativo, que de alguna manera podían prever
lo que en el fututo sucedería socialmente. Consideramos imprescindible hablar del personaje que al
comienzo de este proceso tuvo el monopolio del tráfico amarillo y de sus grandes ganancias por triple
motivo: el estímulo o prima que el gobierno le daba por ser traficante ofreciendo su «mercancía» en
el mercado, por la sobreganancia que obtenía cuando esos inmigrados trabajaban para él, ya fuera en
sus haciendas o en las islas guaneras. Y no era el único en enriquecerse, allá en los puertos chinos o en
sus cercanías había otros más que lucraban con esa trata, por tener cargos diplomáticos o por ser los
abastecedores de la cargazón. En los párrafos que siguen decimos algo sobre qué sucedía justamente
con esos culíes que subían a naves en las que podía ocurrir cualquier desgracia, al igual como aconteció
durante los siglos de la trata de afronegros.
Muchos escritos de investigadores interesados en el tema así como documentos indican como fecha
de inicio de la inmigración china al Perú el 17 de noviembre de 1849. Durante el primer gobierno
de Ramón Castilla (1845-1851) se aprobó, según El Peruano, periódico oficial del miércoles 21 de
noviembre del mismo año, la ley que el Congreso de la República Peruana había expedido; dicha ley
consideraba que la agricultura del país se encontraba postrada por la falta de brazos (fuerza de tra-
bajo o como comúnmente se decía, mano de obra), para enfrentar lo cual era necesario fomentar la
inmigración extranjera y proteger a esos empresarios llamados «introductores de colones» a los que se
consideraba que estaban arriesgándose justamente por ser los iniciadores.
Aparte de estos considerandos, el texto daba las siguientes precisiones: que los colonos extranjeros
podían ser de cualquier sexo, su número no debía bajar de cincuenta individuos, que podían tener
entre diez y cuarenta años. Y a continuación se ofrecía la siguiente tentación: por cada colono, una
vez internado (y cumplidas las condiciones exigidas), el Tesoro Público otorgaría una prima de treinta
pesos, para lo cual sería necesario tener a la vista los contratos. La prima podía descontarse de los pagos
63
que debían hacerse por los derechos de las mercaderías internadas en los buques conductores de colo-
nos; y si no alcanzasen a cubrir la prima, «se completará lo que falte con los pagarés que los interesados
otorguen al Estado, previo el descuento que señala el Reglamento de Comercio».
La ley concedía a Domingo Elías y a Juan Rodríguez la exclusividad como primeros introductores
por el término de cuatro años, es decir, hasta el año 1853, incluyendo los chinos que un mes antes
habían llegado en el buque Federico Guillermo (Frederick Wilhelm en alemán) de bandera danesa.
El ingreso debía hacerse en los departamentos de Lima y La Libertad. Esos colonos recién llegados y
los que vinieren después, según la ley, quedarían exentos de pagar contribuciones y de hacer servicio
militar por el término de diez años, para lo cual se tendría en cuenta la fecha de su ingreso al país. El
gobierno, a través de sus autoridades, asumía la obligación de vigilar el puntual cumplimiento de los
contratos celebrados entre los colonos y sus patronos.
Casi enseguida se le comenzó a llamar «la ley China», oficialmente fue Ley de inmigración general
y especial de la China. Aunque con mayor exactitud se le debió denominar ley chinera en tanto abrió
el tráfico amarillo a nuestras costas. La ley estuvo firmada por Antonio G. de la Fuente, presidente del
Senado, Pedro Astete, vicepresidente de la Cámara de Diputados, Jervasio Álvarez, senador secretario,
Santos Castañeda, diputado secretario; y la orden de su impresión, publicación, circulación y su de-
bido cumplimiento llevaba la firma de Ramón Castilla, Presidente Constitucional, y de Juan Manuel
del Mar, ministro de Gobierno.
Esta ley solo estuvo vigente hasta el año 1853 cuando el presidente Rufino Echenique, rival de
Ramón Castilla y por tanto de Domingo Elías, de manera lacónica la deroga ofreciendo un único
considerando: «la inmigración que se encarga la ley de 17 de noviembre de 1849 no ha correspon-
dido a los deseos de la nación». Y sin más la deroga igualmente con brevísimas palabras (Basadre,
2005, t. 4: 54).
Si bien la ley se publica en el diario oficial El Peruano el 20 de noviembre y fue firmada tres días
antes por el presidente Ramón Castilla, las discusiones en las dos cámaras del Congreso (primero la
de diputados y luego la de senadores) deben haber ocurrido los primeros días de ese mes o a fines
de octubre. Hubo tiempo, entonces, para que fuesen conocidas las discusiones que ocurrieron entre
los parlamentarios a partir de alguna propuesta redactada de antemano. El diario El Comercio —el
jueves 8, viernes 9 y sábado 10 de noviembre de ese mismo año1— publica, en una columna deno-
minada Comunicados, un comentario sobre los entretelones en los que se dio la ley, redactada por
un personaje que solo firma con el seudónimo de Jorge Pío Adizón Solgar. La llegada de los chinos y
la dación de la ley no fue un suceso que interesara mucho; El Peruano no publicó nada y El Comercio
solo colocó esa colaboración espontánea como era lo habitual. Los diarios de entonces no daban sus
propias opiniones.
Los comentarios de ese anónimo personaje se inician a partir de la siguiente locución en latín del
poeta latino Horacio: ¡Eheu quam temeré in nosmet, legem sancimos iniquam!, que en su traducción al
1 El Comercio, jueves 8 de noviembre de 1849, año XI, N.º 3104, p. 4.
Sobre la prima. Hace notar que la prima por un colono europeo era 30 pesos mientras que por cada
chino era mayor: 60 pesos (en la ley que se aprobó, sin embargo, este punto cambió y fue igualmente
de 30 pesos por cualquier colono de cualquier lugar). La deducción que sigue es que como la prima
era mayor para los introductores de chinos habrá preferencia en traerlos y no habrá tanto interés por
europeos: no hay deseos de atraer pobladores sino el de especular trayendo peones o ganapanes. Un
absurdo era ceder prima y al mismo tiempo conceder derecho exclusivo, este derecho destruye la
razón de otorgar prima; si se da prima es para estimular competencia, entonces ¿para qué y por qué
la exclusividad? Este era un privilegio exclusivo por ocho años para D. Elías, pues había que servirlo.
Creía además, que no era conveniente que se destinara el dinero obtenido de la venta de guano para
pagar las primas. A su manera de ver ellas deberían ser moderadísimas teniendo en cuenta que la in-
migración a California3 que era intensa y llegaba de todas partes estaba decayendo y los inmigrantes
se iban quedando en las costas del Pacífico puesto que los negocios allá se encontraban en mal estado
2 Ofrecemos información biográfica de uno de estos liberales. Manuel Toribio Ureta (Arequipa 1813-Lima 1875) fue un abogado que
tuvo algunos cargos públicos antes de participar en las luchas políticas, como era antes, con armas en la mano y con destierros. Décadas
anteriores a que se uniera a Ramón Castilla fue agente fiscal (1836), secretario de la prefectura de Arequipa (1838), oficial mayor del
Ministerio de Hacienda (1844), diputado por la provincia de La Unión (1849-1951), rector de la universidad de Arequipa (1852).
Fue, tal como era antes, un político activo lo que a su vez significaba que muy frecuentemente tenía que montar su caballo, tomar
un arma e irse a luchar. De esta manera lo encontramos en las siguientes circunstancias: secundó el conato revolucionario de Manuel
Ignacio de Vivanco (en enero de 1841) y como consecuencia de ello tuvo que emigrar a Bolivia y poco después fue desterrado a Chile
(1843). Este mismo año ingresó por el puerto de Ilo y al triunfar Vivanco lo nombran en un cargo importante del gobierno antes
mencionado. En 1854 tuvo que emigrar a Ecuador por estar vinculado a la conspiración de Domingo Elías contra el gobierno de José
Rufino Echenique. Este mismo año se pliega a las fuerzas de Castilla en Huancayo. Fue el redactor de la ley de manumisión en esa
ciudad en diciembre de 1854 (Rodríguez Pastor, 2008).
3 Por esos años los flujos de migración de chinos desde Cantón a California fue de esta manera: año 1849, 900 chinos; año 1850, 3 118
chinos; año 1851, 3 502 chinos y primer semestre de 1852, 15 000 chinos. Pero fueron oleadas de gente de todas partes las que fueron
tras la quimera del oro californiano.
Lo incorrecto de la retroactividad. Lo correcto era no dar fuerza retroactiva a la ley, pues de esta mane-
ra se quebrantaba un artículo constitucional, era, por eso, una infracción de la que sacaban provecho
los especuladores. El asunto se hizo de esta manera: el gobierno presentó un proyecto al que ningún
caso se hizo, entretanto llegaron setenta chinos que Domingo Elías negoció como si fuesen artículos o
fardos de comercio, luego de eso Elías fue a las Cámaras y arrancó una ley que le dejaba un provecho
de cinco mil pesos. Jorge Pío se hace varias preguntas: «¿es honroso semejante manejo? ¿las cámaras
obraron movidas por el deseo de dar brazos a nuestra agricultura o solamente por complacer a un
individuo?». Él mismo se responde que sí. De esta manera han quedado sacrificados los deberes de la
conciencia, los preceptos de la humanidad, los caudales de la nación. Pasado un tiempo los gastos que
haría el Estado producirán ahorros y ganancias al introductor de colonos y al hacendado, en tanto hay
ganancias, continúa preguntándose: «¿no se ha pensado en la obligación de devolución del hacendado
y del introductor?».
Qué tipo de inmigrantes se debería atraer. Comenta el autor de este escrito que no estaba bien que se
trajese chinos para reemplazar a los negros, ya que lo que se debía buscar era hombres con capitales de
alguna profesión, de ideas y de conocimientos útiles y que aumentaran nuestras riquezas explotando
nuestras minas, desmontando y fertilizando nuestros bosques y valles. En vez de eso lo que se había
preferido con la ley dada era que algunos hacendados solo pagaran un real diario de jornal; de esta
manera a la esclavitud de los negros le sucedería otra disimulada. Lo acostumbrado hasta antes de la
ley era buscar peones, concederles un adelanto [enganche] y a continuación conducirlos a las minas
o a las haciendas para que trabajaran. En el futuro no sería ya así, la ley china mostraba que el Tesoro
Público haría el pago a uno o dos especuladores que lucrarían en un comercio monopolizado (que será
el precio de la carne humana).
Qué ocurrirá con los inmigrantes chinos. Jorge Pío conocía que algunos de los chinos que recién ha-
bían llegado lloraban recordando a sus esposas e hijos, a partir de ello deduce que en realidad se trata
de hombres robados o plagiados que seguramente nos maldicen, sin embargo se autoriza y se premia
este acto. Como los chinos llegan casi forzados o engañados y como se les considera casi como bestias,
no ha habido interés en cuidar sus derechos y su dignidad como hombres. Ni tampoco se considera
cuánto tiempo van a trabajar y cuándo quedarán libres, lo que se les ofrece es cuatro pesos al mes
mientras que un jornalero del común está ganando cuatro, cinco u ocho reales diarios. El tráfico ama-
rillo es similar al tráfico negrero del que los reyes de España sí se preocuparon y hubo más respeto. Con
la ley se esclavizará al chino que no tendrá posibilidades de lograr justicia. Se los traerá solo porque
es un buen negocio. El Perú no mejorará con traer mil o dos mil chinos en la condición de peones
de las haciendas, ellos llegan sin capital, y tienen costumbres de labranza diferentes. No traen esposas
ni aquí las encontrarán por las resistencias que ofrecen sus fisonomías y porque profesan una religión
diferente. Los hacendados no harán el papel de misioneros, no harán perder el tiempo de esos brazos
En la actualidad resulta del todo interesante que los riesgos de un empresario, como sucedió con
la ley china, no solo lo asuma de alguna manera el Estado sino que otorgue una prima por cada
inmigrante o colono que ingrese al país. Domingo Elías y Juan Rodríguez, seguramente más el
primero que el segundo, deben haber sido los interesados en que se diera la ley y por eso fueron
sus alentadores (lobistas en la jerga política actual). Elías era todo un personaje político y empre-
sarial por esas décadas, tuvo varias haciendas (en las que introdujo el cultivo de algodón en gran
escala, además de la producción de aguardiente de uva [pisco] que exportó de manera notable) en
lo que ahora es Ica5 (hasta el año 1866 Ica era parte de Lima), por eso la ley sesgadamente otorga
facilidades para la introducción de colonos para Lima (incluyendo Ica) y La Libertad. Además del
beneficio que la ley le ofrecía como introductor a Elías, este político liberal era favorecido no solo
porque seguramente los culíes irían a sus haciendas sino también porque podrían ser orientados a la
extracción y carguío del guano donde Elías a su vez era el único que al momento tenía en sus ma-
nos esta lucrativa concesión (1849-1853). Años antes, en 1845, aproximadamente, este personaje
consiguió el traslado para sus haciendas de cerca de 500 negroesclavos desde el Chocó en Nueva
4 En esta obra hay el error de colocar el total de pagos por primas faltando un cero, nosotros hemos colocado la cifra que resulta de la
suma de todos los colonos multiplicado por 30 pesos que era lo que precisaba la ley de 1849. Además, hasta finales de 1853 que es
cuando Echenique deroga esa misma ley, el número de chinos que habían llegado a Perú fueron 4 229 y en consecuencia Domingo
Elías debe haber recibido por las primas la cantidad de 126 870 pesos, cifra nada desdeñable. (Basadre, 2005, t. 4: 52).
5 Según testamento de Domingo Elías del 5 de setiembre de 1864, declara las siguientes propiedades: en el valle de Chincha, haciendas
Hoja Redonda, San Matías y otras; valle de Cóndor Pisco, haciendas Urrutia, Palto, La Chacarilla. Otras dos haciendas sin precisar
valle: Totoral y Navarro; en el valle de Ica, las haciendas La Tinguiña y Ocucaje; en el valle de Ollas las haciendas Buena Vista, Fundo
Chacarilla, Santa Rosa, La Mejorada y El Sapo; en el mismo distrito de Nazca, las haciendas San Javier de Nazca, San José, San Pablo,
La Ventilla, Santa Isabel de Lacra; en la quebrada del Ingenio de Nazca, hacienda Viñas y Tierras de Rangel; en el valle de Palpa, tierras
Laurel; en el valle de Nazca, tierras en la quebrada de Tunga; y en otro lugar no precisado las tierras de Tomana con sus montes. Además
en Pisco tenía la bodega de la playa, una casa y solares para la fabricación de vino (Archivo General de la Nación, sección Notarial,
siglo xix, protocolo N.º 986 (Manuel de Uriza) fol.1388-1389).
Y en cuanto al negocio que tuvo del carguío de guano, El Comercio del 3 de junio de 1862 publica en una columna titulada Asuntos
Personales lo siguiente:
«D. Domingo Elías y el carguío del guano. En circunstancias de haber cambiado completamente todas las condiciones favorables que
acompañaron en un tiempo el negocio de cargar guano en las islas de Chincha, y más aún, de rodearlo de obstáculos que solo la mucha
práctica en la administración y una absoluta consagración a ella, pueden vencerlos; don Andrés A. Calderón plantea un problema que
nos ha llamado la atención, contratando con el Gobierno el carguío bajo las monstruosas bases que se publicaron en El Comercio del
viernes.
Don Domingo Elías ha tenido a su cargo este negocio por más de 15 años, lo tomó cuando la extracción del guano era en extremo
muy fácil, se le pagaron hasta 13 reales por cada tonelada y el Gobierno hacía todos los gastos de caminos, herramientas, etc. ¿cómo
es, pues, que si el negocio es tan lucrativo como lo acredita la propuesta de Calderón, don Domingo no ha sacado algunos millones
de pesos? O el nuevo contratista ha perdido el juicio, o su propuesta es una burla, o ¿qué ha hecho don Domingo de todo lo que ha
ganado? ¿Quién despeja esta incógnita?».
Ese primer barco chinero que había llegado al puerto del Callao donde desembarcaron los primeros 75
chinos culíes, señalados oficialmente como «pasajeros», partió del puerto Consigmoon (Hong Kong) el
7 de junio y su llegada al Callao no ocurrió, como se afirma, el 15 de octubre sino seguramente días an-
tes, ya que en ese día se consideraba que estaba en lastre (ya había vaciado su carga de 75 chinos y segu-
ramente otras mercaderías) la barca danesa Federico Willhelm [sic] que era de 432 toneladas de registro7,
6 El Comercio del 19 de enero de 1852 informa que en la noche del domingo ha huido un chino llamado Zuita. Y en ese mismo diario
del 9 de junio de 1853 se informa que tres chinos llamados Alan, Alen y Aloc que habían llegado en el buque inglés Elisa Morrison
(posiblemente en el mes de abril o mayo, ya que partió del puerto chino Consingmoon el 2 de enero de ese mismo año) habían huido
de la chacra de la Rinconada de Ate, en Lima. Lo presentado solo fue el comienzo de un cimarronaje intensísimo entre los trabajadores
culíes de las haciendas e igual en las ciudades, Lima en especial.
7 «Se entiende como tonelada de arqueo la capacidad interna de determinados espacios cerrados de una nave que se mide en forma
convencional y se expresa en pies cúbicos o metros cúbicos. Se trata de una unidad de volumen». Esta explicación nos ofrece Mario
En 1876 una comisión elevó un informe (The Cuba Commission Report, 1993) con la finalidad de cono-
cer la situación en esos momentos de los trabajadores inmigrantes chinos en Cuba que fue muy similar
a lo que sucedió en Perú, por eso es que hemos decidido tomar (y traducir) del informe párrafos donde
hay narraciones y comentarios con el afán de conocer cómo se realizaba el reclutamiento de los culíes.
Por entonces las condiciones de desorden general en China conducían a que millones de personas
desearan emigrar (huir). La mayor parte de los culíes chinos en Cuba (y Perú) provenían de Macao,
Amoy, Swatow y Cantón (Guangzhou, capital de la provincia Guandong) y habían sido traídos del
extranjero por medios ilegítimos. La «obtención de los culíes», entendida como el acto por el cual el
trabajador voluntariamente se comprometía, era algo totalmente diferente a la venta de culíes y a la
manera en que se le forzaba a dar su consentimiento; era por tanto un término que no era aplicable a
los chinos de Cuba (Perú), pues la mayor parte habían sido víctimas del engaño o de la imposición.
No se dudaba que hubiera engaños en el enrolamiento y en el embarque, y que no a pocos se les forzó
a viajar incluyendo a prisioneros de las guerras internas. Se empleaba a malhechores para llevar a viva
fuerza a los culíes o se utilizaban argucias para conducirlos a los barracones, ya en el puerto, y luego
ponerlos a bordo de los navíos de los que no podían escaparse ya que se les colocaba en el entrepuente,
durante la travesía se los maltrataba como les parecía y llegaban a La Habana (Callao) a pesar de ellos.
Ya en cualquiera de estos puertos les cortaban la coleta, les daban vestidos y luego los colocaban en el
«mercado de hombres». A su llegada los culíes eran encerrados en barracones de los que no podían salir,
no podían dar ningún paso en libertad, tenían guardias que los cuidaban. De otra parte su desconoci-
miento de la lengua castellana los imposibilitaba exponer sus reproches. Los «adelantos» que por varios
motivos ellos (los culíes) declaraban haber recibido (en China) no eran sino algunos dólares y no a
todos. Así pues, los primeros gastos eran insignificantes y los gastos totales por chino desembarcado en
La Habana (o Callao) podían ser estimados —así lo estimaba Westminster Review— en 190 dólares, de
suerte tal que el importador tenía beneficios considerables ya que cada contrata de culí era traspasada
allí (en La Habana o el Callao) por una suma variable de $ 400 a $ 500 y hasta $ 1 000, lo que dejaba al
importador un beneficio de $ 200 a $ 300. Además, los contratos eran hechos en China con un nombre
y los firmaban otras personas. La distinción entre un trabajador a jornal y un esclavo existe cuando el
primero acepta a su pleno gusto las condiciones de las tareas que le son asignadas. Pero la manera ilegal
en la que la mayoría de los chinos habían sido introducidos a Cuba (Perú), el desprecio con el que se
les trataba, las violaciones del contrato, la falta de consideración en los trabajos que se les imponía y las
injusticias sin nombre a las que los sometían, constituían un trato que era la de un esclavo y no el de
un hombre que había consentido aceptar un contrato. Los hombres que eran vendidos en La Habana
(Callao) en seguida eran constantemente transferidos como mercadería de un patrón a otro.
El número de naves que participaron en este período de la gran oleada de la inmigración china a Perú,
fue la de 247 (barcas y fragatas) que trasladaron a 91 052 chinos (Castro de Mendoza, 1989)14. La
travesía duraba entre 120 a 150 días; se trataba de un viaje de cerca de 17 000 kilómetros si es que
se hubiera podido hacer en línea recta, asunto imposible en cualquier mar donde deben tomarse las
corrientes marinas. La información obtenida sobre esta parte de los viajes mayormente han sido datos
oficiales que han servido para que aparecieran otras útiles, pero muy escuetas a las que mayormente
les ha interesado dar a conocer los nombres de los barcos, los de sus capitanes, los días de viaje y el
número de chinos embarcados y los fallecidos en el traslado. Respecto a lo que sucedía en los barcos
durante las travesías no hay mucha información sistematizada. Por eso mismo hay muy poca informa-
ción sobre los alimentos que durante meses les daban a los semiesclavos.
Mencionaremos lo que dos fuentes dicen sobre la alimentación de los culíes en el tiempo que
demoraban esas barcas o fragatas (infiernos flotantes) que los trasladaban a un puerto peruano, gene-
ralmente el Callao.
El primero de ellos es parte de un informe técnico del capitán de la marina peruana, Guillermo
García García (Arona, 1972: 118-120), documento diplomático que el representante peruano Pedro
Gálvez dirigió al Foreign Office de Londres debido al desprestigio en el que había caído el tráfico ama-
rillo y la participación en ello de los gobiernos del Perú. En su totalidad el informe intenta presentar
ocurrencias de un viaje que no correspondían a la idea generalizada que había por entonces sobre
esa travesía —tanto Macao-Callao como Macao-Cuba— nada tenía que envidiar en horror a la de los
esclavos (negroafricanos). Sin embargo y a pesar del tono idealizador de todo el informe redactado por
García García resumimos solo la parte referida al asunto de los alimentos.
Ya a bordo, los «colonos» eran organizados en brigadas de cincuenta hombres y cada brigada en
ranchos de a diez; cada rancho tenía su ranchero encargado de acarrear los alimentos y limpiar los
utensilios. En el barco el total de hombres destinados a cocinar era de diez a doce. Guillermo García
dice algo poco creíble: «la mayor parte de los colonos no han tenido en su vida mejor alimento que
durante el tiempo de su permanencia a bordo…».
Cada día los llamados «colonos» recibían la siguiente ración diaria: 1½ libra de arroz, ¼ libra de
frijoles, ½ libra de pescado, ¼ libra de carne salada o fresca, vegetales conservados, cereales frescos, té
y aguardiente o vino chino (solo una copita). Cada uno de lo mencionado era bastante más variado
que lo dicho. Por ejemplo, el pescado salado chino era de dos clases, además del peje-palo (pescado
ahumado); el chancho salado estaba frito y aderezado en salsa china; los vegetales encurtidos eran
chinos además se contaba con jengibre, coles y nabos secos, pero también se facilitaba papa, camote,
ñame, sincomas. El té se daba en cantidad en vez de agua pura. Durante los días de viaje a los chinos
se les obligaba a tomar limonada (agua, limón y azúcar) previniendo el escorbuto. Y todas las semanas
se les repartía ½ libra de tabaco y cuatro cajetillas de cigarrillos chinos. A bordo se subía a los animales
vivos (seis reses, veinte chanchos) que seguramente eran sacrificados en los días que sucedían durante
el traslado.
14 La cantidad de chinos indicada corresponde a la que logró el autor de ese breve libro. Tenemos razones para suponer que fueron algo
más.
En julio de 1849 el inglés Guillermo Wintrope Parkin era agente diplomático del Perú en Cantón y
ejercía ese cargo de manera continua desde el 22 de enero de 184517. Por entonces una de las funcio-
nes administrativas de los cónsules era la obligación de no dejar que ningún buque nacional saliera
del puerto en que ellos residían sin que tuviera la licencia o pasaporte; desconocemos si esta norma
la cumplía el inglés Parkin (así lo llamaremos en lo sucesivo), lo que interesa es que fue uno de los
primeros comerciantes cuando en la década de 1840 China forzadamente tuvo que abrir sus puertos18
a barcos extranjeros y como veremos por su cercanía a Perú durante muchas décadas y posiblemente
su participación en la trata amarilla con la Olyphant y Co.
15 Esta misma barca entre 1851 y 1853 había sido capitaneada por Giuseppi Garibaldi, gran impulsor de la unidad italiana, cuando
estuvo en Perú.
16 No fueron pocos los motines de chinos dentro de las barcas que se dedicaban a este tráfico sea que fuesen a Cuba como a Perú. El más
impresionante de ellos ocurrió con el Flora Temple de bandera norteamericana. El 8 de octubre de 1859 zarpó de Macao con destino a
Cuba, a los dos días se produjo un motín, los chinos mataron a un marinero y luego de varias horas de batallar fueron controlados por
la tripulación y encerrados en el entrepuente, como era lo habitual. Pasado unos días estalló una fuerte borrasca que duró varios días lo
que ocasionó una colisión con un arrecife de coral frente a la Cochinchina (Vietnam). Mientras que el capitán y la tripulación lograron
salvarse, los 850 culíes que estaban encerrados acompañaron al Flora Temple hasta el fondo del mar. Casi con iguales características fue
lo que sucedió con la barca Carmen dos años antes de este desdichado suceso.
17 El Peruano, N.º 26, miércoles 26 de setiembre de 1849, p. 101.
18 En los años 1839-42 ocurrió el conflicto entre Inglaterra y China. Al ser derrotada la China Imperial tuvo que abrir los puertos de
Guangzhou (Cantón), Xiamen (Amoy), Fuzhou (Foochow), Ningpo y Shanghai para que los ingleses pudieran comercializar; otra de
las consecuencias fue la cesión de Hong Kong (isla del río Fragante) a Gran Bretaña; otras más fueron: relaciones de igualdad entre los
funcionarios ingleses y chinos; tarifas justas; China debía pagar una indemnización por la destrucción de mercadería inglesa (opio) lo
que justamente dio inicio a la disputa.
Solo habían transcurrido nueve meses de la llegada del primer barco chinero al puerto del Callao
cuando el 11 de julio de 1850 llegó el segundo también con inmigrantes para Domingo Elías, y a
diferencia del Frederick Wilhelm esta vez la carga solo fue de chinos culíes. Se trataba de la fragata
inglesa Lady Montague (de 763 toneladas de registro) que salió el 17 de febrero de 1850 y que en
China había partido como el Frederick Wilhelm de Consingmoon (Hong Kong), pero con un número
de culíes mucho mayor, se trataba de 416 trabajadores los que habían sido embarcados de los cuales
durante la travesía fallecieron 215 debido a una peste que también afectó a parte de la tripulación21,
así que a nuestro primer puerto solo arribaron 201 sobrevivientes que estaban destinados a Domingo
Elías. Este fue un primer caso entre varias decenas que hubo, en que los culíes ya a bordo de una nave
19 El diarioThe New York Time del 8 de diciembre de 1878 publicó un artículo con el siguiente título: A wide-reaching failure. Disaster
to an old establisher firm. … of china, make a assignment. A bad ventures im coolies. Fifty years of successful business suddenly ended. The
creditors protected. (Un error de gran alcance. Desastre de una antigua empresa establecida en China, Olyphant & Co. al dar una escri-
tura de cesión de culíes que fue mal negocio. Cincuenta años de exitosos negocios terminaron repentinamente. Los acreedores están
protegidos).
Y en el mismo diario del 9 de diciembre de 1878 y del 4 de enero de 1879 refieren a la quiebra de la firma, y el 5 de marzo de 1879
explican cómo fueron los negocios fracasados con el gobierno peruano.
20 El diario The New York Times con ocasión de la bancarrota de esta empresa publicó varios artículos bien informados en las siguientes
fechas: 8 y 9 de diciembre de 1878, 4 enero 1879 y 5 de marzo de 1879.
21 Ver: China Mail, Nº 400, año 1852. China Mail, Nº 595, año 1856. Hong Kong Register, 23 de julio de 1850. Daily News, 28 de julio
de 1852.
April 12.- Lady Montague, ship, 763 tons, Smith, from Canton River OKI 17th of February, with a
cargo of matting and silk. This ship is bound lo Lima with Chinese Coolies and two cabin passengers;
she put into this port for fresh water and supplies.
Otra de ellas, el Hobart Town Courier del miércoles 3 de noviembre de 1852, informa que el
Departamento de la Marina Mercante (o comercio marítimo) da cuenta de 247 personas muertas en
el Lady Montague que recientemente había retornado a Londres luego de un viaje que duró cuatro
años. Del cuaderno de bitácora de esta fragata se tomó información detallada de los sucesos: el 17
de febrero de 1850 estando en Consingmoon (Hong Kong) subieron los emigrantes. Entre los días
18 al 28 de febrero murieron 7 chinos, otros 2 se arrojaron al mar pero se los recogió. Y ya en el mes
de marzo, entre los días 1 al 21, los chinos muertos fueron 91 y ocurrió lo mismo con 2 lascargs25,
un chino se arrojó al mar y se ahogó, se anota además que la mayor parte de las muertes ocurrían en
las noches. Entre el 1 al 13 de abril mueren 51 chinos, 2 lascargs, y el segundo piloto de la nave. Se
anota que el agua que se estaba bebiendo estaba descompuesta e igual el pescado que se daba a los
emigrantes. El 13 de abril muere el administrador o mayordomo del barco (seguramente se trataba
del miembro de la tripulación que tenía como función controlar la disciplina y el reparto de la co-
22 Poco antes tuvo bandera británica, que la cambió para poder traficar chinos. Igual ocurrió con Susannah y Grimaneza. La explicación
la ofrece Mario Castro de Mendoza (1980: vol. I): el 8 de agosto de 1845 en el Parlamento británico aprueban el Acta Aberdeen por la
cual era lícita la captura de todo buque dedicado al tráfico negrero, aplicando esta política al tráfico de los culíes, el gobierno de S.M.B.
llama la atención a sus cónsules sobre este transporte en buques ingleses. En 1855 el mismo gobierno reglamenta las condiciones y
garantías a que deben sujetarse los buques dedicados al trasporte humano con respecto a los contratos que firman los colonos. Como
resultado de esta disposición, se restringe el tráfico por Hong Kong (p. 208). Y es por eso que el tráfico se traslada a Macao que significó
para este puerto, enclave portugués, asumir una dinámica diferente, lo que produjo cambios sustanciales e ingresos notables [HRP].
23 Ver: China Mail, Nº 597, p. 119.
24 http://trove.nla.gov.au/ndp/del/article/8766988
25 De esta manera se llamaban a marineros provenientes de las Indias Orientales, preferentemente de la India.
26 http://trove.nla.gov.au/ndp/del/article/8767036
27 La Tierra de Van Diemen fue la primera denominación que los europeos otorgaron a la isla de Tasmania, hoy parte de Australia. El
explorador holandés Abel Tasman fue el primer europeo en explorar Tasmania, a la que llamó Anthoonij van Diemenslandt en honor
de Anthony van Diemen, gobernador general de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales que promovió la expedición de
Tasman por la región (1642-1643). En 1803, la isla fue colonizada por los británicos como colonia penal con el nombre de Tierra de
Van Diemen, integrándola en la colonia de Nueva Gales del Sur. A partir de diciembre de 1825 fue considerada como una colonia
separada, y en 1856 fue dotada de un gobierno autónomo. Fue rebautizada entonces como Tasmania. (Información de Wikipedia).
1 La información inicial del caso de Acuam la hallé cuando recién había iniciado la redacción de este escrito sobre el inicio de la trata
amarilla en el Perú. La fuente era la tesis de doctor en el Colegio de México A. C. de Jesús A. Cosamalón Aguilar Babel en los Andes.
Población y mestizaje en Lima (1860), de julio de 2009, en la que en las páginas 396-397 se refiere al matrimonio del chino Juan Paz
Soldán e indica que era uno de los primeros asiáticos llegados al Perú. Como mi interés en esa ocasión estaba centrado justamente en
esos primeros barcos y en esos primeros chinos, me dediqué a buscar más información de este exculí y el resultado es todo lo que sigue.
Resulta este buen momento para agradecer al amigo historiador Jesús Cosamalón por haberme facilitado copia de su tesis.
2 Información incluida en la partida de bautismo del chino Acuam en la parroquia de Santiago de Tiabaya, Arequipa, folio 194 y que
forma parte de su expediente matrimonial.
3 Para dar cabal información de este ilustre personaje, copiamos la siguiente cita: «La historia de la familia Paz Soldán constituye un ca-
pítulo importante en la historia de la intelectualidad limeña, ya que pese a su origen arequipeño, sus más conspicuos miembros —don
José Gregorio, don Mariano Felipe y don Mateo— se radicaron en Lima, y acá formaron familias cuyo principal aspecto fue siempre
intelectual… Don José Gregorio, cuyo enorme talento lo hizo ser todo lo que deseaba en el Perú: Ministro en las carteras de Hacienda
y Relaciones Exteriores, Rector de la Universidad Mayor de San Marcos, Fiscal de la Nación, jurista, diplomático, escritor defensor
del mariscal Castilla, bajo el seudónimo agorero de Casandra y periodista. Fue el verdadero tipo humanista clásico. Sus enemigos
implacables tuvieron casi siempre que embotar sus emponzoñados dardos más en la parte física que en la moral de don Gregorio. Su
corpulenta figura, su frente abombada, sus ojillos rasgados —de tipo mongólico— encapotados, su nariz ñata y sus típicas bizcotelas
desviaban los ataques que le dirigieron los escritores de oposición, siempre injustos e intolerantes como el famoso Murciélago [Manuel
Atanasio Fuentes] y otros.» (Benvenutto Murrieta, 1983: 155).
81
El joven chino Acuam tuvo la suerte de caer en buenas manos porque quizás este importante e
influyente patrón le ofreció ayuda en Lima en décadas posteriores.
Fue el 13 de agosto del año 1850, cuando Gregorio Paz Soldán, aún en Lima, era miembro
del Consejo de Estado, tomó para su servicio por cinco años a Acuam (o simplemente Cuam o
Kuan) — en ese momento de 12 años—. Pagó por su contrato (impreso en inglés, español y chino)
a Domingo Elías, quien tenía la exclusividad de importar mano de obra para la agricultura. El precio
exacto del traspaso del contrato se desconoce. El joven chino había llegado hacía solo un mes en la
fragata Lady Montague, el segundo barco que acoderaba en el Callao trayendo una cargazón de culíes.
Todos ellos, incluyendo a Acuam, habían vivido cercanamente, primero, una epidemia que se desen-
cadenó en la fragata que dio muerte a chinos, a lascars (del sudeste de Asia)4 y a parte de la tripulación
de esa nave inglesa; y, segundo, ya en el puerto del Callao, una revuelta sin grandes consecuencias.
Todos estos chinos culíes llevados en barcas chineras fueron parte de los muchos miles de gente china
que en estas décadas emigró o los emigraron con engaños hacia Cuba, Perú y California.
Como consecuencia del Tratado de Nankín de 1842, que puso fin a la Primera Guerra del Opio
entre el Reino Unido y China, se designó al puerto Guangzhou o Cantón como uno de los cinco
puertos comerciales chinos que debían quedar abiertos al mercado exterior. Desde ese año Cantón era
un lugar de inevitables roces contra los extranjeros que estaban confinados en un antiguo y estrecho
distrito de las factorías a lo largo de la orilla del río Zhujiang o Perla. La xenofobia condujo en esos
años a enfrentamientos violentos contra los extranjeros invasores (Scott, 1949: 412-415). En ese am-
biente de tensión creció la juventud cantonesa entre los que estaba Loo Kuant o simplemente Acuam,
hasta que en un momento se vio metido en una barca donde en ella también sucedieron hechos fatales
durante los 130 días del viaje.
Mucho de lo que sigue solo es un resumen del cuaderno de bitácora5 de la fragata Lady Montagne al
que se les ha intercalado precisiones de otras fuentes.
Esta nave de 760 toneladas fue echada por primera vez al mar en mayo de 1848 en Southampton
con el fin que realice viaje a Aden (en Yemen, posesión inglesa en esos momentos) llevando carbón,
con tal fin fue encargada al capitán Wells, quien a las seis semanas fallece. Tomó el mando a conti-
nuación el segundo piloto, James Robinson Smith. Al cambiar de capitán la nave se dirigió a Bombay
(India), y ya en China se detuvo en Cantón, Amoy, Shanghai y fue en Cumsingmoon (Cum Sing
Moon, norte de Macao), donde embarcó chinos que emigraban a California, vía Callao; en total se
encontró navegando con casi 500 almas, incluyendo a la tripulación y lascars.
– 17 de febrero, el barco recibió a bordo a 416 emigrantes según la contabilidad que se hizo al final
en el Callao.
– Entre el 18 al 28 del mismo mes mueren 7 chinos, otros 2 se arrojan al mar pero se logra recogerlos.
4 Según Wikipedia, un lascar era un marinero o miliciano del sur o sudeste de Asia, del mundo árabe, y de otros territorios situados al
este del cabo de Buena Esperanza, que estaban empleados en Europa para barcos, ocurrió desde el siglo xvi hasta mediados del siglo xx.
5 The annual register, or a view of the history and politics of the year 1852 (1853). Londres: F. & J. Rivington, pp. 120-121. Consultar
https://babel.hathitrust.org/cgi/pt?id=hvd.hl0k9a;view=1up;seq=140
En total murieron 171 chinos, 17 lascars, 1 grumete y 7 tripulantes; para los superiores hubo 193
personas muertas entre el 18 de febrero y el 28 de junio. Mientras que para las autoridades del Callao
que subieron al barco los fallecidos fueron 215 y los sobrevivientes 201. Se fumigó al Lady Montagne
y entró en cuarentena en la isla San Lorenzo. Aquí se amotinan los chinos6. Solo a continuación el 31
de julio bajaron los viajeros entre los que está un jovencito de 12 años.
De acuerdo a una comunicación del 10 de julio de 1850 de la Capitanía del puerto de El Callao que
le llegó al ministro de Guerra y Marina, la fragata Lady Montagne estaba en cuarentena en la isla San
Lorenzo y que se habían amotinado los chinos que había traído. Ante esta situación se dispuso que
salieran dos lanchas de la Capitanía con personal armado. A estas lanchas se plegó otra de la barca
Dedalus. Se enteraron de inmediato que el capitán de la nave con chinos — contra quien era la su-
blevación— había huido en un bote pudiendo haber salido por la puerta de la cámara. Puesto todo
en orden los chinos se quejaron del Capitán diciendo que no les daba de comer y que les pegaba.
Enseguida se les obligó a que fuesen a dormir. Según la comunicación solo el capitán y dos guardias
que estaban a bordo habían recibido algunas pedradas; se dispuso que se les de alimentos «y que la
Capitanía haga una averiguación más prolija»7.
6 Puede establecerse casi de una manera absoluta y sin que podamos ser desmentidos, a no ser por una rarísima excepción, que no hay
buque alguno que llegue al Callao con emigrantes chinos, en el cual no haya habido una o más sublevaciones, o amagos de sublevación,
por lo menos durante el viaje. El Comercio, 24 de julio de 1871. Citado por Watt Stewart (1976: 67).
7 Carta al ministro de Guerra y Marina del 10 de julio de 1850. Ministerio de Marina, Museo Naval, Archivo, 135.
El bautizo de Acuam se hizo en Tiabaya seguramente en uno de los viajes de retorno de José Gregorio
Paz Soldán donde éste tenía su residencia, y como ya era usual por entonces, al recién bautizado le
pusieron los apellidos del padrino y solo uno de sus nombres, Gregorio, que en el resto de su vida uti-
lizó poco. Así que desde ese momento del bautizo Acuam comenzó a usar el nombre de Juan Miguel
Gregorio Paz Soldán, aunque de manera más simple fue conocido como Juan Paz Soldán (JPS, en lo
sucesivo).
No deja de ser posible que fuese conocido por su patronímico chino y usado entre gente de la
comunidad china en esos años y no tanto por los nombres y apellidos castellanos cuando recibió agua
bendita en la pila bautismal. Era lo usual.
Es casi seguro que en agosto del año 1855 JPS con 17 años quedó libre de compromisos
contractuales con su patrón, en tanto en esta fecha se cumplieron los cinco años obligatorios que
debía trabajar según el contrato que el chinero y hacendado Domingo Elías había traspasado a José
Gregorio Paz Soldán. Años posteriores las obligaciones contractuales de los contraron fueron de
ocho años.
Quizás durante ese quinquenio JPS trabajó en la cocina, en los mandados y en la limpieza de la
casa de su patrón como era frecuente en los hogares con culíes. En ese hogar fue aprendiendo castella-
no que posteriormente le sirvió de mucho. No fue el único chino colono de la familia Paz Soldán, hubo
otro llamado Allún que fallece de fiebre amarilla el 22 de abril de 1856 en el hospital San Andrés, su
entierro en el cementerio general fue considerando que era pobre de solemnidad8, según las categorías
de esos años.
En ese mismo mes de abril de 1856, JPS ya en Lima cuando tenía 19 años, inicia en la parroquia
de Santa Ana, gestiones para casarse con María Candelaria Gandarillas. A este templo por su cercanía
al barrio chino mayormente concurría gente de la comunidad china limeña cristianizada para sus
rituales y ceremonias religiosas. María Candelaria, casi de la misma edad que Juan, había nacido en
Arequipa y solo hacía un año residía en la capital, no se conoce quién era su padre y su madre se lla-
maba Inés Mancilla; uno de los testigos del matrimonio fue el capitán de infantería Juan José Rosel
(34 años) quien indicó que había criado a la novia y por eso estaba seguro que era soltera. Un segundo
testigo fue Andrés Arguedas que era chacarero y como conocía a los novios desde hacía unos seis años
le constaba que eran solteros. Un último testigo fue el chino Vicente Anís que tenía aproximación
En los años que siguieron Juan Miguel tuvo los siguientes hijos:
Cuadro 1
PROLE DE JUAN PAZ SOLDÁN
Nombres Fecha Padrinos Observación
Con María Candelaria Gandarillas
01 Petronila Crisóloga 5 diciembre 1857 Gertrudis Flores
02 Mariano Enrique 8 diciembre 1861 Mariano Olazábal
03 Teresa Jesús 11 octubre 1863 Brígida Lira de Olazábal
04 Natividad 1866 Se casa con el chino Carlos Guillermo Paredes en 1884.
05 Asunción 5 setiembre 1867 María Jesús Cuba
06 Manuela 25 abril 1869 Brígida Lira Por necesidad fue bautizada por la partera.
07 Elvira Eulalia 12 diciembre 1870 Marcelina Lobatón
08 José Toribio 26 abril 1873 Mariano Olazábal y Brígida Lira Fallece el 28/06/1951 a los 78 años, velorio y entierro en privado.
09 Manuel Benjamín 21 marzo 1875 Manuel Carmen Iparraguirre y
Carmen Lobatón
10 Justa Candelaria 17 octubre 1877 Marcelina Lobatón
Con Juana Solís
11 Estefa Ermelinda 12 enero 1879
Con Margarita Alfaro
12 Dámaso Antonio 5 diciembre 1885 José B. Larria y Gregoria Chávez
13 Manuel 14 mayo 1887 Baltazar Soring y Jesús Medrano
Fuente: Archivo Arzobispal, libros de bautismo de Santa Ana, de 01 Libro # 21, f. 569, de 02 Libro # 23, f. 167, de 05 Libro # 26, f. 278 , de 06
Libro # 27, f. 397, de 07 Libro # 28, f. 291, de 08 Libro # 30 f. 454, de 09 Libro # 31, f. 203 , de 10 Libro # 33, f. 30; de 3 Archivo Arzobispal, libro de
bautismo de Los Huérfanos Nº16 f.4, Archivo Arzobispal, libro de matrimonios del Sagrario Nº 18 f 85v. Archivo Arzobispal, libros de bautismo
de San Lázaro, de 12 Libro # 34, f. 5, de 13 Libro # 34, f. 273 www.familysearch.org
Una relación intensa evidente y posiblemente amical es la que JPS y María Candelaria tenían
con los esposos Mariano Olazábal y Brígida Lira, además de ser padrinos de su matrimonio fueron
padrinos de varios de sus hijos, hasta el segundo de ellos no fue casualidad que le pusieran de nombre
Mariano. También parece que tuvieron bastante presente a Marcelina Lobatón, fue madrina de bau-
tismo de dos de sus hijas. Lástima que no conozcamos más de estas personas, pues ayudaría a conocer
el medio social en que transcurría esta familia. Algo que se encuentra en muchas de las parejas mixtas
(chino y peruana) estables o que duran muchos años, es solicitar a una misma persona que sea madri-
na o padrino de casi todos los hijos.
No pasaron dos días del último parto de María Candelaria Gandarillas cuando fallece. En su vida
matrimonial tuvo, en promedio, un retoño cada dos años. La entierran en el Cementerio General o
9 Archivo Arzobispal, expedientes de matrimonio año 1856 N.º 22; y del mismo Archivo Arzobispal, libro de matrimonios # 9 de
parroquia de Santa Ana.
¿Cuál fue la actividad económica con la que se pudo mantener esta familia antes y después del deceso
de María Candelaria y también con los hijos que tuvo con Juana Solís y Margarita Alfaro? Por la escasa
información solo podemos responder parcialmente esta fundamental pregunta.
En el censo de 1866 que levantó la Municipalidad de Lima se indica que JPS es un contribuyente,
es decir, que por tener un negocio debía pagar a la Municipalidad una cantidad de soles; no se precisa
monto y no hay indicación de qué tipo de negocio se trataba. Al menos se manifiesta que tenía como
lugar de residencia el jirón Azángaro N.° 208, lugar bastante céntrico en la capital. En otra parte del
mismo censo se consigna que la industria [sic] de JPS se hallaba en el jirón Áncash N.° 97. Esto mismo
se confirma con un aviso de traspaso de negocio que publica el diario El Comercio el 9 de setiembre de
1868 (pág. 2). En ese aviso quien lo suscribe es el chino Juan Ligan y notifica al público lector que ha
tratado con el asiático [sic] Juan Paz Soldán la transferencia de la fonda que está situada en la esquina
de la calle del Tigre, y por eso participa a todas aquellas personas que tengan algún crédito o derecho contra
la citada fonda se presenten a ella para hacer valer dentro del término perentorio de 8 días, ya que una vez
que pasen esos días recién entregará a JPS el importe del establecimiento, y que luego de eso no hay lugar
a reclamo, por cuya razón pongo el presente aviso en este periódico. Actualmente perdura ese local de un
solo piso y es una panadería una de cuyas puertas está en la primera cuadra del jirón Ayacucho (antigua
calle Tigre) y la otra puerta en la quinta cuadra del jirón Áncash (antes calle Cerro de San Francisco).
Debe conocerse que traspasos de negocios entre chinos (y no solo entre ellos) y con textos si-
milares10 se encuentran regularmente al revisar periódicos del siglo xix. Era parte de las exigencias y
precauciones que había que tomar cuando un negocio que estaba en marcha pasaba a manos de otra
persona. Como el traspaso que nos interesa ocurrió entre chinos nos parece que JPS, a pesar de haber
llegado a Perú muy joven, jamás dejó de tener vinculación con la activa comunidad de chinos de
Lima, ni tampoco dejó de sentirse chino a pesar de que mucho más tiempo de su vida la pasó en Perú.
Esto se ve claro en lo que dice la lápida en su nicho del Presbítero Maestro.
10 En uno de ellos el chino que suscribe su propaganda comercial, llamado Manuel María de la Cruz, hace mención, con el afán de que
le crean aún más, que es católico, apostólico y romano, que está deseoso de servir al público y que su fonda, llamada Águila de Oro,
está ubicada en la calle Lechugal (actualmente es la 7ma cuadra del jirón Huallaga) y que allí encontrarán buena sazón y servicio, aseo,
y mucha seguridad, además de café, té, licores y dulces de toda calidad. (El Comercio, Lima, 10 de noviembre de 1868).
Una fonda era un restaurante modesto para gente sin grandes recursos económicos. Los inmigrantes
chinos de quienes alguien decía que «su manía era cocinar» y por haber mantenido la costumbre
cantonesa de que los hombres también se dedican a guisar optaron (o los colocaron) con alguna
frecuencia a trabajar como cocineros en casas de sus patrones o ya en libertad, sin sujeción patronal,
decidieron instalar una fonda como su propio negocio que lo hacían a veces solos con sus familias
y otras en alianza con alguno(s) de su(s) paisano(s). La posesión del negocio de fondas en manos de
chinos con el paso de los años parece que fue disminuyendo como se verá.
Según la Matrícula de Patentes del año 1869 de la ciudad de Lima, 19 chinos tenían su fonda
(de 4ta clase), mientras que los Contribuyentes de Patentes del año 1885, que eran chinos dueños de
fondas11, eran 16 (3 de 3era clase, 6 de 4ta clase y 5 de 5ta clase)12. Cualquiera que haya sido la real
participación cuantitativa de miembros de la comunidad china en el negocio de venta de comidas
en las fondas debe tenerse en cuenta que en ellas se inicia el importante proceso de aparición de los
chifas; según se ha comprobado, ya en las fondas se ofrecía algunas viandas chinas (chaufa, tallarín
saltado), además de la difusión creciente de muchos platillos criollos, como el lomo saltado que antes
se le denominaba lomo con todo.
Con frecuencia las fondas fueron acusadas de no ser muy aseadas. Y en ocasiones la alcaldía mu-
nicipal las sancionó, como fue el caso de la multa de 4 soles que le impusieron al dueño de la fonda
asiática, ubicada en la calle del Chivato N.° 148, por haber arrojado gran cantidad de agua a la calle13.
JPS por sus vinculaciones con el jurista y político José Gregorio Paz Soldán —el personaje que inicial-
mente en 1850 adquirió su contrato— o por ocurrencias que desconocemos, estuvo como traductor
en juicios que tuvieron chinos bajo contrato o libres. Seguramente debido a que llegó a Perú bastante
joven y por cierta facilidad en el aprendizaje de idiomas, el chino JPS a los 24 años ya se desenvolvía
bien con el castellano y hasta podía traducir intervenciones defensivas o acusativas en esos juicios. Es
así que lo hallamos como traductor en un juicio que empieza el 16 de abril de 1861 contra los asiáticos
[sic] Así y Asán por hurto a la platería de Mateo Zegarra en la calle del Carmen N.° 490; sucedió que
el intérprete, José Cruz14 no pudo asistir a la sesión y por eso fue llamado Juan Paz Soldán15. Por haber
visto rápidamente solo algunos legajos de juicios a chinos, observamos que no había un traductor
11 Respecto a lo que ocurría en una fonda de un chino, citamos lo siguiente: Los mozos —unos ‘macacos’ que llevan mandiles de in-
creíble suciedad— lanzan unos gritos destemplados pidiendo a la cocina ‘conseva tu male’, ‘conseva tu hijo’, por conserva de tomate
o de higos, ‘caldo solo con concho’, ‘lomito montau’, etc. creando así primitivos calembourgs criollos, delicia de los mataperros del
barrio. Detrás del mostrador el dueño —José Alay— un chino asmático fumando un cigarrillo de ‘chamico’, vigila el movimiento de
su fondín. (Benvenutto Murrieta, 1983: 20).
12 Información tomada de Evelyn Hu (1988: 127-135).
13 El Nacional, Lima, jueves 29 de mayo de 1873, N.º 2348, año VIII, p. 3.
14 Parece que se trata del chino cantonés que asumió el nombre de José Cruz, nació el año 1823, posiblemente vino a Perú en los primeros
barcos siendo no tan joven, estuvo casado con Manuela (¿) y fallece el 21 de febrero de 1873 cuando tenía 50 años, le hacen un entierro
mayor en la iglesia Buenaventura con cruz de Santa Ana, un tipo de ritual funerario que debía pagarse, lo podían hacer personas con
algún dinero.
15 Archivo General de la Nación. Causas Criminales, Corte Superior de Justicia, año 1861, legajo 186.
9. Fallecimiento de JPS
16 Archivo General de la Nación. Causas Criminales, Corte Superior de Justicia, año 1861, legajo 188.
17 Se decía que un grupo de chinos pertenecían a una partida cuando habían llegado a una hacienda en una misma fecha. Un conjunto
de chinos pertenecientes a una hacienda, la chinada, estaba compuesta por varias partidas. Así era la forma de organización en las
propiedades agrícolas.
18 Parroquia Los Huérfanos, archivo, libro de defunciones N.º 10 (1913-15), f. 105.
De los hijos de Juan y María Candelaria conocemos que Natividad se casa el 22 de febrero de 1884
con el chino Carlos Guillermo Paredes21, nacido el año 1852, era soltero de 32 años y ella solo 18; él
una semana antes del matrimonio se bautiza y tuvo como padrinos a Guillermo Silvestre y a María
Verde; la pareja optó por poner como padrinos de sus nupcias a san José y a la señora Virgen. Este
matrimonio tuvo los siguientes hijos:
Cuadro 2
PROLE DE CARLOS PAREDES Y NATIVIDAD PAZ SOLDÁN
Nombres Fecha de nacimiento Padrinos Observación
01 Sara Ambrocia 7 diciembre 1884 Manuel Cruz y Carmen Angulo
02 María Manuela Eva 1 enero 1887 María Gorazatina Se bautiza cuando tiene casi 5 meses.
03 Apolonia Emma Elvira 9 enero 1889 Manuela Aguirre Se bautiza en diciembre 1889
Fuente: De 01 Archivo Arzobispal, libro de bautismo del Sagrario # 31a, f. 270, de 02 Archivo Arzobispal libros de bautismo de Santa Ana #
39, f. 533, y de 03 libro # 40, f. 464.
Con el fin de conocer algunos aspectos de la vida de los culíes que posiblemente pertenecieron a la
generación que antecedió por pocos años a la de Juan Paz Soldán, y que por su fecha de nacimiento
posiblemente llegaran en los primeros barcos chineros, hemos seleccionado los nombres de aquellos
cuyas fechas de nacimiento ocurre en 1830 y todos los años que preceden25, son un total de 522 chi-
nos que residían en la parte urbana de Lima y mayormente concentrados en el Barrio Chino, cuya
calle tradicional era, es y será Capón; faltaría evidentemente representación de chinos inmigrados que
26 Archivo Arzobispal, parroquia Santa Ana, libro de defunción N.º 23, f. 134.
27 Archivo Arzobispal, parroquia San Lázaro, libro de defunciones N.º 20, f. 58.
28 Archivo Arzobispal, parroquia Santa Ana, libro de defunciones N.º 21, f. 175.
29 Archivo Arzobispal, parroquia Santa Ana, libro de defunciones N.º 26, f. 103.
30 Archivo Arzobispal, parroquia Santa Ana, libro de defunciones N.º 21, f. 23.
Es así que de los 522 chinos que nacieron el año 1830 y décadas anteriores, sus nombres y apelli-
dos han cambiado según las siguientes variantes:
– Nombre chino original al que se le ha añadido una «a»31, como por ejemplo: Achín, Achón, Achú,
Acuay, en vez de Ching, Chong, Chu, Cuay.
– Una variante de lo anterior es que al nombre chino original se le ha añadido una «a» y también un
nombre usual en el Perú, o al revés: Aló, Agustín, Atay, Manuel, Federico Asén.
– Se han unido apellido y nombre chino como si fuese un solo apellido o un solo nombre, como
por ejemplo: Chanlín, José; Chufó, José; Lolam, José; Polén, Benito; en vez de Chang Lin, José;
Chu Fo, José; Lo Lam, José; Po Len, Benito.
– En vez de su nombre chino se le ha colocado al chino un nombre usual en el Perú, tales como:
Anastasio, Antonio.
– Se cambia el nombre y apellido chinos por un nombre y apellido usuales en el Perú: por ejemplo
Juan Paz Soldán, Manuel Sánchez, José Salcedo. En la mayoría de los casos se debe a que los padri-
nos pusieron sus apellidos y a veces también sus nombres a los chinos bautizados, sus ahijados. Se
trata con frecuencia de personajes de cierto peso y poder en la sociedad, y fuera de Lima muchos
hacendados apadrinaron bautizos de chinos. De padrinos de chinos y traspasando sus apellidos en
Lima hemos hallado, a partir de lo que hemos compilado en los archivos eclesiásticos, sobre todo
31 Haber colocado «a» o «ah» antes de los nombres se debe a que los no chinos en muchas partes de ultramar desconocían que en China
se utiliza esta forma cuando hay familiaridad con una persona, por ejemplo Achan la verdadera designación es Chang.
Esta clasificación de los nuevos apellidos de los chinos puede observarse y compararse de esta otra
manera:
Cuadro 4
CAMBIO DE APELLIDOS
Clasificación 1830 y - 1887
N.º % N.º %
01 Se ha añadido una a 22 4.2 65 25.6
02 Una A más un nombre usual 127 24.3 46 18.1
03 Unidos apellido y nombre chino 23 4.4 19 7.5
04 Se ha dado un nombre usual 33 6.3 40 15.7
05 Se ha dado nombre y apellido usuales 317 60.7 18 7.1
06 Sin cambio, mantienen nombre original 00 00 66 26.0
Total 522 100.0 254 100.0
32 Téngase en cuenta que algunas de las acepciones de la palabra rastro, según diccionario de la Real Academia, indican que es matadero,
sitio donde se mata y desuella el ganado; y otra, que aún se usa en Madrid es mercado callejero donde suelen venderse todo tipo de
objetos viejos y nuevos. También debe considerarse que antes hubo la calle Rastro de San Francisco donde ahora es la segunda cuadra
del jirón Áncash, que también se conoció como calle Cordano, muy cerca del Palacio Presidencial.
33 Donde actualmente se encuentra el mercado de Limoncillo, prolongación de la avenida Tacna, antes fue un lugar donde se beneficiaba
ganado y por eso mismo en los alrededores hubo y aún hay, aunque pocas, curtiembres.
34 Debe recordarse que a mediados del siglo xix se decidió llamar jirón a calles que estaban continuas unas después de otras. Es así que,
por ejemplo, si tomamos el jirón Ucayali, la primera cuadra se llamaba Plateros de San Pedro, la segunda Villalta, la tercera Compañía
o San Pedro, la cuarta Estudios, la quinta Zavala y la sexta y séptima era Capón, en medio de esas dos calles estaba el callejón de Otayza
que lo hizo desaparecer el alcalde Billinghurst el año 1909, y esa calle que abrió fue designada desde entonces con su apellido.
35 Archivo parroquial Santa Ana, libro de defunción N.º 38, f. 298.
36 Archivo parroquial Santa Ana, libro de defunción N.º 35, f. 218.
37 Archivo parroquial Santa Ana, libro de defunción N.º 37, f. 280.
38 Archivo Arzobispal, parroquia San Lázaro, libro de defunciones N.º 14, f. 146.
39 Archivo Arzobispal, parroquia Santa Ana, libro de defunciones N.º 13, f. 24.
Defensa de Juan de Dios Rivera como abogado de los chinos acusados de homicidio,
25 de julio de 1861
Bajo el nombre de inmigración asiática, la sórdida codicia de ciertos hombres que no tienen en cuenta la digni-
dad humana, que no tienen ningún cuidado de introducirse y ser considerados en la República como elementos
corruptores y que no desean legar a sus hijos una sociedad que no esté manchada de todos los excesos y vilezas
que conlleva la esclavitud allí donde quiera que imprima su planta, esos hombres han colocado en nuestros
campos y en nuestras poblaciones un número considerable de personas, que aunque se ligan con sus patrones
por medio de un contrato, no consideran que tienen derechos, los tienen como objetos sobre los que ejercen un
imperio absoluto, les arrancan del corazón lágrimas amargas, derraman sobre sus almas los mismos dolores que
experimentaban los siervos manumitidos en 1855.
Las almas sensibles no pueden recordar sin dejar de enternecerse, la feroz crueldad con que entre nosotros
se trataba a los esclavos y la sobrehumana resignación con que estos sobrellevaban sus sufrimientos, a causa de la
luz de la fe que se procuraba encender en sus entendimientos y de los principios religiosos que se ponía empeño
en colocar en sus corazones; resultando de ello es que en sus ánimos no cabía la desesperación y por eso pocas
veces se entregaron a esas sangrientas venganzas que espontáneamente engendran la opresión y la injusticia.
Los hombres generosos creyeron que había desaparecido del país para siempre una institución impía, que
considera al hombre como cosa y que desconociendo sus altos destinos lo somete al dominio de sus semejantes.
Pisaron los chinos nuestro territorio y fueron reducidos a la condición que tuvieron los negros, se forjaron ca-
denas para apresarlos, con refinada crueldad fueron apaleados y flagelados, sin que ni la moral ni la ley pusiesen
límites a la depravación de sus verdugos.
El resultado lo tenemos aquí delante nuestro, que al ver los asiáticos oprimidos la impunidad de los crimi-
nales que los sujetaban a bárbaros tormentos, al encontrarse tan solos y desamparados que ningún individuo
de nuestra sociedad se dolía de su destino, su espíritu se llena de indignación, se encomiendan a sí mismos el
derecho de vengar los castigos injustos que se les infligía; y como la moral del cristianismo no refrenase sus
sentimientos ni moderase sus instintos, toma creces su extraviado propósito, estalla su venganza y por medio de
hechos sangrientos dan a conocer a los hombres sin entrañas, que tienen sensibilidad, estimación de sí mismos
y que aspiran y tienen derecho a ambicionar que se les trate con respeto y humanidad.
La hacienda de San Agustín, situada a inmediaciones de esta ciudad, entre otros fundos rústicos, ha adquiri-
do una triste celebridad. El motivo de su funesto nombre no pasó de ser un objeto de conversación para sujetos
graves y espíritus noveleros, sin que nadie, sin embargo, lo hubiese mirado atentamente, hasta que, ocurrida la
muerte lamentable del caporal Manuel Nicolás, y organizado el sumario respectivo, se tuvo conocimiento que
ese individuo había matado a latigazos a un número considerable de colonos asiáticos, y el 7 de mayo último
después de haber tratado como a bestias a esos peones que trabajaban a sus órdenes, pagó con su vida el trato
irracional que daba a sus semejantes.
Para descubrir si en estos autos se ha llegado a conocer a la persona del delincuente y si hay o no por su
parte criminalidad, es menester no perder de vista tres hechos consignados en ellos y son: las muertes que con
sus flagelaciones y su trato despiadado había originado el caporal Manuel Nicolás, la que él mismo recibió de
los colonos que habían sobrevivido a sus desventurados compatriotas y la imputación que se hace a Ajasun de
MANUMISIÓN DE ESCLAVOS,
LA LOMER Y CÍA. TRATANTE
DE SEMIESCLAVOS Y
LOS BARCOS CLÍPERS
Cuando se decreta la ley de manumisión o libertad de los esclavos en Perú en diciembre de 1854, ya
habían pasado 5 años que regularmente llegaban chinos culíes a nuestras costas. Ocurría porque era
notable la escasez de mano de obra para la agricultura costeña que comenzaba a participar más con su
producción en el mercado internacional; en segundo lugar, para el trabajo de extracción y ensacado de
guano (de las islas Chincha y de otras más ubicadas al frente del litoral peruano); en tercer lugar, para
la construcción de ferrocarriles que procuraban modernizar el transporte de mercadería y de gente; y,
por último, como servidumbre doméstica cuya escasez aumentó desde décadas anteriores a la libera-
ción de los esclavos. Toda esta importación de trabajadores desde Asia y las diversas repercusiones de
ello fue todo un fenómeno migratorio que se inició a mediados del siglo xix y cuyas consecuencias
aún perduran en el Perú de nuestros días.
Durante el año 1854 la situación del régimen de esclavitud en la sociedad peruana, mayormente pre-
sente en la costa, continuaba de manera normal sin que se previera cambios profundos e inmediatos.
Durante todo el Virreinato, parte de lo «normal» fue el tráfico de seres humanos, preferente, aunque
no exclusivamente, originarios de África. En este período histórico era corriente comprar, vender,
permutar, maltratar esclavos, también usar mujeres esclavas como amas de leche. Y así fue hasta fines
del año 1854 cuando se inició el proceso de manumisión con una ley dada en la ciudad de Huancayo.
Hasta esa fecha eran habituales noticias o anuncios periodísticos como el ejemplo que sigue: en un
aviso de un diario de Lima una persona —no consigna su nombre— señala que vende un matrimonio
de esclavos que tiene una niña de seis años1. De esta manera el ofrecimiento llevaba su yapa, ya que
quien adquiriera a los cónyuges y a su hija lograba a su vez la continuidad del provecho personal con
el servicio de un humano que estaba cautivo de antemano.
También seguía siendo corriente la respuesta que los mismos esclavos daban a la esclavitud: rebe-
liones locales, fugas frecuentes, creación de palenques de cimarrones, bandolerismo y delincuencia.
Todo esto era una señal más del caos reinante y del rechazo al orden integral existente; el Estado ni
controlaba ni satisfacía a todos los sectores sociales.
El régimen esclavista a mediados del siglo xix no era el mismo que en otros momentos, en esos
años previos a la fecha de la liberación albergaba una serie de transformaciones «subterráneas» que
deterioraban su integridad. Lo dicho puede comprobarse si se tiene en cuenta el rechazo desem-
103
bozado o silencioso pero permanente de los propios esclavos; los cambios del Estado peruano ante
la esclavitud2; la presencia en ciertos sectores de la sociedad de corrientes de pensamiento liberales
abiertamente contra el régimen esclavista y, por último, el contexto mundial que era opuesto a la
continuación de la esclavitud.
Por lo demás, la esclavitud no fue un fenómeno inalterable ni estacionario, desde la presencia
hispana en tierras tahuantinsuyanas siempre estuvo transformándose. Esto se acentuó en el siglo xix
desde los movimientos independentistas y hasta antes de la rebelión de Túpac Amaru.
La fórmula frecuentemente usada para explicar la decisión de Ramón Castilla tomada el 3 de
diciembre de 1854, por la que se daba libertad a los esclavos, no es del todo correcta. No es que de
las luchas entre Ramón Castilla y José Rufino Echenique —dos caudillos militares que siempre es-
tuvieron tras el poder político y que representaban dos corrientes contradictorias de pensamiento a
mediados del siglo xix—, surja la decisión de liberar a las dos o tres decenas de millares de esclavos
que había hasta esos años en territorio peruano. En un análisis integral adecuado se debe considerar
otros factores y procesos coadyuvantes, la coyuntura internacional a comienzos del siglo xix respecto
a los avances por la supresión total en el mundo del tráfico de esclavos desde África, es decir las luchas
antiesclavistas en países de predominancia mundial por entonces; y el otro factor es considerar cómo
es así que los esclavos afroperuanos fueron agentes de su propia libertad, según sugerente título del
libro de Carlos Aguirre (1993).
Posiblemente sin comprender los alcances de esa osada idea, y en circunstancias de una guerra civil
con José Rufino Echenique que duraba once meses, fue en Huancayo que Ramón Castilla estipuló la
abolición de la esclavitud. El texto del decreto era:
En realidad este decreto no habría trascendido si es que Ramón Castilla no derrotaba un mes después
al ejército de Echenique en La Palma (Lima) el 5 de enero de 18553. Solo con el poder político que a
2 Sucedía ya durante los tres siglos de la presencia hispana y continuó transformándose desde los primeros momentos de la Independencia;
las ordenanzas de José de San Martín referentes a la libertad de vientres de las cuales la más conocida señalaba que a partir del 28 de
julio de 1821 nadie nacía esclavo en el Perú. Esta primera señal en una república que no terminaba de nacer continuó de otras formas
en décadas inmediatamente posteriores.
3 Copiamos in extenso lo que nos informa la Enciclopedia Ilustrada del Perú sobre Las Palmas:
«hasta la segunda mitad del siglo xix, fue un fundo existente en las vecindades de Lima. Allí se efectuó uno de los hechos más decisi-
vos en la historia republicana: la batalla entre las fuerzas leales al gobierno de Echenique y las revolucionarias que encabezaba Castilla
(5 de enero de 1855). No obstante la superioridad de la caballería y artillería gobiernista, el presidente Echenique fue derrotado
debido a la dispersión de la división que comandaba el general Juan Antonio Pezet; y nada pudieron hacer las fuerzas confiadas a
los generales Guarda, Cisneros y Deustua, para restablecer el combate. Echenique se refugió en casa del encargado de negocios del
gobierno británico, y salió hacia el destierro».
En los primeros años de esta inmigración la cantidad de chinos que habían llegado en la condición de
semiesclavos fue la siguiente4:
El aumento de la importación de culíes de los dos años posteriores a Cuadro 1
la ley de manumisión (1854), que se ve en el Cuadro 1, puede explicarse LLEGADA DE CHINOS:
en relación con la salida de miles de gente de origen africano de la escla- 1849-57
vitud y que en su reemplazo se estuviera trayendo semiesclavos culíes. Año N.º de chinos
Conviene que se conozcan las diversas reacciones en la sociedad 1849 75
1850 669
peruana de entonces que condujeron a una nueva realidad en cuanto
1851 800
a las relaciones de trabajo en el campo y en la ciudad. En primer lugar, 1852 945
debe tenerse en cuenta que solo voces muy aisladas reclamaban en esos 1853 1 739
momentos por la situación de los chinos, una de ellas, que no dejaba 1854 586
de reconocer la importancia y trascendencia de la libertad de los es- 1855 2 355
1856 4 220
clavos afroperuanos, hacía esta sugerencia: «Esperamos que el Supremo
1857 1 001
Gobierno tome en el día otra medida conforme con sus principios. Es Total 12 390
poner coto a la tiranía que se está estableciendo con los inmigrados chi- Fuente: Mario Castro de Mendoza.
nos [...] para el desgraciado chino no hay consuelo, no hay esperanza,
no hay recurso legal, no tiene un representante de su nación que reclame de la inaudita tiranía que se
comete con ellos, y, como último recurso, acuden al desesperado crimen del suicidio»5. El texto del
artículo es más extenso y contiene un acentuado reclamo a partir del maltrato que el autor de la nota
ha visto. ¡Y recién habían pasado seis años de la presencia de este inmigrante asiático!
En este caso no se menciona el alto costo que significaba los amotinamientos de los culíes durante
la travesía, con el cuadro que sigue damos cuenta de algunos que fueron los más notorios.
4 Mario Castro de Mendoza (1989), justo de este período de años (1849-1857), nos dice lo siguiente: «De las 45 naves que zarparon de
puertos chinos, solo 38 llegan al Callao. En siete casos (15% del total) se registran 2 naufragios, 4 amotinamientos y regreso a China
y 1 por averías regresando a China». [Este tipo de acontecimientos continuaron sucediendo hasta 1874].
5 El Comercio, miércoles 7 de marzo de 1855.
manumisión de esclavos, la lomer y cía. tratante de semiesclavos y los barcos clípers 105
Cuadro 2
MOTINES EN BARCAS CON DESTINO AL CALLAO, 1850-1857
Nombre de Fecha partida de N.º culíes Acontecimientos
la nave Hong Kong
01 Montague 17 febrero 1850 450 Gran enfermedad a bordo; a causa de ella mueren 300 culíes. El barco llegó al Callao donde se
produjo otro amotinamiento pero hubo resistencia de parte del intérprete chino.
02 Albert 7 setiembre 1850 156 El 2 de octubre el barco regresó a Hong Kong. El capitán, oficiales, sobrecargo y una parte de la
tripulación habían sido muertos por los chinos. Antes de llegar a ese puerto, unos 140 chinos
abandonaron el barco en botes de pescadores. Los demás fueron apresados por la policía
hongkonesa.
03 Victory 6 diciembre 1851 355 El 26 de enero 1852 el barco fue llevado a Singapur. El capitán, oficiales, parte de la tripulación
y el cocinero fueron muertos por los chinos que saquearon la carga y desembarcaron en dos
islas en el golfo de Siam.
04 Rosa Elías 8 marzo 1853 200 Durante el viaje se amotinaron los culíes y mataron al capitán, a los oficiales y a la tripulación.
05 Carmen marzo 1857 260 Este barco partió de Swatow a los pocos días se fue al fondo del mar como consecuencia de un
voraz incendio provocado por un grupo de culíes.
06 Isabel 1857 ? Ocurre un amotinamiento, arrojándose al agua 69 culíes. Se supone que la nave fue obligada a
Quintana regresar a un puerto chino.
Fuente: De los 4 primeros son parte del informe de B. Robertson, Documentos parlamentarios ingleses que gentilmente nos facilitó Wilma
Derpich.
Nota: El caso de la barca Carmen en El Comercio, 18 de junio de 1857. Y el de Isabel Quintana la información ha sido tomada de Mario Castro
de Mendoza.
Con la reacción rápida de un negociante perceptivo ante negocios inmediatos rentables, la casa comer-
cial Lomer y Cía. publica un largo aviso en el que en grandes letras titula: IMPORTANTE A LOS
SEÑORES HACENDADOS Y HABITANTES DEL PERÚ6. Lo que prosigue es continuación de
ese grito:
Lomer y Cía. habiendo previsto el glorioso triunfo del Gran Mariscal D. Ramón Castilla, verdadero
Libertador del Perú y por consecuencia la libertad de los esclavos, y que a este acto de generosa huma-
nidad debía seguirle necesariamente la escasez de peones y criados, previendo esto hace algún tiempo
hemos resuelto establecernos en esta capital, principalmente con el fin de dar impulso a la inmigración
de chinos que es una necesidad de importancia muy grande para todo Perú.
Para el éxito de esto, hemos tomado tales medidas que no hay competencia para nosotros.
Tenemos en la China los agentes más activos del mundo, que, a nuestro nombre, están contratando a los
emigrantes del interior de la China para los trabajos de la agricultura así como también para el servicio de
las casas por cierto término, cuidando que no se embarquen a bordo de nuestros buques ningunas perso-
nas [sic] que no sean de una robustez y salud completa, pero solamente gente formal y de buen carácter
conocido, de constituciones fuertes para que puedan desempeñarse y que sepan cumplir con sus contratos.
Como parte de su propaganda esta casa comercial señala que posee fragatas clípers norteamericanas
llamadas Staghound, Indiaman, Nightingale, Winged Racer y Westward Ho!, y precisa que «estos clípers
6 El Comercio, Lima, sábado 5 de mayo de 1855.
Hemos hecho un seguimiento a las ocurrencias que sucedieron en esos barcos que la compañía Lomer y
Cía. menciona como suyos, aunque en realidad el propietario de Westward Ho!, Winged Racer y Nigntingale
era la compañía norteamericana Sampson & Tappan, si bien esas barcas después serían vendidas. De los
cinco que indica ninguno era clíper a vapor, todas eran fragatas clípers con velamen, realmente rápidas para
los años y su fabricación fue resultado de las urgencias por construir naves veloces para llevar todo tipo de
productos con el afán de satisfacer las muy altas necesidades de la minería de California en esos años.
Lo que parece que hizo Lomer y Cía. fue arrendar las naves a Sampson & Tappan y utilizarlas
únicamente en algunos viajes a China. Aunque solo uno de los clípers indicados, el Westward Ho!,
hizo varios viajes de China al Callao que, al igual que el resto, era de bandera norteamericana y que
en 1857 aparece con bandera peruana ya que fue adquirida por Juan Ugarte. En cuanto a los otros,
el Staghound nunca llegó a puerto peruano, el Nightingale solo es mencionado una vez (ver cuadro
siguiente) y los chinos que trasladó lo hicieron en condición de pasajeros y no como colonos, fue nave
utilizada para transportar el té desde China a otros lugares. El Winged Racer hizo un solo viaje con
6.1% de mortandad entre los chinos embarcados en Swatow. Y en relación al Indiaman, la primera
nave con culíes de Lomer y Cía. ocurrió cierta bulla periodística que presentamos luego del cuadro 3.
El diario El Comercio del 27 de setiembre de 1855 señala en un artículo que gracias a la reciente
publicación en El Heraldo sobre el movimiento marítimo se sabía que la nave Indiaman, que recién
había llegado de China, estaba puesta en cuarentena porque la mayor parte de los chinos que transpor-
7 Era imposible hacer una travesía por todo el océano Pacífico de China a Perú (17 000 kilómetros) en 60 días, por muy «velerosos» que
fuesen los barcos.
8 El Comercio, Lima, sábado 5 de mayo de 1855
manumisión de esclavos, la lomer y cía. tratante de semiesclavos y los barcos clípers 107
taba, 436 en total, sufría de enfermedades contagiosas, se añade que una centena de chinos fallecieron
en el viaje. Se pide a las autoridades que intervengan y que no solo impidan que los enfermos desem-
barquen en el Callao, sino que tampoco lo hagan en otros puntos de nuestro litoral.
Cuadro 3
TRASLADO DE CHINOS POR LA LÓMER Y CÍA. EN CLÍPERS
Fecha llegada Nombre Bandera T. R. E. F. Ll. Embarque Consign.
01 1855 Set. 24 Indiaman Norteamericana 1 165 436 Macao Lomer
02 1856 Ene. 14 Westward Ho Norteamericana 1 633 728 Nampeu Lomer
03 1856 Mar. 19 Winged Racer Norteamericana 1 700 730 Swatow Lomer
04 1857 Jun. 7 Westward Ho Peruana 1 633 770 47 723 Nampeu J. Ugarte
05 1860 Abr. 14 Nightingale Norteamericana 1 188 22 Macao
06 1860 May. Westward Ho Peruana 1 109 496 Macao J. Ugarte
07 1861 Ene. 27 Westward Ho Peruana 1 409 658 Macao J. Ugarte
08 1862 Jun. 17 Westward Ho Peruana 1 109 523 66 457 Macao J. Ugarte
09 1863 Mar. 14 Westward Ho Peruana 1 409 712 13 692 Macao Ugarte y Santiago
10 1864 Ene. 17 Westward Ho Peruana 1 109 700 17 683 Macao Ugarte y Santiago
Total 5 625
Fuente: Mario Castro de Mendoza.
Nota: fecha de llegada al Callao; T. R. toneladas de registro; E. embarcados, F. fallecidos, Ll. llegaron.
Al día siguiente «Muchos hacendados» escriben una nota, igualmente en El Comercio, indicando
que los chinos del Indiaman han llegado en buen estado de salud, que a ellos les consta porque han
ido a recoger a los chinos que les correspondía: «todos ellos han llegado sanos sin la menor novedad,
son fuertes y robustos, y no hemos oído decir que alguno de ellos haya muerto o se haya enfermado.
Esta ha sido sin duda una patraña inventada por enemigos enmascarados, sin que tuvieran en cuenta
que del modo más breve y sencillo podían ser desmentidos de sus groseras invenciones por ‘Muchos
hacendados’»9.
En este mismo diario, en esta misma fecha, también aparece otro artículo firmado por «Muchos»
desmintiendo las enfermedades de los inmigrantes chinos.
Como saga de este hecho se generó una breve polémica en los diarios limeños sobre la necesidad
de lograr «inmigrantes» y la pertinencia que sean o no chinos; discusión frecuente durante los siglos
xix y xx.
Pasados varios días de la presencia del Indiaman en la costa peruana (o quizás en la isla de San
Lorenzo donde iban los barcos en cuarentena) el 8 de octubre aparece un aviso anunciando su llegada
con «nuestro primer envío de inmigrantes para lo cual los interesados deben dirigirse a Lomer y Cía.
para la transferencia de los contratados».
Si bien al Indiaman no se le vio más trayendo inmigrantes asiáticos, es en años inmediatos pos-
teriores que la fragata Westward Ho! hizo más viajes China-Perú reemplazando en este quehacer a las
otras naves indicadas en la propaganda de Lomer y Cía.
Hubo divulgación periodística antes del arribo de esta segunda nave. La publicidad tuvo, como
antes, semiverdades impresionísticas: se dijo que esa fragata era de 2 400 T. R. y solo era de 1633; se
Tenemos la satisfacción de felicitar a los señores Lomer y Cía. por la llegada de su hermosísima fragata
Westward Ho!. Hemos estado a bordo y gustosamente vimos el más esmerado aseo y orden, como no lo
puede haber mejor ni en los mismos barcos de guerra. Su tamaño y la construcción nos dejaron asom-
brados, pues la cámara es de lo más lujosa y elegante que se pueda ver, y no hay palabras para elogiar
bastante todo el conjunto del Westward Ho!
A los colonos que hay a bordo, (los) hemos reconocido y quedamos convencidos que es decididamente
la expedición más selecta que ha venido al Perú. La circunstancia que no haya un solo enfermo y que
en todo el viaje de 73 días, únicamente 7 hombres hayan muerto, prueba que se ha mandado escoger a
los individuos más sanos y robustos. Por todo lo expuesto se verá que los señores Lomer y Cía. no han
reparado en gastos con tal de lograr su propósito patriótico, presentando al Perú labradores útiles, que
con sus robustos brazos cultiven nuestros campos y den nueva vida a la agricultura del país.
Los señores Lomer y Cía. acogerán nuestra manifestación sincera.
Lima, febrero 12 de 1856
Dionisio Derteano, Juan B Luna-Victoria, J. Félix Ganoza, Antonio de Pomar, José Gonzales del Riego,
Juan C. Ganoza, Federico Sotomayor, Adrián Bielich, Manuel Álvarez Calderón, Pablo Sacio, Mariano
Laos, Antonio Dañino, Cristóbal de Armero, José Lisson y Federico Armero.11
Si consideramos que esta comunicación al público lector ocurre en momentos en que aún se reali-
zaban los pagos del Estado a través del Ministerio de Hacienda a los hacendados y a todo aquel que
hubiera tenido esclavos afronegros, se entiende el entusiasmo de los firmantes pues con la cargazón
de ese barco chinero veían pagado su angustiante requerimiento por mano de obra, y mejor si los que
desembarcaban eran individuos sanos con brazos robustos, tal como veían que eran sus exigencias.
Pero lo dicho debe haber tenido sus variantes e intensidades ya que no sucedió que los hacendados
corrieran a la oficina de Lomer y Cía. por los chinos ni que pujaran ni se los arrancharan, ya que la
misma empresa tuvo que convocar por los diarios a las personas que ya tenían hecho convenio para
que asistan: «Suplicamos a las personas que han celebrado contrato con nosotros sobre el traspaso de
los colonos chinos […] se acerquen a nuestra oficina para su cumplimiento»12
10 El Comercio, Lima, viernes 11 enero de 1856, N.º 4935, p. 5; casi lo mismo se publica en aviso que salió en el mismo diario el 16 de
enero de 1856, N.º 4939, año XVII, p. 1.
11 El Comercio, Lima, viernes 15 de febrero de 1856, N.º 4963.
12 El Comercio, Lima, jueves 14 de febrero de 1856, N.º 4962, p. 3.
manumisión de esclavos, la lomer y cía. tratante de semiesclavos y los barcos clípers 109
Y pasó una semana y algunas personas ni se acercaron a pesar de estar comprometidos, por eso
Lomer y Cía. colocaron en El Comercio un comunicado destinado a los señores Agustín Sayán y
Antonio Reyna recordándoles que tenían un contrato con ellos, que se acerquen para hacer el traspaso
de los colonos, «les encarecemos lo hagan para que no se les siga ningún perjuicio»13.
Cada día que pasaba significaba para esta empresa tener que hacer gastos en el mantenimiento de
los culíes que llegaron en la barca y que no eran recogidos.
La tercera expedición, como la denominaban, llegó el miércoles 19 de marzo de 1856 en el
Winged Racer, una fragata de bandera norteamericana, que acoderó al Callao con «colonos escogidos
del puerto de Swatow», eran unos 730 culíes. Y casi de inmediato otro grupo de persona firmó un
comunicado igualmente favorable por la llegada de esta nueva fragata de Lomer y Cía. que, aseguran
los firmantes, ha traído
la más importante de las inmigraciones chinas que ha venido al Perú […] todos los que han venido en
esta fragata pueden superar ventajosamente todas las fatigas del campo y hacer una lucida competen-
cia al trabajo del «negro» […] y, prosiguen, era deber del grupo hacer conocer estas ventajas a todos
los agricultores, para que ellos como nosotros participen de la importancia de estos colonos […]. Los
SS. Lomer y compañía cumplen ventajosamente con introducir una inmigración que demandaba la
necesidad más apremiante y con haber proporcionado a nuestros desiertos campos, hombres útiles y
laboriosos que podrán compensar en parte las muy irreparables pérdidas que ha sufrido la agricultura.
Alejo Gamarra, Ramón Montero, Francisco I. de Goytisolo, Pedro Arrieta, Francisco Ruiz, Antonio de
Pomar, Dionisio Derteano, Juan Miguel Arrieta, J. Francisco Gárate y Manuel Aparicio.
Si se compara este grupo de firmantes con el anterior, hay solo dos apellidos que se repiten, y por el
tono de la redacción del comunicado parece que los de este segundo grupo son también hacendados.
Hay en las líneas últimas un lamento en el que claramente se refieren a la pérdida de los esclavos que
tuvo en esos momentos la agricultura; y no deja de ser una argucia promotora el que se compare al
negro y al chino y que a este se le considere mejor.
Ese viaje de la Winged Racer duró 83 días, lo que era cruzar el océano Pacífico en poco tiempo.
Esta y la Westward Ho! eran naves rapidísimas, lo que también era beneficioso para los colonos chinos
que viajaban; es así que la vez que la Westward Ho! llega en enero de 1861 el viaje se hizo en 79 días,
y cuando llega en junio de 1862 tan solo 72 días y en enero de 1864 solo 90 días. Eran clípers con
diseños novísimos que en un principio, primeros años de la década de 1850, junto con muchos otros
clípers todos norteamericanos, trasladaron víveres y material a California, y que por su rapidez se les
llamó galgos del mar.
Del viaje de la Westward Ho!, cuando acodera el 7 de junio de 1857, no hemos hallado ninguna
comunicación de apoyo seguramente debido a que cambió de propietario, fue adquirida por Juan
Ugarte, además que 47 fallecieron por un motín de los semiesclavos. La fuente utilizada solo hace esta
indicación: «decesos causados por amotinamiento».
En febrero de 1863 corrió la voz que a la Westward Ho! la habían visto recogiendo culíes en
Macao, no los traería a Perú, iría a La Habana donde perduraba la alta demanda; las exigencias
13 El Comercio, Lima, jueves 21 de febrero de 1856, N.º 4968, p. 4.
De las naves utilizadas por Lomer y Cía. la que hizo más viajes de China a Perú fue la Westward Ho!
Este tuvo una corta vida: «nace» en aguas del Atlántico en 1852 y «muere» «ahogada» en el Pacífico
en 1864.
Estaba clasificada como de clase y tipo Clíper Extremo, tenía 1600 T. R., y de largo 66 metros,
altura (quilla hasta lo alto del mástil mayor) 12.4 metros, calado (lo que ingresa bajo la línea de agua)
7 metros, la arboladura tenía 3 mástiles, el cuerpo era de ángulos acentuados y de líneas cóncavas,
su cuaderna (el conjunto de madera en todo el cuerpo) era de roble blanco y su maderamen (el piso)
estaba cubierto con pino duro, pero asegurada con cobre. La nave se encontraba pintada de negro y
en sus interiores era de color gamuza, la línea de agua era azul.
No se dice nada en las fuentes consultadas sobre cuando viajaba dónde iba la carga o en todo caso
la cargazón humana que es lo que mayormente transportó durante 10 años de su vida. Tenemos una
explicación que ayuda a entender los sucesos en esta nave y en muchas otras:
14 En realidad se trataba de Rapa Nui, isla a la que actualmente denominamos Isla de Pascua, territorio turístico chileno.
manumisión de esclavos, la lomer y cía. tratante de semiesclavos y los barcos clípers 111
En sus inicios el clíper Westward Ho! fue una de las naves más veloces en su país de «nacimiento» y qui-
zás del mundo. Fue construida por Donald McKay15, en East Boston, Massachusetts, Estados Unidos
de Norteamérica, y por primera vez tocó el mar el 24 de setiembre de 1852, y pasados algunos años
luego de haber hecho un viaje a China, al mes de su llegada se incendió y se hundió en el puerto del
Callao el 26 de febrero de 1864. Solo doce años de vida en los que mayormente tuvo como mercadería
para trasladar a gente que embarcaba en puertos chinos y desembarcaba en el Callao.
Los acontecimientos coyunturales históricos que estimulan y que están como telón de fondo tras
la construcción de esta nave marítima y otras muy similares en Estados Unidos fue la Fiebre del Oro;
aunque el primer clíper, la goleta Aberdeen, se ideó, diseñó y creó en Escocia el año 1839, y a partir de
ese modelo se hicieron clípers en muchas partes. En todo momento la principal búsqueda fue crear
una nave que tuviera gran velocidad, aunque tuviera velamen, y así sucedió.
Una mayor celeridad en el transporte marítimo empezó en ese país americano cuando se des-
cubrió oro en California en enero de 1848, el fenómeno económico-social duró siete años, mas sus
repercusiones perduran hasta la actualidad. Tras este metal los primeros que acudieron fueron los
propios residentes de California, descendientes de europeos y nativos, en seguida al enterarse hicieron
lo mismo los ciudadanos de Oregón y muchos otros estadounidenses que se trasladaron por millares,
luego llegó gente de Hawai y miles de inmigrantes latinoamericanos de México, Chile y Perú; de
Oceanía, australianos y neozelandeses; de Asia, especialmente de China; y de Europa principalmente
franceses que llegaron acompañados de alemanes, italianos y británicos.
Este traslado masivo de miles de personas de muchos lugares del mundo, creó la necesidad del
abastecimiento permanente de productos muy variadísimos, desde alimentos y herramientas, hasta
artículos de tocador y vestimenta, materiales de construcción y elementos de diversión, etc. Se necesi-
taba de todo, pues en las costas del Pacífico no había aún producción manufacturada. Y no había ma-
nera rápida de trasladar todo lo necesario desde el mar Atlántico al mar del Pacífico norteamericano,
se trataba de un viaje marino de 37 000 kilómetros que pasaba por el Cabo de Hornos, los modelos
antiguos demoraban cubrir esta ruta entre 7 y 8 meses, esa distancia era casi igual que toda la circun-
ferencia del globo terráqueo.
Fue ese el momento en que comenzaron a enseñorear por los mares los clípers con sus altos
mástiles, sus diseños en los que no primaba la anchura sino la largura (eslora), y tenían la capacidad
de recorrer miles de millas sin la necesidad de detenerse para recargar carbón, como sucedía con los
buques a vapor igualmente de reciente creación en Europa, son (los clípers) «como masas de nubes de
alas blancas que majestuosamente se elevan con la brisa del verano».
En notas breves relataremos los largos o cortos viajes de la nave Westward Ho! sea los que hizo de la
costa del Atlántico hasta la del Pacífico, bordeando el Cabo de Hornos16 llevando una gran variedad de
productos a California o los que hizo cruzando el océano Pacífico transportando a chinos. Es así que:
15 Donald McKay (1810-1880). Fue una figura prominente durante la época romántica de los barcos clípers. Nace en Nueva Escocia,
Canadá, el año 1810. Se traslada en 1827 a Nueva York cuando era aprendiz de carpintero de barcos. En 1845 se establece en los
astilleros de East Boston donde diseñó y construyó barcos que fueron famosos por la eficiencia y rapidez en el transporte a California
durante la Fiebre del Oro. Fue un revolucionario en la arquitectura naval; era riguroso en constatar la perfección de los detalles. Entre
los barcos que construyó están Stag Hound, Flyind Cloud, Glory of the Seas, Howard Racer, Westward Ho¡. Durante la Guerra de
Secesión (1861-1865) en Norteamérica siguió construyendo naves con el fin que se usaran en este conflicto. Fallece el 20 de setiembre
de 1880 en Hamilton, Massachusetts, donde vivió durante sus últimos años (información de internet resumida).
16 Información obtenida de : http://www.bruzelius.info/Nautica/Ships/Clipers/Westward_ Ho(1852).html.
manumisión de esclavos, la lomer y cía. tratante de semiesclavos y los barcos clípers 113
Esta barca de Juan Ugarte aún permanecía en el Callao el 12 de febrero, 15 días después se incen-
dió y se hundió. Según El Comercio19 se desconocía con precisión el verdadero origen del incendio.
Había la información que no se había generado en la cocina, por eso el accidente se atribuía a diferen-
tes causas; una de ellas era que como el buque retornaba a China con unos 60 a 70 chinos que durante
los años que trabajaron en el Perú consiguieron acumular algún dinero, aseguraba el diario que alguno
de ellos tenía más de cuatro mil pesos. En un momento que este grupo de asiáticos estaba bebiendo
y fumando «placenteramente opio, y que en su aletargamiento se descuidaron con el fuego de sus
pipas que causó el fuego del incendio»; felizmente no ocurrió la explosión de dos quintales de pólvora
que había en la nave pues no estaba en buen estado. De todas maneras se incendió el Westward Ho! y
cuanto tenía a bordo. La nave, propiedad de Juan Ugarte, estaba lista para hacer viaje a Chile y de ahí a
China, llevaba provisiones y repuestos de velas. Se calculaba que fueron 80 000 pesos las pérdidas que
sufrían los dueños, y por un descuido lamentable el clíper no estaba asegurado. Felizmente no hubo
ninguna persona que falleciera ni entre los pasajeros ni en la tripulación.
En una información de un organismo estatal, la Capitanía del puerto del Callao, envía una carta
al señor general ministro de Estado del despacho de Guerra y Marina, en la que le dice que a las 10 de
la noche del 26 de febrero le avisaron que la Westward Ho! se había incendiado, lo que hizo H. Manuel
Silva Rodríguez, oficial responsable de la Capitanía, fue ordenar que se embarquen sus ayudantes y la
marinería de la dotación que de él dependía y que comandaba en esos momentos con el fin de ayu-
dar. El fuego del clíper había tomado grandes proporciones en su interior y no se pudo salvar a pesar
de los socorros que recibió tanto de la Capitanía como de los buques de guerra y barcos extranjeros.
Como el incendio se había extendido hasta la parte superior de la nave siniestrada quisieron ponerle
cadenas, jalarla y procurar llevarla a las orillas para que vare, pero no fue posible. Y a pedido directo
del capitán de la Westward Ho!, se procuró echarlo a pique haciéndole tiros de cañón, lo que tampoco
dio resultados; por eso al momento que se escribía la carta el barco aún estaba incendiándose. El oficial
de la Capitanía ofrecía que de inmediato le mandaría un informe sumario donde quizás indicaría el
origen de esa desgracia20.
Como no se ha encontrado ese sumario, no se sabe las razones del incendio; la versión que ofreció
El Comercio no tiene mucho sustento, no es creíble que chinos que intentaban regresar a su patria con
algún dinero, hicieran algo que condujera a un incendio.
Hubo la sospecha que un marinero del Westward Ho!, Miguel Marcando, estuvo implicado en
el incendio por eso el mismo responsable de la Capitanía envía otra comunicación al mismo minis-
tro informándole que de acuerdo al dictamen del auditor general de la Marina, no se le encontraba
culpable, solo fue una insubordinación que cometió contra su capitán en los instantes que la nave se
quemaba, por eso eran suficientes los días que pasó detenido. En esta misma carta se indica que se
cancelará el asiento de la patente de ese clíper en el libro de esta secretaría por haberse quemado ese
documento en el incendio según había sido ya expuesto.
Y de esta manera el Westward Ho! finalizó sus días quedándose para siempre en aguas del Pacífico
frente al Callao y de manera administrativa quedó asentada «su defunción» en la capitanía de ese
puerto. Su vida surcando mares con el velamen desplegado a los vientos, con su notable velocidad,
El cuadro que sigue no es de barcos chineros, es de las empresas a las que los barcos chineros les traían
semiesclavos.
Cuadro 4
TRÁFICO DE CULÍES SEGÚN EMPRESAS CONSIGNATARIAS AÑOS 1849-1874
Empresas Número de chinos que llegaron Totales
chineras 1849-1854 1855-1859 1860-1864 1865-1869 1870-1874 N.º %
Canevaro y Co. 1 680 6 275 12 601 20 556 23.5
Cía Marítima del Perú 5 299 8 810 14 109 16.1
Juan Ugarte 2 553 900 4 261 7 714 8.8
Juan Figari e Hijos 298 2 630 4 979 7 907 9.0
Varios medianos (1) 4 080 1 967 2 244 3 614 11 905 13.6
Varios pequeños (2) 734 436 3 310 5 055 3 502 13 037 14.9
Sin consignatario 6 417 2 960 791 2 024 12 192 14.0
Totales 4 814 6 853 12 768 23 194 39 791 87 420 100.0
(1) Candamo, Domingo Elías, García y Co. Roco Pratolongo, J. Sevilla y Zaracondegui.
(2) Alejandro Estienne y Co. W. M. Robinet, Muro, Bianchi y Co, H.Grunning, M.Espantoso, C. Althaus, Bresani, Lomer y Co., A. Barrera, Hurtado,
Del Río y Co., Ramos, Fernández y Co., Alson, Conroy, Filgueira, Marcone, Lostanau, Molfino, Menacho, Delgado Hnos., León Bollé, Dagnino e
hijos, Cía. Asiática, Cía. Nacional.
Insistimos en que el cuadro no muestra a las empresas o personas empresarias tratantes de chinos,
lo que tenemos es empresas o personas a las que les llegaban los culíes. Sucedía, entonces, que podía
encontrarse:
– Propietarios de barcos que preferían el tráfico chinero.
– Empresas o personas —consignatarios— que alquilaban esos barcos para traer mercadería huma-
na desde China.
– Empresas o personas consignatarias que tenían barcos casi exclusivamente para utilizarlos en la
comercialización de culíes.
Según Mario Castro de Mendoza (1989: 12), en la época de la navegación a vela, el aspecto
comercial de un viaje con carga era bastante simple. El capitán, que era cabeza de todo en cualquier
barca, también intervenía en el aspecto comercial y administrativo. Cuando llegaba con una cargazón
de culíes, debía ver el desembarco de ellos y en seguida en el mismo puerto entregarlos a los consigna-
tarios que los esperaban. De su parte los consignatarios eran quienes a su vez entregaban a esa gente-
mercancía recién desembarcada a personas que de antemano habían pagado por ella; y si sobraban
manumisión de esclavos, la lomer y cía. tratante de semiesclavos y los barcos clípers 115
ponían avisos en los diarios ofreciendo su mercadería humana. Como es el siguiente caso: «CHINOS.
Se traspasa las contratas de 28, recién llegados…»21.
La compra de la Westward Ho! en el año 1857 por Juan de Ugarte es el motivo por el cual en el
cuadro los barcos que eran de Lomer y Cía. solo se da información de los consignatarios de los tres úl-
timos viajes, en los siete anteriores no la hay. En los primeros viajes de esos barcos, es evidente que eran
la misma empresa la que traía culíes y la que los negociaba; es igualmente cierto que en un momento
el Westard Ho! tiene una cargazón de culíes destinada a la empresa de Ugarte; algo más comprobado
es que los avisos de la Lomer ofreciendo trabajadores chinos, no se encuentra más en los diarios, por
lo tanto solo trajo culíes para otros.
7. De la propaganda a la realidad
Durante los 25 años de este tráfico fue frecuente que los chinos recién llegados fugaran, aunque no
comprendemos con qué objetivos si no conocían en absoluto el nuevo país en el que se hallaban, y
nuestra falta de explicaciones es mayor cuando los que se cimarroneaban era gente muy joven, a veces
niños.
Veamos los casos de culíes cimarroneados que llegaron en los clípers que usó Lomer y Cía. Con
pesar comprobamos que los varios avisos que transcribimos o copiamos no dicen los motivos por los
que han escapado, a los amos solo les interesaba dar la información necesaria para que los identifica-
ran, los entreguen y regresen al lugar de donde habían huido para exigirles que trabajen.
De los colonos que llegaron no hacía ni dos meses en el Winged Race y que pasaron ya a manos
de sus amos, por uno de ellos, que se había escapado de la calle Serrano N.º 50 (actual 8.va cuadra
del jirón Camaná) ofrecían como recompensa a quien lo entregara una onza (28.7 g) de oro. Esa era
la misma modalidad y cantidad que se utilizaba para con los negros cimarrones. Este chino huido se
llamaba Atune, tenía 20 años, era de estatura regular, y con su propia mano por verse mejor se había
cortado con tijera todo el pelo dejándose solo un retazo en la coronilla, «como de una sesma» [sic]22.
El chino que llegaba en algún barco al Callao podía terminar en cualquier parte del país.
Simplemente luego de haber hecho el nuevo patrón la transacción con el chinero que lo trajo a Perú,
el culí era llevado a su destino de la manera más conveniente según la distancia: a pie, en carretones o
en barcos de menor calado que iban del Callao a otros puertos.
El culí Acuai huyó el 9 de marzo de 1856 de la chacra Cegama cuando recién hacía un mes había
sido «comprado» (así dice el aviso) a Lomer y Cía. Su llegada se produjo en el Westward Ho! En la
nota-aviso periodístico indican lo que llaman sus señales (físicas): «pelo corto hasta el pescuezo por
detrás y pelado por delante donde tiene un mechón de canas que dice ser lunar, un colmillo metido
junto al ojo, también lunar, un colmillo metido hacia dentro en la parte de arriba de la boca que se
le ve cuando habla, estatura alta y grueso». Dan muestras de su personalidad y comportamiento:
«siempre alegre, muy adulón y amigo de estar aseado». Indican su indumentaria: «Estaba vestido con
camisa y calzones de algodón de color, todo nuevo, sombrero color vicuña y zapatos de los que ellos
manumisión de esclavos, la lomer y cía. tratante de semiesclavos y los barcos clípers 117
el contrato del culí. Leamos: «CHINO CIMARRON. Uno que vino con los últimos del señor Lomer
dice que su patrón se llama Navarrete. WINGED RACER. En la imprenta darán razón»27.
Con la presentación de estos casos y los que siguen debemos advertir las limitaciones de las res-
ponsabilidades de la Lomer y Cía. y de otras compañías similares. Lo que ocurriera con un chino
migrante solo era incumbencia de la Lomer hasta el momento en que hacía el traspaso de la contrata,
luego de esto el nuevo patrón, ya con el contrato en la mano, asumía lo que ocurriera (sea muerte,
enfermedad, fuga, etc.) con el chino, empezando por darle arroz diariamente.
El 3 de abril de 1856 Lomer y Cía. indicaba en un aviso periodístico que tenía interés de traspasar los
contratos de dos niñas chinas, ambas tenían nueve años. Aseguraban que eran de buena familia y que
tenían un vestuario lujoso al uso chino. Ellas habían llegado en la cámara de la fragata Winged Racer28,
es decir la tercera expedición de la empresa. Efectivamente ese barco había llegado hacía poco tiempo,
no era una nave chica pues tenía 1700 toneladas de registro. Junto a esas niñas habían arribado 730
culíes, todos los cuales partieron hacía al menos tres meses del puerto chino llamado Swatow, en la
provincia sureña china de Guandong.
Pocos días después en ese mismo diario se avisaba que se había encontrado un chinito de 11 a 12
años, posiblemente cimarroneado, tenía cara redonda con una señal en la frente, llevaba camisa azul,
pantalón de casimir oscuro, medias negras y zapatos del país (peruanos, no chinos). Al niño, que se
negaba decir quién era su patrón, se le encontró en la chacra de Cueva. Por último, se precisaba que
la persona que se creyese con derecho a él podía buscar al Sr. Ugarte que residía en los altos de la calle
de San José, actualmente 3.a cuadra del jirón Junín29.
En el mismo diario y en el mismo año una persona a la que se le había fugado su culí ofrecía una
buena gratificación a quien lo entregase. El chino buscado era un adolescente de 13 a 14 años y era
posible que se hubiera ido a las chacras de la portada del Callao; igual que el cimarrón anterior llevaba
pantalón y camisa oscuros y tenía puestos zapatos del país.
Dos meses después la misma empresa Lomer y Cía., deseaba traspasar 9 chinos y una chinita de
diez años30. Es posible que en esos instantes solo le quedara una de las niñas que antes estuvo ofrecien-
do, en tanto la otra ya había sido entregada a su nuevo patrón.
De manera parecida y fácil se puede hallar similares noticias en las que la particular característica
de los fugados o los traspasables (de un patrón a otro patrón con pago de por medio) eran niños o
adolescentes. Damos dos referencias en ese mismo año: un chino de 14 o 15 años se había fugado en
manumisión de esclavos, la lomer y cía. tratante de semiesclavos y los barcos clípers 119
CAPÍTULO 6
La recopilación de cierto tipo de avisaje sobre los chinos culíes que se encuentra en el diario de El
Comercio en el siglo xix, entre los mismos años en que llegaron estos inmigrantes (1850-1874) y hasta
algunos años después, facilita un material inesperado y atractivo que permite conocer con alguna
precisión sus edades, sus características fisonómicas, las apariencias corporales, la vestimenta e indu-
mentaria adicional que utilizaban cotidianamente, así como las visibles huellas de las enfermedades o
accidentes que tuvieron antes de que llegaran a Perú o tiempo después de su arribo. Ese mismo tipo
de avisos por igual permite percatarnos de algunos aspectos de la fuga de esos mismos chinos que
mayormente, en este caso a partir de esta información, estuvieron destinados a trabajar en la ciudad
como servidumbre doméstica en los hogares, en los negocios y en las labores agrícolas de las haciendas
vecinas y muy pocas veces algo más lejos.
Este material reunido resulta de los avisos de las fugas de los chinos que, pagando algunos reales,
sus propietarios colocaban en las páginas de El Comercio; o también, aunque en número mucho me-
nor, de aquellos que encontraban a un chino fugado, pagaban su aviso y esperaban alguna recompen-
sa, tal como era costumbre por esos años.
La reacción de los patrones ante las fugas fue muy similar a la que regularmente, en décadas in-
mediatas anteriores (aunque también cuando aún perduraba la esclavitud y paralelamente llegaban al
Callao barcos de vela con culíes1), tuvieron los dueños de esclavos en ese mismo diario y que ha sido
utilizado por un historiador peruano (Aguirre, 1993), así como material muy similar en periódicos
de La Habana fue usado y trabajado por Pedro Deschamps Chapeaux (1983), un historiador cubano.
Para que se entienda mejor ante qué tipo de datos nos encontramos, trascribimos enseguida dos
de estos anuncios tal como fueron leídos por cualquier lector de El Comercio del siglo antepasado.
1 Sobre este asunto debe recordarse que el inicio de la trata amarilla al Perú comienza en 1849 y que la manumisión de los esclavos ocurre
en 1854, cinco años después.
123
FUGA
Chino prófugo. Se ha huido del hotel de la plaza en Chorrillos un chino nombrado Así. Sus señales
son como sigue: alto, gordo, con un lunar en el lado izquierdo de la cara, de 30 años de edad y
habla regular el castellano. La persona que lo entregue en dicho hotel recibirá una gratificación de 50
pesos2.
*****
El viernes 14 del presente se ha aprehendido a un chino cimarrón en el camino de Piñonate, la persona
a quien le pertenezca puede llegarse a la huerta inmediata donde se encuentra3.
Estos anuncios al igual que casi todos los que hemos reunido, contienen similar información que
puede, evidentemente, decirnos algo sobre el cimarronaje citadino de los chinos y sobre sus múltiples
características individuales (edades, fisonomía, estatura, vestimenta, adornos, actividades en las que se
desempeñaban, etc.) tal como los observaron los limeños por entonces. De estos dos asuntos nos inte-
resa más el último, aunque el primero permite conocer el entorno que rodeaba (y que por momentos
asediaba) a los culíes.
No faltan anuncios en los que los amos hacían abiertas amenazas a cualquier persona que hubiera
retenido a un chino y lo estuviera haciendo trabajar en su provecho. Es así que, y lo ponemos como
ejemplo, en el mes de junio de 1855 aparece un aviso en el que, entre otros asuntos precisados en
líneas anteriores, se indica que «la persona que lo haya admitido [al chino cimarrón] en su servicio sin
oblar el dinero de su contrata, será responsable al pago y a las penas que la intendencia de la policía lo
condene»4. Tampoco falta algún aviso en el que una persona anuncia que ha aprehendido a un chino
e indica enseguida sus características.
El colocar este tipo de avisaje en periódicos no solo se debía a que continuaba un similar compor-
tamiento antipatronal de rebeldía de los trabajadores de la costa, del campo y de la ciudad —en un
instante de los esclavos de origen africano y en otro de los semiesclavos orientales—, sino que de esta
manera los patrones tenían consignada una notificación que les permitía hacer las denuncias corres-
pondientes ante la policía si hallaban a «su»5 trabajador en manos de otro patrón, como expresión de
un fenómeno frecuente de rebatiña entre caballerosos amos.
A todo este fenómeno de fugas de esclavos o semiesclavos se le denomina cimarronaje y a los indi-
viduos que lo realizan se les dice cimarrones. A pesar de la amplia aceptación de estos términos entre
científicos sociales, el uso de ellos es escaso en todos los avisos que tenemos fichados. Igualmente la
designación de «culí» a los chinos es académica antes que de uso regular en su época.
En total, son casi 600 las referencias que hemos reunido de esos anuncios periodísticos, y com-
prenden del año 1852 a 1877. Precisamos que en un mismo anuncio podía mencionarse la fuga de
más de un chino siempre y cuando tuviese un mismo patrón. Un aviso podía salir en El Comercio en
Para conocer ante qué grupo humano nos encontramos nos parece conveniente informar sobre las
edades de los chinos. Esto tiene su importancia porque de alguna manera infiere sobre algunos de los
asuntos que luego se desarrollarán.
El cuadro que continúa trae algunas sorpresas que, teniendo en cuenta otras informaciones, eran
sospechables. Antes de seguir se debe precisar que no todos los patrones consignaron la información
respecto a las edades de «sus» chinos, de ellos solo colocaron el dato de 278 (46% del total) y hasta en
muchos casos se percibe que no conocían con exactitud la edad
que ellos tenían. Veamos el Cuadro 1: Cuadro 1
Llama la atención la juventud de los chinos en momentos que EDADES DE LOS CHINOS
recién habían llegado a Perú, el promedio de edad de todo este Edades N.º %
10 y - 5 1.8
conjunto de migrantes era de 21,1 años. En el cuadro las mayores
11 – 15 50 18.3
concentraciones del número de estos inmigrantes se encuentran 16 – 20 98 35.9
en los primeros grupos etarios. Es por eso que si sumamos a los 21 – 25 53 19.4
chinos que tenían entre 11 y 30 años tenemos que eran casi el 26 – 30 40 14.7
87% del total. 31 – 35 9 3.3
36 – 40 8 2.9
Toda esta inobjetable preferencia por jóvenes chinos respon-
41 – 45 6 2.2
de, por supuesto, al interés de los chineros6 de lograr y a con- 46 – 50 4 1.5
tinuación ofrecer mano de obra muy joven a los que serían sus Con datos 273 100.0
compradores7. De esta manera los amos podían estar seguros que Sin datos 326 54.4
durante los ocho años que iban a tener a estos semiesclavos en el Total 599
trabajo como «contratados», esos jóvenes orientales se hallarían en Fuente: El Comercio, 1850-1872.
6 De esta manera han sido denominados aquellos «comerciantes» que hicieron negocio con el tráfico de chinos.
7 Los chineros (empresas o personas) «adquirían» a los culíes luego que éstos firmaban un contrato lo que posibilitaba que realizaran el
viaje transpacífico. En el contrato se especifica las mutuas obligaciones (de los patrones y de los chinos). Al llegar al Callao los intere-
sados adquirían de los chineros los contratos y junto con ello se llevaba a «su» chino quien debía trabajar durante ocho años.
chinos cimarrones en lima: rostros, facciones, edades, apelativos, ropaje y otros pormenores 125
La juventud de todo este conjunto de chinos cimarrones se encuentra vinculada con su reciente
llegada al «País de las Colinas de Arena», como reza el título del libro de Fernando de Trazegnies
(1994). Por lo demás es asunto que los amos lo dicen con harta frecuencia en los anuncios. A las
usuales palabras «recién llegado» se agrega: en buque Callao, en fragata La Providencia, en el Loa, etc.;
y se encuentra otras muy similares: «de las últimas (o penúltimas) expediciones», «recién comprado
el mes pasado a Lomer», «es de los recién traídos por el señor Ramos», «recién contratado para servi-
cios domésticos», «su contrato es por ocho años y solo ha servido siete meses». Un aviso que sale en
setiembre indica que el chino fugado había llegado en julio de Guangzhou (Cantón). Mencionamos
el contenido de algunos otros avisos: «es recién llegado, no conoce las calles ni sabe hablar castellano»,
«Este chino (llamado Guifoe) vino últimamente en la fragata salvadoreña La Providencia y fue com-
prado al señor D. Juan Figari según contrata N.º 346 el 29 (de diciembre)»8.
Es evidente que las actividades que hallamos en esta muestra no son aquellas en las que predominante-
mente encontramos a la totalidad de chinos culíes que estuvieron en el Perú. Buena parte de los 100 000
que llegaron en condición de contratados el siglo xix fueron destinados a las labores agrícolas. Luego de
esta incuestionable afirmación, es difícil indicar, por escasez o falta absoluta de información estadística
precisa, cuántos fueron designados a la extracción de guano en las islas peruanas del Pacífico, cuántos
fueron enrolados para construir los denominados caminos de fierro (rieles) durante la fiebre ferrocarri-
lera, cuántos estuvieron como servidumbre doméstica en los hogares. En términos generales la suma de
chinos en estos últimos destinos mencionados fue menor que aquellos que trabajaron en una agricultura
que requería mucha mano de obra en la que a su vez hubiera una actitud diferente ante este trabajo.
Lo que nos indica la muestra, de acuerdo al cuadro 2, es que mayormente los chinos fugados no
estaban en labores agrícolas, había más como sirvientes. Esto es así pues los avisos (y seguramente
también la información) de El Comercio refleja antes que nada las inquietudes, asuntos y problemas
de Lima urbana (incluyendo Chorrillos y Callao) y no tanto las de Lima rural. Lima no era, por esas
décadas, una ciudad exenta de amplios campos cultivados. Es por ello que los chinos cimarrones de
las haciendas no son pocos dentro del total del Cuadro 2.
En el cuadro tenemos información para 230 chinos fugados (39%) y no la hay para 369 culíes
(61.6%). Es concluyente que contamos solo con una muestra de las actividades a las que se dedicaban
los cimarrones.
Una parte de la información sobre estos trabajadores es imprecisa en cuanto a la ubicación exacta
del centro laboral agrícola, dicen solamente «chacra San José», «chacra de Melgarejo», etc. No obstante,
no poca cantidad es inobjetable en mostrar que buena parte de los chinos fugados de los trabajos agrí-
colas pertenecían a haciendas próximas, y, según se precisa, eran de los latifundios llamados Pariachi,
Salamanca, La Rinconada, Trapiche Viejo, El Naranjal, Chacra Alta, San Lorenzo, Huachipa, Zárate9.
4. Descripciones morfológicas
En este subcapítulo presentamos los aspectos somáticos de los chinos culíes cimarrones, aquellas car-
acterísticas naturales con las que nacían, algunas de las cuales eran similares entre ellos, y otras muy
particulares; y en el siguiente subcapítulo que continua mostramos los rasgos o atributos adquiridos y
obtenidos en el transcurrir de sus vidas. Estas cualidades no habían ocurrido o no eran asumidas por
la totalidad de chinos; ocurrían a veces de manera voluntaria, por interés o inquietudes personales o
les sucedió por las circunstancias particulares de un momento histórico en los que estaban envueltos,
que eran, para decirlo variando un tanto el título de una novela de Lin Yutang, como «hojas en una
tormenta».
Pues bien, no puede dejar de descartarse la posibilidad de que las características con que los culíes
fueron vistos correspondían a personas escogidas selectivamente por los traficantes. Una muestra de
ello, asunto ya dicho en líneas anteriores, es en cuanto a las edades de estos asiáticos. Buena parte de
ellos eran muy jóvenes. No resulta lógico que los chineros hubieran escogido a personas ancianas de
10 Algunos hacendados denominaron al conjunto de sus trabajadores de origen africano como sus «negradas», otros hablaban de sus «chola-
das», y cuando los que laboraban en sus haciendas eran chinos al conjunto de ellos que les pertenecían los llamaban sus «chinadas».
11 Las panaderías mencionadas son la de La Palma, la de San José cuyo propietario era José de Asín, la del señor Suito, la nombrada como
San Francisco, la del Puente, la de (la calle) Pescadería (al costado del palacio presidencial), la de (la calle) Huaquilla.
12 Carlos Aguirre afirma que: «Las panaderías eran usadas desde tiempos coloniales como prisiones para criminales y esclavos fugitivos»
(Aguirre, 1995: 350, pie de pág. 26).
chinos cimarrones en lima: rostros, facciones, edades, apelativos, ropaje y otros pormenores 127
características y aspectos inconvenientes. Si era así, no lograban compradores o perdían prestigio si la
«mercadería» que mostraban o entregaban no tenía buen aspecto.
Una percepción estereotipada sobre las características más ostensibles (estatura, grosor) de los
chinos culíes es que ellos eran delgados13 y bajos. Teniendo en cuenta que todos los que vinieron a
Perú pertenecían a una misma provincia, Guandong14, es de suponer que entre ellos estas mismas
características y algunas otras eran parecidas dentro de algunas posibles variaciones15.
Veamos las percepciones que de «sus» culíes tenían los patrones. Para tal efecto tomaremos solo las
descripciones morfológicas que ellos colocaron en los avisos de El Comercio.
a. Estatura y grosor
En cuanto a la estatura se usó los términos regular o mediano, bajo, pequeño, chico (solo en una
ocasión colocaron el de muy pequeño y en dos ocasiones piquichón16 y en una bajo encorvado, es
decir, jorobado), también hubo alto (y en dos oportunidades muy alto, alto bien formado, de los más
altos que han llegado). Para llegar a una simplificación aceptable, en el cuadro que sigue solamente
hemos hecho tres agrupamientos (altos, regulares, bajos). Debe tenerse en cuenta que algunos de estos
inmigrantes no habían aún finalizado de crecer en cuanto que eran muchachos que no llegaban a los
15 años. Así que seguramente, pasados algunos años, fueron menos aquellos que tenían tallas bajas o
que aun no habían crecido mucho.
A pesar de que no conocemos los criterios para considerar a cualquier chino dentro de una de las
tres categorías que se muestra en el cuadro, es indiscutible que ante los ojos de los patrones los chinos
no eran altos: en el Cuadro 3 hay un predominio ostensible si se
suma los dos últimos grupos. De todas maneras, es importante Cuadro 3
que hubiera no poco chinos (26.1% del total) considerados altos, CHINOS: TALLA
ya que ello debería conducir a eliminar la idea de que todos los N.º %
Alto 60 26.1
chinos eran bajos.
Regular 84 36.5
Veamos ahora lo que se refiere al grosor de ellos. En este caso Bajo 86 37.4
hemos reunido las diferentes denominaciones, las que son posibles Total 230 100
de reunir en tres categorías: gordo (incluye: gordo, regordete, algo Fuente: El Comercio 1852-1877.
13 Un sinónimo usual despectivo era el de raquíticos.
14 La capital de esta provincia es Guangzhou (Cantón) y seguramente por ello mismo se dijo de los chinos que llegaron a Cuba y Perú
que eran cantoneses. Por lo demás es difícil aceptar que «todos» los chinos de esta provincia eran muy parecidos. Más cuando se co-
noce que poblados de distintas regiones la invadieron en diversos momentos de su larguísima historia y que aquí a Perú llegaron los
subgrupos denominados puntí y hakká. No tenemos muchas precisiones si entre ellos había diferencias físicas y culturales aunque no
nos es desconocido que tuvieron (y tienen) diferentes lenguas.
15 De acuerdo a un antropólogo físico, en China se puede hallar dos «razas»: la China o centro mongol que comprende a la mayor parte
de chinos de las grandes cuencas del Hoang-ho y del Yang-tse-kiang, también en Corea, parte del Tibet, y ramificaciones hasta Siam
y Birmania, y la razas sud-mongola o paleomongol que incluye a los habitantes del sur de China, Birmania, Siam, Indochina y se
extienden hasta Malasia, también se los encuentra en el Tibet y en el Japón.
En tanto los chinos que llegaron a Perú eran parte de esta segunda raza, indicamos las características con las que los muestra ese mis-
mo antropólogo: «... es de talla más baja (que los del norte) (1.58 a 1.60 mts.); cuerpo generalmente delgado; color de un amarillo
parduzco; braquicéfalos (índice de 80 a 85), pero cráneo no tan bajo como en los nord-mongoles; cara ancha con tendencia peculiar
a redondearse; nariz ancha con orificios nasales dilatados; ojos oblicuos, pero el pliegue mongólico falta en ocasiones» (Comas, 1957:
549-550).
Podemos asegurar que obras similares a la de Juan Comas hacen esta misma división y proporcionan las mismas características físicas
a los sud-mongoles.
16 Es un peruanismo que se refiere a una manera de caminar, pues se tiene piques en el pie.
Cuadro 5
CHINOS: GROSOR Y TALLA
Alto Regular Bajo Total
N.º % N.º % N.º % N.º %
Gordo 2 2.8 9 12.9 10 14.1 21 29.6
Robusto 6 8.5 8 12.3 3 4.2 17 23.9
Flaco 13 18.3 11 15.5 9 12.7 33 46.5
Totales 21 29.6 28 39.4 22 31.0 71 100.0
Fuente: El Comercio 1850-1877.
Debemos explicar que todos los porcentajes, también el de los totales horizontales y verticales,
están referidos a la suma total de la muestra cuya cantidad absoluta es 71 casos. Es explicable que este
número sea menor que en los totales de los dos cuadros anteriores en tanto no en todos los avisos de El
Comercio se daba al mismo tiempo información sobre ambas variables. Solo de 71 casos hemos podido
hacer el cruce que se presenta en el cuadro último.
En él vemos por igual la predominancia de chinos delgados (bajos, regulares y altos), entre los
cuales, para sorpresa nuestra, hay una mayoría no muy acentuada que eran altos. Aunque, luego de
los delgados, también tienen alguna presencia notoria aquellos chinos que eran regulares-gordos y
bajos-gordos.
No se puede decir mucho más sobre estos aspectos en tanto la información se reduce a lo antes
dicho.
De toda la siguiente información sobre diversos conjuntos temáticos que mostramos en este subcapí-
tulo, el número de casos no es frecuente ni es conveniente en ciertos casos asumir cuantificaciones; de
todas maneras estas averiguaciones que presentamos nos dicen algo sobre algunas de las características
físicas de los chinos que observaban los peruanos del siglo pasado.
chinos cimarrones en lima: rostros, facciones, edades, apelativos, ropaje y otros pormenores 129
Una de las más evidentes, que incluso se presume como factor importante en las diferenciaciones
raciales, es el color de la piel. Según los avisos de los patrones «sus» chinos eran: claros, mestizos, co-
brizos claros, muy prietos, blancos, cholos, amarillos, trigueños, prietos, chinos, aceitunados, etc. De
nuestra parte hemos simplificado esta relación de colores en cuatro grupos: blancos (incluye: claro,
blanco, algo claro, blanco pálido, muy pálido), prietos (incluye: prietos, muy prietos, aceitunados),
cobrizos (incluye: mestizos, cobrizo claro, cholo, trigueño, muy trigueño), amarillos (incluye: amari-
llos, amarillentos y chinos). Según ello tenemos el Cuadro 6.
El cuadro muestra que las mayores frecuencias de color se Cuadro 6
centran sobre los chinos «blancos» y «los cobrizos». Tal como es CHINOS: COLOR DE PIEL
científicamente comprobado, aceptado y ya es bastante conocido, Color Nº %
el origen de la población nativa americana es el Asia, por eso mis- Blanco 37 57
Prietos 3 4
mo, ante los ojos de la gente peruana y considerando solo el color
Cobrizos 20 31
de la piel, los chinos culíes tenían ciertas afinidades con nuestra Amarillos 5 8
población autóctona: por ello en ocasiones los designaban como Totales 65 100.0
«cholos», trigueños, etc. Fuente: El Comercio 1850-1877.
Pero los parecidos no quedaban solo en ello. Con mucha fre-
cuencia se ha conducido a reducir la forma de cara y la nariz de nuestros «indígenas» como «aguile-
ñas», es decir, un poco largas, corvas o convexas. Esta misma designación la encontramos con relativa
frecuencia para señalar a los chinos.
Veamos, de acuerdo a los avisos de El Comercio, cómo eran sus «formas» de cara considerando
que también en este caso hemos realizado una agrupación: en las denominadas caras aguileñas es lo
mismo; en el grupo de caras redonda se encuentran a los designados como: redonda, redonda y chata,
abultada y redonda; en los carantones17 a los que se indica de la misma manera (carantones), así como
gorda, anchita y ancha; y en otros: incluimos mediana, chata, chiquita. De acuerdo a esta simplifi-
cación tenemos el Cuadro 7.
Habría que considerar que los rostros no solo tienen ciertas Cuadro 7
formas sino que pueden ser considerados como agradables o des- CHINOS: FORMAS DE CARA
agradables (feos o bonitos) y que también expresan sentimien- Color N.º %
tos interiores. Todo esto mismo era visto por los propietarios que Aguileña 24 21.4
Redonda 68 60.7
creían que «sus» chinos eran de buena o regular cara o no eran
Carantón 12 10.7
feos. Lo anterior es lo mismo que decir que no tenían malas fac- Otros 8 7.1
ciones, o eran de buen o muy alegre semblante (de esta buena Totales 112 100.0
apreciación tenemos muchas opiniones). Lo contrario de todo Fuente: El Comercio 1850-1877.
esto, que eran feos, es, en verdad, en muy poca cantidad (solo uno
de ellos opinaba así). Pero hay dos juicios que desconciertan: varios patrones se refieren que su culí
tenía «cara no de chino», «no se le ve muy completamente chino» (entonces, ¿cara de qué tenía?); y
otro da una opinión sesgada, «su cara era menos deforme que el común de los chinos».
Como la cara humana tiene diversas partes e incluso usos y muestras de acontecimientos, todo ello
ha permitido diversas opiniones como: con bigote y pera escasos (ralos), barba muy poca, bigote, lam-
piño, cara muy abultada, cara llena de picadura de mosquitos, frente corta, frente un poco preñada,
17 Según el Diccionario de Martín Alonso, la palabra carantón es un peruanismo para designar a las personas que tienen cara grande.
18 Otros términos que usaron fueron: nariz chata, nariz ñata, nariz ancha, medio ñato, muy ñato.
19 La contabilización de estas características físicas es embrollado, pues las menciones en el avisaje de El Comercio son muy difusas. Ello
dificulta lograr agrupamientos que simplifiquen; por eso no damos precisiones numéricas.
chinos cimarrones en lima: rostros, facciones, edades, apelativos, ropaje y otros pormenores 131
c. Cabellera y otros rasgos físicos
Debemos añadir algo no tanto respecto al (o los) tipo (s) de pelo (o la cabellera en su conjunto) sino
cómo lo utilizaban. De ello se percibe dos conjuntos de chinos: los que conservaban el peinado tradi-
cional y los que iban asumiendo el tipo de tocado «a la moda», es decir, como se utilizaba en Perú por
entonces.
Al menos esto es lo que los patrones indican en el avisaje de El Comercio con estas palabras: «pei-
nado de moda», «pelo cortado», «pelo corto», un caso curioso era el del chino que era «algo crespo y
cortado a lo criollo»; pero también apuntan, y con mayor frecuencia que lo anterior, la continuidad
de la tradición: «pelo a la china con trenza larga», «pelo trenzado», «moño», y precisan que a veces las
trenzas eran cortas o chicas o, por el contrario, muy largas y uno de ellos cuya trenza la tenía envuelta
en seda carmesí; una descripción algo extensa fue así: «la trenza la tiene recién cortada con tijera, que-
dándole un poco de pelo en el nacimiento de la trenza y todo el resto ha quedado pelado…». Ahora
bien, parte de los tocados era el «pelado de media cabeza», «recortado más arriba del cogote, con su
trenza larga», «cabeza rapada con una trenza enroscada color oscuro», «recién pelado a su moda con
la trenza larga». En otros casos la descripción que presentan parece la de un peinado: «rapado menos
lo de adelante pues tiene como un cerquillo de oreja a oreja»; este es otro caso curioso: «corto hasta
el pescuezo por detrás y pelado por delante donde tiene un mechón de canas que (el chino) dice ser
un lunar». Por supuesto que además de lo dicho había chinos pelones, pelados (¿calvos?), algunos
enfermos con tiña. A un chino de 32 años «le faltaba pelo en la cabeza como causa de una enferme-
dad antigua». Pero lo que debe haber sido muy frecuente es los chinos con pelos «erizados». Datos
con los que se les veía mucho era: «siempre anda con un pañuelo amarrado en la cabeza», «tiene dos
remolinos en la cabeza», «peina con raya al medio». Seguramente que por tratarse de gente en plena
juventud, de todo este conjunto de chinos solo hay mención de pelo cano en un caso, se trataba del
chino Asui, trabajador de la chacra Sigma, quien tenía cuerpo pequeño, era muy delgado, narigón,
muy prieto. Usaba medias para cubrirse las manchas de una lepra de la que había sido curado y que
le había afectado manos y pies.
Debido a esta juventud era raro un chino muy arrugado; y no era raro adolescentes lampiños.
Desde el año 1644, por imposición de los tártaros, como castigo de guerra y como muestra de
su supremacía, los chinos del sur debieron utilizar una trenza que se iniciaba en la nuca alrededor de
la cual debían afeitarse. Transcurridos los siglos esta condena se convirtió en una costumbre positiva
aceptada y hasta obligatoria. En una de sus novelas Julio Verne nos indica que: «Nadie ignora [...] lo
mucho que se cuidan los chinos de este apéndice extravagante. La pérdida de la coleta es el primer
castigo que se aplica a los criminales; es un deshonor para toda la vida...» (Verne, 1984: 53). Luego
de la Revolución de Sut Yang-tsen en 1911, esta costumbre comenzó a decaer paulatinamente. Hay
peruanos que recuerdan haber visto chinos recién llegados con sus trenzas hasta la década de los años
50 del siglo xx. Y durante el siglo xix era una sanción que a un culí le cortaran la coleta y con cierta
ostentación no pocos chinos migrantes se dejaron crecer por años sus trenzas. Pero ocurrió también lo
contrario: se fue dejando de utilizar la coleta y se asumió la costumbre occidental de llevar todo el pelo
recortado. Seguramente los chinos fueron asumiendo esta costumbre desde China donde con mayor
intensidad en el siglo xix los europeos imponían no solo sus intereses económicos sino también sus
20 Inicialmente el mataperro fue una persona —generalmente negro— a la que se le concedía la facultad de negociar con agua; era en
realidad el aguatero de la ciudad. A cambio de esta concesión debía eliminar a los perros callejeros con un palo, que siempre llevaba
consigo, y en el que en la punta había un fierro. Pancho Fierro, nuestro ilustre pintor, tiene varias acuarelas sobre este personaje.
Posteriormente se denominó de esta manera a los muchachos traviesos que, sin control, hacían travesuras en calles y plazuelas. Por eso
estas travesuras terminaron denominándose mataperradas. José Gálvez tiene unos acápites escritos sobre estos últimos. De su parte
Juan de Arona (1938) nos dice que la palabra tiene más de una acepción, una, que es sinónimo de pilluelo, y el segundo que significa
arrastrado, cochambroso.
21 Este es un caso de fuga interesante. Su propietario había ofrecido una gratificación de $100 al que capturara a Atao. Tal ofrecimiento lo
hizo en El Comercio del 10 de marzo de 1869 junto con mayores precisiones del chino y de su fuga. Atao era muy pálido, con cabello algo
crespo y cortado a la criolla; se hallaba empleado como cocinero. La fuga había ocurrido el 16 de mes de febrero de ese mismo año de
una casa ubicada en la calle Fano # 188, altos. Dos días después de este anuncio, apareció un contra-aviso firmado por personas extrañas
al caso en el que se precisaba que esa fuga había sucedido debido a la flagelación y heridas que su patrón le había causado al chino, lo que
había conducido a un juicio penal que se encontraba en uno de los juzgados del crimen de la capital. Un día después, en un tono que nos
parece displicente, el propietario, llamado Andrés Barrera, respondía de esta manera: «Atención al contra-aviso de los señores [...] no tengo
otra cosa que reiterar el aviso publicado al efecto». (El Comercio, 13 de marzo de 1869).
22 El Comercio, 11 de junio de 1863.
chinos cimarrones en lima: rostros, facciones, edades, apelativos, ropaje y otros pormenores 133
5. Consecuencias del vivir
Es curioso hallar chinos que, de acuerdo a lo que indican sus propietarios, muestran conocimiento
de otras lenguas además, por supuesto, de la suya propia. Seguramente se trata de conocimientos
adquiridos en China. Es así que de algunos —no muchos, insistimos— se indica que conocen algo
de inglés, francés y un chino vino con no pocas nociones del castellano. De los exiguos números que
hemos obtenido, en tanto son escasos los propietarios que mencionan este dato, tenemos a 5 chinos de
los que se dice que no saben castellano, mientras que sí saben (poco, regular o muy bien) 22 de ellos.
Con esto no quisiéramos que se suponga que estas eran las proporciones generales; nos parece que
debe haber sido todo lo contrario. Sin embargo, el aprendizaje del castellano de la totalidad de chinos
inmigrados a Perú posiblemente ocurrió de manera rápida, puesto que una buena cantidad de ellos
eran migrantes muy jóvenes y que por ello asimilaban muy rápidamente la lengua dominante en Perú.
Aunque habría que considerar que ello podía suceder luego que finalizaban los 8 años obligatorios de
trabajo en las haciendas; no así con todo este conjunto de chinos cimarrones que estamos tratando.
La situación debe haber sido diferente ya que trabajaban como servidumbre en casas en las que muy
posiblemente nadie sabía nada de chino y, entonces, el aprendizaje del castellano debe haber sido una
obligación perentoria.
A pesar de que el conjunto de estos chinos cimarrones eran personas de poca edad —en promedio
apenas si llegaban a 21 años—, ya tenían, «a ojos vista», efectos de su transcurrir en la vida en un país,
China, donde durante esos años las guerras, hambrunas, epidemias y enfermedades fueron intensas. A
ello se añadía las consecuencias de lo que les ocurría en Perú y que, por igual, dejaban huellas visibles.
Es así que los efectos de una enfermedad, viruelas locas, eran ostensiblemente evidentes: de un
total de 137 chinos que tienen señas de cicatrices y enfermedades, 50 de ellos (36%), eran considera-
dos como «borrados»23, «un poco borrados», »señalados de viruela», «picados de viruela», «cicatrices
redondas de granos de viruelas». Interesa mencionar presencia o lo que parecía que era lepra: «parece
que tuvo en anteriores tiempos», «lleno de lepra en la cabeza», del chino llamado Asui se decía que
sus «manos y pies están manchados de la lepra que se le acaba de curar por lo que [para cubrirse] usa
medias». Todo el resto es en menor cuantía debido a que cualquier otra enfermedad no deja huellas
visibles una vez que pasa. A alguno que no estaba bien de salud se lo podía ver de esta manera: «su
semblante manifiesta estar un poco enfermo», así como el caso dramático del chino que había «sido
recogido en estado moribundo, cubierto de piques y casi muerto de hambre».
Sin embargo, eran igualmente evidentes los bizcos (4 casos), los que habían nacido jibosos, los
que habían tenido o tenían lepra, los que sufrían de tiña, o aquel que tenía «las piernas hinchadas a
consecuencia de una herpes»24, también el chino, quizás tuberculoso, que presentaba «herida abierta
en el cuello por corte de una escrófula»25. Un caso interesante, en el que se conjuga creencias populares
23 «Borrado» se denomina al que tiene cicatrices de viruela. En los avisos de El Comercio se los designa de estas otras maneras: «picado de
viruela», «un poco borrado», «cicatriz de viruela», «señalado de viruela», «señas de haber tenido viruela», «cara borrada».
24 Consultado un amigo médico, Alvaro Chabés, me indica que no hay ninguna vinculación entre la hinchazón y el herpes.
25 Se denomina escrófula (palabra en desuso) a un tumor frío originado de la hinchazón, con tubérculos o sin ellos, de los ganglios lin-
fáticos superficiales. (Pequeño Diccionario Larousse Ilustrado). Un sinónimo usual es el de lamparones.
26 Recordemos que el siglo pasado en el sur de China ocurrieron las Guerras del Opio, la Rebelión del Taiping, y las frecuentes luchas
entre puntís y hakkás. Solo en la segunda de las mencionadas hubo 20 millones de muertos.
Cf. Según la biografía del chino Wong Fulong, quien adoptó el nombre de Fructuoso Baca trabajó en una hacienda y luego a partir de
sus conocimientos del funcionamiento del sistema de enganche se dedicó a llevar chinos libres enganchados a los latifundios cañeros;
a continuación se dedicó solo al comercio en algunas haciendas, tuvo su residencia y familia en el pueblo de Zaña, departamento de
Lambayeque. Pues bien, una característica notable de este chino era la falta de los pabellones de las orejas que las había perdido presu-
miblemente en las luchas entre puntís y hakkás. Ver Rodríguez Pastor (2000: 287-335).
27 El Comercio, Lima, 26 de octubre de 1866.
28 Una de estas normas de control ante los malos procedimientos patronales decía lo siguiente: «Cualquiera de los inmigrantes asiáticos que
faltare en adelante al trabajo que estuviese destinado, podrá remitirse a su patrón y cuya entrega del individuo se hará, después de averi-
guado si su ausencia la motivó el maltrato». (El Comercio, Lima, viernes 2 de enero de 1852).
chinos cimarrones en lima: rostros, facciones, edades, apelativos, ropaje y otros pormenores 135
b. Una vez más sobre los apelativos de los chinos
A nuestro parecer un maltrato silencioso, despersonalizante, afrentoso que llevaba a desconocer las
identidades individuales era lo que sucedía con los nombres y apellidos de los chinos29 que llegaron
a Perú. Cada cultura tiene precisada sus normas para designar a los individuos; estas pautas son, por
supuesto, variadísimas. Incluso tener un nombre y heredarlo a las generaciones consanguíneas suce-
dáneas no es un comportamiento generalizado, pero sí lo es, y desde muchos siglos antes, en el sur de
China, donde además se ha conservado hasta tiempos contemporáneos la importancia de pertenecer a
un mismo pasado en común. Los clanes alrededor de apellidos comunes ha sido una práctica que los
chinos la retomaron en Perú. A pesar de la importancia que ellos le han dado a los nombres (los bus-
can que sean poéticos, atractivos, simbólicos, representativos) y apellidos debieron aceptar las imposi-
ciones de la sociedad hegemónica. Consintieron que se los cambiaran, aparentemente se sometieron
y adquirieron nombres y apellidos castellanos; este fue un fenómeno generalizado en cada pueblo y
lugar donde estuvieron. Pero fundamentalmente ello sucedió con aquellos chinos que llegaron el siglo
pasado; posteriormente los migrantes asiáticos continuaron con sus nombres y apellidos tradicionales.
Precisando las formas como se presenta este fenómeno entre los chinos cimarrones de Lima, ob-
servamos lo siguiente:
– En las personas que colocaban los nombres de los chinos en los avisos en El Comercio había una
gran confusión. Ello se debía a las dificultades auditivas de una lengua bastante extraña así como
la falta de tácitos acuerdos respecto a la manera de escribir los nombres y apellidos de los chinos.
– Al igual que en muchas otras partes, en los nombres de los chinos que salían en los avisos de El
Comercio, es muy frecuente encontrar que se ha antepuesto la letra «A» a los nombres o apellidos
que seguramente eran los más usuales. Ello se debe a que en chino anteponen esta vocal para
llamar la atención a una persona. Por ejemplo, cuando un chino deseaba llamar al chino Chang
no le pasaba la voz diciéndole solamente ¡Chang!, sino ¡Achang! Es así que los peruanos hispano-
hablantes al no comprender esto simplemente lo «inscribían» como Achang (para seguir con el
ejemplo), y de esta manera lo designaban el resto de veces.
– Otro hecho frecuente era no saber cuál era el apellido y cuál los nombres. Los chinos mencionan
primero el apellido (solo utilizan uno) y luego los nombres (generalmente son dos). Para evitar
confusiones en los nombres que se ve en los avisos de El Comercio, se coloca solo uno (apellido
o nombre, por ejemplo: Asumt, Achoy, Asen, Afó) y a veces se han unido los dos nombres o un
nombre con el apellido (ejemplos: Umpui, Taiquán, Loazán). En ningún caso han colocado pri-
mero el apellido y luego los dos nombres como debía ser.
Hemos elaborado el cuadro siguiente que sirve para conocer la frecuencia de los nombres de los
chinos según las designaciones impuestas por sus «patrones» que seguramente fueron con las que
usualmente los llamaban.
No necesita explicarse mucho los nombres en los dos primeros casos, pues se trata de apelativos
sea en chino o en castellano; en el tercer caso precisamos que las designaciones subsistían al mismo
tiempo en uno y otro idioma, por ello en los avisos los patrones precisan de esta manera: «Achong a
29 Sobre este asunto ver Rodríguez Pastor (2000: 365-389).
El primer asunto que retomamos y que se debe tener en cuenta es que buena parte de los chinos denun-
ciados como prófugos se encontraban recién llegados a Lima. Por eso podemos deducir que las vestimen-
tas con las que se habían escapado —las que se precisan en los avisos de El Comercio— bien podían ser
las que habían traído de China, las que habían recibido de sus patrones o las que habían birlado al huir.
De acuerdo a los artículos de los contratos que firmaban en el país o en el extranjero, los chinos
destinados a sus lugares de trabajo recibieron regularmente vestimenta como parte del pago por los
trabajos que cumplían. Durante el tiempo que estaban sujetos a un patrón alguno que otro solicitaba
les facilitaran el atuendo de sus países que a continuación, por supuesto, les era descontado de sus
pagos semanales o quincenales. No sabemos si algo similar sucedía en caso de los chinos contratados
30 Uno de los pocos casos que hay en la recopilación que hemos efectuado es el del chino Andrés García, quien fugó el 27 de julio de 1863
de la casa de su patrón que vivía en la primera cuadra de la calle Puno. Y es más evidente aun lo sucedido con el chino Valentín Collazos,
cuyo patrón era Juan Collazos, dueño de una chingana en Barranco; Valentín fugó el 19 de agosto de 1868 llevándose dinero y ropa.
chinos cimarrones en lima: rostros, facciones, edades, apelativos, ropaje y otros pormenores 137
como servidumbre doméstica a pesar de que en los contratos que firmaban parte de las obligaciones
de los patrones era suministrarles vestidos dos veces al año.
Las múltiples precisiones que dan los 167 avisos de El Comercio que mencionan el ropaje de los
cimarrones nos dicen cómo los vieron vestidos con más frecuencia sus patrones y la gente limeña.
Precisemos que de ese total había 50 chinos (30%) que continuaban con su traje tradicional mientras
que los 117 (70%) restantes habían adoptado los trajes usuales en Perú en esa época, aunque no se
debe descartar la posibilidad de que algunos chinos hayan asumido o se hayan habituado desde antes
en su patria a más de una costumbre europea, entre otros asuntos también ropa, calzado, adornos, al
igual que cierto corte de pelo, el uso de sombrero, idiomas de ese continente, etc. La intensificación
de la invasión europea en Asia durante el siglo xix entre otras consecuencias, condujo a este tipo de
cambios imitativos despersonalizantes.
Tenemos, entonces, un total de 50 culíes fugados que llevaban la vestimenta tradicional china. Sí,
se trata de un grupo pequeño; pero no lo es tanto si consideramos que solo hay 167 casos de los que se
precisa el tipo de vestimenta que los cimarrones llevaban. En buena cuenta, por lo tanto, de casi 432
cimarrones no tenemos este tipo de dato. Del pequeño grupo con vestimenta tradicional, no se crea
que lo que se menciona en los avisos era en su totalidad el ajuar, lo más frecuente es la indicación del
sacón o chamarra, en menor cantidad se señalan los pantalones y en ningún caso se dice que llevan
sombrero oriental, pues seguramente habían dejado de usarlo. En los avisos del periódico al ropaje
chino le denominan de estas maneras: «vestuario a su usanza», «vestido [o ropa] la de su país», «viste
a la China», «a veces usa su traje de China (o su vestido chino)», «vestido de chino», «chaqueta azul a
la China» o simplemente «de su país»; aunque también es evidente que lo es cuando dicen: «pantalón
de Nankín», a pesar que Nanking se halla bastante al norte de Guandong. En muchos casos precisan
que este tipo de ropa (saco, chaqueta, pantalón, calzón) es azul; solo en una ocasión se indica que
es blanca, lo dicen de esta manera: «chamarra blanca a su moda». Es interesante la designación de
«chamarra» a la chaqueta, chaquetón, blusón o saco usual entre chinos que se caracteriza por su cuello
cerrado y alto, pues quienes así denominaban a esta pieza del vestuario intentaban hallar en castellano
una palabra similar o próxima. Pues bien, esta pieza, «la chamarra», en el uso de los chinos se encuen-
tra acompañada de pantalón que es el mismo que actualmente se utiliza en occidente y en sus amplias
regiones de influencia; conviene tener en cuenta que el origen de este pantalón es de China y que en
este imperio lo usaron por igual hombres y mujeres.
El sombrero era un accesorio indispensable por el tipo de trabajo que realizaban (en el campo),
por hábitos culturales asiáticos o por preferencias individuales. Es frecuente encontrar esta informa-
ción, y llama la atención los presuntos orígenes del modelo, donde los producían o la materia prima
usada: California, Huacho, Guayaquil, Catacaos, de paja de Italia, de paja de Macora (Eten).
Algunos sombreros son descritos de esta manera: sombrero panza de burro viejo, de fieltro, de ma-
rinero, de hule negro, pequeño de fieltro; una descripción algo larga: de paño cabritilla, lleva listas con
cinta concha y negra ribeteada y con botones de hule. Solo en un caso se refieren al precio: sombrero de
a 2 reales.
En caso de los zapatos, las indicaciones no son muchas, la información es más frecuente cuando
quieren decir que los chinos llevan sus zapatos originales: los que ellos tienen, generalmente hechos de
paja. Pero otros tenían negros de puente, de cuero inglés, botines de hule de jebe.
d. Descripciones completas
Con el deseo de que se perciba «visualmente» la realidad inevitablemente siempre incompleta en cuan-
to a vestimenta de estos chinos cimarrones, ofrecemos las siguientes descripciones:
– El cimarrón Asén mantenía «su vestido con el que vino de abordo, tiene una raya de tinta en la
pechera de su camisa».
– La de un muchacho chino de solo 15 años o 16 años, llamado Guaje, quien era borrado: «tenía
dos camisas, una azul y la otra rosada, (podía llevar su) corbata negra de seda, gorro color pardo
de lana con pitas negras, pantalón de casimir azul rayado, zapatos de cordobán…».
– Otra descripción es la de Shai o Chilibi o Chuichi que era algo gordo, risueño, dentadura muy
blanca, cabeza rapada, iba vestido con chamarra colchada color oscuro, una falda a la cintura (algo
que colgaba) carmesí (rojo llamativo), calzón ancho color azul, Shai había robado (se llevó) un
pantalón europeo de paño verde, camisa blanca, zapatos nuevos, sombrero de paja color café.
– Por ser muy escasos los casos de mujeres, presentamos primero el de Chana, una adolescente de
14 años que igualmente había fugado de su patrona para quien trabajaba como sirvienta. Ella es-
taba «vestida de traje de percala morado y blanco (llevaba) un saco de merino blanco con encajes
negros y pañolón de lana punzón… Y el segundo de una niña china de solo 8 o 9 años de quien
no se dice su nombre, «llevaba un traje de lana de un rosado subido que tenía motitas».
A pesar de tratarse de inmigrantes chinos que parece que originalmente eran de sectores sociales
muy pobres, algo de lo dicho en los párrafos anteriores nos dice que no perdían sus preferencias in-
dividuales en cuanto a sus atuendos y vestimenta, bien podía haber quien tenía su ropa sucia o aquel
que estaba decentemente vestido o alguien que prefería solo su poncho azul. La semiesclavitud no sig-
nificó, en consecuencia, que los chinos cimarrones admitieran perder muestras de sus personalidades
y cultura.
chinos cimarrones en lima: rostros, facciones, edades, apelativos, ropaje y otros pormenores 139
CAPÍTULO 7
MERCADEO
DE SEMIESCLAVOS
1. Traspasos y más
En este capítulo deseamos mostrar, comentar y analizar las ocurrencias de la oferta y demanda de los
chinos en el mercado de mano de obra semiesclava en Lima y sus contornos durante la segunda mitad
del siglo xix. No abordaremos las exigencias que la situación cambiante de la producción demandaba
debido a las grandes necesidades de fuerza laboral de la sociedad peruana de ese período, lo haremos
en un ámbito mucho más restringido y esto es lo central de las páginas que siguen: el mercadeo que
surgía cuando un patrón no necesitaba más los servicios de un culí y procuraba, para recuperar su
dinero, cederlo a otra persona interesada previo pago convenido.
La principal fuente que hemos utilizado para extraer la información son avisos de dos tipos que
hemos encontrado en periódicos limeños: aquellos en los que los patrones querían hacer alguno de
esos traspasos; y otros en los que personas interesadas requerían que les transfirieran uno o más chi-
nos semiesclavos. Toda esta información se ha logrado fundamentalmente del diario El Comercio y
en menor medida de otro diario del siglo xix, El Nacional. Algunos ejemplos representativos de estos
anuncios, avisos o avisaje son los que siguen:
TRASPASO
CHINO. Se traspasa la contrata de un chino, joven, robusto y que habla regularmente el español, entiende
algo de cocina y es aparente para cualquier trabajo de campo. Razón calle Carmen Bajo, hoy Junín N.° 3671
AVISO
CHINO. Se traspasa la contrata de uno que solo tiene 8 meses de servicio y 20 años de edad, sano y
robusto, sabe cocinar y habla ya el castellano. En esta imprenta darán razón.2
AVISO
CHINOS. Las personas que quieran deshacerse de algunos pueden ocurrir a la casa N.°14 calle de Boza
para tratar del traspaso de ellos.3
AVISO
CHINOS. Se desea comprar dos chinos. La persona que desea venderlos acudir a esta imprenta donde
se le dará razón del comprador.4
1 El Comercio, Lima, 22 de agosto de 1862.
2 El Comercio, Lima, 7 de febrero de 1872.
3 El Comercio, Lima, 21 octubre de 1857.
4 El Comercio, Lima, 21 de agosto de 1865.
143
Los dos primeros avisos muestran el interés de los patrones de chinos por cederlos a otra persona, por
eso los denominaremos «traspasos», tal como se hacía en esos años; por el contrario, los dos últimos
avisos revelan un interés totalmente contrario, se refieren a personas inquietas por adquirir trabajado-
res chinos, a los que hemos designado como demanda. Ahora bien, los primeros son en número mayor
y dentro de cada aviso hay siempre muchísima más información que en los segundos; y por eso son
los que más utilizaremos.
Tenemos 149 avisos de traspasos debidamente fichados; y solo 16 fichas de demandas. Los avi-
sos de traspaso señalan solo número de casos de interés de proponer el trato comercial pero en ellas
puede haber la intención de transferir más de un chino: hemos comprobado que dentro de esas 149
fichas hay un total de 388 chinos ofertados, además de dos indicaciones en términos vagos pero muy
claramente se refieren a más de uno: «varios», «algunos». Hay algunas otras fichas que no podrían
clasificarse en estos dos grupos: una de ellas es de permuta5, otra sobre requerimiento de capitales para
la «compra» de culíes6 y una última sobre el traspaso de un negocio cuya transacción incluía a chinos7.
Ninguna de ellas nos es útil para los propósitos de este artículo pero sus contenidos no dejan de ser
interesantes, pues muestran alguna complejidad del mercadeo de semiesclavos8.
Ahora bien, las fichas de traspaso podemos reunirlas según los siguientes períodos de años (Cuadro 1).
No tenemos una explicación sobre las causas del mayor número Cuadro 1
de casos en los tres períodos del centro del cuadro y, para los fines de TRASPASOS
este escrito, no parece importante encontrarla. Periodos N.° %
Es bastante evidente que la mayor parte de traspasos que se in- 1852-1855 03 2,0
tentaron se referían a un chino, de ello tenemos 114 casos, y solo en 1856-1860 42 28.2
32 ocurrencias las proposiciones fueron de más de un chino culí; sin 1861-1865 33 22.1
1866-1869 60 40.3
embargo, la mayor cantidad de trabajadores por ser traspasados se
1870-1872 11 7.4
encuentran en estas 32 proposiciones que en total suman 274 chinos. 149 100.0
No es posible dar precisiones de algún tipo de información del total de chinos de las fichas que tene-
mos, pues no siempre fueron consignados algunos datos. Por eso solo podemos indicar que de 144
chinos que se ofertaban 136 de ellos eran hombres, es decir, 94,4%, y solo 8 eran mujeres, lo que
equivale al 5,6%. Esta diferencia de proporciones no llama la atención, pues la inmigración de culíes
al Perú fue fundamentalmente un fenómeno masculino y de jóvenes. Pero habría que ir considerando
5 Textualmente esa ficha dice: «Un chino joven y robusto desea permutar su contrato por otro del campo que sea útil para el servicio de
mano [servidumbre doméstica]». El Comercio, 3 de diciembre de 1868.
6 Esta ficha muestra claramente la necesidad inmediata de un hacendado de mano de obra china para su hacienda: «ALGODONES. El
dueño de una hacienda situada en Camaná de excelentes terrenos con abundante agua, y todo lo necesario para el cultivo de algodón,
desea encontrar a una persona que con un capital de 12 a 15 mil pesos, quiera formar una sociedad. Este capital se necesita para com-
prar chinos». El Comercio, Lima, 8 de noviembre de 1864.
7 «Prevención. La persona que traspase a D. José Guerrero el boliche de pan de la calle de Las Albaquitas N.° 33 con los siete chinos,
se expone a perder el valor del traspaso, pues tengo derecho a la mitad de él, y para que no se alegue ignorancia, pongo la presente
prevención» El Comercio, Lima, 10 de febrero de 1872.
8 Para que se entienda la laxitud y la libre disposición operativa e injusta en la que transcurría ese traspaso de culíes, en el Anexo 1
resumimos el contenido de una carta redactada por el administrador de una hacienda, quien da explicaciones al propietario sobre la
manera cómo ha logrado que dos chinos trabajen en esa propiedad agrícola.
Debe tenerse en cuenta que en la propuesta comercial del traspaso, los amos que colocaban el aviso
en los diarios limeños pretendían atraer e impresionar a los interesados por adquirir algún culí, por
eso señalaban aquellas características físicas que eran comúnmente atractivas. Las más frecuentes de
9 Nos referimos al capítulo «Chinos cimarrones en Lima: rostros, facciones...» en esta misma obra.
10 En el Cuadro 3 del libro Hijos del Celeste Imperio (Rodríguez, 1989) se muestra que entre los años 1870-1874 llegaron al Perú 48 035
culíes que representa el 52.1% de los 92 130 que fueron los inmigrantes en total.
11 En el artículo «Chinos cimarrones en Lima: rostros, facciones...» el cuadro 3 está destinado a mostrar el grosor de los chinos fugados
a partir de datos de 86 casos, según lo que dijeron los propios amos, es así que el 50% (43) de los culíes cimarrones eran considerados
«flacos», «robustos» era el 21% (18) y «gordos» era el 29% (25).
12 Daban doble acepción a esta palabra: a) el que aprende pronto y sabe utilizar convenientemente en momentos que se requieren sus
conocimientos y su creatividad; y b)conocimientos precisos sobre una actividad que a la persona que los detenta la convierten en
individuo especializado; p.e. ser inteligente en carpintería es saber sobre este oficio.
13 El Comercio, 14 febrero de 1858.
Como cualquier producto que transita por el mercadeo, a los culíes se los presentaba en inmejorables
condiciones: físicamente útiles (jóvenes y robustos), capaces de aprender y entender pronto (inteli-
gentes, y sabían o estaban aprendiendo castellano), con ciertos conocimientos especializados prácticos
en algunos de ellos que no eran ni agrícolas ni en quehaceres domésticos (cuidar niños, pintor, exce-
lente sastre, panadería, carpintero, albañil), aptos o capacitados para destinos o para trabajos donde
ostensiblemente eran más demandados y había, de acuerdo a lo que se voceaba en voz alta, hasta los
que ya estaban climatizados.
No estamos en condiciones de afirmar o negar si las capacidades y habilidades de los chinos men-
cionadas por los patrones oferentes eran ciertas o falsas, y casi no interesa esta comprobación, pues
en toda negociación hay siempre semiengaños y en cuanto a los precios no pocos regateos. Pero la
información referente a qué aptitudes tenían para ciertos trabajos son bastante indicativas sobre cuáles
eran las que más demandaban trabajadores chinos.
El cuadro que sigue tiene como fuente el mismo avisaje Cuadro 3
que mucha de la información ofrecida anteriormente; lo que CHINOS OFERTADOS:
sigue es casi como si oyéramos a los patrones alardear sobre APTITUDES PARA EL TRABAJO
las aptitudes de sus chinos. Aptos para: N.° %
Buena parte de la información del cuadro muestra dos Servidumbre 19 14.3
Agricultura 57 42.9
nítidas preferencias para atraer clientes: los chinos ofertados
Cocinero 23 17.3
eran buenos para el trabajo de campo así como se considera- Chacra y cocina 08 6.0
ba que eran excelentes como servidumbre doméstica (servi- Todo trabajo 19 14.3
dumbre + cocineros). En caso de los aptos para la agricultura Cuidar niños 02 1.5
la cantidad es mayor porque hay un grupo de número im- Varios 05 3.8
Total 133 100.0
preciso que los colocan como «algunos». Lo de agricultura es
más amplio que la simple idea de que el culí era bueno para
trabajar en una hacienda, se dan variadas expresiones: «aparente para chacra», «acostumbrado a traba-
jo de chacra»,»inteligentes en la agricultura, sobre todo en el cultivo del algodón» (se referían a un lote
de 25 chinos), «trabajo de pampa», «cultivador de caña», «para el campo», «para fundo», «labores o
trabajos de huerta», «buen hortelano». Hay también designaciones variadas para referirse a los queha-
ceres domésticos para los que en esos años muchas personas contrataban a los chinos: «mayordomo»,
«sirviente», «servidumbre», «servicio de mano y cocina», «muy buen cocinero», «[conoce] principios
de cocina», «sabe asear una casa», «servicio de una familia o de mecánica de casa», «[sabe] todos los
quehaceres menos cocinero», «servicio doméstico».
El título bien dice que lo que mostraremos enseguida son los motivos por los cuales los propios amos
pretenden hacer el traspaso de uno o varios culíes. La información que hemos hallado no es muy
extensa y nos parece que las motivaciones reales pueden haber sido muchas más pero durante el mer-
Es conveniente preguntarse por qué en los periódicos hubo mayor cantidad de avisos de traspasos que
de demandas. Si no es mucha la información de demandas, los 16 casos de la relación que ocurren en
un plazo de 17 años, es bastante poco, y es que muy posiblemente quienes necesitaban chinos traba-
14 Ponemos algunos ejemplos: «Últimamente llegados en fragata Empresa junto con 273 culíes» (El Comercio, 20 febrero de 1862),
«Recién llegados en marzo en la fragata Winger Racer» (El Comercio, 5 abril de 1856).
Cuadro 5
DEMANDA
Fecha N.° Exigencias y características Especialidad Informaciones
personales
01 52/08/19 01 Cocinero En esta imprenta
02 54/02/11 12 a 20 En esta imprenta
03 54/05/12 01 Formal y bastante inteligente Cocinero En esta imprenta
04 57/10/21 Algunos Calle Boza N°14
05 59/03/14 01 Que entienda sobre hacer loza o porcelana Hotel Francés de Maury
06 59/04/19 10 a 12 Trato por 1 o 2 años Trabajo de chacra En esta imprenta
07 59/11/11 01 Que presente garantías ¿
08 62/06/17 02 Trato por 2 a 4 años Calle Judíos N°102
09 62/10/17 XX En la mantequería de la calle Monopinta
10 65/08/10 02 En esta imprenta
11 65/08/21 01 Que tenga garantías Cocinero Calle San Agustín N° 82
12 65/08/21 02 En esta imprenta
13 66/04/18 08 Para chacra próxima a Lima En esta imprenta
14 67/05/15 01 Calle de Sto. Tomás s/n
15 67/05/20 01 Calle del Prado N° 541
16 69/07/19 10 a 25 No sean prófugos ni con otra En esta imprenta
obligación (que sean libres)
Fuente: Diarios El Comercio y El Nacional.
En esta relación tenemos cuatro casos en los que las necesidades de los que solicitaban chinos no
eran pocas, se reclamaban: «algunos», de 10 a 12, de 12 a 20 y de 10 a 25. Seguramente estos casos
eran la de hacendados que demandaban peones de campo, así lo dicen esas cantidades. En cambio los
que necesitaban cocinero solo hacen el pedido de una persona, pues ese es un número suficiente. A
pesar de que trasciendan los objetivos de este artículo señalamos que la importancia de estos cocineros,
de los que hubo muy amplias exigencias en los hogares, ha sido fundamental y en parte definitoria15
en la transmisión entre los peruanos de la cultura culinaria chino-cantonesa y ello explica nuestros
actuales y acentuados hábitos por asistir a los chifas.
Uno de los avisos (el que en la relación tiene la fecha del 19 de abril de 1859) da las siguientes
precisiones:
– Su principal exigencia era que los chinos por traspasarse hayan servido en las chacras.
– Su necesidad era entre 10 a 12 chinos.
– En tiempo de sus requerimientos era entre 1 o 2 años.
– Además de los pagos «naturales» que correspondían se gratificaría a cada culí en la cantidad de 17
pesos por cada contrata que pasara de los 2 años y 8 pesos si pasaba un año.
– El interesado precisaba que su aspiración era tratar directamente con el chino.
15 Hay otros motivos igualmente importantes como: 1) el ingente volumen de hijos de chinos y más descendientes que hay en el Perú;
así como también 2) la herencia gastronómica que se fue transmitiendo en las fondas, dominio de los exculíes, y a continuación en los
chifas.
Para que el lector tenga características comparables, indicaremos los pagos en dinero, en especies
y en servicios que cualquier culí recibía en las haciendas costeñas:
– 52 pesos al año.
– 2 vestimentas completas al año.
– 1 frazada anual.
– 1 ½ libra de arroz cada día.
– En algunos casos carne.
– Médico y medicinas.
– Tres días libres al año.
– Vivienda: horribles y asquerosos galpones.
– Vestimenta china (según pedido y por descontar del pago semanal).
Cuando un peón chino recién llegaba a una hacienda se le facilitaba ollas para que posteriormente
elabore sus comidas, a veces cuero para que confeccione alpargatas y en ocasiones vestimenta china
que debía pagar «a plazos».
El chino culí en el Perú y posiblemente en otros lugares adonde emigró, tuvo la condición de semies-
clavo por haber sido un ser humano que dependía de las decisiones de otro ser humano como él, que
había adquirido la potestad de utilizar por un tiempo prefijado su fuerza física, sus conocimientos tec-
nológicos empíricos y a veces especializados, su actitud volitiva y creativa en la producción de bienes
y servicios. Esta interrelación era similar —no igual— a lo que sucedió en Perú hasta 1854 entre amo
y esclavo africano con la diferencia que la sujeción a la que estaba sometido el culí tenía un tiempo
limitado que estaba señalado en un capcioso contrato o contrata que había sido firmado por él en
condiciones de poca libertad donde intensas presiones y desórdenes sociales en su país de origen lo
habían conducido a aceptar términos o cláusulas de ese documento.
Un culí estaba sujeto a ese patrón que había obtenido el contrato de los traficantes, su sometimien-
to duraba los años que se indicaban en ese papel impreso (escrito en castellano y chino y a veces en
inglés o portugués); en los comienzos de la trata amarilla ese tiempo fue de 5 años y posteriormente
de 8 años. Era potestad del culí obtener su libertad si tenía y entregaba el dinero correspondiente a su
patrón, cantidad que debía corresponder al tiempo que le faltaba cumplir, aunque de ello no hemos
OJO-CHINOS-COLONOS-OJO.
Los señores hacendados, empresarios, etc. que necesitan tomar chinos, cualquiera sea el número de
ellos, se servirán de dirigirse [sic] al comisionista de esta plaza D.A. Masferrer con el objeto de conse-
guirlos a un precio conveniente, el que tiene poderes suficientes para la compra de contratas, y practicar
cuantas diligencias sean conducentes a fin de conseguir con ventajas este negocio no solo para las per-
sonas que necesiten de chinos, sino hasta para los mismos armadores de los buques. Calle de Carabaya
N.° 74, antes Coca, altos, de 10 a 12 del día18.
Estas empresas hacían sus anuncios en los diarios o esos mismos diarios lo daban como noticia que
podía interesar a sus lectores. El diario El Nacional del 1 de febrero de 1870, en su columna Crónica
Interior-Callao, facilitaba la noticia que:
En la mañana de hoy ha llegado la barca francesa Ango [¿Anjou?] procedente de Macao, en 100 días de
viaje, a consignación de Canevaro e Hijos. La Ango sacó 320 asiáticos del puerto de su procedencia y
ha llegado aquí con 318. Así, solamente dos han muerto durante la navegación, lo cual no deja de ser
notable...
El segundo motivo es que desde los primeros años de ese tráfico hubo oficinas, con frecuencia admi-
nistradas por chinos exculíes —los llamados chinos libres—, que procuraban ganar a sus coterráneos
que iban quedando libres de sus compromisos contractuales con sus patrones y hasta se entendían con
chinos cimarroneados para a continuación ofrecerlos a otras personas o negocios que los requirieran.
Un diario limeño informaba:
Agencia china.
Se ha abierto esta el domingo en una casa de la calle Matajudíos. Parece que los agentes, chinos todos,
se proponen entender en todo lo que concierne a sus compatriotas19.
En otra ocasión un chino llamado Simón Carrión fue encontrado por la policía tomando a otro de sus
paisanos para contratarlo, sin que esa fuese la voluntad del segundo. Ante el intendente, Carrión de-
—se precisaba— es indispensable que sea presentado durante este lapso en dicha casa a reconocer su firma».
El Comercio, Lima, 11 de julio 2001, columna Sucedió hace 150 años.
Efectivamente, la barca de bandera inglesa Mariner salió de Macao el 31 de enero de 1851 y llegó al Callao con 400 culíes, el embar-
cador era Sevilla y Co.; y la barca Coromandell, igualmente inglesa, salió de Macao el 21 de febrero de 1851 y llegó al Callao con igual
número de chinos que el anterior; también en este caso Sevilla y Co. fue el embarcador. No tenemos noticias sobre el Orixa.
Ver Castro de Mendoza (1989).
18 El Comercio, Lima, 16 de septiembre de 1865.
19 El Comercio, Lima, 2 de agosto de 1859.
En el mes de enero de 1884 cerca a la hacienda Acaray22 se robaron seis «cochinos» (cerdos) que pertenecían a
Pintado «Alcantarilla». Un día después muy temprano encontraron cerca al río al chino Bomllí Acaray23 que lle-
vaba uno de los animales. El comandante Pastor lo aprehendió, lo llevó a casa de Alcantarilla y allí «lo sobó». El
chino declaró que Alejandro, paisano suyo y que también había trabajado antes en Acaray, lo había acompañado
en el hurto. La opinión del administrador era que esa versión era falsa porque Alejandro había sido formal; no
obstante también tomaron a este exculí. El dueño de los cerdos insistía que los chinos le pagasen sus animales
y por ellos pedía S/ 1 000 o en todo caso se quedaba con los culíes para que trabajen para él. Allí interviene el
administrador de Acaray diciendo que él pondría los S/ 1 000 pidiendo a cambio quedarse con los dos chinos,
pues antes habían trabajado con él. De esta manera el chino Bomllí debía pagar S/ 700 y Alejandro S/ 300, lo
que significaba que el primero debía abonar esa cantidad trabajando para la hacienda Acaray un año y medio y
el segundo medio año. Todo quedó en buenos términos ya que de ello fueron testigos el comandante Pastor y
Pintado; y para estar más seguros del cumplimiento de los chinos ladroncillos aceptaron ser sus avales dos otros
chinos, esto quería decir que si Bomllí y Alejandro no cumplían ellos trabajarían por sus paisanos. Para hacer
más humano el asunto, el administrador le había dicho a Alejandro que inmediatamente tuviese los S/ 300, se
los entregara y de esta manera retomaría su libertad. El administrador hacía esto porque Alejandro había sido
su sirviente y le tenía cariño24.
LA INEVITABLE APARICIÓN
Y EL CONSUMO DE OPIO
La Guerra del Opio1 (noviembre de 1839-agosto de 1842) que enfrentó a Gran Bretaña contra
China Imperial abrió el gran mercado chino a la comercialización de este producto adictivo que lo
fue para millones de chinos y que comprendió desde entonces a muy amplios sectores de la sociedad
china, también a los sectores pobres. De esta manera, se creó consumidores habituales que donde
fueron llevaron su costumbre.
Cuando los culíes arribaron a nuestras costas muchos tenían hábito de fumar opio y ya en
el nuevo territorio supieron cómo obtenerlo, su presencia condujo a la creación de un ambiente
mercantil de esa droga. Y cambia sustancialmente la realidad comercial cuando en octubre de 1887
Andrés A. Cáceres, el presidente constitucional en ese momento, da la ley creando el Estanco de
Opio.
En este capítulo lo primero que intentamos es acercar al lector a la China Imperial con un resu-
men, desde un punto de vista parcializado pero conveniente en tanto muestra la amplitud (año 1881)
de ese consumo, aunque sin indicar los intensos estragos sociales que ocasionaba el opio, ni pudo
percibir el autor del artículo resumido su trascendencia más allá del territorio chino.
Por eso era inevitable que si llegaban chinos, con ellos desembarcara el consumo de esa resina, que
acecharan los comerciantes que la vendían, y que, como se trataba de algo nuevo en tierras peruanas,
ni el olor (se usó la palabra fetidez) ni lo que rodeaba al consumo dejase de tener un impacto negativo,
y esto se verá más cuando se lea la frecuente vinculación que hubo entre opio y suicidios entre los
culíes. No obstante, hubo libre comercio. Y los patrones de las chinadas no encontraron la manera de
controlar el consumo en sus propiedades, lo admitieron y estimularon con tal que los asiáticos traba-
jasen y ellos continuasen enriqueciéndose. Pero hubo a su vez asechanza policial; y el mayor intento
de control porque convenía a las arcas fiscales fue la creación del Estanco de Opio —monopolio del
Estado de la importación y de la comercialización de la droga— que duró unas cuatro décadas. Entre
tanto el interés por el consumo se contagió en algo entre los que no eran chinos y las visitas a los
yinqués (fumaderos) fueron expediciones con algún riesgo que condujeron a que hubiera no pocos
escritos literarios y hasta un vals criollo cuyo título fue Humos de opio.
1 Un resumen de esta guerra es la que sigue: «Conflicto que enfrentó a China y Gran Bretaña entre 1839 y 1842. El emperador de
China preocupado por el aumento del consumo de opio en su país, prohibió su importación y persiguió el contrabando, que estaba
protegido por Gran Bretaña. Ésta respondió con una guerra que terminó con el Tratado de Nankín, por el que ocupaba Hong Kong y
obtenía una crecida compensación económica y considerables privilegios mercantiles, a la vez que otros países europeos comenzaban
a comerciar con China». Diccionario de Historia Universal. (Editorial Planeta, 2001: 444).
157
1. Consumo y producción en China
Un panorama general del consumo de opio en China, pero desde una apreciación paliativa de la in-
mensa culpa inglesa de imponer el consumo de droga en la China Imperial, la hallamos en un diario
chileno editado en Lima cuando la capital peruana se hallaba invadida por el ejército del país vecino
sureño. No deja de ser curiosa esa publicación, sobre todo que ocurre poquísimos meses luego de las
derrotas de las batallas de San Juan y Miraflores. ¿Qué sentido tenía publicarlo? La Situación reprodu-
jo el largo artículo que antes había sido difundido por el Times de Londres, cuyo autor no coloca su
nombre pero escribe desde Shangai, claramente dice que su intención era defender a Inglaterra de la
Sociedad contra el Opio. Para lo cual solo había reunido ciertos hechos concernientes a la producción
y consumo de ese alucinógeno en China. Afirma que la costumbre de fumar opio es general aunque es
más importante en el oeste que es una región en algo desconocida. En algunas partes de ese occidente
chino, como Hu Pei y Sechuán, su uso era universal, pocos eran los adultos que no aspiraran ese nar-
cótico. Calles, ciudades, aldeas, estaban impregnadas del humo de opio. Fumarlo en esos lugares era
lo mismo que fumar tabaco. El opio consumido en el oeste era producido localmente y hasta había
contrabando hacia el este. Y eso no era nada nuevo, la costumbre ya existía centenares de años antes
que la actual dinastía subiera al trono. La costumbre hasta había invadido momentos sagrados: en
los funerales de la China occidental entre otros regalos que se llevaba el difunto era su cachimba, su
lámpara, su aguja, etc.
Mas el opio producido en la India, se consumía principalmente en las provincias inmediatas a los
puertos abiertos al comercio extranjero y, como era costoso, solo las clases acomodadas chinas podían
adquirirlo y fumarlo. La gente pobre se consolaba con el opio del país u opio indígena, aquel que se
cultivaba en las márgenes de Kiang Su y del Ho Nan. El contrabando era de grandes dimensiones: por
cada picul (133 libras) de opio del que tenía noticia el gobierno, había 2 ½ o 3 picules que se cosecha-
ban y se vendían de manera clandestina. En Sechuán y en Kui Cho la producción era mayor que en
toda la India. En toda la China occidental el cultivo de la amapola era completamente libre, tanto que
el problema era de sobreproducción, «nada vale tener opio o dinero porque no hay como procurarse
arroz» y la causa era a su vez los medios defectuosos de comunicación. Por eso era costumbre recibir
órdenes de arrancar las plantaciones de amapola para que en su lugar se siembre arroz. «Pero tan pron-
to cesa la hambruna [porque había arroz], la amapola vuelve a florecer como en sus mejores tiempos».
Sigue una opinión en algo cínica del autor de esta crónica: «En lo que concierne al efecto del opio
en la nación China, no hay unanimidad de opinión respecto de que sea completamente malo», claro
que hace daño y esclaviza a los que lo toman en exceso, pero hay dos cosas que hablan a favor suyo: es
un placer del que es posible gozar moderadamente al igual como de manera moderada los escoceses
consumen whisky; lo otro es que un chino aletargado es menos terrible que un escocés embriagado.
Una sugerencia de este escritor es que China permita el libre cultivo de la amapola, la producción del
opio indígena podría ser una fuente valiosa de legítimos ingresos.
Una última opinión del autor: «Que Inglaterra obliga a los chinos a fumar opio es injusto y falso.
La Sociedad contra el Comercio del Opio no se ha dado cuenta exacta de lo que se persigue, y parece
basar sus pretensiones mas bien en la arena de la preocupación que en la roca de la verdad»2.
2 Información resumida de «El cultivo de opio en China». En: La Situación, Lima, sábado 2 de julio de 1881, N.º 23, p. 1-2.
La flor del opio, la amapola o dormidera (Papaver somniferum), era conocida ya por los sumerios y
egipcios y sabían de sus virtudes médicas desde el siglo xvi a. C. para lo cual extraían el zumo haciendo
incisiones en el fruto luego que se le caían los pétalos y así gota a gota decantaba el blanquecino látex3
o leche de amapola. De la misma manera aún se mantiene este procedimiento.
También debe tenerse en cuenta lo que los chinos en China llamaban da yan (gran humo) que
tan solo era el gran lujo de fumar opio, menester que no fue un descubrimiento propio, pero que sí
refinaron su uso, destilándolo hasta conseguir un humo puro y suave por medio de una pipa (yan
qiang) que requería un complicado equipo y ritual. Para lograr el aroma suave y sensible, el opio
debe ser manejado con suma habilidad; solamente cuando es preparado por un especialista libera su
esencia potente, es igualmente importante la calidad de la sustancia, la destreza de la persona que
maneja el equipo y que coloca la pastilla (chandoo) que con el calor se convierte en humo el mismo
que de una sola pero lenta absorción se introduce hasta los pulmones; luego se exhala el humo por
la boca y la nariz (Lee, 1999; Bachmann y Coppel, 1989) y al final se limpia la pipa de los residuos
(dross). Una vez que se ingresa al consumo regular y se le ha tomado el gusto, es difícil salir de la
adicción.
Una breve descripción de cómo los chinos en Perú realizaban el encendido y la absorción del
humo nos la presenta Juan de Arona:
Esta operación, nos dice, la practican arrimando a la lamparita que tienen en medio mismo del lecho,
la pipa en que fuman, compuesta de un botecito de barro y un tubo de carrizo. Aquella pieza, que es
la que hace de cazoleta, tiene un pequeño orificio donde se coloca la bolita de opio que se acerca a la
candela, aspirándose enseguida (1972: 97).
A la hora del almuerzo iba al tambo a comprar un mimpao de a gordo, para comerlo con mi vaso de
agua; era cuando veía al chino viejo, que estaba en la segunda pieza estirado en su barbacoa fumando
su larga pipa. A un costado tenía su lamparita de aceite ardiendo y ahí prendía el opio, o lo hacía hervir,
y de inmediato lo pasaba a la boquilla de la cachimba para luego absorberlo. El chino se quedaba ahí
quieto... aletargado. ¿Qué gusto será ese?, pensaba. Veía que él se sentía muy feliz fumando su opio
(Portocarrero, 1987: 20).
Una última descripción la encontramos en una novela de José Diez Canseco (1973). Nos presenta en
off, el mercado contiguo al barrio chino y a continuación lo que sucedió en el fumadero:
El cuadro nos permite acercarnos más al ambiente de un fumadero en Lima, en el Barrio Chino de la
capital, y es escrita por una persona que vivió en esos primeros años del siglo xx, que es muy posible,
nos haya narrado sus propias vivencias.
Este acercamiento nos da conciencia de lo alejados que nos sentimos ante todo el mundo del opio
de antes y de ahora, y ello a pesar de la frecuencia del consumo entre miles de los asiáticos inmigrantes
de tiempos no tan retirados. Queda una estela bastante diluida que ni la arqueología podría rescatar
esas pipas que tuvieron uso cotidiano entre los culíes, cuando se hallaban encerrados en los galpones
ni otras pipas utilizadas para consumir humo embriagador, soñar, y acabar con una vida intolerable,
un final que permitía retornar en Chung Wha al pueblo y al cariño desde donde se partió.
Casi desde el inicio de la presencia de esta población asiática inmigrante, la aparición del opio que
también fue algo novedoso, sorprendió y no agradó a los peruanos, fastidiaba el olor que tenía y que
se percibía por la calle de Capón, las adyacentes y por otras algo más lejanas.
En el mes de marzo de 1856, 6 años y algo más que ya había llegado el primer lote de chinos
culíes, el reclamo de un indignado y racista periodista de El Comercio informaba que:
a la calle de Judíos [actualmente es la segunda cuadra del jirón Huallaga, es decir, a media cuadra
de la Plaza Mayor] podemos cambiarle el nombre y llamarla de los chinos. El motivo es este. En los
covachuelos [tiendecillas que están en los sótanos] se ven y se huelen los tabaquillos. Al pasar delante
de ellos, atosiga y empozoña el olor acre del opio que preparan unos chinos… A manera de sombras
chinescas se ven las escuálidas formas de unos chinos en cueros, elaborando el veneno de ponzoña en
esos dos talleres públicos. Es asqueroso e indecente el espectáculo que ofrecen a la vista del curioso esos
hombres, mitad simios y mitad hombres, desnudos, tendidos en el suelo y dando patadas convulsivas
Unos pocos años después los diarios ya hacían mayores denuncias sobre el asunto: «OPIO. La calle
de Zavala (que era parte del Barrio Chino limeño) es insoportable por el mal olor que exhala el opio
que aderezan los chinos...»5. Opiniones similares sucedieron durante décadas: «Esos oscuros agujeros
donde (los chinos) fuman opio amontonados sobre sucias tarimas...»6. «La calle de Paz Soldán y la de
Zavala (antes y ahora ambas son parte del Barrio Chino de ellas se decía que eran) intransitables por
el nauseabundo olor a opio que despiden y que ahogan a los transeúntes...»7. En un informe sobre
el famoso Callejón de Otayza, núcleo habitacional pleno de chinos, se precisa que dentro de él hay
salones para fumar opio y se refieren a «las fumigaciones de opio que enervan y embrutecen»8.
Y no solo se trataba de la fetidez por el opio, también por la falta de costumbre entre los limeños
de nuevos olores o aromas que despedían las comidas de los inmigrantes que ya estaban bien instala-
dos en la capital, a eso se refiere la cita que sigue:
CRÓNICA LOCAL
CALLE DEL CAPÓN. Todos los vecinos de esta calle claman al cielo para que la autoridad convenien-
te haga una visita á la tienda número 235 situada en esa cuadra y habitada por algunos asiáticos. Las
composiciones que estos inquilinos preparan son infernales, sin duda; despiden un olor tan insoporta-
ble que causa la desesperación de los vecinos.
Esto es pues un foco de inmundicia que debe extirparse a la mayor brevedad; máxime cuando ya tene-
mos el verano a las puertas.9
Un personaje con buen ojo para observar las actividades de la gente de la calle se refería a la del Capón
diciendo «opio, chinos, mantequeros, chicharrones y encebados, calle mecha» (Gamarra, 1973). Y de
manera similar podríamos señalar un sinfín de artículos y autores que hasta el siglo xx han sido redac-
tados sobre esos raros olores; a los de la comida china ya nos hemos acostumbrado tanto que hasta la
hacemos en nuestros hogares y su aroma lo reconocemos y nos atrae.
Antes del estanco estatal la venta era libre. Los comerciantes de este látex desecado eran reconocidos
porque vender opio era un negocio más como vender zapatos, pianos o zanahorias. Y para hacer
conocida su mercadería ponían avisos en los diarios limeños indicando las características y/o el lugar
¡¡¡OPIO-OPIO-OPIO!!! En el almacén del pórtico conocido bajo el N.º 27, se acaba de recibir una
gran cantidad, de la mejor calidad…el conocido con el nombre de opio-compadre… y como se ha
recibido en derechura [por el camino recto, no es de contrabando], se vende muy barato13.
A pesar de la competencia entre este conjunto de vendedores de opio, demostraron tener cierto es-
píritu de cuerpo cuando fueron afectados por disposiciones normativas de la venta que hacían. En
octubre de 1874 solicitaron a la municipalidad que se les concediera un plazo a fin de vender el opio
que tenían en stock, y de esta manera ponerse a derecho con relación a una resolución del Concejo
Municipal. Había sucedido que según ordenanza municipal se prohibía la venta libre de drogas medi-
cinales y sustancias venenosas, especialmente el opio, y también el libre ejercicio de las ciencias hasta
que el gobierno resolviera lo conveniente14, por lo demás había transcurrido el tiempo conveniente
desde que se dictó la ordenanza y había transcurrido el tiempo suficiente como para los que recla-
mantes ya hubieran puesto a salvo sus intereses. La resolución como respuesta al pedido fue dirigida a
representantes de las quince casas que habían hecho la solicitud: Calderone Schomolle y Ca., Joaquín
Ortiz, R. de Rutte, Bianchi hermanos, Tomás Lachambre y Ca., R. Heyneman y Ca. Castillo Cast,
R.Schhostein, Calderoni hermanos, Belloc hermanos, Ramos Roel y Ca., Bates Stokes y Ca., A.R.
Hurtado, José N. Pérez y Costa Hermanos y Ca. Esa ordenanza ni otras disposiciones similares, en
Lima y fuera de la capital, durante esas décadas de los años 60, 70 y 80 del siglo xix se deben tomar tan
en cuenta: el consumo de opio era una necesidad intensa —casi preferentemente entre los chinos del
campo y de la ciudad— y por tanto su comercialización en cualquiera de las formas (legal o ilegalmen-
te) era inevitable. Y si bien hubo vendedores que actuaban en derechura, hubo otros que no lo hicieron
de esta manera. Se vio contrabando, robo, clandestinidad y, por eso, no poca persecución policial. Por
entonces el opio tenía una consideración ahora bastante olvidada, era también un remedio que podía
ser medicado así como algunos de sus derivados como el láudano. Por lo dicho, la comercialización de
este alucinógeno no era nada sorprendente y era a puertas abiertas. Los hacendados (o sus empleados)
con chinadas y los mismos asiáticos libres establecidos en Lima o cuando eran trabajadores sirvientes
para adquirir la droga acudían a los mercaderes.
Los hacendados tuvieron que proporcionar opio a sus culíes si querían tenerlos satisfechos y conten-
tos, por eso recurrieron a los comerciantes; inevitablemente ellos mismos, los hacendados, tuvieron
su comercio interno que representó un rubro más de ingreso así como de control sobre la «chinada».
La ubicación en la disyuntiva era inevitable, si ellos no repartían la droga —redituando algo, por su-
puesto— los chinos adictos, que parece no fueron pocos, la buscaban donde fuese y ello significaba un
factor de desorden dentro del régimen productivo en cada unidad agrícola productiva.
Solo conocemos el caso de algunos hacendados que en grupo mostraron su oposición resuelta
frente al consumo:
Somos hacendados del valle de Surco (Lima) que tenemos asiáticos y en estos días hemos sufrido varias
molestias a consecuencia del uso del opio. Nos informan que en Chorrillos se vende públicamente en
una tienda donde tienen colocados los caracteres [ideogramas chinos], en oposición al Reglamento de
Policía15.
Conforme pasó el tiempo todos los dueños de tierras agrícolas con trabajadores chinos debieron
ceder ante el vicio, si es que en algún momento se opusieron. En un informe sobre el movimiento
comercial del Callao, el cónsul inglés H. Hutchinson con la intención de hacer conocer que súb-
ditos ingleses propietarios de haciendas en Perú tenían un buen comportamiento y que ello incluía
a los chinos contratados, expresa lo que sigue: «En muchos lugares son bien tratados, como en las
haciendas del Sr. Swayne, donde los vi con sus templos para ídolos, sus varillas de opios y sus pa-
satiempos» (Hutchinson, 1976: 23). Tener bien a la chinada era verla, en consecuencia, fumando
el alcaloide.
El consumo fue muy frecuente, bastante extendido en todas las haciendas costeñas y fue intensi-
ficándose cada vez más conforme aumentaban de edad los peones asiáticos. Los galpones —cárceles
nocturnas se les llamaba— que los hacendados ofrecieron como lugar de vivienda a los culíes fue a
su vez un paraje de aprendizaje del consumo de parte de los chinos muy jóvenes que no fueron pocos
entre los miles de inmigrantes asiáticos.
Y cuando los culíes terminaban sus contratas en acentuado número (década de los 80 del siglo
xix), los hacendados cedieron este negocio a los chinos enganchadores como parte de los ingresos que
a éstos les correspondía. Ante la disminución de los chinos contratados los enganchadores llevaban a
las grandes haciendas a centenas de sus compatriotas que se encontraban libres pero en nuevas con-
diciones y a realizar las mismas y diversas actividades agrícolas que conocían. Estos enganchadores
chinos se cobraban por este nuevo régimen de trabajo —donde tenían cierto poder— un porcentaje
de las planillas de «sus» paisanos enganchados y también las ganancias de los productos que a ellos les
expedían, incluyendo opio, alcohol, coca.
La familia Aspíllaga fue la propietaria de la hacienda Cayaltí que se encontraba en el valle de Zaña
en lo que antes era el departamento (hoy región) de Lambayeque; fue una propiedad de no pocas
dimensiones que por compra fue añadiendo como propia otros fundos vecinos. En el siglo xix tuvo
buena cantidad de trabajadores culíes, en promedio unos 400, y posiblemente se trate de una de las
más importantes empresas productoras de caña. Esta familia fue a su vez dueña de la hacienda Palto,
que se hallaba en el valle de Pisco, que era de menores dimensiones y por tanto, el algodón que allí se
sembraba, era trabajado por menos de 150 peones culíes.
Los Aspíllaga tenían el derecho exclusivo de vender opio en su propiedad agrícola cañera, pero
esto no significó nunca una manera importante de ganar dinero. Fue significativo por el control que
pudieron ejercer sobre sus culíes opiómanos. Se abastecían a través de una compañía inglesa, H.R.
Kendall and Sons, de Liverpool y en ocasiones de vendedores locales (en el departamento) como Wing
On Chong y Cía. y de Virglio Dall Orso. Sin embargo, al igual que por todas partes, hubo comercio
clandestino de contrabando que aparentemente pudo ser controlado. Para ello utilizaron el mecanis-
mo de descontar por planilla a sus trabajadores chinos que solicitaran la droga en la tienda que ellos,
la familia Aspíllaga, administraban. Para los chinos esta modalidad terminó siendo perjudicial en
relación a sus ingresos. Y debe tenerse en cuenta que la mayoría de ellos fumaba. El consumo dismi-
nuyó conforme fue disminuyendo la población china, pues finalizaban sus contratos o fallecían16; en
los años 1890 todos ellos eran mayores o viejos pero en su totalidad drogadictos o alcohólicos. Hay
constancia de que los suicidios de chinos en esta hacienda se produjeron con opio (Gonzales, 1984).
Dentro de este tejido además se debe considerar que a partir de los años 80 y 90 del siglo xix había en
Cayaltí y en otras grandes propiedades costeñas, peones serranos habituados a consumir coca y alcohol
y lo hacían antes o durante el trabajo. Esta costumbre, plenamente respaldada por los terratenientes, es
lo que condujo a la propagación entre los peones orientales que aún quedaban. De su parte, los chinos
seguramente «enseñaron» a los peones peruanos los deleites del opio.
Michael Gonzales y Evelyn Hu DeHart coinciden en considerar que el opio comercializado por
los hacendados era una de las maneras como podían controlar la salida definitiva de sus chinadas; esta
consideración no tiene en cuenta que, a pesar de todo, muchos chinos culíes que terminaban su tiem-
po de contrato salieron libres, se instalaron en algún pueblo y no pocos murieron de bastante edad.
Interesa decir que el control de los hacendados —que no solo era a partir de la comercialización de la
droga ni del endeudamiento por ese y otros productos— no era absoluto ni ellos tenían en sus manos
todas las posibilidades de control; los chinos supieron manejarse ante ese poder patronal, eludirlo y
llegar a ser libres y pasar a continuación a un estatus diferente dentro de la sociedad mayor receptora.
En el caso de los chinos enganchadores, los hacendados dependían mucho de ellos, tenían poder, era
un período en que salían libres muchos culíes, no llegaban más chinos de China, y no había el engan-
che de gente de la sierra en las dimensiones que requerían muchas haciendas costeños en cuanto la
magnitud de las exportaciones aumentaba. El informe de una Comisión chino-peruana del año 1887,
muestra esta situación y nos da la imagen de la desesperación de los hacendados y del «abuso» de los
16 Muchísimas exhaciendas tienen sus «cementerios» de chinos que por lo general eran las huacas.
Los cientos de chinos que en condición de «contratados» estuvieron por décadas en las haciendas del
valle y que decidieron no regresar a China Imperial y por eso incorporarse a la vida social-económi-
ca, optaron por ubicarse a continuación en los centros poblados —no siempre en los del valle del
Jequetepeque— o por continuar trabajando en la agricultura en nuevas modalidades, sea recontrata-
dos, enganchados, yanaconas, al partir, etc.
De todas maneras cualquiera hubiera sido la modalidad, aquellos que tenían la costumbre o vicio
de consumir opio buscaron la manera de continuar haciéndolo. Téngase en cuenta que no había pro-
hibición ni para fumar ni para vender, y si hubo algunas restricciones hasta el año 1883 fue en relación
a considerar el opio como un fármaco que para venderlo había que solicitar autorización. En Lima
hubo casas comerciales que a puerta abierta durante muchos años vendieron opio.
Con la ley del Estanco de Opio y su reglamentación19 se establece algún control más exigente y se
decide quiénes eran los encargados legalmente de la comercialización, tenemos el nombre de empre-
sas o personas, incluyendo a los comerciantes autorizados en el valle del Jequetepeque que fueron J.
Montenegro y Cía. Ludowieg.
Sin embargo, debe considerarse que hubo restricciones anteriores al año 1891 muy propicias
como para satisfacer las inquietudes de las municipalidades por obtener cobros de variada índole del
17 Biblioteca Nacional del Perú, Sala de Investigaciones Bibliográficas, Expediente sobre la averiguación practicada por la comisión China
asesorada por funcionarios del gobierno, respecto a la situación de sus connacionales que prestan servicios en las haciendas. Lima,
1887, 140 ff. D 11416.
18 Información encontrada en libros de contabilidad de la Municipalidad de Zaña.
19 La ley se da el 31 de octubre de 1887 en el gobierno de Andrés A. Cáceres y su reglamentación se publica entre otros diarios en El
Comercio, lunes 23 de marzo de 1891.
a. Algunas evidencias
Una información obtenida de las actas de sesiones de la Municipalidad de Chepén del 7 de junio de
188420 en la que el propio alcalde considera que «siendo mucho el consumo del opio por los asiáticos
existentes en la población, y por tratarse de un artículo introducido de fuera», además que era deber
de la municipalidad procurarse ingresos para invertirlos en «bien de la población», era de su parecer
que se pusiera algún impuesto, tanto a las casas expendedoras como a los fumaderos. De esta mane-
ra, se podía conseguir que los asiáticos sirvientes al sentir caro ese producto no se distraigan en esa
ocupación viciosa y que solo cumplan con sus deberes. Luego de la fundamentación se propuso que
se imponga el pago mensual de 6 soles fuerte a cada casa de las que vendían ese artículo, y en cuanto
a los fumaderos, se ordena el pago en tres clases: las de 1.a pagarían 4 soles fuertes, las de 2.a darían
2 soles fuerte y las de 3.a abonarían 1 sol fuerte cada mes. Quien debía encargarse de la ejecución de
esta resolución municipal era el regidor de policía. Y como no podían faltar incumplimientos cuando
se hizo realidad esta disposición edil, en una sesión posterior de fin de año «se mandó notificar a los
asiáticos expendedores de opio para que en el día paguen el impuesto señalado a ese artículo por los
meses que estuvieran adeudando»21.
Tenemos evidencias que el incumplimiento de los pagos continuaron en los meses posteriores.
Es así que en otra de las sesiones se leyó una orden del alcalde en la que se indicaba que se quiten las
guardias (¿esposas?) a los asiáticos apresados por resistirse a pagar el impuesto al opio, y lo que debía
hacerse era que el rematista les pidiese una fianza por el valor del impuesto no cancelado. Lo que
sucedía era que los chinos vendedores no consideraban que tenían que pagar impuestos y había recu-
rrido al Concejo Provincial de San Pedro. Por eso mismo, y como había dudas en Chepén, se ordenó
la fianza y se precisó que se enviaría una comunicación al Concejo Provincial para que viera que el
Concejo Distrital de Chepén sí podía hacer el cobro22. El reclamo de los chinos fue tratado en otra
ocasión y se dispuso que lo conveniente era consultar con el subprefecto de la provincia, es decir llevar
el problema a San Pedro de Lloc.
No todo el interés de venta de opio era de chinos, en julio de 1886 en la Municipalidad de
Pacasmayo, el rematista del ramo mojonazgo pedía al Concejo que obligue a pagar impuestos a
20 Libro N.º 1 de Actas de Sesiones de la Municipalidad de Chepén, sesión del 7 de junio de 1884.
21 Libro N.º 1 de Actas de Sesiones de la Municipalidad de Chepén, sesión del 12 de diciembre de 1884, pp. 29-30.
22 Libro N.º 1 de Actas de Sesiones de la Municipalidad de Chepén, sesión del 8 de mayo de 1886, p. 74.
23 Es bastante seguro que se trata del chino exculi Antonio Ugaz, nace el año 1830 y muere de tisis a los 70 años el 10 de febrero de 1901,
fue comerciante y tuvo una relación estable con Rosa Paredes, quien nace el año 1872 en Hualgayoc. Esta pareja tuvo 4 hijos todos
nacieron en Chepén: Juan (1891), Héctor Neptalí (1894), Ricardo Urbano (1897) y Juana Rosa Alejandrina (1901).
24 Achón Gonzales residió en Guadalupe con Elvira Ruiz, en este pueblo tuvieron los siguientes hijos: Elvira (nace en 1897), Carlos
Augusto (1899), Augusto (1899 y muere ese mismo año), Sergio Eliseo (1900) y Elisa (1900, muere a los 23 años)
25 Libro N.º 1 de Actas de Sesiones de la Municipalidad de Chepén, sesión del 10 de noviembre de 1886, pp. 82-83.
26 La Unión, Chepén, 28 de mayo de 1916, año III, N.º 213.
27 La Unión, Chepén, 16 de febrero de 1922, año IX, N.º 1185.
28 La Unión, Pacasmayo, 24 de agosto de 1922, año IX, N.º 1367.
Algo bastante difícil de controlar todo el tiempo fue el contrabando de opio a pesar de la existencia
de una red de personajes que supervisaba y vendía legalmente; es muy posible que hubiera de manera
paralela otra red que obtenía clandestinamente el opio y que tenía clientes a los que abastecía. Un
escritor piurano informa que poco antes que entre en vigencia el Estanco, el opio que ingresaba por la
aduana de Paita estaba destinado a los departamentos de Lambayeque y La Libertad; y que había in-
gresos clandestinos por la frontera con Ecuador y en el litoral de Paita a Tumbes, el mismo autor creía
que era tan perfecta la reglamentación establecida a partir del Estanco que impediría el contrabando
(Moscol Urbina, 1986: 130). Quizás ocurrió quizás no. Pero esa frontera sirvió en otros momentos
para el ingreso encubierto al Perú de chinos.
El siguiente testimonio fue narrado por una persona que aún vive en el valle:
Yo he visto a mi padrino fumar opio. Él trabajaba en una tienda que después fue tienda de mi sobrino.
Yo le decía padrino a su abuelo. Entonces yo entraba ahí con frecuencia, pero en esa época no estaba
todavía mi padrino sino otro viejito que se apellidaba Che Sau Lan. Él sí era mi padrino, entonces
uno entraba corriendo a saludarlo: «padrino, padrino», y él estaba adentro en la tercera habitación,
echado en un petate, con una tripa, un depósito. Por entonces no sabía qué era opio, tenía nueve años,
además que no se escuchaba la palabra opio, pero era opio. Ya pasado el tiempo, cuando tenía dieciséis
o diecisiete años yo lo veía como siempre. No me hacía caso cuando yo le hablaba, estaba volando. Sí
me contó mi papá que cuando se fue a la China, para llevar el paquete, el equipaje a la casa llamó a un
palanquín, un chinito con su carretita de dos ruedas. Ahí se sentó, pusieron los paquetes, todo. Y el
chinito comenzó a correr. Después le dijo a mi padre una frase en chino, algo así como: señor, espéreme
un momentito. Se fue, entró a una casa, salió, y ya había tirado su virada, salía hecho un Hércules, y
corría mejor; le bastaba con una fumada30.
Mi abuelo sí fumaba opio. Él mandaba encomiendas a su tierra a Cantón y pasaba un mes, mes y medio
y le mandaban así paquetes y tenía una pipa grande y se ponía así en una mecedora y él fumaba y yo
estaba seguro de que fumaba opio. Mi abuela me decía: «Tu abuelo fuma opio». Por eso yo estoy bien
seguro que él ha fumado opio y quizá eso ha sido que él ha muerto muy joven falleció de cáncer a los
pulmones. Si ha venido joven de 33 años y ha muerto de 56, no han pasado ni 30 años. Por eso el opio
es un veneno, se olía. Los demás chinitos también fumaban opio31.
Ya pasadas algunas décadas del siglo xx hubo producción extensa del cultivo de amapola en hacien-
das norteñas serranas (cajamarquinas y piuranas de las que hay información periodística) lejanas
al control policíaco-estatal32. Un intelectual cajamarquino nos informaba que el club principal del
departamento se gestó a partir de la riqueza que se hizo con el sembrío de la adormidera y que él,
siendo aún muy joven, entró a una de las casas de esos hacendados y vio que encima de una mesa
había muchas copas de boca chica y cuerpo ancho, posiblemente las que se destinan para el cognac,
en las que encima de los bordes estaban los bulbos de las amapolas a los se les había hecho cortes
decantando por eso el látex dentro de esas copas. En la comercialización internacional del opio pe-
ruano, seguramente teniendo como destino la comunidad china de San Francisco se utilizó el puerto
liberteño de Pacasmayo, y por tratarse de un producto prohibido se colocaba en latas de manteca
dentro de las cuales iba la droga. Un chino de este puerto de apellido castellano estuvo metido en
este comercio; eso es lo que se decía pero no se comprobó nunca. Mas todos los paisanos hablaban
que él estaba metido en la cuestión.
En todas las décadas de venta de opio (con estanco o antes de él), algunos chinos cansados de la mise-
rable o desesperada vida que llevaban optaron por eliminarse, entre otras maneras, con opio. Aunque
es también posible que hayan muerto sin pretenderlo intoxicados por excesivo consumo en un solo
momento. Veamos primero los casos de muerte por opio que no fueron autoexterminio o no hay
seguridad de la motivación.
El más lejano que hemos encontrado es el del chino Pedro, quien trabajaba en la panadería de
Pedro Osorio, en un momento cuando cayó y le rebozó por boca y narices un líquido, llamaron al mé-
dico de turno que reconoció su muerte y explicó que se trataba de un envenenamiento con un brebaje
de opio33. Solo hacía cinco años se había iniciado la llegada de culíes a Perú y ya había inmigrantes
que consumían y fallecían.
La noticia que sigue no asegura que se trate de un suicidio pero bien hubiera podido tratarse de
eso mismo:
32 En el género de la narración se conoce la obra de Luis Valera Villanueva Opio, ambición, miseria, s/e, s/f (¿1960?) que se basa en hechos
reales transcurridos en los años de la década de 1940. Palabras del autor son las que siguen: «Las acciones fueron concebidas basándose
en una verdad evidente: la de que en las sierras norteñas se hicieron grandes plantaciones de amapolas, lo cual no es un secreto para
nadie...».
33 El Comercio, viernes 22 de diciembre de 1854, año XVI, N.º 4618, p. 3.
El cadáver de un chino ha sido encontrado en una tienda de la calle del Capón en la mañana de
hoy. De nuestros informes resulta que el indicado asiático ha fallecido por el envenenamiento del
opio35.
En un caso más el periodista informa de la muerte del asiático Ajén que «pertenecía» a José María
Balbi, el chino había tomado [sic] gran cantidad de opio lo que originó su muerte. El cadáver fue
llevado al hospital San Andrés para que le hicieran los estudios correspondientes36.
Dos meses después otro diario ofrecía la información de un chino que era sirviente en una casa de
la calle de Plateros (actualmente es la primera cuadra del jirón Ica) y que «consumía grandes cantida-
des de opio, fue encontrado ayer víctima de las más terribles convulsiones», se recurrió a la asistencia
médica y se lo llevó al hospital. Con bastante ingenuidad el periodista finalizaba su crónica con la
frase siguiente: «Nunca recomendaremos bastante la excesiva vigilancia que debe tenerse para que los
chinos se abstengan del uso del opio»37.
Transcurridas dos décadas noticias similares continuaron apareciendo acerca de los usuarios del
opio, pero esta vez en el Callao que seguramente no era nada diferente en toda la provincia de Lima
y en otras en toda la costa peruana.
En el Callao ocurrió que la policía tuvo que recoger [sic] a un asiático, José Soto, que por efectos
de sus largas trasnochadas y por el abuso del opio había adquirido la manía de fastidiar a los transeún-
tes, les hacía «ademanes y visajes de ojo muchos de las cuales afectan la moralidad pública»38.
Estos son otros casos también en el Callao:
El fallecimiento repentino de que fue víctima ayer un asiático en la calle de Arequipa, fue motivado
por congestión cerebral proveniente del abuso del opio o sus compuestos39. El asiático Achú, vecino
de la calle de Piura, número 130, falleció ayer repentinamente, por abuso del opio según consta en el
certificado policial.40
La intoxicación por opio como medio para suicidarse fue algo frecuente en Perú y en otros lugares donde
también llegaron culíes (Hu de Hart, 2005: 28-45). A continuación damos información de algunos de los
casos que anoticiaban los diarios. El primero de ellos es una nota corta con comentarios que muestran falta
de conocimientos acertados sobre el comportamiento de los chinos ante la muerte: «Anoche uno de esos
AHOGADOS. Unos carreteros decían a un chino: Esta mañana han encontrado en la mar a tres chinos
paisanos tuyos hogaos [sic] y estaban pelados lo mismo que ratones. Según averiguaciones del repor-
tero, se suicidaron no solo con el opio tomado en exceso, sino también degollándose y ahorcándose.42
El siguiente es un suceso que muestra la evidente intención del suicidio aunque la indicación que el
personaje se hallaba drogado, no es muy segura. Interesa observar que la idea del chino siempre dro-
gado con opio estaba en las explicaciones simplistas de los redactores de los diarios que influían en sus
lectores y seguramente esa misma opinión era la de muchas otras personas.
Momentos antes que partiera a Panamá el vapor inglés Santa Rosa, a uno de los pasajeros que era
chino, se le vio bastante excitado, comenzó por pasear por la cubierta a paso gimnástico, llevaba la ca-
beza levantada, la vista fija en el cielo y los brazos levantados en actitud de invocación. Después de una
corta oración en su idioma, en la que mezclaba en español la frase de «para Cantón», «para Cantón»,
se acercó a la borda y sin dudar se precipitó al mar. Opinión del periodista era que «sin duda lo em-
bargaba la acción del opio y soñaba las fantasías orientales y el aura del patrio suelo. El primer piloto
de la barca, Mr. Williams Reed, al notar la actitud tomada por el asiático, se arrojó tras él y venciendo
la resistencia que ofrecía, y que a pesar de las circunstancias seguía en sus gritos «para Cantón», «para
Cantón», logró mantenerlo a flote hasta que un jefe del mismo buque llegó a recogerlos.
En el mismo diario se informaba que: «se encontraba detenido el chino que anoche intentó suici-
darse por inmersión de abordo del Santa Rosa. En poder de la autoridad está depositado el equipaje y
una cantidad de dinero en oro y plata. Según parece, se le pondrá en libertad hoy»43.
Ya en la condición de libres y de edad bastante avanzada el suicidio fue algo frecuente por todas
partes, uno de los medios utilizados fue consumir opio hasta morir; así lo recuerdan personas mayores
de la generación que sobrevive.
9. Persecución por consumo
En el Perú de comienzos de la segunda mitad del siglo xix, ni el opio ni los opiómanos podían ser
perseguidos legalmente, no había leyes contra eso, sin embargo ocurrió en casos precisos y no como
política permanente gubernamental y/o municipal, ni tampoco por considerar al opio como droga
sino como un producto utilizado en la medicina44 y vendido en farmacias para lo cual se requería
DIRECCIÓN DE GOBIERNO
Lima, Setiembre 13 de 1877
Visto el expediente promovido por el asiático Manuel Laredo, pidiendo se le devuelva por el Concejo
Provincial de Santa la cantidad de doscientos noventa y cinco soles [S/ 295] que se le cobraron como dere-
cho municipal por la introducción de igual número de libras de opio; y teniendo en consideración que, por
el decreto supremo de 5 de octubre de 1874 aprobatorio de la Ordenanza Municipal de 7 de Noviembre de
1872, no es permitida la venta de drogas medicinales y sustancias venenosas, especialmente el opio, sino por
personas provistas de título legal y en las boticas y droguería que tengan licencia de la Municipalidad; y que
no encontrándose el recurrente en éstas condiciones, no ha debido expender públicamente el opio, contra-
riando una disposición vigente: declárase sin lugar la mencionada solicitud, debiendo el Concejo Provincial
de Santa retener la cantidad que se reclama, con el carácter de multa impuesta á Laredo y no como arbitrio
municipal; y en cumplimiento de la precitada resolución, procédase a suprimir, en la tarifa de mojonazgo de
la Provincia de Santa, los derechos con que se ha gravado la introducción del opio.
Regístrese y comuníquese –Rúbrica de S.E.–
Buendía.47
Si bien había este telón de fondo que permitía controlar o sancionar a los infractores o desconcerta-
dos, los periodistas de los diarios limeños consideraban que lo principal que debía perseguirse debía
de tener la intención de controlar un vicio en el que los principales usuarios eran los inmigrantes. Un
caso es el siguiente:
en tiempos recientes se interesó por este asunto dijo que «es lícito deducir que habitualmente utilizaba el opio, sí, pero preparado
homeopáticamente, lo que lo transforma en opium, un remedio que se puede usar permanentemente sin peligro de adicción, ni efectos
secundarios, al punto de que puede ser usado incluso en niños».
45 El Comercio, Lima, 9 de julio de 1860.
46 El Comercio, Lima, 25 de noviembre de 1854, año XVI, N.º 4586, p. 3.
47 El Peruano, Lima, sábado 29 de setiembre de 1877, N.º 52, Semestre 2, p. 205.
No habían pasado muchos meses y el mismo diario colocaba una noticia muy similar: «El señor co-
misario del cuartel segundo ha sorprendido el día de ayer a 28 chinos, los cuales han sido remitidos
a la Intendencia […] Alabamos el celo de dicho señor comisario por el gran interés que se toma en
destruir ese perniciosos vicio»49.
Y este estupefaciente no solo se consumía también, sin ser nada frecuente en esos años, se elabo-
raba. Una nota periodística de un diario limeño nos refiere:
ESTANQUILLO DE OPIO. El intendente [actual prefecto] dócil a las insinuaciones del periodismo
bien intencionado [...] ha sorprendido ese depósito de opio, ese taller público de veneno que elabora-
ban unos chinos en la calle de Judíos [al costado de la catedral, pocos metros de la Plaza Mayor], dando
tan nociva y pestilente vecindad a los moradores de dicha calle. Hemos visto el barril lleno de opio
fétido y a los tres esqueletos vivos que lo confeccionaban.50
Y ante un consumo que debe haber sido preocupante de muchas maneras, se proponía soluciones im-
procedentes. Una de ellas, vista desde los actuales tiempos, por su irrealismo resulta algo humorística:
A LAS PERSONAS QUE TIENEN CHINOS QUE FUMEN OPIO. Acaba de llegar a esta Capital
un específico con el cual se cura a los chinos para que no tomen opio. El autor garantiza el resultado. Ha
sido administrado en el departamento de La Libertad a 150 de ellos y a más de curarlos radicalmente
los robustece. El medicamento cada botella vale $ 8.4 (ocho pesos y cuatro reales) y se cura con ello a
cuatro chinos. El específico se vende en la calle de Santa Rosa de las Monjas N°128 [actualmente es la
5ta. cuadra del jirón Ayacucho, en Lima] en cuya casa queda depositado el dinero hasta que los com-
pradores se convenzan de la verdad.51
Ya para el año 1875 algunos chinos —seguramente comerciantes que en algo o en mucho se habían
enriquecido— estaban integrados y organizados en las denominadas casas de beneficencia asiáticas,
de esta manera ayudaban a sus connacionales en desgracia o en su vejez. Los que dirigían esas casas se
sentían representantes de la colonia china, y es muy posible que muchos chinos cercanos aceptaran
como correcta y conveniente esa autodelegatura. Ante una serie de críticas permanentes que recibían
los miembros de la colonia a través de los periódicos, de las disposiciones gubernamentales y muni-
Como desde esos años ya en medios del poder gubernamental o municipal rondaba deseos de
erradicar de la ciudadela china a todos los inmigrantes; en el mismo comunicado, asumen una actitud
defensiva ofreciendo una variedad de razones: lo que era inconveniente era atacar sus propiedades pues
52 El Nacional, Lima, sábado 13 de marzo de 1875, año X, N.º 2994, p. 3 (edición de la tarde).
Treinta años hace que los asiáticos pisamos el precioso suelo de esta hospitalaria República del Perú, y
en tantos años, no hubo autoridad ni gobierno que intentara agredir nuestros derechos. Que se persiga
el vicio, el ocio, el escándalo, y todo aquello que no sea conforme con la moral, las buenas costumbres
y con todo lo que la ley prohíba, en hora buena, somos los primeros en ayudar a las autoridades a lograr
tan loable fin; pero, no es justo, no es humano ni es legal, que se atropelle los derechos de tanto infeliz
asiático, con las disculpas de perseguir al vicio y a las malas costumbres. Todo esto le piden al Supremo
Gobierno: Los jefes de Casas de Beneficencia Asiática.
Después de escritas las anteriores líneas hay una post data que muestra como los «jefes» se sienten que
son la otra parte dialogante con las autoridades que gobiernan del más alto nivel. Dicen:
Hemos leído en los periódicos la circular que el señor Director de Gobierno, a nombre del señor
Ministro del ramo, pasa a los prefectos de los Departamentos sobre los asiáticos contratados que rom-
pen de hecho sus compromisos, y huyen de los fundos.
En dicha circular previene el señor Ministro, que cualquiera sea el resultado de la indagatoria que se
indica, es motivo para que se prive al asiático de su libertad.
Este encargo o declaratoria de parte del Supremo Gobierno no es muy satisfactorio con referencia al
propósito que abrigamos respecto al presente artículo arriba formulado, porque vemos que nuestro
ánimo en él no es otro que la libertad de nuestros derechos, como así mismo las persecución al vicio y
malas costumbres.
Los mismos
Un juicio que en ese comunicado no indican o no resaltan es en cuanto a la intensidad del consumo.
Los que suscriben aceptaban su existencia, proponen una solución aparentemente viable pero no
cuantifican el número de usuarios habituales ni las proporciones ni porcentajes de consumidores/no-
consumidores. Si bien no tenemos información de este tipo para el Perú aunque si hay estadísticas del
aumento de la importación desde Inglaterra, en una revista médica chilena, dos galenos, Juan Maass y
Ramsés Aguirre, escriben un artículo donde aseguran que en la intendencia de Tarapacá —que antes
Todo marchaba de esta manera en su particular «sensatez» y coherencia hasta que en el mes de octubre
del año 1887, durante el gobierno de Andrés A. Cáceres, se dio una ley creando el Estanco del Opio, la
disposición legal se refería tanto a la importación como a la comercialización; y esto era indispensable
porque era necesario aumentar los ingresos fiscales; solo el Estado y sus empleados —en algún mo-
mento chinos exculíes que trabajaron como empleados públicos menores—, podían comercializarlo,
hacer denuncias y perseguir a los infractores.
La anterior no fue la única norma legal, en setiembre de 1890 se da otra ordenando que el opio
solo ingrese por el Callao debido al continuo contrabando en el litoral, y un mes después en otro
dispositivo se da precisiones sobre cómo hacer el reparto desde el Callao a otros puertos de la costa.
Y con un nuevo presidente, Remigio Morales Bermúdez (1890-1894), se aprueba el reglamento del
estanco puntualizando cómo debe ser el control del contrabando, quiénes lo hacen, las sanciones.
Entre otros pormenores se dice que la importación y venta de opio solo se podrá hacer a través de los
rematistas del Estanco, los rematistas tenían todas las preeminencias de cualquier recaudador de rentas
fiscales como vigilar las importaciones de este producto, detener mercadería, abrir bultos sospechosos,
requisar si correspondía, detener a los contrabandistas, para todo lo cual tendrán apoyo de la fuerza
pública. Se ofrece tentaciones como el otorgar premios a quienes hagan denuncias; se precisa cómo
deben hacerse los paquetes de opio y la mejor manera de distribuirlo. Para hacer más viable el meca-
nismo de distribución-venta, habrá expendedores autorizados; y un detalle curioso: los compradores
de opio deberán devolver los envases vacíos de la droga consumida, evidentemente para que no se
vuelvan a utilizar (Aranda, 1893: 598-608). Si bien no se percibe que todo funcionó, las noticias de
los diarios dan muestras de cómo marchó la ley del Estanco de Opio, su reglamento y otras disposi-
ciones complementarias.
Es así que el año 1891 las personas y compañías autorizadas o rematistas del Estanco eran las que
muestra el cuadro siguiente.
En base a las evidencias presentadas, la hipótesis que señala la existencia de una contribución directa de
los inmigrantes chinos al desarrollo económico del Perú a través de su consumo de opio es válida. La
primera contribución que recibió el Estado peruano, por concepto de opio, representó el 4% del total
de sus ingresos fiscales en los años de 1889 y 1890. Significó a su vez el cuarto rubro en importancia
en la lista de los impuestos del presupuesto nacional; y no menos importante fue la cantidad de opio
exportada por Inglaterra al Perú durante 40 años aproximadamente. De otro lado, los negocios particu-
Lo que se denominaba contrabando fue un quehacer siempre presente y tentador, este es un caso muy
anterior al Estanco en el que un diplomático importante estaba involucrado; que negara su participa-
ción es totalmente obvio:
CONTRABANDO. Hoy se ha descubierto un gran cajón de opio que se quería introducir como
contrabando, y que venía roturado al señor cónsul de Italia, pero este señor manifestó que no tenía
conocimiento sobre aquel cajón, y en consecuencia se negó a recibirlo.55
CONTRABANDO. Todas las artimañas empleadas para introducir clandestinamente seis latas de
opio venidas en el vapor Imperial, no impidieron que el comandante de Resguardo, señor Guerra,
detuviera personalmente el bulto que las contenía el cual ya estaban casi al término de la marcha frau-
dulenta que seguía.56
E inevitablemente en estos asuntos del contrabando estuvieron participando chinos y el caso que sigue
sucedió en su ciudadela:
OPIO. Ayer fue sorprendido un contrabando de siete libras de opio en poder de los asiáticos Acún y
Ayán, vecinos del callejón de Otayza. Contrabando, contrabandistas, cuatro libras esterlinas y S/ 861.75
centavos, fueron a poder de la policía.57
El Estanco aún continuó funcionando hasta el año 1926 y el contrabando nunca pudo ser detenido.
La Unión, un periódico de Chepén, daba la noticia en marzo de ese año que en Lima se había en-
contrado un gran contrabando. Todo se debía a la habilidad del doctor Fernández Oliva, quien había
recibido la denuncia y del modus operandi. Se iba a celebrar un encuentro de venta entre el contraban-
dista y uno de los dueños de un fumadero. Así se pudo detener al contrabandista que llevaba en su
maletín una lata con dos y medio kilos de la droga. Se le detuvo «y en la comisaría tuvo que cantar».
El opio había ingresado por Bolivia y venía en envases como el del maletín. Mayor cantidad de ellos se
halló en el domicilio del contrabandista apellidado Bellido, y fue valorado en 40 000 soles. Se detuvo
a éste, a su hermano que era su cómplice y estaba en Arequipa, y a un tal Aguirre «por complicidad
en el mismo negocio luctuoso»58.
Como al opio, también se pretendió controlar a los fumaderos. En diciembre de 1918 se dieron
resoluciones precisando dónde podrían funcionar los fumaderos que en total, según la disposición
suprema, serían ocho: cuatro en la ciudad de Lima, dos en el Callao, uno en Cañete y uno en Huaral.
La cantidad de los que consumían y no eran chinos parece no haber sido nunca alarmante en el si-
glo xix. Los casos comprobados y mencionados en los diarios limeños son pocos y en la noticia que
sigue fue tanta la desazón del periodista que antes de ser una nota informativa lo redactado tiene un
tono de denuncia al público y a las autoridades, todo con el fin de que se sigan tomando medidas de
protección:
En las primeras décadas del siglo xx esta situación cambió, se ilegalizó el opio y se produjo asedios y
cacería aun cuando los yinqués eran concurridos por un sector del mundo intelectual, y que entre los
más vistos estuvo Abraham Valdelomar y otros miembros del grupo Colónida (1981), así como gente
fuera de Lima, en la ciudad de Trujillo, el grupo Norte, que antes se llamó la «Bohemia de Trujillo»,
encabezada por Antenor Orrego y Julio Eulogio Garrido.
lo más de nosotros no fumábamos opio ni inhalábamos éter ni nos inyectábamos morfina […] de los
ocho de Las Voces Múltiples [libro de composiciones poéticas] solo Garland, More, Valdelomar y Valle
fumaban la resina. Otros que no pertenecían a nuestro grupo íntimo pero sí al grupo grande frecuen-
taban el fumadero… Mariátegui [gran adicto durante un tiempo], Alejandro Ureta, Augusto Barreda y
Acercarse al Barrio Chino era siempre motivo de sospechas; una de ellas la recibió el comediógrafo
Jacinto Benavente en el año 1923 cuando visitó Lima. En un reportaje que le hicieron dijo que en la
capital peruana había «muchos chinos, muchos chinos». En respuesta, alguien, que sintió que esto era
una ofensa a la ciudad y que firmó con el seudónimo Sancho contestó con mala intención lo siguiente:
Si es sincera la impresión
del escritor Benavente,
yo creo, seguramente
que tiene aquella afición
que ahora se encuentra en boga,
y fue, buscando esa droga
por la calle del Capón.62
En el prólogo a la edición de Colónida del año 1981, Luis Alberto Sánchez asegura que «El ‘Grupo
Norte’ […] es una hijuela de Colónida». En mayo de 1918 Abraham Valdelomar visitó Trujillo y
estuvo con sus miembros, según escribió el propio Antenor Orrego63. Un escritor parte de este grupo
indica el carácter que tenía «el grupo que irrumpe en el manso y quieto ambiente trujillano con ca-
rácter netamente literario contra lo manido y protocolario, en gesto rebelde contra lo opaco y risible
de una literatura de imitación, de madrigales y cortesanas coplas...» (Espejo, 1989: 57). Miembros de
este grupo eran Antenor Orrego (director del diario La Reforma) y José Eulogio Garrido (director del
diario La Industria), quienes lo dirigían, César Vallejo, Carlos Valderrama, Alcides Spelucín, Óscar
Imaña, Víctor Raúl Haya de la Torre, Juan Espejo Asturrizaga, Francisco Xandoval, Eloy Espinoza,
Federico Esquerre, Felipe Alva, Carmen Rosa Rivadeneyra, Macedonio de la Torre. Se trataba no solo
de escritores y periodistas, músicos y pintores, varios de ellos eran poetas. Se trataba de bohemios
que más que nada hacían travesuras con la intención de llamar la atención; lo mismo como a veces
obraban los de Colónida. Sin saber o sabiendo, y al igual que Charles Baudelaire en sus momentos,
deseaban epater a la burguesie (escandalizar a la burguesía) y, como este poeta francés, intentaron rom-
per con el pasado y dar muestras artísticas heterogéneas y algunos, a sabiendas del comportamiento
del poeta maldito en París, se acercaron a la droga.
Es muy posible que en Trujillo haya habido yinqués, la ciudad fue un lugar donde se congrega-
ron muchos chinos exculíes que finalizaban sus obligaciones en las haciendas cañeras de los valles de
sentíame todavía ebrio cuando vime ya solo, caminando sin rumbo por los barrios asiáticos de la
ciudad… Quise entonces fumar. Necesitaba yo alivio para mi crisis nerviosa. Encaminéme al yinqué de
Challe, que estaba cerca.//Con la cautela del caso llegué a la puerta. Paré el oído. Nada. Después de bre-
ve espera, dispúseme a retirarme de allí, cuando oí que alguien saltaba de la tarima y caminaba descalzo
y precipitadamente de la habitación. Traté de aguaitar, a fin de saber si había allí algún camarada. Por
la cerradura de la puerta alcancé a distinguir que Challe hacía luz, y sentábase con gran desplazamiento
de malhumor delante de la lamparita de aceite, cuyo verdor patógeno soldóse en mustio semitono a la
lámina facial del chino, soflamada de visible iracundia. Nadie más estaba allí (Vallejo, 1966: 5-6).
Creo que acercándose más a la producción literaria del grupo Norte podríamos hallar algunos detalles
acerca de sus inquietudes bohemias y hasta dónde llegaban; parece que fueron menos osados que los
colónidos; lo que es una lástima es que haya poca compilación de los escritos de este grupo, con es-
casas excepciones como lo que se ha hecho con los artículos de Antenor Orrego y, por supuesto, con
la idolatría a César Vallejo. Nuestro gran poeta fue el único que llegó a Lima y se acercó y entabló
amistad con los bohemios que no solo estuvieron alrededor de Colónida; esta revista fue solo un chis-
pazo pasajero pero muy atractivo en el ambiente intelectual de la capital; los colónidos murieron de
manera temprana según informó Federico More en una serie de artículos en Caretas, la llamó por eso
la generación infortunada y repetía una frase que seguramente le era tranquilizadora: «los que mueren
jóvenes han sido escogidos por los dioses».
Ya pasadas algunas décadas del siglo xx entre gente de la colonia china ocurrió el consumo clandesti-
no. Pero más allá de ella, con participación de algunos de sus miembros, hubo producción extensa del
cultivo de amapola en haciendas norteñas serranas (cajamarquinas y piuranas, de las que hay infor-
mación periodística) lejanas al control policíaco-estatal64. Un intelectual cajamarquino nos informó
que el club principal del departamento se gestó a partir de la riqueza que se hizo con el sembrío de la
adormidera y que él, siendo aún muy joven, entró a una de las casas de esos hacendados y vio que en-
64 En el género de la narración se conoce la obra de Luis Valera Villanueva, Opio, ambición, miseria, s/e, s/f (¿1960?) que se basa en hechos
reales transcurridos en los años de la década de 1940. Palabras del autor son las que siguen: «Las acciones fueron concebidas basado
en una verdad evidente: la de que en las sierras norteñas se hicieron grandes plantaciones de amapolas, lo cual no es un secreto para
nadie».
Al principio solo vimos, en la penumbra, las manchas blancas de las esteras. Todo callaba, todo dormía. Las mis-
mas luces que, en el fondo de la estancia ardían el altar de los abuelos, ante un dragón rojo, parecían somnolentes
en la palidez quieta de sus llamas.
–Creo que nos hemos equivocado –murmuró alguien.
Pero nuestro guía nos tranquilizó, asegurándonos que era imposible confundir aquellas casas.
–Es por el aroma –nos dijo –Basta con haberlo sentido una vez para no olvidarlo nunca. Los mismos espíri-
tus de los muertos, cuando vuelven a pasearse por la ciudad, se detienen en las puertas de las fumerías en cuanto
perciben el aroma de la buena droga.
Un olor especial, que no acertábamos a encontrar agradable o desagradable y que ni siquiera podíamos
saborear por completo, llenaba, en efecto, la estancia. A veces creíamos sentir emanaciones de tabaco rubio de
Oriente; pero en el acto otras esencias acariciaban nuestro olfato con suavidades de miel, de sándalo, de canela,
de té. Y aquello era como una multitud de soplos sutiles e irónicos que se acercaban, que huían, que se cruzaban,
que se buscaban, que se desvanecían.
Cuando, al cabo de algunos minutos, nuestros ojos se acostumbraron a la semiobscuridad, vimos que la
mayor parte de las esteras no estaban vacías. Los fumadores, con sus lamparillas apagadas, dormían el sueño
divino del opio. Eran chinos flacos, de rostros inteligentes. En sus trajes, ninguna indicación de castas. Todos
vestían los amplios pantalones negros y los pitjamas lustrosos, comunes a los tenderos de Che-Long y de Saigón.
Inmóviles, con los ojos cerrados y los brazos en cruz, parecían figuras de cera fabricadas en el mismo molde. Solo
allá en el extremo del aposento, bajo las luces del altar, descubrimos al fin, una humareda blanca. Era una joven
anamita que acababa de fumar su última pipa.
***
Pero, ¿era, realmente, una anamita? ¿Era una muchacha, una congaï. ¿O era una adolescente más bien?
En Europa la duda habría sido imposible. Todo, en aquella aparición de lánguida belleza, decía la femeni-
lidad. El cuerpo delineábase en finas ondulaciones bajo la seda oscura, y el dibujo del rostro era de una pureza
impecable. Los labios, entreabiertos en una sonrisa enigmática, descubrían una minúscula dentadura, virgen de
toda mancha de betel. En los dedos de los pies, lo mismo que en los de las manos, brillaban sortijas de plata sin
ninguna piedra preciosa, y en los tobillos, en los brazos, en el cuello, argollas, cadenas y collares amontonábanse.
–Es una mujer, no cabe duda –murmuró alguien.
65 Enrique Gómez Tible, más conocido como Enrique Gómez Carrillo (Ciudad de Guatemala, 27 de febrero de 1873 - París, 29 de
noviembre de 1927) fue un crítico literario, escritor, periodista y diplomático guatemalteco. Autor de alrededor de ochenta libros,
de géneros variados, destaca principalmente por sus crónicas, donde ejercita una prosa netamente modernista. Es notable también
por su vida bohemia y viajera (tomado de Wikipedia). Enrique Gómez se casó con Zoila Aurora Cáceres Moreno (1872-1958), hija
del presidente Andrés Avelino Cáceres; el matrimonio no duró mucho, años después, 1929, ella escribió Mi vida con Enrique Gómez
Carrillo, relato de su pasión juvenil, serenada ya y por eso vitalmente sincera. (Tauro, 2001, t. 3: 435).
***
¡Oh, aquellos ojos! ¡Aquellos ojos de ensueño y de misterios, de voluptuosidad y de tristeza! Contemplándolos
largo tiempo, comprendí los arcanos del opio tan bien por lo menos como mis amigos que, habiéndose hecho
preparar numerosas pipas, saboreaban en una habitación contigua el supremo placer de la embriaguez divina.
Eran ojos de corte asiático, cual los que en Birmania y en Siam los poetas comparan a «pétalo de lotos noctur-
nos», y que, en efecto, son más vegetales que minerales y no brillan cual los diamantes negros de las españolas,
sino que aparecen siempre entre húmedas vaguedades, entre brumas suaves. Los párpados mismos, a la sombra
de las pestañas larguísimas, eran de un color mortecino, del morado fosforescente de ciertas frutas tropicales que
producen fiebres e insomnios.
¡Aquellos ojos! Yo me asomé a ellos, como a un pozo de infinito, con espanto y beatitud. En su fondo flota-
ban las visiones del ensueño asiático. Y eran, en barcas de jade, entre sederías rutilantes, princesas del Yunam que
corrían en busca de amorosas aventuras por los piélagos glaucos de sus mares; y eran piratas heroicos luchando
en sus frágiles sampans contra las naves formidables del emperador; y eran dragones tutelares, de escamas de
mil colores, que aparecían a la luz de la luna para ofrecer a las vírgenes entristecidas invencibles talismanes; y
eran palacios grandes como pueblos, palacios de filigranas, con techos de oro, con muros cubiertos de esteras,
bordadas, palacios llenos de música, de perfumes, de galanteos; y eran, allá, muy en el fondo, bajo las aguas del
pozo, minúsculas pagodas milagrosas.
***
Poco a poco la pregunta inicial sobre el sexo de la fumadora llegaba a transformarse en mi mente en otra
interrogación más angustiosa, relativa a la naturaleza misma de aquel ser de ámbar y de humo. Ya poco me im-
portaba estar o no seguro de que realmente tratárase de una congaï. Lo que quería era saber si era una realidad
o un fantasma, una criatura humana o una sombra. Aquella inmovilidad estática, en la que solo los ojos vivían;
aquellas perpetua sonrisa quieta, casi muerta, y que, sin embargo, era un filtro irresistible de tentaciones excelsas;
aquel cuerpo, en fin, que las flotantes sedas del traje dejaban adivinar lleno de ardiente juventud; todo aquel ser
armonioso, amoroso, misterioso, no tenía más vida que la de los ojos.
Y cuando digo vida, no quiero indicar movimientos, no. Las pupilas también permanecían inmóviles,
contemplando los cortejos de sus visiones. «hay una suerte de mujeres soñadoras que se llaman hadas, en latín
strigoc, las cuales se alimentan de adormideras negras, llamadas opio». Y estas palabras de un antiguo navegante
francés que antes me hicieran sonreír, acudieron de pronto a mi memoria. Des femmes songereusses… Sí, eso
era… Des femmes songereusses nourries de pavots noirs… Eso era, sin duda.
Los sucesos registrados en el expediente judicial —única fuente de este capítulo— ocurren en la ha-
cienda Monterrico Chico ubicada en el distrito de Surco, en Lima. No era una hacienda lejana a esta
ciudad capital, y esta proximidad influía en las actividades de ese fundo ya que no solo se dedicaba a
la agricultura; había personal y culíes especializados en hacer ladrillos que seguramente en carretones
iban a las construcciones que se hacían en una urbe que crecía y modernizaba como consecuencia de
la riqueza que se generó con la venta del guano1.
a. Características de Monterrico
No hay información de las dimensiones del fundo; pero de acuerdo al número de culíes y comparando
con otras haciendas se puede pensar que tenía unas 100 hectáreas. Parece que Francisco Menéndez,
el arrendatario, tenía otra hacienda o chacras no muy lejos llamada Chacarilla; «sus» chinos eran en-
viados a que allí también trabajen. Actualmente Monterrico Chico y Chacarilla se han convertido en
una urbanización, hay una avenida que se llama Monterrico Chico y un distrito Monterrico. Igual ha
1 Un ejemplo: el año 1862, antes que acabe su período, el presidente Ramón Castilla inauguró la penitenciaría de Lima.
189
sucedido con muchas exhaciendas que rodeaban a la Gran Lima, se han convertido en urbanizaciones
o en distritos.
Es preocupante desconocer qué cultivos había en las chacras de esa hacienda. En todo el juicio no
mencionan este aspecto crucial. Es claro que los hubo ya que había chinos regadores nocturnos, se-
guramente en momentos que le correspondía a la hacienda el tiempo del riego de acuerdo a un orden
general del valle, y eso no tiene hora; hay que aprovechar hasta las horas con o sin Sol. Eso es así desde
antes de los españoles y es así en la actualidad en todos los valles costeños.
Cualquiera que haya sido el o los cultivos, el hacendado repite una queja que era general: que la
agricultura estaba agonizante, pero reconoce que el trabajo de los chinos es el que en esos momentos
la sostiene; este criterio fue tan consensual durante el juicio que terminó siendo el eje de las decisiones.
Una frase usada por un intelectual de la época era que la agricultura peruana era como la Venus de
Milo: hermoso cuerpo pero sin brazos.
Francisco Menéndez era arrendatario y no propietario de Monterrico Chico y seguramente de
Chacarilla. Esta figura era utilizada con frecuencia; había hacendados, empresas y hasta conventos que
arrendaban sus tierras y sin hacer nada recibían dinero.
No conocemos desde cuándo Menéndez era arrendatario, parece que desde hacía pocos años antes, le
fue imprescindible por eso lograr culíes, algunos de ellos no fueron adquiridos directamente de perso-
nas o empresas chineras, se dice que venían de Caucato, la hacienda más grande del valle de Pisco, y
de las islas guaneras de Chincha. En estas islas hubo no pocos chinos en las más terribles situaciones
según algunas narraciones de la tripulación de las naves que se acercaban a esas islas a recoger guano; a
quienes les constató suicidios en grupo. Domingo Elías, iniciador del tráfico amarillo, fue el primero
que llevó culíes a esas islas, tuvo la concesión de colocar el guano en las barcas que luego lo llevaban
hasta Europa como abono para terrenos que habían perdido fertilidad. Elías hasta instaló línea férrea
que ayudaba al transporte; mas esa labor de picar, ensacar y cargar el guano hasta el tren o hasta las
barcas fueron actividades de esos emigrantes orientales. Los que sobrevivieron buscaron un porvenir
como ofrecer sus servicios a cualquier hacendado como Menéndez para las labores agrícolas y otras.
En el expediente hay dificultades para designarlos con sus patronímicos originales, a unos les
colocan dos apellidos, otros son escritos de diferente manera tal como los escuchaban (Ayán o Allán),
y a veces tienen el mismo apelativo. Esto nos remite al día a día. No hay forma de saber cómo se
comprendían cotidianamente con los representantes de Menéndez; seguro que a pesar que era muy
difícil que se entendieran verbalmente cada culí era distinguible físicamente por el hacendado y sus
empleados, los veían todos los días. Casi todos son cantoneses y hay dos chinchuis, posiblemente se
trata de las dos grandes etnias que llegaron a Perú, puntí y hakká. Otro asunto es que parece que no
todos eran iletrados, en sus contratas se ve sus apellidos escritos en sus caracteres.
Cuando la razón inicial del juicio —flagelación y maltratos a los trabajadores chinos— pasa a un
segundo plano, surge como tema de importancia la situación de los culíes en un régimen de contrata-
ción en cuyos términos están escritas cláusulas de mutua responsabilidad2. La palabra que usan es con-
2 Léase en anexo la transcripción de una de esas contratas.
c. Realidades insoslayables
El hacendado se refiere al consumo del opio, y se menciona que alguno de los trabajadores asiáticos
se suicidó de esta manera. La presencia de opiómanos era inevitable; ya lo eran desde China. Algunos
hacendados optaron por ofrecerles y satisfacer este requerimiento, si no lo hacían los chinos lo busca-
ban fuera de las haciendas lo que causaba desorden interno en las labores.
La homosexualidad fue igualmente ineludible que surgiera, no había mujeres en los galpones
donde a diario cocinaban y dormían encerrados. Algunos hacendados llamaban a esto como sus su-
ciedades, sus vicios. Hubo entre los trabajadores culíes enfermedades venéreas, seguramente traídas
desde China. La revisión de los genitales se hacía antes de que suban a bordo de las naves chineras.
Algo más, muy interiorizado en la vida de los culíes cantoneses eran los juegos; hubo gran va-
riedad de juegos incluyendo el tan difundido yan-quen-pó (papel-tijera-piedra) y no todos eran por
dinero, mas la naturaleza de otros era dinero y, algo muy oriental, que las deudas tuvieran una fuerte
carga moral. Dentro de las haciendas o fuera de ellas el mundo lúdico que vino con la inmigración fue
3 Se considera que hubo dos etapas de la inmigración de chinos a Perú durante el siglo xix; la primera de 1849 a 1857; y la segunda de
1860 a 1874. Entre los años 1857-59 no hubo tráfico a Perú.
4 De lo que fue el Archivo del Fuero Agrario (AFA), en los documentos de la hacienda Pomalca, Lambayeque, hay un libro especial
donde se lleva la contabilidad de cada uno de los cientos de culíes que tuvo.
5 De esta contabilidad hay un ejemplo como anexo que pertenece a un chino de Monterrico.
En el juicio en un momento el hacendado hace el siguiente recuento de sus culíes: «En la actualidad de
los 66 chinos 44 (incluye los 7 que están presentes) trabajan, 12 se han cimarroneado, 9 han muerto
por enfermedades y otro por opio». Esto es una clara muestra del maltrato físico, la mala alimentación
que daba, la semimentira de ofrecer médico pero no medicinas, las exigencias de esfuerzo en la faena.
Que huyeran 12 de los 65 culíes es un número alto (18.5%), que 9 hayan muerto por enfermedades
es igualmente una alta proporción (14%). Las afirmaciones que hacemos se derivan de conocer rea-
lidades muy cercanas de otras haciendas del litoral como Cayaltí, valle de Zaña; Palto, valle de Pisco.
Escaparse de un patrón rural o citadino era un mal endémico; en el juicio se menciona que en la
hacienda de Chavarría había un palenque de asiáticos cimarrones y que le dieron de puñaladas a un
caporal declarante que debía aprehender a un chino. En los siglos de esclavitud negra la existencia de
palenques era muy frecuente; con los semiesclavos culíes no fue así.
La explicación patronal de las fugas era que los chinos huían por no trabajar y porque había quie-
nes ganaban con el cimarronaje. Esta es la explicación de quien no quiere ser reconocido como autor
de injusticias a veces atroces y sancionables dentro de la legislación que estaba vigente.
Flagelar y otras sanciones físicas era algo connatural en el régimen de haciendas en esos años, ve-
nía desde la esclavitud de los trabajadores africanos esclavizados; era tan habitual la flagelación que el
patrón en el juicio declara, no diciendo la verdad, que nunca flageló ni siquiera las veces que fugaron
sus chinos. No era una concesión, era su estrategia de defensa: él no azotó, ocurrió en otra parte con
otro patrón. Pero de acuerdo a las declaraciones de varios chinos, impresiona la cantidad de azotes
que recibían y que evidentemente causaban heridas; los culíes azotados se curaban solos, uno de ellos
lo hacía con orines.
De todas maneras era injusta la obligación impuesta en esa y otras haciendas de que los chinos
debían comprar en el tambo (tienda) de la hacienda.
No parece raro que hubiera chinos dedicados a buscar a sus paisanos para ofrecerlos a los hacendados
(de alguna manera se iban convirtiendo en agentes de trabajo), eran intermediarios de los dueños de
fundos que enganchaban a sus paisanos para entregarlos a un nuevo patrón. Lo que sucedía era que
se iba conformando todo un sistema en el que el descontento de los culíes ante el trato inicuo de los
patrones era fácilmente canalizado —con ganancias de por medio— por chinos libres que sabían
que podían conseguir nuevos patrones para sus descontentos paisanos. Toda esta dinámica que en
ese año (1861) era inicial, en 1887 en un importante informe muestran las notables dimensiones de
este enganche de chinos libres a exculíes o culíes cimarroneados. En la biografía de Fructuoso Baca o
Wong Fulong (Rodríguez 2000: 289-336) se informa que este empresario oriental —que llegó a una
hacienda lambayecana como culí— abasteció a la hacienda Cayaltí durante 17 años de trabajadores
chinos que eran algo más de 100; y no era el único; el fenómeno estaba presente entre las grandes
haciendas cañeras cuyos propietarios en algo se sentían dependientes de chinos enganchadores como
Fructuoso Baca, y lo decían.
Lo que pasaba en Monterrico Chico no ocurría con frecuencia, aunque conocemos de otros casos muy
similares. En cualquier hacienda con trabajadores culíes los deseos de los patrones ayudados por sus
empleados era conseguir el mayor esfuerzo físico de los chinos, para aumentar la productividad. Con
el fin de lograr esto había que llegar a un punto de las exigencias sin que ocurrieran desmanes o desór-
denes de cualquier magnitud. En una buena situación equilibrada se lograba tranquilidad y paz, y no
había cimarronaje, ni había seudoenfermedades, ni suicidios, ni surgimiento de juicios, ni denuncias
a la Intendencia, ni colocación de cadena.
Nos parece interesante que los chinos reclamaran cumplimiento de términos de contrata y pagos
adeudados que según ellos no eran pocos; igualmente interesante que una búsqueda de los chinos era
no trabajar en Monterrico, el pedido era algo así que le cambien de patrón, incluso cuando están en
la panadería, quieren ir a otra. No tenían muchas opciones en el futuro inmediato. No deja de ser iró-
nico que dos que están en una panadería se fuguen. Y no deja de ser novedoso la potestad de un juez
para decidir la alternativa de colocarlos donde un nuevo patrón; pero esto no era definitivo, los chinos
mantenían y debían respetar los términos de la contrata con su verdadero patrón legal.
Además que el juicio se da a partir de una legislación muy a favor de los patrones, en todo el pro-
ceso se percibe la lealtad de los empleados al hacendado. Sus declaraciones son muy parecidas y nunca
hubo revelaciones culpatorias; en la rectitud al patrón hubo un comportamiento impecable. No dudo
que se trata de lecciones o mentiras aprendidas a partir de las instrucciones de los abogados. Quizás
estaban en la disyuntiva de si se salían de los carriles o instrucciones, perdían el trabajo; aunque no se
puede desestimar que hubiera lealtad sincera.
En los inicios del juicio de Monterrico aparece el chino José Cruz6 como apoderado de todos los
chinos, así se lo consideraba y hasta hay una indicación en el expediente que el Estado así lo aceptaba;
6 Algo de su vida se puede leer en la Adenda.
g. Fallo final
La sentencia final nos parece desconcertante, pues, el juicio se inicia a partir del reclamo de los culíes
—en número considerable— de la hacienda Monterrico Chico porque el patrón y los empleados los
flagelaban, los maltrataban, no les pagaban, ofrecían médico y no medicinas, no les daban su libertad
a pesar de haber cumplido su tiempo de contrato y algunos reclamos más de este tipo. Sin embargo,
la sentencia no tiene en cuenta estas acusaciones de los mismos afectados, no las considera porque
el juez acepta como válidos el conjunto de argumentos y explicaciones del hacendado, tales como:
nunca los flageló y quien pudo hacerlo fue un patrón anterior que lo antecedió, no tiene deudas con
ellos, siempre les ofreció alimentos, no era cierta la muerte de tantos culíes en Monterrico, al propio
hacendado no le convenía estas muertes obtener cada culí tenía un costo.
El argumento que el juez asume como importante así como el agente fiscal fue que sin el trabajo
de los chinos no había producción. Este mismo agente fiscal justificaba los castigos si los hubiere (con-
dicional es del fiscal) en cuanto que sin ellos —los inmigrantes chinos— el Perú muere de hambre.
2. El expediente (resumen)
Relación puesta en orden alfabético de los asiáticos (palabra muy utilizada en vez de chinos, incluso
para el censo de 1876) que pertenecían a la chacra Monterrico Chico —valle de Surco— que se pre-
sentaron en la Intendencia (prefectura) en la madrugada del 21 de enero de 1861.
En el expediente hay un informe de los médicos Torre y Fernández quienes encuentran que Asao,
Afó, Ayán, Atién, Choquío y Apó tienen cicatrices en las regiones glúteas en forma longitudinal y
con signos evidentes de flagelación ejecutada «en un tiempo que no pasaría de un año» excepto en
Achón y Apó que parecen haber sido flagelados recientemente si se tiene en cuenta algunas equimosis
(cardenales) «en las nalgas y parte posterior de los muslos».
***
No se puede tomar declaraciones a Acao pues no sabe castellano. Se busca que sean intérpretes
José Cruz y Manuel Matencio (el primero apenas sabía firmar).
Acao, natural de Cantón, 40 años, soltero, declara que quien lo azotó fue el mayordomo de la
chacra de Monterrico dándole 150 azotes, en esos momentos también estaba el caporal. El motivo fue
que un chino llamado Asán estuvo enfermo, no podía trabajar, y por eso fue castigado. Asán se enve-
nenó con opio y le echaron la culpa a Acao, esto sucedió hace un año. Y ahora hace solo 2 meses fue
azotado por Francisco Menéndez. No le pagan su salario ni le dan alimentos suficientes: agrega que a
***
29 de enero de 1861. Comparece el hacendado Francisco Ricardo Menéndez. Declara que es
limeño, 28 años, arrendatario de Monterrico. Afirma que conoce a los asiáticos, que no sabe quién los
ha maltratado; y que nunca ha ordenado a nadie que castigue a los chinos. Asegura que las huellas de
golpes son antiguas y seguramente las hicieron los anteriores patrones de esos asiáticos o aquellos para
quienes sirvieron en sus fugas. Nunca ha tenido 120 chinos en Monterrico, el mayor número de su
propiedad han sido 60, que… por otra parte es increíble y repugnante a la razón que una persona obre
7 El expediente contiene tres contratos originales, ninguno es de Acao.
***
En un recurso que presenta Francisco Menéndez, dice que los chinos fugaron haciendo un fo-
rado en el cuarto (galpón) en el que estaban encerrados. Juan Rodríguez, por orden de Francisco
Menéndez, y dos argentinos siguieron las huellas de los fugados que se orientaban a Lima por el
camino de Balconcillo. Fueron sorprendidos por la policía y ante esta circunstancia es que hicieron
quejas contra su patrón. El representante de los chinos —el intérprete La Cruz— es quien en otra
oportunidad vendió a chinos a otros patrones y fue necesario sacarlos de a bordo de un vapor que iba
al norte. Ha habido justicia cuando se les restituyó 31 asiáticos; y no la hay en la detención de los 7
restantes. Y puede probar que son sus chinos contratados. Necesita esos chinos y nuevamente pide se
los restituyan «… no hay derecho al despojo…». Además pide practicar una inspección ocular en la
propia hacienda.
***
Van a la panadería de Nazarenas para el careo donde otra vez declaran los chinos.
Acao dice que lo han azotado dos veces. La primera hace un año el caporal Chapana, y la segunda
hace dos meses y lo hizo el propio patrón. Está en Monterrico hace 10 años. Ha estado enfermo 10
veces y se ha curado en el mismo fundo, había médico y no medicinas. Las flagelaciones se las curó
él mismo.
Apó declara que lo han flagelado tres veces: hace 1 año su patrón por haber pedido cumplimiento
de sus papeles (contrato), la segunda igualmente el patrón por el mismo motivo hace 5 años cuando
se había cumplido su contrato, la tercera lo hizo hace dos meses el mayordomo Juan Rodríguez por
haber exigido se cumpla su contrato. Ha estado 2 años en Monterrico y 5 en Chacarilla. Nunca antes
se había cimarroneado.
Atén da estas declaraciones: lo han azotado muchas veces. Las primeras por el patrón, se había lle-
nado de piques y no podía caminar y aun así lo querían mandar a la pampa; otras veces el mayordomo
lo ha azotado. Ha estado en Monterrico 7 años, se fugó una vez hace mucho tiempo. En el careo dice
que le ha dado a su patrón 200 pesos para lograr su libertad.
Declaraciones de Atién. 4 o 5 veces ha sido azotado por el patrón porque estaba enfermo y no
podía trabajar. La última vez hace solo dos semanas, porque no querían pagarle su semana ($ 1.00).
Hace 6 años está en la hacienda. Cuando lo azotaban lo curaba el mismo mayordomo.
Afó declara que lo ha flagelado 2 veces el propio patrón. La última hace un año debido a que le
cobró al patrón la plata que le debía. De día hacía adobes y de noche regaba las chacras. Hace 6 años
está en Monterrico. Se fugó hace un año estando ausente como 3 meses. Luego de los azotes él mismo
se curó con orines.
Declaraciones de Choquío. Ha sido flagelado 3 veces por el patrón porque le pedía comida «pues
la ración que le daban era poca». Está en la hacienda hace 6 años; 2 veces se ha cimarroneado, se fue
al Callao y lo trajo el mayordomo Juan Rodríguez luego que lo sacó de a bordo del vapor que iba a
salir para Lambayeque. Estaba solo.
Ayán dice que fue flagelado una vez por su patrón hace un año y medio por haberle cobrado pago
por su trabajo que era de día en la pampa y en la noche como regador. Está en Monterrico hace 5 años,
3 veces se ha cimarroneado y «cuando lo agarraron le pusieron cadena para que nuevamente huya».
Luego de las flagelaciones él solo se curaba y así es como sanó. El patrón no quería que los chinos
compren afuera, exigía que lo hagan en el tambo de la hacienda.
En la misma sesión de careo el patrón Francisco Menéndez declara de cada uno de los chinos lo
siguiente:
Afó se ha fugado como 6 veces. Y sorprendió a la Intendencia de Policía cuando celebró una nueva
contrata con el señor Ceferino Elguera de la hacienda Palpa en el valle de Chancay, haciéndole creer
que era libre y aún estaba vigente su primera contrata. Pide que Afó le sea devuelto.
***
Santos Diez de la Lama con aceptación de los chinos va a defenderlos, será su apoderado.
***
Menéndez pide nuevamente, ya que han pasado tres meses, que le devuelvan los chinos que siguen
en la panadería. Santos Diez replica en otro escrito diciendo que en la panadería les están pagando. El
juez del crimen notifica a Morel, dueño de la panadería, lo que ocasiona el siguiente reclamo de Santos
Diez de la Lama. Yo como apoderado no podré tolerar la prolongación de esta causa que es la causa de
los juicios de los opresores, de los fuertes contra los débiles, y que Morel no tiene nada qué hacer en
este juicio. Para él los chinos «han quedado libres y expeditos para buscar la mejor manera de subsistir
porque es lo mismo buscarla colectiva que individualmente» los hacendados conservan, por desgracia
del país, hábitos de la esclavatura, esto es el látigo, que lo consideran un elemento (indispensable) para
ello, unido a esto están las ideas rancias y perniciosas del triunfo del feudalismo. Ellos en sus haciendas
administran justicia a guisa de los hombres de horca y cuchillo. De lo que se deduce que la tal emigra-
ción asiática no es en realidad sino una disimulada esclavatura por menos tiempo que la africana.
22 de mayo de 1861.
***
A través de Santos Diez los chinos, sus ponderantes, piden trasladarse a otra panadería «es muy
notable el abuso de la actual panadería en la que están, el dueño hace que los hombres trabajen día y
noche […] piden además que Menéndez presente los contratos firmados por los chinos».
***
Se cita a Menéndez y declara que no ha flagelado a los chinos y que si tienen heridas de flagela-
ción, comprobadas en la Intendencia, ello no significa que él las haya hecho. Los chinos han trabajado
Al comparecer Juan Rodríguez ante el Juzgado, el día 7 de junio de 1861, declara que «nunca le
ha puesto un dedo a Apó ni a otro chino» los golpes que con toda evidencia tienen los chinos los han
podido recibir de otras personas, más aún cuando se trata de chinos que han fugado.
Similares declaraciones ofrecen Manuel Herrera que es encargado del horno y es caporal de 4 o 5
chinos; igual Ignacio Hope, maestro del horno que tiene a su cargo 3 o 4 chinos.
***
Por el traslado conferido, contesta el agente fiscal: «la mala conducta y los repetidos crímenes
atroces que cometen los asiáticos en toda la república, dan méritos para caracterizarlos no solo como
díscolos y corrompidos, sino también como una horda perniciosa y fatal para el adelanto del país.
Muy raro es el escándalo en que dejen de tener una parte activa; los chinos son cimarrones, menti-
rosos, incumplidos en sus contratos y ladrones». Considera que hay «una confabulación general de
todos los siervos de Monterrico […] para arruinar al hacendado […] es imposible que unos hombres
feroces como son los chinos de galpón puedan ser obligados a trabajar sin usar del severo respeto y
algunas veces de medios coercitivos [sic] para que tengan que obedecer». Admite la poca posibilidad
del hacendado de un fundo distante a una milla de Lima para poder hacer que se realicen las labores
diarias, justifica los castigos si los hubiere en cuanto que sin ellos el Perú muere de hambre. Pide que
los chinos regresen a Monterrico.
Menéndez responde pidiendo «de conformidad con el Ministerio Fiscal» que lo absuelvan de-
finitivamente «mandando se me restituya a los chinos teniendo en cuenta el tiempo transcurrido
durante el juicio ya que no les corre para sus contratas». Pide esto porque nada ha sido probado. A
continuación hace un recuento pormenorizado de los sucesos, desde la fuga hasta las declaraciones
de los chinos (todo muy bien ordenando y redactado, posiblemente Menéndez tiene en esta fecha
un abogado diferente y más apto. Es así que refuta uno a uno con lógica procesal, cada uno de los
cargos a partir de contradicciones de las declaraciones de los culíes. «Es un principio de antigua,
moderna y universal legislación que quien afirma, acusa o denuncia un dicho o un hecho le corres-
ponde la prueba».
Y luego sigue esta vez con notable orden:
Menéndez, a continuación, contraataca las declaraciones de Santos Diez. Exige que éste y los
chinos respondan sobre las fugas inducidas a Lambayeque para J. Zaracondegui, y no solo se trata de
chinos de Monterrico sino de otros hacendados como Urresti, Pomar y Mazo. «Esto convencerá que
los asiáticos son prófugos por hábito; que han sido incitados por Lama para el abandono del fundo y
del buen trato que han tenido». No puede tener Lama poder de los chinos, judicialmente no es posi-
ble. Además los chinos no hablan castellano.
Todo esto ocurre el 22 de junio de 1861
El 10 de setiembre de 1861 Antonio de Pomar da sus declaraciones, es español, 60 años, agricul-
tor. Es cierto que un chino suyo fugó y se le encontró a bordo junto con 14 chinos más pertenecientes
a distintas personas. Iban a ser enviados a Lambayeque. Logró que su chino saliera de a bordo. Y fue
Santos Diez de la Lama quien «corrió (gastos) con el embarque de dichos chinos», entre los chinos
había uno de Francisco Menéndez, otro de Fernando Soria, otro de Juan José Landauro y otro de José
Félix Chorm, «todos los cuales fueron recogidos por sus respectivos patrones. El expresado Lama se
ocupa en inquietar a los asiáticos contratándolos para otras personas».
Declaraciones de Agustín Mazo dadas el 27 de setiembre de 1861, es limeño, hacendado, casado
y mayor de edad. También le robaron un chino que fue vendido a Zaracondegui por Lama.
Declaraciones de José María Urresti el 6 de noviembre de 1861. Tenía chacra en Huampaní y al-
guien le dijo que dos de sus chinos estaban ya embarcados y se iban al norte. J. M. Urresti se encontró
con el capitán del barco en la calle Comercio y le preguntó por sus chinos. Contestó que llevaba once
chinos y que Lama, que pasaba por ahí en esos instantes, podía responderle si eran suyos dos de esos
chinos. Lama le dijo que «si no estaban sus chinos que no lo perjudicase». El mayordomo de Urresti
fue a bordo y comprobó que no había ninguno de ese patrón.
En el mismo día declara el chino Choquío. Acepta que fueron pocos días los que perteneció a
Zaracondegui y que fue sacado del buque «el español Lama fue quien lo inquietó para ir a Lambayeque,
lo tuvo en el Callao 17 días en una casa».
Francisco Ricardo Menéndez le insiste al juez del crimen que se le restituya sus chinos que de un
depósito han sido trasladados a otro.
Esto ocurrió el 18 de noviembre de 1861. Cuatro días después sucede:
De acuerdo a fojas 20 y en fecha del 25 de enero de 1861, los asiáticos Acao, Afó, Ayán, Apó,
Achón, Atién y Choquío fueron depositados en la casa panadería de Juan Pérez Albela. El 9 de agosto
***
Sentencia
Sentencia sobre la causa criminal seguida contra Francisco Ricardo Menéndez, mayordomo y caporal
por flagelación y maltrato a los asiáticos que tiene contratados en su fundo. Acusador el agente fiscal
doctor don Juan Portal.
Se tiene en cuenta que está probada la huida de los chinos que salieron de Monterrico y se pre-
sentaron ante el intendente de policía quejándose de flagelación, maltratos, falta de alimentos y de
cumplimiento de los términos y condiciones de las contratas; y como este comportamiento podía
propagarse a otros fundos conduciendo a la ruina de la agricultura en las inmediaciones de la capi-
tal, se determinó que en el acto todos ellos fuesen reconocidos por los médicos de turno. Luego de
eso resultó que de los 38 asiáticos solo 7 tenían señales de flagelación antigua y solo dos de ellos con
heridas más recientes. Por eso se ordenó que los 31 asiáticos regresen a Monterrico y el juicio solo se
inició con 7.
También está comprobado que estos asiáticos con señales de flagelación antiguas en tiempos ante-
riores han servido en otros fundos donde podían haber recibido esos castigos. Menéndez ha acreditado
que da buen trato a los asiáticos, les ha permitido que tomen verduras del fundo, ha costeado médico
para que los cure y ha dado mejor trato que el que sucede en otras haciendas.
Ha quedado desmentido que no hubo muerte de muchísimos chinos. No podía ocurrir esto porque
era ir contra lo que el patrón había desembolsado para obtener los servicios de ellos. Conservarlos bien
estaba dentro de sus intereses aunque no fuera por cumplir con sus deberes religiosos y humanitarios.
Los casos de los chinos que tienen flagelación evidente así haya ocurrido en Monterrico, «no consta
que este castigo sea de naturaleza grave para aplicarle la responsabilidad» al hacendado. Los chinos han
debido presentarse ante las autoridades que correspondan para pedir que el patrón cumpla con ellos.
De acuerdo a los documentos que Menéndez presentó a los chinos Apó, Ayán y Acao solo les
faltaba pocos días para terminar los tres años de contrato.
Por los fundamentos anteriores y por lo expuesto por el agente fiscal se decide el siguiente fallo:
absolver a Francisco Menéndez, a su mayordomo y a su caporal de los cargos por flagelos y maltrato.
Y en consecuencia los cuatro asiáticos que no han cumplido sus contratos regresen al fundo a seguir
cumpliendo sus servicios quedando libres los otros tres pues ya han cumplido con sus obligaciones.
Lima a las dos de la tarde del día nueve de junio de 1862. Firma Mariano Dorado, juez de crimen.
***
Ante el fallo favorable a Francisco Menéndez, él reclama pues se declara libres a los asiáticos Apó,
Ayán y Acao. Ciertamente han cumplido su tiempo obligatorio pero ello ha ocurrido durante los mis-
mos meses que duraba el juicio incluso en días que estaban al servicio de otros patrones «desde que se
Hay apelación de los tres chinos a través de Santiago Chávez el procurador nombrado el 23 de
junio 1862. Lo que pretende Chávez es que los tres chinos no continúen o no regresen al servicio de
Francisco Menéndez. Sustenta de acuerdo al siguiente argumento jurídico: «si tal se hiciera —le dice al
señor juez de crimen— ustedes no hacen otra cosa que revocar esta parte de su sentencia, pero como es
sabido que los jueces no pueden revocar sus providencias: la pretendida modificación no puede tener
lugar, y Menéndez debe revocar el derecho que cree tener para recabar del superior lo que pretende
por la interposición del recurso correspondiente…1 setiembre de 1862».
Adenda
El nombre en chino de José Cruz era Apem o Apén, nació el año 1824, era de origen cantonés, en
varios momentos declara ser católico y eso se comprueba con el cambio de nombre; apenas si sabía
firmar. Durante el juicio en Monterrico tenía 37 años. Instaló como negocio una fonda en la calle
Queipó, San Lázaro (Rímac), muy cercano al mercado de Baratillo. Además poseía un cuarto en la
calle de Cruz de Lazo donde su mujer, llamada Manuela Quiroz, guardaba toda su mercadería con el
fin que no se considere que era suya. Posiblemente era un negocio familiar más que administrado su
esposa.
Para el año 1880, en el plano elaborado por P. V. Jovanny encontramos la referencia del mercado
del Baratillo como el único mercado en el Rímac. Esto debido a la envergadura que representaba para
la época; en verdad no era el único, también había el mercado de Limoncillo. En ambos mercados
pusieron sus negocios chinos exculíes y migrantes chinos que llegaron años después.
En el expediente hay varios contratos, hemos escogido para transcribir uno de ellos que está escrito en tres idio-
mas, tomamos la versión en español.
Nº 329
Yo Siun Suan natural del pueblo de Chang Chou provincia de Fokién en China de edad de 16 años y de
oficio labrador, declaro que he convenido con el agente de los señores Joseph Hegen y Cía. de Liverpool embar-
carme en el buque Zetland, con el objeto de trasladarme a Arica o Lima obligándome desde mi llegada a dedi-
carme en ellas a las órdenes de los Sres. Joseph Hegan o la persona a quien se traspase esta obligación a ingenios
u otras fincas, durante las horas acostumbradas como fuera de ellas, según convenga a las espresadas personas
y a ejecutar los trabajos por cuatro pesos de salario al mes, que empezarán a correr a las veinte cuatro horas de
saltar a tierra en Arica o Lima. Queda entendido que no se pueden mandarme a trabajar en las islas Chincha o
emplearme en la embarcación que esté en cualquier puerto de Perú.
La manutención será de ocho onzas de carne salada, una y media libra de plátanos boniatos u otras raíces ali-
menticias; y asistencia de médico y enfermería, dos mudas de ropa y una frazada, anuales y una camisa de lana.
Cumpliendo con esta obligación por espacio de ocho años continuos que se fijan por término de este contrato,
cumplidos el cual quedaré en libertad de obrar como mejor me parezca.
Mi pasaje y manutención a bordo del buque espresado será de cuenta de los Sres. Joseph Hegan y Cía.
De quien confieso que he recibido por mano de sus agentes la cantidad de ocho pesos fuertes en plata para mi
habilitación en el viaje que voy a emprender, y dos mudas de ropa nueva, y para saltar en tierra importantes
tres pesos y medio, a condición de que los once pesos y medio que suman ambas partidas las pagaré en Perú a
la orden del espresado Sres. Joseph Hegan y Cía. Con un peso al mes que se me descontará de mi salario por la
persona a la que fuese traspasado este contrato entendiéndose que por ningún otro concepto podrá hacérseme
descuento alguno de lo que doy fe que cumpliré puntualmente con las obligaciones que quedan espresadas.
Firmo en Amoy el 17 de marzo de 1855.
(Sigue firma en chino)
Fue comprado en junio de 1861 por cinco años, y antes de cumplir su primer contrato se volvió a contratar por
dos años que debían cumplirse el total de los 7 años el 16 de junio de 1868, pero habiéndose cimarroneado dos
veces se cargan los cinco meses que estuvo la primera [huida] y de la segunda que son siete meses.
Se traspasó la contrata que celebró con el Sr. Elguera la segunda vez que se cimarroneó que fue por tres
años que principiaron también en 24 de julio de 1858, como consta de los contratos que existen en autos y
solo habiendo servido hasta el 21 de enero de 1861 que se presentó en la Intendencia. Le falta el mismo tiempo
que al anterior [se refiere a las explicaciones que da de otro chino que también está en el legajo]. Se aumentan
nueve meses más quince días que estuvo enfermo, pues… él en su declaración dice que fueron diez días como
CHINOS CULÍES Y
ORGANIZACIÓN INTERNA
EN UNA HACIENDA
207
La hacienda Palto fue propiedad de la familia Aspíllaga desde 1867 hasta 1959, se hallaba en el valle
de Pisco en la parte que se denomina valle del Cóndor. Durante los primeros años estuvo dirigida por
uno de los hermanos (ellos fueron Ramón, Antero, Ismael y Baldomero) y en los años siguientes esta
unidad agrícola algodonera tuvo varios administradores que fueron sucediéndose, y en ocasiones uno
de los hermanos pasaba unos días inspeccionando y controlando la conducción. La frecuente corres-
pondencia entre estos administradores y la casa-oficina de esta familia en Lima, calle Beytía, nos ha
facilitado información muy precisa sobre todo tipo de ocurrencias y también acerca de la presencia de
los chinos culíes que les sirvieron para producir algodón. Solo una parte de una obra más completa y de
mayor volumen, que se publicará alguna vez, es el que presentamos en este capítulo y en el capítulo 12.
Cuando en agosto de 1867 los Aspíllaga se hicieron con la hacienda Palto, tuvieron que pagar por
el casco de ella la cantidad de 81 500 pesos más el 12% de interés sobre el capital, 11 410 pesos, lo
que hacía un total de 92 910 pesos1. De inmediato debieron conseguir mano de obra y animales para
trabajar los terrenos agrícolas y en las demás actividades del latifundio. Se decidieron por los chinos
culíes antes que por trabajadores negros libres —mano de obra relativamente abundante por esos años
en todo el valle de Pisco— pues los chinos no eran ni ociosos ni indóciles como los negros, según
creencia y opinión de los Aspíllaga. De todas maneras, además de chinos durante varios años siempre
hubo peones libres que cumplían las labores y actividades por realizar.
En el mismo mes de agosto que compraron Palto, esta familia logró que el traficante de chinos
Roco Pratolongo les traspasara el contrato de 26 culíes al precio unitario de 325 pesos2; además con-
siguieron de Canevaro y Cía., otra compañía dedicada a la trata amarilla, 17 chinos al mismo precio
que los primeros. En el mismo mes, José Manuel Pérez, pariente pisqueño de los Aspíllaga, les vendió
el contrato de un chino por la cantidad de 180 pesos; y en el mes de noviembre fueron trasladados
3 culíes de Cayaltí a Palto pagándose por ellos, según quedó anotado en los libros de contabilidad,
un total de 370 pesos. Así, los Aspíllaga en pocas semanas lograron 47 trabajadores chinos pagando
por todos ellos, incluyendo el 6% de intereses, un total de 15 363 pesos. Además de este pago inicial
1 Mucho de la información de este capítulo se ha tomado del fondo documental de la hacienda Palto, y en el caso del Capítulo 12 tanto
de Palto como a veces de Cayaltí, ambas de una misma familia. Todos los conjuntos antes estuvieron en el Archivo del Fuero Agrario
y en la actualidad en el Archivo General de la Nación. En este capítulo y en el Capítulo 12 usaremos las siguientes siglas: FHP, Fondo
hacienda Palto; FHCy, Fondo hacienda Cayaltí; LM, Libro Mayor; Pll o Lp, Libro de planilla; Pa-L, Palto a Lima; L a Pa, Lima a Palto.
2 Todas las referencias a las compras de chinos se han obtenido de FHP, LM.
209
que mayormente se dio a Pratolongo y Canevaro, hubo que hacer en los chinos recién incorporados
una serie de pequeños gastos: conducción desde el puerto, compra de vestidos, alimentos, botiquín,
etc. A este primer conjunto de 47 chinos se le denominó la «partida Torrico» y así fueron conocidos
hasta el año 1880 en que los chinos contratados casi desaparecen como trabajadores de Palto. Esta
fue la partida cuyos miembros mayormente se identificaron y continuaron dentro de la hacienda por
muchísimo tiempo.
Como no era suficiente el número de trabajadores en relación a la cantidad de terreno cultivable,
en diciembre de 1867 se logra una segunda partida compuesta por 21 chinos que habían sido «im-
portados» por la casa comercial Juan Figari e hijos a la que los Aspíllaga debieron pagar 8 099 pesos;
mejor dicho, por cada asiático o colono, denominaciones frecuentemente utilizadas en la época, los
Aspíllaga pagaron en esa oportunidad la cantidad de 380 pesos. Un mes después, en enero de 1868,
adquirían un tercer grupo de 10 chinos cuyo traspaso de contratos se cotizó a 380 pesos. Con esta
partida la hacienda solucionaba de manera parcial su problema de mano de obra y disminuían a la vez
el uso de peones libres; pero se solucionaba un problema y surgían otros: algunos chinos de estas tres
primeras partidas habían fugado o se habían enfermado. Fue Ajén Viejo el primer culí cimarrón quien
huyó a los 21 días que los Aspíllaga tomaron posesión de Palto y cuando fue aprehendido sus dueños
dieron 10 pesos a la persona que lo tomó y lo devolvió a la hacienda.
El primer enfermo fue Achén Torrico, cuando no hacía ni 20 días que estaban presentes los nuevos
dueños, y por supuesto se tuvo que pagar por sus cuidados y por las medicinas. Años después Achén
llegó a ser caporal chino y fue asesinado por el resto de sus connacionales el año 1880. El primer gasto
por enfermedades y medicinas se hizo a los pocos días que arribaron los chinos a la hacienda, se llamó
al doctor Fonseca para que hiciera una visita de inspección pagándosele por ella la cantidad de 30
pesos. En general, con los chinos había siempre gastos imprevistos que se pensaba recuperar cuando
comenzara la producción de algodón.
Desde enero de 1868 hasta abril de 1874, los propietarios de Palto hicieron otras siete adquisiciones
de conjuntos de trabajadores chinos en las siguientes fechas, cantidades y precios. En el Cuadro 1
incluido también los datos de las tres primeras compras.
Evidentemente, los precios unitarios de las contratas de los chinos no han sido los mismos en
todos estos años porque los gastos que ocasionaban en la travesía no eran los mismos y sobre todo no
eran siempre iguales durante la trata amarilla las exigencias en el mercado. Cuanto mayor era la de-
manda mayor precio unitario se exigía por el traspaso del contrato. En cuanto a los chinos adquiridos
en Palto en el año 1871 se observa que hay dos grupos llegados al mismo tiempo, pero de distintos
precios; es posible que ello esté relacionado con las mejores o peores características físicas de esos dos
conjuntos de semiesclavos ya que más precio se pagaba por los chinos jóvenes, sanos y fuertes, y menos
por los viejos, enfermos y débiles.
Por otra parte, es importante comprobar y comparar con otros gastos los que les ocasionó a los
Aspíllaga la adquisición de los 194 chinos que se integraron a Palto entre 1867 y 1874. Por la to-
Partida se denominaba al conjunto de chinos llegados al mismo tiempo a la hacienda, término que no
era nada original a mediados del siglo xix ya que esta palabra con esta misma acepción fue utilizada
en décadas y siglos anteriores para referirse a los esclavos africanos.
En Palto hubo un total de nueve partidas con distintos números de integrantes chinos cada una
de ellas. La más numerosa fue la primera llamada Torrico posiblemente en recuerdo o vinculado a
Federico Torrico quien fue propietario de Palto antes que los Aspíllaga o él compró la hacienda a nom-
bre de éstos. En 1869 llegó la denominada partida Bomberos; a la última partida se la llamó Nuevos y
otra más fue conocida como partida Palto; a las demás se les identificó por el número de trabajadores
que la componían. Las partidas cambiaban la designación numérica inicial cuando el número de sus
miembros por alguna razón disminuían. La partida 32 con el tiempo devino en partida 25, ya que
algunos de sus integrantes por distintos motivos se ausentaron definitivamente de la hacienda Palto.
3 Los gastos entre 1868 y 1880 por recontratas fueron total 18 970 pesos.
4 Entre 1867 y agosto de 1873 se gastó 30 765 en arroz, 18 447 pesos en carne, y en medicinas 917 pesos.
5 Los gastos por planillas de chinos entre 1867 y 1880 fue 86 497 pesos.
6 Entre 1869 y 1881 lo que la hacienda perdió por los chinos muertos fue 2 636 pesos. Seguramente hubo otras defunciones de las que
no hay información.
Cuadro 2
HACIENDA PALTO, PARTIDAS Y NÚMERO DE CHINOS
Partida Fecha de llegada N.º inicial de chinos Agosto 1875 Agosto 1876 Agosto 1877 Agosto 1878
Torrico Agst. 67 47 27 22 22 18
31 Dic. 67-Ener. 68 31 22 21 16 9
32 Stbre. 68 32 25 15 14 14
Palto Nov. 69 12 7 7 7 9
Bomberos Dic. 70 12 9 8 8 9
20 Jul. 71 20 19 18 18 18
13 Stbre. 72 13 13 13 13 13
12 Oct. 72 12 12 11 10 9
Nuevos Abr. 74 15 14 13 12 12
Total 194 148 128 120 111
Fuente: FHP, LC.
Según parece, los miembros de una misma partida estaban agrupados-integrados desde antes de
llegar a la hacienda ya que, por lo general, entre 1867 y 1874, la adquisición de los colonos —así
llamaron los chineros y los patrones a los trabajadores asiáticos— se hizo tomando un pequeño grupo
de un gran lote recién arribado en un mismo barco. En consecuencia, cuando una partida llegaba
al puerto de Pisco y de ahí pasaba a Palto, los miembros de ella ya habían estado juntos desde hacía
varios meses: el tiempo que duraba la travesía de Macao al Callao. Esta situación interesa tenerla en
cuenta pues los miembros de una partida se defendían entre sí en las peleas con otras partidas, así
como de los frecuentísimos y variados abusos de los patrones y sus empleados.
Para la hacienda era importante el mantenimiento y existencia de las partidas porque facilitaban
su organización interna: orden en sus libros de planillas, en los libros de control de los contratos y
recontratas; para la distribución de los trabajos, o del reparto cotidiano del arroz, en la distribución
semestral de ropa y frazadas, etc.
Conforme se fue cubriendo el número de trabajadores que requería la cantidad de tierras cultivables,
no se presentaron problemas por este concepto; aún después de terminados los contratos fue posible
recontratar a los mismos chinos de la hacienda. El problema surge posteriormente, cuando la cantidad
de trabajadores disminuye por diferentes motivos y no hay «en el mercado» mano de obra disponible.
A través del Cuadro 3 se pueden apreciar los diferentes momentos de la presencia de la mano de obra
china en Palto, desde el año 1867 hasta 1880. El número de cada semestre corresponde a la cantidad
promedio de chinos que cada día asistió al trabajo.
Interesa conocer la recontrata por múltiples razones. La fundamental es que gracias a ella se prolongó
el tiempo de permanencia de los culíes en las haciendas y esto fue una salvación para los terratenientes
costeños durante algún tiempo. Si los 194 chinos contratados de Palto representaban la posibilidad
teórica de 1552 años de trabajo (194 chinos x 8 años), la suma total de los años de recontrata han sido
459 años, es decir, casi el 30% de prolongación del tiempo obligatorio de trabajo con los patrones.
Cabe precisar que las recontratas no eran lo mismo que las contratas (o contratos); a pesar que en
ambos casos hubo por igual un papel firmado había aspectos y circunstancias que las diferenciaban.
Lo que las asemejaba era que los culíes debían seguir haciendo en la hacienda lo de siempre: trabajar
en todo tipo de actividad; los patrones, de su parte, debían cumplir iguales condiciones: proporcionar
alimentos, vestimenta y medicinas y dar el pago semanal de un peso. Las diferencias centrales eran
dos: la primera, el tiempo de duración; y la segunda, el pago adelantado que se daba.
Las recontratas se dieron por seis meses, uno o dos años —no más ni menos—; era posible,
además, recontratarse varias veces según lo que ambas partes convinieran. Este tiempo concordado y
obligatorio se sumaba a los ocho años obligatorios de las contratas. Si había varias recontratas, sim-
plemente se iban añadiendo las diversas cantidades de años mutuamente aceptadas. Hubo en Palto el
caso de un chino cuya suma total en tiempo de sus diversas recontratas fue de 17 años. En cuanto al
total de chinos y de las veces que se convino en asumir nuevos compromisos. Presentamos al respecto
el Cuadro 4.
Del total de 178 chinos de los que hay información, de 27 de ellos no hay precisión sobre sus
recontratas; de 38 (25.7%) se sabe que se retiraron de Palto sin recontratarse ninguna vez y que 113
(74.3 %) lo hizo una y más veces. Lo que fundamentalmente muestra el cuadro es que gran parte del
grupo que se ha recontratado está centrado en la menor cantidad de veces, mejor dicho, gran parte
de los recontratados solo se comprometieron a trabajar una, dos o tres veces más. Lo que faltaría en
el cuadro sería la cantidad de tiempo o años que significaban estas recontrataciones, lo que se verá y
analizará posteriormente.
de 1879 aceptó una vez más recontratarse, los 50 soles que había 10 y + 6 4.0
que pagarle se los dieron en 5 cuotas de 10 soles cada una. Estas Subtotal 151
Ese ‘inmenso’ monto de dinero adelantado posibilitaba a los trabajadores chinos salir de la hacienda
una vez que llegaba el momento de su libertad, pues abría el camino para incursionar tentativamen-
te en otras actividades, en especial aquellos que quedaban libres intentaron ingresar en el pequeño
comercio en los pueblitos próximos a las haciendas costeñas. Los que no lograban éxito sabían que
por su propia necesidad en las haciendas les tenían las puertas abiertas. Sin embargo, para conseguir
ubicar a los chinos libres sin éxito o a los prófugos desperdigados en pueblos, caseríos o ciudades, fue
necesario recurrir a intermediarios, ‘chinos de confianza’ aún ligados a las haciendas quienes a cambio
de conseguir chinos libres adelantándoles dinero, recibían mejores remuneraciones o el usufructo del
tambo de la hacienda. Hasta se crearon medianas empresas o compañías, no dependientes de las ha-
cienda, dedicadas a captar a estos chinos y facilitarlos a las propiedades agrícolas que los necesitaban.
El sistema de enganche se va gestando y definiendo, en primer lugar, con grupos de chinos libres, y
ocurre a fines de la década del setenta y con más precisión durante la década del ochenta. Sin preten-
derlo, los hacendados ingeniaron y organizaron la modalidad de la recontrata con el afán de aplazar
o demorar la partida definitiva de los culíes; ello inobjetablemente ocurrió así y fue un triunfo para
ellos, sin embargo, el dinero de enganche de la recontrata fue lo que posibilitó e hizo inevitable e in-
controlable la salida de los chinos de la sujeción de los patrones hacendados creadores de la recontrata.
Ese ‘cuantioso’ adelanto no solo fue una solución para los asiáticos en el momento de abandonar
definitivamente las haciendas, lo fue también para solucionar problemas económicos mediatos. En
Palto, y con seguridad en muchísimas otras haciendas, cuando se aproximaban los días de las fiestas
religiosas de los chinos (por ejemplo, el año nuevo oriental) para los gastos que demandaban, pedían
recontratarse para así tener dinero y dar las cuotas que les correspondía. Parece haber sido intensa
dentro del conjunto de chinos la exigencia religioso-cultural en el cumplimiento del pago equitativo
en los gastos en este tipo de fiestas; en una oportunidad ocurrió en Palto que un chino se suicidó por
no tener dinero para pagar su cuota. También se dio el caso de chinos que solicitaban recontratarse y
cuando tenían en el bolsillo el dinero del ‘enganche’ fugaron o intentaron hacerlo.
Con relación a este aspecto de la recontrata, el administrador de Palto es bastante explícito: «algu-
nos otros también quieren contrata, pues como se les viene su fiesta encima están apurados por dinero
y algunos les deben al santo, como dicen ellos, y quieren pagar para lo cual concurren por contrata»7.
¿Era realmente cierto que un chino cualquiera por sí mismo podía determinar quedarse o irse de
las haciendas cuando finalizaban su tiempo de contrata? ¿Realmente los hacendados no podían hacer
casi nada y se limitaron a observar la salida ‘legal’ de ‘sus’ chinos de sus propiedades agrícolas? No
dudamos que ello fue así. Los chinos en unos casos decidieron quedarse en la hacienda y en otros ca-
sos prefirieron irse definitivamente. El hacendado unilateralmente no podía decidir que el trabajador
chino se quedara indefinidamente en su propiedad; ese era su deseo, su pretensión, su necesidad y en
relación a ello hubo inmensos abusos, engaños y también concesiones. El poder de los hacendados
no era ilimitado ni ineluctable. Las cifras del Cuadro 5 y las explicaciones que luego se dan apoyan
nuestro análisis.
baba entre los años 1875 y 1876 o un poco más pues varios de 1878 100 3 880
ellos se habían recontratado. En procura de retener a todo este 1879 91 3 100
importante conjunto de culíes es que se amplía masivamente la 1880 42 1 640
recontrata. Los hacendados estaban al tanto del tiempo que a Total 493 18 970
cada chino le faltaba cumplir porque había un control llevado Fuente: FHP: LC
8 En el FHP falta este libro de contratas que es mencionado frecuentemente en la correspondencia del administrador de Palto a los
Aspíllaga en Lima.
INGRESO, INSTALACIÓN,
INTEGRACIÓN Y ASCENDIENTE DE
LOS CHINOS EN PUEBLOS COSTEÑOS
La intención de este capítulo es presentar y explicar cómo fue el proceso de reingreso o reintegra-
ción de miles de inmigrantes orientales (los exculíes y las siguientes olas de emigrantes) a la sociedad
peruana a fines del siglo xix y comienzos del xx; indicar por cuál destino optaron o tuvieron luego de
que habían transcurrido, finalizado y cumplido los años que tenían que trabajar obligatoriamente para
sus patrones, y cómo enseguida fueron creando sus comunidades étnicas. En realidad, fue una diná-
mica social-cultural-económica-demográfica en la que un conjunto de chinos de ultramar que habían
salido de obligaciones contractuales con sus patrones y que de manera libre ingresaban y se instalaban
en algún centro poblado, y entre ellos con mayor libertad se organizaban y asumían sus tradiciones
culturales y su lenguaje. Y por ser tan notorios e integrados eran vistos por los lugareños como una
«sociedad menor» dentro de la «sociedad mayor». Un enclave social algo abierto.
Cuando decimos reingreso o reintegración queremos indicar que hubo antes un primer ingreso.
Este ocurría al momento que por primera vez un chino desembarcaba en un puerto peruano, general-
mente el Callao; en ese instante ya tenía firmado un contrato que lo obligaba a trabajar para un patrón
con mutuas obligaciones. Finalizados los años de trabajo obligatorio decidían por su propia cuenta
quedarse en el Perú, obligados, por supuesto, por las condiciones y evaluando las posibilidades. De
esta manera ocurría el reingreso o reintegración.
1. A tener en cuenta
Muchos de los semiesclavos no pudieron desligarse por bastante tiempo de sus primigenios nexos
con las haciendas. En ellas murieron, otros envejecieron y frecuentemente cayeron en la drogadicción
con opio o en la dipsomanía con el alcohol de caña o pisco que muy fácilmente podían conseguir
de esos mismos latifundios puesto que los producían; otros más se fueron desligando poco a poco de
su nueva condición de peones agrícolas (diferente a la de semiesclavos en cuanto a las condiciones
de trabajo); algunos pocos más se enriquecieron como enganchadores de chinos libres; y los mismos
chinos enganchados por sus hermanos de raza se fueron alejando de las haciendas de manera y con
características similares a las de los peones agrícolas chinos; algunos otros se quedaron en las haciendas
pero en condición de arrendatarios o yanaconas. Sobre todo lo anteriormente dicho ya hemos escrito
y no deseamos ser redundantes en esta ocasión (Rodríguez, 1989a).
Conforme estos orientales iban dejando definitivamente las grandes haciendas costeñas, aque-
llos que lo hicieron y que fueron una buena cantidad, iban instalándose en los pequeños pueblos o
en las ciudades del litoral peruano, aunque la mayor parte de chinos prefirió Lima para recomenzar
221
su vida. Esta última situación indicada quedó plasmada en los diferentes censos que hubo o infor-
mación demográfica que se conoce del período posterior al año 1874. El Censo Nacional de 1876
nos da constancia que el 50% de chinos o de raza asiática (como se les denominaba en el censo)
existentes en esos momentos, residían en el departamento de Lima y gran parte de ellos aún labo-
raba en las haciendas de los valles limeños. Por ahora no nos extenderemos más sobre estos chinos
limeñizados pues nuestra intención es, repetimos, mostrar la presencia en pueblos de la costa de
estos inmigrantes asiáticos o exculíes que formaron comunidades chinas y la importancia e influen-
cia que tuvieron.
Hay que aclarar que de manera muy amplia consideramos pueblos de la costa a todo aquel pobla-
do urbano que pudiera encontrarse en cualquier valle costeño bien haya sido capital departamental,
capital provincial o distrital o cualquier otra condición; en buena cuenta, se trataba de cualquier cen-
tro poblado costeño con excepción de Lima urbana.
Nos ha sido relativamente fácil comprobar el creciente aumento de chinos y sus familias en esos pue-
blos costeños. Con la intención de percibir esta presencia hemos logrado precisar —revisando libros
parroquiales1— el bautizo de los hijos de los exculíes en algunos centros poblados de la costa entre los
años 1850 y 1910 e incluso el bautismo de ellos mismos. Estos centros poblados de los que se ha re-
unido información son: Zaña y Lagunas (Lambayeque), Guadalupe y Chepén (La Libertad), Huaura
y Sayán (Lima) y Pisco (Ica).
Por ahora, dentro de los intereses de este trabajo, no es tan importante considerar y explicar por
qué en los pueblos indicados en el cuadro los bautismos tiene diferentes magnitudes. Sin embargo,
debemos adelantar que eso es así debido a que en algunos de estos centros poblados más que en otros
los chinos comenzaron a establecer relaciones conyugales. No es que haya habido alrededor de esos
pueblos (en las haciendas próximas, queremos decir) mayor o menor cantidad de chinos libres (excu-
líes) y que de manera automática finalizaban en el pueblo más próximo.
Entre los factores de atracción para ubicarse en algunos de esos centros poblados deben haber
primado las posibilidades inmediatas de lograr (o crearse) un trabajo y los riesgos futuros de ello. Es
evidente, por ejemplo, y de acuerdo a otra información reunida, que muy rápidamente la importante
presencia de chinos en Sayán fue disminuyendo debido a que Huacho (pueblo y puerto) distante a
menos de 50 kilómetros era un intenso polo de atracción por ser un lugar de mayores posibilidades
comerciales y en general de trabajo. Alrededor de Huacho hay, desde hace algunos siglos, en lo que se
denomina La Campiña una notable cantidad de población nativa que requería una variedad de bienes
materiales que no producían y que obtenían a través del comercio.
1 Nos referimos a aquel tipo de documento o libros en los que los curas párrocos de todas las parroquias del Perú debían anotar o asentar
las partidas de bautismo, matrimonio y defunción de sus parroquianos; lo hicieron, agreguemos, desde los primeros cien años iniciales
de la presencia hispánica en nuestro territorio. Estos libros se los encuentra en buen estado y es fácil hallar cualquier nombre y apellido,
es frecuente que se hayan elaborado relaciones en orden alfabético.
Si del Cuadro 1 consideramos los años 1880 hasta 1900, encontramos que el mayor número de
bautizos (548 de un total de 894, lo que hace un 72.5% de esa misma totalidad) se produjeron du-
rante esos cuatro quinquenios. Esto quiere decir, a su vez, que en estos veinte años los chinos tenían
una presencia más intensa en estos pueblos costeños que en años anteriores y quizás tanto como en
años posteriores. Expliquemos esto: durante los años anteriores a 1880 el volumen de chinos que salía
definitivamente de las haciendas y buscaba un porvenir diferente no ha sido tan intenso como luego
de este año. Esto se vincula, por supuesto, con los volúmenes de migración de chinos que arribaron
entre 1849-1874; casi el 50% de culíes que llegaron al Perú ocurrió entre los años 1870-1874, por lo
tanto este cuantioso volumen cumplía sus 8 años de trabajo obligatorio en las haciendas —y en otros
centros laborales— entre los años 1878-1882. Luego del cumplimiento de estos 8 años, los chinos
libres han debido tentar una ubicación económica, y solo después (o paralelamente a ello) es que han
podido establecer relaciones conyugales, tener familia, asentarse definitivamente o por un buen tiem-
po en alguno de estos poblados costeños. Por este motivo es que, en conclusión, la presencia de chinos
se concentra más en esos cuatro quinquenios mencionados.
Ya a fines del siglo xix los inmigrantes en condición de contratados desde mediados de esa misma
centuria eran personas adultas cuya reproducción biológica había disminuido, al igual que el de sus
parejas. Esto también está presente en el cuadro: en los dos últimos quinquenios los bautizos son mu-
cho menos debido a que era menor las capacidades procreativas de los chinos envejecidos y que estos
orientales iban decreciendo en número. De acuerdo a cálculos que hemos elaborado, es muy posible
que el total de chinos inmigrantes que había en el Perú el año 1880 era 45 808, diez años después solo
llegaban a 25 880 y para 1900 el total ha debido ser 13 8642.
2 Para realizar estos cálculos he tenido en cuenta el volumen total de chinos que llegaron entre 1849 y 1874. A este total le he dado una tasa
de mortalidad que aumentaba con cada decenio que sucedía puesto que conforme pasaban los años las posibilidades de defunción eran
mayores. Es así que hemos colocado una tasa de mortandad del 5% para los años 1849-1879, para 1880-1889 la tasa ha sido de 5.5%,
para 1890-1899 6% y para 1900-1909 6.5%. La tasa inicial mencionada es igual a la utilizada en otros cálculos similares realizados para
poblaciones en condiciones muy parecidas a las que en el Perú tuvieron en sus diferentes lugares de trabajo los chinos culíes.
3. La decisión de instalarse
En anteriores ocasiones hemos afirmado que tener presencia e instalarse definitivamente en cualquiera
de los pueblos costeños por parte de los chinos que salían de las haciendas, debe haber tenido como
requisitos previstos y largamente sopesados el que tuvieran dónde ir, qué hacer, con qué hacerlo. El
dónde ir parece no haber sido un problema significativo. Es frecuente hallar en la literatura consul-
tada que unos chinos con algún tiempo de instalados, benévola y solidariamente amparaban a sus
paisanos. Posiblemente los acogían o les daban trabajo solo de manera temporal hasta que el paisano
recién llegado lograba impulsar por su cuenta una actividad que le iba dando libertad económica de
acción. Y, en relación con otros grupos inmigrantes no asiáticos del país, parece que estaban en mejo-
res condiciones de obtener relativa libertad económica y, a continuación, enriquecerse. Sin embargo,
ese período de estabilidad precaria fue aprovechado por los chinos enganchadores y por chinos aún
empleados por las haciendas, una de cuyas funciones era buscar peones libres por donde hubiera. De
esta manera, tentaban a sus paisanos con ofrecimientos o con dinero contante en la mano y los lleva-
ban, nuevamente, al trabajo en las haciendas. Pero el afán por lograr una libertad económica, el auto-
En las fuentes consultadas, mayormente periódicos y revistas, hay reiteradas menciones a las múltiples
actividades laborales a las que por lo común se dedicaban los chinos en esos pueblos en los cuales
habían decidido (o podían) instalarse. Lo más frecuente ha sido encontrarlos como comerciantes en
múltiples renglones y en variadas dimensiones del comercio y en algunos servicios. De todo ello es
bastante difícil obtener información cuantitativa, además que ha habido cambios en las ubicaciones
en que trabajaban. No es lo mismo lo que sucedía durante los años de las décadas del 60 al 80 del siglo
xix y las actividades en que los hallamos posteriormente a estos chinos. Sin embargo, su persistencia
por lograr un negocio de comercio propio parece haber sido una obsesión constante positiva.
Viajeros y escritores del siglo xix señalan haber visto a los exculíes en las ciudades o pueblitos
de nuestra costa trabajando como fondistas (dueños de fondas) o como pequeños comerciantes y se
encontraban bastante bien instalados con familia e hijos. Ernst Middendorf, médico alemán que vivió
en Perú más de 25 años y que hizo viajes con interés científico por todas partes del territorio, alaba sin
medida las fondas atendidas por chinos, se refiere a que son la salvación de los viajeros por la buena
calidad de la comida y la higiénica atención. Este mismo autor, algunos otros y mucha información
de censos indican que la mayor ocupación fue la de comerciantes. Comerciantes de todo y de cual-
quier manera. Hubo chinos que en sus mulas llevaban al interior mercadería, otros que se instalaban
dentro o fuera de los mercados de los pueblos o que vivían durante años en el tambo de alguna gran
propiedad agrícola, algunos más que eran ambulantes y tenían doble labor en diferentes momentos
del día, otros que eran empleados de casas comerciales chinas cuya oficina principal estaba en Lima,
algunos pocos que eran prestamistas de dinero o eran grandes comerciantes dentro de las dimensiones
de un pueblo chico, no pocos que conocían bien el movimiento de las haciendas consideraban, por la
población de la gente trabajadora, como su mercado natural donde iban en burros o mulas llevando
productos, retomaban amistades. En fin, el comercio fue la actividad «natural» de estos chinos que
llegaron a Perú, así como la de miles de chinos que se sintieron obligados a migrar en el siglo xix y
comienzos del xx a muchos lugares de la Tierra.
En el caso del valle del Jequetepeque (o lo que es lo mismo, provincia de Pacasmayo), a partir de
información hallada con cierta dificultad, conocemos las actividades económicas en las que estaban
dedicados los exculíes. Esta muestra es bastante concluyente en cuanto que la dedicación económica
más importante en la que estuvieron estos asiáticos fue el comercio (incluyendo fonderos, pulperos
y otros considerados por ellos como de mayor categoría). Posiblemente los dedicados a la agricultura
han sido muchos más, sea los que lo hacían dedicándole no mucho tiempo o los que estaban en esta ac-
3 A pesar de tratarse de una obra narrativa, los párrafos que siguen muestran el caso de un médico chino en Coyungo, centro poblado
en Nazca, donde nació el autor de las siguientes citas: «Lau Li, José. Migrante cantonés, solitario, propietario de la única tienda que
existía en Coyungo, la cual surtía de toda clase de mercancías a la peonada que habitaba la ranchería y sus alrededores. Le decían doctor
con mucha deferencia porque según los rumores se trataba de un legítimo médico chino o quizás solo un boticario versado, pero el
hecho cierto era que en emergencias se embarcaba en laboriosa tarea de la cual afloraba, puntual y oportuno, con un paliativo eficaz
que sostenía al enfermo hasta que recibía auxilio mayor en Palpa, en Ica». Ver Gregorio Martínez (2001: 270).
En cuanto a productos medicinales, lo siguiente podía haber en la tienda del chino-médico: «tamarindo, soga, galleta de agua, jora,
píldora de éter, píldora de trementina, cera del Pino, pastillas sulfatiazol, elíxir paregórico, arroz de Camaná, arroz carolino, aceite
Clarito, chocolate Kampoy, chancaca, jarabe de la señora Winslow, mantequilla de cacao, clavo de olor, canela en llajo, pimienta ente-
ra, achiote, orégano, sensén, chalona, fideos cabello de ángel, té Horniman, pasadores negros, espejo de bolsillo, barras de jabón, coco,
emulsión de Scott, thimolina Leonard, agua de azahar, magnesia en polvo La Carabela, mentolado chino, vaselina neutra, pastillas para
cortar leche, canutos de hilo, aguja de arriero, Mejoral, Anacín, harina Blancaflor, vino sauternes el Vapor» (Martínez, 2001: 36-37).
En suma: productos comestibles, productos medicinales, productos para lavar, productos de higiene personal, insumos culinarios y
para postres, pasamanería.
4 Eliminamos la columna destinada a las mujeres en tanto casi todas ellas (con excepción de una) no eran chinas. Hemos eliminado
además algunas actividades en las que es casi seguro no estuviera presente la población china (por ejemplo, letras, ciencias, instrucción
y educación, culto). Por este motivo es que el total obtenido es solo de 251 personas de las cuales casi todos eran chinos.
inmigrantes con algún capital, o con mejor formación para los negocios, o por tratarse de empleados
de empresas chinas, hongkonesas o californianas que se instalaban en algunos pueblos peruanos.
Es indiscutible que mayormente los chinos más ricos residentes en un poblado eran los que di-
rigían al resto de sus connacionales, este es un modelo de comportamiento no exclusivo al Perú
(Helly, 1987). Esto era así, pues la mayor carga del desembolso en las actividades que hacía la comu-
nidad china de cualquiera de esos pueblos recaía en los bolsillos de los chinos «ricos». Y hasta parece
que los chinos que casi se mantuvieron al margen de la misma comunidad local eran los más pobres
entre todos, aquellos que no participaban en ninguna actividad, solo se visitaban entre ellos y hasta
morían en la soledad.
A pesar de este número minoritario de chinos automarginados, las comunidades crearon múltiples
instituciones, realizaron innumerables actividades y celebraron muchos acontecimientos propios de su
cultura e historia. Es así que la comunidad de esos pequeños pueblos siempre, digamos que anualmen-
te, aumentaba sus actividades con relación a las celebraciones del año nuevo oriental en las que no solo
congregaba a la comunidad china, sino que invitaba o llamaba a los pueblerinos del centro poblado
donde residían y junto con ellos hacían esos festejos. Fue también motivo de posteriores celebraciones
anuales el triunfo de la revolución de Sun Yat-sen el año de 1911. E inmediatamente aparecieron
muy notorios y muy generalizados los festejos organizados a partir de la creación del Kuo Min Tang,
que fueron ocasión que congregaba a gran parte de los miembros de las comunidades chinas de estos
pueblos, incluso estaban presentes algunos pobladores nativos.
Perú no fue una excepción en cuanto esas capacidades organizativas. Otros autores desde hace
tiempo han visto que:
Si bien la cita anterior es válida en tanto es una observación bastante simple de esta capacidad de los
chinos, estamos más cerca de aceptar las agudas precisiones de Denise Helly, en su libro sobre los
chinos en Montreal:
La formación de asociaciones clánicas y de partidos políticos por los inmigrantes chinos, su especializa-
ción ocupacional así como el mantenimiento por alguno de ellos de una práctica endogámica y del rito
confuciano aparecen como signos extraños de los inmigrantes asiáticos ante los ojos de los montrealeses
de otros orígenes. Esos usos mantenidos no corresponden a un simple trasplante de hábitos cantoneses
en la metrópoli de Quebec. Son tanto instrumentos de una estrategia de defensa y de resistencia y no
solo su folklorización, bien sea por el desconocimiento de sus sentidos y funciones históricos así como
de su significación política (Helly, 1987: 267).
Regresando a Perú, en el Cuadro 6 presentamos una larga relación de estas instituciones y organismos
a las que hemos clasificado así:
– Causas comunes, eran aquellas que se habían organizado por la necesidad de apoyo mutuo.
– Organismos: cuerpos con funciones precisas dentro de las comunidades tales como educar a los
niños de la nueva generación, senectud destinada a los viejos desamparados, defunción con el fin
de ayudar en ocasiones de fallecimientos.
– Política: partidos políticos chinos que tenían miembros adherentes y organizados en los pueblos,
preferentemente el Kuo Min Tang.
– Paisanaje: inmigrantes de un mismo pueblo chino que se organizaban para ayudarse mutuamente
y no solo en los negocios, un ejemplo: llevar o traer remesas de parientes del otro lado del océano
Pacífico.
– Comercio: fue un tipo de organización importante por ser destacables la dedicación de los chinos
a estos menesteres. Los denominados Centro Comercial Chino con frecuencia eran el eje de las
comunidades chinas de los pueblos.
– Deportivas o artísticas.
El valle del Jequetepeque está ubicado al norte de la región La Libertad, colinda con la región
Lambayeque. Fue una de las primeras cuencas en recibir inmigrantes a comienzos de la década de los
años 50 del siglo xix, y Chepén fue el poblado del valle donde se concentraron, primero los exculíes
y después chinos arribados en posteriores oleadas.
En el año 1876 la provincia tenía una población total de 15 768 habitantes y los 2720 chinos que
en ese momento había significaban el 17.3% de ese total de la población provincial. Y el distrito de
Chepén, con 1173 chinos, era donde más orientales residían, representaba el 43.2%.
En este valle hubo dos beneficencias; ellas funcionaban con dinero, de chinos ricos pero eso no
era todo, hubo aporte de chinos sin mucho dinero, donaciones, y de otra gente. Toda esa ayuda eco-
nómica permitía —decía un diario local—, «hacer menos penosa la existencia de ancianos que están
lejos de su patria, que no tienen los cuidados que sus familias les darían y que no merecen pasar los
últimos años de su vida en medio del abandono y desamparo».
La Beneficencia China de Chepén, al igual que la otra, cumplió tareas diferentes según el momen-
to histórico. Ya existía más o menos el año 1920 y perduró hasta aproximadamente 1940; a continua-
ción las funciones que efectuaba las asumió el Centro Comercial Chino (CCCh); pero ya para este
año los exculíes se habían extinguido.
Los chinos de Pacasmayo, puerto del valle, también tuvieron su Beneficencia que renovaba cada
cierto tiempo su junta directiva; poseía propiedades cuyas rentas servían para la ejecución de obras
benéficas, con esos fondos se logró construir un cementerio donde fueron sepultados muchos de los
inmigrantes asiáticos de la provincia que fallecían.
Como había bastantes chinos viejos abandonados, sin familia y que no se habían casado, estas
beneficencias servían para alojarlos hasta que morían y de allí enterrarlos. Recibían sustento ya que no
trabajaban, esos eran los viejos culíes y tenían personal que los atendía, señores y señoras que les daban
de comer hasta que fallecían, y este personal ayudaba en el entierro.
Fue de mucha importancia el partido político chino Kuo Min Tang que en Chepén, el 1 de mayo
de 1927, instaló su sede política que era de todos los adherentes de los diferentes pueblos de la pro-
vincia de Pacasmayo.
Como parte de sus quehaceres políticos la comunidad china del valle —aunque con más notorie-
dad en Chepén— celebró o conmemoró tanto el natalicio como la fecha de defunción del líder Sun
Yat-sen y celebró también a otros héroes de la larga lucha por consolidar la República de China.
La vida política del KMT fue activa en el valle, y sus miembros participaban en reuniones depar-
tamentales y nacionales. Las ceremonias no solo fueron en Chepén y Pacasmayo, en menores dimen-
siones sucedía en San José, Guadalupe, Pueblo Nuevo, Chilete.
Debido a la segunda guerra chino-japonesa (julio 1937-1945) las mujeres de la comunidad chino-
peruana organizaron en Lima la Cruz Roja de la Colonia China, que tenía como principal objetivo
auxiliar a las víctimas de la guerra. Con este fin hicieron una serie de actividades para reunir fondos.
Las mujeres chinas del valle con muy buena voluntad organizaron lo que llamaban ropero chino, que
tenía como fin rifar vestimenta que donaban las casas comerciales y el dinero reunido lo enviaban a la
Cruz Roja China de Shanghai; promovieron kermeses sociales en beneficio de los niños huérfanos de
Son varios los testimonios de sorprendidos testigos que comprobaban el enriquecimiento que lo-
graban algunos pocos chinos que inicialmente habían estado en condiciones de semiesclavos de las
haciendas.
De los viajes que hizo por la costa peruana Middendorf nos da su versión:
Todas las mercaderías que nuestro vapor había traído a Casma pertenecían a un comerciante chino que
se encontraba en el Perú hacía 15 años y que llegó al país en condición de esclavo, es decir, contratado
por 8 años, pero ahora es considerado como el hombre más rico del valle (Middendorf, 1973: 211).
Me detuve antes de entrar al pueblo (de Moro, valle de Nepeña) para esperar a mi guía con el equipaje.
Aquí me dieron alcance un caballero y su dama, ambos montados en finos caballos, el hombre vestía
como rico hacendado, su montura y arreos estaban enchapados con plata; la dama lucía un traje de
montar de paño azul y un velo del mismo color cubría su precioso sombrero Panamá. Pregunté a un
anciano, que pasaba con una carga de leña, quiénes eran esos distinguidos señores, y me enteré que el
caballero era un chino de Nepeña. Todavía esclavo hasta hace pocos años, ahora el hombre más rico del
lugar, lo mismo que su compatriota Laredo en Casma; su esposa era una chola del valle, a pesar de que
a las mujeres costeñas generalmente no les gusta casarse con asiáticos, y éstos, por consiguiente tienen
que buscar sus compañeras en la sierra (238).
Juan de Arona nos indica lo que ocurría con un exculí una vez que terminaba en cualquier hacienda
su temporal semiesclavitud o contrata:
... solía llegar a un grado de opulencia relativa para la localidad, y verse dueño de buenas piaras de co-
chinos, servido por la misma plebe autóctona, que en mucho mayor número de años de manumisión
no había sabido mejorar su condición; montando la mejor mula del valle, y en posesión de la zamba
más hermosa de la comarca (Arona, 1972: 94).
Estos testimonios han sido confirmados por otras fuentes que nos indican con precisión que ya por
los años de 1887 había orientales adinerados y que habían logrado arrendar haciendas costeñas. Es así
que para este año encontramos que la hacienda Mazo en el valle de Huaura era propiedad de un exculí
apellidado Ausejo, quien había fallecido y por este motivo el fundo era regentado por la testamenta-
5 Evelyn Hu de Hart (1988: 131) afirma que algunas compañías chinas de Hong Kong mandaron empleados para que abrieran sucursa-
les en Perú y que estos fueron los casos de Tomás Yui Swayne enviado en 1888 por Wo Chong y Co.; Chan Chun Kay quien era socio
principal de la casa On Wing Chang (Hong Kong). A su vez casas limeñas de chinos abrieron sucursales en capitales de provincias.
Por igual es posible constatar la presencia de chinos en años posteriores a los que hasta el momen-
to hemos visto. Con este fin presentamos en seguida un cuadro elaborado a partir de información en
gran parte de la importante revista Oriental (la columna de fecha es el de esta revista), que desde sus
comienzos en el año 1930 tuvo interés en informar sobre la comunidad china en Perú.
A pesar de esta información un tanto dispersa en cuanto a los años, constatamos la presencia china
en muchos puntos de la costa peruana. Esta presencia perduró hasta los instantes de aplicación de la
Reforma Agraria de 1969.
De todas maneras, a pesar de toda la información proporcionada en este artículo tenemos la
sensación de no haber mostrado todo lo referente en cuanto a la presencia de asiáticos en el agro y
en pueblos costeños cuasi agrarios. No hay nada dicho sobre los descendientes de chinos que fueron
propietarios de haciendas algunos de ellos de mucha importancia como la familia Guimoye; no he-
mos indicado nada sobre la presencia de asiáticos como agricultores en la región selvática. Así como
tampoco sobre algunos chinos que se casaron con mujeres serranas y fueron a vivir a las comunidades
campesinas donde pertenecían sus esposas y se radicaron en ellas y sus descendientes aún se mantienen
como comuneros dedicados a la agricultura en esos lugares.
A pesar de estos vacíos, debe considerarse como un avance de conclusión que los chinos que que-
daron en el sector agrario, solo algunos pocos lograron acumular capitales o llegaron con ellos y fueron
Cuadro 8
HACENDADOS CHINOS 1932-1959
Apellidos Hacienda Ubicación Cultivo Fecha
Augusto Luck Cum ? Casma ? 05/1932
Wing On Chong y C. Boza y San José Chancay Algodón 10/1934
Negociación Agrícola Cerrillo (Juan L. Yi) Cerrillo Pacasmayo Arroz 01/1941
Chión Hnos. S.A. Aja y Huanchuca Nazca ? 12/1943
León Yau Teng Santo Domingo y San Palpa Algod./naranja 10/1945
(Antonio León) Jacinto
Jau Chong/Kcomt Buenos Aires ? Azúcar 01/1947
Alfredo Pang San Manuel y Santo Tomás Chiclayo Arroz 02/1953
Simón Chang (gerente) Vilcahuaura Huacho ? 1953
Ricardo Kocchiú ? Ilo Olivo/algodón 11/1954
Soc. Agrí. Pueblo Nuevo (Juan Chang y sucesión Cruz Chang) ? Querecotillo (Piura) Algodón 01/1955
Benjamín Lau Tecapa Pacasmayo Arroz 01/1955
Benjamín Lau El Potrero Pacasmayo Arroz CM
Lizandro Lay La Huaca Casma Caña/algodón 04/1956
Roger Li Cosque Pacasmayo Arroz 07/1957
Koo Hnos. S.A. Tolón y Ventanillas Pacasmayo Arroz 1959
Wong Paredones Piura ? s/f
Fuente: Revista Oriental.
Las comunidades chinas no vivieron solo en relación con sus propios intereses internos al margen de
los peruanos que los rodeaban y acompañaban. Estas comunidades, a pesar de las ocasionales agresio-
nes de algunas instituciones estatales, del periodismo local o de los peruanos, dieron apoyo considera-
ble a los pueblos donde residieron y donde tuvieron sus negocios y familias. Hicieron donaciones de
todo tipo, para lo cual el dinero salía de las erogaciones individuales y casi siempre la mayor cantidad
era facilitada por los chinos adinerados, entre ellos los chinos con haciendas.
Para mayor ilustración mencionamos solo algunos casos. En el mes de abril del año 1935 la co-
lonia china de la ciudad de Trujillo colocó la primera piedra de un pabellón que donarían al hospital
de Belén; y el 24 de enero de 1937 con motivo del cuarto centenario de la ciudad, inauguraron ese
pabellón en una gran ceremonia, la construcción había costado S/ 15 000. Los chinos del Callao do-
naron S/ 300 en el mes de agosto de 1942 dando así su apoyo para la construcción del hospital D. A.
Carrión. De su parte, los chinos de Huacho el año 1921 adquirieron un terreno que después sirvió
para construir una escuela que se entregó un año después.
Este comportamiento de generosa colaboración con los pueblos en los que residían, ha sido bas-
tante general. Ha sido regular la donación de dinero en ocasiones como Fiestas Patrias o en momentos
Igual que cualquier otra comunidad extranjera, dentro del grupo de chinos se producían contradic-
ciones entre sus miembros. Mayormente ello ha sucedido en relación con deudas por cobrar u otros
incumplimientos en negocios. La solución a estos problemas se daba entre ellos mismos; no acudían
a las autoridades peruanas. Otra cosa es que los chinos mismos aceptaban la intermediación de sus
vicecónsules que hubo en aquellos pueblos en los que había buen número de orientales. Estos vice-
cónsules, que en un primer momento se llamaron encargados consulares, tenían el reconocimiento
oficial de los gobiernos de China para cumplir sus funciones a pesar que todos ellos, esos encargados,
cónsules o vicecónsules, eran de nacionalidad peruana. Claro que no cumplían solo la función de
«jueces» cuando había disputas entre chinos, también asumían la defensa de la comunidad y la de
sus miembros cuando ocurrían actitudes de injusticia contra ellos de parte del Estado peruano, de
las autoridades locales o de cualquier individuo que tuviera un comportamiento incorrecto con una
persona de nacionalidad china. En pocas palabas, cumplían la función de ser intermediarios entre las
instituciones y la sociedad peruana con las comunidades chinas provincianas, y también era la bisagra
entre las decisiones que les llegaba de la Embajada de China en el Perú, con sede en Lima, que a su vez
eran órdenes de quienes gobernaban China en ese momento.
Puede ayudar a ver la magnitud de estos intermediarios el Cuadro 9.
Las jurisdicciones corresponden a lugares de concentración de chinos, donde no los había no era
necesaria la existencia de un agente consular.
La importante revista Oriental, 48 años después, en su número de abril de 1956, da información
corta de algunos de los cónsules chinos que en esos momentos había y que conviene conocer para dar
un panorama mayor sobre quiénes eran esos representantes diplomáticos. Leamos los resúmenes que
hemos realizado:
– Horacio Tassara, era periodista y deportista, era el cónsul en Piura. Se desempeñaba en el cargo
desde el año 1930. En esos 26 años había atendido satisfactoriamente los problemas de la colecti-
vidad china.
– En Nasca tenía el cargo Agustín Bocanegra y Prada desde el año 1937, era comerciante y a su vez
publicaba el semanario Rebeldías y desde el año 1924 el periódico Noticias. Fue alcalde y diputado
en el año 1950.
– El moqueguano Armando Fernández Dávila de 92 años fue cónsul desde el año 1905, cuando era
muy joven y tenía ese cargo tanto para Moquegua como para Tacna.
– En Áncash desde hacía 30 años el vicecónsul era Juan I Reyna, un comerciante que fue agente de
aduana y marítimo en Huarmey y Casma, además de haber sido alcalde de Casma.
– En el consulado de China en Pisco estaba al frente el periodista pisqueño Benjamín Zasieta, quien
publicaba la revista La Reforma desde 1920, era considerado como «gran amigo del pueblo chino y
por eso goza de nutridas simpatías de la colectividad oriental». Zasieta se hallaba en el cargo desde
el año 1936.
– «En la inquieta y tropical ciudad sanmartiniana de Tarapoto» el vicecónsul era Humberto Razzeto,
persona vinculada al comercio farmacéutico. Nació en Lima el año 1875 y en un viaje a la selva
decidió quedarse en Tarapoto.
– También en la Amazonía, desde el año 1917, como cónsul de China en la ciudad de Iquitos, y
en el departamento de Loreto se encontraba Víctor Israel; eran 40 años que colaboraba con la
comunidad china.
– En Lambayeque y la costa norte peruana era cónsul Eduardo de la Piedra, quien a su vez era apo-
derado general de la firma Viuda de la Piedra e Hijos de Chiclayo, esta empresa era propietaria de
varias haciendas, entre ellas Pomalca.
– Y en Pacasmayo desempeñaba ese cargo honorífico Eugenio W. Ibáñez, desde el año 1947, ayu-
dando a más de 400 familias chinas de esa colectividad de la provincia arrocera.
Casi como muestra de agradecimiento a esos representantes diplomáticos, Oriental los tenía con
frecuencia en cuenta y en más de una ocasión les dedicó entrevistas o artículos como fue en los casos
siguientes: a Roberto A. Parodi, cónsul en Trujillo, quien en 1953 fue condecorado por el gobierno
chino por su meritoria labor diplomática, y con Eduardo de la Piedra, su presencia en esta revista ocu-
rrió al menos en tres ocasiones: mayo de 1935 (pp. 24-27), febrero de 1937 (p. 9) y junio de 1955.
Conocemos un caso más, el del cónsul Luis Sanguinetti en Oriental del mes de abril de 1953.
Con el fin de que se conozcan las actividades y el apoyo que ofrecían a las comunidades chinas estos
miembros consulares, pondremos solo ciertos hechos que Maximiliano Bamberger realizó en la co-
lonia oriental de Pacasmayo. Hay que considerar que este personaje, en su vida no diplomática, era
un comerciante exitoso que emprendió varias acciones modernizadoras (p. e. empresa de transporte
terrestre a Lima en años que no había). Si Bamberger ejerció su cargo casi cuarenta años a partir de
1911, su padre un alemán del mismo nombre la inició en 1896. Veamos algunos hechos en los años
de Bamberger hijo.
– La Municipalidad de Chepén en 1917 le pide que comunique a gente de la comunidad china
que debían recoger a los chinos indigentes, y que los envíen al local de asilo que esa comunidad
administraba.
– La Legación China (nombre antes que sea embajada) de Lima el año 1924 le pide que inscriba a
todos los chinos de la provincia para evitar las sanciones que señala la ley.
– En 1928, Bamberger tuvo que cumplir la disposición de la misma Legación en relación al uso
de una nueva bandera de la República China, pues, había sido cambiada. El agente consular de
Pacasmayo fue más allá dando un discurso político publicado en un periódico local.
– Un año después —y lo hizo en varias ocasiones— invitó a miembros de la Municipalidad de
Chepén, y a otras autoridades de la provincia, a que asistan a las celebraciones por el natalicio de
Sun Yat-sen, reuniones que finalizaban con almuerzos o comidas que los chinos preparaban.
– Bamberger también fue mediador en asuntos menores de la vida cotidiana de la gente china, vivió
de cerca su responsabilidad. Algunos chinos fueron sus ahijados, y por eso tomaron su apellido;
hay descendientes que aún viven de estos Bamberger sin sangre teutona.
– En el año 1939, el embajador de China en Perú visitó los departamentos del norte. Bamberger
tuvo que recibirlo y ofrecer los honores correspondientes cuando el diplomático llegó a Pacasmayo.
En esa ocasión, el embajador de la República de China le entregó a Maximiliano Bamberger la
Orden de Jade que le ofrecía el Gobierno Revolucionario de China por los servicios que había
ofrecido durante 30 años como cónsul de China en la provincia.
Estas comunidades de chinos en pueblos peruanos incorporaron a sus connacionales que llegaron
como inmigrantes después de ellos, algunos eran parientes y otros paisanos del mismo pueblo. De esta
manera las comunidades se remozaron aunque no parece que hayan crecido en cuanto a número de
miembros. La presencia de gente venida de China permitió a su vez la reactualización de sus culturas
originales. El idioma jamás se perdió entre los chinos aunque sí entre sus hijos puesto que eran resul-
tado de alianzas matrimoniales con mujeres peruanas. Siempre fueron pocas las mujeres chinas que
llegaron como inmigrantes.
Por los años 30 del siglo xx la cantidad de chinos que coercitivamente había inmigrado durante el
siglo xix, los llamados chinos culíes, eran bastante pocos, posiblemente no pasaban de 2000 personas.
La muerte había llegado para casi todos ellos. No obstante, ya el Perú se había convertido en un lugar
natural al que regularmente llegaban chinos de China al llamado de sus parientes o coterráneos que
residían buen tiempo en territorio peruano y de acuerdo a oleadas sucesivas que dependían de los
acontecimientos políticos y sociales en la República China o en la República del Perú. Tal como aún
ocurre hasta estos momentos.
ALIMENTACIÓN,
ENFERMEDADES Y MUERTE
EN LA HACIENDA PALTO
1. Obligaciones escritas de los hacendados y el administrador
Parte de las obligaciones contraídas por los hacendados Apíllaga, según precisiones escritas en los
contratos con los chinos, era darles alimentación, cuidados y atención sanitaria. Textualmente parte
de un contrato dice:
le pagará [el propietario del contrato] mensualmente por su trabajo la suma de cuatro pesos fuertes,
dándole además alojamiento, suficiente ración de alimento sano, médico, siempre que no hubiera en el
lugar, y asistencia y medicinas, donde no haya hospitales públicos; y que durante el tiempo que dure su
enfermedad no le será interrumpido el pago de sueldo, salvo en caso que la enfermedad sea adquirida
por su descuido o mala conducta1.
Por igual, en el reglamento interno de la hacienda hay precisiones de cómo tratar a los culíes:
Chinos
Ha de cuidar Ud. que las obligaciones que para con ellos tenemos las cumpla con la mayor religiosidad
cuidando su ración de arroz que se compone de libra y media de arroz para cada hombre, se reparta
todas las noches a la hora señalada vigilando Ud. personalmente este reparto.
Cada dos semanas se les paga en el día domingo a la hora de doce y cada chino que ha trabajado los
doce días completos de las dos semanas se les paga dos soles. A los que faltan por enfermedad estando
en la enfermería se les rebajaba un real por cada día, a los que faltan por enfermedad en el campo dos
reales y a los que faltan de concluir su tarea se les rebaja un real por cada una.
El pago de chinos donde conste el nombre del chino, el número de días que ha trabajado, que ha
faltado y el valor total de su pago. Estas planillas firmadas por Ud. servirán de comprobante a la caja
agregándose el estado del hospital en el curso de las dos semanas. También llevará Ud. una razón diaria
de los chinos que dejan de hacer su tarea tomando ese dato todas las noches.
Por ningún motivo dejará Ud. de atender cualquier reclamación que durante el pago le haga a Ud.
algún chino pues en ningún caso consentirá Ud. que a un chino se le quite un centavo si no es justo y
en caso de duda está Ud. de parte del chino.
Es absolutamente prohibido el azote en los empleados, lo mismo los maltratos, y el empleado que falte
a esta prevención será despedido en el acto.
247
Solo Ud. en casos graves, por desobediencia, faltamiento de respeto, caso de fuga o pleitos entre ellos
podrá Ud. aplicarles un castigo que pasara de seis azotes sobre el calzón. Para cualquier desorden siem-
pre agotará Ud. las medidas de la persuasión para hacerles comprender que han cometido una falta.
Llegado el caso de la cancelación de la contrata de algún chino le extenderá Ud. su carta según la
fórmula que se acompaña y esto lo hará Ud. en el mismo día que se cumpla su contrata. Cuando le
ordenemos que contrate Ud. chinos lo hará Ud. según nuestras instrucciones y haciéndole firmar la
contrata según la fórmula que para el efecto se le dará.
De Ud. tener una estricta vigilancia con los chinos a fin de que no cometan falta de robo aquí ni en la
hacienda y que el orden se conserve inalterable en todo sentido.
Dos veces al año, en el mes de diciembre y en el de julio, se les da un vestido a cada chino y una vez en
el año, por el mes de julio, se les da una frazada que Ud. tendrá cuidado de anticipar el pedido.
Y hay todo un párrafo sobre la enfermería donde se dan las siguientes instrucciones:
Enfermería. Todos los días se tomará razón del número de enfermos y se les suministrará los remedios
más adecuados a los recursos del fundo y lo que se pueda hacer, tratándose [a los chinos] con el mejor
cuidado y afecto para que comprendan el interés que se toma uno por ellos. En caso de encontrarse un
chino de gravedad se mandará a este al hospital del pueblo de Pisco con un mayordomo para que lo
recomiende y después de pagar a la Beneficencia la cuenta que pasa por su hospitalidad cuando llegue
el último momento.
Ud. puede pedir las medicinas que considere necesarias para el uso de la hacienda2.
Parte de las obligaciones del administrador fueron precisadas por los Aspíllaga en un reglamento inter-
no del año 1877. Una de las normas señaladas en este reglamento era: «A las siete de la noche se toca
la campana para repartir la ración de arroz a los chinos en el orden establecido»3. En líneas posteriores
se hacía algunas precisiones:
Ha de cuidar Ud. que las obligaciones que para ellos [los chinos] tenemos las cumplan con la mayor
religiosidad cuidando su ración de arroz que se compone de libra y media de arroz para cada hombre,
se reparta todas las noches a la hora señalada vigilando Ud. personalmente este reparto4.
Durante muchos años y mientras se pudo, el cumplimiento de esta obligación ha sido metódica,
regular y ordenada. Las constantes compras de arroz que los hacendados hicieron están debidamente
anotadas en los libros de caja, en los balances anuales y en un libro mayor. Todo lo indicado en estos
libros de contabilidad y la información de la correspondencia nos ayuda a afirmar que la obligación
de los pasajeros. El barco había hecho el viaje en 180 días, y durante este tiempo, de los 600 culíes que fueron embarcados en Macao,
habían muerto algo más de la mitad. De los sobrevivientes, 18 se habían vuelto ciegos en la travesía, y casi otros tantos sufrían de una
enfermedad a los ojos, más o menos avanzada. Consistía ésta en una inflación y acumulación de materia en la cámara anterior del ojo
con ablandamiento y rotura de la córnea, exactamente como la que el fisiólogo Flourens observó por primera vez al experimentar en
animales alimentados con productos derivados de nitrógeno. En el caso presente, se podía admitir una causa semejante, puesto que los
pasajeros, durante 6 meses, solo habían recibido una alimentación de arroz y agua, y el arroz, como es sabido, es el grano más pobre
en nitrógeno» (Middendorf, 1973a, t.I: 169).
7 FHCy (no tenemos precisión de la cita).
8 Public Record Office, F.O. 177-168- X/LO 4742. Este documento inglés nos fue gentilmente proporcionado por Heraclio Bonilla.
9 En su diccionario Arona (1938) dice sobre el pacae o pacay: «Fruta. Inga reticulata prosopio dulcio, mimosa inga, y en otras partes de
América guaba... El pacay es un árbol elevado y hermoso, silvestre en nuestros campos como el guayabo y aún como el chirimoyo, y
tan abundante, que hay campos enteros y aún fundos rústicos conocidos con el nombre de Pacayar».
Necesariamente hay que hacer algunas referencias al consumo de carne. La información del cuadro
siguiente precisa qué cantidad de carne recibía cada culí, cuánto significaba esto como gasto mensual
para el hacendado y cuánto era el monto anual de los gastos en carne.
Cuadro 3
PALTO: CONSUMO DE CARNE DE LOS CHINOS, 1867-75
Período Consumo total de Número Gasto total Promedio diario Costo mensual Promedio consumo
carne de reses (S/) chinos individual Día Mes
1867-1868 236 8.0 942 64.5 1.2 114 3 420
1868-1869 260 8.5 1 037 92.0 1.0 89 2 670
1869-1870 360 12.0 1 440 108.5 1.1 104 3 120
1870-1871 521 17.0 2 086 126.0 1.3 130 3 900
1871-1872 542 18.0 2 170 148.0 1.2 115 3 450
1872-1873 692 23.0 2 769 165.0 1.3 132 3 960
1873-1874 729 24.0 2 967 173.0 1.3 132 3 960
1874-1875 797 26.5 4 081 176.0 1.6 142 4 260
FUENTE: FHP, LC Y LM.
La columna sobre gasto total se refiere a lo que los patrones pagaron en pesos de ocho reales por
la cantidad total de carne de un año, estos gastos han aumentado progresivamente conforme se ha ido
incrementando el número de trabajadores culíes; luego de 1875 desaparece porque no se dio más car-
ne. A nuestro parecer, lo que más interesa observar del cuadro es el consumo mensual y diario de carne
por cada chino. Hay algunas variaciones que posiblemente se deban a algún error en los cálculos, sobre
todo en el período 1868-1869, ya que en las cuentas no se incluía el ganado propio sacrificado para el
consumo de los chinos. Por estos errores u omisiones hay variaciones en las columnas sobre consumo
diario y mensual. Hubo una distribución constante y proporcional por cada trabajador culí, lo que
refleja el interés en no crear condiciones que facilitaran reclamos, líos, tumultos, etc. Y en cuanto al
costo de este consumo, tenemos la seguridad que para el año 1873 la ración aproximada semanal que
cada chino recibía era de 2 libras, cuando la arroba de carne o sebo era de 4 pesos, por lo que deduci-
mos que esas 2 libras costaban aproximadamente 2 reales.
No se tiene información precisa sobre carne de qué animal era la que se repartía. En la contabili-
dad siempre se señala «ganado vacuno», debido posiblemente a que esa fue la que principalmente se
distribuyó y de esa manera genérica tenían registrada la cuenta en la contabilidad. Sospechamos, sin
embargo, que en cuanto a cantidad y calidad hubo algún grado de satisfacción de parte de los trabaja-
dores. No sabemos de algún conflicto o reclamo individual o colectivo sobre este asunto. No sucedió
Para el análisis de este aspecto sobre sanidad debe tenerse presente dos formas complementarias de
pensar de los patrones acerca de los chinos. En primer lugar, ¿qué era para los propietarios un traba-
jador culí? En lo fundamental, era capital invertido para asegurar sus necesidades concretas de fuerza
de trabajo para la producción y el cuidado de los cultivos y del ganado. Tener contratado un chino
era tener la posibilidad de contar por lo menos con ocho años de fuerza laboral; y para no perder
esa posibilidad y no retornar a una situación angustiante ante la imposibilidad de producir por la
falta de brazos convenía, por necesidad, cuidar y mimar a esos trabajadores y no excederse ni exigir
Nos dice Ud. [el administrador] que a pesar de haberse agotado todos los recursos no se pudo salvar
al chino Laoi Chico de la partida 19. Qué se va hacer, pero Ud. lo atendió cuanto pudo, lo que nos
satisface y además trae gratitud y cariño de los chinos11.
Una concepción como la que se refleja en el párrafo anterior, era simplemente parte de una tradición
señorial esclavista donde al mismo tiempo que se brindaba «bondad» y se esperaba de parte del semies-
clavo lealtad, fidelidad y, por supuesto, mejor rendimiento en el trabajo; a la par de esto era normal
la existencia del uso diario del cepo y del látigo como partes de un sistema opresivo que intentaba el
sometimiento físico y moral de los trabajadores.
¿Cómo se atendió a los chinos? Las instrucciones señalaban que los parámetros del cuidado a los
enfermos estaban determinados por las posibilidades y limitaciones con que contaba el fundo. Y de
manera general no han sido excesivamente onerosos los gastos ocasionados, si consideramos que hubo
atención y cuidados permanentes y un suministro regular de medicinas. Sobre este asunto, se cumplió
formal y realmente pero no de manera satisfactoria. Y lo fundamental para dar la atención médica es-
taba en que lo beneficioso para la hacienda era tener el mayor número de gente en el trabajo del cam-
po antes que recluidos en el «hospital» de la hacienda o en el de Pisco. Inmediatamente un enfermo
lograba un mínimo de recuperación se le daba trabajos menores (coser sacos, por ejemplo) y después,
cuando estaba más o menos recuperado, retornaba a las actividades normales con esfuerzos exigidos.
Los trabajadores que verdaderamente estuvieron enfermos recibieron atención y no hubo des-
cuido cuando los síntomas eran evidentes y graves, y hubo despreocupación cuando los enfermos
de salud no eran ostensibles ni alarmantes. Algunos enfermos se empeoraron de sus males por la
ignorancia médica general de la época y la del propio administrador en particular, y se produjeron
muertes inútiles: a un chino con fuertes dolores e infección en una pierna lo trataron con árnica y
poquísimo tiempo después moría; en otro caso, a un trabajador que tenía fuertes dolores estomacales
el administrador le suministró 15 gotas de láudano en agua tibia, y según él mismo decía: «esto es una
barbaridad, a cualquiera lo hubiera echado al otro mundo, y esto lo salvó»12.
Motivo de la disminución diaria de un número mayor de hombres trabajando en el campo han
sido los enfermos y los pseudoenfermos (los que engañaban diciendo que estaban enfermos y no lo
estaban); para paliar esto se suministró atención médica y medicinas a los enfermos, se aplicó repre-
sión y sanciones a los pseudoenfermos y a los convalescientes se les hizo trabajar en actividades no
extenuantes, inmediatamente se percibía que podían hacerlas.
Médico, boticario, barchilón, médicos del hospital San Juan de Dios de Pisco y el propio admi-
nistrador de Palto, todos indistintamente, de acuerdo a sus conocimientos y según las circunstancias
y gravedad de los enfermos, participaban en las atenciones sanitarias de los chinos trabajadores. Pero
era sobre todo el administrador quien de manera permanente se encontraba atento a la situación
de la salud de la «chinada»13. Al lado del administrador estaba siempre el barchilón, un trabajador
chino destinado a las labores de cuidar y atender a los enfermos cuando los casos no eran graves ni
contagiosos. Cuando eran graves se enviaba al enfermo al hospital de Pisco y cuando eran contagiosos
(«epidemiados») se los aislaba.
En marzo de 1879 el administrador de Palto dio la fatal noticia que un chino tenía viruela.
Enfermedad que hacía estragos en Pisco y no todos eran niños. Al chino Achoy, de la partida 25, quien
era el epidemiado, se lo aisló de inmediato construyendo un rancho en un guarangal de la hacienda.
Y ahí quedó aislado todo el tiempo que tuvo esa enfermedad. Durante 21 días fue atendido por un
moreno; esta persona solo pudo ser encontrada después de una larga búsqueda en todo el valle, ave-
riguación realizada por un empleado de Palto. Nadie quería arriesgarse. El moreno aceptó el peligro
12 FHPa, Pa-L, carta del 28 de abril de 1876.
13 Así como en décadas anteriores los hacendados y la clase pudiente denominaba a un conjunto de trabajadores esclavos de origen
africano como la negrada, así como igualmente designaron a un conjunto de trabajadores culíes como la chinada, en todo momento
llamaron como la cholada o la indiada a un grupo de trabajadores andinos de la sierra peruana.
… creo que se salvará pues ya está en la seca, se le ha cuidado y se le cuida con bastante empeño sin que se
falte en nada, al efecto, verán ustedes [se dirige a los Aspíllaga], en cuenta de caja lo que se ha gastado en
útiles para su curación, asimismo le di tres frazadas de las que tiene esta hacienda sobrantes como también
costales vacíos para que tuviera cama, ayer se ha principiado a dar dieta para lo cual hice comprar carne de
carnero aunque se encuentre muy cara, 40 ctvs. libra, pero era preciso auxiliar al enfermo, tan luego salga
de la seca le daré un purgante y haré que se queme todo lo que ha tenido en uso dándole otro vestido nue-
vo. A ningún chino permito que se acerque a él, no se ha presentado otro caso ni quiera Dios que ocurra.
También, de manera diaria en cualquier día del año, los enfermos recibían atención y cuidados en el
«hospital». Eran tan desastrosas e insalubres las condiciones del «hospital» que algunos chinos cuando
estaban enfermos preferían quedarse encerrados en el galpón antes de hospitalizarse. Tan desastroso e
inadecuado debe haber sido este local como el del hospital de la Beneficencia de Pisco14. Una aprecia-
ción del hospital San Juan de Dios es indicada por el administrador:
Hoy he mandado a tres chinos a Pisco en la carreta a la botica para que los vea el señor Llanos y los
regrese con un régimen curativo pues tienen, uno, los pies hinchados y el otro unas llagas. También he
mandado sacar al que estaba en el hospital [de Pisco], pues el mismo chino así lo desea, creo que acá
estarán mejor cuidados que en el hospital de Pisco, pues eso parece un chiquero de puercos...15.
14 Según Mamerto Castillo Negrón (1947), desde las primeras décadas de la República se da las bases legales para el desarrollo de las
beneficencias. En 1826 se dio la legislación correspondiente para la creación de la Dirección General de Beneficencia y de las Juntas
de Beneficencias de provincias. Y en el caso de Pisco, recién en 1855 surge una junta de Beneficencia. En lo central, las beneficencias
estaban destinadas a dar apoyo médico-sanitario a los pobladores de escasos recursos y estaban sostenidos por el aporte económico de
los personajes adinerados de la región, por las rentas que ingresaban de sus propiedades (haciendas, minas, propiedades urbanas), por
los bienes censísticos y por impuestos. Domingo Elías, rico hacendado iqueño y expropietario de Palto, fue uno de los impulsores de la
Beneficencia de Pisco. De esta Beneficencia era el hospital San Juan de Dios, pero en el pueblo de Pisco, desde antes existía hospitales.
15 FHPa, Pa-L, carta del 6 de agosto de 1879.
6. Enfermedades y enfermos
tenemos frutas tercianientas, aguas tercianientas, habitaciones tercianientas, etc, por ser mucho más
propensos a la terciana estos climas que aquellos (los de España). Tan sabido lo tienen los médicos lo-
cales, que al empezar el tratamiento de cualquier enfermedad principian por despejar la incógnita con
una dosis de quinina, porque casi no se concibe dolencia en Lima que no revista la forma predilecta que
es la intermitencia (Arona, 1938: 368-369)17.
El procedimiento curativo principal fue el mismo que el que aún se usa en la actualidad: la qui-
nina en sus diversas formas. En las relaciones de medicinas compradas o enviadas con regularidad
a Palto, siempre están presentes medicamentos que curaban, prevenían o controlaban estas fiebres
como la quinina, sulfato de quinina, calisaya y la casera achicoria. Pero muchas de las muertes ocu-
rrieron no directamente como consecuencia de esta enfermedad sino de su mal tratamiento. Como
al instante de hacerse presentes las fiebres palúdicas se las atacaba suministrando quinina durante
algunos días, había luego alguna recuperación en los enfermos, pero las fiebres retornaban cada
ciertos días o momentos, a esto denominaban las «alternativas». Durante esos momentos en tránsito
Vergonzoso es tener que decirles que hoy hay 26 (enfermos) lo que verdaderamente es un escándalo,
solamente dándole palo o látigo a esta canalla pueden andar bien21.
Con motivo de ir día a día aumentando el número de enfermos [había en esos momentos 35] tuve
necesidad de que las amenazas que les hacía de llevarlos a Pisco a donde la autoridad, convertirlas en
realidad el día de ayer a consecuencia de haber habido 24 enfermos, y el día anterior 25. Para condu-
cirlos hice poner dos carretas y en unión del caporal me dirigí al pueblo [de Pisco] para hacerlos ver del
médico y los que resultasen mañosos que el subprefecto los amonestase como efectivamente lo hizo. El
número de mañosos fueron 9 de los 24, los mismo que me dijo el subprefecto que se los dejase por el
día de hoy para hacerlos trabajar en el cuartel y ver si de esa manera se consigue no haya tantos enfer-
mos. Siento infinito haber tenido que dar este paso, pero ha sido en fuerza de tantos enfermos pues no
me era posible ver con indiferencia el que cada día fuese mayor el número de enfermos22.
Por su carta la existencia de enfermos en la hacienda era de 9 y 5 en Pisco [en el hospital], los que
se hallaban verdaderamente enfermos; cuanto esto sucede no nos llama la atención, desde cuando el
antepasado [administrador] a usted contaba a veces en número de 30 o 40 enfermos. Tenga usted la
seguridad que todo el desarreglo de ese fundo proviene de su antecesor pues en una época todo mar-
chaba a satisfacción, de manera que con un poco de régimen [disciplina, quiere decir], esto marchará
muy bien23.
Y fue así, a partir del nuevo administrador los chinos no se enfermaron tanto, pero dieron muestra de
flexibilidad y adoptaron otras modalidades de rechazo a la opresión.
A pesar de no contar con una lista completa de los chinos muertos y sus causas, a continuación presen-
tamos una relación donde hay indicada alguna información que ayuda a comprender este asunto de
20 FHPa, Pa-L, carta del 24 de julio de 1877
21 FHPa, Pa-L, carta del 19 de octubre de 1877
22 FHPa, Pa-L, carta del 21 de setiembre de 1877
23 FHCy, Vol.8, L-Pa, carta del 7 de enero de 1878
Cuadro 5
PALTO: RELACIÓN DE CHINOS MUERTOS
Nombre y partida Fecha de llegada Fecha muerte Causa de muerte Meses deuda Dinero tiempo
01 Acam. 15 Nuevos 4/74 1/76 ¿? 78 261
02 Acha, 32 9/68 1/69 ¿? 84 224
03 Achán, 32 9/68 5/78 ¿? 15 62
04 Achén Chico 9/68 1/76 ¿? 23 78
05 Achén Grande Torr. 8/67 12/79 Asesinato ¿? ¿?
06 Achia, 12 10/72 12/77 ¿? 36 150
07 Achin, 15 Nuevos 4/74 4/74 ¿? 96 400
08 Afoc Chico, Torrico 8/67 11/75 ¿? 38 225
09 Ajén Borrado, 31 1/68 8/78 Fístula 12 50
10 Ají, Bombero 12/70 7/76 Hidropesía 32 120
11 Aló, 12 10/72 8/75 ¿? 60 312
12 Aloy, 20 7/71 4/76 Estómago 36 96
13 Alluat, 20 7/71 8/78 ¿? 24 100
14 Añí, Torrico 8/67 11/75 ¿? 40 136
15 Añí, 20 7/71 9/78 Tísico 12 32
16 Aqué, Cayaltí,Torri. 8/67 82 Asma ¿? ¿?
17 Asán, Palto 11/69 4/78 Pierna mal 9 37
18 Atén, Palto 11/69 12/77 Suicidio 36 150
19 Ayín, Torrico 8/67 11/75 ¿? 25 82
20 Domingo, 32 9/68 8/77 ¿? 24 100
21 Fichón, 12 10/72 8/77 Hidropesía 36 150
22 Guaqui, 31 1/68 68 ¿? 96 400
23 Manuel, 32 9/68 2/77 ¿? 10 35
Totales 822 3 101
Fuente: FHP, LC.
8. Medicinas y previsiones
con tercianas otros con las piernas podridas, uno hay —refería el empleado— que se llama Achín,
partida 23 que se encuentra imposibilitado, pues tiene el miembro todo ulcerado y se conoce que sufre
mucho y lo peor es que no sé cómo curarlo ni tampoco tengo con qué...24.
Casi de inmediato Achín 23 fue enviado al hospital de la Beneficencia de Pisco, cada día estuvo peor;
pero no llegó a morir. Estamos seguros que aún vivía en 1881.
Pocas o simples eran las previsiones que se tomaban para que no hubiera contagios ni acentuación
de los males endémicos. En tiempo de cosecha de uva, se recomendaba cuidar que los chinos no se
«atraganten» (no comieran excesivamente esa fruta) porque traía estragos estomacales. En el mes de
mayo de 1878 se instruía repartir infusión de achicoria, que había «abundante en las sangranderas»,
para prevenir las tercianas. Un caso similar que señala las limitaciones y previsiones curativas de la
época y/o el descuido natural sobre los enfermos graves es el siguiente:
también hago darles de comer de la casa a dos chinos viejos que están sifilíticos y llagosos, ambos tienen
su régimen que se les ha traído de la botica de Pisco, como son papelitos dos veces al día, cucharadas,
fricciones y pomadas para las llagas. También Llanos, el boticario, ha visto a uno de ellos que se lo
mandé en días pasados25.
Así, dentro de un relativo interés, con limitados conocimientos y previsiones médicos, con recursos
medicinales simples, transcurrió la vida de los chinos en la hacienda Palto.
Además de los remedios de la relación que sigue y que se presentan en orden alfabético, en otras ocasiones se
solicitó otros medicamentos a Lima. Para facilitar la comprensión del origen y uso de algunos de estos antiguos
medicamentos, y en vista que mis amigos médicos de formación académica moderna poco han podido colaborar
al respeto, transcribimos a continuación las definiciones y precisiones obtenidas del diccionario Pequeño Larousse
Ilustrado y de la Enciclopedia del Idioma de Martín Alonso y Wikipedia.
– Aceite de almendras. Se usa para suavizar todo tipo de piel incluyendo pieles secas y escamosas. Es emoliente
suavizante e hidratante y ayuda a desinflamar.
– Aceite de hígado de bacalao. Medicamento líquido que fluye del hígado extraído del abadejo.
– Altea. Malvavisco; planta malvácea, la raíz del malvavisco se usa en medicina como emoliente.
– Anacahuita. Árbol cuyas hojas y flores blancas se usan bastante contra enfermedades del pecho. El fruto es
el anacahuite con el cual se preparan jarabes y jaleas pectorales.
– Bálsamo del Perú o bálsamo de El Salvador, se utiliza como cicatrizante para la piel.
– Calisaya. Quina de las más estimadas.
– Cascarilla. Corteza de una auforbiácea de América; se usa en medicina.
– Cebadilla. Fruto de una planta americana parecida al eléboro blanco; la cebadilla se emplea como estornu-
tario (que provoca a estornudar).
– Cerato. Composición de cera y aceite; el cerato se usa para curar las cortaduras producidas por el frío.
– Flor de azufre. Productos ligeros obtenidos por medio de la sublimación o descomposición. tiene usos di-
versos como laxante, exfoliante, o suplemento nutritivo paraplantas.
– Flor de violeta. Se usa en medicina como expectorante y sudorífico.
– Goma arábiga. Proviene de diferentes acacias, en un principio se sacó de Arabia.
– Ipecacuana. Género de plantas rubiáceas originarias de América meridional, la raíz se usa como vomitivo o
emético.
– Laúdano. Medicamento líquido que tiene como base el opio. Se usaba comúnmente para reducir cualquier
tipo de dolor
– Linaza. Simiente de lino, la harina de linaza se usa para cataplasmas emolientes.
– Liquen. Planta criptógrama constituida por la reunión de un alga y un hongo que crece sobre las rocas, las
paredes y las cortezas de los árboles. El liquen islámico se usa en medicina. Sus mucílagos tienen acción
diurética. Posee también acción tónica y digestiva.
– Magnesia. Óxido de magnesio, usado en medicina como purgante.
– Mostaza. Planta de la familia de las crucíferas cuya semilla tiene sabor picante; la mostaza se emplea como
condimento y como medicina. Su semilla tiene un alto contenido proteico y de minerales. Además posee
propiedades antisépticas y digestivas.
– Parche. Pedazo de lienzo y otra cosa en que se pega un ungüento, bálsamo u otra confección y se pone en
una herida o parte enferma del cuerpo.
– Quinina. Alcaloide vegetal que se extrae de la quina. La quinina se usa como febrífugo y antipirético.
– Sen. Arbusto papilonáceo de África y Asia, las hojas se usan como purgante.
CHIFA, CHAUFA
Y AEROPUERTO
En un libro anterior, Herederos del dragón (2000), publiqué un largo capítulo destinado a la comida
china y a su impacto en la sociedad peruana. En esa parte de la obra creo que comprobé que esa
culinaria tuvo éxito entre nosotros, debido a que de la generación de los culíes continuó la primera
generación de tusáns, no fueron pocos, y fueron educados en los platillos que con frecuencia les ha-
cían sus padres, así estuvo presente en la sociedad peruana un primer grupo proclive a concurrir a los
chifas. Esos mismos culíes que trabajaron como cocineros de gente rica y no tan rica —igualmente su-
mándolos no fueron pocos—, sin desearlo o por curiosidad de sus patrones transmitieron novedosos
sabores a sus paladares, estos cocineros crearon potenciales aficionados a concurrir a los chifas. Además
de lo dicho, no pocos culíes al liberarse de los patrones, con su aptitud empresarial, crearon variedad
de negocios, uno destacado fue su presencia en fondas y fondines, donde crearon viandas aceptables
por gente popular en la que pusieron su sazón, y en ocasiones ofrecieron platos chinos a sus asiduos
clientes, y hasta en los platillos de siempre de sus comensales, estos chinos fonderos, añadieron arroz;
y es así que nos habituaron a comer arroz casi todos los días del año. Además se ha considerado que es
un insumo barato y que «rinde» (a poco precio hay abundancia).
Algo más que anteriormente hemos presentado es el aumento de chifas en Lima por su creciente
aceptación, así como la presencia de esta cocinería oriental en muchas regiones del país; este fenómeno
de expansión culinaria —limeño y provinciano— fue impulsado porque existía mucha gente que ya
había aprendido y apreciado platos de fogones de un cocinero chino. No se trata que desde la capital
los platos de los chifas migraron a las provincias. Ha sido una manifestación paralela. E igualmente
de manera análoga, los comensales de chifas peruanos por doquier seleccionaron lo que gustaban
de lo que no gustaban, a pesar de que tuvieron ante sí una amplísima posibilidad de viandas chino-
cantonesas. Y nos hemos quedado con algunas, y esas son mayormente las que nos dan en los actuales
chifas. Como resultado de ello es que estamos en una rutina que ha cambiado poco en los restaurantes
orientales, con frecuencia pedimos los mismos platos, pero que fuera de los chifas la comida china ha
tomado su propia orientación y dinámica.
Ahora presentamos en este libro un capítulo que es, sin darnos cuenta, continuación del anterior.
Por eso lo inciamos con información novedosa del año 1949. Luego pasamos a 1970 recorriendo el
Barrio Chino de esos años e indicando los chifas que ahí funcionaban, y que lo hacían sin lapso de in-
terrupción desde que —en los años 1930— en esa ciudadela china se convirtieron de fondas a chifas.
El fenómeno de la culinaria china entre los peruanos es muy particular en nuestra sociedad si
comparamos con otros países latinoamericanos o caribeños. Ni entre los cubanos esta comida ha in-
gresado tan profundamente en su gente, a pesar de que la emigración de chinos a esa isla del Caribe
fue más numerosa durante los años de la gran oleada del siglo xix. En nuestro país, pese a momentos
de crisis de los chifas del Barrio Chino, aquí y en muchos otros lugares fuera de la ciudadela, han bro-
269
tado no como hongos de manera espontánea y dispersa, si no como consecuencia de inmigrantes que
tienen gran claridad de saber dónde ubicar los negocios que van a inaugurar. Este importante fenóme-
no social-gastronómico-culinario, muy propio de nuestra sociedad, ha pasado del chino de la esquina
al chifa del barrio. Y lo encontramos en todos los barrios o barruntos sin inhibirse ante cualquier clase
social. Es decir, en Lima hay chifas y neochiferías por doquier. Han surgido chifas cholos, así se llaman
restaurantes «chinos» dirigidos por gente peruana y con cocineros peruanos.
Ahí no queda este fenómeno, algunos de los platillos chinos se han anotado en nuestros semanales
menús caseros y los hacen quienes están encargadas en nuestros hogares de cocinar. Casi no hay ama
de casa que no sepa hacer chaufa, que además todo lo necesario lo encuentra de manera cercana en los
mercados de barrios. El chaufa se ha peruanizado tanto que ya no tiene las normas y exigencias chinas,
por eso han surgido variantes de muchos tipos y hasta de acuerdo al lugar donde se elabore.
Es tal esa dinámica que el chifa peruano lo encontramos en muchos países; ya hay empresas chi-
feras que ofrecen franquicias.
Y todo esto no se detendrá. El chifa peruano es una variante que participa en el aumento del
prestigio de la gastronomía peruana.
A pesar de que los chifas surgen en los primeros años de la década de 1930, sus propietarios recién
logran organizarse en 1946 y tres años después se registran donde el notario Lizardo Prieto y Risco. La
agrupación decidió tomar la razón social «Sociedad de Chifas, Restaurantes y Cafés Chinos en Lima
y Callao» que tenía como fines:
– Contribuir a la defensa de sus derechos.
– Unificar sistemas de labor.
– Tener la representación única en la defensa colectiva ante las autoridades locales.
Una consideración indispensable implícita que no se menciona fue que para ser miembro había
que ser chino, y otra sí indicada y de importancia era tener un establecimiento del tipo que indica la
razón social, y que éste se encuentre en funcionamiento y ofrezca servicio en Lima, Callao y balnearios.
En ese año su directiva estuvo compuesta de esta manera:
– Presidente: Ton Quin Sen
– Secretario: Ernesto Loo Tinchong
– Fiscal: Mac Chiu
– Vocales: Guillermo Tau, San Joy Lao, Alejandro Lo Sun, Alfredo Non Pen, Voo Tin Gan, Rafael
Chiang, Alfonso Macchin
Tenemos comprobado que al menos Ton Quin Sen y San Joy Lao eran chifas que llevaban el
nombre de sus propietarios, y esos empresarios tuvieron antes de 1930 fondas de los mismos nombres
que sus chifas.
Cuadro 1
INSTITUCIONES CHINAS REGISTRADAS NOTARIALMENTE
Año Nombre Actividad Observaciones
1937 Chee Cun Tong Asociación humanitaria- En 1947 adopta nombre de Min Chin Tang
En realidad, fines políticos
1937 Asociación Hok Schang Wui Cum Ya existía desde 1928
1937 Sociedad Nam Joy Nacidos en distritos Nam Jou, San Soi, Ya existía desde 1923
Yayuen y Sunetac
1949 Centro Social Chino Fox Hing Reunía miembros cultos de la colonia china
1951 Asociación Benéfica Pen Chan Hui Fines benéficos de asistencia social y caridad
1972 Lung Sing Sea Acercamiento, armonía, instrucción, cultura
y cooperación
1961 Sociedad Chung Shan Huy Cun Reunía nacidos en Chung Shan, ayudarlos si
se encuentran desamparados
1962 Asociación Tu San Actividades sociales, culturales y deportivas
entre sus miembros
1997 Sociedad de Beneficencia China Tong Shing Reunía a nacidos de los distritos Yaka, Tong
Shing,
Evidentemente la relación es cortísima, pero sirve para demostrar que no era nada extraño que
los dueños de chifas, más los propietarios de restaurantes, así como de las cafeterías de chinos se or-
ganizaran con el objetivo de protegerse y ayudarse, y tener una directiva que sea vocera de todos ellos
en caso hubiese algún tipo de relación con las instituciones de la sociedad a la que habían emigrado.
Durante la década de 1970, se percibía un decaimiento del Barrio Chino y de las instituciones comer-
ciales, incluyendo los chifas tradicionales que fueron cerrando. No obstante, sus calles nunca dejaron
de ser el lugar de los chinos y el albergue de sus viejas instituciones.
En décadas anteriores (1940, 1950 y 1960), no pocos chinos habían instalado tiendas en muchas
esquinas de calles limeñas; y para los años 1970, la presencia de ese «chino de la esquina» iba dismi-
nuyendo de manera notable.
Luis Millones (1974), en su libro Minorías étnicas en el Perú, hace un rápido repaso histórico y
etnográfico utilizando lo que le informaron sobre la calle Capón, entre otras cosas, que en 1948 aún
podía observarse en ella a cargadores chinos que ofrecían sus servicios por unos cuantos centavos, y
que aún por esos mismos años se podía ver a otros chinos recién llegados caminando por el barrio con
su tradicional coleta.
Cuadro 2
INSTITUCIONES CHINAS DENTRO DEL BARRIO CHINO: 1970
Nombre de la institución Dirección Observación
Kuo Min Tang Jr. Junín 836 Partido político
Man Chee Tong Jr. Paruro 1030 Partido político
Cun Yuen Yet Po Jr. Paruro 1030
Ming Shing Yet Po Jr. Junín 836
Asociación Long Kong Jr. Paruro 756
Sociedad Nam Sam Sun Jr. Paruro 356 Existe desde el siglo XIX
Sociedad Chung Shan Jr. Paruro 1078-80
Sociedad Cu Con Chau Jr. Paruro 1011 Muy antigua, desde 1866
Sociedad Pun Yui Jr. Paruro 1129 La más antigua, desde 1850
Sociedad Fa Yap Jr. Paruro 789
Sociedad Hot Shang Jr. Paruro 772
Sociedad Tong Shing Jr. Huanta 962
Fuente: Chang, 1970: 244-274.
En ese mismo año existían asociaciones de chinos activas en Matucana, Chosica, La Oroya,
Huancayo, La Merced, Huánuco, Cañete, Chincha Alta, Pisco, Ica, Palpa, Mollendo, Nasca,
Moquegua, Arequipa, Camaná, Huaraz, Huacho, Barranca, Casma, Chimbote, Trujillo, Pacasmayo,
Chepén, Paita, Sullana, Iquitos, Piura y Chiclayo.
Los periódicos editados en chino Man Hsin Pao y Kung Yen Pao, ambos vinculados con el partido
político Kuo Min Tang y el Min Chih Tang, también estaban en las calles del barrio. Por esa misma
década funcionaban aún los chifas que se mantenían desde los años 1930 y que poco después tuvieron
que cerrar sus puertas, uno de los motivos fue las dificultades de encontrar insumos comestibles de
origen chino por las prohibiciones de importarlos. Estos restaurantes no se hallaban solo en el barrio
según la relación que sigue:
Ya funcionaba por ese año el hotel Oriental, en Lima (Jr. Cusco 698), y los siguientes chifas fuera
de la capital: Roberto Siu en La Merced, Chanchamayo, La Colmena de Augusto Chiu en Talara, y
Oriental de Antonio S. Chu en Piura.
Las calles del barrio eran escenario de las festividades del Año Nuevo Lunar, cuando los «cohetes y
bombardas saludaban el paso del Dragón». Aunque la celebración más importante ocurría cada 10 de
octubre, conmemorando la caída de la dinastía Ching y la formación de la república en 1911, enca-
bezada por Sun Yat-sen. En aquella ocasión, las tiendas comerciales y las casas enarbolaban la bandera
de China Nacionalista, espectáculo que solo se repetía los 28 de julio. La gente de esta ciudadela se
reunía desde hacía treinta años en el teatro Apolo, que antes llevó el nombre Odeón, donde se ofrecía
películas chinas bastante antiguas. Y el santuario, ubicado en un segundo piso en una casa del jirón
Huanta, era igualmente un lugar de tertulia, donde desde el año 1960 era atendido por un guardián
que cobraba diez soles a los concurrentes que quisieran que se les adivine la suerte, para lo cual el in-
teresado debía deja caer alguna de las varillas de bambú en la que se podía leer ocurrencias posteriores;
el «desaliño de este personaje [el guardián], encajaba perfectamente con el santuario».
En esos mismos años de la década de 1970 sucedía dentro de la comunidad chino-peruana el
desconcierto, y nuevos alineamientos políticos de la vecindad en vista de que el gobierno reformista
del general Juan Velasco Alvarado había decidido establecer relaciones diplomáticas con el gobierno
de Mao Tse Tung de la República Popular China y cesar las que había con Chiang Kai Shek, quien se
encontraba refugiado en la antigua Formosa, denominada después como Taiwán.
De lo que sucedía veinticinco años después Pedro Escribano, en diciembre de 1994, nos ofrece una
crónica cuando era periodista en un diario limeño. Escribano, que se hallaba tomando notas, estaba
caminando desde la avenida Abancay y se acercaba al Barrio Chino. Él cuenta que entre los jirones
Ucayali y Ayacucho se topó con un grupo de vendedores yapateranos —gente morena de Yapatera
en Piura— que le ofrecían artículos de plástico y metal; a continuación, el cronista desistió de ingre-
sar al Mercado Central porque le parecía una caverna. De inmediato, una señora casi tropezándolo
le ofreció en venta choclo con queso y a continuación otra lo atolondraba repitiéndole el precio de
su combinado de mazamorra con arroz con leche que sin consideración se lo ponía ante los ojos; el
periodista hace el siguiente comentario: «como en muchos otros lugares, los puestos de los ambulan-
tes han dejado sin rostro las calles». De pronto vio que un pirañita (ladroncillo) buscaba un refugio
para esconderse y al mismo tiempo una señora gorda lanzaba improperios: estas eran lamentables
escenas cotidianas. El paseo continuó con asuntos similares hasta que llegó y se puso bajo el Arco
del cual nos da su conclusión: «el Barrio Chino prácticamente ya no existe […] está en extinción».
Ese mismo Arco había sido tomado por los ambulantes informales. Solo luego de transponerlo se
encontró con nuevos ambulantes que sí vendían mercadería de origen chino: verduras, condimentos,
frutos del mar (langostinos, almejas, conchitas). Ya en Capón, el periodista cree que a pesar del caos
reinante, el Barrio Chino tenía detalles que guardaban cierto encanto. Conversó con la señora Teresa
Chu, quien le dijo que «del Barrio Chino poco es lo que queda», él acota: «es verdad. Las grandes
tiendas están cubiertas por hules, cartones, trapos, mallas metálicas y artículos de los ambulantes»
(Escribano, 1994).
Este era el panorama del barrio a fines de 1994.
4. Inicio de la recuperación
En las elecciones municipales de 1995 ganó la alcaldía de la ciudad de Lima Alberto Andrade Carmona,
quien asumió la responsabilidad en 1996. Su gestión edilicia se distinguió por importantes obras pú-
blicas, remodelación de parques y plazas, y se reconoce que su máximo logro fue la recuperación del
centro histórico de Lima al que devolvió su antiguo esplendor y lo convirtió en un atractivo turístico.
Por la variedad de tipos de chifa que ahora hay en Lima, no es posible ofrecer ni el número total de
ellos ni una clasificación acertada, en tanto no hay criterios concertados que permitan definir lo que
es un chifa y a partir de ello hacer un conteo. ¿Cómo saber su número si la provincia de Lima tiene
casi 49 distritos y en cada uno de ellos se autoriza el funcionamiento de los restaurantes, incluyendo
los chifas? Ese recorrido no solo sería arduo, sino impreciso por los diferentes criterios que se utilizan.
En el año 2003, el abogado Jorge Manini Cheng en una entrevista para el diario El Comercio,
afirmaba que solo en Lima había cuatro mil chifas de todo nivel y según los cálculos que se habían
hecho cada uno requería un promedio de ocho trabajadores, así que solo en la capital estos restauran-
tes orientales generaban un mínimo de 32 mil empleos directos1. Estas cifras se han repetido con fre-
cuencia y no hay motivo para dudar la validez de ella en esa fecha; pero creemos que ahora, habiendo
pasado más de una década, ese número queda bastante corto.
Si los números resultan difíciles de conseguir, al menos podemos aproximarnos a cientos de chifas
de los que no se puede dudar respecto a qué tipo de clientes asisten.
Mucha de la información oficial y evidente respecto a los sectores sociales altos indica que en la
última década han tenido una mejoría, han aumentado demográficamente y han elevado su nivel ad-
quisitivo. También ha aumentado de manera importante la clase media. Esto se manifiesta a través del
1 Entrevista a Jorge Manini Cheng, presidente, en esa fecha, del comité empresarial de la Asociación Peruano-China, en el diario El
Comercio, Lima, 18 de abril de 2003.
Del sector social A, hemos podido conocer algo su no poca afición y preferencias en cuanto a la comi-
da china a partir de una encuesta a 528 comensales de restaurantes de precios altos; se tuvo en cuenta
el distrito de residencia y según ello 371 personas (83.5%) podían ser consideradas dentro del sector
A y a 73 personas (16.5%) se les podía ubicar en el sector B.
Tal como pudiera esperarse de los encuestados, 482 (91.3%) respondió que acostumbraba con-
sumir comida china, solo 8 (1.5%) dijo que no era su costumbre, y 38 (7.2%) no quiso dar alguna
respuesta. Estas cifras muestran claramente la gran aceptación y quizás predilección por la gastrono-
mía china.
En cuanto a los chifas de sus preferencias, tenemos que los tres chifas más concurridos son el
Wa Lok (ubicado tanto en Lima como en Miraflores 16.7%), el Choy Tac (en Surquillo 8.86%) y el
Internacional (en Miraflores 7.2%); y con un porcentaje mucho mayor se encuentran agrupados di-
ferentes chifas (cada uno con poco porcentaje pero concentrados representan 32.9%). Es notorio que
no hay un chifa realmente de gran preferencia, no existe uno de ellos que se le identifique rápidamente
como símbolo de este tipo de comidas para los de la clase A. La evidente corta preferencia por el Wa
Lok manifiesta que este favoritismo se sustenta en la combinación de tres elementos: atención, sabor
y tradición.
El Wa Lok se inició en el importante jirón Paruro del Barrio Chino, luego adquirió un local casi
al lado también en Paruro, y posteriormente inauguró un tercer local en el distrito de Miraflores. No
obstante, si bien muchos chifas han abierto sucursales en distritos más modernos y céntricos, la calle
Capón y otras calles aledañas siguen conservando su reputación de ofrecer comida china tradicional.
Una prueba de esto es la presencia del Salón Capón entre las personas encuestadas.
Además de los mencionados es posible encontrar dos chifas diferentes, el Royal y el O-Mei.
Ambos poseen una carta que los distingue del resto, pues el primero no se dedica solo a la comida
cantonesa, sino que explora otras comidas regionales chinas. Y en el caso de O-Mei, el contenido de
los platos abarca varias especialidades orientales como: vietnamita, tailandesa, china no cantonesa y
también cantonesa, etc.
La asistencia a estos dos restaurantes de comida china y oriental manifiesta un interés en este pú-
blico por conocer más platillos y sabores; se trata de un interés por ampliar la gama de posibilidades
en cuanto a la gastronomía china y sus variaciones.
Los chifas al paso son pequeños puestos de comida china. Se los encuentra en cualquier lugar donde
hay concentración de gente y en muchos lugares de la costa y son abundantes en Lima. Resulta im-
posible determinar su número.
El chifa al paso es una variante del chifa cuya organización no posee una división del trabajo
compleja y donde el parentesco o el paisanaje, entre los dueños del establecimiento, es el eje arti-
culador. La consideración de «al paso» indica la transitoriedad o fugacidad de los comensales que
asisten al local pensando en no quedarse a compartir sobremesa familiar o a celebrar distintos tipos
de eventos como: cumpleaños, reuniones ejecutivas o celebraciones especiales: bodas, graduaciones,
ascensos de cualquier tipo, etc. Se trata de un restaurante que posee una carta limitada de platos,
puesto que el principal atractivo son los menús o un número corto de viandas, se han interesado de
manera pragmática en obtener aquellos insumos de platos específicos que son los de mayor consu-
mo y aceptación.
En relación a su infraestructura, el local en el que funciona no tiene grandes dimensiones ni
posee mobiliario costoso, y sus decoraciones no son ni abundantes ni gravosas. La base instrumen-
c. Chifitas de barrio
En la encuesta del año 1998 antes mencionada, encontramos que algunos chifas funcionaban desde
hacía muchas décadas atrás, al menos 30 de ellos funcionaban desde antes del año 1970. En cuanto
esta «antigüedad» tiene mucha significación diremos algo de estos chifitas de barrio.
Del cuadro habría que considerar que es posible que no estén todos los que deberían estar. Estos
antiguos restaurantes casi en todos los casos están ubicados en distritos limeños igualmente «viejos».
Chifas de los últimos treinta años mayormente corresponden a distritos limeños que son la nueva
Lima, los que están en los conos, cuyos pobladores no tienen en la capital más de tres generaciones.
A los chifitas de barrio los caracteriza no solo su larga data en un mismo lugar, sino la lealtad de
sus parroquianos que regresan a su restaurante desde donde se encuentren, así residan en «mejores»
barrios. Estos clientes comensales son por lo general gente de las calles cercanas que conocen bien la
sazón de sus chifitas en sus platos preferidos y la creen la mejor, y no escasean relaciones de amistad
con el chino propietario a quien lo han visto envejecer y cuyos hijos tusan formaban parte de la pa-
tota o collera del «barrunto», alguno de los que han heredado a la muerte del padre el chifa y son en
la actualidad sus propietarios-administradores. A diferencia de los chifas recientes, en los «antiguos»
los mozos que atienden no tienen vinculaciones de parentesco con el propietario. La relación dueño-
empleado ha durado tanto tiempo, décadas, que es intensa y de confianza.
El Ton Wa se encuentra en la misma dirección desde hace 65 años, y tras el mostrador llevando las
cuentas y dirigiendo todo se han sucedido tres generaciones de la familia Loo; actualmente solo atien-
de a partir de las 7 de la noche en un local que tiene bien arreglada la entrada, pero que interiormente
mantiene la disposición de las mesas como era antes: unas en cuartitos familiares con cierta intimidad,
y otras a «cielo abierto», en la puerta se estacionan carros que han llegado desde distintas partes de
Lima que pertenecen a clientes que han logrado mudarse a «mejores» distritos. Hay mucha historia
de lo que ha ocurrido en este chifa: clientes cuyos descendientes han «heredado» la lealtad, mozos que
duran tanto que han envejecido con el primero o el segundo Loo o lo están haciendo con el tercero, las
dos inolvidables visitas de asaltantes que no solo se dirigieron a la caja sino que también «atendieron»
a los comensales. Asuntos similares podría decirse de esos chifas antiguos sea de Barranco, Breña o La
Victoria.
El chifa Kuo Wha es de otra estirpe, seguramente porque su barrio natal fue Miraflores y cuando
se inauguró, hace 56 años, por los distritos de los sectores sociales A y B escaseaban los restaurantes de
Con el aumento del número de chifas de manera paralela ha ocurrido el aumento de la elaboración de
este tipo de potajes o viandas en los hogares peruanos. Seguramente porque hace 80 años había mues-
tras de que este interés iba acentuándose en las familias, la revista Oriental coloca una nota bastante
esclarecedora que literalmente dice así: «Se facilita a los lectores de Oriental una receta de arroz chaufa
igual a la que se utiliza actualmente»3. Y en el Perú de ahora, luego de transcurridos ocho décadas ¿hay
madres de familias o cocineras de ciudades y pueblos costeños en los que no se conozca esta receta y
no se elabore el popular arroz chaufa y todas las actuales variantes que han surgido?
Responderíamos que es bastante amplio el conocimiento de la receta y su elaboración pero no
es total. Seguramente sectores sociales migrantes de origen serrano siguen tomados de sus hábitos
andinos pero cada vez más «de a pocos», y como parte de su integración a las ciudades costeñas, van
consumiendo, entre otros platos, chaufa, tallarines saltados y pollo con piña. Parte de la costeñización
VERDURAS: Cebollita china, balsamina, calabaza o calabacín chino (si juá), col china (lon ga pa),
pacchoi, pacchoi-san, arvejitas chinas (colantau), ajo chino.
CONDIMENTOS: Pimienta china (wa yeum), canela china (giom-fam), kión o jengibre, tau si, men si.
SEMIELABORADOS O ELABORADOS: Sillau, wantán y pasta para wantán, tallarines, fideos cris-
talinos de arroz (fan-si), queso de soya (taufú o tofú), salsa de tamarindo, salsa para hornear, nabo
encurtido, aceite de ajonjolí (sésamo).
Junto a estos productos se venden otros todos que no tienen origen oriental. La verdura picada de
verduras chinas es algo bastante frecuente en los puestos de venta. También brócoli de origen italiano,
champiñones (con los que se elaboran platos de origen francés), salsa curry (de origen hindú o indio),
sopas instantáneas (de muchos países), pimiento morrón (producto infaltable en muchos de los platos
chinos), espárragos, etc.
Algunos de los productos mencionados, sillao, por ejemplo, que tiene amplísimo uso en los hoga-
res peruanos, ya se producía en el Perú el año 19315 y según la Guía de Teléfonos de 1990 solo había
en Lima dos fábricas que lo producían, número exiguo a nuestro criterio. Y en 1959 era fácil encontrar
en Lima salsas chinas como sillao especial, men si, joy sing, tec yau elaborados todos ellos por la fábrica
de salsas Mey-Mey6.
Una información bastante limitada es acerca de dónde se siembran las verduras chinas. Es defini-
tivo que no se importan. Los vendedores de productos aseguran que mayormente llegan de las chacras
de Huachipa, pero también de los valles próximos a Lima: Chancay, Chillón, Cañete. De Huacho,
dicen, llega la mejor cebollita china, pero también de la comunidad campesina de Pucara, en el valle
de Mantaro. Igualmente aseguran que en cada ciudad costeña donde hay consumo abundante de
estas verduras en los valles cercanos hay igualmente sembríos de estas verduras. Por ahora no tenemos
información precisa ni de lugares ni cantidades de producción.
De todos los platos más consumidos en chifas, uno interesante al que le hemos tomado el pulso es el
del arroz chaufa y otras viandas que han partido de este tronco materno. La palabra chaufa viene de
chau fan o arroz frito. Los dueños de chifas saben que hay especialistas en elaborarlos a los que se les
4 Ver Anexo 1.
5 Un anuncio publicitario de la revista Oriental (N.º 5, 20 de agosto de 1931) indicaba lo siguiente: En la fábrica de chicha ‘La
Cuzqueña’ encontrará Ud. la bebida más sana y alimenticia. Extracto de jora especial para familias. También elaboramos salsa china
‘SIYAU’. Ventas al por mayor y menor. MANUEL TANAKO. Calle Mendocita # 139, teléfono 33816. LIMA PERU. Es curioso que
en una fábrica de chicha se elaboraba también sillao.
6 Oriental, N.º 329, octubre 1959.
Aquí viene. Genaro (que lleva el apodo de chino sin serlo) vierte en su sartén gigante un chorro de
aceite Oro 100% vegetal y 0% colesterol, luego un poco de manteca 100% de cerdo y una vez que
el líquido rompe en burbujas y empieza a echar humo, pone a flotar unos trozos de pollo y de cerdo.
Cuando el gallináceo y el porcino acaban de broncearse, Genaro agrega los demás ingredientes: col
china, cebolla ídem, pimientos en tiras, sal, ají-no moto, kión y media taza de caldo que extrae de un
balde de plástico Rey. Hasta ahora parece un saltado, nada fuera de lo común, aunque huele bien. ¿Y
el aeropuerto, Chino? Falta. Llegan los frejolitos chinos, una buena ración de arroz y un generoso baño
de sillao con chuño diluido en otra cucharada de caldo. Esta vez parece un arroz chaufa que se computa
aguadito aguadito, con frijolitos y col china. Pero no: he aquí el ingrediente que faltaba y que llega para
elevar el plato a la categoría de aeropuerto: una contundente ración de tallarines cortados en trozos
pequeños. Ahora sí. Genaro remueve todo con su cucharón, tira la mezcla por los aires, espera que caiga
sobre la sartén, y al plato. Sale el aeropuerto humeante (ibídem).
El periodista nos da una explicación muy necesaria: «se llama aeropuerto porque allí (en el wok)
aterriza de todo». Ese chifa El Olímpico no está solo en esa esquina, a su izquierda están también los
chifas El Ancashino, Osorio y Rosita, y a su derecha Sholy y Lilian y Lindo Amanecer, seis chifas en no
más de 200 metros cuadrados, de los cuales ninguno de sus propietarios es chino. Con unas cuantas
líneas más podemos percibir la poca amplitud de los pedidos de los comensales en estos restaurantes:
En algunos de los chifas al paso de la ciudad ya tienen preparados de antemano estos tres reiterativos
platos y los exhiben de manera impresionante, como si fuese una pequeña loma. No es desacertada,
entonces, la manera como algunos comensales solicitan su chaufa o su aeropuerto, que en el plato
sea todo un cerro. El chaufa también se vende en triciclos, algunos de ellos se los ve en los estadios
donde habrá partido de fútbol con mucha concurrencia y también, con seguridad, a la salida buscarán
su chaufita. Hay por último —aunque no muy generalizado— un último derivado del aeropuerto
llamado chaufa salvaje, cuya peculiaridad y diferencia es que en vez del tallarín chino se le ingresa
variadas verduras chinas y que, por hacer notar su presencia y por considerarlo atractivo, lo anuncian
en gigantografías y en los comunes menús.
Lo mencionado, índica la muy creciente actitud imaginativa culinaria a partir de un simple arroz
chaufa, el hecho sucede en el distrito limeño de Villa el Salvador y seguramente es muy similar en
muchos de los distritos populares de Lima Metropolitana aunque no tanto en provincias. Todo este
boom por unos cuantos platillos chinos parece ser solo limeño.
En una zona del distrito Villa el Salvador, donde están nueve restaurantes de comida china, cerca-
nos a un sector industrial importante y de éxito,
Cuadro 7
administrados por sus propietarios, inmigrantes
CONSUMO SEMANAL DE CHAUFA Y VARIANTES
chinos que alcanzaron bonanza económica debi-
EN CHIFAS DE VILLA EL SALVADOR, AÑO 2007
do al gran interés del vecindario, por consumir
Chifas Nº de sacos Kilos Platos Venta
sobre todo platillos elaborados con arroz, prefe- Ji Li 20 1 020 5 100 24 400
rentemente el arroz chaufa, el aeropuerto y otras Huan Sim 12 600 3 000 12 000
recreaciones, encontramos un gran uso de este ce- When Wa 80 4 000 20 000 100 000
real, que se refleja en los datos que siguen: Shen Hua 16 800 4 000 20 000
Fu Lin 16 800 4 000 20 000
Si se observa bien el cuadro, el primer chifa
Fu Ping 7 350 1 750 8 750
factura semanalmente solo en chaufa y aeropuer- Wha Li 7 350 1 750 8 750
to 24 400 soles, casi cien mil soles al mes. Fu Gut 8 400 2 000 10 000
Esta es una muestra del amor de los limeños Totales 166 8 320 41 600 203 900
por el chifa. Fuente: Monografía de Manuel Calle, 2007.
Como noticia la revista dominical del diario limeño La República nos informaba que se estaban de-
sarrollando de manera óptima franquicias nacionales de marcas de cadenas de restaurantes que iban
abriendo locales en el país y en el extranjero. Entre las tres que mencionaba colocaba a Chinawok,
es así que de esta manera el chifa peruano estaba viajando por otros lares. La idea que había surgido
¿Qué significado real o simbólico tiene para el Perú y los peruanos que en pleno Lima exista un Barrio Chino
donde se presentó y acentuó la comida china para los peruanos?
En primer lugar, la existencia de esta ciudadela china dentro de Lima, nos dice a gritos a cada uno de los
peruanos que nunca olvidemos que en nuestra historia republicana ha tenido notable importancia el arribo, en
estos últimos 160 años, de cerca de doscientos mil chinos, más su descendencia cuya cantidad actual es mucho
más del 10% de la población total del Perú que en este coloquio se ha dicho. Esta es una realidad que antes fue
invisibilizada, ya no se puede ocultar más.
Nos dice, además, que esta importancia reside en que ellos, los culíes, los que vinieron en las décadas que
siguieron y los que siguen llegando actualmente, se han esforzado y han dado su inteligencia y sus energías para
participar en la riqueza de nuestro país y para dar ciertos servicios indispensables. Nos muestra que ello no queda
allí; esta presencia también ha repercutido en que estos inmigrantes nos han trasmitido patrones y estilos de
su particular cultura cantonesa. Por lo tanto debemos reconocer con entusiasmo que los chinos han chinizado
a este país, y de esta manera han ampliado y han remodelado nuestro marco cultural y nuestra identidad. En
suma, nos han transferido parte de su carga genética y nos han impregnado de su milenaria civilización.
El barrio nos dice a su vez que la ubicación social y económica que los chinos o descendientes nos mues-
tran ahora se ha logrado a punta de esfuerzo y rompiendo mil barreras de prejuicios y superando dificultades y
agresiones de todas las dimensiones. Por tanto el barrio que escogieron y que han conseguido, se lo merecen a
cabalidad.
Esas calles bien podría hablarnos de las seis generaciones de orientales que por ellas han transitado, de cómo
han visto la creación de sus muy variados negocios, de cómo han observado y han sentido los domingos el au-
mento de otros paisanos de ojos rasgados que llegan como visitantes desde los balnearios de Lima o desde otras
provincias del Perú; el barrio nos dirá que ha sido lugar de mil reencuentros de esos coterráneos.
De su parte Capón nos dirá que fue el lugar de la aparición de los restaurantes asiático-cantoneses, a los que
los peruanos bautizamos como chifans y luego como chifas y a los cuales desde siempre concurrimos con deleite
y al salir damos muestras de gratitud. Sabemos que al ir a ellos nos espera fastuosos banquetes en los cuales la
sabiduría y el buen gusto siempre van juntos.
El Barrio Chino de Lima bien podría contarnos que es el único de Sudamérica, pero no es el único del
Perú. En muchas provincias peruanas en los alrededores de los principales mercados por igual se convirtieron
en otros barrios donde quienes atendían en los mostradores a los peruanos eran amables chinos exculíes, o sus
descendientes, o simplemente otros compatriotas que por igual habían desembarcado en El Callao. Ellos eran
parte de los miembros de las colonias que en esos lugares también crearon sus templos religiosos y conformaron
sus partidos políticos, sus clubes Chun Wha, sus sociedades de comerciantes, sus sociedades de beneficencia e
instauraron esos templos del buen comer: los chifas.
El Barrio Chino de Lima podrá agregar que en los edificios de sus calles siempre se supo combinar trabajo
cotidiano sin límites de esfuerzos, religiosidad incomprendida por los kueis peruanos, pasión política o naciona-
lista en ciertas circunstancias, uniéndose a todo ello la necesidad ineludible de asistirse con médicos herbolarios
Solo habían transcurrido dos años de la llegada a Perú de los primeros culíes justamente por la conce-
sión que se le había otorgado a Domingo Elías, y El Comercio del lunes 6 de octubre de 1851, daba la
noticia que «una persona respetable de la capital acudió a la Intendencia a dar aviso que un número
bastante grande de colonos chinos se reunía en diferentes puntos con el objeto de dedicarse a juegos de
envite. Poco después se sorprendió a uno de estos grupos en la calle de Santo Domingo. Se les detuvo
incautándoles 130 pesos y material de juego. Buena parte de este dinero fue robado a don Domingo
Elías».
Durante la ocupación de Lima, los chilenos comprobaron que en los garitos se facilitaba dinero
a los chinos con el fin que jueguen, y si perdían firmaban un contrato que los obligaba a trabajar en
alguna hacienda; lo mismo y con mucha frecuencia sucedió en Macao durante la gran trata amarilla
del siglo xix que condujo a miles de culíes a Perú, Cuba y muchos otros lugares.
A pesar de lo injusto de esa manera de obrar, desde antes de la invasión chilena, los garitos
continuaban funcionando porque los agentes policiales estaban coludidos con los dueños de esos
locales. Por esos mismos años en el artículo 5 del reglamento de policía correccional se disponía que
las personas sorprendidas en juegos de azar o envite, perdían el dinero que estaba sobre la mesa y en
sus bolsillos, las sanciones eran mayores si a los mismos jugadores se les encontraba en lo mismo en
posteriores ocasiones. En suma, desde mucho tiempo atrás el juego por dinero se pretendió controlar
tanto en Lima como en el resto del país.
En una hacienda al sur de Lima a un chino culí sus colegas de infortunio le dieron para que
guarde una suma de dinero destinado a celebrar una de sus fiestas religiosas. El oriental que tenía este
encargo, a pesar de las estrictas condiciones del encierro luego de las horas de trabajo en el campo,
jugó el dinero y perdió todo, poco después se suicidó porque le debía al santo, según interpretación
del administrador de esa propiedad agrícola.
Un descendiente chepenano de chinos explicaba que el evidente interés de los emigrantes del
Celestial Imperio por los juegos en los que hubiera de por medio algo de dinero, de alguna manera
compulsivo como el ejemplo anterior, se debía a que la socialización alrededor de estos entreteni-
mientos incluyendo el atractivo del dinero, estaba por doquier en Guandong tal como él vio durante
los años que residió en China. Este personaje contaba que pudo observar como dos muchachitos
doblaban cada uno un billete en dos, los ponían en un piso liso frente a frente, y cada cual soplaba su
billete hasta que uno derrotaba al otro, por supuesto que el que perdía se quedaba sin su dinero, y el
juego podía continuar.
291
Una mujer china, personaje de una novela trasmite a otra que tenía conocimiento pero que no
había presenciado que en la región de donde era se organizaban peleas entre arañas, también de perros
así como de animales salvajes, de por medio se hacían apuestas en dinero.
Luego de los ejemplos presentados no debe llamar la atención que esas pasiones lúdicas no solo las
retomaron los culíes y los chinos libres, sino que estos inmigrantes asiáticos reprodujeron ciertos jue-
gos de apuestas que cautivó a buena cantidad de peruanos, alteró el orden social, y por ello tuvo que
intervenir el Estado en sus diferentes instancias. Fue tal el impacto sobre todo en los departamentos
norteños del país y en Lima que hasta se creó una pieza musical sobre ese juego llamado chifatay1, se
compuso un poema satírico2 y se escribió crónicas3 y una gran cantidad de artículos periodísticos en
provincias.
A pesar de que hemos tratado de conocer en qué consistía el chifatay no tenemos precisiones para
el valle del Jequetepeque, dejamos constancia como era en otros lugares del país (ver Anexos 1 y 2).
A esta nueva actividad recreacional creada por estos inmigrantes asiáticos dentro del valle nos
referiremos en las páginas que siguen, pero se debe tener en cuenta que la extensión o propagación
fue mucho mayor que lo que trataremos en este acápite. También se debe tener en cuenta que eran
diferentes los juegos que entre chinos jugaban y el negocio que hicieron a partir de la denominada
lotería china o chifatay.
La existencia y problema del funcionamiento de estas casas fue también de interés creciente periodísti-
co, tanto que un grupo de reporteros hizo precisas investigaciones. Se trataba de Manuel Pastor Ríos,
director de La Unión, Abraham Chicoma, Marco a. Banda R. y Martín Z. Castañeda. El resultado de
sus pesquisas la trasmitieron al subprefecto de la provincia además de publicarla en el diario local. Las
inquietudes de este grupo nacieron porque había versiones insistentes de que en Chepén existían dos
casas de juego. Una noche se acercaron a una de ellas ubicada en la calle San Pedro, frente a la plaza
del mercado, y por el ojo de la puerta pudieron ver a varias personas jugando. Uno de los periodistas
1 Durante la Fiesta de Amancaes de 1930, en Lima, tuvo destacada participación la «Lira Típica Chiclayana», grupo musical que debido
a ello, después de la fiesta grabó varios discos con la música que presentaron en Amancaes como el triste «La chola» y las marineras
«Aires Lambayecanos», «El chifatay» y «La Veguera». En esa ocasión «Lira típica Chiclayana» estuvo bajo la dirección de Leopoldo
Serna y se encontraba compuesto por Emilio Santisteban (mandolina), Alejandro Pérez (mandolina), Pedro Balareza (mandolina),
Antonio Olavarría (banjo), Víctor Mendoza (banjo-mandolín) y la pareja de bailes criollos formada por Ofelia Arbulú y Manuel
Arana. En Amancaes ganaron el primer premio municipal de S/ 300.00 oro, más S/ 100.00 oro donado por el señor Larco Herrera, o
sea en total S/ 400.00 oro. Información de internet.
2 Todo es reír y gozar/desde que un dulce destino/nos ofreció su maná/en forma de juego chino/del Pacapiú y del Chifá...//Hasta las
mismas mujeres,/con empeño decidido,/desatienden sus quehaceres/se olvidan de la cocina,/y dejan solo al marido,/por ir donde la
vecina,/o donde el chino de al lado,/a preguntar qué ha salido/o con qué cosa ha soñado,/para ir luego corriendo/a jugar con el dinero/
que le han quedado debiendo/al muchacho panadero,/al aguador y al lechero...//Y mientras tanto la casa/revuelta marcha al garete,/y
sin cuidados prolijos,/ni educación ni atenciones,/entre sirvientes, los hijos/no tienen pantalones!./Y se va hundiendo el hogar/en la
vergüenza y la ruina/gracias a la Rifa China/al Pacapiú y al Chifá.//
Yo estoy siguiendo a candela /letra que mi suerte entraña,/Saldaña está con araña/como tierno enamorado./Barúa siguió a venado/
que es una barbaridad,/Boloña apunta a pescado/cada día más y más,/y dicen con insistencia/que el Prefecto nuestro amigo,/puso
toda su ventura/en letra que no la digo/porque dicen que es lisura.../Antes, siguió pie de cura/como arca de salvación,/y ayer me han
asegurado/que muy pronto habrá ganado,/pues ... seguirá a camarón! [...] Citado por Carlos Camino Calderón (1945: 54-56).
3 Véase Antología de Julio Ginocchio (1991). Publicación realizada por su familia en homenaje al centenario del nacimiento de don Julio
C. Ginocchio. Consultar artículos «Chifatay» (41-42) y «Diálogo rifachinero» (100-101).
Un primer caso en el que encuentran a chinos jugando sucedió en el primer mes del año 1918.
De acuerdo a la noticia, un oficial de la policía apellidado Cueto sorprendió en una casa de la calle
Trujillo, Chepén, a un grupo de asiáticos que se entretenían jugando tablitas (fichas de mah jong?), los
chinos insistían que ese juego no estaba prohibido, no obstante la policía se los llevó presos; «pero una
vez hechas las declaraciones del caso, se desprenden ciertos detalles que desvirtúan la benéfica labor de
la policía, pues se trata nada menos que de la desaparición de algunas prendas y dinero de los asiáticos
apresados y que estos los reclaman alegando el derecho que, si deben ser castigados en conformidad
con lo que dispone la ley, no asiste facultad a la policía para apoderarse de dinero o cosas que legíti-
mamente han adquirido»5.
Un segundo caso en que al vecindario le consta que funcionaba una casa de juego de día y de
noche, y que cuando van las autoridades no encuentran nada, sucedió en el verano del año 1919. La
denuncia se venía haciendo desde algún tiempo atrás. Se trataba de una casa en la calle San Pedro fren-
te a la plaza del Mercado, los vecinos afirmaban y afirman que ahí se jugaba. Y no se halló nada a pesar
de que el señor gobernador estuvo acompañado de algunos policías, quienes no tuvieron resultado
alguno, «ni siquiera había vestigios que permitieran ver que la acusación tenía algún fundamento»6.
La intención controladora se ejercía en un momento sobre las garitas a pesar de que se admitía
su existencia; otra cosa era el control sobre los juegos donde había apuestas en dinero que no parece
que solo hubiera contra los inmigrantes chinos. Una denuncia periodística informa que en el pueblo
Jequetepeque había un salón nocturno en la calle Real, «al lado de la acequia donde muchos jóvenes
Mi madre me contó que mi padre fue un jugador de primera, del esparión, tincao, se iba hasta
Jequetepeque a jugar ahí estaba el famoso Benjamín Lao, él era el primer agricultor que estuvo en la
provincia de Pacasmayo. Chi li, tenía una tienda, se iba a jugar de un sitio a otro, a jugar timba hasta
la madrugada del siguiente día. Eso no se acompañaba con opio, ninguno que yo he conocido de la
localidad era adicto,
[…] por el juego hubo persecución, tenían que hacerlo a escondidas, ponían un paño para que no sue-
ne el tincao, el mah jong, yo he visto eso, en un paño se ponían un altillo, pero un altillo bien adentro
así eran de viciosos los chinos, eso era en Pacasmayo. Ahí es donde se reunían mas los jugadores, y
había peruanos que eran muy íntimos con los chinos y cuando iban los peruanos ahí ya no jugaban. A
viejitos empleados de las casas chinas o empleados de unas haciendas, se los llevaban como guardianes,
porque a esos viejitos les gustaba comer chifa, porque el jugador come muy bien en la noche para pasar
la noche tienen cocinero especial, comen bien, yo también he ido cuando tenía vacaciones, no a jugar
sino a mirar como jugaban y lo primero era para que me den lo que se comía esa noche, para que no
los pesque la policía tenía bastante influencia, la policía sabía, pero como era entre comerciantes que
tenían suficiente dinero no podía ocurrir ningún escándalo y algunos lo agarraban de juego por sport.
Acá al otro lado (ya en Chepén) había una casa comercial Sanchontai era algo así, se trataba de una casa
que vendía abarrotes, pero no de mucho movimiento, ellos especialmente hicieron arriba un altillo bien
disimulado con sus comodidades para jugar, y ahí se reunían. El nombre de los juegos es machion en
cantonés y le dicen mayón [en realidad se escribe mah jong], el tincao son los naipes unos negros con
unas pintitas blancas, esos son los más comunes y corrientes, esos juegos eran mayormente por dinero.
Los chinos son jugadores y fumadores de primera pero muy poco toman9.
El que pillaran jugando a un grupo de asiáticos y los apresaran seguramente ha sido un caso muy ex-
cepcional en tanto debe haber sido bastante difícil hallarlos en ese tipo de entretenimiento teniendo
tantos lugares para hacerlo de modo clandestino. Además que no todos esos juegos de mesa con cartas,
fichas o dados se realizaban por dinero. Entre los propios chinos se daban consejos como el siguiente:
«el jugador que deja de jugar se hace buen comerciante». Las autoridades por todos lados deben haber
actuado con pocos conocimientos y con mucha injusticia respecto al interés de los chinos por su gran
variedad de juegos y entretenimientos. Era una de las tantas incomprensiones culturales.
Antes había una hermandad tremenda entre chinos. En esa época también los chinitos tenían su
vicio, jugaban al mah jong es como el dominó, unas fichas con figuritas, eso venden en Lima, son de
marfil. Algunos chinitos perdían su plata, apostaban fuerte. Entonces perdían la tienda, pero como
entre ellos eran unidos, el resto le armaban la tienda de nuevo, le ponían la mercadería, le prestaban
pero él devolvía; y como era vicioso otra vez iba a jugar. En esos años cuando jugaban, pasaban malas
noches; en el transcurso de las largas horas la mayoría fumaba. Mi mamá fumaba por toda la familia.
Era la única mujer, mientras que las peruanas no fumaban. En el cine se ponía a recibir los boletos, iba
al cigarro, terminaba, otro cigarro. También ocurría que en el lapso de las horas de juego, el cocinero
ponía ciertos potajes, comían ahí, tomaban caldo. Terminaban y luego venía, otro caldo diferente. En
el banquete, igual hacían. Y las sesiones del Kuo Min Tang terminaban en un té, té de las hojas de una
planta llamada morera, planta de los gusanos de seda. A cada taza china le ponían esa infusión y un
huevo duro. Así estilaban en su tierra, el té de morera. Después me acuerdo que cuando terminaba la
sesión, decían los tres saludos (habla en chino) que significan: muy agradecido, muy agradecido, muy
agradecido. Una, dos, tres veneraciones, así era en todas las sesiones10.
Sobre la palabra chifatay nos explican que en lengua china fa es flores, chifa es apuntar flores y tai es
encontrar, o sea chifatay quiere decir apuntar la flor que podrías encontrar. Según lo dicho, este juego
primero ha sido un juego con flores en la China cada una de ellas tenía su nombre en su idioma, acá
en el Perú para que sea más fácil han hecho un cuerpo humano y han puesto nombres a cada una de
sus partes. Aunque hubo muchas variantes.
10 Información de Fortunato León Jo, 11 de junio 2012, recibida por el antropólogo Álvaro Valencia.
La suerte china.- Y nada me digan ustedes de la famosa «Suerte China» que despabilaba a no muy pocos
chepenanos, en un Jesús y un verbo. No dormía la gente pensando en la figura que iba a salir al día
siguiente. Y era muy curioso oír estos diálogos por ahí:
– Comadre, ¿qué ha soñado usted anoche?
– Culebrón, comadre.
– ¡Ay! Yo he soñado con bagre.
Y así por el estilo. E inmediatamente se apuntaban o hacían apuntar por la muchacha de la casa, a la
figura del sueño, la cual, generalmente las desfalcaba en sus ilusiones, pero ellas impertérritas en sus
apuestas que les dejaban solamente para comer caballa y arroz ñelén (Robles, 1943: 37).
Un lugar del valle pocas veces mencionado en cuanto a este asunto de los juegos es Pacanga, un mo-
mento fue en abril de 1921 cuando La Unión recibe el dato, de una persona que reside en el lugar, que
en la casa del chino Au se reúnen varios sujetos a jugar juegos prohibidos en los que participan meno-
res de edad, conmina a las autoridades que hagan sus investigaciones «y apliquen al referido asiático la
pena correspondiente»14. Tres días después el diario insiste en lo mismo porque ha recibido «nuevas y
vehementes quejas sobre este foco de perdición»15. Por tercera vez el diario reitera la noticia porque Au
ha transformado su casa «en una Cueva de Rolando16 en la que se desvalija a muchas personas y espe-
cialmente a menores de edad»17. Desconocemos el resultado de esta insistencia, lo cierto es que siete
años después La Unión nuevamente denuncia que el chifatay está funcionando en Pacanga «felizmente
sin éxito…» e indica que una de las causas por las que la gente concurre es «la ignorancia colectiva»18.
Otro de los lugares poco mencionados, por ser poblado menor, fue Pueblo Nuevo. La nota perio-
dística que en parte reproducimos ayuda a comprobar lo difundido que estaba el chifatay:
Es lamentable ver como los hogares (de Pueblo Nuevo) se ven carcomidos por la ponzoña, sin que se
ponga remedio. Cuantos padres de familia botan su plata… privando a sus vástagos del pan necesario.
Cuantas familias se ven reducidas a la miseria, solo por el vicio del maldito chifatay … Llamamos la
atención de las autoridades para que pongan celo en vigilar el sistema de jugar que ha n adoptado los
asiáticos Lan Kan y Asen Suing…19
En casi todas las notas periodísticas cuando se refieren a este juego por lo general lo hacen a manera
de denuncia, con preocupación, usando términos que podrían llamar la atención:
CHEPÉN
Rifa china. Va en aumento los satelites y partidarios del famoso chifatay, vampiro que absorbe las ener-
gías de nuestro pueblo y tritura el porvenir de nuestra raza atrofiándola en el juego20.
El diario La Unión de fines del mes de julio de 1929 reprodujo una resolución ministerial del 18
del mismo mes firmada por Huamán de los Heros donde se ordena la represión al juego chino y las
sanciones no estaban circunscritas a Lima, sino que era una disposición para toda la república. Se
tomaba como base para dar la resolución el que se encontraba funcionando en la Capital un centro
titulado Club Unión China, dedicado al juego durante las horas del día y eso contravenía lo dis-
puesto por el artículo 15 de la resolución suprema (R.S.) vigente del 3 de julio, por eso no se debía
tolerar la apertura de nuevas casas de juego porque eso significaba «la propagación de ese vicio». Se
resolvía, entonces, que las autoridades policiales no solo clausuraran, sino que persiguieran las casas
de juego que funcionaban durante el día, así tuvieran o no tuvieran licencia. Se ordenaba además a la
administración de Multas de Policía que de inmediato pase a la Dirección de Policía una relación de
las casas de juego que estuvieran funcionando en toda la República21. Debe observarse que la orden
del ministerio no pretendía eliminar ese juego, había cierta cautela, solo trataba que no funcionen de
día. Y no era conveniente cerrar esas casas de juego porque funcionaban con autorización (licencias)
de las municipalidades que para ellas representaba ingresos a sus arcas.
Tomando como sustento esta RS, el inspector de Higiene Social del Concejo Distrital de
Guadalupe, Francisco Reaño, envió el oficio N.º 192 a Augusto E. Barrantes, agente fiscal de la pro-
vincia, en San Pedro, en la que denunciaba que en Guadalupe existían varias casas de juego, además
de cuatro agencias de la Rifa China (chifatay) que funcionaban día y noche, donde se observaba que
los asistentes eran hombres y mujeres. Las consecuencia de esa «terrible epidemia» se distingue en
la escasa concurrencia de la juventud a las escuelas y que el obrero resulta siendo fácil presa de «esta
inicua explotación». Por todo esto el agente fiscal debía detener tanta inmoralidad y debía ordenar a
quien corresponda el estricto cumplimiento de la referida RS22.
En la misma fecha de publicación de esta carta, el diario La Unión presenta un artículo elogiando
al joven inspector de Higiene Social a quien llama con confianza Pancho Reaño y de quien dice que
Altercado. Ayer a las 5 y media p. m. tuvo lugar un incidente entre los asiáticos Andrés (tío) y Humberto
Lam Kam (sobrino) sobre asuntos del chifatay27.
La gente y las autoridades estaban contra el Chifatay porque alteraba el orden de los hogares, se decía
que algo de la plata de la casa se gastaba en ese juego, sobre todo las mujeres que debían ir al mercado,
sacaban un sol y lo destinaban al juego, de esa manera había un sol menos en las compras del mercado.
Con bastante optimismo el diario La Unión, pasadas algunas semanas de la campaña de Reaño y
de la suya propia opinaba que desde que se ha limitado el juego había resultados inmediatos, se notaba
un mejoramiento económico en la colectividad «en tanto el dinero que antes iba a parar a las cajas de
los explotadores del pueblo y de los traficantes de vicios, circula en la actualidad con fines laudables»28.
Como se viene diciendo, la búsqueda de aniquilar el chifatay no parece haber sido una campaña ex-
clusiva en el valle del Jequetepeque, de manera paralela sucedía por algunos otros lugares cercanos y
lejanos.
En el distrito de San Luis de Cañete, en sesión del 22 de setiembre de 1925 que se inició a las
8:30 p.m., el concejal Jorge Viacava dio el siguiente flamígero discurso (tono nada frecuente para
quien revisa las actas ediles de muchas municipalidades):
hoy vengo serenamente pero con firmeza a denunciar un foco de inmundicia e infección moral y social
en el centro del Pueblo y es la casa de juego, sostenida por una retahíla de asiáticos tal vez si degenerados
de su país pero que aquí explotan con el juego prohibido terminantemente por nuestro gobierno; esa
casa de juego debe salir de los linderos de la población en el plazo de veinticuatro horas por ser un cen-
tro corruptor de jóvenes, causa de miserias de muchos hogares cuyos jefes dejan el sudor de su trabajo.
Pido que el Concejo me acompañe en esta ocasión pero si así no fuera, pido en mi nombre que se le
pase un oficio a la autoridad correspondiente por orden jerárquico así hasta llegar a nuestro Presidente
de la República para que se pulverice esa suciedad (aplausos en la barra)33 [sic].
Tal como tenía que ocurrir en el momento en que se trató esta propuesta, fue aprobada por todos los
señores concejales de San Luis. Desconocemos lo que sucedió a continuación. De todas maneras era
una opinión que formaba parte de un importante coro insistiendo en lo mismo y que convenía que
se oyera en Lima.
Posiblemente pretendiendo hallar casos similares que ayudaran en su campaña contra la Rifa, La
Unión dio a conocer en setiembre de 1929 una misiva que el Club Rotario había mandado a Eustaquio
Silva, gobernador del Cercado de Chiclayo, en la que le informaban que en reciente reunión del Club
se comentó elogiosamente su enérgica actitud al castigar con una fuerte multa a unos traficantes que
expendían a unos menores boletos de la llamada Rifa China. Agregaba que todos los rotarios del Perú
perseguían la supresión de este juego en la República pues «la Rifa China estaba llevando a todos los
hogares al desorden, arrastraba en su vorágine a la niñez». Firmaba rotariamente Miranda, secretario34.
Pocos meses antes de lo anterior y como parte de su demoledor campaña antichifatay La Unión
ofreció una información sobre este juego chino en Chiclayo en la que aseguraba en el titular del ar-
tículo que «la charada ha vuelto loca a doña Gregoria Benavides de Allende. En la mañana de hoy se
subió a los techos de [las casas de] su barrio, alarmando al vecindario. Quería suicidarse» y en uno
de los párrafos de la información periodística indica que «Desde las cinco y media toda la vecindad
comenzó a extrañarse de la actitud de la Benavides, quien al pasearse lloraba y deliraba, refiriéndose a
la charada en sus frases incoherentes» a pesar de las débiles pruebas y de una manera un tanto forzada,
la noticia concluye en que «lo que hablaba la enajenada prueba que no es sino una víctima más de ese
desgraciado y perniciosos juego, que hay que reputarlo como una legítima calamidad social»35.
33 Libro de actas (1915-1926) de sesiones del Concejo Distrital de San Luis de Cañete, sesión del 22 de setiembre de 1925.
34 La Unión, Pacasmayo, 24 de setiembre de 1929.
35 La Unión, Pacasmayo, 9 de octubre de 1929, año XVII, N.º 5329.
Inevitablemente el juego continuó entre los chinos en décadas posteriores y quizás hasta la actualidad
(mas ahora sin represión estatal), lo dicen testimonios reproducidos en páginas anteriores y noticias
difundidas por La Unión. Lo que sigue es un ejemplo, es así que este diario indica, en su edición del
18 de enero de 1932, que el teniente y jefe de Línea y Policía «encontró jugando juegos prohibidos
por la ley a algunos chinos en Chepén, se incautó todos los enseres y el dinero, se capturó a algunos
asiáticos aunque otros fugaron, se comprobó que igualmente en el local fumaban opio. Los S/ 103.75
decomisados se destinaron a los fondos para el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil»38.
Si bien lo anterior es una nota periodística que nos facilita comprobar que continuó el juego tra-
dicional entre los chinos (por dinero y sin él) —mas no el chifatay—, testimonios en este subcapítulo
y en otros mencionan lo que personajes que viven vieron esos juegos y consumo de opio, ya en las
décadas de los años 1950 y 1960, como algo corriente en reuniones de los chinos (en haciendas, en
reuniones de Kuo Min Tang, etc.).
Comentarios finales
En la base del pensamiento chino está el azar y la contradicción; entre los libros más antiguos de la
literatura universal, cuyos orígenes se remontan a la antigüedad mítica de China, está el I Ching don-
de se compendia miles de años de repuestas a las preguntas que sobre el destino se interrogan chinos
y no chinos que acuden a él como obra de consulta, importa tener en cuenta que el azar interviene
en la elección del hexagrama y la respuesta es una charada que interpreta el maestro o el interesado
con el fin de resolver interrogantes que le plantea el camino de la vida. El chino desde el pensamiento
*****
El inmenso interés por los juegos que acompañó a los chinos inmigrantes al Perú de casi todos
los períodos intensificó en tierras peruanas la necesidad de ejecutar o renovar medidas normativas
anteriores que prohibían los juegos de envite, condujo a su vez a una persecución bastante imprecisa
pero acentuada en las que caía todo tipo de persona; en no sabemos qué medida y al igual que el opio,
los asiáticos de China optaron por clandestinizar ese tipo de sus exquisiteces incomprendidas por la
sociedad y cultura dominantes.
Por todas partes, y muy acentuadamente en Lima, se encuentra la irresoluta contradicción de
otorgar permiso a las casas de juegos y perseguir a los jugadores de casi cualquier origen social.
Seguramente es así porque ha sido bastante difícil definir los límites entre lo prohibitivo y lo permisi-
ble. Por lo demás mientras que a las municipalidades les era conveniente otorgar licencias que les re-
presentaba ingresos, a los poderes ejecutivo y judicial les significaba la amplificación de las dificultades
ante la necesidad del aumento represivo a estos quehaceres de divertimento (ver anexo 3).
En la comunidad china del valle del Jequetepeque y seguramente sucedía en otras regiones, se
presentaron desacuerdos entre chinos que tenían como negocio la rifa y aquellos que tenían otro tipo
de negocios, esto últimos abiertamente se pronunciaron contra los primeros y posiblemente lo que
repercutió en las relaciones interpersonales.
El diario La Unión dio claras muestras de estar siempre contra los juegos, lo hizo todos los años
desde su primera edición, sin dudas y sin medias tintas.
La charada en Paita
En Paita realmente era una charada, en el día era anunciada por un chino del lugar y en seguida se difundía de
persona a persona (por ejemplo: mujer hermosa con marido fatuo). Durante ese mismo día la persona que suponía
la respuesta hacía la apuesta comprando un boleto por una cantidad de dinero cuyo monto no era fijo. La res-
puesta a la charada o adivinanza tenía una cantidad limitada de posibilidades, por ejemplo: luna, araña, elefante,
chancho gordo, candela, tabaco. Gallina, carnero, caballo. Al finalizar el día el mismo asiático ofrecía la respuesta
sobre cuál era el número y la figura que había acertado. En el caso de la charda planteada el chinito Afú, quien
la había proclamado en su mal castellano, explicaba porqué araña era la respuesta que descifrada: … telalaña sel
mujé hermosa, la laña sel malido fatuo». El anuncio se hacía ante un gran gentío compuesto de hombres, mujeres
y niños que rodeaban la casa de la Rifa esperando el número. Esto sucedía en Paita.
Anexo 2
Juegos en Lima39
En el mes de enero de 1891 la compañía china Lee Chey y Cía, ubicada en la calle Granados Nº 202, solicita
a la Municipalidad de Lima establecer tivoles40 chinos con juegos no prohibidos por la ley y por exigencias ad-
ministrativas la empresa solicitante debe hacer una descripción de cómo son esos juegos. Eso es lo que sigue:
– Chi-fa, es un juego de 36 caracteres chinos, cada uno de los cuales significa un objeto, ya sea un ave, una
casa, etc. todo lo cual consta en una lista que se pone a la vista de los asiáticos.
Este juego solamente se realiza una vez en el día y una vez en la noche, diariamente. Y tiene lugar del si-
guiente modo: tanto en el día como en la noche antes que nadie haga una apuesta de ninguna clase, en una cajita
herméticamente cerrada se coloca el signo que indica el objeto que debe ganar. Esa caja se coloca atada a la vista
de los apostadores quienes luego comienzan a hacer sus apuestas, a una hora determinada se abre la mencionada
caja por medio de un mecanismo ante la presencia de todos los interesados y entonces aparece el signo u objeto
agraciado. El premio es 29 veces tanto el valor apunte, quedando los 7 tantos restantes a favor de la casa.
– Pac Ka Piu, es un juego de 80 letras que significan tantos objetos. Los apuntes se hacen en papeles que
contienen las indicadas 80 letras y los suscritores pueden inscribirse hasta el número de 10 letras en cada papel, y
si quieren hasta todas las 80 letras en diversos papeles (el apunte es de 10 letras mínimo). La suerte que se verifica
una vez al día y otra en la noche es del modo siguiente: A la hora señalada se presenta el suertero en una especie
de tribuna y a la vista de los interesados presenta las 80 letras en bulto como, por ejemplo, los números de una
lotería. Después son echados en una bolsa y se van sacando seguidamente hasta el Nº de 20 para ser puestos en
una ánfora; de esta manera se forman 4 ánforas con 20 letras cada una; después se sortea cual de las 4 ánforas es
la que debe jugar y, entonces, se manifiesta al público las 20 letras que contiene el ánfora agraciada.
El premio consiste en pagar en la siguiente proporción:
– Kuac-Pay, es un juego de dominó chino en el cual se emplean fichas, casi en todo iguales a los que se
usan para las de naipes; pero con la sola diferencia que en su combinación es enteramente diversa, pues el juego
es completamente chino. Para realizar una jugada emplean gran tiempo, cruzándose apuestas insignificantes y
dejan solamente 2 centavos a la casa por cada jugada.
En la misma solicitud se refieren a que no ofrecerán juegos de azar o envite prohibidos por la ley, o sea pares
o nones, según la costumbre china.
Anexo 3
Dado en la casa de gobierno, en Lima, a los nueve días del mes de setiembre de mil novecientos veintinueve.
A. B. Leguía
Benjamín Huamán de los Heros
EL QUEHACER POLÍTICO DE
CHINOS DE UN VALLE COSTERO
El valle en el que se verá el quehacer político de los inmigrantes chinos es el del Jequetepeque y nos
centraremos en las décadas de 1910 a 19401. Esta cuenca se halla en el departamento norteño de La
Libertad y en 1876 el número de asiáticos de ese valle se muestra en el Cuadro 1.
Si la población total de la provincia en esa oca- Cuadro 1
sión fue de 15 768 habitantes los chinos represen- NÚMERO DE CHINOS EN DISTRITOS DE LA
taban el 17.3%, muchos de ellos —casi el 89%— PROVINCIA DE PACASMAYO, CENSO DE 1876
estaban en la condición de semiesclavos trabajando Distrito N.º %
en las haciendas, de las que, una vez que pasan a Chepén 1 173 43.2
la condición de libres, no pocos se quedaron en Guadalupe 730 26.8
Pacasmayo 115 4.3
ese mismo valle creando sus economías, formando
San Pedro de Lloc 159 5.8
familias con mujeres peruanas, erigiendo etnoins- San José 344 12.6
tituciones, retomando sus creencias religiosas con Pueblo Nuevo 152 5.6
mayor libertad y haciendo política como reflejo de Jequetepeque 47 1.7
lo que ocurría en su país. Total chinos provincia 2 720 100.0
Fuente: Censo de 1876, departamento La Libertad, p. 844.
El partido político chino Kuo Min Tang (que traducido del chino significa kuo: nacional, min: popu-
lar, tang: partido y que en adelante identificaremos como KMT) se instala en Chepén el 1 de mayo de
1927 en un local (calle Lima N.° 137) que era la sede política principal de todos los adherentes de los
diferentes pueblos de la provincia de Pacasmayo. El de Chepén solo era una de las centenas de ramas
que esta organización política tenía en todo el país, y que fue fundado en la República China por Sun
Yat-sen el año 1913. Esta fue una fundación de gran trascendencia política que traspasó fronteras,
consecuencia de ello y exagerando en algo, casi se podría decir que donde hubiera dos o más inmi-
grantes de China en el Perú, aparecía el KMT.
Por su traducción, la palabra china explica sus tendencias y objetivos. En lengua china la partícula [sic]
kuo significa país, min pueblo, tang o tong sociedad. El KMT significa, en consecuencia, la asociación
1 El caso del valle del Jequetepeque es muy parecido al de muchas otras regiones.
2 Este subcapítulo es resumen del artículo que con ese mismo título publicó la revista Oriental N.º 33, octubre 1934, pp. 50-51.
309
o sociedad que pretende que el país esté en manos de su pueblo. Se consideraba que era una organiza-
ción mitad patriótica mitad política. Tenía por entonces tres principios básicos:
a. Nacionalismo del país y del pueblo. Que significa la liberación de la China del poder de los extran-
jeros que se encuentra comprometida por tratados conseguidos bajo la presión de los cañones.
b. Soberanía del pueblo. Desarrollo de la educación y de la democracia.
c. Bienestar del pueblo. Implica mejores oportunidades para los hombres de negocios y de empresas
de la China, a su vez mejores condiciones para el trabajador chino. No más jornadas de trabajo de
quince horas como al momento se veía en China.
De alguna manera todas las filiales funcionaban bajo la dirección de la Legación China que estaba
en Lima, ahí era desde donde salían órdenes, consignas, informes, folletería, etc. que a su vez habían
llegado de la República China. Lo que más frecuentemente hacía esa Legación era disponer que se
izara en hogares y negocios de los chinos residentes en pueblos del valle del Jequepeteque la bandera
de la República China3 junto con la bandera peruana en diferentes fechas y a continuación sucedían
en algún local discursos y los inevitables banquetes de corte oriental.
Eduardo González Viaña, un novelista chepenano, recuerda que «En la calle principal existía un
local donde funcionaba el Kuo Min Tang, conformado por los integrantes del Partido Nacionalista
Chino. El diez de octubre de cada año, fecha de la creación de la República, los ‘paisanos’ —chinos
y peruanos [se refiere a los tusán]— se reunían para celebrar el acontecimiento»4. Otra persona,
Consuelo Kcomt Che, contemporánea de González, nos informa que «las reuniones de las primeras
generaciones [de chinos, como la de su padre], se reunían en el local del Centro Comercial, base del
KMT, este era un centro de reuniones para conversar sobre la política del partido republicano de
Chiang Kai Shek».
Y el hermano de Consuelo, llamado Luis, informaba que «Aquí era costumbre de los chinos a
partir del 10 de octubre se reunían dos, tres días en el local del Centro Comercial Chino (CCCh) y
ofrecían esos tres días té en las tardes y pato asado conmemorando la revolución china que instaló el
Dr. Sun Yat-sen, en octubre de 1911».
Estos tres recuerdos deben corresponder a la década de los años cincuenta del siglo xx y solo son
una muestra de lo que ya tenía una historia varias décadas anteriores, es decir, desde mucho antes hubo
interés, inquietud y actividades políticas dentro de la colectividad china del valle de Jequetepeque. No
deja de sorprender que el Estado peruano no pusiera reparos a que extranjeros inmigrantes hicieran
política propia y de manera abierta en el país; esto también tiene un historial pretérito que es diverso;
pero dentro de esa diversidad en ningún caso ha sido tan intenso y de una magnitud territorial tan
amplia como fue la de los chinos. Hay que tener en cuenta que ya muchos chinos de la generación de
3 La antigua bandera de China fue adoptada en 1912, tras la abolición de la monarquía china y la instauración de la República de China.
Tenía 5 franjas de colores rojo, amarillo, azul, blanco y negro, simbolizaba «cinco razas bajo una unión», es decir, las cinco grandes
etnias chinas: rojo para los han, amarillo para los manchúes, azul para los mongoles, blanco para los hui y negro para los tibetanos.
Seguramente esta era la bandera que se izaba en Chepén y en el Perú hasta cierto momento y luego cambió.
4 http://www.elcorreodesalem.com/archives/tag/chepen
4. Se instala el KMT
En Chepén en el mes de abril de 1927 estaba circulando una invitación con este contenido:
Debiéndose instalarse solemnemente el 1ero de mayo próximo en esta ciudad, la Sociedad Nacionalista
China del Kuo Min Tang tenemos el agrado de invitarlo a la ceremonia que tendrá lugar en su local,
calle Lima # 137, a la 1 p. m.
La Comisión5
Días antes de lo anterior, la Sociedad Patriótica China ya avisaba que en Chepén se instalaría un local
con el fin de apoyar todas las ideas nacionalistas que proclamaba Chiang Kai Shek6. Es así que en la fecha
indicada se instaló el KMT en Chepén, por este motivo estuvo presente el cónsul chino de la provincia,
Maximiliano Bamberger, los presidentes de instituciones, periodistas y personas visibles de la provincia.
Se consideraba importante esta instalación porque no se podía ser indiferente ante la formidable revolu-
ción en China, donde aparecían fundamentos de una nueva vida política y social. Hubo banquete7. De
su parte, La Unión —diario regional— pone una nota donde se percibe su admiración por lo que sucede
en China: «La unidad de los chinos a partir de lo que ocurre en China con la revolución de Chiang Kai
Shek —pobres y ricos se protegen— es un ejemplo que los peruanos debemos aprender»8.
Leamos cómo fueron las muestras de inquietudes y actividades teniendo en cuenta que se trata
de los años de la generación que continuó a la de los culíes, para lo cual consideraremos el contexto
nacional e internacional de entonces.
Según el periódico La Unión, la numerosa colonia china de Chepén celebró en esos días del año 1914,
el tercer aniversario de la toma de Wu Chang9, por eso las puertas de sus tiendas estuvieron cerradas,
en estos locales izaron la bandera republicana10. El día central de la revolución democrática de Sun
Yat-sen, ocurrió el 10 de octubre de 1911; en el lenguaje cotidiano entre la comunidad china, se re-
fieren simplemente al 10 del 10.
FIESTA CHINA. Con motivo del aniversario de la batalla de Wuchang que decidió el triunfo de las
tropas republicanas de la China, los miembros de esta numerosa colonia han izado banderas en sus
establecimientos y han clausurado éstos durante los días jueves, viernes y sábado, para celebrar su fiesta
nacional11.
Como parte de sus quehaceres políticos la comunidad china del valle —aunque parece que con más
notoriedad en Chepén— ha celebrado o conmemorado tanto el natalicio como la fecha de defunción
del líder Sun Yat-sen, tenemos información que esto ocurrió en algunas ocasiones.
El 26 de mayo de 1929 la colectividad china de la provincia puso la bandera de su país a media
asta conmemorando el aniversario de la muerte de Sun Yat-sen, fundador de la República China29. La
solicitud pidiendo autorización por este motivo la hizo el presidente del Centro Comercial Chino en
comunicación dirigida a Gilberto Ugaz, alcalde del distrito; se pedía la más amplia autorización para
poder izar la bandera de la progresista República de China [sic] e indicaban que el motivo era por la
efectuación [sic] de los funerales del libertador Sun Yat-sen30.
Ese mismo año, esta vez el 12 de noviembre 1929, la colonia china del puerto de Pacasmayo publi-
có un artículo con una amplia foto de Sun Yat-sen titulado El aniversario del natalicio de Sun Yat-sen en
el que lo denominan: gran apóstol de la democracia, campeón de las ideas más avanzadas, arquitecto
de una nacionalidad vigorosa, perfilador del republicanismo liberal y socialista. Por la inmensidad de
este personaje «El nombre de Sun Yat-sen debe ser respetado por todos los que han nacido en el bello
suelo de la China; su obra es inmortal y la trayectoria de su vida hay que recordarla no solo con fiestas
ruidosas y populares, ni con el humo banal de los fuegos pirotécnicos, sino difundiendo su obra»31.
Con el fin que se perciba que estas celebraciones no solo se realizaban en Chepén donde estaba el local
del KMT y donde había la mayor cantidad de chinos en el valle, reproducimos una nota periodística
que publicó La Unión:
San José. Octubre 11 de 1928. Fiesta social. Conmemorando el 17º aniversario de la Gran República
China, la firma Félix Koo Hno. residente en este distrito, agasajó a un grupo de sus connacionales y
amigos de esta localidad con una comida excelente servida en uno de los salones de su sucursal N.º 55
cita Plaza de Armas. A la fiesta asistieron: 8 chinos y 13 peruanos.
Como se observa podía suceder que por iniciativa de una persona (que generalmente representaba a su
negocio) afloraban celebraciones, pero con mayor frecuencia las organizaban instituciones de chinos
que congregaban a buen número de ellos, preferentemente el KMT y el Centro Comercial Chino, e
incluso estas dos juntas a pesar que en ambas se podía hallar a las mismas personas. De la nota perio-
dística anterior señalamos el número de asistentes para mostrar que a estas celebraciones no solo asistía
gente de la comunidad china, participaban peruanos que, para satisfacción de ellos, tenían ocasión de
degustar (y aprender a saborear) culinaria china.
El 9 de octubre de 1926 numerosos miembros de la colonia china de Chepén y Guadalupe
visitaron el distrito de Pueblo Nuevo donde la comunidad china del lugar había organizado un té
conmemorando la independencia de su país que había asumido la forma de gobierno republicano34.
32 En China existe el Mausoleo de los 72 Mártires de Huang Huagang: «Colina de la flor amarilla». La revolución que acabó con la
dinastía Chin, tuvo varios levantamientos que fracasaron. Precisamente este monumento, construido en 1918, conmemora el preludio
inmediato y rinde homenaje a los héroes caídos el 29 de marzo de 1911 [Tomado de Wikipedia].
33 Archivo de la Municipalidad de Chepén, libro copiador de oficios (octubre de 1927 a noviembre de 1930), oficio del 27 de marzo de
1930, p. 398.
34 La Unión, Pacasmayo, 11 de octubre de 1926, año XIV, N.º 4421.
La segunda guerra chino-japonesa37, contienda que se considera abierta a partir del 7 de julio de 1937
tras el incidente del Puente de Marco Polo, cuando tropas japonesas estacionadas en Pekín se enfren-
taron al Ejército de la República de China en las cercanías de ese puente, unos quince kilómetros al
oeste de Pekín. A partir de este momento las acciones bélicas continuaron y finalizaron cuando fueron
derrotados Hitler y el nazismo en Alemania y cuando cayeron las bombas atómicas en Hiroshima y
Nagasaki en ese mismo año de 194538.
Ante estos hechos las mujeres de la comunidad chino-peruana organizaron en Lima la Cruz
Roja de la Colonia China, pues tenían en cuenta «que nuestros hermanos derraman su sangre de-
fendiendo heroicamente, palmo a palmo, cada pulgada del suelo patrio, y formando si es posible
barricadas con sus cuerpos para oponerse a la acción del agresor (el ejército nipón)». Debe tenerse
en cuenta que la creación de la Cruz Roja China fue iniciativa de un grupo de damas dirigidas por
Margarita de Cam y que ocurrió en el mes de febrero de 1932, y ya tenía como principal objetivo
auxiliar a las víctimas de la guerra que en defensa de su integridad territorial hace la China al Japón;
se contaba con la simpatía y la cooperación de todas las personas que pertenecían de la colonia china
de Lima39. El 22 de setiembre de 1937 esa Cruz Roja eligió como presidenta a Sara de Kongfook,
según ella explicaba, la organización estaba compuesta por dos secretarías: una en español, a cargo
Alfredo Chang y Gabriel Acat fueron periodistas y las principales personas que impulsaron la edición
de la revista Oriental48 que se publicaba en Lima, fueron a su vez kuomintanistas, difusores de las
ideas del KMT, pero también de los sucesos que ocurrían en la República de China. En mayo de 1935
estuvieron en Chepén y dieron una conferencia en el local del Centro Comercial Chino, concurrieron
autoridades locales y gente visible de la sociedad, la sala estuvo repleta de gente calculándose en cerca
de mil personas. Primero habló Alfredo Chang que se refirió a la sólida civilización China; luego
habló Gabriel Acat, quien mostró los avances materiales que se venía produciendo en China como
consecuencia de la revolución iniciada por Sun Yat-sen. Ambas conferencias fueron aplaudidas. (Las
conferencias en su integridad están reproducidas en el anexo 2)49.
50 Okada y 2 200 de sus connacionales fueron deportado y enviado a un campo de concentración en los Estados Unidos; Nikumatsu
Okada murió pocos años después de finalizada la Segunda Guerra Mundial en el Japón.
En el Kuo Min Tang había gente de todos lados, puntí o hakká. No era obligatorio que todos los chi-
nos estén en ese partido, parece que se acercaban los que tenían un poco más de cultura, los chinos que
tenían sus pulperías se dedicaban a trabajar y punto, ellos trabajaban, fumaban y jugaban, el resto no
les importaba. Así dicen que eran de indiferentes. Los chinos viejos de una segunda generación luego
de la de los culíes fueron del KMT, como Benjamín Lau, Jorge Monsu, Juan Wong posiblemente,
quien era el intelectual de la familia Wong.
El KMT era de todo el valle. De Guadalupe venían tres chinos, de Pacasmayo, Benjamín Lau que
tenía su automóvil. Chepén era muy chico por esos años, sin embargo aquí se iban concentrando los
negocios de los chinos.
Según algunos opinaban que los chinos adherentes eran constantes en sus negocios, en lo demás
no, ni eran políticos fanáticos. Un caso diferente fue el de Juan Ju, que discutía y tenía una fotogra-
fía de Chiang Kay-shek. Le gustaba esas cosas, llevó al embajador chino a Chepén, le agradaba estar
abrazado del embajador, por eso le decían loco. En vez de Juan Ju le decían Juan Kan-sen, kan sen en
chino significa trastornado.
Si bien lo que se ha presentado ocurre entre 1900 y 1940 no son solo los sucesos en el valle, incluimos
hechos históricos en China y en ocasiones en el mundo que permiten la comprensión de las reacciones
55 Jacinto Chang Jo nace en China el año 1899, fue comerciante, tuvo su domicilio en la calle Trujillo en Chepén. Primero se casó con
Sofía Cáceres quien había nacido en Contumazá el año 1897, con ella tuvo una hija llamada Favia quien nació el año 1920; su segundo
compromiso fue con Melba Yi López nacida el año 1919, con ella tuvo un hijo llamado Carlos Jacinto quien vino al mundo el año
1939.
56 Un caso es el estudio que hice de Wong Fulong o Fructuoso Baca, incluido en Herederos del dragón (2000), publicado por el Congreso
de la República.
57 La ocasión que conocemos se debía a una carta al diario El Comercio de Lima —se reprodujo en La Unión— en la que Shia Yi Ding,
ministro plenipotenciario de la China en el Perú y en Brasil (representante de una de las facciones en pugna) pedía que se rectifique
una información respecto a que no era cierto que Sut Yan-sen se había proclamado presidente de la república en Cantón, eso solo
era una broma, la situación era de calma en todo el país. La Unión, Chepén (Pacasmayo), miércoles 18 de mayo de 1921, año VIII,
N.º 960.
58 Si hay mayor interés por el asunto buscar entre otros link www.kmt.org.tw
La instalación de la Sociedad Nacionalista China Kuo Min Tang ha sido un acontecimiento en la progresista
ciudad de Chepén.
La laboriosa colonia de la provincia reunida ayer, ha dado una alta nota de cultura y solidaridad que perdu-
rará como una demostración de sus ideas democráticas y de su ferviente amor a la Libertad.
Los principales detalle de este acontecimiento son los siguientes:
Desde las primeras horas de la tarde comenzaron a llegar a la casa número 137 de la calle de Lima numerosas
personas visibles de Chepén. La calle Lima se vio muy animada y para hacer más bulliciosa la animación desde
los balcones de la casa donde se instaló el Kuo Min Tang se quemaban centenares de paquetitos de cohetecillos
chinos.
La casa estaba adornada con especial gusto. Se veían banderas de todas las naciones amigas de la China;
retratos de los prohombres de la revolución, estadistas, generales, altos políticos. En lienzos habían inscripciones
en caracteres chinos; frases de propaganda nacionalista.
Más de un centenar de ciudadanos chinos y algunas decenas de nacionales había reunidos a las 2 de la tarde,
hora en que comenzó la solemne instalación del partido nacionalista chino Kuo Min Tang.
Toda la concurrencia rindió homenaje al fundador de la república, insigne doctor Sun Yat-sen y a las ban-
deras de la república.
Otras ceremonias
La junta directiva del Kuo Min Tang asumió sus cargos y quedó proclamada solemnemente la instalación de
esta sociedad.
Se leyeron algunas notas de felicitación remitidas a la institución de diversas partes de la república como
Lima, Callao, Arequipa, Moquegua, Trujillo, Chiclayo, Paita y otras ciudades.
Después que fueron leídas las notas de felicitación, el señor Félix Chang enviado extraordinario de Lima,
pronunció un brillante discurso sobre los postulados de la revolución.
Ocupó en seguida la tribuna el señor Alcides Spelucín, emitiendo frases que fueron muy aplaudidas.
El señor Alvarado Zañartu pronunció un discurso, que fue también vivamente aplaudido.
***
El señor Antenor Orrego, director de El Norte, leyó el discurso que publicamos en seguida:
59 Texto íntegro reproducido de La Unión, 2 de mayo de 1927, año XIV, N.º 4588.
***
Hablaron también los señores Grimaldo del Solar, Juan C. Muñoz, Manuel Pastor Ríos, doctor Carlos Muñoz,
Felipe de Lucio, Rafael Polo y otros.
***
Agradecimiento
El señor Pedro Lau agradeció por medio de un conceptuoso discurso a todos los asistentes su concurrencia a este
acto que marca un acontecimiento en la vida de la colonia china de la provincia.
El banquete
El banquete ofrecido por los miembros del Kuo Min Tang resultó suntuoso y muy concurrido. En un extenso
salón de los altos se habían arreglado convenientemente las mesas que presentaban un magnífico golpe de vista.
El cónsul de la China señor Bamberger, el alcalde de Chepén señor Gilberto Ugás R., el gobernador, el
señor Félix Chang, ocupaban la mesa central.
A la hora del champagne ofreció el banquete, en un brillante discurso, el señor Félix Chang, que fue muy
aplaudido.
A pedido de la concurrencia habló el doctor Salvador Olivares, haciendo un magistral perfil sobre el sentido
de la revolución china.
También hablaron los señores Antenor Orrego, Alcides Spelucín, Juan C. Muñoz, Elías Alvarado Z., Rafael
Polo, José Santiago Plaza y varios miembros de la colonia china.
Discursos de Alfredo Chang y Gabriel Acat ofrecidos en el local del Centro Comercial Chino,
Chepén, el 9 de mayo de 193560
Alfredo Chang. Ahora más que nunca en el mundo había un movimiento de compenetración social político
y económico, que la obra universal de progreso vinculaba unos pueblos a otros; y que le era muy grato poder
perorar ante tan selecto auditorio. Que la China guardaba preciosos tesoros de cultura y civilización.
Aludió luego a la antigüedad de la China y que según autorizadas opiniones científicas expuso la tesis de la
procedencia asiática de los americanos por el estrecho de Bering. Algunos nombres como Chan Chan, Paiján,
Monsefú, Chongoyape, Chepén y otros que mencionó, remarca esa identidad que se asegura aún más con el
atento examen de las costumbres de esa lejana época en el reino de Chimú.
Habló de Confucio y de su carrera y lo clasificó como el máximo moralista de su nación; y que el Y King
es el Evangelio chino. En otro interesante acápite narró la vida azarosa de Li Tay Pac, el bardo popular y el más
grande poeta de la China. Describió su fin, la quimera del vate, abrazarse a la luna en medio de las aguas del río.
Recitó un cuarteto de versos sencillos y dulces: La tarde muere en tu mirada, exclamaba a la hija de un vecino.
Las buenas costumbres son familiares en el pueblo chino, llenas de exquisita familiaridad y que se sintetiza
en la única ley por la cual el espíritu humano puede alcanzar los planos brillantes de la sabiduría. La China es
admirada y admirable a través de su historia grandiosa y elocuente. El señor Chang afirmó que las virtudes de
antaño persistían y que el esplendor de la China crecería con el tiempo.
Concluyó el señor Chang agradeciendo al público su asistencia y dejando constancia del adelanto en el que
encontraba a Chepén y a la colonia china del lugar, con antecedentes meritorios que comprometían la gratitud
de la población, como el hecho muy valioso e importantísimo de la donación de una escuela para niños donde
aprendían las primeras letras, a querer a sus padres y a amar a su bandera.
Gabriel Acat. Pintó en rápido bosquejo la China actual, que llegó a su apogeo cuando la civilización de otros
pueblos apenas comenzaba y cuando recién comenzaban a formarse las nacionalidades europeas.
La evolución de la China es integral, aseguró, el señor Acat, tanto en el orden social, en lo político y en lo
económico. En lo primero, el aspecto de sus ciudades, sus actuales ideales y sus instituciones lo demuestran; en
lo segundo, la unidad del territorio, conseguida en 1929; y en lo tercero, el poderoso impulso que han cobrado
las industrias autóctonas de las sedas y el té, con las modernas instalaciones de las grandes maquinarias de hilan-
dería, artículos de lujo, sombreros, calzado, etc.
Reseñó rápidamente los centros comerciales privilegiados en el país Shang Hai, el primer puerto de Asia,
con más de 3 500 000 habitantes, construcciones hermosas, rascacielos, tráfico intenso y movimiento cosmo-
polita, diques, astilleros, muelles y todo cuanto caracteriza a una gran urbe. Cantón, rica ciudad en el delta del
Yang Tse Kiang, con sus calles limpias y sus manufacturas de tejidos. En frente de la residencia de los magnates
en Shei Kuan se levantan a la otra orilla del río grandes chimeneas que elevan sus penachos de humo. Son
las fábricas implantadas hace poco en sólidos edificios; tiene más de 9 universidades con enseñanza superior
completa, en los ramos de ciencias, medicina, letras, jurisprudencia e ingeniería. A menos de una hora está la
60 Reproducidos en Oriental, mayo 1935, pp. 72, 74 y 75 versión tomada de La Unión, Pacasmayo, 9 de mayo de 1935.
LA PERUANIZACIÓN
DE LOS CHINOS DE ZAÑA
Dedico este texto a Luis Rocca Torres,
zañero porque así lo quiso
1. Necesarias explicaciones
El título de este texto se justifica si se comprende que cuando decimos peruanización entendemos que
se trata del proceso de reinserción a la sociedad peruana en algún lugar del territorio, de un conjunto
de extranjeros con la intención consciente de quedarse a residir un tiempo considerable o de manera
definitiva. Si bien es inevitable que se «peruanicen» en el sentido que aprendan a comportarse en la
nueva sociedad —neosocializarse— esto tiene un límite, pues buena parte de los inmigrantes man-
tuvieron con fuerza sus patrones de comportamiento, valores, creencias y la lengua de la sociedad
de donde migraron. Un elemento más a considerar es que casi todas las personas que llegaron desde
China fueron muy jóvenes, es decir, su mundo cultural era aún amoldable, lo que no hubiera sucedido
si eran de edades mayores. En este libro se presenta el caso de un púber chino de 12 años que llegó a
tal dominio del castellano que fue intérprete en juicios a otros paisanos suyos; y no parece haber sido
el único.
Para la mayor parte de los sobrevivientes chinos que finalizaban su tiempo de trabajo obligatorio
con sus patrones un dilema esencial que se les presentaba era si quedarse en Perú o retornar a su patria.
Esa ambigüedad significaba a su vez que si se quedaban en tierras peruanas salían de la condición de
migrantes forzados y dependientes y pasaban a la situación de migrantes voluntarios, y que en uso de
su libre albedrío y su independencia decidían orientar su porvenir en una patria donde la gente y la
geografía les eran extrañas, diferentes y hasta hostiles. Lo que ocurrió es que se habituaron o supie-
ron prescindir de esas contrariedades porque se empeñaron en lograr una ubicación en la sociedad
peruana. Posiblemente porque no tenían el dinero del pasaje de retorno algunos exculíes tomaron
esta decisión, pero nos parece que antes que nada la opción de muchos de los que se quedaron fue de
riesgo calculado: evaluaron que las posibilidades de forjarse un mejor porvenir eran viables en el Perú.
Es por eso que luego del período de los chinos culíes sometidos a semiesclavitud, interesa avanzar
sobre estos mismos migrantes, pero en una fase posterior y que puede llegar hasta el año 1930 cuando
es razonable concluir que casi la totalidad de estos migrantes habían fallecido. Hay que tener en cuen-
ta que estos exculíes o chinos libres son la razón para que inmediatamente lleguen nuevas oleadas de
inmigrantes con quienes convivieron. Esto mismo sucedió en Zaña1 y en muchos otros pueblos.
1 En este capítulo la jurisdicción de Zaña es el territorio distrital de lo que fue en el siglo xix y sus cambios en el siglo xx. Zaña con
los siglos ha ido perdiendo territorio e importancia, basta para comprobar lo que presentan en los mapas de Martínez de Compañón
donde su demarcación incluía hasta Piura y llegaba hasta la selva de lo que actualmente es el departamento de San Martín.
331
La pregunta que surge fácilmente es: ¿qué sucedió y cuál fue el destino de los trabajadores chinos
luego que salieron de su condición de semiesclavos? Una parte de las posibles respuestas a la pregunta
anterior la encontraremos en este trabajo. Hemos escogido el pueblo de Zaña, pues próximo a él se
hallaba la hacienda Cayaltí, cuya historia durante las últimas décadas del siglo xix y las primeras del xx
fue estudiada por varios investigadores y, era evidente suponer, que algunos de los chinos que salieron
de ese latifundio u otros cercanos, se orientaran a buscar residencia en Zaña.
Por su extensión y su alto nivel de capitalización Cayaltí ha sido la propiedad agrícola de mayor
gravitación en esa cuenca. Históricamente Zaña no se explica sin referencia a Cayaltí y viceversa. Entre
esta hacienda y este pueblo ha habido permanentes contradicciones de todo tipo y de diferentes inten-
sidades. Los dueños de esa gran propiedad han deseado controlar, y de alguna manera lo lograron, no
solo a ese distrito, sino también el funcionamiento de todo el valle que comprende otros distritos más.
Una manera diferente y más difícil de lograr información sobre los chinos culíes nos enfrenta
cuando ellos van saliendo de las haciendas con motivo de la finalización de sus contratos. Los libros
de contabilidad, la correspondencia entre propietarios o con los administradores y con el mundo de
referencias de los hacendados hicieron posible conocer mucho de la vida de los trabajadores chinos en
las haciendas; a veces con detalles increíbles que permitieron conocerlos, pero solo a partir de lo que
otros decían de ellos. No es fácil encontrar información generada por los mismos chinos que trabaja-
ron en las haciendas y si la hay no es abundante. Este texto se basa principalmente en documentos de
archivos que a veces no pueden responder las preguntas que el investigador se hace, pero otras veces sí.
Ubicar a los chinos en sus actividades cotidianas cuando están ya fuera de esas haciendas, y de
esta manera rehacer sus vidas para poder volver a «verlos», «escucharlos», «curiosearlos», «palparlos»,
«auscultarlos» y conocerlos con alguna profundidad es tarea más ardua. Del pasado de ellos queda la
tradición oral que en dos o tres generaciones se ha ido diluyendo, y de esta manera se ha ido perdiendo
información y detalles. Pero la gente mayor de los pueblos, en Zaña también, por supuesto, conserva
«intactas» las verdaderas relaciones familiares y las mencionan de continuo con plena seguridad. Y es
útil cuando la historia oral se confirma o complementa con referencias escritas. Este tipo de fuentes,
preferentemente la archivística, igualmente tiene datos retaceados y por eso es más limitante con esa
información armar el rompecabezas en el que se podría mostrar biografías completas como parte de
fenómenos sociales y culturales mayores. Por eso, lo conveniente es combinar biografías armadas con
esporádicos datos, aunque sea los indispensables, pero que ayuden a mostrar al menos los momentos
más importantes de la vida de colectividades numerosas o de poco número. Esto es lo que haremos a
continuación. Conviene informar o hacer recordar que justamente de Zaña hemos reconstruido bas-
tante bien la biografía de Wong Fulong, quien adoptó el nombre de Fructuoso Baca.
Buena parte de lo que presentamos en este capítulo ha sido obtenido en el archivo de la parro-
quia San Francisco de Zaña2, en el archivo de la Municipalidad Distrital de Zaña, en el Archivo
Departamental de Lambayeque, y muchísimas conversaciones con gente mayor y anciana de Zaña.
2 De la parroquia de Zaña cuya documentación puede encontrarse en la exhacienda Cayaltí, revisamos con mi esposa Adriana Mandros,
en el mes de diciembre de 1991, los libros de bautismo que a continuación indicamos donde se precisa el número de partidas revisadas.
En total fueron 6498 partidas a las que habría que añadir 254 partidas de matrimonio y 230 que corresponden a la parroquia de
Lagunas, localidad cercana a Zaña. Todo ello nos da una totalidad de 6 982 partidas revisadas. Las mencionadas 6 498 partidas co-
rresponden a los siguientes libros y perÍodos: libro 1a, años 1854-1866, 716 partidas; libro 1b, años 1867-1876, 742; libro 1c, 1876-
1880, 278; libro 2, 1880-1889, 917; libro 2, 1880-1889, 917; libro 3, 1889-1895, 681; libro 4, 1895-1898, 405; libro 5, 1899-1902,
552; libro 6, 1902-1906, 1101; libro 7, 1906-1913, 1106.
La famosa Zaña colonial plena de población negra, de ricos hacendados blancos acompañados de sus
numerosos esclavos africanos bozales o criollos, y de numerosas y majestuosas iglesias y conventos des-
aparece a continuación del evento de El Niño del año 1720, cuando en el mes de marzo la crecida del
río sale de madre e inunda todo el poblado y una amplia cantidad de terrenos de cultivo. Los zañeros
de todo color debieron huir a otros lugares, algunos, los más numerosos, se trasladaron definitivamen-
te a la ciudad de Lambayeque, otros, en poca cantidad, a Jaén.
En 1876, cuando en el Perú se realiza un importante censo nacional, los resultados muestran que
demográficamente Zaña no se había recuperado desde ese entonces. Apenas si era un poblado rural
sin gran complejidad administrativa, pleno de gente campesina que no pasaba de 300 habitantes con
aproximadamente 60 familias. En este sentido, Zaña era menos importante que pueblos próximos
como San Pedro de Lloc y Guadalupe o que otros pueblos costeños que al igual que los anteriores no
eran capitales de departamento como Huacho, Pisco, Lambayeque, Ferreñafe.
Para presentar esta situación poblacional del distrito en el año 1876, es mejor hacerlo de esta ma-
nera (Cuadro 1). La población censada en 1876
Cuadro 1
en el distrito fue en total 2402 habitantes, de los
POBLACIÓN DEL DISTRITO DE ZAÑA, AÑO 1876
cuales 283 (11.8%) vivían en el pueblo de Zaña,
Hombre Mujer Total
eran considerados como la población urbana; y Pueblo de Zaña 128 155 283
los 2119 restantes, considerada como población Población urbana 128 155 283
rural, residía toda ella en las haciendas (Cayaltí,
Culpón, Chumbenique, Otra Banda, Oyotún, Haciendas
Cayaltí 625 95 720
Palomino, Pucalá y Sipán). De todos estos lati-
Culpón 89 47 136
fundios, Cayaltí era el más densamente pobla- Chumbenique 173 136 309
do, había 720 personas que representaban casi el Otra Banda 82 52 134
30% del total de habitantes de todo el distrito. Oyotún 206 83 289
Es interesante comprobar que de las 2402 per- Palomino 72 11 83
Pucalá 168 19 187
sonas censadas 811 de ellas (33.8%) eran consi-
Sipán 172 89 261
deradas de «raza» asiática (= chinos), 90 (3.7%) Población rural 1 587 532 2 119
eran blancos, 724 (30.1%) indios, 217 (9.0%) Población total 1 715 687 2 402
negros y mestizos 560 (23.3%). Fuente: Censo de 1876, departamento de Lambayeque, p. 627.
Téngase en cuenta, en primer lugar, que en
el quinquenio 1870-1874 es cuando llega una importante proporción de chinos a Perú (el 50% de los
90 000 que fueron «importados» entre 1849-1874); y que, en segundo lugar, cuando se realiza este censo
solo hacía dos años que como consecuencia de la supresión del «tráfico amarillo» dejaron de llegar chinos
al Callao. Por eso, el año 1876 del censo, aún las haciendas costeñas en su mayor parte estaban «llenas»
Y el año 1993 regresé a Zaña donde trabajé en el Archivo de la Municipalidad y conversé con algunos de los viejos pobladores con el
fin que me ofrecieran recuerdos de la comunidad china zañera. Particularmente recuerdo a Eduardo García Cacho, el historiador de
ese pueblo, con quien nos paseamos juntos por las principales calles zañeras en las que él me indicaba, en muchas casas contiguas los
nombres de los chinos y sus negocios que en ella funcionaban.
Y en esta misma oportunidad visité el Archivo Departamental de Lambayeque, cuyo local se encuentra en la ciudad de Chiclayo. Todo
ese material archivístico y de historia oral de los años 1991 y 1993 son la base que me ha servido para elaborar este capítulo.
3 Algunos párrafos y cuadros de este texto son repetición de un escrito mío incluido en mi obra Herederos del dragón (2000).
En el cuadro se encuentran todos aquellos chinos que por algún motivo fueron registrados en los
libros de la parroquia de Zaña. Una buena parte fue con motivo del bautizo de sus hijos, otra menor
cuando los bautizan a ellos y una mínima cuando se casan o al momento que lo hacen sus vástagos.
Es suerte para quien busca esta información que al momento de redactarse las partidas de bautismo u
otros asentamientos se consignen diversos datos6.
6 Para conocimiento de los lectores y como ejemplo de lo dicho transcribimos in extenso la primera partida del bautismo de un chino que
hallamos en esa parroquia: «Año del Señor de 1866 en 15 julio, yo el infrascrito cura ppe. rector y vicario de esta Sta. Iglesia Matriz de
esta ciudad de Zaña bauticé, puse óleo y crisma a un asiático de 24 años de edad, natural de la Gran China, a quien puse por nombre
José María, después de haberlo encontrado regularmente instruido en la doctrina cristiana y de más misterios de nuestra religión cristiana.
Fueron los padrinos Lucas Reaño y Bartola Cayro y p.p. conste lo firmo. T. del C de Burga».
Retomando el cuadro, digamos asuntos que se observan y que muestran la realidad por la que pasaban
o creaban los chinos del distrito de Zaña.
Es adecuado prevenir al lector sobre la inestabilidad en esos años de los nombres y apellidos, sobre
todo en el caso de los chinos. Ellos podían adoptar un apellido castellano y dejarlo al poco tiempo,
e igual hacían, en ciertas ocasiones, hasta con sus propios apellidos originales. En el caso de estos
extranjeros inmigrantes, en buena medida ello fue parte de un sistema de búsqueda de aceptación
y al mismo tiempo defensivo: adoptando o cambiando de apelativo podían manejarse mejor en la
sociedad que los acogía, y también confundir a los ingenuos peruanos que no comprendían que esa
adopción no tenía mucha significación y que ni siquiera podían pronunciar convenientemente sus
nombres chino-cantoneses.
El cambio de apellidos de los chinos culíes ha sido, pues, una constante en todo el país. Y es tan
generalizado que no es difícil dar ejemplos de este fenómeno, los hay por doquier. Indicamos el caso
de un chino (N.º 68 de la relación), que en el pueblo de Zaña formó familia con la bambamarquina
Dominga Santolalla, quien se apellidaba en chino Fú al que erróneamente se le varió por Afú, y como
trabajó en Cayaltí en esta propiedad lo llamaron con una designación histórica: Atahualpa; y después
él asume por motivo que desconocemos el apellido castellano Vásquez y por nombre Julio.
Con relación a la situación de los nombres y apellidos de estos chinos y al igual como ocurre en
muchas otras partes, se distinguen tres grupos: unos los han cambiado completamente, otros son men-
cionados por sus apellidos o por sus nombres chinos, y un tercer conjunto usa nombre (o apellido)
chino y el otro castellano. ¿Cuáles son los apellidos no chinos mayormente adoptados? Aquellos que
eran más frecuentes en la región pero que correspondían a personas de algún «prestigio», y que casi
siempre, en los asentamientos, son nombrados agregándoles el «don». Esto ocurre debido a que este
tipo de personas han sido las más buscadas para los apadrinamientos como Baca, Aspíllaga, Barrera
(apellido de la esposa del hacendado Ramón Aspíllaga Ferrebú), Cuadra, Ferré, Fuentes, Pinillos,
Reaño. Así como en este valle estos apellidos de «prestigio» se repiten e históricamente han trascendi-
do a sus descendencias. Igual ocurre en los distintos valles costeños, los apellidos de «renombre» han
sido los que más se han adoptado. Y en este asunto nadie compite con los hacendados.
En el Cuadro 2, a pesar de que no es frecuente la información del año del nacimiento de los chinos
(solo 15 de 74 personas nominadas tienen este dato, es decir el 20%), es notorio que la mayor parte de
los chinos nacieron en la década de los años 40. De acuerdo a otras referencias, una buena proporción
de los culíes que vinieron a Perú lo hicieron cuando tenían entre 17 y 20 años. Si es así, entonces, una
buena cantidad de chinos ha llegado al valle de Zaña entre 1865-1873.
Es evidente que el mayor número de chinos del cuadro tiene pareja. Pero si consideramos la realidad
integral del valle, asunto imposible que puedan indicarnos los libros del archivo de la parroquia de
Zaña, la cantidad de chinos sin pareja, durante las décadas de 1860 y 1870, debe haber sido en ma-
En la columna «residencia» del Cuadro 2 se indica el lugar en el que permanentemente vivía el chino
con su pareja o él solo. De los datos interesantes que muestra hemos realizado la división que conti-
núa: no hay información para 34 casos (43%), 29 (37%) de los chinos residían en haciendas y a 16
(20%) de ellos se los ha encontrado en pueblos. Claro que en la hacienda donde se hallaba mayor
cantidad de orientales era en Cayaltí y el pueblo con mayor número de chinos era Zaña.
Debe tenerse en cuenta que la información anterior corresponde a un período y no a un momento
o a un solo año. Por eso, a un mismo chino que ha tenido dos mujeres lo encontramos residiendo en
dos sitios diferentes. Y por este motivo no percibimos cuál era la situación cambiante ni las tendencias
en este asunto del domicilio. A pesar de lo dicho, nos parece que ha sido de esta manera: antes de la
década de los años 80 la mayor cantidad de chinos estaba en las propiedades agrícolas, principalmente
como contratados, a partir de esta década cuando los contratos fenecen algunos chinos alternan ha-
cienda-pueblo y van gestando progenie, a continuación, de las pocas cantidades de chinos que restan
la mayor cantidad vive, trabaja y tiene sus familias en los pueblos. No obstante, algunos chinos y sus
familias casi nunca han dejado las haciendas (en Cayaltí y en otras exhaciendas aún hay descendientes
Hay una afirmación comprobable de otra manera que es más objetiva. Hemos afirmado que los chinos
comienzan a tener familia en los años 80, ello lo podemos probar mostrando los años en los que han
nacido los hijos de los chinos que residían en Zaña y en las haciendas y poblados vecinos. Ese cuadro
indica también el silencioso aumento de la presencia de chinos en los poblados del distrito de Zaña,
pero ya se encontraban en otra condición. Por la misma situación dubitativa en la que algún momento
estuvo, por ejemplo, y que tuvo que definirse Fructuoso Baca han pasado todos los chinos que tu-
vieron familia en Zaña y alrededores. Ya no más trabajo sojuzgado en las haciendas, ahora el trabajo
libre sin porvenir seguro pero en libertad y con las posibilidades de llevar una vida humanamente más
normal: con mujeres e hijos.
Nos parece que los chinos una vez libres de las haciendas no deben haber asumido de inmediato la
obligación de una familia, lo han hecho poco a poco, tanteando. De otra parte, resulta inadmisible la
idea de que los chinos aún sujetos a los hacendados podían comenzar (y menos llevar) una vida fami-
liar natural. De todas maneras interesa lo que antes hemos
anunciado y que responde a la pregunta ¿cuántos y en qué Cuadro 3
años han tenido hijos los chinos libres? Por eso presentamos CHINOS DE ZAÑA, NÚMERO DE HIJOS
los cuadros que siguen: N.º hijos N.º chinos Totales
En el Cuadro 3 se indica que solo hay un chino sin Sin 01
1 39 39
hijos, este difiere de los 13 reunidos en el grupo de «solos»
2 08 16
en que estos últimos no tenían esposa, lo que no ocurría 3 06 18
con el anterior. Una advertencia adicional es que los chinos 4 03 12
han podido tener más hijos en años posteriores, el cuadro 5 02 10
solo capta hasta el año límite (1910) en que recogimos in- 9 01 09
10 01 10
formación7. Y en cuanto a los años de nacimiento de esta
Solos 13
progenie la presentamos en los cuadros que siguen: Totales 74 114
Este mismo cuadro es conveniente reducirlo agrupando Fuente: Libros de bautismo, archivo parroquia de San
la información de acuerdo a quinquenios (Cuadro 5). Francisco de Zaña.
7 Como consecuencia de experiencias anteriores en otras parroquias donde igualmente recogimos similar información adopté en el caso
de Zaña la decisión de solo recoger hasta el año 1910. La nota que en esos momentos (27 de diciembre de 1991) tomé reitera las
razones de este tipo de determinación: «Se han revisado los libros de bautismo de la parroquia de San Francisco de Zaña desde 1854
hasta 1910. No se ha continuado más, pues la cantidad de bautismos de chinos y de hijos de chinos es muy esporádica y nada signi-
ficativa. La inmensa cantidad de población serrana, principalmente de Cajamarca (Bambamarca, Otuzco, San Miguel, en este orden
de importancia) aplasta la presencia de cualquier otro tipo de población no originaria. Las haciendas crecen para este año (1910) en
número de habitantes y hasta los curas tenían que ir a ellas para realizar bautizos. Por lo demás, los chinos están ya tan integrados que
no se les menciona como “asiáticos”. Y sus hijos, considerados como “injertos”, tenían sus propios hijos» [Nota tomada en Zaña en
diciembre de 1991].
Y por ahora es suficiente repetir lo que los viejos recuerdan de ese particular pasado: todos coinci-
den en decir que los chinos eran comerciantes. Nos interesaría saber de qué mecanismos se han valido
para consolidarse como grupo dentro de esta especial actividad económica.
En cierta ocasión pudimos reunir información del Archivo Departamental de Lambayeque que se
encuentra en la ciudad de Chiclayo. Y de un padrón de extranjería (seguramente fue uno de los do-
cumentos del archivo de la prefectura departamental) destinado a la inscripción de los extranjeros
residentes, encontramos, inevitablemente, a los chinos y seleccionamos a aquellos que residían en
el distrito de Zaña. Estos son la mayoría que forman parte del Cuadro 6, en el que también se en-
cuentran aquellos chinos que por algún motivo son mencionados en documentos del Archivo de la
Municipalidad de Zaña, sea en libros copiadores o en libros de contabilidad. Todo ello servirá para
completar la intención de mostrar cómo un grupo de asiáticos9 se inserta y afecta para bien la vida de
un pueblo costeño peruano. Y esto es más claro cuando más podemos acercarnos a ellos con datos que
nos muestren su vida cotidiana.
Primero ofrecemos un cuadro de este segundo conjunto.
En este Cuadro 6 en comparación con el Cuadro 2 solo se repiten los nombres de Federico Cuadra
y Juan Cuadra, aunque es posible que algún otro, pero no muchos más. Lo que notablemente es más
diferente entre estos dos cuadros es que en este último predominan los apellidos chinos, pues segura-
mente se trata de chinos que nunca estuvieron en la condición de semiesclavos; y teniendo en cuenta
los años que llegaron muchos son parte de una oleada «chica» de inmigrantes que llegó al Callao entre
1903-1909. Aunque también están otros 9 chinos (en la relación los N.º 1, 2, 3, 4, 5, 23, 31, 32, 34)
que es muy posible que hayan trabajado como culíes en alguna hacienda, y que luego de finalizado
su tiempo de contrato se hayan bautizado (= cambiar de nombre) y asumido la condición de casados
a partir de los rituales de la religión católica. Lo que sucedió con este último grupo es lo que ocurrió
con buena parte de los chinos de la relación del Cuadro 2.
Tenemos, eso sí, la relación de los que tuvieron alguna tienda o local de venta sin conocer las es-
pecialidades y a partir del pago que hacían a la municipalidad por las licencias de apertura de locales
comerciales.
Cuadro 7
PAGO POR LICENCIA DE APERTURA DE LOCALES COMERCIALES
Fecha Nombres Pagos en S/ Observaciones
1915/07/18 Miguel Wong 3.00
1916/05 Genaro Chung y Alén 7.00 2 bodegas
1916/06/01 Alejandro Salinas 2.00
1922/09 Manuel Wong 3.00
1922/10 Enrique Chung 3.00
1926/05 Enrique Chung 3.00
1931/03 Alén Chung 10.00
1931/07 Alejandro Wong 20.00
1931/08 Aurelio Chung 5.00
1931/10 Aurelio Chung 12.00 Acotación
1931/10 Roberto Chung 20.00
1933/04 Alejandro Chung 30.00
1933/06 Casimiro Chung 20.00
9 Son cerca de 120 si sumamos los que están en el cuadro 2 y los del cuadro 6 más algunas mujeres chinas..
Los Wong
De nuestras relaciones de chinos (Cuadros 2 y 6), el Wong con más tiempo de presencia en el valle es
Wong Fulong o Fructuoso Baca de quien conviene leer su biografía, pues residió no poco tiempo de
Zaña antes que falleciera el año 1925, y fue culí en una hacienda del valle, y luego un exitoso engan-
chador que controlaba durante 17 años (de 1884 hasta 1901) entre 100 y 150 chinos enganchados
que trabajaban en Cayaltí. Es posible que Fructuoso haya «llamado» a sus parientes de China; estamos
seguros que los hermanos Alejandro, Manuel y Miguel Wong eran sus primos. Mencionaremos la
poca información que tenemos de cada uno de ellos luego del cuadro que sigue.
Cuadro 8
LOS HERMANOS WONG
Nombre Nacimiento Esposa Hijos
Nombre Origen
Miguel Maura Puelles Zaña Máximo, Luis, Angelita, Ruperta, Olinda, América y Alicia
Manuel 1885 Rosalía Chía China Víctor, Luis (médico), Manuel
Alejandro 1865 ¿ Zaña
Manuel Wong nace en China el año 1885 y llega a Perú en 1900. Su esposa Rosalía Chía llega
a Perú el año 1909 y nace en 1887. Posiblemente estuvieron casados desde antes de viajar a Perú en
distintas fechas.
Manuel, en algún momento tiene suficiente dinero y adquiere en Zaña un molino para pilar arroz,
que se encontraba en la calle Independencia que antes fue conocida con el nombre de calle Molino.
En otro instante pudo arrendar la hacienda Palomino que era propiedad de Federico de la Torre
Ugarte y cuando finaliza este contrato puso el molino en el pueblo de Oyotún en las alturas del valle
a 87 kilómetros del mar.
El 30 de noviembre de 1921 muere su hijo Alejandro en Zaña.
Cuando aún continuaba en este pueblo el 9 de setiembre de 1925, en carta de la municipalidad
escrita por el propio alcalde, José González, le dice que como ha introducido al molino que está a su
cargo la cantidad de 600 fanegas (fgas)10 de arroz o algo más, debe hacer el pago correspondiente, y
agrega que Wong de facilidades en el futuro para que el empleado de la Municipalidad pueda contro-
lar las cantidades de arroz que se internen en al molino.
Y el 29 de diciembre del mismo año11 el inspector de aguas y puentes le ordena que «en el día
proceda a la construcción del puente que antes existía en la acequia desaguadero del molino Santo
Toribio que usted dirige». Eso tenía que hacer porque estaba perjudicando al comercio y al vecindario
10 Cierta medida de capacidad para granos que equivale a 1 litro y 76 centilitros; en Perú ya casi no se usa.
11 El año 1925 hubo un fuerte y destructivo fenómeno de El Niño .
Su nombre chino inicial debe haber sido Leng Chung; y su trabajo como culí lo inició probable y
aproximadamente en el año 1870, cuando tenía 20 años en la hacienda Casaconcha en el valle de
Pisco, lugar donde comenzaron a llamaron Alén.
Alén había trabajado ocho años en Casaconcha y quizás aceptó trabajar unos años más en esta
propiedad agrícola.
Luego de la presencia del ejército chileno por este valle y de ejercer su control, a fines del año
1880, los dueños de Palto, otro fundo algodonero de la misma cuenca, decidieron trasladar a su otra
hacienda, Cayaltí en Lambayeque, a un grupo de «sus» chinos que mantenían aún con ellos su con-
trato o que aceptaban recontratarse. Hicieron lo mismo aprovechando la ocasión con algunos chinos
libres de otras haciendas pisqueñas (Casaconcha, Bernales, Caucato y San José). El viaje con 23 chinos
se hizo en setiembre de 1881. Tomaron un barco en el puerto de Pisco acompañados por empleados
de la familia Aspíllaga, hicieron trasbordo en el Callao, y a continuación hicieron el nuevo tramo hasta
puerto Eten desde donde en carretas o a pie fueron trasladados a Cayaltí. Antes de este traspaso los
Aspíllaga habían dispuesto otro similar con 26 chinos a los que les pagaron S/ 80 a cada uno por su
recontrato; en cambio a Alén y a sus compañeros de viaje les dieron S/ 30.00, todo dependía del tiem-
po de obligación de esos nuevos compromisos contractuales. Por todo esto, años después en Zaña se
decía que Alén había llegado de Ica; no fue así, estuvo en la hacienda Casaconcha en el valle de Pisco.
No conocemos cuánto tiempo estuvo en Cayaltí ni fecha precisa cuando empieza a residir y tener
un hogar en el pueblo de Zaña. La información sobre su vida familiar es corta por falta de información.
Alén vivió con Delia Rázuri, una cajamarquina «blanca» [sic] a la que le decían «Clavo». Ayudaba
en las ventas de la tienda. Antes de este compromiso Delia estuvo algunos años con el comisario de
Zaña y de él tuvo tres hijos; al romperse esta relación, inicia una nueva con Alén, quien no solo se hizo
cargo de las criaturas, tuvo algunas muestras de responsabilidad con sus hijastros. A las mujercitas,
Blanca y Graciela, ya algo mayores, las envió a China para lo cual tuvo que hacer un traslado en algo
clandestino hasta Eten en la carreta de José Rispalda por lo que pagó S/ 0.20, desde ese puerto irían a
Callao y de ahí a la tierra de Alén. Luis, el tercer hijo de Delia, se quedó con ellos.
Luis Rocca menciona que «los orientales construyeron una casona estilo asiático, en donde funcionaba
la Sociedad de Beneficencia China [también] instalaron un santuario chino» (Rocca, 1985: 219). Se
trata de dos ambientes de un solo edificio con objetivos diferentes. No se conoce fecha en la que fue
levantado. Rocca nos dice que el año 1938 «los viejos y sus descendientes reconstruyeron el local de la
Beneficencia para darle mayor prestancia. En su interior hay pinturas y fotografías de los inmigrantes
encargados de la conducción de la Beneficencia…» (220).
Es muy posible que en sus inicios esta Beneficencia haya intentado congregar a chinos envejecidos
y/o enfermos que se encontraban sin ningún amparo y que en años y décadas anteriores trabajaron
como semiesclavos en haciendas cercanas, muy próximas como Cayaltí, o estuvieron en otras hacien-
das de valles no lejanos lambayecanos o liberteños. La existencia de fotografías señala que hubo varios
líderes cuyos nombres no conocemos. Seguramente lo fueron, de acuerdo a normas chinas, dirigían
los que tenían dinero. Y en el año 1938 de renovación del local los exculíes en su mayor parte habían
fallecido; el local, entonces, tuvo que ser utilizado desde ese años o antes para otros fines de inquietud
o necesidad de la comunidad china zañera.
El otro ambiente del santuario «en su interior guardaba la imagen del guerrero San Acún, con
inscripciones chinas y un espejo ubicado de tal forma que a las 6 de la tarde con el reflejo del Sol se
iluminaba su rostro» (220). Según anotaciones del año 1993 al costado de ese altar dice lo que sigue:
San Acún valiente general que combatió en mil batallas. Cayó acosado por la superioridad del
enemigo. Fue un genio por su valor y talento. Siempre con arrogancia gritaba a pleno Sol: ¡que Viva
mi patria, que viva China!
En Lima y en muchas partes con templos chinos, llamamos San Acún o Acón a Guang Gong.
En el barrio chino limeño se le saca en procesión anualmente motivo que congrega a gente de origen
chino e incluso a gente no china (Lausent-Herrera, 2000: 248).
Conviene añadir, para mayor ilustración del lector, que según un autor chino-mexicano, Guan
Yu, Kwan Kun o Guang Gong (162-218 d. C.) fue un célebre general de la dinastía Han nacido en
Hedong, en la actual provincia de Shanxi, quien tuvo una vida marcada por el valor, la fidelidad y las
hazañas bélicas. Fue obligado a huir de su pueblo natal tras haber eliminado a un forajido local, se di-
rigió al condado de Zhou donde se unió a las fuerzas de Liu Bel. A la hermandad entre Liu Bel y Guan
Gong se añadió Zhang Fei, juntos emprendieron grandes conquistas (Sifu, 2002). Para que se tenga
En Zaña quedan personas y algunos núcleos familiares que tienen presente sus antepasados chinos,
incluyendo aquellos que actualmente tienen otros apellidos (occidentales), todos ellos recuerdan con
claridad a sus antepasados e incluso sus patronímicos chinos originales. Y el pasado oriental perdura
en el hablar diario. Los Wong y los Chung y sus descendientes son un pasado que no se olvida, son
«de carne y hueso». Además que en algunos casos de las nuevas generaciones existen con el apellido
chino, como la familia Wong. Con este apellido hay una joven regidora que ha sido elegida dos veces
para el Municipio de Zaña en los dos últimos procesos electorales. Inclusive en la década del 80 una
de las principales bailarinas jóvenes de música norteña era descendiente de los Wong.
Y en el caso de los Chung hay una familia de artistas de música criolla y afro-criolla que supervive
en Cayaltí. Antes ahí estaba Pablo Chung que tocaba el banjo (instrumento de origen africano) y can-
taba el baile tierra además era compositor. Estaba muy vinculado a los músicos zañeros. Los dos hijos
de este personaje, aún son reconocidos como músicos criollos en Cayaltí. Del fallecido Pablo Chung
hay un video en youtube donde se puede encontrar imágenes de él.
Muchas otras personas existen en Zaña con el fenotipo chino.
Cuando en 2013 se conmemoraron los 450 años de Zaña, llegaron delegaciones de las comparsas
chinas de Chepén y Chiclayo. Esto fue de gran impacto para toda la población y más para las familias
de descendientes de chinos, escucharon y vieron sus gongs, platillos y danzas de leones. Esto muestra
y mucho más que «los lazos de sangre» y «los lazos de origen o de raza», quedan en el hondón de la
memoria colectiva zañera.
12 Ver anexo 1.
13 Todos estos párrafos son aporte de Luis Rocca a quien agradezco.
Como muestra de las décimas que se crean en Zaña, copiamos una de Hildebrando Briones Vela quien
formó parte del grupo de decimistas que competían entre ellos en el grupo estaba el Chino Ántero
Balarezo Vértiz. El título es Zaña es el suelo bendito y es de pie forzado.
La intención de esta cronología es poner al lector sucesos que ocurrieron en Zaña entre 1885-1930
vistos a partir de la municipalidad.
Así, este lector de alguna manera conocerá algo más el espíritu y el despertar a la modernidad de
este pueblo costeño, donde surgió una comunidad china que participó en su transformación14.
1885/01/31 Se multa con S/ 4.00 (soles plata) a dos establecimientos de asiáticos por tener chanchos en corrales
de la población a pesar de estar prohibido.
1885/04/19 Chino, no se dice el nombre, paga S/ 2.50 por licencia que le concede la municipalidad.
1886/08/30 Se inaugura escuela para niñas, en ese momento el alcalde era Ramón Aspíllaga.
1886/09/03 Ántero Aspíllaga dona el mobiliario para la escuela.
1886/10/02 Se toma acuerdo en publicar un boletín municipal.
1887/01/13 Se ordena «que se proceda a calabacear todos los chaparrales que circundan a la población especial-
mente al sur y al poniente…», de esta manera habría más ventilación.
1887/01/15 Encuentran y se definen por «un magnífico lugar, por no ser dañificioso para la población que será
destinado al nuevo cementerio». Toman esta decisión los miembros de una comisión compuesta
por un médico cirujano y cuatro vecinos notables de la localidad. La construcción del cementerio
se hará por faena y «todo individuo que le toque su día de faena en el trabajo del Cementerio
General y no salga a hacerlo tendrá que pagar S/ 1.00 (un sol plata) de multa». Habrá en el trabajo
un ordenamiento por decenas.
1888 A Ramón Aspíllaga, por entonces el alcalde de Zaña, se le pide que cambie en Lima 3 163.70 bille-
tes, posteriormente él entrega 126.55 soles plata, es decir el cambio era 25 billetes por 1 sol plata.
Los billetes recién habían aparecido pocos años antes y por la Guerra del Pacífico se devaluaron
notablemente.
1889/08 La municipalidad compra una carretilla para que use el asiático Pedro quien trabajaba para el
Concejo.
1897 Déficit presupuestal en la municipalidad, por eso deja de funcionar escuela de niñas. En esos mo-
mentos el profesor de la escuela de hombres era Christian G. Camos y de la de mujeres la profesora
era su esposa.
1898/03/03 Hay quejas porque el cura Ricardo Bocanegra tenía abandonada la parroquia desde diciembre de
1897.
1898/03/03 Se indica que ramo de chicha y alumbrado no son rentables para la municipalidad.
1898/05 Se está terminando de construir el local de la escuela para niñas.
1898/05/03 Queja respecto a que los chanchos en las calles eran un atentado a la higiene pública, pues no se
obedecían órdenes municipales.
1898/08 Leonor M. Pinglo, directora de la escuela de niñas, tenía líos (abandono e inasistencia de las estu-
diantes) porque castigaba con palmeta así como con palmeta con clavos.
14 Toda esta información se obtuvo del archivo de la Municipalidad de Zaña, año 1993.
CHINOS DE
ABAJO DEL PUENTE
Una creencia bastante generalizada es suponer que el Barrio Chino de Lima, aquel que tiene como
eje neurálgico a la calle Capón, es y ha sido el único que ha concentrado inmigrantes chinos; el actual
distrito del Rímac, desde siempre llamado Abajo del Puente, congregó en los siglos xix y xx a un buen
número de estos asiáticos que se ubicaron en calles o lugares donde asistían o estaban de paso muchas
personas, su posible clientela. Eso y mucho más es lo que se leerá en los párrafos de este capítulo.
Uno de los distritos donde cientos de los inmigrantes chinos en el siglo xix se asentaron fue el que
actualmente lleva el nombre del Rímac1, cuya ubicación estratégica, cerca de la ciudad de Lima, solo
pasando un puente, representó uno de los factores determinantes para que estos inmigrantes lo eli-
gieran como espacio habitacional al mismo tiempo que lugar de sus negocios y donde recrearon un
sinnúmero de actividades de su tradición de carácter cultural, social, religioso, político.
Lo que hoy conocemos como distrito del Rímac, dista mucho de lo fue en siglos pasados. Sus
primeros habitantes pertenecieron a dos grupos étnicos: los naturales de Caraguayllo, y los naturales
de Maranga. Posteriormente fueron dominados por los yungas, y el curaca de Limac o Rímac, Tauri
Chusco, fue el señor de estos dominios al momento que llegaron los españoles.
Al fundarse la Ciudad de los Reyes, el centro poblado más importante de la vida política y hasta
cotidiana en el virreinato, el río Rímac fue el referente limítrofe de la ciudad que distinguía la margen
izquierda alta, donde se ubicaba la Ciudad de los Reyes, y se concentraban los españoles de mayor
status; y la margen derecha baja, lo que hoy conocemos como el distrito del Rímac (Barrio de San
Lázaro) habitada en su mayoría por la población negra e india, pero un lugar de atractivo recreativo
para todos los habitantes de esa ciudad.
El nombre del río Rímac proviene de la palabra quechua que significa «el que habla» o el «ha-
blador». Se dice que en sus riberas los indígenas fueron recolectores de camarones; por eso cuando
llegaron los españoles a estas tierras, entre otros, la denominaron de los «indios camaroneros». Los
diferentes nombres que el Rímac recibió fueron:
– Arrabal de pescadores camaroneros.
1 Rímac legalmente es considerado como distrito a partir del decreto del 2 de febrero de 1920 y de acuerdo a la Ley Regional 462 del
16 de agosto de 1921. Su evolución poblacional ha ocurrido de esta manera según información de los censos nacionales: en 1940
hubo 57 154 habs., veintiún años después, 1961, el censo señaló que había 144 320 habs.; en 1972 llegó a 172 564 habs., en 1981 a
194 092, en 1993 a 192 418 y según estimados del INEI para el año 2000 el número sería de 187 475 habs.
La razón que explica por qué en este distrito la población no ha aumentado considerablemente, en estas últimas décadas, es porque de
él se han desprendido otros distritos como Comas, San Juan de Lurigancho y San Martín de Porres.
355
– Nueva Triana
– Arrabal de San Lázaro
– Pueblo de San Pedro
– Barrio de San Lázaro
El barrio de san Lázaro se llamó así por la iglesia San Lázaro que estaba al lado de un leprosorio
de ese nombre, y fue modesto, de chozas rudimentarias2 que de a pocos fue transformándose en una
ciudadela con carácter propio, tenía, a su vez, majestuosos solares (Quinta de Presa, la casa de la virrei-
na, es decir de la Perricholi), numerosas iglesias (la ermita o capillita del Puente, Santa Liberata, del
Patrocinio, de Las Cabezas, Copacabana con su virgen Chola de Copacabana, etc.), paseos o alamedas
concurridos (de Acho, de los Descalzos, de Aguas, de los Bobos [que conducía a la fiesta de san Juan de
Amancaes]), etc. En Abajo del Puente residían españoles, indios, negros, mestizos, criollos y mulatos,
dedicados a las más variadas y múltiples ocupaciones, existiendo desde entonces mercados, tambos,
mesones, pulperías, molinos, curtiembres o tenerías, etc.
Al construirse un puente (se hizo de piedra, cal y ladrillo) sobre el río Rímac3 se formó un camino
natural que a unos 500 kilómetros llevaba a la ciudad norteña de Trujillo; este fue el antecesor histó-
rico del actual jirón Trujillo, una vía rimense importante.
Un suceso en ese siglo xvi resulta de interés por su trascendencia. Un médico de la época deter-
minó que las tenerías (curtiembres) y los rastros o carnicerías (mercados de puestos callejeros) eran
dañinos a la salud de los que residían en los barrios altos de Lima, es así que se decidió que todo eso
que estaba en la ciudad virreinal fueran trasladados al actual Rímac. A pesar de haber transcurrido 450
años, en el actual distrito de Rímac hay aún curtiembres y nunca han dejado de haber. Y los actuales
mercados de Baratillo4 y Limoncillo han podido surgir por ese traslado de los «rastros».
Entre la población que habitaba la zona, existía una fuerte diferenciación social, la elite gozaba
de los beneficios que le brindaba la administración colonial, y la plebe estaba concentrada en espacios
comunitarios, conformaron barrios, como el de Malambo, compuesto por población negra que tenía
diversos oficios, entre los más representativos figuraban los pulperos y el comerciante «callejero». Los
vendedores que callejeaban expendían sus productos a toda hora y recorriendo las calles más frecuen-
tadas anunciaban con el respectivo pregón.
2 Las casas se construían con piedra en bruto, adobón con mezcla de cascajo y adobe prensado, eran cubiertas de caña, y se alumbraban
mediante velas de sebo colocadas en candelabros.
3 Se hizo para evitar que se ahoguen los que pasaban y teniendo en cuenta que en tiempo de avenidas no se podía cruzar.
4 «En el siglo xvi existía una plazuela [entre las actuales calles Cruz de Lazo y Baratillos] en donde los días domingo se reunían muchos
negros esclavos que vendían en mesas y en el suelo infinidad de artículos “a bajo precio” o “baratillo” (origen del nombre), realizadas
las ventas, al caer la tarde, estas ferias degeneraban en escándalos, ante el desenfreno de los negros por razón del alcohol» (Mariátegui,
1956: 62-63). En el siglo xx, año 1908, en el lugar que se construyó la capilla de Baratillo se levantó una plaza de abastos, llamada del
Baratillo, nombre que aún perdura (63).
El año de 1630, el cabildo de Lima dispuso el empedrado de calles en el barrio de San Lázaro
(Mariátegui, 1956: 54). Precisamente, como dato adicional, en el año de 1632, cuando se ponía en
práctica este plan de mejoramiento urbanístico, encontramos la referencia más antigua de los merca-
dos Baratillo y Limoncillo.
allí también se repartieron solares, donde luego se edificaron casas, hospitales, ermitas, santuarios,
alamedas, de tal manera, que al crecer tanto se formaron barrios propios o sectores, como: Malambo o
Guía, Acho y mercados como el Baratillo y el Limoncillo, por citar los más representativos (Sifuentes,
2004: 49).
Es decir, la presencia de dichos mercados significó posteriormente en el siglo xix un foco de atracción
para no pocas centenas de inmigrantes chinos, que buscando un espacio donde establecerse, vieron
en los alrededores del Rímac, específicamente alrededor de dichos mercados, un ambiente importante
para desarrollar sus actividades comerciales.
En planos antiguos de Lima ya encontramos calles con los nombres de Baratillo y Limoncillo.
Tanto en el plano del padre mercedario Pedro Nolasco More de 1685 como en el que fue elaborado
por el geógrafo francés Jacobo Nicolás Bellincopia en 1752. Igualmente para el caso de Limoncillo a
partir de año de 1821 figura ya en los planos de Lima.
El dato más sorprendente es que para el año 1880, el plano elaborado por P. V. Jovanny, encon-
tramos la referencia del mercado del Baratillo como el único mercado en el Rímac. Esto debido a la
envergadura que representaba, para la época.
Por ello no sorprende que la presencia de chinos en los alrededores de ambas calles, donde estaban
los dos mercados más representativos del Rímac, figure como lugar de concentración de estableci-
mientos chinos como chinganas, fondas, etc., y donde ejercían una serie de oficios.
Los chinos libres que se asentaron en el Rímac provenían tanto de su anterior condición de culíes de-
dicados a labores agrícolas en las haciendas de los alrededores bajo la modalidad de contratados, como
de servidumbre doméstica urbana igualmente obligados por un contrato.
También los chinos que van llegando al Rímac procedían de otras zonas del país, que al culminar
sus contratos respectivos en diversas haciendas o de otras ocupaciones, optaron por establecerse en
este distrito por diversas causas como conformación de hogares con mujeres peruanas, actividades
comerciales, etc.
Por lo general, por todas partes del país fue una constante que los chinos inmigrantes buscaran
establecerse cerca de los mercados de las ciudades con la finalidad de dedicarse al comercio. En el
Rímac, pues, se repite este patrón, los inmigrantes chinos se instalaron dentro y en los alrededores
de los mercados mencionados. Allí establecieron numerosos tambos, fondas, fondines, chinganas,
etc. Los documentos del Archivo Municipal de Lima consignan información de algunos de estos
establecimientos, de los cuales el más antiguo data del año 1873. Esta fecha no representa el inicio de
la actividad comercial de los chinos, debieron existir otros con anterioridad. La información de ese
archivo permite presentar el siguiente cuadro.
El Cuadro 1 muestra el número de establecimientos abiertos Cuadro 1
de los inmigrantes chinos según años. Así, en el año de 1877, NEGOCIOS ABIERTOS
con un 2%, representa el porcentaje menor de establecimientos POR LOS CHINOS, AÑOS 1873-1890
chinos operando en la zona. En contraste con el año de 1881, Año N.º %
con un 33%, representa el pico más alto de inauguración y pre- 1873 3 2.9
1874 5 4.9
sencia de negocios chinos funcionando en el Rímac. Esto se ex-
1875 11 10.8
plica y está vinculado a flujos que iban apareciendo de chinos 1876 19 18.6
libres una vez que finalizaban sus contratos mayormente con las 1877 2 2.0
haciendas. Entre 1870 y 1874 llega a Perú el 50% del total de 1878 11 10.8
los chinos culíes, este contingente que finalizaba sus obligacio- 1879 12 11.8
1881 32 31.4
nes contractuales ocho años después quedó libre [entre los años
1890 3 2.9
1878 y 1882] para a continuación dedicarse a otros menesteres Total 98 100.0
en los que se pudieran desempeñar. Esto explica, nos parece, esa Fuente: Archivo Municipalidad de Lima
mayor presencia de apertura de negocios que se percibe en el Metropolitana, Licencias.
cuadro anterior.
El siguiente cuadro especifica números absolutos y relativos de locales por rubro, entre los años
1873-1881.
En el Cuadro 2 encontramos las actividades u oficios a los que se dedicaron los inmigrantes chinos
entre 1873 y 1881. La apertura de chinganas, con un 17.6%, representa la actividad más frecuente en-
tre los inmigrantes asiáticos, le sigue las encomendarías con un 14.8%, cajonero de víveres 14.0%, las
carnicerías con el 13.0%. Si a estos números agregamos las pulperías tenemos completa las actividades
comerciales de los chinos rimenses cuyo porcentaje es de 61%. Y las actividades de menor frecuencia
fueron sastrería con el 0.9% y barbería con el 0.9%. En este caso se comprueba la constante que los
chinos buscaron establecer negocios propios, incluso en algunos casos, muchos de los que tuvieron
Uno de los difíciles momentos que vivieron los chinos propietarios de negocios, incluyendo a Enrique
Lamas, fue en el verano del año 1881 (los días 15 y 16 de enero), un poco antes que ingresara al centro
de la ciudad de Lima el ejército triunfador chileno, luego de las derrotas de las batallas de San Juan y
Miraflores. Sucedió que los denominados «dispersos» (soldados peruanos que sintieron las derrotas)
entraron a la ciudad y saquearon e incendiaron los negocios de los chinos que estaban por las calles
cercanas al Barrio Chino e incluso en otras más (Bodegones, Melchormalo, Palacio, Polvos Azules,
Zavala, Capón, Albaquitas, Hoyos y «casi todas las que quedan Abajo del Puente», es decir el actual
Rímac). Copiamos in extenso una cita ilustrativa aunque conmovedora:
Los dispersos del ejército empezaron en la noche del 15 (enero de 1881), a recorrer en grupos por las
calles (de Lima), amenazando a los transeúntes y cometiendo actos de depredación, que no pudieron
ser reprimidos, porque toda autoridad había desaparecido. Atentados por la impunidad, excitados por
algunos malvados que los reunían y capitaneaban y por el licor que éstos mismos le prodigaban, se
lanzaron, desde las primeras horas de esta nefasta noche, a cometer toda clase de crímenes.
Protestando padecer de hambre, se echaron al principio sobre las encomenderías de víveres de los
inermes asiáticos, despedazaron sus puertas a disparos de rifle y hacha y entraron a saco en ellas sin
dejar cosa alguna y en seguida se lanzaron a los almacenes de artículos valiosísimos, que venden joyas,
telas finísimas de seda, mantas de burato y otras obras delicadas de manufactura asiática. Todos estos
almacenes fueron igualmente saqueados.
***
***
Pero esa no fue la primera muestra de participar en un triunfo patriota. Unos meses antes de la batalla
del 2 de mayo de 1866, Perú y Chile hicieron una alianza por la invasión española a las islas Chincha;
con este motivo se reunieron en mitin y algarabía unas 2000 personas, en este grupo de entusiastas
patriotas se constató «a muchos asiáticos, dos de ellos con banderas de su nación» que acompañaban
a ciudadanos que venían de Abajo del Puente6.
Sobre los chinos del Rímac en esta parroquia obtuvimos no poca información de sus libros —de 1850
a 1930— donde quedaron asentados bautizos, matrimonios y defunciones. Hemos encontrado algo
más de 650 nombres de estos orientales, que aunque no en el mismo período indicado, casi todos ellos
residieron de manera permanente con sus familias o trabajando en este distrito V, cuartel era antes).
Una de las formas de presentar estos datos es cuantitativa en cuadros que luego explicamos; la otra se
encuentra en el anexo 1, donde buena cantidad de notas sueltas son explicadas y a veces se han hecho
añadidos que justamente ayudan a esas explicaciones. Cuadro 3
Una parte de la información permite asegurar que el ma- BAUTIZO HIJOS DE CHINOS
yor número de ellos vivió en este lugar en la segunda mitad del EN PARROQUIA SAN LÁZARO
siglo xix y que fueron culíes y exculíes; y en un número menor Años N.º %
durante las cuatro primeras décadas del siglo xx estuvieron chi- 1850-60 7 7.4
nos inmigrantes libres. Esta conclusión resulta de la lectura del 1861-70 6 6.3
1871-80 10 10.5
cuadro siguiente:
1881-90 22 23.2
Las décadas que reúne este cuadro son del período 1850- 1891-900 16 16.8
1930, y contiene los bautizos de los hijos de los chinos residen- 1901-910 19 20.0
tes en Abajo del Puente. Sumados los bautizos de 1850 a 1900 1911-920 12 12.6
son 61 lo que es igual al 64%. Estos son los hijos de los excu- 1921-930 1 1.1
1931-940 2 2.2
líes, y el resto de niños bautizados 34, serían de los migrantes
Sub total 95 100.0
que llegaron posteriormente. Sin fecha 38
Algo más que se puede decir de estos hijos de chinos bauti- Total 133
zados es que los 133 del cuadro fueron solo el 25.5% del total Fuente: libros de bautizo de la parroquia
5 Relato de un extranjero que fue testigo presencial y que se encuentra en Pascual Ahumada (1884, t. 4: 116).
6 El Comercio, Lima, 19 de enero de 1866.
Cuadro 6
LUGAR DE NACIMIENTO DE PAREJAS DE CHINOS DE
PARROQUIAS DE SANTA ANA Y SAN LÁZARO
Santa Ana San Lázaro
Departamento N.º % N.º %
Amazonas 7 0.4 1 0.3
Áncash 140 7.7 30 11.2
Apurímac 2 0.1 1 0.3
Arequipa 50 2.8 6 2.2
Ayacucho 69 3.8 14 5.2
Cajamarca 18 1.0 2 0.7
Cusco 27 1.5 3 1.1
Huancavelica 28 1.5 6 2.2
Huánuco 31 1.7 10 3.7
Ica 83 4.5 11 4.1
Junín 186 10.3 25 9.3
La Libertad 57 3.1 9 3.4
Lambayeque 22 1.2 3 1.1
Lima 732 40.4 75 28.0
Lima prov. + Callao 242 13.3 50 18.7
Loreto 6 0.3
Moquegua 2 0.1
Pasco 49 2.7 14 5.2
Piura 26 1.5 5 1.9
Puno 4 0.2
Tacna 14 0.7
Otros 15 0.7
Subtotal 1 810 100.0 268 100.0
Sin datos 560 8
2 370 276
Fuente: libros de parroquias de Santa Ana y de San Lázaro.
7 Juan de Arona dice: «Nosotros tenemos frutas tercianientas, aguas tercianientas, habitaciones tercianientas, etc., por ser mucho más
propensos a la terciana» [fiebres altas cada ciertos días llamadas interminencias como consecuencia del paludismo o malaria].
Inevitablemente los chinos bajopontinos en algún momento tenían que fallecer; eso no ha signi-
ficado que esta presencia desaparezca en su totalidad, la descendencia que tuvieron son una manera
de continuar la «raza» y la cultura cantonesa en nuestro medio social. En el capítulo que continúa
trataremos solo el caso de un chino rimense, Enrique Lamas, con el que se comprobará lo frondoso
que puede ser el continuum de una sola persona.
8 Cuando indicamos que la fuente de la información del cuadro es casi todas las parroquias de Lima nos referimos a Santa Ana, San
Lázaro, Los Huérfanos, Sagrario, Santiago del Cercado y Archivo Arzobispal. Con la intención de comparar en columnas diferentes
hemos colocado lo de San Lázaro.
Sucesos en la vida y en la muerte de los chinos de Abajo del Puente según notas halladas
en los libros de parroquia de San Lázaro
El primer hijo de chino que se bautizó en esta parroquia ocurrió el 3 de setiembre de 1854. Sus padres fueron
Dian y Francisca Muñoz, no estaban casados y por eso el hijo, a quien lo llamaron José María Muñoz, fue
considerado de acuerdo a la época como un hijo natural, es decir, no legítimo. El presbítero Julián Durand fue
el párroco que bautizó a la criatura cuando solo tenía 6 días de nacido. El papá Dian no había sido bautizado.
El chino Guillermo Sánchez se bautiza el 25 de enero de 1889 cuando tenía 45 años, su padrino fue Andrés
Sánchez, nada extraño que el asiático ahijado asumiera el apellido del padrino. Ese bautizo se hizo en caso de ne-
cesidad, cuando había apuro por realizar un matrimonio. En este asiento de matrimonio al chino ponen que sus
padres eran gentiles. En la misma fecha contrae matrimonio con Elena Peña una huanuqueña de solo 19 años,
que había nacido el año 1870 y era hija de Gregorio Peña y Teodora Prado; padrinos del matrimonio fueron Luis
Pardo y Josefa Pardo. La pareja chino-peruana tuvo un primer hijo, Anastasio Jesús, nacido el 5 de diciembre
de 1901; dos años después nació María Maura el 22 de octubre de 1893.y Cirilo nace el 22 de julio de 1904.
Adolfo Lay nace en China el año 1852 y muere a causa de un tumor en junio de 1902 y como su familia
no tenía dinero le hicieron solo un entierro menor. Desconocemos el motivo por el que alguna vez le ponen
de apellido Foachen justo cuando asientan el bautizo de su primer hijo. Antes de fallecer (in articulo mortis),
es bautizado y luego de haberse confesado se casa con Juana Paredes, una limeña hija de José María Paredes y
Raimunda Loreto. Ese primer hijo se llamó Ricardo nació en febrero de 1898; el segundo fue Umberto Pedro
y nace en mayo de 1899; la tercera hija fue póstuma se llamó Clementina Filomena y nace en diciembre de
1902, seis meses después de la muerte de su padre; ella si era consideraba como hija legítima y los dos anteriores
naturales. Clementina en mayo de 1927 se casa con Augusto Neira en la parroquia San Bartolomé de Huacho.
Esta particularidad de varios rituales (bautizo, confesión y matrimonio) seguidos en o casi en una misma
fecha debida a la situación de una muerte muy cercana o in articulo mortis de uno de los cónyuges, ha sido fre-
cuente en San Lázaro y en muchas parroquias del Perú. Según creencia de los católicos, de esta manera se salía
de la vida en pecado pues se estaba en convivencia, y se pasaba al perdón religioso con el matrimonio en el que
si hubo hijos ellos dejaban de ser hijos naturales y pasaban a ser hijos legitimizados.
Manuel Vásquez nacido el año 1849 se bautiza en junio de 1899 en la capilla de la hacienda San Agustín
y tuvo como a su padrino a José Ricardo Balta, y ese mismo día se casa con la huancaína Felipa Valencia, hija
de Melchor Valencia y Jesús Romero; padrinos del matrimonio fueron Miguel Montero y su esposa María de
Montero.
Lo curioso de este caso es matrimonio en la capilla de una hacienda de El Callao, lo que indica que estaba
permitido, pero siempre y cuando quedara asentada en una parroquia, en este caso fue la de San Lázaro,
Nada extraño era la existencia de chinos con el mismo nombre y apellido no chinos. En este caso había
otro Manuel Vásquez que debe haber sido uno de los primeros chinos que llegó a Perú, nació el año 1829, era
conocido como relojero y su residencia estaba en el Rímac, jirón Paita N.° 259. Quien declara su fallecimiento
es Isidoro Carcelén y lo hace en diciembre de 1915 que ocurrió cuando el asiático tenía 86 años y que la causa
de su defunción fue la vejez.
A comienzos del siglo xx, la imaginaria división política de Abajo del Puente, estaba conformada por huertas
de chinos, bodegas de italianos, conventos, muchos conventillos, algunas fábricas de alemanes, solares, la Casa
de Ingunza y su desobediente Mirador y la Quinta Presa más alejada, en lugar de reposo y apartada totalmente
del corazón de la ciudad, la Alameda de los Descalzos, el Paseo de Aguas, Acho, más huertas, Amancaes, más
conventos, callejones y tugurios. Por todo lado siempre la tradición, la belleza, la poesía, la quietud; la Lima del
900, plena República, Don Nicolás de Piérola, viene desde los Barrios Altos, y a caballo, para beber la famosa
manzanilla de su tocayo Don Nicola, el de la calle Piura, después esa taberna la manejaría el inolvidable Balestra,
el de las cejas de gnomo y los bigotes de manubrio, antes de Piérola, también Balta, después de tender el nuevo
puente.
Artistas, poetas, pintores, todo el mundo viene a Abajo del Puente, le aman y le temen, aquí se inventó el
peaje, durante unos carnavales, cuando unos pitucos del elegante barrio de Santa Beatriz, tuvieron la impruden-
cia de llegar hasta el Salitral, y vestidos de blanco, pagando por quedar indemnes, dos reales cada uno.
Don Ricardo Palma extrae del Rímac, muchas de sus tradiciones, después vendrán Bocanegra, Saco, Pinglo,
Bartola, Montes y Manrique, Espinel, jarana, versos, violas y cajón; ayer nomás Sérvulo en una cantina pintaba
frescos, maravilloso artista nuestro hasta la muerte; tras antes de ayer Diez Canseco y Chupitos iban de la mano
bajo la fina garúa limeña, que parece ver al inmortal narrador, inspirando su tierno cuento, sentado al pie del
viejo kiosco del fonógrafo y contemplando entre el susurro de moreras y jacarandás, el remoler de los trompos.
ENRIQUE LAMAS
UN CHINO BAJOPONTINO
Hace algunos años el obispo Fernando Lamas nos llamó desde Suiza, donde ejercía su sacerdocio,
pidiendo que lo ayudemos a hacer su árbol genealógico que sería un legado para sus familiares. Un
equipo de personas experimentadas1 —que en un inicio conduje y luego el grupo tomó su propia
dinámica— le hizo el trabajo. Una inmensa labor que concluyó en el árbol y en sus ramas, en arbo-
litos y sus ramitas, llegando hasta la actualidad. Entregado el trabajo Fernando añadió miembros de
su familia que no estaban y todo es parte de una web. Ahora solo incluimos pocas páginas con el fin
que se perciba la magnitud de la familia de un exculí que tuvo descendencia. La conclusión de esta
experiencia es que miles de árboles son posibles de reconstruir de esos miles de chinos culíes y chinos
libres que se integraron y fueron parte de la edificación de la sociedad peruana.
***
Enrique Lamas nació en China, Cantón, aproximadamente en 1825. No hay seguridad del año de su
nacimiento ya que antes no eran tan rigurosos como actualmente con las inscripciones de las partidas
de matrimonios, bautizos y defunciones. Es por ello que se le encuentra con edades diferentes en las
diversas partidas de bautizos de sus hijos. La fecha de nacimiento está calculada teniendo como refe-
rencia la edad que tenía al fallecer.
En 1891 es empadronado el negocio en el que estaba en ese momento2. Los datos que se consig-
naron fueron: edad 50 años, nacido en China, casado, religión Confucio, cocinero, fonda ubicada en
Chira N.º 34. El terreno del negocio pertenecía a A. Cassinelli y estaba cerca del mercado Limoncillo
en el Rímac. Al mismo tiempo, en la misma dirección y considerados como cocineros de esa cocinería
aparecen otros tres chinos de los que se indica que tienen como religión Confucio, uno de ellos se
llamaba Asán de 50 años y era soltero, otro que había adoptado el nombre de Antonio Miranda, era
soltero y tenía 70 años, el último era Abón, igualmente soltero de 63 años. Estaba a su vez en la misma
fonda la cocinera Manuela Aparicio, de 40 años, casada, mestiza, católica.
El chino Enrique falleció el 20 de marzo de 1892 a la edad de 67 años3, la inscripción de su defun-
ción se realizó en la parroquia de San Lázaro. Al momento de fallecer dejó siete hijos vivos. Su entierro
fue considerado como entierro menor, el mismo que se ofrecía a personas de recursos limitados.
Enrique se casó con María Luján el 2 de enero de 18824 en la parroquia de San Lázaro, Rímac.
María Luján nació en Trujillo en 1847, sus padres fueron Julián Luján y María Gutiérrez o Saavedra5.
1 El equipo estuvo formado por Milagros Lock (historiadora), Rebeca Carrasco (historiadora y antropóloga) y mis hijas Rebeca (educa-
dora) y María Luisa (administradora de empresas).
2 Empadronamiento de establecimientos públicos cuaderno N.º 3 F. 46 Municipalidad de Lima.
3 Archivo Arzobispal. Libro de defunción 22 (1891-1896) folio 66, parroquia San Lázaro.
4 Archivo Arzobispal. Libro de matrimonio 14 (1882-1891) folio 36, parroquia San Lázaro.
5 En su matrimonio figura que su madre es María Gutiérrez y en su defunción María Saavedra.
373
Falleció el 31 de agosto de 18956 a la edad de 48 años y la causa de su muerte fue tuberculosis pulmo-
nar. El entierro que le dieron fue menor y no recibió auxilios religiosos.
El nombre y apellido de Enrique Lamas han sido adoptados. No se conoce el patrimonio en chino
con el que llegó a Perú, y, posiblemente, la adopción se debió a que en alguna parroquia – no se sabe
cuál-, fue bautizado. La pérdida de apellido o el etnopatronímico de la onomástica originaria, era casi
una costumbre en Perú. Fue una imposición cultural hispana. Le sucedió a una parte de la población
tawantinsuyana, ocurrió con casi todos los esclavos de origen africano7 y casi con todos los culíes que
sobrevivieron a los años de su contrato8.
En el caso que estamos tratando es seguro que Enrique fue bautizado y que cambió el apellido.
Referencias de la parroquia de San Lázaro, donde él aparece precisan que es católico y en todos los
casos eso se registraba con mucha seriedad y sin concesiones. A pesar de las indagaciones realizadas
no se ha encontrado su partida de bautismo que, por alguna información no comprobada, podría
encontrarse en Ascope, La Libertad.
Hemos hallado a varios chinos que como él (en Lima y en los valles liberteños) tomaron el apelli-
do Lamas. Por lo general el padrinazgo se hacía con quien era el patrón, decisión por conveniencia o
estrategia de sobrevivencia de aquellos chinos que se llevaban bien con sus amos.
Así que es posible que el jefe que contrató a Enrique cuando estuvo en la condición de culí o
semiesclavo haya sido persona apellidada Lamas.
La otra posibilidad es que ese apellido Lamas es muy cercano al apellido chino Lam y por ese mo-
tivo los chinos Lam y Lan hayan preferido el patronímico castellano Lamas9; así como los chinos de
apellido Leo o Lo les atraía el apellido castellano León, y los de apellido Lao les gustaba el apellido es-
pañol Laos. En información verbal-telefónica recibida de Miguel Lamas Agüero, biznieto de Enrique,
afirma que Prudencio, su abuelo, le contó a su padre que el apellido Lamas viene de Lam. Si es así, no
hay más dudas ni discusión sobre esto.
No es muy seguro el año en que Enrique llegó a trabajar como culí a Perú. De la información que se
tiene tenemos la siguiente secuencia que es nuestra deducción lógica:
6 Parroquia San Marcelo libro de defunción 15 (1889-1896) folio 246, partida 914.
7 Presento un caso familiar. Los apellidos de mi padre fueron Rodríguez Iturregui. El abuelo de mi padre tenía una hacienda en
Lambayeque que se llamaba Capote donde había algo más de 80 esclavos. Según censo de Lambayeque anterior a 1854 año de la
manumisión (que se encuentra en el Archivo Departamental de Lambayeque), casi toda esa cantidad de esclavos tenía un nombre y
como apellido llevaba Iturregui.
8 En los primeros años del tráfico amarillo el tiempo obligatorio establecido para los culíes fue de 5 años y posteriormente 8 años. Hay
que tener en cuenta que buena parte de los semiesclavos chinos al finalizar ese periodo forzoso se recontrataba por un tiempo adicional
que fue muy variado.
9 El apellido Lamas es de origen gallego que en algún momento pasó a Castilla.
Otro asunto que interesa es determinar dónde y en qué actividades productivas o de servicio se desem-
peñó el culí Lam mientras duraron sus cinco años como contratado y qué hizo después.
Por información histórica de un miembro de la familia Lamas —que no hemos comprobado—,
Enrique Lamas inmediatamente llegado a Perú trabajó en la hacienda Gazñape en el valle de Chicama, cer-
ca de Ascope, a 50 kilómetros de Trujillo. La compañía propietaria en el siglo xix era Lamas Pinillos y Cía.,
este latifundio cañero el año 1876 tenía trabajando en sus cañaverales o en su fábrica a 75 chinos culíes.
¿Pero qué hizo cuando dejó esa propiedad agrícola? Nos inclinamos a pensar que Enrique cuando
quedó libre dejó el campo y laboró enseguida en alguna actividad vinculada a servicios, servidumbre o
cocinero. Esta experiencia como chino libre lo condujo en algún momento y con algún capital a tener
su propia fonda en el Rímac. Este proceso sucedía con esos chinos sirvientes, jardineros, lavanderos
y/o cocineros que no estaban acostumbrados y no les agradaba el exigente trabajo en las chacras de
fundos o haciendas de los valles costeños peruanos.
La servidumbre doméstica que ejercieron los chinos culíes fue muy similar a la que antes de ellos
estuvieron sometidos africanos y su descendencia. En buena cuenta los primeros reemplazaron a los
segundos. Fueron miles los chinos sirvientes10. Y las frecuentes fugas que produjeron fueron regular-
mente informadas por sus amos en avisos que publicaban en diversos periódicos limeños (El Nacional,
El Comercio, El Heraldo).
Tenemos la certidumbre que cientos de chinos que fugaban de sus patrones. Buena parte de los
cimarrones era gente que trabajaba en hogares limeños. Esto no era diferente de lo que sucedió con
los esclavos de origen africano: la fuga o cimarronaje ha sido en ambos casos una de las más evidentes
manifestaciones de rechazo a los regímenes de esclavitud o semiesclavitud.
10 Esto lo hemos comprobado revisando los diferentes censos que hubo de Lima y que forman parte del archivo del Consejo Provincial
de Lima Metropolitana.
4. De fondista en Limoncillo
¿Porqué una fonda en Limoncillo? A pesar de que no tenemos mucha información del todo precisa
sobre Limoncillo12 sabemos que primero fue un camal, por lo cual se convirtió13 en una zona se-
miindustrial donde desde mucho tiempo atrás (siglo xvi) ya había curtiembres14 que continuaron en
tiempos de presencia china y justo en esos años hubo chinos que trabajaron como curtidores15. Aún
en la actualidad hay estas curtidurías16, y también se fue creando un mercadillo al que concurría gente
a hacer sus compras; no en vano una de las calles cercanas se llamaba Mondongueras. Y recién en 1926
se levanta el local que en su mayor parte aún perdura. Ha sido una constante en el país que chinos
exculíes se congregaran alrededor de los mercados de abastos, donde la clientela que asistía era algo
atractivo a la que se le podía ofrecer cualquier producto y también comida preparada en las fondas.
Curiosamente las calles cercanas a Limoncillo y al otro mercado Baratillo llevan designaciones
referidas a grupos tribales africanos como Congos, Minas, Mandingas, Terranovas y hasta una de
las calles principales rimenses, Malambo, es un afronegrismo que de antes se encontraba igualmente
como nombre de calle en varios lugares del Perú (Huacho, Zaña, Etén, etc.) En Lima los callejones de
la calle Malambo fueron lugares de mayor concentración de afroperuanos.
Decimos todo lo anterior para que se tenga en cuenta que el ambiente afroperuano de Abajo del
Puente fue en algo similar en el que vivió Enrique Lamas y su familia.
5. Su descendencia
Enrique y María se casan. En la partida de matrimonio figura que él se encuentra in articulo mortis
—probablemente en ese momento tuvo una enfermedad grave que no lo llevó a la muerte— y que era
católico17. Esta pareja matrimonial tuvo 8 hijos:
11 Al investigar en varias de las parroquias de Lima hemos encontrado miles de chinos esposas e hijos; muchas de estas esposas no eran
limeñas, habían nacido en muy diferentes partes del país. Esto nos dice que no resulta nada extraño que el chino Enrique Lamas haya
con un trujillana, María Luján.
12 Debe tenerse en cuenta que el siglo xix Lima era sobre todo lo que actualmente se llama Lima cuadrada y que el Rímac era principal-
mente el jirón Trujillo y Malambo. Limoncillo existía pero estaba algo distante.
13 Según Ricardo Mariátegui: «[desde 1787] a la calle Pedrería se le denominaba Limoncillo por los buenos limones que se producían en
la huerta existente. En la actualidad [se refiere a la década de los años 50 del siglo xx], se llama Limoncillo una calle del jirón Chira,
pero en aquel entonces eran ambas». Ver Mariátegui (1956: 122).
14 «A principio de 1563 establecieron Alonso Márquez y Alonso de Torres la tenería o curtiembre con abierta puerta grande al camino
Real de Trujillo» (Mariátegui, 1956: 122).
15 Un ejemplo que se refiere a un chino cimarrón: «La persona que tienen escondido o empleado al chino Achá, que tienen boleto de la
Intendencia como curtidor de la fábrica del Prado N.° 352». El Comercio, Lima, jueves 2 de agosto de 1855.
16 Prudencio, hijo de Enrique Lamas, fue dueño en el Rímac de una curtiembre en la que uno de sus hijos, seguramente haciendo labores
de curtidor, tuvo un accidente y perdió un brazo.
17 Cuando mencionan que es católico quiere decir que ha sido bautizado. Tuvo que ser así, pues para poder casarse por la iglesia la única
forma en el siglo xix debía antes ser bautizado.
Como María Luján murió solo tres años después que Enrique, Eulogio quedó huérfano a muy
temprana edad (10 años) y es muy posible que tuviera que vivir con su hermano Prudencio, 15 años
mayor.
Contaba Clorinda Lamas Benites que su papá Eulogio Lamas Luján recordaba que, como juego,
lo metía en un baúl que estaba lleno de monedas y que con las monedas lo bañaba. Agrega también
que su abuelo Enrique Lamas tuvo una curtiembre en un lugar de Abajo del Puente al parecer llamado
Viterbo y, al fallecer, su hijo Prudencio se hizo cargo de la curtiembre.
18 El importante número de hijos fallecidos no debe llamar la atención; por entonces predominaba una alta tasa de mortandad infantil.
19 Archivo Arzobispal. Libro de bautizo 29 (1873-1875) folio 105, parroquia San Lázaro.
20 Archivo Arzobispal. Libro de defunción 18 (1876-1878) folio 238, parroquia San Lázaro.
Prudencio Lamas Luján tuvo como segunda pareja a María Rosa Caballero y los siguiente hijos
que llevaron el apellido Lamas Caballero:
– Prudencio (¿-?),
– Inocente Cesario (1896-?)
– Humberto (1898-1904),
– Tomás (1899- falleció en el hospital Almenara un 24 de diciembre cuando tenía aproximadamen-
te 92 años),
– Benito José (1901-?),
21 Archivo Arzobispal. Libro de defunción 19 (1878-1881) folio 235, parroquia San Lázaro.
22 Archivo Arzobispal. Libro de bautizo 32 (1880-18839 folio 25, parroquia San Lázaro.
23 Archivo Arzobispal. Libro de defunción 20 (1882-1888) folio 17, parroquia San Lázaro
Eulogio Lamas Luján tuvo como tercera pareja a María Amelia García. Amelia vivía en Barrios
Altos por Carmen Alto. Al casarse se hizo cargo de los hijos que tuvo Eulogio con María Benites.
Eulogio y Amelia tuvieron cinco hijos de apellidos Lamas García:
– Luis,
– Elsa,
– Yolanda,
– Julio,
– Alberto.
Nos parece que el chino Lam, es decir, Enrique Lamas, fue, como muchos de sus paisanos, un hombre
tranquilo, trabajador y emprendedor, cumplido, perseverante y la familia inmediata que formó, en
comparación de otros chinos, deja una sensación de haber sido una familia estable cuyos miembros
en conjunto duraron y que hasta trabajaron siempre unidos; que para casi todos ellos el distrito del
Rímac fue su barrio donde crecieron y laboraron y, seguramente el suburbio donde obtuvieron sus
parejas igualmente bajopontinas, y el mercado de Limoncillo ha sido su lugar de residencia y com-
pras de siempre, que quizás Malambo fue la calle donde se jaranearon más de una vez y que fueron
feligreses de la parroquia de San Lázaro donde más de uno se bautizó, se confirmó y donde contrajo
matrimonio.
No extraña, por eso, que en los meses que se hizo la investigación, hayamos encontrado a más de
una rama de esta descendencia por estas mismas calles rimenses y que varios de los miembros hayan
sido jaraneros y de trago, y que, por la cercanía y seguramente por mestizaje con gente afroperuana,
alguno de ellos tenga la piel oscura.
DEFUNCIONES, EXEQUIAS,
ENTIERROS Y EXHUMACIONES
EN UN VALLE
1. Enfermedades que llevaron a la muerte
Las causas de las muertes de los chinos del valle del Jequetepeque a comienzos del siglo xx —marco
temporal de este capítulo— es una información difícil de lograr a través de documentos y bastante
imprecisa cuando se obtiene. Sobre el particular tenemos información obtenida de los archivos parro-
quiales del valle y de las municipalidades distritales, y solo se trata del 9.4% (93 nombres) de infor-
mación del total, 986 chinos, que hemos hallado en los libros de esos repositorios; de este total nos
pareció conveniente hacer una división en dos grupos que permitía comparaciones: los que llegaron
durante la gran oleada del siglo xix (1849-1874), son 67 nombres y se trata de chinos culíes (Cuadro
1), y los que emigraron a Perú y se quedaron en el valle después del año 1874, son 26 nombres
(Cuadro 2)1, este segundo grupo se trata de emigrantes que llegaron por su propia cuenta, de manera
libre. Esos 93 chinos con información sobre causas de sus muertes, además que es una muestra obte-
nida al azar, no son un número que nos pueda ayudar a llegar a conclusiones ni a proposiciones, pero
sí a hacer algunos comentarios.
Cuadro 1
CHINOS LLEGADOS ANTES DE 1874
Año de Apellido y nombre del Edad Distrito de
Profesión Defunción Enfermedad
nacim. chino muerte residencia
01 1835 Ajoy comerciante 25/11/1930 arterioesclerosis 95 Pacasmayo
02 1862 Chang Chin Nan 26/11/1923 arterioesclerosis 71 Chepén
03 Ma Horna, Manuel 04/01/1919 asistolia (corazón) ? Guadalupe
04 1847 Asian, José relojero 09/10/1912 del corazón 65 Pacasmayo
05 1853 Condemarín, Pedro comerciante 12/08/1933 ataque cardiaco 80 Pacasmayo
06 1856 Gonzales, Antonio 27-10-1897 ataque al cerebro 41 Guadalupe
07 1853 Bamberger, José agricultor 10/10/1908 ataque al cerebro 55 Pacasmayo
08 1865 Chang Yiu 06/11/1914 ataque cerebral 49 Chepén
09 1839 Chamsón 27/12/1899 congestión cerebral 60 Chepén
10 1860 Achí 13/09/1921 hemorragia cerebral 61 Pacasmayo
11 1835 Afó pulpero 21/02/1905 cirrosis hepática 70 Pacasmayo
12 1854 Miranda, Antonio comerciante 19/05/1919 cirrosis hepática 65 Pacasmayo
13 1839 Salcedo, Mateo 12/08/1910 congestión al hígado 71 Chepén
1 Para hacer esta separación hemos tenido en cuenta el año que nacieron considerando que los que llegaron en condición de contratados
(llamados culíes) la menor edad que se conoce que desembarcaron fue de 9 años, es decir, si el último barco con cargazón de culíes
acoderó en el Callao el año 1874 en consecuencia era correcto separar en la lista a todo oriental que hubiera nacido en 1865 y hasta
cualquier año anterior. Otro indicio era el apellido, ya que casi todos los chinos culíes adoptaron apellidos de sus padrinos, por lo
general peruanos con patronímicos de origen español.
385
14 1828 Apuy, José M. 20-08-1878 del hígado 50 Guadalupe
15 1819 Achoy comerciante 05/09/1905 consunción 86 Pacasmayo
16 1849 Macon, José 07/11/1918 consunción 69 Chepén
17 1843 Saavedra, José comerciante 17/09/1917 de los riñones 74 Chepén
18 1860 Balta, José Achón relojero 25/09/1920 de los riñones 60 Chepén
19 1860 Godar, Francisco comerciante 02/04/1922 infección orinosa (urinaria) 62 Pacasmayo
20 1849 Sánchez, José María comerciante 20/11/1918 cistitis crónica 69 Pacasmayo
21 1839 Pita, Antonio comerciante 29/04/1924 retención de orina 85 Pacasmayo
22 1841 Sánchez, José 15/06/1907 del estómago 66 Chepén
23 1840 Agua, 30/07/1905 disentería 65 Chepén
24 Wan, Manuel 18-05-1885 disentería ? San Pedro de Lloc
25 1849 Fuentes, Domingo Alí 17/01/1927 obstrucción intestinal 78 Chepén
26 1846 Vértiz, José María comerciante 17/02/1927 infección intestinal 81 Chepén
27 1843 Plaza, José Timoteo 24/01/1903 fiebre 60 Guadalupe
28 1847 Paredes, Alejandro 21-07-1877 fiebres 30 San Pedro de Lloc
29 1842 Bazán,Juan Adelino 30-06-1898 fiebres palúdicas 56 Guadalupe
30 1869 Li, José 10/08/1944 paludismo 75 Pacasmayo
31 1845 Li Cam, Felipe 04-10-1885 hidropesía 40 Chepén
32 1840 Noriega, Francisco 09-03-1899 de opilación (hidropesía) 59 Chepén
33 1860 Canevaro, Francisco comerciante 26/11/1920 de costado (neumonía) 60 Chepén
34 1831 Deza, José del Ca. 31-08-1891 pulmonía 60 Guadalupe
35 1827 Rázuri, Rosario 14-04-1895 pulmonía 68 Guadalupe
36 1852 De la Fuente, Nicanor Ignacio 21/08/1900 pulmonía 48 P. San Pedro
37 1845 Marroquín, José del Carmen 13-11-1895 pulmonía 50 Pacasmayo
38 Arias, Miguel 04-11-1893 pulmonía ? Pacasmayo
39 Bardales, José María 30/08/1900 pulmonía ? Pacasmayo
40 Lavalle, Juan 13-09-1897 pulmonía ? San Pedro de Lloc
41 1853 Asuy V. José (Guinse) 27/01/1907 afección pulmonar 54 Chepén
42 1853 Velásquez, José 27/01/1907 afección pulmonar 54 Chepén
43 1825 Asian comerciante 22/09/1905 arteria pulmonar 80 Pacasmayo
44 1865 Aló comerciante 13/12/1905 bronquitis 40 Pacasmayo
45 1836 Checa, Juan 13/07/1906 congestión pulmonar 70 Guadalupe
46 1834 Saes, Toribio 06-03-1882 tisis 48 Chepén
47 1829 Landázuri, José Antonio 14-11-1889 tisis 70 Guadalupe
48 1818 Plaza, José Agapito 21-08-1898 tisis 80 Guadalupe
49 1845 Farfán,Alejandro comerciante 08/08/1900 tisis 55 Guadalupe
50 1831 Alva, Juan Bautista sin fecha tisis ? Guadalupe
51 1858 Fuentes, Nicanor 16/05/1908 tisis 50 Guadalupe
52 1857 Ugaz, Valentín comerciante 03-07-1884 tisis 27 San Pedro de Lloc
53 1869 Sang, Juan comerciante 29/08/1945 tisis 76 Pacasmayo
54 1865 Chan, Gen 20/03/1910 tuberculosis 55 Chepén
55 1851 Egúsquiza, José Manuel comerciante 17/05/1913 tuberculosis 62 Pacasmayo
56 1845 Salcedo, Manuel 17/03/1907 reumatismo 62 Chepén
57 1828 Acuna Ríos, José comerciante 10/12/1931 debilidad senil 103 Pacasmayo
58 1862 Li, Manuel comerciante 27/10/1940 senectud 78 Pacasmayo
59 1831 Gonzales, Francisco comerciante 14/04/1933 senectud 102 San Pedro de Lloc
60 1830 Solano, Manuel Ma. 25-08-1871 repentinamente 41 Guadalupe
61 1845 Palacios, Miguel 21-06-1873 súbitamente 28 Chepén
62 1844 Delgado, Antonio 04/01/1904 súbitamente 60 Guadalupe
Cuadro 2
CHINOS LLEGADOS DESPUÉS DE 1874
Año de Apellido y nombre del Edad Distrito de
Profesión Defunción Enfermedad
nacim. chino muerte residencia
01 1874 Alí comerciante 13/07/1907 afección pulmonar 33 Chepén
02 1871 Che Lung, Antonio comerciante 30/04/1939 bbronquitis 68 Chepén
03 1891 Sin, Julio comerciante 30/10/1936 fimatosis pulmonar 45 Pacasmayo
04 1900 Lao, Juan 06/12/1928 neumonía 28 Chepén
05 1889 Cam, José cocinero 01/12/1930 neumonía 41 San José
06 1878 Chang Teng, Federico comerciante 10/03/1945 cáncer 67 Pacasmayo
07 1885 Wong, José comerciante 14/11/1943 neoplasia intestinal 58 Pacasmayo
08 1910 Chang, Porfirio S. 16/10/1932 de peste 22 Chepén
09 1905 Lu Wong, Telmo Alejandro empleado 09/09/1939 encefalitis 34 Hda. Tecapa, San José
10 1886 Yicán, Magdalena 26/05/1916 fiebre perniciosa 30 Chepén
11 1872 José de la Anunciación 26-05-1893 fiebres 21 Hda. Catalina Guadalupe
12 1882 Cheng, Pon comerciante 11/03/1935 paludismo 53 Hda. Tecapa, San José
13 1901 Lam Chang 14/01/1915 perniciosa 14 San Pedro de Lloc
14 1890 Kcomt, Jorge comerciante 24/02/1932 perniciosa palúdica 42 Pacasmayo
15 1877 Achón (= Chale) 11/04/1909 infecciosa 32 Chepén
16 1887 Yong Fu, Arturo comerciante 02/09/1941 insuficiencia cardiaca 54 Pacasmayo
17 1880 Sacji Shi, José 17/09/1948 infección cardiaca 68 Pacasmayo
18 1883 Tay, José comerciante 08/09/1919 parálisis ascendente 36 Pacasmayo
19 1886 Li Ho Lo, Arturo industrial 04/06/1916 peste bubónica 30 Pacasmayo
20 1906 Koo, Leoncio comerciante 09/02/1937 septicemia gripal 31 Pacasmayo
21 1904 Lam, San Chong comerciante 13/05/1932 tuberculosis 28 Pacasmayo
22 1891 Mac Koo, Roberto comerciante 05/10/1941 tuberculosis intestinal 50 Pacasmayo
23 1876 Sin San Li comerciante 10/11/1938 traumatismo 62 Pacasmayo
24 1887 Aleón, José comerciante 03/09/1918 arma de fuego 31 San Pedro de Lloc
25 1879 Giu Chu Ung, César herbolario 04/03/1926 heridas de arma 46 Chepén
26 1896 Manse, Rosa 20/03/1917 parto prematuro 31 Hda. Cultambo Pacasmayo
En cuanto a las enfermedades que causaron defunciones en el primer grupo, las causas pulmona-
res (23 casos) son lo más frecuente y es evidente que muchos fallecieron de tuberculosis, seguramente
como consecuencia de los años que trabajaron en las haciendas, aunque, de acuerdo con lo que se
conoce —asunto que no se puede generalizar para todos los lugares donde se encontraron—, los culíes
no estuvieron mal alimentados, recibieron siempre arroz y no faltaba carne. Los diez primeros chinos
del Cuadro 1 fallecen por males cardíacos o por derrames cerebrales que nos parece tienen alguna vin-
culación. Solo seis parece que fallecen como consecuencia de las fiebres palúdicas o malaria, enferme-
dad endémica en la costa. Seguramente mucho más en el valle del Jequetepeque en tanto uno de sus
sembríos principales fue arroz, cultivo que requiere agua estancada lo que a su vez facilita la aparición
2. Exequias y traslación
Por falta de información precisa solo encontramos, luego que un chino ha fallecido, que los rituales
que siguieron no fueran muy diferentes a los que se hacían con cualquier peruano al que se debía dar
el último adiós. Creemos, sí, que los hubo como facilitar a los miembros de la familia del difunto, un
sobre con algo de dinero. En las exequias, en los féretros, en tipo de tumba y después en las lápidas
— tanto de peruanos como de chinos— había mayores o menores suntuosidades o muy modestas:
todo dependía de quién fuese el difunto y de las riquezas en su hogar.
Había quienes podían poner aviso en el diario local inmediatamente sucedía la defunción, como
el que sigue:
FALLECIMIENTO
En la hacienda Semán ha fallecido la señora Elena de Zaulan, esposa del conocido agricultor señor Che
Zaulan.
Su sepelio se verificará [sic] mañana a las 11 en el cementerio de este puerto (Pacasmayo)2.
Los diarios ponían noticias de fallecimientos de chinos cuando se trataba de personajes de alguna
notoriedad, interesa la siguiente:
FALLECIMIENTO
El sábado falleció en esta ciudad el asiático Achón, conocido generalmente con el sobrenombre
Relojero, a la avanzada edad de 82 años.
Achón era el decano de la colonia china en esta provincia; vino a Lurifico en la época en que era pro-
pietario de esa hacienda el coronel don José Balta. En su oficio fue muy competente3.
Una de las demostraciones que hemos percibido de dar condolencias y estar presentes es en cuanto
al número de arreglos florales. Gente «importante» recibía mayor cifra de coronas y cruces y llegaban
AGRADECIMIENTO
La esposa e hijos, tía, hermanos políticos, primos y demás relacionados del que fue:
Lorenzo Asuy Sánchez
dan las más expresivas gracias a las personas que se dignaron acompañar a la traslación de sus restos
mortales al Cementerio General, así como a los que tuvieron la fineza de enviar piezas florales.
Chepén, 10 de mayo de 1921
Corazones: Carmen Sánchez, Francisco Sánchez, Lorenzo A. Sánchez, Rosendo Lavalle, Idelfonso
Tantaleán, Josefa Alva, Carmen H. de Magliola e hija7.
3. Entierros
No hay fecha precisa que conozcamos para determinar con exactitud desde cuando se adquirió un
amplio terreno en la parte norte del puerto de Pacasmayo destinado para enterrar a los chinos que
fallecían en el valle.
Hasta mediados del siglo xix —y quizás unas décadas más— en el puerto de Pacasmayo y en
muchos lugares del Perú, incluyendo Lima, era costumbre usar el contorno de las iglesias para sepul-
tar a los difuntos. Por esta norma eclesiástica, esos cementerios eran administrados por los párrocos,
y no podían ser enterrados los que no fuesen católicos, eso sucedió con un personaje pacasmaíno,
Benjamín Kauffman, y ocurrió con los chinos que eran sepultados, al principio de su presencia estable
en el puerto, en la primera cuadra de la calle Daniel Carrión con la avenida 28 de Julio, al pie del
barranco (Polo, 1978: 345).
No tenía nada de especial. Allí estaba, al lado del cementerio peruano, decoroso hace 70 años, cuando
lo conocí. Fue descuidado y se deterioró con el tiempo. Hace unos 40 años se evidenciaba su total
abandono y, luego, hace 10 años ya era un terral. Nada de especial se comentaba. Nadie hablaba de él
y nunca vi un entierro de chino alguno8.
En otras comunidades chinas de provincias que conocemos y también en la inmensa de Lima, siempre
han sido los más ricos —generalmente comerciantes— los que han comandado al resto de sus paisa-
nos, y han sido organizadores de diversas instituciones, seguramente así ha sucedido con los chinos
ricos del valle que decidieron tener un campo santo o cementerio propio. Lo que sucedió con los
culíes que fallecían en las haciendas que los enterraban en cualquier lugar, y prohibiciones expresas
que no permitían entierros de chinos que no hubieran sido bautizados en cementerios de católicos
debe haber sido lo que condujo a que se decidieran a tener un terreno propio. En Guadalupe hubo
un cementerio, según conversación con un descendiente de chino nos dijo que, refiriéndose a un
paisano, «él fue el que hizo el cementerio de Pacasmayo, gastó un montón de plata por gusto, bueno
eso es aparte, era medio excéntrico, cuando un chino le llevaba una idea y le parecía buena, tenía que
hacerla. A veces sacaba dinero de su propio bolsillo, no miraba cantidades, por eso tenía un buen cargo
en el Centro Comercial Chino, nunca tuvo otro». Seguramente Miguel Situ, nuestro informante, se
refiere a Ricardo Kcomt, quien fue también el organizador, en el verano del año 1924, del Centro
Comercial Chino, en Chepén, el diario La Unión se refiere a él diciendo que «es un joven entusiasta y
socio de la importante firma comercial Jau Chong y Co.»9.
Y un descendiente chino, en una de sus novelas, nos ofrece este recuerdo de la década de los años
30 del siglo pasado:
En el puerto de Pacasmayo también funciona la Sociedad de Beneficencia China, que posee propie-
dades cuyas rentas sirven para la ejecución de obras benéficas. Con sus fondos se ha construido un
cementerio donde son sepultados los inmigrantes fallecidos de toda la provincia, aunque algunos de
carácter jocoso, comentan alegremente que cuando se mueran, aun cuando los amenacen de muerte,
no desean ser sepultados allí, porque el clima es muy frío por estar frente al mar (Li Mau, 2010: 65).
Los entierros de chinos del valle en el siglo xx no se han realizado solamente en el panteón de chinos
de Pacasmayo, se han hecho en distintos cementerios de los centros poblados del valle, basta caminar
por alguno de ellos y no faltarán las lápidas de algún fallecido de apellido chino, incluso con caracteres
chinos.
8 Conversación con Lothar Busse (75 años), Lima, 19 de setiembre de 2012. Ver también anexo 1.
9 La Unión, 10 de febrero 1924.
Las cenizas de Miguel Situ padre están aquí en su casa. El día que se las trajo, nosotros los del grupo
de la danza del león, estábamos aquí en la puerta de su casa. Yo dije algunas palabras, pues era el más
allegado a él del grupo, di nuestros agradecimientos. Le prendimos unos inciensos dentro del baúl. El
incienso es como un ramo de flores que uno le da una persona en un macetero, le llenas de arena, vas
y plantas incienso. Entonces el león danzó y como felizmente salió al medio de la pista Christian Situ,
hijo de Miguel, quien en sus inicios fue el padrino en el bautizo de ese león, él era quien le tenía que
dar la muerte. Con este fin al león se le tapa los ojos con unos papeles porque se dice que así se echa al
piso y se le tapan los ojos para que no vea lo que le va a pasar, pero el león está preparado para lo que
sea. Le tapamos los ojos, le rociamos alcohol y Christian fue quien prendió… en el momento que tú
ves que el león se incendia, los mejores recuerdos de Miguel se van con él. Hasta ahora me turbo porque
fueron bastante emotivos esos momentos10.
4. Exhumación y repatriación
No es nada extraño que un emigrante tenga el escondido o explícito deseo de retornar al lugar donde
nació, donde se tuvo a la familia y a los ancestros, donde fue haciéndose mayor, y vivió viendo un
ejemplar paisaje y soportando o gozando de un tipo de clima, donde comió y amó los potajes típicos
quizás escuchando música inolvidable. Los chinos inmigrantes al Perú no fueron una excepción, die-
ron muestras de la ansiedad del regreso y, no solo la de ellos, deseaban un regreso de toda la familia
que tenían en Perú.
Muchísimos no lograron esa pretensión, murieron y fueron enterrados en tierras peruanas, sea en
las huacas que estaban dentro de las haciendas o en los márgenes de ellas, en los cementerios adonde
iba todo el que fallecía sin distinción de clase o raza o en cementerios exclusivos para chinos como fue
el que había en Pacasmayo para todo difunto chino que fuese del valle del Jequetepeque.
Algo realmente llamativo, cuyas razones profundas no las podemos explicar, fue que hubiera al-
gunos casos de exhumación de cadáveres principalmente con el objetivo de que al menos el cadáver
10 Entrevista a Jorge Torres Deza, Chepén, 7 de junio del 2012. Jorge Torres dirige al grupo de danzantes, todo el atuendo del león,
máscara y lo demás se obtuvo por gestiones y empeño de Miguel Situ Rojas, incluyendo las enseñanzas de esa danza que se dieron en
Trujillo donde justamente fue Jorge Torres.
11 Libro de actas del Concejo de Pacasmayo N.º 2, sesión ordinaria del 3 de julio de 1897, p. 219-20.
12 Libro de actas del Concejo de Pacasmayo N.º 2, sesión ordinaria del 10 de julio de 1897, p. 220.
13 Libro de actas del Concejo de Pacasmayo N.º 4, sesión ordinaria del 15 de enero de 1915, p. 25.
14 Muy seguro que se trata del chino Mo Cuay Kam casado con Hermelinda Vértiz, sus hijos fueron Filoda (nace 1910 y muere de tbc en
1935), Carmen (nace 1912 y muere 1918), Sixta (nace 1913 y muere de tbc en 1937) y Tomás (nace en 1918 y muere al año siguiente
de paludismo). Por último, Mo Cuay Kam muere el 15 de diciembre de 1918 y se encuentra enterrado en el cementerio de Chepén
en el pabellón A1.
15 Libro de actas del Concejo de Pacasmayo N.º 4, sesión ordinaria del 21 de enero de 1916, p. 85.
16 Libro de actas del Concejo de Pacasmayo N.º 4, sesión ordinaria del 23 de febrero de 1917, pp. 123-24.
17 Libro de actas del Concejo de Pacasmayo N.º 5, sesión ordinaria del 23 de setiembre de 1920, p. 25.
18 Libro de actas del Concejo de Pacasmayo N.º 5, sesión ordinaria del 22 de abril de 1924, p. 243 y 270.
La práctica entre los chinos de ultramar de repatriar a los huesos de los difuntos para su re-entierro en
el pueblo natal comenzó después de 1875, cuando el hospital Tung Wah de Hong Kong estableció su
Casa de Ataúdes (Yip, 2009). Desde la década de 1870 hasta 1949, el hospital Tung Wah se convirtió
en el centro para la repatriación de los huesos entre las comunidades chinas de todo el Pacífico. El hos-
pital desarrolló una amplia red de relaciones con las asociaciones voluntarias de las comunidades chi-
nas en el extranjero y también con las asociaciones voluntarias en las provincias chinas de Guangdong
y Fujián. El hospital ayudó a hacer los arreglos necesarios para los huesos enviados desde el extranjero,
para que puedan pasar por las aduanas sin ser molestados, y también aseguró que iban a ser recibidos
y atendidos con una apropiada ritualidad religiosa. Una vez que las cajas de huesos y ataúdes llegaban
a Hong Kong, el hospital Tung Wah se ponía en contacto con los familiares de los difuntos, y con las
asociaciones voluntarias en los distritos de origen de las familias de Guangdong y Fujián, para arreglar
el envío de las cajas de huesos y ataúdes a China. El hospital Tung Wah (Sinn, 2003)20 tenía una sólida
conexión con la Sociedad Central de Beneficencia China en Lima, y trabajó con esta institución a
principios del siglo xx para repatriar a un gran número de chinos fallecidos, que probablemente fue-
ron exculíes, y para establecer fosas comunes en China donde depositaron los huesos. El hospital Tung
Wah y la Sociedad Central de Beneficencia China en Lima también trabajaron en colaboración con
las Nueve Salas de Caridad, un grupo de poderosas asociaciones voluntarias en la ciudad de Cantón,
para ayudar a repatriar y albergar a miles de exculíes viejos en Guanzhou (Cantón).
19 Todo el contenido de este subtítulo fue aporte de la historiadora Ana María Candela a quien agradezco mucho su gentileza.
20 Referencias sobre la historia del hospital Tung Wah: Cf. Elizabeth Sinn (2003).
Llegué a vivir a Pacasmayo cuando tenía siete años y entre los primeros recuerdos que me marcaron estaba el
hecho de ir al cementerio chino, caminar entre las tumbas y conocer un lugar lleno de preguntas sin respuestas.
Fue siempre un espacio enigmático, pleno de mitos y creencias populares, y tétrico como todo panteón. Mas en
este caso con una dosis de exacerbado terror impresa por esa imaginería con la que nos asustábamos entre noso-
tros mismos cuando niños; parecía un lugar de muertos vivientes, y así lo nombrábamos a finales de la década
de 1980. No sabíamos las historias reales de quienes estaban ahí enterrados, ni por qué había un cementerio
chino en el porteño distrito que además estaba separado del cementerio general de la ciudad y a su espalda. Todo
esto fue un misterio que por esos años yo no podía responder, parecía ser un lugar inaccesible a las afueras de
Pacasmayo, era un lugar olvidado y en la hondura de la eternidad, no teníamos siquiera quien pudiera hablarnos
de ese territorio tan especial.
Se podía llegar a ese panteón oriental cruzando el cementerio general católico o yendo por la carretera a
Jequetepeque y solo acercarse era ya una hazaña y mucho más si te decidías ingresar. Suponíamos que solo los
niños más valientes y osados eran quienes podían contar la proeza de haber caminado ente las tumbas profana-
das. En verdad, nosotros en ese momento con el irrespeto de la palomillada no íbamos a visitar a nadie en par-
ticular, solo estábamos poniendo a prueba nuestro valor frente a la muerte, para vencer así el miedo de manera
grupal. Y cuando llegábamos hasta ahí comprobábamos las consecuencias del saqueo que algunos facinerosos y
angurrientos habían cometido contra los paisanos chinos fallecidos.
Se decía que a algunos chinos difuntos les colocaban algo de oro en sus ataúdes, ya que lo requerían como
pasaje en sus otras vidas de mayor prosperidad; por eso los ladrones de la muerte les quitaban los dientes de oro,
los anillos y las joyas que los acompañaban en la sepultura, los desvalijaban inmisericordemente.
Los chinos cuando llegaron a Pacasmayo tuvieron sus propias costumbres y mantuvieron su religiosidad
y esa era la razón por la que la Iglesia católica les prohibió ser enterrados en el cementerio general, esto mismo
sucedió por muchas partes del Perú, incluyendo Lima; la Iglesia católica, defensora de las costumbres cristianas
desde tiempos coloniales, tenía el derecho de prohibir el ingreso a los paisanos a los que consideraban herejes. El
poder municipal de turno como el poder del Estado solo promovían la religión oficial. Por esa razón el cemen-
terio chino existió desde finales del siglo xix separado del cementerio general y con administración propia que
la ejercía la Beneficencia China.
Para la época en que yo viví en Pacasmayo, finales de la década de mil novecientos ochenta y principio de los
noventa, el Cementerio Chino estaba abandonado y ad portas de ser donado a la municipalidad, la Beneficencia
China ya no podía hacerse cargo de la administración ni podía controlar los saqueos; estuvo envuelta en pleitos.
Con el transcurrir de los años durante el siglo xx muchas familias chinas abandonaron Pacasmayo, buscaron
un lugar nuevo donde prosperar y dar estudio a sus hijos que crecían y ellos también requerían continuar con
sus propios negocios. Todo esto condujo a que se desvincularan de algún modo de la tierra que les dio cobijo y
que a muchos vio nacer. Aquel descanso que debía ser digno se había convertido en un ámbito de desatención
y miseria forzada.
NOTICIAS ESPECIALES
COMENTADAS SOBRE CHINOS
DEL SIGLO XIX
Los diarios limeños de la segunda mitad del siglo xix son pródigos en ofrecer noticias sobre una gran
diversidad de acontecimientos en los que participaban los denominados chinos culíes así como ocu-
rrencias en la comunidad china en el Perú.
Las noticias que hemos escogido en esta ocasión son especiales; no son aquellas que sucedían y se
leían en esos diarios casi todos los días con asuntos frecuentes como cimarronaje, traspaso de chinos,
transferencia de negocios entre asiáticos, llegada y salida de los barcos chineros, hechos delictivos de
poco monto, rebeliones menores y mayores de chinos insumisos, etc.
Las notas periodísticas escogidas corresponden al diario El Nacional y hay algunas de El Comercio
y en menor número de La Opinión Nacional, El Peruano, La Situación y la revista Variedades. Lo pri-
mero que se ha hecho en casi todos los casos es resumir cada noticia o un grupo de ellas de un mismo
asunto, colocando igualmente abreviados otros sucesos periodísticos similares y a continuación realizo
personales comentarios y añadidos que son en verdad agregados, para mayor claridad del lector y
ofrecerle alguna ampliación con el fin de satisfacer su posible curiosidad.
La información periodística sobre el teatro chino que se encuentra al final de este artículo, es la
más amplia porque las noticias se complementaban de tal manera que era conveniente incluir todo.
Debo indicar que las palabras o líneas en cursiva son tal como se publicaron originalmente en los
diarios.
1. Un asiático modelo
Esta es una nota1 de El Comercio referida al amor conyugal entre un chino llamado Manuel de la Cruz
y su esposa peruana, así como a la defensa del adecuado comportamiento que tuvo ese asiático en
tanto se estaba occidentalizando, lo que era muy bien visto. Para el autor del informe periodístico ese
había sido casi un caso excepcional porque eran escasos los ejemplares de asiáticos que pudieran ser
presentados como modelos.
Manuel de la Cruz fue un chino que llegó entre los primeros grupos que se importó2; vino a traba-
jar nuestras tierras pero sufrió el desprecio de los peruanos. Ya en libertad se consagró al trabajo libre
y formó un capital. Hacía quince años que tomó una esposa de acuerdo a la triple ley: de Dios, del
corazón y del honor. Manuel le dedicó a su esposa su vida con tal lealtad y abnegación que envidiarían
muchas esposas de la clase más brillantemente civilizada [sic]. Ella se enfermó y así estuvo durante seis
399
años. En el comportamiento de Manuel hubo esmero y desinterés, en silencio gastó gran parte de su
fortuna. De todas maneras la esposa falleció.
El 18 de julio de ese mismo año más de cien personas presenciaron «la función fúnebre que tuvo
lugar en el templo de Santo Domingo, con un lujo de primer orden» tanto en los fúnebres adornos
como en la solemnidad de las sagradas ceremonias. Seguramente hubo mayores gastos del que el deu-
do podía hacer pero cumplió por la fe que tenía en la vida futura y por el amor sublime a su esposa,
comportamiento que se veía admirable.
En lo dicho no quedaba toda su manifestación de amor, pues realizó gastos inscribiendo el nom-
bre de su esposa en varias cofradías para que gane indulgencias y reciba de esta manera los sufragios
concedidos por la iglesia a los fieles difuntos. Así pues, dice quien escribe, «la que fue amada en vida
está ahora recibiendo los grandes amores de ultratumba». Asunto que, agrega, «no es muy común en-
tre las clases civilizadas». Entre estas clases, añade, había circunstancias en que los lazos conyugales se
quebrantan. «Pero los del asiático que ha enviudado lejos de romperse se han estrechado mucho más
y se han convertido en un arcano que ha quedado uniendo el tiempo con la eternidad». La conclusión
cae de las explicaciones anteriores: «esa raza (la de Manuel de la Cruz) con cultivo intelectual y moral
no sería nada inferior a las razas que se educan y se ensorbecen en vez de depurarse con la educación».
Comentarios
Lo que se puede decir es breve: el periodista encontraba como único o la principal solución para los
chinos lo que en la apariencia había mostrado Manuel de la Cruz: tal como ocurrió con él, todos los
asiáticos debían occidentalizarse a lo peruano, tenían que dejar todo lo propio y sumergirse en aquel
único camino para ser civilizados.
Sorprende el desconocimiento del autor de la nota periodística que esos inmigrantes provenían de
una civilización con cinco mil años de antigüedad. Por último, la concepción «civilizadora» del escri-
tor no estaba lejos de lo que muchas personas y muchos gobernantes creen aún ahora en el siglo xxi.
2. Chinos catequizados
Un sacerdote peruano llamado Eugenio Durand residió en China durante cinco años, por eso conocía
bien el idioma de Confucio [sic]. A su regreso se dedicó —no hacía más de dos meses— a dar lecciones
en las que propagaba la religión católica todos los días por la tarde en el templo de Santo Tomás3 don-
de concurrían muchos inmigrantes. Durand consiguió importantes resultados con lenguaje persuasi-
vo en chino-cantones, así había conquistado a más de cien hijos del Celestial Imperio, la mayor parte
de los cuales ya estaban cristianizados, los restantes lo serán dentro de poco tiempo. Conociendo este afán
catequizador, concurrían diariamente donde el sacerdote multitud [sic] de señoras pidiéndole que
instruya a sus domésticos en el cristianismo4 pues eran chinos.
A diferencia de los esclavos de origen africano, los chinos en su momento no sintieron que hubiera por
ello interés de ganarlos a la religión católica. La mayor parte de los hacendados no movieron un dedo
con este fin. Esto fue así porque solo les interesaba de los culíes que trabajasen bastante, que no fuguen
ni que enfermen ni mueran. Requerían estos hacendados costeños mano de obra disciplinada que
trabajara produciendo lo que más pudiera. La razón era que a diferencia del tiempo de los esclavos,
los culíes producían en esos momentos para cumplir con las demandas de un mercado internacional
que requería algodón y azúcar que se producía en tierras de cultivos altamente fértiles y lujosamente
regados con agua de río. Con este panorama promisoriamente rentable, ¿para qué darse tiempo en
catequizar a los culíes y distraerlos con asuntos de menor importancia?
Sin embargo, miles de chinos se bautizaron y adoptaron apellidos castellanos, muchos de estos patro-
nímicos eran los de sus patrones, lo hacían como una de las estrategias de supervivencia, pues de esta ma-
nera podían acceder con mayor facilidad a una mujer peruana y formar así un hogar con todas las de la ley.
Muy equivocado está quien piense que con estos asiáticos hubo una auténtica catequización.
Nadie ni el verbo ni la elocuencia del cura Durand podían lograr tal milagro. Los rezos, creencias,
rituales y otras obligaciones del catolicismo, que son un mundo ideológico que conduce la vida de los
creyentes, debe haber estado muy lejos de las capacidades de comprensión y asimilación de los chinos,
y que mostraron un auténtico comportamiento como cristianos. Se trataba de un mundo ideológico
religioso que se enfrentaba a su mundo ideológico, filosófico y religioso, con muy pocas posibilidades
de un real acercamiento.
La catequización sí fue posible y fue exitosa con la siguiente generación de descendientes de chi-
nos que en buena parte fueron mestizos, hijos de peruanas, en tanto las mujeres chinas inmigrantes
siempre fueron muy pocas.
3. El gallo pelado
Miraflores, señalado como anexo de Palpa, posteriormente fue una hacienda más de ese valle cercano
a la ciudad de Lima.
En cuanto al asunto principal de la noticia, en otras dos ocasiones hemos leído acerca de ese ritual
en el que lo central era un gallo al que le hacían un corte para utilizar su sangre como bebida que
acompaña al juramento o al ritual.
Un caso ocurrió en el valle de Pachacamac, en la hacienda San Pedro, durante la Guerra del
Pacífico en momentos que los chilenos estaban preparándose para dar el asalto a Lima (verano del año
1881). Hubo no pocos chinos que se enrolaron a favor los chilenos. Entre ellos surgió un cabecilla
que había asumido nombre y apellido de un hacendado iqueño, Quintín de la Quintana. Antes de
la batalla este dirigente arengó a los chinos y se produjo una ceremonia similar a la descrita anterior-
mente. Con sangre de gallo los chinos juraron apoyar a los chilenos en el asalto a la capital peruana.
En otra ocasión, una década antes, hubo un motín en la fragata italiana Thereza, uno de los bar-
cos chineros que había partido de Macao en febrero de 1868 con 293 culíes; a los 62 días tuvo que
regresar al puerto de donde partió, el motín ocasionó la muerte de 2 pilotos, 12 marineros y más de
90 chinos. Se levantó un informe y uno de los testigos, un chino que dio su testimonio, juró decir la
verdad y lo hizo por la sangre del gallo6.
Actualmente hay una organización china secreta non sancta, su nombre Dragón Rojo, cuyos
miembros para ingresar a ella lo hacen luego de un ritual de juramentación con sangre de gallo como
el descrito anteriormente.
Es difícil entender a cabalidad este tipo de rito si no hay comprensión de todo el contexto del
que forma parte. A modo de comparación: a cualquier chino que llegó al Perú debe haberle parecido
inexplicable el sacramento eucarístico en su momento especial de recibir una hostia.
Para ofrecer precisiones sobre la situación por la que pasaron estos trabajadores mientras estuvieron
bajo el dominio del sistema de haciendas, resumimos, en primer lugar, la versión de un colaborador
anónimo del diario El Nacional, quien escribió desde sus particulares opiniones7 con el singular seudó-
nimo de Patriota Filántropo y sus vivencias muestran lo que conocía acerca de las grandes propiedades
agrícolas de Chancay, y, a continuación, mostramos una forma de pensar antichina. Así, entre este
tipo de ambiente con divergencias ideológicas que se hacían públicas a través de los diarios transcurrió
la presencia china en el Perú del siglo xix.
Las opiniones del Patriota Filántropo se referían a que:
– la mayor parte de los asiáticos que llegaron al Perú habían sido engañados, por eso se producían
frecuentes alzamientos,
Pocos años después del artículo anterior ocurrió en las haciendas del valle de Pativilca-Barranca
una inmensa sublevación de 1500 chinos, la de mayor dimensión en el país (Rodríguez, 1979). Como
consecuencia de ello se abrió una intensa discusión en los diarios limeños y en el Congreso, parloteo
que no tuvo gran trascendencia.
No se trata de aceptar o negar estas dos particulares versiones, aunque algo de lo expresado sucedía
en muchas de las haciendas costeñas, eliminando la actitud prejuiciosa y racista de Wences y el pater-
nalismo condescendiente del Patriota Filántropo; después de todo, lo dicho por estos dos comenta-
ristas se basaba en lo que ellos habían visto de cerca pero sin conocer la amplitud de comportamiento
de los chinos.
Nuestra opinión al respecto es que en cualquiera de esas grandes propiedades había el peso y el
poder dominante del propietario, que tenía respaldo del poder del Estado, pero al mismo tiempo se
generó el rechazo a este predominio de parte de los trabajadores asiáticos, lo que produjo un ambiente
de tenso equilibrio en cada una de estas propiedades rurales hacendarias. No se discute la realidad
explotadora ni de exigencia por sobretrabajo a los peones asiáticos, para lo cual el sistema de haciendas
utilizó la agresión física. Sin embargo, para sobrevivir a ambos lados les convenía no sobrepasar ese
punto de equilibrio ya que de inmediato ocurría una situación de fuerza, de disturbios, de alzamientos
y a veces asesinatos, que, en verdad, ninguno de ellos fue en pocas ocasiones.
9 Wences, «La sublevación de los chinos». En: El Nacional, Lima, viernes 9 de septiembre de 1870.
Son bastante frecuentes las noticias periodísticas sobre los médicos chinos, tema que merece más de
un artículo. La nota periodística de contenido especial que nos interesa presentar es la del 12 de mayo
de 186810. En ella se nos informa sobre un médico chino que hacía prodigios curando a las víctimas
de la epidemia (no dice qué dolencia), salvó algunos que habían sido desahuciados por otros médi-
cos de Lima. El periodista llama verdaderamente chinesco al tratamiento que el galeno chino había
adoptado y que consistía «en gran parte en el empleo de alfileres». Eso podía parecer broma, continúa
el redactor, «pero el hecho es que el chino médico cura y salva a los epidémicos». Se ofrecía la noticia
para que los interesados realizaran las averiguaciones convenientes.
Comentarios
Para cualquier lector contemporáneo es evidente que ese tratamiento tiene un nombre bastante co-
nocido: acupuntura. Y son conocidas las razones por las que las agujitas ubicadas en ciertos lugares
precisos del cuerpo humano, que solo un entendido sabe colocar, realizan curaciones o dan alivio.
Con seguridad, esta nota periodística que hemos encontrado es la primera que informa sobre la
presencia y el uso de la acupuntura en Perú.
Junto a esto igualmente sorprendía al periodista la «magia» curativa de las hierbas medicinales chi-
nas, más aún en esos momentos de propagación de esa epidemia. Esas impresiones favorables sobre los
médicos chinos no han variado en estos 160 años. Solo que en el Perú al ir disminuyendo la influencia
china en algunos aspectos —como este, el médico—, se va perdiendo la percepción de la importancia
que tuvo en las últimas 16 décadas Pero no ocurre igual a nivel mundial, la acupuntura al menos crece
en el interés de los médicos de muchos lugares que buscan lo que se denomina medicina alternativa.
Y las medicinas chinas se encuentran en tiendas importadoras del Barrio Chino.
La clase menesterosa es la que padece desde el momento en que se ve cerrada su botica, con cargo de
no curar a nadie, por mandato superior. Es por cierto golpe mortal para los miles de pobres que han
salvado sus vidas de diferentes enfermedades, como son, fiebre amarilla, tercianas y otros males, sin más
paga que el valor de sus yerbecitas. Haré un recuento por ser notables.
Una pobre mujer fue curada por el chino, con haber botado de la barriga píldoras apelmazadas admi-
nistradas por el médico del país, la que será entregada a la policía por el que suscribe para su compro-
bante y vindicación del Dr. Chino. La señorita M.L.D., de la calle de los Desamparados, padecía de
una enfermedad de ocho años, que los médicos del país solo la entretenían, hoy el médico chino la ha
mejorado y restituido su salud. No menos sensible le ha sido al que suscribe, la inesperada privación
Comentario
No sorprende opinión de médico del país sobre el médico chino. En el fondo, el primero creía que
su diagnóstico, sus conocimientos, los tratamientos que ofrecía y la medicación que recetaba eran
superiores a la de los médicos orientales, desconociendo que en Asia y otros lugares del Mundo, in-
cluyendo la tradición médica andina, hay por igual una manera de tratar a los enfermos con siglos
de acumulación de conocimientos médicos e igualmente efectivos. Todo lo dicho no es diferente a la
actualidad. La farmacopea occidental tiene la ventaja de ser el resultado de verdaderas investigaciones
que hacen los especialistas —incluso usando remedios de múltiples culturas—, por lo cual son muy
eficientes, pero el capitalismo occidental las ha convertido en una mercancía más a precios abusivos e
inalcanzables. Por esto mismo hay toda una corriente de medicina y medicamentos alternativos.
Era un día martes el 28 de julio de 1874. Como corresponde, hubo una serie de festejos por el aniver-
sario patrio. La cosa insólita en esta ocasión fue que los residentes de la capital que asistieron a las cele-
braciones vieron por primera vez a cerca de 300 chinos que recorrieron las calles, llevaban su pabellón,
al mismo tiempo que quemaban cohetes y hacían, en fin, diversas manifestaciones de júbilo por esos
53 años de independencia. La corta y notable nota periodística finaliza de esta manera: «Parece que los
Comentarios
Para los años 1866 y 1874 ya en Lima no eran pocos los chinos libres que desde hacía algo más de una
década se habían ido instalado por el Mercado Central donde crearon su barrio cuyo eje era, es y será
la calle del Capón, y también en otros lugares como Abajo del Puente donde había varios mercados.
Ya tenían a su vez creado instituciones propias según sus orígenes, similares a nuestros clubes provin-
ciales y muchas otras. No se trataba, pues, de inmigrantes que no hubieran podido vincularse entre sí
en tanto todos venían de una misma provincia china, Guandong. A su vez eran personas cuyo estatus
no era el de colono, como dice la noticia, sino el de inmigrantes que por su propia voluntad habían
decidido instalarse, tener familia y hacer su porvenir en Perú. Estaban en proceso de integrarse de
manera plena para lo cual requerían ganarse el aprecio de la sociedad que los acogía. Esta es la razón
principal que percibo en su interés de celebrar esos momentos patrióticos junto con los peruanos, y
quizás hubo muchos más que no salieron como noticia en los diarios limeños; pero los chinos lo hi-
cieron a su manera: con sus cohetes y sus banderolas.
8. Mendicidad
La acusación de la mendicidad de chinos cuando ya eran libres, sin trabajo y que deambulaban en la
ciudad de Lima fue hecha por varios diarios limeños y provincianos, y seguramente las mismas im-
presionantes escenas que ofrecían eran presenciadas en las grandes ciudades costeñas cercanas a valles
donde los chinos culíes trabajaron (o aún lo hacían). Los periodistas de los diarios se arrebataban con
lo que veían. Uno de ellos escribe: «Es intolerable encontrarse de buenas a primeras con esas huma-
nidades asquerosas, que producen el efecto de un vomitivo. Solo entre nosotros se presentan espectá-
culos tan repugnantes y no hay quien lo remedie. Suelen entrarse de rondón en las casas y de repente
presentar una mano leprosa que da náuseas. A veces, uno en la calle tropieza con esos desgraciados, y
causa la impresión más desagradable mirarlos de repente», y orientando la atención hacia una autori-
dad de apellido Bresani, el redactor le dice que se digne «librar de algún modo a la población de esta
peste, haría un servicio que agradecerían todos»14.
CHINOS. Algunos hijos del Celeste Imperio, han tomado la mala costumbre de establecerse en las
aceras de la calle de los Estudios [actualmente es la tercera cuadra del Jr. Ucayali], impidiendo el trán-
sito y molestando a la vez la vista de los transeúntes con sus repugnantes enfermedades.//Y esto sucede
a dos pasos de la Intendencia.//Señor Intendente, una ordencita para que esos enfermos asiáticos se
vayan a sus casas, o a los hospitales si necesitan, o al hospicio de incurables, si tal es su situación, o a los
calabozos de la Intendencia si pretenden estafar la pública caridad22.
Comentarios y agregado
La percepción del problema de la mendicidad de los chinos exculíes que vagaban mendigando en
la ciudad ocurrió antes de lo que hemos citado y años después de que se retiraran los chilenos de la
ciudad y del país23. Hubo un evidente desentendimiento de los hacendados y otros amos ante esta mo-
lestia que si la asumían afectaba en algo sus caudales. No sentían que era asunto que les concerniera, ni
tampoco, como se ha visto, a la prefectura ni a la municipalidad, y si en algún momento procuraron
hacer algo sus procedimientos fueron en algo inútiles. Hubo una fuerte corriente de opinión para que
chinos libres envejecidos que mendigaban o no, regresen a su país. En una tesis universitaria de César
Borja, el tesista concluye en que hay que «Favorecer como en California el reembarque para su país de
los chinos que hayan concluido su contrata, y de los vagos, empleando también a estos últimos en los
trabajos de obras públicas». Juan de Arona le contesta «que chinos vagos serán uno en mil». El reem-
barque o retorno ocurrió, no en las dimensiones de las pretensiones de una parte de la sociedad ni las
de los diarios capitalinos ni la de Borja, sino de manera limitada pero con bastante orden y organizado
por los propios chinos que ya tenían algún tiempo establecida su Beneficencia. Es así que:
En el vapor Lothian, […] han sido devueltos a su país cerca de 400 individuos de esa nacionalidad
[china] que por condiciones de invalidez o ancianidad no podían consagrarse ya a las labores del campo
ni a las pequeñas industrias ciudadanas a que se dedicaron en mejores tiempos. Gran parte de estos
desgraciados vagan por nuestras calles implorando la caridad pública y recogiendo colillas de cigarros.
La Beneficencia China es la que ha corrido con la recolección de mendigos, ancianos y enfermos.24
Las no pocas líneas que siguen no son realmente un estudio del teatro chino, solo se trata de cortos
artículos periodísticos que puestos en orden cronológico han sido reescritos por el autor de este libro.
Hay felizmente la obra aún no publicada cuyo título es Inmigrantes chinos en Lima. Teatro, iden-
tidad e inserción social. 1870-1930 que fue la tesis de Odalis Rocío Valladares Chamorro para optar
el título profesional de Licenciada en Historia en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos el
año 2012.
*****
27 Fernando de Trazegnies hace referencia a las tempranas representaciones teatrales que hacían los chinos en las islas guaneras después de
terminar sus jornadas laborales diarias (Trazegnies, 1994: t. I, 196).
28 En la china del siglo xx, podemos encontrar tres estilos teatrales que se desarrollan paralelamente. El teatro clásico, que es el que se trata
en este artículo; el teatro occidental, producto de la influencia de la cultura occidental y que ofrece exclusivamente temas modernos y
el teatro yangko que es el más reciente, producto de la adaptación del tradicional arte yangko y la confluencia de algunos elementos
del teatro clásico y del teatro moderno occidental. Este novedoso teatro se empezó a desarrollar en el contexto de la China comunista
y ha tenido entre sus principales forjadores a los intelectuales revolucionarios chinos y a artistas populares chinos.
29 El Comercio, Lima, 19 de febrero de 1869.
30 El Comercio, Lima, miércoles 8 de abril de 1891, p. 3.
36 Se refiere al local del teatro chino que quedaba en la calle del Rastro de la Huaquilla que actualmente es la primera cuadra del jirón
Cangallo en los Barrios Altos.
37 Según el Diccionario de la Lengua Española, almirez es un mortero de metal, pequeño y portátil, que sirve para machacar o moler en
él.
38 Instrumento musical de viento.
Año nuevo chino. Está determinado por la rotación de la Luna. No tiene fecha fija, se celebra en la
segunda luna nueva después del solsticio de invierno en el hemisferio norte, entre 30 y 59
días posteriores a ese solsticio. Se festeja durante quince días en China y otros países asiáticos.
Dentro de nuestro calendario es en el mes de febrero o marzo. Cada año con mayor interés se
celebra en el Perú, particularmente en el Barrio Chino de Lima; salen danzantes de dragones,
perros y leones y se revientan cohetecillos y cohetones.
Asalaramiento. Es el pago en dinero por un trabajo diario (jornal). Se genera por diversos procesos
dentro de las remuneraciones por labores efectuadas.
Boleta. Era obligación de los patrones de exculíes darles una boleta escrita en la que constaba que era
un trabajador libre de responsabilidades con algún amo. Los chinos guardaban con mucho
celo este documento; incluso cuando se suicidaban la boleta era colocada en su bolsillo o en
una bolsa.
Cargazón. Es lo mismo que cargamento pero tanto en la trata negra como en la amarilla se denominó
de esta manera al conjunto de africanos negros o de chinos u otro conjuntos de gente que era
destinada a la trata o tráfico humano.
Celestial Imperio. Fue una de maneras como desde el Occidente se denominó a la China Imperial; a
veces de manera errónea se ha dicho Celeste Imperio.
Chifa. Viene del chino cantonés que significa comer arroz. Los peruanos primero denominamos a
los restaurantes de comida china como chifán. Chifán en el habla coloquial es también como
decir: vamos a comer. Las madres chinas llaman a sus hijos para que vayan a comer, de esta
manera. ¡chifán, chifán, chifán¡
Chinada. Conjunto de chinos que son trabajadores de un patrón. Hubo también el uso de palabras
negrada y cholada.
Chinito chicharronero. En un tiempo algunos chinos se dedicaron a hacer chicharrón, sin olvidar
sus propias técnicas culinarias. De esta manera fueron vistos por los peruanos, hubo quien los
dibujó y quien les compuso una pieza musical.
Chino contratado. Era la manera jurídica —y por eso oficial— de denominar al chino culí que tam-
bién oficialmente era un colono asiático.
Chino culí. Era un trabajador chino que llegaba al Perú casi no de manera voluntaria y fue traído
muchas veces con engaños. Culí no es palabra china es del hindi, lengua usada en la India, y
se refiere a trabajador golondrino que ha migrado y que va a regresar; esta versión no es del
todo compartida y hasta se asegura que la etimología es incierta. Hubo culíes indios, culíes fi-
lipinos, etc., ninguno de éstos llegaron a nuestro país. Los interesados en el tema de los chinos
utilizamos culí para llamar al chino contratado y que fue parte de la gran inmigración entre
glosario 417
los años 1849-1874; muy diferente de aquellos inmigrantes que llegaron a continuación de
manera libre y no tuvieron contrato de por medio.
Chino enganchado. Fue otro estatus laboral de los chinos. Lo que hicieron los hacendados fue com-
prometer a los chinos con los cuales tenían total confianza para que enganchen a los chinos
libres y los lleven a laborar nuevamente en la agricultura, hubo chinos que aceptaron esta con-
dición y al momento de consentir recibían una cantidad de dinero. Hubo chinos engancha-
dores que mostraron ser muy hábiles empresarios, tuvieron hasta cien chinos enganchados.
Para pagar a sus enganchados, el enganchador recibía el dinero del hacendado y se cobraba el
10% de la planilla semanal o quincenal, además tenía la prerrogativa que a ese conjunto de
chinos solo él podía venderles ciertos productos, sea comestibles u otros. En buena cuenta,
los enganchados «eran» del enganchador a quienes pagaba con dinero de los hacendados, son
años en los que el hacendado es en algo dependiente de estos diestros chinos empresarios que
igualmente en tiempo pasado habían sido simples culíes. De esta manera aparece el enganche
en las haciendas costeñas que luego, como fue un sistema de obtención de mano de obra, los
hacendados lo utilizan para conseguir gente de la sierra.
Chino yanacona. Se trataba de aquel inmigrante de China que asumía la condición de yanacona;
ocurría más que nada en haciendas que cultivaban algodón. Y consistía en aceptar unas hec-
táreas de terreno del hacendado y trabajarla, por lo cual debía hacer un pago durante el año,
sea en trabajo, en especies (algodón) o en dinero. Fue una modalidad más del enfeudamiento
de la tierra. Hubo varias formas de enfeudar: al partir, arrendatarios, etc.
Chinos tamberos. Se trataba de exculíes (posteriormente y por propia voluntad son chinos inmigran-
tes voluntarios) a quienes el hacendado les permitía vender en el tambo, que era simplemente
una tienda que expendía una variedad de productos de uso o consumo casi inmediato en la
población cercana; los chinos tamberos crearon la modalidad de vender a crédito, anotaban
en una libreta y cobraban cuando los trabajadores de la hacienda recibían su pago semanal,
quincenal o mensual.
Chun Wa. Es otra manera de designar a China. Esta palabra ya existía desde antes pero fue muy
utilizada desde el siglo xvi por los portugueses. Y parece que era de uso muy común entre los
cantoneses, por eso la palabra Chun Wa aquí en Perú se usó para designar chifas, otros nego-
cios, y aún perdura un periódico de la comunidad china con este nombre.
Cimarrón. Era un trabajador principalmente afro o chino que huía del patrón se trate de una hacienda
o de una casa de ciudad. El cimarronaje fue una forma de protesta; tuvo no pequeñas dimen-
siones, tanto que hubo expertos buscadores de cimarrones a quienes se les pagaba por cada
cimarrón aprehendido. En caso de los esclavos afros, los cimarrones se congregaban en un lugar
donde «residían» que fue llamado palenque. Casi no hubo palenques de chinos culíes.
Clíper. Fue una nave de gran velocidad como consecuencia de que no era muy ancha. Surgió (se hizo
el nuevo diseño) a partir de la fiebre del oro en California por la necesidad de todo tipo de
traslado rápido del Este al Oeste estadounidense (vestimenta, alimentación, herramientas). Se
utilizó también durante la trata amarilla.
Colonia china. Así se llamaba tanto al conjunto de chinos inmigrados al Perú como a los que perte-
necían a un poblado o región. Es más correcto decir comunidad china.
glosario 419
KMT o Kuo Min Tang. Partido político creado por Sun Yat-sen en China en los comienzos del siglo
xx. Tuvo importante presencia entre los chinos que llegaron a Perú.
Kuei. Palabra china para tratar despectivamente a quienes se considera ignorantes, incultos, etc.
Libros parroquiales. Son libros de las parroquias católicas que hay en todo el Perú en las que se asien-
tan bautizos, matrimonios o defunciones. Para este y muchos otros libros hemos utilizado con
frecuencia esta información.
Macao. Pequeña colonia portuguesa desde el siglo xvi ubicada en territorio chino. De este puerto en
el Mar de China, litoral de Guandong, salieron miles de culíes para distintas partes del del
Mundo, en América fue notable la emigración a Cuba y a Perú.
Mayordomos y/o caporales. Empleados de campo de los hacendados, un mayordomo tenía varios
caporales que cuidaban el trabajo conveniente de los chinos; usaban caballos.
Partida. Grupo de culíes llegados al mismo tiempo a una hacienda.
Peruanización. Es el proceso que ocurre con inmigrantes extranjeros que deciden residir de manera
definitiva o por un tiempo largo en el Perú, por eso mismo van asumiendo el mundo cultural
de nuestro país incluyendo la lengua.
Puntí. Es otro dialecto chino y una etnia de mucha importancia en las provincias del sur de China.
Hubo guerra entre puntís y hakkás en territorio cantonés.
Raza asiática. En el censo nacional que se realizó el año 1876 a los chinos se les designó con las pala-
bras raza asiática. Hasta esos momentos eran los únicos asiáticos que masivamente se hallaban
en el país.
Recontratarse. Volver a contratarse con el mismo patrón por el tiempo que se pusieran de acuerdo
(medio año, uno o dos años) y casi en las mismas condiciones que durante el tiempo de con-
tratado. La ventaja era que al momento de aceptar el chino recibía una suma de dinero que
no era poco.
Semiesclavitud. Es una categoría que utilizamos para indicar que los chinos culíes eran «propiedad»
de un patrón por un período de tiempo limitado durante el cual podía ser transferido o cam-
biado, y usado casi para cualquier trabajo.
Servidumbre doméstica. Categoría que indica labores obligatorias de los esclavos de origen africano
o de los semiesclavos chinos en los hogares de sus amos sea sirviente, en la limpieza, como
cocinero, lavandero, calesero, jardinero, horticultor, etc.
Traspaso de contrato. Documento que los chinos culíes firmaban en China y que era vendido muy
rentablemente en el Perú a alguna persona que requiriera uno o más trabajadores.
Tusán. Así se llama dentro de la comunidad china a los peruanos descendientes de antecesores chinos.
Una y media libra de arroz. Cantidad que cada día recibía el chino culí del patrón como parte de
su pago, equivalía a casi 700 gramos. El recontratado y en ocasiones a los enganchados se les
daba lo mismo como pago.
Yapa. En algunas haciendas llamaban de esta manera al tiempo que se agregaba a los ocho años obli-
gatorios de los culíes por no haberlos cumplido en su totalidad sea por enfermedad, ausencias
injustificadas u otros motivos.
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La Opinión Nacional de Lima
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Oriental 1931-1960
Boletín Municipal 1909-1913
Boletín de la Sociedad Geográfica, año 1910
Revista Comercial, Huacho, 1942
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Se terminó de imprimir en el mes de setiembre de 2017 en
los talleres gráficos del Centro de Producción Imprenta
de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Jr. Paruro 119, Lima 1. Telf: 619-7000 anexo 6009
Correo electrónico: [email protected]
Tiraje: 1000 ejemplares
E
sta obra de Humberto Rodríguez Pastor intenta dar a conocer al chino emigrante desde que
está en el puerto donde se embarcará a Perú hasta que pasado siglo y medio algunos de ellos
logran formar un árbol genealógico frondoso. Por lo tanto, se da a conocer Macao y sus
creencias, las costumbres y la cultura de los chinos que ahí residían. Se tiene en cuenta cómo fue el
tráfico de gente, sus actores y el ambiente del traslado de cargazones de culíes, así como las vicisitu-
des durante la travesía. También el aprovechamiento de una empresa naviera y el uso de los rápidos
clípers en la coyuntura de la manumisión de los esclavos de origen africano. Los lectores podrán «ver»
a esos semiesclavos y sus características físicas ya en tierras peruanas. Inevitablemente surgió una
comercialización entre los amos en la que hubo más oferta que demanda. Hay un capítulo sobre la
inevitable presencia y el consumo de opio. Luego que miles de culíes finalizaron sus años de contrata
casi todos los sobrevivientes decidieron quedarse en su nueva patria, por eso como continuación
lógica se dice algo de cómo se instalan, a qué se dedican, cómo los consideran, cómo se defienden,
cómo se organizan, etc. Asimismo, era ineludible tratar sobre la influencia de la comida chino-
cantonesa entre los peruanos. De igual manera, se presenta con muchos detalles el capítulo centrado
en los chinos del valle del Jequetepeque revelando su vida política. Colindando con este valle, en el
mismo norte peruano, está el de Zaña donde hubo culíes en la hacienda Cayaltí que luego, ya libres,
algunos pasaron al pueblo de Zaña; la peruanización de ellos es el tema. Con el capítulo referido a
los chinos del actual Rímac se demuestra que en Lima hubo más de un lugar donde se concentraron
los emigrantes chinos. Sigue una breve biografía de un chino bajopontino que fue culí y su actual
extenso árbol genealógico. A fin de cuentas, miles de descendientes de los culíes y los que vinieron
posteriormente nos enrostran a diario que este país es también suyo. A algunos les alegra una realidad
en la que se desarrolla una sociedad multiétnica y que las diferentes etnias muestren su profunda
realidad cultural tal como es nuestra identidad.
Además de profesor sanmarquino fue durante varios años profesor investigador en la Facultad de Ciencias de la
Comunicación Social, Turismo y Psicología de la Universidad San Martín de Porres.
Sus temas de central interés en investigaciones son la antropología de la alimentación y las minorías étnicas no
nativas, preferentemente los inmigrantes chinos. Ha publicado en relación con el tema de minorías: Negritud:
afroperuanos, resistencia y existencia (2008); Herederos del dragón. Historia de la colonia china en el Perú (2000);
Hijos del Celeste Imperio en el Perú (1850-1900) (1989); La rebelión de los rostros pintados. Pativilca 1870 (1979).