Omar Corrado - Buenos Aires Musical, 1952 Conceptos y Debates Sobre Música Argentina, Una Vez Más
Omar Corrado - Buenos Aires Musical, 1952 Conceptos y Debates Sobre Música Argentina, Una Vez Más
Omar Corrado - Buenos Aires Musical, 1952 Conceptos y Debates Sobre Música Argentina, Una Vez Más
Omar Corrado*
Resumen
El periódico Buenos Aires Musical, espacio de información y de crítica musical relevante para un
amplio sector de lectores interesados por la actualidad de la música culta local e internacional, celebró
en su edición del 2 de mayo de 1952 sus siete años de existencia con un número especial dedicado
íntegramente a la música argentina. El propósito de esa entrega fue el de trazar un estado de situación
de la producción local, un balance de logros y perspectivas, problemáticas y desafíos, verbalizados por
un conjunto de compositores y críticos convocados para la ocasión. El presente trabajo analiza ese
cuerpo textual, las líneas conceptuales que lo atraviesan en relación con el posicionamiento de los
actores y el contexto histórico, ideológico y cultural en la Argentina de mediados del siglo XX. Se
intenta así reconstituir el universo de lo que el discurso diseña como “música argentina”, así como los
debates que se suscitaron en torno de las músicas “nacionales”, de los nuevos lenguajes y de los
problemas de evaluación estética.
Palabras clave: prensa musical, música argentina, peronismo.
Abstract
The newspaper Buenos Aires Musical, a space for information and musical critique relevant to a
wide range of readers interested in local and international music, celebrated its seven years of existence
with a special issue devoted entirely to Argentine music on May 2, 1952. The purpose of this edition
was to assess local production and attempt to establish a balance of achievements and perspectives,
problems and challenges, verbalized by a group of composers and critics called upon for the occasion.
The present paper analyzes those texts through its main conceptual lines in relation to the positioning
of musicians and the historical, ideological and cultural context of Argentina in the mid-twentieth
century. The aims is thus to reconstuct the universe of what discourse understands by “Argentine music”
as well as the debates concerning “national” musics, new languages and problems of aesthetic evaluation.
Keywords: music press, Argentine music, Peronism.
1
Una primera aproximación a este conjunto de textos puede leerse en Albino (2018). Para nuestro
trabajo, consultamos los ejemplares de Buenos Aires Musical correspondientes a 1952 en la
Biblioteca del Teatro Colón.
2
“La música y nuestro folklore”, Nosotros 108, 109 y 110, abril, mayo, junio 1918.
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a) La marca diferencial/identitaria
habiéndose iniciado muchos de ellos con obras fuertemente influidas por escuelas
y fórmulas europeas, se han acercado poco a poco a nuestro folklore, escribiendo
partituras de fuerte sabor autóctono, que forman ya una sólida base para el futuro
de nuestra música.
Felipe Boero evalúa las posibilidades de un arte lírico nacional y las vicisitudes que
debe atravesar el compositor que a ello se dedique. Su propuesta resulta moderada
y abierta:
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Para crear un teatro lírico propio, hay que infundirle carácter. Con nuestro acervo
musical de fuente popular podemos dar nuevo interés a muchas leyendas y
episodios de la tierra (y esto no significa exclusión de otras inspiraciones), pero la
visión y la mano certera de un libretista, es indispensable.
Aclararé algo, no sea que se escandalicen los ‘folkloristas’. Líbreme Dios de faltar
al respeto y amor que merece nuestro acervo nativo, pero líbreme también de
creerlo más rico de lo que en verdad es, y de caer en la tentación de ponerle
camisa y cuello duro y presentarlo en sociedad tal como vino al mundo. ¿Qué
importa más: la personalidad de un compositor nacido y enteramente formado
en nuestros medios, que traduce su sentir y su pensar musical como inconsciente
consecuencia de su origen, educación y su vida toda en un ambiente que puede
ser cosmopolita; o la música de aquel otro, que de acuerdo a ciertos ritmos y
fórmulas establecidas ‘a priori’ sonará con un olorcillo artificial a un sector de
nuestro campo, sin reflejar en su íntima esencia la compleja y heterogénea unidad
(valga el contrasentido) que constituye el carácter argentino, aún no
definitivamente plasmado?
Una dirección afín, aunque partiendo de otros supuestos, como veremos más
adelante, adopta Ginastera:
de los superficiales elementos que nos da, por ejemplo, la utilización ingenua de
nuestro folklore. No creemos que una obra, de cualquier compositor y
nacionalidad que sea, consiga expresión con vigencia de ‘arte nacional’, por el solo
hecho de emplear ritmos y giros melódicos o melodías arrancadas del folklore.
En nota al pie, es más contundente: “¿Pero es que el arte puede ser ‘nacionalista’?
Es evidente que no”. “Es inútil encarar motivos del cancionero popular (que en
última instancia y en su inmensa mayoría poseen una filiación española) o asuntos
nuestros para tratarlos con una técnica europea, con procedimientos comunes a
los creadores de otras latitudes”, agrega García Morillo. Para Devoto, es
imprescindible que el compositor se apoye
6
Aunque es una formulación con la que Paz pudo haberse referido a la inspiración indigenista de
diversos autores, es probable que haya tenido como blanco el “Llanto del imperio inca en
agonía”, la última de las Cuatro piezas para coro mixto (1947) de Luis Gianneo, o el muy anterior
“Lamento quichua” de las Tres piezas criollas (1923).
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el que asegura que nada válido puede hacerse fuera del elemento nacional y el
que afirma que nada válido puede hacerse sobre la base del elemento nacional.
Entre ambos se colocan los que defienden la música como una creación de orden
artístico que vale en cuanto lenguaje, apto para la comunicación estética y humana
y por lo tanto aceptan, de antemano, cualquier medio destinado a lograr ese fin.
Aquella dicotomía no es privativa de la crítica argentina, es el mal de toda la crítica
musical de nuestro tiempo. Cierra los caminos del hombre para abrirlo a las
posturas.
c) La exigencia “moral”
No cree que para realizar una obra consistente haya que recurrir a técnicas o
sistemas ajenos al temperamento y modalidad del autor, ya que “lo primero a
cumplir en un artista es la consecución de los materiales de los cuales se servirá
honestamente en la realización de su obra”. Caamaño parte también de una
pregunta dirigida al fundamento del quehacer artístico: “¿Hay algo para decir?,
¿se compone porque realmente no se puede dejar de hacerlo?”.7 Recomienda
entonces desbrozar el terreno de las elucubraciones innecesarias para que el
compositor pueda “limitarse a decir pura y simplemente, con toda sencillez y
honestidad, con la mayor sinceridad, lo que piensa y lo que siente,
inteligiblemente”. Ante la multiplicidad de lenguajes que se le presentan, es
necesario que el compositor, propone Arizaga, se someta a
una dieta que expurgue radicalmente los contrabandos de estilo, una asimilación
espiritualmente encauzada no solo de los últimos capítulos de la Historia del Arte
sino de todos y cada uno de ellos, y una inclinación hacia la honestidad personal,
que permita reconocer al autor sin referencias inmediatas.
Para encontrarse con su verdadera personalidad debe desterrar “los dos enemigos
fatales” que lo acosan: la improvisación y el amor a la gloria. Pero ¿qué significa la
sinceridad en un proceso creativo? Responde D´Urbano: “cuando se dice que un
músico no es sincero se alude, de alguna manera, a que ha escamoteado los
verdaderos perfiles de su personalidad en beneficio de una posición teórica”. Señala
a los críticos “la obligación de la sinceridad y el beneficio de la franqueza” y exige
a los compositores “igual actitud frente a su problema de expresión”.
7
Cursivas originales.
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oficio, por un lado, y por el otro, conciencia del oficio. Nunca se insistirá
demasiado en que las dos cosas son indispensables para hacer un compositor,
[dado que] la falta de oficio (que induce a la tentación de lo más fácil) y la falta
de cultura (que oculta la verdadera meta a la que se debe aspirar) trabajan de
consuno para mal de nuestra música, separándola –y es trágico– de la música total,
diversamente facetada pero única, de nuestro tiempo.
“Una falsa fidelidad geográfica nos hace ser infieles a nuestro momento
cultural, como si fuéramos, no ya un país de un continente joven, sino un planeta
aislado”, prosigue Devoto. Más optimista, Arizaga estima que “la música
argentina ha evolucionado, ha sabido permanecer activa y […] ha abandonado su
posición reaccionaria a los movimientos estéticos que se produjeron en el mundo
en estos últimos cincuenta años”. Maiztegui parte de supuestos filosóficos más
generales, en tono dramático. Sus palabras pretenden despertar “la inquietud de
alimentar nuestra llaga abierta en los tiempos en que nos toca actuar, el ‘qué’
decirnos diciéndolo al mundo entero en nuestra angustia de cumplimiento
existencial”. Se apoya en citas de Karl Hartmann y menciona además, en nota al
pie, las filosofías de la esencia (fenomenología) y de la existencia, aparentemente
en relación con tendencias musicales del siglo XX.
En las antípodas, Giacobbe piensa que “los actualismos, entendidos como
modas del espíritu, son nefastos y degradados […] [y] no deben practicarse en el
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se agrupan en sectas cerradas que rechazan todo otro tipo de creación. Es decir,
que una nueva retórica cuya disciplina se inspira en la solución de un problema
personal, aparece reemplazando a la antigua retórica, en un momento en que el
arte se libera de toda traba puramente teórica y solo está gobernado por los altos
principios de orden estético.
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grupos sectarios […] desvinculados […] de los problemas esenciales [que] usan
el sistema de una manera primaria, o sea que estéticamente guardan con respecto
a Schoenberg la misma relación del alumno que realiza bajos de armonía con
respecto a Beethoven. Aplican las reglas de una manera fría e impersonal.
f) Evaluaciones
Ello implica una aproximación crítica rigurosa, ya que, según D´Urbano, “la mejor
manera de disminuir el valor de algo es elogiarlo todo”. Esta tarea exige, para este
crítico, establecer fundamentos claros:
Pero en este sentido las posiciones no son siempre igualmente exigentes y oscilan
entre una visión optimista sobre el presente y el futuro de nuestra música y otra
que, por el contrario, cuestiona ese entusiasmo. En el primer grupo se ubican,
con diferente grado de convicción, quienes reconocen el talento de los autores,
valoran los avances obtenidos, destacan los logros que exhibe la circulación
nacional e internacional de las obras y alientan a la superación de las dificultades.
Así, para este conjunto de autores, asistimos en los últimos cuarenta años a un
“notable desarrollo de nuestro arte musical” que nos ha “permitido llegar a un
alto grado de cultura, que se extiende por toda la República” (Ugarte). El balance
general arroja un “saldo optimista que nos hace confiar en el porvenir” (Arizaga).
Los jóvenes compositores dejan atrás la superficialidad en pos de una música que
“desafía el conformismo”, rechaza el “vano esteticismo”, y actúan “en serio y por
necesidad”; ellos “van comprendiendo su cometido y meditan sobre la
consecución del mismo” (Suffern). En ámbitos más circunscriptos, la
incorporación de la música nativa muestra un camino “que ha sido fructífero para
el desarrollo del arte nacional” (Iglesias Villoud) mientras que en el plano
exclusivo de la práctica coral Valenti Costa se regocija porque en la actualidad
“los jóvenes estudiantes de composición musical del Conservatorio escriben
motetes y madrigales de depurada polifonía y práctico conocimiento de las
posibilidades vocales”.
En flagrante contraste, para Paz la situación en el presente es “caótica y sin
salida visible: no por la escasez de compositores, ciertamente, ni por carencia de
aptitudes en bastantes de ellos”, sino por razones históricas, contextuales, como
consecuencia de “circunstancias adversas y de procesos mal encaminados y
negativos”. Pasa luego revista a las tendencias predominantes, que juzga
responsables de ese estado de cosas, y propone, como comentáramos
precedentemente, una conducta más profesional, rigurosa, comprometida con el
hecho compositivo. Más drástico aún, Devoto exhorta a tener la valentía de
reconocer que
no se puede medir con la misma vara o colgar el mismo adjetivo a Paul Dukas o
a Hugo Wolf y a cualquier autor de óperas indígenas; y deberíamos proclamar,
sin esperar a que nos lo digan desde afuera, que los compositores que ‘dominan
su oficio’ se cuentan en nuestro país con los dedos del pie izquierdo –y sobran”.
3) Resonancias, refutaciones
a) Devoto / Ginastera
8
Ginastera evita aquí identificar a quienes apunta, pero se refiere sin dudas a Paz. En un artículo
aparecido en 1948 en la Revista Musical Chilena afirmaba que, en su adopción del
dodecafonismo, Paz no había producido “ninguna obra de verdadero valor, pues sólo ha imitado
el sistema en su aspecto más rudimentario” (Ginastera, 1948: 24). Estas manifestaciones podrían
entenderse como una consecuencia lejana de los embates de Paz contra Ginastera y la polémica
consiguiente establecida con Juan José Castro y el propio Ginastera, todo ello producido en las
páginas de Argentina Libre en 1942. Estudiamos estos documentos en Corrado, 2010: 157 y
siguientes.
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Esos altos principios, por lo demás, no pertenecen a la historia del arte sino a la
de la filosofía y “están fuera de la competencia inmediata del arte y del compositor
(argentino atonal o naturalizado)”. Se pregunta luego
mientras nosotros entendemos que toda cultura parte de la selva como dice
ortega y Gasset, o de la tierra, sostiene Goethe, en armonía con su paisaje, con
sus hombres, con su ambiente, como suprema expresión de arte, ellos en cambio
maman directamente de Euterpe y se nos bajan de los cielos gordinflones con el
alimento divino; y desde arriba, en un plano casi celeste, nos contemplan a los
pobres embrutecidos pedestres sobre la tierra y en vano pretenden tirarnos un
cable musical para elevarnos.
Más allá de esta oposición a los valores musicales inmanentes defendidos por
Devoto, el blanco central de Giménez Vega es la categoría de “universal” que
circula en los textos cuestionados. Para el autor,
Hace notar que si bien algunos folkloristas han tergiversado o no han sabido sacar
partido de los “elementos vitales” de la cultura, les agradece la labor cumplida,
“pese a sus deficiencias”. Frente a la fría exigencia de los sistemas y de la técnica,
reivindica la “vida”, ya que el arte, “antes de entrar en el campo del raciocinio,
debe ser vida. Y una vez en el campo del raciocinio, si pierde la vida, carece de
arte, es puro academicismo. Y la vida es familia, creencias, una casa, un lugar con
sus árboles y sus ríos, sus llanuras o montañas”.
9
Todas las citas que siguen corresponden a estos documentos.
62 MÚSICA E INVESTIGACIÓN 27
Nada podía ser más ajeno a las convicciones de Devoto, ni mayor incentivo a
su capacidad para el sarcasmo. En principio, el título de su respuesta alude a una
observación de su interlocutor, según la cual “comenzar por el principio, por las
percepciones inmediatas, repase Aristóteles, es guardar ‘una falsa fidelidad
geográfica’ para Devoto”.
Un aspecto de su respuesta se dedica a discusiones históricas. Giménez Vega
ilustra su argumentación con ejemplos de la raigambre regional en que se basaría
el arte de Egipto o Grecia, los poemas homéricos o el Romancero español,
situaciones que Devoto desmantela apoyado en la bibliografía reciente sobre esos
temas y afirma, por el contrario, que esas obras no son dialectales, lugareñas, ni
fruto primero de una exigencia local. Pero lo esencial apunta sin duda a la cuestión
nacional.
Yo [–dice Devoto–] que como Guido y Spano, soy argentino hasta la muerte y
he nacido en Buenos Aires, ¿deberé cerrar los oídos a LRA, al Colón y la Sinfónica
del Estado? No me creo capaz de recuperar los hipotéticos aullidos con que los
charrúas recibieron a Don Juan Díaz de Solís, y nunca he oído a un coya que
fuera de la capital. Si el señor Giménez Vega no renueva la experiencia del faraón
filólogo,10 aislando a un porteñito recién nacido entre una quena y un saxo tenor,
para ver qué escoge, no sé cómo se las arreglará para determinar qué son nuestras
percepciones musicales inmediatas.
c) Gianneo / Paz
Coincide con el juicio negativo de Paz hacia los compositores del siglo XIX, pero
no acepta extenderlo a la actualidad musical. Paz –prosigue Gianneo– no ignora
que hay compositores argentinos no solo con condiciones sino con “sólida técnica
y conocimiento cabal de todas las tendencias” actuales, porque en otras
oportunidades elogió públicamente obras de esos compositores, algunos de los
cuales integraron formaciones en que él mismo participó.12 Si ese grupo no
practica “hoy [1952] la tendencia tan cara al señor Paz, no es porque la
desconozca o por incapacidad, sino, por el contrario, porque cada uno […] sabe
perfectamente lo que quiere, lo que hace y hacia dónde va”. Paz posiblemente
ignora –prosigue Gianneo– la existencia de obras de autores argentinos que
“resistirían airosamente cualquier análisis o comparación”. Entre ellas, menciona
las de José María Castro (Concerto para orquesta, Falarka, cuartetos), Juan José
Castro (Sinfonía bíblica, La zapatera prodigiosa), Jacobo Ficher (Concierto para
11
Las citas sucesivas corresponden al mismo documento.
12
Seguramente se refiere a artículos entusiastas de Paz hacia sus colegas del Grupo Renovación,
como “Hay un ‘retorno’ a Mozart en la obra de José María Castro” (Crítica, 19-6-1933, p. 17)
o “Música para niños de Luis Gianneo” (Argentina libre, 99, 29-1-1942, p. 11). Nótese que,
aunque se alude constantemente al Grupo Renovación, nunca se lo nombra como tal.
64 MÚSICA E INVESTIGACIÓN 27
Conclusiones
18
Para ilustrar esta bipolaridad de las políticas culturales oficiales valgan los siguientes ejemplos,
todos de 1952, que podrían multiplicarse. Por un lado, el Ministerio de Relaciones Exteriores
promueve la grabación de discos de música culta argentina por la orquesta Sinfónica del Estado.
El repertorio seleccionado consiste casi exclusivamente en música de inspiración folklórica. Por
otro, el Panorama General de la Música Argentina de Cámara, organizado por la Dirección
General de Cultura en el Teatro Cervantes, ofrece una programación diversificada y ecuménica,
con notable presencia de obras sin referencia local e incluso con técnicas aun consideradas
vanguardistas, como la Tercera composición en los doce tonos (1937) de Juan Carlos Paz (aunque
haya sido la única de estas características incluida en el ciclo). Recuérdese, además, que se produce
en el Teatro Colón el estreno sudamericano de Wozzeck, repetida al año siguiente.
19
Sobre Pirovano, las vanguardias y los sectores modernizadores del oficialismo en las artes plásticas
puede consultarse, entre otros, Giunta (2001), García (2011), Bermejo (2012), Lucena (2015).
20
De hecho, en ese mismo año de 1952 la Agrupación Nueva Música estrena en el país la última
obra estrictamente dodecafónica de Paz, Dédalus 1950, cuya considerable complejidad
especulativa se acrecentará con la adopción del serialismo integral en 1955. Ginastera, luego de
apariciones no sistemáticas de los doce sonidos, incorporará procedimientos dodecafónicos de
manera consistente a partir de su Segundo Cuarteto de Cuerdas (1958). obviamente, mencionar
este desfasaje sólo tiene sentido para comprender el contexto de los debates que ese método
compositivo suscitó en la época y las concepciones entonces vigentes sobre el progreso en el arte.
68 MÚSICA E INVESTIGACIÓN 27
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BUENOS AIRES MUSICAL, 1952: CONCEPTOS Y DEBATES SOBRE MÚSICA ARGENTINA, UNA VEZ MÁS 69
Hemerografía citada